La idea de tener una cita con Astoria había sido buena al principio. Luego había venido Albus y algo de su preocupación se había quedado inevitablemente con ella. Temía la opinión de James, siempre tan susceptible con lo referente a los Malfoy, pero seguía sin saber nada de él.
— ¿Cuál es el problema, mamá? —preguntó Lily, sentada junto a ella en el sofá, con las piernas recogidas bajo el cuerpo— ¿Es porque es una mujer?
Ginny movió la cabeza negativamente, los ojos fijos en el pincel con el que su hija pintaba con cuidado sus uñas.
— ¿Es porque es raro salir con alguien tan cercano? Ya sabes, porque es la madre del novio de Albus y la exmujer de Draco, es casi endogámico.
— Menudo vocabulario —se burló—. Nada de eso.
— Pues explícamelo, porque es guapa, dulce, inteligente y obviamente le gustas. Y de paso, cuéntame desde cuando te gustan las mujeres.
— Me gustan las personas, hija. Es cierto que es la primera vez que voy a salir con una mujer, pero no es nada del otro mundo.
Lily miró a su madre un momento. Luego sonrió y se inclinó hacia delante para besar su mejilla.
— ¿Qué es entonces?
— Ella es tan… sofisticada.
Recibió una mirada sorprendida de su hija, que dejó con cuidado el pincel dentro del bote de laca de uñas y agarró su otra mano.
— Mamá… Astoria es una buena mujer, estoy segura de que propondrá algo que os guste a las dos.
Ginny suspiró y liberó la mano para colocarle a su hija el pelo tras la oreja.
— En la cita con Krum, me hacía ilusión ir a ese restaurante, es un sitio elegante. Pero luego allí… me sentí fuera de lugar. El menú estaba en francés, había muchos cubiertos… era absurdo, ¿sabes? hubo un momento en el que pensé que mi vestido no era lo suficientemente caro ni mi peinado a la moda. Yo no soy así, no me considero una persona insegura, pero esto de las citas me ha hecho darme cuenta de que he dejado de lado durante mucho tiempo tener una vida propia y estoy un poco perdida.
— Por eso empezamos con esta tontería Luna y yo, mamá, para darte un empujoncito. Respecto a Astoria, es una persona muy empática, creo que puedes hablar con ella de eso antes de vuestra cita, ¿no?
— Me ha escrito esta mañana, para proponerme un viaje de fin de semana.
— Eso suena muy guay. —Lily cogió de nuevo el pincel y la mano sin pintar aún— ¿A dónde vais?
— A París.
Lily silbó entre dientes mientras comenzaba por el dedo meñique.
— Dile que te pone nerviosa, que prefieres algo más sencillo.
— No sé si…
— Proponle un balneario. Es algo tranquilo y agradable. —Alzó los ojos para mirarla entre las pestañas— Toma el control. Es lo tuyo, mamá, eres entrenadora. Y has bregado con nosotros tres, tienes la genética de la abuela.
Su madre rompió a reír.
— Esta costumbre de compararme con mi madre empieza a preocuparme.
— La abuela es una heroína, mamá. Claro que te pareces a ella —contestó Lily con vehemencia, clavándole los ojos castaños idénticos a los suyos.
El Gainsborough Bath Spa estaba construido sobre las ruinas de un baño romano. Era un edificio imponente, lleno de mármol, sedas y maderas nobles. No era París, pero tampoco era precisamente de andar por casa.
— ¿Demasiado? —preguntó Astoria cuando el botones cerró la puerta y las dejó solas en la suite de dos habitaciones.
No pudo evitar reír. Había sido honesta, le había pedido un plan más sencillo, pero no había contado con que para ella eso era sencillo, aún había una par de habitaciones más lujosas en el hotel que esa suite de dos plantas.
— Es perfecto. ¿Puedo tener el dormitorio de arriba? —preguntó, tomando su pequeña maleta.
— Desde luego. He reservado un masaje ahora —le habló mientras Ginny subía las escaleras—. Y una cena temprana, luego hay música en directo y he leído que los cócteles son estupendos.
Ginny se apoyó en la barandilla del pequeño balcón, aún sonriendo.
— Eres muy organizada.
— Tengo mucho tiempo libre. ¿Los planes están bien? mañana podemos pasar el día en el spa.
— Todo está bien. Nunca he hecho esto, todo es novedoso.
Astoria sonrió de vuelta, agarrando también su maleta.
— Me aseguraré de que sea una buena experiencia entonces.
A la hora del postre, ese fin de semana ya estaba entre sus preferidos sin duda. El masaje había sido increíblemente agradable, seguido de un zumo de frutas.
— La cena ha sido excelente —declaró, dejando el tenedor de postre junto a su plato vacío.
— Me alegra.
— Tengo curiosidad: —Se limpió cuidadosamente los labios con la servilleta de hilo— pareces muy cómoda moviéndote entre muggles —planteó, bajando la voz y asegurándose de que no había nadie alrededor escuchando.
— Bueno, viajo mucho y no hay tantas comunidades mágicas —respondió Astoria, llevándose la copa a los labios.
— No sé qué haces realmente.
— Antes de casarme, mi padre me permitió estudiar en la universidad muggle de París. Me títulé en arte. Cuando me divorcié, Draco insistió en darme mucho dinero, así que estudié más y me preparé para ser marchante de arte.
— ¿Compras y vendes arte? —entendió por fin Ginny.
— Para varias galerías, sí. Pintura y escultura sobre todo.
— Vaya. Y te gusta por lo que veo.
— Mucho —respondió, con los ojos brillantes de emoción—. Es trabajar entre cosas bellas, para mí es un privilegio.
— Nada que ver con lo que hago yo —observó Ginny con una sonrisa ladeada.
— Tú amas tu trabajo.
— Me encanta el quidditch —aseguró.
— Y tu familia lo apoya.
— ¿La tuya no?
Astoria negó con la cabeza y apuró del todo el vino. Dejó la copa con cuidado en su lugar, alineándola perfectamente con los platos y los cubiertos de un modo que delataba su educación.
— Mis padres no están contentos. No les gustó que me divorciara, me acusaron de abandonar mis obligaciones de esposa y a mi hijo.
— Scorpius era pequeño, ¿no?
— Dos años. Nosotros… teníamos un acuerdo. Cuando nos comprometimos, Draco fue honesto conmigo, me dijo que era gay y que lo nuestro siempre sería pose. Acordamos que nos divorciaríamos cuando él consiguiera un trabajo que le permitiera distanciarse de sus padres y ser independiente económicamente.
— Por eso solicitó el trabajo en Hogwarts —comprendió Ginny.
— Sí. Y se llevó a Scorpius con él. Cuando estoy en Inglaterra siempre tienen una habitación preparada para mí, he podido estar cerca de mi hijo mientras crecía. Pero la mayoría de la gente de mi antiguo entorno no lo entiende, no entiende que podamos ser amigos ni que yo haya elegido un trabajo entre muggles.
— Yo lo entiendo.
— ¿De veras? Tú… vienes de una gran familia. ¿Cómo llevaron tus padres el divorcio? —preguntó Astoria, con su tono controlado y dulce.
— Desconcertados. Harry y yo acordamos no entrar en detalles con la familia, solo les dijimos que nos separábamos y Harry dejaba los aurores para aceptar un puesto en Hogwarts.
Los ojos verde oscuro analizaron a Ginny unos segundos antes de que AStoria se inclinara un poco hacia delante y mostrara su lado más protector.
— Ellos tardaron un tiempo en estar juntos, lo sabes, ¿verdad?
— No hace falta que los defiendas, Astoria. —Descartó con un movimiento de la mano— Pero sí, lo sé. Es algo que hemos hablado después, pero en ese momento Harry no dijo nada, no supe que estaban juntos hasta que James los descubrió. Ni tan siquiera Ted, que era cercano a ellos en la escuela, estaba al tanto.
— Lo hicieron mal —admitió, tomando la copa de nuevo para apurar el vino.
Esta vez fue ginny la que se paró a analizarla a ella, saltando rápidamente a conclusiones.
— Tú sí lo sabías, has dicho que te alojabas allí desde el principio.
— Sí. Y entendí en parte el silencio. En parte —insistió, cuando Ginny fue a abrir la boca para protestar—. Hasta aquí hablar del pasado —sonrió, poniéndose de pie—. Esto es una cita y yo voy a invitarte a un cóctel y a escuchar música mientras hablamos de nosotras, mucho más interesante que hablar de esos dos maestros que no salen de la escuela. Me han dicho los chicos que estuviste el verano pasado de gira con tu equipo por estados unidos. Quiero escuchar todos los detalles.
Y le tendió la mano para acompañarla al bar, dejando tras ellas el sutil aroma del aceite de masajes de sándalo.
