— ¿Cómo está tu hermano?

Lily levantó la mirada de su plato para mirar a la persona que se sentaba junto a ella en el comedor de la academia. Era consciente de que la gente estaba mirando, aunque muchas de esas personas habían sido alumnos de su padrastro, y la habían visto interactuar con él y con su padre en Hogwarts, Draco Malfoy siempre tenía ojos observándolo.

— Seguramente sabes mejor que yo cómo está Albus, Draco —contestó con un poco de sequedad, volviendo la atención a su plato.

— Me refiero a James.

Se giró de nuevo hacia él, esta vez claramente estupefacta.

— El domingo comimos con Albus y Scorpius en Hogsmeade. Albus nos habló de lo que pasó con Lorcan el día del cumpleaños.

— Francamente, no creo que a James le haga gracia que estemos todos al tanto de su intimidad. Está bastante jodido, la verdad.

— Lenguaje, Lily —le reprendió Draco automáticamente, tal y como llevaba haciendo desde que ella podía recordar, algo que hacía que solo fuera malhablada cuando estaba él cerca.

— ¿A cuento de qué os lo contó Albus?

— En primer lugar, aunque os cueste creerlo, tu padre y yo nos preocupamos por vosotros tres, siempre.

Lily se metió un trozo de pan en la boca y masticó despacio, sin ganas de contestar a eso. Y esperando el resto de la explicación que sabía que acabaría por llegar.

— Parece que tu madre cree que el problema de James conmigo y Scorpius no es porque somos hombres, sino porque somos Malfoys.

— Mi madre es una mujer inteligente. Y eso es algo evidente para cualquiera con dos ojos en la cara, teniendo en cuenta además que cuando era niño James estaba colgadísimo de Ted y hace años que lo está por Lorcan. Pero os ha resultado a todos más fácil pensar que era homófobo que pensar que le habíais robado a su hermano y a su padre.

— Eso no es justo, Lily.

Ella negó con la cabeza, los labios fuertemente apretados.

— Él fue el que más sintió el divorcio, porque fue el más consciente. Y cuando llegó a la escuela se encontró con que teníais una casa en Hogsmeade a la que nunca nos habíais invitado y estabais criando juntos a Scorpius. ¿Le vas a hablar de justicia a un niño de once años, que adoraba a su padre y pasó a verlo una vez cada dos semanas durante el almuerzo del domingo? Por mucho que nos hayáis repetido que el divorcio no tuvo que ver contigo, siempre has sido el que se interponía entre nosotros y nuestro padre, Draco. Y Scorpius el niño que lo tenía en casa a cenar a diario.

Draco estaba pálido, Lily era consciente de que le había golpeado con fuerza. Una vez que toda la familia supo lo suyo, la dinámica había cambiado y habían comenzado a pasar más tiempo en la casa de Hogsmeade. Albus se había sentido desde el principio muy unido a Scorpius, y desde ahí a Draco, mientras que James había sido abiertamente hostil. Ella había tratado de estar cerca de su padre, al ser la niña y la pequeña ambos hombres las mimaban, y había aprendido a tratar con Draco, pero aún así se sentía más cercana a su familia Weasley y su madrina.

— Lo lamento, Lily. En ese momento pensamos que hacíamos lo correcto.

— Ya no tiene remedio.

Recogió los platos de nuevo en la bandeja y se puso de pie para llevarla de vuelta al mostrador. Le detuvo la mano de su padrastro en la espalda.

— Tu padre… está muy afectado por todo esto. Me gustaría… ¿Crees que hay algo que podamos hacer para dejar esto atrás?

— No lo sé, Draco —se giró hacia él, mostrando empatía por primera vez—. James… ha tardado mucho en tener el valor para declararse y que el argumento de Lorcan fuera ese… quiero a mi amigo, y entiendo su sorpresa, pero habría sido mejor que le dijera que no estaba interesado en él directamente, así lo único que ha hecho ha sido enredar todo más.

El encuentro en la cafetería no le había pillado tanto por sorpresa, Draco solía dar seminarios en la academia, como la persona esperándole en el vestíbulo al terminar las clases.

— ¿Qué demonios haces aquí? —preguntó, con el ceño fruncido.

— Visitarte. ¿Es un problema?

— No es horario para eso —miró alrededor, sorprendida de que nadie hubiera venido ya a llamarle la atención.

— ¿También recibes así a mi hermano? —cuestionó, molesto, sujetándola del brazo cuando ella siguió su camino hacia el gimnasio.

— Tu hermano se sabe mis horarios, no aparecería aquí así sin más.

Lysander frunció un poco el ceño, pero la soltó.

— Solo quería tener la oportunidad de hablar contigo. Parece que últimamente me rehuyes.

— Te tienes en muy alta estima, Scamander.

— No me refiero a eso

— Tengo que irme, he quedado en el gimnasio para practicar para un exámen —Ttrató de zigzaguear para evitarle y seguir su camino, pero Lysander se movió para tratar de bloquearle el paso.

— ¿Tu hermano está bien?

Lily se detuvo por la pregunta, hecha en un tono preocupado y lastimero, nada de la arrogancia habitual.

— ¿Tú también?

— ¿Qué? —cuestionó él desconcertado.

— Hoy todo el mundo pregunta por James. En lugar de estar aquí incordiando, deberías ir tú mismo a buscarle. Sale del entrenamiento en —Miró su reloj de pulsera, regalo de su madre— quince minutos.

Pero Lysander no se movió, se quedó allí quieto, mirándola.

— Scamander, tienes que irte —exigió.

— Ven conmigo a la boda, Lily, por favor.

Las cejas cobrizas de Lily se levantaron de la misma manera exacta que lo hacían las de James o las de Ginny cuando algo les parecía absurdo o gracioso.

— ¿En serio, Lysander? mi hermano y tú sois unos inválidos emocionales, deberíais ir juntos a la boda, porque Lorcan irá conmigo. Y ahora hazme el favor de marcharte, ya llego tarde.

Y se dio media vuelta para marcharse en direccion al gimnasio. Ya en la puerta que daba a las instalaciones subterraneas, con una mano en el pomo, se giró. Lysander aún estaba allí mirándola, como si le hubieran tirado un cubo de agua helada por encima.

— Scamander —lo llamó, sacándolo de su estupefacción —. No le lleves alcohol, mañana tiene partido. Sé por una vez un buen mejor amigo y asegúrate de que se acueste pronto o mañana el entrenador le machacará.

Y tiró de la puerta para bajar las escaleras con una agilidad que hizo que Lysander la siguiera con la mirada mientras la puerta volvía a cerrarse despacio.