A James le sorprendió ver a su familia en el palco del equipo. En los partidos en casa, Lily solía acudir con alguno de sus primos, pero ese día no era solo su hermana, eran su padre, Draco, Albus y Scorpius. Su madre estaba jugando en Bristol ese día y parecía que sus primos habían decidido que era más seguro no mezclarse en lo que fuera que su padre estaba maquinando. Y tenía que ser grande, porque su padre y Draco odiaban dejarse ver en público en eventos mágicos.
— Hola, hijo —le saludó su padre al salir del vestuario un par de horas después.
James miró alrededor, el resto de la familia no estaba a la vista. Harry se veía incómodo, la gente a su alrededor no era precisamente discreta mirándole y cuchicheando.
— Hola, papá —Dejó la bolsa en el suelo y se acercó a abrazarlo.
La torpeza con la que su padre correspondió al abrazo denotaba lo poco acostumbrado que estaba a recibirlos de él. No pudo evitar que eso le entristeciera un poco.
— Buen partido. El buscador reserva es muy competente.
Ambos apretaron los labios para no reír abiertamente. Krum estaba de baja, James sospechaba que tenía un caso serio de ego magullado.
— Y ese tanto que has marcado casi al final… has mejorado muchísimo, Jamie.
Podría haberle dicho en ese momento que no pensaría eso si no fuera porque hacía tres años que no iba a verle jugar, pero decidió dejar correr el tema cuando su padre le dio una palmada en el hombro y caminaron juntos hacia la salida, ignorando las reacciones de la gente a su paso.
— Los demás nos esperan tomando algo. Oh, no te he preguntado si tienes planes, disculpa.
Tanta corrección le dio otro golpecito de tristeza.
— No tengo planes. Si me vas a invitar a cenar estoy más que dispuesto.
Harry sonrió abiertamente, esa sonrisa que hacía que su rostro se viera como el del adolescente de las fotos que había en casa de sus abuelos, a pesar de las canas y las patas de gallo.
— Vamos pues, están aquí cerca, en un pub muggle que tu hermano conoce.
Su hermano, que le había escrito un par de veces en las últimas semanas para interesarse por él. Era consciente de que toda su familia estaba al tanto del calabazazo de Lorcan, tanto su madre como su hermana habían respetado su espacio, pero Albus había tendido un puente, y entendía que eso mismo era esa cena improvisada.
Estaba cansado de estar enfadado con su padre y su hermano, esa era la verdad. Las palabras de Lorcan habían hecho más mella que los intentos de su madre en todos estos años por suavizar las cosas.
Entraron en un pub ruidoso, era hora de fútbol o de rugby, y lo atravesaron hasta la parte de atrás, donde había varios reservados más tranquilos. En uno de ellos destacaban las cabelleras de los dos Malfoy, siempre rubísimas y bien peinadas. No dejaba de ser chocante ver a Draco allí, con un suéter y unos pantalones de vestir, charlando tranquilamente con sus hermanos y Scorpius con una cerveza delante.
— Ya estamos aquí —saludo jovial su padre, quitándose la chaqueta.
Los demás se pusieron de pie para saludarle. Recibió un abrazo apretado de Lily, que susurró algo como "siento la encerrona". Draco le tendió la mano y la estrechó con fuerza mientras le felicitaba por el partido. Scorpius también le tendió la mano, mucho más serio que su padre. No dijo nada, sólo le miró, pero la advertencia estaba clara en su cara: no les hagas daño. Y Albus… para su sorpresa Albus le dio el primer abrazo en mucho tiempo.
Cruzó una mirada con su hermana mientras se quitaba la chaqueta y se sentaba, Lily tenía cara de, como diría ella, estar flipando muchísimo. Y de estar tomando nota de todo para contárselo luego a su madre, que también iba a flipar bastante.
Cenaron y charlaron, algo que James no recordaba haber hecho en años, desde que había acabado la escuela por lo menos. El más silencioso era Scorpius y James lo entendía, porque era contra el que más había cargado desde que eran niños. Fuera cual fuera el objetivo de esa pantomima, estaba bastante claro que su cuñado no quería estar allí.
— ¿Cómo van los planes de la boda? —preguntó cuando ya apuraban las últimas patatas fritas.
Draco y su padre intercambiaron una mirada y supo que en ese momento iba a enterarse del propósito de la reunión. A su lado, Lily se puso también en guardia y James no supo si por lo que iban a escuchar o porque le preocupaba su reacción.
— Nosotros… hemos estado hablando. Tanto tu madre como Lily nos han hecho ver que somos en parte responsables de los problemas que ha habido estos años entre vosotros. —Señaló con la cabeza hacia él y sus hermanos— Nos gustaría que aceptaras nuestras disculpas y firmáramos una tregua hoy.
A James le conmovió el temblor en la voz de su padre, que apretaba bajo la mesa con fuerza la mano de Draco. Carraspeó para aclararse la garganta, buscando las palabras adecuadas, pero su padrastro se adelantó.
— Los cuatro sois importantes para nosotros. Os fallamos, lo hicimos mal cuando eráis niños. Entendemos que estés molesto con nosotros, James, pero…
— … son mis hermanos.
Todos lo miraron sorprendidos, incluso Scorpius.
— Me he comportado como un gilipollas. Yo… —se giró a mirar directamente a Albus y Scorpius— estaba celoso por lo que teníais y me sentía excluído. Me gustaría esa tregua, aunque entiendo que no podáis perdonarme con facilidad.
— Fuiste un cabrón mezquino, James —habló por primera vez Scospius, con voz ronca—. Cuando os conocí estaba feliz porque iba a tener hermanos. Ahora puedo entender que sentiste que yo te había robado a tu padre y a tu hermano, pero te aseguro que nunca, nunca —se le rompió la voz y Albus le pasó el brazo por los hombros— quise otra cosa que ser tu hermano.
Ninguno de los presentes podía contener la emoción del momento. Albus abrazaba a Scorpius, que escondía la cara en la curva de su cuello. Harry seguía apretando con fuerza la mano de Draco entre las suyas y Lily había enlazado el brazo con el de James y apoyaba la sien en su hombro.
— A Draco y a mí nos gustaría pediros que seáis nuestros testigos en la boda, los cuatro —habló por fin Harry al cabo de un par de minutos, después de aclararse la garganta bebiendo lo que quedaba de su cerveza—. Y que lo sintamos como un punto de partida para llegar a ser la familia que deberíamos haber sido.
— De acuerdo —respondió Lily, que era la más entera de los cuatro jóvenes—. Pero nada de túnicas a juego, a Albus y a mí no nos sientan bien los mismos colores.
El comentario, hecho con ligereza, consiguió sacar una risilla a Scorpius y ayudó a que todos se relajaran. A continuación, Draco levantó la mano para llamar al camarero y pedir otra ronda de cerveza.
