— ¿Dónde vais hoy?

Ginny se giró a mirar a su amiga, sentada a la mesa de la cocina con una taza entre las manos. Se veía pálida y ojerosa, el cabello desgreñado como en la escuela y un rictus de cansancio.

— Al teatro. ¿Qué te pasa? —le interrogó, sentándose frente a ella y poniendo las manos alrededor de las suyas, frías a pesar del calor de la taza.

— No duermo bien.

Acarició despacio las pequeñas manos manchadas de pintura, sin perder de vista sus grandes ojos claros.

— ¿Qué te quita el sueño? —insistió.

— No lo sé. Simplemente no llega.

La miró con preocupación, su amiga se apagaba lentamente, ni recordaba la última vez que había escuchado el tintineo de sus pulseras y su risa.

— ¿Qué puedo hacer?

Luna se encogió de hombros y tiró suavemente de la taza hacia ella, para dar un largo sorbo, dejando las manos de su mejor amiga sobre la mesa.

— Tú estás bien. Ahora que tus chicos parece que lo van a arreglar —le dijo Luna, tratando de sonar animada—. Y parece que Lysander y James también están mejor.

— Sí. Pero no me cambies de tema.

Las pequeñas cejas rubias se fruncieron, un gesto desacostumbrado en ella. Ver a Luna enfadada era algo tan fuera de lo normal…

— No me hables como si fuera uno de tus jugadores, Gin. Solo necesito dormir —apuró la infusión y dejó la taza con un repiqueteo de porcelana en el platillo—. Si quieres que te ayude a arreglarte, será mejor que empecemos ya.

Y se puso de pie, saliendo de la cocina. Atrás quedó su mejor amiga, con el corazón un poco estrujado y preguntándose qué se estaba perdiendo allí.

El aplauso del final de la obra le pilló un poco desprevenida. Solo entonces se dio cuenta de que había estado distraída, con la cabeza en casa todavía, y se había perdido buena parte del segundo acto.

Astoria enlazó sus brazos mientras salía del teatro de camino al restaurante al que iban a cenar.

— ¿Quieres que te haga un resumen de la obra por si alguien te pregunta? —le preguntó, con un deje de humor.

En ese momento Ginny agradeció, no por primera vez desde que habían empezado a quedar, la forma de ser de Astoria. A pesar de su evidente diferencia de status social, era una persona muy cercana y asertiva y tenía un sentido del humor cálido que le hacía sentir acogida.

— Lo siento —respondió Ginny, un poco avergonzada por su descortesía.

— ¿Un mal día? —interrogó Astoria con suavidad.

— Solo una pequeña discusión.

— ¿Puedo preguntar con quién?

Guardó silencio un momento y se recolocó la chaqueta, la noche de marzo todavía era bastante fresca. Astoria se apretó un poco más hacia ella, buscando también un poco de calor entre ráfagas de aire frío.

— Con Luna —admitió por fin.

— Habría jurado que eso era imposible.

"Yo también", pensó Ginny, "Yo también".

— Últimamente está… diferente. Triste, apagada… no sé, no es ella misma —se lamentó, meneando la cabeza negativamente.

— El día del cumpleaños de Ted lo pensé al verla, la verdad. Incluso lo comenté con los chicos.¿Quizá el saber que Lysander va a volver a marcharse en poco tiempo?

— Creo que viene de antes, pero no lo sé, no consigo que hable conmigo y sé que tampoco habla con sus hijos.

— Es lógico que estés preocupada.

— Igualmente me disculpo, ha sido terriblemente descortés por mi parte.

Astoria le detuvo un momento, para hablarle mirándola directamente.

— Solo es una obra de teatro, Gin. Quizá habría preferido que me dijeras que no te apetecía y habríamos hecho otra cosa, pero no voy a juzgarte por estar preocupada por alguien que te importa.

— Tenías muchas ganas de verla —protestó Ginny.

— Y la he visto. ¿Aún quieres cenar? si prefieres irte a casa lo entenderé.

Negó con la cabeza, pero esta vez con una sonrisa.

— Voy a cenar contigo. Me vas a contar lo que me he perdido de la obra, porque seguro que Albus y Scorpius la han visto y me van a preguntar, y a guardarme el secreto.

— De acuerdo. Y tú vas a desahogarte, porque está claro que hay mucho dando vueltas en tu cabeza y un par de copas de vino ayudarán a que salga.

Ginny parpadeó un par de veces y luego se inclinó hacia ella. Con cuidado, rozó sus labios, un par de besos suaves, lánguidos. Después, le ofreció el brazo y siguieron caminando calle abajo, charlando sobre sus hijos.

*****
Tres días más tarde, Astoria paseaba por una pequeña galería de arte en el Soho londinense. Era una galería que se especializaba sobre todo en retratos realizados por pequeños artistas, en todo tipo de técnicas de pintura y fotografía. Buscaba un retratista con un estilo clásico, realista, para un cliente sueco.

Llamó su atención un atisbo de pelo rojo y cruzó la sala cuadrada que era el fondo de la galería. Aquel retrato unió en su cerebro todo lo que tenía dando vueltas en él: la tristeza de Luna, la intensidad de la preocupación de Ginny y la falta de chispa en el único beso que habían intercambiado.

Lo pasaban bien juntas. Tenían caracteres compatibles, se hacían reír la una a la otra, se escuchaban. Pero no había chispa y sabía que Ginny también lo había notado, había visto la sonrisa un poco derrotada al despedirse.

Suspiró y contempló el cuadro ante ella. Después de años de ver arte, podía extraer muchas cosas de las pinceladas de un artista y eso que estaba viendo era sin lugar a dudas una declaración de amor gritada con fuerza. La pintora había hecho brillar a Ginny. Y podía jurar que su amiga no había visto el cuadro, que vivía ignorante de los sentimientos de Luna.

Sacó el teléfono móvil, benditos aparatos muggles, hizo una foto y mandó un mensaje.

"Necesito que me ayudéis con una cosa" escribió a su hijo.

"¿Por qué tienes un cuadro de Ginny?" respondió su hijo al cabo de un par de minutos, añadiendo varios emojis sorprendidos e intrigados.

"Lo he encontrado en una galería del Soho"

"Está guapísima"

"¿Verdad?"

"¿Vas a comprarlo?"

"Vamos a hacerle una encerrona a la artista"

La respuesta de Scorpius fue una larga fila de emojis con ojos redondos de sorpresa.

"Espera, acabo de ampliar la foto… ¿la firma es una media luna creciente? ¿El cuadro es de Luna?"

"Acabo de confirmarlo con el dueño de la galería"

Scorpius tardó unos minutos en contestar, que Astoria aprovechó para pedirle al galerista el contacto de un par de artistas y permiso para mandar a su cliente fotografías de algunas obras. Al ir a abandonar la galería, sacó el móvil del bolso y abrió de nuevo la conversación.

"Albus está tan sorprendido como yo, pero dice que tiene mucho sentido"

"Necesitamos un plan"

Vio a su hijo escribir y borrar durante un largo minuto, hasta que por fin llegó el mensaje.

"¿Estás bien, mamá?"

Suspiro y se le escapó la sonrisa tierna que reservaba para su pequeño.

"Sí, cariño, estoy bien. Estamos más hechas para ser amigas y parientes y realmente quiero hacer esto por ellas"

"De acuerdo. Albus dice que si vienes a cenar pedimos tailandés y hacemos planes de Slytherin. Esto último te juro que es literalmente lo que ha dicho"

Astoria rio. Tecleó "Nos vemos en una hora" y volvió a guardar el móvil en el bolso antes de salir a la calle.