Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…

Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊

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Noches de lluvia, días de sol

13

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—G-Gaara… ¿Qué… qué estás diciendo? —Naruto no estaba comprendiendo nada. Su voz temblaba y apenas se sentía capaz de hablar. Con los nervios a flor de piel y manos temblorosas, apretó el papel entre sus manos, arrugándolo sin querer.

—Deja que cuide de ti y de Nozomi —repitió el alfa. No sabía de dónde había sacado el coraje, o la estupidez, de decir estas cosas, pero ya no había marcha atrás. Incluso si Naruto nunca era capaz de corresponderle como quería, iba a dejarle claro sus sentimientos. —No estarán solos. Si me lo permites, yo los acompañaré y estaré aquí para lo que necesiten.

En un impulso, Naruto se puso de pie con las rodillas inestables y lo miró desde arriba con los ojos bien abiertos. Sentía el corazón desbocado golpeando contra sus costillas, su respiración agitada impidiéndole calmarse para pensar las cosas fríamente.

—Tú… Tú… No entiendo.

Gaara lo imitó y procedió a pararse también, quedando frente a frente con Naruto. Él lucía… perdido, confundido, ansioso, agitado. Miles de emociones bailaban en sus ojos y, sin poder refrenarse, Gaara se encontró a sí mismo queriendo ver esas dos lagunas azules más de cerca.

—Quiero hacerme cargo de ti. De ambos. Nozomi y tú son la familia que nunca pensé que añoraría alguna vez. Si me das la oportunidad, yo…

—No —el rubio lo detuvo con una mano en su pecho, y fue solo entonces que Gaara se dio cuenta de que estaba demasiado cerca. —No, ¡no! ¿Qué dices? —el rubio dio un par de pasos hacia atrás, poniendo distancia entre ellos. —¡Estás loco! ¿En serio estás diciéndome que tienes sentimientos por mí?

Viendo su desborde de emociones, el pelirrojo bajó la vista al suelo.

—Lo siento, Naruto, pero luego de conocerte, yo… Le diste sentido a mi vida, me ofreciste un lugar al cual pertenecer. Estoy dispuesto a aceptar solo lo que tú puedas darme. Y, tal vez, en el futuro podríamos…

—No —Naruto volvió a cortarlo. —Gaara… Gaara- oh, Dios. Estoy casado. Lo entiendes, ¿verdad? Estoy casado y tengo una hija con mi esposo. Lo sabías desde el inicio. Entonces, ¿por qué…?

Gaara no dijo nada más. Sabía que Naruto no esperaba realmente una respuesta. Lo observó pasarse una mano por sus cabellos rubios como el sol y luego negar repetidamente con la cabeza. Sin mediar más palabras, el omega se dio la vuelta y entró en su casa, cerrando la puerta tras de sí y dejando a Gaara solo en el pórtico, con propios pensamientos como única compañía.


Gaara tenía sentimientos por él. Por más que le daba vueltas al asunto, para Naruto nada tenía sentido. Nunca le había dado señales de que él podría estar interesado, ¿cierto? Sí, lo dejó entrar en su hogar, pero solo lo hizo porque Gaara genuinamente le agradaba y sabía que necesitaba un amigo. En ningún momento tuvo dobles intenciones al respecto.

Sin embargo, ahora que el alfa había sido honesto con sus sentimientos, no sabía qué hacer. No podía corresponderle, eso era evidente. Mientras existiera la más mínima posibilidad de que Sasuke pudiera regresar a casa, Naruto jamás se permitiría a sí mismo siquiera considerar estar con alguien más. La marca de mordedura en su cuello era prueba de ello, era la promesa de ambos de estar juntos para siempre. Esa marca no desaparecería ni siquiera con la muerte.

Naruto respetaba a Gaara, incluso sentía cierto cariño por él, pero en ningún momento sintió atracción ni sentimientos más allá de la amistad. Era un buen amigo, alguien en quien confiar, y Naruto le agradecía mucho por eso, pero sin importar lo mucho que Gaara lo hubiera ayudado, no podía ofrecerle lo que el alfa quería.

Tal vez, solo tal vez, si se hubieran conocido antes, si Sasuke no formara parte de la ecuación, si Naruto no guardara este tipo de sentimientos… Tal vez lo hubiera considerado. Tal vez incluso hubiera podido llegar a enamorarse y justo ahora su hija fuera pelirroja en lugar de tener esos preciosos cabellos color ébano, pero pensar en los "hubiera" no tenía sentido, y era algo que Naruto tampoco quería.

Incluso si Sasuke no regresaba, jamás se arrepentiría de conocerlo y de haber compartido su vida con él. Ni siquiera en sus peores momentos se le pasó por la cabeza que habría sido mejor si nunca se hubieran conocido. No. Amaba a Sasuke con todo su corazón. Él era su mejor amigo, su amante, su esposo, su único. Por mucho que no deseara lastimar a Gaara, no había manera de que pudiera engañarse a sí mismo.

Dejó escapar un sonoro suspiro. Sasuke estaba perdido, probablemente herido, tal vez incluso peor, y él estaba pensando en cosas tontas como esta. Sus problemas parecían tan insignificantes en comparación con los suyos. No, no parecían insignificantes, lo eran.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por los balbuceos de su hija desde la habitación. Ni corto ni perezoso, Naruto enfocó toda su atención en ella, quien se encontraba de pie en su cuna, sujetándose al barandal en un vano intento por trepar sobre este y poder escapar.

—¡Hey! ¿A dónde crees que vas? —Naruto sonrió inevitablemente ante el espectáculo, sujetando a la niña por debajo de las axilas y alzándola en el aire. Nozomi rio encantada y agitó sus bracitos regordetes en el aire.

—¡Baba!

El omega la sostuvo firmemente contra su pecho mientras le llenaba el rostro de besos.

—¿Tienes hambre ya? —le preguntó sin esperar una respuesta, aunque la hora del día y lo inquieta que se encontraba la niña eran señales suficientes. —Ven, vamos a comer algo. Luego, te leeré la carta que te envió tu padre.

A pesar de que Sasuke no estuviera ahí con ellos, Naruto intentaba mantenerlo presente. Le mostraba a Nozomi sus fotos de vez en cuando, y siempre le leía sus cartas. Porque sí, en los últimos meses Sasuke había comenzado a escribir en una hoja aparte letras para su hija. Era muy dulce y, de no ser por las circunstancias, Naruto probablemente se hubiera burlado de él por mostrar un lado tan lindo, poco característico del alfa. Sin embargo, ya que estas no eran situaciones normales, Naruto también se aferraba a las cartas que Sasuke le enviaba a su hija en lo que él sabía era un intento de su parte para mantener alguna especie de relación o contacto con ella.

Llevó a su hija hasta la cocina y, sin soltarla, comenzó a rebuscar las cosas que necesitaría para prepararle su comida. Nozomi todavía no cumplía un año de edad, pero Naruto ya intentaba darle de comer sólidos, principalmente papillas hechas con comidas variadas para que pudiera adquirir todos sus nutrientes.

—¡Gaa! —chilló ella de repente, estirando las manos hacia la mesa del comedor, que estaba algo lejos de su alcance.

—¿Huh? —Naruto buscó con la mirada lo que su hija estaba señalando y notó que justo sobre la mesa estaba el sonajero que Gaara hace no mucho le había regalado.

Algo frustrado, apretó los labios.

—¡Gaa!

—Gaara no puede venir a jugar ahora, cariño —le murmuró el rubio con suavidad, tomando el sonajero para ofrecérselo.

—Gaaaaaa —berreó la bebé, agitando el sonajero con fuerza y arrugando la carita.

Naruto suspiró y volvió a concentrarse en lo que era importante en ese instante: alimentar a su hija y, luego, leerle la carta de su padre.

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N/A: No tengo mucho que decir aquí, solo que creo que a esta historia le faltan entre unos 10 y 15 capítulos más. Lo que sí es seguro, es que ya pasamos la mitad de la historia.

Espero que les haya gustado el capítulo y nos vemos en el próximo :)