CAFÉ SONATA


No se parecía en nada a lo que Dawn le había dicho…

La obra en estreno es una repetida para él y nueva para la región, por lo que no tiene necesidad de asistir. El entrenador y su pokémon disfrutan pasar el rato en la Compañía Batalla mientras esperan a la artista. La calle central es perfecta para planear una salida, por ello, al compararla con el callejón sucio y poco iluminado al que van a ingresar es casi sentir que ha cometido un error.

Ash no recordaba haber entrado al café, y de ser así, los años ya habían pasado como para olvidarlo por completo. Pikachu se encuentra olfateando la zona y con las orejas erectas, el callejón en donde se ubica Café Sonata es oscuro, húmedo, los entrenadores que ve allí entre las sombras y los basureros no parecen amistosos; clava sus ojos oscuros en ellos con una mirada de advertencia cuando los atrapa observando a su entrenador. Es un lugar extraño, lo único que les alumbra es el letrero neón rojo del local. Muchos papeles de periódicos arrugados se arrastran por el suelo con charcos de barro.

Si era positivo, al menos no olía mal.

Ash comienza a dudar de su decisión de llevarla a allí, cuando su SmartRotom timbra y le muestra en la pantalla el nombre de Serena, no demora en contestar.

—¿Ash? —la voz femenina se oye agitada—. Acabo de llegar, perdón por tardarme. ¿En dónde estás? Ya estoy en el cuarto muelle como dijiste.

—Espera un minuto, voy a recogerte.

Unova no es una región que permanezca dormida durante la noche, pero el Muelle Unión parece ser la excepción a la regla con su ausencia de personas. Serena no tenía a sus pokémon para hacerle compañía, por lo que encontrarla con una expresión preocupada no le sorprendió. El gesto de calma que había adoptado tras tenerlo junto a ella vuelve a abandonarla cuando la lleva a la entrada del callejón. La ve abrir los ojos más de lo normal.

—¿Vamos a entrar a allí?

—Sé que es raro, pero adentro está el lugar que te comenté, te gustará… eso creo —piensa, no está seguro de si lo haría él.

El lugar era pequeño y con luces tenues; la decoración con muebles de terciopelo rojo y caoba ayudan a que Serena se calme por fin. Hay un guitarrista en el centro tocando una canción suave, sumando calma al ambiente lleno de murmullos y aromas agradables de café y guisos. Ambos se sientan en la esquina más apartada gracias a la reservación.

Ash ha notado que los ojos de Serena brillan cuando toca a Pikachu. Le da la sensación como si fuese la primera vez que lo mira. No entiende por qué, aunque le gusta ver a su amigo contento de recibir mimos.

—Siéntate a mi lado, ¿sí? —Serena toma al pokémon para ubicarlo junto a ella—. Quédate aquí, vamos a disfrutar de esto juntos. Te invitaré lo que quieras, así que puedes pedir lo que se te antoje.

Verla tan cariñosa con Pikachu le trae muchas preguntas mientras disfruta la escena. ¿Por qué había decidido dejar de ser entrenadora? Sus pokémon la querían demasiado, ella lograba sacar lo mejor de su equipo durante sus presentaciones. Aunque la vio enojada y frustrada con ellos durante sus ensayos, al recapacitar se disculpaba por su actitud y prometía mejorar. Ninguno de sus descontroles había sido con intención de hacerles daño, ella siempre buscaba protegerlos. También tenía el talento natural para atraer a los rhyhorns sin pensarlo y con esa curiosa habilidad no había dudas de que sería capaz de entrenarlos a pesar de su dificultad. Serena lo atrapa mirándola y le sonríe con timidez, y le pareció tan encantadora como nunca, con aquel cabello largo, ondeado, miel, que le caía sobre uno de sus hombros desnudos. Su maquillaje ligero resaltaba su piel bien cuidada, la que desprendía un ligero aroma a naranja y vainilla.

Es como tener la imagen de una muñeca delante suyo, nunca lo había notado. Le gusta esa comparación, Dawn siempre procura verse así y él sabe lo contenta que luce cuando se lo dicen, en especial él. Ash se percata de que está sonriendo mientras piensa todo aquello, se siente un poco tonto. Toma el menú para ofrecerle algo:

—¿Tienes hambre o solo quieres algo para tomar?

—No, me llega muy rápido a la cabeza —Serena admite totalmente avergonzada—. Solo quiero un tiramisú y un café, comí en la fiesta del estreno, pero siempre tengo espacio para el postre.

La ve mirar unos momentos la mesa antes de levantar el rostro.

—Ash, siempre hacemos una fiesta cuando tenemos un estreno y cuando cerramos una gira. No es muy movida, normalmente estamos muy cansados así que termina temprano. Si alguna vez coincidimos, ¿les gustaría asistir? El catering es lo mejor que van a probar, no van a querer separarse de la mesa.

—Claro que sí —la sonrisa del entrenador y su pokémon la hace sentir emocionada—. Supongo que en algún momento tenemos que coincidir.

—Me habías dicho que estabas en Hoenn. ¿A dónde te van a enviar ahora?, ¿por cuánto tiempo?

—Mi jefe tiene que avisarme durante la semana. La expedición en Hoenn me dejó hecho polvo. Ya me acostumbré a que me manden cuando el terreno es de difícil acceso, creo que soy un anzuelo —Aunque lo dice de broma, Ash se oye un poco cansado. Serena asiente, comprensiva.

—Saben que te haces amigo de los pokémon bastante rápido, es menos probable que te hagan daño cuando ingresas a su territorio. Y también eres bueno para adaptarte a cualquier situación, tu jefe debe confiar bastante en ti.

—Eso suena mejor que anzuelo —Ash sonríe, parece considerarlo.

—Te pareces al profesor Birch cuando se trata de interactuar con los pokémon, y como ya eres fuerte en las batallas puedes defenderte; si fuera tu jefa, serías mi primera opción —Serena cruza los brazos, satisfecha de su propia conclusión.

Ordenan el postre para ella y una gran tabla de embutidos y quesos para Pikachu. Ash decide compartirlo con él. Parte un pedazo de pan y se lo entrega al roedor mientras esperan.

—Qué extraño salir un lunes, casi no hay nadie —Ash se lleva a la boca el pedazo restante.

—¿Verdad? La primera vez también fue extraño para mí perderme los fines de semana. Ya me acostumbré.

—¿Entonces mañana tampoco vas a trabajar?

—No, lunes y martes son nuestros sábados y domingos. Así que la frase de «Odio los lunes» no me representa —la artista entrelaza los dedos bajo el mentón mientras ahoga una risita.

—Genial, entonces tenemos tiempo de sobra.

Serena hace un gesto de no entenderle. La repentina expresión de Ash es una mezcla extraña.

—Es que quiero hablar de muchas cosas contigo —continúa—. Es imposible hacerlo bien, siempre estamos ocupados, sobre todo tú.

—Lo sé —el ligero reproche la hace bajar la cabeza apenada unos segundos—. Pero ya estamos aquí y tenemos mucho tiempo. ¿Con qué podemos comenzar? ¡Ah, cierto! ¿Cómo te está yendo en el ranking? ¡Ya pensaba que no volverías a intentarlo nunca!

—¿En serio? —el gesto apenado de Ash hace reír a Serena.

—¡Sí! Es que ese día que entregaste la copa, dijiste que volverías por la revancha. Pero en el siguiente campeonato no estabas y otro tomó el puesto y así.

—Es que me ofrecieron puestos por todos lados y también quería seguir en mi viaje, no tenía tiempo de volver.

Serena lo observa con especial cuidado. Le gusta verlo llevar el dedo hacia su rostro y juguetear con su nariz o mejilla cuando se siente nervioso o avergonzado. Es algo que no ha cambiado en él a pesar del tiempo. Le llama la atención la forma en la que se contrapone la seriedad y madurez de su edad con su espíritu de niño, era una combinación que lo hacía único.

—Después descubrí que lo que hacía era parecido a la exploración de campo y comencé a estudiar. Cuando me contrataron para expediciones pude seguir viajando a lugares que ni sabía que existían y descubrir nuevas especies. El trabajo es increíble, excepto cuando debo hacer reportes, esos los odio —Ash termina con una expresión satisfecha de sí mismo. Todavía hacía lo que amaba y recibía una remuneración por ello.

—Así que estudiaste —Serena sonríe al imaginar a Ash hundido en un libro o colgando de un precipicio solo para ver un nuevo tipo de pokémon—. Entiendo, aunque te guste mucho, los viajes y los preparativos deben ser muy largos. Supongo que a pesar de eso tenías tiempo para tener batallas.

—Claro que sí, siempre era un buen momento. Mis compañeros también son entrenadores.

—Yo te imaginaba siendo un Ranger o un Líder de Gimnasio, también como Alto Mando.

—Ranger es una buena opción, los demás también, pero siento que me encierro en una caja. Me gusta mi trabajo, aunque también es difícil y toma mucho tiempo. Solo tengo que ignorar los reportes—vuelve a gruñir, provoca que Pikachu y Serena se rían a la vez.

El camarero trae su orden, por un momento parece reconocer a Serena, pero se paraliza y retrocede. Ambos lo notan. Ella decide no prestar atención y con cuidado comienza a partir el postre con el tenedor plateado. Ash hace lo mismo, aunque no puede quedarse callado.

—Serena, ¿no te han detenido antes?

—Uhm, en realidad muy poco. Solo me pedían fotos de vez en cuando. ¿Te ocurría lo mismo?

—Sí, aunque en Alola me ocurría muy seguido. Sí me terminé escapando varias veces, casi siempre son los niños.

—Es que has tenido el puesto cinco años consecutivos. Eso es un récord. ¿Qué entrenador novato no quisiera ser como tú? —Serena lo mira con admiración—. No debió ser fácil, ¿verdad?

Ash asiente con lentitud. Recuerda sus inicios en Kanto y en efecto sabe que, bajo toda la diversión y aventuras, había sufrido para lograr conseguir todo lo que había soñado.

—¡Bien! Esto me gusta, hablar del éxito —Serena llama su atención al ver su fugaz intercambio de miradas con Pikachu—. Cuando se enteren que estás de regreso, los entrenadores se van a volver locos de emoción, o ansiedad… Vaya, las noticias estarán interesantes.

—Por eso trato de que no salgan a la luz todavía —Ash le sonríe de corazón, la repentina energía de Serena le hace pensar que ella está más emocionada que él.

—Es cuestión de tiempo. Mientras tanto, un descanso bien merecido. Yo tampoco quiero pensar en el trabajo ahora.

Serena baja su tenedor por un momento y apoya la espalda en el mullido respaldar de la silla. Permite que su cuello se acomode hacia atrás mientras escucha al guitarrista tocar y cantar. Cierra los ojos por inercia al suspirar suavemente.

—Me gusta su voz, es muy dulce.

—Dicen que su canción atrae a Meloetta —Ash explica mientras continúa comiendo—. Aunque ya no aparece. Es extraño, supongo que encontró otra voz que le gusta más.

—Qué lástima, me hubiera gustado verla. Estoy segura de que su danza y voz me inspiraría para mis interpretaciones. Ah, y hablando de eso…

Serena abre su bolso y rebusca unos segundos una billetera rosa, de donde saca un bonito boleto plateado con letras negras en relieve. Ash lo toma sin saber qué es, la mira pidiendo explicaciones.

—Es un pase platinum —Serena une las manos delante de su rostro en actitud risueña—. Normalmente cuestan mucho, por eso son especiales. Quería regalarte uno, te hará ingresar y recorrer cualquier teatro de Unova como gustes, como si estuvieras en un museo. ¿No es increíble?

Pikachu toma el boleto de la mano de su entrenador y lo agita queriendo decir algo. Serena no logra comprender, sin embargo, por su modo de actuar le da a entender que le gustaría pararse en un escenario. Ella ignora la única vez que Ash y Pikachu actuaron sin querer en el Musical Pokémon. Aunque para el chico resultó bastante vergonzoso, Pikachu se había divertido. Era un recuerdo que Ash había olvidado*.

Por su parte, el joven entrenador piensa que es un bonito gesto de parte de ella, pero había un detalle que no puede dejar pasar por alto y sabe que sería injusto no decírselo. Le causa un poco de nervios, se acaba el daiquirí de fresa de un solo sorbo antes de hablar.

—Serena, tengo que decirte algo.

—Te escucho.

Se sentiría horrible si le borraba esa bonita sonrisa.

—No me llama la atención el teatro en realidad. Solo lo miro cuando estás tú.

Serena mantiene el tenedor en los labios con expresión pasmada durante unos segundos. De inmediato se limpia los labios con la servilleta.

—Entonces, ¿en realidad no te gusta?

Ash mueve la cabeza en negación y con una sonrisa medio culpable medio abochornada.

—Eso es… Eso está bien —su expresión cambia a una de vergüenza pura, la hace sonrojar de forma tan notable que Ash no pudo pasarla por alto—. Supongo que debí darme cuenta o darlo por hecho, ya sabes, eh, tú no, ah, es…

Serena lleva de forma inconsciente las manos a las mejillas mientras cierra los ojos.

—¡No lo odio! —Ash añade con prisas al verla actuar así—Solo no es lo mío.

—No es eso, es que, también me gustaría decirte algo —aunque sigue con el rostro enrojecido y con la sensación de vergüenza, su expresión es tranquila. Le da una pequeña mirada antes de bajarla hacia la tabla y pinchar un cubo de queso.

—Me gusta ver tus batallas cuando las dan por televisión, aprendí mucho sobre ellas por ti, pero si yo no las tenía ni las tengo es porque no me gustan. Me sentía mal viendo a mis pokémon siendo lastimados y con el pelaje desastroso, así que trataba de que mis batallas valieran la pena. Sí me emocionaba cuando iba a beneficiar a mi equipo y en Hoenn aprendí mejor a valorarlas, pero todavía siento que no quiero ver a mis amigos pasar por todo eso. Lisia siempre me decía que su mayor deseo era mostrarle a la gente que hay otro lado increíble de los pokémon, que no debían ser solo fuerza, y que los entrenadores en lugar de guiarlos también podían brillar con ellos. Así que no tuve la necesidad de tenerlas desde que estuve con ella hasta hoy. Solo me interesan de verdad cuando eres tú. Cuando estábamos en Kalos, éramos como una gran familia y consideraba a tus pokémon como si fueran los míos, deseaba que nada les pasara, confiaba en ti para que eso no ocurriera.

Esta vez es Ash el de la expresión pasmada. Sin querer ambos sueltan a reír llamando la atención de las mesas cercanas y rompiendo la calma del café. Serena se disculpa con un gesto por ambos y todavía con la risa queriendo salir lleva la servilleta a sus labios para cubrirse.

—¡Esa eres tú, Serena! Sí sabía que no eran lo tuyo, pero no que sintieras todo eso. ¿En serio no has vuelto a ver batallas a parte de las mías?

—No-op, solo tú demuestras tanta pasión y habilidad para adueñarte de la arena que me dejas con el corazón en la boca. A parte de Clemont, Bonnie y de ti, no estoy interesada en ningún otro entrenador.

Pikachu deja de comer para tomar una baya Meloc con curiosa forma de corazón y entregárselo, lo que ella ha dicho sobre preocuparse por él en cada batalla como si fuera su propio pokémon ha sido tierno oírlo. Con gusto se deja mimar de nuevo por ella. Amaba la adrenalina y la fuerza de las batallas tanto como su entrenador, pero también amaba las caricias y sentirse querido. Serena lo abraza mientras ve al chico frente a ella con una expresión dulce.

—Ash… gracias, de verdad. Ahora que me confiesas eso, hace más especial cuando puedes estar ahí presente. Te tomas esas molestias cuando podrías estar haciendo otras cosas.

—¿Ya lo entiendes?

Ash empieza a hablar y a mostrarse entero y resuelto.

—Lo hago porque quiero y porque me gusta apoyarte si tengo la oportunidad. Ya me acostumbré a que se inventen cosas de mí, no tienes que evitar algo que me da risa. ¿Crees que voy a dejar de salir contigo por eso?

Serena toma una servilleta y empieza a doblarla con nervios mientras sonríe de lado.

—Sobre ese tema, bien…, al inicio me sentí así, un poco. Las noticias me preocuparon porque tenía miedo de que pensaran que te estaba utilizando, aunque eso no tenía sentido porque todos saben que somos amigos desde niños. Ya no les tomé importancia. Pero te juro que fue una coincidencia lo de dejar de escribirte.

—¿Entonces qué pasó? Te esfumaste de la nada.

—No te escribía porque me dediqué a ensayar. Creo que te parece que lo llevo al extremo, es que de verdad estoy muy comprometida con esto y tengo que entrenar por separado cada área si quiero mejorar en mis presentaciones. Es por eso que no tengo a mis pokémon conmigo, no podía cuidarlos.

La explicación le resulta bastante tonta, le hace cuestionar cuánto tiempo tenía Serena para ella.

—De verdad quieres sobresalir en esto de las actuaciones —su mirada poco indulgente la hace apretar los puños—. Sí veo a dónde quieres llegar, pero no tiene sentido que te absorba tanto. A veces no te entiendo, eso me frustra.

—No sé cómo explicarlo. Pasé de tener muchos reconocimientos en Kalos y en Hoenn a solo recuerdos. Comparo mi yo de ese entonces con mi yo de ahora y quiero que sea mejor. Me está costando mucho. Es como si estuviera comenzando de cero para cumplir mis sueños, nunca los abandoné. No estoy en donde planeaba estar, pero estoy más cerca que antes.

La joven mujer deja el tenedor sobre el plato vacío y se acomoda el pelo detrás de la oreja, su seriedad es dura.

—Cuando era performer, todo el tiempo pensaba que cuando gustamos a la gente, queremos que sean felices, y eso nos hace realizar la mejor actuación de la que somos capaces. No me molesta hacer algunos sacrificios si eso me ayuda a mejorar por las personas que me apoyan, después de todo, gracias a sus palabras de afecto y sus caras sonrientes siento que valió la pena. No quiero disminuir mi nivel cuando logro avanzar, sino todo lo contrario.

—¿Y qué hay de ti? ¿Piensas que eso de «feliz» concuerda cuando no te veo feliz? Eres rara.

Serena no parece ofenderse, ni siquiera enfadarse un poco. Dirige su vista hacia el cantante, no había oído el cambio de canción igual de dulce que las anteriores. Su mirada se pierde en algún punto de sus dedos rasgando las cuerdas, recordando situaciones que había dejado de lado. La invade una fuerte melancolía. Ash siente una punzada de culpabilidad por dejarse llevar con las palabras y empeora con la mirada acusatoria de su amigo. Está a punto de disculparse cuando su compañera lo interrumpe con voz suave.

—¿Podemos salir? Me gustaría regresar al muelle.

Pikachu se levanta al instante y corre hacia la salida, todavía le genera desconfianza el exponer a su entrenador, más teniendo en cuenta que no están solos. El callejón es un lugar horrible, aunque el café había resultado acogedor para los tres. Serena le agradece su cuidado mientras lo sigue hasta llegar a la intersección de la calle. Ash comienza a sentir las dudas respecto a la petición de su compañera de querer ir al muelle, está vacío y apenas un par de faroles y bancas adornaban su longitud, no tenían nada qué hacer en ese lugar. A la lejanía puede ver el Muelle Libertad con un pequeño barco anclado, y el Muelle Principal acababa de recibir un crucero, cuyo ruido apenas podía escuchar. Allí había silencio, bastante, y sería como estar en la total nada de no ser por la brisa marina y el sonido de las olas.

En lugar de tomar asiento, Serena se acerca peligrosamente a la orilla sin barandas y se queda ahí, observando con una sonrisa delicada su horizonte. Ash no suele pensar mucho, pero lo está haciendo últimamente. Solo piensa que Serena es… Es Serena. La envuelve un aire proscrito. Fue demasiado sencilla para lo que una idol debía ser y demasiado estricta al entrenar a diferencia de Lisia, que nunca parece alterarse por nada. Ambas eran la contraparte perfecta de la otra, razón por la que su dúo había funcionado tan bien. La alegría enérgica y la alegría tranquila. La dulzura empalagosa y la dulzura suave.

Sí… ella era todo alegría, toda primavera y fragancias dulces. Siempre interactuaba con el público como si fuesen sus amigos y al contestarle sus mensajes los acompañaba con stickers de Cutiefly desprendiendo ternura y corazones rosas.

Pero de alguna forma, conforme más la observaba, ella parece triste; cuando baja del escenario, cuando mira al mar parece triste. Y es aquella tristeza la que desentona demasiado cuando interpreta, cuando socializa, cuando se toma fotografías, cuando habla con él, como si el interruptor de la alegría instantánea se apagara. Y lo disimula demasiado bien, nadie parece notarlo.

(No es necesario, a nadie le importa).

Antes de que intentara si quiera decir algo, Serena comienza a hablar sin dejar de mirar al océano:

—La primera vez que nos volvimos a ver, tuvimos poco tiempo para hablar, pero gracias a eso pude seguirte el rastro hasta que te convertiste en campeón —dice con voz suave—. Recuerdo que me dijiste que debíamos dar lo mejor de nosotros. Siempre me decías eso cuando nos encontrábamos de nuevo.

El mar le trae recuerdos pesados a su yo que lo extrañaba demasiado. Continúa después de una breve pausa.

—Tú… Nunca pudiste compartirme qué has hecho durante todos esos años, además de dedicarte a cumplir tus metas. Nunca había tiempo. Cuando nos encontrábamos siempre te ibas en ese mismo instante. A veces podíamos charlar unos momentos y nada más. Siempre tuve que imaginar que todo estaba bien porque se trataba de ti y de tu manera de enfrentarse a las cosas. Ni siquiera podía encontrar la forma de ofrecerte mi apoyo además de solo palabras.

Ash no sabe qué responder.

—Y no podía pedirte que te quedaras porque así no eres tú. Nunca quise agobiarte cuando estábamos juntos, si podía hacer algo en esos momentos era escucharte. Después te veía por televisión y tenía que conformarme con eso. No te estoy reclamando, tampoco me molestaba porque yo también hacía lo mismo, estaba lejos y trabajando en cumplir mis objetivos, solo… solo extrañaba a mi amigo. Viajar contigo, con Clemont y Bonnie me convirtió en mejor persona. No quería decepcionarme a mí, ni a ellos, ni a ti.

Serena luce más pensativa que de costumbre.

—Ahora estamos aquí. Es algo tonto. Descuida, a veces mis pensamientos me desaniman. Después me calmo y me doy cuenta de que en realidad nada era así de malo. Cielos, me doy cuenta de muchas cosas que hago mal, esta vez creo que se salió de control.

—¿Crees que es tonto? —Ash se oye tenso—. ¿Todo eso no me podías decir? Pensé que confiabas en mí.

—Tanto tiempo separados me hizo sentir que ya no éramos cercanos y… no puedo hacer eso—Serena confiesa de forma tan repentina que una sensación pesada lo embarga desde el interior.

Cobraban sentido muchas cosas.

Pero él tiene una solución, siempre las tiene.

—¡Entonces volvamos a ser cercanos! —el énfasis con el que la voz de Ash sonó la hizo sobresaltar. Serena lo mira bastante anonadada mientras que la sonrisa de Ash es amplia y enérgica—. Si ese era el problema, entonces se puede solucionar. Me estaba preocupando por lo que decían de ti y no esto, qué idiota.

Serena lo ve terriblemente abrumada.

—No quiero que te preocupes, necesito que me apoyes y confíes en mí.

—Siempre confíe en ti. Desde que somos niños sabía que eras fuerte. Aunque a veces te costaba mucho o querías probar algo nuevo yo seguía apoyándote. Sé de todo lo que eres capaz. Ante repetía mucho que no me preocupaba, pero sabes a lo que me refiero, ¿no? No tiene sentido preocuparse si sabía que lo ibas a lograr, ahora es otro tipo de preocupación. No seas dura contigo misma hasta el punto de perder tu sonrisa, ¿no era eso lo más importante para la reina de Kalos? Aunque ya no seas performer, eso siempre lo recuerdo en ti.

Serena parece desmoronarse con esa pregunta. Aunque intenta disimular que no ocurre nada, la forma en la que se mantiene viendo al mar, de suspirar, de apretar los labios la delatan.

Ash no lo había olvidado, y parecía tenerlo más presente que ella misma.

Por fin gira el rostro hacia él, con los ojos brillando por las lágrimas y la sonrisa temblorosa. Tenía las mejillas completamente enrojecidas y se hubiera echado a llorar de no ser porque sabe que no vale la pena. La imagen que menos quería mostrarle está ahí. Al menos, sabe que ha sido sincera, y que a él le importa.

—Sí, yo… creo que estoy muy cansada…

Sin decir nada más, el entrenador le sonríe y le extiende los brazos para invitarla a acercarse a él sin sentirse presionada. Serena agacha la cabeza para intentar ocultar su rostro lloroso entre sus cabellos y acepta la cercanía, acepta dejarse abrazar. No puede controlar que un ligero sollozo la domine al sentir que había tenido la necesidad de un abrazo, pero es un llanto silencioso, deteniéndose en cuanto siente los brazos ajenos apretarla con cariño. Incluso Pikachu se había subido al hombro de su entrenador para alcanzarla y apoyar su cabeza con la suya. El contacto con ambos es acogedor, mullido por el pelaje del pokémon y agradable por el aroma a fresas que el daiquirí había dejado en él.

Ash no era una persona que actuara por lástima, ni por condescendencia, él ofrecía seguridad, incluso si eso significaba actuar sin pensar en las consecuencias. Y en ese momento no había ninguna, solo el gesto de apoyo a una amiga que se había dejado consumir por sus sueños. Confiaba en que los cumpliría, pero quería asegurarse de que disfrutara el camino y el momento, tal y como él hacía.

Cuando se separan, una pequeña risa salta de los labios de ambos mientras Serena termina de quitar las lágrimas de sus mejillas y ojos con las palmas de sus manos. Luce bastante animada a pesar de la delicadeza de su rostro después de llorar, ese acto le había hecho bastante bien. Pikachu la llama contento y en respuesta ella le acaricia una mejilla para darle las gracias.

—¿Sabes? Pasaré navidad el próximo año en mi casa en Vaniville. Sé que falta demasiado, pero ya tengo varios meses agendados con la compañía. También quería decirte que voy a dejar de actuar un tiempo y me voy a dedicar a promocionar las obras en las que estuve. A veces hago eso, dejo el escenario y me presento en algún club nocturno que quiera actuaciones en vivo de artistas.

—¿En serio? ¿Entonces vas a quedarte en un lugar fijo? —Ash amplía su sonrisa, saber que ella estará en una sola región y en una sola ciudad o pueblo la haría más fácil de ubicar.

—Sí, me iré a Kalos. El hotel Le Crésus* de Lumiose abrió un club cabaret en sus sótanos y dicen que está repleto de turistas, pensaba presentarme allí. Hace tiempo que no voy a Lumiose, creo que sería un buen momento para visitar a mi científico favorito y a la entrenadora que quiere desafiarte cuando se vuelva la campeona de Kalos. Quizás podamos reunirnos.

—Si vas a estar en Lumiose, entonces será más fácil para mí ir y encontrarlos a todos juntos. Con Bonnie solo hablé por teléfono, no la vi todavía. Debe estar bastante grande.

—Será la mejor reunión del año si los cuatro logramos reunirnos. Mantente en contacto y compraré entrada para tu llegada. Guarda el pase, estoy segura de que podría servirte en alguna ocasión. Si alguien tan famoso como Diantha se presenta ese día y logras que lo firme, lo puedes vender a un precio bastante alto.

Ash la ve acomodarse el cabello sobre un hombro y luego sujetar la correa dorada de su cartera. Parecía lista para terminar esa charla.

—Mhm, Ash, tengo que pedirte un favor. Cuando volvamos a encontrarnos en Castelia, ¿podemos volver aquí?

—Solo si me prometes que vamos antes por un castehelado.

La sonrisa en su rostro es tan radiante que deseó darle un último abrazo.

—Está bien, lo prometo.

Serena levanta una mano y flexiona los dedos para dejar solo su dedo meñique arriba, Ash entiende lo que ella intenta hacer.

Sin pensarlo mucho une su meñique con el de ella.


- * Ash y Pikachu bailaron muy brevemente en el Musical Pokémon en el episodio 51 de BW (53 en japonés). Vuelve a hacer una pequeña presentación en el episodio 53/55.

- Le Crésus*: Nombre francés del Hotel Richissime/ Gran Hotel Ricachilton.

Quiero mandar un saludo navideño a DarkHeroZ, Guest (que comentaste en el capítulo 2), y Bakra. Gracias por comentar hasta ahora. Y de la misma forma a los que mandaron mi historia a favoritos y a follow. He decidido ya no publicar semanalmente, me parecía que era muy rápido debido a ser algo corto (estamos a la mitad), lamento no avisar. Nos vemos, y que la pasen muy bien a pesar de todo. Abrazos, bendiciones y alegrías.