Pasaron al menos unos dos o tres meses desde la última vez que actualicé, si no me equivoco, la universidad estuvo realmente demandante este semestre en comparación a los anteriores y de una forma muy notoria, pero al menos ya he terminado por este año y tengo algo de tranquilidad hasta marzo... ay :'v


[ Al compás de la melodía ]

Capítulo 12

.

No sabría decir cuánto tiempo había pasado con exactitud, pero Naruto solo estaba seguro de una cosa y esa era, sin duda, que no tenía ni el más mínimo deseo de separarse de su acogedora cama. Todavía debía de ser temprano, probablemente, se atrevía a suponerlo a causa de los débiles rayos de sol que chocaban con su ventana y que, a su vez, eran eficientemente contrarrestados en su mayoría por sus cortinas, lo cual no era una tarea demasiado complicada, el otoño ya había acabado de asentarse, por lo que días parcialmente nublados como aquel no eran nada fuera de lo común.

Aquel era ya el tercer día de su ansiada semana de libertad, no solo de la agobiante secundaria, sino también de sus rutinarias clases de música, por ende, no había visto a Jiraiya desde que se despidieron al culminar su clase el viernes pasado… tampoco había podido ver a Sakura desde entonces. Al inicio no se había percatado de ello, pero ahora podía decir que, a pesar de los pocos días que habían pasado, echaba de menos hablar con Sakura, así como también emplear aquellas ágiles escabullidas para verla sin que nadie se percatara, sus momentos juntos eran breves, pero valiosos, aprendió a atesorar aquellos minutos de cada día como momentos en los que podía desconectarse de la realidad.

Puede que solo hayan pasado tres insignificantes días, pocos eran los que restaban para que todo volviese a la normalidad, pero fueron esos tres días más que suficientes para desbaratar su ajetreada rutina, ya no estaba yendo de un lado para otro sin cesar hasta caer la noche, ahora era como si no supiera en qué invertir todo este tiempo que le fue otorgado. No es que le disgustase, el cese de sus clases era algo que realmente agradecía, era un buen respiro, pero tampoco es que su vida al interior de su hogar cambiase demasiado, sus padres no iban a preocuparse más por él solo por estar un poco más de tiempo en casa.

Naruto no quería moverse de su sitio, no si eso significaba perder la posición perfecta en la que se hallaba recostado, yacía boca abajo y con el rostro enterrado contra la almohada, la cual estaba siendo presionada por debajo de su cuerpo, permaneciendo, además, cubierto por las cálidas sábanas hasta el cuello, casi rozándole los labios, brindándole de este modo un reconfortante calor que se le calaba hasta los huesos, haciéndole aún más difícil considerar siquiera la idea de pensar en levantarse pronto de su colchón.

Tal era su comodidad que Namikaze no pareció percatarse de cómo la puerta de su habitación estaba siendo cerrada del mismo modo en que fue abierta, con cautela, procurando hacer el menor ruido posible para no perturbar su sueño.

¿Eso quería decir que alguien estaba ahí con él en esos momentos? Sin duda tenía que ser el caso, ¿era acaso su madre?, probablemente no, si hubiera sido ella habría entrado sin mayor cuidado y lo obligaría a levantarse, rebosando energía a través de su cuerpo en el proceso. Había demasiado silencio como para ser su madre, Naruto se habría volteado sobre su espalda para dar con la persona que ahora le hacía compañía, pero su pereza fue tal que su cuerpo estaba rehusándose a colaborar, además, su cerebro aún no estaba del todo despierto como para reflexionar demasiado al respecto.

–¿Cuánto más piensas seguir dándome la espalda? Sé que no estás dormido. –Espetó aquella persona, sin obtener respuesta del rubio recostado sobre la cama. –Hey, Naruto.

Naruto no se inmutó, a pesar de aquellos constantes llamados optó por ignorarlos y se aferró con aun más fuerza a la almohada que yacía bajo su cuerpo, esperando recobrar el sueño al abrazarla. No obstante, acabó de poner los pies sobre la tierra cuando un fuerte golpe fue a parar en contra de la parte superior de su cuerpo, haciéndolo saltar del susto.

–Oye, ¿¡y eso por qué diablos fue!? –Espetó, girándose de forma inmediata en dirección a quien debía de estar a sus espaldas. Ahí de pie estaba Shikamaru, mirándole sin mayor expresión alguna en su rostro mientras sostenía entre sus manos una de sus almohadas, lo cual lo llevó a deducir que aquel fue el objeto utilizado para darle el susto de su vida. –¿Era realmente necesario que me golpearas con una de mis almohadas?

–Estaba en el piso cuando entré, solo estaba intentando regresártela. –Contestó, la sátira presente en el tono de su voz solo hizo que Naruto se enfurruñara todavía más. –No me mires así, no es mi culpa que seas tan inquieto para dormir.

Namikaze refunfuñó ante las palabras de su amigo y se tomó unos segundos para mirarlo sumido en un absoluto silencio, Shikamaru le sostuvo la mirada en todo momento, de brazos cruzados y demostrando cierta indiferencia, pero a su vez, expectante a que llegase el momento en que se levantara para separarse de su cómoda y cálida cama.

–A veces eres muy molesto, ¿sabías? –Comentó Naruto, estirando con fervor tanto sus manos como sus piernas hasta tocar el borde de la cama.

–Sí, como sea. –Contestó Shikamaru, haciendo caso omiso a las palabras del rubio frente a él. –Ya vine hasta aquí, no me obligues a sacarte a arrastras de entre las sábanas.

Naruto, por su parte, no hizo más que liberar un leve quejido, no solo por el abundante cansancio que ese día había decidido asentarse sobre él, sino también por el atrevido comportamiento que su amigo estaba llevando, puede que él fuera una de las personas más cercanas que tenía, pero esos ocasionales choques entre sus personalidades llegaban a irritarlo cuando su estado de ánimo no amanecía siendo el mejor de todos.

No le quedó mejor opción que escuchar la pequeña advertencia que se le había dado, era Shikamaru, era capaz de arrancar las sábanas de su cama para, posteriormente, jalarle de las piernas con el propósito de lograr que abandonara su agradable estado de ensoñación y, ciertamente, no tenía ganas de pasar por algo como eso, así que se levantó de su colchón tras dedicar un par de minutos a darse las energías suficientes para despegar su espalda de tal acomodada superficie. Shikamaru, por su parte, ya se había tomado la libertad de instalarse en su habitación, encendiendo el televisor de pared que yacía al otro extremo de la habitación.

–Voy a ir por algo de comer abajo, ¿vienes? –Anunció Namikaze, aguardando desde el umbral de la puerta a que Nara decidiera darle alguna respuesta, la cual no tardó demasiado en hacerse oír.

Haciéndole una especie de gesto con la mano, Shikamaru, con una calma que evidente, dijo. –Tú ve tranquilo sin mí, estaré aquí esperando a que regreses.

No hubo más que agregar ante tal contestación, por lo que Naruto acató lo expresado en las palabras del susodicho y bajó al primer piso mientras se acomodaba el cuello de la camiseta, soltando un largo bostezo en el camino. No es que lo sorprendiera, pero el silencio que en su hogar persistía era casi espléndido, intachable, lo único que podía escuchar en su viaje a la cocina era su respiración en sintonía con las pisadas de sus pies descalzos.

Al cabo de unos minutos, Naruto se tomó unos segundos para observar con mayor detenimiento aquel espacio que se supone que es su habitación, pues al regresar a la comodidad de su habitación y con un plato en cada mano se topó con la pequeña sorpresa de ver su cama perfectamente tendida, no se asemejaba en absoluto al deplorable estado en que la había dejado hasta hace poco, asimismo, la ventana se hallaba ligeramente abierta, no muy abierta como para que se congelara, pero tampoco muy cerrada como para que el aire no pudiese circular y ventilar.

Shikamaru, quien había mantenido la vista sobre el televisor, se giró en dirección a Naruto en cuanto se percató del sonido que emitían sus pasos y aceptó gustoso el plato que este le extendió sin decir palabra, aun cuando no le había pedido que le trajera algo de la cocina.

–¿Hmm? ¿Por qué pones esa cara de repente? –Preguntó Shikamaru, enarcando una ceja, aparentemente confundido por la sonrisa que en el rostro del rubio se había asentado.

Frente a tales inquisitivas palabras, Naruto liberó una corta risita. –Por nada.

Ambos adolescentes se acomodaron el uno junto al otro sobre la cama recién tendida, recargando a su vez sus espaldas contra la pared mientras buscaban algo interesante que ver en la televisión, degustando los improvisados sándwiches que Naruto había preparado, esto en absoluto silencio.

No era un silencio al cual pudiesen definir como incómodo, más bien era algo más… reconfortante. Shikamaru, por su parte, nunca fue un chico de demasiadas palabras, ciertamente era más perezoso y tenía la tendencia a abrir la boca solo cuando, según sus criterios, la situación lo ameritaba. Era muy distinto a Naruto, quien suele hablar hasta por los codos cada vez que puede o al menos así es su comportamiento durante la jornada de clases por lo menos, fuera de ello era más reservado, no al mismo nivel que Shikamaru, pero lo era.

Naruto, dispuesto a ponerle fin al silencio que entre ambos yacía instaurado, tragó la comida que había estado masticando y dijo. –Hey, no es que me moleste tu presencia ni nada parecido, pero no recuerdo que hayamos acordado vernos hoy, ¿por qué viniste tan de sorpresa?

Shikamaru no manifestó mayor reacción ante unas palabras como esas, más bien, se tomó unos momentos para mirar a su rubio amigo con el rabillo del ojo antes de abrir la boca.

Shikamaru no manifestó mayor reacción al recibir unas palabras como esas, de hecho, se tomó unos momentos para mirar a su rubio amigo y compañero con el rabillo del ojo antes de disponerse a abrir la boca. –No creí que fuera necesario tener razones para poder venir y verte la cara.

–Sabes que no es eso a lo que me estoy refiriendo.

–Bueno, solo creí que podría estar siendo un poco aburrido para ti quedarte solo en casa durante todo el día. –Explicó. –No nos has escrito ni llamad en estos últimos días, así que me di el lujo de asumir que no has hecho más que quedarte aquí sin salir.

Naruto tragó en seco, era consciente de las habilidades que Shikamaru tenía para elaborar deducciones a partir de cualquier situación que se le presentase por más insignificante que esta pudiese llegar a ser, siempre tenía una respuesta para dar y que sus palabras en esta ocasión fuesen acertadas lo tomó con la guardia baja. No debía de estar sorprendido a estas alturas tras años de amistad, pero no podía evitarlo.

–Por tu silencio supongo que tengo razón. –Agregó, girando en esta ocasión su cabeza en dirección a su amigo de rubio cabello, quien no dejaba de mirarle, incrédulo.

–Lo haces oír como si fuera todo un viejo ermitaño atrapado en el cuerpo de un adolescente de diecisiete años.

–Si actúas como tal, solo haces que sea aún más difícil ponerse de tu lado y asegurar lo contrario. –Contestó, enseñando una sonrisa de par en par, denotando burla.

Naruto rechistó y cortó el contacto visual con el propósito de dar cuenta de la molestia que debía de estar experimentando no solo por la serie de acusaciones que estaba recibiendo, sino también por el semblante de quien las pronunciaba. Sin embargo, en el fondo no sentía emoción negativa alguna, ni la más mínima.

–No es como si lo hiciera a propósito ¿sabes?, mis padres me tienen casi por una correa. –Comentó. –Tener tanto tiempo libre de repente se vuelve extraño, al punto de que no sé bien qué hacer con él.

–Pero cada año has tenido la oportunidad de liberarte una semana completa de ellos y esta es la primera vez que haces las cosas de un modo diferente. –Ante la inquisitiva mirada que Naruto procedió a dedicarle, Shikamaru agregó. –Me refiero a que en años anteriores siempre has tenido una especie de as bajo la manga, normalmente, estarías aprovechando esta semana al máximo.

–No lo sé, tal vez este año no se me ocurrió ningún panorama lo suficientemente novedoso, no es nada.

–¿Tiene que ver con la chica de la que me hablaste?

–¿Hmm? No tengo idea de lo que estás hablando.

–Hombre, sabes perfectamente qué es lo que estoy diciendo. –Sin molestarse en ocultar sus intenciones, Shikamaru dejó que una acusadora mirada callera sobre Naruto, quien parecía no querer dar su brazo a torcer. –Jamás has sido bueno para decir mentiras, ¿sabes?

–Aunque ese sea el caso no sé bien qué es lo que quieres que te diga. –Namikaze, quien había intentado mantener una expresión carente de emoción con el objetivo de no revelar cuán acertados eran los pensamientos de su amigo, suspiró con pesadez y pasó su mano por su rubio cabello en lo alto de su nuca, rascándolo suavemente. –Solo sé que… todo se ha hecho más divertido desde que hablamos, digo, estar solo todo el tiempo realmente apestaba.

–¿Y solo hablas con...?

–Sakura. –Contestó, completamente la frase ante la evidente dificultad de su amigo y compañero para recordar el nombre de la persona que repentinamente se había vuelto el núcleo de su conversación.

–Sí, Sakura. ¿Es la única persona con la que has hablado en todo este tiempo?

–Bueno, si no contamos al señor Teuchi y a mi instructor... yo diría que sí.

–Ese detalle siempre me dejó pensando... El hecho de que se supone que vas a un sitio en que imparten clases de música, pero en todos estos años nunca te has topado con nadie más hasta mediados de este año.

–¿Eh, cuál es tu punto?

Exhalando en un suspiro, Shikamaru agregó. –A lo que intento llegar es que deja mucho en qué pensar que esta tal Sakura haya aparecido así de la nada, ¿llegó ahí hace poco?

Naruto enmudeció, nunca había hablado sobre Sakura con nadie, ni siquiera con Jiraiya, quien era una de las personas con mayor probabilidad de descubrir lo que estaba desenvolviéndose al interior de esa amplia cazona. Se oía como una pregunta simple, pero la verdad no sabía por dónde empezar, pues para que Shikamaru lograse tener una buena comprensión de la situación debía presentarse ciertos detalles que se relacionaban entre sí, lo cual era todo un bodrio, pero aún así se dispuso a hacer el intento.

A continuación, intentando ser lo más conciso posible, Naruto relató de inicio a fin esta pequeña travesía en la que se había metido desde el momento en que conoció a Sakura semanas atrás, yendo desde cómo de repente la vio un día tocando el piano a través de una ventana hasta los recurrentes encuentros de no más de quince minutos que tenían cada día. En todo momento, Shikamaru lo observó en silencio, asintiendo con la cabeza de vez en cuando para dar cuenta de que sí estaba escuchándolo.

–Te tenías todo esto bien guardado ¿eh?... –Formuló, soltando un leve quejido mientras estiraba su espalda hacia atrás para, posteriormente, levantarse de la acolchada superficie sobre la que había estado descansando. –Así que, ¿estás diciendo que esta tal Sakura siempre estuvo ahí?

Naruto se limitó a asentir ligeramente con la cabeza y, ante su falta de respuesta, Shikamaru volvió a preguntar. –¿Y además dices que no te habías dado cuenta de su presencia hasta ahora… ¿En serio? ¿Entonces qué? ¿Ella solo apareció un día y ya está?

–Eh... Supongo que sí. –Naruto dio un pequeño salto a causa del leve susto que le dio el repentino ruido generado por la mano de Shikamaru chocando con su propia frente, era como si no pudiera creer nada de lo que estaba oyendo, casi como si hubiera dicho algún tipo de tontería. –B-Bueno, hasta hace poco tener que ir a ese lugar era casi como una tortura, tal vez me importaba tan poco que nunca me di cuenta.

–Aun sí ese fuera el caso tienes ojos y oídos, te habrías dado cuenta de que había alguien más ahí aparte de ti, ¿no lo pensaste?

Estaba perplejo, Naruto no supo qué responder ni cómo actuar frente a lo que Shikamaru estaba diciéndole en la cara, solo se quedó ahí sentado, congelado. Había tocado un buen punto, desde el inicio Sakura fue directa con él y, por ende, jamás la cuestionó… Sí, desde el minuto uno ella le presentó que el que ambos tuviesen un mínimo de interacción era algo que no debía ocurrir a causa de su padre, Kakashi Hatake, pero Sakura nunca le dijo un por qué de ello y tampoco se lo preguntó, solo lo aceptó sin más.

–Pero, en fin. –Exclamó Shikamaru, dejándose caer sobre la silla acomodada junto al escritorio. –Tampoco es que sea necesario que comiences a cuestionarte absolutamente todo de repente.

–Eh, está un poco difícil después de que hicieras todas esas preguntas, ¿no te parece?

–Las preguntas son solo eso, preguntas. El tomarlas en serio o no solo depende de ti, y quien sabe, puede que no todo esto sea malo, velo más como una oportunidad para saber más de esta chica misteriosa.

Naruto hizo el ademán de abrir la boca para protestar, pero a los pocos segundos se retractó de ello y en lugar de pronunciar alguna palabra, solo rechistó, dejando zanjado de este modo esta improvista conversación. Sin embargo, en su cabeza aún seguía dándole vueltas al asunto, era como si Shikamaru hubiera sacado a la luz una pieza del rompecabezas de la cual jamás se había percatado, pero no sabía dónde encajarla.

Ahora que lo pienso... el viejo también actuó raro aquella vez. –Pensó Namikaze, rememorando aquel día en que vio a Sakura por primera vez.

En todos esos años, Sakura ha sido la primera y única persona que ha visto que estuviera sometiéndose a lo que él en su momento consideró un martirio, por lo que su curiosidad por ella no aguardó por hacerse notar e intentó hablar un poco de ello con Jiraiya, su instructor... pero él adoptó un inusual patrón de comportamiento, el cual no le permitió continuar hablando al respecto por más que lo intentó, interrumpía sus palabras e intentaba dirigir la conversación en una dirección completamente opuesta, manteniendo en todo momento un semblante lo bastante severo, diferente a lo acostumbrado si podía decir.

Ahora que pensaba en ello con mayor detenimiento no podía evitar hacerse la pregunta a sí mismo, ¿hablar con Sakura en serio era algo tan serio como para que nadie deba saber de ello?