N/T Nada me pertenece. Tras una larga ausencia de traducciones al castellano (estoy traduciendo mi propia obra al inglés), hoy os presento un relato de una nueva escritora. Se trata de la traducción-adaptación de 'Midnight by the Weasley Watch', de la maravillosa escritora en lengua inglesa excessivelyperky. Si os animáis a leerla en su idioma original, encontraréis una docena de relatos suyos en FFN.
N/A Todo pertenece a J.K. Rowling, excepto el emir y Rafi (los conoceréis en futuros capítulos). Su campo, su Snitch, y sus jugadores. Además, esta historia tiene mucho que decir sobre el ajedrez. Si sois alérgicos al ajedrez, mejor pasad de largo (aunque creo que he logrado evitar que las partidas sean terriblemente aburridas). Si sois verdaderamente expertos en ajedrez, tener piedad. Lo hago lo mejor que puedo. El título es un tributo a un relato sobre ajedrez (bueno, algo así) de Fritz Leiber llamado "Medianoche según el Reloj de Morphy", que a su vez era un tributo a Paul Morphy, el primer gran maestro americano.
¡Que comience el juego!
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Disponiendo las Piezas
Ron estaba emocionado. ¿Quién no lo estaría tras enterarse del Campeonato de Ajedrez Mágico de Hogwarts? Los estudiantes iban a jugar en primer lugar contra otros miembros de su propia Casa y establecer un campeón. Luego los campeones jugarían unos contra otros, además de contra miembros del personal. "El profesor ganador juega contra Dumbledore," dijo Ron, mientras explicaba todas las reglas con exquisito detalle a los miembros de la sala común Gryffindor que todavía no habían escapado. "Y luego el profesor y estudiante campeones de Hogwarts van al verdadero torneo de ajedrez en Bulgaria." Decidió no mencionar el premio monetario para los primeros clasificados en Bulgaria. No siempre pasaba por alto las miradas que incluso Harry y Hermione le dirigían a veces cuando se quejaba. Pero sería agradable ver la cara de Mamá si pudiera ponerle un saco de Galeones en el regazo, en lugar de tener que apañarse siempre.
Sería agradable entrar en la tienda del Sr. Ollivander y comprar una varita que fuera realmente suya, también. Entonces echó una mirada a su hermana, sentada tan cerca de Harry como él le dejaría. Ginny debería tener cosas mejores que todos los trastos sobrantes que ya habían pasado por todos sus hermanos. Mamá lo hacía lo mejor que podía, pero a veces simplemente no había suficiente para todos. Y Ginny debía tener algunas cosas nuevas, simplemente por ser chica.
Lleno de sueños de gloria y (quizá) dinero, Ron volvió a estudiar detenidamente las reglas en silencio, percibiendo apenas las miradas de gratitud cuando por fin se calló. Las partidas entre los campeones de Casa y el personal serían cronometradas. Aunque eso habitualmente no era problema para él. A los estudiantes que fueran eliminados más temprano se les pediría que ayudaran, o más para su gusto, se les permitiría observar las partidas más avanzadas en la clasificación. Ron nunca había visto jugar a nadie salvo a McGonagall, aunque sabía que Dumbledore lo hacía. Su padre le compraba a veces revistas de ajedrez y repasaban viejas partidas durante el verano cuando había tiempo. Pero los demás miembros del profesorado eran un misterio para él.
"¿Qué vas a hacer durante el torneo, Harry?" preguntó distraído.
"Entrenar al Quidditch," respondió su amigo. "Ya me has acribillado bastante."
"No eres tan malo," dijo Ron. "Probablemente ganarás un par de partidas. Además, necesitamos tener un número mínimo de personas inscritas por casa. ¿Qué hay de ti, Hermione?"
"Voy a ayudar al Profesor Binns," dijo ella. "Va a jugar, pero necesita a alguien que mueva las piezas. Observarle ayudará a mi juego."
Algo ha de hacerlo, pensó para sí mismo, pero decidió no decirlo en voz alta. Si Hermione dedicara al ajedrez la mitad de la concentración que dedicaba a cualquier otra cosa, podría jugar mucho mejor.
"Mira, seremos tu grupo de animadores," dijo Harry. "Me inscribiré si tengo que hacerlo, pero en cuando sea barrido del terreno de juego iré a observarte. No tendré idea de qué estaré mirando, fíjate, pero estaré ahí."
Ron asintió. "Las partidas de Gryffindor comienzan en una semana. Me pregunto quién más va a jugar." Puede que Oliver; la estrategia del Quidditch y el ajedrez no eran tan diferentes.
Lo hizo peor de lo habitual en sus clases durante los siguientes días. Por supuesto fue en Pociones en la que estuvo más distraído.
"Sr. Weasley, intente prestar atención. Incluso el Sr. Longbottom ha completado la tarea adecuadamente. Cinco puntos menos para Gryffindor y detención esta noche."
Ron cumplió sombríamente esa noche, aunque se llevó su juego de ajedrez en caso de que lo dejaran sin supervisar. El Profesor Snape lo localizó de inmediato, por desgracia, y le hizo dejarlo a un lado. Lavar calderos no era su idea de una agradable velada, pero no era tan malo como podría haberlo sido ya que Snape pasó la mayor parte del tiempo frunciendo el ceño a trabajos en lugar de a él.
Justo antes de ser despedido, el Maestro de Pociones le hizo una pregunta. "Sr. Weasley, ¿qué tipo de juego tiene?"
Al principio no quería mostrar algo que significaba tanto para él a Snape, que sólo lo despreciaría, pero obedeció a regañadientes.
"Es mejor que el que esperaba que tuviera," dijo el profesor, mirando atentamente las piezas.
"Eran de mi Abuelo," dijo Ron, recordando con cariño al anciano que le había enseñado a jugar. "Me las dejó porque soy el único aparte de Papá a quien le gusta de verdad el juego. A Mamá le gusta, un poco, pero habitualmente no tiene tiempo."
"Imagino que no," dijo Snape, con sólo un poco de aguijón. "Si no le importa que le dé un consejo, Sr. Weasley, le sugeriría que juegue más que sólo con los Gryffindor la próxima semana. Habrá tiempo para partidas aparte del torneo y multitud de tableros una vez terminen las primeras eliminatorias. También será capaz de observar jugar a miembros del personal la semana siguiente. Filch, por ejemplo, tiene un final de juego muy desagradable justo cuando uno cree que ha terminado."
Ron se quedó boquiabierto al escuchar algo provechoso del imbécil grasiento. "G-gracias, señor," logró, luego recogió su juego de ajedrez y se marchó.
Una vez de regreso en la sala común Gryff, descubrió que Hermione había enganchado algunos libros sobre ajedrez mágico de la biblioteca, aunque se quejó de que los Ravenclaw habían estado allí antes que ella. Ron ya reconocía la mayoría de los títulos, pero se lo agradeció de todos modos. Todos eran básicos, pero no podía hacer daño a Hermione tener alguna idea de lo que estaba pasando.
Durante los siguientes días fue consciente enseguida de sus rivales potenciales. Draco Malfoy se hizo odioso como el rey sin coronar del ajedrez de Slytherin, aunque nadie había jugado ninguna partida todavía. Ron contuvo varias réplicas. Quizá la próxima semana debería jugar con él y averiguar si hay algo que respalde sus palabras.
Pensaba que las clases de McgGonagall eran estupendas. Había renunciado a que a alguien le importaran las Transfiguraciones por un tiempo y hablaba de ajedrez. Ron escuchaba atentamente, ya que era ella quien había diseñado la trampa de ajedrez para proteger la Piedra Filosofal.
"El Torneo de Todos-los-Magos se celebra cada cinco años," comenzó. "Cada colegio envía un estudiante y un miembro del personal para representarlos. Por supuesto, cualquier brujo puede participar si lo desea, aunque los jugadores que ya están clasificados son distribuidos en las eliminatorias de modo diferente que aquéllos que no lo están. La única transfiguración permitida durante una partida de ajedrez es cuando un peón alcanza la octava fila y puede convertirse en cualquier pieza que desee, aunque habitualmente se elige una dama. Sin embargo, algunos jugadores han hecho un caballo de esa pieza en cambio. Desafortunadamente ha habido algunas transfiguraciones no permitidas durante una partida. Una de ellas llevó a un duelo mágico entre Auguste Dupin y un americano de Nueva Orleans a mediados del siglo XIX en las calles de París. Sr. Weasley, ya que fue tan amable de traer su juego a clase hoy, ¿me permitiría hacer una demostración?"
Hermione le articuló ¡pillado! Ron llevó su estuche a la Profesora McGonagall y dispuso el tablero y las piezas a su orden.
"Habitualmente los peones están hechizados para transformarse en el octavo escaque. La mayoría de las demás piezas son resistentes a cualquier hechizo en absoluto por razones obvias," dijo la maestra. "Intentaré transformar este peón en una torre mientras está en la tercera casilla. Observen."
Cantó un hechizo y agitó su varita. El peón se estremeció por un momento, se sacudió, y luego suspiró cuando permaneció como peón. Entonces se agachó, se bajó los pantalones brevemente, y volvió a incorporarse.
"Veo que el sentido del humor Weasley se extiende a todas partes," dijo McGonagall con un suspiro. "Pero la mayoría de las piezas de ajedrez de nivel profesional tiene algún tipo de reacción dispuesta en ellas contra ser transformadas indebidamente. Como precaución adicional, no se permitirá el uso de varitas en el área del torneo, ni siquiera por el profesorado. Parte del salón principal será acordonado para que jueguen los estudiantes y el personal.
"El juego de los estudiantes comienza la próxima semana. Los campeones y el profesorado jugarán la semana posterior. Esto no elimina el trabajo académico por completo durante ese período. Aquéllos de ustedes que no estén jugando son animados a repasar lo que hemos hecho hasta ahora. Aquéllos de ustedes que estén jugando–bueno, intenten pensar en algo aparte del ajedrez de vez en cuando. Recuerden, sólo una persona de cada casa jugará la segunda semana. Por supuesto, se permitirá algún tiempo de observación al resto de ustedes incluso si no pasan las preliminares. Sin embargo, su trabajo académico es lo primero. Yo estaré jugando la semana posterior a la próxima, pero aun así serán responsables de su trabajo. Algunos miembros del profesorado no juegan y estarán supervisando su estudio."
Les pasó el horario de los Gryffindor a casi todos. "Los demás estudiantes conseguirán el horario de la próxima semana de su propio jefe de casa. Una copia de éste también será publicada en la sala común Gryffindor. Sr. Weasley, unas palabras con usted tras la clase, si es tan amable."
A Ron no se le ocurría nada que hubiera hecho mal esta vez. Pero se sintió culpable por reflejo. Una vez se marcharon los demás estudiantes, comenzó a recoger su juego.
"Oh, no parezca tan condenado, Sr. Weasley," dijo McGonagall con sequedad. "Sólo deseaba preguntarle si le gustaría un poco de entrenamiento cuando y si acribilla al resto de sus compañeros. Y no se ponga vanidoso, no es el único con quien planeo hablar."
"Um, sí, quiero decir por supuesto…" tartamudeó Ron.
"Bien. Ya que obviamente jugará la primera semana y posiblemente la semana posterior, le sugiero que coja esa hoja de tareas y haga algo por adelantado. Me gustaría ver completa la mayor parte antes de programar cualquier sesión de entrenamiento."
"Sí, Profesora." Bueno, eso estaba bastante claro. Si quería alguna ayuda, mejor hacer lo que le dijo.
Snape también discutió el torneo en su clase. Sus amenazas fueron más obvias. "No esperen librarse de ningún trabajo," dijo en su habitual manera desagradable. "La mayoría de ustedes serán eliminados temprano en cualquier caso. Sí necesitan saber que no habrá clase de Pociones la semana posterior a la próxima. No vitoreen demasiado alto o despertarán a algunos de sus compañeros. Mantendré las horas de despacho una vez termine el torneo para los pocos de ustedes que les importa realmente mantenerse al día. El horario Slytherin será publicado en la sala común de la Casa. Sugiero que tomen apuntes."
Ron no sabía que el Maestro de Pociones jugara. Quizá iba a ser uno de los jueces, lo que era aún más aterrador. Draco sonrió satisfecho como si ya hubiera ganado. Una vez terminó la clase, Malfoy parecía bastante serio mientras Snape le hablaba en voz baja. Probablemente diciéndole lo mismo que me dijo McGonagall, pensó con pesar.
Todos en Pociones también obtuvieron una hoja de tareas adicional. De hecho, recogió una en cada clase, incluida Historia. Las llevó de vuelta a la sala común Gryffindor y las miró con la mirada vacía. Había una docena de cosas que preferiría estar haciendo.
"Escoge una. Hazla. Luego escoge otra," recomendó Hermione, que se sentó y dejó caer pesadamente sus libros sobre la mesa junto a los de él.
"¿Cuál?"
"No importa." Ella cerró los ojos y apuñaló a ciegas con un dedo. "Ésa."
Era la hoja de Pociones, por supuesto. Ron suspiró, y decidió que Hermione tenía razón. Todo lo que realmente quería era sacar sus piezas y repasar algunas partidas de memoria. Pero si Snape iba a estar jugando o arbitrando, o peor, ambas cosas, no podía hacer daño tener entregados tantos de sus rollos como fuera posible.
