N/A: Disclaimer, disclaimer, disclaimer. Todo pertenece a Rowling y sus publicadores asociados. Yo sólo estoy tomándolo prestado.

Ok. Gracias a mis devotos lectores y comentaristas.

Quizá debería haber mencionado que esto toma lugar en quinto año en mi primera introducción. En cualquier caso, sólo otro recordatorio de que esta historia tiene montones y montones de ajedrez. Advertencia: contiene descripciones gráficas de enroque, con intercambio de peones realmente feo.

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Movimientos de Apertura

En pocos días, comenzó el torneo Gryffindor bajo supervisión de McGonagall. Todas las partidas se jugaban en la parte del salón principal que estaba reservada para que las diferentes casas determinaran su propio campeón.

Justo como Ron pensaba, Oliver Wood también estaba jugando. Pero miró la programación, y no iban a encontrarse durante un tiempo incluso si ambos resultaban invictos. Le complació que Harry de hecho ganara un par de partidas al principio, aunque en la tercera ronda un par de días después fueron emparejados.

"Bueno, esto no llevará mucho tiempo," dijo Harry con pesar. "Debería haberme ofrecido voluntario del modo que lo hizo Hermione. Ella no tiene que hacer nada hasta la semana que viene."

Ron sólo asintió. Los amigos eran importantes, pero esto era ajedrez. Además, si se convertía en campeón de la casa, las partidas de la próxima semana serían puntuadas además de contadas como victorias, derrotas, o tablas. Por mucho que quisiera ponérselo fácil a Harry, no sería correcto.

No llevó mucho, Harry apenas evitó el mate del tonto que Ron dispuso sólo como broma, pero no tenía una estrategia organizada para manejar el coordinado ataque de Ron.

"¿Puedo retirarme ya?" preguntó Harry, mientras ambos escuchaban los gimoteos de sus piezas perdidas a un lado del tablero.

"No creo que debamos hacerlo," dijo Ron. "Juguemos hasta el final."

Entonces el rey de Harry sacó su espada y se apuñaló dramáticamente. "Nunca le he visto hacer eso antes," dijo su amigo.

"Tampoco yo. Supongo que también quiere que termine."

Sólo le quedaba una partida en esta ronda, pero estaba programada para mañana, y todavía era sólo temprano por la tarde. Harry huyó del escenario de la masacre, sin duda dirigiéndose directamente a por su escoba. Ron consideró los deberes brevemente, se estremeció de horror, y merodeó alrededor buscando alguien con quien jugar. De acuerdo, así que estaba siguiendo el consejo de Snape. Gran cosa.

Malfoy se sentaba solo mirando fijamente a un tablero ya dispuesto, y obviamente tratando de abrirse camino a través del problema ante él. Al parecer Crabbe y Goyle si siquiera habían participado, ya que Ron no podía verlos por ninguna parte.

"¿Una partida rápida?" preguntó Ron, preparándose para la habitual malicia Malfoy.

"Claro," Dijo Draco con una sonrisa burlona. "Este lío no está bien."

Ron pensó que Malfoy estaba dándose por vencido con demasiada facilidad. Sólo con un vistazo al juego vio varias líneas de ataque posibles. Pero ése no era su problema, así que ayudó a Draco a disponer el tablero para una partida nueva.

Las piezas estaban calladas. Sin duda eran del ajedrez prestado por el colegio, y habían sido manejadas por tanta gente que habían renunciado a tener opiniones propias. Malfoy sacó blancas, pero a Ron no le importó. Quería aprender el estilo de su oponente más que cualquier otra cosa, y en realidad no le preocupaba tanto ganar.

La apertura de Draco fue convencional, y también la suya. A medida que progresaba el juego, Ron se percató de que Malfoy era de hecho bastante bueno. Algunos movimientos después, vio que Draco estaba recreando una partida clásica del Torneo de Todos-los-Brujos en París hace diez años. Por fortuna, Arthur Weasley seguía el deporte. Está bien que Papá y yo reprodujéramos algunas de esas partidas, pensó Ron. ¿Y si ahora intento un gambito de dama en lugar de atacar con el alfil como Duvalier hizo entonces? ¡Ciertamente no puede hacer daño!

Malfoy entrecerró los ojos, al parecer bloqueado una vez Ron comenzó a cambiar su juego. Se volvió más vacilante en sus movimientos.

Debe tener buena memoria para llegar tan lejos, pero jugar consiste en algo más que eso. Pero la partida no era pan comido, y Ron sabía que era mejor que él mismo no siguiera demasiado estrictamente ese juego clásico. "Juega contra las piezas, no contra el jugador," decía siempre Papá.

Era como el Quidditch, en cierto modo. Tenías que hacer que el otro lado reaccionara a tus movimientos, no al contrario. Se inclinó sobre la mesa y creó un patrón que le gustaba más.

Al fin Malfoy tuvo que admitir su derrota, aunque fue necesario un jaque mate para que lo hiciera. "Buen juego," dijo Draco con obvia reticencia.

"Bien jugado," dijo Ron, sintiéndose del mismo modo por tener que ser cortés. Una vez Malfoy se levantó y marchó, Ron volvió a colocar las piezas del modo en que habían estado cuando había llegado aquí. Ojalá tuviera tan buena memoria para el trabajo escolar como para el ajedrez, pensó. Entonces miró el problema, y comenzó a resolver qué hacer. Una vez comenzó, las piezas opuestas se movieron por sí mismas. Al parecer, devolverlas a su posición adecuada reiniciaba el hechizo de quienquiera hubiera establecido el problema.

"¿Divirtiéndose, Sr. Weasley?" dijo el Profesor Snape con voz sedosa.

Ron se sobresaltó. "Sí, señor. Malfoy se marchó después de jugar entre nosotros, y esto parecía interesante."

"Una lástima que no encuentre sus otros estudios tan fascinantes."

"Umm…" Al menos había conseguido entregar los deberes de Pociones.

"No importa," dijo Snape. "Estoy, por supuesto, abrumado de gratitud por que siguiera mi consejo sobre jugar con otros. ¿Alguna reflexión sobre lo que ha aprendido?"

Estuvo a punto de soltar lo que había visto de Draco hasta ahora, luego se percató de que Gryffindor probablemente perdería puntos si decía lo que realmente pensaba. "Sí, señor. Pero creo que me lo reservaré por ahora."

Las cejas de Snape se alzaron una fracción de pulgada. "Discreción de un Weasley. El mundo debe estar llegando a su fin. Continúe."

Ron se distrajo por un momento, pero regresó a sus asuntos después de casi perder su dama. Como fue, acabó teniendo que forzar tablas para evitar ser machacado.

Entonces las piezas se dispusieron en un nuevo patrón. Por tentador que pareciera este problema, necesitaba jugar más con gente real. Aunque podría regresar a esto si tengo tiempo, pensó Ron.

Ser segado por una implacable Ravenclaw ciertamente fue educativo, se percató Ron un par de horas después. Preferiría haberse perdido la lección de darle la opción, pero en cierto modo aun así se alegraba de haber jugado contra ella. Tomó unas notas rápidas en un pedazo de papel mientras todavía recordaba los detalles. Dispuso sus propias piezas en un tablero libre y la reprodujo, aunque tuvo que ignorar silbidos e insultos mientras trataba de resolver qué podría haber hecho de modo diferente.

"Veo que ha conocido a la joven Srta. Brentwood," dijo la Profesora McGonagall con sequedad mientras se inclinaba sobre el tablero.

"Sólo desearía saber cómo consiguió que una Bludger me aporreara la cabeza," dijo Ron. La chica había establecido una de las barridas de peones más tortuosas de las que jamás había sido víctima, y todo había ido cuesta abajo desde ahí.

"Tengo un libro en mis aposentos que puede resultar útil," dijo la Profesora. "Puede que quiera echarle un vistazo esta noche y hacer otro intento después de eso."

"¡Gracias!" dijo él. Los libros de ajedrez mágico no tenían páginas de diagramas como Hermione decía que tenían los Muggles. Una foto por partida era todo lo necesario. Por supuesto, eso también los hacía caros. Llevaba mucho tiempo que cada partida se jugara lentamente, junto al comentario. Por supuesto McGonagall tendría mejores libros que la biblioteca. ¿Por qué no le había preguntado en primer lugar?

Por fin terminó el largo día. Ron comió con buen apetito y charló sobre el torneo, ignorando alegremente los ojos vidriosos de sus compañeros. "El tablero que jugaba por sí mismo debe haber sido un tablero de aprendizaje," añadió. "Espero que siga ahí mañana. Sólo tengo una partida más programada, pero aún tengo mucho trabajo que hacer."

En cuanto terminó la cena, fue al despacho de McGonagall. Ella le entregó el libro. "Le sugiero que mire las partidas 15 hasta la 23," dijo ella. "Pero no trasnoche haciéndolo. Necesita dormir suficiente para jugar contra el Sr. Wood mañana."

Eso sonaba a que pensaba que podría manejarse lo suficientemente bien sin el libro en esa partida en particular. Pero una vez de regreso en el dormitorio que compartía con Harry y los demás, lo miró por un rato de todos modos.

"¡Apagad las luces e iros a dormir!" rogó Harry finalmente.

¿Cómo podría dormir? Jugadas y contraataques danzaban en su cabeza. Pero no era justo para todos los demás hacerles mantenerse despiertos, y no le apetecía salir de la cama y leer en la sala común. Por fin se quedó traspuesto, sólo para soñar con volver a ser un caballo como lo había sido en la trampa de ajedrez.

Al día siguiente jugó contra Wood en la última partida que decidiría el campeonato de la Casa. Ron sacó blancas, pero no sabía si eso era realmente una ventaja. Algunas de sus mejores jugadas llegaban en reacción a lo que hacían los otros. Decidió seguir la estrategia de McGonagall en la trampa de ajedrez y ver si Oliver podía igualarla. Estás haciendo lo mismo que hizo Draco, arguyó parte de su mente. Sí, pero si Wood cambia yo puedo cambiar enseguida. Eso es de lo que realmente trata el ajedrez.

Por desgracia, Wood también había estudiado el juego. El capitán de Quidditch empleaba muchas de las mismas jugadas que Ron había usado para ganarla. ¡Ahora he de aprender a vencerme a mí mismo! pensó Ron sombríamente.

Entonces recordó el sueño de anoche. La última noche–no, ¡el último caballo! pensó. Movió su caballo de rey adentrándose en el centro. Los caballos eran mucho más poderosos de lo que algunas personas pensaban. Podían saltar sobre obstáculos que bloqueaban otras piezas, incluso una dama. Y había sido el sacrificio de un caballo lo que había vencido a McGonagall la primera vez. ¿Comprendía Oliver realmente lo que podía hacer un caballo?

Unos turnos más tarde avanzó uno de sus peones. Si nada más, eso pareció distraer a Wood de intentar atraparlo. Wood debía haber estado pensando en una posible línea que él no, ya que a la siguiente ocasión que tuvo, el capitán de Quidditch enrocó.

Había dos escuelas de pensamiento en lo que concernía a proteger al rey. A algunos les parecía necesario mantener esa pieza rodeada en todo momento. Ron pensaba que era mejor dejar al rey unos pocos espacios para maniobrar. ¡Mejor tablas que jaque mate cualquier día!

Oliver pertenecía al tipo de mentalidad del cerco. Pero amenazando la última fila con una posible horquilla o dos podría obligar a su oponente a mover alguna de esas piezas. Ron sólo esperaba que fueran las correctas.

Entonces sucedió, como a veces lo hacía. Pudo ver toda la partida cuatro o cinco movimientos por delante de donde estaba ahora. Sabía lo que haría Wood. La mayor parte del tiempo las cosas no estaban tan claras como hoy, y a veces estaba totalmente equivocado–pero cuando todo se cumplía, era maravilloso de un modo que ni siquiera lo era el Quidditch.

Wood peleó, pero pronto el resultado fue obvio. Las piezas del lado de Ron del tablero comenzaron a regodearse antes de tiempo, pero las silenció con una mirada fulminante. Oliver suspiró, miró el tablero, y derribó su rey. "Me venciste esta vez, Weasley. Bien jugado. Y felicidades por convertirte en el campeón de Gryffindor. Haz que todos estemos orgullosos la próxima semana."

"Gracias. Lo haré lo mejor que pueda." Entonces le contó al capitán de Quidditch su teoría sobre Draco Malfoy. "Algunos buenos jugadores comienzan de esa manera, si tienen memoria para ello. Pero si yo también recuerdo la partida, entonces puedo arruinarle."

"¡Nada malo en eso!" dijo Wood con entusiasmo.

"Pero voy a tener problemas con esa chica Ravenclaw," añadió Ron. "Di, ¿has jugado con algún Hufflepuff?" Sólo sería su mala suerte que alguno de ellos pinchara sus planes mientras se preocupaba por los demás.

"No. Pero he oído que alguien llamado Abercrombie probablemente va a serlo. Si anda por ahí, juega hoy con él," recomendó Oliver.

"Creo que lo haré, si puedo encontrarle," dijo Ron. "Y quiero volver a jugar con la Ravenclaw. A veces aprendes más cuando pierdes que cuando ganas."

"¡Entonces hoy aprendí un montón!" dijo Wood.

Ron se encogió de hombros. No importaba cuán bueno fuera alguien, siempre había alguno mejor. Una vez ambos dijeron a McGonagall el resultado de su partida, la profesora de Transfiguración se llevó a Ron aparte y le felicitó. "Me complació bastante verle jugar con otros cuando no tenía ninguna otra partida," dijo ella.

Él bajó la mirada, reacio a admitir que había sido idea de Snape. "Jugaré con un par de ellos la próxima semana, creo," dijo por fin.

"Si se refiere a la Srta. Brentwood y el Sr. Malfoy, lamento decir que tiene razón. ¿Tiene hechos los deberes de Transfiguración?"

"Umm… si los hago esta noche, ¿puedo entregarlos mañana y obtener un poco de entrenamiento entonces?" preguntó. Algunos miembros del profesorado estaban entrando para jugar un poco, o eso pensó. Y en realidad todavía no había resuelto lo que estaba haciendo Brentwood, ni siquiera con el libro que McGonagall le había prestado.

La profesora suspiró. "Cierto. Cuantos más modos de jugar experimente, mejor. Me gustaría verle ir a Bulgaria. Y no se preocupe por los gastos. Si se convierte en el campeón estudiante de Hogwarts, sus cuotas, alojamiento y comida serán cubiertos. Además tengo un fondo ilícito para cualquier cosa que pueda surgir."

Ron sintió calentarse su rostro. Odiaba que le recordaran cuán pobre era su familia. "Gracias, Profesora," dijo. No había pensado en lo que podría costar ser campeón.

"Bien, entonces. Vaya a jugar un poco de ajedrez," dijo ella con sequedad.

De eso se podía encargar. Volvió a jugar contra Draco, que estaba sonriendo satisfecho por convertirse en el campeón Slytherin más tarde ese día. "Sólo tengo que jugar contra Zabini," dijo Malfoy, "y puedo vencerle medio dormido."

Ron se concentró en seguir el estilo de juego de Draco. Intentó adivinar qué partida clásica estaba reproduciendo Malfoy, pero no reconoció el juego en absoluto. Los movimientos de su oponente eran bastante rápidos, como siguiendo una ruta pre-trazada, mientras Ron tenía que pararse a pensar en los suyos. Eso adquiriría importancia la próxima semana, cuando se dispusieran los relojes y se mantuviera una puntuación real.

Aunque todavía era capaz de imaginar hacia dónde iban las cosas. Una vocecita dentro de su cabeza ofreció tentación. Déjale ganar ésta. Deja que se confíe, y aplástale la semana que viene, cuando la partida cuente. Ron sacudió la cabeza. Él no era ese tipo de jugador y esperaba no serlo nunca. El juego era más importante que los jugadores.

El rostro de Malfoy se oscureció y dejó de alardear a medida que progresaba la partida. Algunas de las piezas de su lado comenzaron a gritar consejos, señal segura de un jugador en problemas. Sus movimientos llegaban más lentos, como si volviera a estar fuera del mapa.

Malfoy no dijo nada en absoluto cuando por fin derribó su rey. Ron no pensaba que fuera algo bueno. Quizá sería mejor que tuviera cuidado con adónde voy solo los próximos días, en caso de que me encuentre con Crabbe y Goyle.

Ron agradeció el juego a Draco, sólo para encontrarse con más silencio pétreo. Malfoy se marchó a su siguiente partida contra Zabini. Mejor no me quedo a mirar, pensó él.

Cuando fue publicada la clasificación esa noche, Ron era campeón de Gryffindor, Malfoy de Slytherin, Brentwood de Ravenclaw, y quienquiera que fuera Abercrombie lo era de Hufflepuff. Ron se reprochó por no intentar jugar con él antes. Sólo porque Hufflepuff no tuviera la reputación de ello no significaba que no pudieran presentar un buen campeón de ajedrez.

Ese fin de semana armó a toda prisa los deberes para McGonagall, los entregó, y disfrutó las sesiones de entrenamiento. A veces le dolía la cabeza por todo lo que estaba aprendiendo, pero no le importó–¡el ajedrez era interesante!