.


CAPÍTULO 51:

"Mi naturaleza"


.

—¿Por qué te tienes que ir tan temprano? —cuestionó Kurt mientras observaba a Blaine sacando ropa del cajón.

—Tengo que trabajar.

—La panadería no abre a esta hora.

—Pero llego a limpiar el local y las vitrinas, a ordenar las bandejas y recipientes para luego colocar los panes y dulces. Reviso si hay suficientes suministros para el día y si tenemos algún pedido programado. También me aseguro de que haya el suficiente dinero en la registradora porque a don Giuseppe no le gusta decir cosas como "no hay cambio en este momento", "debe pagar con el valor exacto", "recién estamos empezando el día y todavía no ha ingresado nada".

—¿Y no acepta tarjetas?

—Sí. Sí tenemos el aparato ese para las tarjetas, pero la mayoría paga en efectivo, así que, si hay billetes de grandes denominaciones en la registradora, los cambio en la caja chica por el mismo valor, ya que es importante darle al cliente todas las facilidades.

—Me gusta que tu jefe confíe tanto en ti. No sólo con las tareas que tienes a cargo sino también por la forma en la que te permite manejar el dinero.

—Él sabe que soy eficiente e incapaz de tocar un centavo que no sea mío.

—Me enorgulleces de tantas formas.

—¡Gracias! —sonrió y sintió un rubor acentuándose en sus mejillas.

Kurt salió de la cama tras volver a estirar sus músculos y fue acompañado por un bostezo sonoro, llamando la atención de Blaine.

—No tienes para qué levantarte todavía. Tu reunión es a las 10:30 a.m.

—Voy a ir alistando mi outfit con tiempo. Después me vuelvo a acostar.

—¿Tu qué?

—Mi outfit. La ropa que voy a usar.

—¡Ah! Me gusta como suena. Outfit, outfit… ¿Lo estoy diciendo bien? Corrígeme, por favor. Igual con cualquier cosa que me escuches decir mal. Siempre he tratado de educarme y de leer mucho, pero sé que me falta aprender más y que a veces cometo errores al hablar, así que, si me equivoco con algo, dímelo para poder aprender.

Kurt avanzó hacia él y lo tomó por la cintura, acercándolo para besarlo.

—Insisto, estoy tan, tan, tan orgulloso de ti. Nunca dejas de sorprenderme.

—Entonces, bésame más.

—Es todo un placer.

Cuando sus labios se separaron, Blaine suspiró totalmente derretido.

—¿Ves lo que provocas? —estaba casi sin aliento.

—¿Qué? —enredó el dedo en un oscuro rizo y lo miró con picardía.

—Que quiera besarte por horas y horas.

—Bueno, precioso, estamos en las mismas condiciones.

—¿Ah? —pensó durante unos segundos— ¡Oh!

Kurt le dio un beso corto y lo dejó para que siguiera alistándose, en tanto, él se dirigió hacia donde estaban sus cosas.

—¡No puede ser! —exclamó molesto el decorador al cabo de unos minutos.

—¿Qué pasa?

—Necesito la maleta en donde están mis zapatos, y Scott no la ha traído.

—¿No puedes usar alguno de los que llevaste al viaje?

—Esos no son zapatos apropiados para una reunión.

—A mí me parecieron muy bonitos y elegantes. Cualquiera de esos te quedaría bien con la ropa que decidas ponerte.

—¡Es que no entiendes! —su tono fue severo— ¡Así no funcionan las cosas! ¡Mi imagen es transcendental!

—Sí, ya sé que no entiendo de moda, de combinar la ropa ni nada de eso que para ti es importante, y también sé que nunca usas lo mismo dos veces, sólo trataba de darte una solución.

Kurt cerró los ojos e inhaló profundamente.

—Perdóname por hablarte así. Sé que tus intenciones son buenas.

—Lamento no haberle preguntado a Scott dónde dejó las cosas cuando vinieron a limpiar.

—No es tu culpa que él no trajera todo de regreso —caminó hacia Blaine y lo tomó de la mano—. De verdad, no quise hablarte de esa forma. Lo lamento mucho.

—Sí, descuida. Yo sé.

—No volverá a pasar. Lo prometo.

—Te creo.

—Gracias —exhaló y guardó silencio.

—¿Y entonces? ¿Qué vas a hacer?

—No tengo la menor idea. No puedo creer que esto esté pasando justo hoy. ¿Qué me voy a poner?

—Entiendo que esa reunión es importante, Kurt, y que quieres lucir impecable, pero de verdad pienso que cualquiera de los zapatos que llevaste al viaje te quedarían muy bien. Además, esa persona te ha contratado otras veces, y estoy seguro de que ha sido por tu talento y no por lo que llevas puesto.

Hummel parpadeó un par de veces y soltó el aire retenido.

—Gracias…

—¿Por qué? No he hecho nada.

—Me acabas de dar una gran, gran lección.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

El pánico empezó a apoderarse de él. Sentía su corazón latiendo con fuerza y como su respiración se agitaba cada vez más. ¿Qué había hecho? ¿Esto cambiaría las cosas para bien o las afectaría de alguna manera?

—Blaine, oye, respira despacio. Tranquilo.

Los ojos color miel se abrieron lentamente y se enfocaron en el cielo claro que lo miraba con la misma dulzura de siempre.

—Kurt… yo…

—Es muy pronto para pronunciar esas palabras, pero te aseguro que estamos en la misma página. Tus sentimientos son totalmente correspondidos.

Puede que aún no esté listo para decirlo ya que necesito solucionar algunas cosas en mi interior, pero no tengo la menor duda de que te quiero. Te quiero con todo mi corazón, con todo mi ser, y eres la persona más importante para mí. Te lo dije en el auto esta mañana y lo sostengo, no veo mi vida sin ti. Cuando pienso en el futuro, siempre estás a mi lado.

—¿E…estás tratando de… de decir lo que c-creo?

Kurt asintió sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Dame un poco de tiempo. Ya sé que has sido paciente y que tal vez te estoy pidiendo demasiado, pero necesito calmar algunas voces en mi cabeza que no me permiten decir todo lo que mi corazón siente.

Blaine exhaló con alivio y una sonrisa fue surgiendo a la vez que el remolino en su estómago se transformaba en un revoloteo feliz.

—Toma todo el tiempo que necesites. Sabes que nunca voy a presionarte.

—Me preocupa que un día te canses de no escuchar lo que esperas.

—Mientras me mires de esa forma, eso nunca va a pasar.

—Mi Blaine… —le sonrió, acariciando el contorno de su rostro— Te quiero mucho —fue repartiendo besos al azar—, mucho, mucho.

—Te amo.

Sus labios se unieron al compás de una danza sin fin.

—¡Blaine! ¡Blaine! —Giuseppe lo sacudió del hombro.

—¿Qué? ¿Qué?

—Llevas un buen tiempo aquí.

—Me vine a sentar porque es mi descanso.

—Tu descanso terminó hace más de cinco minutos.

—¡Oh! Disculpe. No me di cuenta —se levantó de un salto y colocó el banco a un costado—. Enseguida me pongo a trabajar.

—¿Soñando despierto?

—¿Ah?

—Lo digo por la enorme sonrisa que tenías y el brillo en tu mirada.

—No, no soñaba. Recordaba algo —volvió a sonreír.

—Quien te viera, diría que estás enamorado —Anderson se ruborizó furiosamente—. ¡Oh! ¡Con razón estás así! ¿Se trata del chico con el que te fuiste de viaje?

—Sí —suspiró.

—Pensé que eran amigos.

—Así era cuando nos fuimos.

—Ya veo… Me alegro por ti —le palmeó el hombro—. Mereces a alguien que te quiera y te haga feliz.

—¡Muchas gracias!

La puerta se abrió y una mujer con rostro dulce entró.

—¡Sra. Martha! ¡Buenos días! —saludó el de rizos.

—Blaine, querido. ¿Cómo te va?

—¡Muy bien! ¡Gracias! ¿Y usted cómo está?

—¡De maravilla!

—Me alegra escuchar eso. ¿Va a llevar lo de siempre?

—Así es.

—¡Perfecto! —tomó una funda de papel y empezó a guardar varios panes— Le cuento que tenemos también unos nuevos dulces que están deliciosos y…

Una vez que la mujer se retiró, con más cosas de las que había pensado comprar, Blaine revisó la hora y fue por una caja, la cual armó a gran velocidad.

—¿Qué pasó con Scott? —preguntó Giuseppe observándolo alistar un pedido— ¿Por qué no vino a desayunar?

—Amm… No lo sé.

—Pero si siempre vienen juntos.

—No lo he visto desde ayer.

—¡Oh! ¿Tuvieron algún problema?

—Algo así.

—Espero que lo solucionen pronto.

—Gracias. Yo también espero que sea así.

—¿Algo en lo que pueda ayudar?

—No, pero gracias por preguntar.

—¿Estás seguro?

—Sí. Es una situación personal.

—¿Entonces no es cuestión de dinero?

—No, para nada. Aunque, ahora que lo menciona, ¿sabe de algún lugar en donde estén contratando? Estoy buscando un trabajo para la tarde.

—¿Y ya no tienes ocupadas las tardes?

—Eso es algo casual. Necesito un trabajo fijo.

—Y dices que no es un problema económico.

—No lo es. Estoy bien.

—¿Y qué hay de Scott?

—No entiendo.

—Él vino a pedirme prestado en días pasados. Por la expresión en tu rostro me doy cuenta de que no lo sabías.

Espero estar equivocado, pero me dio la impresión de que ese muchacho está metido en algo raro.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

Después de su reunión, Kurt se dirigió a una de sus cafeterías favoritas, la cual no había visitado en un tiempo.

Se sentó a revisar la carta para ver qué cosas nuevas estaban ofreciendo, y con asombro se fijó en los precios. ¿Siempre habían sido así de altos? Al intentar recordar, cayó en cuenta de que nunca les había prestado atención, sólo pedía lo que quería y al momento de pagar, entregaba cualquiera de sus tarjetas.

Al disimulo se dirigió al baño y ahí, encerrado en un cubículo, sacó la billetera y suspiró al ver lo poco que le quedaba.

La cama con todos los implementos le costó más de lo que había pensado, saliéndose totalmente del presupuesto, pero no se arrepentía. Lo que debía hacer ahora era cuidar el dinero que le quedaba hasta que le pagaran.

Regresó a su mesa y empezó a buscar lo más económico que había en la carta. No podía creer que estuviera pasando por algo así.

—¡Kurt! —una voz alegre resonó— ¡Kurt! —la chica caminó hacia él a toda prisa.

Hummel levantó la mirada y su rostro se iluminó.

—¡Marley! —la abrazó con fuerza— ¡Qué sorpresa tan maravillosa!

—¡Te he extrañado tanto!

—Y yo a ti. Ven, siéntate. Luces tan bien.

—Y tú igual… —lo observó con atención y sonrió— ¡Ay, no es cierto! ¡Cuéntame! ¿Quién es? ¿Dónde lo conociste? ¿Cuándo me lo vas a presentar?

—¿De qué hablas?

—Te conozco mejor de lo que tú te conoces, y estás enamorado.

—¿Qué? —la miró con sorpresa y una sensación de afecto y agradecimiento en su corazón.

—No finjas conmigo. Cuéntame.

—Su nombre es Blaine.

—¡Sí, sí, sí! ¡Ya siento que lo quiero!

—Marley…

—Alguien que te tenga luciendo así de feliz, ya se ganó mi corazón.

—¡Gracias!

—No tienes nada que agradecerme. Sabes que siempre he querido verte pleno junto a alguien que te ame y te valore como mereces. Y ese chico Blaine debe ser muy especial porque con sólo pronunciar su nombre, tus ojos se iluminaron.

—No tienes idea —sonrió—. Él es todo lo que siempre he querido, y mucho más.

—¡Estoy tan feliz por ti! ¡Cuéntame todo!

—Lo conocí en la estación del metro.

—¿La estación del metro? ¿Qué hacías ahí?

—Es una larga historia.

—Disculpen —un joven se acerco a ellos—. ¿Están listos para ordenar?

—Sí, claro —respondió la chica.

Kurt respiró profundamente, tratando de disimular la preocupación y el vacío que se asentaba en su estómago mientras su hermana hacía un listado de todo lo que quería con su típica alegría.

—¿Desean algo más?

—¿Perdón? —Kurt miró confundido al camarero.

—¡Ay, hermanito! En serio este chico te tiene en las nubes. Que si quieres algo más. Ya pedí para los dos, incluyendo lo nuevo que hay en la carta, pero quizá te provoca alguna otra cosa.

—No, no. Así está bien. Gracias.

En cuanto el joven se retiró, Marley le sujetó la mano.

—¿Qué ocurre? Y no te atrevas a mentirme, porque lo sabré.

—Las cosas están un poco complicadas.

—¿En qué sentido?

Kurt le contó todo, y el rostro de Marley se fue transformando.

—¿Cómo se atreven? De Dante no me sorprende nada, pero ¿papá? ¿Cómo es posible que trate de manipularte de esa manera para que regreses a una relación en donde no eras feliz? Voy a ir a buscarlo y…

—¡No! No quiero que hagas nada. Yo ya hablé con él y le di un plazo para que me devuelva todo lo que me pertenece.

—¿Y qué te dijo? Porque si se atrevió a dejarte sin nada es… —apretó los puños— Es que no lo concibo. ¿Qué rayos le pasa? Él no es así.

—Mañana iré a buscarlo nuevamente. Por ahora tengo que ir al banco ya que un cliente me dio luz verde para un proyecto, y necesito una cuenta nueva para que me desposite mi pago.

—Eso es genial. ¿Y a cuál banco piensas ir?

—No estoy seguro. Uno que no me pida una cifra alta para abrir la cuenta.

—Busca el que te pague el mejor interés. Yo te ayudo con el depósito inicial.

—¡Oh, no! Te lo agradezco, pero no voy a permitir que hagas eso.

—Eres mi hermano y la persona que más amo en el mundo. Siempre hemos estado el uno para el otro, y eso no va a cambiar en este momento.

—Marley, no.

—Dame una buena razón para rechazar mi ayuda.

—Estoy intentando salir adelante por mi cuenta y realizar varios cambios en mi vida.

No soy la misma persona de antes en muchos sentidos. No te voy a decir que no extraño algunos aspectos a los que estaba acostumbrado, pero estoy aprendiendo tanto y me he dado cuenta de cosas que ni siquiera imaginarías.

—Suena interesante. ¿Y a qué se debe esto? ¿Tiene que ver con Blaine?

—En gran parte.

—Quiero todos los detalles —sonrió—. Y luego de comer te acompaño a abrir la cuenta en el banco. Y no acepto una negativa con lo del dinero para el depósito inicial. Ya sabes como soy.

—Marley…

—Después me lo pagas, si eso te hace sentir mejor, aunque sabes que no es necesario.

—Está bien —le devolvió la sonrisa—. Gracias.

—Te quiero muchísimo, Kurt.

—Y yo a ti.

—Ahora cuéntame todo acerca de Blaine y cómo te está cambiando la vida.

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

Kurt llegó al departamento, cansado, pero satisfecho del día tan productivo que había tenido. Al entrar, su rostro se iluminó al ver a Blaine apoyado en el mesón, y un calor lo invadió en segundos ya que este sólo llevaba una toalla alrededor de la cintura.

—¡Me encanta esta clase de bienvenida! —lo abrazó por detrás susurrándole al oído.

—Hola —su voz sonó apagada.

—¿Qué tienes? —El de rizos negó con la cabeza— Es obvio que te pasa algo.

—Estoy preocupado por Scott.

—¿Qué hay con él?

—Ya sé que no lo toleras, pero es mi mejor amigo, mi hermano y… —sollozó.

—No digas eso. Simplemente me molesta su comportamiento.

—Sé que su reacción fue exagerada, pero algo le está pasando, y quizá por eso actuó así.

Él no confía en las personas por todas las cosas que le han ocurrido, y definitivamente no pide favores, y que le pidiera dinero prestado a don Giuseppe no es una buena señal.

—¿Fue a pedirle dinero?

—No hoy, pero don Giuseppe me contó que lo hizo hace unos días, y por lo que Scott le dijo, piensa que está en malos pasos.

Tengo miedo por él. No soportaría si algo malo le pasara.

—No le va a ocurrir nada.

—Necesito verlo y hablar con él para saber que está bien.

—Vístete y salgamos a buscarlo.

—Gracias —fue por algo de ropa—. Perdóname —dijo cuando estaba terminando de vestirse—. No te he preguntado cómo te fue en la reunión.

—Muy bien.

—¿Te aprobaron la presentación?

—Sí, y ya coordinamos todo.

—Qué bueno. ¿Cuándo empiezas a trabajar?

—Cuando él regrese de viaje. Pero tengo luz verde para ir comprando todo lo que voy a necesitar.

—Te felicito.

—Gracias.

—Lo siento. Debería estar celebrando lo bien que te fue. Me alegro mucho por ti, es sólo que esta angustia que siento es… —se cubrió el rostro con ambas manos.

—No te pongas así —fue a su lado para abrazarlo—. Scott está bien.

—Eso espero. No ha venido a dormir. Ni siquiera sé si habrá comido. No tocó lo que le trajimos anoche y no fue a desayunar a la panadería.

—Blaine…

—Por favor, no me digas que él es un adulto, que sabe lo que hace, que su actitud no es la correcta, que no me preocupe por él, ni ninguna de esas cosas. Scott tiene problemas o está metido en algo, y me aterra pensarlo.

Te pido que te pongas en mi lugar por un instante. ¿Cómo te sentirías si se tratara de alguno de tus amigos?

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

Blaine estaba acostado de lado, mirando la cama de Scott. Kurt se encontraba detrás sobándole la espalda en círculos.

—Deberías intentar dormir, precioso. Son más de las once.

—No tengo sueño.

—Hablamos con todas esas personas y ya sabes que Scott está bien, simplemente no quiere venir.

—Sí, me quedó claro, pero me preocupa que tenga problemas.

—Eso no lo sabes. Si fuera así, hubiera acudido a ti. Tal vez no confíe en otros, pero contigo es distinto.

—Lo hizo. Me pidió prestada una gran cantidad de dinero cuando estábamos de viaje, y le dije que al regresar revisaría lo que tengo guardado porque tenía que hacer cuentas para ver lo que podía darle. Insistió en que lo necesitaba en ese momento, y como le repetí que debía sacar cuentas primero, se enojó y dijo que él encontraría la forma de conseguirlo.

—No le dijiste nada malo ni te negaste a ayudarlo.

—Sin embargo, me siento mal, y no dejo de pensar para qué quería tanto dinero con esa urgencia.

—¿Alguna vez mencionó alguna cosa que te pareciera extraña o que te llamara la atención?

—No, pero es obvio que está metido en algo, y no creo que sea bueno —exhaló.

Kurt lo abrazó y le besó el hombro.

—Todo va a estar bien. Lo vamos a ayudar en lo que sea que le esté pasando.

—Gracias por todo lo que haces.

Un gran y largo silencio se apoderó del lugar, durante el cual los pensamientos de Blaine no se detuvieron, y Kurt continuó frotándole círculos en la espalda.

—¿Por qué no traes sus cosas?

Hummel frunció confundido.

—Perdón, ¿qué?

—Las cosas de Scott, ¿por qué no las has traído?

—No puedo.

—¿Por qué? ¿Qué hiciste con ellas?

—Tengo muy presente todo lo que me has contado acerca de los refugios y de las personas que duermen en las calles porque no alcanzan un lugar donde quedarse en las noches, así que estuve buscando uno que necesitara más ayuda, y le doné todo.

Blaine se giró para mirar a Kurt a los ojos.

—¿Llevaste mis cosas y las de Scott a un refugio pobre?

—Sí. Y la felicidad de las personas que lo manejan fue impresionante.

—Estoy seguro de eso. Hiciste algo muy grande por muchas personas. Más grande de lo que puedas imaginar. Y como alguien que pasó mucho tiempo en diferentes refugios, te lo agradezco.

—Lo hice de corazón, y como comprenderás, ahora no puedo ir a pedirles que me regresen las cosas. No sería correcto.

Blaine suspiró y lo miró con cariño.

—Hay algo más que no me estás contando. Lo veo en tu mirada.

—Les llevé algunos víveres y prometí regresar para ayudarlos. Es algo que quería conversar contigo ya que desconozco del tema y no sé qué les serviría más, si les doy una suma de dinero o si les llevo comida, artículos de limpieza, ropa… es que no tengo idea.

Blaine empezó a acariciarle el rostro sin dejar de mirarlo a los ojos, y por un instante se olvidó de cualquier cosa que le preocupara.

—Eres maravilloso, Kurt. Te amo tanto. Sabía que mi corazón no podía estar equivocado al elegirte.