(Nota: Capitulo 18)
La despedida fue rápida. Promesas de cartas con Senjuro, futuras partidas de Go organizadas en el aire con Shinjuro.
Reverencias, sonrisas y saludos a lo lejos, mientras ella y Kyojuro se alejaron por el camino temprano por la mañana, bajo un cielo color durazno, salpicado de pomposas nubes rosáceas.
Llegaron al pueblo a media mañana. El tren salía al mediodía así que comieron algo, caminaron un poco y abordaron.
El viaje fue tranquilo y bastante callado.
Debían abordar el otro tren por la tarde pero al llegar a la estación, les informaron que había sido cancelado.
Un hombre vestido con el uniforme de ferroviario con un altavoz se paró en medio de la plataforma y habló en general.
- Ha habido un accidente y el tren que salía está tarde se ha reprogramado para el día de mañana a primera hora.-
La gente se junto a su alrededor y hubo reacciones diversas. Desde insultos entre dientes hasta quejas y resignación.
-Bueno... buscaremos dónde quedarnos esta noche, no hay muchas más opciones. - Dijo él, tomando el bolso de ella y caminando hacia afuera de la estación.
- No puedo decir que me moleste. - Dijo ella, siguiéndolo por detrás.- ¿Crees que sea una señal? ¿Crees que significa que no debo volver?-
- Si, es una señal, pero de que deberíamos haber viajado en carro.- Rió él.
Pero también había pensando que lo era.
Tomaron dos habitaciones en una posada muy bonita a unas cuadras de la estación del tren.
Cenaron juntos y luego se dirigieron a sus respectivos cuartos. No eran la gran cosa pero si eran cómodos y limpios. Una cama, una mesa de luz, y un pequeño baño.
Yuzuki se sentó en su habitación. Estaba intranquila, su mente era un torbellino, pero se propuso dormir así que apagó la luz y cerró los ojos.
Lo logró pero sus sueños fueron nuevamente muy extraños. El sueño de la llama quemandola la atormentó, y aunque las últimas veces que lo tuvo pudo despertarse con facilidad, está vez se sintió muy real, tanto que se despertó sudando y agitada.
Miró por la ventana. Estaba nublado, y hacia calor, sin duda una tormenta de verano se acercaba, a juzgar por los relámpagos lejanos, no tardaría en llegar.
Se metió al baño y se mojó el rostro. Peinó su cabello y acomodó su ropa.
- ¿Es realmente lo que yo creo que es?- Le dijo al reflejo del espejo del baño, en voz alta. El corazón le latía enloquecido en el pecho e incluso notó que las manos le temblaron un poco. -¿Esa es mi señal?-
Todo este tiempo de convivencia, de momentos, de genuinos chispazos, la hicieron caer en la cuenta de qué sentia.
Había leído sobre el amor en libros, supo que tenía todos los síntomas y era imposible de curar. Quería que él sea su primer conquista, su primer beso, su primera pareja y un montón de otras primeras cosas bastante menos inocentes.
Y había llegado a la conclusión de que estaba malinterpretando el sueño.
Tenía que averiguarlo antes de regresar.
Mientras tanto, en su habitación, Kyojuro ni siquiera se había acostado. Con un hakama negro y una camisa a juego, estaba sentado en la oscuridad mirando por la ventana como se formaba la tormenta.
De repente, oyó que golpeaban la puerta. Instintivamente tomó su katana.
- Kyojuro...- era la voz de Yuzuki.- necesito hablar contigo.-
El dejó la katana a un costado, encendió la lámpara de noche y abrió la puerta, para encontrarse con Yuzuki, con el cabello largo suelto y un yukata de seda blanco con flores, una imagen que golpeó sus sentidos con fuerza.
-¿Sucede algo?- preguntó él, pero ella entró, se sentó en la cama, y espero a que él se siente a su lado.
Estaba sumamente nerviosa. Decidida, pero nerviosa.
- Yo...quiero pedirte algo pero no tengo el valor.-
- Debe ser muy importante para que te pongas así.- observó él, fruciendo levemente el ceño.
- Lo es.-
- Bueno...si es tan importante entonces no lo demores más.-
Ella no dijo nada, clavó sus ojos en los de él y Kyojuro sintió que su corazón saltó un latido.
- No sé por dónde empezar.- sonrió ella, nerviosa.
- Pues por el principio.- rió él, intentando suavizar la situación.
Silencio. Los ojos de Yuzuki iban de los de él, a sus manos, al afuera y a los de él otra vez. A veces miraba la lámpara y daba largos y pesados suspiros. Kyojuro rió, y la tomó de una mano.
- Ya cálmate, ¿que puede ser tan difícil de pedir que te tiene así?-
- Quiero que seas el primero.- dijo ella, casi en un susurro, y cerró los ojos, como si hubiera dejado salir su alma en ese instante.
No se atrevió a mirar. Había saltado... esperando que hubiera una red debajo.
Entonces el mundo de él se detuvo. Y la sonrisa pareció borrarsele del rostro. Pensó que sus oídos lo engañaban, después de todo, no funcionaban del todo bien hace años. Su boca se abrió pero no pudo emitir palabra.
Instintivamente se alejó de ella. Seguía intentando dar crédito a lo que oyó.
Yuzuki leyó su lenguaje y sintió que se hundió en un pozo de vergüenza. Soltó su mano, se puso de pie y dejó la habitación corriendo. Cuando Kyojuro pudo reaccionar, fue tras ella. Pero Yuzuki no le abrió la puerta. Había cerrado con llave y se había metido al baño a lavarse el rostro porque quería llorar.
Así que tuvo que entrar por la ventana, lo que provocó que Yuzuki casi muera de un ataque al corazón al salir del baño y encontrarselo sentado en su cama.
- Creo que tú y yo nos debemos una charla, Yuzuki.- dijo él, con suavidad, con los brazos cruzados.
- No. Lo siento, olvida lo que dije.- Dijo ella, dándole la espalda.- Realmente lo siento.-
-¿No te parece que deberías dejar que te explique qué...?-
- No. No quiero oirlo.- Lo interrumpió ella, tapándose los oídos. Lo cierto es que si un pozo infinito se abriera junto a ella, se hubiera arrojado.
- Yuzuki...- Insistió él.
- No te preocupes, lo entiendo.- dijo entonces ella dándose la vuelta y mirándolo.- Entiendo que me ves como una niña aún. Es decir, tengo 23 años y viví toda mi vida entre la seda y el oro, una virgen absoluta que no sabe ni siquiera qué es un beso. Definitivamente crees que sigo siendo una niña.- le dijo, e intentó que su voz no se quiebre.- De todas las mujeres que hay en el mundo ¿por qué me notarias a mí?-
"Bueno, Kyojuro Rengoku, es momento de hablar." Pensó él.
- Hace tiempo que no te veo como una niña.- dijo, con seriedad, se puso de pie y se acercó a ella.- Me negaba a pensar en ti como mujer porque todo el tema del matrimonio flotaba en el aire. Luego pasó lo que pasó y todo este tiempo contigo, solo alimentó lo que tanto tiempo me empeñé en apagar.- Alzó una mano y acarició muy suavemente la mejilla de Yuzuki, que cerró los ojos al contacto, feliz de sentirlo.- Y me gustas muchísimo, por dentro y por fuera, me atraes hacia ti de una forma que ni yo puedo entender. Lamento que me haya tomado tanto tiempo darme cuenta... cómo verás, no eres la única a la que le cuesta afrontar estos temas. Pero ahora las cartas están sobre la mesa...dime que hacer con ellas.-
Se miraron en silencio. Afuera la tormenta liberaba sus primeras gotas. Un trueno lejano rugió por lo bajo.
- Quiero...que seas el primero.- repitió ella, con los ojos clavados en los de Kyojuro, con el corazón latiéndole exaltadisimo en el pecho.
De alguna forma esas palabras recorrieron el cuerpo de él como seda fresca sobre piel caliente, un estremecimiento que le erizó la piel.
Kyojuro se acercó un poco más, hasta aprisionarla suavemente contra la pared. Yuzuki sintió su calor, la firmeza de sus músculos, el aroma de la piel.
Puso sus manos en el pecho de él y jaló levemente la camisa hacia abajo.
Besó sus labios torpemente, con timidez al principio. Él le respondió, y fue guiándola a un beso profundo, rítmico, íntimo, asi que ella se dispuso a imitarlo. Él la tomó de la cintura y se presionó contra ella, acompañando el beso, inmovilizándola contra la pared.
Yuzuki no reconoció su propio cuerpo. Ardía, toda la piel le ardía y el calor se concentró en sus mejillas, en los pechos, entre sus piernas. Sus pulsaciones se dispararon, los huesos parecieron deshacerse dentro de ella y tuvo la fugaz sensación de derretirse íntegra en ese momento.
Cuando Kyojuro se separó de ella e intentó moverse, no pudo. Yuzuki lo había tomado del cinturón.
La miró y lo que vio en los ojos avellana de ella fue un brillo intenso, un destello que parecía fuego que se asomaba desde dentro.
- El primero en todo...- le susurró.
- ¿Estás segura de lo que me estás pidiendo?- se vio obligado a preguntar, para que no quede ninguna duda flotando entre ellos.
Y lo que contestó Yuzuki fue definitivo. Firme. Conciso.
- Hay una posibilidad de que mi padre me obligue a quedarme y me haga casar a la fuerza. Quiero que el hombre que posea mi cuerpo por primera vez sea el hombre que yo elijo, no el que me impongan.-
La respuesta lo llenó de una mezcla extraña de orgullo, excitación y sorpresa. Extraña, pero agradable, y aunque " la posibilidad" de la que ella habló era totalmente real, él no quiso pensar en eso. Después de todo, si ella tomaba esta decisión ¿quién era él para darle sermones?.
Ahora en el cuerpo del ex Pilar de la Llama había un incendio que debía atender, un fuego que había que alimentar, que llevaba tiempo resistiendo apagarse.
Atrapandola de nuevo en un beso, la llevó a la cama. La recostó allí y él se colocó a su lado.
Ella entre besos desabrochó el cinturón y sacó la camisa, con las manos un poco temblorosas.
- ¿Estás muy segura de esto?- Volvió a preguntar él, apartándose un poco de su boca.
- Absolutamente. Es sólo qué...ya sabés...yo nunca...- sonrió ella, nerviosa, con las mejillas muy rojas y a Kyojuro se le inundó el alma de amor.
- No te preocupes. Entiendo todo.- le sonrió, acarició su rostro y muy suavemente beso otra vez sus labios.- Solamente dime si quieres que me detenga. No lo dudes.
Ella asintió. Kyojuro profundizó el beso, y con una mano buscó lentamente un pecho. Lo apretó con suavidad, y Yuzuki arqueó levemente la espalda. Sus manos delicadas acariciaron los músculos fuertes del pecho, la firmeza del vientre, el relieve de las cicatrices. Y no pudo evitar sentir que la piel de él irradiaba un calor más alto que el promedio, algo que de alguna forma encendió aún más su deseo.
Ella se giró para quedar recostada de perfil frente a él y puso la pierna sobre su cadera. Lo enredó y lo trajo para si, mientras él bajó de su boca a su cuello, que besó y lamió con suavidad, al tiempo que con al otra mano comenzó a abrir la ropa de Yuzuki, despacio, por si ella quería detenerse. Pero no pasó, entonces descubrió uno de sus pechos, y luego el otro.
Cuando él atrapó un pezón entre sus labios, un gemido espontáneo escapó de la boca de la chica, y su espalda se arqueó. Kyojuro habia encontrado una zona altamente erógena. Entonces con los dedos de una mano humedecidos en saliva y su lengua, dedicaron toda su atención a esos pequeños bultitos sonrosados y endurecidos.
Lo hizo todo con calma, con tanta delicadeza que hasta le costó reconocerse. Pero...esto era diferente a otras cosas. Yuzuki era especial. Este sería un recuerdo que grabaría en su mente para el resto de su vida y Kyojuro quería que fuera perfecto.
Ella sintió que su cuerpo iba a explotar. No sabía que sensación prestarle más atención, todo era tan intenso y nuevo. El tacto áspero de las manos de él en su piel suave era exquisito y supo que realmente lo había tomado la decisión correcta. Sintió cómo su clítoris se hinchaba y gritaba por atención, así que mientras él se entretuvo con sus pechos, ella abrió las piernas y comenzó a tocarse suavemente.
Él notó eso y con cuidado bajo su mano para acompañar la de ella, siempre con delicadeza, siempre leyendo las señales.
Pero una vez allí, Kyojuro notó la humedad, y sintió la erección dentro de su ropa dar un salto, casi latir. Se controló una vez más...en este momento le importaba ella, quería que lo disfrutara. Su placer llegaría en su momento si sabía esperar.
Estimuló el pequeño manojo de nervios con suavidad, y cuando lo sintió adecuado, deslizó un dedo cuidadosamente de dentro de ella, una y otra vez. Un gemido más, delicioso, llegó a sus oídos cómo música. Se inclinó sobre ella, para verla, y colocó otro dedo, muy suavemente, dentro de ella.
Parecía una diosa. Sus pechos subían y bajaban, en preciosos jadeos, su cuerpo se contrajo y contorsionó con cada ola de placer que él le produjo.
Poco a poco sintió como sus dedos se empaparon y las piernas de ella cayeron cerradas. Jadeaba, y una fina capa de sudor le perlaba la frente.
Entonces, se giró hacia él, lo abrazó y lo besó. Le quitó la camisa, lamió su cuello y él sólo cerró los ojos para disfrutar.
- No tienes que seguir si no quieres.- sonrió él, le acarició el cabello, y luego la mejilla. Aunque en su mente rogó a todas las deidades divinas del mundo y a todo lo que pueda conceder un milagro, que ella diga que si.
Yuzuki se acomodó un poco la ropa a medio quitar, con las mejillas rojas y el corazón haciéndole eco en el pecho. Poco a poco una nueva curiosidad se abrió camino en su mente, se implantó en su cerebro.
"¿Como se verá? Su miembro...está listo porque lo veo debajo de la ropa...nunca he visto ninguno en realidad, solamente en libros." Pensó, mientras acercó su boca a la de él, y lo besó. "Quiero saber...cómo se siente."
- Continuemos...- susurró ella, recostándose a su lado, bajando su mano por su torso.
Cuando se abrió paso a través del hakama y la erección se irguió frente a ella, Yuzuki no pudo evitar mirarlo en detalle. Era grande, firme...las venas lo recorrían entero y la punta parecía relucir incluso en la poca iluminación de la habitación. No, eso no se parecía a los que ella había visto en los libros prohibidos.
Algo golpeó su cuerpo una vez más. Algo se encendió.
Kyojuro sostuvo su miembro con una mano y con la otra, tomó la de ella y guió sus movimientos.
Le marcó la presión y velocidad adecuados un momento y luego la soltó. Ella maniobró su erección como él le mostró y admiró los efectos del placer en el cuerpo de Kyojuro. La respiración agitada, los músculos del abdomen que se contrajeron, los gemidos graves que salieron de su boca entreabierta y el fuego ardiendo en sus ojos.
Pero cuando estaba por llegar al clímax la detuvo.
- ¿Hice algo mal?-
- Al contrario.- Jadeó él, y se reincorporó para besarla. Se abrazaron y volvieron a devorarse a besos. - Es perfecto.-
Ella notó que el deseo de él no disminuyó en absoluto. Seguía majestuosamente firme y esa imagen, más la de su cuerpo desnudo, y los besos mojados, simplemente la conquistaron.
"¿Lo que leí realmente sera así?¿Todo ese placer que se describe en palabras obsenas en las páginas de un libro se acercará realmente a lo que se siente en la vida real?" Pensó Yuzuki.
- Por favor, sigue...- le dijo ella- Sigue.-
Tironeó de su cuerpo para que él se posicione sobre ella, movió lentamente las piernas para abrirlas un poco y se pegó a Kyojuro, aunque él seguía quieto.
Kyojuro cerró los ojos y alzó la cabeza al cielo un momento. Tuvo que respirar profundamente antes de seguir. Se acomodó en el margen húmedo del cuerpo que Yuzuki, y sintió como la urgencia palpitaba en la punta del miembro. Ella separó un poco más las piernas y él, con cuidado, se deslizó dentro de ella.
Yuzuki dio un respingo y sintió dolor.
Sintió dolor al principio, y mientras él se abrió paso lentamente dentro de ella, se aferró a las sábanas. Sintió dolor cuando él la llenó por completo, pero no era un dolor normal.
Era un dolor extrañamente agradable. Y luego, cuando su interior se ajustó al tamaño de su compañero, todas las sensaciones se asentaron, se agrandaron.
Kyojuro se movió, dentro y fuera, lento primero, por precaución.
- ¿Duele?- preguntó, manteniendo su ritmo pausado y profundo.
Ella negó con la cabeza. Pero sentía como si le golpeara con la punta el ombligo. Ese era el dolor agradable.
Y arqueó la espalda, a lo que él pasó un brazo por debajo y la pegó a su cuerpo. Quería escucharla jadear, gemir, y hacerla sentir segura.
Amada.
Le besó los labios con suavidad mientras se movía dentro, y ella lo aprisionó más con las piernas, y logró colocar la cadera en una posición que a Kyojuro le abrió el camino aún mas. Se sostuvo con el otro brazo y se movió un poco más rápido, cuidando no lastimarla, pero deleitándose con el sonido de la humedad, de los gemidos, de los suspiros.
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez? Mas de lo que él quería aceptar. Nunca fue una prioridad para él.
- Mirame.- Dijo, sin dejar de penetrarla.- Mirame Yuzuki.-
Ella abrió los ojos y a él le pareció estar en un sueño. No había visto nada más hermoso. Y cuando ella gimió sostenidamente y contrajo todo su interior cuando el segundo orgasmo llegó, fue demasiado estimulo, extremadamente excitante. Tuvo que retirarse, y se vació un segundo después sobre el vientre de ella con un jadeo entrecortado.
Cayó rendido a su costado y la abrazó. Yuzuki sintió que su cuerpo aún estaba extremadamente caliente, y aunque ella también tenía la piel cálida, no era tanto como él.
Él realmente era el fuego.
- ¿Te sientes bien?- preguntó Kyojuro, acariciándola.
- Maravillosamente.- susurró ella.
En el sopor del clímax, ella pensó que los libros se quedaron cortos con las expresiones.
Esto, lo que acababa de sentir, no tenía forma de describirse, era simple y llanamente, de otro mundo.
Pensó también que por fin se sentía una mujer. Que por fin había dejado atrás la imagen de la niña inmaculada. Ahora que sabía que él la veía como tal, se sintió validada.
Suspiró larga y tendidamente, y se acomodó junto a él.
-Vaya suspiro ¿Que piensas?- preguntó Kyojuro, al escucharla.
La miró, embelesado. Desnuda, despeinada y con las mejillas aún coloradas, le pareció más bella incluso que cuando iba vestida con lujosas prendas, maquillada y prolijamente peinada.
"Elegiría está versión todos los días sin dudarlo" pensó, y sonrió.
- Cuando escapé...- empezó a decir ella.- Comencé a tener un sueño. Era yo, me consumía en un fuego voraz. La primera vez me aterré. Pensé que era el fuego del infierno que me quemaba por haber procedido mal.- Explicó. Sus dedos recorrían distraídamente el pecho de Kyojuro.- Y hace un rato, cuando intenté dormir, volví a tenerlo.-Se sostuvo sobre él y lo miró a los ojos. Él le sonrió y le acarició suavemente la mejilla. - Cuando me hablaste de la respiración de la Llama, y el lazo que tienen ustedes con el fuego, empecé a pensar que quiza debia interpretar ese sueño de otra forma.
- ¿El fuego en tu sueño era yo?- quiso saber Kyojuro intrigado él, aún sonriendo.
- Estoy segura de que si.-
- ¿Por eso te decidiste?- preguntó alzando las cejas.
- En parte.- dijo ella, y alzó la cabeza para verlo.- en parte también fue porque tengo miedo de que mi padre mañana me encadene en una habitación y me obligue a casarme.-
- Yuzuki.- Rió él.- No exageres.-
-Bueno, si...es exagerado, ¿No?- Rió ella, avergonzada, y hundió su cara en el cuello de él, cubriéndose con su cabello.- que tonta.
- ¿Que piensas hacer si todo sigue igual?- preguntó él, rodeándola con sus brazos.
- Irme. Empezar otra vida.- Dijo ella, alzando levemente la cabeza, le dejó un beso suave en la barbilla a Kyojuro, y agregó.- Me iré contigo.-
Él sonrió, sintió que el corazón pareció bailar dentro de su pecho y tomó el rostro de Yuzuki, para besarla una vez mas.
