El tren llegó a la estación dejando una columna de humo gris a su paso.
Kyojuro y Yuzuki aguardaban en la estación, a resguardo de la lluvia en la plataforma.
- ¿Es muy tarde para arrepentirme de volver a casa?- preguntó ella, de repente, luego de un rato largo callada, mirando por la ventana el paisaje que pasaba.
- Pues...no. Pero creo que sería alargar lo inevitable.- contestó él, con calma.
- Tengo miedo...- susurró ella, cerrando los ojos. De sólo pensar en estar frente a su padre le aceleró el pulso.- Estoy muy nerviosa.-
- Yo estoy contigo.- le dijo él, tomó su mano y le dejó un pequeño beso en los nudillos.- Confía.-
- Lo sé. Y lo agradezco.- le sonrió ella.- Pero llegado el momento seré yo quién tenga que plantarse frente a él.- Le puso una mano en la mejilla y lo acarició.- A fin de cuentas esta es mí encrucijada solamente.-
- Entiendo...- contestó Kyojuro. Movió levemente la cabeza y besó la palma de la mano de Yuzuki.
- ¿Crees que soy una deshonra?- Quiso saber ella, mirandolo mientras lo hacía, y él percibió el tono tembloroso de la voz.
- No, y no quiero que pienses así de ti.- le contestó, mirándola a los ojos.
- Entonces...¿por qué me siento así? Aunque esté convencida de mis acciones.-
- Porque ser quién rompe con los patrones es una carga enorme...- dijo Kyojuro, acariciándole el cabello.
- Siento que voy a matarlo de dolor cuando hable con él.-
Ella lo abrazó y se acomodó sobre su pecho, como si fuera el último lugar seguro de esta tierra.
- Eres muy dura contigo misma. Lo que estás haciendo está bien. No puedes sacrificar tu felicidad por la felicidad de otros, por encajar en un rol en donde no sientes que puedas encajar. Eso no es vida...-
- Me criaron para esto...igual que a tí para ser lo que eres.- dijo ella.- ¿Que hubiera pasado si no te hubiera gustado lo que esperaban de ti?-
- Mi Padre nunca apoyó mí decisión de ser un Pilar. Trató de truncar todos mis intentos por lograrlo y jamás me dio ni una palabra de apoyo ni una ayuda para eso.- Le contestó.- Por eso te apoyo, porque sé lo que se siente ir contra la corriente. Tu alma arde como la mía, no puede encerrarse donde no puede respirar, crecer. Y por eso debías ser libre.-
Sus palabras le dieron la reafirmación que necesitaba. No recordaba haber estado tan nerviosa, tan ansiosa en su vida, Agradeció que él esté ahí, se acomodó a su lado y cerró los ojos. El traqueteo del tren la tranquilizó un poco, y la adormeció. Se aferró al brazo de Kyojuro, y se entregó al sueño.
~*~
El viaje fue largo y solo haciéndolo de corrido y en reversa se dio cuenta de lo lejos que había ido.
Unos metros antes de llegar a las enormes y pesadas puertas de madera de la residencia, Yuzuki se detuvo a un costado del camino.
- No puedo hacer esto.-Dijo, inmóvil.
- Si. Si puedes.- la animó Kyojuro.
- No podré soportar su mirada.- Se cubrió la cara con ambas manos.- La decepción en su mirada...-
- Yuzuki, tu padre es un hombre sabio y te ama. No voy a mentirte, será difícil, doloroso, pero lo que haces está bien. Aferrate a tu convicción.- le dijo, tomándola de las muñecas con suavidad para quitarselas del rostro, y hacer que lo mire.
- No puedo entrar ahí.- Yuzuki sollozó.
Él la abrazó y pudo sentir como temblaba. La sostuvo así un momento, deseaba poder hacer más por ella pero, desgraciadamente, más allá de ser un soporte, no podía hacer más.
- Voy a enseñarte una forma de respiración para calmarte. Vamos a quedarnos aquí hasta que encuentres el valor para entrar, no importa si nos sorprende el anochecer.-
- Intentaré que eso no pase.- dijo ella.
- Haz lo que te digo.- Kyojuro la tomó de las manos y le enseñó cómo respirar para bajar su ansiedad. Lo hicieron varias veces hasta que él percibió que Yuzuki paró de temblar, y que sus pulsaciones se ralentizaron.
Se miraron en silencio. El temor estaba ahí aún, Kyojuro pudo verlo en sus ojos. Pero estaba intentando dominarlo.
- Creo que estoy lista.-
- Eso es. Eres valiente.- sonrió él, y la besó.
La bellísima puerta tallada de madera se impuso ante ellos y Yuzuki sintió que el corazón se le aceleró una vez más. Tragó saliva y sintió la mano de Kyojuro en su hombro. Con ese apoyo, la chica tomó la aldaba de metal forjado, golpeó enérgicamente y aguardó.
Pudo escuchar pasó detrás de la puerta.
-Identifiquese.- La voz grave de uno de los guardias resonó detrás, y Rengoku pudo escuchar como desenvainó su katana. Otro llegó unos segundos después, a reforzar a su compañero.
Claramente no esperaban visitas.
Él no avisó que irían. No quería que Tetsuo tuviera tiempo de urdir represalias hacía Yuzuki, o que presa de sus pensamientos alimente su enojo. Apostó al buen factor sorpresa y sumó el elemento 'afecto' a la ecuación.
Sólo esperaba que funcione... realmente deseaba que funcione, y aunque balanceaba la posibilidad de que no fuera así, se mantuvo optimista. Sino, se iría de allí sólo, con las manos vacías y se habría sumado más peso a la condena de Yuzuki. Tenía que funcionar.
Aguardó a que Yuzuki hablara, pero ella sólo se limitó a tomarlo de la mano y apretarlo. Entendió que la voz no le salía.
- Kyojuro Rengoku. Y Yuzuki Gōto.- Exclamó él. Pudo escuchar como ambos guardias susurraban cosas entre ellos. Momentos después, Yuzuki y Rengoku escucharon el enorme pasador deslizarse, y los antiguos goznes de la puerta chillaron al abrirse.
- ¡Señorita!- Ambos guardias le hicieron reverencia y aguardaron a que ella entre. Yuzuki no dijo nada, solo avanzó por el camino de piedra hasta los escalones de la puerta principal con Kyojuro a su lado y pudieron escuchar como los guardias corrían a dar la voz de que la señorita Gotō había regresado.
Subieron los escalones y alguien abrió la puerta principal, casi de un golpe, y se aferró a Yuzuki entre lágrimas.
Era Aiko.
Yuzuki no pudo reaccionar, y se quedó inmóvil ante la inesperada recepción.
Cuando Aiko cayó en la cuenta de que había sido totalmente afectuosa e informal, se desplomó al suelo en una reverencia pidiéndolo perdón.
- Disculpe mí atrevimiento Señorita, le ruego me disculpe. Es que estuve tan preocupada por usted, todos lo estuvimos.-
Yuzuki se arrodilló a su lado, y acarició el cabello de la chica.
-Yo también te extrañé, Aiko.- le dijo, cálida y sonriendo.- Dame otro abrazo.-
La muchacha alzó la vista, con las mejillas mojadas y abrazó a Yuzuki.
Kyojuro pudo sentir como la energía del lugar se revolucionó, cómo cuando se bate un abanico frente al polvillo que entra a contraluz por una puerta en primavera. Aiko ayudo a entrar a los recién llegados y dijo que buscaría a su padre para recibirla.
-Siento que mi pecho va a estallar.- le susurró ella, cuando estuvieron solos, mientras se quitaban el calzado.
- Tranquila. Respira.-
Él le tomó la mano discretamente y depositó un beso fugaz en sus dedos. Yuzuki sintió el toque tan único en su piel, que dejó una huella caliente que tardó un momento en desaparecer.
- ¡HIJA!- La voz de su padre resonó en un pasillo.- ¡¡Mi pequeña hana!!- gritó, y Yuzuki pudo sentir cómo se acercaba cada vez más.
-Llego el momento. Haz arder tu corazón. Mantente firme.- Le susurró él y ella asintió.
Pronto, por el lado izquierdo apareció Tetsuo Gotō. Pareció congelarse cuando vio a Yuzuki parada allí, y su vista pasó de ella a Kyojuro y de nuevo a ella. Entonces rompió en llanto y corrió a abrazar a Yuzuki.
-¡Hija mia, mi amada hija!- lloró, abrazando a Yuzuki con fuerza y mirando al cielo. - ¡Gracias Dioses, gracias! ¡Mi hana está en casa!-
Kyojuro vio como un montón de cabezas curiosas aparecieron desde los fusumas cerrados. Algunos sonreían, y lloraban. Otros se abrazaban. Todos habían esperado a Yuzuki.
De repente una sensación desagradable lo asaltó. Innegable. Palpable y densa.
-¡Y tú! - dijo de repente Tetsuo, señalando a Kyojuro. Se abalanzó sobre él y lo abrazó. Kyojuro se quedó totalmente inmóvil, con los ojos muy abiertos.- Tú la trajiste de vuelta a mi, de vuelta a mis brazos. Trajiste mi mayor tesoro a casa intacta y sin un rasguño.-
"Bueno...eso es un gris...podría decirse"pensó él.
Tetsuo volvió a abrazar a Yuzuki y lloró. Ella le devolvió el abrazo.
Había extrañado a su padre y realmente lo amaba, pero había tenido una probada de libertad...y en cuando sintió el peso del cuerpo de su padre, la presión de su abrazo, supo que no podría vivir sin ser libre. Supo, que si se quedaba allí, moriría de tristeza.
- ¡Habrá un gran banquete por el regreso de mí hija y en agradecimiento al hombre que la trajo, Kyojuro Rengoku!- exclamó Tetsuo y avivó a todos para que comiencen los preparativos.
Yuzuki y Kyojuro se miraron fugazmente.
- Padre... quiero hablar contigo.- se apresuró a decir ella.
- Oh si, yo también mí niña.- dijo él, conduciendola hasta el lugar que oficiaba de oficina privada de él.
Kyojuro se quedó en la sala. No iba a interrumpir. Supuso que solo le quedaba esperar.
En la oficina, Tetsuo y Yuzuki se sentaron y él le sirvió té, que estaba tomando.
-Padre... me disculpó por mí comportamiento.- dijo ella, y se postró en una reverencia frente al patriarca.
-Oh hija mía, no te preocupes. Ahora estás aquí. Lo pasado, queda en el pasado y todos cometemos errores.- dijo Tetsuo, inclinándose a su lado. Puso sus dedos delgados delicadamente bajo el menton de ella e hizo que levante la cabeza, y luego todo el cuerpo.
Yuzuki sonrió. Una especie de alivio la envolvió, y su espalda se relajo. Se vió reflejada en los ojos oscuros de su padre y una brisa de amor envolvió su corazón.
- Pero no podemos perder tiempo a partir de hoy.- agregó su Tetsuo. Se puso de pie y buscó una libreta. Se sentó frente a ella, y desplegó ante a Yuzuki cuatro sobres.- Son de cuatro pretendientes que no habían contestado antes de te que vayas. Sus respuestas llegaron justo ayer, ¡Y tú volviste hoy! es una señal, tu futuro esposo está entre estos cuatro y déjame decirte hija, son excelentes partidos.-
Yuzuki estaba atónita. Tenía los ojos clavados en los sobres frente a ella y poco a poco la claridad de su visión se fue opacando por la bronca.
No hacía media hora que estaba en su casa de vuelta y su padre no había recapacitado en nada. En absolutamente nada.
Él seguía igual o peor de decidido que antes. Tetsuo deslizó las cartas frente a Yuzuki y está las tomó en sus manos y las apretó.
- No voy a casarme.- dijo ella, tajante.- ¿Es que acaso no lo entiendes?-
- Yuzuki...-
- Padre, no. No lo haré. Entiéndelo. No vamos a tener esta discusión otra vez. Estoy cansada de eso.- dijo ella, firmemente.
- Parece que tú eres quien no entiende...- comenzó a hablar Tetsuo, tomando su taza.
- No Padre.-Lo interrumpió.- Pensé que todo esto te haría entender que no quiero un matrimonio arreglado pero no fue así.- Yuzuki puso las cartas arrugadas frente a su padre, con un golpe en la mesa.
- Yuzuki, comportate...-
- 'Yuzuki comportate', 'Yuzuki no hables así', 'Yuzuki eso no es propio de una dama', 'Yuzuki, se buena'- Exclamó ella, y tomó las cartas nuevamente para hacerlas pedazos.- ¡Volví para poder hablar contigo porque pensé que en este tiempo habías analizando las cosas! Pero apenas puse un pie en casa y ya estás atosigandome con el matrimonio una vez más mas, ¿por qué crees que hui, Padre?-
- Porque eres una niña ingenua y no sabes lo que quieres, cariño- dijo Tetsuo, con una condescendiente sonrisa que hizo explotar a Yuzuki en furia y gritó:
- ¡NO SOY UNA NIÑA, SOY UNA MUJER! ¡Y SE MUY BIEN QUÉ QUIERO! ¡¡QUIERO SER LIBRE!!-
Los gritos llegaron a oídos de Kyojuro , que acercó a la oficina. Se quedó de pie afuera, y supo que todo estaba saliendo mal. Estaba saliendo terriblemente mal. Pero aguardó...tenía que dejar que Yuzuki maneje esto.
- ¿¡Como osas levantarme la voz, mocosa insolente!?- Tetsuo se puso de pie, y se acercó a Yuzuki, visiblemente enojado.
- ¿Por que no me respetas Padre?- preguntó Yuzuki, sosteniendole la mirada. Sintió cómo las lágrimas de agolparon detrás de sus ojos y luchó con firmeza para no derramarlas - ¿Por qué no respetas mi elección?-
- Porque es un capricho, niña, aprende dónde está tu lugar. Tiene que casarte porque debes proteger nuestra tierra y nuestros bienes!-
- ¡TU tierra y TUS bienes!- exclamó ella.
- Estás equivocada, todo esto esto tuyo, pero el mundo es cruel y buscará arrebatartelo cuando yo ya no este. Por eso me preocupo en conseguirte un buen matrimonio, para que un buen hombre cuide de ti, de tus pertenencias y para que vivas rodeada de lujos como lo hiciste toda tu vida!-
- No quiero lujos, padre. Quiero ser feliz...con quien yo elija.-Yuzuki se quebró. Y lloró. Cubrió su rostro con ambas manos, encorvándose sobre sus rodillas. Se sintió deshecha, hundida en frustración.
Decepcionada.
Su padre pareció calmarse cuando vio las lágrimas de su hija. Y se arrodilló a su lado también.
- Está bien cariño...está bien...hagamos algo, vamos a pausar una semana este tema del matrimonio y-
-¡NO!- Gritó ella, aún con la cara oculta entre sus manos.
- Se pasa tu tiempo, Yuzuki.- Dijo él, tristemente. Y puso una mano sobre la espalda de su hija.- Ya eres mayor y se me dificulta buscarte un marido.-
Hubo un silencio un momento. Yuzuki sacó su rostro de sus manos y miró hacia afuera, a través del shoji abierto, al enorme jardín y los árboles verdes. El sol caía, el arrebol del atardecer comenzaba a asentarse, el final de un día se reflejaba en el cielo, y el de un ciclo, en su corazón.
- Padre...- dijo ella, irguiéndose, y quitando la mano de su padre.- o renuncias a tu obsesión con mí matrimonio o me iré para siempre.-
Hubo un silencio sepulcral. Kyojuro se congeló detrás del fusuma al oír las palabras de Yuzuki, e internamente se sintió muy orgulloso de ella.
Acababa de dar el primer paso.
- ¿Irte?- dijo Tetsuo, incrédulo. Y rió luego.- ¿Cortaras los lazos con tu familia? ¿Donde te irás? ¿A vivir debajo de un puente?-
- Al menos no estaré sometida en un matrimonio forzado.-
- No te atreverías...- susurró Tetsuo.
Se miraron.
El hombre vio un fuego diferente en la mirada de su hija. Y aunque había llorado, ardía con fuerza y violentamente en sus ojos. Su pasión estaba desbocada.
Yuzuki sintió que las piernas le fallaron, que su garganta era un desierto totalmente seco y árido. Pero no vaciló.
-Adiós padre. Te amo.- Yuzuki se dio media vuelta y abrió el fusuma. Se encontró con la mirada de Kyojuro y bajó la vista. Apuró el paso por el pasillo y Tetsuo salió por detrás.
- ¡Vuelve aquí, niña irrespetuosa!- vociferó el hombre mayor.
Entonces vio a Kyojuro parado junto a él y le ordenó, señalando a Yuzuki
- Traela. Detenla. ¡Traela!-
- No lo haré.- contestó él, firme.
Yuzuki los miró desde el final del pasillo. Y Kyojuro caminó hacia ella, dándole la espalda a Tetsuo.
- ¿¡Pero qué...!? Te estoy dando una orden, Rengoku.-
- Renuncio. Ya no estoy bajo su mando, señor Gotō.- Dijo Kyojuro, y se detuvo a mitad de camino. Volteó a verlo y le habló firmemente.- Y no voy a hacer nada que lastime a Yuzuki. Yo no la traje de vuelta, ella decidió volver para hablar con usted, porque tenía la esperanza de que usted entienda lo que ella siente. Veo que no fue posible. Así que la llevaré conmigo una vez más..
- ¿¡'Una...una vez más'!?- repitió él hombre, totalmente incrédulo.
- Yuzuki estuvo en mí casa con mí familia todo este tiempo. Le di un lugar donde descansar y pensar.- dijo Kyojuro, sin inmutarse.
Tetsuo palideció de ira. Sintió un tsunami de furia azotar despiadadamente su interior.
- ¡Eres un traidor! -Tetsuo siseo, apretando los puños.- Un asqueroso mentiroso.-
- No señor.- Lo interrumpió Kyojuro.- Protejo lo que usted me ordenó proteger en primera instancia, a toda costa y a pesar de todo. Incluso si implica protegerla de usted. Porque Yuzuki es una mujer maravillosa y ganó mí corazón.-
Hubo un silencio.
Yuzuki, parada al final del pasillo, sintió que se iba a desmayar y tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para mantenerse en pie.
Su corazón pareció explotar, eran demasiadas cosas para asimilar.
Rengoku no esperó más, y siguió su camino hacia Yuzuki.
- Vámonos.- Le dijo, y ella lo siguió.
Apresuraron el paso y salieron, con Tetsuo pisándole los talones, y gritando a todo pulmón.
- ¿¡Dónde creen que van!? ¡Yuzuki! ¡Vuelve aquí!-
Los empleados salían a las pasarelas externas a observar la escena, y entre ellos Yuzuki pudo ver a Aiko, con los ojos muy abiertos, sin entender.
Dos guardias se interpusieron entre la puerta de madera y ellos, katana en mano.
- Bajen las armas. Es una orden. Aún soy su Señora hasta que traspase esa puerta, y esta será mí última voluntad como tal.- dijo Yuzuki, solemnemente, dando un paso adelante.
Toda la casa guardó silencio, y pudo sentir mil ojos clavados en su espalda. Pero ella no vaciló.
Y los hombres obedecieron.
Yuzuki y Kyojuro salieron por las puertas de madera sin mirar atrás.
Caminaron por el sendero y poco después escucharon a Tetsuo gritar, desde la puerta.
- ¡NO TE ATREVAS A VOLVER, LE DISTE LA ESPALDA A TU FAMILIA, A LA TRADICIÓN Y AL HONOR, LO ARRUINASTE TODO! ¡TU YA NO ERES MI HIJA! ¡NO TE ATREVAS A VOLVER! ¡ERES UNA DESHONRA! ¡TRAICIONAS A TU CASA POR UNA ASQUEROSA AVENTURA!-
Ella no miró atrás ni siquiera una vez. Caminó al lado del ex Pilar, firme.
Pero Kyojuro vio, claramente, como su rostro se descompuso en una mueca de dolor, y las lágrimas corrieron como un río por las mejillas blancas.
