11 de agosto de 2011

El día de hoy ha amanecido soleado y en extremo caluroso, llegando incluso a rebasar las máximas de temperaturas de los registros meteorológicos; un hecho que ha llamado la atención de todos los muggles y magos especializados en el tema, aunque esto no es algo que a Harry Potter le interese, especialmente porque el derrocador de Voldemort está sufriendo las consecuencias de este clima nefasto. Harry realmente odia a Voldemort por haber si el responsable (directa o indirectamente) de haber matado a tantas personas importantes para él, entre las que destacan sus padres; y para todo aquel que tenga un mínimo de cordura en su mente es conocido que, de haber un puesto de las personas que él más detesta, Umbridge estaría disputándose el primer puesto con el otrora señor tenebroso. Lo que el resto del mundo no sabe es que hay una tercera cosa que encabeza este podio del odio, y esta es nada más y nada menos que el calor que viene aparejado con la temporada de verano.

Sí, damas y caballeros, Harry Potter, figura a seguir de niños y adultos por igual, odia el verano. La forma en la que debe mantenerse a la sombra y con cientos de encantamientos de protección solar, junto al cansancio y mareos que lo asaltan cada vez que le baja la presión, son una de las tantas razones por las cuales Harry detesta el calor. Ni siquiera el hecho de ver con poca ropa el atractivo cuerpo de Draco es incentivo suficiente para convencerlo de que esta es una de las mejores estaciones del año. Después de todo, ¿de qué sirve estar cerca del objeto de tus deseos cuando ésta viste poca ropa, si el sudor que el maldito calor genera en tu cuerpo te deja inevitablemente con la piel pegajosa y acalorada? Si, realmente no hay nada de seductor en ello; especialmente cuando tus sueños húmedos no ayudan en lo más mínimo a disminuir el calor corporal.

El simple recuerdo de la forma en la que se ha estado despertando todos los benditos días sudando a mares, acalorado y con una erección de campeonato que no se irá a menos que se haga una insatisfactoria paja bajo la ducha es más que suficiente para recordarle lo mucho que detesta el verano; al menos en invierno no tiene que salir de debajo de sus sábanas para masturbarse. De hecho, y si cierra los ojos, incluso puede pretender que las gruesas cobijas que lo cubren son el cuerpo de Draco sobre él, mientras éste último golpea dentro suyo ese punto que le hace ver estrellas contra sus párpados. Sin embargo, en verano, nada de esto es posible. El simple pensamiento de cubrirse con algo para fantasear que es el cuerpo de Draco es más que desalentador y frustrante en estas circunstancias, y hay un cierto límite que pueden soportar los hechizos refrescantes. Además, él nunca ha sido demasiado bueno para conjurarlos, y si a eso le sumamos el hecho de que su magia se vuelve algo… descontrolada cada vez que está masturbándose, a Harry ni siquiera se le pasaría por la cabeza mantener un hechizo como este mientras está tocándose unas partes tan delicadas de su anatomía. Todo esto sólo contribuye a que Harry termine completamente frustrado e irritado después de hacerlo; sólo un motivo más para detestar el verano.

Desafortunadamente, la mayoría de las personas que lo rodean no piensan lo mismo que Harry y, en cambio, están riendo y divirtiéndose en la parte más soleada del patio trasero de La Madriguera, mientras juegan en la improvisada piscina que George y Ron han conjurado esta mañana, o toman sol en una de las tantas reposeras que Luna y Hermione han hecho aparecer con magia. El cumpleaños de Ginny, el cual no parece ser otra cosa más que una excusa para tener una fiesta de piscina, está teniendo un gran éxito y aceptación por todos los presentes. Por todos, menos por Harry Potter.

Harry suelta otro bufido molesto, mientras vuelve a tratar de encontrar otro recoveco en el patio que todavía no haya sido invadido por el astro rey, después de todo, su piel ya empieza a arder debido a la exposición frente a este último. Afortunadamente, encuentra un amplio lugar repleto de sombra junto a la mesa de bocadillos y refrescos que la señora Weasley ha traído desde la cocina. Sintiéndose agradecido de haber encontrado un lugar donde pasar el resto del cumpleaños de Ginny, Harry se acerca a uno de los bancos y se sienta, mientras trata de elegir entre la gran variedad de delicias que tiene frente a él. Después de mucho pensar, se decide por unos pequeños bocaditos helados de frutilla y crema. La acidez de los pequeños trozos de frutillas contrasta a la perfección con la crema helada y deja a Harry con una sonrisa satisfecha en su rostro. Sin embargo, una mano pequeña y delicada se coloca contra su hombro, sacándolo de sus pensamientos obscenos, unos en los que se imagina lamiendo esta crema directamente del pecho de Draco.

─¿Te encuentras bien, Harry?

El ligero acento francés que se escucha a su derecha le dice a Harry que es Fleur quien se ha colocado en el banco a su lado. Un vistazo a su costado le confirma que Fleur, a pesar de haber tenido tres hijos y de estar cada vez más cerca de los cuarenta años, aún sigue siendo despampanantemente hermosa. Su largo cabello rubio, sus ojos azules que brillan más que dos zafiros y su delgada figura que tiene las curvas y rellenos en los lugares adecuados, no hacen nada más que demostrar no sólo su ascendencia veela, sino también que ella es la representación del sueño húmedo de hombres y mujeres por igual, si es que te gustan esas contexturas tan delicadas y femeninas; pero como Harry no es esa clase de persona, la belleza casi irreal de Fleur no consigue moverle un pelo. De hecho, a Harry lo atraen las figuras mucho más altas que él, ligeramente musculosas y que tienen un miembro colgando entre las piernas. Es por este motivo, por el cual no sorprende a nadie que Harry sea el único hombre en el lugar que puede verla a los ojos y sin desviarse ni por un segundo al maravilloso cuerpo en bikini de Fleur.

─Sí, por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?

─Te noto algo…triste. ¿Estás seguro de que todo está bien? Sabes que puedes contar conmigo para hablar de lo que te molesta, ¿verdad?

Harry sonríe con algo de tristeza al escucharla decir esto, y se patea mentalmente por no haber levantado mejor la máscara que oculta esa gran soledad que le rodea el alma. Sin embargo, Harry nunca ha sido alguien que pueda hablar de sus sentimientos con tanta facilidad como el resto de los mortales, obra de sus insensibles tíos mientras lo "criaban" de niño, así que no hay forma en esta tierra de que Harry pueda comentarle a Fleur todos los sentimientos que tiene por Draco. Es por ello, que Harry se apresura a buscar una excusa que lo haga salir indemne de esa situación en la que se ha metido. Afortunadamente, el calor insoportable que está sintiendo en estos momentos le da la excusa que necesita. ¿Quién hubiera pensado que el verano serviría de algo más que para hacer irritar a Harry?

─Sí, lo sé. Muchas gracias, Fleur; pero lo digo de verdad. Estoy bien, sólo me siento un poco cansado. Sabes que esta época del año no es mi favorita. Realmente detesto el calor.

─Oh, es cierto. Olvidé que no soportas bien estas temperaturas. ─Fleur dice esto con un tono comprensivo, pero Harry puede ver que ella no cree del todo la excusa que le ha brindado. Afortunadamente, ella decide que no vale la pena indagar en lo que está molestándole, y cambia de tema a uno que hará que a Harry le surjan deseos de ir a refrescarse en la piscina sólo para poder escapar de lo que se avecina. ─Oh, ahora que lo mencionas, hay alguien a quien tampoco le gusta el verano como a ti.

─¡Oh! ¿De verdad?

Harry pregunta esto con desconcierto, ya que no ha conocido a nadie que deteste el verano. De hecho, todos sus amigos odian el invierno, la cual es la temporada favorita de Harry. Creyendo que quizás Fleur tenga algún amigo francés atractivo que presentarle, el cual parece tener gustos similares a los suyos y que podría conseguir sacarle de la cabeza a Malfoy de una vez por todas, Harry se apresura a preguntar: ─¿Quién es?

─Draco Malfoy. Sí, al igual que tú, él ama el invierno y no puede soportar el verano.

Y adiós a su idea de dejar de pensar en Malfoy.

Malfoy. Por supuesto que tiene que ser Draco Jodido Malfoy el que tiene gustos similares con Harry, sólo para terminar de confirmarle lo muy perfectos que serían juntos. ¿Es que el destino nunca se cansará de burlarse de él? Al parecer, no lo hará, porque Fleur continúa comentando lo grandioso que es Draco; algo que es totalmente inútil, ya que Harry no necesita de Fleur ni de nadie más para que le digan cuán perfecto es su antiguo rival porque él ya lo ha admitido incluso antes de que su cerebro se haya percatado de ello.

─Bill invitó a Draco a casa el domingo pasado para que pudiera ayudarlo a traducir el libro de maldiciones antiguas que Ragnok ha estado pidiéndole a Bill. ¿Y sabes? Draco es increíble. Conoce muchísimos idiomas y habla la gran mayoría de ellos casi a la perfección. Es casi como una especie de traductor humano, realmente es admirable. Aunque eso no es lo único admirable en él.

La forma en la que los ojos de Fleur se iluminan al hablar de las grandes cualidades de Draco no le agrada para nada a Harry. A tal punto le fastidia este hecho, que siente a la bestia de los celos despertando una vez más. Aunque Harry no tiene tiempo de hacer nada más que una especie de ahogado sonido, porque de inmediato Fleur continúa diciendo algo que dejará a Harry con una sensación igual a la que sentiría de haber sido apuñalado con una daga.

─Oh, no, su inteligencia no es lo único admirable. Su belleza exterior también es algo a destacar. Él es tan sorprendentemente atractivo que, de existir, incluso podría pasar por un veela masculino. ─Fleur aparta su brillante cabellera en un gesto que la ha visto hacer en cuarto año cuando quería llamar la atención de alguien, y eso hace que la bestia de los celos comience a destrozar su pecho a arañazos por lo que implica ese movimiento. Sin embargo, Harry consigue mantener una máscara imperturbable, y su disgusto sólo es notable debido a lo mucho que está apretando la mandíbula; aunque Fleur decide ignorar los celos de Harry y simplemente continúa aplicando presión al imaginario puñal que tiene presionado contra su corazón. ─¿Sabes una cosa, Harry? Si yo no estuviera enamorada de Bill y no tuviera una parte de sangre veela que me hace ver a mi esposo como un compañero veela, puedo asegurarte de que haría lo que sea para que Draco sea mío. Un hombre como ese nunca se me habría escapado.

Y con eso dicho, Fleur se levanta del banco con toda la gracia que la caracteriza, para retomar sus pasos hacia una de las reposeras en pleno sol junto a Hermione y Luna. Harry, por su parte, no parece poder salir de su aturdimiento después de la confesión para nada esperable que acaba de escuchar de parte de la rubia; aunque su reacción interna es todo lo opuesto. Harry está completamente enojado y con el león de los celos dispuesto a atacar a cualquiera que vuelva a decirle que Draco es atractivo. Sin embargo, lo que más destaca de sus emociones es la gran inseguridad que se está apoderando de su ser porque, si alguien tan hermoso como Fleur se siente atraído por Draco, es obvio que más personas como ellas se sentirán de igual forma. ¿Y cómo competir contra alguien que roza la perfección? Él ciertamente no se considera alguien atractivo al nivel de Fleur. Entonces, ¿cómo podría Draco dirigirle siquiera una mirada, cuando él podría tener hombres mucho más atractivos que Harry?

Oh, genial. Vaya manera de aniquilar sus esperanzas de que alguna vez pueda reunir el valor suficiente de confesarle sus sentimientos a Draco.

Sin lugar a dudas, otro motivo más para odiar el verano.


Notas finales: espero que les haya gustado. Sus comentarios son siempre bienvenidos. Nos leemos mañana.