Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
~Tú y yo, a dos mundos de distancia~
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—Estoy fuera, yo no iré. —Senku miró de mala manera a Ryusui antes de darle la espalda con el afán de salir de la cabina del barco y dejar la discusión a medias.
El Capitán, más que extrañado por el repentino cambio de actitud en su compañero al mencionar sus más recientes planes, lo detuvo antes de que éste diera un paso más. Eran tan inusitadas las ocasiones en las que Senku se negaba a ser partícipe en los atracos, que la negativa de su cooperación descolocó por completo a Ryusui.
¿Qué le sucedía?
—Alto ahí bribón, no puedes estar hablando en serio —el capitán estrechó la mirada en el joven que prácticamente era su mejor hombre en ese barco—. ¿Estás diciéndome que prefieres quedarte en el barco mientras nosotros arriesgamos nuestro pellejo en el Reino de Piedra?
Senku lo miró con una severa expresión en blanco ante su muy evidente sarcástico comentario, no afirmó o negó nada, sin embargo el silencio fue suficiente para que Nanami obtuviera su respuesta.
Ryusui suspiró dramáticamente con cansancio, quitándose el sombrero para despeinar a modo de berrinche, sus rubios mechones salvajes.
—Senku, dime que toda esta absurda negativa no es por "eso".
—No sé de qué demonios estás hablando, pero mi respuesta sigue siendo la misma… No arriesgaré mi trasero por este capricho tuyo, robar uno de los barcos mercantes de la ciudad vecina sería mucho más sencillo que infiltrarnos en el castillo de Kokuyo para robar la Medusa. —para Senku, tal negativa estaba más que justificada.
¿Quién en su sano juicio entraría a un castillo repleto de guardias en el estúpido afán por robar una de las reliquias más sagradas e importantes de todos los reinos?
—Fuiste tú quién me habló de su verdadero poder en primer lugar y no sabes cuánto lo deseo.
Bueno, sólo Ryusui Nanami al parecer.
Senku se arrepintió entonces de hablar de más sobre el extraordinario poder del misterioso artefacto que se resguardaba tan recelosamente en el Reino de Piedra. Poder por el cual dicho Reino recibió tan peculiar nombre.
—Y tú mejor que nadie conoce cada maldito rincón de ese castillo, no podremos hacerlo sin ti —insistió Ryusui—. ¿No es así querido príncipe? —una gatuna sonrisa se extendió por la comisura de los labios del Capitán.
Ugh, Senku tuvo la imperiosa necesidad de borrar esa estúpida sonrisa jactanciosa de la cara de Ryusui. Ser llamado por un título que ya no ostentaba removió viejos sentimientos que no quería en él. Sentimientos que para Senku eran tan innecesarios e ilógicos, casi una molestia.
—Lo dice el también ex príncipe que traicionó a su familia y les robó todo cuando huyó de casa para convertirse en un sucio Pirata. —Senku rebatió con una sonrisa de suficiencia.
Bueno, dos podrían jugar el mismo juego.
Pero en lugar de una lógica respuesta de molestia en Ryusui por sus palabras, lo único que obtuvo de él fue una patentada sonrisa de orgullo ante tales acusaciones.
Obviando el hecho de que no se arrepentía por las acciones en contra de su linaje.
Y Senku quizá encontró en la historia de Ryusui el motivo clave de su traición, porque ser el hijo bastardo del Rey y convertirse en el paria de la familia fue razón suficiente para hacer lo que hizo.
Años de desprecio y presión por parte de su padre y de la esposa e hijos legítimos de éste colmaron la paciencia y el buen corazón de un joven que sólo quería el calor de una familia y el cariño de dicho padre.
Pero tan de repente como la sonrisa de Ryusui apareció, también se extinguió antes de hablar.
—No es sólo un capricho —el rostro de Ryusui se tornó serio al igual que su tono de voz, abandonando cualquier resquicio de buen humor—. Si la Medusa tiene el poder que dices que tiene, entonces debo obtenerla cuanto antes.
—Morirás si intentas apoderarte de ella, o en el peor de los casos quedarás petrificado antes de siquiera poner un dedo encima. —advirtió Senku con seriedad.
Tanto como conocía el poder de la Medusa, Senku también sabía sobre el mecanismo de defensa que ésta podía llegar a tener. Si un bastión de soldados y guardias no eran suficientes para detener a los intrusos, entonces activar el dispositivo de petrificación a distancia fue una medida más efectiva.
Después de todo, fue Senku quien se encargó de que eso fuese así. Ahora, después de casi cinco años tras su huída del Reino de Piedra ante un inminente matrimonio concertado con la hija del Rey Kokuyo, no sabía cuánto había mejorado su rudimentario sistema de defensa.
—Así que olvídalo ya. —desestimó, tratando que Ryusui desistiera de su plan suicida.
—No se trata de mí sino de Sai. —miró fijamente a Senku tratando de que comprendiera las palabras que aún no se atrevía a pronunciar en voz alta.
Y entonces Senku cayó en cuenta de las verdaderas intenciones de Ryusui tras el robo de la Medusa.
Sai. Otro de los hijos bastardos del Rey Nanami y el único que Ryusui llegó a querer como un verdadero hermano.
Senku no sabía con exactitud lo que estaba sucediendo con Sai, a quien trató el tiempo suficiente para saber que era un joven realmente inteligente, sensible y humilde. No fue sino después del primer año en el que se percató de la extraña enfermedad que seguía debilitando cada vez más al hermano de Ryusui.
Entonces esta medida tan precipitada sólo podía significar una sola cosa.
—¿Cuánto tiempo? —quiso saber Senku, refiriéndose al tiempo estimado de vida que el joven podría tener.
Ryusui negó con la cabeza, su expresión de tristeza escondida inútilmente tras una sonrisa abatida.
—No lo suficiente. Francois está con él y sus cartas sólo me entregan noticias desalentadoras… ni siquiera creo que pueda llegar al invierno.
Tres meses cuando mucho según las palabras de Ryusui. El pronóstico no fue bueno.
—¡Maldición! —Senku siseó por lo bajo apretando los puños en frustración.
Esto no podía estar sucediendo, definitivamente no quería volver a pisar el castillo pero tampoco podría dejar morir a Sai por su aversión al pasado. Estaba entre la espada y la pared.
—No lo robaría si no estuviera desesperado —habló de nuevo Ryusui—. He robado y juntado enormes cantidades de oro, pero ni todo el dinero del mundo ha servido para que mi hermano mejore. La Medusa es la mejor opción que tengo para salvar la vida de Sai.
Senku odió la manera en la que Ryusui estaba apelando a ese lado humano en él porque estaba funcionando. Malditamente estaba considerando una posibilidad de éxito.
No tenía la menor duda de que la Medusa salvaría la vida de Sai, después de todo, el pequeño artefacto era como el fruto prohibido que iba en contra de la naturaleza al lograr revertir la muerte. Senku pudo constatar dicho poder en más de una ocasión.
Ruri, la sacerdotisa del Reino se había curado de su mortal enfermedad gracias al poder de la Medusa; y Hyoga, uno de los soldados del príncipe Tsukasa, quien fue petrificado unos minutos después de su muerte, revivió tras ser despetrificado por accidente.
Entonces lo que antes fue sólo un enigmático rumor para Senku, se convirtió en una fascinante y temida realidad.
Vencer a la muerte y violar así la ley primordial de la Naturaleza.
—No te garantizo que será fácil burlar a los hombres de Kokuyo, pero conozco algunos atajos y trucos que nos pueden servir para la infiltración. —aseguró Senku con renovada convicción.
Su decisión estaba tomada, regresaría al Reino de Piedra para robar la Medusa.
Aunque la muerte no se comparó con el temor de volver a verla a ella.
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El pasado estaba dándole una certera bofetada en la cara.
Senku se ocultó en la estrecha abertura del pasadizo de uno de los pasillos del corredor cuando notó la presencia de alguien a tan sólo un par de metros de distancia.
Permaneció en completo silencio, esperando que quien fuese que estuviera rondando los pasillos se alejara de inmediato sin percatarse de su presencia.
Fue una lástima que la pésima suerte que se cargaba nunca ayudara en su causa.
—Mi padre está enloqueciendo con los preparativos del banquete de esta noche.
Maldición, Senku conocía esa voz a la perfección… era ella.
La única razón por la que se negó a regresar a ese lugar y por la que de igual manera huyó en aquél entonces. Su pecho se llenó entonces de una extraña y familiar calidez al oír la voz de la única mujer que había logrado confundir su mente en ese entonces.
Y quizá, también ahora.
—¿Esto de verdad va a pasar?
Oh, Senku también reconoció la voz de la otra persona que la acompañaba a ella. Por supuesto ¿Cómo no lo imaginó?
Pero no hubo sonido alguno después de dicha declaración y el silencio se instaló de manera incómoda en ese pasillo. Senku sintió el aire denso que pululaba a su alrededor.
Un ligero carraspeo masculino rompió el silencio seguido de un par de pasos antes de volver a detenerse, entonces Senku pudo ver desde las sombras la figura del joven que estaba acompañando a la mujer por la que aún guardaba ilógicos y patéticos sentimientos.
Chrome, a quien Senku identificó como su hermano adoptivo, se detuvo frente a la chica con una expresión en su rostro de seriedad y otra emoción que le fue imposible de descifrar.
No quería ver esto, ese fue el motivo por el cual decidió romper ese matrimonio, debido a los sentimientos de Chrome.
O al menos eso fue lo que creyó al principio, pero la verdad tras todo eso fue incluso más extraña y difícil de digerir.
Y fue esa verdad la que obligó a Senku a huir.
—Sé que esto fue concertado por tu padre y el Rey Byakuya incluso desde antes que Senku deshonrara a tu familia —Chrome habló incómodo por tocar el tema—. Pero no quiero hacer esto a menos que tú quieras y estés de acuerdo.
Senku escuchó atento las palabras de su hermano adoptivo, bufando silenciosamente por el atrevimiento de Chrome de llamar a la cancelación del Matrimonio como una deshonra de su parte ¿Quién se creía? Todo fue culpa de ese pequeño traidor.
—Chrome no tienes que hacer esto… —ella finalmente habló.
Su voz fue apenas un recuerdo placentero en la mente de Senku. Cómo extrañaba esa voz.
—Kohaku —Chrome ignoró sus palabras—. ¿Quieres ser mi esposa? —la miró con seriedad, aguardando por una respuesta, cualquiera que fuera.
Ella jadeó por la inesperada propuesta sin saber cómo reaccionar. Kohaku no dijo nada por unos minutos, tratando de encontrar la respuesta adecuada a dicha proposición.
—Chrome… yo…
Eso fue suficiente para Senku, no necesitaba escuchar la respuesta que Kohaku le daría a Chrome, una respuesta que él ya sabía a la perfección.
Ella le diría que sí, después de todo, sabía que Kohaku estaba enamorada de Chrome. Y después de un tiempo, Senku notó que el sentimiento era mutuo.
Fue un estúpido al creer que a quien Chrome amaba era a Ruri cuando en realidad a quien estaba mirando era a Kohaku. La misma mujer de la que él se había enamorado.
Senku se sintió tan traicionado al ver cómo poco a poco se iban acercando y la manera en la que Kohaku siempre lo rechazaba a él desde que le dió a entender sus propios sentimientos.
Y el punto de quiebre para Senku fue el compromiso de ambos, entonces mandó todo al demonio y huyó del Reino sin importarle nada más.
Quería de alguna manera arrancarse esos molestos sentimientos que no lo dejaban pensar con claridad.
Ahora, al escuchar por segunda vez dicha propuesta sintió un nudo en el estómago.
Senku le dió una última mirada a su hermano, quién se encontraba postrado en una rodilla sosteniendo la mano de Kohaku. Miró hastiado la escena y salió tan rápido de ahí como le fue posible.
Siguió su camino por el oscuro y estrecho pasadizo sin mirar atrás, con su ilógico corazón hecho pedazos una vez más.
El amor era un molesto problema después de todo.
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Fin (?)
N/A:
WTF?! Chrome y Kohaku?! Ok lo admito, son mi gusto culposo así como lo es el SenLuna también uwu pero esto es un Fic SenHaku al Diez mil millones por ciento!
Ni siquiera sé de dónde vino eso pero creo que no me desagrada lo que ha salido XD
Esta idea se basa en Simbad… o algo así quería lograr aunque creo que no salió muy bien y me fui por otro lado u.u
Queda una parte más, que subiré apenas tenga tiempo 0.0
En fin muchas gracias por pasar a leer, me gusta saber sus opiniones así que no duden en dejarlas… ya sean incluso tomatazos son bien recibidos XD
Hasta la próxima!
