Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
~IV. El camino que he elegido. ~
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—¿Por qué lo hiciste?
Senku se dió la vuelta y miró a Kohaku, totalmente sorprendido de su presencia en el calabozo al que fue confinado horas atrás en tanto el consejo de los cinco reinos preparaba su juicio. A pesar de la tenue oscuridad aplacada por el halo de luz que se colaba desde la rejilla al interior, la reconoció fácilmente, él nunca podría olvidarla. En el momento en que la vio, su corazón se aceleró, sus profundos ojos aguamarina lo miraron fijamente y él pudo notar en los turbios ojos de la chica el brillo de la ira y la confusión.
Los labios de Kohaku estaban en una delgada línea y un escalofrío recorrió al ex príncipe al recordar aquel beso que una vez compartieron. Este no era el lugar ni mucho menos el momento, así que apartó el molesto recuerdo de sus pensamientos.
—No te bastó con robar la medusa sino que también apuñalaste a Chrome —era la primera vez que lo veía después de cinco largos años desde su cobarde huída y definitivamente éste era el último escenario que cruzó por la mente de Kohaku para cuando al fin lo encontrara—. Tus compañeros te abandonaron vilmente a tu suerte y seguramente te condenen a muerte por tus crímenes… Sólo devuelve la medusa y quizá mi padre y los demás miembros del concejo te perdonen la vida.
No estaba del todo segura pero sabía que si Senku tenía la sensatez de devolver la reliquia al reino, tal vez Kokuyo y los demás podrían simplemente sentenciarle a prisión en vez de ejecutarlo frente a los cinco reinos como naturalmente se tenía previsto. Además, también sabía que el rey Byakuya estaba apelando por él… por el hijo malagradecido que lo abandonó sin más.
—Les he dicho hasta el cansancio que yo no fuí —Senku gruñó al replicar y lo que antes fue una grata sorpresa ahora se convirtió en indignación y molestia por el simple hecho de que Kohaku lo acusara de tal barbaridad—. Ya les dije que fue Xeno el que robó la reliquia, envió a Stanley para hacerse pasar por mí y robar la Medusa, fue él quien también me hizo apuñalar a Chrome con uno de sus sucios trucos de manipulación.
—¡Ja! ¿De verdad esperas que creamos eso? Es imposible, eso quebrantaría el tratado de los reinos.
Ningún dios había quebrantado nunca ese sagrado acuerdo y era por ello que el mundo mortal gozaba de cierta tranquilidad.
—Sí, sí, sí… el dichoso pacto de paz entre dioses y humanos —Senku desestimó con desdén—. Es el jodido dios del caos, Leona, a ese bastardo no le interesa ese maldito acuerdo y te apuesto todo mi maldito oro a que está haciendo esto solamente por diversión.
Estaba comenzando a perder la paciencia y por la expresión en la princesa, supo que ella también.
—¡No me llames así! Y deja de mentir Senku —Kohaku se acercó lo suficiente a él para tomarlo de la solapa de su camisa y estrujarlo—. Huiste del reino y te convertiste en un sucio pirata, eso es lo que eres ahora y por eso regresaste, volviste únicamente para robar nuestra reliquia. —una miríada de emociones se arremolinó caóticamente en el interior de Kohaku.
Durante todo el tiempo en el que esperó su regreso, Kohaku hizo una lista mental de todas las cosas que pensaba decirle una vez que lo encontrara, las palabras estaban fluyendo fácilmente ahora; pero incluso entonces se reservó varias cosas que contempló pero que nunca podría llegar a decirle. Todo se desvaneció cuando lo vio la noche anterior, la imagen de Senku que ella tenía en su memoria y corazón se esfumó en apenas una fracción de segundo. En este momento no sabía si sentirse aliviada por haberlo encontrado con vida después de tantos años o enfadada por su traición y el caos que había causado.
Por su bien, Kohaku trató de mantener sus inapropiados sentimientos bajo llave, él ya no era aquel joven que alguna vez admiró por su inteligencia y determinación, ahora era un traidor… un sucio y despreciable pirata.
—Tú me conoces mejor que nadie, Kohaku. Sabes quién soy. —la forma en la que ella lo miró en ese instante le hizo saber que había tocado algo en sus recuerdos, algo en esa conexión que Kohaku siempre se negó a aceptar.
Por una fracción de segundo el agarre de Kohaku pareció flaquear y Senku aprovechó esa oportunidad para acercarse aún más a ella e invadir su espacio personal. Podía intentar ignorar su propio corazón pero su cuerpo era un asunto diametralmente distinto, ella pareció corresponder a su cercanía y en un acto de descaro, también a su toque cuando él la abrazó por la cintura.
El futuro de Senku estaba en juego pero no le temía a la muerte, y menos si era a manos de ella.
—Yo… —nunca se había quedado sin palabras, sin embargo en este momento ninguna podía salir de su boca debido a la mirada y cercanía de Senku. Tragó y separó los labios esperando que salieran las palabras adecuadas.
Y eso fue lo último que sucedió porque antes de que tuviera oportunidad de replicar dicha afirmación, los labios de Senku estaban sobre los suyos. Él la envolvió entre sus brazos y apretó su cuerpo contra el suyo, dejándole en claro cuánto la había extrañado y por esa fracción de segundo, también dejando de lado todo lo demás.
El beso se vió interrumpido abruptamente por un audible carraspeo en la celda, los ojos de Kohaku se abrieron con impresión encontrándose con los de Senku. Y así como él lo hizo con ella, sin darle oportunidad de nada en su ataque, ella lo empujó y le dio una sonora cachetada que resonó por las sucias paredes de la habitación. Le dio la espalda con la intención de salir de ahí cuanto antes, y en su huída chocó con el que momentos atrás había soltado el sonoro e incómodo carraspeo.
—Ten más cuidado, Kohaku-chan. —Byakuya la sostuvo por los hombros para evitar que cayera al suelo debido al impacto de su choque.
Al notar de quién se trataba, Kohaku agachó la cabeza dejando que la vergüenza y la ira se apoderaran de ella. El padre de Senku había presenciado aquel infame momento de debilidad.
—Rey Byakuya —ella jadeó—. Esto no es… le aseguro que no… —¿Cómo iba a explicarle? Ni siquiera ella podía explicarse lo que había sucedido.
—Quiero hablar con mi hijo ¿Podrías dejarnos a solas? —el tono no fue severo ni mucho menos una orden, la amabilidad es lo que solía caracterizar al Rey Byakuya después de todo—. Y no sé de qué me hablas, este lugar está tan oscuro que es difícil ver algo en el interior. —él le guiñó un ojo mientras se apartaba del camino para dejar que la princesa saliera del lugar.
Kohaku agradeció con una simple mirada al hombre y se apresuró hacia la salida, aunque claro, no sin antes enviarle una oscura mirada a Senku por encima del hombro.
Una vez que Kohaku abandonó la celda, la expresión del anciano cambió drásticamente, dejando la sonrisa y expresión tranquila a un lado para ser reemplazada por angustia. Miró a su Senku, quién aún se sobaba la mejilla con insistencia para tratar de aplacar el dolor.
—No fuiste tú ¿Verdad hijo?
Senku levantó las manos en señal de irritación.
—Ya les dije hasta el cansancio que todo esto es una trampa de Xeno, yo no tengo la maldita Medusa. —el maldito dios del caos se encargó de hacerlo ver como el único culpable y estaba cansado de repetir una y mil veces lo mismo.
—Lo sé —Byakuya curvó los labios en una sonrisa de pesar—. Chrome también te cree, dijo que aquel que lo atacó no podías ser tú. Ambos apelaremos en tu juicio, Senku, al menos para evitar la pena de muerte. Ginro apenas recuerda lo que pasó esa noche pero Matsukase vio a tu supuesto hermano dirigiéndose hacia la torre donde la Medusa estaba resguardada.
Aún si no eran pruebas suficientes, eso les serviría por ahora para tratar de apelar al concejo.
—No es tan fácil como piensas, viejo. Nadie podrá convencer a Kokuyo de lo contrario. —de todos, sabía que el padre de Kohaku jamás le creería.
Y Byakuya le dio parcialmente la razón, el rey Kokuyo sin lugar a dudas era un hueso duro de roer, un hombre cuyas convicciones e ideales eran inquebrantables.
—Y aún si cree que todo esto es una treta de Xeno, todavía apelaría por la cancelación del estúpido matrimonio como último recurso. —Senku bufó.
Byakuya no pudo discutir aquello y de hecho con el tiempo comprendió que ese fue el principal motivo por el que Senku no regresó al reino. O al menos eso pensó hasta ahora…
—Supongo que siempre se trató de la princesa equivocada ¿No es así, hijo?
Pero Senku no le respondió y en lugar de eso le dio la espalda a su padre, alejándose de él. Sus pasos resonaron huecamente en el silencio mientras caminaba hacia la pared donde se encontraba la rejilla que le brindaba su única fuente de luz del exterior.
Aquel silencio fue toda la respuesta que Byakuya necesitaba.
—¡Ya basta de mentiras! Devuelve la medusa, Senku.
De repente la multitud congregada en el salón donde se llevaba a cabo el juicio se agitó ante el resonante y demandante tono del rey Kokuyo. Varios susurros no se hicieron esperar. El viejo gobernante estaba de pie ante el podio que ocupaban los otros tres reyes que ahora eran los jueces.
Senku pudo ver a su padre entre ellos, totalmente atento al rumbo que la situación estaba tomando; y junto al ostentoso podio, también pudo ver a Kohaku mirándolo con una expresión que le fue difícil de comprender, acompañada, claro, de su doncella.
—Ya te dije anciano, que yo no tengo la maldita Medusa ¿Estás sordo? —el pirata bramó con irritación e ignorando la mirada furibunda del rey.
Estaba cansado y harto de toda esa maldita situación.
Y quizá ese fue otro error suyo. Kokuyo no dudó en desenvainar la espada que llevaba y apuntarla directamente hacia la garganta de Senku guiado por el enojo y el recuerdo de su vieja deshonra.
—¡Padre basta! —Kohaku se apresuró hacia ambos para bloquear el arma del cuerpo de Senku—. No lo hagas. —empujó el filo de la espada a un lado.
—Apártate Kohaku ¿Qué crees que estás haciendo? —En el fondo él bien sabía por qué lo hacía y eso en parte fue una de sus mayores molestias en el pasado. Al parecer las cosas no habían cambiado a pesar de los años.
Pero no tenía tiempo para eso.
—Si lo matas ahora nunca recuperaremos la Medusa. —Kohaku supuso que ese sería motivo suficiente para detener a su padre.
Y en efecto, funcionó.
—Ishigami, Rey Kokuyo, princesa, comportense. —Tsukasa golpeó violentamente la madera de la mesa con el puño, tratando de enviarle una advertencia al acusado y a los demás.
Kokuyo por su parte con un simple gesto les ordenó a dos de los guardias de la sala que apresaran a Senku para tratar de someterlo debido a su altanería. Un audible quejido escapó de los labios del ex príncipe cuando Kinro y Magma lo sostuvieron de los brazos. En cuanto a Kohaku, su padre le envió una certera mirada de advertencia para que regresara a su lugar, a regañadientes ella obedeció.
—Es imposible que lo tenga el dios del caos, tú y tu tripulación de sucios piratas se infiltraron la noche anterior al palacio aprovechando la cena de compromiso de Kohaku y Chrome para robarle al reino. —Kokuyo acusó de nuevo, estrechando la mirada en el que una vez fue como un hijo para él.
La sola mención del absurdo compromiso hizo bufar a Senku y mirar por el rabillo del ojo a Kohaku, quien en todo caso parecía escuchar atenta cada palabra del juicio.
—Pues yo no lo tengo y pueden revisarme hasta el cansancio o incluso torturarme, pero lo único que puedo decirles es que mientras están aquí perdiendo el tiempo conmigo, su preciado artefacto está en los dominios de Xeno. Son unos idiotas si no van por él de inmediato.
Los intensos ojos del rey Kokuyo se deslizaron hacia Senku mientras lo miraba de arriba a abajo, con molestia absoluta ante sus altaneras palabras.
Tsukasa frunció el ceño al darse cuenta que en esas circunstancias el juicio no llegaría a nada, el príncipe estaba totalmente aferrado a esa falsa versión de los hechos a pesar de todas las pruebas. Bien, entonces sabía lo que tenían que hacer.
—Si ese es el caso, entonces la corte de los cinco reinos te declara culpable de traición y te condena a la pena de muerte, Ishigami Senku —el rey Tsukasa proclamó mientras se levantaba solemnemente para mirar al acusado—. Serás ejecutado hoy al atardecer y emprenderemos una búsqueda para la aprehensión y posterior ejecución de tu tripulación.
La sentencia no sólo escandalizó a Senku sino también a Byakuya, quien de inmediato se levantó de su asiento para dar su objeción. Tal como le había dicho a su hijo horas atrás, afirmando que no se encontraron pruebas suficientes y que Chrome podía asegurar que no se trataba de él. Pero todo fue inutil, ni Kokuyo ni Tsukasa pudieron tomar en cuenta dichas palabras debido al obvio lazo entre padre e hijo.
—¡Llévenselo! —Esta vez fue Kokuyo el que ordenó a los guardias.
Sin esperar nada, tanto Magma como Kinro apresaron los brazos de Senku con toda la intención de arrastrarlo hacia su celda a la espera de la ejecución. Ishigami se sacudió violentamente con toda la intención de zafarse del par de brutos, pero cualquier intento fue en vano.
—¡Alto! —la voz de Chrome se alzó de entre la multitud, abriéndose paso al centro de la sala con gran dificultad debido a su herida—. Demando el derecho de sustitución, llévenme a mí… yo tomaré el lugar de Senku. —pidió, una mueca de evidente dolor no se hizo esperar en su semblante.
Y la multitud estalló en escandalosos susurros una vez más ante el inesperado giro de los acontecimientos. La corte se miró entre sí sin saber qué decir al respecto ya que eso era algo inaudito y en el peor de los casos, Chrome estaba casi convaleciente por el ataque del hombre al que trataba de salvar.
—¡Chrome no puedes hacer eso! —Kohaku corrió hacia él visiblemente escandalizada por sus palabras. Lo sostuvo en sus brazos para ayudarlo a mantenerse estable al estar de pie.
La herida aún estaba fresca a pesar de las suturas que Luna, la médico del palacio, le dio. Chrome apenas y podía mantenerse en pie y de hecho quizá había burlado a los guardias de sus aposentos cuando se escapó.
Senku miró a su hermano con confusión y molestia, sin entender qué demonios pretendía Chrome con esta actuación de mártir. No lo necesitaba, sabía que Ryusui y el resto de la tripulación estaban planeando algo para sacarlo de ahí, jamás lo abandonarían a su suerte después de todo. Ese tonto sólo iba a complicar las cosas.
—¿Qué demonios intentas hacer, idiota? —las cejas de Senku se fruncieron—. Yo no necesito tu ayuda.
Chrome lo miró entonces con renovada determinación, como si estuviera considerando algo realmente importante. Con ayuda de Kohaku se giró hacia él.
—Senku afirma que fue Xeno quién está detrás de todo esto y envió a Stanley para robar la Medusa… él fue quién tomó la apariencia de Senku y la mía la noche anterior, y yo le creo… Yo no fui el que tomó la llave de Ginro para acceder a la torre y el que me golpeó en mis aposentos no puede ser Senku —declaró con seguridad, mirando a la audiencia y después a Kokuyo y a los jueces—. Sólo mírenlo… —con dificultad apuntó hacia Senku—. Ni siquiera puede zafarse de Magma y Kinro.
Más murmullos se elevaron rápidamente de la audiencia.
—Mi hermano sabe dónde encontrar al dios del caos y es por eso que debe ser él quien vaya por la reliquia y la devuelva al reino de piedra.
Ante la idea Senku protestó, esta vez dándole un pisotón a Magma para liberarse y acercarse a Chrome.
—Yo no haré tal cosa. —Senku le dejó muy en claro a Chrome.
—Conoces mejor que nadie el lugar donde se encuentra Xeno ¿No es así? Tú mismo me lo dijiste anoche —Chrome le recordó parte de la conversación que tuvieron, Senku conocía o al menos sabía dónde encontrar al dios del caos, si no era él entonces nadie más podría recuperar la reliquia—. Además, tienes una deuda con el reino de piedra por tu anterior ofensa al cancelar el matrimonio con la princesa Ruri… Recupera la medusa y tráela de vuelta, entonces serás absuelto de tu castigo, hermano.
Sería un trato justo después de todo, consideró Chrome; de esa manera Kokuyo también le perdonaría la vida por la humillación que le causó a su reino en el pasado. Y en todo caso él necesitaba a Senku con vida, entonces la única manera era ocupar su lugar en la condena, en el fondo sabía que él tampoco lo dejaría morir.
—No seré el responsable de tu muerte. —Senku le siseó.
Kohaku jaló a Chrome a un lado para reclamarle por su tonta acción ¿Qué estaba pensando? Obviamente eso fue un grave error ya que a Senku podría importarle menos si él moría.
—No vas a hacer esto Chrome, si Senku se marcha no regresará y serás ejecutado —ella alzó la voz con toda la intención de que incluso Ishigami la escuchara—. A él no le importa nadie más y jamás haría lo mismo por tí. —sus ojos se deslizaron hacia Senku, dándose cuenta que el ex príncipe también estaba observándola, pero rápidamente apartó la mirada de él.
La princesa miró después a Byakuya, esperando que el hombre interviniera e hiciera entrar en razón a Chrome, pero lo único que encontró fue una expresión de resignación y comprensión de algo que ella todavía no podía entender. El gobernante estaba mirando a Chrome y él a su padre, como si estuvieran teniendo una silenciosa plática o una complicidad. No, eso no podía ser… ellos no… ¿Por qué? ¿Por qué confiar en Senku? Él los abandonó y jamás regresó o los buscó.
—Chrome ¿Estás consciente de que si el concejo accede a lo que pides, si Senku no regresa entonces tú morirás? —Kokuyo intervino acercándose al príncipe con una expresión de angustia.
Antes de que Kohaku pudiera afirmar cualquier cosa ante el concejo y su padre,Chrome se apresuró a responder:
—Lo sé, pero confío en él.
Esta vez un audible suspiro de resignación resonó, proveniente de Tsukasa.
—Entonces que así sea —Tsukasa tomó la palabra nuevamente llamando la atención de todos—. Ishigami Senku tiene diez días para recuperar la Medusa y devolverla al Reino de Piedra, si en ese plazo de tiempo la reliquia no está de vuelta, entonces Chrome será ejecutado en su lugar.
La sala se llenó de jadeos y expresiones de asombro.
—¡No! ¡No pueden hacer eso! —Kohaku protestó—. ¡Padre haz algo! —ella pidió con desesperación a Kokuyo.
Pero fue inútil, la decisión estaba tomada y ellos no podían hacer nada.
—Liberenlo. —ordenó sin más el gobernante del Reino de Piedra con una expresión miserable.
En el instante en el que Senku fue liberado de sus ataduras, Kohaku fue apartada de Chrome para ser apresado y tomando así el lugar de su hermano. Kinro se disculpó silenciosamente por eso y después instó a Chrome para ser llevado hacia la celda en la que esperaría en el lapso de tiempo estipulado por la corte. Senku apartó la mirada para evitar sentir lástima por él mientras era conducido hacia la salida como un vil criminal.
Ese no era su problema después de todo ya que él se ofreció a tomar su lugar como el idiota que era.
Antes de abandonar por completo la sala, Chrome le pidió a Magma y Kinro que le permitieran un par de minutos, accediendo a dicho pedido, se volvió hacia Kohaku que estaba a un par de metros detrás de él debido a que le bloquearon el paso, él le envió entonces una mirada con el mensaje de que todo estaría bien.
Pero ella sabía que ese simple y vago gesto no garantizaba nada.
—Y en cuanto a tí, Senku… más te vale no tardar, porque si muero, serás el primero al que buscaré para atormentar… idiota. —Chrome elevó la voz para que así pudieran escucharlo.
Fue lo último que dijo antes de seguir con su camino y perderse en la oscuridad del interminable pasillo que conducía hacia las mazmorras y los calabozos.
La única respuesta de Senku ante eso fue un audible bufido. Entonces Kohaku se volvió hacia él con una profunda mirada de desprecio antes de salir de la sala junto a su doncella. Él negó con la cabeza mientras se sobaba las muñecas y se disponía de igual manera largarse de ahí.
Aunque claro, no sin antes ver la expresión de severa preocupación en su padre.
—¿Cómo pudiste pensar que te dejaríamos a tu suerte Senku-chan? —Gen canturreó apenas vio la mirada de fastidio de su amigo mientras la tripulación se preparaba para zarpar—. Estábamos preparando un plan para sacarte de ahí, a menos claro que no quisieras volver con nosotros. —Asagiri tenía esa malvada y suspicaz mirada en los ojos ceniza, como si supiera algo que el resto del mundo no.
—Cállate, murciélago mentalista. —Senku le dio una mala mirada antes de acercarse a Ryusui, quien se encontraba en el timón del Perseo.
Con una última sonrisa Gen se marchó de ahí con la excusa de que tenía pendientes por resolver antes de abandonar tierra.
Nanami le dio a Senku una mirada de soslayo totalmente expectante a lo que él fuese a decir, pero los minutos pasaban e Ishigami simplemente estaba de pie junto a él revisando algunos viejos mapas de antiguas y nuevas rutas sin decir una sola palabra.
—¿Y bien? —comentó Ryusui perdiendo un poco la paciencia.
—¿Y bien, qué? —Ishigami no lo miró ya que toda su atención estaba en esos mapas.
El capitán esbozó una torcida sonrisa mientras alcanzaba los malditos mapas para apartarlos de las manos de su amigo. Desde su regreso y tras contarles lo acontecido en el juicio, Senku no había abierto la boca más de lo necesario, pues tan práctico como siempre, les dejó en claro que no estaba dispuesto a cumplir con esa absurda condición.
—Sólo dime una cosa Senku ¿Dejarás morir a tu hermano en tu lugar? —Ryusui no pudo negar que se sintió decepcionado de Senku ante aquella posibilidad, él parecía totalmente despreocupado por la amenaza de muerte hacia Chrome.
Nadie más que Ryusui podía entender la disposición de Chrome de salvar a su hermano de tal destino ya que él haría lo mismo por Sai si tuviera la misma oportunidad. Sabía que Senku no era un ser desalmado sin corazón alguno, pero en ese momento Ishigami parecía todo lo contrario.
—Fue él quién se ofreció, además todavía tenemos que recuperar la Medusa para Sai ¿O me equivoco? —Senku estrechó la mirada en Ryusui, instándole a refutar dicha afirmación.
Y no, no se equivocaba ya que de hecho ahora ese era el plan principal para la nueva misión que tenían entre manos. Irían por la Medusa al reino de Xeno y harían un trato con el dios del caos para usar la Medusa y salvar a Sai; aunque claro, también estaba la posibilidad de robarla y devolverla al Reino de Piedra como se suponía debía ser.
Ryusui consideró que todo dependía de Senku.
—Fija el rumbo, bribón. —por ahora seguirían el plan inicial y ajustarían el final del viaje sobre la marcha. Confíaba plenamente en que Senku entraría en razón.
Ishigami señaló algo en el cielo, instando a Ryusui a seguir aquel punto con la mirada y encontrándose con una brillante estrella en el firmamento justo en el horizonte.
—Esa estrella será nuestra guía, el reino de Xeno se encuentra en las profundidades del mar de la tranquilidad justo debajo de ella. —aunque Senku sabía que aquel inofensivo nombre no era más que una absurda ironía.
El mar de la tranquilidad debía su nombre no a sus aguas calmadas sino al cementerio submarino dónde innumerables barcos fueron arrastrados y encontraron un terrible destino.
No estaba seguro si lograrían pero al menos tenían que intentarlo.
—Pero ¿Qué tenemos aquí? —Gen les bloqueó la única salida de la bodega al par de chicas—. Dos polizones. Tss, tss, tss… Nuestro capitán no estará nada contento con esto.
—Apártate Murciélago —Emilia, la doncella de Kohaku, siseó y lo miró de mala manera para dejarle en claro que estaba hablando muy en serio—. Te puedo garantizar que las cosas no serán buenas para tí si te interpones en nuestro camino. ¿No es así princesa? —los ojos esmeralda miraron por sobre el hombro a su amiga.
Kohaku le sonrió con complicidad a ella y con amenaza al pirata de cabellera bicolor que estaba comenzando a ser un dolor en el trasero. Él era una amenaza a sus planes de infiltración.
—¡Ja! Hazte a un lado Emilia, yo voy a encargarme de esta basura. —Kohaku se arremangó las mangas de la blusa de seda para tener los brazos libres, una clara advertencia de lo que estaba a punto de hacer.
El tono, su postura y sus gestos no le dejaron la duda a Gen de que ella planeaba darle una paliza. Oh, esta era la mujer de la que su amigo estaba enamorado… Interesante. Una sonrisa de astucia se plasmó en su semblante.
—No hace falta la violencia, princesa —Asagiri levantó las manos en señal de rendición y como para darle a entender que quería una tregua—. Yo no diré nada.
Ambas chicas se miraron entre sí ante semejante declaración, por supuesto, sin llegar a creer ni una sola palabra de ese pirata mentiroso, en especial Emilia, que lo conocía a la perfección.
—Oh ¡Por favor! —Emilia exclamó con evidente sarcasmo en su voz—. Esto sólo es una treta para distraernos, después irás corriendo con tu capitán para delatarnos.
—Te equivocas Emilia-chan, si ese fuera el caso ustedes estarían fuera de este barco desde el momento en el que se escabulleron en esos barriles de licor vacíos —Gen apuntó hacia los dos barriles que se encontraban en la esquina más alejada de la bodega—. Aunque es una lástima que desperdiciaran nuestro preciado bastimento. —él fingió estar afligido.
Porque sin lugar a dudas él supo de su presencia desde el momento en el que llegaron ahí y de hecho ellas eran el "asunto" importante del que tenía que encargarse.
—¿Qué es lo que quieres? Murciélago. —Emilia sabía que detrás de sus intenciones se escondía un interés egoísta.
Kohaku miró momentáneamente a su amiga, por la manera en la que se dirigía al pirata parecía conocerlo de antaño o al menos esa era su impresión. No podía estar equivocada. Había cierta familiaridad (aunque hostil) entre ellos. Por el momento pasaría esto por alto y preguntaría a Emilia después.
—¡Ja! Es un pirata es imposible no saber qué es lo que quiere. —Kohaku bien sabía y definitivamente también se planteó este escenario al momento de tomar la decisión de infiltrarse al barco de Senku.
—Veo que también tiene experiencia con gente de nuestra calaña, princesa ¿Un viejo conocido quizá? —él comentó sin descaro.
Kohaku le dió una mala mirada ante su insinuación, ¿Acaso Senku…? No, más le valía a ese no haber hablado de ella. Tratando de ignorar dichas palabras, llevó una de sus manos al pequeño morral que tenía consigo y rebuscó en el interior, sacando una bolsa de tela llena de monedas de oro que arrojó a los pies del pirata.
Gen recogió la bolsa con una gatuna sonrisa para después apartarse de la puerta y cederles la salida.
—Bienvenidas a bordo del Perseo… señoritas, disfruten de su estadía. —les dió una exagerada reverencia cuando ambas pasaron a su lado.
Kohaku y Emilia lo miraron aún con sospecha pero decidieron avanzar hacia la cubierta, tenían un plan que seguir y Kohaku no se marcharía de ahí hasta recuperar la Medusa y salvar a su hermana y a Chrome.
La sonrisa de Gen se ensanchó. Bueno, quizá este viaje no sería tan aburrido después de todo.
Kohaku miró a su alrededor sintiéndose incómoda. No quería estar ahí y mucho menos cerca de Senku, honestamente creía que hablar con él no serviría de nada pero al menos tenía que intentarlo… lo haría por Chrome, su hermana y el reino. Le dijo a Emilia que permaneciera oculta pero alerta ante cualquier posible amenaza mientras ella se infiltraba en el camarote del que Gen les aseguró era de Senku.
Miró con atención el lugar y no cabía duda de que se trataba del lugar de Senku, los gruesos libros de páginas amarillentas, pergaminos llenos de garabatos que ella difícilmente pudo entender, así como los artefactos de complicada estructura y recipientes de vidrio que contenían líquidos y otras sustancias de dudosa procedencia le dieron la razón. Le recordó un poco al viejo santuario donde él solía pasar horas encerrado haciendo investigaciones y anotando en sus diarios sus descubrimientos e ideas.
El recuerdo le trajo una avalancha de nostalgia, de los momentos que compartió con él… antes de que Senku le revelara sus sentimientos hacia ella, sentimientos que en ese momento consideró inapropiados, aún si ella correspondía en silencio.
Incluso ahora, a pesar de los años.
Sacudió la cabeza para tratar de apartar ese molesto sentimiento y enfocarse en su objetivo. Se dio la vuelta y se acercó a la mesa donde un curioso artefacto que se parecía mucho a uno de los mecanismos que Senku había instalado en la torre de la Medusa como sistema de seguridad llamó su atención. Una pequeña caja de metal que emitía ruidosos sonidos cada tanto.
¿Se trataba del mismo mecanismo? Se preguntó.
—¿Qué rayos se supone que es esto? ¡Ja! no cabe duda de que sigues trabajando en tus inventos raros, Senku. —soltó para sí misma mientras tocaba el objeto y lo inspeccionaba con fascinación.
—Es un prototipo, su función es la comunicación a grandes distancias… no lo vayas a romper, Leona.
Kohaku se estremeció interiormente al escuchar la voz de Senku a sus espaldas, dejó la caja donde estaba y se dio la vuelta encontrándolo justo frente a ella, demasiado cerca, casi acorralándola contra la mesa mientras los ojos carmín la miraban intensamente y en silencio durante casi un minuto. Esa inquietante sensación debido a su presencia volvió a manifestarse pero Kohaku se justificó diciéndose a sí misma que se trataba de molestia y no de otra cosa.
—Ahora soy yo el que pregunta ¿Qué haces aquí, Kohaku? ¿Por qué me seguiste? —honestamente Senku en verdad creyó que Kokuyo enviaría a alguien tras él para asegurarse de que cumpliera con el dictamen, aunque claro, la última persona que pudo imaginar fue a Kohaku.
La princesa alejó a Senku ligeramente al empujarlo con la mano, no recordaba que él fuera tan descarado… bueno, sólo en aquella ocasión cuando le confesó sus sentimientos y la besó. Sacudió de nuevo la cabeza ante aquel recuerdo. ¡Concentración!
—¡Ja! ¿Acaso creíste que te dejaría marchar así como así? Tú y yo sabemos que no pensabas volver, Senku… y no iba a dejar morir a Chrome por tu culpa —" Ni a mi hermana", agregó Kohaku en su mente—. Estoy aquí para asegurarme de que devuelvas la Medusa, no puedo confíar en tí. —los ojos aguamarina de Kohaku reflejaron su feroz determinación.
—Kokuyo te envió. —no fue una pregunta sino una afirmación por parte de Ishigami.
Aunque una conjetura errada.
—Mi padre no sabe que me escapé del palacio para seguirte. —Kohaku parecía realmente orgullosa de su proeza, burlar a los guardias no sólo del palacio sino también del barco no fue una tarea sencilla pero lo logró.
Senku negó con la cabeza, lo sabía, Kohaku seguía siendo tan imprudente como de antaño. Aunque él reconoció que era aquella determinación y tenacidad tan sublimemente hermosa lo que más le gustaba de ella. La fuerza que poseía y el coraje que la caracterizaba.
Pero entonces…
Ishigami se tomó un momento para considerar esta situación. Conociendo a Kohaku como lo hacía, sabía que incluso si tratara de sacarla de ahí no lo conseguiría y eso haría que se aferrara aún más a su plan. Ella era condenadamente terca para su propio bien, sin embargo, Senku también consideró que Kohaku no sabía en lo que estaba metiéndose.
El camino hacia el reino del dios del caos era peligroso y engañoso, de hecho sería una suerte si su tripulación llegara con vida a ese lugar, si los acompañara estaría poniendo su vida en riesgo.
—No pensaba quedarme de brazos cruzados viendo cómo dejas morir a tu hermano. Recuperarás la Medusa o yo misma me encargaré de llevar tu triste trasero de vuelta al reino si fallas.
—¿Es eso una amenaza, Leona? —escuchó un audible siseo de ella pero lo ignoró, le encantaba hacerla enojar con ese apodo—. ¿Tan segura estás de que haré todo lo que digas? —su mirada se estrechó de nuevo en ella, acortando la distancia entre ambos con tan sólo un paso. Estaba retándola.
Kohaku se deslizó rápidamente hacia un lado para imponer toda la distancia posible.
—Tengo mis medios. —se dejó caer en el olvidado catre del camarote que parecía no haber tenido uso en varios meses, sentándose y devolviéndole la mirada con renovada confianza.
Senku no perdió detalle de ella ni del brillo en su afilada mirada. ¿Qué pretendía esa Leona? Levantó las cejas con diversión por lo que ella estuviera a punto de decir.
Pero Kohaku no dijo nada y en lugar de eso, cruzó las piernas y llevó una de sus manos hacia el borde de su larga falda para comenzar a levantar la tela marrón mientras le dirigía una sonrisa a Senku.
La incredulidad se hizo presente en Senku entonces ¿Qué rayos era todo esto? Porque definitivamente no podía ser lo que estaba pensando.
—Interesante. —soltó él con una media sonrisa tirando de sus labios.
—¡Ja! Ya quisieras, escoria —Kohaku se detuvo, levantando sólo lo suficiente de su falda para poder sacar algo de su bota, su otra mano rebuscó después en una funda muy bien escondida en su corsé—. Tienes dos opciones Senku… o cooperas por las buenas —ella le enseñó una generosa bolsa de tela que contenía monedas de oro y algunas joyas valiosas—. O lo haremos de la manera difícil. —le enseñó su afilada arma, un pequeño cuchillo forjado exquisitamente para ser letal—. Tú decides. —lo miró fijamente para dejarle en claro que no estaba jugando y que no tenía más opciones.
Bueno, tenía buenos argumentos, se dijo Senku con ironía. Pero resopló al considerar sus opciones ya que no le interesaba ninguna. No le temía a Kohaku y el dinero no le interesaba… aunque una idea comenzó a formarse en su mente y consideró una tercera opción.
Asumió una pose pensativa mientras se acercaba al catre y se reclinó sobre ella, tomando su mentón y acercando sus rostros.
A pesar de que Kohaku consideraba esto como una "situación de peligro" no se apartó.
—Podría considerarlo pero con una tercera opción… una condición. —le informó con una astuta mirada.
—No tienes derecho a pedir condiciones, Senku.
—Soy el único que sabe dónde se encuentra el reino de Xeno y soy el único que puede recuperar la Medusa —tal vez Senku podría sacar provecho de eso por ahora—. Yo creo que sí.
Kohaku le dio la razón pero no lo exteriorizó con palabras, por ahora él era la única oportunidad que tenía.
—¿Qué es lo que quieres? Mi padre te perdonará la vida ¿Eso no es suficiente? —de hecho fue más de lo que su padre era capaz de ofrecer y en contra de su mejor juicio, prácticamente presionado por el resto del consejo.
La sonrisa en el rostro de Senku se amplió y se volvió algo siniestra, la miró fijamente a los ojos, reduciendo aún más la distancia entre sus rostros. Kohaku pudo sentir el violento palpitar de su corazón ante su cercanía y lo que su mente imaginó que estaba a punto de suceder, entonces por un descuido la bolsa de oro y también su cuchillo cayeron al suelo.
—Eso lo sabrás después Leona —Senku susurró en la oreja de la princesa, no la besó, por el momento esa no era su intención—. Seguiré tu absurdo plan pero no pasaremos por alto tu infiltración, serás nuestra prisionera.
Antes de que Kohaku pudiera golpearlo sintió un doloroso pinchazo en el brazo, vió a Senku apartarse de ella con una mirada burlona. Algo andaba mal y lo comprobó cuando el camarote pareció dar vueltas y su visión se volvió borrosa. Kohaku cayó dormida sobre el catre.
—Dulces sueños, Leona. —Senku observó la pequeña aguja que sostenía entre sus dedos, fue una suerte que aún conservara una pequeña dosis del estracto de aquella planta somnifera.
Como pudo, acomodó a Kohaku para que pudiera estar más cómoda y confiscó su arma (y el oro), le dio una última mirada antes de cerrar la puerta con llave y subir a cubierta para hablar seriamente con el murciélago embaucador que estaba detrás de esa inesperada visita, porque no tenía duda de que fue Gen quién permitió esta situación.
Definitivamente lo arrojaría por la borda apenas tuviera la oportunidad.
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N/A:
Después de mucho tiempo vengo con el capítulo 4 de este AU de Simbad (intento). Este capítulo es un regalo de compensación para mí comadre Krash Diamond (se la debía y le cumplo!!)
Y bueno, me estoy tomando algunas libertades para esta historia, habrá algunos pequeños cambios con la versión original de la película :3 oh y también me estoy tomando libertades con el Ooc (más en cuanto a Senku) todo para fines de esta historia 7u7
De nueva cuenta agradezco a la comadre por permitirme usar a su OC (personaje original) Emilia para esta historia *gracias we, adoro a la Emilia*...
Como siempre, ya saben, una disculpa por los errores ortográficos y de redacción que esto pueda tener… y un agradecimiento a quiénes le han dado oportunidad a esta historia y quienes todavía la siguen, también para los que se han tomado el tiempo de dejar sus comentarios (que ayudan mucho de verdad)... ¡Se les quiere!
¡¡Y hasta la próxima!! (/n.n)/
