Se encontraba preparando las cosas para las pasantías del hospital, ya que, aunque el receso los liberaba de las clases, el trabajo debía continuar. Suspiró, observando su reflejo en el espejo, al mismo tiempo en que se llevaba su mano al collar.
Hikari es su hermana.
Pensó, entrecerrando sus ojos, mientras acariciaba aquel objeto.
- ¿Por qué me rechazaste?
Como si el destino le estuviera respondiendo aquella pregunta, su abuelo ingresó a la habitación.
- Kagome - sonrió - ¿Tienes un momento?
- Claro, ¿sucede algo?
- Quiero hablarte sobre algo especial... ven, sígueme.
- De acuerdo...
Salieron de la habitación, descendiendo las escaleras y dirigiéndose al templo.
¿Por qué venimos hasta aquí?
Pensó, creyendo que ingresarían en aquel lugar, sin embargo, el anciano continuó su camino, deteniéndose frente al enorme árbol que habitaba ese lugar.
- ¿Sabes como se llama este árbol, Kagome? - sus ojos se fijaron en el.
- Es el árbol sagrado - respondió, deteniéndose a su lado.
- Así es - sonrió - Veo que, desde que ese chico te regaló ese collar, no te lo has quitado... ¿Ya conoces la leyenda de la Shikon No Tama?
- Bueno... Inuyasha me la conto - sonrió - Sobre aquella jovencita que viajó en el tiempo, hacía la época feudal y conoció a aquel hombre mitad bestia, y... luego de un arduo camino, lograron destruir a la perla de Shikon.
- Así es - la miró - Pero estoy segura de que no sabias que, según la leyenda, eso sucedió en este templo.
- ¿He? - abrió sus ojos ampliamente.
- Si... ese chico mitad demonio... fue sellado en este árbol y, posteriormente, despertado por esa joven... aquí fue el inicio de todo.
Eso explicaría la marca del árbol.
Pensó, llevando su mano a la perla.
- Claro que sólo es una leyenda... pero, ¿sabes por qué te traje aquí? - ella meneó la cabeza - Porque mi hija, Hikari, solía sentarse bajo la sombra de éste árbol, leyendo una y otra vez, aquella leyenda.
Los ojos de la joven comenzaron a temblar, mientras notaba la mirada de tristeza de su abuelo, la cuál parecía perdida en la inmensidad y extensión de aquella estructura natural.
- Ven - caminó hacía el pequeño banco, sentándose en el, mientras Kagome imitaba su acción.
- Tu madre me comentó sobre lo que te sucedió anoche...
- Oh... comprendo... bueno...
- No tienes que explicármelo, hija - sonrió - Es muy probable, que la mujer que hayas visto, sea mi querida Hikari, quién está tratando de contactarse contigo.
- ¿Contactarse? ¿Realmente es eso posible?
- En la época feudal eso era muy normal.
- Pero... no en ésta época...
- Hay muchas cosas que no sabemos de este mundo, querida - hizo una pausa - La mística que nos rodea... a veces puede ser, impresionante.
Ella no respondió, sin embargo, sus palabras se quedaron en su mente, hasta que él habló nuevamente.
- La tarde que vi a esa jovencita... Kikyo... - pronunció de repente - Por un momento, fue como si volviera a ver a mi hija - miró hacía abajo - Su rostro, su cabello, son idénticos a los de ella...
- Abuelo... - murmuró.
- Estoy seguro de que te preguntaras porque nunca hablamos de ella - sonrió, mirándola - Rin tampoco está enterada de su existencia...
- Bueno... la verdad, es algo que me intriga bastante.
- Cuando Hikari murió, Rin era una pequeña niña de 2 años y tú aún no habías nacido - suspiró - Ella... ella estaba embarazada y... pereció en el parto, al menos eso nos dijeron los doctores...
- ¿Qué? - abrió ampliamente sus ojos - ¿Y que pasó con el bebé?
- Su hija también murió... eso nos dijeron, sin embargo, su padre fue a buscar su cuerpo.
- ¿Su padre? ¿Quién era el esposo de mi tía?
- Ella jamás tuvo esposo, Kagome - suspiró - De hecho, no sabíamos que estaba en una relación con alguien, hasta que ella misma nos lo confesó.
- ¿Y él nunca apareció? - el anciano meneó la cabeza - Ya veo... ¿Rin sabe algo de esto?
- No, aún no he tenido tiempo de hablarlo con ella, pero... quería pedirle ayuda.
- ¿Ayuda?
- Ella está trabajando en la oficina de una abogada, tal vez... puede ayudarnos a acceder a los archivos del hospital de aquel entonces y... saber si la niña verdaderamente murió.
Ella... se llevó a mi bebé - volvió a hablar - Yo... no quiero morir... - Mi... bebé... Salva a mi bebé.
Pensó, recordando aquellas palabras que Hikari había pronunciado en el primer sueño.
Eso fue lo que ella me dijo esa vez... ¿significa que su bebé...?
- Abuelo - lo miró, preocupada - ¿Tú crees que Kikyo pueda ser su hija?
El hombre sonrió, haciendo un silencio que, a los ojos de la morena, confirmaba su sospecha.
- Sólo quiero saber que pasó con mi nieta.
- Abuelo.. - sus ojos estaban llenos de lágrimas.
Permanecieron un momento más en la sombra, sin embargo, la hora de irse había llegado. Ingresó a la casa, buscó sus cosas, se despidió de su abuelo y salió rumbo al hospital.
- Esto es demasiado para mi - susurró, cerrando sus ojos, sin detenerse.
Si las sospechas de mi abuelo resultan ciertas, eso significa que Kikyo es mi prima...
Sonrió, apretando el agarre sobre las tiras de su mochila.
Eso no suena nada mal... es decir, Kikyo es dulce y una muy buena persona persona... desearía conocerla más.
Sacó el celular de su bolsillo, buscando su contacto.
- Qué extraño - frunció el entrecejo - No se ha conectado desde ayer...
En ese momento, sintió como una mano jalaba su brazo, provocando que chocara sutilmente con el cuerpo de alguien más.
- Oye...
- No digas nada.
- ¿Yura? - se sorprendió - ¿Qué estás...?
- Shhh, no digas nada, si no deseas salir lastimada - señaló sobre su hombro.
Ella miró en la misma dirección y notó a Kyokotsu caminando detrás de ellas.
- No tienes a donde huir, niña... por lo que, será mejor que me hagas caso.
- ¿Qué vas a hacerme? - frunció el entrecejo.
- No soy yo la que te busca ésta vez...
Llegaron a una esquina, en dónde un auto negro los estaba esperando.
- Sube - ordenó, mientras ella ingresaba al asiento del acompañante y Kyokotsu se sentaba al lado de la morena.
Guardó los platos, recién lavados, en su alacena, en el mismo momento en que el timbre del portero sonaba.
- ¿Quién es? - respondió.
- ¿Así le respondes a las visitas, coqueto?
- Keh... ya llevaba tiempo sin escucharte, idiota - cortó, abriendo la puerta desde su lugar.
Segundos después, el castaño ingresó.
- Buenos días, mi querido cabecita blanca - sonrió, extendiendo sus brazos.
- ¿Qué cuentas, bueno para nada?
- ¿Así le respondes a la señorita Kagome?
- Tú no eres ella.
- Oishhh - se sentó en el sofá - De acuerdo, respondiendo a tu pregunta, suceden demasiadas cosas...
- De acuerdo, te escucho - se sentó a su lado.
- ¿Recuerdas la noche del viernes?
- Si, recuerdo el peso de tu cuerpo cuando tuve que cargarte hasta tu departamento.
- Y te agradezco por eso, querido amigo - sonrió - El problema fue el día siguiente...
- No puede ser... - se quejó - ¿Qué le hiciste?
- Oye, ¿Qué insinúas?
- Sólo digo... que eres un desastre cuando se trata de ser delicado con las mujeres.
- Ohhh, con que eso piensas de mi, ¿he?, pues, para tu información, sucedió todo lo contrario - una sonrisa se formó en los labios del peliplata - Y terminé confesándole todo...
- Espera... ¿Qué? - se sorprendió - ¿Qué... qué le dijiste?
- Le comenté sobre Kimi... y le dije... que la quiero.
- Vaya... ¿Quién eres y qué hiciste con Miroku?
- Ya cállate - rio - El problema es... que no se como seguir.
- ¿De que hablas? - se mostró confundido.
- Es decir... sé que quiero salir con ella, pero...
- Miroku, escúchame... seré claro y sólo lo diré una vez - el castaño asintió - No conozco mucho a Sango, pero Kagome me ha dicho que es una chica genial y, si no estas ciego, te darás cuenta de que ella realmente te quiere.
- Lo se, Inuyasha, ese no es el problema.
- ¿Entonces?
- Yo... no sé si estoy listo para comenzar una relación, es decir, no quiero...
- ¿Has pensado en ella? - intervino - ¿Has pensado en que tal vez tu actitud le está haciendo daño? - él permaneció en silencio - Oye, respeto lo que sientes, ¿de acuerdo? pero, como tu amigo, te aconsejo que dejes las cosas en claro con ella... si no deseas una relación, sólo dilo, pero no la dejes esperando.
- Vaya, coqueto - sacudió su melena - Has madurado bastante.
- Ya, idiota - quitó su mano - ¿Quieres una cerveza? - se puso de pie.
- Lo que ordenes - sonrió, extendiendo sus manos.
Extra: Cara a cara
- Ten - le extendió la carpeta de uno de los casos.
- Gracias, Ayame - sonrió, rodeando el escritorio para sentarse. Disimuladamente, miró hacia la oficina del jefe.
- ¿Lo extrañas?
- ¿Qué? - la miró, sonrojada.
- ¿Extrañas al jefe? - sonrió.
- ¿De que hablas? - miró su ordenador, mientras llenaba algunos documentos.
- No has parado de mirar su oficina en todo la mañana - se burló - Te comprendo, después de todo, ustedes han pasado mucho tiempo juntos.
- Ya, para - sonrió, mordiendo sutilmente sus labios, mientras recordaba la merienda de la tarde anterior.
- ¿Sabes por qué no vino?
- Oye, hablas como si yo tuviera un contacto íntimo con él.
- ¿Todavía no lo hacen?
- ¡Ayame! - gritó, mirándola - ¡¿Qué insinúas?!
- Ay, por favor - sonrió, poniéndose de pie y dirigiéndose a la impresora - Es obvio que él y la jefa están separados, no fue por ti, ¿verdad?
- Oye, no te pases - la apuntó con el dedo - Si ellos están juntos o no, no tiene nada que ver conmigo - tomó unos documentos, poniéndose de pie - Y tampoco soy nadie como para saberlo - elevó la carpeta, señalando la oficina.
Ingresó, dejando las cosas sobre el escritorio, mientras se detenía, observando el lugar y sonriendo ante los recuerdos de todas las mañanas compartidas.
- Buenas tardes.
Volteó, sorprendiéndose inmediatamente ante los ojos de ella.
- Señora - murmuró - Buenas tardes...
- ¿Cómo has estado? - sonrió Kagura.
- Bien... bien, señora, ¿y usted?
- Muy bien - rodeó el escritorio, sentándose - Oh, no te preocupes, tú y Ayame concluirán su turno normalmente, sólo... me quedaré, para ponerme al corriente con los casos.
- ¿Quiere que la ayude?
- No es necesario, querida - prendió su computadora - Te agradezco por haber mantenido todo esto a flote - la miró, sonriendo con sinceridad - Tú y Ayame han hecho un excelente trabajo.
- Muchas gracias - sonrió tenuemente - Con permiso... - giró, con la intención de retirarse, sin embargo, volteó nuevamente - Bienvenida.
- Gracias... oye, quería hacerte una pregunta...
- Dígame.
- ¿Podríamos ir a tomar un café por la tarde? - la sorprendió - Bueno... hay algunas cuestiones personales que deberíamos hablar, sobre todo si seguiremos trabajando juntas.
¿Se referirá al señor Sesshomaru?
Pensó, tratando de ocultar su incomodidad.
- Cla... claro.
- Perfecto, le diré a Kohaku que se ponga en contacto contigo, muchas gracias.
La castaña asintió, mientras salía hacía la sala, notando que Ayame ya se había retirado.
- Wow... que rapidez.
Tomó el ascensor, el cual la llevaba directo al estacionamiento. Las puertas se abrieron y ella se dirigió directo al auto en el que se trasladaba todos los días, el cuál ya estaba en marcha. Se subió, acomodándose en el asiento trasero.
- Buenas tardes - se sorprendió al encontrarse con aquel rostro desconocido al volante.
- Buenas tardes - sonrió - Me presento, soy Renkotsu... y déjame decirte, que yo te llevaré hoy.
- Disculpe, pero no lo conozco - trató de abrir la puerta, sin embargo, él ya había colocado el seguro.
- Oh, no te preocupes - el carro retrocedió y giró, saliendo del lugar - Sólo haremos una parada rápida... el señor Bankotsu quiere hablar contigo.
- ¿El señor Bankotsu? - murmuró, separando ligeramente sus labios.
¿Qué está sucediendo?
