Basado en la serie: "Digimon" ⒸBANDAI ⒸAkiyoshi Hongo · Toei Animation


REVELATION

by: Atori

oneshoot


Adentrándose en el instituto, Sora advirtió cierta tensión en el ambiente. Habían murmullos y con las miradas de reojo hacia ella.

Suspiró y las ignoró.

Se dirigió hacia su taquilla para cambiarse los zapatos por las zapatillas escolares. Se encontró con sus compañeras de clase con las que más se hablaba, y las saludó como siempre hacía.

Sus amigas le respondieron al saludo con cierta incomodidad, y como si tuvieran prisa, se dirigieron hacia el aula.

Volvió a suspirar con pesadez.

Parece que lo que había causado Diaboromon en el mundo real había sido más gordo, que lo que habían causado los digimons malignos durante las Navidades pasadas, donde ella había participado bastante activa.

Era consciente que la existencia de los digimons se haría eco paulatinamente con la presencia de los Niños Elegidos que había por todo el mundo. Y que a la gente, sobre todo a la adulta, no los aceptaría de buen grado.

—Si al menos, existiera alguien que pudiera hablar por ellos, y revelar que no representan un peligro —murmurando con desasosiego.

—¡Ey! ¡Eso que has dicho no suena nada mal!

Su mejor amigo la había sorprendido con una grata alegría en la cara, que poco o nada, le importaban que lo vieran como amigo de esos monstruos.

—No sabía que hacer con mi vida, pero creo que acabas de inspirarme —seguía Taichi, cambiándose el calzado, ajeno a los demás.

Sora sonrió y se dejó llevar por su mejor amigo.

—Sería algo muy propio de ti, líder —bromeando.

—Oye, oye, no me ofendas. Reconoce que soy mejor líder que Daisuke —riéndose.

—Sí, claro. Por supuesto —decía entre risas.

Los cuchicheos se hicieron más notorios, pero Sora ya no los escuchaba. Debería hacer como Taichi y hacer oídos sordos a comentarios de gente ignorante.

Poco a poco, explicarían la presencia de los digimons y que, al igual que las personas, existían digimons buenos y digimons malos.

Llegando a la planta donde estaba su curso, Sora se despidió de su mejor amigo para entrar a su aula.

Lo envidió por compartir el mismo grupo de clase que su novio. Aunque, por otro lado, se sentía aliviada.

El hecho de que Yamato y ella eran pareja, todavía era un secreto para todos (no para sus amigos de toda la vida y sus padres). Dada la fama de Yamato, seguro que las fans la atosigarían o vete a saber qué cosas horribles podrían hacerle.

Hace poco, había leído un manga sobre la historia de una chica normal y corriente que se convertía en la pareja de un famoso idol. Las fans, tras enterarse, empezaron a hacerle cosas crueles a la protagonista, desde llamadas telefónicas hasta amenazas de muerte.

Siendo honesta, sentía un poco de pánico por cómo reaccionarían las fans de Yamato. Pero solo tenía que esperar hasta que terminasen secundaria.

Yamato había dicho que una vez que terminasen la secundaria básica, abandonaría la música para dedicarse de pleno a los estudios.

Sora no entendía porqué quería abandonar lo que parecía el sueño de su vida, pero, él le había dicho, que el mundo de la música es cruel y solo unos pocos, lograban vivir de ello.

Si esa era su decisión, la respetaría. Aunque, seguiría insistiéndole en que podría seguir con la música y estudiar, ya que él poseía una grandísima fuerza de voluntad. Algo que admiraba muchísimo, y al mismo tiempo, envidiaba. Ya que ella, no lograba sacar fuerzas para salir de su zona de confort, el ikebana, y realizar algo, que realmente la entusiasmara.

Abriendo la puerta de su aula, la tensión se palpó más que en la entrada del instituto. Todos se habían callado y la miraban con sorpresa.

"Bueno, Sora. Habrá que enfrentarse a los digimons malvados sin la ayuda de nadie." Bromeando consigo misma, sobre el asunto.

Se adentró al aula, saludando a sus compañeras como si nada hubiera pasado. Pero seguía esa respuesta de sonrisa incómoda.

Se sentó en su sitio y preparó sus libros para la primera clase. Su campo de visión se vio envuelto en sombras, y al alzar la mirada, se topó con tres chicas de su clase, con las que apenas mantenía conversación.

—Oye, Takenouchi, ¿es verdad que estás saliendo con Yamato kun?

Sora se quedó en blanco.

Otra chica le había preguntado algo parecido, al tiempo que le dejaba una imagen sobre su pupitre.

Sora bajó los ojos hacia esa imagen, donde se notaba que se trataba de una fotocopia a color de una imagen digital. O más bien, de una foto digital que Takeru les había tomado durante la última cita que había tenido con Yamato.

¿Cómo algo tan personal, y que debiera estar entre los archivos personales de Takeru, estaba en sus manos?

Siendo eso más prioritario que su interés por el tema de que estaba saliendo con Yamato, arrastró la silla, con mucho coraje y agarrando la fotocopia, las encaró.

—¿Cómo la habéis conseguido? ¡Esto debería estar entre los archivos privados del hermano pequeño de Yamato!

Sora no podía imaginar lo tan lejos que las fanáticas de Yamato pudieran hacer. Robar información de Takeru. Eso era denunciable.

La ira acumulada, se le bajó, cuando ellas se defendieron y le aclararon.

—¿Por quién nos tomas? —repuso una ofendida.

—Por si no te has enterado, ha estado circulando por todo el mundo.

—Eso, eso. Nosotras no hackeamos a nadie —se defendió una, queriendo hacerse la chica buena y que, en realidad, Sora era la mala.

Los ojos de Sora se agrandaron como platos.

—¡¿Por todo el mundo?! —sentándose de golpe, como si la hubieran empujado— ¡¿Cuándo?!

—El día que aparecieron aquellos monstruos en el puerto de Odaiba.

Aquel día… Su memoria solo podía recordar la angustia que sentía por no regresar pronto a Odaiba, y ayudar a Yamato y a sus amigos. Yamato la había llamado, en medio de su concentración de tenis, para avisarle que Diaboromon había vuelto, pero no había añadido nada más. Si lo recordaba mejor, cuando la había llamado, Yamato parecía querer decirle algo más, pero al final, se había quedado con la palabra en la boca. Le había prometido que se lo contaría cuando la lucha contra Diaboromon terminase. Pero, como no se esperaban que Diaboromon les diera más guerra de la que pensaban, tanto a él como a ella, se le había olvidado por completo.

Aún así, ¿cómo era posible que aquella foto hubiera circulado por todo el mundo?

Las chicas continuaron hostigándola, hasta que la aparición del profesor, y el comienzo de clases, la salvaron. Aún así, estaba con esa duda, de cómo aquella foto había circulado por todo el mundo.

Durante el descanso, Sora había logrado reunirse con Yamato para que le explicase el tema de la foto. Había sido complicado, ya que, al percatarse de que el tema que tenía a todo el instituto en boca, se trataba de su relación, y no los digimons, habían ido hasta el mundo digital, donde allí, nadie les molestaría.

—Lo siento —decía Yamato, tras haberle explicado la razón de porqué la foto había circulado por la red—. Debí habértelo dicho cuando te había llamado.

—No te preocupes —le contestó ella, con la intención de que no se sintiera culpable—. Si dejase mi aversión hacia lo digital, la habría visto.

Aunque el mundo de las redes y el Internet se estaba haciendo paso, cada vez a pasos gigantescos, Sora quería mantener, tanto como pudiera, las cosas tradicionales. En materia de lo digital, andaba con lo justo y necesario.

—Sora, quiero que me prometas algo y lo cumplas —mirándola con tono serio—. Si alguien llega a decirte algo malo o a hacerte algo, dímelo de inmediato.

Sora veía la determinación en la cara de Yamato. Si alguien atentaba contra ella, él no dudaría en resolverlo a puñetazos. Y esa no era la solución. Sin embargo, Yamato la conocía para saber que, si le pasaba algo malo, ella se lo callaría y lo sufriría sola y en silencio. Por eso, no se quedaría tranquilo, hasta que ella se lo prometiera.

—No pongas esa cara seria, Yamato —le dijo ella entre risas—. ¿Qué me podría pasar por ser tu novia?

—¿Acaso no estabas preocupada por lo que podrían hacerte mis fans, y por eso me pediste que mantuviéramos las distancias en el instituto? —preguntó intuitivo.

Sora sonrió nerviosa. Ella le había pedido que no estuvieran tan juntos, como hacía cuando estaban frente a sus amigos y familia.

—Ya te he dicho que es porque me da vergüenza —medio mintiendo.

—¿Te da vergüenza? —repitiendo con tono triste.

Sora le miró, observando cómo había puesto la misma cara de tristeza que cuando le había pedido que mantuvieran las distancias en el instituto.

—¡Pero no cuando estoy a solas contigo o con nuestros amigos! —apresurándose a aclarar por segunda vez.

Llevaban casi tres meses saliendo. Estaban en una edad muy temprana para ser pareja, que no estaba acostumbrada a estar a su lado, delante de gente desconocida. Y sin contar con la popularidad y el atractivo de Yamato, donde sentía que no encajaba como la gente esperaría que fuera su novia.

Su respuesta no parecía convencerle mucho. Pero no había añadido nada al respecto.

—Y respecto al tema de antes, tranquilo que no me pasará nada. Esto no es un manga ni nada parecido.

Ingenua es lo que había sido.

La historia del manga donde acosaban a la protagonista por salir con un idol, afortunadamente, no le pasaba nada parecido. Pero sí, que la insultasen en murmullos bajos o que sus amigas de clase empezaran a darle la espalda.

Salir con Yamato les parecía un sacrilegio.

Pero eso no era todo.

Debido a su estrecha amistad con Taichi, las chicas habían creado el rumor de que estaba engañando a Yamato con él. Existía otro rumor, donde victimizaban a Taichi, siendo friendzoneado y la consideraban una superficial por haber elegido al guapo de Yamato.

Ni siquiera en clase de tenis estaba tranquila.

Los estiramientos que se realizaban en pareja, pasó a realizarlos en solitario. Las chicas se negaban a jugar un partido de práctica con ella. Y cuando la tutora del club de tenis, enfurecida, les obligaba a que jugasen con ella, lo hacían desganadas o, incluso, dejándose ganar a propósito. Eso provocaba murmullos de que Sora era una aprovechada. Y si ella se dejaba perder, la reprochaban por ser una mala jugadora.

Daba igual lo que hiciera, de una u otra manera, la criticaban.

Paciencia, se decía.

Dentro de poco acabaría el segundo año escolar, y, quizás, con muchísima suerte, acabaría en clases con Yamato o con Taichi.

Pues cuando estaba con ellos, las chicas se portaban con tanta falsedad que daba asco.

Lo que le parecía un misterio, es que los rumores no llegasen a ellos. Era como si las chicas tuvieran el poder de desviarlo.

Cuando no estaba con Yamato y sus amigos, para animarse, se decía que esas chicas estarían poseídas por Ladydevimon, y por eso se comportaban así.

Era algo estúpido e infantil, pero conseguía que riera por unos segundos, para inmediatamente, después, llorar.

Con el fin del ciclo escolar, llegaron las vacaciones de primavera.

Sora no pudo sentirse más aliviada que nunca. Por dos semanas, no escucharía los reproches en el instituto.

Cuando estaba con Yamato, se hacía la fuerte, incumpliendo una promesa no hecha, de avisarle si algo malo le hacían. Había temido que él se diera cuenta de su estado, pero para su suerte, parecía que no.

Todos los días, antes y después del instituto, Yamato le preguntaba si le habían hecho algo, y su mentira surtía efecto.

Le apenaba mentirle, pero todo era por él. Para que su reputación como músico en su último año no se viera afectado.

Por él, soportaría lo que fuera necesario.

Cuando fueran al instituto, donde ya habían pensado en asistir al instituto de Tsukishima, sería sincera con él y le contaría todo lo que le había pasado. En realidad, necesitaba confiárselo y echarse a llorar en sus brazos.

Mientras, si en el tercer año escolar estaría sola, lo aguantaría.

Como si alguna divinidad se hubiera apiadado de ella, Sora tuvo la suerte de que en su tercer y último año de secundaria básica, estuviera en la misma clase que Yamato y Taichi. Observó como la mitad de las chicas pertenecían a otras aulas o eran nuevas, lo que la animó, en su ingenuidad, a poder hacerse amiga de alguna de ellas.

Realmente, se sentía con una gran racha de suerte, ya que Sora pudo hacer nuevas amistades, y que éstas no la insultaran o que tuvieran dos caras como sus anteriores amistades.

Se sentía tan dichosa, que lo vivido durante sus últimas semanas en segundo, había quedado en el olvido.

.

Con el paso de los meses, todo iba yendo muy bien. Poco a poco, la vergüenza de estar con Yamato en público, iba desapareciendo, hasta que se convirtió en algo natural el que se tomaran de las manos o compartir el mismo paraguas.

Los insultos y cuchicheos continuaban, aunque como esta vez, estaba arropada por Yamato, Taichi y sus nuevas compañeras de clase, era más llevadero.

Meses más tarde, se celebró el festival cultural, donde los Teenage Wolves participarían en la actuación final.

Aquel día, todos los amigos de Yamato, Sora y Taichi habían acudido. Y también, lo habían hecho sus digimons. Disfrazados de manera singular, pasaban desapercibidos como niños cosplayados, por el festival cultural.

Todos se lo pasaban tan bien, que nadie se imaginaría lo que sucedería en el concierto de Yamato

Como cabía de esperar, la gran mayoría del público era femenino. Sora pudo distinguir a las personas que la habían ignorado, así como la que creía sus antiguas compañeras de clase y sus compañeras de tenis. Con el malestar en el club de tenis, Sora no había continuado en su tercer año, excusándose de que quería enfocarse en los estudios y en el ikebana.

Observó como todas ellas la habían mirado, con pequeñas risitas maliciosas en su cara, como si planeasen algo, la hizo estremecerse.

Piyomon se había dado cuenta de ello, por lo que le había preguntado si le pasaba algo. Su pregunta atrajo la atención de Gabumon, así como la de Takeru y los más cercanos a ella. Sora sonrió, mintiendo que solo era a causa del frío. Pudo convencer a sus oyentes, ya que Jou y Ken, se pusieron de acuerdo con prestarle su chaqueta. Sin embargo, fue desestimada por Gabumon y Miyako. Gabumon se había colocado al lado de Sora, aludiendo que ya la abrigaría con su piel peluda. Como pareja de su mejor amigo, sentía que tenía la misión de que ningún chico se le acercara. Aunque fueran sus propios amigos. Miyako, se había quejado también de que tenía muchísimo frío, por lo que Ken, que estaba más cerca de ella, que de Sora, optó por prestarle la chaqueta.

Tanto Hikari, como Takeru y Sora sonrieron divertidos. Era más que obvio lo que Gabumon y Miyako pretendían. Sin embargo, era cierto que empezaba a refrescar. Era principios de septiembre, el sol empezaba a ponerse, y con ello el otoño venía con soplos de bienvenida.

Un estruendoso grito femenino silenció todas las conversaciones, en cuanto los componentes de Teenage Wolves aparecieron en el escenario. La gran mayoría clamaban el nombre de Yamato, donde Sora afinó el oído cuando Miyako la había pinchado de lo popular que era su novio, poniéndola un poco colorada.

—Y con lo que revelará… —añadió Takeru con algo de misterio.

Sora lo miró sin comprender, y se fijó en que los demás, salvo Taichi y Gabumon, estaban expectantes en querer saber lo que significaban esas palabras. Especialmente, Koushirou, que no soportaba que lo dejasen a medias.

Yamato había cogido el micrófono, y con su habitual voz grave, que, acompañada de su apariencia, enamoraba a más de una, hizo una mera introducción sobre su grupo y las piezas que tocarían.

—Pero antes de ello, me gustaría dar un anuncio muy importante —respirando con calma, y mirando a sus compañeros de banda, los cuales asintieron, se volvió hacia el público con firmeza—. Esta será la última actuación de los Teenage Wolves.

A Sora no le cogió por sorpresa aquella noticia. Yamato ya le había dicho, que durante el tercer año, dejaría la banda, para ponerse a estudiar en serio. Pero, antes de hacerlo, al menos daría una explicación a sus fans de porqué se retiraba, así como un concierto especial como último del grupo. El festival cultural, la ocasión en que casi todo el instituto de Odaiba se reunía, era la oportunidad perfecta.

Soltó un largo suspiro. La cantidad de veces en que le había insistido en que continuara, no había servido para nada. Por lo menos, se despediría por todo lo alto. Con un tema nuevo que él mismo había compuesto.

Miró a Takeru de reojo, creyendo que si la revelación de la que mencionaba se refereriría a su retirada. Porque si era así, estaba muy equivocado. Entre Yamato y ella había una confianza absoluta que rivalizaba con la que Takeru mantenía con él.

Éste le devolvió la mirada y sonrió con más picardía.

Sora meneó la cabeza con una sonrisa, creyendo en su suposición.

"Qué ingenuo es, a veces. ¿Acaso pensaba que Yamato no me diría algo tan importante?"

La decepción del público femenino, así como la sorpresa de muchos se hizo eco entre el público, y Yamato prosiguió.

—Es una decisión que tanto yo, como el resto de los miembros del grupo habíamos tomado hace tiempo. Necesitamos ser conscientes de nuestro futuro y centrarnos en ello —hizo una pausa, para agregar—. Eso es lo que yo quería, hasta hace unos meses.

Sora lo miró con cierta interrogación.

—Es verdad, que esta será la última representación de los Teenage Wolves. Pero, gracias a una persona que me animó a seguir con la música, y a darme cuenta de que poseo la fortaleza como para estudiar y centrarme, al mismo tiempo, en la música, he decidido que formaré un nuevo grupo musical en el instituto Tsukishima y seguir con la música hasta donde pueda.

Sora estaba parpadeando perpleja. Lo anunciado era totalmente desconocido para ella. Aunque, le emocionaba saber que él había creído en sus palabras, y armado de coraje para pronunciarlas en público.

Vio como sus ojos azules se clavaron en su persona, y una hermosa sonrisa adornó en sus labios, para anunciar con orgullo.

—Esa persona, la que me ha infundado los ánimos para continuar como músico, es Takenouchi Sora, mi novia y lo más importante en mi vida. Sin ella, no estaría aquí con total confianza en mi decisión.

Sora no escuchó como sus amigos la envolvían en emociones, a excepción de los implicados que ya sabían lo que Yamato anunciaría y sonreían como cómplices. Ella lloraba en una mezcla de alegría y vergüenza.

—A pesar de que ella lo ha estado pasando mal, desde que se descubrió que salíamos juntos, nunca ha dejado de apoyarme y de darme la confianza que a veces me faltaba. Por eso, por ella, que pienso seguir. Pero —y ahí se le cambió la cara, para dirigirse al público en general—, si alguien vuelve a molestarla, insultarla o mezclar a mi mejor amigo en vuestros tontos rumores, abandonaré la música ipso facto. Y no dudaré en dar nombres de las personas, para que sientan lo que Sora ha sentido.

Las chicas responsables de haberle hecho el vacío a Sora, agacharon la cabeza.

—¡Kyaaa! ¡Menuda declaración! —saltaba Miyako emocionada, como si le hubiera ocurrido a ella.

—Aunque eso se llame chantaje —sonreía Taichi a Takeru, a sabiendas de los rumores que habían circulado, y donde lo habían implicado a él también.

Sora estaba en un mar de emociones. Ella, que se había guardado lo que le había pasado, para no preocuparlo, al final se había dado cuenta. Pero él se lo había ocultado, con la intención de que al llegar este día, soltarlo sin ningún tipo de compasión. Y, además, declarar delante de todo el instituto, que ella era lo más importante para él, hasta el punto de que su carrera como músico se lo debían a ella.

"Gracias, Yamato."

Las lágrimas le impedían dárselas con su propia voz, a pesar de que no le llegarían. Si aquello no fuera suficiente, Yamato anunció un cambio en el orden de canciones que tocarían, donde la primera, el nuevo tema que ella creía que era de despedida, era en realidad…

—Mi nuevo tema, inspirado en mi querida novia Revelation, te lo dedico a ti, Sora.

FIN


Espero que hayáis disfrutado de la lectura.

Os recuerdo que del 12 al 18 de febrero es la sorato week. Si queréis más información, acerca de ello, podéis mandarme un mp o en Atoriproyects (Facebook, twitter/X e Instagram) encontraréis toda la información.

'Atori'