Era una tarde un tanto húmeda y calurosa, en la que de a poco, un silencio agudo y perturbador había comenzado a apoderarse de cada rincón de nuestro hogar.

¡Y ahí me encontraba yo!. Parado junto a mi cama, apuntando mi erecto pene entre los sonrosados labios vaginales de mi pequeña hermana Lisa; a tan solo segundos de adueñarme por completo, de su delicada y tersa intimidad.

Y en este punto de seguro se estarán preguntando... ¡¿Como fue que llegamos a estar bajo semejante situación?!.

Pues para resolver esta duda y demás interrogantes, debemos retroceder un par de horas en el tiempo, hasta el particular inicio de nuestra exorbitante y singular historia.

Todo comenzó a eso de las 3 pm de la tarde anterior, mientras me encontraba solo en mi habitación, completamente relajado y sin ningún tipo de preocupaciones en la mente.

En ese instante en particular todo en mi mundo era paz y tranquilidad. Hasta que de repente, escucho como alguien toca a mi puerta con increíble rabia e intensidad, e ingresa sin siquiera esperar la más mínima respuesta de mi parte. ¡Era Lisa!.

A decir verdad me sorprendió mucho el ver a Lisa dentro de mi alcoba, ya que casi siempre se la pasaba encerrada en su propia habitación, realizando toda clase de pruebas y demás experimentos raros, que nadie más entendía.

Luego de entrar, Lisa permanece junto a la puerta durante unos breves segundos, con la mirada mucho más fría y desconectada de lo que usualmente la tenía; y tras contemplarme en frente suyo, me dice con gran velocidad:

Lisa: ¡Hermano mayor!. Requiero con urgencia de tu ayuda para lograr dar solushión, a un sinuoso predicamento que me aflige con notoriedad.

Tan pronto terminó de hablar, pude recordar con innegable angustia y frustración, lo difícil que desde siempre había sido para todos, el tratar de comunicarse con ella... Y es que conversar con Lisa no era para nada sencillo, ya que la mayoría de las veces que lo intentaba, no lograba entender ni una sola palabra de las cosas que decía.

Fue así que al verla parada junto a mi, con su cuerpecito totalmente inmóvil, y su inquietante mirada tan cerca de la mía; que decidí indagar un poco más, sobre lo que estaba pasando:

- ¡Ho-Hola Lisa!. ¡M-Me da gusto verte!. ¡Ehm!. Y dime... ¡¿Que te trae por acá?!.

Lisa: Eshtoy trabajando en una investigación clasificada del gobierno, de la cual no te puedo dar mayores detalles por tu propia seguridad; y actualmente requiero de tu completa ayuda, en la obtenshión de uno de los componentes escatológicos más importantes, que requiero para lograr un avance mucho más preciso y significativo.

Como de costumbre no me quedaba para nada claro de que rayos estaba hablando Lisa; pero al ver la naciente expresión de seriedad alojada en su pequeño rostro, estaba seguro de que era algo realmente importante para ella.

Lleno de dudas e interrogantes, y sin dejar de rascarme la cabeza con evidente incomodidad, le dije muy lentamente:

- ¡N-No... No te entiendo, Lisa!. ¡¿Que es lo que necesitas de mi?!.

Lisa: ¡Hermano mayor!. Requiero que me ayudes suminishtrandome algo que solo tu me puedes dar en esta casa; ya que de lo contrario, me metería en demashiados predicamentos, al tratar de conseguirlo en algún otro lugar.

En ese momento, una nueva expresión de angustia y frustración comenzó a marcarse lentamente en su perturbadora mirada; la cual, había comenzado a ponerme bastante nervioso.

De antemano sabía lo importante que eran para ella, los diversos trabajos que constantemente realizaba; por lo que la simple idea de dejar alguno inconcluso, se constituía en toda una tragedia para su limitada existencia.

Lisa era una chica sumamente dedicada y comprometida con su trabajo, lo que por momentos, la hacía parecer de lo más loca y obsesiva. Es por eso que al contemplar su extraña actitud, le volví a preguntar con mayor insistencia:

- ¡Vamos Lisa!. ¡Habla más claro para poder entenderte!.

Al ver mis notorios gestos de seriedad, Lisa levanta una de sus delgadas cejas con inmenso fastidio; tras lo cual, me dice sin vacilar:

Lisa: Necesito una muestra fresca y sin contaminación de tus gametos masculinos, para poder llevar a cabo mi nueva investigación de índole genética. ¡Hmm!. Másh exactamente, 20 ml de dicho contenido.

- ¡¿Ehh?!. Pe-Pero Lisa... ¡¿De que rayos estás hablando?!.

Lisa: ¡Aghh!. ¡A veces olvido con quien eshtoy tratando!. A ver... ¡Necesito 20 ml de su semen!. ¿Me entiendesh ahora?.

- ¡¿Espera.. Qué?!. ¡Como que necesitas de mi semen!. ¿Es que acaso enloqueciste?.

Al momento de contemplar mi efusiva respuesta, Lisa da un par de cortos pasos hasta el lugar en donde me encontraba; y tras colocar una de sus pequeñas manos en mi hombro, me dice de forma fría y pausada:

Lisa: ¡Verash, Lincoln!. ¡Es tal y como te expliqué hace un rato!. Obtener esha muestra de semen en dicho volumen resulta mucho más que indishpensable, para lograr avanzar en la investigación gubernamental que previamente acepté; y como habrásh escuchado con antelación... ¡El gobierno jamás acepta un no como respuesta!.

Indignado ante la frialdad de sus palabras, y su soberbia actitud, tan solo me limité a preguntar con profunda desazón:

- Pe-Pero... ¡¿Y porque yo?!.

Lisa: ¡Aghh!. ¡Está más que claro!. Tu eres la única persona en toda la casa que me puede proporcionar dicha mueshtra, ya que el otro candidato es nuestra unidad parental masculina, mejor conocida como padre; quien no solo se negaría a dármela, sino que además me cashtigaría por varios meses por el simple hecho de habérselo insinuando.

Por razones como esta, era precisamente que no me gustaba hablar con Lisa. ¡Rayos!.

La extraña solicitud de ayuda que me acababa de pedir mi excéntrica hermana menor, aunque era bastante rara e inusual; no estaba ni cerca de convertirse en la cosa más absurda que alguna vez me hubiese pedido.

Aún así, no estaba seguro de si debía cumplir con tan singular capricho; ya que de llegar a hacerlo, Lisa continuaría utilizándome como su conejillo de indias privado.

Lentamente mi consternada mirada se fue perdiendo a lo lejos, mientras trataba de determinar en mi cabeza, que era lo que debería de hacer ante este nuevo y delirante predicamento.

Al darse cuenta de la enorme cantidad de dudas que permanecían presentes en mi afligidos ojos, Lisa comienza a batir sus pequeñas manos con angustia y desesperación; tras lo cual, me dice con inmenso malestar:

Lisa: ¡Vamos, Lincoln!. ¡Qué eshperas!. Mi tiempo es demashiado valioso como para perderlo en este lugar.

Ciertamente y aunque tenía mis dudas, en el fondo estaba más que dispuesto a ayudarle a Lisa, dándole lo que me estaba pidiendo; pero al ver su actitud tan soberbia y arrogante, decidí aprovechar esta increíble oportunidad para darle una lección, y de paso tacharla de mi lista de hermanas.

Fue así que poniéndome de pie con gratificante lentitud y calma, y tras tomarla por los brazos con enorme delicadeza; le dije muy suavemente:

- ¡Lisa!. Con gusto te daría todas las muestras que necesites, p-pero me imagino que solo quieres las mejores.

Lisa: ¡Eso es correcto!. Entre mejor sea la calidad de la mueshtra, más concluyentes serán los resultados de mi investigación.

Al comprobar que había captado su atención, giré mi rostro hacia un costado, y tras verla de reojo, le esbocé con total desinterés:

- ¡Hmm!. El caso es que para lograr obtenerlas, necesitaríamos trabajar muy arduamente y en conjunto; y a decir verdad... ¡No se si estés dispuesta a llegar tan lejos!.

En ese instante, el inexpresivo rostro de Lisa comenzó a llenarse de una rara mueca de incertidumbre, que la hizo frotar su barbilla con la mano; casi al tiempo en el que me decía con interés:

Lisa: ¡¿Y que esh lo que tendríamos que hacer exactamente para lograr conseguir dichas muestras?!.

- Pues verás... Si solo me masturbo, mis espermatozoides saldrían débiles y a la fuerza, por lo que no tendrían la misma calidad y consistencia que si los sacamos del modo tradicional.

Lisa: ¡Entiendo lo que dices!. Y ya que ese método de extracción se encuentra claramente descartado; entonces... ¡¿Que es lo que sugieres que hagamos?!.

- ¡Es sencillo, Lis!. Debemos sacarlos de la manera más natural posible, para evitar cualquier tipo de pérdida o deterioro.

Lisa: ¡Interesante!. ¡¿Y cual sería esha manera?!.

- ¡Tener sexo!.

Luego de escuchar ese par de simples y cortas palabras, Lisa permanecido seria durante unos breves segundos, como tratando de asimilar las impactantes cosas que acababa de percibir.

Al darme cuenta de su prolongado silencio, y de la expresión tan insulsa y vacía presente en su apagada mirada, comencé a impacientarme muy seriamente; ante la latente posibilidad de que se fuese a enojar conmigo, por mi evidente comentario tan fuera de lugar.

Pero de un momento al otro, Lisa escapa de su prolongado letargo, y sin siquiera inmutarse, me responde con total indiferencia:

Lisa: ¡Mmm!. Y dime... Si lo hacemos de esa manera, ¡¿Estás seguro de que podrás garantizarme las mejores muestras?!.

- ¡S-Si... Si!. ¡Te lo aseguro!.

Lisa: Siendo así... ¡Acepto tu propuesta!. Haz lo que tengash que hacer, pero dame mi muestra cuanto antes.

¡No lo podía creer lo que acababa de escuchar!. Lisa había aceptado con total serenidad, y sin siquiera alterarse, el que tuviese sexo con ella.

¡De haber sabido lo fácil que sería convencerla, lo habría hecho desde hace mucho tiempo!.

Al terminar de hablar, Lisa comienza a desnudarse de manera lenta y despreocupada, casi como si estuviese a punto de ingresar a la ducha; provocando que el relajado ritmo de mis contenidas pulsaciones, se disparase automáticamente por las nubes.

Fue así como de un momento al otro, Lisa comenzó a retirarse su clásico saco verde y su horrible pantalón rojizo, hasta tan solo quedar cubierta por unos enormes y para nada estimulantes pantys de color blanco; los cuales, eran tan simples y desabridos como el resto de su descolorida vestimenta.

A pesar de la actitud tan relajada y tosca que demostraba Lisa al momento de desnudarse, lentamente mi cuerpo comenzó a calentarse cada vez más; sobre todo al contemplar la vigorizante forma en la que mi pequeña y decidida hermanita, batía sus reducidas caderitas, mientras se quitaba el pantalón.

En ese instante mi cuerpo entero se comenzó a impacientar con soltura y efusividad, de tran solo pensar en lo bien que de seguro la iba a pasar, en compañía de mi mesurada e inexpresiva acompañante. ¡Ughhh!.

Finalmente, y bajo mi atenta mirada, Lisa se despoja de la ensanchada pantaleta blanca que resguardaba su fabulosa intimidad; quedando completamente desnuda frente a mis alarmados ojos. ¡Wow!. ¡Pero que grata sorpresa!.

A pesar de poseer un cuerpo tan reducido y carente de curvas, y de tener seis dedos en uno de sus pies, la silueta de Lisa era tan llamativa y sexy; que incitaba profundamente a arremeter contra esta, sin ningún tipo de piedad.

¡El pequeño cuerpo de mi inquietante hermana sabelotodo era realmente único y atrevido!.

Al terminar de desvestirse, Lisa comienza a subirse sobre la cama, hasta posar con suavidad su resplandeciente figura en el centro de esta; y tan pronto lo consigue, permanece quieta y con las piernas levemente separadas, a la espera de mi siguiente movimiento.

Contemplar la impactante silueta de Lisa, tan delicada y vulnerable, no tardó en provocarme una alucinante y dolorosa erección, que me tenía con la piel ardiendo, y la respiración entrecortada.

Era la primera vez que veía a Lisa con tan poca ropa; y para mí sorpresa, ¡Se veía sensacional!.

Mi silenciosa acompañante era dueña de unas acortadas pero atractivas piernas; las cuales enmarcaban con profunda belleza y gracia, a la esponjosa y sobresaliente hendidura, que se alzaba en medio de estas.

Poco a poco la emoción se comenzó a apoderar de mi agitado cuerpo, al grado en que no veía la hora de poder adentrarme justo en medio de ese par de lampiños y regordetes labios.

Tan pronto estuvo en posición, Lisa gira su prominente cabeza hacia mí lugar; y tras comenzar a observarme con bastante fijación, me dice con total seriedad:

Lisa: ¡Hermano mayor!. Estoy lista para inishiar cuanto antes con el requerido acto copulativo. ¡No tardesh!.

A pesar de que Lisa jamás estuvo en mis lascivos planes, esa era mi gran oportunidad de poder disfrutar de una vez por todas, de una de mis hermanas más pequeñas; lo cual, rápidamente comenzó a envolver gran parte de mis acalorados genitales, bajo una hilarante sensación de regocijo y felicidad.

Muy a pesar de lo extraña e inexpresiva que solía ser Lisa en todo momento, estaba seguro de que nuestro irremediable primer encuentro, resultaría de lo más épico y estimulante.

Luego de apreciar el modo en el que Lisa permanecía tendida sobre la cama, completamente desnuda y sin un solo indicio de preocupación; comencé a desvestirme con gran impaciencia y velocidad, hasta quedar con mi ardiente polla señalando al techo.

Una vez que estuve desnudo, me subí a la cama con gran entusiasmo, hasta quedar posado a su lado; y tan pronto lo conseguí, mi polla comenzó a tambalear con angustia y celeridad, de tan solo contemplar sus empalidecidos labios vaginales.

Y aunque en un principio llegué a temer por la posible reacción que pudiese tener Lisa, al momento de contemplarme a su lado, no fue para nada parecido a como me lo había imaginado; ya que luego de verme desnudo, su rostro permaneció totalmente duro e imperturbable, al punto en que ni siquiera pestañeaba.

¡La inmensa frialdad que demostraba Lisa en ese instante, era de lo más abrumadora y paralizante!.

Tan pronto estuve a su lado, pude apreciar de mejor manera la imponente belleza que envolvía su tenaz silueta; por lo que sumamente animado, acerqué mi mano hacia su delirante y robusta entrepierna, para luego comenzar a jugar con sus entibiecidos muslos con total tranquilidad.

Mientras recorría su suave y cálida piel con la yema de mis dedos, trasladé mi extasiada mirada hacia los minúsculos y totalmente sonrosados pezones de Lisa; los cuales, no tardaron en hacerme suspirar de infinita emoción.

Fue así como de un momento al otro, dirijo mi boca hacia uno de sus entumecidos pezones, casi al tiempo en que continúe subiendo mi decidida mano por su sensual entrepierna, hasta llegar a su pequeña vagina.

Pronto, mis intrépidos dedos comenzaron a acariciar de arriba hacia abajo la voluptuosa abertura de mi linda hermanita, preparándola con total frenetismo y emoción, para el evento principal.

Después de innumerables caricias, besos, estímulos y grandes chupetones, giré la mirada hacia el rostro de Lisa; tan solo para comprobar la impactante manera en la que esta permanecía con la vista perdida, los ojos entrecerrados, y sin demostrar haber sentido ni una pizca de excitación. ¡¿Pero que rayos?!.

A pesar de que mis hábiles dedos continuaban retozando fervientemente entre sus apretados labios vaginales, Lisa se mantenía en completo silencio, y sin siquiera inmutarse.

Todo parecía indicar que mis múltiples intentos por tratar excitarla, no estaban sirviendo para nada.

Ahí estaba Lisa, postrada sobre mi cama, con su clásica e inexpresiva mirada en el rostro, y su aclarado y robusto cuerpo completamente paralizado... Y de no ser porque en ocasiones cerraba los ojos para parpadear, ¡Habría jurado que estaba muerta!.

Hasta ese instante había tenido la maravillosa fortuna de haber logrado disfrutar de momentos muy apasionados, ardientes y emotivos, en compañía de varias de mis sensuales hermanas; pero al parecer... ¡Esta vez iba a ser la excepción!.

Asombrado ante su inusual comportamiento, permanecí durante un breve instante admirando la atractiva silueta desnuda de Lisa; mientras esta permanecía ida e imperturbable.

Lentamente los minutos fueron pasando, y mi excitación se fue perdiendo con el descenso de la tarde; y es que por más que lo intentaba, no me animaba a mover ni un solo dedo sobre su conflictiva y tersa humanidad.

A pesar de ser tan pequeña y de no contar con los claros atributos de mis otras hermanas, Lisa tenía un cuerpo bastante llamativo y entrañable; pero su actitud tan gélida y despreocupada, estaba aniquilando las pocas ganas que tenía de estar con ella.

¡Lisa era la chica menos erótica y excitante que había conocido en toda mi vida!.

De un momento al otro, Lisa dirige su apagada mirada hacia mi, y comienza a pronunciar una serie de cortas y estremecedoras palabras, que me sumergieron aún más en mi profunda decepción:

Lisa: ¡Hermano mayor!. Tu falta de compromiso en nueshtro más reciente convenio verbal, me está haciendo perder valiosas horash de investigación. Así que, deja ya de perder el tiempo y, ¡Date prisa!.

En ese instante las cortas pero desconcertantes palabras de Lisa, tan solo sirvieron para reducir aún más, la limitada erección que prevalecía en mi cuerpo. ¡Rayos!.

A pesar de que me sentía enormemente atraído por su pequeña silueta, no quería arremeter contra ella como si fuese una simple muñeca inflable; sino que quería disfrutar a su lado de las mismas alegrías, emociones y sensaciones, que había logrado experimentar en compañía de mis otras hermanas.

Aunque en ese punto estaba casi seguro, de que en esa oportunidad no se iba a dar; por lo que sumamente desanimado y con la moral por el suelo, no tuve más remedio que admitir mi derrota.

- ¡L-Lisa!. En este momento mi cuerpo se encuentra bastante tenso y abrumado; por lo que no creo poder brindarte una muestra que esté a la altura de tus expectativas. E-Es por eso que te pido un poco más de tiempo, para poder recargar energías, y lograr retomar nuestro "convenio" de la mejor manera posible.

Mientras hablaba, Lisa permanecía atenta a cada frase que decía; y tan pronto terminé de articular los labios, simplemente me dice:

Lisa: ¡Entendido!.

Después de aceptar el breve receso de nuestro encuentro, y sin siquiera protestar, Lisa se pone de pie y se empieza a vestir; y tan pronto termina de colocarse su holgada ropa de anciana, me dice con gran hermetismo y seriedad:

Lisa: ¡Hermano!. Agradezco mucho la colaboración prestada, muy a pesar de lo escasa que ha sido. Pero quiero recalcar que necesito esha muestra con extrema urgencia; por lo que mañana volveré por ella... ¡Sin ningún tipo de falta!.

Al terminar de esbozar esas frías palabras, Lisa se retira de mi alcoba, dejándome con la cabeza dando vueltas y el resto de mi cuerpo levemente aletargado.

¡Maldita Lisa!. ¡Me arrebató las ganas de disfrutar de su figura!.

El resto de la tarde me lo pasé encerrado en mi habitación, completamente desanimado y aburrido por lo que acababa de ocurrir; y solo podía pensar en sí algún día lograría hacerla estremecer con alguna de mis caricias.

Al llegar la noche, decidí aprovechar mi falta de sueño para buscar en línea, algún método que ayudase a Lisa a olvidar su exagerada frigidez; y que la impulsase a saciar sus instintos más básicos y primitivos.

De esa manera, estuve buscando durante un extenso rato, cualquier reportaje, artículo o especulación que hablase al respecto; pero por más que indagaba, no lograba encontraba nada que fuese lo suficientemente útil para utilizar.

Luego de un par de extensas horas, finalmente encontré un artículo proveniente de una clínica alemana, que hablaba de la existencia de varias clases de conductas, que condicionaban de manera directa, el comportamiento de las mujeres frías y poco expresivas.

Tan pronto leí la introducción del estudio, sentí un ligero escalofrío por todo el cuerpo, ya que describía a la perfección, el resguardado comportamiento que expresaba Lisa.

Y aunque tenía más que claro el hecho de que Lisa aún era demasiado chica como para interesarse en el sexo opuesto, tenía que hacer algo al respecto; ya que si dejaba pasar el tiempo, de seguro en un par de años, el único placer que obtendría en su vida, sería el producido por sus ridículas investigaciones.

Luego de repasar cada palabra del artículo, decidí implementar varios de los estímulos y refuerzos de conducta complementarios que aparecían ahí descritos; los cuales, empleados de manera conjunta, contribuirían al mejoramiento gradual de la actitud de la paciente.

¡Estaba dispuesto a hacer lo que sea, con tal de alcanzar mis objetivos!.

Los estímulos más efectivos a los que se refería el artículo iban desde simples caricias, halagos, y besos; hasta la implementación de música suave y ligera, para condicionar de manera positiva el ambiente.

Y de no funcionar, aún quedaría una última alternativa mucho más extrema y precisa, que era denominada, "Unhöfliche Liebe".

En ese momento estaba más que seguro de que si no funcionaba ninguno de esos puntos previamente mencionados, debería desistir de mi idílica idea de tirarme a Lisa, ¡Para siempre!.

A la mañana siguiente me levanté con el cuerpo cargado de ansiedad y nerviosismo, y con una erección de campeonato dada la cercanía de nuestro próximo encuentro; y mientras transcurrían las horas, me dediqué a preparar las cosas que necesitaba para tan sublime ocasión.

El día transcurrió con extrema calma y lentitud, y al llegar la tarde, Lisa apareció repentinamente frente a mi puerta, con su clásica actitud arrogante y su mirada indiferente; y tan pronto cruzó el umbral de la entrada, me dice con gran notoriedad:

Lisa: ¡Lincoln!. He venido por la mueshtra del material genético que me habías prometido; y esta vez, ¡No me iré hasta haberla conseguido!.

Lisa se veía bastante decidida a obtener lo que necesitaba, y estaba seguro de que en esta oportunidad no iba a aceptar un no por respuesta; así que rápidamente la hice pasar, y procedí a cerrar la puerta con seguro, para poder dar inicio a nuestro "Experimento privado".

Una vez que estuvo adentro, Lisa dirige su pequeño cuerpecito hasta el borde de la cama; y al llegar ahí, comienza a subirse lentamente sobre esta, hasta quedar sentada en todo el borde.

En esta ocasión, Lisa traía en la mano un par de tubos de ensayo que de seguro eran para la obtención de las muestras; los cuales, rápidamente acomodó dentro de un portalapices vacío que estaba sobre la mesita de noche.

¡Al parecer Lisa tenía más que claro, a que había venido!.

Antes de continuar, decidí darle una última oportunidad de retirarse tranquilamente, aunque era un mero formalismo; ya que tan pronto cerré la puerta con seguro, sabía que ella no saldría de esa habitación hasta que no fuese mía.

- ¡L-Lisa!. ¡¿Estás segura de que quieres continuar con esto?!. Te advierto que una vez que iniciemos no habrá vuelta atrás.

Lisa: ¡Agradeshco la insulsa advertencia!. Pero nunca he dejado una investigación inconclusa, y hoy no va a ser la primera vez que lo haga. Así que... ¡Comencemos cuanto antes!.

Tan pronto terminó de hablar, Lisa comienza a desvestirse de manera lenta y automática; despojándose prenda por prenda, hasta quedar completamente desnuda.

Una vez que tuvo su resplandeciente silueta completamente al natural, inclina su delicada espalda hacia atrás, hasta quedar tendida sobre el colchón.

Ver a Lisa acostada sobre mi cama, con el cuerpo totalmente desnudo y las piernas entreabiertas, no demoró en hacerme hervir la sangre de la inmensa emoción que sentía en ese momento; por lo que envalentonado por lo que veía, no tardé en quitarme la poca ropa que traía puesta, hasta quedar a la par con mi punzante hermanita pequeña.

Había llegado el momento de dar inicio a nuestra emotiva tarde de investigación; por lo que lanzándole una última mirada a su atrayente figura, tomé un reducido rollo de cinta industrial que tenía a un costado de la mesa, y lo utilicé para fijar los pequeños brazos de Lisa a la cabecera de la cama.

Al ver la forma en la que ataba sus acortados brazos a los extremos de la cama, Lisa abre completamente los ojos, y me expresa con profunda intriga y malestar:

Lisa: ¡¿Pe-Pero que hacesh?!. ¡¿Porque me eshtás atando a la cama?!.

- ¡No te preocupes, Lis! ¡Esto es algo meramente rutinario para agilizar nuestro encuentro!.

Una vez que estuvo inmóvil, procedí a sacar de mi gavetero una delgada vela roja y un pequeño encendedor que tenía guardados para la ocasión.

Como era de esperarse Lisa permanecía fiel a su forma de ser, manteniéndose quieta y en absoluto silencio; mientras observaba fijamente cada movimiento que hacía. Pero estaba más que seguro de que pronto... ¡Eso iba a cambiar!.

Rápidamente encendí la vela y la puse con mucho cuidado sobre la mesa de noche, lo cual le dió un toque de elegancia y romanticismo al ambiente del cuarto.

En ese instante Lisa comenzó a mirarme directamente a la cara, con una tenue expresión de aversión y desprecio en su rostro; dejando totalmente claro, que los ambientes cargados de erotismo y sensualidad de los que tanto se hablaba en los artículos, no funcionarían con ella.

Aún así, decidí no darle demasiada importancia a su reacción, y continúe creando el ambiente ideal, colocando un poco de música suave en mi celular.

Con Lisa inmovilizada de los brazos, decidí entrar en acción, por lo que dejándome llevar por la infinidad de sensaciones que sacudía mis entrañas, y sin perder más tiempo, me subí rápidamente a la cama, hasta quedar junto a mi brillante y problemática pareja.

Una vez ahí, y tras volver a recorrer su delicado cuerpecito con la mirada, posé ambas manos sobre su aclarado vientre; hasta lograr sentir la incomparable firmeza y suavidad de su cálida silueta.

Luego de palpar su maravillosa textura, comencé un pausado ascenso con mis manos, hasta llegar a su desprotegido pecho; en donde no tardé en acariciar de manera suave y delicada, a sus reducidos pezones.

A diferencia de mis otras hermanas, Lisa no parecía darle demasiada importancia al hecho de que estuviese estimulandole las tetas; ya que se mantenía con la cabeza girada hacia un costado, y con la mirada perdida.

Al ver como Lisa continuaba sin reaccionar a mis múltiples caricias, llevé mi cabeza hasta su pecho, y me dispuse a saborear sus sonrosados pezones con rudeza y ahínco; para ver si de esa forma, demostraba algún tipo de reacción.

Después de un par de segundos en los que me dediqué a chupar incansablemente una de sus tetas, y a retorcer su otro seno con mi mano; mi pequeña hermana se mantenía igual de apagada que la última vez. ¡Maldita Lisa!.

A pesar de lo fría y distante que se mantenía Lisa, poco a poco sus diminutos pezones habían comenzado a ponerse duros y erguidos; lo cual era una muestra inequívoca de que al menos de manera inconsciente, una parte de su cuerpo había comenzando a disfrutar de mis continuos toqueteos.

Cuando finalmente pensé que había comenzado a lograr un avance notorio, Lisa voltea la mirada hacia mi; y tras mantener una clara expresión de frialdad en su rostro, me dice con total hostilidad:

Lisa: ¡Por el amor de Pitágoras!. ¡Deja ya de perder el tiempo en tonteríash, y comienza de una buena vesh!.

A pesar de mis múltiples esfuerzos por tratar de generar un ambiente cálido y acogedor, Lisa se mantenía firme, y sin intensiones aparentes de abrirse al placer; por lo que sin más opciones claras a la vista, no tuve más alternativa que dar paso a la siguiente parte de mi plan.

Había llegado el momento implementar el, ¡Unhöfliche Liebe!. O como era conocido en nuestro idioma... ¡Amor rudo!.

Sin darle más vueltas al asunto, agarré la vela que se mantenía encendida, y después de sujetar a Lisa firmemente de su torso, comencé a echarle un par de gotas de parafina caliente sobre cada uno de sus minúsculos pezones.

Una vez que las primeras gotas de cera hirviente tocaron las delicadas tetas de Lisa, esta no pudo continuar manteniéndose en silencio; por lo que sacudiéndose de manera enérgica y descontrolada, no tardó en vociferar:

Lisa: ¡Ayy, Aayyy, Aaaayyyy!. ¡¿Pero que me estásh haciendo?!. ¡Ahhhh, Ahhhh, Mmmgh!. ¡Esto no era parte del trato!.

Ver a Lisa finalmente retorcerse, aunque fuese de dolor, comenzó a generar en mi, una gran sensación de regocijo y excitación, que me hacía temblar de la emoción.

A medida que la cera caliente caía sobre los reducidos piquitos que tenía Lisa por tetas, una enorme erección comenzó a generarse en medio de mis agitadas piernas; la cual me impulsaba a seguir adelante, a pesar de las constantes quejas de mi pequeña acompañante.

Lisa: ¡Lin-Lincoln!. ¡Deten... Detente por favor!. ¡Aahhhh, Aaahhhh!. ¡Me estas hashiendo daño!. ¡Ay, Ayy!. ¡Mmm, Aaahjhhh!.

Lleno de frenesí y entusiasmo, y sin dejar de sonreír con incomparable maldad, le pregunté con total ironía:

- ¡Qué sucede, Lis!. ¡¿Te duele?!.

Tan pronto escuchó mis mordaces palabras, Lisa comenzó a sacudir todo su agitado cuerpecito con desesperación y rabia, casi al tiempo en el que empieza a decir:

Lisa: ¡P-Pero que pregunta másh tonta!. ¡Claro que me duele, si no soy de piedra!. Anda... Que esperash... ¡Suéltame ya!.

Sus diversas muestras de dolor me estaban calentando enormemente, por lo que continúe aplicándole una pequeña gota caliente sobre cada pezón, con total agrado... Y cuando esta se enfriaban, le retiraba la parafina seca, y le echaba rápidamente otra gota sobre su enrojecida y sensible piel, hasta verla retorcerse.

Los diversos gestos de tormento y aflicción que demostraba Lisa en ese instante, eran un auténtico deleite para la vista. ¡Uff!.

Todo parecía indicar que estas nuevas y agobiantes descargas de sensaciones, eran demasiado para ella y su joven cuerpo; por lo que pronto comenzó a retorcerse con mayor arrebato e intensidad, casi como si estuviese sufriendo alguna clase de convulsion.

Lisa: ¡Ay, Aayy!. ¡Ahh, Aaghhh!. ¡Nghhh, Nngrhfjh!

Aunque en ese instante no tenía ni la más remota certeza de que en algún momento Lisa pudiese llegar a disfrutar abiertamente de cada uno de los constantes estímulos que arremetían de manera directa contra su pequeña y blanca silueta; el simple hecho de verla tendía sobre mi cama, con el cuerpo inmóvil, y su fina y delicada piel mucho más que sensible y enrojecida, me impulsaba a seguir adelante, sin pensar demasiado en las terribles consecuencias.

En ese breve lapso de tiempo, en lo único en lo que podía pensar era en satisfacer la interminable lujuria que habitaba en lo más profundo de mi afligido y consternado ser; por lo que está vez, por más que luchase y se sacudiese... ¡No iba a dejarla escapar!.

Animado por su enérgica respuesta, continúe aplicándole la parafina caliente durante un par de minutos más, hasta verla enloquecer. Y para evitar que continuase emitiendo toda clase de quejas y sonidos de dolor, le puse un pedazo de cinta en la boca, para mantenerla en silencio.

En ese preciso momento, ¡Lisa era toda mía!.

Después de varios minutos de salvajes quejidos y briosos contorneos de cintura, mi sorpresa fue realmente grande cuando vi como un hilillo brillante comenzó a formarse en medio de los empalidecidos labios vaginales de Lisa; y aunque no estaba seguro de si esa humedad era producto del sudor, o de la excitación del momento... ¡Me pareció una muy grata señal!.

El joven cuerpo de Lisa estaba comenzando a disfrutar del placer surgido del dolor, y eso aumentó mis ganas de someterla.

Luego de un rato, le volví a retirar el exceso de parafina que tenía en sus pezones; a lo que Lisa dió un pequeño respiro de alivio. ¡Pero no estaba dispuesto a dejarla descansar!.

Por lo que rápidamente busqué en el cajón de mi mesa de noche, un par de pinzas de ropa que había guardado previamente; y sin dudarlo, se las puse sobre sus sensibles tetas.

En el idílico instante en que las rústicas pinzas de plástico hicieron contacto con sus tiernos y delicados pezones, Lisa lanzó un fuerte gemido de desconsuelo, que fue claramente audible a pesar de tener la boca tapada; y casi al instante, pude notar como su pequeño e inocente cuerpecito se retorcía de manera casi automática, debido a la colosal agonía que estaba sintiendo.

Lisa: ¡Mmm, Mmmh!. ¡Mjhmh... Mmjjmh!.

Poco a poco, la suave piel de Lisa se comenzó a tornar cada vez más encrespada y enrojecida, a raíz de todo el castigo físico que estaba recibiendo; y fue en ese preciso momento cuando pude contemplar, como de sus enormes e inexpresivos ojos, comenzaron a brotar un par de débiles lágrimas, que empañaron sus lentes y corrieron por sus mejillas.

Lisa estaba totalmente sumergida bajo la terrible aflicción a la que estaba siendo sometida; lo cual me parecía de lo más sexy y estimulante, sobre todo al contemplar la vigorosa manera con la que continuaba sacudiendo su destacada cinturita de un lado al otro.

En ese momento, Lisa estaba completamente pérdida bajo tanto dolor y desesperación; al punto de que toda esa inexpresividad y frialdad que eran características en su pasivo rostro, dieron paso a nuevas expresiones y gestos que jamás pensé contemplar en ella.

Mi pequeño experimento privado estaba saliendo mucho mejor de lo que había imaginado. Aún así... ¡Faltaba mucho para cantar victoria!.

De ese modo, y tras aprovechar que Lisa mantenía la guardia baja, la tomé rápidamente de su cintura, y comencé a girarla con absoluta calma y decisión, hasta dejarla de medio lado.

Una vez que estuvo en esa posición, metí mi dedo índice dentro de mi boca, hasta dejarlo completamente lleno de saliva; luego de lo cual, comencé a dirigirlo de manera lenta y pausada hacia su redondeado y firme trasero, en donde ejerciendo un poco de presión, comencé a introducido dentro de su ajustado asterisco.

Tan pronto se percató de mi abusivo movimiento, Lisa trató por todos los medios de apartarse de mi lado; pero después de múltiples forcejeos, y al darse cuenta de que era prácticamente imposible escapar, tan solo se limitó a estremecer su transpirado cuerpecito y a balbucear con aflicción, mientras exploraba su colita.

Lisa: ¡Mmm, Mmmh!. ¡Mmjn, Mmhm... Nmmjh!. ¡Nmmjmmh!.

Podía sentir como sus ardientes entrañas, apretaban cada vez con mayor intensidad a mi alarmado dedo, en su angustiante afán por tratar de impedirle el paso.

Pero a pesar de sus innumerables esfuerzos y briosos forcejeos... ¡No estaba dispuesto a darme por vencido!.

Tenía que demostrarle a Lisa que era inútil resistirse, por lo que poco a poco comencé a aumentar la presión ejercida dentro de su resguardado orto; hasta que después de una alarmante y enérgica lucha, finalmente pude sentir la forma en la que sus decididas defensas habían empezado a ceder.

A pesar de todo su empeño y de sus incomparables esfuerzos, ¡Su pequeño trasero era todo mío!.

Una vez que logré apoderarme plenamente de su ceñido y acalorado interior, volví a ejercer un poco de presión sobre su adolorido ojete; hasta hacerla delirar con absoluta intermitencia:

Lisa: ¡Mmghjh... Mmmghh!. ¡M-Mmhjjgm!. ¡Mphhh, Mghhfhjjfhhm!.

A medida que la penetraba con inmensa fortaleza, Lisa continuaba retorciéndose con incesante malestar, por lo que tan pronto retiré mi eufóricos dedo de su consternado interior, todo su cuerpo se relajó de manera inmediata; permitiéndome contemplar con absoluta facilidad, la forma en la que su oscurecido asterisco, se iba cerrando gradualmente. ¡Que gran espectáculo!.

Fue así que sin perder el impulso, agarré con firmeza la otra vela que aún tenía sobre la mesa, y se la comencé a introducir muy despacio dentro de su sensitivo trasero.

En el fugaz instante en el que la punta de la vela rozó su dilatado ojete, el rostro de Lisa se transformó de manera drástica e inmediata; haciéndola temblar con increíble exasperación.

Lisa: ¡Nghhh!. ¡Mmjmgh, Mghhh... Mmmjmhh!.

Los enormes y oscurecidos ojos de mi hermana lucían totalmente abiertos y desorbitados; y su fastuosa resistencia e incomparables ganas de batallar, habían llegado a su límite.

Lentamente la pequeña silueta de Lisa había comenzado a perder todo el majestuoso brío y la ferviente voluntad que por tanto tiempo la habían acompañado; por lo que tan solo tuvo fuerzas para liberar un par de débiles y apagados gemidos, como muestra de toda la frustración e incomparable sufrimiento que albergaba en su magullado interior.

Lisa: ¡Mmmgh, Mmmjmhh!.

Fue así que con un poco de determinación y ganas, logré introducirle poco más de la mitad de la vela en su erguido trasero; y a medida que se la iba metiendo más y más, notaba como su cuerpo se iba tensando con templanza y fortaleza, para luego empezar a temblar con increíble notoriedad.

Lisa: ¡Mmm, Mmmghh... Nghhhh!. ¡Nnghhhjh!.

Por más que lo intentase ocultar, Lisa había comenzado a demostrar toda una serie de gemidos y expresiones altamente estimulantes, que por primera vez mucho tiempo... ¡La hicieron parecer humana!.

Nublado por la fuerte excitación que sacudía ansiosamente mi consternado interior, giré poco a poco el debilitado cuerpo de Lisa, hasta dejarla boca arriba.

Pero al tener una pequeña parte de la vela aún sobresaliendole del trasero, no lograba acomodar sus caderas completamente sobre el colchón.

Es por eso que tuve que comenzar ejercer un poco más de presión sobre su inflamado abdomen, hasta que la vela pudiese entrarle lo suficiente, y lograse acomodarse.

Y mientras lo hacía, mi inquieta y agobiada hermana, tan solo se limitaba a liberar una serie de pequeñas y enternecedoras lágrimas; casi al tiempo en que jadeaba sin césar.

Lisa: ¡Mmmgh, Mmmh... Nghhjhh!. ¡Mmmh, Mmghjhmh... Nmghhjhh!.

El sentir como la fina vela se iba apoderando tramo a tramo de su dilatado colon, la hizo retorcer de inigualable angustia y dolor; y la dejó sin deseo alguno de continuar defendiéndose.

Por lo que llevado por la interminable calentura que me provocaban sus ahogados gemidos, me incliné rápidamente sobre su estresada silueta, y hundí la cabeza en medio de sus sudorosas y blancas piernas, para tratar de apaciguar sus delirantes suspiros.

En ese momento no dudé en comenzar a recorrer el amplio contorno de sus abultados labios vaginales con la punta de mi oscilante lengua; hasta lograr percibir con desbordante alegría y gracia, el impactante sabor de su entrañable sexo.

Lisa: ¡M-Mmm, Mmmgh!. ¡Mmmh!. ¡M-Mmghh!.

Me resultaba una completa delicia el besar y estimular la diminuta rajita de mi inquietante hermana sabelotodo; sobretodo al contemplar la electrificante forma en la que estremecía todo su cuerpo, al menor contacto de mi lengua.

A medida que continuaba recorriendo sus resguardados pliegues vaginales, comencé a toquetear muy levemente el sonrosado bulto que se alzaba en la parte más alta de sus resplandecientes labios, hasta hacerla respirar con total angustia y dificultad.

Lisa: ¡Mmm, Mmhhh... N-Nnghhh!. ¡Mmkhhh!. ¡Mmjmghh... Mnnghh!.

Al ver lo sentida y descompuesta que continuaba tornándose Lisa, comencé a intensificar mis estremecedoras caricias en su sensible almejita, para tratar de estimularla, y aumentar su limitado grado de excitación.

Una vez que logré hacerla delirar eufóricamente al salvaje ritmo de mis feroces lametazos, comencé a acomodar mi agitado cuerpo sobre el suyo, hasta quedar con la suave punta de mi animado pene sobre su tersa abertura.

Tan pronto estuve acomodado, sujeto a Lisa por sus pequeñas caderas y empiezo a deslizar muy suavemente la inflamada punta de mi conmovida polla por todo lo largo de su esponjosa rajita; hasta lograr sentir una ardiente ráfaga de sensaciones, que me hicieron sollozar con absoluta ligereza. ¡Uhmm!.

Mientras iba desplazando una y otra vez la cosquilleante cabeza de mi pene sobre su delicada hendidura, pude notar la asombrosa manera en la que la respiración de Lisa había comenzado a tornarse cada vez más acelerada; demostrándome con total claridad, lo estimulado y receptivo que tenía todo su cuerpo.

Lisa: ¡N-Nnghh, Nnghfhh... Mmghjhgfh!. ¡Nghhh!

Pese a tener los ojos vidriosos y totalmente irritados, Lisa se mantenía con la mirada fija sobre mi desafiante pene; como intrigada por mi siguiente movimiento.

Todo parecía indicar que mi pequeña hermana, finalmente había comenzado a aceptar mis briosos estímulos; por lo que animado por su efusiva respuesta, comencé a acariciar su iluminado vientre de manera suave y continúa, hasta hacerla estremecer con arrebato e intensidad.

Lisa: ¡Mmmh!. ¡Mmhjghh!. ¡M-Mmghh, Mmghjhfkhm!.

Después de la angustiante pesadilla vivida en la tarde anterior, jamás se me pasó por la cabeza el que Lisa pudiese llegar a calentarme con tan pocos movimientos; y es que casi sin darme cuenta, el envolvente ardor de sus apretadas entrañas había comenzado a nublar mis pensamientos.

Ya no podía más... ¡Tenía que penetrarla!.

Fue así como de un momento al otro, abrí un poco mas sus robustas y recortadas piernas, hasta dejar ante mi vista sus inflamados labios vaginales; y con mucho cuidado, me fui acomodando lentamente en medio de ellos, hasta lograr apuntar mi adolorido y punzante miembro, en la sofocante entrada de su resguardada hendidura. ¡Mphhh!.

Y ya que están al tanto de la vibrante forma en la que llegamos a tan extraña situación... ¡Es momento de continuar con nuestra historia!.

En el instante en el que la punta de mi polla logró rozar la reducida entrada de su cosquilleante sexo, todo su cuerpo se acalambró de manera abrupta y demencial; impidiéndome continuar con mis ansiosas embestidas.

Impulsado por el fuerte frenesí del momento, sujeté a Lisa de su ensanchada cintura, y comencé a ejercer una punzante presión sobre su consternada concha, para tratar de adentrarme en ella... ¡Lo antes posible!.

Pero a pesar de mis múltiples intentos por tratar romper la fina barrera que recubría su sexo, no lograba hacerlo.

¡El llamativo coño de Lisa estaba más cerrado de lo que imaginé!.

Fue así que tomando un corto respiro, saqué de mi gaveta un pequeño tubo de color naranja, el cual contenía una rara pomada para los golpes, que normalmente utilizaba Lynn después de entrenar; y teniendo calma y mucho cuidado, se la comencé a aplicar dentro de su voluminosa rajita, hasta hacerla temblar con apoteósica ferocidad.

Lisa: ¡M-Mmghh, Mmmjhm!. ¡M-Mmmgh!.¡Mmghfjhm... Mmghhjhh!.

Y es que una de las características más notorias de dicha pomada, era que se enfriaba al contacto de la piel; provocando que el sexo de Lisa se tornase mucho más sensible y receptivo de lo que ya se encontraba.

Una vez que su coño estuvo más expuesto y lubricado, acomodé rápidamente mi polla en medio de sus relucientes labios; y tras comenzar a ejercer un poco más de presión con total anhelo e insistencia, logré hacer desaparecer gran parte de la punta, en medio de sus temblorosas piernas.

Tan pronto Lisa se logró percatar de la eufórica manera en la que mi endurecida estaca había comenzado a perforar en lo más profundo de su sensible chochito, comenzó a temblar con indescriptible malestar y agonía; mientras giraba su pequeña cabeza para todos lados, con impotencia y desesperación.

Lisa: ¡Mmghkjhghh!. ¡Nghhhjkhm!. ¡Nnghfkghh!. ¡Nnghhh, Nnkghpm... Nnghfkhhdjkhh!.

Contemplar el vibrante modo en el que mi indefensa hermanita batía su magullada silueta con amargura y desconsuelo, comenzó a inundar mi cuerpo con una inmensa sensación de ardor y placer, que me tenía con los vellos de punta.

¡El reducido coño de Lisa era ajustado pero totalmente acogedor!.

Mientras continuaba haciendo desaparecer mi palpitante polla dentro de su enrojecido sexo, tuve que aminorar brevemente mis efusivos movimientos de cintura; ya que la tensionada rajita de Lisa, se sentía cada vez más estrecha y resguardada, impidiéndome penetrarla con relativa facilidad.

El interior de Lisa era tan estrecho y apretado, que me impedía llegar mucho más lejos sin causarme daño; por lo que no tuve más alternativa que detener mis movimientos durante unos breves segundos, para que se fuese acostumbrando a su exaltado invasor.

Cuando finalmente considere que su intimidad ya había comenzado a relajarse, empecé a mover mi cuerpo de manera lenta y sensual; hasta provocarle suaves y entremezclados murmullos de exaltación y dolor.

Lisa: ¡M-Mmmh!. ¡Nnjhhh!. ¡Nngghhhh!.

Con el paso de los minutos, mis intentos por tratar de penetrarla se hacían cada vez más continuos y sistemáticos, permitiéndome avanzar con mucha más confianza y profundidad.

Aprovechando esta nueva oportunidad, empecé a bombearla cada vez con mayor fortaleza y decisión; hasta lograr sentir la forma en la que su entibiecido y palpitante coño, me apretaba la polla con desbordante intensidad.

Poco a poco fui desapareciendo mi polla dentro de su aceitada rajita, primero de manera lenta y pausada, para luego arremeter con todas mis ansias; hasta hacer que nuestros sexos chocasen, cada vez con mayor algarabía.

- ¡Lisa, Lisa... L-Lisa!. ¡Ahh, Aahhh... Mghhh, Aaghhjhhh!.

Entre más pasaban los minutos, mayor era la velocidad con la que continuamente perforaba su sofocada hendidura; y en lugar de aminorar el ritmo para tratar de descansar, la penetraba cada vez con mayor fuerza e intensidad, como si estuviese tratando de prenderle fuego a su entrepierna.

En un instante en particular, Lisa dejó de batir sus lascivas caderas, y tan solo se limitó a mirarme fijamente al rostro; mientras continuaba taladrandola cada vez más rápido, y sin ningún tipo de piedad.

Llevado por la interminable calentura del momento, comencé a desplazar mi lengua por el pequeño cuello de Lisa; dibujando cortos y sugestivos recorridos en su piel, hasta hacerla estremecer con enorme ligereza.

Lisa: ¡Mmmh, Mmghjhkh... M-Mmghjhhfh!.

El magestuoso calor que continuamente emanaba del apretado y chapoteante coño de mi brillante hermanita; me tenía con el cuerpo electrizado, y el corazón a punto de estallar.

Por más que lo intentase ocultar... ¡Había llegado a mi límite!.

Fue así que sujetándola firmemente de sus carnosas caderas, y sin importarme demasiado su ridícula investigación; le enterré todo mi pene con desesperación y locura, y estallé copiosamente dentro de su ceñido y aterciopelado interior, como pocas veces lo había hecho antes.

- ¡Oohh, Ooghhh!. ¡Lisa... Li-Lisa!. ¡Oohh, Oghhh!. ¡Si, S-Siiií!. ¡Mmghhh!. ¡Aaahhh, Aaaghjhhh!.

Aturdido y lleno de ansiedad, rápidamente comencé a liberar grandes chorros de mi lefa dentro de su afiebrada y ceñida almejita; y al darse cuenta de mi atrevimiento, Lisa comenzó a a batir su enardecido cuerpo con absoluta desesperación y rabia, como tratando de evitar que le llenase sus entrañas.

Pero ya era demasiado tarde... ¡Su apretado y caliente sexo era todo mío!.

Luego de liberar hasta la última gota de mi preciado néctar dentro de su tensionado interior, permanecí quieto y con mi verga firmemente alojada dentro de ella; a la espera de que mi viscosa leche inundase cada rincón de su apabullante vagina.

En aquel fugaz instante tan solo podía pensar en tratar de someterla a mi entera voluntad; para ver si de esa forma dejaba de comportarse como una maldita estatua fría y sin sentimientos, y comenzaba a actuar como una chica medianamente normal.

¡Lo que tiene uno que hacer para ayudar a sus hermanas!.

Lisa permanecía tendida sobre la cama, con la vista totalmente perdida, y sin mover ni un solo músculo de su sudado y lascivo cuerpo.

¡Tal parece que nuestro primer encuentro la había impactado con enorme intensidad!.

Luego de correrme, mantuve mi punzante pene dentro de su entibiecido y candente interior; y a medida que este empezaba a encogerse, pude constatar con increíble asombro y claridad, la forma en la que de su dilatado y expuesto coño, habían comenzado a escaparse un par de diminutas y entremezcladas gotas de su sangre y mi semen.

Después de un par de breves y delirantes minutos, finalmente Lisa comenzó a recuperar el aliento perdido; y tan pronto lo consiguió, empezó a estremecer todo su magullado y entristecido cuerpecito, en señal clara de enojo y desesperación.

Al ver a Lisa una vez más tan llena de bríos y energía, decidí desprender momentáneamente el pedazo de cinta que recubría sus finos labios; con el único fin de tratar de socavar, su ilimitado malestar.

Fue así que tomando una rápida bocanada aire, y tras arrugar poco a poco su ensanchada frente; me dice con indescriptible desprecio:

Lisa: ¡Es inaudito lo que me acabashte de hacer!. Me amarraste, me maltratashte, y me hiciste perder toda la tarde a tu lado... Y lo peor de todo es que... ¡Ni siquiera me dishte la muestra que tanto necesitaba!.

¡¿Pero que rayos?!.

Después de todo por lo que había pasado, y de lo mucho que la había lastimado, tan solo podía pensar en su ridícula investigación. Sin lugar a dudas, ¡Lisa era increíble!.

Con la cabeza aún dándome vueltas por la actitud tan fría y extravagante que presentaba mi agobiante hermana pequeña, decidí aprovechar su leve descuido para continuar con mis marcados planes.

Por lo que estirando rápidamente mis delgadas manos, empecé a voltear su sudorosa silueta, hasta volver a dejarla de medio lado; y una vez que lo conseguí, aproveché la oportunidad para sacarle la vela (o lo que quedaba de ella) de su redondeado trasero.

Y es que para mí sorpresa, Lisa había apretado su recto con tanta insistencia y fortaleza, que prácticamente había pulverizado la vela que le había metido en su culo; y al sentir como se la retiraba parte por parte, no pudo ocultar su inmensa alegría al pensar que todo había terminado... ¡Pero no podía estar más lejos de la verdad!.

Una vez que logré voltear su cuerpo hasta dejarla boca abajo, empecé a frotar mi empinada polla en medio de sus gloriosas nalgas; y fue en ese preciso instante, en el que finalmente Lisa comprendió, ¡Su triste realidad!.

Enojada por mis claras intenciones, Lisa comienza a arquear su espada de manera desesperada, para tratar de zafarse de mi lado; pero al no conseguirlo, voltea la cabeza hacia mí lado, y me dice con total ofuscación:

Lisa: ¡Shueltame!. ¡Shueltame ya, Lincoln!. Esto no es gracioso. ¡Hmm!. ¡Ya me eshtoy empezando a enfadar!.

Tan pronto sintió el leve roce de mi pene en su estresado trasero, y pudo constatar mi total desinterés por tratar de liberarla, Lisa comprendió que mis lascivas intensiones iban en serio; y aunque trató de impedirlo por todos los medios posibles... ¡Esa no era una opción!.

Lleno de efusividad e infinita calentura, dirigí mi venosa verga a la entrada de su ano; el cual, para ese entonces, se encontraba bastante enrojecido y dilatado, después de haber alojado a tan prominente pedazo de vela, en contra de su voluntad.

Una vez que tuve el ojete de Lisa a mi entera disposición, volví a tomar la crema fría que tenía junto a mi; y sin pensarlo demasiado, comencé a aplicarsela muy suavemente en tan arrugado orificio.

De ese modo, y tras sujetar enérgicamente a Lisa de su cintura, comencé a deslizar la punta de mi miembro por todo lo largo de sus firmes y redondeadas nalgas; para luego comenzar a introducirselo justo en medio de su maltratado asterisco.

- ¡Aahhh, Aaghhh!. ¡Vamos, Lis!. ¡Si, si... Así!. ¡Ahhh,Aaaghh... Mmmh!. ¡Mmghjhh!.

Lisa: ¡Oohhh!. ¡Ooghh!. ¡De-Detente!. ¡N-Nghh!. ¡Aahhh, Aaaghhh!.

Contemplar el salvaje modo en el que Lisa jadeaba y se estremecía absolutamente de dolor, me había comenzado a emocionar con bastante euforia y rapidez; y mientras lo hacía, continúe empujando mi palpitante pene dentro de su apabullado culito.

En ese punto era bastante estimulante y altamente gratificante, el ver como mi polla se iba desapareciendo cada vez más entre sus empinadas nalgas; sobre todo al sentir el vigoroso modo en el su apretado ojete luchaba férreamente por impedirme el paso.

Llena de impaciencia y de dolor, Lisa comenzó a sacudir su agobiada silueta como pudo; mientras jadeaba y se quejaba con un tono de voz cada vez más suave y apagado.

Lisa: ¡Aahhjghhh, Aahhh, Aaaahhhh!. ¡Me duele Lincoln... Me dueleee!. ¡Aahjghh, Aaaghjfhhjm!.

Sus diversas e incesantes suplicas en lugar de conmoverme, provocaron que sintiera una gran variedad de espasmos en la polla, que me impulsaban a continuar; por lo que cargado de adrenalina, seguí penetrandola con mayor fortaleza y determinación, hasta lograr abrirme paso.

Lisa: ¡De-Detente ya, Lincoln!. ¡Ahhh, Aahhjhh, Aaaghhhm!. Esta no esh la manera tradicional que me habías mencionado. ¡Aahhh, Aaghhjhm!.

De un momento al otro, Lisa comenzó a empujarme decididamente con sus piernas, para que no siguiera penetrandola; pero a pesar de sus enérgicos esfuerzos, ¡No iba a lograr conseguirlo!.

Los marcados movimientos que Lisa realizaba en su afán por apartarse de mi lado, lo único que provocaban era que los músculos de su consternado trasero comenzarán a contraerse cada vez con mayor rapidez; hasta hacer que mi receptiva polla vibrase completamente de alegría.

El estrecho orto de Lisa se sentía cada vez más cálido y acogedor. ¡Mmmh!.

Una vez que logré enterrarle mi templada verga dentro de su sofocado culo, empecé a bombearla con todas las fuerzas que tenía, para poder disfrutar a plenitud de su ceñido recto, y lograr extinguir de una vez por todas, su disminuida voluntad.

De un momento al otro, los tenues jadeos de Lisa comenzaron a tornarse cada vez más sonoros y angustiantes; por lo que estirando las manos con pericia y rapidez, volví a cubrir su boca para evitar llamar la atención.

Lisa: ¡Mmm!. ¡Mmmh!. ¡Mmghhjhh... Mmmghjh!.

Con el paso de los minutos, la contundencia de mis estocadas se hacían cada vez más profundas y estimulantes; hasta prácticamente hacer que mi diminuta y placentera cama, rechinase al vibrante son de mis prolongadas embestidas.

Podía ver la forma en la que su renuente y empapada figura, se hundía poco a poco en el colchón, con cada una de las enérgicas estocadas que le daba.

Lisa: ¡Mmm, Mmmhh!. ¡N-Nghhh!.

Estaba muy emocionado y excitado por tener a Lisa completamente a mi merced; por lo que lentamente volví a sentirme envuelto, bajo unas inquietantes ganas de correrme en su interior. ¡Rayos!.

Al ser Lisa tan pequeña y gordita, su trasero sobresalía con absoluta gracia y sensualidad; provocándole a quien lo veía, unas terribles ganas de apretujarlo y morderlo, prácticamente hasta el cansancio.

Mientras continuaba enterrando mi erguido falo dentro de su voluminosa colita, me dispuse a recorrer sus firmes y paraditas nalgas con mis manos; hasta que de un momento al otro, y casi sin darme cuenta, comencé a propinarle una serie de enérgicas y decididas palmadas en todo su centro, que rápidamente dejaron marcadas sobre su piel, las coloradas huellas de mis dedos.

Su lindo y redondeado trasero enseguida adquirió un obsceno tono rojizo, que contrastaba enormemente con el color blanco de sus empinados glúteos; y a pesar de que mis enérgicos azotes eran cada vez más variados y certeros, Lisa permanecía con los ojos cerrados, y con una rara mueca en su rostro.

Al ver su asombrosa pasividad, decidí apartarme levemente de su lado, para poder quitarle los pedazos de cinta que aún ataban sus manos; y ante mi completa perplejidad, levanté todo su cuerpo sin ningún tipo de inconveniente, hasta lograr dejarla en cuatro patas.

Tan pronto estuvo en esa nueva e impactante posición, volví a penetrarla de forma brusca y violenta, mientras seguía azotándola fuertemente en el trasero, al mejor estilo de las películas porno.

En ese momento Lisa estaba completamente perdida y entregada, y se dejaba hacer cualquier cosa que desease... ¡Sin siquiera protestar!.

Emocionado por su reciente actitud, volví a separar un poco más sus piernas para seguir disfrutando de su suave y apoteósica figura; e inmediatamente después, le introduje dos de mis inquietos dedos dentro de su húmedecida rajita, para hacerla enloquecer.

En esa nueva e impactante postura, mis testículos chocaban constantemente contra su esponjoso y ardiente coñito; haciendo que nuestros jóvenes y sensibles cuerpos, vibrasen hasta en el más mínimo contacto.

Al cabo de un rato, recogí su recortado y enmarañado cabello con una sola mano, y lo comencé a tirar lentamente hacia atrás; hasta hacerla levantar su cabeza, y lograr apreciar con lujo de detalles, la incesante expresión de su rostro.

Ver a mi pequeña hermana tan frágil e irreconocible, no tardó en electrificar totalmente mi cuerpo; por lo que llevado por los constantes bombardeos de sensaciones que recorrían abiertamente desde mi médula hasta mis bolas, tomé a Lisa de sus diminutos hombros, y comencé a embestirla con total agobio y frenesí, mientras besaba su blanca espalda con deseo y efusividad.

El fuerte cosquilleo que sentía en las bolas se hacía cada vez más ferviente e incontrolable, y las briosas contracciones generadas por el absorbente orto de Lisa, me apretaban la verga cada vez con mayor fuerza y provocación.

Una vez más, ¡Había llegado a mi límite!.

El apretado culo de Lisa era tan placentero y cálido, que solo podía pensar en llenarselo por completo; pero para mi completa Desgracia, ¡Aún tenía que cumplir con mi parte del trato!.

Fue así que lleno de dolor y agonía, y arrugado el rostro con increíble determinación, aparté mi fulgurante y acalorado cuerpo del de Lisa, justo en el instante en el que mi copiosa leche estaba a punto de salir; y sin mediar palabra, agarré uno de los translúcidos tubos de ensayo que estaban sobre la mesa... ¡Y me vine dentro!.

- ¡Mmmgg... Mmghh!. ¡Ooghh, Mmmghjh!.

Mi blancuzca lefa caliente no demoró en tanquear ambos tubos de vidrio, sin ningún inconveniente; por lo que luchando firmemente por mantener la concentración, le eché las últimas gotas que me quedaba, sobre sus espectaculares y coloradas nalgas, hasta quedar sin fuerzas ni para respirar. ¡Uughhhh!.

Mi intenso orgasmo se prolongó arduamente durante varios segundos más, luego de los cuales, caí abatido junto al fulminado cuerpo de Lisa; quien hasta ese instante permanecía tendida sobre la cama, con los ojos casi en blanco, y la lengua un poco afuera, como tratando de agarrar más aire.

De esa manera, permanecimos tumbados durante un largo rato sobre mi cama, jadeando de manera incontrolable; mientras luchabamos encarecidamente por no desfallecer.

Luego de un extenso y silencioso rato, Lisa se apartó como pudo de mi lado, y tras quitarse las pinzas de su pecho y los restos de cinta que aún cubrían su boca, comenzó a vestirse con lentitud y dificultad.

Y una vez que estuvo lista, tomó sus preciados tubos con una mano; y tras mirarme con insistencia y serenidad, me dice muy suavemente:

Lisa: ¡Gracias por la mueshtra!. ¡Es grato saber que puedo contar con tu ayuda!.

Diciendo esas llamativa y alucinantes palabras, Lisa se desvanece poco a poco de mí vista; dejándome con el cuerpo maltratado, y el ánimo por los cielos.

Ese fue el final de mi pequeño e inusual experimento, en compañía de mi singular y reservada hermanita.

Y aunque no me había quedado para nada claro el si Lisa había llegado a disfrutar de su inexplorada sexualidad... En el fondo sabía que si me mantenía firme y perseverante, quizás con el tiempo, tendría una nueva oportunidad de lograr mis objetivos.

Después de todo... ¡Roma no se construyó en un día!.