Habían pasado ya un par de semanas desde la inesperada partida de Ronnie Anne a la gran ciudad, la cual me dejó mucho más que triste y abatido, y con el corazón cargado de melancolía.

Y es que después de su partida, las mañanas en la escuela no volvieron a ser las mismas; ya que me la pasaba totalmente solo y deprimido, y sin demasiadas ganas de hablar con nadie.

Pero por suerte para mí, eso pronto cambiará; ya que con el paso de los días, mis tristezas y frustraciones lentamente se fueron haciendo cada vez más dóciles y llevaderas, hasta permitiré recuperar mi antiguo semblante.

Una vez que pude superar su dolorosa partida, no sólo tuve más tiempo libre para dedicarle a mis amigos y estudios; sino para tratar de conocer aún más, a la otra chica que me quitaba el aliento. "Cristina".

Desde hacía ya mucho tiempo me sentía fuertemente atraído por Cristina, ya que era una niña de lo más inteligente, dulce y agradable; la cual era capaz de acelerarme el corazón con una simple sonrisa.

Aunque por cosas del destino, y al no conocernos lo suficiente, nuestra relación se mantuvo completamente fría y estancada; limitandonos a un par de cortos y esporádicos saludos después de clases.

Fue así que con la marcha de Ronnie Anne, se me presentó una segunda oportunidad para acercarme mucho más a Cristina; ya que desde que se había cambiado de salón, no habíamos tenido demasiadas chances de volver a conversar.

De ese modo estuvimos compartiendo cada vez más tiempo juntos después de clases, y en horas del recreo; hasta lograr mejorar de manera gradual y significativa, nuestra limitada relación.

Y aunque en varias oportunidades había rechazado mis reiteradas invitaciones a vernos por fuera de la escuela, estaba seguro de que tan solo era cuestión de tiempo para que terminase cediendo.

Con la llegada de la última hora de clases, y el inminente comienzo del fin de semana, decidí enviarle un corto pero efusivo mensaje de texto; para ver si en esta oportunidad... ¡Finalmente accedía a salir conmigo!.

De ese modo, permanecí desconectado durante un largo rato de las clases, tratando de encontrar las palabras exactas que me ayudasen a convencer a mi cauta y dulce compañera; y tan pronto las conseguí, presioné rápidamente el botón de enviar, a la espera de que en esta ocasión, si aceptase mi propuesta.

Luego de mandar el mensaje, mi corazón permaneció en un claro suspenso, palpitando de forma rápida y desbocada; hasta prácticamente hacerme sentir, cada uno de los briosos latidos en mi pecho.

Después de unos largos e interminables segundos de espera, en los que mi tensión y agonía se hacían cada vez más notorios e insoportables; finalmente recibí la añorada notificación que indicaba con júbilo y algarabía, que había recibido un nuevo mensaje de Cristina.

En ese vivaz momento, una intensa sensación de ansiedad, comenzó a revolotear por todo mi cuerpo.

Pero tan pronto sujeté el celular para abrir el mensaje, aparece de la nada la señorita Johnson, y me lo arrebata rápidamente de las manos, dejándome frío y sin saber que hacer. ¡Rayos!.

Una vez que logró desprender el celular de mis nerviosas manos, y al contemplar la sorpresa latente en mis irritados ojos, me dice sin titubear:

Miss Johnson: ¡Señor Loud!. Usted sabe muy bien que está prohibido utilizar el teléfono en horas de clase. Así que... ¡Le queda decomisado!.

Aprovechándose que tenía la guardia baja, la señorita Johnson extendió su largo brazo y se apoderó de mi celular; dejándome con la naciente intriga de si Cristina había aceptado o no, mi invitación a salir.

¡¿Pero que rayos fue lo que acabó de pasar?!.

Impactado por los recientes acontecimientos, y con una inmensa sensación de impotencia arropando todo mi cuerpo; le dije con pesar y prontitud:

- ¡P-Por favor, señorita Johnson!. ¡Devuélvame el celular!. Le aseguro que no lo volveré a hacer.

Miss Johnson: Ya estoy cansada de decirles a todos ustedes, que los celulares están prohibidos durante el horario de clases; y de que nunca me presten atención. Ahh... ¡Pero eso va a cambiar!.

- ¡Vamos señorita Johnson!. No me haga esto, mire que hoy es viernes. Créame, ¡No volverá a pasar!.

Miss Johnson: ¡Señor Loud!. Voy a devolverte el celular... ¡Pero el lunes!. Y que esto les sirva a todos de lección, por si quieren volver a desobedecerme.

- ¡Pe-Pero maestra!.

Miss Johnson: ¡Nada de peros, Lincoln!. ¡Es mi última palabra!.

Luego de pronunciar tan fatídica y escandalosa frase, la maestra Johnson me dio la espalda, y se retiró de manera lenta y dramática hacia su escritorio; dejándome lleno de expectación y muy mal humor.

¡Ahh! ¡Pero esto no se iba a quedar así!.

Tenía que encontrar la manera de lograr recuperar mi celular cuanto antes, ya que el fin de semana iba a ser demasiado largo; y no estaba dispuesto a pasarlo solo y lleno de amargura.

Tan pronto sonó la campaña de la salida, me dirigí directamente hacia el lugar en donde se encontraba mi maestra, para tratar de convencerla de que me devolviese el celular; pero a pesar de mis diversas súplicas e innumerables promesas, la muy maldita se mantenía empeñada en usarme como ejemplo para el resto del salón.

Fue así como de un momento al otro la maestra Johnson se pone de pie, y tras recoger sus cosas rápidamente del escritorio, me dice con satisfacción y regocijo:

Miss Johnson: ¡Señor Loud!. Ya le dije que su teléfono se lo voy a devolver el lunes!. ¡Retírese por favor!.

- ¡Vamos, maestra Johnson!. ¡No sea así!. ¡Devuélvame el teléfono!. Le aseguro que ya aprendí mi lección.

Miss Johnson: ¡Hágase a un lado señor Loud, que se me está haciendo tarde!.

- ¡Por favor, maestra!. ¡Devuélvamelo ahora!.

Miss Johnson: ¡Lincoln!. ¡Estoy corta de tiempo!. Tengo que ir a mi casa a cambiarme, y de ahí salir disparada hacia el salón de belleza; ya que esta noche tengo una cita muy importante, a la que no puedo llegar tarde. Así que... ¡Deja ya de detenerme!.

¡Pero que se había creído esa vieja amargada!. Con razón seguía soltera. ¡Hasta virgen tenía que ser!.

Después de hacerme a un lado sin ningún tipo de remordimientos, la señorita Johnson se retiró del salón casi corriendo; dejándome totalmente abatido y sin ilusiones.

No se para que iría a gastar su dinero en el salón de belleza, si de todas formas iba a quedar horrorosa.

Mi idílico fin de semana había comenzado a oscurecerse... ¡Y de que manera!.

Lleno de impotencia y rabia, me dispuse a abandonar el salón muy lentamente; hasta que de un momento a otro, una nueva e inusual idea comenzó a tomar fuerza en mi cabeza.

Sabía que la maestra Johnson estaba de afán por ir a arreglarse al salón de belleza; por lo que pensé que si me presentaba directamente en su casa, y le pedía mi celular con mucha más insistencia, quizás me lo entregaría a regañadientes, con tal de que la dejase arreglarse tranquila.

La idea era de lo más simple y comedida, y ciertamente no brindaban ningún tipo de garantía; pero era mejor que pasarme el resto de la tarde pensando en lo que diría ese mensaje.

Una vez que estuve decidido, salí corriendo hacia su casa, para tratar de poner en marcha mi improvisado plan.

Al llegar allá, empecé a llamar insistentemente a su puerta para que me abriese cuanto antes; pero por más que lo hacía, no salía nadie a atenderme. Al parecer había llegado demasiado tarde. ¡Rayos!.

Por un corto instante consideré la posibilidad de llamar a Cristina desde otro teléfono para explicarle lo sucedido, pero por más que lo pensaba, no era capaz de hacerlo; ya que quedaría como un verdadero tonto ante ella, al haberme dejado quitar el celular de la única maestra en toda la escuela, a quien nadie respetaba.

No podía permitir que ese inusual percance, arruinase de manera drástica y significativa, todo el progreso que hasta ese instante había cosechado.

¡Tenía que recuperar mi teléfono a como diera lugar!.

En ese momento en particular me sentía bastante molesto y frustrado, y ciertamente no sabía que hacer; pero al dirigir mi mirada hacia una de las ventanas y percatarme de la manera en la que esta permanecía levemente abierta, se me ocurrió meterme por ahí, para ir en busca de mi celular antes de que la maestra regresase.

A pesar de que existía la clara posibilidad de que la maestra Johnson se hubiese llevado mi teléfono en su bolso... ¡Tenía que arriesgarme!. Ya que cada vez faltaba menos tiempo para mi posible encuentro con Cristina.

Al cruzar el reducido umbral que demarcaba la ventana, todo era silencio, dando la extraña sensación de que no hubiese nadie más en casa; por lo que rápidamente aproveché tan notoria oportunidad, para comenzar la búsqueda por todos lados.

¡En mi mente lo tenía más que claro!. Tenía que encontrar mi celular, mirar la respuesta de Cristina, regresarlo a su sitio; y huir rápidamente, antes de ser descubierto.

Pero a pesar de tener las cosas bastante claras en la cabeza, la realidad era muy distinta; ya que por más que lo buscaba, no lograba encontrar mi teléfono por ninguna parte.

¡¿Será que la maestra Johnson se habrá llevado mi celular en su bolso?!.

Durante un largo rato estuve buscando impacientemente en cada uno de los rincones que tenía frente a mi; y al no encontrar nada, subí las escaleras con muchísima calma y cautela, al no saber lo que pudiese hallar en dicho lugar.

Al llegar al segundo piso todo permanecía calmado y en silencio, por lo que continúe adentrándome en el pasillo con mucha más confianza y libertad.

Hasta que de un momento al otro, comencé a percibir una serie de extraños y entrecortados sonidos provenientes de la habitación del fondo; los cuales, rápidamente llamaron mi atención.

Una vez que logré acercarme al misterioso lugar de donde provenían tan ahogados zumbidos, pude darme cuenta de la manera en la que la puerta permanecía levemente entreabierta; por lo que decidí echar un veloz vistazo, para saber que era lo que estaba pasando.

Al mirar por la pequeña rendija que demarcaba la entrada de la habitación, vi una escena de lo más cruda e impactante, que estuvo a punto de hacerme delirar.

La señorita Johnson estaba tendida sobre su cama completamente desnuda, con los ojos cerrados y las piernas totalmente abiertas, metiéndose con desesperación y furia, un enorme consolador en su abultada vagina; mientras que con su otra mano se sobaba las tetas con apoteósica intensidad. ¡¿Es en serio?!.

Jamás había visto a la profesora Agnes con algo de erotismo, y realmente creo que a nadie en la escuela, o incluso en la ciudad le resultaba para nada sexy; pero verla desnuda sobre su cama mientras se masturbaba con enorme insistencia, fueron estímulos suficientes no solo para cambiar el concepto que tenía sobre ella, sino para que mi asombrado pene comenzase a ponerse duro y electrificado. ¡Uff!.

Al cabo de unos segundos comencé a pensar que lo mejor sería irme cuanto antes, para evitar ser descubierto; pero tan pronto comencé a escuchar la ferviente manera en la que mi acalorada profesora, comenzaba a liberar grandes y descontrolados jadeos de excitación y lujuria, decidí permanecer durante un par de minutos más... ¡Para disfrutar del espectáculo!.

Sus fuertes y desbocados gemidos me estaban calentando con gran desenfreno, por lo que no tardé en dirigir mi mano hacia el extraordinario bulto que se me había formado en el pantalón, para comenzar a acariciarmela de manera veloz y desesperada; en un intento claro por tratar de apaciguar, mi elevada excitación.

Pronto, la señorita Agnes comenzó a dejar salir de sus anchisimas caderas innumerables chorros de flujos cristalinos, los cuales se le escurrían por todo lo largo de sus robustas piernas, cada vez que se metía el consolador en su interior.

En ese momento mi mente y mi cordura se desconectaron momentáneamente, dándole el control de todo mi cuerpo, a la inmensa lujuria que habitaba en mi ser.

Al quedar totalmente desinhibido, me puse de rodillas, y comencé a bajarme el pantalón y los calzoncillos, para tratar de mitigar cuanto antes, la dolorosa erección que invadía mi cuerpo.

- ¡Ohh, Ohhh!. ¡Maestra... Ma-Maestra Johnson!. ¡Oohh, Ooghhh!. ¡Mmghhh!.

La inusual mezcla de sensaciones generada por estar espiando a mi atrevida profesora mientras esta se masturbaba con desbordante algarabía, me estaban regalando uno de los instantes mas morbosos y acalorados que hubiese tenido en mucho tiempo.

Mi mano derecha estaba temblando, y mi polla de a poco se calentaba más y más, liberando varias gotitas de líquido preseminal en la punta; las cuales, rápidamente fueron a dar al suelo.

¡¿Quien iba a decir que la señorita Johnson podría ser capaz de despertar en alguien tanta agitación y deseo sexual?!.

Mientras mi maestra continuaba dando rienda suelta a su magnífica sesión masturbatoria, de a poco iba aumentando sus frenéticos gemidos; los cuales, no demoraron en convertirse en auténticos aullidos de impaciencia.

Miss Johnson: ¡Ahh, Ahhh!. ¡Aahhh, Mmmghh!. ¡Aakjjhhh, Aaagghhjh... Mmghnhh!. ¡Ggrrrr!.

No se cuanto tiempo llevaría esa mujer sin que le echaran un buen polvo, pero a juzgar por su enorme desesperación, y la intensidad con la que batía sus hipnotizantes caderas, debió haber sido hace mucho.

¡Era evidente que estaba totalmente urgida por ser atendida!.

No tardé mucho en sincronizar la velocidad de mi mano con las sacudidas y alaridos que daba mi acalorada maestra; por lo que por un corto instante, fuimos una sola alma que estaba entregada a las sensaciones y sexualidad de sus temblorosos y sensibles cuerpos, en su ardiente búsqueda por logar alcanzar el tan añorado clímax.

No faltaba mucho para que me corriera; y a juzgar por los distintos gestos y sacudidas que continuamente daba mi profesora, ¡También estaba cerca de lograrlo!.

De un momento al otro comencé a aumentar el vertiginoso ritmo de mi electrificada mano, para tratar de culminar cuanto antes con ese sensacional disparate, y poder irme del mismo modo en el que llegué... ¡Sin ser visto!.

En ese momento en particular, todo estaba saliendo a pedir de boca.

Pero con lo que no contaba hasta ese instante, era con el hecho de que la maestra Johnson tuviese un gato; el cual, luego de salir de la nada, y de estirarse descaradamente en frente mío, comienza a empujar la puerta de la habitación con bastante calma y soltura, hasta lograr ingresar sin mayores problemas.

Y una vez que estuvo adentro, y sin darme el menor chance de reaccionar, empieza a maullar con increíble intensidad y algarabía; hasta dejarme completamente al descubierto. ¡Rayos!.

Mi corazón pasó de estar acelerado y dichoso, a detenerse abruptamente en tan solo milésimas de segundos. ¡Maldito gato llorón!.

Luego de percibir el sorpresivo escándalo generado por su confianzudo gato, la señorita Johnson no demora en abrir los ojos; y al hacerlo, dirige su consternada mirada hacia el lugar en donde me encontraba, y me queda viendo con total asombro, y sin decir palabra alguna.

En ese momento, nuestras tímidas miradas de desconcierto y vergüenza se cruzaron brevemente, y ninguno de los dos se atrevía a romper el tormentoso silencio sepulcral, que invadía la habitación.

La maestra Agnes continuaba tendida sobre la cama, con su enérgico vibrador metido en lo más profundo de su lubricado sexo; mientras que por mi parte, continuaba totalmente de rodillas, sujetando con firmeza mi tensionado y enrojecido pene. ¡El momento no podía ser más incómodo para ambos!.

Después de unos largos y angustiantes segundos de espera, los cuales parecieron toda una eternidad; finalmente la maestra Johnson se arma de valor, y comienza a decir:

Miss Johnson: Pe-Pero Lincoln... ¡¿Que rayos haces en mi casa?!. (Se dirigía a mi pero sin separar sus alarmados ojos ni por un instante de mi endurecida polla).

- ¡Ma-Maestra Johnson!. ¡Verá!. Yo solo... ¡Ehh!. Yo solo... ¡Mmm!. ¡Vi-Vine por mi celular!.

Tan pronto terminé de pronunciar esas cortas y delirantes palabras, pude notar como su agitado y sudoroso rostro comenzó a transformarse drásticamente, dándole paso a uno lleno de vergüenza, ira y resentimiento; el cual amenazaban con acabar con mi incipiente y aterrada humanidad. ¡Estaba en serios problemas!.

Tenía que hacer algo, y debía de ser rápido, si es que pretendía escapar de ese lugar con vida; aunque ciertamente, no sabía que hacer.

Sumamente nervioso, y antes de que la señorita Johnson comenzase a lanzar todo tipo de gritos cargados de impotencia y rabia; decidí decirle las primeras palabras que se me vinieron a la mente:

- ¡¿Ma-Maestra... Necesita que le ayude?!.

Mis efusiva y descaradas palabras la descolocaron momentáneamente, por lo que aproveché su breve descuido para levantarme con total pericia y velocidad, hasta dejar a mi endurecido pene rebotando como un auténtico resorte.

Al ver mi vibrante polla bamboleandose de un lado para el otro, la señorita Johnson pegó un leve suspiro y se petrificó por un instante; quedando completamente en silencio y con la mirada perdida. ¡Esa era mi oportunidad!.

Fue así que sin darle el menor chance de que recobrase el semblante, rápidamente me abalancé sobre ella hasta quedar posicionado justo en medio de sus voluminosas piernas; y tan pronto lo conseguí, le saqué el vibrador de su interior, y comencé a lamerle los dilatados pliegues de su coño con auténtica audacia e impaciencia.

A decir verdad, la señorita Johnson no estaba preparada para lo que le acababa de pasar, por lo que rápidamente comenzó a retorcer toda su su extenuada silueta; casi al tiempo en el que se dispuso a lanzar, desorbitantes gemidos bastante fuertes y descontrolados.

Miss Johnson: ¡Aahhh, Aaahhh!. Pe-Pero que... ¡Mmm!. ¡¿Pero que estás haciendo?!. ¡Ahhh, Aaghjhh, Aaaggghhm!.

Al sentir mis reiterados estímulos sobre su sensitiva abertura, me sujetó fuertemente por el cabello y trató de apartar mi cabeza de su sofocada intimidad; pero después de un par de feroces lametazos, seguidos de unas leves caricias a su palpitante clítoris, sus intentos por apartarme de su lado se fueron haciendo cada vez más débiles e intermitentes, permitiéndome devorarle toda su mojada vagina a mi antojo.

¡Estaba a punto de salirme con la mía!.

Lentamente mi maestra había comenzado a entregarse al placer, permitiéndome acariciar su fogosa hendidura, con total gusto y libertad.

Llena de ansiedad y zozobra, y sin siquiera lograr abrir sus consternados ojos, tan solo atinó a susurrarme con bastante dificultad:

Miss Johnson: ¡Ahhh, Aahhh!. ¡Mmmh!. ¡Aaahh!. ¡Lincoln, Li-Lincoln... P-Por favor detente! ¡De-Detente!. ¡Mmm, Mmmh... Ohhhh!. ¡Nghhh!.

Poco a poco mis constantes y certeras lamidas, la estaban haciendo enloquecer; provocando en mi interior una agónica emoción, que me tenía con las bolas totalmente sulfuradas, y el cuerpo entumecido.

Llevado por la creciente calentura, y la gran complacencia de mi alterada acompañante, continúe recorriendo su dilatada intimidad durante un largo rato; provocandole múltiples arcadas y gemidos de placer, que la estaban haciendo balbucear con angustia y descontrol.

Miss Johnson: ¡Aahhjgh, Aaghjkfm... Mmghjhfh, Aughtfhjkhln! ¡Ngrrjkfgh... Aaghjkhughh!.

Me encantaba sentir el modo en el que mi alterada maestra, se retorcía ante el más ligero roce en su vagina; así como la manera en la que los acortados vellos de su agitado cuerpo, se erizaban con cada una de mis constantes caricias.

Ya sin mayores obstáculos, continúe recorriendo lentamente la majestuosa intimidad de mi lasciva profesora; logrando contemplar con enorme alegría, la inmensa sensualidad presente en cada tramo de su tersa vagina.

Sumamente excitado, dirigí mi lengua hacia su indefenso e inflamado clítoris; y tan pronto la señorita Johnson se percató de lo que hacía, comenzó a contorsionarse y a soltar múltiples y ahogados suspiros, que la estaban haciendo vibrar con sorprendente desparpajo.

Miss Johnson: ¡A-Ahh!. ¡Aahh!. ¡Mmghh!. ¡Aahhh, Aghhh!. ¡Nnghjhh!. ¡Aaaghhhjhh!.

Tras una larga serie de precisos lengüetazos y gemidos acalorados, la señorita Johnson de a poco se dejó llevar por las variadas sensaciones que estaba experimentado, y no tardó en comenzar a involucrarse en nuestro inesperado encuentro casual; pidiéndome de manera casi agónica y desesperada, que continuase estimulando su agigantado y enrojecido botoncito.

Miss Johnson: ¡Ahí... Ahí!. ¡Mmm!. ¡Si, S-Siiií!. ¡Ahí!. ¡Continúa, co-continúa!. ¡Mmghh, Mghhjh!. ¡Uughhh!. ¡Mmghhjhh!.

En el instante en que mi diligente lengua comenzó a recorrer su encharcada intimidad con mucho más arrebato y ferocidad, mi alterada maestra no tardó en estremecer sus electrificadas caderas de adelante hacia atrás, cada vez con mayor fuerza y velocidad; hasta hacer que su fina piel blanca, se tornarse completamente colorada.

En lo único en lo que podía pensar en tan glorioso instante, era en hacer enloquecer a esa mujer con todo lo que sabía; ya que después de todo... ¡Mi vida dependía de ello!.

Fue así como de un momento a otro, aumenté el ritmo y rapidez de mis feroces lametazos; y me dispuse a meterle dos de mis alargados dedos dentro de su encharcada abertura, hasta hacerla suspirar.

Miss Johnson: ¡Ohh!. ¡Ooghh!. ¡Mmmh!. ¡Mmghjhfkhm!.

La señorita Johnson no dejaba de gemir ni de sacudir sus enormes caderas, ante cada una de mis tenaces caricias; por lo que después de un par de largos y extenuantes minutos, no pudo continuar soportado los constantes roces que infringia sobre su alarmado sexo, y explotó en un delirante mar de balbuceos y gemidos, eyaculando sus abundantes flujos sobre mi estupefacto rostro.

Miss Johnson: ¡Mmm, Mmmghh... Aaaahhhh!. ¡Nghhh!. ¡Aahhh, Aaghjhh!. ¡Mmghhhh!.

La manera en la que se corrió sobre mi cara me tomó completamente desprevenido; dejándome paralizado, y en absoluto silencio.

Era la primera vez que me pasaba algo parecido, y a decir verdad, no me lo esperaba en lo más mínimo; por lo que rápidamente me aparté de su lado, para intentar limpiarme los abundantes restos de su feroz corrida.

Llena de alegría y satisfacción, y tras comenzar a reírse con total hilaridad, la maestra Johnson no tarda en decir:

Miss Johnson: ¡Ja,Ja,Ja!. ¡Deberías ver la expresión que hay en tu rostro!. ¡¿Es que acaso nunca habías visto un squirt?!.

¡Rayos!. ¡Realmente no me lo esperaba!.

A decir verdad, jamás imaginé que la maestra Johnson o las mujeres en general, pudiesen hacer algo parecido. Sin lugar a dudas... ¡Aún tenía mucho por aprender!.

Después de ver la expresión de asombro presente en mi alucinado rostro, y sin dejar de sonreír con total regocijo; me dice con increíble pasividad:

Miss Johnson: ¡Señor Loud!. ¡Tu osadía y descaro al meterte en mi casa realmente me han impresionado!. ¡Mmm!. Sin mencionar tus magníficas habilidades orales.

Lleno de orgullo y felicidad, me mantuve firme y con la vista en alto, para no perder detalle alguno de sus conmovedoras palabras.

Miss Johnson: Aunque está más que claro de que aún existen demasiadas cosas que ignoras, y que realmente deberías de conocer; si es que quieres llegar a complacer a una mujer.

Luego de pronunciar esas singulares palabras, la maestra Johnson comienza a recorrer cada tramo de mi agitado cuerpo con la mirada, hasta detenerse sin previo aviso sobre mi erguida y bamboleante polla; y una vez ahí, y tras relamerse los labios con absoluta sensualidad, me dice muy lentamente:

Miss Johnson: ¡Y quien mejor que tu maestra para que te instruya en esas artes como es debido!.

Su lujurioso comentario no tardó en dejarme frío de la emoción, ya que me estaba dando a entender de manera clara y directa, las inmensas ganas que tenía de prolongar nuestro fugaz encuentro.

Jamás se me pasó por la cabeza que los instintos y ganas de enseñar que tenía la maestra Johnson, fuesen tan intensos y arraigados como su excitación misma. ¡Que feliz me sentía!.

Estaba como dentro de un maravilloso sueño del que no me quería despertar jamás; y por extraño que pareciese, era la primera vez en toda mi vida en que comencé a desear que las clases dieran inicio.

Miss Johnson: De a poco voy a tratar de irte enseñando como satisfacer a una mujer... ¡Pero eso no significa que te dejaré hacer conmigo lo que te plazca!. ¡¿Te quedó claro?!.

A pesar de sus claras advertencias, estaba más que seguro de que la iba a pasar realmente sensacional.

Miss Johnson: Lo primero que debes saber es no todas las mujeres logran correrse como lo acabo de hacer; pero si lo consigues, ¡Las tendrás comiendo de tu mano!.

Ver a la señorita Johnson tendida sobre la cama, completamente desnuda, mientras jadeaba con satisfacción e intermitencia, me hizo pensar en que no debía volver a juzgar a ninguna mujer por su forma de ser, o su manera de vestir.

Miss Johnson: ¡Deberías sentirte orgulloso por la forma en la que me hiciste correr!. Aunque no siempre vas a encontrar a tu pareja tan encendida y acalorada como lo estaba yo.

A pesar de la inmensa verdad que había en sus palabras, me sentía realmente feliz por haberla hecho retorcerse de la manera en la que lo hizo; y solo podía pensar en poseer su enorme silueta.

Lentamente el voluminoso cuerpo de mi maestra se había comenzado a apoderar de mi mente, haciendo que la desease con mucha más intensidad.

De un momento a otro, la expresión lasciva de su intranquilo rostro cambió significativamente, y podía ver un cierto ápice de perversión en su mirada; indicándome con total claridad, que algo estaba tramando.

Miss Johnson: ¡Señor Loud!. ¡Para agradecerle por haberme ayudado a bajar gran parte de mi... ¡Mmm!. "tensión", creo que ha llegado el momento de devolverle el favor; así que prepárese, porque no voy a descansar hasta lograr que ese pequeñin que apunta tan insistentemente hacia mi... ¡Se relaje por completo!.

Al terminar de decir tan impactantes palabras, pude ver la forma en la que mi resollante maestra comenzó a acomodarse justo en medio de mis temblorosas piernas, hasta posar su cabeza a la altura de mi polla.

Una vez que estuvo acomodada, sujetó mi ondulante miembro con firmeza y decisión; y sin mediar más palabras, se la llevó a la boca para dar inicio a una placentera e inolvidable mamada, que rápidamente me hizo suspirar con auténtica emoción.

- ¡Aahhh, Aaghhh... Mghhhh!. ¡Nngrrhhh!.

Poco a poco su lengua comenzó a recorrer suavemente todo mi tronco con incomparable destreza y naturalidad, hasta llegar a mis bolas; las cuales, no tardó en devorar casi por completo, como si de un caramelo se tratase.

Me encontraba absolutamente maravillado con la inmensa habilidad que tenía en su lengua; y mientras continuaba chupándome las bolas, la sujete con mis manos por su larga cabellera ondulada, en un intento por tratar de controlar e intensificar el enérgico ritmo de sus animados movimientos.

No se en donde habrá aprendido a chupar bolas de esa manera, pero me estaba volviendo loco de la felicidad.

Después de las imponentes sacudidas que me había estado regalando con sus maravillosos labios, realmente me costaba trabajo entender como una mujer tan ardiente y talentosa, no lograba conseguir marido; ya que las diversas cosas que me había estado enseñado, no creo que las hubiese aprendido en un libro.

De un momento a otro la maestra Johnson se detuvo por completo, y casi sin ganas se desprendió de mis chispeantes bolas, para luego dirigirse nuevamente hacía mi polla; en donde no tardó en aprisionarla con sus finos labios, para dar inicio a su fabulosa succión que me hizo sacudir con inmensa satisfacción. ¡Pero que delicia!.

Mi sensual acompañante sabía perfectamente por donde pasar su lengua y por donde debía chupar; era toda una experta, y me lo estaba haciendo saber de la mejor manera posible.

En un instante en particular, se sacó mi pene de su boca y comenzó a pasar su lengua por la pequeña abertura que había en la puntita de mi glande, hasta casi hacerme ver estrellitas.

- ¡Ohh, Ohhh!. ¡Mmghh, Nghhmm!. ¡Ooghhhm!.

Estaba disfrutando plenamente de su gloriosa mamada; por lo que de seguir con tan intenso ritmo, ¡No iba a tardar en correrme!.

De un momento a otro, dejó caer un pequeño hilo de su saliva sobre la punta de mi pene, para poder lubricarlo al máximo; y una vez que logró conseguirlo, inclinó muy lentamente toda su cabeza hacia adelante, hasta lograr introducir gran parte de mi miembro dentro de su acalorada cavidad.

Al sentir la atrapante manera en la que su fabulosa lengua envolvía copiosamente la cabeza de mi polla, deje escapar un corto y ahogado jadeo, que la animó a continuar devorando mi intimidad, con mucha más energía.

- ¡Oooghhhjhh!.

Completamente entregada a lo que estaba haciendo, la señorita Johnson no tardó en recoger con sus manos su alargada y rojiza cabellera, para evitar que esta le estorbase en su increíble ejecución oral; llevándolo con notoria prontitud, hasta un lado de su cabeza.

Una vez solucionado tan sensual contratiempo, volvió a bajar la cabeza hasta que su boca se hundió nuevamente sobre mi pene.

¡Esa sensación era de lo más envolvente y abrasadora!.

Podía sentir la forma en la que su delgada lengua se ajustaba con precisión y soltura, sobre mi alterada polla; casi al tiempo en el que su espesa saliva, la humedecía completamente.

Luego de un par de vigorizantes segundos, fue sacando suavemente mi alterado miembro de su resguardada boca, apretando sus tersos labios contra mi conmovido tronco; como intentando palpar todo su encanto y destacada forma.

Cuando finalmente logró sacarlo por completo, comenzó a desplazar su serpenteante lengua por toda la punta de mi inflamado glande; casi al tiempo en el que hacía malabares con mis estresadas bolas.

De un momento a otro, mi pene comenzó a entrar y salir con extrema velocidad de sus placenteros labios; y mientras lo hacía, no dejaba de mirarme a los ojos con absoluta picardía.

Quien lo iba a decir... ¡La señorita Johnson era sencillamente ardiente y fabulosa!.

En ese momento me sentía extasiado y completamente absorto a lo que mi maestra quisiese hacer conmigo, y me mantenía de lo más animado en poder aguantar su brutal ritmo, el mayor tiempo posible.

Aunque luego de unos breves y estimulantes minutos, no pude continuar soportando los reiterados corrientazos que sacudían tan abiertamente mi irritado cuerpo, y comencé a liberar mi viscoso néctar en lo más recóndito de su garganta. ¡Rayos!.

Justo en el instante en el que dejar escapar todo el esperma que tenía alojado en mis bolas, la señorita Johnson cerro su boca sobre mi glande y pajeó el tronco de mi pene con suma suavidad y delicadeza, hasta hacerme liberar una suntuosa ráfaga de gemidos, que me hicieron correr inmisericordemente.

- ¡Aahhh, Aaagghh!. ¡Maestra... M-Maestra Johnson!. ¡Ohhh, Oohhh... Mmghhh!. ¡Aaghjhjh!.

En ese momento me resultaba realmente impactante lo que veía, y es que en lugar de intentar apartarse de mi lado, había comenzado a succionar cada chorro de mi leche con tanta eficiencia y devoción, hasta prácticamente dejarme secas las bolas.

La señorita Johnson me acababa de regalar una mamada de lo más apoteósica e implacable, la cual me dejó mucho más que sensible, y con el cuerpo acalorado.

Al terminar de correrme, caí tendido sobre la cama, con el pecho jadeante y lleno de sudor; mientras luchaba a toda costa por no perder el sentido.

Había hecho un gran esfuerzo por tratar de seguirle el ritmo a mi frenética maestra; pero a pesar de ello, no pude soportar el terrible ardor que imprimía en cada uno de sus profundos lametazos.

Luego de un par de silenciosos minutos, mi polla lentamente comenzó a recuperar la fortaleza perdida; y tan pronto como mi atrevida acompañante se percató de ello, un nuevo brillo apareció en su hambrienta mirada, haciéndola lucir mucho más ansiosa y desesperada de lo que ya se encontraba.

De un momento al otro, la señorita Johnson comenzó a treparse sobre mi cuerpo, hasta dejar sus ensanchadas caderas a la altura de mi desafiante polla; y una vez ahí, comenzó a restregar levemente la comisura de su coño sobre mi conmovida estaca, hasta hacerme vibrar con cada uno de sus roces.

- ¡Mmm, Mmghhh!. ¡Uff, Ufff... Mghhhjhh!.

Podía sentir claramente el desbordante calor que emanaba de su terso y palpitante sexo, así como la salvaje forma en la que lentamente fue envolviendo a mi erguido miembro entre sus resplandecientes labios.

Una vez que estuvo más cómoda y totalmente llena de confianza, puso sus manos sobre mi cabeza, y con algo de fuerza me jaló hacia ella para poder estar más cerca el uno del otro.

Tan pronto lo hizo, nuestras bocas se fusionaron en un largo y entrañable beso, que nos tenía sumamente calientes y deseosos de continuar.

Luego de comprobar lo acoplados que estaban nuestros cuerpos, la señorita Johnson no tardó en restregar su calurosa cavidad sobre mi punzante polla, llenándola completamente con sus abundantes y espesos flujos; mientras recorría y acariciaba toda mi espalda con sus inquietas manos.

Al mismo tiempo, empecé a tomarla por su cintura, y una vez allí, apreté fuertemente su cuerpo contra el mío, hasta lograr dejar sus grandes y expuestos pechos, a la altura de mi boca.

Fue así que sin perder la oportunidad, comencé a devorar sus enormes tetas sin contemplación alguna, mordiendo y estirando sus oscurecidos pezones hasta el límite.

En ese momento, mi maestra gemía y se retorcía con total frenetismo y ganas, luego de disfrutar de todas las sensaciones que le estaba provocando con mis deseosos labios.

Miss Johnson: ¡Ohh, Oohhh, Mmmh!. ¡S-Si, Lincoln, Siiiií!. ¡No pares, no pares!. ¡Mmghhh!.

Animado por su efusiva respuesta, dirigí mi colorada polla hacia la entrada de su palpitante raja, para tratar de penetrarla lo antes posible; pero al percatarse de mis intenciones, la señorita Johnson estira una de sus esbeltas manos con profunda agilidad y displicencia, hasta lograr cubrir la entrada de su coño. ¡Rayos!.

Luego de impedirme el paso, me mira fijamente a los ojos; y esbozando una clara expresión de seriedad y rabia, me dice sin vacilar:

Miss Johnson: ¡Grave error, señor Loud!. ¡No te debes precipitar!. Siempre debes hacer que la mujer desee ser penetrada; y si la ves gozando... ¡Jamás debes interrumpirla!.

Podía sentir el inmenso malestar contenido en cada una de sus sentidas palabras, y todo por haberla interrumpido justo en el instante en el que se batía felizmente sobre mi alterado sexo.

La señorita Johnson lucia de lo más jadeante e insatisfecha, por lo que arrugado la frente, y mirándome con profundo malestar, no demora en esbozar:

Miss Johnson: Jamás debes ser como esos hombres que solo piensan en satisfacer sus propios impulsos y deseos, y que no les interesa lo que la mujer llegue a sentir.

A medida que hablaba, se me hacía cada vez más fácil sentir toda la rabia y frustración presente en su agitado pecho; por lo que en ese preciso instante, no era capaz de devolverle la mirada.

Miss Johnson: ¡Mmm!. Y ya que veo que andas muy ansioso y desesperado por tratar de penetrarme; deberás volver a empezar desde arriba e ir bajando lentamente... ¡Para que jamás olvides lo que te dije!.

La señorita Johnson lucia tan neurótica y enfadada, que decidí hacerle caso cuanto antes, para no seguir provocando su ira.

Fue así que con mucha tristeza y un fuerte dolor en las bolas, volví a acomodar mi ansioso cuerpo sobre el suyo, hasta quedar frente a frente; e inmediatamente después, volví a besar su resplandeciente boca con dulzura y suavidad, hasta hacerla suspirar.

Después de un par de cortas y estremecedoras caricias, comencé a descender muy lentamente por toda su impactante silueta; mientras recorría y admiraba su apoteósica belleza.

A medida que continuaba descendiendo por todo su cuerpo, comencé a besar y a deleitarme con la suavidad y el sabor salado presente en cada tramo de su transpirada piel; así como en la firmeza de sus gigantescas y sensibles tetas, y del extasiante calor proveniente de su acanelado vientre.

Al cabo de unos breves suspiros, no pudo continuar ocultando el inmenso agrado que le producían mis diversas caricias; por lo que agitando tenuemente sus ensanchadas caderas, empezó a decir:

Miss Johnson: ¡Ohhh, Oohhh, Si... Siiiií!. ¡Mucho, M-Mucho mejor!. ¡Ohhh, Ooghhh!. ¡¿No-Notas la diferencia?!.

Lentamente fui bajando por todo su abdomen hasta llegar a su acalorada entrepierna; y siguiendo sus precisos consejos, no me precipité, y me dediqué a acariciar y estimular cada centímetro de sus fulgurantes pliegues vaginales, hasta hacerla cerrar los ojos.

Los labios de la maestra Johnson se le veían bastante hinchados y palpitantes, y no dejaban de brillar debido a la extrema humedad que resumía de ellos; y mientras descendía con la mirada, vi algo que me llamó mucho la atención, y que sin siquiera quererlo, elevó nuevamente mi contenido grado de excitación.

La señorita Johnson tenía un diminuto lunar café justo al lado de su abultada rajita, el cual no había logrado apreciar con anterioridad; y que a su vez, la hacia lucir extremadamente provocativa, y de lo mas ardiente. ¡Como estaba de buena mi maestra!.

Entre más la estimulaba mayor era la humedad que rebosaba de su sonrosada intimidad, por lo que sumamente emocionado, hundí mi lengua en su cálido inferior, logrando que su cuerpo se tensara como un arco; y al juzgar por sus fuertes y descoordinados movimientos que realizaba con sus caderas, no lo estaba haciendo para nada mal.

Miss Johnson: ¡Así, así!. ¡Justo ahí!. (Gemía con desbordante agitación). Acaríciame... ¡Mmm!. ¡Acaríciame los labios!. ¡Aahhh, Ahhhh!. ¡Nghhh!. ¡Aaagghhhh!.

Obediente a sus palabras, dirigí mis manos a su radiante coño, palpando y acariciando aquella hirviente gruta, con algo de nerviosismo y torpeza.

Fue así como mis dedos fueron repasando lentamente el sollozante contorno de sus aceitados labios, hasta hacerla convulsionar de tanto placer.

Miss Johnson: ¡Ah, ahh... Siiií, Lincoln!. ¡Ahhh, Aahhh!. Humedécelos... ¡Mmm, Mmmh!. ¡Humedécelos un poco más!. ¡Aaaghhhjhh!.

Atento a sus comentarios, comencé a chuparme los dedos con increíble rapidez, hasta lograr cubrirlos completamente con mi saliva; y tan pronto mejoré su lubricación, volví a arremeter contra sus palpitantes labios, hasta lograr llegar a su expuesto botóncito.

Tan solo bastaron un par de tenues roces sobre su inflamado clitoris, para hacerla delirar por tanto júbilo.

Miss Johnson: ¡Sí, sí... Por ahí!. ¡Mmm, Mmmh!. ¡Frotamelo!. ¡Ngrrr!. ¡F-Frotamelo con más fuerza!. ¡Aahhh, Aaaghhh... Nghhh!. ¡No te atrevas... No te atrevas a parar!. ¡Mmghhjhh!. ¡Aaghhfhjhh!

A medida que continuaba gimiendo y retorciéndose por tanto placer, sus gruesos muslos comenzaron a cerrarse cada vez con mayor intensidad sobre mi angustiada cabeza; ocasionando que mis orejas me comenzasen a arder por tanta presión.

Al cabo de unos segundos, pude apreciar el atrapante modo en el que su terso y desprotegido coño, se empezó a encharcar con increíble impaciencia y notoriedad; hasta hacerla sucumbir bajo un ferviente orgasmo, que difícilmente pudo contener.

Miss Johnson: ¡Mmm, Mmmh... Nnghhh!.

Extrañado ante su inusual silencio, aparté la boca de su chapoteante coño; y al levantar la mirada con algo de calma y lentitud, me encontré con la sorpresa de que se había tapado el rostro con una almohada, para tratar de contener los diversos gemidos de los que era presa.

En ese instante, una pequeña descarga eléctrica comenzó a recorrer desde la punta de mi pene hasta la base de mis bolas; lo cual, solo podía indicar una cosa... ¡Estaba cerca de alcanzar mi límite!.

Asustado ante esa latente posibilidad, volví a ubicar mi cabeza entre sus sudorosas piernas, y una vez ahí, volví a besar y a estimular los prominentes pliegues de su depilada rajita; mientras le introducía suavemente la punta de mis animados dedos, dentro de su tórrido y abrasador interior.

En ese punto, podía notar el modo en el que su aclarada piel empezaba a ruborizarse, y la forma en la que sus caderas comenzaban a estremecerse ante el más mínimo contacto de mis dedos; lo cual, era una clara señal de lo bien que la estaba pasando.

Miss Johnson: ¡Aahhh, Aaghhmm!. ¡Ughmm, Uughmm... Aaghnghmjhh!.

Después de un largo rato cargado de infinidad de toqueteos y desbordantes suspiros entrecortados, la señorita Johnson se dejó llevar por la agobiante excitación que la carcomía por dentro; y comenzó a delirar ante cada una de mis lasciva caricias.

Miss Johnson: ¡Aahh, Aaghhh... Ughhjhm!. ¡Aaghhh, Aahhgjhh!. ¡Nnghaaahhjh!.

De ese modo, y tras extender una de sus manos con pericia y rapidez, apartó mi cabeza de su acalorada vagina; y con su otra mano, sujetó mi polla con firmeza, y la comenzó a frotar un par de veces de arriba hacia abajo, para luego intentar tirar de ella hacia su sexo.

Después de sujetar mi polla con fortaleza y ganas, y de tratar de llevarla sin demasiado éxito hasta su chapoteante cavidad, la señorita Johnson comienza a impacientarse con bastante notoriedad; hasta que finalmente no pudo controlar el inmenso malestar que revoloteaba en su ser, y explotó con bastante algarabía:

Miss Johnson: ¡Aahh, Aaghhh!. ¡M-Metemela... Metemela ya, Lincoln!. ¡No aguanto... No aguanto más!. ¡Aaghhh, Aahhh, Aaghhfhjhnh!.

Por extraño que resultase, la señorita Johnson estaba gimiendo con total euforia y desenfreno, mientras ansiaba con todas sus fuerzas, el ser penetrada cuanto antes.

Al ver el sublime ardor alojado en sus extasiados ojos, y el profundo frenesí presente en su sensual silueta, acerqué mi polla a su temblorosa entrepierna; y tras apuntar con rapidez y convicción, se la introduje justo en medio de sus chorreantes labios, hasta que mis bolas impactaron ferozmente contra su irritado sexo.

Miss Johnson: ¡Oohhh... Ooghhhjhjkhh!.

El aceitado interior de mi maestra era sencillamente apoteósico y deslumbrante; y a decir verdad, no se podía comparar con el de ninguna de mis hermanas... Ya que era espacioso, caliente y viscoso, y envolvía mi miembro con total entrega y delicadeza.

A medida que empecé a desaparecer mi irritada polla justo en medio de su conmovido interior, pude constatar con inmenso agrado y regocijo, la alucinante forma en la que la señorita Johnson permanecía con los ojos completamente cerrados y apretados; mientras gemía y disfrutaba a tope, del continuó mete saca que había comenzado a propinarle en su aterciopelada hendidura.

Su coño se sentía de lo más cálido y acogedor, y lentamente me estaba haciendo perder el juicio; por lo que luego de un par de profundas y electrificantes sacudidas, y tras aferrarme con ferocidad a sus fabulosas caderas, me dispuse a penetrarla con todo lo que tenía.

¡El imponente cuerpo de la maestra Johnson, había comenzado a sacar lo peor de mi!.

Pero justo en el instante en que comencé a acelerar la velocidad de mis eufóricas estocadas, abrió los ojos con afán y enojo; y nuevamente detuvo mi vertiginoso avance.

Miss Johnson: ¡Mantén la calma, Lincoln!. No tienes que arremeter contra mi, como si fueras un maldito desquiciado. Anda... ¡Tómate tu tiempo para acariciar mi piel, y disfrutar de mi cuerpo!.

En ese instante me sentía absolutamente frenético y excitado, por lo que sus fugaces palabras me sacaron de lugar, y me hicieron más difícil el tratar de controlar mis nacientes ganas de acribillar tan abultada y firme vagina.

De ese modo, respiré profundo y traté de sincronizar el ansioso ritmo de mis embestidas con las de su tembloroso cuerpo; y una vez que pude conseguirlo, me dispuse a besar y a chupar ese hermoso par de tetas que tanto me habían gustado.

Mi ardiente profesora pareció aceptar con bastante agrado y complacencia mi renovada técnica; por lo que ya sin mayores reproches, se entregó por completo al fuerte deseo que inundaba su ser.

Miss Johnson: ¡Ohh, Oohh, Lincoln!. ¡Pero que bien lo haces!. ¡Ahhhh, Aahhh!. ¡Así, asi... Continúa!. ¡Aahhh, Aaghhjh!. ¡Mmm!. ¡Mantén... M-Mantén la concentración!. ¡Ahhh, Aaghhjh, Mmghhjghhh!.

Una vez aprobó mi técnica, comencé a darle con todo lo que tenía; y esta vez... ¡Sin tener que reprimirme nada!. Aumentando sistemáticamente la velocidad y profundidad de mis eufóricas estocadas; mientras continuaba apretando y succionado sus redondeadas tetas.

Y lo continúe haciendo, hasta hacerla gritar y sollozar de manera agreste y desbocada.

Miss Johnson: ¡Si, Lincoln, Siiií... Así!. ¡Aaghhh!. ¡Más rápido, más rápido!. ¡Mmmh, Mmghh, Ooghhh!. ¡Mmmghjhh!.

No me estaba guardando nada, y a medida que la penetraba y le mordisqueaba los pezones, comencé a apretarle sus endurecidas tetas, hasta hacerla retorcerse con mayor exaltación.

Miss Johnson: ¡Aaghhjh, Aaaghhh, siiií!. ¡Eso... Eso era lo que quería!. ¡Más, más... Dame más!. ¡No te atrevas a parar!.

A medida que la iba penetrando, se podían escuchar cada vez con mayor claridad, los feroces latigazos que se producían por la elevada velocidad con la que chocaban nuestros acalorados sexos; la cual, era tan constante y abrazadora, que hasta llegaban a producir algo de eco en la habitación.

Poco a poco sus innumerables quejidos iban en aumento, por lo que no bastó mucho para que la alcoba estuviese completamente inundada por los potentes y entrecortados gemidos de ambos, así como por un muy fuerte y extasiante aroma a sexo.

Miss Johnson: ¡Ay, Ay... Si, Siiií!. ¡Más duro Lincoln... Dame más duro!. Vamos, vamos... ¡Qué esperas!. ¡Castiga a esta puta!. ¡Aahhh, Aaghhjhh!. ¡Aaaghkjhnm!.

Sin darnos cuenta, nuestro primer encuentro sexual se fue tornando cada vez más álgido y apasionado; invitándonos con profunda claridad, a sacar la impaciencia y ferocidad que llevábamos dentro.

Por lo que de un momento a otro, y sin sacar mi polla de su interior, pude ver la forma en la que mi enloquecida maestra giraba nuestros cuerpos hacia un lado, hasta quedar encima mío.

Una vez que estuvo en posición, y sin dejar de jadear con absoluto deseo, comenzó a cabalgarme cada vez con mayor velocidad; hasta alcanzar nuevamente un ritmo tan brutal y frenético, que nos había comenzado a cegar del placer.

Fue en ese preciso instante en el que empecé a notar la sublime manera en la que un par de coquetos rizos de su enrojecida y brillante cabellera, caían sutilmente sobre sus redondeados senos; hasta lograr cubrirlos con lentitud y sensualidad.

Contemplar la inigualable manera en la que sus erguidas y desafiantes tetas le rebotaban tan ansiosamente en cada una de sus incesantes embestidas, me hicieron perder la concentración, y me obligaron a mantener la mirada fija en cada uno de sus acalorados saltos.

Al darse cuenta de lo cautivado y totalmente hipnotizado que me tenía sus bamboleantes pechos, no demora en decir:

Miss Johnson: ¡Mmm!. ¡¿Te gusta ver cómo botan?!.

Perdido en el incesante movimiento de sus frenéticos e hipnotizantes senos, tan solo me limité a responderle con enorme calma y suavidad.

- ¡¿Y a quien no?!.

Al cabo de unos minutos en tan exultante y frenética posición, la señorita Johnson dejo escapar un veloz jadeo ahogado, que la hizo estremecer con indudable alivio y satisfacción.

Miss Johnson: ¡Aaaghhjhkhh!.

Con el pasar de los minutos, la respiración de mi maestra se fue haciendo cada vez más fuerte y agitada; dando la extraña sensación de que estuviese a punto de desmayarse.

Todo parecía indicar que la señorita Johnson había llegado a su límite, y tan solo era cuestión de tiempo para que terminase arrastrándome con ella.

Sin importarme lo cerca que estábamos del inevitable final, continué dándole portentisimos latigazos en sus prominentes nalgas, para que no detuviese su cabalgata; y aprovechando su destacada complacencia y evidente pasividad, dirigí uno de mis esbeltos dedos hasta su imponente trasero, y sin mediar más palabras, se lo introduje hasta la mitad.

Al sentir mi claro atrevimiento, y sin dejar de exprimirme la polla con locura y ofuscación, me dice con increíble ligereza:

Miss Johnson: ¡Ohhh, Oghhh!. ¡T-Te estás aprovechando de mi! ¡Ahhh, Aaghhh!. ¡No te pases, eh!.

¡Había llegado a mi límite!.

Escuchar su agónica y agitada voz mientras gemía y se zarandeaba insistentemente sobre mi maltratado miembro, era todo el voltaje que podía resistir.

Por lo que sujetándola con ambas manos por sus ensanchadas caderas, comencé a acelerar gradualmente las embestidas sobre su irritada silueta; hasta hacerla estremecer.

Después de darle un último par de chupadas rápidas a sus prominentes tetas, aprovecho el éxtasis y la perturbación de su cuerpo, para morderle uno de sus puntiagudos pezones, hasta verla protestar con intermitencia.

Miss Johnson: ¡Aahhh, Aaaaghh!. ¡M-Me... Me estás matando!. ¡Mmghh!. ¡Aaaghhhh!.

La intensidad generada por el candente cuerpo de mi profesora, me tenían sumamente agitado y con la respiración cada vez más descompuesta; por lo que tan solo era cuestión de tiempo para que terminase explotando con angustia y desesperanza.

Pero no podía permitirme terminar nuestro primer encuentro amoroso de esa manera, ya que quería hacerla chillar con auténtico vértigo y efusividad, hasta que anhelase volver a estar a mi lado.

Fue así que, con más determinación que ganas, me aparté poco a poco de su lado, hasta lograr apreciar la desconcertante forma en la que tan renuentemente me miraba.

Una vez libre, giré mi cabeza para todos lados hasta encontrar lo que andaba buscando; lo cual no era otra cosa más que su humedecido e imponente "vibrador".

Tenía más que claro lo cerca que estaba de correrme, por lo que debía que actuar rápido, si es que quería lograr mi objetivo.

Con mi maestra tendida sobre la cama y totalmente atenta a cada uno de los movimientos que realizaba, me deslicé una última vez en medio de sus suaves y placenteras piernas;y casi de manera inmediata, le comencé a introducir su erguido y poroso vibrador con total lentitud, hasta hacerla resoplar con angustia y alboroto.

Miss Johnson: ¡Ahhh, Aahhh... Mmmh!. ¡Aahhh!. ¡Aahhh!. ¡Mmghhjhkhh!.

Después de mi conciso e inesperado ataque, mi maestra comenzó a relajarse cada vez con mayor velocidad; tal vez pensando, que todo había terminado. Pero a decir verdad... ¡No podía estar más lejos de la realidad!.

Una vez que la señorita Johnson estuvo mucho más calmada, y disfrutando abiertamente de la sensacional manera en la que la masturbaba con su propio vibrador, me acomodé una vez más sobre ella, y le enterré hasta el fondo su candente aparato del placer.

Luego, deslicé rápidamente mis dedos hasta hacerme un leve espacio entre el vibrador y los sensibles labios de su coño; y tan pronto lo conseguí, le introduje mi pene con indiscutible calma y lentitud, hasta hacerla sollozar ante mi inesperada osadía.

Una vez que sintió la enérgica manera en la que su dilatada intimidad estaba siendo expandida en contra de su voluntad, explotó en reclamos hacia mí.

Miss Johnson: ¡Aahhh, Aaghhh... Aaagghhjh!. ¡¿Pe-Pero que demonios estás haciendo?!. D-Detente Lincoln... ¡M-Me lastimas!. ¡Aahhh, Mmmh, Aaagghhh!.

En ese punto, las sentidas palabras de mi maestra me tenían totalmente absorto y despreocupado; ya que en lo único en lo que podía pensar, era en inundar todo su tórrido y espacioso interior, con mi viscoso y burbujeante semen.

Al darse cuenta de mis oscuras intenciones, mi maestra comenzó a estremecer todo su cuerpo, para tratar de apartarse de mi lado; aunque ciertamente, no le iba a resultar para nada sencillo; ya que entre más se estremecía, mayor era la fuerza con la que le incrustada el vibrador en su interior.

Y para lograr evitar que me apartase de su lado, me aferré fuertemente de sus endurecidos pezones, hasta lograr limitar sus feroces movimientos.

Miss Johnson: ¡Alto, alto... No sigas!. ¡Mghhh!. Detente... ¡De-Detenteee!.

El ver a mi maestra tan perdida y desesperada, me hizo contemplar la renuente posibilidad de dejarla en libertad.

Pero al no tener para nada claro si volvería a disfrutar de tan espléndida silueta, decidí aferrarme aún más fuerte a sus amplísimas caderas, para tratar de satisfacer todas mis ansias, mientras tuviese la oportunidad.

Miss Johnson: ¡Li-Lincoln!. Detente... ¡Por favor, detente!. ¡Aahhh, Aaghhjh... Mmghhjh!.

Sus súplicas e intentos por tratar de liberarse, lo único que ocasionaban era que la taladrase con mucha más determinación y osadía; sin importar que estuviese lastimando mi propio pene entre tanto forcejeo.

- ¡Oohhh!. ¡Ohhhh!. ¡Nnghhjhh!.

De ese modo, continué taladrandola durante un largo rato, con mucho más deseo que fortaleza; hasta que finalmente comencé a sentí un incontrolable ardor en lo más profundo de mi electrificado vientre, que por poco me hace desfallecer.

Por más que intentase prolongar tan sublime y extasiante momento, ¡No iba a conseguirlo!.

Por lo que aprovechando la creciente cercanía de mi tenaz corrida, no tardé en estrujar y morder una última vez sus erguidas y coloradas tetas; hasta que finalmente no pude contenerme más, y estallé en lo más profundo de su alterado y receptivo sexo.

Una vez que comenzó a sentir la inquietante forma en la que mi copiosa leche comenzó a fluir tan decididamente dentro de su consternado interior, no tardó en explotar en un ardiente mar de quejas y alaridos, que por poco la hacen convulsionar.

Miss Johnson: ¡Aahhh, Aaghhh... Aaagghhjh!. ¡Nnghhrrr!. ¡Nnghghjhkhh!. ¡Mghrrghhjhh!.

En ese momento no podía dejar de escuchar los cautivantes y totalmente placenteros jadeos de excitación y lujuria, que eran emitidos por mi acalorada maestra; por lo que continué penetrandola con mayor convicción y rapidez, hasta hacerla enloquecer.

Miss Johnson: ¡Aahh, Aaghh!. ¡Mmghh, Nghhh!. ¡Aaghhfhjhnh!.

Después de darse cuenta de la salvaje forma en la que le había inundado todo su interior, la señorita Johnson levanta poco a poco su cabeza; y tras mirarme fijamente al rostro, me dice con bastante entereza:

Miss Johnson: ¡Ohhh, Oohjhjh, Lincoln!. ¡Mmmh!. ¡Eres un maldito! ¡M-Me... Me dejaste toda magullada!. ¡Oohh, Ooghhjh... Mmghjhh!. Y casi me dejas sin pezón. ¡Aahhh, Aagghhh, Mghhh!.

Una vez que terminó de hablar, pegó su cabeza sobre la cama, y permaneció totalmente quieta y en absoluto silencio, mientras acababa de batir mi pene en su interior.

Al terminar de correrme, no pude evitar desplomarme sobre su agitado pecho, con gran parte de mi maltratada polla aún cautiva en medio de sus transpiradas piernas; y todo esto, mientras trataba por todos los medios posibles de recuperar el aliento.

De esa manera, permanecimos quietos y en absoluto silencio, mientras tratábamos de asimilar ansiosamente, todo por lo que habíamos pasado.

Luego de un enardecido y calmado rato, fue mi maestra quien rompió una vez más, el copioso y abrasador silencio que se mantenía presente en toda la habitación; por lo que jadeando con intensidad, y sobándose ansiosamente sus enorme tetas, me dice con completa efusividad:

Miss Johnson: Si-Sigo pensando que eres un maldito infeliz de lo más aprovechado y abusivo; p-pero siendo totalmente honesta... ¡Hacia tiempo que no disfrutaba de esa manera!.

Completamente agitado y sin fuerzas ni para moverme, no tardé en regodearme con cada una de sus complacientes y eufóricas palabras.

Y cuando pensé que el momento era mucho más que perfecto, y que ya nada podía arruinarlo, mi jadeante maestra me demuestra todo lo contrario:

Miss Johnson: ¡E-Estoy muy complacida por el increíble desempeño que acabaste de demostrar!. ¡Mmm!. Aunque para serte sincera... ¡Tenía mis dudas en un principio!.

Luego de escuchar tan reveladoras palabras, fijé velozmente la mirada sobre sus relucientes labios, para no perder detalle alguno, de cada frase que pronunciase.

Miss Johnson: Y es que al ver como pasabas tanto tiempo en compañía de Clyde, ¡Mmm!. Ciertamente llegué a pensar, ¡Que eras homosexual!.

¡¿Espera... Qué?!. ¿Estaría hablando en serio?. ¡¿Como rayos había llegado a pensar eso de mi?!. Y aún más importante... ¿Alguien más pensaría lo mismo?.

Sin lugar a dudas, la maestra Johnson no dejaba de sorprenderme con cada uno de sus constantes y efusivos comentarios; aunque en esta oportunidad, ¡No había sido de buena manera!.

Luego de escuchar tan repentina e impactante confesión, estaba más que seguro de que tenía que ampliar urgentemente mi círculo de amistades, si es que quería llegar a evitar esa clase de malentendidos.

Miss Johnson: ¡Debo admitirlo señor Loud!. ¡Lograste lucirte en esta lección!. Y para serte totalmente franca... ¡No sabes lo feliz que estoy de que no seas homosexual!.

- ¡¿Gra-Gracias?!. Aunque tengo que decirle que el mérito también es suyo, ya que usted es una excelente maestra!.

Miss Johnson: ¡Por favor Lincoln!. Después de todo por lo que hemos pasado, creo que puedes dejar de ser tan formal, y comenzar a llamarme por mi nombre.

La señorita Johnson, quiero decir... ¡Agnes!. No solo resultó ser una gran amante, sino que una excelentísima maestra, que me hizo pasar una tarde sumamente apoteósica y extraordinaria; la cual estuvo cargada de un sinfín de nuevas y desorbitantes sensaciones, que me serán difíciles de poder olvidar.

Después de nuestro primer e inigualable encuentro, permanecimos tendidos sobre su cama, mirándonos a la cara y sin decirnos ni una sola palabra; ya que lo que nos teníamos que expresar, lo habíamos hecho abiertamente con nuestros cuerpos... ¡Y de que manera!.

Mi primera lección privada había superado todas mis expectativas, y no veía la hora de que iniciase la siguiente clase.

¡¿Y si se preguntan que fue lo que respondió Cristina a mi invitación?!. Pues déjenme decirles que mis presentimientos estaban en lo correcto; ya que después de mucho tiempo e interminable esfuerzo, ¡Finalmente aceptó salir conmigo!.

Aunque tuve que postergar nuestro emotivo encuentro para poder pasar el resto de la tarde, y gran parte de la noche, en compañía de mi exultante y comprometida maestra; poniendo en práctica todo lo que me había enseñado hasta ese momento.