Era una tranquila mañana en la casa Loud, y mientras daba vueltas sin césar en la comodidad de mi cama, decidí aprovechar el calmado inicio de mi día; antes de que mis escandalosas hermanas, lo echasen a perder con sus innumerables gritos.

Fue así que sin muchos ánimos de levantarme, y con los ojos aún adormilados, comencé a acercarme con extrema lentitud hacia la entrada de mi recamara, para poder dar inicio a a tan anhelada jornada.

Lo único que pretendía hacer en tan silenciosa mañana, era leer mis nuevos cómics en ropa interior.

Pero justo en el momento en el que logré abrir la pequeña puerta de mi habitación, comencé a notar con algo de preocupación, la manera en la que el pasillo del segundo piso se hallaba completamente sumergido bajo una inquietante oscuridad, que no tardó en erizar cada vello de mi piel.

En ese instante en particular no tenía para nada claro que era lo que podía estar pasando, ya que al ser la mañana del sábado, lo más normal sería que la casa estuviese completamente inundada bajo el constante desfile de mis enérgicas hermanas, mientras corrían de un lado para el otro.

Pero en esta ocasión no era así, ya que el lugar permanecía totalmente vacío y en absoluto silencio; al punto en que no se podía divisar ni una sola alma a varios metros de mi recamara.

Pe-Pero... ¿Que rayos estaría pasando?.

Cargado de una inmensa incertidumbre en todo el cuerpo, di un par de pasos por fuera de mi habitación, para tratar de encontrar todas las respuestas a mis nacientes inquietudes; pero tan pronto me adentré en la delirante penumbra del pasillo, comencé a percibir la inquietante forma en la que de a poco, algo se acercaba hasta el lugar en donde me encontraba.

Lleno de preocupación, y tras comenzar a rotar mi extenuada cabeza de un lado para el otro, pude contemplar con increíble admiración; la manera en la que mis erráticas hermanas, comenzaron a emerger muy lentamente, de la resguardada oscuridad presente en cada una de sus misteriosas madrigueras. ¡Las cosas no pintaban para nada bien!.

De ese modo logré percibir la alucinante forma en la que fueron apareciendo frente a mí, las sombrías siluetas de Lana, Luna, Lucy y Lynn; quienes de manera directa e inesperada, procedieron a cortarme el paso, y me obligaron a retroceder sistemáticamente, hasta lograr acorralarme contra la entrada del cuarto de Lisa. ¡Rayos!.

A medida que se iban acercando cada vez más hacia el lugar en donde me encontraba, pude comprobar con deslumbrante nerviosismo, la manera tan errática con la que continuamente se desplazaban; así como la forma en la que sus amarillentos e inexpresivos ojos, me miraban con frialdad.

¡Esas... E-Esas miradas!.

¡No podía ser posible lo que veía!. Mis hermanas estaban bajo los efectos de algún tipo de influenza.

Completamente exaltado, comencé a temblar con bastante intensidad, a medida que continuaba contemplado la manera tan entrecortada con la que iban acercándose a mí lado. Y entre más lo hacían, me resultaba realmente sencillo el poder percibir el perturbador sonido que realizaban con sus enrojecidas narices, cada vez que trataban de aspirar aire.

Al ver el implacable modo en el que me tenían totalmente rodeado, no tardé en esbozar con infinita intranquilidad:

- ¡Pe-Pero que hacen chicas!. ¡D-Déjenme pasar!.

A pesar de la insistencia de mis súplicas, podía notar con increíble claridad, la manera en la que una a una continuaban acercándose, hasta el lugar en donde me encontraba.

Mis planes para todo el fin de semana estarían a punto de desaparecer, tan pronto quedase contagiado por tan problemática enfermedad. ¡Rayos!.

No tenía escapatoria. Estaba totalmente rodeado, y no había nada que pudiese hacer para evitarlo.

Pero justo en el instante en el que Lana había comenzado a dirigir su pequeña boquita hacia mi aterrado rostro, logré divisar un breve destello de luz, seguido de un fuerte jalonazo, que me apartó con prontitud de la perturbadora presencia de mis zombificadas hermanas.

Sin lograr asimilar lo que estaba pasando, fui rápidamente rodeado y maniatado por un par de tenues sombras; las cuales no tardaron en iluminar mis ojos con una enorme lámpara, que me dejó cegado casi al instante.

A cada minuto que pasaba, mi estrés e incertidumbre iban claramente en aumento.

Mientras permanecía parcialmente cegado por la incisiva luz que alumbraba de manera insistente mi pasmado rostro, comencé a escuchar una serie de suaves murmullos, que provenían de todos lados.

De esa manera, y tras permanecer cegado e inmovilizado durante un par de interminables segundos, finalmente la luz que iluminaba mi alarmado rostro fue apagada; permitiéndome contemplar con algo de temor, que era lo que estaba pasando.

Fue así como poco a poco se fueron materializando frente a mis ojos y como por arte de magia, las difuminadas figuras de Lori, Leni, Luan y Lola, quienes permanecían firmes en frente a mí; así como la pequeña silueta de Lisa, quien se mantenía a mí lado revisando insistentemente mis pupilas.

Cargado de una inmensa rabia, y sin dejar de retorcer el cuerpo con auténtica desesperación; no tardé en gritarles con total efusividad:

- ¿Pe-Pero que rayos es lo que están haciendo?. ¡¿Es que acaso se volvieron locas?!. Sueltenme... ¡Sueltenme de una buena vez!.

Luego de comprobar lo altamente perturbado que en ese instante me encontraba, Lisa retira un extraño aparato de mi frente, y dice con enorme indiferencia:

Lisa: Pupilash y temperatura dentro de los parámetros habituales... ¡Eshtá limpio!. ¡Ya pueden soltarlo!.

Una vez que las demás chicas escucharon las concisas palabras de Lisa, dejaron de sujetarme de los brazos y hombros, hasta dejarme nuevamente en libertad.

Enojado y lleno de preguntas, recorrí con la mirada los conmovidos rostros de cada una de mis hermanas, hasta posarlos sobre el de Lisa; y una vez que logré llamar brevemente su atención, le pregunté a todas con descomunal amargura:

- ¡Chicas!. ¡Chicas!. ¿Pero que rayos está pasando?.

Al ver lo molesto que en ese instante me encontraba, Lisa comienza a acomodar sus lentes con increíble serenidad; tras lo cual, y sin siquiera inmutarse, me dice con enorme frialdad:

Lisa: ¡Lo siento mucho hermano mayor!. Se que en este momento hash de tener muchos interrogantes... Pero te asheguro de que las acciones que previamente ejecutamos, eran estrictamente necesarias para lograr preservar el bieneshtar colectivo de nuestra apacible estirpe.

- ¡¿Pero de que rayos estás hablando?!.

Lisa: ¿Aún no lo sabesh?. La casa ha sido invadida por un extraño estreptococo sumamente invasivo y beligerante; el cual pone a prueba el solviantado sistema inmunológico de cada anfitrión.

Sin aun tener claro de que rayos estaría hablando Lisa, comencé a repasar mentalmente cada una de sus chocantes palabras; mientras intentaba entender sin mucho éxito, que era lo que me pretendía decir.

Pero una vez que Lisa se dió cuenta de lo realmente perdido que aún me encontraba, me dice con indudable soberbia y lentitud:

Lisa: ¡Dishculpa!. Siempre olvido el inmenso abismo intelectual que existe entre los dos.

- ¡Rayos Lisa!. A ver... ¡¿Alguien más desea explicarme?!.

Después de comprobar mi creciente molestia, Lori asume momentáneamente la vocería del grupo, y me dice con enorme suavidad:

Lori: La casa ha sido infectada por un potente virus que nubla la mente de sus portadores, hasta hacerlos perder la consciencia y volverlos como zombies.

- ¡Ahh!. ¡Eso sí que tiene mucho más sentido!. ¡¿Espera... Qué?!.

Las cosas estaban pasado tan rápido, que ciertamente me costaba trabajo el llegar a asimilar, los diversos sucesos que habían estado ocurriendo en tan corto tiempo; pero por suerte para mí, tenía a mis hermanas para aclarar todas mis dudas.

Lola: ¡Así como lo oyes, Linky!. Todos en la casa están infectados con ese extraño virus; y al parecer, somos los únicos que aún no hemos sido contagiados.

Llenos de temor e inigualable incertidumbre, nos mantuvimos durante un largo rato en absoluto silencio, mientras girábamos las cabezas para todos lados; como tratando de encontrar la más remota solución a tan inusual predicamento.

Así nos mantuvimos durante un par de tensos minutos, hasta que de un momento al otro Lisa entra en escena, y nos dice con tranquilidad:

Lisa: ¡No teman hermanos mayores!. Desde la última vez que fuimos atacados por tan inushual bacilo proveniente de la enigmática familia de los Orthomyxoviridae, he estado trabajando en una poshible vacuna que contribuya a contrarrestar de manera momentánea, los diversos patógenos modificados que intervienen en dicha enfermedad.

Luego de mencionar tan enérgicas palabras, Lisa saca un minúsculo contenedor blanco de su armario, el cual contenía un pequeño tubo de ensayo con una rara sustancia de color azul resplandeciente; y tras alzarlo de manera victoriosa, no demora en mencionar:

Lisa: ¡Hermanos!. Esto que tengo aquí es la posible solushión a nuestros diversos predicamentos.

Al terminar de articular tan enigmática oración, los apagados rostros de mis hermanas se comenzaron a encender con increíble rapidez, y comenzaron a saltar llenas de alegría; ante la latente posibilidad de lograr evitar los funestos síntomas generados por tan molesto virus.

Al verlas celebrar podía entender con gran facilidad lo felices que se encontraban, ya que cada vez que éramos atacados por una gripe de ese estilo, deambulabamos por toda la casa como auténticos zombies; y se nos nublaba la mente con tanta facilidad, que ni siquiera recordábamos lo que habíamos hecho durante ese confuso lapso de tiempo.

Llenas de felicidad, y con sus delicados rostros totalmente resplandecientes, mis hermanas comenzaron a celebrar con bastante algarabía, el inesperado anuncio emitido por Lisa.

Después de mucha incertidumbre, la suerte estaba empezando a tornarse a nuestro favor.

Con el rostro aún sonriente, y sin dejar de batir su cuerpo con enorme efusividad; Luan mira fijamente a Lisa, y le dice con desbordante rapidez:

Luan: ¡Esa si que es una excelente noticia!. ¡Vamos, Lis!. Que esperas para darnos el antídoto.

Luego de escuchar las emocionadas palabras de su animada hermana mayor, Lisa levanta la cabeza con indescriptible lentitud, y le responde sin dudar:

Lisa: Me encantaría inocularlos a todos con la más reciente mueshtra de mi vacuna; pero por desgracia aún está en fase de pruebas, por lo que no me parece prudente que nos arriesguemos todos sin saber aún si va a funcionar.

Lola: ¡De que estás hablando Lisa!. Si tu misma acabas de mencionar que tenías una posible cura para este virus.

Lisa: ¡Y es así!. Esh solo que a mi parecer, lo más sensato sería que alguien se ofreciese a servir como conejillo de indias, por si la dosis no llegase a ser lo suficientemente efectiva.

Las pausadas palabras de Lisa tenían mucho de veracidad, ya que a pesar de nuestro elevado grado de exaltación, no teníamos certeza alguna de que la vacuna en la que había estado trabajando a lo largo de estos últimos meses, llegase a funcionar.

Fue así que girando la cabeza suavemente de un lado al otro, y tras comenzar a mirarnos a todos con inmensa seriedad, no demora en esbozar:

Lisa: Habiendo entendido la gravedad de la situación... ¡¿Hay algún voluntario?!.

Luego de percibir la inesperada petición de Lisa, nuestros rostros se llenaron de infinita preocupación y pánico, por lo que no éramos capaces de articular palabra alguna; hasta que de un momento al otro Leni rompe el silencio, y exclama con gran emoción:

Leni: ¡Yo, yo... Yo me ofrezco!.

Luan: ¡¿En verdad Leni?!. ¡¿Te quieres ofrecer?!.

Leni: ¡Seguro!. A mi me encantan los conejos.

Lori: ¡Aghh!. ¡Leni!. A eso no es a lo que se refería Lisa.

Leni: ¡¿No lo es?!. ¡Pues entonces olvidenlo!.

Luego de comprobar la veloz manera con la que Leni se echaba para atrás, y sin dejar de frotarse la cabeza con evidente resignación, Lisa vuelve a preguntar:

Lisa: ¡¿Alguien másh?!.

En ese momento ninguno de los integrantes de la habitación se atrevía a levantar la mano por temor a que la vacuna no funcionase; o peor aún, que llegase a provocar algún tipo de reacción mucho más severa.

A medida que pasaban los minutos, y en vista de que nadie más se ofrecía a servir de víctima, Lisa vuelve a entrar en escena, exclamando con bastante incertidumbre:

Lisa: Si no apareshe un nuevo candidato, tendré que escogerlo a la suerte.

Al terminar de contemplar las palabras de su imperturbable hermana pequeña, Lola extiende su delgado brazo al cielo, y nos sorprende a todos gritando con total seguridad:

Lola: ¡Yo voto por Lincoln!.

Luego de escuchar las sorpresivas palabras de la malvada rubia, Lori y Luan se miran rápidamente a los ojos, y replican sin siquiera vacilar:

Lori: ¡También tiene mi voto!.

Luan: ¡Y el mío!.

Llevada por la alucinante votación que se estaba dando, Leni se suma al concenso colectivo; y tras comenzar a aplaudir con indescriptible alegría, no tarda en exclamar:

Leni: ¡Yeeeehh!. ¡Yo también voto por Linky!.

Lisa: ¡Ni hablar!. ¡Lincoln es el ganador!.

- ¡¿Espera... Qué?!.

Luan: Eso fue más rápido que gordo cuesta abajo. ¡Jajajaja!. ¡Entienden, entienden!.

A pesar de lo rápido que normalmente reaccionaba ante cualquier crisis, y por más que me negase a aceptarlo, no era rival para las sucias artimañas que a cada rato me aplicaban mis mañosas hermanas; por lo de lleno de rabia y auténtica desazón, no demoré en esbozar:

- ¡No es justo chicas!. ¡Yo...!.

De esa manera, y sin siquiera dejarme terminar de hablar, Lola apunta uno de sus pequeños dedos hacia mí, y grita con insuperable fortaleza:

Lola: ¡Sujetenlo!.

Tan pronto escucharon la precisa orden de Lola, todas mis hermanas se abalanzaron rápidamente sobre mi, hasta volver a dejarme inmovilizado. ¡Rayos!.

Aturdido y sin saber que hacer, intenté zafarme de los numerosos brazos que me mantenían cautivo; pero por más que lo intentaba, no lograba apartarme de su lado.

A pesar de ser tan pequeñas y delgadas, mis hermanas eran increíblemente fuertes. ¡¿O acaso será que yo era demasiado débil?!.

Luego de someterme, pude apreciar la impactante manera en la que Lisa había comenzado a acercarse lentamente hacia mi lado; mientras cargaba una pequeña jeringa en su mano, que contenía el resplandeciente líquido azul que acababa de crear.

Había llegado mi fin, y esta vez... ¡No tenía ninguna escapatoria!.

Totalmente paralizado, cerré los ojos con inmensa intranquilidad; mientras Lisa aplicaba su extraña vacuna en mi brazo.

Lisa: ¡Esh todo!. La dosis que le apliqué tendría que ser más que suficiente para lograr contrarrestar una fuerte exposición al virus.

Luan: ¡¿Y por cuanto tiempo duraría su efecto?!.

Lisa: Al ser la primera prueba no puedo determinarlo con exactitud; por lo que podría durar desde un par de horas, hasta unos pocos minutos.

- ¡¿Eso es todo?!.

Lola: Ya escuchaste Linky. No tienes tiempo que perder.

Al terminar de hablar, Lola hace otra corta señal con su mano, la cual fue rápidamente entendida por el resto de mis hermanas; quienes trabajando con inusual coordinación, comenzaron a empujar mi agitado cuerpo, hasta lograr sacarme de la habitación.

Fue así como de un momento al otro, volví a quedar a las afueras de la alcoba de Lisa; mientras veía con indescriptible nerviosismo, la manera en la que mis demás hermanas, comenzaban a acercarse lentamente a mi lado. ¡Estaba perdido!.

Tan pronto se percataron de la inusual manera en la que me habían lanzado al matadero, volvieron a surgir de entre las sombras las oscurecidas siluetas de Luna, Lana y Lucy; quienes rápidamente se lanzaron sobre mi, hasta dejarme acorralado.

Al ver las chicas cada vez más cerca, comencé a golpear fuertemente la puerta de la alcoba; mientras gritaba con inmensa desesperación.

- ¡Chicas, chicas!. ¡Déjenme entrar... Déjenme entraaaar!.

Lori: ¡Olvídalo Lincoln!. Si sobrevives al virus quizás y hasta lo pensaremos; de lo contrario, ¡Mmm!. Literalmente nos dio gusto conocerte.

Acorralado, y sin manera alguna de lograr escapar, me límité a cerrar los ojos con enorme nerviosismo; mientras Luna, Lana y Lucy, me tosían insistentemente al rostro.

Todo parecía estar absolutamente perdido. Pero al cabo de unos cortos segundos, y por más prolongados que resultasen sus temibles ataques, ¡No lograban contagiarme!.

Para mí completa sorpresa, la vacuna de Lisa había tenido éxito.

Luego de percibir la decidida manera en la que era cruelmente atacado por mis infectadas hermanas, tanto Lisa como el resto de las chicas, no tardaron en vociferar:

Lisa: ¡Lincoln, Lincoln!. ¡Dinosh algo!.

Luan: No es gracioso Lincoln. No te quedes callado.

Con el pasar de los minutos, y al darse cuenta de que no les respondía a sus reiterados llamados, no tardaron en comenzar a renegar.

Lola: ¡Rayos!. Tal parece que la vacuna que creó Lisa no funcionó.

Leni: ¡Pobre Linky!. Se sacrificó para nada.

En ese momento podía escuchar la infinita cantidad de lamentos que eran emitidos por cada una de mis angustiadas hermanas, luego de darse cuenta de que su única vía de escape, ¡Había sido totalmente destruida!.

Aunque de entre todas ellas, la más afectada era Lisa; quien para ese entonces, continuaba reprochandose abiertamente por tan rutilante fracaso.

Lisa: ¡Pe-Pero no lo entiendo!. Pensé que mis cálculos eshtaban en lo correcto.

Confundida y sin lograr entender en que se había equivocado, Lisa no demora en exclamar:

Lisa: Lo siento chicas, pero van a tener que continuar eshperando mientras encuentro alguna otra manera de salir de este lugar.

Luego de percibir las directas palabras de Lisa, un claro murmullo retumbó prácticamente al unísono en toda la habitación. "¡Rayos!".

Una vez que Lana y las demás lograron darse cuenta de que no podían infectarme, se hicieron lentamente hacia un lado, hasta dejarme en libertad.

Tan pronto estuve suelto, un nuevo escalofrío empezó a sacudir rápidamente mi agitado y sensible cuerpo; y es que sin darme cuenta, tenía frente a mi la oportunidad perfecta para hacerles pagar tanto a Lori como al resto de las chicas, por haberme utilizado como su muñeco de pruebas.

Y lo único que tendría que hacer para lograr conseguirlo, era asegurárme de que alguna de mis moquientas hermanas, lograse adentrarse el tiempo suficiente dentro de la fortificada habitación de Lisa, hasta que consiguiese infectarlas a todas.

Pero por más animado que pudiese llegar a estar, sabía que sería una misión prácticamente imposible; ya que Lisa había reforzando cada uno de los posibles accesos a su recamara, hasta casi convertirla en un bunker.

Después de meditarlo con increíble detenimiento, recordé que mamá solía guardar las llaves de la casa en una de las gavetas ubicadas en el mueble del comedor; por lo que si lograba conseguirlas, tendría vía libre para poder ejecutar mi plan.

Con la mente decidida y el cuerpo totalmente electrificado, di media vuelta con dirección a la escalera, para poder ir en búsqueda de las llaves de la habitación.

A medida que descendía cada uno de los rechinantes escalones, comencé a contemplar con inevitable nerviosismo, la manera en la que el primer piso de la casa, permanecía totalmente sumergido bajo una delirante y rara oscuridad.

Y aunque en ese momento no tenía para nada claro lo que estaba sucediendo, bastó con llegar al primer nivel para poder darme cuenta del inquietante modo en el que las ventanas de la casa, permanecían completamente ocultas bajo el delgado manto de las cortinas.

Todo parecía indicar que la destellante luz de la mañana no era del completo agrado de ninguna de mis hermanas.

Tan pronto logré bajar las escaleras conseguí apreciar con increíble admiración, la forma en la que Lily permanecía sentada en todo el frente de la puerta principal, con su nariz goteante y los ojos completamente adormilados; justo como si estuviese tratando de impedir que alguien más saliese de la casa.

En ese instante en particular no tenía para nada claro el tiempo que duraría la vacuna que me inyectó Lisa, ni la resistencia que tendría al virus; por lo que decidí evitar un enfrentamiento directo con mi pequeña hermana, para no correr mas riesgos.

Lleno de ansiedad y con los vellos totalmente erizados, comencé a adentrarme poco a poco dentro de la tormentosa penumbra que tenía frente a mis ojos; hasta lograr visualizar con enorme regocijo, el pequeño mueble que yacía junto a la mesa del comedor.

Una vez que estuve en posición, comencé a buscar gaveta por gaveta, para poder hallar lo antes posible, las llaves de la casa.

Pero a pesar de mi enérgica búsqueda, lo único que encontré en ese lugar fueron unas simples servilletas, los diversos cubiertos del comedor, una serie de portavasos, y un alargado rollo de papel plástico; que era con lo que papá solía envolver las comidas que sobraban. ¡Rayos!.

Fue así que con la cabeza gacha y el cuerpo totalmente adormilado, decidí emprender mi búsqueda hacia los estantes de la cocina; para ver si de ese modo, lograba conseguir lo que tanto deseaba.

Al llegar a la cocina, logré darme cuenta de la impactante forma en la que Charles, Cliff, Geo y Walt, permanecían parados junto a la salida al patio; prácticamente imitando lo que hacía Lily.

Tal parece que el virus no desvanecía del todo, la inteligencia de sus huéspedes.

Dejando a un lado a Charles y a los demás, comencé a buscar rápidamente en cada uno de los diversos estantes de la cocina, para intentar hallar las llaves que necesitaba; pero por más que me esforzaba, no lograba conseguir nada.

Sin demasiadas ideas en la cabeza y con una fuerte comezón en las bolas, decidí buscar las llaves directamente en la habitación de mis padres, para no perder más tiempo.

De no encontrarlas en ese lugar, tendría que buscar alguna otra manera de poder acceder a la habitación de Lisa.

Completamente contrariado, volví a sumergirme en la alucinante penumbra del comedor. Pero tan pronto dí un par de pasos dentro de tan copiosa oscuridad, fui detenido por una misteriosa mano; la cual limitó cada uno de mis pausados movimientos, y me impidió seguir avanzando. ¡¿Pero que rayos?!.

Llevado por la creciente incertidumbre, giré rápidamente la mirada hacia un costado; hasta lograr darme cuenta, de quien se trataba. ¡Era Lynn!.

Luego de emerger de entre las sombras, y al darse cuenta de mi repentina presencia, Lynn se abalanzó rápidamente sobre mí cuerpo, para tratar de impedirme el paso.

Hasta estando zombificada Lynn no perdía oportunidad alguna para tratar de molestarme; pero esta vez... ¡No se lo iba a permitir!.

Esta era mi oportunidad no solo de saldar deudas con ella, sino de poder ir más allá con la que desde siempre había sido mi hermana favorita; por lo que la desesperada búsqueda de las llaves, tendría que esperar.

Lleno de decisión y con un intenso cosquilleo recorriendo abiertamente por todo mi cuerpo, me di la vuelta hasta quedar frente a frente con el apagado rostro de Lynn; quien para ese entonces, permanecía de lo más atenta para tratar de contagiarme.

Fue así como dio inicio a una extraña lucha entre ambos, en la que yo intentaba doblegarla, mientras que Lynn trataba de infectarme.

Al cabo de un rato, y al ver que no lograba contagiarme, Lynn me lanzó un fuerte manotazo que me apartó rápidamente de su lado; y enfiló sus erráticos movimientos con rumbo a la escalera.

Una vez que logré reponerme de su violento impacto, me lancé de forma desesperada hacia ella, hasta lograr sujetarla firmemente por su angosta espalda.

Con mi pecho aferrado a su dorso, y mi polla oprimiendo su apretado trasero, estiré velozmente ambas manos hacia adelante, hasta lograr sujetarla por la cintura.

En ese extrañó momento podía sentir la inmensa suavidad y extraordinaria firmeza provenientes del imponente cuerpo de Lynn; así como la delicada fragancia que tan copiosamente emanaba de su transpirada silueta.

A pesar de las innumerables dudas que constantemente revoloteaban en lo más profundo de mi enturbiecido interior; mi cuerpo entero continuaba sometido bajo los delirantes estímulos que me producía la candente silueta de Lynn, cada vez que intentaba apartarse de mi lado.

Bastaron un par de leves roces de su pequeño trasero sobre mi empinada estaca, para que mi mente se nublase por completo; y decidiese entregarme de lleno, al incomparable erotismo que desprendía de sus sensuales poros.

Animado por la extasiante calidez de su briosa figura, metí mi mano derecha debajo de su camiseta, y rápidamente la subí hasta lograr apoderarme de una de sus pequeñas tetas.

A pesar de estar completamente desorientada, Lynn tenía los pezones bastante receptivos; por lo que bastaron un par de leves roces sobre sus afilados piquitos, para que su silueta se sacudiese con total descontrol.

Luego de ver la forma en la que el cuerpo de Lynn se estremecía ante cada una de mis decididas caricias, llevé mi otra mano dentro de su holgada pantaloneta; hasta lograr palpar la inmensa calidez que brotaba de su acolchada entrepierna.

Tan pronto Lynn sintió la manera en la que mi serpenteante mano se desplazaba libremente sobre la delicada tela que cubría su inexplorada intimidad, no demoró en sacudir sus esbeltas caderas de un lado para el otro, para intentar apartarse de mi lado.

Poco a poco el estimulante cuerpo de mi salvaje hermana mayor me estaba haciendo perder el sentido; por lo que rápidamente comencé a estrujar sus reducidos pezones, y a repasar la delicada abertura que se alzaba entre sus sudorosas piernas, para hacerla enloquecer.

Una vez que mis ansiosos dedos comenzaron a recorrer sus sensibles partes, Lynn dejó escapar una sigilosa ráfaga de agónicos suspiros, que me hicieron palpitar la polla con infinita algarabía.

Después de constatar lo altamente trastornada que Lynn se encontraba, intenté llevarla hasta el sofá de la sala, para poder estar mucho más cómodos; pero por más que la empujaba, no lograba desplazarla ni una sola pulgada.

A pesar de estar ampliamente contagiada, y de tener el cuerpo bastante receptivo, Lynn continuaba siendo igual de fuerte a como era siempre; por lo que por más que intentaba doblegarla, no lograba conseguirlo.

Luego de presenciar la ferviente manera en la que mi jadeante hermana mayor continuaba resistiéndose a cada uno de mis enérgicos embates, decidí subirla sobre la mesa del comedor, para lograr dominarla con mayor facilidad.

Tenderla sobre la mesa era la solución ideal, ya que era fuerte y espaciosa, y lo único que tenía sobre ella era un brillante salero de vidrio, y dos pequeños recipientes con mantequilla y mermelada; que generalmente usábamos a la hora de desayunar.

Con la polla cada vez más dura, y mi cuerpo mucho más que alborotado, continúe estimulando las acaloradas partes de Lynn; mientras la iba acercando cada vez más, hacia el extremo de la mesa.

En ese momento Lynn continuaba respirando con bastante dificultad, mientras sacudida su agitado pecho con auténtica desesperación. Por lo que aprovechando su limitada entrega, corrí hacia un lado la esquina del mantel, y comencé a empujar su enrojecido cuerpecito; hasta lograr tenderla sobre el extremo de la mesa.

Tan pronto estuvo boca arriba, tomé el pequeño rollo de papel plástico que estaba sobre el estante, y rápidamente comencé a envolver cada una de sus esbeltas manos hasta aplacar sus marcados movimientos; tras lo cual, acomodé sus brazos sobre su cabeza, y procedí a fijarlos a la pata de la mesa, hasta dejarla inmovilizada.

Una vez que Lynn estuvo cautiva, me aparté levemente de su lado, y me dispuse a apreciar de manera lenta y despreocupada, la singular belleza que tenía frente a mis extasiados ojos.

Tan pronto pude cerciorarme de que Lynn no se iba a liberar, comencé a extender mis temblorosas manos con indescriptible lentitud, hasta lograr posarlas sobre ambos extremos de su gastada pantaloneta.

Con el corazón acelerado y la mirada cada vez más sumergida en su delirante entrepierna, comencé a bajar la pequeña prenda deportiva que se aferraba a sus estilizadas caderas, hasta lograr divisar su llamativa ropa interior.

Para mí sorpresa, Lynn traía puesta la ceñida pantaleta blanca con múltiples corazoncitos rosa que recientemente había encontrado en la ropa sucia; y aunque en un principio llegué a pensar que esa llamativa prenda le pertenecía a Luan, no podía negar lo bien que se le veía a ella.

A pesar de ser tan ruda, Lynn en el fondo era una chica de lo más delicada y femenina. ¡¿Quién lo diría?!.

Una vez que logré retirarle la recortada pantaloneta que tan insistentemente cubrían su sensitivo sexo, pude comprobar con indudable emoción, la manera en la que esta había quedada marcada sobre su suave piel.

El salvaje entrenamiento deportivo al que tan constantemente se sometía Lynn bajo el inclemente sol de la ciudad, dio como resultado que su delgada ropa deportiva se le marcase sobre la bronceada piel de su cuerpo.

Extasiado por tan singular visión, llevé mis manos hacia la parte baja de la ajustada camiseta que traía puesta; y tras tomar una pequeña bocanada de aire, se la comencé a subir con auténtica delicadeza, hasta lograr dejar sus afilados senos al descubierto.

El esbelto pecho de Lynn era de lo más blanco y aplanado, y estaba decorado en su parte más alta por dos minúsculos pezones de color café, que contrastaban enormemente con el tono dorado presente en sus bronceadas extremidades.

Ver a Lynn semidesnuda, mientras sacudía insistentemente su acalorada silueta sobre la mesa, me hizo estremecer el cuerpo con innegable emoción; por lo que de un momento al otro comencé a recorrer sus musculosas piernas con las yemas de mis dedos, hasta lograr llegar al costado de su ropa interior.

Al estar tan cerca de su resguardada intimidad, podía sentir la incomparable calidez que emanaba constantemente de sus abultados labios.

Con una extraña mezcla entre nerviosismo y excitación, comencé a desplazar la entumecida punta de mi bamboleante dedo por todo lo largo de la esponjosa rajita de Lynn, hasta hacerla jadear con descomunal violencia.

Una vez que comenzó a sentir la forma en la que mi travieso dedo recorría tan abiertamente sobre su inocente hendidura, Lynn empezó a revolotear todo su cuerpo y a girar la cabeza para todos lados, como intentando impedir mi colosal osadía; pero por más que lo intentase, no estaba dispuesto a apartarme de su lado.

Los sensitivos labios de Lynn eran sumamente suaves y esponjosos, y entre más los recorría, mayor era el apabullante cosquilleo que sentía en mi interior.

Entre más repasaba el delicado contorno presente en sus prominentes labios, mayor era la descomunal abertura que se le dibujaba a Lynn, sobre su humedecida ropa interior.

A pesar de sus constantes quejas, e innumerables intentos por tratar de apartarse de mi lado, el coño de Lynn lucia cada vez más expuesto y lubricado.

Animado por su inesperada respuesta, posé mis manos en cada uno de los extremos de su marcada pantaleta; y tras hacer un poco de fuerza hacia un lado, se la comencé a bajar de manera pausada, hasta dejarla completamente al natural.

Luego de contemplar la majestuosa silueta que escondía Lynn en medio de sus gloriosas piernas, mi cuerpo entero comenzó a agitarse de manera descontrolada; hasta prácticamente impedir que respirase con normalidad.

A pesar de haber visto a la gran mayoría de mis hermanas totalmente desnudas, no podía dejar de admirar la impactante silueta que tenía frente a mis ojos.

Lynn era dueña de unas cortas pero esbeltas piernas, que demarcaban con absoluta gracia y vistosidad, cada uno de los tonificados músculos de su cuerpo. Y en todo el centro de estas tenía una pequeña pero voluminosa rajita, la cual estaba adornada por una fina capa de vellos rubios; la cual apenas era visible, debido a la inmensa cantidad de flujos que habían comenzado a emanar de su atrevido sexo.

La imponente silueta de Lynn era un auténtico espejismo, del cual no podía apartar la mirada.

Con la respiración acelerada y mi oscilante polla a punto de estallar, abrí las piernas de Lynn y rápidamente procedí a acomodar mi animado cuerpo en medio de estas; hasta lograr dejar mi extasiado rostro a escasos centímetros de su sexo.

Desde esa distancia podía sentir el dulce néctar que emanaba tan copiosamente de su humedecida abertura, y la forma en la que sus resplandecientes labios se estremecían ante el más mínimo contacto de mi alterada respiración.

Cargado de un impresionante ardor en el vientre, posé mis deseosos dedos sobre su apretada intimidad, y lentamente comencé a entreabrir sus ensanchados pliegues vaginales; hasta lograr dejar ante mí vista, el deslumbrante tono sonrosado presente en su aceitado interior.

El palpitante coño de Lynn lucia totalmente apetecible, por lo que no tardé en deslizar mi animada lengua en medio de sus robustos labios, para lograr deleitarme con su extraordinario gusto. Pero a pesar de su imponente belleza... ¡Su sabor no era lo que esperaba!.

Los múltiples jugos que constantemente surgían del interior de Lynn, tenían una extraño sabor entre salado y amargo; quizás, debido a las innumerables actividades físicas que realizaba a diario. Aún así, no estaba para nada dispuesto a apartar mi lengua de su extasiante interior.

Fue así que emulando lo que había visto en mi último encuentro con Lucy, tomé el pequeño frasco de mermelada que estaba en el centro de la mesa, y comencé a aplicarselo por todo lo largo de su aclarada rajita, hasta dejarla totalmente cubierta.

A medida que esparcía la viscosa mermelada de fresa sobre la delicada intimidad de Lynn, comencé a ser víctima de una violenta serie de espasmos en todo mi cuerpo, que amenazaban con destrozar mi limitada cordura.

Cada vez que rozaba la suave piel de Lynn, podía sentir la inusual manera en la que mi polla se sacudía enérgicamente dentro de mí ajustado pantalón; hasta comenzar a liberar pequeñas gotitas de líquido preseminal, que me tenían con la punta cada vez más inflamada.

Sumamente extasiado y con la cabeza mucho más que nublada, dirigí una vez más mi briosa lengua hacia los endulzados labios vaginales de Lynn; en donde me dispuse a devorar con total soltura y devoción, de cada tramo de su inflamado sexo.

En ese instante estaba totalmente fuera de mi, por lo que no tardé en recorrer cada uno de sus sensitivos labios con la punta de mi lengua; mientras acariciaba con enorme insistencia, la cara interna de sus aterciopelados muslos.

Podía apreciar la singular manera en la que los tonificados músculos de sus transpiradas piernas, demarcaban con total agrado, los alargados pliegues vaginales de su apretada endidura.

Entre más lamía el esponjoso bulto que tenía Lynn entre las piernas, mayores eran los agónicos gemidos que se escapaban de su temblorosa boca; por lo que extasiado con su vibrante entrega, continúe frotando su lubricada endidura hasta prácticamente hacerla delirar con fastuosa intermitencia.

Lynn: ¡Aghh, Aaghhh!. ¡Mmmh!. ¡Aghhjmm!.

Cargado de un sofocante ardor en las entrañas, aprisioné uno de los alargados bordes de su sexo con la punta de mis labios; y comencé a tirar enérgicamente de el, para comprobar su elasticidad.

El coño de Lynn era tan terso y flexible, que me tenía la respiración cada vez más acelerada.

Fue así como llevado por la interminable calentura que habitaba en lo más profundo de mis consternadas entrañas, entreabrí los dilatados labios de su resplandeciente rajita, y lentamente comencé a llenarla con un poco más de mermelada; hasta lograr cubrirla por completo.

Una vez que la temblorosa rajita de Lynn quedó completamente sepultada bajo el pegajoso dulce que utilizábamos para desayunar; comencé a desplazar la delgada punta de mi lengua de abajo hacia arriba, hasta hacerla resoplar con algarabía.

Lynn: ¡Aghh, Aaghh, Mmghh... Aaghhh!.

Al cabo de una eufórica serie de continuos lametazos, logré ascender a lo largo de su pronunciada abertura; hasta lograr aprisionar con total ansiedad, al misterioso botóncito que tan recelosamente se escondía en la parte alta de su palpitante sexo.

En el instante en el que la fina punta de mi lengua consiguió rozar el dilatado clitoris de mi jadeante hermana, logré comprobar con desorbitante agrado, la angustiante forma en la que Lynn comenzó a sacudir violentamente sus enrojecidas caderas; mientras luchaba por apartarse de mi lado.

El salvaje cuerpo de Lynn no estaba para nada preparado para la intensa ráfaga de sensaciones a las que estaba siendo tan repentinamente sometida.

Animado ante su inusual respuesta, continúe repasando los delicados pliegues de su raja con la suave punta de mi lengua; mientras deslizaba mis afanosos dedos, dentro de su intranquila intimidad.

El coño de Lynn era un auténtico charco, y podía sentir con absoluta facilidad, la manera en la que mis pequeños dedos chapoteaban abiertamente en su conmovido interior.

Bastaron un par de tenues lametazos en la cara interna de su coño, para que Lynn comenzase a sucumbir ante cada una de los efusivos estímulos que imprimía tan decididamente en medio de su acalorada entrepierna; y se agitó aún más, tan pronto volví a estrujar cada uno de sus entumecidos pezones, con la hábil punta de mis ansiosos dedos.

Mientras deslizaba mi rasposa lengua dentro de su misteriosa abertura, podía observar la imponente manera en la que mi nublada pareja, contorsionaba sus lubricadas caderas sobre mi animado rostro, como tratando de follarse con la punta de mi lengua.

Luego de degustar tan dichosamente su encharcada intimidad, comencé a desplazar mi boca hacia la parte más alta de su cuerpo, hasta lograr disfrutar de la inigualable suavidad presente en su blancuzco vientre.

En ese momento Lynn estaba totalmente fuera de sí, por lo que continúe subiendo mis exaltadas caricias, hasta lograr llegar a las reducida tachuelas que tenía por tetas.

Una vez ahí, empecé a cubrir su pequeño pecho con una pizca de mermelada, para luego comenzar a succionarlo con auténtico frenesí; hasta prácticamente acelerar los intensos latidos de su angustiado corazón.

A medida que degustaba sus puntiagudos pezoncitos con el contorno de mi boca, continúe acariciando levemente los hinchados pliegues de su trepidante rajita, hasta hacer desaparecer la yema de mis dedos dentro de su comprimido interior.

La inusitada mezcla de sensaciones a la que tan abiertamente se encontraba sometida la acalorada silueta de Lynn, lentamente fue aplacando su enérgica resistencia, como una vela que sucumbe ante la fuerza de un huracán.

Luego de presenciar lo altamente perturbada que se encontraba mi infectada acompañante, decidí no darle más largas al asunto; por lo que apartándome poco a poco de su lado, saqué mi adolorido miembro de su cautiverio, y lo acomodé entre los dilatados labios vaginales de mi jadeante hermana mayor.

A pesar de lo bien que la estaba pasando mientras devoraba insistentemente las pequeñas tetas de Lynn, sabía que no podía perder más tiempo. Por tal motivo, comencé a recorrer la cabeza de mi polla por todo lo largo de la prominente hendidura de Lynn; disfrutando abiertamente de su inigualable calidez y envolvente tacto.

Y lo continúe haciendo durante un par de segundos más, hasta que finalmente mi cuerpo no pudo continuar resistiendo las inmisericordes ráfagas de placer provenientes de su sudoroso cuerpo; y me entregué al delirante anhelo de hacerla mía.

Con las bolas entumecidas, y la punta de mi miembro completamente en posición, tomé a Lynn de su cintura, y poco a poco comencé a penetrarla justo en medio de su lubricado sexo, para tratar de adueñarme lo antes posible de su inexplorada intimidad.

Pero a pesar de mi enorme insistencia, y por más presión que me mantuviese ejerciendo sobre su resguardada abertura, no era capaz de avanzar ni un solo centímetro; ya que Lynn apretaba constantemente sus lampiños labios, para impedir que me adentrase más allá.

Con la respiración entrecortada y la punta de mi polla cada vez más enrojecida, continúe ejerciendo una intensas presión en medio de sus bronceadas piernas; sin ninguna clase de éxito.

A pesar de tener la cabeza nublada, y el cuerpo maniatado, Lynn continuaba demostrando con increíble claridad, lo realmente terca que podía llegar a ser.

Entre más pasaban los minutos, mayor era la angustia que carcomía mi electrificada figura; por lo que lleno de impotencia, comencé a besar sus diminutos senos, para ver si de esa forma lograba relajarse un poco.

Pero al ver que mis esfuerzos no constituían mayor diferencia para ella, aprisione uno de sus erguidos pezones con el borde de mis astillados dientes, y lo mordí con indescriptible afán, hasta hacerla retorcer por tanto desconsuelo.

Al ver la forma en la que mi agitada hermana sacudía sus apretadas caderas con inconfundible dolor, la tomé firmemente de la cintura; y antes de que se diese cuenta, le enterré la verga de una sola estocada, hasta lograr adueñarme de su inaccesible intimidad.

Después de una ardua batalla, ¡El dulce coño de Lynn era todo mío!.

El interior de mi hermana se sentía tan cálido y apretado, que por momentos me hizo recordar el reducido coño de Lisa. Ya con mi pene completamente en su interior, me mantuve quieto durante unos cortos segundos, mientras el sulfurado cuerpo de Lynn, se acostumbraba a su repentino invasor.

A diferencia de otras ocasiones, me costaba realmente demasiado el mantenerme inamovible; ya que por primera vez en mucho tiempo, sentía la inmensa diferencia entre sexo y pasión.

Cada vez que mi intrépida polla arañaba su estrujada matriz, podía palpar la sorpresiva manera en la que esta era bañada por un sinfín de cálidos ríos de flujos; que me hacían palpitar mi estresado miembro con fastuosa desesperación.

Cargado de ansiedad, y con la punta de mi polla cada vez más adormilada, no pude continuar conteniendome más; por lo que besando torpemente a Lynn en sus finos labios, me dispuse a liberar todo el deseo e incontrolable excitación que me producía su sensual silueta.

Fue así como de un instante al otro, comencé a penetrar firmemente el lubricado interior de Lynn, hasta hacerla resollar con destacada algarabía.

Lynn: ¡Mmm, Mmmgh... Aaghhh... Mmghhh!.

Ya no tenía caso el continuar ocultando lo que sentía. Por lo que rápidamente comencé a acribillar los aceitados labios de Lynn, con increíble insistencia; hasta lograr hacerla estremecer con cada una de mis salvajes embestidas.

En ese punto Lynn ya no ponía demasiada resistencia, y tan solo se limitaba a jadear con desbordante resignación; a medida que mi polla se abría paso, en medio de sus oscilantes piernas.

Entre más pasaban los minutos, mayor era la brutalidad con la que arremetía contra el enrojecido cuerpo de Lynn; y lo continúe haciendo cada vez más rápido, hasta lograr percibir la sensual manera en la que mis endurecidas bolas, chocaban una y otra vez contra su dilatado sexo.

Después de un par de enérgicas embestidas, el efusivo coño de Lynn se fue tornando cada vez más fogoso y apretado; prácticamente como si no quisiese dejar salir a mi polla de entre sus entumecidos labios.

Mientras la continuaba taladrado sin ningún tipo de piedad, me dispuse a acariciar sus delgadas caderas con inmensa suavidad, hasta hacerla sollozar con sorprendente rapidez.

De un momento al otro tomé a Lynn de las piernas y haciéndole una fuerte presión hacia arriba, se las comencé a subir poco a poco, hasta lograr pegarselas al pecho. Esta nueva posición dejó su dilatada endidura, completamente al descubierto; permitiéndome apreciar toda su belleza e indescriptible flexibilidad.

La piel me ardía, la respiración se me hizo pesada y me resultaba imposible dejar de temblar; y es que en ese instante en particular no lograba tan siquiera asimilar, toda la sensualidad presente en tan reducida silueta.

Tan pronto estuve con la polla en libertad, comencé a deslizar el extremo de uno de mis dedos, por todo lo largo de su exuberante hendidura; hasta hacerla sacudirse con total ferocidad.

La raja de Lynn emanaba una inmensa cantidad de entibiecidos fluidos transparentes entremezclados con varias gotas de sangre; que me hacían cada vez más difícil el poder controlar, mis portentosos movimientos.

Al tenerla tan cerca, podía divisar toda la belleza y gracia, presente en sus abultados labios vaginales; los cuales, lucían sumamente brillantes por la enorme cantidad de viscosos fluidos que emanaban desde su caluroso interior.

Al tocar su acolchonado coñito, sentí un portentoso cosquilleo en la mismísima base de mis bolas, que me sacudió completamente el cuerpo, y me hizo resoplar con alucinante notoriedad.

¡Ya no podía más!. Había llegado más allá de mi límite.

Fue así como rápidamente empiné mi cuerpo para ganar altura, hasta lograr posarlo sobre la transpirada silueta de Lynn; y tras apuntar mi polla justo en medio de sus palpitante raja, procedí a enterrarsela de una sola estocada, hasta hacerla balbucear con angustia y descontrol.

Lynn: ¡Aaghjh... Aghjmh!. ¡Mmghh!. ¡Ghhjmm!.

Una vez que logré apoderarme de su dilatado interior, sujeté fuertemente a Lynn de su esbelta cintura, y comencé un frenético mete y saca en medio de sus carnosos labios, que nos hizo jadear con sorprendente efusividad.

Lentamente comenzamos a acoplar nuestros sulfurados sexos en medio de un ardiente mar de pasión descontrolada, que nos mantenía con la respiración acelerada y la piel sumamente enrojecida.

Podía sentir las fuertes contracciones provenientes de sus sofocantes paredes vaginales; así como la feroz manera en la que se tensaban sus extasiantes piernas, con cada uno de mis prolongados pollazos.

Lleno de desesperación, empecé a mover mi pelvis con mucha más rapidez; para tratar de inundar, su apretado interior.

Los ritmos de mis estocadas eran cada vez más vertiginosos; y entre más la penetraba, mayores eran los intensos jadeos y las atroces contracciones, que realizaba con su conflictivo cuerpecito.

Fue así que tras darle un fervoroso beso en la boca, empecé a ejercer una descomunal presión en medio de sus sensuales piernas; hasta conseguir apoderarme de su rugoso interior.

Con el cuerpo sensible y la polla cada vez más maltratada, continúe arremetiendo insistentemente contra el aceitado interior de Lynn, hasta que un brutal vacío sofocó mis efusivos movimientos; anunciando con total recelo, la llegada de mi brutal orgasmo.

Al tener sus piernas totalmente abiertas, me resultaba realmente fácil el poder penetrarla con mayor fortaleza, así como el lograr llegar cada vez más lejos dentro de su jugosa abertura.

Sentir mis feroces embestidas dentro de su placentera intimidad, hizo que Lynn cerrase los ojos y empezase a resoplarme en la cara con total desesperación; a medida que la iba penetrando sin ningún tipo de piedad.

Nuestros delgados cuerpos estaban tan unidos y estresados, que se me hacía realmente fácil el lograr sentir los acelerados latidos de su enérgico corazón.

Los adoloridos gestos de Lynn en lugar de conmoverme, me impulsaban a seguir taladradola con mucha más intensidad; hasta haberme adueñado completamente de su impetuoso interior.

El rostro de Lynn era realmente hermoso; y al tenerla tan de cerca, podía darme cuenta de lo mucho que había cambiado su cuerpo, desde la última vez que nos bañamos juntos en la tina.

Con el pasar de los minutos, Lynn no era capaz de emitir sonido alguno, y tan solo se limitaba a girar su cabeza de un lado para el otro; mientras dejaba escapar una gran cantidad de saliva de su boca.

Entre más la penetraba, mayor era el vibrante ardor que sacudía mis alarmadas bolas.

Fue así como sujetando a Lynn de sus delgados hombros, y valiéndome de las pocas fuerzas que aún permanecían en mi joven cuerpo, comencé a penetrarla cada vez más rápido; hasta lograr sentir la manera en la que mi copioso semen, se iba acumulando en la inflamada punta de mi palpitante miembro.

Sin fuerzas para reaccionar, mantuve mi enfurecido pene en lo más profundo de su apretado interior. Hasta que finalmente no pude seguir resistiendo las contundentes descargas que sacudían mi acalorado cuerpo; y me entregué a la agobiante desesperación que me producía su salvaje figura.

Lleno de un inusitado ardor en todo mi interior, comencé a inundar cada tramo de su apretado coño, hasta hacerla estremecer con absoluto desespero.

Tan pronto Lynn sintió la manera en la que mi viscoso semen se habría paso decididamente en medio de sus delgadas piernas, comenzó a sacudir su pequeña silueta con innegable intensidad; mientras dejaba escapar diversos hilos de saliva de sus conmovidos labios.

Agotado y con la polla totalmente sensible, caí tendido sobre el alterado pecho de Lynn; quien para ese entonces, luchaba aparatosamente por tratar de respirar.

Había sido una descomunal faena cargada de auténticas sorpresas, en la que pusimos en juego, todo nuestro orgullo y limitada resistencia.

Al cabo de unos cortos minutos, y al volver a contemplar la inigualable calidez presente en el extasiante cuerpo de Lynn, no tardé en volver a experimentar la alucinante manera en la que mi furibundo y enrojecido pene, lentamente iba recuperando sus abundantes ganas de batallar.

Aunque estaba agotado y con mi miembro realmente adolorido, no podía darme el lujo de descansar. Estaba cumpliendo una de mis más grandes fantasías, y no estaba dispuesto a dejarla pasar.

De esa manera tomé a Lynn por su cintura, y antes de que intentase defenderse, empecé a ejercer presión sobre su transpirando cuerpo, hasta lograr dejarla completamente boca abajo.

No estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de lograr disfrutar de las redondeadas nalgas de Lynn. Así que luego de dejar su trasero al aire, comencé a acariciar la imponente textura presente en su piel; hasta volver a recuperar las inmensas ganas que había perdido.

Con el pasar de los minutos, y al contemplar el modo en el que mi sensitivo pene se sacudía con enorme fortaleza, comencé a separar sus apretados glúteos; hasta dejar ante mi vista, a su oscurecido asterisco. ¡Que magnífica visión!.

Cegado por tan lasciva imagen, rápidamente humedecí la punta de uno de mis dedos, y lo llevé hasta el apretado orificio que tenía en frente mío; para intentar abrirme paso, en su resguardado interior. Aunque por más que lo intentaba... No lograba conseguirlo.

Todo parecía indicar que esta vez Lynn, no estaba para nada dispuesta a permitir, que me saliese con la mía.

Fue así que llevado por la calentura, tomé el pequeño recipiente que permanecía a un lado de la mermelada; hasta dejar ante mi vista, una reducida barra de mantequilla.

Una vez que tuve la pieza de faltaba, abrí las firmes nalgas de Lynn con total delicadeza; y antes de que intentase resistirse, comencé a embadurbar su apretado ojete con inigualable rapidez, hasta dejárselo completamente brillante.

¡Finalmente estaba listo para continuar!.

De esa manera, y tras acomodar la inflamada punta de mi palpitante polla, justo en medio del engrasado asterisco de mi intranquila hermana; comencé a arremeter poco a poco contra este, hasta lograr abrirme paso dentro de su apretado interior.

A pesar del intenso ardor que deambulaba en la congestionada punta de mi palpitante polla... No era capaz de detenerme. El apretado trasero que tenía Lynn se sentía tan acogedor, que me incitaba a penetrarla con incomparable fortaleza, sin importar si perdía la polla en el proceso.

Entre mas hacia desaparecer la abultada punta de mi pene dentro de su estrecha retaguardia, mayor eran la velocidad con la que se sacudía la mesa.

Los continuos movimientos que poco a poco realizaba con mi vibrante polla, eran cada vez más enérgicos y pronunciados; por lo que sin darme cuenta, había comenzado a desplazar la mesa con cada una de mis fervientes estocadas.

La polla me ardía y mis bolas estaban a punto de reventar, pero a pesar de ello continúe penetrando el maravilloso ojete de mi briosa acompañante; sin pensar demasiado en las posibles consecuencias.

Lynn estaba tan enfurecida, que no tardó en estremecer sus sensacionales caderas a un ritmo tan altamente demoledor; que me tenía cada vez más cerca del inevitable colapso.

Cegado por la lujuria, agarré con fuerza sus perfectos cachetes, y los separé para poder ver la manera en la que mi venosa verga taladraba insistentemente su estrecho asterisco.

Era un auténtico deleite el ver como su apretado esfínter, se abría y cerraba cada vez que le metía mi endurecida polla en su interior.

Entre más pasaban los minutos, mayor era la vertiginosa velocidad con la que penetraba el endurecido ojete de mi hermana; haciéndola desvariar, con cada uno de mis continuos movimientos.

Lynn: ¡Aghh!. ¡Aghh!. ¡Mghhjh... Nnghhh!.

Luego de un rato cargado de interminables estocadas, logré darme cuenta con increíble claridad, de la manera en la que la tierna silueta de mi hermana; lentamente había comenzado a relajarse.

Fue así como atiborrado por tanta excitación, tomé a Lynn de su frondosa cabellera, y tras aferrarme levemente a su delicada espalda, le enterré la polla hasta lo más profundo de su apretado interior, hasta hacerla aullar de auténtica agonía.

Al ver la forma en la que Lynn había comenzado a sacudir toda su estresada silueta, no tardé en acariciar sus pequeñas tetas con mis manos; y a recorrer su blanca espalda con mis labios, para tratar de relajarla.

Dominar la deslumbrante silueta de mi salvaje hermana mayor, me hizo sentir un nuevo aire de grandeza en todo el cuerpo; que me impulsó a querer demostrarle con mayor intensidad, todo el deseo que me provocaba su lasciva presencia.

Llevado por la inmensa adrenalina, comencé a azotar sus respingonas nalgas con una de mis manos; para tratar de demostrarle de una vez por todas, quien era el que estaba a cargo.

Lleno de tenacidad y con un terrible cosquilleo en lo más profundo de mi interior, continúe arremetiendo una y otra vez contra el endurecido trasero de Lynn... Hasta que de un momento al otro comencé a percibir toda una serie de entrecortados golpeteos provenientes de la entrada principal; los cuales me devolvieron rápidamente a la realidad.

Cargado de un descomunal pánico en mi interior, y con las bolas cada vez más efervescentes, frené mi vibrante estaca en lo más profundo del confortable trasero de Lynn; a la espera de lograr comprobar de una vez por todas, si era real lo que había escuchado.

Pero por desgracia, mis sospechas no tardaron en hacerse realidad, una vez que volví a contemplar con increíble algarabía; la manera en la que alguien, llamaban insistentemente a la puerta. ¡Rayos!.