Faltaban pocas horas para que culminase el mes de marzo, y el ambiente en la casa Loud no podía ser más perturbador.
Y es que cada vez que se aproximaba el tan espeluznante primero de abril, éramos atacado por una inmisericorde ráfaga de inclementes bromas pesadas; que nos hacían estremecer con agobiante desesperación. Y la causante de toda esa intempestiva locura, no era otra sino Luan.
Durante ese corto lapso de tiempo, Luan pasaba de ser una tranquila amante de la comedia y de los malos chistes, a toda una psicópata de lo más fría y atemorizante; que disfrutaba humillando a todo el que se le cruzase en su camino, en lo que ella misma había denominado... "¡El bromagedón!".
Desde que era muy pequeña, Luan nos había estado atormentado con toda clase de bromas desquiciadas a lo largo de ese día; por lo que ninguno de los integrantes de la casa se sentía a salvo bajo su mismo techo, llegando a horrorizarnos con el más leve sonido de sus ligeros pasos.
Pero este año las cosas iban a ser distintas, ya que había aprendido de mis errores del pasado, y estaba completamente preparado para pasar el resto del día, escondido dentro de mi propia habitación.
Al salir los primeros rayos del sol del primero de abril, el miedo se apoderó de cada uno de los integrantes de la familia; quienes corrían desesperadamente de un lado al otro, mientras intentaban encontrar refugio en algún lugar seguro.
Y es que después de ver sus movidas en años anteriores, todo el mundo sabía que Luan era capaz de convertir cualquier espacio, mueble o rincón en una auténtica trampa mortal, que nos haría sufrir de maneras realmente inimaginables. Es por ello que ninguno de nosotros estaba para nada dispuesto, a convertirse en su primera víctima del día.
Con el pasar de los minutos, y la desesperación colectiva aumentando a niveles sin precedentes, un potente grito de Leni nos sumergió aún más en nuestra triste agonía; haciéndonos temblar con prolongada intermitencia.
Todo parecía indicar que justo en el instante en el que la inocente Leni abrió la llave de la ducha para intentar bañarse, fue recibida por un intenso chorro de pintura naranja; que la dejó como un auténtico cono de tránsito.
Era oficial... ¡El día de las bromas había comenzado!.
Al darse cuenta de lo que le había sucedido a Leni, mis hermanas comenzaron a correr de manera despavorida; mientras gritaban con inmensa desesperación, para intentar aplacar el notable miedo que sentían en su interior.
De un momento al otro, y en su afán por encontrar refugio, tocaron a mi puerta Lori, Lana, Luna y Lily; quienes venían con la única intención de que las dejase ingresar.
Aunque la simple idea de estar cerca de mis hermanas me llenaba de alegría, sabía que no podía permitirlo; ya que de llegar a hacerlo, me colocaría bajo el inevitable radar de bromas de Luan, y estaría completamente en riesgo.
No podía darme el lujo de tenerlas tan cerca durante tanto tiempo, en especial a la pequeña Lily; ya que después de haber "jugado" con ella en el sótano, no perdía oportunidad alguna para intentar toquetearme por todos lados, sin importarle demasiado si estaba acompañado.
Todo parecía indicar que Lucy había logrado su cometido; ya que Lily estaba totalmente sumergida bajo el asfixiante deseo contenido, que habitaba en lo más profundo de su acalorado cuerpecito. Aunque en este momento... Ese era el menor de mis problemas.
Al darse cuenta de que no las iba a dejar entrar, comenzaron a golpear insistentemente mi puerta, para intentar hacerme cambiar de parecer. Hasta que de un instante al otro, Lisa intervino de la nada, anunciándoles a todos que podían ir a refugiarse en compañía de mamá y papá; dentro del fortificado bunker que tenía en el patio.
Luego de escuchar tan liberadoras palabras, tanto Lori como el resto de mis hermanas, salieron disparadas hacia el escondite que había creado Lisa; para evitar quedar expuestas bajo los temibles ataques perpetrados por Luan.
Una vez que mis hermanas cerraron la puerta de la entrada, la casa volvió a sumergirse en un silencio de lo más sombrío y perturbador; que me hizo estremecer el cuerpo con bastante intensidad. Sobre todo al darme cuenta de que la única otra persona que quedaba dentro de la casa, era la maniática de Luan. ¡Rayos!.
Con la mayor parte de mis extremidades aún entumecidas, volví a acomodarme sobre mi placentera cama, para comenzar a leer los diversos cómics que tenía especialmente preparados para tan singular ocasión.
Estaba en el único lugar en el que me sentía realmente seguro, y no había nada ni nadie, que me hiciese salir ese día de mi resguardada fortaleza. ¡O al menos eso pensé!.
Con el pasar de las horas, y al no evidenciar ningún extraño ruido por dentro de la casa, comencé a sentir una extraña sensación de seguridad en cada parte de mi ser; que me hizo bajar la guardia.
Contra todos los pronósticos posibles, había logrado permanecer gran parte de la mañana, completamente a salvo.
Pero al cabo de unos cuantos minutos más, toda mi tranquilidad llegó a su fin, una vez que comencé a percibir la escalofriante manera en la que mi desquiciada hermana mayor, se acercaba lentamente a mi resguardada fortaleza.
Lleno de pánico, y con el ritmo de mi corazón cada vez más acelerado, comencé a escuchar con gran perturbación, la manera en la que Luan me susurraba con bastante suavidad:
—Ay, hermanito... ¿De verdad crees que esa puerta va a lograr detener los planes que tengo para ti?. —Al terminar de pronunciar tan inquietantes palabras, Luan comenzó a reírse con inmensa algarabía.
—No tengo idea de lo que estés tramando —le repliqué con fortaleza—, pero mientras esté dentro de esta habitación, no podrás hacer nada para molestarme.
—Puedes esconderte todo lo que quieras —respondió Luan con enorme convicción—, pero te aseguro de que mi siguiente carta ya ha sido echada; por lo que solo es cuestión de tiempo, para que vuelvas a estar nuevamente a mi alcance. ¡Jajajaja!.
Al terminar de articular tan amenazantes palabras, Luan comenzó a alejarse lentamente de la puerta, mientras reía con elevado descontrol; y una vez que estuvo lo suficientemente lejos, gritó con intensidad:
—¡No sabes lo que te espera!. ¡Jajajaja!.
¿Que rayos habrá querido decir con eso de la carta?.
Lleno de intranquilidad, comencé a imaginarme los peores escenarios posibles en los que Luan tuviese alguna clase de ventaja sobre mi; pero al estar encerrado, y contar con Internet y diversas provisiones, no tenía motivo alguno para salir de mi escondite.
Con la mayoría de mis pensamientos cada vez más difuminados, comencé a sonreír con bastante efusividad, al darme cuenta de lo cerca que estaba de cantar victoria.
Pero justo en el instante en el que había comenzado a acomodar mi cuerpo una vez más sobre la cama, recibo una inesperada video llamada por parte de Ronnie Anne; que me tomó completamente desprevenido.
¡¿Por qué me estaría llamado Ronnie Anne en estos momentos?!.
Lleno de interrogantes, acomodo la pantalla del computador frente a mi; y con algo de nerviosismo, presiono el pequeño botón que aceptaba la llamada.
—¡Ho-Hola, Ronnie Anne!. Pero que agradable coincidencia. Ya estaba próximo a llamarte para ver como estabas.
Al momento de saludarla logré notar con gran claridad, la manera en la que su trigueño rostro permanecía totalmente arrugado, y lleno de ofuscación. ¡¿Pero que rayos?!.
Cargado de perturbación, intenté preguntarle que era lo que tenía; pero antes de lograr abrir la boca, fui sorprendido por el impactante motivo de su llamada.
—¡Escuchame bien patético!. No vuelvas a llamarme, ni a tratar de contactarme. ¡No quiero volver a saber de ti!.
Al terminar de mencionar esas raras palabras, el rostro de Ronnie Anne se comenzó a tornar cada vez más enrojecido; por lo que empecé a llenarme de una inmensa intranquilidad, al no saber lo que estaba pasando.
Completamente preocupado, y con una inusual angustia recorriendo en gran parte de mi ser; le pregunté con elevada rapidez:
—¡No... No lo entiendo, Ronnie Anne!. Porqué estas tan molesta conmigo, si no te he hecho nada.
—¡¿Que no me has hecho nada?!. —Respondió Ronnie Anne con bastante exasperación—. No te hagas el tonto, y acepta de una buena vez lo que hiciste.
—Pe-Pero, Ronnie Anne... ¡Si ni siquiera se de que me estás hablando!.
—Al menos ten el valor de decírmelo directamente a la cara. No sabes lo molesto que es enterarse de tu traición por cuenta de terceros.
Entre más hablaba, mayor era la ofuscación que expresaba en su estrujada rostro; por lo que lleno de un inigualable pánico en todo el cuerpo, posé la mirada sobre sus exaltados ojos, para tratar de descubrir de una vez por todas, porqué se comportaba de esa manera.
—No se por qué estás tan enojada, Ronnie Anne. Si la última vez que conversamos, estabas de lo más tranquila.
—¡No te hagas el tonto!. Acabo de ver la foto que me mandó tu hermana, y estoy muy molesta contigo. Y yo que pensé que podríamos tener una relación mucho más profunda; pero según veo las cosas, lo único que quieres es jugar conmigo.
—¡No se de que me estas hablando!. ¿Cuál foto?.
—Pensé que eras diferente, Lincoln Loud; pero al parecer, eres igual de cerdo que el resto de los hombres.
Al terminar de hablar, Ronnie Anne levanta su celular, y tras colocarlo en frente de la pantalla, me muestra una impactante imagen; que me dejó completamente boquiabierto.
—Mira la foto que me envió tu hermana. —sollozó enérgicamente Ronnie Anne, cargada de amargura.
¡No podía creer lo que veía!. Ronnie Anne tenía en su poder, una pequeña foto en la que aparecía en el centro comercial; mientras sujetaba firmemente de la mano, a Cristina. ¡¿Pero que rayos?!.
Después de haber aceptado una de mis reiteradas invitaciones a salir, llevé a Cristina al centro comercial, para poder pasar más tiempo juntos, sin que se sintiese presionada.
Y aunque la cita entre ambos fue bastante corta y relajada, no reflejaba para nada lo que se veía en la foto; ya que al momento de pasar junto a la fuente principal, Cristina se tropezó levemente, y para evitar que se cayera, le di mi mano para sostenerla.
A pesar de tener una clara escusa para tan controvertida situación, sabía que de igual manera no la escucharía. ¡Rayos!.
Mientras revivía en mi cabeza una y otra vez lo sucedido, Ronnie Anne comenzó a ponerse cada vez más ofuscada; y tras frotar sus pequeños dientes con bastante aflicción, no demora en esbozar:
—¡¿Es que acaso no piensas decir nada?!. ¡Nghh!. Y lo que más me molesta es que mientras me decías que me extrañabas, andabas saliendo con esa perra solapada de Cristina; y de no ser porque Luan me envió esta foto, me habría creído cada una de tus mentiras.
¡Maldita, Luan!. Con que ese fue su plan desde un principio.
—¡Y yo que quería ir en el receso de semana santa para poder estar juntos!. —susurró levemente Ronnie Anne, casi al tiempo en que se secaba las pocas lágrimas que inundaban sus irritados ojos—. Pero sabes que... Olvídate de la visita. No te quiero volver a ver en mi vida. Adiós patético... ¡Adiós para siempre!.
Una vez que se desconectó, mi cuerpo entero estalló en cólera; sobre todo al darme cuenta, de lo cerca que había estado de lograr intimar con Ronnie Anne.
Gracias a las ridículas bromas de mi hermana, mi relación con Ronnie Anne pendía de un hilo; y al ver lo terriblemente enojada que en ese instante se encontraba, no tenía ni la menor idea de si lograría mejorarla.
Fue así como lleno de un incontrolable ardor en todo el pecho, y tras comenzar a batir los brazos con angustiante desesperación; grité con todas las fuerzas que tenía:
—¡LUUAAAANNN!.
En ese momento me sentía realmente exaltado, y tenía la sangre en punto de ebullición. Por lo que cegado por la interminable ira que carcomía mis entrañas, y sin siquiera detenerme a analizar lo sucedido; quité las trancas que cubrían la entrada, y salí disparado hacia la habitación de mi lunática hermana mayor, para saldar cuentas.
Con la piel enrojecida, y la respiración cada vez más alterada, gire rápidamente la cerradura de su puerta; hasta lograr acceder a su peligrosa guarida.
Al entrar, logre ver la manera en la que Luan daba vuelta a su clásica silla del día de las bromas, hasta quedar nuevamente frente a mi.
Fue ahí cuando logré apreciar con mayor detalle, la manera en la que Luan acariciaba lentamente el brillante lomo de Cliff; quien hasta ese entonces, yacía de lo más tranquilo en su regazo.
Luego de contemplar la feroz manera en la que entraba a su habitación, y sin dejar de acariciar la espalda de su ronroneante gato; Luan me observa fijamente al rostro, y me murmura con gran satisfacción:
—¡Vaya, vaya!. Pero miren quien decidió salir de su escondite. Y dime hermanito, ¡¿Que te trae por mi alcoba?!.
En ese instante me sentía tan frenético y acelerado, que no era capaz de pronunciar palabra alguna. Por lo que lleno de una agobiante desesperación en todo el cuerpo, comencé a sacudir mi agitado pecho con gran vistosidad; mientras luchaba fervientemente por mantener el semblante.
—¿Porqué tan callado, Linky?. ¡¿Acaso te comió la lengua el gato?!.
Al ver la manera en la que mi perversa hermana mayor, disfrutaba abiertamente del tortuoso lamento que permanecía en mi rostro, me puse en frente suyo; y tras comenzar a mirarla con inmenso repudio, le exclamé con efusividad:
—¡Cómo fuiste capaz de hacerme algo así!.
Me tendiste una trampa, Luan. Pe-pero, ¿Porqué?.
—¡Ay, Linky, Linky!. No tienes ni idea de lo mucho que significa este día para mí, ni de lo ansiosa que estaba por que finalmente llegase. Es por eso que no estaba para nada dispuesta a que te perdieras ni un solo minuto de tan magnífica jornada, permaneciendo oculto dentro de tu pequeña madriguera.
—¡¿Es en serio?!. ¿Por eso fue que decidiste echar mi relación con Ronnie Anne a la basura?.
—De qué te quejas, Lincoln. Si tu muy bien sabes que todo es permitido durante el día de las bromas.
¡Estaba harto!. Esta vez Luan se había excedido por completo; y no iba a permitir que continuase burlándose de mi, cada vez que se le diera la gana.
Fue así como lleno de una incomparable rabia en todo el cuerpo, miré a Luan fijamente a los ojos; y tras inhalar aire con elevada fortaleza, le repliqué eufóricamente:
—¡Me las vas a pagar, Luan!. Ya estoy cansado de tus incontables burlas y ridículas bromas; así que esta vez, te voy a hacer pagar por cada uno de los malos ratos que me has hecho pasar.
—¡Jajajaja!. ¡Pero si el pequeño Lincoln está enojaaado!. Tu no sabes nada acerca del día de las bromas, y no estás a mi nivel como para pensar en vengarte. Te faltan innumerables años de práctica, y los suficientes pantalones como para atreverte a hacerme algo.
Escuchar tan insultantes palabras, tan solo sirvió para avivar aún más la inmensa rabia que sentía por dentro. Así que de un momento al otro, y actuando de manera casi automática, tomé a Luan de sus delgados brazos, y la arroje fuertemente sobre su propia cama; hasta dejarla tendida en el centro del colchón.
Una vez que Luan estuvo desprevenida, me abalance rápidamente sobre ella, hasta quedar posado sobre su agitada figura. Fue en ese momento en el que comenzamos un intenso forcejeo entre ambos, para tratar de determinar quién se haría con el control de la situación.
—¡Pero que haces, Lincoln!. Quítate de encima. Deja ya de molestar, que aún tengo muchas bromas por hacer.
A medida que forcejeabamos, lleve una de mis manos hasta el bolsillo delantero de mi pantalón; y tras sonreír con entusiasmo, procedí a sacar el reducido rollo de cinta industrial gris, con el que previamente había estado tapando las numerosas rendijas de luz, que había en mi puerta.
Una vez que tuve el pequeño rollo en mi poder, tomé a Luan enérgicamente por una de sus manos; y tras comenzar a forcejear con mayor intensidad, se la pegué al barrote lateral de su cama, hasta dejarla inmovilizarla.
—¡Jajajaja!. –Expresó Luan con inocultable algarabía—. Así que tu intención es inmovilizarme para que no pudiese continuar haciéndoles bromas. Este es mi día favorito de todo el año, y ni tu ni nadie podrá evitar que les haga las cientos de cosas que les tengo preparadas.
Al ver la manera en la que mi desquiciada hermana mayor reía efusivamente sin parar, aproveché la oportunidad para fijar su otra mano al barrote opuesto de la cama; hasta dejarla sujeta de brazos.
Tan pronto estuvo atada, me bajé de la cama con elevada tranquilidad; y tras comenzar a admirar su fabulosa silueta de reojo, procedí a fijar cada una de sus delgadas piernas sobre las esquinas de la cama, hasta dejarla completamente inmovilizada.
Al darse cuenta de que en lugar de detenerme, continúe atando cada una de sus alargadas extremidades; Luan comenzó a cambiar la sonriente expresión de su rostro, por una mucho más vacía y totalmente cargada de seriedad.
—¡No me provoques, Lincoln!. Liberarme de una buena vez. —replicó Luan mientras estremecía enérgicamente su encrespado cuerpecito—. Anda... ¡Que esperas!. Si me sueltas rápido, quizás y no sea tan dura contigo.
A pesar de estar actuando de manera altamente impulsiva, no tenía ni la más remota intensión de dejarla en libertad. Sobretodo al contemplar su radiante silueta; la cual, lucia bastante enrojecida por culpa de tan intensos forcejeos.
La única intención que tenía en ese momento era la de dejar inmovilizada a la loca de mi hermana mayor, para evitar que nos siguiera atormentando durante el resto del día, con sus repulsivas bromas pesadas. Aunque a cada minuto que pasaba, me resultaba más difícil el lograr controlarme.
Llena de rabia, Luan comenzó a estremecer cada tramo de su sulfurada existencia, para intentar librarse de sus firmes ataduras; pero al no conseguirlo, detuvo momentáneamente sus salvajes movimientos, para decirme con incomparable lentitud:
—Bueno, Lincoln. Ya te divertiste. Así que, ¡liberame ya!.
—No te preocupes, Luan... ¡Claro que te voy a liberar!. Pero cuando se termine el día.
—¡Me estás haciendo enfadar!. —replicó Luan, sin dejar de fruncir su estresado rostro—. Esto no es gracioso. Sueltame rápido que aún tengo mucho por hacer.
No me interesaba para nada lo que ella opinase al respecto, ya que lo único que pretendía en ese momento era mantenerla bien sujeta, para que dejase de molestar.
—¡No te voy a liberar!. Ya que por tu culpa, perdí la oportunidad que tenía de poder estar con Ronnie Anne.
—¡¿Oportunidad?!. ¡¿Cuál oportunidad?!. —exclamó Luan mientras sonreía con cinismo—. Tu no podrías tirarte a Ronnie Anne ni si tu vida dependiera de ello... ¿Y sabes porqué?. Porque eres tonto y feo.
—¡¿Eso es lo que piensas de mi?!.
—¡Así es hermanito!. Eres más feo que un carro por debajo. Y para serte sincera, dudo mucho que alguien quiera llegar tan lejos contigo.
A pesar de estar atada, Luan se comportaba sumamente altanera y llena de energía; y entre más pasaban los minutos, mayor era la insolencia que escapaba de sus brillantes labios.
—Espero que disfrutes de tenerme acostada junto a ti, ya que eso será lo más cerca que podrás estar de llevar a una mujer a la cama. ¡Mmm!. A menos que te consigas a una de esas muñecas inflables. ¡Jajajaja!. ¡Entiendes, entiendes!.
Lleno de una terrible exasperación en cada ápice de mi existencia, y con la sangre cada vez más burbujeante, coloqué mi mano sobre el animado rostro de Luan; y tras mirarla con increíble fijación, le dije suavemente:
—Ya va siendo hora de que alguien te enseñe a respetar a las personas.
—¡¿No me digas?!. —Susurró con insolencia—. ¿Y acaso ese alguien vas a ser tu?.
—¡Ya veras, Luan!. Te voy a hacer pagar por todo lo que me has hecho.
—¡¿Ahh... Dijiste algo?!. —diciendo esas palabras, comenzó a girar la cabeza de un lado para el otro, de manera desprevenida—. Disculpa, es que eres tan insípido me cuesta trabajo prestarte atención.
Aunque mi intención inicial era la de mantenerla inmovilizada, no podía permitir que continuase burlándose de mi.
Fue así como cegado por la interminable ira que revoloteaba en cada célula de mi cuerpo, me senté al lado suyo; y sin dejar de observarla con inmensa ofuscación, le dije sin pensar:
—Es bueno que sigas conservando tu sentido del humor; porque como yo veo las cosas... Ya que por tu culpa perdí la oportunidad de tirarme a Ronnie Anne... Tu vas a ser quien se convierta en su reemplazo.
—¡Ay, Lincoln... Por favor!. —expresó Luan de manera altamente retadora—. Tu no asustas a nadie. No eres más que un pobre remedo de hombre, desabrido y sin chiste. Y de seguro morirás sin lograr estrenar el pito. ¡Jajajaja!.
Escuchar las incesantes carcajadas de Luan, me hicieron nublar la mente por completo. Por lo que cargado de un exasperante enojo, y con la cabeza cada vez más descompuesta; posé una mano en medio de sus delgadas piernas, para comenzar a recorrer sus torneados muslos.
Al darse cuenta de la inquietante forma en la que sumergía mi diminuta mano en medio de sus temblorosas piernas, Luan abrió los ojos con gran ofuscación; y tras comenzar a mirarme llena de sorpresa, me réplica con bastante exasperación:
—¡PERO QUE HACES, DEGENERADO!. Saca tu mano de entre mis piernas. ¡Nghh!. Déjate ya de tantos juegos, y liberame de una buena vez.
Luan estaba visiblemente molesta, pero aún así continúe deslizando la suave punta de mis dedos, por todo lo largo de sus cautivantes muslos; hasta comenzar a introducirla, por debajo de su falda.
—¡¿Pero que rayos creés que haces?!. ¡Sueltame ya!. Esto no es divertido. —renegaba Luan mientras sacudía su cuerpo con elevada intermitencia. Y desde mí perspectiva, podía apreciar con gran facilidad, la impactante belleza que se escondía bajo su recortada faldita de cuadros.
Llevado por la sulfurante calentura que sentía en ese momento, tomé su pequeña falda por un extremo; y tras comenzar a sonreírle con gran efusividad, me dispuse a levantarla con indudable lentitud, hasta lograr dejarla sobre su esbelta cinturita.
Fue en ese preciso instante en el que se materializó ante mis ojos, una reducida prenda íntima de color amarillo; la cual estaba completamente decorada con un sin fin de diminutas florecillas de colores, que hacían lucir su sexo de lo más entrañable.
Luego de darse cuenta de la repentina manera en la que dejé su llamativa ropa interior al descubierto, Luan comenzó a estremecer su escuálida silueta con gran inquietud; para intentar apartarse de mi lado. Pero a pesar de sus prolongados esfuerzos, no lograba conseguirlo.
—Lucha todo lo que quieras, Luan. Ya que de todas maneras, no podrás escapar de mi.
—Te estás pasando, Lincoln. Esto no tiene nada que ver con el día de las bromas.
Al ver la clara expresión de molestia presente en su agitado rostro, posé mis manos sobre ambos extremos de su panty; y tras tragar saliva en seco, procedí a bajárselos de manera lenta y pausada, hasta dejar su abultado sexo totalmente al descubierto.
En ese momento, un fuerte latigazo estremeció cada tramo de mi expectante humanidad; hasta dejarme con la boca abierta y el corazón completamente acelerado.
Fue en ese fugaz instante en el que logré apreciar con gran satisfacción, la manera en la que un voluminoso matorral de ensortojados vellos de color castaño, fueron apareciendo lentamente frente a mis consternados ojos; hasta dejarme con la polla erecta y la piel electrizada.
Luan tenía una amplia capa de finos pelos aclarados por encima de su sexo; la cual cubría de manera generosa, la delicada forma de sus alargados labios vaginales.
Una vez que dejé su poblado coño al descubierto, Luan entró en cólera; por lo que rápidamente comenzó a batir cada una de sus sulfuradas extremidades, para intentar atacarme con desproporcionada violencia.
—¡Ya veras, infeliz!. Deja que te ponga las manos encima.
Era la primera vez en mucho tiempo en que veía el risueño rostro de mi hermana mayor, tan altamente enfurecido. Y estaba más que seguro de que si en ese instante lograba liberarse, mi vida estaría en auténtico peligro.
En ese momento, tenía vía libre para saciar cada una de mis prominentes ganas, con el delicado cuerpo de Luan. Pero al ver el exasperado rostro de mi hermana, y recordar los numerosos malos tratos que durante años había estado propinándome; decidí que no bastaba con penetrarla a la fuerza, para hacerle pagar por todo el sufrimiento que me había causado. ¡Tenía que hacer algo más!.
Fue así como de un instante al otro, mi mente se comenzó a inundar con una serie de retorcidos pensamientos lidivinosos, que me hicieron palpitar la polla con descomunal intermitencia.
A pesar de mis esporádicas dudas, y de los entrecortados temblores que sacudían mi ser; cada vez tenía más que claro, lo que debería de hacer. De ese modo, me fui apartado lentamente de su lado; para luego enfilar mi pausado rumbo, hacia la salida de la habitación.
Una vez que Luan se percató de la manera tan calmada con la que poco a poco me dirigía hacia la puerta, no tardó en reaccionar con auténtica altivez; así que sonriendo con gran satisfacción, me esboza enérgicamente:
—Eso es gallinita. ¡Sal corriendo a esconderte!. Tu no entiendes la inmensa complejidad que se esconde detrás del día de las bromas. ¡Pero no te preocupes!. Ya que tan pronto me libere, te haré sufrir hasta que te retuerzas del dolor, por todo lo que me has estado haciendo. ¡Jajajaja!.
Luan estaba ampliamente convencida de que había desistido de mis elevadas intenciones de querer castigarla; así que comenzó a reír de manera desenfrenada, para tratar de ocultar la increíble frustración que sentía por dentro.
Aunque por desgracia la felicidad solo le duró unos cuantos minutos; hasta que pudo darse cuenta con innegable amargura, de la forma en la que volvía a aparecer frente a ella.
Llena de incertidumbre, y con una clara expresión de miedo en su mirada; Luan me mira tímidamente al rostro, y me dice con bastante desconsuelo:
—Po-Porque regresaste gallinita. S-Si te estaba dado la oportunidad de que escaparas de mis garras.
—No me voy a esconder en ningún lugar, y mucho menos de ti. Ya te dije que te iba a hacer pagar por todo lo que me has hecho, y no me pienso ir sin haberlo conseguido... Y para que lo sepas, tan solo me fui por unas cosas que necesitaba.
Diciendo esas concisas palabras, le mostré a Luan lo que traía en las manos; y una vez que logró enfocarlas con la mirada, su expresivo rostro le dio paso a uno mucho más aterrado y lleno de inseguridad.
En mis manos tenía unas cortas tijeras, una máquina de afeitar, y un pequeño pote con espuma; que era con lo que generalmente Lori se rasuraba las piernas.
—Disculpa, Luan. Se que te hice esperar. Pero es que fui en busca de unas cuantas cosas que necesitaba, para lograr podar tu frondoso bosque.
Al ver el claro gesto de seguridad que mantenía en mi imperturbable rostro, Luan me dice con bastante intermitencia:
—¡N-No, no te atreverías!.
—¡¿En verdad piensas eso?!. —le susurré con increíble suavidad; casi al tiempo en que mantenía la miraba fija, sobre sus colorados ojos—. Eso sí, jamás he utilizado algo como esto antes; así que, trata de no moverte demasiado.
Al escuchar mis punzantes palabras, y darse cuenta de la sonriente expresión que mantenía en mi animado rostro, Luan comenzó a intensificar los sistemáticos movimientos de sus delgadas manos, para intentar escaparse con prontitud.
Fue así como rápidamente decidí lanzarme sobre ella, para intentar socavar sus enloquecidas sacudidas; y hacerle entender de una vez por todas, que estaba hablando en serio.
—¡Tranquila Luan!. No creo que esto sea tan difícil de emplear. Después de todo... Hasta Leni es capaz de utilizarla.
Tan pronto escuchó mis suaves palabras, el rostro de Luan se puso completamente pálido; y deliró con aún mayor descontrol, luego de que le volviese a levantar la delgada falda, que cubría su ensortijada hendidura.
Una vez que su resguardado sexo quedó nuevamente al descubierto, Luan comenzó a temblar con inigualable rapidez; casi al tiempo en que apretaba sus enormes dientes, con descomunal insistencia. En ese preciso instante, y por más que se negase a aceptarlo, Luan sabía que no tenía escapatoria alguna.
Cargado de emoción, comencé a separar sus delgadas piernas con notoria suavidad, hasta dejar su poblado coño completamente desprotegido; y una vez que logré mi objetivo, me dispuse a deslizar mi encendida mano por la cara interna de sus temblorosos muslos, hasta lograr llegar a su frondosa entrepierna.
—¡No te atrevas Lincoln... N-No te atrevas!. —susurraba Luan con bastante nerviosismo, mientras batía levemente su agitada silueta.
Al ver el modo en el que comenzaba a repasar los delicados pliegues de su consternada almejita, Luan levantó su enrojecido rostro de la cama; y tras mirarme con absoluto nerviosismo, me dice con la voz bastante fracturada:
—¡No, n-no... Espera!. Deja... Deja de tocarme ahí. Esa es mi... ¡Oh, Oohh!.
A medida que deslizaba la afanosa punta de mi dedo por todo lo largo de sus abultados labios vaginales, el rostro de Luan se fue poniendo cada vez más colorado. Por lo que cargado de un inusual entusiasmo, y con la base de mis bolas cada vez más adolorida, continúe toqueteando cada tramo de su voluminosa hendidura; hasta hacerla retorcer, con colosal intensidad.
—Ma-Maldito... ¡Mmmh!. Ya verás cuando quede libre.
Luego de constatar lo ampliamente enloquecida que se encontraba, comencé a acariciar cada tramo de su esponjosa abertura; para luego disponerme a cortar los alargados vellos de su ensortijada cavidad, con el extremo más filoso de las reducidas tijeras.
Fue así como apoyando mis manos a un lado de su expectante entrepierna, me dispuse a retirar el exceso de vellos que cubrían su frondosa rajita; hasta dejarla lista para pasarle la máquina de afeitar.
Una vez recortado gran parte de su poblado matorral, procedí a llenar de espuma cada tramo de su sensitiva cuevita, hasta dejársela completamente en blanco.
En ese instante tenía la polla mucho más que sensitiva; por lo que tenía que hacer un esfuerzo realmente sobre humano, para intentar moverme sin que me doliesen las bolas.
Luego de aplicarle espuma en gran parte su coño, procedí a deslizar mis ansiosos dedos sobre sus prominentes labios vaginales, hasta hacerla suspirar con gran rebeldía. Y mientras lo hacía, aproveché la oportunidad para hacer desaparecer la punta de mis traviesas falanges, justo en medio de su aceitado interior.
—¡Ya verás infeliz!. Esto... ¡Hmm!. Esto no se va a quedar así. Una vez que me libere, te haré pagar con sangre por tu enorme insolencia.
Sin prestarle demasiada atención a sus exaltadas palabras, procedí a pasarle la máquina de afeitar sobre su voluminosa entrepierna, hasta hacerla tiritar con gran sobresalto.
—¡Mmmh, Mmghh... Nghm!. —exclamó Luan mientras deslizaba la resplandeciente cuchilla de afeitar sobre su espumoso sexo.
Con inmensa destreza y sin lograr apartar la mirada de su blancuzco coño, comencé a afeitar los relucientes pelos que cubrían su poblada intimidad; hasta comenzar a descubrir el suave tono claro, presente en su delicada hendidura.
A medida que me iba acercando a sus marcados pliegues vaginales, el cuerpo de Luan comenzó a tornarse cada vez más receptivo; llegando a estremecerse con gran efusividad, ante el más mínimo roce sobre su delicada piel.
Al ver lo sensitiva que en ese instante se encontraba, y tras sujetarla fuertemente por su frágil cintura; le esbocé con seriedad:
—Deja ya de moverte, porque te puedo cortar.
—¡Mmmh, Mmghh!. Cállate, infeliz. —expresó Luan, llena de amargura.
A pesar de mi clara advertencia, Luan continuaba reacia a querer obedecer; por lo que decidí hacerle un minúsculo corte a un lado de su entrepierna, para lograr recuperar su limitada atención.
—¡Ayy!. ¡Lo hiciste a propósito!.
—La culpa es toda tuya por no hacerme caso.
—¡Ya verás cuando esto termine!. —susurró entre dientes.
Ya con más calma, y con una Luan mucho más receptiva, continúe retirando los afilados vellos de color castaño que cubrían su delicada raja; hasta lograr dejar ante mi vista, los sonrosados pliegues vaginales de su sensitivo sexo.
La esponjosa zanja que escondía en medio de sus alargadas piernas, era tan increíblemente cautivante; que me hizo estremecer con su inusual belleza.
Luego de un par de minutos cargados de infinidad de jadeos, logré contemplar con gran facilidad, la extasiante abertura que dividía su coño en dos.
—¡Esto no se va a quedar así!. —expresó Luan con velocidad—. Eso... ¡Mmmh!. ¡Eso te lo aseguro!.
A pesar de sus prolongado lamentos, y reiteradas amenazas, no estaba para nada dispuesto a detener mis eléctrizantes movimientos.
Fue así como atestado de una ardiente adrenalina, empecé a desplazar mi mano por encima de su lampiña entrepierna; para lograr palpar toda su textura, e inigualable calidez.
—Deja... ¡Nghh!. Deja de tocarme ahí. ¡N-No me gusta lo que haces!.
—¡¿Pero de que estás hablando, Luan?!. Si estás toda mojadita.
Al terminar de pronunciar tan lascivas palabras, comencé a extender mis dedos por el contorno de su raja; hasta dejarlos completamente salpicados, con sus innumerables jugos.
Luan tenía el coño extremadamente sensitivo por culpa de los reiterados toqueteos que había estado propinándole en medio de sus temblorosas piernas. Y entre más deslizaba mis afanosos dedos sobre sus alargados pliegues vaginales; mayor era la cantidad de los espesos jugos, que dejaba escapar de su afligido interior.
Poco a poco el transpirado cuerpo de Luan, se fue sumergiendo cada vez más, en el delirante trance de mis caricias; hasta hacerla limitar, el deslumbrante ritmo de sus movimientos.
Luego de unos eufóricos minutos, y con el rostro de mi hermana cada vez más apagado; conseguí apartar hasta el último vello que cubría su sexo. Dejando ante mi vista, la gloriosa imagen de su raja desnuda.
El misterioso coño de Luan lucia de lo más blanco y abultado; y entre más lo admiraba, mayor era la emoción que sentía en mi interior.
Cargado de un insoportable vacío en el pecho, me dispuse a estimular cada uno de sus palpitantes labios; para lograr disfrutar con gran frenesí, de su inigualable tersura.
Extasiado ante su inusual belleza, volví a deslizar la oscilante punta de uno de mis dedos, por la cara interna de sus lubricados pliegues vaginales; hasta lograr dejar ante mis ojos, el delicado tono rosa presente en su interior.
Una vez que logré separar los inflamados bordes de su prominente rajita, saqué mi lengua con gran determinación y gracia, y me dispuse a devorar cada tramo de su aceitada abertura; hasta hacerla resollar con sorprendente algarabía.
—Pero qué... ¡Mmm!. ¡¿Pero que rayos haces?!. —exclamó Luan con bastante desesperación—. Hazte a un lado, pervertido. ¿O acaso ya olvidaste que soy tu hermana?.
Luego de escuchar sus enfurecidas palabras, y tras separar levemente mi boca de su coño, levanté la mirada como caimán en un arrolló; y le dije con enorme rapidez:
—Eres tu la que al parecer ya olvidó porqué estamos aquí. Te dije que te iba a castigar por haberme impedido estar con Ronnie Anne; y no me voy a detener hasta haberlo conseguido.
Al constatar el elevado enojo presente en mi irritado rostro, y lograr darse cuenta de que estaba hablando serio, Luan contuvo sus sistemáticas ganas de continuar atacandome; y tras apartar la mirada durante unos breves segundos, me susurra con un tono mucho más conciliador:
—La-Lamento mucho haber dañado tu relación con Ronnie Anne. Se que esta vez fui un poco lejos... Pe-Pero si me liberas, podemos pensar en algo para que te perdone; y vuelvan a ser la feliz pareja que siempre han sido.
Mientras hablaba, Luan intentó mantener su agitado rostro lo más calmado posible; y al darse cuenta de que había captado mi atención, comenzó a sonreír de manera bastante jovial.
—¡Que me dices, hermanito!. Liberame rápido, y hacemos de cuenta de que aquí no ha pasado nada.
Al ver su falsa sonrisa de tranquilidad, y el gesto vacío presente en sus turbados ojos; le dije con incomparable lentitud:
—¡¿Quieres que te deje en libertad?!. ¡Pero si apenas vamos a empezar a jugar!.
Al momento de percibir mis sarcásticas palabras, el rostro de Luan se lleno de una inmensa desesperación; que la hizo enloquecer en cuestión de segundos.
—¡Maldito dientón infeliz!. Haré que te arrepientas de todo lo que me has estado haciendo.
Luego de escuchar sus agitados reclamos, volví a arremeter contra su empapado coño, deslizando mi afanosa lengua por todo el contorno de sus brillantes labios vaginales; hasta hacerla balbucear con elevado descontrol.
—Al... ¡Mmmh!. Albino desgraciado. ¡Oghhh!. ¡M-Mmm!. Cuando acabe contigo, vas a desear que Rita no hubiese abierto las piernas para procrearte. ¡Jajajaja!.
Escuchar la manera en la que mi desquiciada hermana mayor se reía eufóricamente mientras devoraba cada milímetro de su afeitado coño, me tenía bastante desconcertado; aún así, continúe repasando cada pliegue de su voluminosa abertura, hasta llegar a su inflamado clítoris.
Una vez que la inquieta punta de mi lengua rozó levemente su resguardado botoncito, Luan aplacó cada una de sus sistemáticas carcajadas, hasta quedar inamovible.
Al parecer había dado en su punto más débil, así que tan pronto volví a estimular la aclarada protuberancia que tenía en la parte más alta de su brillante gruta, su cuerpo entero se sacudió de manera altamente involuntaria; hasta hacerla delirar durante unos cortos segundos.
Cargado de adrenalina, comencé a succionar muy lentamente los palpitantes pliegues de su parte más sensible; casi al tiempo en que repasaba el sutil contorno de su lascivo sexo, con la suave punta de mis pequeños dedos.
A pesar de mis acalorados estímulos, Luan era incapaz de emitir sonido alguno. Y es que estaba tan altamente acalorada, que le resultaba imposible respirar con normalidad.
Luego de ver la manera en la que Luan se estremecía con cada uno de mis fervientes toqueteos, no pude continuar conteniendo las salvajes ganas que tenía de hacerla mía. Así que succionando una última vez sus refrescantes labios, aparté la cabeza de su reluciente coño; y me puse de pie.
Llena de incertidumbre, y con la respiración cada vez más acelerada, Luan mantuvo su apagada vista sobre la mía; como tratando de determinar, si finalmente había terminado.
Aunque al darse cuenta de la deliberada manera con la que me iba aflojando el botón del pantalón, su rostro se llenó de una auténtica desazón; hasta hacerla estremecer, con elevado nerviosismo.
A medida que me desprendía de mi ajustado pantalón, no era capaz de apartar la mirada de su consternado rostro; ya que lucia tan increíblemente aterrada, que no parecía la misma persona.
Una vez que logré deshacerme de la alargada prenda que cubría mis blancas piernas, posé mis manos sobre ambos extremos de mi ropa interior; y tras sonreírle a Luan de manera vivaz, procedí a bajarlas con sorprendente lentitud, hasta dejar mi venosa verga completamente al descubierto.
En él instante en el que Luan logró visualizar la asombrosa manera en la que mi endurecida polla apuntaba insistentemente hacia arriba, salió del delirante trance en el cual se encontraba; y comenzó a gritarme con gran agitación:
—¡¿Pe-Pero que crees que estás haciendo?!. ¿Porqué rayos te desnudas?. Deja ya de compórtate como un maldito animal, y súbete el pantalón. —refutó completamente enrojecida, y sin atreverse a apartar la mirada de mi tambaleante hombría.
—¡Creo que ya conoces la respuesta a esa pregunta!.
—D-Deja... Deja de amenazarme de esa manera. Esto ya ha ido demasiado lejos, a-así que es momento de que acabes con este juego.
Luan estaba tan ampliamente sorprendida, que era incapaz de hablar sin llegar a titubear. Así que cegado por la desbordante emoción que me hacía sentir cada uno de sus limitados movimientos, comencé a acomodarme justo en medio de sus transpiradas piernas, hasta dejar mi afiebrada polla apuntando hacia su goteante sexo.
—¡N-No, no... Espera!. ¡Aléjate, a-aléjate de mi!. Si no lo haces, te juro que voy a gritar con todas mis fuerzas hasta que alguien venga. Y... Y no creo que quieras que eso pase.
—¡Adelante!. —le expresé con gran ofuscación—. Grita todo lo que quieras, ya que nadie vendrá a rescatarte. ¿Y sabes porqué?. Porque los espantaste a todos con sus insoportables locuras.
Luego de mencionar tan irrefutable verdad, incliné mi cuerpo levemente hacia adelante. Y tras sujetar mi polla con bastante firmeza, comencé a acariciar los humedecidos pliegues de su voluminosa hendidura, una y otra vez, de arriba hacia abajo; hasta hacerla vibrar con bastante resquemor.
—Los únicos que estamos en esta casa somos los dos; y ni pienses que los vecinos vendrán en tu ayuda, ya que la mayoría de ellos salieron de viaje, para no estar cerca de ti en este día. Como ves, Luan... ¡Eres toda mía!.
—¡N-No, no, Lincoln!. E-Espera... Podemos llegar a un acuerdo. No tienes porqué hacer esto.
¡Ya no había vuelta atrás!. Había llegado el momento de concretar mi tan añorada venganza.
Fue así como de un instante al otro, comencé a descender mi cuerpo con increíble delicadeza. Logrando percibir la extasiante manera en la que la abultada punta de mi enrojecido miembro, se iba abriendo paso dentro de los lubricados labios vaginales de mi consternada hermana mayor.
Y aunque en un momento intentó resistirse, le fue prácticamente imposible lograr oponerse a las punzantes estocadas; que me mantenía propinándole en medio de sus placenteras piernas. Luan tenía el coño tan tembloroso y receptivo, que no dejaba de emanar desbordantes cantidades de entibiecidos líquidos cristalinos, de su alarmado interior.
A pesar de tener su raja bastante apretada, no tuve demasiados inconvenientes en lograr abrirme paso en medio de sus sudorosas piernas. Y a medida que lo hacía, no dejaba de escuchar sus prolongadas quejas de rechazo:
—¡No, no... Detente!. ¡Nghh... M-Me, me lastimas!. ¡Mmmh!. ¡Para!. E-Esto ha ido demasiado lejos.
—¡¿Pero porqué habría de hacerlo?!. Si todo está permitido en el día de las bromas. ¿O es que acaso ya lo olvidaste?.
Al momento de escuchar mis emocionadas palabras, Luan desvío la mirada levemente hacia un costado, y se mantuvo con la vista perdida durante unos cortos segundos; prácticamente como si se hubiese dado cuenta de las terribles consecuencias que había ocasionado, con sus desproporcionadas acciones.
Luego de un par de feroces estocadas, en las que puse a prueba mucho más que mi limitada resistencia, conseguí adentrar mi pene en lo más profundo de su apretada intimidad; hasta lograr adueñarme de su resguardada inocencia.
Con mi polla alojada en lo más recóndito de su dilatada abertura, Luan apretó sus labios con incomparable fortaleza; para intentar apaciguar todo el elevado dolor, que sentía por dentro. Aunque por más que se esforzarse por querer ocultarlo, no fue capaz de soportar cada una de mis feroces embestidas.
—¡De-Detente, Lincoln!. ¡Mmmh, Mmghh!. Tu polla me está partiendo en dos.
A medida que la penetraba, podía sentir la incomparable calidez que desprendía de su ajustado conducto; así como la inconfundible manera en la que su ceñido interior, palpitaba con cada una de mis feroces estocadas.
Su pequeña vagina se sentía tan increíblemente apretada, que por momentos llegué a sentir una fuerte presión de su parte; como si estuviese a punto de estrangular mi afiebrado miembro.
Con el pasar de los minutos, y a pesar de su prolongada oposición, mis limitados movimientos comenzaron a volverse mucho más constantes y deliberados; hasta prácticamente permitirme rozar el acalorado fondo de su inflamado sexo.
A medida que la iba penetrando, comencé a acariciar cada uno de los puntiagudos pezones que se le marcaban por encima de su ropa; hasta hacerla suspirar con elevado descontrol.
Después de un salvaje rato, y al ver lo frenética que se encontraba, decidí sacar mi endurecido falo de su conmovido interior; logrando observar con completa admiración, una amplia mancha enrojecida, que se dibujaba sobre la blanca tela del colchón.
Esa extensa muestra de sangre, fue la prueba irrefutable, de lo lejos que habíamos llegado en nuestra incestuosa aventura.
Estaba disfrutando enormemente al ver la forma en la que mi sudorosa hermana mayor, se retorcía con cada una de mis caricias. Por lo que volví a restregarle la inflamada punta de miembro, por todo lo largo de sus enrojecidos labios vaginales; hasta verla sollozar con elevado malestar.
Completamente exaltado, y con un intenso vacío expandiéndose cada vez más dentro de mi entumecido interior, incliné mi rostro hacia el cuello de mi hermana; y tras deslizar mi lengua sobre su aclarada piel, le enterré la polla con absoluta firmeza, hasta hacerla rechistar con indudable dolor.
—N-No, no... ¡Sácamela, sácamela!. ¡Ughm, Mghh!. Tu polla está raspando todo mi interior.
En ese breve lapso de tiempo, el sudoroso cuerpo de Luan parecía tan altamente receptivo; que no era capaz de oponer resistencia, a ninguno de mis prolongados movimientos.
Sentir mis feroces embestidas dentro de su suave abertura, hizo que Luan cerrara los ojos de manera repentina; y empezara a resoplar todo el aire que mantenía alojado en sus angustiados pulmones; prácticamente como su estuviese a punto de desplomarse.
A medida que continuaba escarbando en medio de sus oscilantes labios, el angustiado rostro de Luan comenzó a enrojecerse con mayor prontitud; hasta obligarla a permanecer en un tormentoso silencio, mientras su mirada se desvanecía en la lejanía de la habitación.
Sin darse cuenta, Luan había comenzado a contraer su cuerpo, y a batir sus apretadas caderas bajo el incesante ritmo de mis enérgicas embestidas; permitiéndome adentrar mi miembro cada vez más profundo, en la parte más resguardada de su aceitado interior.
Llena de un gran sobresalto, y de manera casi inconsciente, Luan comenzó a batir poco a poco su estresado sexo; hasta jadear con elevada intermitencia.
—¡Mmm, Mmmh... Nghhh!.
Ya sin fuerzas para continuar, me aferré ansiosamente a sus sudorosas caderas, y comencé a intensificar mis emocionadas embestidas; hasta lograr percibir el estimulante choqueteo, producido por nuestros afiebrados sexos.
Cargado de una cruel impaciencia en todo el cuerpo, y con mis cosquilleantes bolas cada vez más adoloridas, llevé mi rostro a la altura del de mi hermana; y tras mirarla fijamente a los ojos, le susurré con gran intranquilidad:
—¡Lu-Luan, no aguanto... No aguanto más!. ¡Me voy a correr... Me voy a corrreeeeer!.
—¡No, Lincoln!. ¡Mmghh!. Por lo que más quieras. No te corras adentro. ¡N-No te corras adentrooo!.
Fue así que sin fuerzas para continuar, procedí a enterrarle mi pene con inigualable convicción; hasta prácticamente comenzar a sentir la desorbitante manera en la que mi electrificado glande, chocaba contra su tembloroso útero. Y una vez ahí, empecé a correrme con tanta exaltación y ganas; que estuve a punto de llenar cada tramo de su aturdida abertura.
Al sentir la manera en la que mi viscosa leche se adentraba en lo más profundo de sus entumecidas entrañas, Luan arqueó la espalda con inocultable desenfreno; hasta prácticamente comenzar a temblar con elevada intermitencia.
—¡Nghhh, Mmm... Ughhh!. —sollozó fervientemente Luan, mientras me miraba a la cara con bastante odio.
A pesar de haber llenado gran parte de su apretado interior, me mantuve penetrando indiscriminadamente su placentera abertura; hasta comenzar a sentir la inigualable manera en la que mi entumecido falo, se comenzó a replegar hasta su estado inicial.
Le había dado a Luan con todo lo que tenía; pero aún así, estaba deseoso de poder continuar.
Luego de escurrir hasta la última gota de mi semen dentro de su placentero interior, aparté mi cuerpo de su lado; y me senté sobre la amplía silla de donde recientemente la había levantado, con la firme intención de tratar de descansar.
La indescriptible mezcla de sensaciones que tan abiertamente me habían provocado las despampanantes caderas de Luan, me tenían con las piernas temblorosas, y la respiración mucho más que acelerada.
Una vez que logré posar mi fulminada silueta sobre su estrafalaria silla, permanecí tendido durante unos cuantos minutos; tratando de recuperar el sentido. Y mientras lo hacía, logré apreciar con gran escépticismo, la manera en la que mi alterada acompañante, batía su alarmado cuerpecito; con un inmenso odio en su mirada.
Después de un par minutos más, y sin dejar de observarme con profundo resentimiento, Luan levanta su colorada cabeza con bastante dificultad; y tras mantener su mirada puesta sobre la mía, me dice sin siquiera titubear:
—No creas que por haberme sometido vas a impedir que continue haciéndoles bromas pesadas a cada uno de ustedes. ¡Es todo lo contrario!. Ahora voy a ir con todo lo que tengo; y los haré sufrir, como nunca lo había hecho antes. En especial a ti, Lincoln. ¡Jajajaja!.
A pesar de los vibrantes acontecimientos recientemente sucedidos, Luan mantenía un inusual brillo en su mirada, que la impulsaba a no desistir de su maniática meta.
Luan siempre había sido bastante terca y temperamental, sobre todo cuando tenía algo que ver con el mundo de la comedia; por lo que no podía desistir de mi naciente afán de tratar de someterla, sobre todo ahora que había llegado tan lejos.
Fue así como cargado de una sofocante excitación en cada tramo de mi ser, y tras aspirar una inmensa bocanada de aire con absoluta rapidez; volví a acomodar mi magullado cuerpo entre las sudorosas piernas de mi hermana, para volver a contemplar su enrojecida silueta.
Al estar tan cerca de su acanelada intimidad, podía sentir todo el calor y la cautivante fragancia, que eran desprendidos de su magullada abertura.
Una vez que estuve en posición, comencé a acariciar la cara interna de sus erizadas piernas, hasta llegar a su frágil cinturita; y tan pronto estuve ahí, comencé a deslizar la tenue yema de mis dedos por todo lo largo de su suave abdomen, hasta hacerla resoplar con abundante intensidad.
A pesar de haber dando inicio a mis más intermitentes toqueteos, Luan se mantenía con los labios apretados, y la mirada totalmente puesta sobre la mía.
Con mis manos recorriendo abiertamente por encima de su aterciopelado vientre, comencé a elevar mis acelerados movimientos por debajo de su camiseta; hasta lograr llegar a sus delicadas tetas. Pero a pesar de ello, Luan se mantenía de lo más sería, y sin intensiones aparentes de querer hablar; prácticamente como si estuviese tratando de demostrar, que sin importar lo que le hiciera, no iba a sucumbir ante mi naciente juego.
Fue así como cargado de una enérgica emoción, saqué mis manos del interior de su camiseta, y tras posarlas sobre sus costados, comencé a subirsela con auténtica delicadeza; hasta dejar sus intrigantes tetas, completamente al descubierto.
Cómo era de esperarse, Luan tenía las tetas sumamente pálidas y achicadas; pero a pesar de ello, me hicieron suspirar con apoteósica intensidad.
Sus aclarados senos aunque reducidos, resultaban extrañamente parecidos tanto en tono y apariencia, a las gloriosas tetas que tenía Leni; por lo que tenía la esperanza de que en un futuro no muy lejano, lucirían tan erguidos e imponentes, como las deslumbrantes delanteras de su despistada hermana más grande.
Una vez que dejé su agitado pecho expuesto, y sin siquiera darle chances de intentar protestar, bajé la cabeza hasta uno de sus puntiagudos senos, y comencé a chupárselo con innegable velocidad; mientras recorría cada rincón de su aplanado abdomen con mis manos.
Luego de engullir uno a uno los endurecidos montículos que tenía por tetas, comencé a morderselos con desbordante admiración; hasta hacerla resollar con elevada intermitencia.
—¡Mmmh, M-Mghhm!. ¡Nghh!.
De un instante al otro, aparté mis labios de sus delicadas tetas, y comencé a girar cada uno de sus afilados pezones con la inquieta punta de mis dedos; hasta verla protestar con evidente malestar:
—Deja ya de retorcer mis pezones, que no estas sintonizado un radio.
El agitado cuerpo de Luan, me tenía cada vez tenso y sulfurado. Por lo que rápidamente me dispuse a pasar mi acelerada lengua por todo lo largo de su lampiño vientre; llegando a realizar pequeños círculos en su atrayente ombligo.
En ese momento estaba de lo más dispuesto a volver a desaparecer mi palpitante pene, dentro de los receptivos pliegues vaginales de mi ofuscada hermana; pero al volver a constatar su encendida mirada de odio, decidí provocarla un poco más.
Con la polla endurecida, y mi pecho a punto de reventar, extendí cuidadosamente mi mano hacia la elevada cama de Luna; hasta lograr sujetar una de sus acogedoras almohadas de notas musicales.
Una vez que la tuve en mi poder, procedí a sacar de su interior, un par de alargadas plumas blancas; las cuales necesitaba, para lograr estimular el estresado cuerpo de mi adorada hermanita.
Luego de tomar tan esponjosos elementos, acomodé mí silueta justo en medio de las bamboleantes piernas de Luan; y lentamente comencé a deslizar una de las delgadas plumas por la cara interna de sus colorados muslos, hasta hacerla rechistar de infinita agonía.
Al sentir mis suaves caricias retozando tan cerca de su desprotegida intimidad, Luan comenzó a quejarse con bastante nerviosismo; mientras batía de manera entrecortada, cada tramo de su resplandeciente cinturita.
—¡Pero que esta haciendo, infeliz!. Deja ya de jugar conmigo, y sueltame rápido. ¿O es que acaso no te has divertido lo suficiente?.
—¡¿Soltarte?!. —repliqué con ironía—. Pero si el día de las bromas aún no ha terminado.
Luego de formular tan directas palabras, continúe ascendiendo con el pausado ritmo de mis electrizantes movimientos; hasta lograr llegar a su vibrante entrepierna.
Una vez ahí, comencé a deslizar la delgada punta de la pluma por todo el contorno de sus humedecidos labios vaginales, hasta hacerla delirar con inigualable ligereza.
Al sentir la manera en la que la frágil pluma estimulaba tan abiertamente su inflamada abertura, Luan pegó un intenso jadeo de placer, que la hizo estremecer de forma automática:
—¡Mmm, Mghhh, Nnghh!. ¡¿Pe-Pero que rayos creés que haces?!.
A medida que estimulaba su entumecida cavidad, mayor era el prolongado descontrol que se evidenciaba en su enrojecida piel. Llegando a liberar un caudaloso mar de espesos jugos, cada vez que repasaba sus inflamados labios.
En ese punto, Luan era incapaz de continuar resistiéndose a los incontables estímulos que me mantenía ejerciendo sobre su inflamada abertura. Viéndose obligada a arrugar constantemente su enrojecido rostro, para no demostrar lo que estaba sintiendo.
Contemplar la extasiante manera, con la que mi consternada hermana mayor, sacudía sus estresadas caderas; me tenía cada vez más tenso y acelerado. Por lo que de un momento al otro y sin dejarla descansar, continúe acariciando férreamente su delicada rajita; hasta hacerla resollar, con inconfundible descontrol.
—¡Nghh, Nnhm... Ghmm!. ¡De-Detente, Lincoln!. Mi, mi... ¡Mmmh!. Mi cuerpo se siente extraño.
Lleno de emoción, y con las bolas cada vez más efervescentes, continúe toqueteando cada tramo de su encharcada hendidura; hasta lograr llegar a su resguardado botoncito.
En el instante en que la tenue punta de la pluma, rozó la parte mas alta de su aceitada abertura, Luan sacudió su cuerpo con deslumbrante fortaleza; justo como si hubiese estado sometida, bajo una violenta descarga eléctrica.
Lleno de intriga, continúe repasado una y otra vez la delicada superficie de su reluciente intimidad. Hasta que de un momento al otro, Luan no pudo continuar soportando las violentas ráfagas de placer que sumergían su agitada humanidad. Y tras comenzar a observarme con elevada ofuscación, poco a poco fue relajando su entumecido rostro; hasta empezar a formar una desconcertante mueca de sonrisa, que me dejó completamente asombrado.
Fue así como lleno de ansiedad, continúe repasando una y otra vez los humedecidos pliegues de su delirante hendidura; hasta lograr contemplar el inquietante modo en el que mi sulfurada pareja, empezaba a liberar una serie de prolongadas carcajadas de placer, que me hicieron palpitar la polla con evidente desparpajo.
—¡Jajajaja!. ¡Jajajaja!. ¡De-Detente!. Me haces... ¡Mmmh!. Me haces cosquillas.
No podía entender con claridad lo que estaba pasando. Pero al ver las repentinas muestras de felicidad, presentes en el angustiado rostro de Luan; decidí continuar estimulando su encharcada rajita, hasta verla delirar.
Al cabo de un rato, y tras contemplar un sinfín de eufóricas carcajadas, no pude soportar más la dolorosa erección que se me había formado. Así que colmado de una intensa adrenalina, acomodé mi polla entre sus delgadas piernas; y sin dejar de toquetear su dilatado botoncito, le enterré mi pene de una sola estocada, hasta hacerla retorcer con gran desesperación.
—¡Mmmh, Nnghh!. No, nooo... ¡Ya basta!. —expresó Luan llena de impotencia.
Una vez que volví a alojar mi colorado falo en todo el centro de sus sensitivos labios, di inicio a un incesante bamboleo de cintura; que hizo estremecer el camarote entero.
En ese instante estaba sumergido en un alucinante mar de tormentosas sensaciones, que me tenían cada vez más acelerado; y con la mente aún más desvanecida.
Cargado de un lacerante ardor en las bolas, volví a arremeter con total brutalidad, contra el sensitivo sexo de mi aterrada hermana; haciéndole girar la cabeza con absoluta desesperación y rabia, de un lado para el otro.
De esta manera, mi polla se adentró en medio de sus esbeltas piernas; abriéndose camino por su dilatado conducto vaginal, hasta llegar a los rincones más recónditos de su delirante anatomía.
En ese instante estábamos tan increíblemente compenetrados, que podía sentir las fuertes contracciones provenientes de sus ardientes paredes vaginales; cada vez que mi enfurecido miembro, la embestía con rudeza.
Los intensos ritmos de mis violentas estocadas, rápidamente le hicieron abrir su agitada boca, para tratar de respirar con mayor velocidad. Llegándo a contemplar una infinita cantidad de entrecortados jadeos de placer, cada vez que la penetraba con afán.
A medida que escarbaba entre sus aceitados labios, se me hacía cada vez más fácil lograr sentir, la asombrosa manera en el que sus vibrantes entrañas, envolvían mi endurecido falo.
El transpirado cuerpo de mi temblorosa hermana mayor; me tenía cada vez más atónito, y a punto de colapsar.
Con el pasar de los minutos se me hacía cada vez más imposible, el continuar soportando toda la tensión que estaban viviendo. Por lo que aferrándome firmemente a sus esbeltas caderas, y tras intensificar el acelerado ritmo de mis feroces embestidas; comencé a taladrar cada vez más dentro de su lubricada almejita, hasta quedar a las puertas de una inminente corrida.
Fue así como de un instante al otro, me dispuse a besar su cuello con bastante entereza; para tratar de apaciguar los constantes gemidos de placer, que salían de su nerviosa boca.
El atrevido coño de Luan me tenía tan ampliamente cautivado; que no era capaz de pensar en nada más, que en adentrar mi venoso pene en su interior.
A medida que aceleraba mis continuos movimientos, podía sentir el extasiante modo en el que mi irritada hermana mayor; lentamente se iba entregando cada vez más a mis continuas estocadas. Llegando a morder los humedecidos labios de su boca, cada vez que me abría camino entre los delicados pliegues de su concha.
Plagado de un indescriptible cosquilleo, y tras acelerar el profundo ritmo de mis enérgicas embestidas; acerqué mi boca a su oído, y le dije con bastante dificultad:
—¡Lu-Luan!. No aguanto... ¡No aguanto más!.
—¡No, no... Otra vez no!. Por lo que más quieras, Lincoln. ¡No te vayas a correr adentro!.
Con el flujo de mi leche concentrándose cada vez más en la temblorosa punta de mi polla, y sin lograr apartar la mirada de los aterrados ojos de mi hermana; comencé a intensificar los estimulantes movimientos de mi acelerada pelvis, hasta prácticamente llegar a mi extasiante límite.
Al ver el modo en el que no disminuía mi desmesurado ritmo, Luan arruga su aturdido rostro; y me exclama con gran velocidad:
—¡Lincoln, Lincoln... No lo hagas!. ¡Nghh!. No te... ¡Mmmh!. No te corras en mi interior.
En ese fugaz instante, Luan lucia cada vez más tensa y trastornada; por lo que no era capaz de dejar de mirarme con absoluta fijación.
Con mis movimientos contenidos y mi silueta totalmente al límite, continúe intensificando cada una de mis salvajes embestidas; hasta lograr llegar a mi vibrante límite.
Ya sin mayores fuerzas para continuar, saqué mi pene de su encharcada cavidad, y tras acomodar mi cuerpo a la altura de su vientre, procedí a correrme con angustiante desesperación; salpicado diversos hilos de mi más espeso néctar, sobre el tensionado rostro de mi asombrada acompañante.
Una vez que Luan se logró percatar de la veloz manera con la que mi viscosa leche impregnaba cada tramo de su aterrado rostro, comenzó a girar su sulfurada cabeza de un lado para el otro; para intentar eludir los continuos chorros de semen que impactaban contra ella. Aunque por más que se esforzase, no pudo evitar quedar bañada por mi blancuzca esencia.
—¡Ya detente, infeliz!. —vociferó enérgicamente Luan, mientras tosía con sobresalto—. T-Tu, tu... Tu leche se me metió por la nariz.
Contemplar la extenuante forma con la que Luan resoplaba desesperadamente por la nariz, mientras trataba de librarse de los relucientes restos de semen que fueron a para en su interior, me hizo liberar un par de portentosas carcajadas de satisfacción; que encendieron aún más, la inconmensurable ira de mi enloquecida acompañante.
A pesar de haber recibido diverso chorros de mi lefa en gran parte de su irritado rostro, Luan se mantenían con la cabeza levantada; mientras me observaba fijamente, y de manera retadora.
En ese breve lapso de tiempo, Luan lucía tan profundamente alterada; que no era capaz de continuar ocultando, la copiosa rabia que sentía en lo más profundo de su intrincado ser.
Al terminar de salpicar su inquietante rostro, me aparté muy lentamente de su lado; hasta quedar sentado junto al borde de la cama.
Con el cuerpo magullado, y la respiración cada vez más comprometida, me quedé observando la sulfurada silueta de Luan; mientras se iba retorciendo violentamente, con una enorme sonrisa en su exaltado rostro. ¡¿Pero que rayos?!.
Totalmente enloquecida, Luan voltea su brillante rostro hacia mí lado; y tras posar sus sulfurados ojos sobre los míos, me exclama con enorme convicción:
—Ya cada vez falta menos para quedar en libertad; y una vez que lo consiga... Me encargaré personalmente de saldar cuentas contigo. ¡Jajajaja!.
Al terminar de escuchar sus irritadas palabras, sabía que estaba hablando en serio. Por lo que cargado de una agobiante incertidumbre, decidí que lo único que podía hacer en tan confuso momento, era mantenerla contenida durante el tiempo suficiente; hasta que se ocultase el sol. Ya que Luan era tan maniática y vengativa, que de seguro querría acabar conmigo en lo que quedaba del día.
A pesar de tener completamente claros cada uno de mis improvisados objetivos, aún tenía que hallar la manera de lograr aplacar la elevada furia, que habitaba en su exaltado cuerpecito. ¡¿Pero como?!.
Luego de permanecer en silencio durante unos cortos segundos, miré a mi perturbada hermana al rostro; y le dije con suavidad:
—¡N-No, no te tengo miedo, Luan!. Así que si me toca encerrarte en el ático, o meterte dentro de una maleta hasta que se acabe el día; tenlo por seguro que lo haré.
—¡Jajajaja!. —exclamó fervientemente Luan—. Ay, ¡Linky, Linky!. Podrás atarme, morderme, maltratarme, e incluso electrocutarme; pero aun así, no conseguirás aplacar la inconmensurable ira que siento en mi interior.
Luego de percibir sus sulfuradas palabras, una tenue llama comenzó a hacerse cada vez más grande dentro de mi perturbada cabeza; por lo que repleto de una gran emoción, esbocé con entusiasmo:
—¡Eso es!.
Al ver el sin sentido presente en mis fugaces palabras, Luan arrugó su frente con bastante incredulidad; y me quedó mirando fijamente, como tratando de descifrar, que era lo que estaba pasando.
Lleno de arrebato, me levanté rápidamente del lugar en el que me encontraba; y salí disparado hacia la habitación de Lynn; dejando a mi asombrada hermana, cada vez más llena de preguntas.
Luego de unos esporádicos segundos, volví a aparecer en frente del impactado rostro de Luan; quien tan pronto me vió, me dijo con elevado malestar:
—¿Pe-Pero que rayos sucede contigo?. Deja ya de estar jugando, y liberame de una maldita vez.
—¡Lo siento, Luan!. Es que aún quería hacer una última cosa antes de dejarte en libertad.
Diciendo esas cortas palabras, levanté poco a poco mi mano, hasta conseguir mostrarle con delicadeza, el pequeño aparato que utilizaba Lynn para masajear su cuerpo después de entrenar.
–¡¿Acaso te volviste loco?!. ¡Para que demonios traes esa cosa acá!.
—¡Relajate, Luan!. ¡Ya pronto lo sabrás!.
Luego de contemplar el interminable horror presente en su mirada, procedí a sentarme en un extremo del colchón; hasta quedar pegado a sus alargadas piernas.
En ese momento, un abrazador silencio comenzó a inundar copiosamente cada rincón de la espaciosa habitación; mientras manteníamos nuestras perturbadas miradas, cada vez más entrelazadas.
Con su vista atenta sobre cada uno de mis sistemáticos movimientos, tomé el par de electrodos que traía la máquina; y tras cubrirlos con una diminuta gota de aceite, se los comencé a colocar sobre cada uno de sus sobresalientes labios vaginales, hasta hacerla protestar con elevada intensidad.
—¡E-Esto no es divertido, Lincoln!. Quítame esa cosa de encima.
En ese breve momento, y a pesar de sus innumerables reclamos, continúe colocando fijamente cada uno de los reducidos electrodos; hasta dejarlos listos para utilizar.
De esa manera, y tras apretar con ansiedad el pequeño interruptor que lo activaba, logré contemplar con asombrosa claridad; la manera en la que mi alterada acompañante, aullaba con deslumbrante algarabía.
—¡N-Noooo... Nooo!. ¡Apagalo... Apaaagalooo!. ¡Hmm, Mmmh!. ¡Nghhh!.
Luan estaba tan increíblemente acelerada, que ni siquiera era capaz de hablar con claridad. De esa manera permanecí al lado suyo, mientras contemplaba con gran admiración; la forma en la que batía su angustiado cuerpecito, al compás de las fervientes pulsaciones eléctricas.
Ver el impactante modo en el que Luan arqueaba su cuerpo, rápidamente comenzó a provocar un extasiante cosquilleo en mi pene, que lo hizo despertar con elevada prontitud; hasta quedar erecto y lleno de energía.
Con el pasar de los minutos, y al constatar un pequeño ápice de resistencia en los encendidos ojos de mi hermana, tomé el masajeador entre mis manos; y tras formar una extraña mueca en mi animado rostro, aumenté el voltaje hasta el siguiente nivel, para acabar con cualquier rastro de oposición.
—¡Mmghh, Mmghh... Gghh!. ¡Nghhh!.
Mientras Luan batía su cuerpo con enorme desconsuelo, logré apreciar con algo de sorpresa; la manera en la que su colorado coño, se veía cada vez más humedecido.
Al ver la forma en la que Luan se estremecía sobre la cama, posé mi cuerpo entre sus piernas. Y tras sujetar mi endurecida polla con firmeza, procedí a rozar su empapado coño una y otra vez, de manera insistente; hasta lograr desaparecer mi palpitante falo en el interior de sus vibrantes labios.
Al sentir la veloz manera con la que mi desafiante estaca se adentraba sin mayores complicaciones en lo más profundo de su furibundo ser, Luan soltó una serie de ahogados gemidos de impotencia; que la hicieron tiritar con alucinante descontrol.
—¡No... N-Nooo!. ¡Mmghh, Nghhh... Ahhhh!.
A pesar de su elevada resistencia, Luan era incapaz de ignorar las sobresalientes descargas de placer; que arremetían contra su lubricado sexo.
De esa manera, me dispuse a penetrar ansiosamente su sensitiva hendidura. Logrando palpar los inigualables latigazos eléctricos, provenientes de sus inflamados labios; hasta sentir un descomunal espasmo, a la altura de mis bolas.
A pesar de sus continuas súplicas, e insistentes movimientos de cadera, Luan cada vez estaba más atrapada en las delirantes descargas de placer, que envolvían su irritado coño. Llevándola a liberar entrecortadas ráfagas de interminables jadeos, que me tenían cada vez más emocionado.
Con el pasar de los minutos, nuestros movimientos se fueron haciendo mucho más descontrolados; llegandonos a sacudir de manera altamente involuntaria, bajo el elevado ritmo de las descargas eléctricas.
A medida que desaparecía mi adolorida polla en medio de sus electrizantes labios, podía notar con extasiante admiración; la manera en la que mi sollozante pareja, trataba de aspirar aire con desesperación.
Al ver su sorprendente entrega, posé ambas manos sobre su pequeña cintura, para luego acariciar su enrojecido abdomen, con auténtica delicadeza.
A medida que desplazaba la tenue yema de mis dedos por todo lo largo de su receptivo vientre, me resultaba realmente sencillo lograr percibir; las elevadas descargas eléctricas, que bombardeaban su sensitivo sexo.
Con su frío rostro cada vez más apagado, y sin recibir negativa alguna de su parte; continúe recorriendo su enrojecido vientre con elevada soltura, hasta lograr llegar a sus afiladas tetas.
Con mis manos en posición, me dispuse a estirar cada uno de sus endurecidos pezones, para verla enloquecer. Aunque sin importar lo que le hiciera, Luan era incapaz de replicar sonido alguno de sus labios.
En ese momento estaba tan increíblemente apagada, que ni siquiera era capaz de mantener sus conmovidos ojos abiertos.
Todo parecía indicar que mi salvaje acompañante, se había quedado sin las más mínima intención de continuar resistiéndose. Por lo que intensifiqué firmemente mis sulfuradas embestidas, para tratar de apaciguar la inmensa comenzón que sentía por dentro.
Las continuas descargas eléctricas que tan copiosamente bombardean nuestras afiebradas partes, no tardaron en acelerar el incesante ritmo de mi angustiado corazón; hasta hacerme sollozar con increíble malestar.
Lleno de una deslumbrante calentura, y con el contorneo de mi cintura cada vez más descontrolado; comencé a besar el transpirado cuello de mi hermana, para tratar de solventar mi ilimitada excitación.
A medida que penetraba los electrizantes labios de Luan, mayor era la angustiante desesperación que se batía en mi interior. Llegando a sentir unas abrumadoras ganas de apartarme de su lado, por la fuerte incomodidad que me generaban sus espasmos.
Cargado de una enorme intranquilidad, y con la mayor parte de mi abdomen cada vez más acalambrado; fui cediendo a la terrible comenzón que envolvía abiertamente mis sensibles partes. Hasta lograr llegar al inequívoco final, de mi magullada resistencia.
Sin fuerzas para continuar, volví a acercar mis labios al diminuto oído de mi hermana; y tras resoplar aire con elevada intermitencia, le susurré muy suavemente:
—¡N-No puedo soportarlo más!. Me voy a correr, ¡Mmmh!. ¡Me voy a correeer!.
A pesar de mis exaltadas palabras, y de lo rápido que taladraba en su encharcado interior, Luan no era capaz de pronunciar palabra alguna.
En ese breve lapso de tiempo lucia tan altamente eclipsada, que tan solo se limitaba a jadear de manera intermitente; mientras dejaba escapar diversos hilos de saliva de su angustiada boca.
Con el pasar de los minutos, el eufórico rostro de Luan se veía cada vez más disipado. Por lo que esta vez, y por más que lo desease; no era capaz de pedirme que desistiera de mis claras intensiones de correrme en su interior.
Ya sin fuerzas para continuar, tomé a Luan firmemente de sus coloradas caderas, y tras cerrar los ojos con bastante rapidez, comencé a intensificar mis acelerados movimientos de cintura; hasta comenzar a inundar su apretada cavidad, con increíble fortaleza.
La sensación generada en esta última corrida, no tenía precedente alguno. No se si por lo entregada que se veía Luan; o si era por la despampanante sensación de entumecimiento, que me generaba la electricidad en mi polla.
Totalmente agotado, y con mi magullado falo cada vez más replegado, no pude evitar desplomarme sobre el acelerado pecho de Luan; mientras resoplaba aire de manera enloquecida.
La violenta serie de frenéticas estocadas que durante tanto tiempo me mantuve propinándole a mi apagada hermana mayor, la dejaron completamente colorada, y con la respiración a punto de colapsar.
Había dado todo lo que tenía para tratar de sosegar, el elevado grado de exaltación que mantenía en su turbado cuerpo. Por lo que al contemplar su mirada difuminada, y su angustiante forma de respirar; sabía que finalmente lo había conseguido.
Lleno de un naciente temor en todo el cuerpo, y con las bolas cada vez más adoloridas, me aparté poco a poco de su lado; y me dispuse a vestirme con bastante lentitud, para intentar huir mientras tuviese oportunidad.
Una vez que estuve listo, miré detalladamente la atractiva silueta de mi hermana; y me quedé sonriendo con bastante admiración, mientras grababa su fabulosa imagen en mi mente.
No tenía idea de las terribles consecuencias que me podrían llegar a traer, mis impulsivos actos; pero aún así, no me arrepentía de haberlo hecho.
Después de haber logrado saciar todo el deseo que me producía la deslumbrante silueta de Luan, no me quedaba de otra más que abogar a mi suerte, y escapar lo más lejos posible.
Fue así que tras tomar las tijeras, y doblar mi cuerpo con alucinante velocidad; procedí a cortar la resistente cinta que mantenía sujeta su mano izquierda a la cama. Y una vez que quedó en libertad, acaricie su vientre con elevada soltura; y bajé corriendo hacia la entrada de la casa.
Fue así como plagado de un intenso temor en todo el pecho, salí disparado hacia el estanque de la ciudad; para evitar ser encontrado por mi vengativa hermana mayor, durante el poco tiempo que aún quedaba del día.
Una vez que estuve en el estanque, comencé a visualizar toda una serie de posibles soluciones, que me ayudasen a eludir la despiadada venganza de mi desquiciada hermana mayor; aunque por más que me esforzaba, no encontraba ninguna escapatoria.
Al terminar la tarde, y lograr contemplar la increíble manera en la que los últimos rayos del sol se ocultaban en el horizonte; recibí un mensaje de Luan en el celular, que me hizo temblar con apoteósica intensidad.
Al abrir el mensaje logré leer con bastante nerviosismo: "¡Muy bien jugado hermano!. Ya vas comprendiendo un poco más la esencia del día de las bromas. Y solo espero que lo hayas disfrutado al máximo, ya que te aseguro... ¡Que será el último!. El próximo año te haré pagar por todo lo que me hiciste; y conocerás de la peor manera, de lo que puedo ser capaz".
Luan estaba completamente dispuesta a dejar pasar lo que le había sucedido, con tal de cobrar venganza durante el próximo día de las bromas.
Y aunque en un principio estaba rebosante de felicidad, no tardé en comenzar a pensar en las terribles consecuencias que de seguro me esperarían, en la siguiente primavera. ¡Rayos!.
