Con el pasar de las semanas, mi vida en la casa Loud se fue transformando en un auténtico mar de sensaciones, que hacían de mi vida mucho más feliz y llevadera.

¡Aunque no todo eran cosas buenas!. Ya que en ocasiones, tenía momentos tan ampliamente perturbadores, que ponían a prueba mi limitada resistencia.

Cierta noche, mientras descansaba en la comodidad de mi habitación, me desperté al sentir una suave ráfaga de aire recorrer por todo mi cuerpo; pero al abrir los ojos, logré notar con gran extrañeza, la manera en la que algo era diferente... ¡Todo era oscuridad!.

Cargado de un creciente pánico en todo mi ser, traté por todos los medios posibles de apartarme de la cama; pero por más que lo intentaba, no lograba conseguirlo.

En ese tormentoso instante tenía los ojos completamente vendados, y cada una de mis angustiadas extremidades adheridas al colchón; y lo peor de todo, es que no tenía ni la menor idea de quien había podido hacerme esto.

En un principio pensé que esta era alguna especie de venganza por parte de Luan, tras los hechos ocurridos en el pasado día de las bromas.

Pero a pesar de ello, la idea no me terminaba de encajar, ya que Luan era bastante obsesiva con sus cosas; por lo que no sería capaz de hacer ninguna clase de movida, estando tan lejos del mes de abril.

Mi pequeño cuarto estaba sumergido en un silencio tan agudo y perturbador, que podía escuchar el incesante zumbido de los mosquitos que deambulaban por mi cabeza.

Lleno de desesperación, trate de gritar con todas mis fuerzas; pero por más que me esforzaba, no lograba emitir ni un solo sonido. ¡¿Será acaso que también tenía la boca tapada?!.

Por más que indagaba en mi cabeza, no lograba imaginar quién podía estar detrás de todo esto.

¡¿Habrá sido obra de algún ladrón que entró a la casa?!. ¡¿O será que Lynn se había dado cuenta de lo que le había estado haciendo mientras estuvo zombificada?!.

Esas y muchas otras más ideas, rondaron por mi cabeza en cuestión de segundos; dejándome cada vez más preocupado, y lleno de incertidumbre.

Después de varios minutos cargados de infinito terror, comencé a percibir con gran inquietud, la manera en la que lentamente se abría la puerta de mi habitación; así como la forma en la que alguien entró, con bastante sigilo. ¡¿Pero que rayos?!.

En ese momento me sentía completamente perturbado, al no saber con exactitud lo que estaba ocurriendo; y el hecho de no poder pronunciar palabra alguna, tan solo incrementaba mi elevado grado de desesperación.

De repente, comencé a sentir la inquietante manera en la que una pequeña mano se posaba en la parte baja de mi pierna, desde donde comenzó a ascender de manera lenta y despreocupada; hasta quedar a escasos centímetros de mi alterado miembro. Y una ahí, procedió a darle un pequeño arañazo a la cabeza de mi pene, hasta hacerme sacudir con incontrolable intermitencia.

¡¿Es que acaso también estaba desnudo?!. ¡Hmm!. Aunque eso explicaría el elevado frío que sentía en ese momento.

No se quien era esa persona, ni porque estaba en mi alcoba; pero era evidente que estaba empeñada en jugar conmigo, y en hacerme sufrir.

De un momento a otro, sus tersas manos se adueñaron de mi alarmada polla, y empezaron a acariciarla con descomunal delicadeza; hasta dejarla totalmente electrificada.

No tenía idea de quien podía llegar a ser el extraño visitante que estimulaba tan abiertamente el contorno de mi polla; aunque por la suavidad y el tamaño de sus manos, estaba casi seguro de que era una mujer... ¡O al menos eso esperaba!.

Aterrado ante tan misteriosa situación, traté por todos los medios posibles de impedir que mi polla se pusiera dura, ¡pero era inútil!.

Las caricias que tan fervientemente me mantenía recibiendo, eran tan constantes y efectivas, que mi pene no tardó en ponerse duro como una piedra; sin importar el arraigado temor que se mantenía en mi cuerpo.

El cuarto seguía en constante silencio, y mi misteriosa visitante contribuía directamente a que permaneciese así; ya que no emitía ninguna clase de sonido, ni siquiera para respirar.

Al concluir su labor, y lograr darse cuenta de la fastuosa manera en la que mi animado pene yacía totalmente erguido; comenzó a deslizar su otra mano por encima de mi pecho, hasta comenzar a estirar mis sensitivos pezones sin recato alguno.

—¡Mmm, Mmmh!. —ese era el único sonido que lograba emitir con dificultad.

Sus pausadas caricias eran tan altamente estimulantes, que a pesar de mis prolongados esfuerzos por mantenerme inmune; estaba comenzando a excitarme. ¡Rayos!.

Luego de unos largos minutos de inigualable estrés, logré sentir con gran intranquilidad, la forma en la que comenzó a pasar su humedecida lengua, por la parte superior de mis receptivos pezones; hasta hacerme delirar con apabullante ligereza.

En ese punto llegué a comprender el porque mis hermanas chillaban con brutalidad, cada vez que engullía sus temblorosas tetas.

Esta nueva sensación que estaba experimentando era sumamente contradictoria y difícil de superar; aún así, reuní todas las fuerzas que en ese instante me acompañaban, para no sucumbir ante sus reiterados movimientos.

A medida que desplazaba su humedecida lengua sobre cada uno de mis cosquilleantes pezones, pude notar algo nuevo de mi captora. Su olor era literalmente muy embriagador.

Mi extraña acompañante tenía un fuerte aliento a alcohol, que me estaba haciendo perder el sentido; y tan pronto me percaté de ello, volví a indagar fervientemente en mi cabeza, sobre quien podría ser dicha intrusa, y porque me haría algo de este estilo.

¡¿Acaso sería alguna de mis hermanas la que permanecía junto mi?!. Aunque era muy poco probable, ya que jamás las había visto ingerir alcohol; y de todas ellas, Lori era la única que podía beber alguno que otro trago con cierta moderación.

¡¿Podría ser Lori quien estuviese a mí lado?!.

El solo hecho de imaginarme a Lori en tan extrema situación, me comenzó a ocasionar una erección tan monumental; que me empezaron a doler los huevos de manera inmediata. Pronto, esta mujer continuó bajando lentamente por todo mi torso, hasta quedar a escasos centímetros de mi palpitante miembro; y su prominente impulso... ¡No quedó ahí!.

Mi electrificado pene se sentía sumamente inseguro y cargado de impotencia; pero a pesar de ello, mantuvo su increíble dureza al máximo.

A pesar de mí elevado esfuerzo, estaba a punto de enloquecer; y la cosa se complicó aún más, una vez que comencé a percibir la asombrosa manera en la que una humedecida cavidad, comenzó a succionar muy lentamente mi oscilante polla. ¡No podía creer lo que estaba pasando!. Esa extraña persona... ¡Me la estaba chupando!.

Por primera vez en mi vida estaba experimentado una situación de completa sumisión; y por extraño que pareciera, lo estaba disfrutando al máximo. En ese punto me encontraba demasiado caliente; y no me faltaba mucho para lograr correrme. ¡¿Pero quien demonios era esa mujer?!.

Mi cuerpo se empezó a tensar a medida que sus labios subían y bajaban sobre mi acalambrado pene; hasta hacerme estremecer con indudable intermitencia. Y una vez que estuve a punto de liberar mi semen, mi extraña acompañante sacó mi polla de su boca, y la dejo brincando de un lado para el otro, como si de un resorte se tratase; dejándome con las bolas efervescentes, y el cuerpo entumecido.

En ese momento tenía la polla tan altamente sensitiva, que era capaz de liberar gran parte de mi sulfurado néctar, con el más ligero roce.

Ella, sea quien sea, permanecía en absoluto silencio; mientras me mantenía retorciendo con elevada ansiedad, cada tramo de mi adolorido cuerpo.

Aunque no podían verla, estaba casi seguro de que la muy infeliz estaría gozando al máximo, mientras contemplaba con auténtica satisfacción, la manera en la que me retorcía del dolor, al no poder correrme.

—¡Mmm, Mmmh... Mmghh!. —exclamé con elevado nerviosismo, mientras me sumergía cada vez más en mi tortuosa agonía.

Los segundos pasaban y mi sádica acompañante no se movía en lo más mínimo.

En ese inclemente instante me sentía tan ampliamente desesperado, que podía sentir las diversas gotas de sudor, que recorrían por todo mi cuerpo. Y cuando pensé que me iba a morir por tan copiosa frustración, pude sentir como unos cálidos labios volvían a envolver mi adolorido pene; hasta hacerme delirar con regocijo.

Para mí completa fortuna, mi cruel acechadora se había condolido de mi elevado sufrimiento, y estaba terminando lo que había comenzado.

Una vez que tuvo a mi alarmado miembro dentro de su boca, intensificó poco a poco sus enfurecidos movimientos; sin importarle en lo más mínimo lo que llegase a sentir.

La muy maldita me estaba chupando la polla con tanta fuerza y velocidad, que había comenzado a lastimarme con cada uno de sus lametazos.

Sus dientes rozaban constantemente el contorno de mi glande en cada sube y baja que realizaba, haciéndome delirar por tan intenso dolor. Hasta que de un instante al otro, mi cuerpo se tensó de manera involuntaria, y me comencé a correr dentro de su misteriosa boca.

Mientras me encontraba sumergido dentro de tan inusual corrida, me pareció escuchar un leve suspiro de satisfacción proveniente de mi intrigante captora; el cual nuevamente hizo volar mi mente, en mi afán por identificarla. Aunque por más que lo deseaba, no lograba conseguirlo.

Ahí estaba yo, tendido sobre la cama, completamente inmovilizado y con el cuerpo bañado en sudor. Y aunque estaba satisfecho por haberme corrido dentro de su boca, no podía olvidar que aún continuaba a la merced de lo que esa extraña quisiera hacer conmigo.

Mientras me mantenía jadeando, y tratando de recobrar el semblante, no podía evitar pensar si ese había sido el final de tan impredecible situación; o si por el contrario, tan solo era el inicio de sus perversos juegos.

A decir verdad, no sabía si mi impredecible acompañante continuaba dentro de la habitación, o si se había marchado a algún otro lugar; ya que el único sonido que podía percibir, era el del agobiante vacío que tenía a mi alrededor.

El continúo silencio de mi alcoba, sumado al extenuante frío que sentía en mi polla por culpa de su saliva; me hacían sentir de lo más incómodo y vulnerable. Poco a poco los minutos pasaban, y la situación se mantenía de la misma manera. ¡Rayos!.

No se cuanto tiempo pasó, pero de repente, un sonido seco rompió el sistemático silencio que predominaba por dentro de la habitación; hasta hacerme entumecer por el agobiante pánico. Sin lugar a dudas... ¡No estaba solo!.

De manera repentina, siento como alguien se sube a mi cama, hasta quedar parado en medio de mis piernas. Y por la forma en la que se hundía el colchón, estaba más que seguro de que era una persona bastante grande.

De un instante al otro, empiezo a percibir el modo en el que estira una de sus piernas, para luego comenzar a recorrer gran parte de mis muslos, con los dedos de su pie. ¡¿Es en serio?!.

Una vez que dió inicio a sus osados movimientos, comenzó un lento ascenso por encima de mis extremidades; hasta quedar a escasas pulgadas de mi pene.

Cuando finalmente llegó a su destino, tomó con sus dedos a mi replegado miembro; y comenzó a estimularlo con indiscutible afán, para que se pusiera duro.

En ese instante me sentía de lo más impotente, ya que estaba totalmente a la merced de tan impredecible desconocida; y a decir verdad, no podía hacer nada para evitarlo.

Ella continuó masajeando insistentemente el frágil tronco de mi pene, hasta lograr conseguir que volviese a estar erguido. ¡Rayos!.

En ese momento me sentía realmente intranquilo, al no saber con certeza a lo que me estaba enfrentando. Fue en ese momento cuando de manera casi repentina, comencé a percibir la sorpresiva manera en la que mi relajada visitante, había comenzado a posar su pesado cuerpo a la altura de mi cintura, hasta rozar mi polla con los pelos de su coño. ¡¿Será que acaso pretendía tener sexo conmigo?!.

No tenía idea de quien podía tratarse la misteriosa mujer que tenía sobre mi; pero a pesa de ello, me moría de ganas por deslizar mi expectante pene, en medio de los acalorado labios vaginales que sentía sobre mi.

Aunque por suerte, no tuve que esperar demasiado; ya que en cuestión de segundos, no tardé en sentir la vibrante forma en la que mi aletargada polla, era devorada por su peluda intimidad.

En ese momento me sentía tan altamente extasiado, que me costaba demasiado el respirar con normalidad.

Al sentir el contacto de sus apretados labios vaginales, aferrándose cada vez más sobre mi erguida estaca; mi cuerpo se sacudió con elevada brutalidad. Haciéndome liberar un apagado jadeo de placer, el cual rápidamente se desvaneció en el prolongado silencio presente en la habitación.

Esa mujer estaba sumamente empapada y de lo más caliente; y a medida que mi pene se adentraba cada vez más en medio de sus temblorosas piernas, mayor era el descontrolado con el que sacudía su vientre.

A pesar de sus pausados movimientos, y de la manera tan sutil con la que poco a poco se engullía mi pene, estaba casi seguro de que no era su primera vez. Pero... ¿De quien se podía tratar?.

Pronto, mi nueva amante empezó a intensificar el eufórico ritmo de sus salvajes embestidas; subiendo y bajando ferozmente sobre mi maltratada polla, sin un solo ápice de piedad.

Y lo continuo haciendo con total seguridad, hasta que finalmente no pudo continuar soportando las diversas descargas de placer, que recorrían abiertamente sobre su acalorada humanidad; y de manera casi desprevenida, rompió el silencio que había mantenido durante toda la noche, con una serie de punzantes gritos contenidos:

—¡Aahhh, Aaghh... Mmh, Nmghh!. —gemía mi enigmática pareja, cada vez que mi polla impactaba contra lo más profundo de su útero.

Fue así como de un instante al otro, y de manera casi sorpresiva, comencé a percibir toda una serie de inquietantes gemidos de placer; que eran liberados constantemente, de su agitada boca. Y aunque no lograba identificar su aguda voz, bastaron una serie de fugaces embestidas más, para que terminase delatandose con gran ingenuidad:

—¡Mmmh, Mmghh!. Te-Tenías razón Luns. ¡La polla de tu hermano si que se siente sensacional!.

¡¿Espera... Qué?!. ¡¿Acaso Luna también estaba en la habitación?!. Y de ser así, entonces... ¿De quien rayos era la voz que acababa de escuchar?. ¡Hmm!. ¿Podría ser...?.

Antes de que lograse poner en orden cada uno de mis pensamientos, sentí como unos dedos comenzaron a quitarme la cinta que cubría mis ojos. Y una vez que logré recuperar la vista, conseguí visualizar con inigualable sorpresa, la manera en la que Luna se materializaba lentamente frente a mi; mientras retiraba los últimos pedazos de cinta que tenía en el rostro.

Lleno de interrogantes, giré la mirada poco a poco hacia el frente; hasta lograr contemplar con gran inquietud, a la enigmática mujer que había estado ordeñandome sin ninguna clase de piedad, durante todo este tiempo. La cual no era otra sino Sam, ¡la novia de Luna!.

Al darse cuenta de la manera en la que Luna había desprendido la cinta que cubría mis ojos, Sam dirige su mirada rápidamente hacia un costado; y tras comenzar a observarla con innegable fijación, no demora en susurrar:

–Pe-Pero Luna... ¿Porque le quitaste la venda de los ojos?.

—Ya no tenía sentido dejársela más tiempo puesta. –respondió Luna—. Sobretodo después de que se te diera por pronunciar mi nombre.

—¡Uppsss!. Lo siento nena. –expresó Sam con suavidad—. Es que tu hermano me hizo perder la concentración. ¡Su polla si que te hace estremecer!.

Por más que contemplase el panorama, no era capaz de salir del delirante trance en el cual me encontraba sumergido. Y mientras permanecía con la mirada perdida y el cuerpo completamente acalambrado, Sam dió inicio a un desenfrenado movimiento de caderas; que me hizo palpitar la polla con agobiante intensidad.

En ese extasiante momento me sentía tan altamente contrariado, que no era capaz de apartar la mirada de su acelerado cuerpecito.

Sam era dueña de una fabulosa silueta de lo más blanca y estilizada; la cual resaltaba con mayor intensidad, debido a los tenues rayos de luz, que envolvían su delgado cuerpo.

Otro de sus puntos fuertes, eran sus aclaradas tetas; que a pesar de ser pequeñas, lucían mucho más imponentes que los atrevidos senos de su complaciente compañera.

Aunque lo más llamativo de su singular silueta, era el atrevido mechón azul verdoso que descansaba sobre la parte alta de su dorada cabellera; ya que la hacía lucir de lo más salvaje e imponente, y totalmente llena de energías.

A cada minuto que pasaba, me encontraba cada vez más perdido en el delirante trance de su agónica belleza; hasta que de manera casi repentina, Sam comenzó a batir sus ensanchadas caderas sobre mi agitado cuerpo, hasta hacerme estremecer sin ningún tipo de piedad.

Entre más aceleraba el ritmo de sus brutales movimientos, podía sentir un inigualable vacío en lo más profundo de mi ser; el cual me hacía alucinar, con el más leve roce de su cuerpo.

El apretado coño de Sam, me estaba haciendo resoplar cada vez con mayor velocidad; hasta hacerme quedar al borde del colapso.

Al ver la clara expresión de intranquilidad que mantenía en mi perturbado rostro, Luna se apiadó de mi, y me quitó la corta cinta que cubría mi boca; aunque no sin antes decirme:

—¡Escúchame bien, Bro!. Te voy a quitar la cinta para que estés más tranquilo. ¡Pero eso sí!. Ni se te ocurra ponerte a gritar, porque te la vuelvo a colocar. ¡¿Te queda claro?!.

Al tenerla tan cerca podía notar con gran facilidad, el fuerte aroma que desprendía de su sensual aliento; dejándome más que claro que tanto Sam como Luna, seguían bajo los efectos del permisivo alcohol.

Fue así que sin mayores cosas por hacer, asentí suavemente con la cabeza, para darle entender lo antes posible; que me mantendría tranquilo, y sin hacer escándalo.

Al constatar mi aplacada respuesta, Luna estiró sus delgado brazos hacia mí; y sin pronunciar palabra alguna, me quitó la cinta que cubría mis labios.

Una vez que mi estresada boca estuvo en libertad, solté un profundo gemido liberador; luego de sentir la despiadada manera con la que mi agitada pareja, batía sus apretadas caderas sobre mi conmovido pene.

Cargado de un inequívoco cosquilleo en todo el cuerpo, tomé aire con bastante ansiedad; y tras repasar sus animados rostros con la mirada, les dije con bastante perturbación:

—¡¿Es que acaso se volvieron locas?!. ¿Porque rayos me están haciendo esto?.

En ese eufórico momento, Sam estaba completamente entregada a su delirante contorneo de caderas; por lo que no le prestó demasiada atención, a mis incesantes reclamos. Así que fue Luna quien asumió la vocería del asunto, y comenzó a darle respuestas a varios de mis interrogantes.

—¡Guarda calma, Bro!. Todo esto tiene una muy buena explicación.

—¡¿Es en serio?!. —esbocé con gran enojo—. Como justificas el amarrarme a la cama, y jugar conmigo como si fuese un maldito muñeco de plástico.

—¡No exageres tanto, hermano!. En tu cara se nota lo mucho que estás disfrutando de este momento.

–¡E-Ese no es el caso!. Más bien responde... ¡¿Porque me amarraron?!.

–¡Está bien, hermano... Te lo diré!. Como tu sabrás, Sam y yo tenemos una relación desde hace ya algún tiempo; y en general, hemos sido muy felices. Pero hace un par de días, mientras estábamos en la intimidad, le confesé que había estado contigo; para no tener ninguna clase de secretos entre ambas.

A pesar de estar tomada y visiblemente mareada, Luna hablaba con bastante claridad; y entre más lo hacía, mayores eran las ganas que tenía de escuchar cada una de sus singulares palabras.

—En un principio, Sam solo me miraba sin decirme nada. —expresó Luna—. Pero después de un rato, se puso realmente furiosa; y comenzó a batir los brazos, con elevada desesperación.

Fue en ese momento en el que la salvaje rubia, (quien hasta ese entonces continuaba cabalgandome con afanosa insistencia); intervino con gran rapidez:

—¡Así es pequeñín!. Por tu culpa tuvimos una seria discusión, que por poco nos hace terminar.

—¿Y yo que tengo que ver en eso?. —repliqué con suavidad.

—¡Es muy sencillo!. Luna es toda mía; y no me causó nada de gracia, el saber que alguien más había intimado con ella. Sin importar si ese alguien era su propio hermano.

Diciendo esas cortas palabras, y a manera de castigo, Sam contuvo cada uno de sus sistemáticos movimientos de cintura; hasta permanecer completamente quieta, con mi pene en su interior. ¡Rayos!.

La muy infeliz si que sabía cómo utilizar su cuerpo para hacerme sufrir.

Luego de escuchar las afanosas palabras de su sonriente novia, Luna posó su mirada sobre los ojos de Sam; y tras empezar a sonreírle con inmensa dulzura, comenzó a decir con bastante lentitud:

—Por culpa de esa discusión, estuvimos varios días sin hablarnos; hasta el día de hoy, cuando finalmente me recibió en su casa, para charlar de lo sucedido.

—¡¿Y que pasó después?!. —pregunté con bastante intriga.

—Le expliqué que lo nuestro se dió porque me dejé llevar por la elevada curiosidad, y la inclemente calentura que sentía en mi cuerpo. ¡Hmm!. Y que lo disfruté muchísimo porque tu endurecido pene era maravilloso.

Las desvergonzadas palabras de elogio, procedentes de la resplandeciente boca de Luna; no tardaron en hacerme sonrojar. Por lo que lleno de entusiasmo, y con la polla cada vez más acalambrada, le pregunté sin vacilar:

—¿Y que te dijo cuando lo supo?.

—¡Pues veras, hermano!. Sam estaba realmente disgustada tras lo sucedido. Así que se dispuso a devorar cada una de las coloridas cervezas, que mantenía su padre apiladas en la nevera; para tratar de olvidar lo sucedido. Y para tranquilizarla un poco, me puse a beber junto con ella.

—Jamás pensé que los padres de Sam, le permitiesen ingerir algún tipo de alcohol. —afirmé con seriedad.

—¡Y no lo hacen!. —intervino Sam—. Aunque por suerte, no están en la ciudad para impedirlo.

En ese momento, tanto Sam como Luna, comenzaron a sonreír con bastante intensidad; sin dejar de intercambiarse, adorables miradas de cariño. Por lo que lleno de una colosal incertidumbre, les pregunté con ligereza.

—Eh, Chicas, ¡¿y cuantas cervezas se tomaron?!.

—¡No lo sé!. —contestó mi hermana—. Cuando llegué, ella ya había comenzado; y una vez ahí, creo que nos tomamos unas 6 cervezas cada una.

—¡Mmm!. No recuerdo que hayan sido tantas. —afirmó Sam con bastante seriedad—. Aunque quizás la media botella de whisky que mezclé con las 4 primeras cervezas, me hizo perder la cuenta.

Escuchar su relajada respuesta, me dejó completamente impresionado; ya que jamás se me paso por la cabeza, que pudiesen resistir tanto. Aunque eso explicaría el fuerte olor a alcohol, presente en cada una de sus delicadas bocas.

En ese preciso instante de la noche, y a pesar de mis prolongados esfuerzos, Sam continuaba completamente risueña; y con el cuerpo paralizado. Y aunque mi polla estaba cada vez más adolorida, podía sentir el interminable ardor presente en su acalorado sexo.

Fue así como cargado de un incuestionable malestar, dirigí mi vista hacia el expectante rostro de mi hermana; quien manteniendo la mirada levemente perdida, no tardó en mencionar:

—¡No se cuanto bebimos en realidad!. Pero lo que si recuerdo, es que en un momento dado de la noche, la conversación subió de tono; y fue ahí cuando todo se descontroló.

—¿A que te refieres?. —pregunté con rapidez.

—Sam no quería entender las múltiples descargas que había logrado experimentar, luego de sentir tu vigoroso pene en medio de mis ablandadas piernas; ni de lo grandioso que me hiciste sentir, con cada una de tus interminables caricias. Por lo que luego de mencionarle lo mucho que me hiciste gozar, comenzó a negar con todas sus fuerzas; que algo como eso pudiese suceder.

Escuchar la manera en la que mi sonrojada hermana mayor, compartía abiertamente nuestra fugaz historia romántica; tan solo sirvió para aumentar mi prolongada excitación, y lo mucho que la deseaba.

Animado por tan extasiantes palabras, traté de desplazar el paralizando cuerpo de Sam de manera ascendente; para que lograse entender de una vez por todas, las desorbitantes ganas que tenía de taladrar su apretado interior.

Luego de sentir la insistente manera en la que impulsaba su encharcado coño hacia arriba, Sam me quedó mirando con increíble fijación; y tras comenzar a sonreír con elevado desparpajo, me dice poco a poco:

—Veo que estás realmente impaciente de querer continuar. ¡Hmm!. Pero primero debes esperar a que Luna termine su historia. ¡No seas tan maleducado!.

En ese punto estaba más que seguro, de que la sonriente rubia que yacía sobre mi polla, quería hacerme sufrir. Por lo que cargado de una gran impotencia, y un inmenso cosquilleo en gran parte de mi cuerpo; no tuve más remedio que seguirle la corriente.

—Vamos, Luna... ¡Co-Continúa con tu historia!. —repliqué con malestar.

—¿En que estaba?. ¡Ah, cierto!. Sam no podía entender como un simple pene había conseguido hacerme perder la razón, así como mi intrincada voluntad de serle fiel. Por lo que luego de discutir durante un largo rato, le dije que si ella hubiese estado en mi lugar, de seguro hubiese sucumbido igual.

—¡Así es!. —señaló Sam con impaciencia—. Es por eso que quise venir inmediatamente a verte. Ya que quería comprobar de manera directa, que era eso tan maravilloso que tenía tu cosita; como para volver loca a tu propia hermana. ¡Hmm!. Aunque para serte honesta... ¡Estoy bastante impresionada!.

Luego de mencionar tan sinceras palabras, Sam volvió a retomar su efusivo movimiento de cintura; devorando rápidamente, de arriba hacia abajo, cada tramo de mi cosquilleate verga. Y lo continuó haciendo con innegable entrega y velocidad; hasta hacerme sentir un feroz corrientazo en gran parte de mi ser, que estuvo a punto de hacerme estallar.

A medida que la acelerada rubia intensificaba los desenfrenados movimientos de su salvaje figura; posé mis ojos sobre el expectante rostro de Luna, para tratar de convencerla de que me dejase en libertad.

Aunque en un principio permanecía bastante dubitativa, no tardó en cambiar el controvertido semblante que mantenía en su intranquilo rostro, por uno mucho más receptivo y conciliador; que la llevó a apiadarse de mi contradictorio sufrimiento, hasta llegar a extender sus propias manos para dejarme en libertad.

Al ver el modo en el que retorcía mi cuerpo ante cada uno de los efusivos embates de su endiablada amante, Luna levanta la mirada con bastante convicción; y me dice firmemente:

—De acuerdo, Lincoln... ¡Te voy a liberar!. Ya no vale la pena continuar teniéndote atado; y a estas alturas, dudo mucho que intentes escapar.

Al terminar de escuchar sus liberadoras palabras, los ojos se me aguaron con inmensa emoción. Y tan pronto Luna desató cada una de mis tensionadas extremidades, logré enfocar la mirada, y las inigualables ganas que tenía en mi ser; en tratar de disfrutar abiertamente, de la maravillosa chica que tenía frente a mí.

Una vez libre, lo primero que hice fue agarrar ese par de duras y desafiantes tetas que tenía sobre mí; las cuales me estuvieron provocando durante un largo rato, con su hipnótico bamboleo.

Al terminar de palpar la sorprendente calidez presente en cada uno de sus respingones senos, decidí llevármelos uno a uno a la boca; para lograr disfrutar de su inigualable textura y reconfortante sabor.

Al sentir mi humedecida lengua revoloteando insistentemente sobre sus erguidos pezones, Sam pegó un ligero jadeo de placer; que la hizo retorcer cada tramo de su estresado cuerpo.

Llena de intranquilidad, Sam intentó disminuir su afiebrada cabalgata sobre mi estresada polla; aunque en esta ocasión, no se lo iba a permitir.

Fue así como estirando las manos con gran determinación, tomé a Sam por su empinado trasero; y tras sonreírle con inmenso desparpajo, aumenté el vertiginoso ritmo de mis enérgicas embestidas, hasta lograr alojar mi afanoso pene, en lo más profundo de sus aceitados labios.

—¡Mmm, Mmmh!. No, n-no... ¡Espera!. T-Tu polla está revolviendo todo mi interior. ¡Nnghh!.

Con el pasar de los minutos, las potentes estocadas que tan fervientemente le daba a mi entusiasmada acompañante, comenzaron a surtir efecto; haciéndola respirar con la boca abierta, y los ojos apretados.

Sam tenía el rostro cada vez más sulfurado y lleno impaciencia. Por lo que se me hacía cada vez más fácil de logra comprobar, la manera en la que los aclarados vellos de su cuerpo; se erizaban bajo el sistemático mete y saca impuesto entre sus sudorosas piernas.

El extasiante cuerpo de Sam me tenía cada vez más serpenteante, y lleno de intranquilidad.

A medida que devoraba mi engarrotada estaca, apreté mis manos sobre su imponente trasero. Aferrándome a su sensual tamaño cada vez con mayor insistencia; para luego azotarlo con inigualable velocidad, hasta dejar mis ansiosas huellas reflejadas sobre su piel.

—¡Ay, ay!. ¡Pero que atrevido nos resultaste!. —rechistó alegremente Sam, con una enorme sonrisa en su colorado rostro.

Cada vez que Sam rebotaba insistentemente sobre mi sensitivo miembro, aprovechaba la oportunidad para lograr castigarla con mayor fortaleza. Y en lugar de enojarse, o pedirme que parase; me hacia jocosas señas con sus delicadas manos, para que la golpease con mucha más efusividad. ¡Esa mujer si que era excitante!.

Con gran parte de mi burbujeante semen acumulándose copiosamente en la abultada punta de mi estresada polla, decidí aprovechar su limitada entrega, para cambiar de posición.

Fue así que sin sacar mi oscilante pene de su interior, agarré a Sam de su enrojecido trasero. Y tras reunir las pocas fuerzas que aún prevalecían en mi agobiado ser, giré su cuerpo velozmente sobre la cama; hasta dejarla de espaldas contra el colchón.

Por suerte, Sam entendió rápidamente lo que quería hacer. Por lo que luego de rodear sus brazos sobre mi recortando cuello, lentamente comenzó a inclinar su delgado cuerpo hacia arriba; hasta lograr envolver sus alargadas piernas en mi cintura.

Ahí estábamos los dos, visiblemente excitados; y con nuestras jóvenes siluetas a punto de colapsar. Así que plagado de una intensa emoción en todo el cuerpo, tomé a Sam de sus apretadas caderas; y tras tomar aire con elevada moderación, me dispuse a enterrarle mi vibrante falo en todo el centro de sus enrojecidos labios, hasta hacerla aullar con evidente descontrol.

—¡Mmmh, Nghh... Siiiií! No pares, pequeño. ¡No pareeees!.

Plagada de un alucinante sobresalto, Sam comenzó a batir sus acalorada cinturita cada vez más rápido; permitiéndome adentrarme mucho más profundo, hasta lograr arañar su sofocante interior.

Estábamos tan eufóricos y compenetrados, que comenzamos a dar veloces vueltas por encima de la cama; a medida que intercambiabamos toda clase de caricias, e interminables besos prolongados. Hasta que de manera casi repentina... Fuimos a parar sobre el frío piso de la habitación.

En ese extraño instante, y a pesar de haber amortiguado mi caída con su cuerpo, Sam continúo estremeciendo su acelerada cadera con elevada velocidad; para que no aminorase el desenfrenado ritmo de mis profundas embestidas.

A cada minuto que pasaba, Sam batía su cuerpo de manera desesperada. Llegando a arrugar su agitado rostro, cada vez que mi punzante miembro desaparecía entre sus piernas.

Y lo continuo haciendo con total brutalidad, hasta que finalmente no pudo continuar soportando las intensas descargas de placer que arremetían contra su sensitivo sexo; y tras entremezclar sus alargados dedos en mi cabellera, me grita con sorprendente efusividad:

—¡Ah, Ahh!. Dame más, dame más. ¡Nghh!. ¡No te atrevas a parar!.

Sam estaba visiblemente descontrolada. Y entre más la penetraba, mayor era la tensión y terrible desesperación; que emergía de su acalorado sexo. Dejando escapar innumerables fluidos de sus labios.

Luego de una interminable ráfaga de acaloradas embestidas, sus ojos se tornaron sumamente vidriosos; y su suave piel blanca fue adquiriendo un enigmático tono cobrizo, que la tenía a punto de desfallecer.

Todo parecía indicar, que el imponente cuerpo de Sam, finalmente había llegado a su límite.

Lleno de un interminable ardor muy dentro de mis bolas, y con el cuerpo cada vez más receptivo, sujeté a Sam con bastante entereza; y sin siquiera voltear a mirarla, comencé a intensificar el ritmo de mis eufóricos movimientos, hasta hacerla retorcer con elevado descontrol.

—¡Ay, ay... Si, siiií!. ¡Que esperas!. Vamos, Lincoln. Ensancha mi apretado agujero.

A medida que pasaban los minutos, nuestros cuerpos se fueron tornando cada vez más rojos y acelerados; llegando a intercambiar innumerables gritos, de incuestionable placer.

¡Ya no podía más!. Las bolas me dolían, mi pecho se contraía, y la cabeza me daba vueltas.

Ver a Sam con la boca abierta, mientras resoplaba aire con elevada dificultad, fue todo para mi. Por lo que lleno de un intempestivo malestar en todo el cuerpo, comencé a recorrer su delicado cuello con mis ansiosos labios; hasta lograr llegar a su reluciente boca.

Fue así como llevados por la calentura, comenzamos a besarnos de manera altamente desenfrenada; mientras hacía desaparecer a mi fervoroso pene, en lo más lejano de su placentero interior.

Colmado de un incomprensible entusiasmo, continúe acelerado mis reiteradas embestidas; mientras besaba con elevada sutileza, la humedecida boca de mi jadeante acompañante.

A medida que juntábamos nuestros labios, podía sentir el delirante sabor a alcohol, presente en cada uno de sus furibundos besos; lo cual elevaba cada vez más mis ansias, de acribillar su lasciva abertura.

Ya sin fuerzas para continuar, y bajo la atenta mirada de Luna, intensificamos el desaforado ritmo de nuestras fervientes sacudidas; hasta que finalmente no pudimos continuar soportado las elevadas descargas de placer que arremetían en nuestra sensitiva humanidad, y nos corrimos sin ninguna clase de recato.

—¡Ahh, Aghh... Aaghhh!. —esbozó Sam llena de locura—. No aguanto, no aguanto más. Me voy a morir... ¡M-Me voy a moriiiiír!.

A medida que mi acalorado semen se abría camino en lo más profundo de su consternada intimidad, Sam me enterró sus afiladas uñas en la espalda; y procedió a arañarme sin una sola pizca de piedad, como su fuese una auténtica gata en celo.

La cruenta intensidad de tan lascivia corrida, rápidamente nos hizo perder el control sobre nuestros angustiados cuerpos; obligándonos a desplomarnos sobre el frío suelo de mi habitación, mientras luchabamos por tratar de respirar.

Al voltear la mirada sobre el disipado rostro de mi enrojecida hermana mayor, logré apreciar con gran vistosidad, la manera en la que batía su agitado pecho con soltura; casi al tiempo en que deslizaba su pequeña mano por encima de su falda, para estimularse con recato.

No podía creer lo que veía... ¡Luna se estaba toqueteando!.

Antes de que lograse reaccionar por todo lo que estaba pasando, posé mi vista sobre los trastornados ojos de Sam. Quien permanecía tirada en el suelo, con los ojos cerrados y la boca ligeramente entreabierta; tratando de aspirar aire con elevado descontrol. Y al mirarla con enorme soltura, no pude evitar sonreír con bastante admiración. ¡Que feliz me sentía!.

En ese fugaz instante, mis ojos se posaron sobre la inquietante mirada de mi expectante hermana mayor; quien no dejaba de observar a su extasiada pareja con auténtico recelo. Mientras continuaba deslizando su animada mano, por encima de su coño.

Luego de escapar del delirante trance en el cual se encontraba, Luna sacudió su cuerpo con elevada rapidez; y procedió a levantar a Sam, del endurecido suelo de la habitación. Dejándome ahí tirado, y con el corazón acelerado, como si no valiera nada.

Después de un tormentoso rato cargado de prolongada ansiedad, fui recuperando el control sobre mis debilitadas extremidades; hasta lograr colocarme nuevamente de pie.

El llameante coño de Sam me había dejado sumamente machacado, y con la polla de lo más adolorida; pero a pesar de ello, no me cambiaba por nadie.

Una vez que estuve plenamente reincorporado, posé mis agotados ojos sobre los de mi sosegada hermana; y tras mirarla fijamente, le pregunté con suavidad:

—Luna, tengo curiosidad. Si estaban tan decididas a meterse en mi habitación, ¡¿Porqué decidieron atarme y vendar mis ojos?!.

—¡Con que ahora si quieres escuchar el resto de la historia, eh!. —atinó a decir Luna.

—Disculpa, Luna. ¡Creo que me dejé llevar por la situación!.

—¡¿Te parece?!. —susurró mi hermana con bastante ironía.

En ese silencioso instante, Luna estaba visiblemente molesta y llena de ansiedad. Aunque no se si por haberla ignorado en su momento; o por la forma en la que hice gozar a Sam en frente suyo. Aún así, no tardó en responder:

—¡Es sencillo, Bro!. Sam estaba muy molesta y completamente empeñada en tratar de demostrarme, que una polla no era motivo suficiente como para que una persona abandonase sus ideales. Así que dijo que te cabalgaría con absoluta intensidad y ganas, hasta lograr demostrarme que tenía la razón.

—Pe-Pero... ¡¿Y la venda?!.

En ese momento, Sam abrió los ojos con inusitada rapidez; y tras comenzar a observarme con bastante fijación, me responde sin siquiera titubear:

—La idea de atarte y cubrir tus ojos, fue algo que se me ocurrió sobre la marcha; y lo hice para hacerte pagar, por haberte tirado a mi Luna.

—¡¿Espera.. Qué?!. —señalé con efusividad.

—¡Tal y como lo oyes!. —afirmó Sam—. Quería

verte frustrado, y lleno de sufrimiento; al no saber con exactitud, quien era la que estaba sobre ti. ¡Mmm!. Aunque al final... Las cosas no salieron como las había planeado.

Al ver la impactante expresión de sorpresa que mantenía en mi entumecido rostro, ambas chicas se miraron a los ojos, y rápidamente comenzaron a reír. En ese instante no salía de mi completo asombro, ante la forma tan retorcida como se habían dado las cosas.

Fue así que sin dejar de sonreír, Luna extiende una de sus delgadas manos hacia mí; y tras señalar mi cara con inmenso afán, me dice con bastante rapidez:

—Pará ser honesta, pensé que abrirías los ojos al momento de ingresar a tu habitación. Pero estabas tan profundo, que no tuvimos ningún inconveniente en quitarte la ropa; ni en atarte a la cama. ¡Jamás pensé que tuvieses el sueño tan pesado, hermano!.

Normalmente mi sueño no era tan profundo. Pero después de haber estado acumulando cansancio a lo largo de las últimas semanas; no podía evitar desconectar mi mente, cada vez que tocaba la cama.

Después de varios minutos en los que no dejaba de pensar en los momentos tan intensos que acabada de vivir en compañía de Sam; no conseguía apartar la mirada, del receloso rostro de mi hermana. Quien se veía de lo más decaída y triste, luego de haber hecho gemir a su adorada pareja.

No tenía idea de lo que estaría pasando por su cabeza en ese instante, pero al ver su expresión tan desdichada; sabía que no era algo bueno.

Fue en ese instante cuando Sam alzó la mirada con enorme convicción. Y tras posar su cansada vista sobre los apagados ojos de mi hermana; rompió el silencio que predominaba en la habitación, mencionando una serie de controvertidas palabras, que nos dejaron a todos sumamente consternados:

—¡Luna, cariño!. Te ves algo inquieta y preocupada. Y creo que lo mejor para esos casos, es tener una buena cogida. ¡Ehm!. Y quien mejor que tú pequeño hermano, para ayudarte a liberar toda esa tensión que sientes por dentro.

Luego de escuchar tan sorpresivas palabras, Luna estremeció su rostro con elevada rapidez; tras lo cual, simplemente atinó a decir:

—¡¿Pe-Pero que estás diciendo, nena?!. Si tu sabes muy bien que solo quiero estar contigo.

—¡Y yo también quiero estar contigo!. Es solo que me estuve portando verdaderamente mal durante todo este tiempo; y no es justo que solo yo disfrute.

—¡Pe-Pero, Sam...!

—¡Vamos, Luns!. Deja ya de hacerte la difícil, que se nota que también lo quieres.

Luego de escuchar tan inesperadas

palabras, el rostro de Luna sufrió una enorme transformación; que la hizo cambiar automáticamente de semblante, hasta quedar cargada de elevada incertidumbre.

—¡Adelante, Luna!. Disfruta de tu hermanito. Pero eso si... ¡Solo por esta ocasión!.

Luego de escuchar tan francas palabras, la vaga expresión presente en el sulfurado rostro de Luna, le abrió camino a una muchísimo más alegre y condescendiente; que la hicieron sonreír, con elevada complacencia.

Todo parecía indicar que mi sonrojada hermana mayor, estaba más que dichosa de que su animada acompañante; finalmente la hubiese perdonado, por el singular encuentro que había acontecido entre nosotros dos.

Llena de alegría, y al darse cuenta de que Sam confiaba plenamente en ella, me tomó del brazo y me jaló poco a poco hacia su lado; hasta quedar acomodados sobre mi ablandada cama. Y una vez que estuvimos juntos, acercó su tambaleante rostro hacia el mío; hasta quedar frente a frente.

En ese instante estábamos tan increíblemente cerca, que se me hacia cada vez más fácil el lograr visualizar, el estilizado contorno de mi animado rostro; en los vidriosos ojos de mi desinhibida hermana.

Lleno de ansiedad, acerqué mis anhelantes labios a la temblorosa boca de mi hermana, hasta lograr sentir con algo de recelo; la inigualable calidez de su alcoholizado aliento.

Una vez que estuvimos juntos, simplemente fundimos nuestros labios en un deslumbrante mar de interminable pasión; que nos hizo suspirar hasta perder el sentido.

Lentamente comenzamos a entremezclar nuestros electrificados labios, bajo una alucinante ráfaga de desorbitante placer; que nos tenía con la respiración acelerada, y la piel cada vez más enrojecida.

A medida que intercambiamos besos y un sin fin de rutilantes caricias, Sam se acomodó detrás de su temblorosa novia; y aprovechando su elevada entrega, comenzó a desvestirla con gran velocidad, hasta dejarla en ropa interior.

Contemplar la manera en la que mi resollante hermana mayor era despojada de su colorida ropa, rápidamente comenzó a generarme una brutal erección; que no tardó en sentir Luna, a un lado de su vientre.

Con mi brillante pene arañando insistentemente el sensitivo cuerpo de mi hermana, continúe toqueteando sus dulces labios, y recorriendo cada tramo de su dorada piel; mientras que su sonriente novia, le retiraba la última prenda que cubría su cuerpo.

Extasiado ante su inusual belleza, me puse a chupetear su delgado cuello con gran intensidad, rozando mi lengua sobre cada una de sus oscurecidas pecas; hasta hacerla resoplar con elevada impaciencia.

—¡Mmmh, Mmmh... Gghhh!. ¡Nghhh!.

Fue así como llevado por una intensa emoción, tomé a Luna por su esbelta cinturita; y tras acomodar su cuerpo suavemente sobre la cama, me dispuse a recorrer mis ondulantes manos por la cara interna de sus inquietas rodillas, hasta lograr llegar a su poblado coño.

Cargado de una intensa adrenalina, y con la polla cada vez más endurecida, procedí a acomodarme lentamente entre sus sudorosas piernas; hasta lograr apuntar mi beligerante miembro, a la altura de su sexo.

De ese modo, y sin dejar de chupetear los endurecidos picos de sus tetas, la penetré con indiscutible velocidad; hasta lograr desaparecer mi colorada estaca, en medio de sus chorreantes labios.

"¡Mmmh!". Fue el único sonido que atinó a decir Luna, mientras me abría paso en medio de su aceitado interior.

Luego de mirarnos a los ojos, y sin darle respiro alguno, comencé a intensificar el desaforado compás de mis estrambóticas embestidas; hasta hacerla balbucear con alucinante inconsistencia.

—¡Ahh, Aaghhh... Mmghh!. M-Mas... ¡Mmm!. Mas despacio hermano. Mi vientre está palpitando.

A pesar de sus reiterados reclamos, continúe intensificando mis prolongados movimientos; haciéndola estremecer violentamente, de un lado para el otro.

Las majestuosas ganas que su cuerpo me imponía, me hacían cabalgarla cada vez con mayor velocidad. Y a medida que lo hacía, me dispuse a devorar sus empinadas tetas con bastante soltura, hasta hacerla balbucear con auténtica notoriedad.

Luna estaba temblando, y sistemáticamente soltaba pequeños gemidos de placer; que lo único que hacían, era intensificar mis nacientes ganas de taladrar entre sus piernas.

Su cálido interior se sentía cada vez más delicioso; y en ese punto no podía evitar compararlo, con el aterciopelado sexo de Sam.

A cada minuto que pasaba, mi cuerpo se calentaba más y más. Por lo que dándole un par de suaves palmadas en sus caderas, le hice un par de señas rápidas, para que cambiase de posición.

Fue así como agarrándola firmemente por su angosta cintura, le ayudé a acomodarse poco a poco sobre la cama; hasta lograr dejarla en cuatro patas.

Ya con Luna en posición, me acomodé detrás suyo, y rápidamente me dispuse a repasarle mi afilado glande, por gran parte de su lubricada rajita; hasta lograr llegar a su oscurecido ojete. Y lo continúe haciendo una y otra vez, hasta hacerla suspirar con elevada intermitencia.

Al ver la notoria manera en la que mi asustada hermana mayor temblaba sin parar, la tomé firmemente de sus ensanchadas caderas; y tras recorrer una última vez mi pene sobre su esponjosa abertura, se la enterré de un solo movimiento, hasta hacerla desaparecer en todo su interior.

En esa nueva posición, sentía como si le llegase cada vez más profundo. Permitiéndome taladrarla con mayor velocidad, y sin ninguna clase de miramientos.

Lleno de entusiasmo, comencé a intensificar cada uno de mis afiebrados movimientos; hasta hacer que mi vibrante acompañante, gimiese sin ninguna clase de reparos.

—¡Aahhh, Aaghhh!. Tu pene... ¡Mmghh!. ¡Tu pene si que rockea, hermano!.

Luna continuaba gimiendo cada vez con mayor fortaleza. Y a medida que aumentaba el acelerado ritmo de mis continuas penetraciones, podía sentir como de su ajustada vagina salían cada vez más interminables mares de flujos, que corrían sin parar por la cara interna de sus piernas; y producían un excitante sonido de chapoteo, cada vez que se la enterraba con firmeza.

Al ver la manera tan entusiasmada con la que embestía a su jadeante novia, Sam se fue apartando lentamente de nuestro lado; hasta quedar a un par de metros de la cama. Por lo que no le presté mucha más atención, y me concentré en darle con todo lo que tenía a su animada pareja.

A medida que la penetraba, comencé a besar cada una de las reducidas pecas que tenía Luna en su espalda; mientras que con mi mano derecha, retorcía sus pequeñas tetas.

El esbelto cuerpo de mi hermana lucia tan caliente y descoordinado, que no era capaz de realizar ni el más mínimo movimiento brusco. Luna estaba tan increíblemente entregada a mis prolongadas caricias, que no oponía ni la más mínima resistencia a mis insistentes embestidas.

Le estaba dando tan fuerte, que mis bolas no tardaron en impactar de manera ampliamente repetitiva, contra su encharcada abertura.

Fue en ese momento en el que la fogosa vagina de mi hermana, lentamente comenzó a adherirse cada vez más a mí sensitivo miembro; hasta hacerme estremecer con elevado descontrol.

Podía sentir la asfixiante manera en la que el apretado coño de Luna, había comenzado a estrangular a mi palpitante polla; cada vez que se adentraba decididamente, en la parte más profunda de su llameante conducto. Haciendo que resultase mucho más que evidente, lo cerca que estaba de llegar al orgasmo.

A medida que pasaban los minutos, fuimos intensificando el portentoso ritmo de nuestras salvajes embestidas; llegando a aumentar el significativo olor a sexo, que predominaba en la habitación.

En ese punto, las palabras estaban de más; por lo que lo único que nos quedaba, era esperar a nuestra enigmática corrida.

El final estaba cada vez más cerca. Por lo que cegado por la infinita calentura que sentía en mis entrañas, intensifiqué el desmesurado ajetreo de mis fervorosas estocadas; casi al tiempo en que le exclamé con suavidad:

—No aguanto... ¡N-No aguanto más, Luna!. Estoy a punto de correrme.

Luego de escuchar mis impactantes palabras, Luna retuerce su cabeza de manera desesperada; y tras empezar a mirarme con amplio nerviosismo, me susurra enérgicamente:

—Aguanta... ¡Aguanta, hermano!. Es muy peligroso. ¡No te atrevas a correrte adentro!.

Sus eufóricas palabras, no tardaron en devolverme a la realidad. Y es que durante todo este tiempo, había estado jugando a la ruleta rusa con cada una de mis imponentes hermanas; corriendo ampliamente el riesgo, de dejarlas embarazadas. Es por eso que debía controlarme, y hacer todo lo que estuviese a mi alcance, para no cometer una locura.

Con el cuerpo acalambrado y la cabeza dandome vueltas, comencé a aminorar el elevado número de mis portentosa sacudidas; para evitar venirme en su interior.

Pero justo en el instante en el que comencé a aplacar mis limitados movimientos, comencé a sentir un extraño objeto frío que me rozaba la espalda; y que rápidamente me hizo desvariar.

Plagado de preocupación, giré la mirada hacia un costado; hasta lograr darme cuenta con gran expectación, de la manera en la que Sam yacía tranquilamente detrás de mí. ¡¿Pero que rayos?!.

Estaba tan enfocado en acribillar el dulce coño de Luna, que ni siquiera llegué a darme cuenta del sorpresivo instante en el que Sam, se me colocó detrás. Y aunque normalmente no constituiría mayor sobresalto; en esta ocasión si que era diferente.

Para mí sorpresa, Sam traía puesto un ajustado cinturón delgado, con un imponente dildo negro a la altura de su sexo; con el que muy seguramente tenía sexo con mi hermana. Y que al ver la clara expresión de gozo presente en su extasiada mirada, de seguro quería usar conmigo. ¡Rayos!.

Cargado de ansiedad, posé mis ojos sobre los suyos; y tras mirarla con amplio nerviosismo, le dije con rapidez:

—E-Espera, Sam... ¡Detente!. ¡¿Pero que crees que estás haciendo?!.

A pesar del elevado temor presente en cada una de mis alteradas palabras, Sam se mantenía de lo más tranquila; y sin intensiones aparentes de querer desistir.

Fue así como aprovechando que tenía la polla anclada en lo más profundo del interior de Luna, tomó su dildo con soltura; y tras aplicarle algo parecido a un gel transparente en la punta del mismo, procede a ejercer presión sobre desprevenido ojete, hasta conseguir encajar su ensanchada punta, en medio de mis consternadas nalgas.

—¡No, no... Espera, espera!. ¡¿Pero que rayos crees que haces?!. ¡No, no!. ¡De-Detente, Sam!. ¡Aahhh, Aghhh, Mmghhjh!. ¡Saaammm!.

Al sentir la ferviente forma, en la que la malvada rubia introducía su dildo en mi trasero, intenté por todos los medios posibles, de apartarme de su lado; pero al tener el cuerpo atrapado en medio de ambas chicas, me fue prácticamente imposible lograr escapar.

Con el cuerpo acalambrado, y el trasero sumamente adolorido, comencé a bajar la guardia de mis limitados movimientos.

Por lo que cargado de un auténtico frenesí, y con la mente cada vez más ausente; no pude continuar soportando las contradictorias ráfagas de inmisericorde placer, que poco a poco se fueron apoderando de mi sensitivo cuerpo. Y tras resoplar aire con auténtico resquemor, empecé a decir con gran alboroto.

—¡No aguanto, no aguanto mas!. Me voy a correr, ¡Mmm!. Me voy a correeeer!.

—¡Lincoln, Lincoln!. ¡Que ni se te ocurra correrte adentro!. —esbozó fervientemente Luna, repleta de nerviosismo.

—Lo, lo siento Luna. ¡No puedo soportarlo más!.

—No, no, ¡Lincoln, no!. ¡Resiste!. No te vayas a correr adentro.

Las continuas súplicas que realizaba Luna, pasaron a un segundo plano, una vez que su malvada novia, me penetró por completo.

Luego de que Sam me enterrase gran parte de su congelado mástil, mi mente de desconectó prácticamente de inmediato; generándome un intenso calambre en todo el cuerpo, que me hizo estallar en su interior.

—¡Aaahh, Aaaaghjhh!. —repliqué con fortaleza.

El orgasmo había sido tan ampliamente perturbador, que provocó que liberase un sinfín de mis más espesos chorros, dentro del magullado coño de mi hermana; hasta hacerla retorcer con brutalidad.

Luego de sentir la angustiante manera en la que mi copioso semen se abría paso en su interior, Luna no pudo continuar soportando las inclementes descargas de lujuria que abatían su agitado cuerpo; y se vino de manera inmediata.

—¡Aaaaggghhh!. ¡No, Lincoln... Noooo!. ¡Aaahhh, Aaghhh, Nnghhh!.

Esa intensa corrida había dejado a Luna tan sensible y abatida, que no pudo evitar caer rendida sobre la pequeña cama; con mi cosquilleante polla aún tendida en su interior.

Al terminar de descargar mi semen, dirijo la mirada hacia el animado rostro de Sam; quien mantenía una enorme sonrisa de satisfacción, por todo el sufrimiento que me había causado.

Fue así como cargado de una deslumbrante ofuscación, saqué mi polla del aturdido coño de mi hermana; y tras rotar el cuerpo con cuidado, le digo a Sam con indignación:

—¿Porqué demonios me hiciste eso?. ¡¿Es que acaso estás demente?!.

—¡Jajajaja!. ¡Ya relájate Lincoln!. Lo importante es que todos nos divertimos; y que la pasamos muy bien esta noche.

Luego de decir tan relajadas palabras, Sam comienza a sacar el endurecido trozo de dildo, que aún permanecía atorado en mi trasero; haciéndome retorcer de infinito dolor, con cada uno de sus improvisados movimientos.

Con el ojete encendido, y los ojos llorosos, apunté mi mano hacia el risueño rostro de Sam; y tras mirarla con enojo, le dije con velocidad:

—¡Por tu culpa me corrí en el interior de Luna!. Y creo que sabes muy bien, lo peligroso que eso puede resultar.

—¡Tranquilízate Lincoln!. —respondió Sam con suavidad—. Esa era la mejor manera de lograr culminar, un encuentro tan apasionado como el que estaban experimentado. ¡¿O acaso me vas a decir que la cara de felicidad que tiene Luna en este instante no es por eso?!.

Al voltear el rostro, pude ver la manera en la que Luna permanecía con el cuerpo completamente tembloroso; y con una inmensa mueca de satisfacción en sus delgados labios.

Fue así como cargado de una gran contrariedad, le respondí a Sam con bastante indecisión:

—Bu-Bueno... ¡Creo que si, pero...!.

—¡Ya olvídalo, Lincoln!. Mañana le daré unas pastillas a Luna, para no tener ninguna clase de sorpresas.

Ya más tranquilo y con el cuerpo totalmente acalambrado, caí abatido junto a mis sudorosas acompañantes. Y mientras le sobaba el trasero a Luna, y estiraba las tetas de Sam, no pude evitar quedarme dormido.

Esa noche había sido de lo más única y especial. Y estaba completamente seguro de que sin importar el tiempo que transcurriese, ¡me será imposible de poder olvidar!.