Luego de mi inesperado encuentro con Lily y Brita, permanecí fundido sobre la cama sin fuerzas ni para levantarme; hasta que después de un par de prolongados minutos, comencé a escuchar toda una serie de interminables sonidos efusivos, que me sacaron del profundo trance en el que me encontraba.

—"¡¿En Verdad es el?! ¿En dónde está?"

Aún me encontraba bastante somnoliento en ese instante, por lo que me resultaba difícil lograr identificar la voz de la persona que estaba hablando; pero a medida que pasaban los segundos, su voz se hacía cada vez más clara y fuerte, brindándome algunas pistas de quien se podía tratar.

El cuarto permanecía en penumbras, y solo se podía escuchar el agudo sonido de los ronquidos de Lily; quien yacía a mi lado profundamente dormida, con los ojitos aún hinchados por tanto llorar. Hasta que de repente, me comencé a percatar de la manera en la que alguien, se acercaba con bastante prisa hacía donde nos encontrábamos.

De un instante al otro se abre la puerta del cuarto, y la luz proveniente de la sala comienza a enmarcar con misterio la figura de la persona que estaba parada en el umbral de la puerta, a punto de entrar.

En ese momento mi corazón comenzó a latir con mucha más velocidad, hasta que finalmente pude comprobar de quien se trataba. "Era Lynn".

Al verla a un par de pasos de mi lado, levanto un poco la cabeza para tratar de salir de mi letargo; y antes de que lograse conseguirlo, Lynn se abalanza velozmente sobre mí, y me vuelve a tumbar sobre la cama, impidiéndome mover mi cuerpo.

—No, no lo puedo creer... ¡E-Es cierto! ¡ha-has vuelto!—decía estas cortas palabras, visiblemente alterada, y con la voz intermitente.

Lynn lucía bastante exaltada por tener de regreso a su hermano menor, casi de la misma manera como lo habían hecho minutos antes sus otras hermanas; aunque por la forma en la que su cuerpo temblaba, estaba claro de que ella lo extrañaba mucho más.

Luego de ese eufórico recibimiento, no tardó en demostrarme una parte de esa intensa mezcla de sensaciones que estaba experimentando en ese momento; ya que luego de brindarme un emotivo abrazo de bienvenida, extendió su mano derecha con frialdad, y me dio una feroz bofetada en el lado izquierdo de mi rostro, que me dejo perplejo viendo estrellitas. ¡¿Pero que rayos?!

—¡Auch! Que te pasa, eh... ¿Porqué me pegas?

—¡Eso te pasa por haberte ido sin decirme!

Luego de pronunciar tan agitadas palabras, Lynn extiende nuevamente su mano derecha con rapidez, y me da otro duro golpe en mi mejilla izquierda; que me dejo con los ojos llorosos.

—¡Y esta es por no haberme llevado!

Espera... ¡¿Qué?! ¡Como que me fui sin ella! ¿Será acaso que el otro Lincoln también tenía algún tipo de relación romántica con Lynn?

El repentino comentario de Lynn me dejó completamente atónito y lleno de dudas. Y en el instante en que le iba a pedir una explicación al respecto, aparece Brita de la nada para arruinar el momento.

—Ay cariño… ¡Veo que ya te despertaste! Tus hermanas están esperándote en la mesa para cenar contigo. Anda, ¡Levántate de una buena vez!

La aparición de Brita me había cortado el impulso, y me había dejado en vilo por saber de qué era de lo que estaba hablando Lynn; pero en ese momento no me quedó de otra más que postergar mi prolongada serie de preguntas, para no contrariar su animada petición.

—¡Lynn, cariño!—señaló Brita con suavidad—.Sal y deja a tu hermano que se arregle para que pueda ir a cenar.

Con muy pocas ganas, Lynn se puso de pie dispuesta a acatar la orden que le había dado su madre; pero antes de hacerlo, me regala un último y estrujante abrazo de colosal bienvenida, el cual aprovecha para pegar su linda boquita a mi oído, y decirme en un tono casi inaudible: "¡Tenemos que hablar!".

Luego de decirme esas aterradoras palabras, se aparta poco a poco de mi lado, y procedió a abandonar el lugar con mucha tranquilidad.

Tan pronto como Lynn sale del cuarto, Brita se me acerca con sigilo; y tras colocar su mano sobre mi exaltado pene, me dice con la voz emocionada:

—Cena bastante cariño para que recobres energías… ¡Porqué te aseguro que las vas a necesitar!

Diciendo esto, frota su mano en mi paquete, y me regala un lento y sonoro piquito en los labios que retumba por toda la habitación; el cual me termina de levantar la polla de manera automática.

Luego de esto da media vuelta con tranquilidad, y sale de la habitación batiendo sus fogosas caderas con entisiasmo.

¡Wow! Que envidia me daba el Lincoln de esta dimensión. ¡Ya quisiera yo que mi madre fuese así de "cariñosa" conmigo!

Una vez que recogí las pocas prendas que aún estaban en el suelo, y tras vestirme completamente, me dispuse a buscar al resto de mi singular "familia".

Al llegar al comedor, mis hermanas tenían la mesa totalmente decorada, y al momento de verme, no tardaron en darme un enorme plato cargado de comida; el cual estaba relleno con algo bastante parecido a la clásica Lynnsaña de papá.

Una vez en la mesa, tenía a la mayoría de mis hermanas una vez más junto a mí; incluso a Lori, quien me miraba desde lejos, con bastante sensualidad y picardía. Y a pesar de que aún faltaban varias de mis hermanas por llegar, dimos inicio a nuestra improvisada reunión familiar.

La cena transcurría con relativa normalidad, hasta que repentinamente suena el timbre de la puerta principal, y Brita se levanta de manera enérgica, dispuesta a ver de quien se trataba.

En ese instante me sentía bastante impaciente, ya que me moría de ganas por saber quién había llegado; aunque afortunadamente para mí, no iba a tardar mucho en saberlo.

—Se habían demorado chicas, pero llegaron justo a tiempo. —señaló Brita con entusiasmo—. Pasen al comedor que les tenemos una sorpresa.

Me sentía bastante ansioso por saber, cuál de mis hermanas eran las que habían llegado; y si serían tan diferentes a las versiones de mi mundo. Así que, lleno de nerviosismo y expectación, contuve el aliento y dirigí mi vista hacia la entrada del comedor, para ver de quien se trataba.

Escuchaba atentamente las pisadas, y como estas sonaban cada vez más intensas, a medida que se iban acercando; y luego de una corta pero interminable espera, aparecen ante mi Leni y Lisa.

Como era de esperarse, las dos lucían sumamente impactantes; pero ante todas las cosas, muy diferente a como las tenía en mi memoria.

En primer lugar estaba Leni, quien traía puesto un Jean azul algo holgado, y una blusa verde clara de lo más sencilla pero para nada a la moda. Y por el otro lado estaba Lisa, quien a pesar de sorprenderme por llevar puesto una diminuta falda negra con cuadros verdes, y una camiseta blanca con pequeños encajes negros, lucía realmente diferente; ya que no que no traía puestos sus enormes y emblemáticos lentes negros. ¡Oh, cielos!

Al verme, ambas chicas Loud permanecieron inmutables en sus lugares, sin mover ni un solo músculo. ¡Al parecer no les importó mucho que su hermano ausente hubiese regresado!

Tan pronto Brita se percató de la inexistente efusividad con la que me observaban las recién llegadas, no tardó en decir:

—Que esperan chicas... ¡Saluden a su hermano!

Al escuchar la orden de su madre, Leni se me acerca con algo de recelo y tras saludarme con mucha frialdad, no tardó en dirigirse hacia su lugar en la mesa para empezar a cenar.

Me sorprendió ver la postura tan apática e indiferente que tomó luego de verme, ya que la Leni que yo tanto adoraba, era una de las chicas más cordiales que alguna vez hubiese conocido. ¡Vaya si estaba muy lejos de casa!

Si la actitud de Leni fue fría, la de Lisa fue inquietante, ya que levantando levemente uno de sus brazos, me saludó desde la otra punta del comedor; luego de lo cual, se dispuso a comer sin siquiera mirarme al rostro.

Esas dos chicas eran realmente increíbles, y por más que las miraba, no lograba salir de mi asombro al ver lo diferentes que eran a mis hermanas.

Luego de observarlas detenidamente por un buen rato, me comenzó a causar gran curiosidad saber que podían estar haciendo esas dos juntas; ya que a simple vista, no parecían ser muy compatibles que digamos. Pero para mí fortuna Brita intervino, para ayudarme a esclarecer mi más reciente inquietud.

—¡Cuéntame Leni! Que tal la pasaste mientras acompañabas a tu hermanita al festival de poesía.

—¡Estuvo como siempre! Poco estimulante, y a ratos sumamente agobiante… Por suerte me entretuve viendo un par videos de lo más interesantes.

—Y tu cariño, ¿Que tal la pasaste? ¡¿Te divertiste?!

—Fue una experiencia sumamente desgarradora, y casi tan abismal como el vacío perpetuo que siento en el alma, cada vez que termina la noche...

¡¿Pero que rayos?! Lisa hablaba como si estuviese poseída por algún ser del inframundo. ¡Esto no podía ser posible!

—Aunque con lo rápido que conduce Leni, casi nos toca verlo desde las agónicas y espectrales penumbras del averno.

—¡Deja tu queja desmesurada a un lado! —exclamó Leni con prontitud—. Todos saben que la tracción residual de un objeto con una masa inicial de 300 kgs como la de la minivan, necesita de una aceleración sostenida de más de 85 Km/h en las cuestas arriba, para tener una mejor tracción y agarre a la superficie, que contribuya a soportar los embates cinéticos de la gravedad.

Espera... ¡¿Qué?! Como rayos sabia Leni todas esas cosas; y más importante aún, ¿Cuándo fue que aprendió conducir?.

No podía creer lo que acababa de escuchar. ¡¿Acaso Leni era la hija lista de la familia?!

Ciertamente esta dimensión era un completo disparate; aunque a decir verdad, eso explicaría lo de su ropa fuera de moda, y su actitud tan fría y despreocupada.

Por otro lado, si Leni era la lista, entonces, ¡¿Quién rayos Era Lisa?! ¿Acaso era la gótica?

¡No podía con todo esto! Tantos sobresaltos me estaban empezando a generar una fuerte migraña, que amenazaba con volarme la cabeza en cualquier instante; y justo cuando pensé que está dimensión no podía volver a sorprenderme, aparece Luan en escena, dispuesta a demostrarme lo realmente equivocado que me encontraba.

—¡Hola chicas!—esbozó Luan con gran felicidad.

Luan traía puesto un traje amarillo bastante ajustado, que resaltaba sus pequeñas tetas, y sus prominentes curvas en expansión; y que además la hacía aparentar mucha más edad de la que realmente tenía. ¡Y vaya si se veía hermosa!

—¡Jovencita, que son estas horas de llegar! Dijiste que llegarías a las 8 pm, y ya son casi las 9 pm.

—Discúlpenme todos... Es que al salir de la barata del centro comercial, volví a tomar el bus con el número de ruta incorrecto, y me perdí.

—¡¿Otra vez, Luan?! —señaló Lana con incredulidad—. Ya van 3 veces que te pasa lo mismo está semana. ¡Pero si tan solo debes aprenderte 2 simples números!

—Tu hermana tiene razón. —dijo Brita—.¡Debes leer con más atención el número de la ruta!

—No puedo evitarlo, todos esos buses son iguales... Además, ustedes saben que los números no son lo mío.

¡Ahora sí lo había visto todo! Luan, quien se caracterizaba por ser una genio malvado, en esta dimensión había sido reducida a la versión más tonta y vacía de Leni. ¡Esa sí que me tomo por sorpresa!

Luego de muchos sobresaltos y de una interminable espera, finalmente mis hermanas estaban de nuevo en casa; y aunque la mayoría ya habíamos empezado a cenar, permanecimos todos juntos conviviendo en paz y armonía, como una verdadera familia.

Por un instante todos mis temores desaparecieron de mi mente, y me llegué a sentir realmente como en casa; pero tan pronto finalizó la cena, Leni surge de la nada, y sin darme tiempo a reaccionar me dice con frialdad:

—Ten cuidado con mamá... ¡Está loca!

Diciendo esas inesperadas palabras, Leni me da la espalda y se retira como si nada hubiese pasado; sin siquiera darme tiempo de preguntarle a que se refería. ¡¿Pero que rayos?!

Las palabras de Leni retumbaban en mi cabeza una y otra vez, pero antes de que mi paranoica mente entrase en escena, aparecen ante mis ojos las gemelas; quienes agarrándome de los brazos, me guiaron casi a rastras hasta mi supuesta alcoba, para que pudiera contemplar lo bien que les había quedado.

Luego de entrar y ver lo cambiada que lucía la alcoba, lo único que quería era estar solo. Pero al parecer no iba a poder hacerlo, ya que hasta ese lugar me habían acompañado Lana, Lola, Lynn, Luan, Luna y Lucy; quienes continuaban muy emocionadas por mi regreso, y al parecer, no tenían intención alguna de dejarme solo. ¡Rayos!

El pequeño cuarto estaba tan abarrotado de gente, que por momentos sentía como si se estuviese acabando el oxígeno; y aunque quería estar a solas, no era capaz de decirles nada, sobre todo al ver lo felices que se veían a mi lado.

Mientras la mayoría de mis hermanas no paraban de hablar, Lynn se limitaba a mirarme muy fijamente al rostro, sin decir palabra alguna.

En sus ojos podía notar la gran ansiedad que sentía, de querer hablar conmigo; pero estaba claro que mientras estuviese acompañado, no lo iba a hacer. A medida que pasaban los minutos, Lynn se veía cada vez más intranquila; hasta que de un momento al otro no aguantó más, y se fue en silencio hacia su propio cuarto.

Verla salir de esa manera no tardó en impacientarme, ya que también me moría de ganas por hablar con ella, para saber de una vez por todas que tan "cercana" era con el otro Lincoln.

Eran poco más de las 10:30 pm, y a medida que los minutos pasaban, mi impaciencia y desesperación se hacían cada vez más evidentes; pero al parecer mis hermanas no lo notaban, ya que continuaban hablando con autentica relajación, y sin tener ningún tipo de afán por irse.

Me sentía maniatado y sin saber que hacer, hasta que de repente, aparece Brita como caída del cielo, para sacarme del apuro en el que me encontraba.

—¡Niñas... niñas! Se que quieren ponerse al día con su hermano, pero el pobre tuvo un largo día, y estoy segura de que necesita descansar.—al momento de deciresa última parte, no pudo evitar lamerse brevemente el labio inferior de manera lasciva.

Pese a que mis hermanas eran muy obedientes, esta vez no le prestaron demasiada atención a su madre; y para mi sorpresa, comenzaron a pedirle que las dejara mucho más tiempo conmigo. ¡Rayos!

—"!No seas así mamá!. ¡Danos un rato maaás!".—protestaron todas al unisonó.

Aunque en ese punto Brita mantenía una postura bastante indiferente, estaba seguro de que por dentro debía de estar sumamente molesta, ya que sus hijas le estaban dañando sus planes de ordeñarme hasta el amanecer. Por lo que llena de resignación, no demora en decirles:

—Está bien niñas... ¡Pero no trasnochen mucho a su hermano!

Luego de decir esas palabras, me hace un gesto con el dedo para que me acercase a donde estaba ella; y una vez que lo hice, me da un fuerte abrazo de despedida, y me susurra suavemente al oído:

—Cuando te deshagas de tu visita te espero en mi habitación.

Después de esto, levanta la cabeza de forma despreocupada; y con una sonrisa fingida en el rostro, dice en voz alta:

—Que descansen mis amores... ¡No se acuesten muy tarde!

Una vez que Brita sale del cuarto, mis hermanas continuaron dialogando como locas; sin importarles lo cansado que me encontraba, o lo tarde que ya era. Aunque a decir verdad me daba lo mismo, ya que en lo único en lo que podía pensar, era en la conversación que tendría con Lynn.

Después de eso, la noche transcurrió con relativa calma, hasta que finalmente mis hermanas empezaron a partir una a una hacia sus respectivas alcobas; y lo hicieron hasta que tan solo quedaron dos, "las gemelas".

Me llamó mucho la atención ver como las gemelas continuaban en mi habitación, a pesar de lo tarde que ya era; así que, sumamente sorprendido por su presencia, no tardé en preguntarles:

—¡¿Sucede algo chicas?! ¿Porqué aún no se han ido a su cuarto?

De todas mis hermanas, las gemelas eran las únicas con quien me daba miedo quedarme a solas; ya que juntas eran demasiado peligrosas, y difíciles de controlar.

—¡Ya nos íbamos Linky! Es solo que te queríamos preguntar una cosa antes de hacerlo. ¿Podemos?

Las gemelas no paraban de mirarse con complicidad, ni de secretearse mutuamente; por lo que estaba más que seguro, de que no iba a ser nada bueno. Así que… Lleno de pánico les dije muy despacio:

—Claro chicas. ¿Qué quieren saber?

—Es que, Linky... ¡Verás! Cuando estábamos limpiando tu cuarto encontramos unas cosa raras, y quería saber qué es lo que son.

Diciendo esto, Lola se saca del bolsillo una tira como con 5 preservativos, y me los muestra con alegría. ¡Oh, cielos!

¡Ya sabía yo que no era buena idea quedarme solo con esas dos!. En ese punto lo único que podía hacer era responderles su pregunta cuanto antes, para poder ir en busca de Lynn; ya que era con ella con quien realmente deseaba estar.

—Lola dice que son chicles. ¡Hmm! Pero no creo que lo sean porque no saben a nada.

—¡Pues claro!—intervino Lola con o quieres que sepan a algo, si ya están viejos.

Luego de decir esas palabras, Lola abre la boca, dejándome ver la manera tan vigorosa y entretenida con la que mascaba un condón. ¡¿En serio?!

—¡Niñas, niñas! E-Eso que tienen en la mano no son chicles...

—¡¿Entonces que son?!—preguntó Lola con efusividad.

—Son… ¡Mmm! ¡Son condones!

—¡¿Condones?!... ¿Y eso que es?—indagó Lola con desconcierto.

—Ya les dije lo que eran, ahora váyanse dormir que es tarde.

Las gemelas no tardaron en arrugar sus caras como muestra de lo frustradas que se encontraban; así que llenas de energía, comenzaron a renegar con sobresaliente intensidad.

—Porfa Linky, no seas así... ¡No nos dejes con esta duda!

—¡Eso no es justo!—protesto Lana con enojo—.Ahora tenemos más dudas que cuando llegamos.

—Ese no es mi problema. Cuando estén más grandes de seguro les hablarán de esas cosas en el colegio.

—Anda Linky. Dinos lo que queremos saber.—dijo Lana.

—Vamos Linky... ¡No seas malo!—esbozó Lola.

—No lo voy a hacer... ¡Ustedes están muy jóvenes para saber esa clase de cosas!

—¡Ay Linky, no seas así! Si nos dices todo lo que queremos saber, puedes pedirnos lo que quieras.

A pesar de estar en una dimensión completamente diferente a la mía, las gemelas seguían siendo bastante tercas, persistentes, y manipuladoras. ¡Al parecer algunas cosas nunca iban a cambiar!

En ese punto no sabía si las gemelas estaban jugando conmigo, o si en realidad eran tan inocentes y tiernas como pretendían aparentar; en dado caso tenía que librarme de ellas cuanto antes, si quería tener la oportunidad de poder hablar con Lynn.

—Está bien niñas, aclararé sus dudas. ¡Pero que sea rápido!

Antes de comenzar, les pedí que se sentarán juntas en el borde de la cama para que me resultase más fácil dar mi explicación; cosa que hicieron automáticamente sin siquiera protestar. ¡Ese era un buen inicio!

—Bueno, díganme... ¡Qué es lo que quieren saber!

—Queremos saber que es un condón, y para qué se usa.—preguntó Lana con tranquilidad.

Si pretendía deshacerme de ellas rápido, tenía que responder a todas sus preguntas sin importar lo incómodas que resultasen. Así que, tras cerrar los ojos por un instante, y respirar profundo; di inicio a mi breve explicación.

—A ver… ¡Ehm! Como les explico. Chicas, un condón es un elemento de protección que emplean los hombres al momento de tener sexo, para evitar que su semen se libere en el interior de la mujer; y de esta forma prevenir enfermedades, y embarazos no deseados. ¡¿Les quedó claro?!

Las gemelas permanecían tan increíblemente atentas a cada una de mis palabras, que por momentos podía jurar que ni siquiera pestañeaban. Y tan pronto terminé de darles esa breve explicación, una mueca de alegría se comenzó a dibujar en sus lindos rostros.

—Ya escuchaste Lola, ¡No es un chicle!. Así que deja de mascar esa cosa yaaá.

Al terminar de hablar, Lana me mira a los ojos con dulzura, y me dice suavemente:

—Linky, ¡¿Nos puedes mostrar cómo se usa?!

¡Rayos! Sabía que no debía seguirles la corriente. ¡Mmm! Aunque a estas alturas... ¡Qué más da!

Rápidamente abrí el cierre de mi pantalón, y deslicé mi ropa interior un poco hacia abajo, hasta dejar mi semierecto pene a la vista de ambas chicas.

Al verlo, las gemelas abrieron sus ojos y sus pequeñas bocas con una gran coordinación; demostrando lo asombradas que en ese instante se encontraban. ¡Como me encantaban esas niñas!

—¡Chicas! Este es un pene, y por lo general permanece en un estado flácido; pero cuando se estimula, tiende a crecer hasta ponerse duro.

Diciendo esto, agarré la manito de Lola, y la puse sobre mi polla para que pudiera acariciarla. En el instante en que su fría manito hizo contacto con mi distendido aparato, este se despertó casi de inmediato, y se puso tan rígido como un fierro.

Ver los gestos de sorpresa, admiración y excitación presente en el rostro de Lola, había comenzado a ponerme realmente caliente; por lo que tuve que volver a respirar de manera profunda, para no perder el control de la situación.

Luego de tomar uno de los coloridos condones que tenía Lola en su bolsillo, lo abrí con cuidado; y con los ojos de mis pequeñas hermanas enfocados en mi venosa verga, procedí a ponerme el condón con gran serenidad; hasta que quedó cubierta por ese delgado pedazo de látex. Ciertamente tenía mis dudas de si sería capaz de hacerlo... ¡Pero lo hice!

—Bueno niñas, ya respondí a todas sus preguntas, así que… ¡ya pueden retirarse!

—¡Noo, Linky!... Todavía no nos vamos. ¡Aún tenemos una última pregunta!

A esas alturas ya todo me daba lo mismo, así que les hice un rápido gesto con las manos, para que hablarán de una buena vez. Al ver mi actitud condescendiente, las gemelas empezaron a susurrarse varias cosas entre sí; hasta que después de unos segundos, me dice Lana con gran seguridad:

—¡Queremos saber cómo es el semen!

—S-siiií... ¡Queremos verlo!

Mas allá de causarme sorpresa, sus repentinas palabras comenzaron a provocar en mí un turbio y desaforado deseo, que me incitaba a arrancarles la ropa para poseerlas casi al instante; y es que sin querer me habían sumergido en una espiral de lujuria y pasión, que amenazaba con consumir cada parte de mi mente.

Las continuas provocaciones de las gemelas me estaban haciendo perder la compostura, y el buen juicio; de modo que decidí dejar de luchar contra la corriente, y disfrutar claramente del momento. Después de todo, si querían saber cómo era el semen, ¿Porque no complacerlas?

—Chicas, voy a mostrarles lo que querían ver... Pero eso sí, para poder hacerlo voy a necesitar de su ayuda. ¡¿Están de acuerdo?!

Las gemelas lucían bastante exaltadas, luego de escuchar mis emocionantes palabras; por lo que, asintiendo con sus pequeñas cabecitas casi al mismo tiempo, aceptaron gustosas mi petición.

Lo primero que hice fue quitarme el condón, ya que si querían conocer mi cálida semilla, no había mejor manera de hacerlo, que haciéndolo al natural.

Las atentas rubias permanecían como hipnotizadas en el borde de la cama, viendo con detenimiento la manera en la que mi engarrotado pene, se tambaleaba vigorosamente de un lado para el otro.

Sus lindos ojitos no perdían detalle alguno de los movimientos aleatorios que realizaba mi estresado miembro, y en sus rostros se podía ver lo ansiosas que estaban por tocarlo. Así que, aprovechando su breve confusión, giré sus cabezas hasta dejarlas frente a frente, y puse mi polla en medio de sus rosados labios; para que pudieran deleitarse con su inigualable sabor.

Luego de hacer eso, no tuve que hacer más nada, ya que las gemelas instintivamente liberaron la lujuria que habitaba en sus cosquillosos cuerpecitos, y comenzaron a pasarme sus húmedas y tibias lenguas por todo lo largo de mi herramienta; hasta hacerme delirar del infinito placer.

Mientras las gemelas se divertían lamiendo el tronco de mi falo de arriba a abajo, sujete sus cabecitas poco a poco con mis manos, para poder follarme sus carnosos labios a mi voluntad.

No sé si está era la primera vez que hacían algo parecido, pero estaban realizando un magnífico trabajo; ya que me tenía completamente acelerado, y con la polla cada vez más cerca de estallar.

Estaba sumamente excitado, y con el cuerpo lleno de tensión; por lo que giré la cabeza de Lana poco a poco hacia mi lado, para luego introducirle mi verga dentro de su boca. Una vez la tuvo entre sus labios, Lana comenzó a sonreír con gran naturalidad; como si estuviese dichosa de lo que había conseguido.

Mientras Lana se divertía con locura chupando mi sobre estimulado pene, podía notar la manera en la que Lola había comenzado a mirarme con autentico disgusto; al querer ocupar el lugar que en ese instante tenía su gemela.

Así que, mientras Lana se recreaba succionado mi polla con efusividad, atraje hacia mí a su querida acompañante; y comencé a devorar sus finos labios con soltura.

Luego de un muy buen rato plagado de ardientes besos, fabulosas chupadas, y sobre estimulantes caricias, aparté con tristeza a ambas chicas de mi lado, y rápidamente guíe mi polla hacia el rostro de Lola; quien tan pronto vio la manera en la que mi miembro apuntaba con fortaleza hacia su cara, abrió su pequeña boca y lo devoró casi por completo.

Al parecer las gemelas estaban compitiendo para ver cuál de ellas me daba más placer, y vaya si estaba siendo una decisión difícil.

Los ojitos de Lola estaban encendidos, y su cuerpecito lucia aún más que dispuesto a alojar a un nuevo huésped dentro de él; ya que no paraba de contornear sus pequeñas caderas al ritmo de las feroces embestidas que le estaba propinado.

Mientras su lengua se deslizaba con suma rapidez, e impregnaba su cálida saliva por gran parte de mi falo; pude visualizar la forma en la que ambas niñas había comenzado a frotarse casi de manera instintiva, sus fogosas y bastante ajustadas entrepiernas.

Ver a las gemelas frotarse con deseo sobre sus pequeñas rajitas, hizo que mi cuerpo se comenzara a arquear casi de inmediato; lo cual solo significaba una cosa. ¡Estaba en mi límite!

Lana se frotaba cada vez con más precisión, su hinchada y bien apretada vaginita; al punto que se le había comenzado a formar justo sobre su fino traje de seda, una sensual zanja humedecida, que dejaba ver claramente la enorme magnitud de su sensible sexo.

Por momentos, Lana entrecerraba los ojos en señal de lo bien que la estaba pasando; y se enfocaba en darse placer, justo en la zona que alojaba su pequeño botoncito.

A cada minuto que pasaba, las gemelas lucían mucho más desencajadas; tanto, que llegué a pensar que eran mucho más fogosas que sus contrapartes de mi dimensión.

Mientras continuaba fallándome la dulce boquita de la adorable Lola, podía ver como su gemela había comenzado a relamerse los labios con absoluto deseo y provocación.

En ese punto, Lana estaba más que ansiosa por volver a succionar mi animada polla cuanto antes; por lo que trató de arrancar mi hinchado instrumento de la pequeña boca de su doble, pero Lola se lo impidió, apartándola rápidamente con un feroz manotazo que casi la manda al suelo.

Era evidente que mi jadeante hermanita, estaba disfrutando al máximo de su primera experiencia con un pene en la boca; y se veía mucho más que claro, que no estaba dispuesta a desprenderse de el sin dar pelea.

Ver a las gemelas luchando por chupar mi enrojecido instrumento, me hacía sentir extremadamente bien; y lleno de mucha confianza. Y aunque traté de prolongar este momento el mayor tiempo posible, mi cuerpo no pudo soportar la manera en la que Lola deslizaba su inquieta lengua por la punta de mi polla. Ya que tan pronto lo hizo comencé a ser víctima de un desgarrador cosquilleo, me hacía temblar las piernas con intermitencia.

Antes de correrme, saqué mi miembro de la cálida boca que tenía Lola, y junté una vez más las lindas cabecitas de las gemelas, hasta dejarlas mirándome fijamente a los ojos. Y tan pronto las tuve en esa posición, apunté mi polla directamente hacia ellas; y comencé a rociar mi viscosa lefa sobre sus rostros.

—¡Ohh,Ooghh… Niñas! ¡Oohhh, Ohhh! ¡Mmmhh!

Mientras me corría en sus preciosas caras, pude apreciar como ambas cerraron sus brillantes ojitos casi al mismo tiempo; y la manera en la que abrieron sus rosadas bocas con soltura, para poder recibir con gusto mi espesa leche en su interior.

Mi descomunal corrida fue tan brutal, que tan pronto los últimos chorros de mi tibia lefa impactaron contra sus tersos rostros; perdí la fuerza en mis extremidades, y me desplomé violentamente en el suelo.

Las gemelas me habían regalado una mamada tan deliciosa y placentera, que me costaba trabajo tan siquiera moverme. ¡Si eran tan buenas chupando, no me las imagino haciendo otras cosas!

A decir verdad, jamás pensé que ese par de niñas fuesen capaces de dejarme tan agitado y seco. Y justo cuando pensé que todo había acabado, bastó con levantar brevemente mi cabeza del suelo, para poder apreciar como ambas chicas habían comenzado a besarse con lujuria; mientras cada una retiraba los blancuzcos restos de mi viscoso semen, del tierno rostro de su agitada hermana. ¡Eso sí que era trabajo en equipo!

Una vez que terminaron de "limpiarse" sus angelicales rostros, las gemelas no tardaron en acostarse en el suelo junto a mí; y tras abrazarme con descomunal fortaleza, permanecimos un par de minutos ahí tirados, mientras nos mirábamos en silencio.

Luego de un corto rato, nos pusimos todos de pie, y tras vernos un instante a la cara con absoluta complicidad, las gemelas me agradecieron por lo sucedido; quedando listas para marcharse.

—Ay, Linky… ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS! Eres el mejor hermano de todo el mundo.—señaló Lola con fascinación.

—¡Más tarde volveremos para que nos aclares otras dudas que tenemos!—expresó Lana.

Diciendo esas cortas pero efusivas palabras, las gemelas se despidieron una a una de mí, y salieron radiantes de la habitación. Me sentía sumamente agotado, pero ante todo feliz, por haber pasado una gran noche junto a mis adoradas gemelas; y más allá de ese punto, estaba más que seguro de que las iba a extrañar.

Cuando finalmente estuve solo, caí tendido sobre la cama, sin fuerzas ni para respirar.

Estaba tan ampliamente magullado, que la simple idea de buscar a Lynn ya no me parecía para nada tentadora. Así que, quitándome el pantalón, me dejé llevar por el cansancio que tenía, y me dispuse a descansar mientras tuviese oportunidad.

A eso de las 12:15 am, mi corazón se aceleró con efervescencia, tan pronto escuché como la cerradura de la habitación había comenzado a girar. No estaba seguro de quien se podía tratar, ni de lo que estaría buscando a esa hora tan inusual; por lo que rápidamente me levanto de la cama, para poder comprobar quien era.

Al abrirse la puerta, mi cuerpo entero irremediablemente comenzó a temblar—no sé si de nerviosismo o de alegría—, tan pronto vi la inigualable silueta de Lynn, quien estaba lista para entrar. Tratando de ocultar la enorme inquietud que sentía en mi cuerpo, le dije con mucha serenidad:

—Q-Que ocurre Lynn... ¡¿Te pasa algo?!

—No me pasa nada... Es solo que tenemos una conversación pendiente, y al parecer este es el único momento en el que podemos hablar, sin que alguien nos interrumpa.

Me asombró enormemente ver a Lynn en mi habitación, ya que no esperaba para nada que regresase a este lugar; y mucho menos a tan altas horas de la noche. Sin lugar a dudas, Lynn estaba más que enamorada de su hermano menor.

Si bien, el verla entrar al cuarto me resultaba bastante llamativo, lo que verdaderamente me sorprendió fue ver la manera como estaba vestida; ya que Lynn solo estaba cubierta con una delgada bata de dormir de color blanco, que solo le llegaba a medio muslo, y que me permitía apreciar la totalidad de su cuerpo, casi como si estuviese desnuda.

Una vez que entra a la habitación, le pone seguro a la puerta, y se sienta con total tranquilidad a mi lado.

En ese instante me sentía bastante intranquilo, al no tener ni la menor idea de lo que me quería hablar. Es por eso que decidí encararla de manera definitiva, para ver que era eso tan importante que me tenia que decir.

—Lynn, ¡Hmm! Ya que estamos solos...

No alcancé ni a terminar de formularle bien la pregunta, cuando Lynn repentinamente se abalanza sobre mí, hasta tumbarme sobre la cama. Tan pronto estuvimos uno en frente del otro, procede a envolver sus manos por toda mi cabeza; y empieza a besar mis labios con indescriptible desesperación.

Lynn me estaba besando con tanto frenesí, que mi mente había comenzado a ponerse en blanco. Y a medida que lo hacía, me apretaba cada vez más contra ella; hasta permitirme sentir el inmenso calor de su cuerpo, y la manera tan descontrolada con la que latía su agitado corazón.

Sus besos eran tan extraordinariamente adictivos, que tuve que sacar fuerzas de donde no las tenía para lograr hablar con ella.

—Lynn, no he podido dejar de pensar en lo que me dijiste ni por un solo minuto. Así que quiero saber de una vez por todas, que era eso tan importante que me tenías que decir.

Al terminar de escuchar mis palabras, Lynn me mira tímidamente a los ojos; y sin dejar de acariciar poco a poco mi cabeza, me dice con indecisión:

—¡E-En realidad no es nada serio! ¡Ehm! Quería estar a solas contigo para poder decirte lo mucho que me hiciste falta, y para poder expresarte con el corazón, mis enormes ganas de que permanezcamos juntos por el resto de la eternidad.

¡¿Pero que rayos?! Al parecer Lynn estaba mucho más enamorada de su hermano menor, de lo que hubiese imaginado; y por la forma en la que en ese instante me miraba, daba la sensación de que habían sido bastante "cercanos".

Escuchar lo mucho que Lynn idolatraba a su hermano, me comenzó a generar mucha ternura y desazón; ya que estaba seguro de que si me propasaba con ella, lastimaría inevitablemente su dulce corazón. Y eso en lugar de generarme placer, me haría sentir más que miserable.

Sin darme cuenta, me sentía contrariado y sin saber que hacer, ya que deseaba profundamente a esta versión de Lynn; pero no era capaz de hacerle nada por temor a herirla. ¡Rayos!

Si se tratase de cualquier otra de mis hermanas de seguro ya estaría encima de ella, ¡Pero era Lynn!; y por muy diferente que luciera en este instante, siempre iba a ser esa chica especial que yo tanto adoraba.

—Lynn, no podemos... ¡Lo nuestro no puede ser!

—¡¿Pe-Pero porque dices eso?! ¿Es que acaso ya no me amas?

—Es todo contrario... Porque te amo es que no puedo estar contigo.

—No lo entiendo Lincoln. Todas las veces que estuvimos solos, de lo único que hablábamos era de huir juntos para iniciar una nueva vida lejos de todo el caos presente en esta casa; y ahora que regresaste, ¿me dices que no podemos estar juntos?

Al mirar a Lynn pude ver como de a poco sus incautos ojos, se habían comenzado a llenar de lágrimas. ¡Rayos! Mis palabras la estaban haciendo estremecer.

—Lynn, tú eres muy especial para mí, y creo que eso lo sabes. Y aunque me encantaría llegar a tener una relación seria contigo, prefiero no hacerlo; ya que lo más seguro es que dentro de poco tenga que volverme a ir, y no quisiera que tuvieras un mal recuerdo de mi parte.

Lynn permanecía con la cabeza gacha, y completamente en silencio; hasta que de repente levanta la mirada, y con los ojos bañados en lágrimas me dice:

—Lo, Lo entiendo claramente... ¡Por favor no digas nada más!—diciendo esas sentidas palabras, me da la espalda para que no la viese llorar.

Verla tan triste hacía que me doliese el corazón, pero en este momento, eso era lo mejor que podía hacer.

Visiblemente afligida y aún con los ojos llorosos, Lynn se acerca al escritorio y enciende una especie de reproductor mp3; luego de lo cual comienza a buscar con mucha cautela, hasta lograr encontrar una tonada que la hizo cambiar de semblante.

—Ohh, Lincoln... ¡Me encantan esa canción! ¿Recuerdas la primera vez que la escuchamos?

Luego de escuchar esa extraña tonada, el bello rostro de Lynn se iluminó por completo. Lo que sea que ella estuviese recordando en ese instante, de seguro era intenso y especial.

Al parecer esa canción significaba mucho para Lynn, ya que de un momento al otro su triste rostro se transformó casi por completo; permitiéndome ver en su mirada, un inquietante brillo que me conmovió de inmediato.

Ya un poco más calmada, estira su mano y seca las pocas lágrimas que aún permanecían en su rostro; y luego, sin mediar palabra alguna, extiende esa misma mano hacia mi lado, y me hace un breve gesto para que me acercase a ella.

—Vamos Lincoln... ¡Quiero bailar esta canción contigo! Creo que al menos puedes concederme eso.

Mientras esperaba a que le diera una respuesta, Lynn me mira fijamente a los ojos con una expresión tan perturbadora; que estaba empezando a ponerme nervioso.

Me sentía sin un norte claro, hasta que de un momento al otro Lynn agarra mi mano con suavidad, y me jala con decisión, hasta quedar a su lado.

Aunque sabía que no debía de hacerlo, el intenso calor de su cuerpo y el embriagante aroma de su cabello, terminaron por aplacar la poca resistencia que prevalecía en mi mente. Y es que… ¿Cómo decirle que no a tan adorable criatura?

—De acuerdo Lynn, bailemos... ¡Pero solo una canción!

Lynn lucía bastante exaltada luego de haber escuchado tan grata respuesta, y no tardó en deslizar su brazo izquierdo por encima de mi hombro, hasta aprisionar mi cuello completamente. Luego, puso su mano derecha sobre mi pecho, y comenzó a mover con sensualidad sus dedos de un lado al otro.

Sentir el dulce contacto de sus tersas manos sobre mi tembloroso cuerpo, me empezó a generar una inevitable erección, que amenazaba con mantenerse por un largo rato.

Visiblemente afectado estiré mis brazos sobre su espalda, y con firmeza la sujeté por su amplia cintura; quedando listo para dar inicio a un emotivo y muy romántico baile, alojado en la penumbra.

La música era algo lenta pero muy provocativa, y aunque inicialmente trataba de marcarle el paso a Lynn, no lograba conseguirlo; ya que mi concentración estaba siendo mermada por el continuo roce que mantenían sus entibiecidas caderas sobre mi pelvis, hasta darme la sensación de que esto no acabaría para nada bien.

Lynn se movía de manera suave e insinuante, y mientras lo hacía, pegaba cada vez más su agitado cuerpo al mío; cosa que me estaba generando muchos inconvenientes, ya que me resultaba cada vez más difícil el poder evitar que notase la terrible erección que tenía en ese momento.

A medida que Lynn acercaba su cuerpo al mío, podía sentir con inaudita claridad, la manera en la que sus puntiagudos pezones, arañaban insistentemente mi pecho; y como de a poco su alterada respiración, se tornaba cada vez más descontrolada.

Mis ojos recorrían maravillados, las sensuales curvaturas de su fascinante cuerpo. Y mientras lo hacía, Lynn bajó sus delicados dedos por gran parte de mi electrizado pecho, hasta llegar a mi entrepierna. Una vez ahí, y aprovechando un breve lapso de calentura de mi parte, lo deslizó rápidamente dentro de mi apretado calzoncillo; hasta lograr apoderarse de mi temblorosa verga.

En el instante en que sentí sus tibios dedos posándose con pericia sobre mi endurecida intimidad, un agudo corrientazo recorrió todo mi cuerpo en fracción de milésimas, y me hizo tambalearme con gran preocupación.

—Lynn, Pe-pe... ¡¿Pero qué haces?!

Lynn no le prestaba la más mínima atención a mis palabras, y permanecía como "ida" mientras recorría con su pequeña mano, toda la majestuosidad de mi palpitante falo. Y a medida que lo hacía, no dejaba de batir sus lascivas caderas, bajo el marcado ritmo que le impartía la música del fondo.

Mi cuerpo no tardó en sucumbir a los implacables estímulos ejercidos por su diminuta mano, al punto en que no era capaz de desplazar, ni el más pequeño de mis músculos.

Estaba claro que las continuas caricias que me estaba regalando la inigualable copia de mi hermana, se estaban adueñando poco a poco de mi conciencia; hasta dejarme completamente a su merced.

Luego de un rato, Lynn salió del profundo trance en el cual se encontraba, y lentamente fue volviendo a la normalidad. Por lo que con mucha tranquilidad, y con su mirada aun puesta sobre la mía, me dice casi entre susurros:

—Dime hermanito... ¡¿Te gusta cómo bailo?!

Había intentado por todos los medios posibles, el tratar de resistirme a su enorme sensualidad; aunque por más que lo intentaba, no lograba conseguirlo.

Al ver que mi cuerpo no me respondía, Lynn comenzó a frotar muy lentamente mi alterado pene; masturbándome sin demasiada habilidad, pero con un gran ritmo.

Mientras lo hacía, una enorme mueca de satisfacción se empezó a dibujar en su delicado rostro. Así que, reuniendo las pocas fuerzas que aún me quedaban, la miré a los ojos con incertidumbre; y le dije brevemente:

—De-Detente Lynn... ¡Esto no está bien!

Al parecer mis ahogadas palabras no surtieron ningún efecto en Lynn, quien, sin dejar de masturbarme, me dice con mucha serenidad:

—¡¿Pero porqué, si solo estamos bailando?!

Lynn continuaba frotando mi acalorado miembro con inmensas ganas, y no parecía tener la más mínima intensión de querer detenerse.

Pero cuando pensé que las cosas no podían salirse más de control, Lynn estira hábilmente ambas manos hasta los extremos opuestos de mis gastados calzoncillos; y una vez ahí, tira de ellos decididamente hacia abajo, hasta dejarme con la polla expuesta.

Tan pronto me liberó de la única prenda que cubría mi masculinidad, Lynn entrelazó sus manos en mi espalda, y pegó su cuerpo todo lo que pudo al mío, para evitar que me apartarse de su lado.

—¡¿Pe-Pero, que haces Lynn?!

—Relájate Lincoln, solo quería que te sintieras cómodo mientras bailamos.

La situación era bastante incómoda, y antes de que pudiese reaccionar, Lynn comenzó a batir nuevamente sus ensanchadas caderas, para continuar disfrutando del supuesto baile en el que nos encontrábamos sumergidos.

De un momento al otro Lynn rozó su cálido vientre contra mi desafiante polla, y tan pronto lo hizo, pude notar la forma en la que sus expresivos ojos comenzaron a emitir un singular destello de apoteósica calentura; que la hizo sonreír con indescriptible emoción.

Aprovechando la lentitud de la música que aun sonaba, comenzó a frotar su pelvis de manera descarada contra mi hormigueante entrepierna; tan solo para sentir, el indiscriminado contacto de nuestros sexos.

Lynn, quien parecía ser una chica bastante centrada, estaba estimulando sin ninguna clase de vergüenza su extasiada vagina contra mi inflamada polla; provocando que nuestros cuerpos, inevitablemente empezarán a temblar del imponente gusto.

Cada vez que Lynn contorneaba con malicia sus abultados labios vaginales sobre mi desprotegida polla, podía notar como esta dejaba escapar un par de silenciosos jadeos de placer, que lo único que hacían era sumergirme más en el desorbitante éxtasis del momento.

En ese instante, nuestro repentino intento por bailar, tan solo se limitaba a una muestra descarada de las evidentes ganas que tenía mi hermana, por poner a prueba mi capacidad de aguante.

Las inigualables sensaciones que me estaba brindando Lynn, eran de lo más agudas e inimaginables.

Podía sentir con gran claridad, el deslumbrante calor proveniente de su esponjoso coño; y la manera en la que los reducidos vellos de su cuerpo, se erizaban ante el más mínimo contacto de nuestra piel.

Pronto, la agitada respiración de Lynn, seguida de las incesantes caricias que realizaba con su fogosa pelvis; comenzaron a provocarme un inmisericorde ardor, por todo lo largo de mi conmovido pene. ¡El voltaje de Lynn era demasiado para mi cuerpo!

Poco a poco, mi agitado miembro se comenzó a poner cada vez más tambaleante, y en ese punto podía incluso jurar, que la tenía mucho más grande que en ocasiones anteriores. En cuanto Lynn se percató de ello, empezó a apretar con mucha más fortaleza su acalorada pelvis contra mi miembro, hasta lograr aprisionarlo contra su propio cuerpo.

Por más esfuerzos que realizaba para no sucumbir ante sus enardecidos movimientos, no lograba conseguirlo, ya que sus prominentes labios presionaban cada vez con mayor libertad sobre mi afligido mástil; haciéndome sentir su calurosa abertura.

Las continuas sacudidas que me estaba propinado Lynn, comenzaron a llenar mi cuerpo con la más pura y sofocante lujuria, que me tenía al borde de perder la razón. Los dos sentíamos los roces con tanta claridad, que pareciera como si estuviésemos desnudos.

Podía palpar con vehemencia la manera en la que su voluptuosa vagina, cubría mi indefensa polla con gran ansiedad; impregnándola con todo su calor y desbordante humedad, a medida que la iba presionando.

Por momentos Lynn se levantaba en la punta de sus pies, hasta dejar su concha por encima de mi polla; y una vez ahí, la frotaba con destreza de arriba hacia abajo, hasta hacerme sentir la manera en la que su encharcada intimidad, envolvía tibiamente el contorno de mi herramienta.

Lynn no tardó en levantar su lindo rostro para mirarme a los ojos, y cerciorarse de si lo estaba disfrutando; y tan pronto se percató de mi mirada perdida, comenzó a sonreír con bastante intensidad.

Estaba consumido por las múltiples sensaciones que batían mi maltratado cuerpo. Pero con un último soplo de claridad, atiné a decirle efusivamente:

—Bu-Bueno... ¡Ya está bien! Ya bailamos como tu querías.—le dije con firmeza, mientras trataba de despegar su agitado cuerpo de mi lado.

—¡Pero si aún no se acaba la canción! —protestó Lynn con desazón.

—¡No me interesa, Lynn! Ya hice lo que querías.

Al ver mi último esfuerzo por escapar de sus encantos, Lynn estira su brazo derecho por encima mi cuerpo, y comienza a revolver mi cabello con mucha delicadeza; hasta llenar mi cabeza de innumerables dudas.

—Vamos Linky, terminemos la canción. Anda... ¡No seas malo!

Luego de esto, retuerce su boquita con gran serenidad; y comienza a besarme decididamente. La boca de Lynn era una auténtica delicia, y a medida que lo hacía, mi cuerpo se calentaba de manera enajenada.

Mientras continuábamos atrapados en un sensacional torbellino de besos, Lynn desciende su mano más diestra hacia la parte baja de su pijama; y en un veloz movimiento levanta su bata, y desliza sus holgados pantys hacia un costado, hasta dejar su babeante sexo completamente expuesto.

En un meneo casi imperceptible, Lynn sujeta mi frágil polla con firmeza, y comienza a empinar su exaltado cuerpo afanosamente; hasta lograr ubicar su encharcada concha sobre mi verga. Una vez que estuvo en posición, se deja caer poco a poco sobre esta; consiguiendo devorar una gran parte de mi glande en el proceso.

Aprovechando mi colosal confusión, me empuja decididamente contra la pared, y al estar ahí, empieza a ejercer una asfixiante presión hacia abajo; hasta que empieza a sentir como mi tronco comienza a perderse entre sus aceitados labios. Después de mucho esfuerzo, ¡Finalmente éramos uno solo!

Lynn lucía bastante agitada y visiblemente afectada, cada vez que movía su estrepitoso cuerpo; tanto, que ya no daba ni para mantener los ojos abiertos.

Estaba totalmente entregada a las sensaciones del momento, y tan solo era capaz de emitir unos imperceptibles gemidos de placer, que se mezclaban con el suave ritmo de la música de fondo; la cual estaba próxima a finalizar.

Cuando finalmente tuvo toda mi polla en su interior, Lynn me mira a los ojos con ternura; y dándome un dulce pico en la boca, me dice suavemente:

—Que esperas hermanito... ¡Disfrutemos de nuestra canción hasta el final!

Con mi pene en su interior, Lynn da inicio a un enajenado solo de caderas, que me tenía jadeando y con la piel como de gallina. Mientras que ella tan sólo suspiraba y se dejaba echar mano, al compás de la embriagante música de fondo.

Lynn me tenía muy caliente, por lo que no tardé en comenzar a acariciar sus pequeños senos por encima de su bata; y tan pronto lo hice me pude percatar de los sensibles que eran, al ver como sus diminutos picos, se le marcaban decididamente sobre la tela.

—¡Uhhh,Ugghhh! ¡Mmghhh!—esbozaba Lynn con lentitud.

Al mismo tiempo en el que mi acalorada hermana, continuaba dando rienda suelta a su desbocado placer, deslicé mi otra mano hacia la parte alta de sus regordetes muslos, en donde empecé a frotar mis dedos sobre la delgada tela de su panty; hasta lograr apoderarme de su firme trasero.

Las suaves caricias que ejercía una y otra vez sobre su sensacional trasero, no tardaron en provocarle a Lynn un fuerte espasmo en gran parte de su débil cuerpo; hasta hacerla retorcer.

Mientras continuaba penetrándola, comencé a sentir como un par de gotas de su más espeso flujo, habían empezado a descender por mis piernas; pero eso en lugar de detenerme, me incitaba a taladrar más duro dentro de su estrecha cavidad.

Sin decir nada, Lynn se apartó por un breve instante de mí, y me empujó sobre la cama; en donde me quedé tumbado boca arriba, y con la polla estremeciéndose con rabia de un lado al otro.

Fue en ese preciso momento en el que me llevé una inesperada sorpresa de lo más reveladora, luego de ver como mi bamboleante polla se batía insistentemente de un lado para el otro, totalmente impregnada por un cálido líquido carmesí. ¡¿Acaso podría ser?!

¡No podía creer lo que estaba pasando! Lynn me acababa de entregar su primera vez. ¡¿Pero cómo era eso posible?! ¿Es que acaso ella y el otro Lincoln nunca…?

Al verme tendido sobre la cama, Lynn se sube su bata casi hasta la cintura, dejando ante mis ojos los lindos pantys blancos con rayas rojas que llevaba puestos. Luego, y sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, comienza a retirarse su encharcada pantaleta; hasta quedar tan solo cubierta por su delgada bata de dormir.

Al ver su maravilloso sexo desnudo, la tomé velozmente por el brazo y la jalé con desesperación hacia la cama; hasta dejarla tendida a mi lado. Una vez ahí, apoyé mis manos entre sus regordetes muslos—los cuales estaban algo transpirados y con pequeñas gotas de sangre—, y comencé a acariciárselos con deslumbrante lentitud.

Tan pronto sintió el leve contacto de mi mano sobre sus expuestas partes, Lynn empezó a reírse nerviosamente; y de manera instintiva comenzó a separar sus oscilantes piernas, para que la pudiese acariciar con mayor libertad.

Fue ahí cuando finalmente pude ver su apoteosica silueta con mucho más detalle. Y aunque ya la había visto desnuda un par de horas antes, esta vez la tenía a mi completa disposición.

Lynn tenía una concha bastante robusta, que se encontraba poblada por una escasa capa de vellos castaños casi imperceptibles; que cubrían con misterio sus ceñidos labios vaginales.

Mientras permanecía atontado contemplando hasta el más mínimo detalle de su radiante intimidad, Lynn aprovecha la ocasión para colocar su sulfurado cuerpo por encima del mío; y tras apoyar sus sudorosas manos en mi pecho, comienza a mover sus rezumantes labios rítmicamente sobre la punta de mi polla, hasta hacerme olvidar de lo que estaba pensando.

Sus repentinos movimientos me tenían con las bolas cada vez más tensadas, y listas para estallar en cualquier instante.

Podía notar el modo en el que su húmeda rajita se aferraba cada vez más a mi temblorosa hombría, y la forma como esta lo masajeaba con gran delicadeza, envolviendo su largo tronco de arriba hacia abajo.

Los dos estábamos claramente al límite, por lo que no tardamos en expresarlo con nuestros incesantes jadeos. Con el cuerpo cada vez más cansado, caímos tendidos sobre un extremo de mi revuelta cama; dejándonos llevar por la infinita lujuria de la que éramos presa.

Luego de tomar aire, Lynn desliza sus fogosas caderas sobre mi exaltado ser; y sin siquiera despeinarse, se deja caer sobre mi afilado mástil, hasta conseguir tragárselo por completo.

Una vez que estuvo sobre mí, no tardó en dar inicio a una incesante cabalgata desenfrenada, que me tenía cada vez más sensible y a punto de estallar.

—Oh, Lynn... Más… ¡Hmm! ¡Más despacio!

En lugar de detenerse, Lynn comenzó a arreciar cada vez más sus incesantes movimientos de cintura, haciendo que me volviera loco por un instante.

Consumido por la extraordinaria figura de mi hermana de otras tierras, alejé momentáneamente mis manos de su enorme trasero, y las llevé hasta su delgada bata, para lograr desnudarla de manera definitiva.

En ese punto me sentía tan increíblemente ofuscado, que no atinaba ni a quitarle la pequeña prenda que cubría su cuerpo; y en lugar de ayudarme, Lynn comenzó a sonreír con enorme fijacion, mientras continuaba batiendo sus fogosas caderas sobre mí polla.

Lleno de impotencia, comencé a arrancarle la bata hasta hacerla trizas; y tan pronto Lynn se percató de la manera en la que logré desnudar su agitado cuerpo, me susurra con bastante sensualidad:

—Esa era mi bata favorita... ¡Te haré pagar por ella!—diciendo esto, intensifica el ritmo de sus aceleradas caderas, hasta hacerme vibrar con infinito agrado.

Cuando finalmente pude dejar su espléndido torso desnudo, mis ojos se posaron casi de inmediato sobre ese magnífico par de adorables tetas blancas; las cuales se alzaban contentas y desafiantes.

Ver el impresionante cuerpo desnudo de Lynn me había hecho llegar a mi límite, así que comencé a taladrarla con mucha más fortaleza y profundidad; para poder disfrutar al máximo de tan extraordinario momento.

A medida que sentía como un desgarrador calambre recorría por todo mi cuerpo, decidí aumentar el ritmo de mis continúas estocadas, para lograr correrme a como diera lugar. Pero tan pronto Lynn se percató de lo realmente estresado que me mantenía en ese instante, dejó de batir sus enormes caderas con gran tranquilidad; mientras dirigía sus turbados ojos a los míos.

—Pe-Pero que pasa... ¡¿Porqué no te mueves?!—le pregunte a Lynn con malestar.

—Ya ves Lincoln... ¡Te dije que te haría pagar por haber dañado mi bata!

Mientras hablaba, la muy infeliz no movía ni uno solo de sus tensados músculos; y no podía ocultar la prolongada sonrisa de descaro, que permanecía en su colorado rostro.

Al ver que no quería moverse, levanté mi cabeza con cuidado, y comencé a devorarle sus erguidas tetas con gran velocidad, hasta comenzar a provocarle un par de sistemáticas arcadas; que involuntariamente la obligaron a menear todo su cuerpo.

—¡Aaghh, Aaaghh… Hmm! Eso… ¡Mmm! E-Eso no se vale.

Las vistosas tetas de Lynn oscilaban intensamente de arriba hacia abajo, dentro del apasionante ritmo que marcaban sus caderas sobre mi cuerpo.

Desde mi posición, me dispuse a palpar de la extraordinaria tersura presente en la cálida piel de mi agitada hermana mayor; y mientras la besaba y acariciaba por todas partes, Lynn se sumía cada vez más en el placer del momento, jadeando involuntariamente con enorme desesperación.

Mis manos recorrían su cuerpo con total libertad, hasta que de manera casi repentina logré detenerlas sobre la parte media de su mojada abertura; en donde rápidamente me dispuse a estimular sus grasosos labios, hasta hacerla contorsionar su cuerpo con elevada brutalidad.

Lynn suspiraba casi en silencio, a medida que iba acariciando sus sensibles partes con mis dedos; hasta que de un momento al otro nuestros labios se unieron, en un sensacional beso que nos dejaba sin aliento.

A medida que nos besábamos, podía sentir la manera en la que sus endurecidos senos se frotaban una y otra vez contra mi frágil pecho, en un vaivén hipnótico de lo más embriagador; que nos catapultó al más apasionante rincón de los deseos, en donde todo estaba permitido.

Lynn seguía batiendo enérgicamente sus fervientes caderas sobre mi acalambrado miembro, al tiempo en que gemía a la par de mis enérgicas embestidas.

—¡Ughh, Lincoln! No sabes cuanto tiempo soñé con sentirte dentro. ¡T-Te, te ammooo! ¡Oohhh!

Lynn tenía las pupilas completamente dilatadas, y las mejillas mucho más que enrojecidas; cosa que delataba con claridad, el intenso grado de excitación que sentía en ese momento.

Su linda carita resplandeciente hacía juego con un par de pequeñas pecas que se alojaban sobre sus desafiantes tetas, y que me incitaba a chupárselas hasta la saciedad. En ese momento me encontraba de lo más apabullado, luego de presenciar la manera en la que su empalidecida silueta, lucia totalmente brillante por culpa de tanto sudor.

¡Ambos estábamos que no podíamos más! Pero al parecer eso no era impedimento para que Lynn continuase dando rienda suelta a su insaciable lujuria. ya que de un momento al otro se desprende levemente de mis manos, y procede a girar su cuerpo 180 grados con mi polla aún en su interior; hasta quedar dándome la espalda.

Sin perder ni un instante, Lynn comienza a batir nuevamente sus hambrientas caderas sobre mi alarmado falo, en una cabalgata tan violenta y desenfrenada; que parecía como si su único objetivo fuese el de arrancarme la polla entera.

—¡Aaghhh, Aaaghhh! Lincoln. ¡Siiií… S-Siiiiií! ¡Hmm! ¡Pero qué bien se siente!

A medida que Lynn me regalaba unos acrobáticos movimientos de cintura, podía sentir como desde esta nueva posición, mi polla le llegaba mucho más profundo; haciéndonos jadear casi al mismo tiempo.

Mi cuerpo no podía más, así que rápidamente estiré mis manos hasta posarlas sobre las suaves tetas de mi hermana; y con las pocas fuerzas que aún me quedaban la atraje poco a poco hacia mí, hasta pegar su espalda contra mi pecho.

Estábamos resoplando con una gran dificultad, pero mucho más ansiosos que de costumbre. A pesar de lucir completamente exhaustos, y de estar respirando con una gran dificultad, nuestros cuerpos parecían moverse por cuenta propia; y sin intención alguna de querer detenerse.

Mientras Lynn sacudía sus apretadas caderas con desesperación, no pude contener más la llegada de mi agónico orgasmo; por lo que, aferrándome con todas mis fuerzas a su convulsionado pecho, le enterré mi maltratada polla hasta lo más profundo de su esponjoso sexo, hasta lograr venirme en una angustiante marea de interminables suspiros

—¡Oh, Lynn! ¡Ohh, Lynn! ¡Umhh… Aaghh!

Había sucumbido al enorme deseo que el recuerdo de Lynn me provocaba, y lo hice liberando prolongados chorros de mi más espesa lefa en lo más profundo de su apretado interior; hasta quedar completamente exhausto.

Lynn, quien continuaba exprimiendo mi verga con sorprendente velocidad, no pudo aguantar más los reiterados embates sobre su tierno sexo, y explotó en un desgarrador orgasmo de lo más desenfrenado; que estuvo a punto de hacerla desmayar.

—¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!... ¡Aaaayyy! ¡Mmhh! ¡Ughhh! ¡Ahhh, Aaghh!

Su prolongada corrida estaba siendo tan brutal, que tuve que taparle la boca para que sus enérgicos aullidos no despertasen a toda la cuadra.

—¡Mmmh, Mmhh! ¡Mmm… Mmmh!

Pero sin lugar a dudas, la cosa que más me impactó de su singular orgasmo, fue el ver como había comenzado a dejar escapar un entibiecido chorro de su extasiada vagina; que me recordó de inmediato, mi primer encuentro íntimo con la maestra Johnson.

A medida que mi leche terminaba de adueñarse de su sofocante interior, Lynn continuaba agitando sus conmocionadas caderas sobre mí polla, para tratar de controlar la intensa mezcla de sensaciones de las que era víctima.

Poder apreciar el desesperado modo en el que la linda chica de cabello castaño se mantenía corriendo sobre mi tensada polla, tan solo podía darme una ligera idea de la inmensa calentura, que de seguro sentía por su pequeño hermano.

Y mientras su brutal orgasmo llegaba a su fin, conseguí palpar la manera en la que Lynn había comenzado a frotarse su hinchado clítoris con sus propias manos, a medida que sus diversos hilos de aclarados flujos, continuaban abandonando su sensible sexo.

Luego de contornear durante varios segundos su turbado cuerpo, Lynn no pudo continuar soportando la intensa descarga de placer a la que había estado expuesta, y se desplomó completamente exhausta sobre mi pecho.

Sin fuerzas ni para movernos, permanecimos tendidos sobre la humedecida cama, como si fuésemos todo un par de amantes consumados.

Mientras permanecía sumergido en la oscuridad de la habitación, reviviendo con alegría los extraordinarios momentos que habíamos vivido, comencé a cerrar levemente los ojos, hasta quedarme dormido. En ese corto instante de mi vida... ¡Todo era felicidad!