Al salir del cuarto de Lana volví a palpar todo el nerviosismo y malestar generado por la absurda competición en la que sin darme cuenta, me encontraba sumergido.

Es por ello que tan pronto estuve en el pasillo, empecé a caminar con total sigilo con rumbo hacia las escaleras, para tratar de huir de mis escandalosas hermanas; mientras aun tuviese la oportunidad.

Pero a medida que me adentraba en el corredor, y al darme cuenta de que la mayoría de ellas se encontraban cerca de la entrada, me di cuenta de que no sería para nada sencillo, el conseguir marcharme de ese lugar.

Fue así que, sin mayores chances de escapar, decidí refugiarme en la soledad perpetua que me brindaba mi propia habitación, para al menos poder sentirme un poco más a gusto; hasta el instante en que mis molestas hermanas, decidiesen acabar con mi preciada tranquilidad.

Eran un poco más de las 5 de la tarde, y en mi alcoba se podía divisar la manera en la que los debilitados rayos de sol, se desvanecían tenuemente por la ventana.

En ese momento me encontraba tendido sobre mi cama, con la sabana cubriendo gran parte de mi aterrado cuerpo hasta la cabeza; tratando de descifrar cual sería la mejor manera de salir de tan incómoda situación. Cuando de repente, comienzo a percibir como de a poco se empieza a abrir la puerta de mi cuarto; permitiéndome apreciar un fino destello difuminado, de la cálida luz que iluminaba suavemente el corredor. ¡Rayos! Hasta aquí llegó mi calma.

Me sentía bastante intranquilo a medida que comenzaba a abrirse la puerta, ya que estaba seguro de que tan solo era cuestión de milésimas de segundos, para que mi cuarto estuviese completamente invadido por una salvaje horda de feroces chicas enojadas; las cuales, vendrían dispuestas a acabar conmigo, si no cumplía al pie de la letra con cada una de sus ridículas exigencias.

Fue así como luego de un par de angustiantes segundos, y en contra de todo lo pronosticado, apareció frente a mi tan solo una de las chicas; la cual para mi sorpresa, no era otra más que la sombría y espeluznante "Haiku". ¡¿Pero que rayos?!

No entendía muy bien el por qué solo Haiku había ingresado a mi habitación, si la había visto llegar en compañía de Tabby, pero en cierta forma me dio gusto verla solo a ella; ya que de ese modo, me resultaría mucho más fácil de lograr convencerla de que no era su mejor opción para ir al baile.

¡Al parecer no iba a ser tan complicado solucionar todo este embrollo después de todo!

Al entrar, Haiku se dirige sin ninguna clase de prisa hasta el borde de la cama, y desde ahí comenzó a observarme detenidamente con el único de sus enormes ojos que aún no había sido cubierto por su reluciente cabellera negra. Y una vez que estuvo a mi lado, y sin pronunciar palabra alguna, acerca con lentitud su aclarado rostro al mío, y empieza a mirarme con una gran fijación; sin tan siquiera llegar a pestañear. ¡Esta chica sí que era espeluznante!

En ese momento me sentía claramente paralizado, y no me atreví a pronunciar palabra alguna, por miedo a que me lanzase alguna especie de hechizo o algo por el estilo. Pero por fortuna no duró mucho tiempo en ese estado, ya que luego de observarme con mucho más detenimiento, rompe su silencio sin ninguna clase de prisa; y me dice con un tono bastante cortante:

—Lucy me dio tu mensaje, así que he venido a demostrarte que soy tu mejor opción para ir al baile. Hmm, ¡Solo espero que estés preparado!

Fue así como en un rápido movimiento y sin darme el menor chance de reaccionar, Haiku estira ambos brazos con sorprendente decisión, y me empuja fuertemente de mis delgados hombros; hasta dejarme otra vez tendido sobre mi pequeña cama.

Una vez que lo consigue, se desliza dentro de las delgadas sábanas que cubrían gran parte de mi exaltada figura, hasta quedar acomodada justo en medio de mis tambaleantes piernas; dejándome completamente sorprendido tras su fugaz maniobra.

Cuando finalmente logró acomodarse en donde quería, Haiku comienza a bajarme el pantalón junto con mi ropa interior, hasta dejar expuesto mi tembloroso pene en frente suyo.

Aunque no podía ver la expresión que tenía presente en su enigmático rostro, si podía intuir lo altamente excitada que de seguro se encontraría; gracias a la forma tan agitada con que me había comenzado a resoplar sobre mi palpitante hombría.

Sumamente intranquila, Haiku no tardó en sujetar con firmeza mi consternado miembro; y tan pronto lo tuvo en su poder, lo dirigió poco a poco hacia su entibiecida boca, para intentar tragárselo de un solo movimiento.

—¡Uhmm! ¡Mmhh! —gemía muy suavemente la exaltada chica gótica, a medida que desaparecía gran parte de mi afiebrada herramienta, justo en medio de sus humedecidos labios.

En esa posición podía sentir cada uno de sus atrevidos lengüetazos descontrolados, así como el entibiecido calor de su espesada saliva; haciéndome sumergir sin contemplación alguna, en una agónica espiral de interminable furor. Uff, ¡Su inquietante boca sí que era espectacular!

Haiku estaba devorando cada vez con mayor profundidad cada pulgada de mi electrificado garrote, haciéndome sentir absolutamente dichoso e intranquilo al mismo tiempo. Y es que no era para menos, ya que a medida que me la chupaba, aprovechaba para pasar su lengua por la reducida punta de mi abatida cabeza; hasta hacerme suspirar con prolongada intermitencia.

Por instantes, mientras me frotaba poco a poco mis corrugadas bolas con una mano, aprovechaba para morderme levemente la inflamada puntita de mi intranquila polla; hasta obligarme a retorcer por tan elevada conmoción.

Podía apreciar la manera en la que la sábana blanca que cubría su cabeza, subía y bajaba con enorme rapidez; cada vez que su insaciable boquita engullía con maestría mi excitada virilidad. ¡Y vaya si era buena en lo que hacía!

Llevado por la gran calentura producida por sus candentes roces, no tardé en estirar mis manos hasta lograr sujetar la prominente cabeza de mi desconcertante acompañante; y una vez lo conseguí, comencé a ejercerle presión muy suavemente hacia abajo, hasta que lograse devorar toda la magnitud de mi estresado aparato.

Mi veloz movimiento, aunque tomó a Haiku desprevenida, no la detuvo de continuar succionando gran parte de mi endurecido pene con entusiasmo.

En ese punto comencé a experimentar con una gran facilidad, el modo en el que su frágil cuerpo se empezó a estremecer de manera ampliamente involuntaria; cada vez que la rozagante punta de mi aferrado miembro, golpeaba sin querer contra su sensitiva garganta.

—¡Ughh! ¡Uughm! ¡Nghm! —resollaba intempestivamente la delirante chica gótica, a medida que mi polla, se desvanecía una y otra vez en el lubricado interior de su sofocante garganta.

Haiku me estaba succionado la verga con tantas ganas y vistosidad, que sin darme cuenta, había empezado a provocarme toda una serie de feroces corrientazos en gran parte de mi oprimido ser; que me tenían con los pensamientos cada vez más difuminados.

De un instante al otro cerré los ojos con autentica velocidad, y permanecí en silencio durante unos cuantos milisegundos más; mientras disfrutaba abiertamente de la maravillosa mamada que me estaban propinando.

Sentir sus finos labios aferrados con locura sobre mi tensionado garrote, me tenía totalmente aterrado… Pero a la vez plagado de una misteriosa excitación.

Por momentos, lo único que se podía escuchar en toda la alcoba, era el agitado zumbido de mi propia respiración; y todo estoy gracias a que Haiku me estaba mamando la polla con tanta destreza, que no llegaba a generar ninguna clase de sonido mientras lo hacía.

De un momento al otro Haiku se saca mi polla de la boca, y empieza a lamerme el tronco de arriba hacia abajo, una y otra vez; hasta dejarme con la piel de gallina, y el cuerpo sumamente enloquecido.

En ese instante y aunque me costaba trabajo admitirlo, ella era la absoluta dueña de mis sentidos.

A medida que continuaba devorando con impaciencia cada una de mis acaloradas pelotas, no pude evitar sentir un enérgico escalofrío que recorría abiertamente por gran parte de mi sensitiva espina dorsal; hasta dejarme con el cuerpo mucho más que tensionado, y lleno de un insoportable ardor que se hacía cada vez más difícil de lograr soportar.

Así permanecimos durante un par de minutos más, hasta que finalmente la sombría compañera de Lucy se desprendió poco a poco de mis ensalivadas bolas, tan solo para engullirse de un solo golpe la palpitante puntita de mi electrizado falo; hasta hacerme jadear con indudable desesperación.

De un momento al otro Haiku posó su delicada mano derecha sobre mi firme tronco, y sin siquiera dudarlo, dio inicio a un lento movimiento masturbatorio; que me tenía con los pelos cada vez más erizados.

Después de varios minutos cargados de un incómodo hermetismo, finalmente pude escuchar la respiración turbada emitida por mi inusual acompañante; la cual no hizo otra cosa más que terminar de provocarme, hasta hacerme llegar al propio límite de mi consumada resistencia.

Haiku me tenía completamente perturbado, y no había nada que pudiese hacer para lograr evitarlo. Y es que cada vez que trataba de separarme de su lado para tratar de prolongar un poco más mi inminente corrida, la muy infeliz extendía su mano con inusitada rapidez, y me apretaba las bolas con excepcional fortaleza; para continuar succionando mi magullado garrote.

¡Ya no podía soportarlo más! Las continúas chupadas que tan recelosamente me mantenía recibiendo sobre mi consternada herramienta, me tenían con el cuerpo mucho más que tensionado; y a escasos segundos de lograr reventar.

En ese momento, y a pesar de todos mis esfuerzos por tratar de prolongar tan extraordinario placer el mayor tiempo posible, no era capaz de conseguirlo; y todo por culpa de los incesantes estímulos que recibía de tan gloriosos labios.

Fue así como estrujando la sabana con mis afanosos dedos, y tras tratar de aguantar todo el aire que permanecía en mis pulmones, comencé a descargar toda la leche que tenía acumulada en la base misma de mis cosquilleantes bolas; hasta empezar a llenar la ajustada cavidad de mi animada visitante.

—Haiku, me corro… ¡M-Me corrooo! ¡Oohh, Ooghh! ¡Nghh!

A pesar de haberle advertido de mi inminente corrida, en ningún momento Haiku se separó de mi ruborizado lado, dejándome impregnar su acalorada garganta con inusitados chorros de mi más espesa lefa; hasta quedar completamente seco y fascinado. A cada minuto que pasaba, me gustaba más esta chica.

A medida que Haiku continuaba succionando los últimos restos de mi burbujeante néctar, no dejaba de estrujar en ningún instante mis corrugadas pelotas; las cuales, frotaba con tantas ganas y fascinación, como si estuviese tratando de exprimirlas hasta la última gota.

Tan pronto se percató de que ya no había más leche proveniente de mi adolorido sexo, Haiku relamió un par de veces más la punta de mi esponjoso capullo, y se apartó de el con un poco de malestar.

En ese instante sentí un extraño hormigueo en el extremo mismo de mi agobiado pene, que me hacía vibrar ante el más mínimo roce producido sobre mi enrojecida piel. La boca de Haiku me había dejado sumamente agotado, y con el cuerpo mucho más que sensitivo. ¡Rayos!

Pocos segundos después, y tras comprobar la manera en la que mi cansada polla se había replegado por completo, Haiku emerge de entre las sábanas con una clara expresión de victoria en su enigmático rostro; y al terminar, me dice con un tono bastante desafiante:

—¿Ya estás convencido? O quieres que te siga demostrando de lo que soy capaz de hacer con tal de que seas mi pareja.

Ver la manera tan altiva con la que la sombría compañera de mi hermana me miraba fijamente, me tenía completamente horrorizado; pero a su vez, cargado de una inexplicable excitación. ¡¿Pero que rayos?!

Decidida a enloquecerme con su abrumadora sensualidad, Haiku empieza a acariciar todo mi cuello con sus sedosas manos, y tras acercar sus brillantes labios a los míos, procede a estamparme un apasionado beso con pasión; que me dejó completamente paralizado.

Mientras me besaba, podía sentir la manera en la que su cálida lengua se iba adentrando muy suavemente dentro de mi animada boca, recorriéndola con inocultable agrado; hasta que nuestras lenguas se enlazaron con auténtico desenfreno.

A pesar de ser tan enigmática, Haiku era sumamente complaciente, por lo que comencé a deslizar mis agitadas manos sobre el ceñido traje de seda que llevaba puesto, iniciando desde sus firmes caderas, hasta llegar a sus puntiagudos pechos; los cuales, tan pronto empecé a toquetear, no tardaron en dibujarse bajo la delgada prenda que cubría su cautivante busto.

Mis contundentes estímulos no tardaron en hacer estragos en su apoteósica figura, ya que luego de un intenso rato plagado de colosales resoplidos, pude darme cuenta de la manera en la que sus enérgicas caderas habían empezado a adquirir un intenso contorneo casi acelerado, que la tenían sumamente extasiada; y jadeando con mayor velocidad.

—¡Mmm, Mmmh! ¡Ahh! ¡Aaghh! ¡Uhm!

El desmesurado ritmo de nuestras copiosas respiraciones era tan increíblemente marcado, que nos tenía a punto de sucumbir ante el más desorbitante de los deseos.

En ese instante Haiku comenzó a besarme el cuello con mayor sutileza, casi al tiempo en que empezó a deslizar sus intranquilas manos por debajo de mi arrugada camiseta; hasta hacerme resollar por tan improvisada maniobra.

Las constantes caricias emitidas por mi pareja me tenían sumamente intranquilo, y lleno de una particular sofocación... ¡Y al parecer no era el único! Ya que de a poco comencé a notar la manera en la que Haiku empezó a subirme la camiseta que traía puesta; hasta lograr quitármela en un veloz movimiento.

Luego, y sin mediar palabras al respecto, se dispuso a recorrer toda mi espalda con sus reducidas manos; hasta hacerme vibrar por tanto revuelo. Las sutiles caricias emitidas por haiku, me tenían cada vez más acelerado.

A medida que me acariciaba la espalda con innegable afán, nuestras bocas seguían magreándose con desbordante intensidad, al punto en que nuestras lenguas comenzaron a entrelazarse cada vez más profundo en la boca del otro; como tratando de robarnos mutuamente el aliento.

Mi cabeza estaba completamente nublada, y en ese momento tan solo nos limitábamos a realizar lo que nuestros lascivos impulsos nos iban indicando.

Llevado por notoria calentura del momento, no tardé en despojarla del suntuoso traje color vino tinto que traía puesto, hasta tan solo dejarla cubierta por un fino par de guantes negros recortados, y por una seductora tanga con encajes del mismo color; que difería enormemente con el empalidecido tono casi grisáceo, que mantenía presente en su delicada piel de porcelana.

En ese momento no podía dejar de contemplar con auténtica admiración su escultural existencia, ya que Haiku era poseedora de una fabulosa figura de lo más atrayente, que pese a no tener prácticamente nada de tetas; si era lo bastante provocativa como para hacerme tiritar con notorio nerviosismo.

A medida que la miraba, la polla me palpitaba con mayor ferocidad, en especial cuando admiraba su reducido busto desnudo; el cual, lucia tan erguido y desafiante, como si fuesen un par de pequeñas peras en pleno crecimiento.

El cuerpo de Haiku me tenía tan indescriptiblemente acelerado, que no tardé en llevarme una de sus puntiagudas tetas a la boca; para poder degustar de su inigualable sabor de manera directa. Uhm, ¡cuánta delicia!

Mi fogosa acompañante no dejaba de batir rítmicamente su deslumbrante humanidad, bajo las prolongadas caricias que iba experimentando en su reducido pecho.

—¡Ahh! ¡Aahh! ¡Aaghh! Eso es Lincoln… Muerdeme, Mmm... ¡Muérdeme las tetas!

Haiku había comenzado a menear sus fulgurantes caderas a un ritmo verdaderamente apresurado, y en ese punto podía ver en su mirada un ávido destello plagado de pasión y perversión; que la hacía lucir como una auténtica gata en época de celo.

En un inesperado movimiento, Haiku se aparta rápidamente de mí lado, y termina de quitarme el pantalón con muchísima desesperación; hasta lograr dejar mi polla apuntando al techo.

Luego de eso, extiende muy lentamente sus apacibles manos hasta lograr situarlas con delicadeza sobre su seductora cinturita. Y mirándome a los ojos con indudable convicción, procede a retirarse de un solo tirón la encharcada tanga que hasta ese entonces llevaba puesta; quedando tan solo cubierta por sus elegantes guantes negros de finos encajes. ¡Uff! Qué gran visión.

La piel me ardía, la respiración se me hizo pesada, y me resultaba imposible dejar de temblar. Y es que en ese instante me parecía imposible el poder asimilar, lo realmente sexy que podía llegar a ser esta chica.

Al contemplar con regocijo su apabullante cuerpo desnudo, pude sentir la manera en la que mis agobiadas extremidades comenzaron a oscilar con autentica vacilación; hasta dejarme al borde del inevitable colapso. En ese instante estaba totalmente seguro que de haber estado en pie, no habría tardado en desplomarme.

Pese a estar completamente desnuda, Haiku permanecía desafiante frente a mis fascinados ojos, con una leve sonrisa en sus esbeltos labios; y sin un solo ápice de vergüenza en su atrapante rostro.

Al tenerla junto a mí, podía apreciar toda la belleza y majestuosidad presente en cada una de sus sobresalientes curvas; así como en cada rincón de su imponente piel.

No salía de mi completo asombro al estar viendo tan de cerca el fascinante sexo desnudo que tenía frente a mí, ya que Haiku ella era poseedora de una formidable rajita lampiña, que a pesar de lucir bastante cerradita, estaba rebosante de un multitudinario mar de prolongados fluidos de lo más cristalinos; que se deslizaban con impaciencia por el interior sus acortadas piernas.

Haiku era increíblemente hermosa, y al tenerla tan cerca, no aguanté las ganas de envolver su cuerpo con mis deseosas manos; para intentar atraerla hacia mi lado. Luego de esto, estiré mis dedos hacia su increíble sexo, y bajo su atenta mirada, empecé a separar suavemente sus ajustados labios con total delicadeza; hasta lograr apreciar con muchísimo más detalle, el imponente tono rosa presente en el interior de su vagina.

Completamente extasiado, y aprovechando su notoria complicidad, giré su atractivo cuerpo poco a poco hacia mi lado, y me dispuse a deleitarme con toda la magnificencia presente en su redondeada retaguardia; hasta sentir una poderosa descarga eléctrica en la base misma de mis asombradas bolas.

En ese momento el poder contemplar su celestial figura desnuda, fue el estímulo que necesitaba para que mi afligida verga recobrase su vitalidad perdida.

Tan pronto Haiku vio la manera en la que mi enérgica polla se tambaleaba con desesperación de un lado para el otro, no tardó en dirigir su exaltada mirada hacia esta; y después de relamerse los labios con indudable glotonería, me dice con un tono bastante misterioso:

—Ver la forma tan ansiosa en la que se sacude tu tensionado pene entre tus piernas, me hace recordar la manera tan agónica con la que se estremecen las ramas largas y sin vida; que retumban con pesar en los árboles secos del cementerio.

Luego de esto, y sin necesitar aprobación alguna, estiró una de sus estilizadas manos hasta lograr posarla sobre mi nerviosa herramienta; y con su mirada completamente pérdida, me susurra de manera inquietante:

—¡Voy a escribir mi nombre sobre tu pene, para que todas sepan que eres mío!

Diciendo esas alarmantes palabras, Haiku empieza a masturbarme con auténtica lentitud, empleando un ritmo tan suave y vertiginoso; que estaba doblegado las pocas dudas que aún prevalecían en mi mente. Y todo esto sin apartar la mirada ni por un solo instante de mis conmocionados ojos.

Cuando finalmente tuvo mi polla en su máximo esplendor, se subió sin reparo alguno sobre mi agitado abdomen. Y una vez ahí, dirigió mi estresada hombría hacia su encharcada entrepierna, en donde empezó a deslizar mi abultada cabeza por todo lo largo de su brillante rajita; provocándonos a ambos, indescriptibles arcadas de idílica satisfacción.

Después de delirar con tan sublime descarga de placer, bastaron un par de leves frotadas más, para que la jadeante chica gótica la hiciera desaparecer justo en medio de sus lubricados labios; hasta lograr devorarla con total fascinación.

Al momento de sentirla en su interior, Haiku estremeció violentamente gran parte de su alterada figura; y tras cubrir su temblorosa boca con una mano, comenzó a tensionar su vientre de manera descontrolada.

—¡Mmhh, Mmm! ¡Mmmh!

Jamás se me paso por la cabeza que una chica tan reservada y seria como lo era Haiku, pudiese llegar a ser tan sobresaliente en la intimidad. ¡Quién lo habría maginado!

El cuerpo de Haiku lucia completamente transpirado, y en su rostro se evidenciaba una gran extenuación. Pero eso no fue impedimento para que diera inicio a un incesante movimiento de caderas, que me hizo estremecer la cabeza hacia un costado; para tratar de tomar aire con desesperación.

A medida que su entibiecido cuerpo se estremecía, mayores eran mis ganas de correrme en su interior.

El salvaje ritmo de sus incesantes cabalgatas se hacía cada vez más pronunciado, hasta hacerme resollar con inconfundible afán. ¡De seguir así no iba a tardar en volver a correrme!

Mientras trataba de resistir el agitado ritmo de su feroz embestida, Haiku agarra con fuerza una de mis entumidas manos; y llevándola rápidamente hasta su redondeado trasero, me exclama con inusitada seriedad:

—Pégame Lincoln… ¡Pégame fuerte! Quiero sentir la agonía perpetua de tus sofocantes caricias, para hacerme adicta al veneno de tu desamor.

—Espera... ¡¿Qué?!

No entendía de que rayos me estaba hablando Haiku, pero al parecer, lo estaba diciendo en serio; ya que no tardó en volver a repetírmelo:

—Vamos Lincoln, ¡Que esperas! Unamos nuestras almas bajo la agonía infinita del imperturbable desconsuelo, y renazcamos juntos como un solo ser mucho más oscuro y consumado.

Luego de susurrar tan perturbadoras palabras, Haiku empieza a contraer su transpirado cuerpecito, y a batir sus ensanchadas caderas a un compás mucho más que desbocado; y mientras lo hacía, no dejaba de pedirme entre gemidos, que la golpease sin ninguna clase de piedad. ¡¿Pero que rayos?!

—¡Vamos Lincoln! ¡No te contengas! Pégame... ¡Pégame fuerte! Anda... Que esperas, ¡azota mi aclarado trasero!

Diciendo esto, volvió a agarrar una de mis manos y la llevó hasta su prominente retaguardia; para que comenzase a castigarle sin ninguna especie reparos.

Impactado por tan inusual petición, empecé a darle suaves nalgadas para tratar de complacerla; pero en lugar de alegrarse, se puso cada vez más enloquecida.

—Más duro, Lincoln ¡Más duro! Hazme sentir todo el resquemor presente en el mortificante éxtasis de tus caricias.

Al terminar de hablar, Haiku extiende su mano libre, y me lanza una violenta cachetada que retumbó por toda la habitación; dejándome con el rostro realmente ardiendo, y con los ojos cargados de innumerables lágrimas. ¡Esa maldita!

Cegado por el interminable dolor, decidí darle gusto y comenzar a impactar cada vez fuerte sobre su grisáceo trasero; hasta hacerle aumentar esporádicamente, el majestuoso vaivén que realizaba sobre mi polla.

—Ahh, Ahhh... ¡Así, así! ¡Uhh, Uughh! ¡Mmgh! —jadeaba Haiku sumamente complacida, mientras devoraba mi pene con mayor velocidad.

En ese punto azotaba sus firmes nalgas con tanto desprecio, que conseguí apreciar la manera en la que mis esbeltos dedos le quedaban marcados sobre su empalidecida piel.

Mis despiadados golpes en lugar de detenerla, la alentaban a continuar meneando sus lubricadas caderas sobre mi verga; pero a un ritmo tan increíblemente brutal, que me tenía a punto de lanzar humo por las orejas.

—Así, así... ¡Dame más fuerte! Vamos… ¡No te contengas!

Las palabras de Haiku me tenían sumamente desencajado, por lo que comencé a golpear su colorado trasero con mayor intensidad; hasta hacerla retorcerse del infinito agrado.

Haiku era una frenética máquina sexual consumada, y a este paso, no iba a tardar en volver a perder la razón.

En un momento en particular, tomé a Haiku por el hombro y la atraje suavemente hacia mi lado. Y al tenerla tan cerca, atrapé rápidamente uno de sus oscurecidos pezones con mis dientes, y comencé a mordérselo con auténtica brutalidad; pero sin dejar de pegarle en su enrojecido trasero.

Mis violentos estímulos no tardaron en provocarle feroces arcadas del más agudo placer, seguidas de incontables lágrimas de descomunal alegría; que la tenían sumergida bajo un profundo éxtasis de fogosidad.

—Si, Lincoln… ¡Siiiií! Dame duro. ¡Dame más duro! ¡Ohh, Oohh! ¡Nghh! ¡Siiií!

Haiku me estaba exprimiendo el cuerpo como ninguna otra. Por lo que de continuar de esa manera, me daba miedo el quedar atrapado bajo el seductor embrujo de sus caricias.

En un descuido, y mientras continuaba sumergido bajo el enturbiecido mar de sus delirantes sacudidas, la muy infeliz me sujetó fervientemente por mis rozagantes pezones. Y sin dejar de batir de forma enajenada sus ajustadas caderas sobre mí sexo, los comenzó a retorcer con gran fiereza; como tratando de devolverme gran parte del dolor que había estado experimentado. ¡Mphh!

Por suerte Haiku no duró mucho tiempo aferrada a mi pecho, porque de lo contrario, ¡habría sido capaz de habérmelo arrancado!

En ese momento, y para tratar de demostrar el elevado éxtasis que arremetía contra su turbado cuerpo, Haiku no tardó en apretujar sus relucientes labios contra los míos; hasta hacernos sumergir bajo un beligerante delirio descontrolado.

A medida que mi sombría acompañante aceleraba el desenfrenado ritmo de su ajustada pelvis, podía sentir la manera en la que nuestros maltratados sexos se iban fusionando de manera cada vez más inquietante; producto de la demencial excitación que sentíamos en ese momento.

El continuo roce de nuestros cuerpos no tardó en provocarme un interminable vacío en gran parte de mi tensionado abdomen; que me hacía sentir cada vez más inseguro.

Mientras Haiku continuaba ordeñándome con autentica frialdad, yo no era capaz ni de mantener los ojos abiertos; por lo que decidí cerrarlos por un par de acalorados milisegundos más, para poder disfrutar al máximo de sus inigualables movimientos. ¡Pero qué gran sensación!

Luego de un brioso rato cargado de feroces sacudidas y contundentes estrujones consumados, mi cuerpo entero se erizó al escuchar el sonido seco de un corto portazo; que rápidamente me hizo abrir los ojos con gran sobresalto.

De ese modo pude contemplar completamente horrorizado, la manera en la que Tabby yacía inmóvil junto a la puerta de la alcoba; mientras nos dirigía la mirada con auténtica desazón. ¡Rayos!

No salía de mi completo asombro luego de contemplar la manera en la que la pequeña amiga de Luna, yacía parada junto a la entrada de mi habitación. Y es que con lo agitado que me tenían los repetitivos contorneos de cadera emitidos por Haiku, me resultaba realmente imposible el percatarme de su presencia.

Fue así como acercándose hasta el lugar en donde nos encontrábamos, y sin dejar de mirar el transpirado rostro de Haiku con resentimiento; no tardó en exclamar:

—Sabía que eras una perra, pero jamás pensé que fueses capaz de llegar tan lejos con tal de salirte con la tuya.

Sin dejar de batir sus llameantes caderas sobre mi polla, Haiku gira levemente su cabeza hacia donde se encontraba su rival; y con un tono bastante despreocupado, le dice sin ninguna clase de afán:

—¡Aghh! ¡Eres tú! Deja ya de hacerte la víctima, que de seguro también venías a hacer lo mismo.

—¡Pa-Para nada! —protestó muy suavemente Tabby, con evidente indignación—. No tengo que hacer esa clase de cosas para poder lograr mis objetivos.

—¡Como digas! —le respondió con ironía—. No tengo la culpa de que no seas capaz de aprovechar las pocas ventajas que te dio la naturaleza.

Al terminar de articular tan mordaces palabras, Haiku empieza a observar el diminuto cuerpo de su enmudecida adversaria; recorriendo su menuda silueta de la cabeza a los pies. Y al culminar de hacerlo, le dice sin ninguna clase de miramientos:

—¡Mmm! Aunque viéndote detenidamente, entiendo por qué no eres capaz de hacerlo.

—¡¿Pero que rayos estas tratando de insinuar?! —exclamó Tabby bastante sulfurada, y con el rostro ligeramente enrojecido.

—¿Que no es obvio? —atinó a decir la insaciable chica gótica, mientras observaba a su rival de manera desafiante—. Eres plana como una tabla y más insípida que una piedra; por lo que si yo tuviese un cuerpo como el tuyo, pensaría muy seriamente en comenzar a criar gatos.

Luego de escuchar tan punzante afirmación, el rostro de Tabby empezó a adquirir un tono mucho más rojizo del que hasta ese instante tenía; producto de las fuertes palabras emitidas por su despiadada rival. ¡Al parecer Haiku sabía perfectamente cómo provocar a su temblorosa compañera!

Con el rostro colorado, los dientes apretados, y la mirada llena de notorio desencanto, Tabby se acerca todo lo que pudo hasta el congestionado cuerpo de Haiku; y tras comenzar a mirarla con total desprecio durante unos breves segundos más, le exclama con la voz entrecortada:

—¿E-Eso es lo que piensas de mí? ¡Pu-Pues estas muy equivocada! Te voy a demostrar que a mi nada me queda grande... Y, y... Y que tú no eres digna de colocarte a mi nivel.

—¡Por favor pequeña! —esbozó Haiku con suavidad—. Ambas sabemos que no eres capaz de seguirme el ritmo. Así que deja de distraernos con tantos lloriqueos, y hazte a un lado para que los adultos puedan jugar tranquilos.

En ese momento Tabby estaba completamente enfurecida, y la vena que latía en su frente, daba la sensación de que estuviese a punto de reventar.

Fue así como situándose cada vez más cerca de su agitada adversaria, y apretando sus dientes con gran ferocidad; le dice a su enemiga con un tono bastante acelerado:

—¡¿Sabes qué?! Ya has estado un largo rato con él. Así que apártate, que es mi turno de brillar.

Diciendo esto Tabby sujeta a Haiku por el cabello, y la tira con gran decisión hacia un costado, dejándome con la polla completamente resplandeciente; y con el rostro cargado de innumerable asombro. ¡¿En serio?!

Luego de apartar con rabia a su sorprendida rival, Tabby empieza a desprenderse poco a poco de las reducidas prendas que cubrían su agitada silueta; mientras mecía levemente su menuda cinturita, al compás de la sonora melodía de fondo que se escuchaba en el pasillo.

Ver la forma en la que Tabby batían sus angostadas caderitas bajo el incesante ritmo del Rock and roll que se percibían en ese momento, me tenía mucho más que expectante; y con el cuerpo cargado de una inusual ansiedad.

Fue así como en un abrir y cerrar de ojos, Tabby comenzó a desprenderse de su diminuta blusa a rayas, y de la pequeña falda violeta que cubría sus descoloridas piernas, quedando tan solo cubierta por una vistosa pantaleta blanca; la cual estaba adornada íntegramente por pequeñas notas musicales de distintos colores. ¡Wow! Eso sí que era vivir la música con intensidad.

Al observar detenidamente la contundente figura delgada que se hacía en frente mío, no tardé en empezar a sentir un ligero cosquilleo en la punta misma de mi serpenteante polla; que me tenía con el cuerpo cada vez más encendido, y lleno de una colosal perturbación. ¡¿Pero que rayos?!

Desde mi vistosa posición, podía apreciar con gran detalle cada tramo de su sensacional figura. Desde sus firmes piernas, pasando por su compacto vientre; hasta llegar a su intranquilo rostro.

A pesar de lo esbelta que estaba, y del ligero espacio que tenía entre sus dientes frontales, Tabby se veía sumamente atractiva. Aunque lo que más resaltaba de su peculiar figura rockera, era sin lugar a dudas su moderna cabellera negra gelificada; la cual estaba adornada por un imponente mechón de color púrpura, que hacía un claro juego con su reducida faldita.

Las cosas estaban pasando increíblemente rápido, y en ese punto no sabía que esperar. Y es que en un momento estaba disfrutando con total libertad de la desbordante sensualidad proveniente de la sombría gótica; y en un abrir y cerrar de ojos tenía frente a mí a una chica de lo más vivaz, coqueta y enérgica, que estaba dispuesta a hacer cualquier clase de cosa, con tal de demostrarle a su implacable "amiga", que era mejor que ella.

Después de despojarse de casi toda su ropa, Tabby quedó tan solo cubierta por sus lindas braguitas musicales, así como por sus enormes botas blancas de plataforma; las cuales, no parecía tener intención alguna de querer retirarse.

Al quedar con tan poca ropa encima pude percatarme con completo asombro, de la clara expresión de nerviosismo que esbozaba Tabby en su delicado rostro. Todo parecía indicar que la pequeña chica rockera, no se sentía tan a gusto como pretendía demostrar.

Una vez que la tuve cerca, comencé a vislumbrar con total agrado cada tramo de su sensacional silueta, siendo su diminuto ombligo el centro mismo de mi completa admiración. Llegando a generar en mi mente, unas profundas ganas de correrme en su interior.

Al darse cuenta de lo que su atractiva figura le había causado a mi rostro, Tabby me miró a los ojos con autentico recelo; y sonriéndome a la cara con evidente nerviosismo, procedió a despojarse de la última prenda que cubría su apacible intimidad.

A pesar de ser tan pequeña Tabby tenía un cuerpo sumamente alucinante, que me hacía palpitar la polla cada vez con mayor descontrol.

Al tenerla junto a mí podía apreciar con absoluta facilidad, la manera en la que su pequeña rajita estaba apenas poblada por una ligera capa de reducidos vellos ensortijados; que la hacían parecer de lo más fascinante.

Me resultaba extremadamente sexy el poder contemplar, como la única prenda que cubría su sensacional figura, eran sus gigantescas botas blancas; y por alguna extraña razón, el tenerla junto a mí de esa manera, me tenía con la respiración cada vez más ofuscada.

Tan pronto estuvo desnuda, giró su rostro sin ninguna explicación hacia un costado. Y tras divisar la forma en la que Haiku la veía con gran detenimiento, comenzó a subirse muy lentamente sobre la cama; hasta quedar acomodada justo en medio de mis oscilantes piernas.

En ese momento la pequeña amiga de Luna estaba visiblemente conmovida, y por extraño que pareciera... No dejaba de temblar.

Al tenerla tan cerca, conseguí notar la manera tan abrupta en la que su delicado rostro se fue tornando cada vez más enrojecido. En ese momento era mucho más que evidente el profundo nerviosismo que de seguro estaría experimentado.

Tabby permanecía agitada y en completo silencio, y tan solo se limitaba a observar mi punzante verga ir y venir de un lado para el otro, sin ser capaz de mover ni un solo ápice de su diminuto cuerpecito.

Así permaneció durante unos cortos segundos más, hasta que de la nada se escuchó la aguda voz de su ofuscada rival; quien le comenzó a alegar con indescriptible malestar:

—¡Pero que esperas, lunática! —exclamó Haiku con bastante sobresalto—. Si lo único que vas a hacer es mirar, mejor apártate y déjame a mí. Si lo haces quizás y aprendas algo.

Luego de escuchar las enardecidas palabras de su adversaria, pude apreciar un agudo brillo presente en los exaltados ojos de la confundida rockera, que al parecer acabó con las prolongadas dudas que se debatían en su mente; y la sacó del profundo trance en el que se encontraba sumergida.

Fue así como tomando mi pene entre sus temblorosas manos, y tras contemplarlo con prolongado asombro, empezó a lamer la pequeña gota de lubricante que se había empezado a formar en su esponjosa punta; haciéndome delirar por tan inesperada sorpresa.

Llevada por el naciente deseo que recorría por sus entrañas, Tabby abrió su preciada boca sobre mi palpitante estaca, y dejó caer encima de esta un delgado hilo de su entibiecida saliva; hasta lograr humedecerla completamente.

Al terminar, volteó su mirada hacia mí lado, tan solo para comprobar cual había sido mi reacción. Y al darse cuenta de lo intranquilo que me había dejado, abrió nuevamente su rozagante boca, y fue introduciéndose mi insulso miembro pulgada tras pulgada; hasta lograr devorarlo como en cámara lenta.

La presión que ejercía con sus finos labios me hacía enroscarme súbitamente, y no solo por el elevado voltaje que me mantenía experimentado; sino por la dolorosa manera en la que por ciertos instantes, arañaba mi falo con sus diminutos dientes.

A medida que se animaba a degustar gran parte de mi electrificada hombría, pude darme cuenta de la manera tan mezquina con la que Tabby había empezado a observar el sorprendido rostro de su enmudecida rival; como haciéndole saber con lujo de detalles, que había sido capaz de llegar tan lejos.

No sabía si su repentina expresión de regocijo se debía al simple hecho de haber arrebatado mi polla del agitado coño de su rival; o si por el contrario, estaba sonriendo de esa manera al palpar el cálido néctar que Haiku había dejado impregnado sobre mi turbado pene. En cualquier caso, me estaba devorando la polla con auténtico furor.

Luego de un par de conmovedoras chupadas, y cuando mi cuerpo había empezado a tensarse brevemente, Tabby apartó su acalorada boca de mi lado; dejándome intranquilo, y bastante conmocionado.

El cuerpo de Tabby había comenzado a sudar con alarmante notoriedad, y su expresivo rostro volvió a darle paso a uno lleno de temor, dudas y mucha incertidumbre; que sirvieron para que su expectante compañera, la atacase sin ningún tipo de piedad:

—¡Que te pasa, pequeña! ¿Tienes miedo de continuar? —Esbozo Haiku con enorme ironía—. ¡Vamos! Hazte a un lado para que veas como es que lo hace una verdadera mujer.

Tabby lucia bastante asustada, y claramente tenía un sinfín de dudas de si debería continuar con lo que estaba haciendo. Aunque luego de advertir las incitantes palabras de la sombría albina, no dudó en acomodar su liviano cuerpecito sobre el mío; hasta dejar mi venosa polla apuntando bajo su ceñido sexo.

De ese modo, y sin dejar de mirar el atento rostro de Haiku con enojo, agarró con firmeza mi tambaleante nabo con una sola mano; y tensando sus caderas levemente hacia abajo, no tardó hacer desaparecer la cabeza de mi verga justo en medio de su lampiña abertura.

—¡Ahh! ¡Aahh! ¡Ngjhh! —protestó muy rápidamente la temblorosa amiga de Luna, sin tan siquiera ser capaz de mantener los ojos abiertos.

Tan pronto tuvo la punta de mi polla alojada entre sus tersos labios, Tabby llenó de aire sus pulmones, y dio inicio a un limitado contorneo de cintura; que la tenían con la respiración cada vez más entrecortada.

—¡Ahh! ¡Aahh! ¡Uhm! ¡Aaghh! —jadeaba muy tenuemente mi conmovida acompañante, a medida que batía su apretado sexo sobre mi pene.

El cuerpo de Tabby no paraba de tensarse, al compás de los sistemáticos movimientos realizados sobre mi verga; y entre más batía su coño, más podía palpar la inmensa incomodidad que estaba experimentando en su recelosa intimidad.

Luego de apreciar sus constantes muestras de dolor, y la manera tan evidente con la que se retorcía temerosamente sobre mi acalorada entrepierna; logré comprender con mucha más exactitud, a que se debían sus constantes dudas. ¡Era virgen!

Tabby estaba dispuesta a entregarme su preciada virginidad, con tal de demostrarle a Haiku que era igual de decidida y salvaje de lo que era ella. ¡Estas chicas sí que eran de cuidado!

No salía de mi completo asombro, luego de ver las reiteradas muestras de dolor emitidas por Tabby; en su prolongado afán por amoldarse a su erguido invasor. Pero luego de un rato, y al darse cuenta de lo doloroso que le resultaría el continuar por ese camino, detuvo sus reiterados intentos de forma repentina; y se quedó completamente paralizada, con su enrojecido rostro bañado en sudor.

Al girar la mirada, pude contemplar la enorme sonrisa de satisfacción que mantenía Haiku en su enigmático rostro, luego de comprobar como una de sus máximas rivales, no era capaz de continuar con sus intentos de seducirme.

Tabby permanecía con los ojos llorosos, y con un inconfundible gesto de dolor presente en sus ruborizadas facciones; que le impedía tan siquiera mover el más pequeño de sus recortados dedos.

Al cabo de unos cuantos segundos más, y al contemplar lo estrechamente inaccesible que era su ajustada vagina, Tabby comenzó a apartarse de mi cuerpo para dejar de sentir tanto dolor. ¡Rayos! Al parecer ese era el estrepitoso final de mi fugaz aventura con la protegida de Luna.

Pero justo en el instante en el que Tabby empezó a separar con lentitud su adolorida rajita de mi lado, pude ver con sorpresa la manera en la que Haiku entra en escena. Por lo que en un rápido movimiento, y tras sujetarla con esfuerzo por su reducida espalda, se dispuso a presionar su cuerpo deliberadamente hacia abajo, para tratar de penetrarla de un solo movimiento.

¡No podía creer lo que estaba pasando! Haiku estaba oprimiendo con total furor el enrojecido cuerpo de su asustada amiga hacia abajo, hasta que mi enrojecida verga se abriese paso entre sus piernas.

Sumamente trastornada, la pequeña rockera empezó a batir su magullada silueta con inconcebible frustración; y al darse cuenta de que no podía apartarse, no tardó en exclamar:

—¡Aahh, Ahh! ¡Aaghh! Pero qué crees que haces. Su-Suéltame ya, ¡maldita! ¿No ves que me estás haciendo daño?

El interior de Tabby se sentía realmente apretado, pero eso no detuvo la impulsiva arremetida que mantenía Haiku sobre su adolorido cuerpecito; por lo que continuó ejerciéndole presión con indudable anhelo, hasta permitir que mi hábil polla se adentrase en su consternado interior.

—Deten... ¡Mmgh! Detente Haiku. Me estás... ¡Nghh! ¡Me estás haciendo daño!

Sin importarle las desbocadas súplicas de su sollozante compañera, Haiku continuó presionando su enrojecido cuerpo decididamente hacia abajo; hasta que la última barrera que cubría su abultado sexo, cedió ante su punzante invasor.

Al sentirse plenamente empalada, Tabby empezó a retorcer su escuálida figura con indescriptible afán, y a liberar un par de sonoros grititos cargados de dolor; que aunque me resultaban de lo más estimulantes, no tardarían en atraer la atención del resto de mis hermanas.

—¡Ahhh, Aahh, Aaagghh… Aaghhh!

Por suerte Haiku intervino con gran precisión, y tras girar la cabeza de Tabby hacia donde esta se encontraba, procedió a implantarle un lascivo beso sobre sus brillantes labios; que sofocó de manera inmediata, los acelerados gemidos de la rockera.

—¡Mmm, Mmmh! ¡Mghhh!

En ese instante el sudoroso cuerpo de Tabby estaba tan increíblemente estimulado, que para tratar de aplacar sus constantes chirridos de desconsuelo, comencé a tantear sus oscurecidos pezoncitos con una de mis manos, así como a acariciar su aterciopelado vientre con la suave punta de la otra; con el único fin de que se fuese relajando cada vez más, y lograse acostumbrarse al resto de su intranquilo invasor.

Luego de tan enérgica descarga de sensaciones, finalmente Tabby comenzó a dar pequeñas muestras de aceptación; por lo que lentamente fue aplacando las feroces sacudidas que realizaba sobre mi engarrotado falo, como si estuviese tratando de familiarizarse lo antes posible a su venoso huésped.

Haberme adueñado del apretado interior de Tabby, mientras Haiku continuaba besando sus provocativos labios de manera desmesurada, me tenía cada vez más emocionado.

Al cabo de unos cuantos chupeteos más, la agitada rockera empezó a mover las caderas rítmicamente en un suave vaivén distensionante; que me permitía poder llegarle cada vez más profundo, dentro de su recondita rajita.

Haiku estaba bastante excitada, por lo que no se conformó con mirar nuestro acalorado encuentro; así que rápidamente empezó a tocar mis bolas con gran delicadeza, y sin dejar de besar la deliciosa boca de su rival.

La pequeña mano de Haiku me tenía de lo más intranquilo, al no saber de lo que sería capaz de hacerme. Por fortuna la insaciable chica gótica se olvidó rápidamente de mis bolas, y se dispuso a toquetear una y otra vez el inflamado clítoris de su ronroneante pareja; hasta hacerla resollar con gran emoción:

—¡Mmmh! ¡Mghh, Mmghh… Mmmjjjhh! —jadeaba muy tenuemente la acalorada amiga de Luna, a medida que le toqueteaban sus sensitivas partes con suavidad.

Nuestros sexos eran todo un nuevo universo de cálidos flujos y suspiros entremezclados, los cuales, nos tenían sumamente sensibles, y con la respiración bastante desenfrenada. De un momento al otro Tabby se quedó totalmente inmóvil, mientras Haiku le frotaba con ahínco su redondeado botoncito.

Después de un largo rato cargado de constantes caricias, e innumerables embestidas, finalmente pude percibir la forma en la que Tabby había comenzado a batir sus electrificadas caderas sobre mi tensionado sexo; al compás de la melodiosa melodía que se percibía de fondo.

Aunque lucia bastante adolorido, en el rostro de Tabby se reflejaban las ganas de lograr exprimir al máximo la apabullante polla que tenía alojada entre sus cortas piernas; por lo que cambiando inesperadamente de actitud, no tardó en retorcer sus angostas caderas sobre mi apacible cuerpo, hasta hacerme chirriar del absoluto placer.

—¡Ohh, Oohh… Tabby! ¡Ooghh!

Luego de estrujar mi entumecida verga dentro de su vientre, conseguí notar la manera en la que su diminuto cuerpecito había comenzado a tensarse sin aparente control, hasta hacerla resollar de forma descontrolada.

De un momento al otro las ceñidas caderas de Tabby sufrieron una serie de espasmos tan increíblemente contundentes, que me permitieron sentir toda la textura y rugosidad presente en su dilatado conducto.

El placer único que experimentaba en ese momento, era sencillamente estremecedor. Y al parecer no era el único, ya que Tabby estaba completamente roja, y con los vellos de su piel totalmente electrificados; y en sus ojos se evidenciaba toda la lujuria que yacía dormida en lo más profundo de su escuálida figura.

Después de zafarse de la empalidecida boca de su nueva mejor amiga, Tabby empezó a morderme la oreja derecha, y a pasar sus lindos labios sobre ella, tal y como lo había hecho Haiku minutos antes. Y al estar tan cerca, podía escuchar los suaves sonidos lascivos que hacía su lengua sobre mi oído, generándome todo un sinfín de majestuosas sensaciones; que me hacían vibrar al marcado ritmo de su pesada respiración.

Cargada cada vez de mayor confianza, se dispuso a menear su lubricada pelvis con mayor intensidad; y lo continuó realizado sin mayores sobresaltos, hasta lograr devorar gran parte de mi agotado pene. En ese punto Tabby batía su electrificada cintura con tanta fortaleza y gracia, que daba la sensación de que estuviese bailando sobre mi polla.

Sus constantes movimientos de cadera no tardaron en hacerme sudar, ni en arrancarme profundos jadeos de la más intensa satisfacción; cada vez que sentía el intenso fulgor proveniente de su apacible vientre.

Llevada por tan frenética calentura, Tabby acerca su colorado rostro al mío; y me susurra con un poco de incomodidad:

—¡Oohh, Lincoln! ¡No sé qué es lo que estoy haciendo! Mis caderas comenzaron a moverse por sí solas. Voy a... Voy a... ¡Mghh! ¡Voy a volverme loca!

Luego de esto, Tabby continuó intensificando los constantes embates que realizaba sobre mi pelvis; hasta dejarme a las puertas de claudicar. ¡Rayos!

En un rápido movimiento sujeté a Tabby por su firme trasero, y me dispuse a bambolear mis briosas caderas de manera exagerada, para ampliar el placer producido por nuestros alterados movimientos.

Al sentir la forma en la que mi extasiada polla recorría cada rincón de su dilatada hendidura, Tabby arqueó todo su torso con una gran ofuscación: y tras sacar su delgada lengua de su boca, comenzó a susurrar de forma desesperada:

—¡Oh, Lincoln! Si-si-si... Siento un raro hormigueo en lo más profundo de mi vientre, que no me deja quedarme quieta.

Mientras Tabby continuaba batiendo sus esbeltas caderas sobre mi exaltado sexo, Haiku giro con rapidez su sensacional cuerpo sobre mi cabeza, hasta ubicar su encharcada rajita a la altura de mi boca; quedando frente a frente con su alterada compañera. ¡Esto tenía que ser un sueño!

Jamás llegué a imaginarme que algún día tendría la oportunidad de hacer un trío junto a estas dos chicas tan increíbles, sobre todo a sabiendas de lo mucho que se detestaban... ¡Pero era cierto!

Estaba siendo ordeñado por una, mientras empezaba a hundir mi lengua entre los abultados labios vaginales de la otra. ¡Mi vida era simplemente fabulosa!

Haiku había empezado a restregarme su mojada rajita a la altura de mi rostro, arrancándose a sí misma una gran cantidad de electrizantes gemidos de placer; que la hicieron vibrar con notoria perturbación.

Sin perder el tiempo, sujeté a Haiku por sus inigualables caderas, y guíe mi lengua hacia lo más profundo de su aceitada almejita; dando inicio a un incesante movimiento con la punta de la misma, que no tardó en hacerla estremecer del infinito agrado.

—¡Oohh! Si, siii, ahí… ¡Justo ahí! Anda, Mmh… ¡No te detengas!

La vagina de Haiku emanaba acalorados fluidos por montones, que me hacía difícil el poder controlar los portentosos estímulos que batían sobre mi cuerpo.

Me encantaba deslizar mi rugosa lengua dentro del misterioso coño de Haiku, y escarbar en su encharcado interior; casi al tiempo en que mi macabra pareja contorsionaba enérgicamente sus caderas sobre mí extenuado rostro, como tratando de follarse con la punta de mi delgada lengua.

—Oohhh, siií... ¡Ooohh, Siiiií! —gemía Haiku con velocidad—. De haber sabido que eras tan bueno, te habría devorado hace mucho tiempo.

¡Ya no podía más! Mi corazón estaba totalmente acelerado, y se me hacía cada vez más difícil el poder respirar con normalidad, debido a los prolongados hilillos de flujo que escapaban de la temblorosa rajita de Haiku; los cuales, iban a parar sin ninguna clase de obstáculo dentro de mi expuesta nariz. Literalmente me estaba ahogando en sus tibios jugos.

Con el cuerpo sensible y las bolas a punto de reventar, me aferré con todo lo que pude a las suaves caderas de la serpenteante chica rockera; y utilizando mi electrizada lengua, procedí a taladrar hasta lo más profundo el encharcado coño de su compañera, arrancándole varios suspiros entrecortados en el proceso.

En ese lapsus estábamos más allá de nuestra propia capacidad, hasta quedar a un solo paso de la inminente corrida.

Luego de un par de violentas estocadas, y al ver la manera en la que Haiku había comenzado a devorar los atractivos labios de la enloquecida rockera; pude sentir el momento exacto en el que nuestros cuerpos se tensaron, y estallaron en una imponente descarga de lujuria distensionada; que nos tenía totalmente paralizados, y con las entrañas envueltas en completas llamas.

Extasiado por tan copiosa sensación, no tardé en liberar mi semen en el aceitado interior de la alterada protegida de Luna, retorciendo todo mi cuerpo de un lado al otro; como si estuviese siendo víctima de la más potente de las descargas eléctricas.

Mientras me corría entre sus piernas, Tabby no dejaba de intercambiar besos y caricias con su enrojecida rival; hasta que, de manera casi repentina, esboza con bastante timidez:

—¡Ahh, Aahh... Mmgh! Si-Siento algo caliente recorriendo en mi interior.

Me sentía mareado y bastante contrariado, tras la prolongada exprimida de la que estaba siendo víctima. Pero eso no impidió que continuase revolviendo el interior de ambas chicas con locura, hasta hacerlas gimotear con apoteósica brutalidad.

Luego de un par de incesantes segundos prolongados, y ya sin mayores fuerzas en su cuerpo, Haiku cedió ante tanto cansancio; y se desplomó sobre un costado de la cama. Finalmente había alcanzado su límite.

Con mis últimos restos de energía saqué rápidamente mi polla del tensionado coño de Tabby, y tras meneármela con abrumadora desesperación, arrojé los últimos chorros de mi espesada lefa sobre el exaltado pecho desnudo de la jadeante chica gótica; hasta dejarla totalmente bañada en mi pegajosa esencia.

Sumamente agotada, —y medio atontada por tanto placer—, Haiku extendió sus manos sobre su pecho, y comenzó a frotar mi lefa por todo su cuerpo como si fuese crema humectante; casi al tiempo en que sufría las últimas ráfagas de su portentosa corrida.

—¡Oohh, Ohhh! ¡Mmmh! ¡Ohhh! —jadeaba muy tenuemente Haiku, sin poder mantener los ojos abiertos.

Después de poner a prueba todo nuestro vigor y resistencia, y sin dejar de mirarnos a los ojos con total complicidad, no pudimos evitar caer tendidos sobre la cama.

Estábamos con nuestros cuerpos totalmente acalorados, pero con una inmensa sonrisa de satisfacción en el rostro; que nos tenía resollando con asombrosa vistosidad.

Habíamos pasado una tarde realmente única e irrepetible, y a pesar de que aún me encontraba bastante indeciso sobre a quién debería acompañar al baile; el reciente encuentro que había sostenido con Tabby y Haiku, estaba haciendo un poco más sencilla mi difícil decisión.

—¡Bu-Bueno chicas! Creo que después de lo que acabamos de pasar, tendré que elegir entre alguna de las dos.

En ese instante me sentía bastante relajado, y sin ningún tipo de preocupaciones en la mente. Cuando de la nada, escucho una leve voz que me dice con sorpresivo afán... "No te olvides de nosotras".

Girando la cabeza con bastante nerviosismo, conseguí observar mucho más que horrorizado, la manera en la que Polly Paín y Risas se encontraban paradas junto a la puerta de mi alcoba; mientras nos miraban fijamente a los ojos con indiscutible desencanto. ¡Rayos!