Faltaban pocas semanas para la gran convención de Ace Savvy que se realizaba anualmente en el mega salón de convenciones de Royal Woods, y tanto Clyde como yo no cabíamos de la dicha; ya que en esta ocasión haríamos parte de una de las categorías principales del evento.

Este mega acontecimiento reunía anualmente a los más grandes fanáticos y amantes de los cómics de todo el estado, y era nuestra oportunidad de ser reconocidos como los grandes seguidores de Ace Savvy que siempre hemos sido.

Lo único que teníamos que hacer para participar, era recrear alguna escena épica de acción, que estuviese presente entre los cientos de cómics que hasta la fecha habían sido publicados. Y la más realista, ganaría el primer lugar del concurso, cuyo premio principal consistía en aparecer como invitado especial en una de las futuras entregas de la franquicia.

Con la mente puesta en el objetivo final, nos dispusimos a trabajar muy arduamente durante horas, con el firme propósito de poder salir victoriosos; y lograr alzarnos con el tan anhelado primer lugar.

Después de varios días de intenso trabajo, —en los que tuvimos que soportar las constantes burlas emitidas por las incultas de mis hermanas—, logramos escoger la más épica de todas las escenas; la cual, nos colocaría directamente en la pelea por la obtención del gran premio.

Animados por tan significativo avance, decidimos empezar a buscar un par de lugares que fuesen lo suficientemente amplios, vistosos y accesibles; en los que pudiésemos filmar con absoluta libertad, sin tener que sufrir las continuas mofas de mis despiadadas hermanas.

Por primera vez en mucho tiempo, en mi cabeza tenía espacio para algo más que no fuesen mis hermanas; y eso me hacía sentir absolutamente complacido.

Fue así como el sábado bien temprano, nos dirigimos al imponente parque de Royal Woods, en busca de un par de lugares que sirviesen para representar con mayor realismo y versatilidad, nuestra impactante escena.

Eran un poco más de las 10 de la mañana, y el sol había comenzado a brillar con mayor intensidad. Por lo que luego de pasarnos casi toda la mañana recorriendo tan pacifico lugar, colocamos nuestras cosas junto a un gran árbol que estaba a un lado de la entrada principal, y decidimos tomarnos un breve descanso; antes de continuar con nuestra ardua labor.

A pesar de lo agotado que en ese instante me encontraba, me sentía absolutamente satisfecho, por todo el avance que habíamos obtenido a lo largo de ese día.

Luego de acomodar las cámaras, y de organizar nuestras cosas sobre un costado de la vía, me dirigí rápidamente hacia la zona de comidas, en busca de algo frío que poder tomar. La gran belleza que se vislumbraba en el parque, había comenzado a extasiar mi consternada existencia.

En ese instante me sentía bastante relajado y totalmente libre de toda clase de tensiones, ya que después de mucho tiempo estaba haciendo algo que también me gustaba; y que no tenía nada que ver con mis deslumbrantes hermanas.

Después de descansar sobre una dura banca durante un breve instante, me dirigí una vez más con rumbo hacia el lugar en donde se encontraba Clyde; completamente dispuesto a retomar con nuestras emocionantes actividades, antes de que llegase el medio día.

Cuando estaba a pocos metros del lugar, mis sentidos se intensificaron enormemente, luego de escuchar un singular sonido de lo más perturbador; que provenía del sitio en donde se encontraba mi inocente amigo.

Al escuchar tan extraño ruido, salí corriendo hacia esa dirección, para ver que era lo que había sucedido.

Tan pronto llegué al lugar del impacto, me percato con absoluta preocupación, del modo en el que Clyde yacía tirado a un costado de la carretera; totalmente inconsciente y con la ropa bastante magullada. Y al levantar la mirada, pude observar como a lo lejos un auto desaparecía de la escena con bastante rapidez; dejando más que claro lo que había sucedido. Oh, rayos... ¡Habían atropellado a Clyde!

En ese momento no tenía ni la menor idea de lo que debía de hacer. Por suerte, no tardaron en aparecer personas de todas partes dispuestas a socorrer a mi maltratado amigo; quien para ese entonces, ya había comenzado a realizar ligeras muestras de recobrar el sentido. ¡Uff! Al parecer el susto había sido más grande que el propio impacto.

Mientras las personas atendían a Clyde, me dispuse a recoger rápidamente las cámaras y demás cosas que habíamos instalado para realizar las primeras pruebas de nuestra escena; y al terminar, le di la mano a mi amigo, y me quedé a su lado para no dejarlo solo.

Estuve junto a Clyde durante un largo rato, hasta que finalmente llegó la ambulancia que lo llevaría hasta el hospital de Royal Woods; en donde lo revisarían de manera meticulosa, para descartar si tenía algún tipo de contusión por el impacto.

Esa misma noche y tras varias revisiones de toda índole, Clyde estaba listo para irse a su casa; mientras que por mi parte permanecía de lo más ansioso por regresar a la mía, para tratar de resolver este nuevo caso que tan repentinamente se había presentado.

Tan pronto como estuve en casa, me fui corriendo directamente hacia mi habitación, con el firme propósito de ponerme a revisar las diversas tomas de videos que se habían estado grabando en el transcurso de la mañana; para ver si de esa manera lograba descubrir, que era lo que le había pasado a mi magullado amigo.

Luego de adelantar la grabación hasta la parte final de la misma, y de proceder a revisarla de manera detallada; finalmente llegué a la parte en donde sucedió el tan desafortunado acontecimiento.

En ese instante podía percibir los acelerados latidos de mi propio corazón, a medida que transcurría la escena en la pantalla del computador.

Al analizar el video con enorme cautela, pude ver el momento exacto en el que Clyde emergía confiadamente detrás del inmenso árbol en donde estábamos sentados, con la firme intención de cruzar la vía; cuando de repente un auto apareció de la nada, y lo mandó a volar como si fuese un simple cono de tránsito.

Palpar el instante preciso en el que se produjo tan terrible impacto, me dejó de lo más exaltado... ¡Y con los pelos cada vez más de punta!

No podía tan siquiera imaginar lo realmente violento que había sido el golpe. Pero eso pasó a un segundo plano, tan pronto me percaté de quien era la persona que iba conduciendo el vehículo; la cual, para mi sorpresa, no era otra más que Fiona, la violenta amiga de mi hermana Leni.

Al colocar el vídeo en secuencia de cámara lenta, conseguí apreciar con lujo de detalles, la manera en la que Fiona iba conduciendo su vehículo de forma acelerada; mientras hablaba por celular, y se aplicaba pestañina en su enojado rostro. ¡Wow! ¡Eso sí que era tener talento!

La muy infame iba manejando completamente ajena a las cosas que pasaba a su alrededor, cuando de la nada aparece el confiado de Clyde; quien sin saberlo se puso en su camino.

La cámara grabó el momento exacto en el que Clyde emerge de entre las sombras, y la manera tan aparatosa en la que Fiona lo embiste por un costado. El impacto fue tan rápido y contundente, que mi cuerpo entero se comenzó a retorcer de tan solo mirarlo.

Sentía mucha impotencia por no haber podido evitar que Clyde saliese tan severamente lastimado. Y en ese instante en lo único en lo que podía pensar, era en hacerle pagar a Fiona por todo el sufrimiento que le había causado.

Aunque luego de ver el video con mucho más detenimiento, me pude dar cuenta de que Fiona estaba tan absolutamente concentrada realizando sus cosas, que ni siquiera se percató del golpe, ni de lo que estaba pasando al lado suyo; marchándose con total tranquilidad, como si nada hubiese pasado.

¡Quién lo diría! Al parecer todo había sido un aparatoso y espectacular accidente.

Me sentía sumamente complacido tras haber logrado resolver todo este acontecimiento en tan pocos instantes, ya que sin lugar a dudas, mis habilidades detectivescas iban cada día en aumento.

Luego de resolver el caso, la única pregunta que me faltaba por resolver, era lo que debía de hacer con tan inesperado hallazgo. Y es que sabía que si daba a conocer lo que había descubierto, de seguro castigarían a Fiona con gran severidad; y ella, aunque si era culpable por conducir tan imprudentemente, no merecía que la juzgasen de esa manera. Después de todo, fue más el susto que lo que en realidad le pasó a Clyde.

Con la mente indecisa, estuve despierto durante gran parte de la noche, tratando de pensar en lo que debería de hacer con tan valiosa información.

De ese modo, y tras lograr meditarlo con gran detenimiento, decidí que le haría pagar por todo el dolor que le había hecho pasar a mi maltrecho amigo; aunque eso sí... ¡Lo haría bajo mis propios términos!

Finalmente había llegado el momento de saldar las cuentas con Fiona. En ese nuevo día que recién iniciaba, me sentía sumamente asustado, aunque bastante emocionado, ya que en un par de horas tendría frente a mí a la causante de toda la agonía que había padecido Clyde el día anterior. Y aunque no tenía para nada claro si tendría éxito alguno, al menos sabía que debía de intentarlo.

Luego de colocarme mi deslumbrante uniforme de acción, y de volver a meditar en mi cabeza lo que le iba a preguntar, salí a eso de las 11 am hacia el centro comercial; completamente dispuesto a encarar a la acusada.

Al llegar a Reininger's comencé a buscar a Fiona por todos lados. Y justo en el instante en el que logré divisarla, mi cuerpo entero empezó a temblar con auténtica insistencia; impidiéndome caminar con relativa normalidad. ¡Rayos!

Una vez que logré localizarla, me dirigí como pude hasta el lugar en donde esta se encontraba, para tratar de hablar con ella lo antes posible.

A medida que me acercaba, podía apreciar la deslumbrante belleza presente en cada una de sus formidables curvas; así como toda la elegancia y sensualidad, que desprendía con el más leve de sus movimientos de cintura. ¡Fiona era extremadamente sexy!

Tan pronto como siente un par de pisadas acercándose con prontitud hacia su lugar de trabajo, voltea lentamente su cuerpo con una enorme sonrisa en el rostro; casi al tiempo en que me dice:

—¡Muy buenos días! ¿En qué puedo ayud...? ¡Agkk! ¡Eres tú! —sollozó con desencanto.

Justo en el instante en el que Fiona se percata de mi presencia, su sonrisa desaparece de manera inmediata, y se le comienza a arrugar todo su iluminado rostro con total fastidio; hasta quedar una vez más con el semblante frío y amargado que era usual contemplar en ella.

Resultaba más que obvio que mi simple presencia no era para nada de su agrado, y a decir verdad tenía razón en estar molesta, ya que cada vez que entraba a la tienda lo único que le ocasionaba eran disgustos; y estaba más que seguro de que esta vez no sería para nada una excepción.

Al verme junto a ella, y divisar con odio mi uniforme de Ace Savvy, me mira rápidamente a los ojos; y exclama con profunda seriedad:

—¡¿Qué haces tu acá?! —esbozó arrugado el rostro—. Hoy Leni tiene el día libre. ¡¿O es que acaso no te diste cuenta?!

Fiona siempre me había parecido una chica de lo más salvaje y sensual, que rivalizaba en belleza con la mayoría de las chicas que conocía. Aunque estaba más que claro que su problema no era por falta de atractivo... Sino de actitud; ya que a pesar de ser tan hermosa como las demás, destilaba amargura por donde quiera que pasaba. ¡A esta chica sí que le hacía falta tener un novio urgentemente!

Al ver lo molesta que se estaba poniendo, giré la cabeza para todos lados, y tras darme cuenta de que no había nadie más a nuestro alrededor, le respondí con mucha calma:

–¡Ya lo sabía! Y para que lo sepas... ¡No vine a buscar a Leni!

Al escuchar mi inesperada respuesta, el rostro de Fiona se llenó de gran desconcierto; por lo que llevada por la curiosidad, no tarda en expresar:

—Si no vienes a verla a ella, entonces... ¿Qué rayos haces acá?

Luego de palpar el naciente gesto de confusión presente en su inquietante rostro, la miré a los ojos con algo de nerviosismo; y tras armarme de valor durante unos cortos segundos más, le dije con la voz bastante fracturada:

—Vi-Vi... ¡Vine a verte a ti! ¡Necesitamos hablar!

Tan pronto como Fiona percibió mis alucinantes palabras, no pudo evitar comenzar a sonreír con absoluto desprecio; por lo que sosteniendo su mirada de manera retadora, me dice con gran firmeza:

—¡Deja ya de decir tantas tonterías! Estoy muy ocupada como para perder mi valioso tiempo hablando con un tipejo como tú. ¡Lárgate de aquí antes de que llame a seguridad!

Al ver su actitud tan desafiante, y escuchar las palabras llenas de odio que me había comenzado a lanzar, mi cuerpo entero empezó a sacudirse de la rabia; por lo que decidí firmemente que le haría pagar por cada uno de los malos ratos que nos había hecho pasar, desde el mismísimo instante en que pusimos un pie en ese lugar.

Fue así como cargado de un colosal enojo, y con los vellos de mi piel totalmente erizados; alcé la cabeza, y le respondí con velocidad:

—Adelante, ¡Que esperas! Ve a llamar a seguridad. O mejor aún... ¡Llama a la policía! Ya que estoy más que seguro de que a ellos les interesará ver el video que tengo grabado en mi celular.

Al contemplar la sorpresiva rabia que mantenía presente en mi exaltado rostro, y sin dejar de mirarme con gran ofuscación; me dice sin vacilar:

—¿De qué rayos estás hablando? ¡¿Cual video?!

Fiona había comenzado a exaltarse con absoluta notoriedad, por lo que solo era cuestión de tiempo para que se dejase llevar por sus explosivas emociones; y sacase a relucir todo el descomunal enojo que se batía en su interior.

Una vez que había captado toda su atención, me acerqué un poco más hacia su lado; y sin darle tiempo de reaccionar, le dije suavemente:

—No sé si se te enteraste, pero el día de ayer un maniático atropelló a mi amigo Clyde en toda la entrada del parque de Royal Woods; y luego de hacerlo, se dio a la fuga dejándolo ahí tirado.

—N-No... ¡No escuché nada al respecto! —respondió con suavidad—. ¡¿Y a mí que rayos me importa todo eso?!

Sin lugar a dudas Fiona era una mujer absolutamente hermosa por fuera... ¡Pero de lo más amarga por dentro!

Luego de escuchar su insensible comentario, y aprovechando lo envalentonado que en ese instante me encontraba, saqué mi celular del bolsillo; y haciéndole un par de señas rápidas para que se acercara, le dije poco a poco:

—¿Quieres saber que tiene que ver eso contigo? ¡Pues mira con atención este video!

Llena de una gran curiosidad, Fiona acerca su pendenciero rostro hacia mi celular, y empieza a observar la interesante escena que se estaba reproduciendo.

Bastaron un par de cortos milisegundos para poder contemplar la manera en la que el brioso rostro de Fiona, le daba paso a uno lleno de terror, angustia y por sobre todo pánico; luego de darse cuenta de la delicada situación en la que se encontraba inmersa.

Ver la manera en la que su intranquilo rostro se iba sumergiendo cada vez más en la desesperación del momento, fue suficiente para comenzar a provocarme una emotiva erección de lo más descomunal, que me tenía con el cuerpo bastante acalorado; y que por momentos me impedía sujetar el celular con firmeza.

Luego de contemplar el modo en el que Fiona se había empezado a desmoronar, acerqué mi rostro poco a poco al suyo; y aprovechando lo aturdida que en ese instante se encontraba, le susurré muy lentamente:

—¡¿Ahora si crees que puedas tener tiempo para hablar conmigo a solas?!

Fiona permanecía inmóvil y en absoluto silencio, mientras contemplaba de manera horrorizada, el video que tenía frente a sus alarmados ojos.

Observar a tan salvaje mujer en ese estado de total impotencia, me tenía más acelerado que nunca; pero sabía que tenía que continuar presionándola muchísimo más, si quería tenerla completamente bajo mi control.

En ese instante mi cuerpo entero comenzó a ser víctima de un sinfín de delirantes sacudidas prolongadas, que amenazaban con hacerme perder la razón. Es por ello que sin más tiempo que perder, volví a acercar mi rostro al suyo, y le exclamé con prontitud:

—Ya es casi medio día. ¿Habrá algún sitio en el que podamos hablar sin que nadie nos interrumpa?

Luego de escuchar mis palabras, el cuerpo de Fiona se sacudió de manera mucho más que involuntaria, hasta volver otra vez en sí.

Una vez que lo consigue, sujeta una de mis manos con fortaleza, y procede a tirar de ella con insistencia; hasta lograr quedar a solas en la bodega de la tienda.

Tan pronto como entramos a tan oscuro lugar, Fiona asegura la puerta con candado; y tras sujetarme eufóricamente por mi camiseta, me dice de inmediato:

—Escúchame bien desgraciado. ¡De dónde sacaste ese video!

En ese instante Fiona lucía muchísimo más molesta de lo que alguna vez la hubiese visto. Y al tenerla tan cerca, podía contemplar toda la furia que mantenía presente en sus inquietantes ojos negros; por lo que plagado de un naciente pánico, no tardé en decirle:

—Lo-Lo tomé desde una de las cámaras que teníamos instaladas sobre un costado de la vía.

Después de observarme fijamente con absoluto resentimiento, y sin dejar de crujir sus dientes con elevada perturbación; Fiona acerca sus sulfuradas facciones a las mías, y me dice poco a poco:

—Bueno... ¡Ya estamos a solas! ¡¿Qué es lo que pretendes, infeliz?!

Fiona siempre había sido una chica absolutamente indomable, la cual, casi nunca se andaba con rodeos; por lo que decidí dejar de darle vueltas al asunto, y expresarle todo el resentimiento que sentía en ese instante.

—¡Atropellaste a mi amigo y te largaste como si nada!

—Tu muy bien lo viste en el video. ¡Eso fue solo un accidente!

—¡¿En verdad lo fue?! —le susurré con ironía.

—¿De qué rayos estás hablando? ¡Claro que fue un accidente! Tu amigo salió de la nada, y se cruzó en mi camino; y no lo ayudé porque... ¡Ni siquiera sabía que lo había atropellado!

—¡¿Ah, sí?! Pues lo que yo veo en el video es a una mujer blanca mayor de edad, arrollando deliberadamente a un menor afroamericano; para luego darse a la fuga.

—¡¿Eso es lo que te parece?! —protestó con gran enfado.

—Pues, sí. ¡Mmm! Aunque qué se yo de leyes. Quizás el juez que revise tu caso esté de acuerdo con tu versión de lo sucedido, y te de una simple advertencia. ¡¿No te parece?!

Al ver la seriedad presente en cada una de mis incesantes palabras, y sin dejar de arrugar su exaltado rostro con preocupación; Fiona me mira fijamente a la cara, y no demora en decir:

—Anda enano... ¡Dime de una vez que es lo que quieres!

Después de mucho tiempo, finalmente había llegado el momento que tanto había estado esperando; por lo que lleno de nerviosismo, y con una incesante comezón extendiéndose por gran parte de mi sensitivo ser, le dije casi sin pensar:

—¡Te quiero a ti!

Tan pronto como terminé de hablar, pude ver como el agitado rostro de Fiona se fue tornando cada vez más colorado; al grado en que pensé que estaba cerca de sufrir alguna especie de colapso nervioso.

Fue así que con el cuerpo completamente sonrojado, los vellos erizados, y lanzándome una intensa mirada cargada de gran desazón; de un momento al otro me dice:

—Pe-Pe... ¡¿Pero que rayos significa eso?!

Fiona estaba sumamente consternada, y a decir verdad, me daba algo de miedo la manera en la que fuese a reaccionar; pero en ese punto ya no podía echarme para atrás. Por lo que levantando la cabeza, y armándome de valor, le contesté con seguridad:

—¡Lo que escuchaste! Estoy dispuesto a borrar el video, y a olvidar todo este asunto, si eres "cariñosa" conmigo, y me complaces un buen rato.

Luego de decirle esas impactantes palabras, cerré rápidamente los ojos, esperando alguna especie de golpe por parte suya; pero al percatarme de que no pasaba nada, los volví a abrir con algo de nerviosismo, mientras trataba de descubrir por qué no lo había hecho.

Al mirar a Fiona directamente a la cara, pude ver como esta permanecía bastante aturdida; con la mirada perdida, y en absoluto silencio. ¡Al parecer mis palabras no le fueron tan indiferentes después de todo!

Al cabo de unos tensionantes segundos, en los que no tenía ni la más remota idea de lo que llegaría a suceder, finalmente veo como Fiona vuelve poco a poco en sí; para decirme con total pasividad:

—¡¿Eso es todo?!

—Si, eso es... Espera... ¡¿Qué?!

La repentina respuesta de Fiona me dejó mucho más que extasiado, y con un pronunciado dolor en la parte más baja de mis alteradas bolas; que me tenía con la respiración cada vez más acelerada.

En ese momento no salía de mi completo asombro, tras las extasiantes palabras que había percibido. Y es que en lugar de lucir molesta por mí enorme osadía, Fiona estaba considerando muy seriamente mi alocada petición.

Luego de permanecer sumergida durante un corto tiempo en el más incómodo de los silencios, finalmente vuelve en sí; y me dice sin mayor perturbación:

—Si hago lo que me pides... ¿Prometes que borrarás el video, y que no volveremos a hablar de este asunto?

Asombrado por la inmensa tranquilidad con la que decía esas palabras, y aprovechando ese pequeño lapso de incertidumbre que había en su mente; rápidamente le respondí:

—¡E-Es correcto! —resollé con alteración—. Si me dejas estar contigo, no volverás a saber nada de este tema.

Podía ver la gran indecisión presente en su extasiado rosto, hasta que de un momento al otro Fiona acerca su sudoroso cuerpo al mío; y me dice con total tranquilidad:

—Mmm... ¡Bueno! ¡Lo haré!

¡¿Pero que rayos?! Fiona había recibido mi inusual petición con completa normalidad, como si no fuese la gran cosa. De haber sabido antes lo sencillo que iba a ser, no le habría dado tantas vueltas a este asunto.

Sorprendido por su increíble serenidad, procedí a sentarme sobre unas cajas que estaban a un costado de la bodega; mientras Fiona permanecía absolutamente imperturbable, como si lo que iba a hacer no fuese la gran cosa.

Después de un par de segundos en los que ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabra alguna; Fiona posa nuevamente su mirada sobre la mía, y exclama con gran perturbación:

—¡Más te vale que cumplas tu palabra!

Luego de decir esa interesante oración se sienta suavemente a mi lado, y empieza a pasar su delicada mano por encima del enorme bulto que se me había formado en el pantalón.

En ese instante no cabía de la dicha, y es que Fiona estaba toqueteando mi envalentonado miembro sin siquiera inmutarse. Y tan pronto se percató de su pronunciada firmeza, me bajó la corredera, y procedió a desabrochar mi ajustado pantalón. ¡Oh, rayos!

Fue así como de un momento al otro sostiene mi dura polla entre sus blancas manos, y tras continuar sumergida en el apabullante silencio del momento, empieza a doblar su llamativa cinturita hacia mí lado; hasta posar su agitada cabeza sobre mi falo.

Fiona sabía exactamente lo que estaba haciendo, por lo que resultaba mucho más que obvio, que no era la primera vez que se encontraba en esa situación.

Una vez que tomó mi palpitante pene entre sus manos, empieza a frotarlo muy suavemente de arriba hacia abajo; haciéndome suspirar con el más leve de sus movimientos.

Entre más desplazaba su mano sobre mi vigoroso instrumento, mayor era la intranquilidad que relucía en su sonrojado rostro. Tanto así, que podía sentir la manera en la que su turbada respiración, chocaba contra mi incrédula hombría.

Al percatarse de lo que sus pausados movimientos le habían empezado a provocar a mi ruborizada silueta, Fiona saca su delgada lengua con velocidad, y empieza a deslizarla con absoluta destreza por toda la punta de mi inflamado pene; generándome violentas arcadas del más intenso placer.

Sin siquiera proponérselo, Fiona estaba acabando con mi sofocada resistencia. Y antes de que tuviese la más mínima oportunidad de retomar el control sobre mi cuerpo, quedé absorto tan pronto contemplé la forma como esta descendía su cabeza sobre mi cintura; hasta engullirse gran parte de mi verga de una sola sentada.

Podía sentir la suavidad de sus labios, así como el sorprendente calor de su densa saliva; cada vez que devoraba mi electrizado miembro con su hábil boca. Fiona estaba devorando mi polla con tanta soltura y velocidad, que aunque me lo propusiera, estaba lejos de soportar la sublime constancia de sus fulminantes labios.

Poco a poco estaba llegando al inevitable umbral de mi limitada resistencia, y estaba más que seguro de que Fiona lo sabía. Por lo que aprovechándose de su clara ventaja, comenzó a enfocar todos sus ataques en la parte más sensible de mi extasiado pene. "La punta".

Fue así como de un momento al otro, comencé a sentir el modo en el que su sagaz lengua, envolvía continuamente la acongojada cabeza de mi polla; hasta hacerme delirar de infinita satisfacción.

La muy infeliz no dejaba de serpentear su veloz lengua por toda la puntita de mi cosquilleante miembro, casi al tiempo en que deslizaba su enérgica mano sobre el duro tronco de mi consternada hombría; haciéndome ver estrellas ante el más leve de sus pronunciados movimientos.

Luego del brutal ritmo al que me mantenía sometido con sus humedecidos labios, y al comprobar lo altamente acelerado que mantenía todo mi cuerpo, Fiona empieza a deslizar su insaciable lengua por la puntita misma de mi intranquilo falo; hasta hacerme sucumbir ante su elevada voluntad.

Sentir su intrépida lengua rozar con insistencia la punta de mi agitado glande fue realmente mucho para mí, y no tardó en provocarme un pronunciado hormigueo en gran parte de mi alterado cuerpo; que dio como resultado el que no aguantase más sus sistemáticas sacudidas, y liberase numerosos chorros de mi más viscoso semen dentro de su deslumbrante cavidad.

—¡Uff, Uff! Fío... ¡Fionnaaaa! ¡Mmm! ¡Nghh! ¡Aaaghh!

Mientras mis bolas se contraían y mi cuerpo se entregaban al placer, instintivamente sujeté a Fiona por su enorme cabeza, para que no dejase escapar ni una sola gota de mi preciado néctar. Y aunque en un principio pensé que eso le molestaría, lo único que hizo fue continuar succionado mi polla con gran efusividad; hasta dejarla completamente seca.

Extasiado por la soberbia mamada que me acababa de regalar, caí tendido sobre una de las cajas, sin poder mediar palabra alguna; mientras mi complacida acompañante, terminaba de succionar mi pene con vistosidad.

Una vez que Fiona comprobó que su labor había terminado, rápidamente se puso de pie; y limpiándose con un pañito los restos de corrida que había en su boca, procede a mencionar:

—¡Listo! Ya hice que te corrieras. ¡Ahora borra el video!

—¿Pero de que rayos estás hablando? —le indiqué con exaltación.

—Tu dijiste que si era cariñosa contigo borrarías el video. Y que más complaciente y cariñosa quieres que sea, si viste como me acabo de tragar toda tu leche.

—No te pases de lista, Fiona. ¡Tú sabes muy bien a lo que me refería!

—¡Aghh! ¡Rayos! —exclamó con frustración.

Aparte de hermosa, Fiona era una chica absolutamente astuta; por lo que intentaba librarse de mi lo antes posible, para no tener que cumplir con mi anhelada petición.

Después de otro largo y abrumado silencio, y con la mirada completamente resignada, Fiona lleva sus delgadas manos hacia su cintura, y empieza a subirse su camiseta de rayas rojas horizontales; hasta dejar su lindo sujetador negro ante mi vista.

Luego, y sin siquiera inmutarse, procede a quitarse muy lentamente su apretado pantalón; hasta tan solo quedar cubierta por su atractiva ropa interior. Tal y como siempre lo había imaginado, ¡El cuerpo de Fiona era sencillamente alucinante!

Fiona traía puesta una pequeña tanga negra con encajes casi transparentes, que era lo suficientemente ajustada, como para permitirme contemplar la colosal magnitud de su robusta vagina.

Una vez que quedó cubierta por ese par de llamativas prendas, y al percatarse de lo ruborizado que me tenía todo su cuerpo; extiende sus suaves manos hacia un costado; para ir liberando lentamente sus prominentes tetas. ¡Oh, cielos!

Aunque los imponentes senos de Fiona estaban lejos de parecerse en forma y tamaño a los majestuosos pechos de mamá, si eran mucho más grandes que los del resto de mis hermanas; siendo un verdadero deleite el poder observarlos tan de cerca.

Las hermosas tetas de Fiona eran firmes, radiantes, e inusualmente blancas; y estaban adornadas por un par de micro pezones de color café oscuro, que aumentaban considerablemente todo su atractivo.

Con su imponente par de tetas finalmente al descubierto, Fiona gira su molesto rostro hacia mi lado; y tras comenzar a mirarme con total repudio, no demora en esbozar:

—¡Eres un maldito!

Diciendo esas impetuosas palabras, Fiona estira suavemente sus tersos brazos hacia su cintura, hasta lograr posarlos sobre ambos extremos de su minúscula tanga; y dando un fuerte suspiro cargado de un poco de impotencia, procede a retirarse la última prenda que cubría su misteriosa intimidad.

En ese instante no lograba asimilar lo que mis conmocionados ojos se mantenían observando, ya que cuerpo de Fiona lucia tan ampliamente atrapante; que me tenía con los pensamientos cada vez más revueltos.

Tan pronto como Fiona quedó sin nada de ropa encima, se mantuvo de pie en todo el frente mío, sin siquiera inmutarse por el modo tan lascivo con el que había comenzado a observarla. Es más, podría haber jurado que lo estaba empezando a disfrutar.

Luego de un par de silenciosos segundos, en los que permanecíamos mirándonos las caras en completa calma, Fiona me aparta de un fuerte empujón, y se comienza a acomodar sobre unas cajas que permanecían amontonadas en un rincón; hasta quedar totalmente tendida encima de estas.

Contemplar su silueta alojada sobre ese montón de cajas, me tenía con el cuerpo cada vez más receptivo; y con gran parte de mi piel, con un delirante tono enrojecido.

Una vez que estuvo acomodada sobre las cajas, y al ver la inalterable expresión de pánico que mantenía presente en mi intranquilo rostro, no tarda en decirme:

—Date prisa enano. Aún tengo muchas cosas más que hacer.

Fiona era sencillamente increíble, y es que ni siquiera el hecho de que estuviese desnuda frente a mis expectantes ojos, lograba aplacar su infinita agresividad.

Fue así como rápidamente empecé a quitarme la capa y el resto de mi uniforme, hasta quedar tan solo cubierto por mis elegantes calzoncillos de edición limitada de Ace Savvy.

En el instante en el que Fiona se percata de mi llamativa ropa interior de colección, empieza a sonreír con gran cinismo; para luego decirse así misma en voz alta:

—¡No puedo creer que haya caído tan bajo!

Al parecer Fiona era igual de inculta como el resto de mis hermanas. ¿Es que acaso ninguna chica de esta ciudad compartía mi buen gusto por los cómics?

Sonrojado por su último comentario, no tardé en despojarme de mi colorida ropa interior; hasta quedar con mi semierecta polla totalmente desafiante.

Justo en el instante en el que Fiona se percata de mi tambaleante miembro, deja de sonreír y se lo queda observando muy fijamente; como dándose cuenta de que no tenía escapatoria.

Luego de acomodar mi celular y el resto de mis cosas sobre una de las cajas que estaban frente a nosotros, me dirigí con elevaba cautela hacia el lugar en donde se encontraba la compañera de Leni; totalmente dispuesto a saciarme las elevadas ganas, que me producía su majestuosa figura.

Pero tan pronto me iba a acomodar en medio de sus piernas para dar rienda suelta a toda mi pasión, Fiona me frena en seco con una de sus manos; y mirándome a los ojos con extrema seriedad, no demora en decirme con firmeza:

–Espera un momento. ¡¿Tienes condones?!

Al terminar de realizar esa pregunta, y al constatar mi rostro plagado de sorpresa, Fiona se muerde los labios con enojo; y tras mirarme completamente de reojo, ella misma se responde.

—¡Aghh! Pero por supuesto que no tienes condones. ¡Hmm! En que rayos estaba pensando al preguntarle semejante tontería.

Fue así como girando su aturdido rostro para todos lados, y tras demostrar abiertamente su elevada impotencia, Fiona me señala con uno de sus dedos, y me dice manera pausada:

—Bueno... ¡Ya que! Continúa. —exclamó con gran resignación—. Pero eso sí... ¡No te atrevas a correrte adentro! Si lo haces, te aseguro que lo vas a lamentar.

Las inquietantes palabras de Fiona, en lugar de amedrentarme, me tenían mucho más que deseoso de taladrar su lubricado interior. Pero a pesar de ello, sabía que debía de ir con muchísima más cautela, ya que ella era absolutamente diferente al resto de las chicas con las que había logrado estar.

De esta manera, y recordando los diversos encuentros previos que había sostenido con la maestra Johnson, decidí dejar mi ansiedad a un lado; para dedicarme a estimular a la imponente mujer que tenía en frente mío.

Fue así como rápidamente empecé a acariciar la cara interna de sus voluminosos muslos, mientras palpaba toda la suavidad y tersura presente en su extasiante piel.

Bastaron un par de caricias en tan recóndita zona para que Fiona levantase velozmente la mirada, y empezase a sacudir todo su cuerpo, como preguntarse si era capaz de controlar la inminente descarga de placer que le estaba recorriendo entre sus piernas.

En ese instante me resultaba casi imposible el poder controlar el enardecido frenesí presente en mis desenfrenadas hormonas, así como las brutales ganas que tenía de acribillar su dilatada hendidura, hasta lograr correrme con brutalidad.

La atractiva figura de Fiona estaba sacando lo peor que había en mí mente, y eso tan solo servía para lograr incrementar muchísimo más, la elevada presión que me carcomía por dentro. ¡Rayos!

A medida que iba deslizando las pequeñas yemas de mis dedos por todo el centro de sus provocativas extremidades, mi erección se hizo cada vez más evidente; hasta volverse sumamente dolorosa y difícil de controlar.

Entre más me acercaba a su lampiña abertura, podía notar con gran facilidad, el elevado grado de intranquilidad que esta sentía en ese momento. Para mi sorpresa, el agitado cuerpo de Fiona estaba más que deseoso de ser estimulado hasta el final.

Después de un rato, y ante su atenta mirada, bajé mi cabeza hasta lograr posarla justo en medio de sus fabulosas partes; y una vez ahí, comencé a deleitarme con la inigualable robustez y belleza de sus preciados labios vaginales.

De esta manera, y sin darle el más mínimo chance de emitir sonido alguno, empecé a deslizar uno de mis esbeltos dedos por todo el contorno de su sobresaliente hendidura; dispuesto a palpar de toda su inigualable calidez con ansiedad.

Tan pronto la ávida punta de mis dedos rozó levemente la comisura se sus labios, el cuerpo de Fiona se arqueó de manera involuntaria; dejando escapar diversos gemidos de su linda boquita.

—¡Ahh, Aahh! ¡Mmm! ¡Nghh!

Con mi cabeza tan cerca de su intimidad, podía sentir la suave fragancia que emanaba continuamente de su temblorosa abertura, así como el idílico sabor agridulce que se desprendía de su acolchada vagina; a medida que estimulaba su lampiña rajita.

Fiona me tenía con la sangre cada vez más burbujeante, y con el cuerpo sumergido en una dolorosa excitación. Fue así como llevado por la ferviente calentura del momento, empecé a deslizar muy suavemente la delgada puntita de mi lengua por todo el contorno de su robusta intimidad; hasta lograr provocarle continuos estertores del más intenso placer.

Podía sentir la manera en la que mi inquieta lengua se abría camino entre su carnosa abertura, para luego internarse en su sensitivo interior, y atacar ferozmente la prominente protuberancia que se alzaba impetuosamente en la parte más alta de su conmocionado conducto.

Tan pronto tuve su brillante clítoris a mi alcance, empecé a golpearlo muy suavemente con la delgada puntita de mi traviesa lengua, mientras lo envolvía tímidamente entre mis vibrantes labios; hasta hacerla desvariar con gran efusividad.

—¡Ay, Ay... Mmm, Mmmh! ¡Jaaahhh!

Los tenaces alaridos de placer emitidos por Fiona, me hacían serpentear mi lengua con mucha más velocidad; logrando con esto que mi sudorosa pareja tuviese que apretar sus sonrosados labios con gran enojo, para tratar de ocultar lo bien que la estaba pasando.

Fiona estaba visiblemente alterada, y en ese punto no lograba esconder toda la lujuria y gran desconcierto, que continuaban estremeciendo su frágil figura.

Fue así como de un momento al otro aproveché su incesante confusión, para sujetar con enorme fortaleza sus deslumbrantes pechos; hasta hacerla resoplar con gran intermitencia.

—¡Ahh, Aahh! M-Mis tetas... ¡Aghh, Aaaghh! ¡Infeliz!

El cuerpo de Fiona empezó a sumergirse en un delirante descontrol de lo más intenso y desproporcionado, mientras estaba cada vez más cerca de entregarse al innegable placer.

Entre más pasaban los minutos, la amiga de Leni estaba cada vez más extasiada, por lo que decidí detener momentáneamente los contundentes estímulos que realizaba sobre su ensanchada intimidad, para dedicarme a acariciar sus empalidecidos muslos.

Luego de deleitarme con el melodioso sonido de sus acelerados gemidos, y utilizando la punta de mis pequeños dedos para volver a separar sus delicados pliegues vaginales; volví a posar mi cabeza justo en medio sus fornidas piernas, para lograr sentir todo el sabor de su jugoso coño.

Mis certeros lengüetazos empezaron a generarle toda clase de feroces sacudidas, que no tardaron en hacerla estallar del más surrealista arrebato. En ese instante Fiona no pudo continuar soportando los brutales ataques que ejercía con destacada dedicación sobre su prolijo conducto, comenzando a delirar con gran alboroto.

—¡Ma-Maldito enano! Deja ya de toquetearme el coño.

Permanecí durante un largo rato succionando su refrescante almeja, sin dejar de recorrer sus fabulosos labios vaginales con mis dedos; y lo continúe haciendo con total precisión, hasta hacerla sollozar con gran efervescencia.

—¡Aahh, Aaghh, Mmgh... Aaaghh!

Hechizado por tan sensual sabor, continué batiendo mi sinuosa lengua por todo el contorno de su empapado sexo; hasta que impulsado por su elevada calidez y aroma, se la comencé a introducir en todo el centro de sus brillantes labios.

Mi inesperada maniobra no tardó en hacerla estallar de inmenso regocijo, obligándola a estremecer su torso con inusitada convicción.

Entre más retorcía mi hábil lengua en todo el medio de su engrasado interior, mayor era la fuerza con la que sacudía sus electrificadas caderas. Fiona estaba totalmente fuera de sí, por lo que tan solo era cuestión de tiempo para que empezase a suplicar por tener mi palpitante polla justo en medio de sus temblorosas piernas.

Pronto, comencé a describir pequeños círculos en su enardecido interior, lo cual me permitió palpar las atroces contracciones que realizaba con su chorreante vagina; hasta incitarla a batir su reluciente cabellera castaña, de un lado al otro.

Fiona estaba completamente alterada y fuera de control, por lo que era cuestión de tiempo para que cediese a sus más primitivas sensaciones contenidas.

En un punto en particular había comenzado a mover mi lengua con tan increíble afán, que parecía un auténtico torbellino dispuesto a arrasar con todo lo que encontraba a su paso. Y entre más lo hacía, mayor era la velocidad con la que contorneaba su idílica figura.

La compañera de Leni estaba claramente en su límite, pero ni sus continuos gemidos disminuyeron mis prolongadas ganas de continuar explorando su chapoteante abertura.

Fiona estaba jadeante y sumamente enloquecida, por lo que llevada por sus inexorables ganas, empezó a arquear su espalda al compás de mis tenaces lengüetazos; hasta finalmente sucumbir ante su innegable placer interno.

Animado por el fragoso modo en el que se estremecía su ensanchada cintura, detuve mis movimientos y acomodé mi cuerpo sobre el de ella; hasta dejar mi polla a la altura de su imponente orificio.

Durante todo ese lapso, Fiona solo se limitaba a observar la forma en la que situaba mi cuerpo desnudo sobre el de ella, sin ser siquiera capaz de mirarme a los ojos; y aunque estaba seguro de que no lo iba a reconocer, estaba más que ansiosa por tener mi pene en su interior.

Tan pronto como logré acomodar mi pelvis sobre la suya, sujeté mi polla con auténtica convicción, y lentamente empecé a pasarle la punta por todo lo largo de su reluciente abertura, rozando cada uno de sus sobresalientes labios vaginales; hasta lograr arrancarle varios tímidos suspiros en el proceso.

Fiona lucía sumamente acalorada, y por más que lo intentaba, no era capaz de ocultar la innegable excitación que arremetía contra su sudado cuerpo.

De ese modo continúe estimulando su dilatada rajita, hasta que está quedó completamente brillante, a causa de los diversos chorros de flujo que había empezado a emanar de su agitado interior. En ese momento el majestuoso coño de Fiona parecía una auténtica cascada.

Su delicado rostro estaba completamente trastornado, y entre más estimulaba sus frondosos labios, mayores eran los movimientos descontrolados que realizaba con su endeble cuerpecito.

Llevado por el sofocante frenesí del momento, sujeté mi polla con firmeza, y bajo la atenta mirada de mi acompañante, empecé a introducir mi abultada cabeza en medio de sus sensitivos labios vaginales; hasta hacerla suspirar con gran desazón.

Y justo en el instante en el que comenzó a acomodar su perceptiva figura, totalmente dispuesta a que mi miembro la perforase con gran profundidad, dejé de introducírsela abruptamente, y me quedé completamente quieto; mientras contemplaba su trastornado rostro cargado de angustia y desconcierto.

Sentir la abultada cabeza de mi polla alojada en todo el medio de sus encharcados labios vaginales, me tenía totalmente intranquilo y con los pelos cada vez más de punta; pero sabía que tenía que contener las inmensas ganas que tenía de penetrarla, si quería hacerla delirar con sobresalto.

Fue así como luego de unos angustiantes segundos para ambos, procedí a apartar la temblorosa punta de mi polla de entre sus dilatados labios. Y sin darle tiempo de respirar, se la volví a introducir muy lentamente; teniendo siempre cuidado de no deslizar más de la cabeza en su interior.

Fiona tan solo se limitaba a observarme, pero lo hacía con un rostro plagado de impaciencia, odio e infinita desesperación; que me daba las fuerzas para continuar provocándola hasta llegar al límite.

Ese inusual mete y saca lo continúe haciendo durante un par de segundos más, hasta que finalmente Fiona no pudo continuar aguantando el alterado estado de su sudorosa figura; y sujetándome enérgicamente por el cabello, me dice con gran ofuscación:

—¡Que esperas infeliz! Métemela de una buena vez. ¡¿No era eso lo que tanto querías?!

Después de innumerables insultos y prolongados sobresaltos... ¡Lo había conseguido! Fiona estaba con el cuerpo exaltado y completamente efervescente por culpa de todos mis punzantes estímulos. Por lo que al verla tan irritada y deseosa de ser penetrada, bajé mi cabeza hacia su alterado pecho, y empecé a retorcer con rabia cada uno de sus endurecidos pezones; prácticamente como si estuviesen hechos de goma.

A pesar de lo bruscas que resultaban mis caricias, en ningún momento se atrevió a pedirme que dejase de hacerlo; limitándose a resoplar y estremecer su sofocado cuerpecito, como si realmente lo estuviera disfrutando.

Llevado por un intempestivo ardor que poco a poco se iba apoderando de mi impaciente cuerpo, miré a Fiona a los ojos. Y besando su delgado cuello con autentica sevicia, le enterré mi venoso miembro de una sola estocada; hasta hacerle estremecer su vientre con descomunal demencia.

De esta manera, mi polla se adentró en medio de sus robustas piernas, abriéndose camino por todo el centro de su conducto vaginal; hasta llegar a los rincones más deseados de su delirante anatomía.

Podía sentir las fuertes contracciones provenientes de sus ardientes paredes vaginales, así como la feroz manera en la que se tensaban sus largas piernas sobre mi espalda; provocando que su frágil respiración, se tornase cada vez más acelerada y entrecortada.

Lleno de una gran desesperación, empecé a mover mi pelvis con mucha más rapidez que en un principio, completamente dispuesto a tratar de inundar su cálido interior lo antes posible.

Fue así como mi pene fue entrando muy lentamente dentro de su frenética hendidura, permitiéndome sentir vividas punzadas en la cabeza de mi polla que me tenían sumamente inquieto; y con el cuerpo cada vez más aletargado.

Llevado por la cuantiosa sofocación, sujeté a Fiona por su pequeña cinturita, y continúe haciéndole insistente presión con mi pene; hasta lograr adueñarme completamente de su interior.

Al sentir la manera en la que mi agitado miembro se deslizaba justo en medio de sus temblorosas partes, comenzó a elevar suavemente sus conmocionadas caderas; para permitir que el último tramo de mi inflamado garrote, la perforase con mucha más soltura y facilidad.

Fiona resoplaba entrecortadamente, cada vez que mi polla se desvanecía con desbordante anhelo dentro de su asfixiante interior. Y todo esto mientras me miraba con los ojos abiertos de par en par, como tratando de hacerle frente a las diversas descargas de placer; que sacudían con total demencia sobre su curvilínea humanidad.

Poseído por su envolvente sensualidad, agarré un limitado impulso, y dando un certero golpe de caderas, se la enterré hasta lo más profundo de su aclarado coño; pudiendo notar el modo en el que mis adoloridas bolas, chocaban contra el interior de su estresado conducto.

Tan pronto Fiona se dio cuenta de la manera en la que me había apoderado completamente de su extenuada entrepierna, pegó un portentoso grito cargado de absoluta satisfacción; que estuvo a punto de hacerle perder el semblante.

Al sentir su briosa respuesta, empecé a bombear en su interior con mucha más desesperación que en un principio; y lo continue haciendo mientras retorcía un par de veces sus oscurecidos pezones, con la punta misma de mis pequeños dedos.

Cada vez que la penetraba, podía sentir la manera tan desesperada en la que su asfixiante vagina, se cerraba violentamente alrededor de mi frágil hombría; casi hasta el punto de hacerme convulsionar por tan impresionante deleite.

Al levantar la mirada, logré percatarme de la forma en la que Fiona instintivamente había empezado a acariciarse las tetas; haciéndolo con tantas ganas y sensualidad, que me tenía cautivado con cada uno de sus pausados movimientos.

Entre más desaparecía mi aturdido miembro dentro de su congestionado interior, mayor era la cantidad de los amarillentos fluidos que dejaba escapar de su espacioso coño; envolviéndome la polla y gran parte de mis bolas, con toda su magnífica viscosidad.

De ese modo, continúe taladrando enérgicamente cada tramo de su extasiante sexo, hasta hacerla balbucear ante cada uno de mis constantes bamboleos de cintura. Los ritmos de mis estocadas eran cada vez más efusivos, y entre más la penetraba mayores eran los jadeos y las atroces contracciones, que realizaba con su conflictiva humanidad.

El peso de nuestros cuerpos sumado a la aparatosa velocidad de mis profundas embestidas, no tardaron en provocar que la caja sobre la que estábamos apoyados hasta ese momento cediese abruptamente; hasta hundirse casi por completo. A pesar de ello, no fuimos capaces de detener nuestros sistemáticos movimientos.

Estábamos completamente exaltados, pero en lo único en lo que podíamos pensar, era en satisfacer la inmensa calentura que se batía en nuestros furibundos cuerpos... ¡Aún a costa de nuestra propia resistencia!

Ya no podía aguantar más el constante calor ni las feroces contracciones provenientes del palpitante coño de Fiona; por lo que lleno de un angustiante afán, levanté la cabeza y le dije:

—¡Fi-Fiona, ya no aguanto más! Me voy... ¡Me voy a correr!

Al darse cuenta de mi deplorable estado, y de la inminente explosión de mi agotada silueta, Fiona estira sus manos. Y enterrándome sus filosas uñas en mis nalgas, comenzó a intensificar el salvaje ritmo de sus acelerados movimientos; hasta dejarme a un paso de mi inminente corrida.

Fiona estaba completamente sumergida en nuestro inesperado encuentro, y en ese punto, en lo único en lo que podía pensar era en tratar de saciar todo ese inmenso ardor, que tenía acumulado en sus conflictivas entrañas.

Fue así como sujetando a Fiona por sus firmes hombros, y valiéndome de las pocas fuerzas que aún permanecían en mi turbado ser, comencé a penetrarla con una gran intensidad; hasta lograr apaciguar todo ese arrebato que sentía por dentro.

Con mis movimientos contenidos y mi cuerpo completa al límite, aceleré las candentes embestidas que le estaba propinando. Hasta que finalmente no pude continuar soportando las ofuscadas descargas de placer que recorrían abiertamente por cada una de mis lujuriosas venas; y dejé salir diversos chorros de mi más abrasadora lefa, en todo el fondo de su congestionada hendidura.

En ese punto continuamos follándonos el uno al otro, olvidándonos por completo del inmenso odio que nos había conducido hasta esta instancia.

Agotado por todo el esfuerzo realizado, me desplomé sobre las reconfortantes tetas de Fiona; quien estaba tan increíblemente ofuscada, que no era capaz ni de mantener los ojos abiertos. Había sido un encuentro de lo más violento y maravilloso, que me moría de ganas por volver a repetir.

Mientras descansaba mi cabeza sobre las enormes tetas de Fiona, me resultaba prácticamente imposible el no sentirme maravillado, con el acelerado ritmo de su incesante corazón.

Luego de haber saciado las inmensas ganas que me producía su transpirado cuerpo, y de permanecer inamovible encima suyo, me puse poco a poco de pie; y tras darle un último vistazo a su extraordinaria figura, tomé mi ropa con algo de prisa, y procedí a ponerme mi elegante uniforme.

Una vez que estuve listo, y mientras admiraba el modo en el que Fiona se vestía con algo de frialdad, agarré mi celular, y haciéndole un gesto a mi hermosa acompañante, borré el tan repudiado video; que nos había conducido a tan notoria situación.

Al ver la manera en la que este se desvanecía, Fiona hizo un claro gesto liberador; y mientras terminaba de colocarse lentamente el pantalón, me dice con gran seriedad:

—Espero que cumplas tu palabra y borres todas las copias que tengas. No quiero volver a saber nada de ese asunto... ¡Ni mucho menos de ti!

Con el cuerpo aún adormilado, y con una inusual sensación de tranquilidad recorriendo en cada tramo de mi extasiado ser, no tardé en replicarle:

—Descuida... ¡Así será!

Tan pronto como Fiona termina de vestirse, da un par de pasos hasta el lugar en donde me encontraba, y colocando una leve sonrisa en sus carnosos labios, me susurra con suavidad:

—Eres un maldito enano tramposo y desagradable. Pero a pesar de ello... ¡Aún hay algo que quiero decirte!

Las palabras de Fiona me llenaron de alegría, comenzaron a generarme un leve cosquilleo en mis pantalones, ante la naciente posibilidad de volver a estar con ella en un futuro.

Luego de pronunciar esa frase, Fiona comenzó a doblar su delgado torso hacia mi lado; hasta lograr posar su lindo rostro junto al mío.

Una vez que estuvo acomodada, y aprovechando mi elevada confusión, la muy maldita me da un enérgico rodillazo en todo el centro de mis aterradas bolas, que me mandó directamente al suelo; y que me hizo retorcer bajo una gran agonía, debido al inclemente dolor que me había provocado.

Después de deleitarse con mi magullada figura tirada sobre el suelo, Fiona dobla su magnífica silueta hacia mí lado; y esbozando nuevamente una clara mirada de repulsión, me dice con un tono mucho más que amenazante:

—Si te vuelvo a ver merodeando por esta tienda, te aseguro que te haré vivir un dolor mucho más agudo que el que estas sintiendo en este instante. Así que, lárgate de acá... ¡Y no regreses!

Al terminar de decir esas terroríficas palabras, la muy maldita se retira de ese lugar, batiendo su proverbial trasero con total tranquilidad; dejándome tirado en el piso, mientras trataba de agarrar algo de aire para recobrar el semblante.

A pesar del doloroso final que había sufrido tras mi inesperada aventura, me sentía mucho más que satisfecho de haber podido pasar un momento tan infinitamente atrapante, junto a una de las mujeres más hermosas de todo Royal Woods.

Y aunque estaba ilusionado de que ella quisiese volver a estar conmigo por voluntad propia, aún tenía un último Ás bajo la manga, que de seguro me garantizaría poder lograr mi objetivo en un futuro no muy lejano. Ya que mientras me descambiaba para poder estar con Fiona, aproveché la oportunidad para grabar con mi celular todo nuestro efusivo encuentro privado, en caso de que mi salvaje acompañante, no quisiese volver a tenerme cerca.

Después de un largo rato, y con las bolas aún adoloridas, salí calmadamente de tan reservado lugar; manteniendo la firme convicción de que la historia que había vivido con Fiona... ¡Aún estaba lejos de terminar!