Seis de la mañana en la casa Loud, y mientras la mayoría de sus habitantes descansaban pacíficamente en la comodidad de sus apacibles camas, varios de sus integrantes se despiertan al unísono con el agudo sonido del reloj; para tratar de aprovechar al máximo el inicio del fin de semana.
DÍA DE LOLA:
Tan pronto como los primeros rayos del sol empezaron a iluminar las empalidecidas paredes rosa del cuarto de las gemelas, la menor de ellas abrió sus ojos con gran ofuscación; al sentir el intenso replique proveniente de la colorida alarma junto a su cama.
A pesar de ser sábado por la mañana, la pequeña princesa se había despertado lo más temprano posible, para tratar de cumplir con varios de los importantes compromisos que había adquirido para esa jornada.
Una vez que consigue levantarse de su elegante cama, y procede a quitarse los distintos productos de belleza que solía utilizar en el rostro a la hora de dormir, Lola enfila su rumbo hacia el único baño situado en el extremo opuesto del corredor; para poder ser la primera en utilizarlo.
Aunque a pesar de su inigualable esfuerzo no logró cumplir con su objetivo, ya que al intentar girar el pomo de la puerta, se sorprendió de manera ampliamente delirante; luego de presenciar el modo en el que su siniestra hermana Lucy, emergía de dicho espacio envuelta en una toalla. ¡Al parecer no era la única que tenía todo tipo de planes para ese día!
Al cabo de unos largos minutos de interminable espera, Lola sale de la ducha con el rostro completamente renovado. Y al abrir la puerta para dirigirse a su habitación, no pudo evitar notar la manera en la que Lori, Luan, Lynn y Luna permanecían haciendo fila con el rostro adormilado; mientras esperaban en silencio para ingresar al baño.
A eso de las 8:00 de la mañana, y tras varios minutos del más intenso maquillaje, su sesión de belleza se vio claramente interrumpida por el agudo grito de su enérgica madre; quien les avisaba sin ninguna clase de recato, que había llegado el momento de bajar a desayunar:
—Vamos chicos, quiero oír sus pies en el piso... ¡Tú también Lincoln!
Con una clara expresión de descontento por no haberse podido terminar de maquillar, la atención de la pequeña princesa se dirige rápidamente hacia su somnolienta hermana gemela. Quien al escuchar el eufórico llamado de su madre se levanta poco a poco de su descuidada cama, y sin siquiera vacilar, se desprende de la manchada bata blanca que cubría su frágil figura; para luego empezar a vestirse con los distintos restos de ropa sucia del día anterior.
Después de ver a su gemela oliendo sus axilas con gran agrado, y de debatir en su cabeza si en realidad eran hermanas, Lola inclina su rostro completamente derrotada; y se dirige en total silencio hacia la mesa del comedor.
Eran un poco más de las 8:15 am, y de entre la multitud de limitados bostezos e inmuebles estirones prolongados, resaltaban tanto Lori, Leni, Luan y Lucy; quienes permanecían de lo más arregladas posible, a la espera de poder salir de la casa temprano.
A pesar de no tener escuela, la mayoría de los presentes parecían tener bastante prisa en marcharse de ese lugar; siendo la primogénita de la familia, quien demostraba mayores ansias de querer alejarse de la mesa.
A medida que sus hermanos hacían desaparecer la comida con gran velocidad, Lola posa su mirada sobre el gélido rostro de su inexpresiva hermana Lisa; quien se mantenía hablando entre susurros con el único chico de la casa, llamando la atención de una buena parte de los presentes.
Con la vista aún situada sobre los sospechosos movimientos de sus hermanos, Lola se dirige a toda prisa hacia la despensa de la cocina; para poder ir en búsqueda de un poco de jalea para sus wafles. Y al regresar, se percata de la violenta manera en la que una enfurecida Lori se retira a toda prisa de la mesa; con el rostro completamente enrojecido.
Tras preguntarse en su cabeza que rayos había sucedido en su corta ausencia, la pequeña princesa se vuelve a acomodar muy lentamente en su sitio; a la espera de poder culminar con su azucarado desayuno.
Al cabo de varios minutos del más intenso alboroto, el comedor fue quedando sumergido en el más llamativo de los silencios; por lo que llena de una gran intranquilidad, Rita les grita a sus hijas con enorme fortaleza:
—¡Atentas chicas! Vayan a arreglarse si necesitan que las lleve. Dense prisa que en un rato nos vamos.
Luego de desayunar, Lola se aparta con recato de su lugar junto a la mesa, y se dirige sin mayor apuro hacía su acogedora habitación; para poder tener tiempo de terminar de arreglarse.
Aunque antes de llegar a su destino, la animada chica rubia posa su vista sobre el exaltado rostro de su ruborizada hermana Luan, quien discutía abiertamente a través de su pequeño teléfono de carcasa multicolor; mientras subía con bastante prisa por las escaleras.
Ver a Luan en ese estado era absolutamente raro y peligroso, pero a pesar de su gran enfado, intentó seguirle el paso para tratar de espiarla.
Por desgracia para ella, Luan se encerró con total apuro en su ruidosa habitación; dejando a la entrometida princesa con la naciente duda, de que era lo que en realidad le estaba pasando.
A eso de las 9 de la mañana, Lola desciende por las escaleras completamente lista para partir; y al abrir la puerta de la entrada, nota con desencanto como una extraña chica se dirigía poco a poco hacia su dirección.
Una vez que estuvo frente a ella, la inusual visitante empieza a observar su cuerpo de los pies a la cabeza; y al terminar de incomodarla abiertamente con la mirada, procede a murmurar con bastante ligereza:
—Cabello rubio y vestido rosa. Tu debes de ser Lola, ¿verdad?
—¡Ehm! Si... ¿Y tú quién eres?
—¡Mucho gusto! Mi nombre es Sasha, y estoy buscando a Lucy.
Luego de contemplar tan súbita presentación, Lola gira el rostro de muy mala gana hacia un costado; y tras llenar de aire sus pequeños pulmones, procede a liberar un grito cargado de fastuosa intensidad, qué retumba abiertamente por toda la casa:
—¡Lucyyyy! Te busca una de tus amigas raras.
Al terminar de emitir tan ensordecedor alarido, la soberbia rubia posa su mirada sobre la estupefacta visitante; y sin siquiera inmutarse en lo más mínimo, le articula con total delicadeza:
—¡Gusto en conocerte, querida!
Fue así como de manera casi casual, Lola se sube sobre su llamativo auto de princesa, y empieza a alejarse muy lentamente de su lado; hasta conseguir perderse en la lejanía infinita del destellante horizonte.
Un par de horas más tarde, la pequeña rubia regresa triunfal de una de sus exigentes prácticas de pasarela. Y a medida que se iba acercando hacia su ruidosa morada, comienza a divisar con un poco de extrañeza, el modo en el que su nerviosa amiga Meli; permanecía sentada sobre los escalones de la entrada.
Al darse cuenta de la llegada de la gemela, Meli se acerca con cuidado hacia el lugar en donde esta se encontraba; y tras posarse inquietantemente al lado suyo, empieza a murmurarle con bastante ansiedad:
—Ho... Hola Lola. ¡Me alegra mucho que estés aquí!
—¡A mí también me da gusto verte, querida! —exclamó la pequeña rubia con sorpresiva tranquilidad—. Pero dime una cosa Meli... ¿Qué te trae por mi casa a estas horas?
Luego de escuchar tan concreta pregunta, Meli empieza a batir su cuerpo con gran perturbación; y tras desviar la mirada levemente hacia un costado, le responde con un tenue resoplido de lo más difuminado:
—Ne-Necesito de tu ayuda, Lola. ¡Eh, Ehh! ¡Hmm! A-Aunque me da un poco de vergüenza venir a molestarte en tu día de descanso.
—Descuida Meli, para eso están las amigas. Ahora, cuéntame con detalle que es lo que puedo hacer por ti.
Al darse cuenta de que tenía toda la atención de Lola dirigida hacia su rostro, la asustada chica empieza a tiritar con mayor intermitencia; y tras posar con sutileza una de sus pequeñas manos sobre su nuca, procede a decirle con un poco de preocupación:
—E-Es que, hace un par de meses me inscribí en el club de lectura de la biblioteca para poder leer las copias del perro salchicha detective. Y, Y aunque en un principio todo fue bastante calmado y divertido, ahora están pensando hacer un evento en el bazar de fin de año de la escuela para tratar de recoger fondos; y poder irnos de excursión al zoológico de Great Lake City.
—¡Eso es genial, Meli! ¿Y qué clase de evento quieren realizar?
—U-Un reinado de belleza. –sollozó muy tímidamente, con la mirada desviada.
—¡Qué gran elección! Los reinados son bastante llamativos, así que de seguro no tendrán problema en llenar el sitio en donde lo hagan. ¡Ehm! Y dime... ¿Acaso quieres que te compre un par de entradas?
—N-No, no, Lola. ¡No lo comprendes! Ese no es el problema.
—¡Ah, no! ¡¿Y entonces cuál es?!
—E-Es que... ¡Hmm! No sé cómo decirlo. —señaló con inseguridad.
–¡Descuida, cariño! Sabes muy bien que puedes confiar en mí.
—Este... Es solo que... ¡No creo que pueda hacerlo! —exclamó muy fervientemente entre susurros, mientras cubría su rostro con ambas manos.
—No lo entiendo Meli, ¡¿a qué te refieres con eso?! —Replicó la pequeña rubia con bastante confusión.
—E-Es que todos en el club tienen que participar de manera obligatoria en el reinado, y a decir verdad... ¡Me da mucho miedo hacer esas cosas!
Al darse cuenta de la pronunciada expresión de pánico que se mantenía presente en su tensionado rostro, Lola la mira ampliamente con recato; y le dice con bastante suavidad:
—Tranquila Meli... ¡Hiciste bien en venir a buscarme!
Luego de intercambiar tan sencillas palabras, ambas chicas se miraron a los ojos durante unos cortos segundos de complicidad. Y tras salir de su breve letargo, e ingresar con total sigilo a la casa, subieron rápidamente por todo el centro de las pronunciadas escaleras; hasta conseguir entrar en la habitación de la exaltada rubia.
Una vez que estuvieron en su interior, Lola empieza a observar a Meli con bastante fijación. Y tras colocar su mano derecha por debajo de su delicada barbilla, procede a caminar en círculos junto a su nerviosa visitante; mientras iba mencionando un par de palabras en voz alta:
—¡Mmm! Nada mal... ¡No está nada mal!
Después de recorrer su cuerpo abiertamente con la mirada, la animada princesa se posa en todo el frente de su intranquila protegida; y tras situar sus ojos junto a los suyos, empieza a decirle con incomparable seriedad:
—No lo entiendo Meli... En verdad eres muy hermosa. ¿Porque te daría miedo participar en ese reinado? De seguro serías una gran sensación.
Completamente cabizbaja, la asustada morena empieza a sacudir su cuerpo de manera mucho más que inquietante; y tras tomar aire con algo de valor, le responde a su amiga entre prolongados suspiros apagados:
—E-Es solo que... ¡Hmm! De, de tan solo pensar en que me toca desfilar en traje de baño en presencia de los chicos de la escuela, la mayoría de mi cuerpo se paraliza; y no soy capaz de dar ni un solo paso.
—¡¿Y eso te ocurre con algún chico en particular?! —procedió a preguntarle con un inusual brillo en sus aclarados ojos.
—N-No, ¡no! Eso me pasa con la mayoría de ellos, sin importar si son conocidos o no. Y, y en ocasiones tan solo es suficiente escuchar el suave sonido de su voz, para quedar completamente petrificada.
—No me digas Meli... ¡¿Es que acaso te dan miedo los chicos?! —exclamó muy fuertemente, con ambas manos en su cabeza.
Luego de decir tan certeras palabras, el rostro de Meli se comenzó a tornar cada vez más enrojecido; por lo que, al darse cuenta de su inusual respuesta, Lola le dice con bastante convicción:
—¡Lo sabía! Sabía que me estabas ocultando algo.
Fue así como la pequeña princesa empieza a caminar de un lado al otro de la alcoba, con sus manos apoyadas en la parte alta de su cabeza; y al terminar de revolver toda su dorada cabellera con incomodidad, replica brevemente:
—¡Rayos! Esto va a ser más difícil de lo que había imaginado.
Al darse cuenta del terrible grado de tensión que mantenía presente su desesperada mentora, Meli la mira fijamente a la cara, y le pregunta con notoria inseguridad:
—Q-Que, que dices Lola... ¿Me puedes ayudar a participar en el evento?
—¡Hmpt! No sé si deba. —respondió con indiferencia.
—Por favor Lola, tienes que ayudarme. —exclamó con la respiración alterada, y los ojos cubiertos de inconfundible pánico.
—¿Y porque habría de hacerlo? Si parece que no quieres participar.
—¡Y, y de verdad no quiero! —replicó entre susurros—. Es solo que en ese club he logrado conocer a muy buenas amigas, y no quisiera que sus planes de ir al zoológico se llegasen a arruinar por no asistir a ese evento. ¡Ayúdame Lola! No quiero perder a las únicas personas que comparten mis mismos gustos.
Luego de escuchar sus sinceras palabras, Lola se la queda mirando durante unos cortos segundos en silencio; y al terminar, da un par de pasos hacia ella, y le articula con total resignación:
—De acuerdo Meli... ¡Te voy a ayudar! Pero eso sí, con una condición.
–¡¿U-Una condición?! —sollozó la asustada chica repleta de perplejidad.
—¡Tal y como lo oyes! Tienes que prometerme que harás cualquier cosa que te pida, sin importar su dificultad. Ya que, si te llegas a negar; tendrás que buscarte a alguien más que te ayude a entrenarte. Y ambas sabemos que no existe nadie mejor en todo Royal Woods, que sea tan buena en los concursos de belleza. ¿Estás de acuerdo con lo que digo?
Después de ver la clara expresión de confianza que se mantenía presente en el enrojecido rostro de su amiga, Meli la mira tímidamente de reojo; y le responde con algo de pesar:
—E-Está bien, Lola. ¡Haré lo que me pidas!
—¡Será un placer trabajar contigo, querida! —exclamó con una leve sonrisa dibujada en su malvado rostro.
Tras recibir el impensado gesto de aceptación de su asustadiza visitante, Lola se sienta con cuidado sobre un extremo de su elegante cama; y tras varios segundos de un incómodo silencio, procede a articular:
—Según veo las cosas, la parte más complicada para que puedas destacar en el reinado no es el manejo del escenario, o caminar sobre la pasarela; sino tu prolongado miedo al sexo opuesto. Y para lograr solucionarlo… Creo que necesitamos de la ayuda del tonto de mi hermano.
—De... ¡¿De tu hermano?! ¿Y por qué a él?
—Es que aparte de ser mi hermano, Lincoln también es mi entrenador. Así que necesitamos de su ayuda no solo para ir mejorando tu destreza técnica sobre la pasarela; sino para conseguir atacar de raíz tu impensado temor al sexo opuesto.
—¿E-Estás segura de esto, Lola?
—¡Por supuesto! Yo sé que Lincoln puede ser un poco tonto y despistado, pero también es bastante apuesto; así que, si te llegas a familiarizar con su presencia, de seguro no tendrás problemas en interactuar con otros chicos. Descuida Meli... ¡Estás en buenas manos!
De ese modo, y tras aprovechar la prematura soledad que se mantenía presente en toda la casa, Lola se dirige rápidamente hacia el pequeño refugio de su escuálido hermano mayor; y al darse cuenta de que no se encontraba en ese sitio, enfiló su camino hacia el recinto que le seguía. ¡La habitación de Lisa!
Una vez que logró llegar a su siguiente destino, posó suavemente una de sus pequeñas orejas sobre la esbelta hoja de la entrada. Y aprovechando sus elevados dotes de chismosa, empezó a prestar atención con enorme cuidado; para ver si el escurridizo muchacho, se encontraba en ese lugar.
Bastaron un par de minúsculos murmullos difuminados, —los cuales resultarían de lo más imperceptibles para el resto de los mortales—, para que la exaltada princesa lograra darse cuenta de forma definitiva; de que había encontrado a la persona que buscaba.
—Vamos Lincoln, sé que estás ahí dentro. —empezó a vociferar con gran perturbación, a medida que golpeaba la puerta con descomunal rudeza—. Sal de una buena vez, que necesito que me ayudes con algo.
Al darse cuenta de que no le respondían, intentó girar el pomo para poder ingresar; pero rápidamente se dio cuenta de que tenía cerrojo.
Fue así como llevada por la prolongada adrenalina que había en su cuerpo, la enfurecida rubia continuó tocando con vehemencia la reforzada puerta de seguridad; consiguiendo intimidar con cada uno de sus prolongados golpes, a la asustada chica que la observaba desde un costado.
—No tengo todo el día, Lincoln. ¡Sal de una buena vez! No me obligues a tumbar la puerta.
Luego de un sinfín de exaltados impactos, y al ser consciente de que la enojada rubia no se retiraría, finalmente Lincoln responde a su enérgico llamado; esbozándole a su hermana con gran perturbación:
—E-Espera Lola, ¡Ya te escuché! Solo dame un par de minutos más, que ya voy a terminar.
—Está bien, Lincoln. No sé qué rayos estés haciendo encerrado con Lisa, ¡Pero no te demores!
Al terminar de hablar, Lola da media vuelta e ingresa de manera despreocupada a su colorida habitación; a la espera del arribo de su fiel compañero.
Después de varios minutos de interminable espera, el joven albino finalmente ingresa a los aposentos dominados por la agitada rubia; quien nada más al verlo, empieza a escanear su cuerpo con la mirada.
—¡Mmm! ¡¿Por qué rayos te tardaste tanto?! —preguntó de manera cortante—. ¡Aghh! ¡Qué más da! Lo importante es que ya estás aquí.
—Dime Lola. ¿Para qué era que me necesitabas? —preguntó el sudoroso muchacho con sorpresiva curiosidad.
—Guarda calma Lincoln. ¡Ya te lo voy a decir! Pero Primero... Recuerdas a mi amiga Meli, ¿verdad?
—Eh, ¡seguro! —respondió tras una corta pausa—. Tu amiga no es precisamente sencilla de poder olvidar.
—Qué bueno que la recuerdes, ya que es ella quien necesita de nuestra ayuda.
Completamente desconcertado, Lincoln se sienta sobre un costado de la enmugrecida cama de Lana. Y una vez ahí, empieza a observar de manera detallada a la temblorosa chica de coletas negras que se mantenía en silencio sobre un extremo; para tratar de descubrir que rayos hacia el en ese lugar.
Al ver su naciente expresión de dudas, Lola da un par de pasos hasta el lugar en donde se encontraba su hermano; y una vez que estuvo junto a él, empieza a decirle con llamativa tranquilidad:
—¡Verás! Resulta que en el club de lectura en el que se encuentra Meli, están pensando hacer un pequeño reinado dentro de un par de semanas; y necesito de tu ayuda para que adquiera más confianza en ella misma, y no le de miedo interactuar frente a todo el público.
—¡Wow, Lola! No conocía tu lado caritativo. —respondió muy lentamente el sonriente muchacho, con el tono de su voz plagado de burla.
—¡No es caridad! —atinó a decir con la voz entrecortada—. Es solo algo que tengo que hacer por el bien de ambas.
—¡¿De ambas?! ¿Y tú que tienes que ver en todo eso?
—¡Es bastante sencillo! —replicó con seriedad—. Meli es mi amiga y casi mi protegida, así que no puedo darle la espalda cuando más me necesita.
Luego de esbozar tan emotivas palabras, Lola acerca sus labios a la diminuta oreja del desprevenido muchacho. Y tras lanzarle un fuerte abrazo acogedor, y fingir que le iba a dar un largo beso en la mejilla; procede a murmurarle con bastante rapidez:
—¡Tienes que ayudarme Lincoln! No estoy dispuesta a que alguien que ande conmigo pierda de manera humillante en algún evento relacionado con el mundo de los reinados... Sin importar si es en un gran concurso televisado; o en un ridículo bazar de escuela.
—¡¿Ayudarte?! ¿Y porque habría de hacerlo? —le respondió con gran disimulo.
—Eres mi hermano, y como tal, tu deber es apoyarme cuando surja algún inconveniente. Además, ¡Mmm! Si no haces lo que te pido, tendrás que hacerte tú mismo todas esas cosas que querías que te hiciera en la víspera de navidad.
–¡Tra-Tranquila Lola! Te ayudaré con gusto. Después de todo... ¡Para eso están los hermanos!
—¡Más te vale! —sollozó de forma amenazante.
—Pe-Pero Lola... ¡Ayudar a tu amiga va a ser realmente difícil! Esa chica es bastante rara y asustadiza, y dudo mucho que tan siquiera confíe en mí.
—¡Descuida Lincoln! Conozco la manera perfecta para hacer que ambos se vuelvan mucho más cercanos, y de forma rápida.
Después de mencionar tan misteriosas palabras, Lola se aparta poco a poco de su agitado hermano mayor; y enfoca rápidamente la vista sobre su callada visitante.
Fue así como de un instante al otro, la extasiada rubia empieza a colocar en su rostro una clara mueca cargada de perversidad; que indicaba con total soltura que algo más estaba tramando. Y al terminar, procede a decirle a todos con bastante fijación:
—Ya que no tenemos tiempo para preparar a Meli como es debido, creo que lo mejor será optar por tácticas, ¡Hmm! ¡Menos convencionales!
—¿Menos convencionales? ¡¿De que estas hablando?! —señaló muy eufóricamente el desconcertado muchacho, con la vista puesta sobre el aterrado rostro de la temblorosa morena.
—¡No seas impaciente, Linky! Todo a su debido tiempo.
De ese modo, y tras señalar a Meli con una de sus esbeltos dedos, no demora en esbozar:
—¡Recuerda lo que me prometiste!
Al darse cuenta de que la mirada de todos estaba puesta sobre su lindo rostro de princesa, Lola mira fijamente a su expectante hermano mayor; y tras sonreírle a este con apabullante parsimonia, procede a mencionar de manera indiferente:
—Muy bien todos, ¡llego la hora de comenzar! Ahora, Lincoln... ¡Necesito que te quites la ropa!
—¡Listo Lola! Enseguida me la qui… Espera... ¡¿Qué?!
—¡Tal y como lo oyes! Quiero que Meli deje de tenerle miedo a los hombres. Y para lograr hacerlo, necesitamos que se familiarice con tu escuálida anatomía. Anda Lincoln, ¡no seas cobarde!
—Pe-Pero Lola, ¿Por qué me pides eso? ¡¿Estás segura de lo que quieres hacer?!
—¡Por supuesto! Tenemos que demostrarle a Meli que no hay motivo para que te tenga miedo. Y para lograr hacerlo, necesita conocerte completamente. Créeme Lincoln... ¡No hay mejor opción!
Fue así como cargado de una aparatosa ansiedad, el turbado albino se coloca muy discretamente de pie, y comienza a desprenderse de cada una de sus arrugadas prendas. Y a medida que lo hacía, no dejaba de observar de reojo a su sonriente hermana pequeña.
Cuando finalmente quedó en ropa interior, Lola lo empuja de manera decidida sobre la reducida cama de su hermana; hasta dejarlo sentado sobre un costado.
Desde el mismísimo instante en el que la silenciosa chica de coletas escuchó las palabras de su atractiva compañera, no fue capaz de apartar la mirada ni por un solo instante del oscilante cuerpo del muchacho; permaneciendo de lo más inamovible posible, a medida que se despojaba de su rugoso traje.
Ver a Lincoln sentado en ropa interior sobre un extremo de la cama, y a la expectante morena observando directamente el pronunciado bulto que se le alzaba entre sus piernas; fue suficiente para que la complacida princesa de traje rosa, liberase una formidable sonrisa cargada de satisfacción.
Luego de estar sumergidos bajo un prolongado silenció de lo más perturbador, Lola posa sus manos sobre ambos hombros del nervioso albino, y empieza a ejercerle poco a poco presión con llamativa calma; hasta dejarlo de espaldas sobre la mugrienta sabana.
Una vez ahí, y con la mayoría de su cuerpo totalmente enrojecido, Lincoln es testigo de la decidida manera en la que su resuelta hermana pequeña, situaba sus manos sobre el gastado elástico de su ropa interior.
Con sus diminutos dedos en posición, y tras contemplar una última vez el paralizado rostro de su intranquila aprendiz, Lola le retira el último trozo de tela que cubría su enigmática intimidad; hasta dejarla completamente al descubierto.
Una vez que consiguió lo que quería, la animada rubia se sienta rápidamente a un lado de su hermano; y sin tener ni un solo instante que perder, empieza a dirigirse a su congelada visitante:
—Mira Meli... ¡Esto es una polla!
A pesar de lo increíblemente cerca que en ese instante se encontraba, Meli no era capaz de reaccionar a ninguna de sus electrizantes palabras; debido en gran medida, a la inclemente mezcla de nuevas sensaciones que inundaban cada tramo de su tensada silueta.
Al ver la increíble expresión de asombro que se mantenía presente en su paralizado rostro, quedaba mucho más que claro de que era primera vez en toda su vida, que la inocente niña veía una polla tan de cerca.
Atrás quedaron las contadas ocasiones en las que las había logrado ver con relativa velocidad, algún controvertido spam erótico mientras navegaba en Internet. Pero a pesar de que tenía una vaga idea de lo que tenían los niños por debajo de sus pantalones, no se comparaba en nada con lo que divisaba frente a ella.
Luego de percibir el evidente estado de conmoción en el cual se encontraba la reservada pequeña, Lola tomó la adormilada polla entre sus manos; y tras comenzar a frotarla con bastante soltura de arriba hacia abajo, le dice a esta con bastante suavidad:
—¡Que esperas cariño! Acércate para que la toques.
Luego de formular tan impactante oración, Lola sujeta la mano de la aterrada chica con bastante velocidad; y la lleva de manera enérgica hacia el punzante miembro que se estremecía ante ella.
—¡Anda Meli! ¡Tócala ya! Hazlo con calma que no muerde.
Fue así como de un instante al otro, la sonriente princesa guía la mano de su nerviosa acompañante con aparatosa lentitud; hasta conseguir posarla sobre el erguido falo que se alzaba frente a sus ojos.
Una vez que el tensionado muchacho percibió el leve roce sobre su hombría, fue víctima de una potente descarga eléctrica de lo más estimulante; que le hizo retorcer el cuerpo con alucinante descontrol.
Al darse cuenta de lo que la mano de su amiga le había provocado a su jadeante hermano mayor, Lola envolvió la suya sobre los reducidos dedos de la impactada morena; hasta conseguir apretar su endurecido miembro con firmeza.
Una vez que sus pequeñas manos estuvieron entremezcladas, Lola vuelve a mover la suya de arriba hacia abajo, una y otra vez; hasta hacer que sus consternados compañeros comenzasen a liberar sutiles gemidos envueltos en placer.
Con la vista de todos los presentes puesta sobre tan vigorosa hombría, Lola empieza a masturbar muy lentamente al complacido muchacho; hasta conseguir dejarlo con la respiración ampliamente trastornada.
—Lo, Lo... ¡Lola espera! ¡Ah, Aghh! De, detente un instante. —sollozaba muy fervientemente el enloquecido albino de cabello corto, con gran parte de su agitado rostro bañado en sudor.
A pesar de tener bastante experiencia, Lincoln no era capaz de soportar la desmedida manera en la que sus concentradas acompañantes, se mantenían uniendo fuerzas para lograr satisfacerlo. Mucho más aún, cuando estaba más que seguro de que era la primera verga que acariciaba Meli con sus suaves manos.
A medida que el sollozante chico se acercaba poco a poco a su inevitable clímax, Lola aprovechó la oportunidad para poder indagar con lujo de detalles, sobre cómo se sentía su adorable protegida.
—Dime Meli, ¿te gusta lo que estás sintiendo?
A pesar del elevado grado de confianza que existía entre ambas, la extasiada niña de coletas no era capaz de pronunciar ni la más corta de las palabras; evidenciando en gran medida, el profundo frenesí que se mantenía experimentando.
—Anda Meli. Estamos en confianza. Puedes decirme cualquier cosa que te parezca.
Con el rostro ligeramente enrojecido, y la vista puesta hacia un costado, la jadeante muchacha empieza a sacudir su vientre con bastante lentitud; luego de lo cual, libera un par de sutiles frases de lo más irregulares:
—Se, se... ¡Se siente raro tocarle su cosita!
—¿Y qué es lo que te parece raro? —susurró la rubia con indiscutible malicia.
—E-Es que se siente caliente y bastante temblorosa. ¡¿Será que le duele?!
—Descuida Meli, yo también pensé lo mismo la primera vez que la tuve entre mis manos.
—¿Ya la habías tocado antes? —preguntó con bastante ingenuidad.
—¡Por supuesto! Como ya te había dicho antes, Lincoln es mi entrenador; y para que pueda existir confianza entre ambos, no puede haber secretos que nos limiten. Y eso también aplica para nuestros propios cuerpos.
Con el sudoroso rostro de su amiga cada vez más distensionado, Lola aprovechó su inusual avance para acelerar el ritmo que le mantenía imponiendo al endurecido miembro de su hermano, acelerando sus inquietas manos con ineludible fijación; hasta hacerle contornear el cuerpo con incomparable arrebato.
El aturdido albino estaba en las puertas de su propio límite, y la malvada rubia claramente lo sabía. Fue así como acelerando el brioso ritmo de sus desquiciadas sacudidas, ambas chicas fueron testigos de la manera en la que el sensitivo muchacho empezó a girar la cabeza de un lado para el otro; casi al tiempo en el que tensionaba las piernas para tratar de no moverse. Ya no había vuelta atrás. ¡Lincoln había llegado a su inequívoco final!
Bastaron un par de cortas sacudidas más, para que la atenta Meli empezase a experimentar la manera en la que el acalorado néctar de su extasiada pareja, se iba acumulando cada vez más en la esponjosa punta de su colorado garrote.
Fue en ese preciso momento cuando por primera vez en toda la tarde, Meli aceleró las sutiles zarandeadas que se había mantenido propinándole a la embelesada polla que tenía en su mano; lo cual sirvió como último incentivo para que dejase escapar prolongados chorros de su más espesada semilla, que fueron a parar por todos lados.
—¡Oh, Oohh, chicas! No puedo... ¡N-No puedo más! —jadeó de forma mucho más que fracturada.
Al darse cuenta de que algo salía disparado de entre sus dedos, Meli intentó apartar su mano de la sofocante hombría que mantenía apresada. Pero con tan mala suerte de que Lola estaba lista para impedírselo.
—¡Su-Suéltame Lola! —balbuceó con malestar—. Tu hermano se hizo pipí en mi mano.
A medida que forcejeaban entre ambas, —una para intentar zafarse, y la otra para impedirlo—. No fueron consientes de la manera despiadada, en la que chorro a chorro comenzaron a ser enchumbadas, por la enfurecida leche que salía disparada del oscilante miembro que tenían bajo su control.
Cuando finalmente lograron apartar sus manos del empequeñecido falo, Meli se quedó completamente en silencio; mientras contemplaba con total asombro, aquel ardiente fluido viscoso que le mantenía su mano pegadiza.
—¡¿Po-Por qué me hiciste eso Lola?! —sollozó con su agitado rostro repleto de decepción—. Tu hermano me dejó la mano toda pegajosa.
—¡Tranquilízate Meli! De esto justamente era de lo que quería hablarte. Eso que tienes en tu mano no es orina.
—¡¿N-No lo es?! —preguntó con llamativa incredulidad—. ¿Y entonces que es?
—Ese fluido blancuzco que tienes en tus manos se conoce como "semen", y es ¡Mmm! Bueno... Lo que los chicos liberan cuando la han pasado de maravilla.
—¡¿Semen?! —replicó con innumerables dudas.
—Si... ¡Semen! ¿Acaso nunca antes lo habías oído nombrar?
—¡Hmm! ¡No lo creo! De seguro recordaría algo tan asqueroso.
—¡El semen no es asqueroso, Meli! —refutó la animada rubia con sobresaliente convicción—. Se que huele como a desinfectante de piso, y se siente bastante caliente y pegajoso; pero al menos en lo personal, me resulta de lo más excitante.
A medida que ambas chicas intercambiaban palabras con limitada confianza, Lincoln se mantenía atontado y bajo un completo estado de pasividad; mientras trataba de aspirar aire por la boca.
Con el pasar de los minutos, y al darse cuenta de que su inocente protegida había perdido momentáneamente el miedo, Lola se aparta poco a poco de la cama; y comienza observarla con gran fijación.
De ese modo, y tras colocar una mueca bastante llamativa, la jadeante rubia procede a acariciar el oscurecido cabello lacio de la distendida pequeña; y al terminar, empieza a murmurar de manera indiferente:
—¡Jmm! Ya que el tonto de mi hermano me llenó la ropa con su leche, creo que no tengo más alternativa que quitármela de inmediato, para que no me quede pegado su fuerte olor.
Al terminar de esbozar tan increíbles palabras, Lola empieza a retirarse la ropa de manera despreocupada; sin importarle en lo más mínimo la presencia de su consternada amiga.
Fue así como en un abrir y cerrar de ojos, su lindo traje rosa fue a dar directamente al suelo, quedando tan solo cubierta por unas diminutas bragas brillantes del mismo color; que dibujaban con gran ligereza el sutil contorno delgado de sus apretados labios vaginales.
Sin tiempo que perder, Lola situó sus manos sobre ambos extremos de su llamativa prenda; y procedió a bajarlas con total cuidado. En ese momento, y a medida que se deshacía de sus elegantes pantys de diseñador, una enorme mueca de orgullo comenzó a dibujarse en su aclarado rostro de damisela; evidenciando en gran medida, la felicidad que sentía de que admirasen su grandiosa figura.
Al ver la manera en la que su decidida consejera se había empezado a desnudar, la pequeña Meli se mantuvo quieta y en el más absoluto de los silencios; mientras veía horrorizada la forma en la que su colorado acompañante, mantenía la mirada puesta sobre el atractivo cuerpo de su atrevida hermana menor.
Una vez que estuvo totalmente al natural, la extasiada rubia coloca ambas manos a la altura de su cintura, y empieza a girar su cuerpo con bastante lentitud; como si estuviese participando en alguno de sus emblemáticos concursos de belleza.
Al darse cuenta de que todos la veían, Lola extiende ambas manos hasta el lugar en donde se encontraba su amiga. Y tras acariciarle una vez más su cabellera con delicadeza, la toma del brazo sin mayores reparos; y empieza a tirar de esta para que se levantase de la cama.
Tan pronto la agitada niña volvió a estar reincorporada, Lola visualiza su cuerpo de la cabeza a los pies; y le susurra a esta de manera inesperada:
—Mira nada más. Pero si tú también estás toda cubierta con su semen. ¡Mmm! Es mejor que te quites esa ropa para poder meterla en la lavadora. ¡Vamos querida! Así estaremos todos mucho más cómodos.
Después de escuchar tan sutiles vocablos, el rostro de Meli se comenzó a llenar de un inconfundible pánico de lo más demoledor; que la hizo ponerse muchísimo más roja de lo que ya se encontraba.
Al ver su aterrada reacción, Lola le posa una de sus pequeñas manos a la altura de su espalda, y le dice al oído con enorme suavidad:
—¡Vamos Meli! No tienes porqué ponerte nerviosa. Es solo por un instante. ¿O es que acaso no confías en mí?
A medida que la decidida princesa continuaba presionando a su empalidecida compañera, Lincoln aprovecha su leve descuido para empezar a recorrer con la mirada cada una de sus delicadas curvas; realizando todo tipo de comparaciones en su mente.
A pesar de la enorme sensibilidad que lo aquejaba en aquel instante, y de lo ligeramente cansado que ambas chicas lo habían dejado, el joven albino había empezado a calentarse con notable ligereza; ante la latente posibilidad de contemplar a la asustadiza morena, sin nada de ropa encima.
Fue así como de manera casi repentina, la polla de Lincoln empezó a colocarse parcialmente erguida; llamando la atención de sus distraídas acompañantes.
Después de varios segundos de la más intensa manipulación, y sin haber recibido una respuesta clara de su asediada amiga, Lola empieza a desabrocharle el vestido con indescriptible lentitud; hasta conseguir dejarla en ropa interior.
A pesar de no haberle dado permiso para que lo hiciera, Meli se mantenía con la cabeza gacha y la respiración completamente descompensada; a medida que su sonriente pareja, la desnudaba sin el menor ápice de contemplación.
Tan pronto como sus grisáceas prendas tocaron el frío piso de la alcoba, Lola empieza a observar su minúscula silueta con mayor detalle; y tras abrir los ojos con un poco de sorpresa, le dice a Meli sin ningún tipo de reparos:
—¡Rayos Meli! Tus calzones sí que son horrendos. Debería de ser un crimen que lleves eso puesto.
La figura de Meli estaba cubierta por unos ensanchados pantys de color grisáceo claro, sin ningún otro tipo de decoración aparente; que la hacían lucir de lo más simplona y apagada.
Una vez que la aterrada chica quedó posando en paños menores, llevó sus manos hacia su pecho y su realmente angostada entrepierna; para intentar cubrir sus partes íntimas de los demás.
Al ver la eufórica reacción manifestada por su protegida, Lola se posa cuidadosamente frente a ella; y sin darle demasiada importancia al asunto, comienza a decirle con bastante displicencia:
—¡Ya relájate querida! Todo esto lo hago por tu propio bien.
—N-No, no... ¡No lo entiendo! —refutó la oscilante Meli con un poco de ansiedad.
—Lo único que quiero es que empieces a sentirte muchísimo más cómoda con tu propio cuerpo, para que así te sea más fácil el poder mostrarte ante los demás. Esa es una de las lecciones más básicas que debes de aprender... ¡¿No es así Lincoln?!
Al voltear el rostro hacia su silencioso hermano, y lograr evidenciar la descontrolada manera en la que su inflamada polla se batía de un lado para el otro, la sonrojada princesa se quedó durante unos cortos segundos en un profundo trance; como tratando de asimilar lo que estaba observando. Y tras lograr escapar de su impensado letargo, acerca su oscilante cuerpo hacia la cama, y procede a articular con deslumbrante malestar:
—¡¿Otra vez tienes tu cosa levantada?! ¡Rayos Lincoln! Tienes que tratar de concentrarte. Necesitamos entrenar a Meli lo antes posible, y no tenemos tiempo para distracciones.
Luego de esbozar esas palabras, la animada princesa acomoda su cuerpo sobre un extremo de la cama; y tras dirigir la mirada hacia el lugar en donde se encontraba su amiga, no demora en enunciar:
—Creo que voy a tener que ayudarlo a que se relaje un poco, ya que si continua en ese estado, no se va a poder concentrar. ¡Jmm! Ya ni modo... ¡Todo sea por apoyar a una amiga!
Al terminar de expresar tan sorpresiva oración, Lola posa una de sus piernas a cada lado de la cintura de su hermano, quien hasta ese momento se mantenía temeroso y con el cuerpo completamente inamovible; como tratando de evitar que cualquier movimiento desmedido por parte suya, le hiciera cambiar de opinión a su decidida acompañante.
Al darse cuenta de que el expectante albino no se movía, sujeta su polla como toda una experta, y la colocó muy lentamente en la entrada brillante de su apretada abertura; para que pudiera palpar todo el elevado calor que de ella brotaba.
A pesar de que no lo demostraba, Lola tenía el coño de lo más humedecido, y emanaba una gran cantidad de extraordinaria calidez; que no tardó en hacer estremecer al enrojecido miembro que yacía entre sus piernas.
Lincoln mantenía su cuerpo cada vez más ofuscado, y a medida que la pequeña princesa le hacía rozar el coño sobre su oscilante intimidad; no era capaz de dejar de tiritar.
Completamente adueñada de la situación, Lola presiona la erecta polla del albino decididamente hacia abajo, hasta conseguir pegársela sobre su empalidecido vientre. Y una vez que la tuvo en posición, y tras relamer sus delgados labios con ligereza, desplazó hacia delante sus angostadas caderas sin mayor apuro; hasta conseguir envolver su afiebrado miembro entre su sexo.
Luego de que la sonriente rubia logró inmovilizar el punzante miembro que se alzaba bajo suyo, se mantuvo sentada muy discretamente sobre el; pero manteniendo su cuerpo de lo más inamovible posible, para que no consiguiese escapar.
Al darse cuenta de lo increíblemente perturbado que en ese instante se encontraba su hermano, Lola voltea el rostro hasta el lugar en donde se situaba su amiga; y le hace un par de señas rápidas para que se acercase hacia su lado.
Llena de inconfundible pánico, Meli empieza a dirigir su cuerpo muy lentamente hacia un extremo de la cama. Y tan pronto estuvo junto a esta, Lola le aproxima sus brillantes labios al oído; y le dice unas inaudibles palabras que la dejaron congelada.
Una vez que la temblorosa chica de coletas se hizo suavemente para atrás, Lola volvió a posar la vista sobre su ansiosa pareja; quien luego de tan impensada espera, comenzó a sacudirse con mayor tenacidad.
Fue en ese momento cuándo la animada rubia empezó a extender su silueta una y otra vez, de atrás hacia adelante; hasta conseguir notar con algo de agrado, la inigualable manera en la que el sudoroso muchacho de cabellera blanca, había empezado a aspirar aire con la boca bien abierta.
Luego de frotar sus sexos durante unos cortos instantes, Lola mira atentamente el sonrojado rostro de su acalorado compañero; y tras proceder a sonreírle con un poco de picardía, empieza a decirle con completa calma:
—Ay, Linky... ¡Esta posición me trae tantos recuerdos! ¿No te pasa lo mismo?
Con el pasar de los segundos y el almizclado aroma a sexo haciéndose más fuerte en toda la habitación, ambos chicos empezaron a ser víctimas de una inigualable ráfaga de deslumbrantes estertores pronunciados; que los impulsaba a acelerar sus desmedidos movimientos de cintura de manera mucho más que trastornada.
A medida que la pervertida chica se mantenía restregando su coño sobre el venoso tronco de su amante, el eufórico albino tan solo era capaz de tensionar sus músculos con inclemente ferocidad; para tratar de no correrse debido a tanta excitación.
Luego de un sofocante episodio cargado de incomparables estímulos, Lola sujeta la polla de su hermano con absoluta suavidad, e inmediatamente después levanta sus caderas poco a poco; hasta conseguir posar su cuerpo sobre la misma.
Fue así como mirando a su hermano directamente a los ojos, la indomable chica dirige la punta de su pene hacia su empapada abertura. Y una vez que estuvo bien acomodada, se dejó caer sobre esta con indescriptible lentitud; hasta conseguir devorarla en un solo movimiento.
Tan pronto tuvo la firme polla alojada entre sus piernas, Lola tensionó gran parte de su agitado vientre; casi al tiempo en que empezó a resoplar aire llena de perturbación.
–Ay, ay... ¡Linky! Pero que bien se siente. ¡Mmm, Mmmh! ¡Nghh! Hoy estás más enérgico que de costumbre.
Fue en ese momento cuando la extasiada chica empezó a sacudir su cintura con bastante calentura, hasta hacer resollar con indescriptibles ansias a su magullado compañero.
A medida que lo iban cabalgando, Lincoln podía notar la manera en la que el ceñido coño de su implacable y sexy amante, dejaba escapar innumerables gotas de sus más ligeros flujos; los cuales mantenían gran parte de su electrizada intimidad, completamente humedecida.
Fue así como Lola dio inicio a un cadencioso baile de cintura, metiendo y sacando suavemente el animado pene entre su receptiva abertura, para luego ir incrementando el desmedido ritmo de manera mucho más que progresiva; hasta conseguir botar su alterado cuerpo con locura.
Para no perder el equilibrio, la extasiada chica se agarró con ambas manos del reducido cuello de su hermano; quien al darse cuenta de su inesperada cercanía, le plantó un beso en todo el centro de sus relucientes labios azucarados, que la hizo estremecer con mayor perturbación.
En ese punto, la escena no podía ser más candente. Y es que a medida que la sudorosa princesa realizaba brincos sobre la ardiente polla de su familiar, este aprovechaba para besuquear sus lindos labios sonrosados; y deslizarle sus temblorosas manos por el trasero.
Cada vez que la extenuada rubia mecía su cálido coño sobre el endurecido sexo del albino, pequeños estertores de placer agitaban sus frágiles caderas de un lado para el otro. Casi al tiempo en el que tenues gemiditos de lo más intermitentes, escapaban ansiosamente de su reducida garganta.
Llevada por la interminable calentura del momento, Lola comenzó a rebotar con mayor violenta sobre la enrojecida polla de su hermano; hasta hacerle apretar los ojos con gran desespero. Y así se mantuvieron durante varios segundos más, hasta que de un instante al otro, Lola inclina su cuerpo desesperadamente hacia adelante; consiguiendo ofrecerle a su perturbado acompañante, las sonrosadas tetas que se alzaban sobre su pecho.
Totalmente desencajado por lo que veía, Lincoln no tardó en devorar cada uno de sus descoloridos pezones con grandiosa locura; obligando a su electrizada acompañante, a batir su lubricado coño con muchísima más fiereza.
Fue así como en cuestión de segundos, la extasiada princesa empezó a mover sus apretadas caderas con gran ferocidad, realizando amplios círculos sobre el endurecido garrote ubicado entre sus piernas; hasta conseguir llevar al límite a su perturbado amante de dientes largos.
A medida que devoraba la firme hombría del muchacho, Lola dirige su mirada hacia el asombrado rostro de su consternada visitante; y tras darse cuenta de su incuestionable atención, se dirige a esta sin siquiera titubear:
—¡Oh, Meli! No tienes ni la menor idea de lo bien que se siente esto. ¡Ah! ¡Aghh! ¡Hmm! Qué me dices, cariño... ¡¿Quieres intentarlo?!
Al darse cuenta de su inusual petición, la pequeña muchacha da un par de cortos pasos para atrás; y sin ser capaz de pronunciar palabra alguna, procede a girar su cabeza en señal de negación.
Sin dejar de batir sus frenéticas caderas sobre su hermano, la sudorosa rubia la mira fijamente de reojo; y le responde con una extraña mueca en su agitado rostro:
–Me… ¡Menos mal que no quieres! ¡Ah, Aahh! ¡Nghh! Ya que no estaba para nada dispuesta a cederte mi lugar.
Fue así que con el cuerpo sudoroso y la respiración cada vez más ofuscada, la colorada gemela continuó batiendo su pelvis sobre la abrumada polla de su amante; hasta hacerlo retorcer con apoteósica desesperación.
—¡Oh, Ohh! E-Espera un poco Lola. No te muevas tan rápido, que me tienes con el cuerpo muy sensible.
Luego de apreciar sus reiteradas súplicas, la sonriente rubia posa ambas manos sobre el aplanado pecho del muchacho. Y sin dejar de mirarlo con fastuosa perversidad, comienza a intensificar las briosas sacudidas que se mantenía desarrollando sobre su sensitiva entrepierna; hasta hacerlo retorcer con gran agitación.
A medida que lo montaba, Lola batía su rostro de un lado para el otro. Y mientras más aceleraba sus intensos movimientos de cintura, aprovechó la cercanía de sus intranquilas figuras, para retorcerle los pezones con ambas manos.
A pesar de ser de lo más pequeña, la animada gemela tenía el control sobre toda la situación. Tanto así, que bastaron un par de suaves contorneos de sus más ajustadas caderas; para hacer que el abrumado muchacho comenzase a respirar con llamativa intermitencia.
—¡Ahh, Aghh! Lola, Lola... Mas despacio, ¡Mas despacio! ¡Ugh, Uugh, Nmgh! M-Me, me tienes ¡Mghh! Me tienes a punto de reventar.
—¡Vaya Linky! No pensé que tuvieras tan poca resistencia. Y yo que quería jugar contigo durante un rato largo. —susurró muy pausadamente la malévola chiquilla, con una enorme sonrisa en sus delicadas facciones.
Fue así como en un abrir y cerrar de ojos, y sin darle el menor chance de tan siquiera respirar, Lola empieza a incrementar con total rudeza sus desmedidas sacudidas de cintura; hasta conseguir dejar a su receptivo acompañante, totalmente tenso y colorado. Ya no había vuelta atrás. ¡Estaba a punto de volver a correrse!
Ya sin fuerzas para continuar, Lola aceleró una última vez sus pronunciados movimientos ondulantes. Hasta que finalmente no pudo continuar soportando los salvajes latigazos de placer que bombardeaban cada tramo de su aterciopelado conducto vaginal, explotando al unísono junto a su hermano en un inmisericorde mar de portentosos aullidos desenfrenados; que tuvieron que ser contenidos por un certero beso del ofuscado muchacho, para no alertar a quien estuviese cerca.
Luego de correrse con total brutalidad, la cansada gemela no pudo continuar estremeciendo su frágil figura por mucho más tiempo; y se desplomó sobre el conmovido pecho de su ofuscada pareja. Contemplando con admiración la alucinante manera en la que la sumisa chiquilla de trenzas negras, la observaba fijamente y sin perder detalle alguno de sus sutiles movimientos.
Había sido una prolongada faena de lo más estimulante, que dejó con el pecho acelerado a la mayoría de los presentes.
Una vez que la cansada rubia logró recuperar ligeramente el semblante, fue abordada de manera inmediata por su sollozante hermano mayor; quien sin perder ni un solo instante de su impulso, le pregunta al oído con bastante discreción:
—Dime una cosa Lola, ¿qué fue lo que le dijiste a Meli al oído cuando le pediste que se acercara?
—¡Vaya! ¡Pero qué curioso nos resultaste! —atinó a decir con una enorme sonrisa en su colorado rostro—. Y eso que dicen que yo soy la chismosa de la familia.
—No digas esas cosas Lola... ¡Sabes muy bien de lo que estoy hablando!
—¡Descuida Linky! Solo estoy jugando contigo. —susurró muy lentamente y con indescriptible calma, a medida que le guiñaba un ojo con complicidad—. Le dije que mantuviera la vista puesta sobre tu agitado rostro de pervertido, para que pudiera darse cuenta del elevado poder que tenemos sobre los hombres. ¡Hmm! Y al ver las distintas caras de placer que estuviste colocando, estoy segura que entendió lo que le quería decir.
Después de protagonizar tan briosa escena, los ánimos en la habitación se fueron aplacando de una manera tan ampliamente inesperada; que por momentos el único sonido que retumbaba entre sus cuatro paredes, era el proveniente de la ductería gastada del aire acondicionado.
Al cabo de un corto rato de pasividad, y aun respirando con gran ofuscación, Lola se levanta muy suavemente de la revuelta cama de su hermana; y tras posar su silueta desnuda en el borde de la misma, le dice a su callada amiga poco a poco:
—Bueno Meli... ¡Creo que ya va siendo hora de que empieces a practicar!
Mientras hablaba, la extenuada gemela empieza a colocarse lentamente de pie. Y una vez que lo consigue, envuelve a su protegida entre sus aclarados brazos de princesa; hasta conseguir abrazarla con delicadeza.
Luego de tener a Meli en su poder, Lola coloca su brillante rostro frente al suyo; y en el instante en el que estuvieron visiblemente juntas, continúa diciendo sin un solo ápice de indecisión:
—¡Me parece que ya estás lista! Pero antes de comenzar, creo que deberías de ganar un poco más de confianza con tu entrenador.
Fue así como en un abrir y cerrar de ojos, Lola toma de la mano a su intrigada compañera. Y bajo la mirada atenta de su jadeante hermano mayor, la guía con cuidado hacia un costado de la cama; hasta conseguir sentarla a un lado del albino.
Una vez que la abrumada chica se quedó completamente quieta, y aprovechando la completa indecisión que esta demostraba, Lola la empuja hacia todo el centro de la ajustada cama; hasta conseguir dejar su cuerpo recostado.
Luego de alcanzar claramente su objetivo, la sudorosa gemela posa su mirada sobre la descolorida prenda que cubría la intimidad de su consternada visitante; y sin siquiera esbozar el mínimo gesto de vergüenza, procede a deshacerse de esta a toda velocidad.
En ese momento la pequeña Meli estaba tan visiblemente perturbada, que ni siquiera era capaz de oponerse a los decididos embates provenientes de la rubia.
Bastaron un par de firmes tirones por parte suya, para que la asustada chiquilla quedase completamente desprotegida; y sin ganas aparentes de querer protestar.
Una vez que ambos hermanos fijaron sus miradas en la despoblada entrepierna de su apagada compañera, no pudieron evitar abrir sus ojos en señal de completo asombro; luego de contemplar tan deslumbrante silueta al natural. Y es que, a pesar de ser pequeña, Meli tenía un magnífico monte de venus de lo más acolchonado; que daba la sensación de que estuviese inflamado.
—¡Wow, Meli! ¡Pero que sorpresa! —indicó velozmente la extasiada princesa, rompiendo el prolongado silencio del lugar—. Mira nada más lo bien que te veías detrás de esos calzones tan horrendos.
Luego de escuchar las lujuriosas palabras de su amiga, la nerviosa muchacha volvió lentamente en sí, e intentó cubrir su cuerpo con bastante desespero. Aunque rápidamente fue detenida por los tenaces brazos de la atenta rubia, quien no tuvo mayores problemas para contenerla.
Al ver la manera en la que su inquieta protegida había empezado a ofuscarse, Lola dirige su mirada hacia su extenuado hermano mayor; y le dice con total soltura y seguridad:
—Vamos Lincoln. Llegó el momento de que hagas tu parte.
—Espera... ¡¿Qué?! —respondió el alterado chico con una leve agitación—. Lo siento mucho Lola. Tú sabes que quiero ayudarte... Pero necesito un par minutos más para recuperar energías.
Al darse cuenta de la apagada respuesta de su hermano, y tras verlo tendido sobre la cama respirando con gran extenuación; la inquietante rubia lo observa con una extraña sonrisa en su lindo rostro, y le replica poco a poco:
—¡Descuida Lincoln! Se exactamente lo que tengo que hacer para que logres despertar a tu cansado amiguito.
Una vez que consiguió llamar la atención de su expectante familiar, esta se dirige sin mayores apuros hacia su pequeño closet. Y una vez ahí, empieza a deslizar sus manos dentro de unas gastadas cajas que había cerca de la pared; hasta lograr encontrar lo que se mantenía buscando.
Al cabo de unos cuantos segundos de interminable espera, la sonriente pequeña dirige su mirada hacia el expectante rostro de su hermano mayor; y tras darse cuenta de la manera tan atenta con la que este la observaba, procede a decirle de manera misteriosa:
—Tengo una sorpresa para ti, Lincoln. Así que, cierra los ojos por un instante.
Luego de escuchar tan extraño pedido, Lincoln cierra los ojos con bastante nerviosismo; y se mantuvo estresado y bajo completa alerta, por si tenía que darse a la fuga.
Con el cuerpo tembloroso y la mayoría de sus sentidos completamente prevenidos, se mantuvo lo más quieto posible; hasta que, de un instante al otro, volvió a percibir el sonido agudo de su animada voz.
—¡Listo Lincoln! Ya puedes abrir los ojos.
Lleno de pánico, el ansioso chico empezó a abrir los ojos con bastante suavidad; mientras se preparaba mentalmente para recibir cualquier clase de sorpresa.
Una vez que estuvo con la vista despejada, la dirigió de manera directa hacia el lugar de donde provenía la voz de su hermana; y tras darse cuenta de que permanecía a su lado sin mayores diferencias, giró su mirada hacia la otra persona que se mantenía presente dentro de la espaciosa habitación.
En el instante en el que sus asombrados ojos se posaron levemente sobre su enmudecida acompañante, el rostro del albino sufrió una transformación única y de lo más inesperada; que lo catapultó de lleno hacia un umbral de gran excitación.
Totalmente sin palabras, Lincoln empezó a balbucear con sorprendente descontrol; mientras veía a su dulce acompañante de lo más desorientada, y con una peluca rosa sobre su redondeada cabeza.
—E-E... ¿Eso es lo que creo que es? —preguntó ligeramente emocionado.
—¡Así es! —le replicó con gran orgullo su animada hermana pequeña–. Esa es la peluca que utilizó Luna en su corta etapa como Lúlu.
Después de comprobar que sus teorías eran correctas, Lincoln empezó a observar muy fijamente a la nerviosa chiquilla; mientras su delgado cuerpo le temblaba con gran ofuscación.
Al darse cuenta de la descontrolada manera en la que se estremecida el alterado muchacho de cabello blanco, Lola posa su mano sobre uno de sus hombros; y tras acercar sus labios hacia su expuesta oreja, le susurra con anhelo:
—¡Estaba segura de que te iba a encantar!
—¡¿Po-Porqué lo dices?! —replicó con ingenuidad.
—Ay, Lincoln, ¡no te hagas el tonto! Todas en la casa se dieron cuenta de la manera en la que se caía la baba, mientras veías a Luna con la peluca.
Completamente apenado, el tembloroso chiquillo volteó la mirada poco a poco hacia un costado, para tratar de ocultar la enorme vergüenza que sentía en ese instante. Por lo que, al darse cuenta de su llamativa reacción, Lola le murmura con un poco de complicidad:
—¡Vamos Lincoln! ¡Que estás esperando! Tienes una grandiosa oportunidad de poder estar con una estrella. Anda... ¡No la desaproveches!
Luego de percibir el extasiante murmullo de su complaciente familiar, Lincoln posa su mirada sobre la intranquila chica con peluca rosa; y a medida que la observaba, se hizo evidente la llamativa manera en la que su punzante polla despertaba, y se batía con fortaleza de un lado para el otro.
En ese momento Lincoln se sentía tan ampliamente estimulado, que era incapaz de apartar sus ojos de la delicada entrepierna de la asustada pequeña.
Fue así como cargado de una asfixiante ansiedad, desciende su cabeza entre las temblorosas piernas de la turbada morena. Y sin siquiera prestarle la más mínima atención a los reiterados gestos de pánico que había en su tensado rostro, se dispuso a extender su lengua con apabullante precisión; hasta conseguir situarla a pocas pulgadas de su tierna abertura.
El maravillado chico estaba tan increíblemente cerca de su apretada hendidura, que era capaz de hacerle estremecer gran parte de su transpirada silueta; con el más leve resoplido de su agitada respiración.
Lleno de una tormentosa zozobra, Lincoln aprovecha la indecisión de su sensual pareja, para hundirle su lengua justo en medio de sus delgados labios vaginales. Consiguiendo tomar a Meli tan increíblemente desprevenida, que fue incapaz de moverse por culpa de la sorpresa.
Una vez que tuvo su lengua en posición, el animado albino empezó a recorrer sus labios de arriba hacia abajo, con extraordinaria lentitud; hasta hacerle palpitar el vientre con bastante fortaleza.
Al ver la manera en la que su enloquecido hermano mayor, había comenzado a devorar salvajemente los enrojecidos labios almizclados de su paralizada compañera, Lola posa su cuerpo justo al lado del de la chica; y procede a decirle con delirante placidez:
—¡No te resistas cariño! Déjate llevar por lo que estás sintiendo. Ya verás como dentro de poco no querrás que su lengua se aparte de tus lindos labios.
Al darse cuenta del prolongado silencio que mantenía en ese instante su pequeña amiga, Lola se acuesta muy rápidamente al lado suyo; y de manera mucho más que inesperada, empieza a besar su cuello con sensualidad.
Bastaron un par de suaves caricias sobre su trigueño cuello, para que la confundida chica empezase a batir su cuerpo con prolongada alteración, haciendo que sus efusivas parejas incrementasen los tenaces estímulos que se mantenían imprimiendo sobre su delgada silueta; hasta conseguir que liberase toda una serie de apagados murmullos de lo más difuminados.
—¡Ah, Ahh... No! ¡Uh, Uhm! ¡Ohh! ¡Mmm!
Contra todos los pronósticos, Meli intentó luchar con furia para tratar de separarse. Pero al darse cuenta de que los minutos pasaban, y de que la mayoría de sus fuerzas poco a poco la iban abandonando, decidió dejar de resistirse.
Luego de comprobar la forma en la que una cansada Meli había dejado de luchar, Lincoln comenzó a entreabrir sus labios con magnífica precisión; logrando recorrer el aceitado interior de su acalorado conducto carmesí, con muchísima más soltura.
A medida que la penetraba con su lengua, la exaltada chica empezó a batir sus caderas con extraordinaria ligereza; logrando acoplarse sin tan siquiera darse cuenta, a los decididos lametazos que le mantenía impartiendo el enloqueciendo muchacho de dientes largos.
Para no quedarse atrás, Lola desciende su cabeza hasta el aplanado pecho de su protegida, e inmediatamente después empieza a chupar sus pezones y a recorrer su trigueño vientre con la yema de sus dedos; hasta conseguir lograr que la sollozante morena, comenzase a tensionar sus partes con aparatoso descontrol.
—¡Ah, Ahh, Mmm... Nghh! —replicó entre multitudinarios jadeos difuminados—. De-Deténganse por favor. Me estoy empezando a sentir muy rara.
Sin importarle en lo más mínimo su apagada petición, continuaron devorando cada tramo de sus sensitivas partes; hasta lograr conseguir que su turbada respiración, se acelerase con total intermitencia.
Llevado por la elevada comezón que se expandía por sus rugosas bolas, Lincoln llevó su lengua hasta la parte más alta de su lampiño sexo; y tras tomarla claramente desprevenida, se dispuso a envolver su clítoris con la rugosa punta de su afilada lengua, hasta hacerla delirar por tan deslumbrante atrevimiento.
Tan solo fueron necesarias una limitada serie de veloces lengüetazos entrecortados, para que la extasiada niña de coletas negras empezase a sacudir todas sus partes con extraordinaria brutalidad; viéndose obligada a respirar con la boca bastante abierta, para no perder el sentido.
A medida que la confundida chica batía su cuerpo con ingenuidad, Lincoln le introducía cada vez más lejos su hábil lengua; hasta hacerla liberar pequeños suspiros de lo más estimulantes, que incitaban al muchacho a adentrarse mucho más profundo.
Cada vez que la aterrada niña sacudía su cuerpo con angustiante desesperación, el joven albino aprovechaba su ilimitada confusión para deslizar su lengua entre sus sensitivos labios vaginales; consiguiendo con esto, que no dejase de temblar.
Al darse cuenta de la evidente manera en la que la asustada pequeña estremecía cada vez más fuerte su tierna humanidad, Lola la mira abiertamente con moderado recato; y le dice al oído con bastante calma:
—Vamos Meli, ¡trata de aguantar! Ya verás como dentro de poco le vas a empezar a agarrar el gusto.
Sin tiempo que perder, y con un fuerte corrientazo tornándose cada vez más fuerte en la parte baja de sus sensitivas bolas, Lincoln desliza su cuerpo entre las doradas piernas de la amiga de su hermana; hasta tomar el control sobre su tensionada existencia.
Una vez que estuvo acomodado, y sin llegar a pronunciar el más leve de los sonidos, empieza a desplazar sus dedos sobre la planta misma de sus pequeños pies; hasta hacerla retorcer con gran algarabía.
Luego de un par de temerosas sacudidas, el extasiado albino comenzó a llenarse cada vez más de mayor confianza; sobre todo al constatar la manera tan frenética en la que su propia hermana pequeña, mantenía bien sujeta a su resignada pareja.
—¡Descuida Lincoln! No te preocupes por Meli. Tu solo céntrate en hacerla sentir de maravilla. —indicó con fascinación.
Animado por tan tenaces palabras, Lincoln llevó sus manos hasta el diminuto tobillo de su agitada compañera, y tras emitir un corto suspiro de lo más descompensado, comenzó a subir muy suavemente por la cara interna de sus recortados muslos; hasta conseguir llegar a su redondeada rodilla.
En ese punto el tembloroso albino ya no se limitaba a recorrer sus piernas con la suave yema de sus ansiosos dedos, alternando sus caricias con humedecidos lametones cada vez más atrevidos; que hicieron suspirar a su intranquila acompañante.
Moviéndose muy despacio, y disfrutando cada vez más de lleno de tan sofocante instante de placer, el extasiado albino se separó poco a poco de tan acarameladas extremidades; hasta conseguir dejar expuesto el imponente tesoro escondido, que se mantenía presente en la parte más alta de sus sudorosos muslos.
Una vez que tuvo tan delicados labios a su alcance, Lincoln cerró sus ojos con gran satisfacción; y procedió a inhalar el sutil aroma perfumado, que le emergía de entre sus esbeltas piernas.
Luego de aspirar su suave esencia con profundidad, su olfato se inundó rápidamente con el dulce aroma infantil; que se mantenía escapando de entre su satinada hendidura.
Después de experimentar los leves resoplidos presentes sobre sus tiernas partes femeninas, Meli sacudió su cuerpo con bastante extenuación; para luego aspirar aire con llamativa intermitencia.
Al darse cuenta de su limitada aceptación, Lincoln respondió con dulces caricias a la altura de su vientre, aumentando los estímulos a medida que iba descendiendo; hasta llegar a las puertas mismas de su aclarada intimidad.
Una vez que estuvo nuevamente en posición, separó sus apretados labios vaginales con inusitada calma; recibiendo un tenue gemido en señal de aprobación.
Mirándola fijamente a los ojos, Lincoln acercó su boca hacia su abultada hendidura, y manteniendo su alargada lengua a la altura de la misma, rozó sus expuestos pliegues con sorpresivo cuidado; hasta hacerla protestar con prolongado afán:
—¡Ahh, Aagh! Su-Suéltame Lola... ¡T-Tu hermano me está haciendo cosquillas con su aliento!
Fue apenas una leve caricia, casi como un tenue soplido diluido; pero Meli lo sintió como si le hubiesen rozado su intranquila intimidad, con un enorme hierro encendido.
Con la llegada de un nuevo roce, la extenuada niña arqueó su espalda con asombrosa ferocidad; prácticamente como si hubiese sido víctima del más potente de los calambres.
Tras esta primera aproximación en seco, el complacido albino sacó su lengua con admirable anhelo. Y con un fuerte lametón de abajo a arriba, hizo que su cautelosa pareja emitiera un corto suspiro colmado de placer; que la hizo sollozar ante el más imperceptible cambio de ritmo.
La lengua del muchacho empezó a moverse en reducidos círculos a la altura de su pronunciado clítoris, estimulándole sus descoloridos pliegues vaginales sin mayor delicadeza; hasta conseguir acelerarle al límite su ya ofuscada respiración.
Lincoln saboreaba aquel rugoso montículo de carne bastante sensitivo, notando algunas veces un sabor de lo más agrio, y en otras uno más salado.
El experimentado muchacho mantuvo su perverso juego durante un par de minutos más, haciendo estremecer a la alterada pequeña con cada uno de sus decididos roces; hasta hacerle bajar poco a poco la guardia. Y así permaneció durante varios segundos, hasta que de un instante al otro detuvo cada uno de los pronunciados movimientos ejercidos con su lengua; al estar más que seguro de que aquel estresado botoncito enrojecido, no se podía inflamar muchísimo más.
Meli lanzó un sonoro suspiro prolongado, luego de experimentar la tortuosa manera en la que su apretada almejita inexplorada, lentamente se había empezado a humedecer.
Ver la alterada manera en la que su inocente protegida se había empezado a calentar, sirvió como señal para que su realmente extasiada captora, liberase sus delgadas manos de forma inmediata.
Cada vez que la jadeante Meli intentaba llenar de aire sus reducidos pulmones, Lincoln aprovechaba su naciente entrega para deslizarle su lengua entre sus dilatados pliegues infantiles; hasta conseguir notar como de a poco, se iban separando.
Cuando Meli notó esa lengua intrusa paseándose con descaro sobre su tierna abertura, no fue capaz de continuar reprimiendo sus desesperados jadeos de excitación; consiguiendo que su inocente rostro, se tornase completamente enrojecido.
Con el pasar de los minutos, y al ver la pasividad presente en la jadeante morena, la enardecida lengua del albino se mantuvo luchando con indescriptible tenacidad; para tratar de adueñarse lo antes posible de su aceitado conducto.
Lincoln le enterraba la lengua cada vez más profundo, mientras que una discreta Meli, batía su sudado cuerpo con limitada moderación.
De un instante al otro, la temblorosa chiquilla sintió un leve escalofrío recorriendo abiertamente por su espalda, luego de notar la exaltada manera en la que la humedecida lengua del muchacho; volvía a acariciar la abultada protuberancia que se hallaba en la parte más alta de sus suaves labios.
Plagada de una extraña calentura a la altura de su sexo, Meli posa sus pequeñas manos sobre la desteñida melena de su impensado acompañante; enredando de manera instintiva cada uno de sus acortados dedos dentro de su reducida cabellera, para luego intentar apartarlo de su lado. Aunque a medida que esta lo intentaba, menores eran las fuerzas que imprimía en sus movimientos.
A pesar de su gran tamaño, Meli tenía una vagina de lo más entrecerrada, que competía tanto en forma como en estrechez, con la abultada entrepierna que tenía Lisa.
Totalmente cegado por la adrenalina, Lincoln acercó su rostro hacia los esponjosos labios vaginales de la ofuscada niña, y una vez que los tuvo bajo su alcance, cerró los ojos con gran satisfacción; y se dispuso a acariciar su zanja totalmente fascinado.
A medida que el hambriento albino le hacía desaparecer su lengua en todo el centro de sus temblorosas piernas, Meli comenzó a entreabrirlas sin tan si quiera darse cuenta; facilitando la incursión del animado muchacho.
Al cabo de una gloriosa serie de brutales embestidas, Meli empezó a ser víctima de feroces sacudidas mucho más que beligerantes; que mantenían su delgado cuerpecito —y el copioso ritmo de su agitada respiración—, cada vez más alterados.
Llena de intranquilidad, Meli comenzó a batir su rostro de un lado para el otro, y lo continuó realizando sin ningún tipo de recato; hasta hacer estremecer la cama entera.
En ese instante Meli se veía tan ampliamente desencajada, que no tardó en aferrar sus manos con violencia contra a la recortada cabellera blanca que se alzaba entre sus piernas; casi al tiempo en que jadeaba sin el menor ápice de moderación.
Al darse cuenta de la elevada sensibilidad que manifestaba la alterada seguidora de su hermana, Lincoln intensificó con mayor rudeza cada uno de los decididos embates con sus labios; deslizando también sus dedos sobre la comisura misma de su mojado coño.
Ya sin fuerzas para continuar, Meli arqueó violentamente su pequeña espalda. Y tras girar su confundido rostro de un lado al otro, acabó su recatado silencio gimiendo con algarabía:
—¡Alto, alto! ¡Ooh, Uhm! Me haces cosquillas, ¡me haces cosquillas!
Totalmente orgulloso de sus acciones, Lincoln arremetió con mayor fiereza contra el sensitivo sexo de la ofuscada niña; recorriendo sus tersos labios con el fino borde de su lengua, casi al tiempo en que estimulaba su brillante clítoris con la yema de sus dedos.
Por si esto fuera poco, Lola le dio el espaldarazo final al llamado de clemencia emitido por su inquieta amiga. Arremetiendo directamente contra sus desprotegidos pezones oscurecidos, estrujándolos sin mayor apuro con una mano; mientras los engullía de a poco entre sus resplandecientes labios.
—¡Ay, Ay! Detente... ¡Detente! Me voy a hacer pipí... ¡Me voy a hacer pipí!
Ya sin fuerzas para continuar conteniéndose, Meli arquea su torso con gran incomodidad, y tras proceder a apretar los ojos con evidente desesperación, empieza a dejar escapar un enfurecido chorro de su más aclarada orina; que impactó rápidamente sobre el descuidado rostro que había en frente suyo.
Fue así como en un abrir y cerrar de ojos, y sin tener el menor chance de reaccionar, Lincoln recibió de lleno la acalorada descarga de su intranquila pareja; la cual baño en pleno una gran parte de su estupefacto rostro, hasta ir a parar sobre su agitado pecho.
Al darse cuenta de la alucinante manera en la que le había salpicado todo el rostro al impresionado muchacho, Meli cerró los ojos llena de dolor. Y sin tener valor de pronunciar palabra alguna, se limitó a abrirse completamente en llanto; mientras giraba la cabeza hacia un costado.
Tras evidencia la dolorosa manera en la que se mantenía lloriqueando su aterrada protegida, Lola interviene con gran apuro, para tratar de subirle el ánimo.
—Deja de llorar Meli. ¡No pasa nada! Esas cosas pueden sucederle a cualquiera. Además, mira la cara de dicha que tiene el pervertido de mi hermano. Estoy segura de que le encantó lo que le hiciste.
A pesar de haber sido bañado casi por completo, Lincoln se mantenía calmado y totalmente arrodillado en frente de la sollozante chiquilla de coletas negras; mientras la observaba en absoluto silencio.
Esa extraña situación se mantuvo idéntica durante unos cuantos segundos más, hasta que de la nada entra Lola nuevamente en escena; dispuesta a acabar con el pronunciado sosiego que se mantenía presente en toda la habitación.
—¡Dejen esas caras largas chicos! —exclamó con delicadeza—. Estoy segura que en un par de semanas recordaran lo sucedido con una sonrisa.
Luego de esbozar tan relajadas palabras, Lola empieza a recorrer su brillante figura muy lentamente con la mirada; y tras posar sus manos a manera de jarra sobre su angostada cintura, procede a decirle a todos con elevada tranquilidad:
—Ya que estamos todos cansados, y totalmente bañados en sudor; creo que deberíamos tomarnos un buen baño juntos.
Las palabras de Lola tomaron por sorpresa a todos en la recamara, y ayudó a sacarlos del pronunciado letargo que hasta ese entonces mantenían.
—¿Baño? ¡¿Como así que baño?! —preguntó un trastornado Lincoln con gran velocidad.
—¡Tal y como oyes! Creo que todos necesitamos tomar un buen baño, y es mejor hacerlo ahora que la casa está vacía; antes que alguien más llegue y nos interrumpa. ¡Mmm! Aunque si no quieres hacerlo, allá tú. Yo iré con Meli para no demorarnos tanto.
Fue en ese momento cuando una calmada Lola tomó de la mano a su aturdida visitante, para acompañarla con total recato hacia la pequeña ducha al final del corredor.
A pesar de tener incontables dudas, Meli se dejó llevar sin mayores complicaciones. Por lo que luego de envolver sus cuerpos desnudos con una de las gastadas toallas de Lana, ambas chicas salieron con cuidado de la sosegada habitación; dejando al turbado albino arrodillado sobre el suelo.
Al darse cuenta de que sus intenciones de dejarlo eran reales, el ofendido chico se puso de pie con extraordinaria ligereza, y salió disparado detrás de ellas; sin siquiera cubrir su tambaleante verga.
Afortunadamente no había rastros en la casa de ninguna otra de sus hermanas, por lo que lograron encerrarse en el baño sin ser vistos.
Una vez que estuvieron en su interior, Lola aprovecha el descuido para poner a llenar la tina; y mientras esta se llenaba, posa la mirada sobre el enrojecido rostro de su aterrada acompañante.
A medida que el nivel del agua iba subiendo, Lincoln se mantenía callado y de lo más inamovible posible; al no tener para nada claro, que rayos iba a pasar ahora.
Mientras esperaban, Lola le quita la toalla a su sudorosa protegida; quien en ese punto, no levantaba la cabeza debido a tanta vergüenza.
Cuando finalmente estuvieron desnudas, Lola empieza a aflojar las tensionadas trenzas de su apagada secuaz; dejándola en un breve parpadeo, con el cabello suelto a la altura de su trasero.
Al ver a la angustiada morena desnuda, y sin las dos coletas clásicas de caballo que amarraban su oscurecida melena, Lincoln empezó a ser víctima de una inclemente picazón a la altura de sus arrugadas bolas; que lentamente comenzó a inquietar su replegada hombría.
Con la bañera llena hasta la mitad, Lola le hace un par de señas a su amiga para que se metiese primero; y tan pronto ve que lo consigue, se acerca con recato hasta el lugar en donde se encontraba su excitado hermano mayor.
Una vez que estuvo junto a él, y al darse cuenta de la sorpresiva manera en la que su delgada polla se había comenzado a despertar; Lola le aproxima su radiante rostro al oído, y le susurra con delicadeza:
—Se que tienes muchas ganas de tirártela Lincoln. ¡Tú polla te delata!
—N-No, no digas esas cosas Lola. ¡No es lo que estás pensando! —respondió con nerviosismo.
—¡Claro que lo es! Se te nota en la mirada las enormes ganas que tienes de hacerla tuya. ¡¿O acaso me equivoco?!
—¿Yo?... ¡Ehm! Pero si tú sabes que sería Incapaz de hacerle algo a alguna de tus amigas.
—Anda Lincoln. ¡Que estás esperando! Date prisa antes de que alguien llegue.
—¿Pe-Pero si pensé que no querías que le hiciera nada?
—No seas tonto, Lincoln. ¡Esa era mi intención desde un principio! Solo tenía que esperar a que la excitación de Meli se hiciese tan evidente, que le fuese imposible oponerse a lo que le pidieran. Y creo que el momento ha llegado.
—¿E-Estás segura, Lola?
—¡Claro! Además, con lo sensible que de seguro se encuentra Meli, no creo que sea capaz de colocar mucha resistencia.
Con la polla tambaleante y una mueca de sonrisa iluminando su lascivo rostro, Lincoln deslizó su cuerpo muy lentamente dentro de la tina, hasta quedar a un lado de la ingenua chica.
Al girar su inocente rostro hacia un costado, y percatarse de la inusual manera en la que estaba compartiendo la ducha con alguien más, Meli intenta alejarse velozmente de su lado; pero al intentar hacerlo, es detenida una vez más por la propia Lola, quien le dice sin inmutarse:
—¡Para donde crees que vas, querida!
—Y-Yo... ¡Yo! Eh, ¡este...! —resolló con una clara incomodidad.
—Sé que debes estar estresada, pero los dos están completamente sucios, y no tenemos casi tiempo para bañarnos separados. Así que, Lincoln... ¡Ayuda a Meli a enjabonarse la espalda!
Sin tiempo que perder, el joven albino se posa rápidamente por detrás de la nublada niña; quien a pesar de sus prolongadas quejas, no era capaz de llevarle la contraria a su sonriente amiga.
Fue así como en cuestión de milésimas, Lincoln posó sus manos sobre la dorada espalda de la oscilante pequeña; y sin siquiera detenerse a razonar, empezó a acariciar gran parte de su expuesta retaguardia.
Meli estaba completamente paralizada, y tan solo se dejaba meter mano como al albino le pareciera. Fue así como de un instante al otro, Lincoln empezó a deslizar sus filosos dedos sobre las redondeadas nalgas de la aturdida morena; logrando percibir la difuminada manera en la que esta, liberaba un gran suspiro cargado de nerviosismo.
Al darse cuenta de su impensada cooperación, Lola decide poner de su parte; por lo que arrebatándole a esta el jabón de las manos, procede a deslizarlo con calma sobre la parte frontal de su intranquilo cuerpo.
La escena era de lo más impactante, ya que mientras el exaltado albino deslizaba hábilmente sus dedos sobre la parte baja de su cautivante trasero; la decidida rubia enfilaba sus ataques de manera directa contra su abultada entrepierna.
En ese momento la tensa Meli empezó a liberar toda una serie de sutiles jadeos apresurados, los cuales, rápidamente fueron desvanecidos por el continuo sonido del agua fría que caía por la regadera.
Con la cabeza de su polla cada vez más inflamada, Lincoln empieza a deslizar sus traviesos dedos en todo el medio de tan empinado trasero; y lo continuó haciendo sin ninguna clase de pausa, hasta conseguir llegar a la parte baja de su rajita.
Al darse cuenta de la manera tan desenfrenada en la que su excitado hermano acariciaba sin ningún recato el virginal sexo de su amiga, Lola se puso en marcha rápidamente; dando inicio a una impensada competencia entre parientes, cuyo único objetivo era ver quien llegaba más lejos manoseando a la aterrada chica.
A medida que la toqueteaban, Meli batía su torso de un lado para el otro. Liberando toda una serie de sofocantes gemidos acalorados, que rebotaban con complicidad sobre las humedecidas paredes del pequeño baño; hasta desvanecerse por la mugrienta rendija de la ductería de ventilación.
Bastaron un par de cortos suspiros aplacados para que Meli no pudiera más con los continuos manoseos a los estaba siendo víctima, inclinando su torso con gran extenuación; hasta lograr apoyar sus manos sobre el borde de la bañera.
Al ver la manera tan sutil en la que esta se desplomaba, Lincoln llenó con espuma la cabeza de su verga. Y sonriéndole a su hermana Lola con gran descaro, se dispuso a deslizar su miembro por gran parte de la espalda de su temblorosa amiga; hasta conseguir llegar a su ladeado trasero.
Aunque se moría de ganas de apoderarse de su oscurecido orificio, tan solo presionó su ojete durante unos breves instantes; para luego enfilar su rumbo hacia su lampiña vagina.
Luego de ver a su hermano completamente en posición, Lola acaricia una vez más los pezones de su amiga. Y al darse cuenta de la afanosa manera en la que Lincoln estaba listo para abrirse paso entre sus piernas, giró el frustrado rostro de Meli hacia su lado; y para sorpresa de todos los presentes le propinó un sonoro beso en sus mismísimos labios, que no tardó en hacerla suspirar.
En ese momento la pequeña Meli estaba tan ampliamente deslumbrada, que ni siquiera intento apartar su lubricado coño del albino. Recibiendo de lleno una brutal serie de feroces estocadas consumadas, que ayudadas por el abundante jabón que había en su sexo, y la inclinada posición en la que esta se encontraba; dieron como resultado una rápida penetración por parte suya, justo en medio de su carnosa abertura.
Una vez que el sonriente muchacho le introdujo la verga hasta llegar a su interior, dio rápidamente inicio a una incesante catarata de desalmadas estocadas pronunciadas; que amenazaban en partir en dos a la adolorida pequeña.
Mientras Lincoln hacia desaparecer una y otra vez su firme pito en todo el centro de tan voluminosa vagina, Lola hacia lo suyo, sofocando los incontables gestos de dolor, que intentaban escapar de los sellados labios de su amiga.
Después de tomar a Meli por la cintura, y de arremeter contra su coño cada vez con mayor velocidad, Lincoln inclinó su cabeza levemente hacia adelante. Y tras apartar su larga cabellera negra con una mano, se dispuso a besuquear su nuca con incomparable frenesí; para luego ir descendiendo con inusitada calma, deslizando su ansiosa lengua por una buena parte de su expuesta espalda.
A medida que la penetraban y la iban besuqueando, Meli batía su cuerpo a una agónica velocidad; como intentando sofocar el inesperado placer que sacudía sus entrañas.
Completamente fatigada, y con él agua de la ducha a punto de rebozar el nivel de la tina, la aterrada chica se mantuvo lo más quieta posible; mientras sentía las prolongadas descargas de placer, que de a poco iban bombardeando su aterciopelada rajita.
Sin fuerzas para continuar, Lincoln incrementó con mayor violencia cada una de sus ansiosos ataques, anunciando en gran medida, que estaba a punto de volver a estallar.
Fue así como de un instante al otro, Meli empezó a experimentar una extraña calidez en el interior de su comprimido abdomen; que se iba incrementando en gran medida, cada vez que el despiadado muchacho arremetía con total lujuria contra su vulnerada almejita.
Aun llenando la apretada vagina que tenía en frente suyo, el joven albino continuó penetrándola a una inverosímil velocidad, generando un arduo chapoteo del agua que había dentro de la tina; hasta lograr humedecer el baño entero.
Con sus últimos suspiros, Lincoln hizo que Meli se arrodillase dentro de la propia bañera, y una vez que lo consiguió, empezó a penetrarla con enorme brusquedad; aumentando su adrenalina y el ritmo de sus embestidas al estar bajo del agua.
En ese instante la pequeña Meli estaba tan desconectada, que se habrían podido adueñar de su cerrado asterisco, sin que esta llegase a emitir el más simple de los sonidos.
Luego de finalizar su grandiosa faena, el cansado chico se aparta lentamente de su lado; logrando evidenciar con algo de detalle, la sutil manera en la que de su coño brotaban un par de gotas enrojecidas que se diluían en el agua.
Totalmente agotado, el jadeante albino apoyó su cuerpo en el extremo opuesto de la espaciosa bañera, y se mantuvo calmado y en completo silencio; mientras veía como su hermana continuaba besuqueando a su desplomada acompañante.
Después de un par de alucinantes minutos, Lincoln posa su mirada sobre la jadeante silueta desnuda de su agotada acompañante. Llegando a experimentar una inusitada sensación de vacío en la parte más profunda de sus adoloridas bolas, cada vez que veía a la indefensa niña jadeando con alteración.
Con las piernas temblorosas y gran parte de su figura fatigada, se aproxima con cuidado hasta el lugar en donde se encontraba Meli, para intentar acariciarle la espalda. Pero cuando estaba a punto de lograrlo, es detenido manera inmediata por una enojada Lola; quien rápidamente detiene sus embates con la más fría de las miradas.
Al darse cuenta de que no podía continuar, Lincoln se levanta de la tina con bastante decepción. Y tras secar calmadamente su cuerpo desnudo con una toalla, y volver a experimentar un leve cosquilleo en la punta rojiza de su inflamada hombría; enfiló su rumbo hacia la salida.
Tras abrir la puerta con cuidado, y lograr evidenciar que el pasillo estaba vacío, este se aleja velozmente hacia su propia habitación, para no ser descubierto.
Tan pronto como Lincoln las dejó a solas, Lola se acerca a la entrada con bastante lentitud. Y cuando se disponía a girar la cerradura con cautela, sintió unas suaves pisadas ascendiendo poco a poco por las escaleras; que la obligaron de reflejo a colocarle seguro a la puerta del baño.
Al darse cuenta de que las pisadas habían empezado a alejarse, la pequeña rubia utilizó una vez más sus extraordinarios dotes de chismosa; para lograr darse cuenta de quien estaba afuera.
Fue así como entreabriendo la puerta con gran cuidado, logró evidenciar con algo de sorpresa, la manera en la que su propia madre permanecía parada en frente de la puerta de su complaciente hermano mayor.
Por suerte Rita no tardó demasiado en esa ubicación, y se retiró de manera pausada hacia el primer piso de la casa; dejando a Lola con un retumbar en su cabeza, —y el ritmo de su corazón mucho más que acelerado—, por la increíble fortuna de no haber sido atrapada junto al albino.
Cuando finalmente logró darse cuenta de la manera en la que su madre se encerraba en su habitación, Lola le hizo señas a su amiga para alejarse de ese lugar.
Una vez que estuvieron de vuelta bajo la complicidad perpetua de su silenciosa morada, Meli se sienta sobre un extremo de la cama; y desde ahí empieza a observar la manera en la que su expresiva compañera de cabellera dorada, dejaba caer la toalla lentamente al piso.
Al darse cuenta de la despampanante manera en la que Meli la veía desde un costado, esta le dice con extraordinaria ligereza:
—Ya que estamos nuevamente a solas, creo que ha llegado el momento de conocernos más a fondo.
Fue así como de manera casi repentina, Lola se abalanzan de forma decidida sobre su agitada compañera. Y luego de hacer su pequeña toalla para un lado, se posa de rodillas justo en medio de sus esbeltas piernas; para luego empezar a admirar su dilatada abertura.
Con la mirada totalmente puesta sobre su brillante vagina, Lola empieza a deslizar sus dedos sobre el delicado contorno de su robusta intimidad; y una vez que consiguió hacerla vibrar, procede a decirle con extraordinaria conmoción:
—Deberías sentirte afortunada Meli, ya que aparte de Lana, eres la única otra chica con la que me atrevería a hacer algo parecido. ¡Mmm! Bueno... Contigo y tal vez con Cricket Van doren. Pero es que esa chica es tan increíblemente perfecta, que tiemblan las piernas de tan solo pensar en ella.
Luego de afirmar tan concisas palabras, y de separar con sutileza las trigueñas piernas de su silenciosa acompañante; Lola se lanza de lleno a devorar su inflamada rajita.
—¡Ay, ay, Lola! De-Detente un poco. Estás haciendo que me pique ahí abajo.
—¡Tranquila querida! Yo me encargo de hacerte sentir mejor.
Con el finalizar de la tarde, la actitud que mantenía Meli se fue tornando mucho más relajada, permitiéndole a su lasciva acompañante, el devorar su sexo sin mayores dificultades.
—Dime la verdad Meli, ¿te está gustando lo que te estoy haciendo?
—¡Ah, Ahh! ¡Mmm! Si… ¡Siiií! ¡Se siente genial! —afirmó con emoción.
Luego de un agitado momento cargado de innumerables temblores y extraordinarios suspiros desvanecidos, la turbada morena empezó a entreabrir sus piernas mucho más de lo que ya las tenía; permitiéndole así a su complacida pareja, que se adentrase con total agrado en medio de sus mojados labios.
Al darse cuenta de la manera en la que Meli se abría cada vez más de piernas, Lola empezó a deslizar sus dedos por el contorno mismo de sus brillantes labios; casi al tiempo en que deslizaba su frágil lengua color rosa, sobre el aclarado pliegue íntimo que se alzaba sobre su sexo.
Luego de notar la exaltada manera en la que la humedecida lengua de la rubia, acariciaba con recelo el delicado dobladillo que se vislumbraba entre sus poblados labios, la ruborizada niña sintió un leve escalofrío recorriendo abiertamente por todo el centro de su angostada espalda; que le hizo sacudir el vientre con gran ofuscación.
—Ay, ay, Lola, no... ¡De-Detente un poco! Mi cuerpo se siente extraño.
Transcurridos unos cuantos minutos, —en los que ambas chicas empezaron a batir sus cuerpos bajo el prolongado ritmo de sus elevados suspiros—, Lola aprovechó la entrega de su receptiva compañera, para separarse momentáneamente de su complaciente lado. Y una vez que lo consigue, Meli se la queda observando con igualable fijación; mientras se preguntaba una y otra vez en su cabeza, por qué rayos se había alejado.
Después de una limitada serie de abrumadores segundos en silencio, Lola acaricia el vientre de su amiga con una de sus inquietas manos; casi al tiempo en que le dice con total relajación:
—No es justo que solo tu disfrutes de mis caricias. ¡Pero descuida! Ya sé que hacer para remediarlo.
En el preciso instante en el que termino de articular sus labios, la pequeña princesa le hace un par de señas a su confundida pareja, para que se acomodase completamente sobre su brillante cama. Por suerte Meli captó de manera inmediata lo que la jadeante rubia le trataba de decir, por lo que sin perder ni un solo instante, ubico su ofuscado cuerpo como esta le pedía.
Una vez que estuvo acomodada, Lola rota su silueta por encima de la de su amiga; hasta dejar sus expuestos sexos a la altura de la otra.
—¡Te das cuenta Meli! En esta posición podemos divertirnos a la vez.
Fue así como de manera casi repentina, Lola se dispuso a retomar cada uno de los salvajes lametazos que tan decididamente se mantenía impartiéndole a su concentrada protegida; y lo continuó haciendo con indescriptible afán y fortaleza, hasta hacerla retorcer de la emoción.
Luego de estirar repentinamente sus cortas piernas, y de aspirar aire con bastante anhelo, Meli sujeta a Lola por su cintura; y tras tomar una última bocanada repleta de aire fresco, empieza a acercar su rostro a los susceptibles pliegues vaginales de su mentora.
Justo en el instante en el que la animada chica decide acariciar los delgados labios menores de la intranquila gemela, la habitación entera se llenó de un llamativo alarido cargado de absoluta sensualidad, que retumbó muy suavemente por tan penumbroso recinto; a medida que ambas niñas se estremecían con fortaleza.
—¡Ahh, Aahh! ¡Ughm! Eso es Meli. ¡Continúa! Lo estás haciendo de maravilla.
Al darse cuenta de la forma tan exaltada con la que su jadeante pareja batía su mojado coño sobre su boca, Meli aprovechó la oportunidad para empezar a degustar con mayor libertad cada uno de sus bonitos labios. Situación que al parecer no pasó para nada desapercibida para la acalorada gemela, quien no tardó en regalarle toda clase de indicaciones placenteras:
–Más arriba Meli... ¡Más arriba! ¡Eso, eso! ¡Ahí, ahí! Méteme la lengua mucho más profundo. Oh, Ohh... Si, Siiií... ¡Continúa!
Animada por el buen trabajo que estaba realizando, la extasiada morena se empezó a calentar con mayor ferocidad; incrementando con holgura, los desmedidos lametazos que se mantenía propinándole al entumecido coño de su enloquecida acompañante.
Una vez que Lola tomó un leve respiro, aprovechó toda la experiencia que previamente había adquirido en compañía de su hermana Lana, para devolverle el favor a la tensionada muchachita.
Fue así como en cuestión de segundos, ambas chicas empezaron a liberar toda una serie de prolongados gemidos entrelazados; mientras batían sus inquietos cuerpos al compás de sus eufóricos lametazos.
—Eso, eso Meli... ¡Pero qué bien lo haces!
De ese modo, ambas chicas continuarían escarbando minuciosamente entre sus dilatadas vaginas, a la espera de lograr satisfacerse mutuamente.
Con los últimos rayos del sol desvaneciéndose de manera gradual en el horizonte, y la complaciente penumbra haciéndose presente dentro de la recamara, Meli no pudo continuar soportando los experimentados lametazos de placer que le mantenía aplicando la animada rubia entre sus piernas; explotando así en un exorbitante mar de entibiecidos fluidos de lo más cristalinos, que le mojaron todo el rostro —y gran parte de la cama—, a su jadeante maestra.
Completamente derrotada, y con la mayoría de su cuerpo mucho más que receptivo, Meli se desplomó de manera enérgica sobre la pequeña cama de sabanas rosa; mientras luchaba con ahínco por mantenerse despierta.
Después de tan electrizante momento, ambas chicas permanecieron tendidas sobre el indulgente colchón; mientras veían en sus conmovidos ojos llorosos, el tenue reflejo de sus propias siluetas.
Con las pocas fuerzas que le quedaban, Lola acarició la mejilla de su agotada protegida; y tras acercar su propio rostro al suyo, procede a decirle con aparatosa seriedad:
—¡Escúchame bien querida! Después de lo de hoy, ya no creo que tengas motivos para tenerle miedo a ningún chico; ni para sentirte menos que ninguna de esas perras con las que piensas competir. Eres increíblemente hermosa, y si te lo propones, puedes volver loco al tipo que se te cruce.
Visiblemente complacida por sus palabras, la animada morena le devuelve una tímida sonrisa de lo más adorable; que le hizo darle un beso en la comisura brillante de sus tersos labios, para luego reclinarse las dos juntas en un abrazo.
A eso de las 6 de la tarde, y con sus radiantes rostros colmados de felicidad, ambas chicas descendieron lentamente hacia la sala; para tratar de ver televisión.
Con gran parte de la casa sumergida en la oscuridad de la noche, las chicas se posan rápidamente sobre los maltrechos cojines del sofá; y permanecen de lo más tranquilas posible, mientras intercambiaban sus cálidas sonrisas sin ningún tipo de preocupación.
Después de varios minutos de absoluta calma, —en los que ni siquiera se atrevieron a encender el televisor—, fueron interrumpidas por una llamativa serie de intermitentes murmullos disipados; los cuales rápidamente llamaron su atención.
Tras darse cuenta de que su atenta madre debería de estar cerca, Lola empieza a acercar su cuerpo hacia el lugar de donde provenían los sonidos; hasta llegar a la puerta de la habitación de sus padres.
Con un extraño hormigueo revoloteando abiertamente en sus entrañas, Lola inclina su cabeza poco a poco hacia la entrada de tan resguardado recinto; hasta conseguir posar sus formidables orejas sobre la misma.
Una vez que estuvo acomodada, empieza a percibir una prolongada serie de delirantes sonidos acelerados provenientes del misterioso interior; que rápidamente llamaron su atención.
En ese frio instante no podía ocultar su gran asombro, luego de escuchar la suave voz de su propia madre; mientras jadeaba con relativa intermitencia.
Aunque los acalorados gemidos la mantenían de lo más alerta, su cuerpo entero se erizó con deslumbrante afán; luego de entender los evidentes quejidos, que provenían sin reparo alguno del interior de la habitación.
Llena de sorpresa, la pequeña entrometida no conseguía apartar su oreja de la entrada; a medida que su acalorada progenitora, repetía sin nada de vergüenza: "¡Ay, ay! ¡Que rico, siií! Mas fuerte... ¡Dame fuerte!"
Era la segunda vez en mucho tiempo en la que la consternada chiquilla de cabello dorado, percibía a su lasciva madre emitiendo esa clase de gemidos con desaforada locura. Y aunque en la primera ocasión no tenía la más remota idea de lo que estaba pasando, ahora el panorama era distinto.
A medida que su inquieta madre se mantenía liberando sutiles gemidos difuminados, un extraño vacío se comenzó a expandir por todo su pecho; producto de la inusual adrenalina que se mantenía experimentando.
Cuando Lola estaba a punto de retirar su receptiva silueta de la entrada, percibe una nueva ráfaga de acelerados balbuceos descontrolados, que le hicieron tensar toda su cansada figura; así como incrementar el ritmo de su inquieto corazón:
"¡Así, así! Métemela más al fondo. ¡Vamos, cariño! ¡Dale más fuerte a mami!" —jadeaba incesantemente la acalorada jefa de la familia, desde lo más profundo de la silenciosa recamara.
Luego de escuchar tan impactante serie de palabras, Lola pega aún más su oído sobre la hoja de la puerta, y se vuelve a asombrar con mayor sobresalto; cuando escucha los asfixiantes sonidos que provenían del interior:
"¡Oh, Ohh! ¡Así, así! Vamos Lincoln, tú sabes cómo es que me gusta. Que esperas cariño... ¡Dale más duro a mami!
¡Todo esto tenía que ser una broma! —pensó la alterada chica con gran ferocidad—. Y es que, cómo era posible de que Lincoln... Esa asquerosa rata pálida de cabello blanco, ¿estuviese teniendo sexo con su propia madre? Pe-Pero... ¡¿Como rayos era eso posible?!
Aunque para lograr entender lo que estaba pasando, y conseguir dar respuesta muchos otros interrogantes, tenemos que retroceder el reloj un par de horas atrás; hasta el inicio mismo de tan extraño día.
