La letra cursiva es para señalar que están hablando otro idioma.

"Entre comillas es para pensamientos".

"Si está entre comillas y cursiva es Lyla hablando".

* es nota de autor. (Para aclarar cualquier pendejada que surja).

NOTA: No todos los capítulos tendrán parejas, algunos se centrarán en un único personaje con el respectivo tema.

•┈┈·┈•••┈┈┈••✦ α • β • Ω ✦••┈┈┈••┈┈·┈••

4 – Instinto

Según la definición de la palabra, el instinto es una conducta innata e inconsciente que se transmite genéticamente entre los seres vivos de la misma especie y que les hace responder de una misma forma ante determinados estímulos.

La diferencia entre hombres y animales es la razón.

Al menos eso es lo que dicen, pero no siempre es cierto. No con el sistema de castas vigente.

Alfas, betas y omegas…

Por mucho que quieran decir que la raza humana está en el tope de la cadena alimenticia en las épocas de celo toda razón se pierde a favor de un único propósito, la necesidad de reproducción. En tiempos anteriores, el celo de un alfa o un omega se desataba no hay nada que los detenga, un celo descontrolado podría acabar muy mal, no era raro que un omega o beta muriera bajo el aplastante celo de un alfa.

Hoy en día, gracias al desarrollo de supresores de celo y los cuidados hormonales la sociedad se volvió más civilizada. Es lo que aparentaba en la superficie.

La realidad es que el instinto era algo que no se podía suprimir por completo y el impulso natural, interior e irracional que provoca el celo dominaba sobre la razón, no había nada que pudieras hacer para evitarlo.

En el bajo mundo era un tema lucrativo, en los distritos rojos, la fantasía de dejar tus instintos ser saciados era muy popular. La Sociedad Arácnida era uno de los establecimientos con mayor demanda de fantasías, si podías pagar por ello casi cualquier cosa estaba permitida.

Había trabajadores de cualquiera de las castas, alfas, betas y omegas dispuestos a cumplir cualquier petición, por descabellada que fuera, desde algo tan sencillo como anudar a un omega en celo hasta ser atormentado por un grupo de alfas, todo estaba permitido mientras el dinero siguiera corriendo.

Todos en la Sociedad estaban conscientes de esta regla. La mayoría de los novatos que entraban a la Sociedad Arácnida al principio se escandalizaban, pero en cuanto se daban cuenta de la comisión obtenida más los gastos pagos de salud y mantenimiento la reticencia y la moral eran escondidas bajo la alfombra.

Claro que tenías que tener un nivel de experiencia para ciertas actividades, mientras más experiencia tuvieras mejor era el pago. Los novatos se hacen cargo de las fantasías simples (sexo clásico) y debían aceptar un mayor rango de clientes para obtener buenas comisiones, mientras que los de alto nivel podían participar en fantasías de su elección y tenían más días de descanso debido a la intensidad de los encuentros.

A veces había una excepción a la regla, algunos clientes preferían a los inexpertos, les gustaba ver el miedo en sus ojos a lo desconocido.

Todo estaba permitido en la Sociedad Arácnida mientras el dinero fuera proporcionado.

Miles Morales, un joven novato omega que recientemente entró a la empresa se preparaba para su primer día, lo estuvo pensando durante mucho tiempo, este no era un trabajo decente, era demasiado consciente de eso, si sus padres se enteraban seguramente lo matarían, pero los costos de su colegiatura se dispararon y sus padres luchaban para cubrir todos los gastos, no podía hacerles eso.

Había escuchado de las buenas comisiones que obtenían los omegas, con dos meses o máximo tres que se quedara ahí podría cubrir la cuota para universidad y les daría a sus padres un respiro. Según las instrucciones que le dio Lyla, la agradable mujer encargada con un esponjoso abrigo blanco y estrafalarios lentes de corazón, sus sesiones no tendrían ningún riesgo, tampoco tendría que participar en nada extravagante, fue instruído detalladamente de cómo servir a los clientes, ciertos truquillos personales y la manera de comportarse.

Sexo convencional y dinero fácil. ¿Qué podría salir mal?

En la sala se preparación le dieron un atuendo en negro y rojo ajustadísimo que no dejaba nada a la imaginación, incluso le pasaron un set de maquillaje, sencillo y que hacía resaltar sus carnosos labios.

- Es hora. - Gwen Stacy, una bonita rubia omega, veterana a pesar de su corta edad. - ¿Estás preparado?

Con un asentimiento nervioso Miles fue guiado por Gwen en los pasillos. Se sentía nervioso, pero ya era tarde para retractarse.

- Es tu primer día ¿Cierto? – no esperó realmente una respuesta. – Espero sepas en lo que te estás metiendo. No es que me incumban tus razones, seguro que harás un montón de dinero en nada de tiempo.

Miles era un poco ingenuo y era nuevo en el distrito rojo, por lo que su primer día no se esperó ser guiado a un salón VIP con cuatro alfas y seis betas, todos en bata esperando ser atendidos. Miles se quedó paralizado del miedo.

- Gracias por su espera. Nosotros les daremos servicios especiales esta velada. – comenzó Gwen su dialogo, era el mismo cada vez, de reojo observó a Miles temblando como una hoja. – Permítanme recordarles las normas. Estoy segura de que todos ya habrán leído el contrato, debo subrayar que no deben morder, marcar ni lesionar de gravedad…

- ¡Conocemos esas cosas! – se quejó uno de los betas. Mientras otro alfa tomaba el delgado brazo de Miles aventándolo a la amplia cama.

- Estamos cansados de esperar.

- ¡Alto…! – Miles lleno de terror intentó resistirse, aunque en realidad eso parecía alentar más el comportamiento violento.

- Estás temblando. – dijo con un meloso tono una mujer alfa, acercándose por detrás. - ¿Estás nervioso? – le preguntó con cinismo, pellizcó con saña los pezones sobre el uniforme ajustado haciendo lloriquear a Miles.

No le dieron tregua, exponiendo las partes más íntimas de su cuerpo lo movieron a su antojo, halando su cabeza y sus manos hacia sus genitales. Con su intensidad le estaban ahogando, apenas dejándolo tomar un respiro. Sus lágrimas embarraban el delineador de sus ojos dándole un aspecto desastroso que parecía calentar a los demás.

Cuando uno de los betas se vino en su bota a Miles le dieron arcadas, escupió todo sobre su uniforme y la cama.

- Que desperdicio.

- Se supone que tienes que tragarlo.

- Supongo que es difícil hacerlo la primera vez. – se burló una alfa todavía tocándose el clítoris, tan grande como un pequeño pene, después de todo es lo que solicitaron.

- L-lo Sie-ento. – decía Miles con una fuerte tos, su garganta se sentía abusada y rasposa.

Alguien se le ocurrió ver hacia la entrada donde Gwen vigilaba todo con un ligero ceño fruncido. – Oye, tu eres una veterana ¿no? Ven aquí y enséñale cómo hacerlo.

- Eso tiene un coste extra. – les recordó la rubia.

- Si, si, lo que digas. Solo ven.

Con un suspiró resignado se acercó a la cama, trepándose sobre ella hasta que alcanzó a Miles en el centro, el movimiento de su cuerpo calculado, con el trasero empinado para que sus invitados pudieran ver la forma en que el traje negro y blanco delineaba la forma de sus labios vaginales y su redondo trasero.

- No puedo decirte como hacerlo. – murmuró la rubia sobre los labios de Miles. – Deberás aprender a través de la experiencia. – diciendo eso la rubia tomó el traje negro, descubrió el pene medio erecto del inexperto omega.

Durante un buen rato Gwen le hizo una felación magistral a Miles, tragando su pene hasta el fondo de su garganta sin dejar de respirar y sin atragantarse, apretando sus pequeños testículos hasta hacerlo correrse escandalosamente como nunca lo había hecho en su vida.

No le dieron ni tiempo a recuperarse cuando fue halado por un hombre, probablemente uno de los alfas, sintió su interior estirarse dolorosamente cuando le clavaron la endurecida polla. Miles gritó, no había nada de placer, solo dolor, constante y sin tregua, desvirgándolo. Sus gritos fueron acallados cuando otra alfa se acercó a sus labios obligándolo a tomar su clítoris entre sus carnosos labios, era diferente al pene de un hombre alfa pero igual de intenso, porque así eran los alfas, no había punto medio con ellos.

Al otro lado de la cama Gwen también fue asaltada por los betas.

Entre todos se fueron tomando turnos con los omegas, Gwen al ser tener más experiencia no tuvo problema en manejar a varios al mismo tiempo.

El instinto, una cosa maravillosa. Después de un par de rondas entre uno y otro Miles ya no sentía dolor, estaba lubricado y abierto, una tras otro fue tomando todo lo que le dieron y en su mente ya no sentía nada más que el desbordante placer que lo llevaba a la locura.

.

No sabía la hora, ni cuanto tiempo transcurrió. Sentía el cuerpo adolorido y estaba cubierto de todo tipo de fluidos de los que no quería ni acordarse.

Con brazos temblorosos medio se incorporó justo a tiempo para observar como entraba un beta a la habitación, altísimo con miles de perforaciones y un aire chulísimo.

- ¿Se la están pasando bien? – preguntó con una sonrisa de medio lado. – Su tiempo ha terminado.

- ¿Qué? ¿Tan Pronto?

- Pueden extender el tiempo de su sesión. – les recordó amablemente el beta, dando una mirada hacia la cama, desde donde Miles le veía con grandes ojos cansados.

- Creo que es suficiente por hoy. – dijo uno de los alfas y los demás le siguieron haciendo murmullos entre de acuerdo y disconformes porque la diversión ya se hubiera terminado.

- Espero verte de nuevo lindura. – dijo una alfa dando una última apretada al trasero de Miles.

- Gracias por escoger nuestros servicios. – les dijo el beta lleno de perforaciones mientras guiaba a todos fuera de la sala VIP para que los omegas pudieran recomponerse.

•┈┈·┈•••┈┈┈••✦ α • β • Ω ✦••┈┈┈••┈┈·┈••

Comenzaron las guarradas, para eso estamos aquí no? Déjenme un comentario para saber si quieren ver otra sesión de la "Sociedad Arácnida"