Aunque tarde, pero...

¡Feliz Año Nuevo!


"Respuesta"

-Es un gusto tenerlo de vuelta, Duque Himura.

Kenshin tuvo a bien enseriarse tan pronto el líder del clan Kamiya lo recibió. Había sido un largo trayecto hasta la capital, que el aire fresco de aquél jardín resultaba bienvenido. Koishijirou estaba sentado a la mesa dispuesta dentro del quiosco en el interior del invernadero. Se encontraban en la mansión Kamiya de la capital, aquella gran estructura que estaba a tan sólo un kilómetro del palacio del emperador. Ya era verano y los geranios estaban en flor.

Kenshin había llegado en compañía de Aoshi, mas éste último se había quedado fuera del recinto, y en su lugar, el mayordomo de la mansión Kamiya había sido quien lo había guiado hasta ahí.

-Lo mismo digo, Duque Kamiya -saludó el pelirrojo.

El mayor sonrió complacido y ofreció el asiento a su huesped. Kenshin se sentó al instante después. El mayordomo sirvió el té justo entonces.

-Una vez más, déjeme felicitarlo por la victoria de su empresa. Escuché que incluso la población se ha duplicado en los últimos meses.

Kenshin asintió.

-Fue una fortuna el haber recibido el milagro de la diosa -señaló el pelirrojo. -Sin aquella bendición habría sido imposible erradicar la plaga del todo.

Koishijiro frunció un poco el entrecejo, aunque su sonrisa no desapareció sí disminuyó en intensidad.

-Tengo entendigo que mi hija le hizo llegar un tótem.

Kenshin se detuvo a punto de beber de su taza. Volvió a ponerla sobre la mesa y sonrió levemente antes de volver a enfrentar a su compañero.

-Así es. Fue gracias a éste en parte, que conseguí salvar la vida durante la última batalla.

Había un brillo juguetón en sus ojos, notó el moreno, quien entendía en parte la reacción del joven frente a sí. Después de todo, aquel presente había sido enviado junto con la última carta de Kaoru quien la había enviado con un evidente gesto de molestia en su rostro. El contenido del mensaje, sin embargo, seguía siendo un misterio para su padre, pero no por eso no tenía una idea de lo que la niña bien podría haberle escrito al General.

-He de suponer que su respuesta sigue siendo la misma -inquirió Koishijirou.

Kenshin asintió.

-Lo es. Y yo he de suponer que es ahora cuando negociamos los verdaderos términos tras este contrato matrimonial.

La mirada de Koishijirou se afiló.

-Así es -dijo. Y luego entregó un folder con reportes sobre los actos del segundo príncipe durante los dos años anteriores, Kenshin se dedicó a leerlos uno por uno. -Sé que cuesta creer lo mucho que ha crecido su fuerza a pesar de ser tan joven.

-Lo cual evidencia el que hay alguien más moviendo los hilos -inquirió.

-La aristocracia está dividida de momento; hay muchos que no comulgaron con sus operaciones militares al sur. No todos desean que el imperio siga expandiéndose a costa de su gente.

Kenshin analizó lo dicho. Tras terminar de leer dejó los documentos sobre la mesa y miró directamente al líder de los Kamiya.

-¿Qué es lo que desea que haga?

Silencio.

Koishijirou suspiró con pesadez.

-Primero que nada, establezcamos las ventajas en tu favor. Luego, hablaremos sobre tus deberes para con mi hija.


Tras la ceremonia en el templo, el baile de presentación volvió a llevarse en palacio. Aunque esta vez no se recibía a ningún héroe de guerra, se celebraba el que había sido un año con gran incremento de usuarios, cerca de doce jóvenes que lucieron el dominio de cada uno de sus elementos. Kaoru, desde luego, había estado dentro de este nuevo grupo. Dos años atrás había sido la más joven, esta vez era la segunda más grande del grupo.

Siguiendo la maleabilidad de su poder, Kaoru se presentó como una usuaria de aire. Esta vez no hubo ningún tipo de milagro ni bendición; mas no por eso dejó de ser un espectáculo maravilloso. En especial porque el control de la menor de los Kamiya sobresalía por encima del de sus compañeros. El aire que ella movía, además, brillaba como si su composición fuese incluso mucho más densa.

-No hay duda. No hay nadie que pueda estar al nivel de Kaoru. -Murmuró Megumi, quien por segunda vez, era testigo de la presentación de su hermana.

No era secreto que la morena agradecía el que los colores del atuendo ceremonial de su hermana permanecieran en tonos verdes y no cambiaran para combinar con los colores de ningún sujeto que intentase pasarse de listo.

-Sin duda, llegarán muchas invitaciones este verano -dijo contenta, satisfecha de ver el éxito de su pequeña hermana.

...

Tan pronto la presentación hubo terminado, cada uno de los usuarios se dirigió hacia la mesa en donde sus respectivas familias esperaban. Kaoru no fue la excepción, aunque en su caso, Megumi fue directo a recibirla.

-Lo hiciste bien. -Le dijo tan pronto la alcanzó.

Kaoru negó con la cabeza, su rostro estaba sonrojado por el esfuerzo del baile.

-Por poco me descubro. -Confesó a modo de queja.

La niña no sabía decir cómo o por qué, pero durante el último baile su poder se había descontrolado un instante, y a la menor le había costado trabajo el volver a controlarlo. Había sido como si brincara tras despertar de pronto lleno de energía; para luego salir en busca de algo. Por poco y no consigue evitar el que los listones aire se volviesen de luz, se reprochó mentalmente.

Megumi la distrajo entonces, tomándole el rostro en ambas manos.

-Te he dicho, que lo hiciste bien. -Le dijo tan pronto tuvo su atención.

Ante la calidez de su mirada y su sonrisa, Kaoru acabó por ceder sonriendo igualmente.

...

El resto del evento resultó algo abúlico.

Tras el banquete principal, los bailes comenzaron. Sin embargo, estos estaban reservados para las parejas a debutar en tal noche, y Kaoru - sin importar el que ya estuviese prometida - todavía no era de edad, por lo que se tuvo que ver obligada a mirar desde lo lejos.

Por último los juegos en el jardín, con la clásica explosión de fuegos artificiales. Era eso o dedicarse a encerrarse en una sala para los niños de la nobleza, algo que en definitiva no haría. No porque no quisiese convivir con niños y jóvenes de su edad, sino porque al ser del Este poco conocía realmente sobre los modos de la nobleza en la capital, y no deseaba exponerse tan pronto. Mejor que la considerasen antisocial de momento, se dijo.

El evento pronto llegó a su fin, y Kaoru - al ser su padre la mano derecha del rey - permanecería aquella noche en palacio, en un aposento dispuesto para ella. Tras despedirse de su caballero en la entrada de la mansión de aposentos en el palacio de la princesa, Kaoru se dispuso a avanzar junto con su doncella hacia su habitación; ésta última, sin embargo, se excusó informando que le prepararía el baño. La niña asintió.

Sola, de pie en el salón principal, la menor de los Kamiya observó el movimiento de los trabajadores con un sentimiento de nostalgia.

"En casa no es tan ajetreado." Pensó para sí.

Y luego se dispuso a abandonar la sala. Atravesó el recinto y se introdujo en el pasillo que la llevaría a los aposentos.

-Ha pasado un tiempo, Kaoru.

Y se detuvo en seco al escucharle decir su nombre.

-¡Kenshin! -Exclamó con las mejillas arreboladas.

El pelirrojo sonrió ampliamente.

-Es bueno ver que no me has olvidado, princesa.

Entonces, justo entonces, Kaoru se recordó que estaba molesta. Cerrando la puerta tras de sí, se internó en el pasillo hasta quedar de frente a su prometido. Seguía igual de alto que la última vez, lo cual agradeció internamente pues ella no había crecido mucho.

-Me temo, Ser, que ha sido usted quien me ha olvidado. -Le dijo con molestia.

Kenshin parpadeó confuso, antes de que su mente entendiera el problema.

-Me disculpo -le dijo, todavía sonriendo -La situación era bastante compleja en el Norte, y aunque no me fue posible enviar respuesta en tiempo, leí todas y cada una de tus cartas, pequeña Kaoru.

-¿Lo hiciste? -Inquirió ella esperanzada. Luego se corrigió. -Quiero decir, da igual por la descortesía de no enviar siquiera una respuesta.

Kenshin sonrió conmovido. Kaoru le inspiraba una inconmesurable ternura. Aunque seguía siendo apenas una niña, lo cierto era que había cambiado y crecido en ciertos aspectos, principalmente su estatura y lo redondo de su rostro que había empezado a afilarse de a poco.

-Aunque no pretendo excusarme, quiero asegurarte que de haber podido enviar respuesta en tiempo lo habría hecho -le aseguró. Luego se acercó a ella y se arrodilló; sólo entonces la menor notó el paquete que llevaba en las manos. -Pero si me lo permites, me gustaría entregarte mi correspondencia ahora.

Los ojos de Kaoru brillaron de emoción.

-¿Puedo leerlas ahora? -Pidió a voz viva.

Kenshin asintió.

La sonrisa que Kaoru le regaló era inmensa. Tomando las cartas en sus manos, la niña miró en derredor y luego tomó una decisión.

-Debemos buscar dónde sentarnos -le dijo tomándolo de la mano.

Kenshin la siguió al instante de vuelta al salón en donde tomarón asiento en uno de los sillones cercanos a las escaleras.

-Si tengo dudas sobre algo, tendrás que explicarme -le ordenó la pequeña tan pronto estuvieron sentados.

-Por supuesto -Aceptó él. -E igualmente me gustaría el que pudieses también aclararme algunas dudas con respecto a algunas de tus cartas. Como lo que sigunifica esta frase "Kenshin no baka", es un idioma que no conozco.

A Kaoru el rostro se le coloreó de rojo.

-Ah, es algo sin importancia -le aseguró riendo.

...

Hablaron durante cerca de dos horas, compartiendo historias sobre lo que ambos habían vivido durante aquellos dos años separados. Aquella imagen seguía siendo más filial que otra cosa, y en cierta forma el General entendía que sería así durante varios años, si es que el compromiso continuaba.

Al final Kaoru no pudo tomar el baño previamente dispuesto, aunque no hizo falta. La menor quería cada vez más y más a Kenshin, ignoraba lo que era enamorarse y amar a alguien diferente de como amaba a su padre y a su hermana, e incluso a Shura; pero estaba segura de que ese sentimiento era bueno.

...

Por eso le costó trabajo entender la angustia y tristeza de su hermana el día de su compromiso oficial.


Meses tras su presentación y una vez la temporada de presentaciones terminó en la capital, Kaoru junto con su familia había vuelto a su hogar; Himura Kenshin y su compañía se les unió apenas dos semanas después. Era el momento de hacer oficial el compromiso, el cual se firmaría aquella tarde frente a los miembros altos del clan y un representante del emperador el cual serviría de testigo.

A pesar de lo significativo del evento, aquello no era precisamente una fiesta; y no se había dispuesto mas que lo estrictamente necesario para los pocos presentes. Kaoru además, había sido instruida de que no era del todo necesaria su presencia y se le había dado la opción de irse a una casa de retiro.

"No es necesario que estés presente. Puedo firmar en tu lugar." Le habían dicho, pero ella se había negado por supuesto.

La menor apenas si entendía aquello... Aún más al descubrir a su hermana llorando en brazos de su padre en la oficina de éste último. Faltaba menos de una hora para que iniciase el evento, los pocos invitados ya estaban presentes en el salón de baile de la planta baja.

-Hablamos de esto, Megumi. -Dijo el padre de ambas. -Lo sabes. Es lo mejor.

La voz de su padre sonaba final y contrita, que incluso si ella no había querido espiar, había terminado mirando por la rendija de la puerta. A Kaoru el corazón le latió pesado en el pecho.

-Ha sido una tortura el tener que irla despidiendo de a poco. -Sollozó Megumi, tenía el rostro oculto en sus manos. -No es justo. Es apenas una niña.

Su padre la mantuvo en su abrazo, mientras suavemente le acariciaba la espalda intentando reconfortarla. El hombre entendía lo mucho que Megumi sacrificaba al tener que entregar a la niña a la que había creado más como una hija que como una hermana.

-Tú misma has visto el poder político que ha ganado el segundo príncipe. -Trató de razonar en su lugar. -Has visto en las cartas la amenaza que representa. No hay mejor opción si queremos realmente protegerla.

La joven pareció encogerse más en sí misma, era evidente su pena.

-Aún así, ¿por qué tiene que ser ahora? -Sollozó. -Es apenas una niña.

De pie a la entrada de la oficina de su padre, a un paso de distancia del espacio abierto entre las puertas de madera, Kaoru se vio liberada de aquella escena al sentir sus propias lágrimas resbalar por sus mejillas.

La niña no entendía por qué lloraba. Así como tampoco entendía lo precario de su situación en el imperio ni los deseos de su padre de protegerla de alguien que ni siquiera ella conocía. Pero podía entender, sin embargo, la angustia y la tristeza compartida de su familia. De pronto sintiendo que estaba invadiendo un espacio ajeno, Kaoru se apresuró a alejarse de aquel lugar.

...

Corrió escaleras abajo por el acceso de la servidumbre, y se coló en el recinto permaneciendo oculta a los ojos de los invitados. Hasta que su mirada dio con la figura de quien buscaba, Kaoru se permitió verse en aquel espacio, corrió directo hasta su compañero y se estrelló contra él al abrazarlo.

-Oro! -Exclamó Kenshin al sentir a la menor abrazarlo de golpe de espaldas.

El pelirrojo se giró entonces y la miró con preocupación, su propio poder lloraba dentro de sí exigiéndole el que se acercara a su compañera.

-¿Qué sucede? -Le preguntó preocupado, acariciando con una mano la cabeza de ella.

Kaoru le miró entonces, descolocándolo con la emoción en sus ojos; la niña se separó y le extendió los brazos. Él no lo dudó ni un instante y la cargó con ambos brazos.

-Of... has crecido. -Exclamó al sentir el nuevo peso, sin duda diferente del recuerdo de su primer baile.

Kaoru hizo un puchero.

-Tú no tanto. -Murmuró resentida, mientras le rodeaba el cuello con las manos.

A Kenshin la vena del enojo le palpitó en la sien.

-Uno deja de crecer después de los veinte, princesa. -Le dijo dispuesto a seguir debatiendo de ser necesario.

Mas el semblante de Kaoru se entristeció un tanto.

-No sé si quiero crecer. -Confesó. -¿Realmente, haría eso todo mejor? -Cuestionó con voz débil.

Silencio.

Kenshin lo consideró un instante antes de responder, cuando lo hizo, su mirada estaba llena de entendimiento.

-Creo que lo importante ahora, es enfocarnos en conocernos, princesa. -Le dijo con una sonrisa asomándose a las comisuras de sus labios. Kaoru le miró a detalle. -Prometimos ser amigos, ¿no es así?

La menor asintió, y se aferró más a él.

Fue entonces que sintió la presencia de su hermana en la sala.

-No...! -Exclamó ésta, quien seguro iba directo a romper aquel abrazo.

Por primera vez Kaoru le rechazó y se aferró a su compañero, escondiendo el rostro en él.

-¡Megumi! -Se escuchó la voz de su padre, sin duda alguna deteniéndola en el acto.

Hubo murmullos en la sala, comentarios a voces que sólo sumaban a la tristeza de la menor. Kenshin al darse cuenta del contexto de ambos, se decidió entonces.

-Kaoru... -Le llamó.

-¿Mmm?

-No vayas a asustarte. -le susurró.

-¡Ah!

Y al instante siguiente una esfera de oscuridad los envolvió hasta desaparecerlos.

...

Kaoru sintió que el mundo se movía a su alrededor. Hacía frío en aquel espacio pero este no le quemaba sino que al contrario la hacía sentir libre. Emocionada. Cuando la sensación de movimiento cesó y la oscuridad se disipó, un cielo estrellado recibió la vista de la pequeña.

-¡Ah! -Exclamó sorprendida.

Kenshin esperó paciente.

Ambos estaban ahora en un jardín nocturno. Kaoru entendió que éste era el espacio del usuario de la oscuridad, el santuario que sólo un elemental original podía tener acceso, y ahora ella estaba aquí también.

-Éso fue... -Murmuró ella, luchando con las palabras.

Kenshin esperó.

"Increíble" Pensó para sí. -Hermoso. -Terminó diciendo.

Kenshin respiró en alivio. Y entonces el corazón le brincó en el pecho cuando el jardín comenzó a iluminarse.

-¡Mira! -Le dijo Kaoru, mientras liberaba onda tras onda de su poder de luz.

Las motas bailaron como lluvia hasta que caían sobre la hierba y simulaban ser flores. El jardín, en su oscuridad, se iluminó y se llenó de sombras, las cuales danzaron bajo el cobijo de la luz de su compañera.

Kenshin sonrió.

"Por ahora..." Pensó. "Únicamente puedo protegerte."

...

Volvieron apenas a tiempo para la firma del contrato nupcial. El compromiso quedó sellado y ambos clanes pactaron aquella promesa de unión.

La ceremonia fue corta, pues Kaoru cayó dormida tan pronto la firma se hizo.

Kenshin entregó a Kaoru de vuelta a los brazos de su hermana, quien la recibió con las evidentes marcas de las lágrimas en su rostro y que dedicó además, una mirada llena de recelo hacia el General.

-Lo lamento -fue la disculpa del lídel del clan Kamiya.

-Está bien, lo entiendo -aseguró el pelirrojo. -Mantendré mi parte del trato -juró.

Koishijirou asintió.

...

Himura Kenshin y su compañía abandonaron el territorio Kamiya dos días después, de regreso al Norte.

El compromiso se fijó a durar un año más antes de la tal esperada boda.

Esta vez, todas y cada una de las cartas que Kaoru mandó durante aquel año, recibieron respuesta.


A/N: Un par de palabras pueden aliviar el alma... o en este caso un par de pulmones malitos T_T