Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.

Gracias por leer y nos veremos después.

Nada, solo mi OTP junto con sus hijos que creé para ellos xd.


Para Aomine Ryou despertar de esa manera se había vuelto algo habitual desde que decidió hacer su vida de casado con el sexy oficial Aomine Daiki.

Y de eso ya varios años atrás.

Aunque debía admitir que tenía un poquito de miedo respecto a la relación de su esposo con sus hijos mayores.

Solo esperaba que nunca, JAMAS, sus discusiones llegaran a mayores. No quería parar al hospital por culpa de su impulsivo esposo e hijos.

-¡Levanta el maldito trasero de ese maldito sofá y ve y despierta al inútil de tu hermano!- aquel grito resonó por toda la casa. El patriarca de la familia Aomine estaba de malas.

-¡No me grites, maldito anciano!- esa voz fue la de su hijo mayor, Ryuki Aomine. Igual o más molesto que su progenitor.

-¡Con un demonio, dejen de gritar, joder! ¡Habemos gente que quiere dormir sus malditas doce horas del día!- ese segundo grito fue el de su segundo hijo. Ryuchi Aomine estaba bajando enojado las escaleras de su casa, tenía el ceño fruncido y su rostro juraba cometer un homicidio hacia alguien de su familia.

De preferencia su padre y hermano mayor.

¿Cuantas veces en el lapso de tiempo que tenía despierto ha escuchado la palabra »maldito«? Ya había perdido la cuenta, lo sano seria bajar e ir a detener la discusión de sus hijos con su marido.

No quería comprar otra vajilla de porcelana en caso de que Daiki arrojara los platitos y tazas a sus hijos.

Tampoco quería que sus »retoños« terminaran heridos por culpa de su esposo.

Y mucho menos quería ser testigo en un caso de homicidio imprudencial por parte de su familia.

Quería al menos una vez tener un desayuno normal en un fin de semana normal.

-¡Cállense de una vez par de atolondrados, su madre sigue durmiendo allá arriba, con un demonio!- sip, definitivamente tenía que apurarse a bajar.


-¿Qué pasa? ¿Por qué hay tanto ruido?- pregunto un pequeño y adormilado peli azul bajando las escaleras de la segunda planta de su hogar. El pequeño Kai Aomine estaba confundido.

-¿Ruido? ¿Cuál ruido?- respondieron sus hermanos mayores a la vez. Que su hermanito se pareciera un poco a su madre en lo físico y en su personalidad, había heredado el sueño pesado de Aomine pero incrementándolo a la tercera potencia. El menor de ocho años era un roble al dormir lo que hacía que no se enterada de lo que ocurría en su hogar sino ya varias horas después.

-Mmm... Quizá solo fue mi imaginación- comento mientras sus cabellos eran revueltos por su padre y después por sus hermanos mayores -buenos días papi, Ryuki, Ryuchi-

-Buenos días Kai- respondieron los tres mayores a la vez. El menor se sentó en el lugar que le corresponde en la mesa.

-Buenos días a todos- expreso un castaño feliz y hambriento mientras bajaba del segundo piso con un bebé de cabellos castaños y ojos azules quien veía a toda la gente reunida a su alrededor de manera atenta y curiosa -saluda Daiyo- al oír la voz de su madre el pequeño castaño alzo sus bracitos y los movió en modo de saludo a su familia quienes por poco sufren un ataque de dulzura por culpa de su hermanito menor y su madre.

Juntar a Daiyo con Ryou era un ataque directo a su corazón para la familia Aomine.

-Siéntate madre, el desayuno está listo- pidió Ryuki al castaño y después le dio un zape a su hermano -y tú, pon la mesa, no seas vago Ryuchi- el segundo hermano se sobo la cabeza.

-¡Eso dolió, idiota!- se quejó.

-La vida es un sufrimiento, Ryuchi. Aprende eso- respondió el hermano mayor para risa de Kai y el pequeño Daiyo.

-Ya, ya, no empiecen a discutir otra vez chicos- pidió con suavidad Ryou alimentando a Daiyo con su papilla de zanahoria y su juguito de manzana.

-Obedezcan a su madre, engendros del demonio- hablo serio Aomine Daiki entrando a la cocina con periódico en mano y una taza de porcelana con la frase: »I the best and you not« en la otra. Vio fijamente los ojos de sus hijos mayores antes de besar apasionadamente los labios de su esposo en presencia de toda su familia -hola, Ryou- expreso luego de separarse de los labios del castaño.

-Bu-buenos días, Daiki-san- murmuro el castaño con Daiyo viendo cada uno de los movimientos de sus padres. Ryuki rodo los ojos hastiado, Ryuchi tenía el ceño fruncido, Kai jugaba con Daiyo y su peluche de baloncesto completamente ignorante de la situación por la que pasaba su familia.

-¡No acapares a mamá, anciano!- gruño Ryuchi.

-Apoyo a Ryuchi, no seas egoísta Ahomine- hablo Ryuki viendo feo a Daiki. Su madre era muy linda para estar casado con alguien como Aomine.

-¿Mmm?- expreso Kai dejando de jugar un momento con Daiyo y después ver a su familia -yo también quiero ser consentido por mami-

-¡Abu! ¡Abu! ¡Bu!- balbuceo Daiyo estirando sus bracitos es señal de que también quería atención de su madre.

A pesar de que era muy consentido por Ryou.

-¡Se callan mocosos, su madre es mío y hago lo que quiera con el!- les gruño a sus hijos. No le gustaba compartir a Ryou con nadie y sus hijos no iban a ser la excepción.

Mucho hizo no deshaciéndose de ellos cuando Ryou le dijo que estaba embarazado. En especial tratándose de sus hijos mayores.

Los hubiera dejado en el orfanato más lejano de Tokio.

Pero Kai y Daiyo era otro punto. Ellos eran sus hijos consentidos y queridos simplemente porque eran los más tranquilos de los cuatro.

Además de que eran jodidamente adorables, abrazables y eran la viva imagen de su honguito.

Ryou suspiro, su familia era muy peculiar.

Pero la amaba con todo su ser.

Un día de estos le harían tener un ataque de ansiedad severo.

¿Sera acaso por los genes Aomine?