Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.
Gracias por leer y nos veremos después.
Este drabble se desprende de los drabbles »Presumido« y »Presumido Pt. 2«. Si no los ha leído favor de hacerlo, aquí habrá spoiler de los ya mencionados y quizá no entienda de que trata este show (?)
-Mi cabeza me duele- se quejó un adolorido castaño bajo su almohada y cubierto totalmente por las cobijas de su cama. Era sábado, lo que significaba que no tenía -por hoy- ni entrenamiento ni clases.
Bendito sea el creador.
Una suave carcajada de escucho al fondo de la habitación del castaño para molestia y dolor de este.
Se burlaban de su desgracia y la resaca que estaba sufriendo del día anterior a causa de su reunión mensual.
Estúpido alcohol y cerveza, maldijo para sus adentros.
-Nadie te mando a beber tanto ayer Ryou- comento su novio sentado en la cama del castaño mientras acariciaba por arriba de la almohada la cabeza de Ryou.
El castaño gruño molesto y adolorido -no es mi culpa no ser resistente al alcohol como Daiki-san- se quejó bajo su almohada.
Aomine volvió a reír -lo se Ryou, lo sé- exclamo el peli azul -por eso te amo- Ryou se sonrojo. La almohada que le cubría de la luz del día fue quitada con cuidado mientras su cuello era besado con delicadeza -descansa un poco, si tus padres llegan les diré que amaneciste enfermo pero que estas durmiendo hasta esperar que te pase el malestar- el castaño asintió y agradeció el cuidado del moreno hacia él.
-Te amo Daiki-san- expreso con sinceridad Ryou.
Aomine no respondió.
El sentimiento era mutuo.
-Descansa, vendré a verte en un rato- Ryou asintió en un suspiro. El dolor lo hacía dormir mucho.
Cuando el moreno bajo a la primera plata de la casa de su novio, la soledad y bruma del hogar del castaño le ataco de golpe.
Se sentó en el sofá más grande de aquella cómoda sala y se cruzó de brazos dejando que los pensamientos en su cabeza le envolvieran un momento.
Si bien ambos eran hijos únicos, había una gran diferencia entre ambos por como manejaron esa situación. En el caso de Aomine nunca estuvo solo, para cuando era un niño tenía a su vecina -luego mejor amiga de la niñez- Momoi Satsuki y siempre que llegaba a casa su madre lo recibía con la comida caliente, ambos esperaban a que su padre llegara para pasar ese momento del día juntos.
En cambio Ryou...
Por lo que sabe de propia boca de su honguito es que los padres de Ryou siempre han trabajado, rara vez se le veían en casa. Todo para que su único hijo tuviera lo mejor.
Razón por la que Ryou apreciaba mucho los momentos que pasaba con su familia, juntos. Llegando a cancelar citas con Aomine solo para salir con sus ocupados pero amorosos padres.
Daiki lo entendía y por eso quería mucho a Ryou. Su hongo valoraba más esos momentos que cualquier cosa material que sus progenitores pudieran darle.
Ahora que lo pensaba seriamente: Ryou nunca le ha mencionado como era en su época de secundaria, mucho menos la época antes de esa. Su suegra -la versión femenina de Ryou, solo que con ojos verdes y una personalidad tranquila y segura de sí misma- tampoco ha querido hablar de eso con él. Y eso que supo por propia boca de la señora Sakurai que su único hijo estaba enamorado de él un mes después de conocerlo.
Y su suegro -un peli negro de ojos chocolates y con la personalidad parecida a la de su honguito, solo que su nivel de frialdad estaba a tope- tampoco ha dicho mucho al respecto.
»Lo siento, pero son recuerdos invaluables de mi único hijo y su primer novio, lo siento«
Debía admitir que le dolió el ego cuando escucho eso de la boca de su suegro. E inevitablemente se molestó por confirmar las palabras que Ryou menciono hace dos meses en la discusión que tuvo con la luz y sombra de Shotoku.
¿Debería preguntarle directamente el nombre, dirección y teléfono de ese chico?
¿Ryou aun tendrá contacto con él?
¿Qué pasa si Ryou le pregunta sobre sus relaciones pasadas también? Bueno, no es como si le molestara decirle al castaño sobre ese asunto. Y parece ser que a Ryou no le molesta o quisiera saber sobre eso.
¿Entonces por qué le afectaba tanto ese asunto?
-¡Al diablo!- exclamo frustrado Aomine levantándose de golpe del cómodo sofá. Toda esa situación hacia que le doliera la cabeza -debe de haber por aquí algo que me quite la maldita duda ¿pero qué?- se dijo a si mismo caminando como león enjaulado por toda la sala.
Fue entonces que sus ojos zafiros enfocaron algo de su interés, el objeto en cuestión estaba en una pequeña repisa donde varios reconocimientos, diplomas, medallas del segundo y tercer lugar en dibujo y cocina podían resaltar a la vista. Todos y cada uno con el nombre de su honguito y uno que otro con el nombre de alguno de sus suegros. Quizá en esa cosa pueda encontrar las respuestas que necesitaba:
Un álbum fotográfico.
Y no era un álbum pequeño, era uno pesado y grueso, con su empastado azul y decorados dorados. En resumidas cuentas: era su oportunidad de saber sobre el individuo que estuvo antes con Ryou.
¿Sera correcto ver algo tan íntimo de la familia Sakurai?
¿Ahí estará la respuesta que buscaba?
¿Su suegra habrá guardado algo de la cena de anoche? Tenía hambre.
No, no es momento para eso -o quizá sí, pero debía apurarse- ahora lo importante era saber sobre el pasado de Ryou.
-No pasa nada si solo veo unas cuantas fotos ¿cierto?- se sentó una vez más en el sofá con el álbum en sus piernas. Vio las escaleras asegurándose que Ryou no estuviera despierto, no quería que lo viera en su fechoría, dio un suspiro y después abrió el álbum -solo será un momento-
Las imágenes que veían sus ojos eran... impresionantes.
Además de adorables.
En su mayoría eran fotos de Ryou, desde que era un bebé hasta los cinco años. Se veía lindo con su uniforme del preescolar y sus ojitos llorosos. Desde pequeño su honguito enamoraba a todo el mundo.
Todo era hermoso pero nada de eso lo ayudaba. Todo ese álbum abarcaba la niñez e infancia del castaño y no lo que realmente le importaba.
-Vaya, no creí que mi yerno revisara las cosas personales de su familia política- el moreno trago duro al oír la voz de su suegra a un lado suyo. La castaña tenía un rostro sonriente y aterrador -¿dónde está mi hijo?- pregunto la castaña.
-En su habitación- respondió Aomine sin ver a los ojos a la mujer.
-Bien, iré a ver como esta de su resaca. Mientras tanto tu espera aquí, no tardo mucho- ordeno su suegra.
Daiki asintió, no era capaz de llevarle la contra a su suegra. Pasaron unos minutos y la castaña regreso con un álbum más pequeño y compacto que el anterior. Se sentó a un lado de Aomine y puso el álbum en sus piernas.
-Me di cuenta que tienes curiosidad por saber del primer novio de Ryou, mi esposo me lo confirmo y aunque mi hijo diga lo contrario, el también quiere hablar sobre eso pero no encuentra el momento para hacerlo. Así que lo hare yo- explico la señora Sakurai abriendo el álbum y sacando una fotografía de este la cual se la dio al moreno -en este álbum guardo los momentos especiales para Ryou. Muchos de esos él ni siquiera esta consiente de la existencia de las fotografías que tengo aquí. Cuando teníamos que trabajar no podíamos asistir a algunos eventos importantes para Ryou pero siempre hubo algún conocido nuestro que nos ayudaba con eso, para muestra esa fotografía- los zafiros de Aomine veían al adolescente -o puberto- Ryou tomado de la mano de otro chico el cual no reconocía pues estaba girado y su rostro no se veía, lo que si se veía era un castaño sonrojado por la vergüenza de usar un disfraz de oso y el otro chico de cazador, su sombrero cubría su cabeza.
-¿Y eso tiene que ver por qué...?-
-Esa fotografía es la primera de Ryou con primer novio. Estaba en secundaria cuando paso- el moreno abrió los ojos de la impresión. Era enserio.
Aomine arrebato el álbum de las piernas de su suegra y busco fotografía por fotografía más sobre aquel chico. Principalmente quería saber cómo era su rostro.
Pero el destino no estaba de su lado, en todas y cada una de esas fotografías no se veía a nadie más que Ryou. Nada de aquel mocoso. Gruño frustrado, no sabía nada del imbécil que estuvo primero con su honguito.
-¿Mamá? ¿Daiki-san?- hablo quedito Ryou bajando las escaleras de su hogar con calma -oh... veo que le estas mostrando tu álbum de recuerdos a Daiki-san-
-¿No te molesta, cariño?- el castaño negó.
-Es lindo que mi novio comparta momentos con mi madre- afirmo tranquilo sentándose a un lado del moreno -¿y bien? ¿En que van?-
-¿Es cierto que tu primer novio lo conociste en secundaria?- el castaño lanzo un sonoro suspiro, sabía que por una razón mostraba algo tan valioso para ella.
-Creí que ya habíamos hablado sobre esto, Daiki-san- los ojos de su novio estaban fijos en el -yo... no tengo muy claro esos recuerdos, estaba muy inseguro de mí mismo y supongo que la tensión del momento me hizo bloquear ese recuerdo-
-¿Acaso el imbécil te lastimo?- pregunto molesto Aomine tomando la mano de Ryou, el castaño negó.
-Mi relación con el termino luego del primer mes- explico tranquilo - supongo que era fue mi primer amor- alzo los hombros restándole importancia al asunto.
-Creí que yo había sido tu primer amor- el castaño negó mientras acariciaba las mejillas de Aomine. Quizá con esas palabras Daiki se tranquilizaría.
-El primer amor y el amor de nuestra vida no son las mismas personas, Daiki- explico el castaño besando la mejilla de su novio -tú te darás cuenta cuál de los dos eres para mí- luego de eso se levantó de su lugar y beso la frente de Aomine avergonzándolo.
Ryou podía ser muy lindo y directo con sus sentimientos cuando se lo proponía.
-Resulto el asunto, vamos a comer. Les preparare una deliciosa lasaña vegetariana, vamos yerno mío, ayudaras a mi hijo lavando y picando las verduras- le alentó su suegra levantándose de su lugar y caminando rumbo a la cocina donde estaba Ryou. Aomine a regaña dientes se puso de pie, la cocina seguía sin ser su fuerte.
El amor era lindo, era mágico, era diferente para cada uno de nosotros.
Para Sakurai Ryou y Aomine Daiki el amor surgió la primera vez que el castaño vio a Aomine en las canchas de baloncesto de Teiko.
Aun siendo un estudiante promedio, un chico promedio, un don nadie a comparación de quien en un futuro seria la bestia indomable del Instituto Teiko y As de la Preparatoria Too. Puede decir con orgullo y dignidad que él, Sakurai Ryou, se había hecho a la tierna edad de doce años, casi trece, del corazón de Aomine Daiki.
Por qué si, damas y caballeros, el primer novio, el primer amor del honguito favorito de todos no era otra persona que el mismo Aomine.
Y aunque Daiki no lo recordara -no lo culpaba, después de lo acontecido en Teiko era normal que Aomine no quisiera mencionar nada sobre su vida ahí o antes de eso y tuviera un bloqueo de recuerdos por esa misma razón- su corazón siempre ha sido del moreno. Así como el del peli azul era suyo.
Aun puede recordarlo.
Su primer beso fue mágico, su primera cita fue especial.
Su primer corazón roto fue... vacío.
Pero oigan ¿quién dijo que las personas que son destinadas a conocerse en una ocasión y volver a reencontrarse no podían volver a amarse?
Ryou no era de los que solían seguir reglas. Algo en común que tenía con Daiki.
Ambos estaban destinados a estar juntos.
