—De acuerdo —musitó buscando entre los gabinetes—, sólo debo encontrar la harina...
Cassie, con paciencia, esperaba mientras la loba buscaba por toda la cocina la harina para poder hornear un pastel el cual que ella se había ofrecido a realizar.
—¿Roxy?
—¡Agh! ¿Dónde está? —refunfuñó Roxanne—. Debería estar aquí.
—¿No la habrá tomado alguien más? —Cassie se acercó al animatronico y le lanzó una mirada de inspección a la cocina—. Pudo haber entrado otra persona.
—Pues, los visitantes tienen prohibido entrar a la cocina —ante esto la castaña palideció—. Aquí sólo entran S.T.A.F.F. Bots, el personal y...
Bingo.
Utilizando el sistema intercomunicador, Roxanne comenzó a enviar un mensaje a uno de los demás animatrónicos para solicitar su ayuda sin tener que reunirse en persona. Cassie, confundida, se acercó con curiosidad.
—¿Qué estás haciendo, Roxy? —preguntó la niña.
Roxanne, con los ojos entrecerrados y una sonrisa de satisfacción, respondió:
—Hay alguien aquí que conoce muy bien la cocina. Solo esperemos unos minutos, está por llegar.
Cassie, llena de intriga, esperó a ver quién se uniría a ellos. De repente, la puerta se abrió bruscamente, llenando la cocina con un sonido sordo y rasposo. Todos los S.T.A.F.F. Bots giraron la cabeza hacia la entrada, claramente no muy emocionados.
—¡Roxy-loo~! —canturreó Chica, mientras entraba por la puerta—. Leí tu mensaje, ¿en qué puedo ayudar?
Roxanne, aliviada, le preguntó a su amiga:
—¿Sabes dónde diablos escondieron la harina esta vez? He estado buscándola durante mucho tiempo y no encuentro nada. La necesito para un cumpleaños.
La mirada de Chica se posó sobre la niña castaña que estaba junto a Roxanne. Con una sonrisa cálida, se inclinó para examinar el perfil de invitada.
—¡Feliz cumpleaños, Cassie! —la felicitó Chica—. Estoy segura de que te encantará celebrarlo en el Pizzaplex. Hay una decoración increíble y música en la sala de fiestas. Te divertirás muchísimo.
Cassie observó de reojo al nuevo robot que se encontraba de pie frente a ella, y esbozó una sonrisa. Incluso un animatrónico parecía mostrar más bondad en su cumpleaños que las personas. Un animatrónico. Una máquina. Era irónico, ya que se suponía que los humanos debían tener más sentimientos. Parecía que esos robots poseían la empatía de la cual carecían sus amigos.
—¿Y dónde escondieron la harina? —volvió a preguntar Roxy. Volvió a pensar un momento—. Hm, sobre esto, ¿podrías hacer el pastel de cumpleaños? Quisiera llevar a Cassie a hacer otras cosas mientras tanto. Y sé que te encanta la repostería. Aparte, al menos sabes dónde están escondidos los ingredientes.
Cassie volvió a sonreír con emoción, quien miró a Chica dando saltos con la esperanza que aceptara.
—Claro, sólo... Dame un momento, los S.T.A.F.F. Bots no me permiten estar aquí —miró a Cassie en busca de alguna respuesta—. ¿De qué sabor lo quieres?
—Zanahoria —respondió esta sin pensarlo—. Me encanta, es delicioso.
Roxanne chasqueó los dedos, sonriendo. Ahora que ya no tenía que preocuparse por preparar un pastel, podría entretener a la cumpleañera con otras cosas mientras esperaban. Por esto, es que Roxy había preferido que su amiga se encargara del pastel: para no hacer esperar tanto a Cassie. Sabía que manejaría la situación más rápido gracias a su experiencia en la cocina.
—Entonces de zanahoria será. En unos treinta minutos podrás tenerlo en tus manos.
—¿Y sí saben cocinar? —preguntó la niña con curiosidad—. Digo, por lo pesado de sus manos...
—Créeme que bastante —le contestó Roxanne y le extendió su mano—. Ven, vamos a llevarte a un lugar que te encantará.
Cassie tomó la mano de Roxanne y la siguió hacia el lugar al que deseaba ir. No sin antes preocuparse por haber entrado a la cocina, a sabiendas de que no se les permitía hacerlo.
—¿No estaría rompiendo las normas al entrar allí?
—Para nada, no te preocupes por eso, estás conmigo. Y nadie nos vio —habló Roxy—. Chica también tiene prohibido entrar a la cocina de todos modos, y aún así mira, está ahí.
—¿Por qué se lo prohíben también?
—Esas son cosas... Algo personales de la empresa.
—Oh, entiendo.
Por un momento, la distracción con la animatronico habia hecho olvidar a Cassie que sus amigos no asistieron al lugar. Al menos, ya no pensaba tanto en eso.
—¿A dónde vamos?
—Al salón de belleza, te encantará —sonrió Roxanne viéndola.
—¿Segura que podemos estar ahí?
—¡Pff! ¡Por favor! Claro que sí, digamos que este caso es... Diferente.
—Deberíamos consultar esto con el encargado antes... Antes de entrar al salón de belleza.
Roxanne se rió, conmovida por la ingenuidad de su amiga, y se detuvieron justo enfrente del salón. Cassie levantó la mirada y vio varias imágenes de la loba por toda la zona. Emitió un sonido de asombro.
—Estás hablando con ella —susurró—. Vamos.
La sorpresa quedó plasmada claramente en el rostro de Cassie. No podía creerlo. ¿Roxy era la encargada del salón de belleza? Debía haber sido obvio, considerando que todo estaba lleno de fotos y artículos con su figura.
Esta se sentó en una de las sillas decoradas al estilo de la animatronico lobo, y Roxy agarró varios artículos de maquillaje, acercándose a Cassie.
—Te gustará, quedarás genial —sonrió Roxanne, Cassie hizo lo mismo—. Cierra los ojos.
Siguiendo sus instrucciones, Cassie cerró los ojos y sintió algo afilado, supuso que era la punta de algún objeto. Un leve cosquilleo comenzó a invadir sus párpados, pero Cassie lo soportó apretando un poco los ojos.
Después, sintió algo suave en sus mejillas y luego percibió cómo algo se deslizaba sobre sus labios, por lo que supuso que ya podía abrir los ojos. Así lo hizo, y se limitó a observar cómo la loba, con plena concentración, aplicaba un lápiz labial en sus labios.
—Listo, espera un momento —Roxanne a comenzó a buscar en una de las mesitas los paquetes de aretes. En este caso, unos púrpuras. Los tomó y colocó cada uno en las orejas de la niña—. Ya está.
Cassie parpadeó un par de veces y apretó los ojos para adaptarse al cambio.
—¿Puedo verme?
—Aún no —agregó Roxanne y sostuvo una pequeña pintura verde en sus manos—. Falta un poco más.
Cassie extendió la mano hacia Roxanne, quien comenzó a pintar sus uñas con un color verde frío, un color hermoso a los ojos de la castaña. Cada una de sus uñas se fue tiñendo poco a poco con ese color llamativo. Después de varios minutos, Roxanne se acercó con un pequeño espejo y se lo entregó a Cassie.
Efectivamente, tanto sus párpados como sus labios lucían idénticos a los de Roxanne, adornados con un morado brillante y encantador. Sus mejillas destacaban con una delicada mezcla de magenta, púrpura y rosado claro. Y sus uñas, de un verde que recordaba a las garras de su amiga animatrónica. Cassie no pudo evitar soltar una amplia y radiante sonrisa de felicidad.
—Me encanta —se veía las uñas fascinada—. ¡Guau, está genial! ¿Dónde aprendiste a maquillar tan bien?
—Es parte de mi sistema —sonrió Roxanne—. Me alegra que te guste, estás hermosa.
Pese a su característico ego elevado, Roxanne no pudo evitar verse atraída por la belleza interior de Cassie. Aunque normalmente se enorgullecía de su propia apariencia, encontró en Cassie un encanto especial que la dejó maravillada. Cada vez que miraba a la niña, se veía reflejada en ella como en un espejo. Cassie, con su desbordante tristeza y sensación de no valer lo suficiente, despertaba una empatía en Roxanne que nunca antes había sentido. Y Roxanne se caracterizaba por ser cariñosa con los niños, pero nada más allá de pequeños halagos.
Cassie era como un espejo.
El contraste era palpable. Roxanne, envuelta en su egocentrismo, había encontrado en aquel espejo a una versión reducida de sí misma, vulnerable y plagada de complejos. La niña castaña representaba un espejo de fragilidades compartidas, una muestra de la falta de amor propio que Roxanne entendía demasiado bien. Sin poder evitarlo, su atención se desviaba hacia esa pequeña imagen reflejada en el cristal, cautivada por su candidez y la verdad resonante que emanaba de sus ojos.
—Te traeré unos zapatos —dijo Roxanne.
—¿Tienen?
—Por supuesto, esto es Pizzaplex. Acá hay de todo. No por nada somos "Mega" —rió Roxanne buscando unos zapatos que quedaran con la niña—. ¿Cuál es la talla de tus pies?
—No recuerdo bien —susurró Cassie pensando.
—Bueno, supongo que estos deben quedarte —Roxanne colocó un par de zapatos morados y azul claro frente Cassie, y pidió que se los probara. Con esto, el ciclo de belleza parecía terminar—. ¿Te gustan?
—Son bastante cómodos —volvió a sonreír —. Vaya, ya sé a dónde asistir cuando quiera verme bonita.
La animatronico volvió a reír, pero se levantó negando con la cabeza.
—Ya eres bonita, no necesitas maquillarte para serlo —animó—. Creo que esto es todo. Ya traes puesta una chaqueta roja, entonces hemos terminado.
Cassie se levantó de su silla y se detuvo por un momento para contemplar el resultado de su trabajo. El cambio en su aspecto la hacía sentirse mejor consigo misma, y de pronto, se percató de que también parecía más animada. Volvió su mirada hacia Roxanne y, llena de alegría, corrió hacia ella en busca de un abrazo apretado.
—¡Gracias, Roxy! ¡Eres la mejor!
—Sí, lo sé —asintió ella y la miró—. ¿Vamos a la cocina? Seguro que ya está el pastel.
—¿Tan pronto? —pregunta Cassie alzando una ceja—. Creo que deberíamos darle más tiempo.
—Estoy segura que no. Cuando Chica es la que cocina todo suele estar listo muy rápido. Más de lo normal, diría yo —pensó unos momentos y soltó una risa—. Pero eso no lo hace menos delicioso, aún así queda perfecto, más si ella lo hizo.
Ambas salieron del salón de belleza. Cassie algo más animada.
En ese instante, comprendió que no importaba si sus amigos no asistían al evento. Estaba disfrutando el momento y necesitaba un poco de distracción para dejar de darle tanta importancia a sus ausencias. Aunque fueran niños que aparentemente no le importaban, Cassie estaba decidida a pasar un día maravilloso sin dejar que nada ni nadie afectara su ánimo.
