MENTIRAS A MEDIAS

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Mu salió del salón siguiendo a Shura a una distancia prudente, esperando estar lo más lejos del salón para hacerse notar. En la fiesta todos estaban felices y celebrando que la boda se llevaría a cabo, así que apenas notarían su ausencia. Cuando vio a Shura salir con la cabeza agachada sintió que algo lo jalaba y en el fondo de lo más profundo de su corazón supo que era el momento adecuado para poder hablar de una vez por todas con su ex. Shura pasó a través de la terraza, bajando por la escalera de piedra que conduce a la playa, Mu podía verle desde atrás como se quitaba la corbata y la lanzaba con fuerza sobre la arena.

El más joven se detuvo al comienzo de las escaleras con un montón de dudas rondándole en la cabeza, la incertidumbre por saber a qué se enfrentaría hacía que su corazón latiese cada vez más rápido. La silueta del español se estaba haciendo cada vez más pequeña a medida que avanza por la orilla de la playa, inhaló profundo y exhaló todo el aire aferrándose a ese deseo por conocer la verdad, a pesar que su corazón latía de miedo por lo mismo, bajó decidido por las escaleras sintiendo la brisa marina golpeándole la cara como dándole ánimos para seguir. La noche estaba convenientemente agradable, no sabía si hacía calor porque estaban en pleno verano o porque tenía en el cuerpo los efectos del martini que había bebido para amortiguar los nervios que sintió durante la espera en el salón, de cualquier forma, poco importaba el clima para una conversación incomoda, sin embargo, esperaba que el alcohol ayudara a no perder el valor en el momento que se plantara frente a él.

Aceleró el paso para darle alcance, ya estaba lejos del hotel y nadie podría interrumpirlos.

—¡Shura! —gritó tras su espalda, deteniendo los pasos firmes que habían dejado varias marcas sobre la arena. Shura se tomó su tiempo resoplando hastiado, dejando caer sus hombros por el cansancio antes de limpiarse la cara con su mano, para luego voltearse con una actitud arrogante— Quiero hablar contigo. —dice Mu manteniendo en su cuerpo el valor con todas sus fuerzas, el corazón le latía fuerte, estaban a apenas unos dos metros del otro.

—No tengo nada que hablar contigo, Mu, regresa a la fiesta. —respondió sin ganas de querer hablar, mucho menos con Mu, girándose mientras hacía un gesto con la mano para que se fuera de allí, pero Mu lo detuvo tomándolo del antebrazo para que le dé la cara.

Los ojos jades chocaron con las obsidianas de Shura, con una determinación que hacía tiempo el mayor no veía en él.

—¡No! —respondió con voz firme— Quizás tú no quieras hablar, pero yo sí quiero, —estaba oprimiéndole fuertemente el antebrazo, temblando levemente sin poder controlar todas las emociones que sentía en ese momento y el cual temía que salieran todas juntas si Shura seguía evitándolo— y no me iré de aquí hasta saber toda la verdad. —

—¿De qué verdad hablas? —preguntó soltándose del agarre de su ex, sabía que le debía muchas explicaciones a Mu, las que había evitado decirle para evitarle el sufrimiento y que por él tiempo, pensó ya no eran necesarias, pero estaba equivocado.

—Dime, ¿Desde cuándo has estado enamorado de Aioria? —Shura se quedó congelado en el lugar con los ojos bien abiertos, no esperó que Mu supiera sobre eso, había sido lo suficientemente cuidadoso en guardar ese secreto y las únicas personas que sabían serían incapaz de contarle.

—¿Quién ha te ha dicho eso? —preguntó bastante serio, fulminándolo con la mirada, aunque a estas alturas no importaba mucho, pues él mismo se había confesado a Aioria, pero necesitaba saber si había sido producto de alguien más.

—Te escuché anoche, quería hablar contigo después de la fiesta y los vi hablando… —

—¿Estabas espiándonos? —preguntó molesto, eso significaba que Mu había oído más de lo que tenía pensado explicarle. Lo había visto vulnerable y abatido.

—No… yo no… ¡No me cambies el tema! —elevó la voz, sabía que lo que había hecho estaba mal, pero no iba a dejar que desviara el curso de la conversación para luego irse como lo hacía cuando estaban juntos, ya no— Respóndeme. —exigió mirándolo detenidamente. Shura se quedó parado moviéndose ofuscado, mirando hacia cualquier lado, batallando en decidir si ser sincero o no con él.

—No lo sé, —dijo restregándose una mano sobre la cara para después mirar a Mu en su sitio desconcertado— Solo sé, que ya lo hacía cuando Aioria empezó a salir con Shaka. —Mu abrió los ojos y pudo jurar que su corazón dejó de latir por unos segundos, para ese entonces ellos llevaban saliendo algunos meses y eso solo significaba que…

Siete años, siete años de su relación enamorado de alguien más. Mu no podía, le dolía la cabeza de solo pensarlo.

—¿Por qué…? —¡Por todos los dioses estaba temblando del coraje!— ¿Por qué no me lo dijiste?, ¿Por qué estuviste conmigo a pesar de eso?, ¿Por qué jugaste conmigo de esa manera? —replicó, estaba tan molesto como nunca lo había estado en su vida.

—No fue fácil, Mu… realmente lo inten… —

—¡Siete años!, ¡¿En siete años no pudiste encontrar un momento para decírmelo?! —comenzó a gritar, sentía como toda esa tristeza y culpa contenida se transformaba en una rabia que salía desde el fondo del estómago, una mezcla de sentimientos reprimidos que había mantenido durante casi dos años y que ahora no podía contener más, de un momento a otro la brisa del mar empezó a sentirse más fría sobre su cara haciéndole saber que estaba llorando— Dime, ¿Alguna vez sentiste algo por mí? —preguntó, maldita sea, tenía unas ganas de golpearlo.

—¿Por qué quieres saberlo?, ¿Qué ganas con saber eso? —preguntó con voz firme, le había mentido, sí, pero nunca, durante sus años de noviazgo, le había sido infiel ni le había hecho daño— ¿Acaso no te das cuenta que ya no tiene sentido? —se equivocaba.

—¡Porque quiero superarte! —alzó la voz una vez más— ¡Y no podré hacerlo sin saber por qué mierda fuiste tan cruel conmigo! —Mu quería sacarse de una vez por todas esa carga que tenía sobre sus hombros, aliviar las culpas que lo carcomían día tras día.

—No, Mu… nunca sentí algo más que cariño hacia ti. —Lo sabía, lo sabía, lo sabía. Mu cerró su boca apretando los labios juntos con sus puños, el labio inferior temblaba, cobarde, Shura no era nada más que un cobarde— No te niego que intenté hacerlo, muchas veces, pero nunca pudiste significar algo más. —la voz de Shura comenzó a relajarse, a medida que respiraba profundamente.

Los por qué en la mente de Mu no paraban de llegar con fuerza, si Shura nunca lo quiso más allá de un simple cariño, entonces ¿Por qué dejó que se enamorara de él?, ¿Por qué lo había conquistado en primer lugar?, si antes de conocerlo él estaba tan bien solo, si hubiese sido más sincero se habrían ahorrado tantos problemas y tanto sufrimiento. Sus ojos se llenaron de lágrimas una vez más, sosteniendo entre sus entrañas un dolor grande, gigante— Yo estaba bien sin ti… —Shura bajó los hombros, era complicado para él explicarlo— ¿Por qué me pediste ser tu novio? —Pasaron largos segundos antes de que Mu pudiera escuchar su respuesta, una que terminaría con ese amor idílico que había guardado por tanto tiempo en su corazón.

—Fue porque te parecías mucho a él… —dijo en voz baja tragando con dificultad, Mu frunció la frente, no entendía nada ¿A quién carajos se parecía?— Te parecías mucho a Aioros. —de pronto aquel calor que sentía tanto dentro como por fuera de su cuerpo se perdió en un instante, ¿Aioros?, el hermano mayor de Aioria. De pronto las palabras de Afrodita comenzaron a tener sentido en su mente, abrió lentamente la boca a medida que entendía la situación.

—¿Estabas enamorado de Aioros? —la pregunta salió como un murmullo de su boca, esperando estar equivocado, esperando que la ilógica idea que había llegado a su mente no fueran más que puras fantasías. Shura asintió en cortos movimientos de cabezas. Mu retrocede un paso viéndolo con desagrado.

—Tú y él tienen mucho en común, ambos tercos, irrealmente leales, protectores, infinitamente confiables y con un sentido de la justicia muy estricta, y al igual que tú, también sentía una fascinación por las piedras —Mu parpadeo varias veces negando lentamente con la cabeza— No puedo evitar mirarte a veces y pensar en cómo sería Aioros si no hubiera muerto… a veces me recuerdas mucho a él, pero no lo eres y fue una estupidez el pensar que tus cualidades podrían hacerme amarte de la misma manera, ese fue mi error. —¿Qué?, decir que estaba enojado era poco, todo ese tiempo no había sido más que un reemplazo, un sustituto que había fallado sin siquiera saberlo. Le molestó que durante todo este tiempo no haya sido honesto, pero ahora le enfadaba más que lo invalidara como persona, como si todo lo que dio por él no haya servido para nada, él no era un relevo, no lo era— Puedes odiarme todo lo que quieras Mu, estás en todo tu derecho, pero eso no significa que cargaré eternamente con tu odio cuando en estos momentos lo único que me interesa es no perder a Aioria. —Shura lo miró con convicción, pero a la vez con un dolor que Mu no había visto jamás en sus oscuros ojos, no podía perdonarlo, sin embargo, lamentaba profundamente que su fallida relación no le haya servido para entender que no se puede reemplazar a un ser amado.

—¿Por eso hiciste todo esto?, ¿Por Aioria?, ¿Ahora también ves en Aioria a su hermano muerto? —preguntó sin comprender como era posible que Shura no pudiera ver la tragedia en sus acciones— ¿De verdad esperabas que ellos terminaran para quedarte con él? —no lo entendía, o quizá sí, pero era tan enfermizo que pensar en comprenderlo podría llevarle a justificar el daño que ha provocado, cuando con solo dañarlo a él ya era más que suficiente, ¿Para qué dañar a otros?, ¿Para qué hacer infeliz a una pareja que de verdad se aman sin tener la certeza de que serás correspondido?

—No lo entenderías… —comentó con un timbre de voz que le pareció oscuro y egoísta. ¿Tan grande era su deseo por estar con Aioria, aunque eso significara hacerles daño a ambos?

—¿Qué no lo entendería? —preguntó más para sí mismo, ¿Qué no entendería?, ¿Sacrificar todo lo que tienes y a los demás por estar con la persona que amas?, ¡Claro que lo entendía!, era exactamente lo que él había hecho, ¡Él aceptó quedarse huérfano por estar a su lado!, sacrificó a su familia y así mismo por estar a su lado, se condenó a vivir una vida de mentiras, a crearse una fantasía en su mente que le ha costado casi dos años en entender que se había equivocado y si Shura no comprendía eso, pasaría toda su vida viviendo en su propia red de mentiras atrapando a personas inocentes con él— Tu no amas a Aioria, —aclaró con voz firme tragando la espesa saliva, llevándose como respuesta una mirada de furia— solo es la sombra que ha dejado Aioros, la cual te niegas a soltar, la que no te dejará ser feliz con él ni con nadie, y que lo único que conseguirás será hacerle daño. —Mu hablaba proyectándose en sí mismo, en una forma extraña de auto consolarse. No entendía como no había visto esas actitudes antes, quizá porque ambos eran bastante parecidos en ese sentido o al menos lo fue, ambos habían sacrificado todo por estar con la persona que ama y cada uno sufrió a su propio modo.

Shura apretó los dientes intentando contener las ganas de callarle la boca de un golpe, aun sabiendo que las palabras de Mu eran ciertas. Él nunca se permitió soltar a Aioros, se prometió no olvidarlo y honrarlo hasta el último día de su vida, pero se niega a creer que lo que siente por Aioria sea una fantasía de su luto no superado. Y eso no es algo que tenga que lidiar con Mu, ni con nadie.

Clavó ambas obsidianas en los jades de Mu acercándose un par de pasos, pudiendo distinguir con mayor claridad la decepción tatuada en su rostro, una que lograba apaciguar un poco su creciente frustración. Y es que a pesar de que era la primera vez que Mu lo veía de esa manera, no le duele, ni un poco, de hecho, era mejor que sea así, jamás deseó su perdón, ni mucho menos esperar a que no lo odie, estaba bien para él. Él tenía muchos errores con los que cargar, muchas palabras sin decir que se transformaron en piedras sobre su espalda que ahora, con el pasar del tiempo, se habían vuelto grandes rocas pesadas.

Cargar con el dolor de Mu no mitigaría ni resolvería nada. Se acercó lentamente, Mu era inteligente, entendería que lo mejor que le podría pasar era estar lejos de él.

Mu vio como una de sus manos se estiraba hasta tocar una de sus mejillas, acariciándole con cuidado aquel sitio como si fuera un acto de buena fe, pero lo conocía bien y sabía que esto no era más que uno de los tantos trucos que tenía para calmarlo y así evitar una disculpa, unos que habrían funcionado perfectamente hace algunos años atrás, quizás hace una semana atrás, pero ahora la única sensación que conseguía provocar su mano contra su piel era rechazo.

Mu quitó esa mano de un manotazo, ya no había nada que pudiera querer de él, ya no quiere unas disculpas, ni su lástima, ni sus excusas, lo único que quiere es que desaparezca de su vida para siempre. Shura sonrió con la misma arrogancia de siempre, comprendiendo que la conversación había llegado a su fin. Dio los primeros pasos pasando por el lado de Mu, satisfecho en cierta forma de dejar zanjado este tema que nunca quiso llegar a tener, dejando a Mu de pie en la arena observando como las olas se movían suave en la orilla, este era su hasta nunca.

Shura caminó sintiéndose diferente, como si un peso se saliera de sus hombros, comparándose en cómo se sintió antes de llegar y en cómo se sentía ahora. No iba a decir que durante el tiempo que había estado con Mu no había pensado en Aioria, que para él era un sentimiento por mucho muy superior, pero también sabía que en el tiempo que estuvieron juntos intentó amarlo, muchas veces, sin embargo, nunca lo consiguió y ese fue su pecado, el haberle ocultado todo a Mu en el pasado y es ese mismo pecado el que está pagando justamente ahora, pensando irónicamente era esto a lo que la gente llama comúnmente como Karma.

Durante todo el recorrido no había quitado esa sonrisa de su cara, y no fue hasta que llegó a la escalera que daba al hotel, que dicha sonrisa se desvaneció al encontrarse con la imagen de un hombre parado en el primer peldaño, uno que lo miraba con absoluto recelo. Frunció el ceño clavándole la mirada afilada y desafiante mientras subía cada escalón, viendo como su receptor le devolvía una con la misma intensidad. Cuando ambos quedaron a la misma altura, se miraron fijamente esperando la más mínima señal del otro, en una batalla silenciosa donde el par de obsidianas y aguamarinas competían por el orgullo de ser quien dome al otro, siendo Shura consciente de que el perfecto Saga buscaría la forma de cobrar venganza por su novio.

—Antes de que pierdas el tiempo conmigo, deberías ir con él. —comenta cortante, sin ninguna intención de pertenecer en un triángulo amoroso ficticio, él ya tenía sus propios problemas que atender que estar velando por sentimientos ajenos.

—Jamás perdería mi tiempo contigo. —rebatió Saga orgulloso, dando un paso por el escalón, con la mente fija en otra persona que yacía varios metros delante suyo.

—Cuídalo. —dijo Shura en tono neutro antes de seguir su propio camino directo hacia el hotel. Saga lo escuchó perfectamente y frunció el ceño apresurando el paso a cada segundo.

Shura había seguido su camino con una sonrisa a medio lado, una que volvió a perder, pero que fue reemplazada por un gesto que podría llamarse de miedo al encontrarse con la última persona que deseaba cruzarse, obstruyéndole el paso.

—Tú y yo tenemos cuentas pendientes. —Shura frunció el ceño, ocultando el rencor que le provoca estar cerca de él, viendo como aquel hombre se movía para darle el paso, indicándole después que lo siguiera hasta el balcón.

oOo

Shura paró sus pasos en seco cuando la persona que iba adelante se giró para quedarse frente a él cara a cara, y fue en ese instante donde comenzó a sentirse inquieto e incómodo de estar solo con Shaka. Se enderezó rápidamente expresando la seguridad de siempre, mostrando la misma arrogancia que había utilizado con Mu minutos atrás y así obtener la fuerza necesaria para ocultar el nerviosismo que se anidaba en la boca del estómago. Shaka, sin embargo, estaba de pie frente a él, visiblemente ajeno a algún sentimiento de incomodidad, carente incluso de alguna emoción negativa hacia él, pero sus ojos decían lo contrario y la forma intensa en que lo miraba no hacía más que acrecentar ese nudo en sus entrañas.

—Vuelves a dejar solo a tu prometido… —dijo con la misma acidez que le había hablado hace algunos días atrás cuando ambos se quedaron solos en el yate.

—Mi esposo está perfectamente, — respondió con voz clara y firme sin dejarle terminar lo que sea que haya intentado decir para descolocarlo, pues lo que no sabía Shura era que ya estaba harto de sus juegos infantiles, los cuales pondría fin ahora mismo— no gracias a ti, precisamente. —

Shura sabía bien que esto iba a terminar en una discusión para que dejara de meterse en su relación, pero Aioria ya le había dejado en claro eso mismo la noche anterior.

—Antes de que se te ocurra otra de tus estúpidas historias, déjame decirte que admiro el coraje que tienes para plantarte aquí e intentar conquistar al amor de tu vida. —Shura frunció las cejas por un segundo, el tono burlesco que utilizaba Shaka era impropio de él, lo que provocaba que se mordiera la lengua para no responder con una grosería— Es hasta en cierto modo… adorable, dime Shura, ¿De verdad pensaste en algún momento que Aioria dejaría todo esto solo porque le confesaste tus sentimientos? —preguntó.

El mayor apretó los dientes, sintiéndose pequeño ante la mirada del rubio que parecía escanear su mente y su alma. Sí, en alguna parte de su mente sí pensó que Aioria correspondería sus sentimientos, se sintió seguro de que esa cercanía que tenían significaba algo más que amistad, pero no le diría eso a él, no le daría el gusto de decirle.

—¿Y qué?... no me digas que he logrado aterrarte con la idea de que Aioria te deje. —respondió evadiendo la pregunta, Shaka sonríe con una seguridad aterradora, mostrando unos hermosos dientes blancos.

—¿Es acaso eso lo que te interesaba, Shura?, ¿Aterrarme? —Shura se veía desconcertado, no negaría que le sabría satisfactorio ver sufrir a Shaka, pero convertirlo en su causa principal no era su prioridad ¿O sí?— Me alagas, pero déjame decirte que nunca fuiste un problema para mí, nunca significaste alguien por quien haya tenido que cuidarme las espaldas, —dijo con total calma— no porque no lo fueras, sino porque mi confianza en Aioria es tan grande que sé con certeza que, aunque intentarás convencerlo para separarlo de mí, nunca saldrías victorioso, porque su amor hacia a mi es más fuerte de lo que alguna vez sentirá por ti. —

—¿Ya lo sabías? —preguntó entrecerrando sus ojos, intentando analizar si era verdad que Shaka sabía que él siempre estuvo enamorado de Aioria.

—Algo así… —Shaka deslizó entre sus dedos un mechón dorado, jugando con las puntas de manera desinteresada— El hecho de que Aioria te hubiera invitado a nuestra boda era tan irrelevante para mí, pero era importante para él, eras casi como un hermano para él, así que, dime Shura ¿Qué se siente eliminar el único vínculo afectivo que tenías con Aioria? —preguntó desviando la mirada celeste de la punta de su mechón hasta clavarse en aquellos ojos negros llenos de incertidumbres y culpas— ¿Te sentiste feliz al ver sufrir a Aioria?, ¿Te sientes orgulloso ahora?, ¿Te gusto verlo perdido en su tristeza?, ¿Si quiera te pusiste en su lugar al crear la discordia entre nosotros?, ya que no fue suficiente para ti ser miserable con Mu, ahora también querías ser egoísta con la personas que según dices amar… Si es que tú patético intento de manipulación se pudiera considerar amor. —

—¿Ahora esto es también por Mu?, vamos Shaka ¿Acaso no te cansas de protegerlo? —preguntó desviando la conversación. Shaka sonrió de costado, ya con todo aclarado, que Shura utilizara a Mu no significaba ningún problema.

—Yo siempre defenderé a las personas que han sido leales conmigo, —dijo Shaka orgulloso, frunciendo ligeramente sus finas cejas— A diferencia de ti, valoro y cuido lo que tengo a mi lado, eso incluye a mis amistades, sin embargo, no soy condescendiente con las personas que se atreven a lastimar a los que quiero, mucho menos quien esconde sus maliciosas intenciones con actos "desinteresados", buscando solo un beneficio propio y culpando al resto de su propia mierda —las palabras de Shaka sonaban como una sutil amenaza, una que no pasó desapercibido por Shura.

—¿Y qué pretendes hacer?, ¿Darme clases de moral o alguna sesión psicológica? —comentó sarcástico, mirando desde su pequeña diferencia de altura como Shaka, a cada segundo que pasaba, le era más difícil sostener esa careta de indiferencia.

—No se trata de lo que yo pretenda hacer, sino de lo que tu harás. —habló el menor convencido de sus propias decisiones. Shura no entendía bien la situación, pero algo le dijo que no era nada bueno cuando vio como aquella expresión de calma que la otra persona había logrado mantener a duras penas cambiaba, aquellos ojos que para el resto del mundo eran un resguardo de confianza, lo veían a él de manera amenazante—Te lo diré de una manera que puedas entenderlo…—Shaka dio un par de pasos hacia él hasta quedar ambos frente a frente, sintiendo como su cuerpo se tensaba y un escalofrío le recorría la espalda— Agarra tus cosas y lárgate de aquí. —

—¿Y qué si no quiero hacerlo? —preguntó desafiándolo.

—Tu presencia aquí solo lastimará más a Aioria, ¿Es eso lo que quieres?, ¿Quieres que él te mire con lastima y tristeza? Porque sabes que eso es lo que va a pasar ¿No? Porque él se decepcionó de la persona que dijo que lo cuidaría y que lejos de quererlo y protegerlo casi le quita al amor de su vida solo por su propio capricho. —dijo entrecerrando sus ojos juzgándolo duramente— Si de verdad estás arrepentido del daño que le hiciste y quieres recuperar parte de la confianza que estúpidamente perdiste, entonces lo mejor que podrías hacer por él es irte de aquí. —Las palabras de Shaka le dolían, porque efectivamente había hecho demasiado daño a la persona a quien más amaba en el mundo, solo por su egoísmo.

Shaka pasó de largo por su lado dejándolo solo con sus pensamientos. No quería, él quería quedarse porque sentía, muy dentro de su corazón, que todavía existía una pequeña oportunidad de reparar las cosas con Aioria, que tenía una mínima posibilidad para estar con él, pero por más que su corazón le gritara que se quedara, en su mente pasaba la idea contraria, lo había arruinado, el afecto, la confianza, había roto todo eso, ¿Sería capaz de seguir sumando más daño?, ¿Podría él soportar ver a la única persona importante que quedaba en su vida casarse frente a sus ojos?

Después de todo él era una persona muy egoísta.

oOo

Mu se quedó sentado sobre la arena viendo como el mar se mecía en la orilla, pensando en todo lo que Shura le había confesado. Sus ojos estaban en un punto fijo sin mirar, sumido en viejos recuerdos que golpeaban su mente, ahora que ya tenía un porqué podía rellenar esos cabos sueltos que habían quedado abiertos durante mucho tiempo, no era lo que esperaba, pero respondía y entendía de cierta forma todo lo que había pasado, aun así, no terminaba de sanar, sentía que dentro de él había algo que todavía no lo dejaba en paz y no era por Shura.

El sonido de la arena comprimiéndose contra algo llegó suavemente a sus oídos, mas no tuvo el valor para girarse a ver quién era la persona que se había sentado a su lado, hasta que sintió el eco de una voz aterciopelada que fue lo que le hizo bajar la mirada hasta sus pies enterrados, avergonzado por encontrarlo en ese estado tan patético.

—Mu… —a pesar de que el sonido era grave, lo sintió confortable, sonrió de medio lado sintiéndose a un más apenado de estar en su presencia.

—Es extraño sabes… —comenzó hablando, mirando fijamente como sus pies jugueteaban con la fina arena— A pesar de saber toda la verdad, todavía me siento intranquilo. —dijo sonriendo amargamente. Saga lo miraba desde su lugar, sentado con los pies en el suelo y las piernas flexionadas, conteniendo las ganas que tenía de pasar un brazo detrás de él y aferrarlo a su pecho.

—A veces estamos convencido de que los problemas solo tienen un porqué, hasta que nos abren los ojos, sin saber si estamos dispuestos a aceptar el verdadero motivo. —respondió condescendiente, no sabía qué tantas historias traían Shura y Mu, podía sospecharlo, pero eso solo tiraría a la basura su reciente discurso— No es necesario que guardes para ti todo, si lo sueltas, quizá puedas tú mismo encontrar las respuestas. —dijo colocando ambos antebrazos sobre sus rodillas.

—Son solo malas decisiones maquilladas. —respondió Mu, convencido de que no toda la culpa era de Shura, él también tenía su porcentaje en esas malas decisiones que todavía hacían peso sobre sus hombros.

—Entonces sácalas, para que esas malas decisiones queden como experiencias aprendidas, —le dijo conciliador, colocando una mano sobre su hombro, Saga lo sintió temblar ligeramente— pero entiendo si no quieres hacerlo conmigo, aunque para serte sincero jamás te juzgaría. —Saga quitó un mechón de cabello que le obstruía la visión de ese hermoso perfil que se negaba a darle la cara, él no era quien para juzgar las malas decisiones de los demás.

—Saga, ¿Alguna vez haz sacrificado tu vida por la persona que amas? —preguntó con la voz decaída. Sí, claro que sí lo había hecho, abrió la boca para responder cuando la voz suave de Mu se adelantó— Sabes, siempre fui un niño consentido, mis padres se amaban, me amaban y jamás tuve que sufrir por nada, crecí pensando que el mundo era tal como mis padres me lo habían creado. —sonríe apenas al recordar su infancia, una llena de amor y cuidados— Era el orgullo de mi padre, su sucesor y él era el hombre en quien me quería convertir, me enseñó a forjar el metal, a amar cada roca que había debajo de mis pies, él decía que estábamos pisando historia, dolor y amor que trascendía en el tiempo. —y por primera vez durante ese momento los ojos de Mu se iluminaron, Saga lo contempló en silencio y la imagen de su padre adoptivo llegó a su mente, porque a él también le habían enseñado tantas cosas.

—Cuando llegué a Grecia, fui con la intención de aprender más, luego volvería para hacerme cargo del negocio familiar. —dijo pausadamente y Saga, así como vio aparecer esa luz en sus ojos, también la vio desaparecer lenta y dolorosamente— Fue en mi tercer año de universidad que conocí a Shura, en una de las tantas fiestas que daba la facultad, hablamos, me preguntó de dónde venía, qué estudiaba y parecía estar muy interesado al saber que me gustaban las piedras, —sonrió con pesar— nos veíamos seguido, me esperaba después de clases, me acompañaba a la residencia que había para los alumnos extranjeros, hablábamos todo el tiempo y cuando menos lo esperé ya éramos novios, entonces la idea de volver a casa se veía cada vez más lejana. —Saga quitó su mano del hombro de Mu lentamente, sin hacer ni un ruido, por miedo a que Mu desistiera de contar su historia, una que hacía que doliera en el pecho— Dejé de visitar a mis padres durante las vacaciones porque decía que me extrañaría demasiado y yo que había crecido con tanto afecto vivía en una fantasía, en mi mente era muy idílico. Y fue un año antes de graduarme que empezamos a hacer planes para vivir juntos en Grecia, cuando se lo conté a mis padres, explotaron, mi padre se enfureció tanto, contaba conmigo, era nuestro sueño ampliar nuestro negocio, había dicho que me quedaba por culpa de Shura, que no quería conocerlo, me enfadé, discutimos muy fuerte ese día, le dije que si no lo aceptaba entonces que se olvidara que tenía un hijo, —Mu recogió sus piernas hasta que sus rodillas quedaron a pocos centímetros de su pecho y enterró su cabeza entre ellas, de pronto la voz suave se volvió temblorosa— lo último que me dijo fue "No regreses jamás" y nunca más volví a escuchar su voz, falleció un par de años después… Mi madre estaba desconsolada, mi abuelo no me dejó ir a su funeral. —grandes y pesadas lágrimas escaparon de sus ojos, mientras apretaba con fuerza sus labios para contener el temblor y la ganas de echarse a llorar, acompañado de espasmos que le hacían tiritar. Saga sintiendo una fuerte punzada en el pecho, solo se atrevió a acariciar su cabeza, dejando que soltara todo lo que le pesaba en el corazón— Shura terminó conmigo tiempo después, sin darme ninguna explicación, solo tomó sus cosas y se fue… y supe que me había quedado solo… —las lágrimas tibias que había intentado contener se perdían entre la tela de sus pantalones y la arena, y sus labios que habían soltado aquellas palabras temblorosas ahora despedían sollozos que comenzaban a tomar fuerza, mientras sentía como el pecho se le apretaba haciéndole difícil respirar.

Saga le dejó llorar todo lo que quisiera, sin dejar de acariciar su cabeza y de vez en cuando acomodaba su cabello, solo, él sabía perfectamente el significado de esa palabra y lo cruel que puede llegar a ser. Lo vio levantar la cabeza y secarse las pocas lágrimas que aún caían por su cara.

—Estuve muy mal después de eso, no tenía ganas de trabajar, perdí una oportunidad para realizar un proyecto que anhelaba con mi vida porque no quise saber nada de nadie, me alejé de mis amigos. —Mu frunció el ceño para evitar el sentimiento de tristeza que lo invadía con rapidez, tragó saliva inhalando el aire de la costa para calmar esas emociones tan intensas— La única persona que sabía por todo lo que estaba pasando fue Shaka y cuando supo que Shura y yo habíamos terminado me insistió que tomara terapia… No lo hice de inmediato, me quedé en mi cama e intenté suicidarme un tiempo después… Quizá si moría y me reencontraba con mi padre podría disculparme con él. —la voz volvió a temblarle— Afortunadamente Shaka insistió y con él pude volver a tomar el rumbo de mi vida, pero siempre quedó esa incógnita de saber por qué se había ido, quería saber cuál había sido el error que había cometido para que él se fuera, quería volver a estar juntos para que el haber perdido a mi familia valiera la pena, pero no fue así, solo fui el reemplazo de un amor que no pudo superar. —dijo mirando nuevamente como la marea se movía en la orilla, calmando poco a poco esos sentimientos que tenía guardado en su pecho. Saga dejó de acariciar su cabello cuando lo vio más relajado, frunciendo el ceño, molesto de que Mu haya tenido que soportar ese destino en manos de alguien que no lo amaba. La vida a veces podía ser muy injusta con las personas que menos se lo merecen.

—¿Y aun así sigues enamorado de esa persona? —Saga estaba a un lado mirando ahora el mismo lugar que Mu, viendo el vaivén de las olas que fluían tan pacíficamente, sentía, en parte, empatía por Mu, después de todo él también había perdido a su familia, pero por otro lado se le hacía difícil concientizar un poco con la historia trágica de amor, la verdad era que no podía, la historia en sí le provocaba una rabia que no sabía cómo expresar, desde el comienzo esa relación había estado destinado al fracaso y los meses posteriores no mejoraron en lo absoluto, ¿Cómo podía alguien sentir tanta dependencia por otra persona que te está haciendo daño, qué es lo que puede cegar tanto a una persona para perdonar cada una de sus acciones?, porque amor no era. Y el problema no terminaba, porque él después de todo el caos que tuvo que pasar había vuelto con la idea de recuperar a ese idiota.

—Es que no es eso… —dijo muy seguro, porque ahora con todo puesto sobre la mesa podía ver bien que el dolor y la rabia que tiene no es por el amor que creyó aún sentir por Shura, sino que era hacia él mismo— ¿Cómo pude? —preguntó mirando hacia la nada sintiendo como los ojos se le llenaban nuevamente de lágrimas— ¿Cómo pude dejar que me pasara esto? —dice girando su rostro hacia donde se encontraba Saga con las lágrimas amenazando por salir, apretando los labios para no lanzarse a llorar otra vez. Había siempre sido un niño sobreprotegido, jamás conoció el dolor o la perdida, porque su familia fue muy cuidadosa en su crianza, hasta que llegó a Grecia y lo conoció.

Habían pasado algunos minutos que le sirvieron para estabilizarse, sin dejar de castigarse mentalmente por sus errores. Sin embargo, sus pensamientos se quedaron en pausa al sentir como era arrastrado por unas manos firmes y tibias que cubrieron ambos lados de su rostro, jalándolo hacia un costado de forma abrupta, congelándose ahí mismo sin darle tiempo a reaccionar siquiera, apenas tuvo oportunidad de reaccionar colocando una mano sobre la arena para apoyarse y no perder el equilibrio, chocando su mirada con los aguamarina de su acompañante que lo miraba con una fuerza y dedicación inquebrantable, tan cerca que podía sentir el olor del vino emanando despacio de su boca.

Mu se quedó quieto sin pestañar, esperando pacientemente lo que sea que Saga decidiera hacer o decir.

—Saga… —la voz salió a penas en un hilo, temblorosa por la cercanía que a este punto no podía contener, con el corazón latiendo animadamente en su pecho.

—Estas confundiendo las cosas, Mu… —habló decidido, comprendiendo que lo que Mu siente ahora no es amor. El menor se queda quieto esperando que Saga termine— Te sientes arrepentido y creíste que volver con él aliviará ese sentimiento, no fue tu culpa haber confiado en la persona equivocada, ni tampoco lo fue la muerte de tu padre. —El calor de las manos del griego traspasaban sus mejillas, sintiéndose reconfortado. Arrepentimiento, él estaba arrepentido— No debes dejar que seres como aquel destruyan tu vida otra vez, eres mucho más valioso de lo que piensas, —Mu lo escuchaba con atención sin decir una palabra, sus manos aún sostenían firmemente su rostro con una seguridad que lo tranquilizaba y abrigaba su pecho— si de verdad quieres dejar el pasado atrás, realiza tus sueños, perdónate a ti mismo y enamórate de alguien que valga la pena cualquier sacrificio. —una pequeña sonrisa se formó en los labios de Mu, perdonarse, es lo que quería y anhelaba.

Mu se inclinó levemente hacia adelante juntando la frente con la de él, cerrando sus ojos conmovido por las palabras de Saga, le estaba diciendo que se diera una oportunidad para perdonarse a sí mismo y rehacer su vida ahora que ya no tenía dudas sobre el pasado, ahora que el recuerdo de Shura no pesaba más, que dejara aquella culpa atrás. Mu quiere eso, lo desea, quiere dejar todo atrás, hacer las cosas bien ahora y recuperar a su familia. Su corazón se sintió tan cálido en ese momento y la determinación que no tenía desde hace años volvía a florecer, sintiéndose profundamente agradecido con el griego por creer en él, en un momento donde ni siquiera era capaz de hacerlo por sí mismo. Saga ejercía en él algo más que una simple atracción, algo que no tenía nombre aún, pero que le hacía estar en paz, le hacía confiar sin miedo.

Lo había estado pensando anteriormente y es que con Saga a su lado todo dolía menos, desde el primer día en que se conocieron había tenido el poder de desconectarlo de su propio mundo, con sus discusiones, con su compañía; lo había desarmado con sus caricias y por primera vez en mucho tiempo se sentía él mismo sin necesidad de hacer el más mínimo esfuerzo.

Sonrió ante tales pensamientos moviéndose lentamente hacia adelante, sintiendo la suave caricia al rozar su nariz contra la de él, susurrando un pequeño y sincero Gracias antes de juntar sus labios con los del griego en un beso ligero, apenas un roce que hacía que su corazón latiera desenfrenado en su pecho, pero que comenzó a tomar más dedicación al momento en que Saga respondía con movimientos más experimentados, presionando y atrapando sus labios de forma apasionada. Una pequeña lágrima resbaló por las mejillas pálidas hasta llegar a los pulgares que se negaban a soltar aquel rostro como temiendo que desapareciera si lo soltaba. Saga limpió esa gota esparciéndola con el pulgar, aprovechando la oportunidad para deslizar esa mano hasta la nuca, enredando los dedos en sus sedosos cabellos, profundizando el beso que se volvía cada vez más necesitado.

No supo porque lo había hecho, pudo haber sido la reciente determinación en él mezclada con la seguridad que aquel hombre le hacía sentir lo que había empujado a besarlo, aunque para serse sincero deseaba hacerlo desde aquella vez en el pueblo, deseando retomar lo que había quedado inconcluso aquel día en la habitación del hotel.

Mu sentía como su cuerpo era empujado con cuidado hacia atrás, hasta presionar su espalda contra la fina arena, sosteniendo sobre sí a Saga aún unido a sus labios quién había encontrado un buen espacio a su lado, apoyando la mitad de su cuerpo sobre la arena, inclinándose ligeramente sobre él para seguir compartiendo sus besos, los cuales ya habían perdido aquella delicadeza del comienzo, volviéndose audaces y desesperados, consumiendo a ambos en una calor que le recorría las venas y que despedían por medio de pequeños gemidos inmersos en su propio mundo, ajenos completamente a todo. Saga parecía no darle tregua a esa pequeña boca la cual tenía suspirando de deseo, atrapando cuidadosamente su labio con sus dientes, para nuevamente atrapar ambos contra los suyos a medida que una de sus manos descendía por el fino rostro, delineando su mejilla con el dorso de sus dedos en un roce sutil hasta llegar a su mentón. Presionó con el pulgar para abrir lentamente su boca y sumergir su lengua hasta dar con la del menor, iniciando un juego desesperado, degustándolo con impaciencia, sintiendo como los suspiros de Mu morían en su boca a la vez que este deslizaba con algo de esfuerzo una de sus manos alrededor de su cintura.

Saga siguió el recorrido de su mano recorriéndole el cuello tan delicadamente, erizando su piel en el camino. Mu soltó un suspiro encantado ante tal estímulo sin dejar de besarlo en ningún momento, sintiendo el calor recorriéndole el cuerpo de una manera que lo desesperaba. Podía sentir las manos de Saga como bajaban en busca de algo en específico y no pudo aguantar más cuando unos de esos dedos comenzaron a desabrochar hábilmente el primer botón de su camisa.

—Regresemos a la habitación. —pidió entre besos, Mu no tenía ni la más mínima intención de reprimir los jadeos que provocaban esos labios en él, al contrario, quería continuar, quería seguir hasta donde sus impulsos los llevaran y perderse en sus caricias que le hacían olvidarse de todo y de todos.

Saga sonrió ante la adorable impaciencia de Mu, sus ojos brillosos y sus labios rojos era una tentación que no podía ignorar. Ambos se levantaron y se besaron como si no tuvieran más tiempo. Desesperado, Saga le tomó de la mano guiándolo hasta el interior del hotel, ambos con la respiración agitada, repartiéndose unos cuantos besos ansiosos dentro del ascensor.

Apenas cruzaron la puerta, la tarjeta que habían usado se perdió en el suelo, y la habitación los recibió con luz tenue y con las cortinas cerradas. Mu cerró la puerta con la espalda apoyada en ella mientras Saga se encargaba de repartirle besos que quemaban desde su boca hasta los hombros, sintiendo como sus manos continuaban con su misión de quitar la bendita gilette y esa camisa que le estorbaba de una manera amenazante. Saga sonrió orgulloso cuando la camisa quedó arrugada sobre el suelo, la cremosa piel de su cliente estaba expuesta ante su mirada y eso le sentía a gloria.

Mu rodeó el cuello de su amante con ambos brazos asegurándose de que Saga no escapara esta vez, besándolo apasionadamente. El griego aprovechó la cercanía para llevar sus manos hasta las magníficas piernas de Mu y alzarlo con fuerza, presionándose aún más a medida que el menor le rodeaba la cintura. Lo sostuvo fuerte y como pudo lo llevó a la cama que los esperaba cómoda para ser el soporte de sus aventuras. Saga se sentó en el borde dejando a Mu sobre su regazo, quien suspiraba con la respiración acelerada, observando que su acompañante todavía seguía conservando su camisa. Mu colocó ambas manos en el pecho de Saga, acariciando de arriba abajo, empujando hacia delante, dejando que el mayor se acostara de espaldas completamente excitado, si inclinó hacia adelante dejando un casto beso sobre la boca para descender en pequeños besos sobre su cuello, desabrochando cada botón con una fingida paciencia que tenía a Saga desesperado, besó su pechó con detenimiento, sintiendo los suspiros impacientes llegar a sus oídos, bajó lentamente hasta abrir el último botón de su camisa, volviéndose a acomodar sobre sus caderas. El mayor lo veía desde su sitio, tenía el cabello revuelto con restos de arena, los labios rojos e hinchados con un rubor sobre sus mejillas que aseguraba no eran de vergüenza, pero que aun así para Saga era una vista maravillosa. Un jadeo ronco salió de sus labios cuando sintió a Mu frotarse sobre sus caderas. Podía ver la intensidad de su mirada sobre la de él removiéndole sensaciones bajo el ombligo e instantáneamente llevó sus manos a las caderas inquietas siguiendo un ritmo suave y constante. Podía sentir cómo el roce hacía avivar cierta parte de su cuerpo de una forma rápida, exhalaba un aire apretado, concentrado en todas las sensaciones que estaba experimentando, no estaba acostumbrado a ser quién recibiera las caricias, más bien era al revés, pero no le desagradaba en absoluto la forma en que Mu ejercía cierto control en sí mismo. Un gemido salió de su boca interrumpiendo sus pensamientos cuando sintió como Mu movía sus caderas en círculo, la sensación sobre él era estimulante, sus movimientos, verlo sin su camisa jadeando lentamente, aquel cuerpo bien definido, era un deleite a la vista y la perdición para su cuerpo…

—Mu… acércate. —pidió. El menor obedeció inclinándose hacia adelante y Saga aprovechó ese momento que estaba cerca para besarlo. Quería sentir sus labios otra vez. Se alimentó de su boca, saboreando con su lengua cada rincón. Tenía un calor insoportable que le recorría el cuerpo. Metió una de sus manos entre ellos, desabrochando el pantalón de Mu que tanto le estorbaba— Ya no aguanto… —dijo recorriendo el centro de su espalda.

—No quiero que lo hagas… —suspiro al sentir esa boca muy cerca de su oreja, mordiéndose los labios, conteniendo las ansias de sentirlo aún más. Saga se inclinó hacia adelante acomodándose mejor, sentándose sobre la cama con Mu en su regazo sin ser capaz de soltar sus labios. Mu se frotó sobre él una vez más, sintiéndose completamente desesperado por sentir esa parte de su cuerpo con la de él.

—No te muevas tanto… —habló agitado Saga, quien besaba con desesperado deseo aquel cuello delgado, mordiendo cuanto podía. Metió con mayor facilidad la mano dentro del pantalón del menor sacando su miembro ya duro— ¿Estás listo? —lo masturbaba, haciendo que Mu comience a jadear asintiendo débilmente, cerrando una de sus manos en los cabellos añiles.

Las manos del griego lo empujaron hasta que la espalda de Mu quedó sobre el colchón con la cabeza casi colgando a los pies de la cama, y el menor volvió a jadear cuando sintió como Saga bajaba sus pantalones a mitad de pierna y metía su miembro dentro de la boca, recorriéndolo desde la punta con la lengua, luego de arriba a abajo, con una sensación cálida y húmeda. Gimió con dificultad tapándose la boca con la palma de la mano y abrió los ojos para concentrarse en otra cosa, grave error. El espejo de cuerpo completo estaba frente a él mostrándole la imagen de sí mismo con las mejillas rojas y el pelo cayendo hasta llegar al suelo. Su cuerpo se perdía en una perspectiva donde sus piernas desaparecían, pero veía cómo la cabeza azul de Saga subía y bajaba en un arduo vaivén, volvió a gemir, esta vez más fuerte llevando ambas manos hacia la cabellera azul, podía verse abrir la boca y gemir sin cuidado, estirar su cuello cada vez que sentía como Saga succionaba la punta, era tan excitante. Podía ver cómo Saga no paraba de moverse, su miembro estaba siendo estimulado demasiado bien junto con su boca y sus manos, podía sentir como sus ojos se aguaban, estaba a punto de llegar… Mu arqueó su espalda cuando llegó a su límite sacando todo aquello que venía acumulándose, con las piernas temblando por la intensidad del orgasmo, viendo cómo de sus labios hinchados boqueaba para recibir el aire que había perdido, totalmente satisfecho.

Saga soltó su miembro lamiendo lo último que quedaba en la punta, saboreando todo con un gusto morboso y un excitante anhelo de que su cliente hiciera lo mismo, pero toda idea que pudo haber tenido se fue al carajo cuando al levantar la vista ve a Mu con la nuca apoyada en el borde de la cama, concentrado en el espejo frente a él. El reflejo le muestra su rostro con los labios entre abiertos y en su frente sus tilaks parecían unirse, completamente concentrado en la sensación que ha dejado el orgasmo. Saga sonrió aún con su cara cerca de las caderas blancas, retirando por completo los pantalones del menor y de paso su camisa, dando una última lamida al miembro blando antes de besar y mordisquear camino arriba lentamente, haciendo que los jadeos comenzaran a escucharse nuevamente de la garganta de su compañero. Apretó un pezón con sus labios, lamiendo y succionando hasta hacer que esa espalda se arqueara, mientras con sus dedos apretaba el otro, rolándolo con el mismo ímpetu. Mu gimió fuerte, observando en el reflejo como Saga lo torturaba de esa manera, cerró fuertemente sus ojos mordiendo su labio inferior, mirar le provocaba una sensación tan placentera que creía que podía correrse de nuevo en cualquier momento.

Los besos subieron hasta que llegó a su cuello donde esparció mordidas y chupones por igual, y Mu ya no podía contener más los gemidos que se quedaban atrapados en su boca llamándolo por su nombre.

—Abre los ojos, Mu… —la voz rasposa chocó con su oído y una corriente caliente le recorrió la espalda, tan deliciosa y mágica que le hizo obedecerle— quiero que compruebes con tus propios ojos que puedo hacerte delirar mejor que cualquier otro. —los ojos de Saga parecían tener un brillo de satisfacción casi asesina y delirante, y no podía negar que no ha habido un segundo en que no se sienta excitado por cualquier cosa que le haga.

Con la mano que había maltratado su pezón recorrió el cuello, sosteniendo su mandíbula mientras besaba su boca con unas ganas de comérselo increíblemente intensas. Se separó apenas del más joven, apoyándose con el antebrazo, mientras Mu lo seguía hipnotizado con la mirada y abrió dócilmente la boca cuando vio cómo Saga acercaba un dedo a sus labios, metiéndolo sin restricciones, jugueteando hábil con su lengua, para luego lamerlo y succionarlo a medida que el dedo salía y entraba de su boca, Saga por lo demás parecía estar tan complacido con eso, absorto al imaginar otra cosa dentro de esa cavidad. Metió un segundo dedo para que hiciera lo mismo, sintiendo cómo su miembro comenzaba a apretarse dentro de sus pantalones, tan duro e hinchado que dolía. Casi al momento de pensarlo, sintió como los finos dedos de Mu batallaban por soltar sus pantalones, liberando su pene de su ropa interior, acariciando y estimulando la punta todo lo que podía, mientras jugueteaba con la lengua entre sus dedos, mojándolos y esparciendo un hilo de saliva por su mejilla.

Saga quitó los dedos rápidamente de la boca de Mu, cuando las caricias sobre la punta de su polla se estaban volviendo difíciles de contener. Se levantó de golpe, bajo la atenta y sorprendida cara de su cliente, abriéndole las piernas con una fuerza que había hecho suspirar al menor, que en esos momentos se dejaba hacer por completo. Acarició la entrada con un dedo estimulando de forma circular, comenzando nuevamente a provocar suspiros agitados de la boca de Mu, y cuando lo había relajado, metió un dedo deslizándolo hacia dentro lento, sacándolo apenas un poco para luego meterlo una vez más, así hasta que dejó de sentir que lo presionaban. Un segundo dedo entró un poco más lento, ahora girándolos cuando los sacaba y metía, logrando que los jadeos se volvieran más fuertes. El pecho de Mu se llenaba de aire que perdía rápidamente al sentir la presión dentro de él, y la forma en que se movía dentro, rápido y profundo, lo estaban llevando a sentir como se acumulaba el calor bajo su vientre. Saga jadeó deseoso ya de poder estar dentro de él, se sentía tan caliente y apretado ahí adentro, que tuvo que llevar una mano a su miembro palpitante para aliviarse. Movió los dos dedos con soltura mientras Mu se retorcía debajo de él con las mantas arrugadas entre sus dedos, el movimiento impaciente de sus caderas era un deleite a su paciencia y a su sadismo tortuoso, estaba por meter otro dedo cuando una mano lo detuvo.

—Ya basta… —gimió Mu viéndolo desde el reflejo del espejo con el pecho subiendo y bajando agitado— Fóllame ahora…—ordenó, en un tono tan desesperado que Saga no pudo ni quiso negarse, retirando sus dedos lentamente, estimulando nuevamente su entrada de forma circular.

Se quitó rápidamente los pantalones, junto con la ropa interior y estiró una mano hasta la mesita de noche, sacando del cajón un envoltorio rojo metálico. Sostuvo la punta del envoltorio cuadrado con sus dientes, mientras se acercaba donde el joven que lo miraba recuperaba la respiración. El griego se acercó hasta su cara con el preservativo entre los dientes, conduciendo su miembro por encima de su entrada con una mano, mientras que con la otra se afirmaba para no aplastar a Mu.

—Voy a complacerte por completo esta noche, Mu. —dice dejando caer el preservativo, besándolo de tal manera que Mu sintió que le quitaban el alma. Lo que dice suena tan erótico a sus oídos y el hecho de que Saga inmediatamente empezara a frotarse sobre su entrada no facilitaba las cosas.

Siguió frotándose moviendo sus caderas, haciendo que Mu lo imitara también, deseando que entrara en ese mismo momento, mientras veía con desesperación cómo rompía el envoltorio metálico con sus dientes, dejando salir aquel material traslucido. Se puso el preservativo bajo la impaciente mirada del menor que estaba visiblemente excitado. Introdujo los dos dedos sin ningún tipo de cuidado, haciendo que Mu arqueara la espalda por la intromisión tan brusca, encontrándose nuevamente con su imagen en el espejo que estaba ahí para su propio deleite. Saga se aseguró de que estuviera lo suficientemente dilatado, y sacó los dedos para introducir con cuidado la punta, empujando lentamente sus caderas hacia adelante.

Se acomodó para quedar de frente a Mu y disfrutar de sus maravillosos gestos mientras se introducía horriblemente despacio con toda la intención de desesperarlo, besó y lamió su cuello hasta quedar por completo dentro de él, sintiendo como Mu se aferraba a su espalda con fuerza. Un gemido apretado salió de su garganta, estaba tan apretado que apenas podía respirar, no esperaba que fuera tan grande, de haberlo visto antes hubiera esperado a que Saga lo estimulara un poco más.

—Saga… —respiró con dificultad mirándolo a través del espejo, suplicándole con los ojos— Espera un momento… —gimió al sentir como salía con tanto cuidado, esperando que Saga no intentara ser brusco en este momento.

—Tú insististe en que te follara. —se burló mordiendo detrás de su oreja. Entró nuevamente con cuidado viendo la cara de dolor que ponía Mu. Saga se detuvo de golpe preocupado, no se arriesgaría en moverse, estaba tan apretado que podría lastimarlo— Hazlo tú… —le dijo saliendo de él con toda la delicadeza que pudo, pasando una mano por detrás de su cintura y lo alzaba para sentarlo sobre sus caderas, apoyando la espalda sobre la cama con Mu a horcajadas— Hazlo a tu ritmo… —le dice con la garganta seca y la voz más gruesa que de costumbre.

Mu asintió, se introdujo un poco dentro de él, cerrando sus ojos, apretando sus labios, esperó unos momentos antes de moverse de arriba a abajo, tan lento que las piernas le tiritaban. Bajó un poco más, repitiendo lo mismo hasta que se sentó por completo, suspirando al sentirse completamente lleno, respirando profundamente para relajarse y acostumbrarse al tamaño. Agradeció cómo Saga subía y bajaba las manos por sus muslos dándole caricias suaves, esperando pacientemente. Saga por su parte estaba soportando todo lo que podía, y de vez en cuando subía las manos hasta su trasero para apretarlo y así despejarse, aguantando las ganas de moverse dentro de él sin ningún tipo de compasión. Los movimientos de Mu eran lentos, pero constantes, los que hacían que soltara jadeos de satisfacción, y poco a poco los jadeos fueron más rápidos, lo que le hizo tomar las caderas ayudando a jalar a Mu hacia abajo, para repetir el proceso una y otra vez. Mu apoyó sus manos en las rodillas de su amante comenzando a subir y bajar con un poco más de velocidad, sin embargo, cada vez que bajaba podía sentir como algo era apretado ahí adentro, gimió fuerte cuando empezó a moverse más rápido, deseando que ese estímulo ahí adentro no terminara. Cuando estuvo acostumbrado dejó que sus manos se apoyaran del pecho de Saga, su piel en contraste con la de él era evidente, más bronceado, mas tersa, con una capa de sudor. Deslizó las manos por el pecho firme, bajando y delineando los abdominales que se movían al son de sus movimientos. Saga era absolutamente hermoso, le gustaba esa mirada llena de confianza y determinación, la sonrisa orgullosa y su piel. Se acercó hasta dejar su nariz en su cuello, moviendo las caderas ya con mayor soltura, escuchando de cerca como Saga jadeaba cuando él aumentaba la velocidad, un sonido de lo más excitante, besó su cuello, con besos grandes dando chupetones, lamiendo y mordiendo, tal y como él lo había hecho.

Era delicioso, todo de él lo era, y sintió pronto las manos calientes de Saga posarse en su trasero amasando ambos bultos, haciéndolo gemir al sentir un golpe en uno de sus glúteos.

—Muérdeme otra vez… —le pidió Saga más grave y lo hizo, mordió de bajo la quijada recorriendo hasta detrás de su oreja. Otro golpe en su trasero lo hizo apretar aún más y ambos gimieron de satisfacción. Mu se enderezó para apoyar sus manos en el abdomen de Saga y profundizar más la penetración, tenía el cabello hacia un lado con algunos mechones pasando a través de su cara. Las manos de Saga subieron por las piernas y treparon rápidamente hasta posarse en sus costados, con los pulgares de ambas manos libres para juguetear con sus pezones. Un gemido sonoro se escuchó cuando piñizcó a ambos, para esta altura Mu brincaba con energía sobre las caderas de Saga quien no podía estar más complacido.

Bajó las manos de sus pezones y las ancló en ambos costados de sus caderas para darle apoyo y penetrar al mismo tiempo que Mu se movía sobre su miembro, siguiendo el ritmo de las embestidas para hacerlas más profundas. Mu deliraba del placer tirando su cabeza hacia atrás, el cabello malva se movía al compás del brusco movimiento de sus cuerpos, llevó una mano a su miembro masturbándose lentamente, pasando su mano por la punta mientras se sentaba de manera más enérgica. El tamaño de Saga había dejado de ser un problema, y ahora era una bendición que pudiera llenarlo de esa manera.

Saga se detuvo para cambiar de posición, recibiendo un quejido de molestia por parte de su acompañante. Saga lo agarró de la nuca y lo besó desesperadamente, para luego susurrarle un par de palabras al oído. Mu se sonrojó, pero hizo lo que le pidió, acomodándose en cuatro frente al espejo. Saga se colocó detrás de él besando y mordiendo la espalda del menor, arqueándose, elevando el trasero y sintiendo nuevamente como el pene de Saga se frotaba contra él.

—Buen chico…—dijo tomando entre sus manos las más delgadas, estirándolas para que Mu quedase con el pecho apoyado sobre la cama— No dejes de mirar… —susurró detrás de su oído, besando su cuello expuesto, mordiendo de vez en cuando.

Entró de una estocada con movimientos acompasados, descansando su torso sobre la espalda de su amante sin dejar de repartir besos y mordidas, sosteniendo firmemente las manos que empezaban a apretarse fuertemente. Mu volvió a gemir, con esta posición se sentía aún mejor, moviendo sus caderas para acompañar las embestidas de Saga que se volvían cada vez más aceleradas, con besos aún más osados, lamiendo detrás de su oreja, haciendo que sintiera una corriente recorrerle por toda espalda. El reflejo de él mismo con la boca abierta pidiendo que no se detenga lejos de avergonzarlo, le excitaba aún más. Saga soltó sus manos y se enderezó tomando firmemente las caderas para golpear con más fuerza contra su cuerpo. La poca razón de Mu se estaba deshaciendo con esos movimientos, los gemidos salían libres de su boca cada vez que Saga golpeaba una y otra vez de forma rápida ese sitio, sintiendo como estaba listo para venirse una vez más, sin embargo, cuando estaba a punto de llegar, disminuía la velocidad haciendo que Mu levantara la cabeza, frustrado de que juegue con él de esa manera, para luego seguir embistiendo con energía.

Saga disfrutó de la vista, su pene entrando y saliendo haciendo un ruido acuoso y morboso, sus pieles chocando fuerte haciendo eco en la habitación, las hermosas piernas de Mu apretaban de tanto en tanto, y el cabelló revuelto se mecía rebelde. Podía ver a través del espejo cada uno de los gestos, como cerraba los ojos cuando disfrutaba del placer, como ocultaba su rostro cuando se hallaba sobrellevado y especialmente como sus ojos ardían cuando se detenía. También disfrutaba de escuchar atentamente cada uno de sus gemidos, algunos más agudos, otros ahogados y desesperados. Sin embargo, tenía la necesidad de abrazarlo, de besarlo y follarlo con más fuerza.

Detuvo por unos momentos las embestidas y se acomodó para dejar a un delirante Mu con la espalda nuevamente sobre el colchón y él sobre su cuerpo, empujando tan rápido que Mu sentía que perdería la cordura en cualquier momento. Abrazó a Saga con sus brazos y sus piernas, recibiendo todo lo que él pudiera darle en este momento. Excitados a un punto inexplicable, ambos buscaron sus bocas en un beso intenso, abriendo y cerrando sus bocas probando el sabor del otro, Mu no dudó en llevar una mano a la cabellera azulina para profundizar el beso, no quería que Saga escapara, lo quería todo. Sus besos, su cuerpo, sus jadeos y gemidos, en ese momento se olvidó de todo, se olvidó de Shura, de Aioria y Shaka, de quien era Saga, de quien era él mismo y el por qué estaban ahí.

Mu se sentía en el cielo, podía sentir como el segundo orgasmo venía en camino.

—Saga, por favor, hazlo más rápido… —gimió entre besos. Saga sonrió y besó su boca con desesperación antes de cambiar de posición, una vez más, se sentó en la cama con Mu sobre él tomando las caderas, enterrando sus dedos y guiándolo mientras embestía con fuerza. Mu se abrazó tan fuerte por los hombros respirando agitado, moviéndose rápidamente sobre él, su miembro duro siendo frotado por sus cuerpos estaban acelerando su orgasmo— Saga estoy cerca… —la palabra se le quedó en la boca cuando alcanzó el clímax, su mente quedó en blanco mientras se derramaba entre el torso de ambos.

—Eres tan hermoso… —habló entre gemidos, mordiendo la oreja de su amante— Estaré disponible para ti las veces que quieras. —Saga no estaba muy lejos de seguirlo; apoyó la frente sudorosa en el hombro de Mu, lo abrazó de la cintura para lograr las embestidas más profundas, jadeó cuando Mu se apretó, relamiéndose los labios, estaba tan cerca. Gimió fuerte y ronco cuando alcanzó el orgasmo, soltando a Mu, inclinándose levemente hacia atrás, apoyándose con ambas manos en la cama con la cabeza colgada hacia atrás, estremeciéndose de pies a cabeza. Se dejó caer hacia atrás descansando la cabeza en la almohada, seguido de Mu quien se recargó en el pecho latiente del griego, besándolo en el último vestigio de su orgasmo y alargando la placentera sensación.

El beso se extendió por varios minutos más, porque Mu había encontrado algo adictivo en esos labios y ya no los quería soltar. Saga pasó las yemas de sus dedos recorriéndole la espalda, su cuerpo estaba tan sensible que su piel se erizó ante ese simple tacto.

—Espero no te retractes de tus palabras. —dijo Mu separándose apenas un poco para hablar, con el cabello hacia un lado, una belleza a los ojos de Saga. Continuaron besándose, dándose ligeras caricias, recorriéndose perezosamente hasta recuperarse.

Mu se quitó de encima de Saga cuando sus piernas recobraron la movilidad, acostándose a un lado de él completamente cansado y satisfecho, viendo cómo se retiraba el preservativo lleno de un líquido blanco. Agradeció internamente que Saga haya sido cuidadoso con eso, ya que a él ni siquiera se le había pasado por la cabeza usar protección. Cuando Saga terminó de botar los restos de él, se acomodó de lado recargando su cabeza en una mano, contemplando la silueta de Mu llena de pequeñas marcas rojizas. Pasó los dedos por las curvas del cuerpo de su amante en apenas un roce, haciendo que Mu se estremeciera por la sensación, sonriendo agotado mientras acariciaba ese rostro perfilado.

Saga lo besó una vez más, y mientras se dedicaba a rozar cada parte de su cuerpo, introdujo la lengua, saboreándolo. Mu se sintió delirar cuando lo sintió bajar en una lluvia de besos por su cuello hasta llegar a su pecho.

—¿Qué haces? —jadeó cuando lo vio tomar uno de sus pezones con la boca, y los ojos aguamarina lo miraban con un deseo que incendió el cuerpo de Mu.

—No mentí cuando dije que te complacería toda la noche. —dijo mordiendo, chupando, lamiendo y besando cada parte, explorando aquel cuerpo que pedía a gritos que lo hiciera suyo otra vez.

El tiempo siguió pasando entre el calor de sus cuerpos y los desesperantes deseos de ambos; así mismo, Mu seguiría perdiéndose en las caricias que este hombre le regalaría por muchas horas más.

oOo

El sonido agudo y persistente se sintió tan lejano, pero fue suficiente para que Saga despertara desorientado, mirando adormecido hacia un lado de la cama, viendo cómo Mu dormía plácidamente abrazado a él. La habitación estaba siendo reflejada por un color azul claro, calculando que faltaba algo de tiempo para que amaneciera.

Se giró hasta quedar frente a su amante; el pobre había quedado rendido, quedándose prácticamente dormido al instante. Sonrió satisfecho mientras tomaba un mechón de su cabello deslizándolo por sus dedos. No se había equivocado al pensar que pasar una noche con él sería increíble, a pesar de todo lo que tuvieron que pasar para terminar así. Saga pensaba, mientras acariciaba y se maravillaba por la suavidad de su cabello, que cuando Kanon se recuperara, le pediría a Mu salir con él. Acarició lentamente su rosto, que parecía imperturbable ante cualquier cosa, rozando sus labios entre abiertos, tan deliciosos y adictivos que no dudó ni un segundo en acercarse para juntar su boca con esos labios. No sabía bien qué tenía Mu ni cómo pudo llegar a necesitarlo hasta este punto, que incluso dormido podía hacerle sentir un calor que nacía desde el pecho y recorría su cuerpo por completo. Recorrió su boca hasta llegar al hombro en pequeños y suaves besos, con unas enormes ganas de despertar a su acompañante y perderse en otra ronda de sexo.

Los besos migraron del hombro hasta el inicio de su cuello, moviendo un mechón de su cabello para seguir subiendo hasta la quijada, donde un dormido Mu empezaba a suspirar. Saga iba a besar esa pequeña boca entreabierta una vez más, pero el sonido de hace un momento volvió a resonar en la habitación, tan lejano como cuando despertó.

Se giró para buscar el origen del sonido y supo que venía desde el suelo. Mu se no había despertado y apenas Saga dejó de besar su cuello este se había girado hacia el otro lado, acurrucándose con la sábana. Se levantó de la cama moviendo cada prenda que ahí se encontraba, buscando la fuente del sonido y fue cuando levantó su pantalón que el ruido se hizo más claro y supo que era su celular. Rápidamente empezó a buscarlo, temiendo lo peor.

—Diga, sí soy yo… —el rostro de Saga cambió rápidamente a uno de terror, sintiendo un frío sepulcral recorrerle el cuerpo.


Hola!

Primero que todo, Feliz navidad y feliz año nuevo! XD (atrasadísimo!)

Segundo, ofrecerles unas disculpas por la tardanza, no pensé en demorarme tanto, pero diciembre fue un mes durísimo :'C

Tercero, agradecer a mi hermana amesbloom por ayudarme con el conflicto entre Shaka y Shura, ella sugirió las frases más dañinas para Shura. (Síganla en sus redes sociales, hace fanarts hermosos ;D)

Y por último, espero de todo corazón les haya gustado este capítulo n.n, mañana (en la historia) es el día de la boda!, así que tenemos celebración! yay! (pónganse bonitos por favor, si no quieren hacer enfadar a Shaka) y esto solo significa que nos está quedando com capítulos más para terminar esta historia ToT

Quiero agradecer sus comentarios, que siempre me levantan el ánimo y hace que quiera seguir escribiendo, gracias por todo (muchos besos y abrazos)

Saludos y nos leemos en el próximo cap. :D