N/A ¡Bienvenidos de regreso a Ron en el País del Ajedrez! Disclaimer, disclaimer, disclaimer. En caso de que olvidara decirlo, esto tiene lugar en quinto año, y apenas tiene un indicio de que los lemon siquiera existen.
En cualquier caso, bienvenidos a que a Draco no le guste su nuevo entrenador de ajedrez, al Juego de Ajedrez Realmente Chulo de Filch, y a una útil aparición del Profesor Binns.
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Posesión del Tablero
Ese fin de semana, Draco Malfoy leía una carta de su padre con terror. Era el campeón de Slytherin–¿no era eso lo suficientemente bueno? Pero sabía que de algún modo se había filtrado la noticia de sus derrotas frente a la Comadreja.
Querido muchacho, comenzaba. Debo felicitarte por convertirte en campeón de tu Casa. Sin embargo, oí que has tenido problemas con los de fuera de ella, a pesar de todo el esfuerzo que me he tomado con tu entrenamiento. Los tableros de aprendizaje son difíciles de conseguir, y debes admitir que el Profesor Snape ha hecho todo lo posible por entrenarte.
Draco lo sabía. Estaba harto del condenado juego a estas alturas. Sólo porque Padre quiera malgastar su tiempo con esta tontería, ¿significa que yo también tenga que hacerlo? Si quiere ir al Torneo de Todos-los-Brujos, ¿por qué simplemente no va y me deja al margen? Aunque debía tener cuidado con mostrar cómo se sentía. El Profesor Snape ya era consciente de ello, a juzgar por los comentarios cortantes que el hombre mayor hacía en sus sesiones privadas de juego. Una vez a Draco se le había escapado cuán importante era esto para su padre, sin embargo, Snape había suspirado y le había dejado trabajar con el tablero de aprendizaje que Lord Malfoy había enviado.
Si Snape no estuviera aquí, me habría dado por vencido hace mucho tiempo. Sólo los Gryffs pueden confiar en Dumbledork–todo el mundo sabe que el Director piensa que Potter es la cosa más grande desde la invención del fuego. Incluso con todo el sarcasmo, Snape comprendía muchas cosas que ninguno de los demás maestros aquí en Hogwarts comprendería jamás.
Draco volvió a inclinar la cabeza hacia la carta. Me he tomado la libertad de proporcionarte ayuda adicional. En algún momento antes del comienzo de la nueva ronda, ve al tercer piso y al pasillo vacío a la derecha. Sigue las instrucciones adecuadamente, y conocerás a tu nuevo entrenador. Confío en que demuestre ser el más útil.
Draco tenía miedo sin ninguna razón en particular. Quizá debería mostrarle esta carta al Profesor y hacer que venga conmigo. Snape ya había evitado algunas situaciones desagradables en la propia Mansión Malfoy con las que Madre no había sido capaz de lidiar. Padre se jactaba a veces de cómo Voldemort podía hacer arrodillarse al Profesor en cualquier momento que deseara el Señor Tenebroso; pero, ¿no demostraba eso más fortaleza que el modo en que Lucius Malfoy doblaba las suyas voluntariamente?
Ya no soy un niño, pensó Draco. No puedo arrastrarme en busca de ayuda cada vez que algo parezca extraño. Leyó el resto de las instrucciones en la carta, y suspiró mientras metía la nota en un pequeño cofre junto a su cama.
Tarde esa noche se arrastró fuera de Slytherin y hasta el tercer piso del pasillo principal. No tenía una capa especial como la que había oído tenía Potter, pero se había enterado de que la Sra. Norris esta especialmente aficionada a los arenques. No había resultado difícil convencer a Madre de que incluyera una o dos latas en los paquetes que le enviaba desde casa.
El pasillo a la derecha estaba vacío. Potter y sus amigos debían haber estado mal de la cabeza para venir aquí cuando aquella terrible bestia de Hagrid había estado encadenada en el lugar.
Baja a través de la trampilla, ordenó una voz mental.
Draco hizo lo que le decía, luego caminó a través de otra cámara vacía. De nuevo la voz le dijo qué camino tomar. Esto no me gusta, pensó, pero continuó siguiendo las instrucciones. Odiaba el modo en que temblaba. Seguramente era la brisa fría haciéndole estremecerse.
Por fin estuvo en uno de los sótanos. Estaba tan oscuro. No podía animarse a avanzar. Debería habérselo contado a Snape después de todo, pensó. Sabía que no era particularmente valiente. Vince y Greg nunca lo sospechaban, pero cuando estaba solo tenía que enfrentarse a la verdad.
"Amo Draco," dijo la suave voz, esta vez en voz alta.
"¿Quién… quién está ahí?" preguntó, su voz volviéndose aguda.
"A-alguien para ayudarte con el ajedrez." Un fantasma apareció.
Ahora con eso sí podía lidiar. La Mansión tenía un escuadrón completo de fantasmas, muchos de ellos mucho más aterradores que éste. Se acercó.
La pálida sombra se volvió más sólida. Draco parpadeó. Le sorprendía que el tipo siguiera rondando por aquí. "Sé quién eres," dijo.
"Sí. Ya veo que lo s-sabes. Morí aquí, después de todo. Y É-el pensó que podría volver a ser útil algún día."
Draco podía manejar esto. "Te refieres a que me dirás las jugadas del modo que Binns se las dirá a Wormy Hermie cuando juegue."
"No. Otro fantasma al descubierto s-sería detectado. Tengo que ocultarme mejor que eso." El espectro se acercó.
Draco retrocedió, aterrado de repente. "¡No, espera! ¡Puedo ganar por mi cuenta!" Entonces su espalda estuvo contra el muro y no podía recordar dónde estaba la puerta. El fantasma lo abrazó como a un hermano y se hundió dentro.
Nadie oyó gritar a Draco.
Ron despertó la primera mañana de la segunda semana del torneo. Le sorprendió haber sido capaz de dormir en absoluto. Engulló un desayuno rápido y apareció más de media hora temprano. Incluso si no ganaba, podría jugar y observar un montón de ajedrez durante la próxima semana. Iba a ser la mayor diversión que jamás había tenido.
Miró la programación. Los primeros dos días se dedicarían a partidas cruzadas entre los Campeones de Casa, mientras que el profesorado jugaban sólo entre ellos. Las partidas entre los campeones y el personal se jugarían en los siguientes dos días, mientras que el último día se emplearía para decidir cualquier empate entre estudiantes o profesorado.
Ron fue a su mesa asignada. Abercrombie, el campeón Hufflepuff, ya estaba allí. El gran joven no parecía tener muchas luces, pero sus piezas eran bien disciplinadas y avanzaban en silencio por el tablero. Ron tuvo que esforzarse para evitar ser derrotado, pero tras una larga lucha venció la simple pero enormemente efectiva estrategia.
"Dicen que eres realmente bueno en esto," dijo Abercrombie.
"Tú mismo no eres medio malo," dijo Ron, después de que fuera registrado el resultado de la primera partida. "Um… tras el torneo, juguemos un poco más, te daría algún consejo ahora, pero no estoy completamente loco."
"Suena a un buen plan," dijo el chico mayor. "Bueno, ahí va la partida número dos. Tienes blancas esta vez."
Ron tuvo que cuidarse esta vez. Abercrombie aprendía rápido. Ambos alfiles negros estuvieron pronto fuera y sesgando adelante y atrás a través de la hilera trasera blanca, a pesar del intento de Ron de utilizar sus peones para proteger sus piezas más fuertes. ¡Vaya táctica! pensó para sí mismo. Se alegró de encontrar al fin un modo de sorprender a ambas piezas con sus caballos.
Pero con toda su preocupación por esos condenados alfiles, no había estado prestando atención al resto de su fila trasera. Se inquietó cuando Abercrombie sacó su dama de la nada para amenazar al rey blanco, y apenas evitó que le hiciera jaque mate. Entonces se sentó un rato sin hacer ningún movimiento. Miró la situación como por primera vez, como si estuviera en el tablero de aprendizaje con el que había jugado la semana anterior. Asintió para sí mismo cuando finalmente lo resolvió, entonces movió uno de sus alfiles.
Justo cuando sonaba la campana del almuerzo, Abercrombie suspiró con disgusto y derribó su rey. Pero no fue en absoluto lo mismo que con Malfoy. Se sentaron juntos a almorzar y compararon notas sobre los demás jugadores.
"Mejor ten cuidado con la chica Ravenclaw," dijo Ron. "Vigila sus peones. Y ayuda si conoces algunas partidas clásicas con Malfoy. Haz algo para romper su patrón, si puedes descubrir cuál es. Sabrás si has tenido éxito si deja de burlarse de ti y juega más despacio. Mientras esté ganando, te lanzará montones de pullas desagradables."
El chico Hufflepuff asintió. "Debería haber jugado con alguno de los otros la semana pasada como tú lo hiciste. Eso fue inteligente."
"Me dieron un buen consejo," dijo Ron apresuradamente, aunque no mencionó quién se lo había dado.
Tras el almuerzo se sentó contra la Srta. Brentwood. Va a ser una larga tarde, pensó, y se acordó de los peones.
Ya era de noche una vez terminaron por el día. Una victoria, una derrota, y un empate más tarde. Ron se consideraba afortunado por haberlo hecho tan bien, en realidad. Estaba comenzando a comprender el patrón de la Ravenclaw e idear una buena estrategia contra él, basada en algunas partidas del libro de McGonagall.
La Profesora de Transfiguración le felicitó esa noche. "Usted y la Srta. Brentwood están casi empatados. Malfoy es el siguiente, y luego Abercrombie. Sus partidas con Malfoy mañana serán probablemente el factor decisivo. Ella jugará contra él por la mañana y usted por la tarde."
Le contó a McGonagall lo que había notado sobre Malfoy la semana anterior. "Conoce las partidas clásicas realmente bien. Si Papá y yo no las repasáramos, podría tener problemas. Pero si reconozco la partida que está empleando, o rompo su patrón de algún otro modo, entonces tengo una buena opción. Lo he hecho dos veces hasta ahora. Y a él en realidad no le gusta el ajedrez, no lo creo."
"Sr. Weasley, pocas personas sienten por el ajedrez lo que siente usted. Por fortuna, yo soy una de ellas. Puede que desee jugar contra uno de los miembros del personal, ya que algunos de ellos se incorporarán temprano también. Recuerde, sólo tiene que jugar una vez contra cada miembro del profesorado, pero intente implicarles cuando pueda, ya que hay más miembros del personal que estudiantes, y jugaremos por dos partidas de tres. Pero no subestime al Sr. Malfoy. Es del todo capaz de tentarle a la auto-complacencia. Le observé con Abercrombie, y su juego era más sutil del crédito que le da."
No había pensado en eso. Por supuesto que un Slytherin podía reforzar la confianza de un oponente cuando no importaba, sólo para caer sobre él como una roca cuando sí lo hiciera. Intentó olvidar que él había considerado hacer lo mismo.
Ron fue a la zona de torneo en primer lugar tras el desayuno. Técnicamente podría haber ido a un aula o sala de estudio, pero en cierto modo eso no era realmente una opción. Y además, McGonagall había dicho que sería lo mejor.
Recordó lo que Snape había dicho sobre Filch. Se sintió incómodo abordando al hosco bedel, pero más bien podía acabar con ello. A medida que se acercaba, vio que Filch tenía un juego extraordinario. Todas las piezas eran gatos, desde la dama siamesa hasta la hilera de gatitos persas como peones.
Ron se sentó y rascó distraído bajo la garganta de la dama blanca. Quedó alucinado cuando la pieza comenzó a ronronear.
"Ésa es la mejor manera de conseguir que las piezas se comporten," dijo Filch. Casi sonrió.
"¡Son preciosas!" dijo Ron. "¡Nunca he visto nada como ellas!"
"Hice fabricarlas especialmente. Me costaron un montón de Galeones, pero merecieron la pena."
Tras un poco más de charla, comenzaron a jugar. Ron pronto descubrió que la estrategia de Filch era estrictamente oportunista, basada en barrer tantas piezas fuera del camino antes de hacer mucho más. Pronto el aire se llenó del aullido de los gatos, que pronto se convirtió en sombrío silencio penetrado por el ocasional siseo.
Ron se esforzó por hacer lo que pudiera en la partida. Dejó pasar varias ocasiones de sacrificar por su cuenta y mantuvo la mente en el objetivo principal. Una vez llegaron al fin del juego, sin embargo, descubrió que Snape había tenido razón. Casi perdió la partida por no prestar atención a su rey. Por una vez deseó haber enrocado la maldita cosa. Pero tras un rato de aplastar y agarrar por su parte empleando sus alfiles del modo que lo había hecho Abercrombie, logró hacer regresar las cosas al orden. (Por el momento bautizó mentalmente a sus alfiles Vinnie y Greg.)
Entonces Filch aplastó uno de sus alfiles y pareció ir tras el otro, cuando Ron ideó cómo abrirse camino a la fila trasera. Tomó el peón de torre con su alfil, como si no se le ocurriera otro modo de apartar la pieza del camino del caballo de Filch. La torre de Filch tomó el alfil, su propia torre tomó la de Filch, y el bedel se quedó mirando fijamente el tablero, obviamente descontento de lo que veía allí.
Filch se tomó su tiempo mirando. Entonces por fin movió uno de los peones retrasados para dejar una vía de escape a su rey. Ron lo bloqueó con su dama.
Ante eso el bedel derribó su rey. "Pequeño bastardo furtivo," murmuró Filch para sí mismo. "Pero bueno, debería haberlo imaginado, por el modo en que usted y sus amigos me evitan para colarse en lugares donde no deberían ir."
Ron no podía discutir eso. Esquivar a Filch y la Sra. Norris era sumamente divertido. Recogió las piezas en silencio, las acarició hasta que su pelaje se alisó adecuadamente, y dijo, "Gracias por la partida, señor."
"Bueno, al menos sabe tranquilizarlas adecuadamente," dijo Filch con aprobación reticente. "Quizá no es un completo mocoso después de todo."
Ron dirigió una rápida amplia sonrisa al hombre. ¡Cómo le encantaba jugar con tanta gente diferente! Cuanto más jugaba, más aprendía. Deambuló acercándose a Brentwood y Malfoy. Ron se preocupó cuando vio cuántos problemas estaba teniendo la chica Ravenclaw contra el Slytherin. No reconoció en absoluto la partida que Malfoy estaba empleando, ni siquiera el estilo. ¡Cuán furtivo se podía ser! Buena cosa estar viendo esto ahora. Me pregunto qué me preparará esta tarde.
Se acercó a la Profesora McGonagall, que estaba jugando contra Binns. Ron saludó con la mano a Hermione, que estaba moviendo las piezas para el incorpóreo Profesor de Historia, luego se sentó y observó un rato. La partida casi había terminado, así que Ron decidió esperar y hacer saber a McGonagall lo que estaba pasando con Malfoy.
La Jefa de Gryffindor pronto dio jaque mate a su compañero miembro del profesorado. "¿Ha visto alguna buena partida últimamente?" preguntó ella.
"Jugué una sangrienta con Filch. Aunque me encanta su juego."
"Mucha gente tiene problemas con él," dijo ella.
"Apuesto a que usted gusta a las piezas," dijo él. "Pero hice que la dama ronroneara al principio, y eso debe haber ayudado."
McGonagall parecía complacida. Ron añadió, "Y Malfoy sacó una gran sorpresa. Jugué con él un par de veces la semana pasada y pensaba que sabía lo que se traía entre manos, pero resultó ser incorrecto. Hoy está jugando realmente diferente. La Ravenclaw estaba perdiendo por tercera vez, o quizá segunda, cuando la vi. Lo que es realmente raro es cuán callado está. Habitualmente sonríe burlón y alardea cada vez que cree estar ganando."
Hermione, que estaba disponiendo el tablero para la siguiente partida de Binns, levantó la mirada. "Tienes razón. También parlotea así cada vez que saca buenas notas en Pociones."
"Quizá simplemente está prestando más atención al juego," dijo Ron pesimista.
"Creo que observaré sus partidas esta tarde." Los labios de McGonagall eran más finos de lo habitual. "El Profesor Snape puede jugar conmigo mañana."
Ron se alegró de oírlo. Quería ver cómo jugaba el Maestro de Pociones, y no había sido capaz hasta ahora.
"Sí, el Expreso de Hogwarts está de vuelta," dijo el Profesor Binns con una leve risa entre dientes. "Yo mismo quiero ver esas partidas mañana."
¿El Expreso de Hogwarts? ¿A quién se referían con eso? se preguntó Ron. Estaba a punto de preguntar cuando tocó la campana para el almuerzo.
Después de que todos hubieron comido, bueno, excepto Binns, por supuesto, Ron se sentó ante un tablero con Draco. No había estado preocupado antes. Ahora lo estaba.
La primera partida fue un desastre. No pudo averiguar lo que estaba haciendo Malfoy en absoluto. El estilo no se parecía en nada al modo en que Draco había jugado antes. Pero Ron se culpó a sí mismo. Debería haber imaginado que sólo estaba fingiendo perder la semana pasada. Juega contra las piezas, no contra el jugador, como no para de decirme Papá.
La siguiente partida fue mejor. Ron sacó cualquier idea de lo que pensaba Draco iba a hacer y tomó más la iniciativa. Era extraño cómo Malfoy no se había jactado de su primera victoria, sin embargo. Ni siquiera estaba alardeando por cuán bien había engañado a todos.
De hecho, Draco no decía mucho en absoluto. Ron intentó hacer que Malfoy hablara, pero sólo obtuvo comentarios murmurados. La semana pasada Draco había estado lleno de insultos para los Weasley y así seguía mientras creía estar ganando.
Cerca del final de la partida Ron volvió a sentirse en apuros. Había perdido uno de sus alfiles, así que no podía enviarlos a hacer de Vinnie y Greg del modo que había hecho con Filch. ¿Y si salgo y sacrifico todo lo que se mueva del modo que lo hizo Filch? Apuesto a que Draco no estará esperando eso. Era divertido ir a la caza de peones, a pesar de que hacerlo tan aleatoriamente iba en contra de todo lo que le habían enseñado. Pero la mirada de consternación en el rostro de Malfoy mereció la pena. ¡Cómete eso, chico Hurón!
"¿Qu-qué crees que estás haciendo?" preguntó Draco. Su voz sonó extraña.
Los movimientos de Malfoy tomaban más tiempo ahora, consumiendo parte del tiempo en el reloj de ajedrez que había ahorrado antes.
Ron miró su reloj atentamente. Iba a tener que jugar algunas combinaciones que había usado antes para ahorrar tiempo, aunque por fortuna con otros oponentes. Draco sí tenía una memoria realmente buena.
Estaba exhausto y sólo quedaban un par de minutos en su reloj cuando por fin forzó un jaque mate. Ron se asombró de que Malfoy no dijera nada desagradable.
McGonagall se acercó y ordenó un descanso de una hora. Cuando Draco se marchó, la profesora dijo, "Esa partida estuvo muy peleada, Sr. Weasley. Estoy a punto de pedirle un favor para la próxima. ¿Recuerda mis movimientos en la trampa de ajedrez?"
"Por supuesto que lo hago," dijo Ron. "Los utilicé contra Wood, sólo que él también los conocía."
"Quiero que abra de esa manera, a pesar de que la partida se le ponga en contra. Creo saber qué está pasando, pero todavía no estoy segura. Recuerde, estará jugando contra el resto del profesorado durante los próximos dos días. Ellos juzgarán su habilidad incluso si Malfoy acaba por delante ahora."
A Ron no le gustó cómo sonaba eso, pero accedió. Una vez hubo visitado el servicio y tomado un bocado, deambuló hasta el Profesor Binns, aunque sólo fuera para estar cerca de 'Mione. Y era sosegado, arguyó para sí mismo, observar jugar a otros. El estilo del Profesor de Historia era curiosamente anticuado, aunque resistía mejor de lo que Ron pensaba contra la marca de salvajismo de Filch.
Una vez fue llamado de vuelta al tablero vio tanto a McGonagall como a Snape sentados para observar. Ron tragó saliva, Draco se puso blanco, y el juego comenzó.
Al principio Ron recreó la trampa de ajedrez de McGonagall con exactitud. Pero la respuesta de Draco no fue como la de Oliver Wood o la suya propia. Quizá Malfoy había estudiado la partida. No era difícil resolver cómo había ido, ya que el propio Ron había hecho los diagramas de memoria más tarde. Pero el juego de las negras era extraordinariamente diferente.
Pudo ver lo que iba a ocurrir, y echó un vistazo a McGonagall pidiendo permiso para cambiar. Ella sacudió la cabeza con firmeza. Ron siguió adelante, y fue terriblemente derrotado. Malfoy tenía una desagradable mirada de triunfo, pero aun así no dijo nada.
Snape se volvió hacia McGonagall y dijo, "Veo a qué te refieres." Entonces sus ojos relucieron y miró el tablero. "Sr. Malfoy, ¿tiene algo que decir por su parte?"
"N-no, Señor," murmuró Draco.
Malfoy parecía aterrorizado por Snape. Ron nunca había visto eso antes. Draco siempre trataba al Maestro de Pociones como un tío favorito.
Pero Ron tenía que intervenir. "Profesora–quiero decir, Profesores–No he visto a Malfoy usar un plagio ni nada parecido. No veo de qué otra forma podría hacer trampa, si eso es lo que están pensando. Está jugando de manera diferente que la semana pasada, pero pensé que simplemente estaba siendo un buen Slytherin." Odiaba salir en defensa de Draco, pero era la verdad.
Snape alzó una ceja. "¿Ha notado algo más?"
Era raro hablar así de Malfoy mientras seguía sentado ahí. "Bueno, ha estado menos desagradable de lo habitual. Aunque ha estado tartamudeando como el Squirrel a veces. Pero probablemente sólo está nervioso." Él ciertamente lo estaba.
"¿Squirrel?" preguntó Snape con ácido en su voz.
"Bueno, ya sabe, el profesor que enseñaba Artes Oscuras. El que casi mató a Harry. Quiero decir, el primero," añadió Ron, ya que había habido un par así.
Entonces notó cómo la cara de Draco se movía de manera extraña, como si no pudiera decidir qué expresión poner.
El rostro de Snape se alisó y no mostró expresión en absoluto. "Bien entonces, Sr. Malfoy. ¿Puedo ser el primero en felicitarle por terminar en primer lugar?"
Ron se quedó boquiabierto. ¡Esto no era justo! McGonagall le señaló con un gesto que se mantuviera callado.
Draco parecía pagado de sí. Entonces Snape continuó. "Tenemos una agenda bastante apretada para los próximos días, así que estamos intentando incluir tantas partidas como sea posible. Su primer juego con un miembro del profesorado será contra el Profesor Binns. Ahora."
Malfoy no parecía contento, pero McGonagall se veía mucho más jovial, como si supiera qué estaba ocurriendo. Ron deseó saberlo.
Draco se acercó a la mesa del profesor fantasmal como si estuviera marchando hacia el cadalso. McGonagall y Snape le siguieron. Tras pensarlo un momento, Ron también lo hizo.
La Profesora de Transfiguración murmuró, "Gracias, Sr. Weasley. Recuerde, hubo dos personas que superaron mi trampa de ajedrez, no sólo una. El tablero que instalé recordaba ambas partidas para mí, y las apunté."
Pero, ¿cómo podía Quirrel seguir por aquí y ayudar a jugar a Draco?
Malfoy se sentó al otro lado del tablero frente al Profesor Binns y Hermione. Ninguno de ellos parecía contento.
Binns comenzó a a parlotear. "Vaya, está bien volver a jugar, ¿no? Peón a rey-cuatro, si es tan amable, Srta. Granger. Gracias, querida. ¿Ha terminado ese ensayo para mí, Sr. Malfoy? Me atrevo a decir que no. Está callado hoy… caballo de dama a alfil de dama tres, Srta. Granger."
Mientras Ron observaba, tanto el Barón Sanguinario como Nick Casi-Decapitado se materializaron detrás de Draco. Un elfo doméstico se acercó en silencio y entregó un pedazo de papel al Profesor Snape, que le echó un vistazo, hizo una mueca, y se lo metió en la manga.
En medio de mover una pieza, Malfoy se congeló, una mano sobre un alfil. Mientras Binns seguía hablando, un fantasma comenzó a emerger de la cabeza de Draco al aire. Ron vio un turbante desenrollándose y un hombre flaco tratando de huir, sólo para ser atrapado por el Barón y Nick.
"Profesor Quirrell. Qué inequívoca falta de placer encontrarle aquí hoy," dijo Snape enojado.
"¡Tú otra vez! ¿Por qué no dejas de entrometerte en las cosas que no te conciernen? El Amo sabe más de ti de lo que crees. Algún día averiguarás cuánto."
Snape fulminó con la mirada al fantasma. "Es mi trabajo asegurarme de que este torneo se desarrolla adecuadamente. El Sr. Malfoy es responsable de su juego al ajedrez, y ningún otro."
Una idea asombrosa se le ocurrió a Ron. Snape sabía que Binns sería capaz de hacer que Quirrell saliera, y que intentaría huir. Eso era por lo que McGonagall quería que se quedara callado.
El barón sonrió groseramente. "Nosotros nos encargaremos de él, Herr Profesor." Otros fantasmas de Hogwarts aparecieron y se llevaron a Quirrell.
"Gracias," dijo Snape. "Ahora, Sr. Malfoy, ¿qué tiene que decir por su parte?"
"¡No fue culpa mía!" dijo Draco, con aspecto horriblemente pálido y enfermizo. "¡Nunca lo pretendí!"
"Tenemos la nota de su padre," dijo Snape suavemente.
"¡Yo sólo quería que me entrenara!"
"Sus partidas no pueden contar ahora. Seguramente entiende eso," dijo el Maestro de Pociones. "Venga conmigo a la enfermería. La posesión es extremadamente desagradable, incluso si el sujeto es voluntario."
"¡Sabe lo que dirá mi padre!"
"Desafortunadamente, lo sé. Sin embargo, usted no puede representar a Hogwarts. Su ayudante habría permanecido mucho más tiempo del que piensa. Y va contra las reglas no jugar sus propias partidas."
Malfoy se levantó con obvia reticencia y siguió a Snape. Ron se escabulló por curiosidad de averiguar qué ocurriría. Los siguió tras la puerta de la enfermería, y permaneció fuera.
En sólo unos momentos, tanto Madame Pomfrey como el Profesor Snape irrumpieron por la puerta. Ron deseó tener la capa de invisibilidad de Harry, pero se conformó con ocultarse en un rincón.
"¡No deberías haber asustado así al chico!" dijo Madame Pomfrey.
"Quiero que esté asustado, madame. ¡Quiero que esté aterrado de tales cosas, o verá muchas más de ellas en el futuro!. Confíe en mí, sé lo que significa creer que uno puede manejar cualquier cosa. Me metí en muchos más problemas de lo que pueda creer de ese modo."
"¡Todavía lo haces!" retrucó Pomfrey.
"Pero no tengo sólo quince años, ni tengo un padre que inflija tales cosas en su único hijo por un juego."
"Supongo que tienes razón en eso."
"Se sentirá mal durante el próximo par de noches. Traeré algunas pociones que ayudarán. Crabbe y Goyle pueden ser de ayuda por una vez y sentarse con él esta noche."
"Es duro ver a un muchacho tan orgulloso tan asustado," dijo Pomfrey.
"Bueno, estaría mejor si pudiera decidirse a pedir ayuda," dijo Snape. "¡Y usted, Sr. Weasley, mejor regrese al salón antes de que anuncien los resultados!"
Ron huyó como una liebre. ¡Él sabía cuándo debería asustarse!
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N/T: Sobre los apodos que son juegos de palabras en inglés y pierden el sentido al traducirlos al castellano: "Weasel" (Comadreja) por Weasley; "Dumbledork" (tonto idiota) por Dumbledore; "Wormy Hermie" (Hermie agusanada) por Hermione, por su rasgo de ratón de biblioteca, "bookworm" (gusano de libro) en inglés; "Squirrel" (Ardilla) por Quirrell.
