Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.
Gracias por leer y nos veremos después.
Au donde honguito bb es un murcielguito cafecito uwu.
Todo ser malvado necesitaba de un ayudante que lo apoyara en las maldades que hace alrededor del mundo.
Y el conde Aomine tenía el mejor.
¿Qué mejor ayuda para un vampiro que un adorable y pachoncito murciélago de color café?
Exacto, no había comparación alguna. Y eso era lo que le agradaba al vampiro.
La adorabilidad del murciélago lo ayudaba a encontrar posibles víctimas y alimentos para el conde. Ventaja que Aomine utilizaba a su favor.
Es decir ¿quién podría resistirse a las pachoncitas manitas y piecitos de Ryou? Además, su pancita suavecita y apachurrable lo volvía el arma ideal para los fines maquiavélicos de Aomine.
Factores que el conde amaba de su pequeño ayudante.
Y desventajas que al propio murciélago le hacían complicada la vida.
-Aomine-sama, Aomine-sama- llamo el pequeño murciélago a su amo. El conde estaba durmiendo cómodamente en la enorme cama que abarcaba gran parte de su habitación. Mas su jefe no despertaba. El roedor dio un suspiro y dejo de aletear un momento para después dar una vuelta en el aire y tomar su figura humana. Lentamente se acercó dónde descansaba el conde y después susurro -Aomine-sama, es hora de cenar. Levántese amo por favor- pidió en una suave voz.
De pronto los ojos azulinos de su amo se abrieron y se tornearon en un rojo escarlata al detectar de quien se trataba y sin que el murciélago pudiera evitarlo ahora estaba en la cama junto con el conde. Aomine lo tenía abrazado de la cintura sin que sus ojos cambiaran de color.
-Ryou...- gruño su amo mordiendo sus orejas puntiagudas, el murciélago encogió sus alas al tener el duro pecho de su amo en su espalda -te ves tan pequeñito así- agregó Aomine bajando sus labios hasta donde estaba el cuello del animalillo -esta noche no saldré a cenar, me quedare aquí en casa contigo y tu dulce sangre. Comer tanta fruta ha hecho de tu sangre tan deliciosa- bajo la mano que tenía en la cintura del murciélago hasta donde estaban los glúteos de Ryou y los apretaba de forma pecaminosa -además, hace tanto que no te consiento Ryou, esta noche te daré tu recompensa-
-Pero... Aomine-sama- trato de hacer entrar en razón a su amo más los ojos rojos del vampiro le daban la respuesta que se negaba a creer.
-No me contradigas Ryou- ordeno el conde -será peor para ti si te niegas a mis mandatos- apretó sin descaro alguno la entre pierna del pequeño murciélago mientras sus colmillos se encajaban con fuerza en la suave piel del cuello del castaño quien gimió luego de aquel acto de su amo.
¿Qué había hecho para merecer eso? Se preguntaba el pequeño murciélago mientras el conde seguía succionando su sangre con gula y desnudaba su cuerpo a su antojo.
Bueno, no es como si se molestara por ello.
