MI ÚLTIMA NAVIDAD SOLA

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La navidad estaba cerca, faltaba un mes para festejarlo y por lo general, se determina como día libre por ser fecha festiva; algunos realizarían viajes a lugares más cálidos o simplemente para pasar tan agradable ocasión con toda la familia; sin embargo, una joven doctora odiaba esta fecha en particular, pues hace solamente dos años atrás había perdido a su madre, su única familia; mientras sus compañeros ya pedían vacaciones y días libres para estas fechas, Candice White, pedía o aceptaba turnos extra.

-Doctora White!

-Dorothy – sonrió a la enfermera – ya te dije que me llamaras Candy, acaso no somos amigas?

-Siempre lo olvido, Candy – sonrió también – el doctor Leonard te busca.

-Ok, en seguida voy. – dudó un momento – podrías decirle a Anthony que me espere?

-Claro, yo le digo.

Candy se dirigió a la oficina de su jefe, ya tenía la sospecha de lo que le diría. Antes de tocar la puerta respiró profundo y soltó el aire.

-Me mandó llamar doctor?

-Toma asiento Candy. – señaló la silla frente a él – me informaron que otra vez pediste trabajar en navidad y año nuevo.

-Así es. – lo miraba fijamente – sabes lo que estas fechas significan para mí.

-Candy… - el doctor Leonard conocía a Candy desde pequeña, él había sido un gran amigo de su madre, quien también fue doctora. – sabes que a tu madre no le habría gustado que…

-Que deje de festejar estas fechas familiares? – lo interrumpió – sé que no me llamaste para decirme esto tío. – lo llamaba así desde pequeña.

-Ahj! – dejó escapar el aire de manera sonora, no tenía caso argumentar, el año pasado había sido igual – bueno… aceptaré que trabajes las dos fechas – era política del hospital que, si un doctor hacía guardia en una fecha festiva del año, tendría libre las demás. – si tomas un caso especial.

-Un caso especial?

-Así es, este paciente pidió discreción absoluta. Además de que tú eres la mejor en el área.

-Por qué?

-Pertenece a la nobleza – observó la reacción de la joven, nada – es el hijo de un duque inglés – el doctor le explicó a Candy el caso del paciente para después llevarla a la habitación que éste.

Candy escuchaba con atención el caso de su nuevo paciente, no le molestaba trabajar horas extra ni tratar casos complicados que absorberían muchas horas de descanso.

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La habitación que ocupaba el joven inglés era una de las mejores; era privada, amplia y tenía una vista hermosa al jardín del hospital; sin embargo, nada de esto le importaba, pues su enfermedad le quitaba toda su energía y entusiasmo.

Terrence Grandchester, era un joven apuesto, castaño, de porte gallardo y aire arrogante, su mirada tan azul como los zafiros, cautivaba a cualquier chica que lo mirara.

-Terrence. – escuchó la voz del doctor que lo había atendido hace unos días. – ella es la doctora que lo atenderá de ahora en adelante. – el joven la miró de reojo, sin darle mucha importancia.

-Buenos días, soy la doctora White y…

-Acaso no tienen doctores con más experiencia? – la interrumpió – parece una niña.

-Candy es una de nuestras mejores doctoras – contestó el doctor – no tienes por qué preocuparte, ella es la más capacitada para llevar tu caso.

-Bueno… no es como si me interesara. – dijo de manera parca y regresó la vista a su libro.

La actitud del joven molestó a la rubia, aunque ya estaba acostumbrada a ese tipo de comportamientos en algunos de sus pacientes con problemas críticos, quienes habían perdido la esperanza de encontrar donadores o curar sus corazones enfermos.

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Después de leer los últimos resultados de los estudios realizados a su nuevo paciente, Candy se dirigía a su consultorio para recoger su bolsa y regresar a casa.

-Me enteré que tienes un nuevo paciente.

-Oh! Anthony, me asustaste. – sonrió al ver a su amigo – sí, es el paciente del cuarto 001.

-Wow, debe ser alguien millonario. – dejaban el hospital.

-Es confidencial, sólo tres personas lo han visto.

-No te creo. – rodeó su cuello con su brazo – eso es imposible.

-Jajaja, es broma; pero sí es confidencial, no puedo hablar de su caso con nadie.

-Debe ser un famoso - se acercaban a su auto – déjame adivinar…

-No lo harás nunca, y aunque lo hicieras, no te diría nada.

-Supongo que es alguien a quien admiro y piensas que seré capaz de irrumpir en su habitación para pedirle un autógrafo.

-No serías capaz de algo tan infantil e inmaduro. – reía ante la idea – mejor llévame a cenar, recuerda que hoy prometiste hacerlo.

-Como su alteza lo ordene. – abrió la puerta del auto e hizo una reverencia cuando la rubia subía al vehículo.

Anthony, un joven rubio y atractivo, tres años mayor que la rubia, era amigo de la infancia de Candy pues es hijo del doctor Leonard, trabajaba en el área de pediatría.

Mientras cenaban y hablaban sobre sus planes de fin de año, el joven se preguntaba por qué no había funcionado su relación con tan encantadora joven. Candy era realmente amable y bondadosa, para él y sus primos, quienes la conocían muy bien, ella era casi perfecta, no sólo era hermosa por dentro, sino también físicamente, rubia rizada, de ojos impresionantes del color de las esmeraldas con una hermosa sonrisa; los jóvenes habían intentado salir el último año de universidad de la rubia; pero al final decidieron seguir como amigos y no arruinar tan hermosa amistad.

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Ya había pasado una semana y el caso de Terrence parecía igual, no había mejoras en el tratamiento que estaban siguiendo.

-Dorothy me dijo que no quisiste comunicarte con tus padres – habló mientras lo revisaba - deberías llamarlos, deben estar preocupados por ti.

-Tienen mejores cosas que hacer que atender una llamada con la misma noticia.

-Llámalos – ordenó – deben estar preocupados por ti, no puedes simplemente dejarlos fuera.

El joven solía ignorar a quien le hablara, no importaba quien fuera, sólo contestaba preguntas de rutina sobre su estado. Pero desde hace unos días, sólo a Candy le respondía cuando le hablaba.

-Terrence… - la joven doctora entraba a la habitación y vio al joven leyendo el mismo libro desde que fue internado. – te gusta mucho ese libro? Lo has leído desde que ingresaste.

-Creo que es lo único que puedo hacer en esta condición, no crees?

-Si quieres podemos dar un paseo por el jardín.

-Quieres decir que me llevarás en una silla de ruedas mientras me animas a no rendirme? – la miró con cinismo – que tan patético crees que soy?

-Por qué te niegas a salir? - no se inmutó ante el tono grosero del joven – no es saludable el que te cierres y aísles de todos.

-Vaya! Creo que si lo hubiera sabido antes habría salido más y hubiera hecho amigos para que este estúpido corazón no se debilite y enferme. – se golpeó el pecho al decir aquello.

-No… no quise decir eso.

-Sí no tienes nada mejor que decir, es mejor que me dejes solo, tú no sabes lo que es estar en esta condición.

-No… no lo sé – los ojos de Candy brillaban por las lágrimas que se habían formado – pero sé lo que es estar del otro lado… ver como la persona que te importa se va consumiendo día a día y no puedas hacer nada para cambiarlo. – sin decir más se giró y salió rápidamente de la habitación.

Terrence se quedó mirando la puerta, nunca se hubiera imaginado que la doctora respondona, así la había nombrado, fuera a quebrarse de tal manera, pues antes de cruzar completamente la puerta, la rubia se había limpiado las lágrimas que supuso el castaño, ya habían abandonado sus ojos.

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-Buenos días Terrence.

-Doctor Leonard – se desconcertó al ver a su otro médico y no a la rubia – buenos días.

-Déjame revisarte. - se acercó al castaño – cómo amaneciste hoy?

-Bien… - levantó los brazos – la doctora White… no vendrá hoy?

-No, es su día libre.

-Oh… ya veo - no dijo más, sólo contestó las preguntas del médico; pero de repente, el doctor dijo algo que llamó su atención.

-Ayer… Candy estaba muy afectada – dijo mientras anotaba en la libreta del castaño – tal vez mañana tampoco la veas por aquí. – el joven miró al galeno – es el aniversario luctuoso de su madre.

-Su madre… murió?

-Estas fechas son las más difíciles para ella – dejó de escribir y cerró los ojos como si recordara algo – hace dos años la perdió, era su única familia. - Sonrió débilmente antes de darle algunas recomendaciones y dejar la habitación.

Así como lo había dicho el doctor Leonard, al día siguiente la rubia tampoco fue a trabajar.

-Buenos días. – escuchó su voz nuevamente.

-Hola. – ni siquiera lo miró.

-Cómo amaneciste hoy? – el joven sonrió ante la misma pregunta de todas las mañanas.

-Mal. – la rubia lo miró rápidamente y se desconcertó al ver la media sonrisa en el rostro masculino – mi doctora me abandonó por dos días.

-No te abandoné.

-Quiero discúlpame por lo que te dije.

-No te preocupes por eso…

-Candy – la rubia abrió los ojos al escuchar cómo la llamaba – nunca debí decirte aquello, no tengo ningún derecho para desquitarme contigo, no es tu culpa que yo esté enfermo.

-Tienes miedo… - dijo sin pensar.

-Mucho…. – no tenía caso ocultarlo, después de saber por lo que ella había pasado – pero estoy listo para…

-No lo harás! – se acercó más a él – Terrence… no te rindas, haré todo para ayudarte, pero debes poner de tu parte.

Con un leve asentimiento y una sonrisa verdadera, el castaño decidió intentarlo nuevamente. A partir de ese día Candy y Terry se volvieron amigos, almorzaban juntos, la rubia solía ir a la habitación del castaño para comer con él y seguir hablando.

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-Cuando dejaran de darme gelatina como postre?

-Nuestro chef se reúsa a prepararte un creme brulé, señor snob.

-No te burles de mí.

-Jajaja, no lo hago. – se llevó un bocado a la boca – mejor termina tu comida.

-Ya estoy cansado de lo mismo. – se quejó como niño pequeño.

-Cuando mejores te invitaré a comer a un restaurante de cinco estrellas.

-Qué te parece si soy yo quien te invite a comer en el mejor restaurante de todo Londres.

-Me llevarás a Londres sólo para cenar?

-Si aceptas, podrías quedarte allá… conmigo.

-Qué? – lo miró atentamente – Terry…

-Me gustas Candy – fue honesto – y si me pongo bien espero que me des una oportunidad.

-Terry… yo…

-No es necesario que me rechaces ahora, espera a conocerme mejor…

-Para rechazarte? – jugó con él, por suerte Terry se dio cuenta al ver la enorme sonrisa en el rostro femenino.

-No, para aceptar que te conquisté – dijo falsamente ofendido.

-De acuerdo grandulón – no dejaba de sonreír – esperaré hasta que lo logres, ahora termina de comer.

-Eres una mandona. – se llevó una gran cuchara de sopa a la boca. – no está tan mal como me lo imaginaba y dejó la gelatina para el final.

Cada almuerzo o cena era igual, el ambiente era muy ameno, Candy solía pasar tiempo con Terry para distraerlo, hablaban de todo lo que se les ocurría, de su familia, sus días en la universidad, hasta sobre sus ex parejas.

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-Lamento oír eso. – observó la seriedad en el rostro masculino – ella no te merecía.

-Lo sé. – le sonrió levemente – si fue capaz de dejarme al enterarse de mi enfermedad, no valía la pena, es más, me alegro de que se haya marchado.

-Por qué? – su pregunta fue automática – e-es decir, tienes razón.

-Porque así puedo tener una oportunidad contigo.

-Yo no…

-Doctora White – la interrumpió – acaso se está sonrojando?

-Cállate Terry. – se puso de pie – eres insoportable.

-Ya me lo habías dicho. – la miraba con una linda sonrisa, le gustaba ver ese lado de Candy – oye.

-Mmm?

-Me lo contarás ahora? – ya le había preguntado antes sobre su familia.

-Pues éramos sólo mamá y yo. – Terry estaba atento a lo que le contaba, así como ella lo estuvo al oír su historia – papá no figuraba en la historia, cuando tenía cinco años se fue y nunca me interesó saber de él.

-Te entiendo.

-Mamá enfermó cuando estaba en mi último año de preparatoria y falleció en mi primer año de residencia.

-Lo lamento.

-Por eso no me gusta estás fechas… papá nos abandonó cerca navidad y mamá murió tres semanas antes de navidad.

-Ya no estarás sola en navidad. – tomó su mano y la apretó ligeramente.

Candy correspondió aquellas palabras con una sonrisa, internamente pidió que apareciera un donante para Terry y así se cumpliera aquella promesa, pues sí, la rubia se dio cuenta que el castaño ya le había conquistado.

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-Falta poco más de una semana para navidad.

-Mhum – la rubia tenía la vista en la libreta – quieres que llamemos a tus padres? – sonrió.

-No soy un niño, puedo llamarlos yo mismo – dijo ofendido, Candy solo sonreía de manera divertida. – lo decía por ti.

-Por mí?

-La enfermera Dorothy dijo que un tal Anthony te invitó a su casa ese día.

-Así es. – respondió como si nada.

-Irás? – no apartaba su mirada de la rubia, quien no le respondía - Candy! – tomó su mano impidiendo que siguiera escribiendo.

-No lo sé… - lo miró.

-No vayas – Candy no pudo distinguir el tono de su voz – me pondré bien…

-Lo harás…

-Y te invitaré a salir – la interrumpió – haré que me quieras…

-Terry…

-Ahora mismo mi futuro es incierto, pero…

-Te dije que te ayudaría – ahora ella lo interrumpió – habrá un donante, ya lo verás.

-No estamos seguros de eso – bajó levemente la mirada – pero intentaré mantenerme estable hasta que suceda y pueda conquistarte.

Candy asintió sin decir nada, sólo le sonreía como lo hacía cuando estaba con el castaño, desde aquel día que él le había confesado que le gustaba y que si se ponía bien haría todo para conquistarla. Lastimosamente, la rubia no se atrevía a confesarle lo que sentía por él.

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Faltaban 5 días para navidad, había mucho trabajo en el hospital, Candy estaba por terminar sus habituales rondas a sus pacientes antes de regresar a su casa, como todos los días dejaba a Terry para el final, siempre se quedaba a hablar con él un poco más de tiempo.

-Candy! – miró a quien la llamó – ya te vas?

-Hola Anthony – sonrió – ya casi, sólo me falta revisar a dos de mis pacientes.

-Ok, antes de irte me avisas, necesito hablar contigo.

-Claro. – aceptó – necesitas algo?

-Una respuesta.

-Una respuesta? – lo miró desconcertada.

-Todavía no me dices si pasarás navidad con nosotros.

-Tengo guardia ese día.

-Candy, eso puede arreglarse, por favor acepta cenar con nosotros, mamá se pondrá feliz de tenerte en casa.

-No puedo dejar…

-Doctora White, se la necesita en la habitación 001 – fue interrumpida por el llamado constante - Doctora White, se la necesita en la habitación 001.

-Terry! – corrió por los pasillos que a su parecer se hicieron interminables, Anthony iba detrás de ella.

Cuando Candy llegó a la habitación vio al doctor Leonard reanimando a Terry, quien lastimosamente había tenido un paro cardiaco.

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-Por qué le diste ese caso a Candy!?

-Ya basta Anthony. – el doctor estaba sentado en su escritorio tenía los ojos cerrados mientras se los frotaba.

-No papá! - estaba alterado – acaso no la viste? Tú mejor que nadie sabe lo que estas fechas significan para ella y le das un caso perdido?

-Suficiente! – se puso de pie. – acaso eso es lo que haces con tus pacientes? – miró a su hijo – si el caso es difícil los abandonas? Si eso es así, hijo, no eres un buen médico, nosotros hacemos todo para curarlos y salvarlos.

-Lo siento… - bajó la mirada – es sólo que me duele verla de esa manera, no ha dejado la habitación en dos días.

-Hablaré con ella.

-Papá… - el mayor lo miró – hay algo que se pueda hacer?

-Sólo un donante… ese es el problema, no hay ninguno y hay 8 personas antes que Terrence en la lista de espera.

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El ambiente en aquella habitación era deprimente, el sonido de los aparatos era constante y recordaban el estado crítico del paciente; pero también le recordaban a la rubia que él aún estaba ahí con ella.

Candy estaba completamente agotada, no había dejado aquella habitación en dos días ni cuando sus amigos le pidieron ir a su casa a descansar, ella simplemente se reusó a hacerlo. Cuando su jefe se lo ordenó, la rubia sólo salió de la habitación y se quedó en el pasillo, aseguró firmemente que no abandonaría el hospital hasta que Terry despertara, el doctor Leonard se dio cuenta de la terquedad de su pupila al verla frente al hospital esperando noticias del castaño, es por eso que le permitió quedarse en la habitación y que durmiera en el sofá.

-Candy… - escuchó que la llamaban – Candy… - sintió que acariciaban su cabeza, seguramente era Anthony para pedirle otra vez que fuera a casa a descansar.

-Mmm…? – levantó la cabeza.

-Hola bonita… - su voz sonaba rasposa y débil.

-Te…rry? – sus ojos se inundaron de lágrimas – Terry! -Se puso de pie para revisarlo. – cómo te sientes… te duele algo? Llamaré al doctor Leonard y…

-No llores… - tomó su mano – no me gusta verte llorar.

-Entonces… no vuelvas a asustarme así.

-Trataré de no hacerlo - acarició su rostro.

-No vayas a dejarme… - se acercó a él llorando – no quiero perderte Terry… no a ti…

-Prometo quedarme contigo… siempre.

El castaño tenía el rostro pálido y se veía claramente agitado y débil; pero aquella promesa sonó tan segura que Candy le creyó, supo que él no le mentía y que no la abandonaría.

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-Me dijeron que Terry ya se ve mejor.

-Así es – sonrió débilmente, el castaño estaba de mejor ánimo; pero aún seguía conectado a todos esos aparatos ya que su condición física no era de las buenas.

-Entonces, porque no vas a descansar a casa, no es bueno que estés en el hospital todo el tiempo.

-No podría hacerlo… prefiero estar aquí, no me gusta dejarlo solo.

-No estará sólo, Dorothy se quedará con él. – la rubia no quitaba la mirada del castaño, quien dormía profundamente.

-No quiero abandonarlo, no otra vez – murmuró lo último, Candy se sentía culpable de no haber estado con él en aquel momento crítico.

-No cambiarás de idea, verdad? – ella negó con la cabeza – entonces ve a dormir un poco en la sala de descanso, yo me quedó con él.

-Puedo dormir en ese sofá. – señaló el que había en la habitación.

-Y crees que le gustará ver eso cuándo despierte? – volvió a negar con la cabeza – además, dormirá hasta la tarde, tú también hazlo, así no se sentirá culpable por estás ojeras. – acarició la zona.

-De acuerdo… - aceptó finalmente - si despierta me llamas enseguida, ¿está bien?

-Lo haré. – vio a la rubia ponerse de pie y besar la frente del castaño, no escuchó lo que le había susurrado al oído; pero supuso que le había dicho que no tardaría en regresar.

El doctor Leonard había obligado a Candy tomarse unos días libres, pues al ver la reacción de la rubia por el estado del paciente, supo que no podría concentrarse con sus otros pacientes, y pensando lo mismo, la rubia aceptó, además así no tendría que alejarse de Terry y estaría al pendiente de él todo el tiempo.

-Candy… - Anthony estaba leyendo su libro cuando escuchó la voz débil del paciente.

-Terrence. – se puso de pie y se acercó a él – cómo te sientes?

-Quién eres tú?

-Oh! Sí, lo siento. Soy Anthony, amigo de Candy. – ese nombre lo recordaba, Dorothy había hablado de él.

-Dónde está Candy?

-Está descansando. – sintió el rechazo en la voz de Terry – se veía agotada y le pedí que descansara. Si quieres la mando llamar.

-Ah… gracias. – cerró los ojos nuevamente, se molestó consigo mismo por la situación de la rubia – no, no la molestes, necesita dormir.

El rubio vio a Terry atentamente, incluso en aquella situación se mostraba altivo, sonrió al darse cuenta del motivo, lo veía como rival.

-Anthony… - el rubio volteó – aún duerme? – Candy entraba a la habitación.

-Te dije que te llamaría cuando despertara.

-No puedo dormir – se sentó en la silla que estaba junto a la cama – tengo miedo que le pase algo y no estar cerca. – Terry no estaba durmiendo, sólo cerraba los ojos, así que escuchó lo que la rubia dijo.

- Está en un hospital y conectado a todos los aparatos que nos indicaran antes de tener un posible paro cardiaco; así que no debes preocuparte.

-Aun así… quiero estar junto a él.

-Ok, pero descansa en el sofá o le pediré a papá que te prohíba la entrada al hospital.

-Sabes que si haces eso, me enfadaré contigo y de todos modos encontraré la manera de entrar. – sonrió al decir aquello, sabía que su amigo no le haría eso, pues empeoraría la angustian en ella.

-La ventaja de ser tan pequeña, puedes escabullirte por cualquier lugar sin ser vista.

-Ahora me doy cuenta de mi don. – se acercó al sofá mientras el rubio se paraba para cambiar lugares – gracias por cuidar de él mientras no estaba.

-Lo que sea por ti cariño – oír eso molestó al castaño; pero aun así no abrió los ojos, pues quería que la rubia descansara – prometí que siempre te cuidaría, acaso no somos familia?

-Lo somos.

Anthony permaneció en la habitación mientras la rubia dormía, Terry miraba a Candy, ni siquiera le prestaba mucha atención al rubio, y por más raro que pareciera, aquella situación no se le hizo incomoda.

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-Dormí profundamente.

-Estabas cansada. – le gustó ver el cabello desordenado de Candy – supongo que soy el responsable de eso.

-Me gusta estar contigo – no quería que se sintiera mal – te molesta que me quede?

-Me gusta verte todos los días; pero también quiero que descanses adecuadamente.

-Lo haré, yo… - un golpe en la puerta la interrumpió – adelante. – dio acceso mientras se ponía de pie y arreglaba el cabello.

-Buenas tardes… yo… - una mujer elegante asomaba su cabeza por la puerta; pero al ver al paciente, ingresó por completo seguida por un hombre igual de elegante – Terry!

-Mamá… papá, qué hacen aquí?

-Cómo qué que hacemos aquí? – su madre se acercó al castaño llorando – somos tus padres, claro que estaríamos aquí después de lo que te pasó.

-Terrence, cómo estás hijo? – su padre también se acercó para abrazarlo, claramente estaba preocupado.

-Estoy bien. – de reojo vio a Candy, quien pretendía salir y dejarlo solo con sus padres, su madre siguió su vista y observó a la rubia.

-Oh! Lo siento, somos los padres de Terry - le sonrió a la rubia – tú eres…

-Mamá, papá – extendió la mano para que Candy se acercara a él, algo que la rubia hizo inmediatamente – ella es Candy, mi novia. – apretó levemente la mano femenina.

-Buenas tardes señor, señora Grandchester

-Eres muy hermosa – la mayor se acercó y abrazó a la rubia – gracias por estar junto a mi hijo – susurró con agradecimiento.

-Mucho gusto – el padre del castaño extendió la mano como saludo – es un gusto conocerla.

Candy dejó a Terry con sus padres, Dorothy le había ido a buscar para que firmara algunos documentos de sus pacientes para hacer el traspaso a otro doctor.

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Ya solo faltaba un día para noche buena, los padres de Terry lo visitaban a diario, eso redujo las horas de privacidad de la pareja.

-La enfermera Dorothy dijo que mañana habrá una pequeña celebración por noche buena.

-Así es, lo realizan en la cafetería. – contestó como si nada – los doctores y enfermeras que están de turno cenan juntos.

-Me alegra oír que pasas esta fecha con tus compañeros y amigos.

-Ya quieres librarte de mí? – dijo juguetona – nunca asisto a esa cena, prefiero realizar rondas a los pacientes. Además este año pensaba pasarlo contigo, no quieres?

-No sabía cómo pedírtelo. – sonrió al oír los planes, sus padres se quedarían en el hotel y él la pasaría con su novia.

-Pues la próxima vez sé directo. – acarició su mano – no seas tímido.

-No soy tímido. – dijo con falsa molestia – entonces… mañana será nuestra primera cita.

-Estoy ansiosa por saber qué harás en nuestra primera cita.

-Voy a sorprenderte.

Terry se moría por besarla; pero había planeado hacerlo cuando le quitaran todos aquellos aparatos, no quería que la rubia recordara su primer beso con él, como un hombre, a su parecer, deplorable.

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-Candy, no puedes hacer eso! – estaba sentada frente a su jefe, quien estaba molesto por lo que la rubia había hecho.

-No hice nada malo.

-Esa familia acaba de perder a su hijo, cómo se te ocurre pedirles que donen su corazón.

-Revisé el expediente del muchacho, es un corazón sano y es compatible con Terry. – respondió – no podemos perder esta oportunidad.

-Pues la familia quiere demandar al hospital, dicen que no salvamos a su hijo porque nos convenía.

-El muchacho murió en la ambulancia, no tendremos problemas. – se puso de pie – tío Leonard… déjame hablar otra vez con la familia – suplicó – si los convenzo…

-No quieren que te les acerques. - la interrumpió – mantente lejos de ellos.

Cuando Candy se enteró que hubo un accidente de tránsito y uno de los implicados había muerto, pidió que le realizaran un examen de compatibilidad con Terry, al saber el resultado se acercó a la familia pidiéndoles que donaran sus órganos.

Flashback

-Buenas noches… - vio a una pareja llorando en una esquina de la sala de espera.

-Doctora, mi hijo…? – la madre soltó el llanto, por un instante creyó que aquella terrible noticia había cambiado.

-Soy la doctora White, cardióloga del hospital – se presentó – según los análisis realizados a su hijo, él tenía una buena salud.

-Ese accidente… me lo arrebató.

-Quería proponerle que donaran los órganos de su hijo.

-Qué? Usted… – dijo una madre furiosa – cómo se atreve a pedirnos eso, mi hijo acaba de morir!

-Por favor escúcheme. – rogó la rubia – sé que está pasando por una situación difícil, yo misma estuve en ese lugar hace dos años, perdí a mi madre por una enfermedad… - las lágrimas caían de sus ojos – debe pensar que soy la persona más egoísta al no tomar en cuenta su dolor, pero… créame que estoy desesperada – la mujer la miró con atención, su esposo la abrazaba sin perder detalle de lo que la rubia decía – hay un hombre joven allá… - señaló hacia el pasillo – está a punto de morir porque su corazón se debilita a cada segundo, sus padres buscaron un donante por todo el mundo y no encontraron a nadie compatible, pero su hijo… él lo es…

-Ya váyase! – gritó la madre.

-Por favor… permita que el corazón de su hijo vuelva a latir… no le quite la oportunidad de seguir con vida…

-Candy! – entró el doctor Leonard. – qué haces?

-Por favor, puede salvar una vida… - el galeno sacaba a Candy de la sala mientras ella forcejeaba con él – dele una oportunidad de vivir! – fue lo último que la pareja escuchó antes de que la rubia fuera sacada por completo de la sala.

Fin de flashback

-Doctor… - escucharon a la secretaria – los señores Smith piden hablar con usted.

-Ahj… - dejó escapar un suspiro cansino – déjalos pasar – miró con seriedad a la rubia.

-Doctor… - habló la madre – no queremos que mi hijo muera… – Candy levantó rápidamente la mirada, había convencido a los dolidos padres donar los órganos de su hijo.

-Gracias! – Candy corrió para abrazar a la mujer – muchas gracias…

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Candy estaba en el pasillo, esperando que aquella luz roja cambiara a verde; junto a ella Eleonor y Richard esperaban con la misma angustia noticias sobre su hijo.

-Ya pasó mucho tiempo – dijo angustiada Eleonor.

-Es normal… - contestó la rubia, nunca estuvo en ese lugar – la operación dura horas.

-Todo saldrá bien. – reconfortó el padre – nuestro hijo se pondrá bien – recordó la actitud optimista de Terry.

Flashback

-Todo saldrá bien. – la rubia sonreía para darle confianza al joven.

-Tú eres la doctora, sabes más de esto. – correspondió a la sonrisa – ahora que te encontré – tomó su mano y se la besó – no pienso dejarte.

-Promételo – le pidió – promete que saldrás bien de esta operación… que no vas a dejarme.

-Lo prometo. – acarició su mejilla – no pienso faltar a nuestra cita.

-Me pondré bonita para ti.

-Ya lo eres, no te tomará mucho hacerlo.

-Estaré esperando a que salgas, seré una de las primeras personas a quien verás cuando despiertes.

Después de eso ingresaron a Terry a la sala de preparación para cirugía. A Candy le habían prohibido ingresar ni siquiera podía observar el procedimiento.

Fin de flashback

Finalmente la luz cambio de color, indicando así que la operación había terminado. Cuando Candy vio al doctor Leonard quitarse la mascarilla y acercarse a ellos, trató de descifrar su mirada y gesto.

-Todo salió bien. – dijo finalmente, estaba cansado, pasó más de diez horas en cirugía – su hijo está estable; pero se quedará bajo observación por ahora.

-Gracias – los padres se abrazaron al oír aquello.

-Ya todo pasó – abrazó a su pupila – se pondrá bien.

Candy no pudo evitar llorar en los brazos de su mentor, toda aquella situación le había debilitado, nunca la habían visto perder la compostura como ese día, Anthony la observaba de cerca, recordó lo firme y metódica que había sido cuando su madre murió; pero ahora todo había sido diferente y sabía que ella no quería perder a nadie más.

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Las horas pasaron y Terry no había mostrado rechazo al nuevo corazón, finalmente lo trasladarían a su habitación.

-Hola… - las lágrimas se agruparon en sus ojos al verlo despertar.

-Supongo… que todo salió bien. – sonrió débilmente.

-Muy… muy bien…

-Entonces por qué lloras? – estiró la mano para limpiar sus lágrimas. – creo que mi novia es una llorona. –bromeó con ella.

-Tendrás que amarme así, es por tu culpa. – acarició la mano que tenía en su rostro.

-Creo que soy un novio terrible, sólo hago que llores.

-Entonces no lo hagas, no me asustes nunca más.

-No lo haré.

Los padres de Terry entraron a la habitación y se quedaron con su hijo hasta la hora que las visitas terminaron, Candy se quedaría con él toda la noche, ventajas de trabajar en el hospital.

-Gracias hija. – Richard abrazaba a la rubia con gran afecto.

-Candy, cariño – Eleonor también la abrazó con agradecimiento y cariño – nunca podré pagarte el que me hayas devuelto a mi hijo – dijo llorando – agradezco a la vida que te haya puesto en el camino de Terry.

-Nada de eso, soy yo quien está agradecida de haberlo encontrado en mi camino.

-Mira Eleonor, nuestra nueva hija es muy modesta. – la rubia quiso llorar al oír al padre de Terry llamarla de esa manera.

-Finalmente tendremos una hija, Richard – dijo Eleonor emocionada – una muy bonita y noble. – volvió a abrazar a la rubia.

-Gracias… - se le hizo un nudo en la garganta - Tengan buena noche y feliz navidad. – vio a la pareja dejar el hospital.

Candy caminaba por el pasillo hacia la habitación de Terry, en el comedor los doctores de turno estaban celebrando la noche buena, había un grupo de enfermeras que estaban de guardia en ese momento.

-Doctora White, se ve muy linda.

-Gracias Johana. – sonrió ante el halago.

Antes de entrar en la habitación, Candy se arregló el vestido, era de corte recto en color rojo, definía muy bien sus curvas.

-Wow… - fué lo único que Terry pudo decir al verla.

-Supongo que eso es bueno.

-Nunca le dije algo así a ninguna mujer.

-Me siento halagada por ser la primera.

-Serás la primera en muchas cosas bonita, créeme. – le guiñó el ojo.

-Qué te parece si cenamos? – estaba sonrojada y quería evitar que él se diera cuenta. – mira el delicioso menú. – mostró lo que había llevado.

-La gelatina pasó a ser mi comida favorita.

-Pues que bien, no sé cocinar, así que solo comeremos esto.

-Me agrada que hables en futuro cuando se trata de nuestra relación. – Candy se refería a ese momento; pero no lo corrigió.

-Ven, acércate un poco más – la rubia obedeció, cuando Terry tomó su mano le dio un tironcito para que se acercará más a su rostro y así pudiera hacer lo que tanto había anhelado, la besó. – feliz navidad amor. – dijo sobre sus labios.

-Feliz navidad… mi amor. – un lindo sonrojo que combinaba con su vestido decoró su rostro.

Fin.

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Un poquito tarde; pero quería compartir esta historia con ustedes.

Feliz navidad!