UN NUEVO AÑO NUEVO
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Ya era 25 de diciembre, la cafetería del hospital estaba lleno de médicos y enfermeras que celebraban la navidad; pero en una habitación de aquel mismo nosocomio, una pareja tenía su propia celebración.
-Ya es tarde, deberías descansar. – acarició el labio masculino.
-Me gusta más hacer esto. – volvió a besarla.
-Tienes que hacerlo, es primordial que descanses para que te recuperes pronto.
-Cómo podría dormir si te ves tan hermosa? – acarició suavemente la mejilla femenina mientras la acercaba a su rostro para besarla nuevamente.
-Tendrás que intentarlo – se alejó emitiendo el leve suspiro - recién saliste de una operación importante y aún estás bajo observación.
-Ya quiero dejar esta habitación y el hospital para llevarte a una verdadera cita.
-No te desesperes, lo harás muy pronto. – Candy estaba feliz, su sonrisa no abandonaba su rostro – soy una novia exigente, sabes? Así que tendrás que dedicarme mucho tiempo.
-Lo haré con gusto, soy un novio que le gusta consentir a su pareja.
Todavía no creían la suerte que tuvieron; el día anterior, el futuro de Terry era incierto, es más, temían que no tuviera uno; pero ahora, ahí estaba fortaleciéndose a cada minuto y haciendo planes para el futuro.
-Vamos… como tu doctora te ordeno descansar.
-Creí que ya no eras mi doctora?
-Lo soy… ahora obedece. – lo acomodó en la cama – si no lo haces tendré que salir para no distraerte.
-De acuerdo doctora mandona – sonrió con picardía – pero no te vayas.
-Me quedaré contigo hasta que amanezca.
Candy miraba a Terry dormir, se sorprendía de cómo habían pasado las cosas. Tan solo un mes atrás ella estaba sola, sin ningún interés por nada más que salvar a sus pacientes y ahora, ahí estaba, mirando dormir al hombre que la había conquistado. Sentía que lo conocía de años, fue raro que le agradara desde casi la primera vez que lo vio.
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El sol había salido y Candy estaba recostada en aquel sofá que había ocupado los últimos días. Terry había despertado unos minutos atrás y la observaba con una sonrisa enamorada, quería dejar que durmiera un par de horas más; pero no fue posible ya que el doctor Leonard ingresó a la habitación para revisar su estado.
-Buenos días. – miró a la rubia que empezaba a despertar por el ruido – buenos días Candy.
-Buenos días – contestaron los jóvenes al mismo tiempo, el galeno se acercó al castaño mientras la rubia se sentaba en el sofá y arreglaba el cabello.
-Cómo te has sentido?
-Bien.
-Algo fuera de lo normal? – miró a la rubia, quien negó levemente con la cabeza.
Después de realizar preguntas de rutina y revisar la zona operada, el doctor abandonó la habitación, pidiendo a Candy que se encargara de vendarlo nuevamente.
-Listo!
-Se verá horrible, cierto?
-Estás vivo… - lo miró intensamente – además no será tan notorio. Ya sabes, gracias a la tecnología. – trató de sonreír para alivianar el ambiente.
-Eres hermosa cuando despiertas. – la vio sonrojarse – y mucho más cuando te sonrojas.
-Ya basta… - se cubrió la cara – no mientas, me veo horrible al despertar. – se arregló mejor el cabello y pellizco levemente las mejillas.
-No sabía que eras superficial.
-No lo soy! Es… es solo que… - la fuerte risa de Terry la interrumpió – no se supone que me veas así.
-No te miento Candy – tomó su mano – eres la mujer más hermosa que he conocido.
Candy quedó hipnotizada al oír su aterciopelada voz y ver aquellos ojos tan azules como el océano; Terry, aprovechando su docilidad la atrajo a él tomando su rostro entre sus manos y besarla de una manera intensa.
-Ya casi era hora de las visitas.
-Supongo que mis padres están impacientes por ingresar.
-Cuánto tiempo estuviste lejos?
-Meses. – dijo avergonzado – me dolía ver la preocupación en sus rostros, además mi padre se estaba desesperando al no poder hacer nada por mi condición.
-Debió ser duro?
-Mucho – recordó aquellos días en que sus padres estaban siempre consultando doctores – mamá se la pasaba llorando y mi padre… siempre cansado, no solo se encargaba de sus obligaciones en el ducado o buscar donadores; sino también consolar a mi madre, quien parecía que colapsaría en cualquier momento.
-Por eso decidiste alejarte. – afirmó.
-Los estaba matando lentamente.
-Eres un tonto – dijo con dulzura mientras acariciaba su rostro – los preocupaste más alejándote de ellos.
-Ahora lo sé y lo lamento.
-Por suerte tienes otra oportunidad para disculparte y retribuírselos.
-Supongo que sí. – sonrió agradecido por aquello – y todo gracias a mi doctora que logró conseguirme un corazón.
-Podemos pasar? – la cabeza de Eleonor se asomó a la habitación.
-Claro! – la rubia se levantó para recibirlos – buenos días señores Grandchester.
-Candy, querida – Eleonor la abrazó con verdadero afecto – llámame Eleonor, ya eres parte de la familia.
-Así es hija – Richard se acercó a las damas – desde el momento en que salvaste la vida de mi hijo, además de haberlo conquistado, ya eres parte de los Grandchester.
-Muchas gracias por sus palabras. – los ojos de Candy estaban anegados de lágrimas.
-Mamá, papá – escucharon a Terry – gracias por estar aquí.
-Y dónde más estaríamos hijo? – Eleonor se acercó para besar la frente de su vástago – Además de qué todavía tenemos que hablar contigo – se puso seria – pero lo haremos después, ahora – acarició su rostro – dime, te sientes bien?
-Estoy estupendo.
Candy les puso al tanto de la condición de Terry, los padres escuchaban atentamente los cuidados que su hijo tendría por los siguientes días, además les informó que el doctor Leonard ya lo había revisado y dado buenas noticias.
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Los días pasaron y Candy pudo regresar a sus labores, como siempre visitaba a Terry para almorzar con él y distraerse un poco.
-Mañana te darán de alta.
-No quiero dejar el hospital.
-Eres el primer paciente que dice eso. – sonrió al escucharlo – por eso aceptaste quedarte todos estos días? – él asintió, a Candy le pareció raro que Terry aceptara quedarse en el hospital más tiempo, incluso pensó que discutiría con su padre al haberlo pedido.
-Ya no te veré seguido.
-Me verás todos los días.
-Sí; pero ya no todo el tiempo.
-Cariño… - lo interrumpió – si nos viéramos todo el día a cada hora, te aburrirías de mí.
-Eso no pasará.
-Estás seguro?
-Completamente. – la miró intensamente – Candy… - ella lo miró al oír su voz seria – cuando te conocí… sentí que ya te había visto antes, que no era la primera vez que te veía.
-Yo también lo sentí así. – aseguró – creí haberte visto antes, te sentía muy familiar.
-Tal vez nos conocimos en otro tiempo.
-Crees en eso?
-Tú no? – ella negó – que poco romántica es doctora White. – ella sonrió - Si lo piensas de una manera poética, puede que nuestras almas juraron estar siempre juntas; sin importar los tiempos, se encontrarían una y otra vez.
-Eres realmente romántico.
-Me gusta escribir.
-Entonces eso es solo parte de tu imaginación?
-No, en verdad lo creo. Nacimos para estar juntos amor.
A Candy le gustaba escucharlo llamarla así, se sentía parte de alguien, ya no se sentía sola. Su madre solía llamarla cariño; pero cuando ella murió dejo de sentir aquel afecto. Agradecía a la familia del doctor Leonard que la consideraran y trataran como familia; pero ella siempre se sintió ajena a ellos.
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-Finalmente en casa. – Terry abrió la puerta del departamento.
-Llamaste a tus padres para informarles que ya llegamos?
-No, ni pienso hacerlo.
-Qué… por qué?
-Porque mamá siempre te acapara, no estoy para compartir a mi esposa con nadie, no por un tiempo. No importa que sean mis padres.
-No seas acaparador - sonrió ante la actitud infantil de su esposo – los llamaré en este momento.
-Oh no! Nada de eso - la tomó de la cintura y la alejó del teléfono – por hoy solo seremos nosotros dos, doctora White.
Candy y Terry se habían casado a finales de noviembre y estuvieron un mes de luna de miel, ahora que habían vuelto prefirió pasar esa noche en su departamento, solos sin que nadie acapare la atención de ninguno de los dos.
-Se ve horrible?
-No… - acarició la cicatriz en medio del pecho de su esposo – es hermoso – besó el lugar – me recuerda que los milagros existen.
-Soy tu milagro?
-Lo eres… - lo miró – pero no solo por la operación; sino por haberte encontrado.
-No te entiendo.
-Nunca te dije esto; pero antes de conocernos yo me sentía completamente sola, ya no me importaba nada, solo quería que el tiempo pasara y me llevara con mamá.
-Candy… - sintió miedo.
-Hasta que te conocí. – acarició el rostro afligido – te volviste mi familia y tuve motivo para seguir adelante, ya no sentía que la corriente me llevaba, sino que yo recorría mi camino.
-No vuelvas a pensar de esa manera. – la abrazó con fuerza. – nunca más.
-Ya no más. – se abrazó más al cuerpo masculino.
Terry tomó sus labios de una manera desesperada; pero luego fue con pasión, le gustaba besarla con fiereza, quitarle el aliento, pues eso hacía que ella lo deseara y besara de la misma manera. Poco a poco, Candy fue quitándole las prendas, acariciaba el cuerpo de su esposo; sus brazos le parecían los más fuertes, su abdomen era marcado; ella delineaba cada rasgo con sus finos dedos; pero cuando llegaba al pecho se tomaba unos minutos apoyando su oreja en la zona para escuchar los latidos de aquel corazón.
-Late por ti… - siempre le decía eso y su connotación tenía doble sentido.
-Lo sé… - besó la cicatriz – y me gusta que lo haga.
Terry la tomó de la cintura para recostarla en la cama, como un felino se acercó a ella y comenzó a dejarla en las mismas condiciones que él.
Una y otra vez, cada toque, cada caricia, la sentían como la primera vez que estuvieron juntos, se decían palabras significativas de lo que sentían por el otro hasta que llegaba aquella oleada de placer que los dejaba exhaustos.
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La casa de los duques de Grandchester estaba decorada elegantemente, las guirnaldas recorrían de extremo a extremo en aquella mansión, las esferas doradas y rojas acompañadas de luces blancas iluminaban el lugar.
-Si no hubiera sido porque nos llamaste, el malagradecido de mi hijo jamás lo habría hecho.
-No te quejes mamá. – sonrió el castaño – agradece que no desconecté el teléfono, que esa era mi intención.
-No lo dudo.
-Cómo están? – Richard saludó a los recién llegados con un abrazo.
-Hola papá.
-Me alegra verlo repuesto.
-Sólo fue un pequeño resfriado. – le quitó importancia a un fuerte resfriado que tuvo – por qué no pasan al salón, tengo una sorpresa para ti. – miró a la rubia.
-Ok, muero por verlo. – dijo feliz acercándose al gran árbol de navidad que había en la estancia mientras sus suegros seguían recibiendo a sus invitados.
Los sirvientes pasaban con charolas de bocadillos o copas de vino y champagne, Candy recorría el lugar buscando el árbol de navidad, pues pensó que su sorpresa estaría allí.
-No creo que encuentres tu sorpresa en ese lugar.
-Por qué? – miró a su esposo - Sabes dónde está?
-Tengo una idea. – sonrió ante la expectativa de su esposa – vamos al salón. – la guió allí.
-Cómo has estado linda? - Ni bien ingresaron al gran salón, Candy fue sorprendida por su amigo.
-Anthony! – lo abrazó al verlo – cómo estás? Dónde están tus padres, ellos están aquí? Por qué no viniste a la boda? – no lo dejaba responder.
-Estoy bien – respondió la primera pregunta con una sonrisa – están en chicago, no pudieron venir. No vine porque Terry me lo prohibió. - Terry sólo sonreía.
-Terry? – lo miró asustada.
-Dijo que impediría la boda, no iba a arriesgarme.
-Ustedes dos… - se dio cuenta que sólo bromeaban. En realidad los jóvenes eran amigos.
-Lo siento. – habló el rubio – no puede hacerlo; ya sabes, tenía mucho trabajo con la conferencia.
-No te preocupes. – volvió a abrazarlo – me alegro que estés aquí ahora.
Los tres jóvenes hablaron sobre la conferencia de Anthony, en realidad era un proyecto de ayuda médica a países pobres en África.
La fiesta en casa de los duques era amena. La música era agradable, muchos grupos de jóvenes estaban en la pista de baile, incluso vio a sus suegros con sus amigos bailando y haciendo algún paso de cuando eran jóvenes.
-Creo que tus padres se la están pasando de maravilla. – dijo riendo.
-Ay! – se cubrió la cara con una mano – estaba evitando verlos, por qué me los mostraste. – se quejó.
-A mí me parecen tiernos. – dijo la rubia mirando a su suegro hacer un paso gracioso seguido por uno de sus amigos, su suegra reía divertida al verlo.
-La culpa es de lord Crowell, él siempre hace eso en las fiestas.
-Recuerda que todo el año anda estresado por todo el trabajo en el ducado y el manejo de la empresa, supongo que es su manera de desestresarse.
Antes de que el castaño respondiera vieron a los sirvientes repartir cotillones a los invitados, en ese momento dirigió la vista al gran reloj del salón y se dio cuenta que faltaban diez minutos para media noche e iniciar un nuevo año.
-Ven. – tomó la mano de su esposa y la llevó por las escaleras.
-Qué hacemos aquí? – cuestionó la rubia arreglándose la tiara con el año que iniciaría en unos minutos.
-Recuerdas lo que te dije el año pasado? En esta fecha.
-Sí, "cásate conmigo" – respondió con una hermosa sonrisa al recordar su proposición de matrimonio.
-Me alegra que no lo hayas olvidado. – sonrió satisfecho – pero no eso. Te dije qué desde ese momento, las fechas importantes las celebraríamos primero nosotros dos. – ella asintió – no importa si estamos rodeados de muchas personas, cada fecha será importante para nosotros y la celebraremos solos, ya después las compartiremos con los amigos y familia.
-Entonces? – en ese momento escucharon las campanadas del gran reloj de Londres.
-Feliz año nuevo mi amor. – besó a su esposa mientras juegos artificiales iluminaban el cielo nocturno.
-Feliz año nuevo a ti también mi amor. – respondió abrazando a su esposo – ah! Tengo un regalo para ti.
-Ah sí? – pasó su dedo por sus labios – estás segura que quieres dármelo aquí? – se acercó más a ella – estamos en el balcón, creo que deberíamos entrar a mi habitación para no ser sorprendidos mientras…
-Terry! – estaba sonrojada – no es eso.
-Pues quiero ese regalo. – dijo meloso.
-Creo que este te gustará más.
-No lo creo.
-Amor… iniciaremos este año con un nuevo integrante en la familia.
-Un nuevo integrante en la familia? No me digas que mis padres adoptaran a Anthony como lo han estado diciendo ultimamen… - se dio cuenta del significado de las palabras de su esposa – Candy…?
Con una enorme sonrisa y los ojos cristalinos, Candy asintió con la cabeza. Terry estaba estático mirando a su esposa sin poder creer lo que le decía.
-Cómo…?
-Terry, creo que ya sabes cómo funciona eso.
-Lo sé amor… me refiero a… - la abrazó y giró con ella mientras la besaba – cuando lo supiste?
-Ayer fui al médico, ya tenía mis sospechas, pero quería confirmarlo primero.
-Entonces seremos padres?
-Lo seremos.
-Te amo… te amo… te amo… - repetía una y otra vez mientras besaba todo su rostro, su sonrisa era enorme y radiante.
Un par de horas más tarde, bueno, cuando amaneció para ser exactos, informaron a la familia sobre la llegada de quien sería el miembro más joven de la familia Grandchester. Los abuelos estaban más que felices con la noticia.
Dos meses después.
-Candy… - la despertó – amor…
-Mmmm?
-Estás despierta?
-Ahora lo estoy. – no abría los ojos. – sucede algo?
-Candy… y si el bebé hereda mi enfermedad? – dijo preocupado.
-No es seguro. – se sentó – si hay una probabilidad, pero no es seguro.
-Entonces…
-Terry… - se sentó frente a él – ninguno de tus padres está enfermo del corazón, así que míralo por ese lado, no creo que el bebé lo herede.
-Tengo miedo – confesó – no soportaría ver a nuestro hijo enfermo.
-Cariño, no te adelantes a cosas que no han pasado. – lo besó – ten fe, ya verás que nada malo pasará.
-Creo que tienes razón. – volvió a acostarse llevando a Candy con él. – por suerte eres doctora.
-Algo bueno tenía que tener mi profesión. – dijo riendo – durmamos, estoy cansada. – se dejó abrazar por su esposo.
Los meses pasaron y el embarazo de Candy iba de maravilla. Los miedos de Terry no habían desaparecido; aunque el médico les dijo que los latidos del bebé eran fuertes y se oían bien, que no había nada de qué preocuparse, el castaño seguía alerta constantemente rogaba a dios que su hijo naciera sano.
-Terry… - lo movió un poco – Terry… - no la escuchaba – Terry! – lo golpeó.
-Ah! Qué pasa amor?
-Debes llevarme al hospital.
-Al hospital?
-El bebé se adelantó.
De un saltó Terry salió de la cama, se cambió rápidamente y ayudó a Candy a hacerlo, estaba nervioso; pero no lo demostraba, tenía que darle valor a su esposa.
Condujo al hospital de manera cautelosa y unas horas más tarde, dieron la bienvenida a su primer hijo, un niño saludable, rubio como su madre; pero con el color de ojos de su padre.
Cuando los padres de Terry llegaron al hospital, se dirigieron a la habitación de su nuera y al entrar se encontraron con la imagen más hermosa que pudieron imaginar.
Terry sentado en la silla cerca de la cama mientras cargaba a su hijo en brazos, Candy quien estaba acostada acariciaba su cabecita, ambos padres sonreían mirando a su bebé.
Faltaban pocos meses para la siguiente navidad y Candy pensó en lo feliz que era; una navidad conoció a su esposo y la siguiente ya tenía dentro de ella a su hijo; ahora, ésta la pasaría con su bebé en brazos y su esposo junto a ella, era feliz, sí, era completamente feliz.
-Gracias por darme esta felicidad mi amor. – dijo con lágrimas en los ojos.
-Yo debería agradecerte, no sólo salvaste mi vida; sino que también me diste un hijo y cada día me das el amor que creí nunca tendría.
FIN.
Hubiera querido publicar este capítulo el día lunes; pero no se pudo, aun así espero que les haya gustado.
Gracias por sus comentarios, leerlos nuevamente después de estos meses me alegraron mucho, pronto publicaré la siguiente historia, espero contar con su apoyo.
FELIZ AÑO NUEVO 2024!
Espero que este año sea mejor que el anterior. Bendiciones para ustedes y sus familias. Con todo el afecto y aprecio les deseo lo mejor. MoonCyT.
