Disclaimer: Naruto no me pertenece.


Capítulo 12


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Poder

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Apenas era mediodía y no tenía razones por las cuales hallarse entre las concurridas calles de la zona comercial de Konoha, empero no podía quedarse quieto en el departamento de Suigetsu, especialmente con ese revoloteo interno que no le dejaba en paz.

Todo había sucedido después de la conversación con su padre; la plática que él imaginó sería insignificante había tenido más impacto del deseado, y eso lo estaba volviendo errático.

Menma debería encontrarse entrenando, o enfocando toda su atención en asuntos de gran importancia que en continuar el sendero que conducía a la puerta principal de la Aldea de la Hoja. Todo su equipo se hallaba en los interiores, incluso Karin quien marchó a una misión en solitario hace unos días. No tenía excusas o asuntos que atender con los shinobis custodiando la entrada. Pero las ansías carcomiendo su nula paciencia, dejándole ver que no dominaba por completo la voluntad rebelde de su mente, lo orillaban a cometer una reverenda idiotez.

Quería estar ahí cuando Hinata Hyuga regresara de la misión. Lo haría pasar como un encuentro casual, nada planeado. Era un experto para detonar indiferencia absoluta. E Hinata era una chica densa, casi igual a Naruto en cuanto a percatarse de la atención que recibía.

El asunto de Shisui y el cómo las acciones de ese mujeriego afectaban el equilibrio de su tranquilidad era un tema muy aparte que dejaría pendiente en cuanto comprobara que la joven heredera del clan Hyuga no venía enganchada del brazo de Shisui, mirándolo como otra boba más, pasando a formar parte del séquito ridículo de admiradoras de todos los varones del clan Uchiha.

La sola idea de que Hinata siguiera a un Uchiha hizo a Menma saborear bilis. La Hyuga era una chica inteligente. O eso quería creer, porque a esas alturas él no sabía qué diablos pasaba consigo mismo.

Jamás se comportaría así por nadie. Ni siquiera por el idiota de Naruto quien colmaba, la mayor parte del tiempo, su paciencia y cordura. Pero esa Hyuga, esa chica de ojos perlados tenía una influencia que hasta en esos momentos, a unos cuantos metros de llegar a la entrada, desconocía cuánta era la fuerza que lograba manipularlo.

¡Y lo peor de todo es que ella ni cuenta se daba! Estaba idiotizada por el encanto de los Uchiha, pero no por un miembro razonable, como Itachi o el propio Sasuke, sino Obito, ¡Obito Uchiha!

Menma suspiró, sintiendo una migraña comenzar a molestarle. No solo era el insomnio al cual estaba siendo sometido desde hace ya tiempo ―quizá desde que el asunto con Hinata Hyuga comenzó a invadir, sin quererlo, su rutina diaria―, era también ese zumbido irritante que aparecía cada vez que pensaba en ella y todo aquel que pudiera compartir un espacio reducido con la joven heredera.

El mero pensamiento le hacía rabiar en silencio, mirar con ojos afilados a quien pensara podía acercarse más de lo permitido a la joven Hyuga. ¿Sería de ese modo cómo Neji Hyuga vivía diario? ¿Cuidando del bienestar no solo de la futura líder del clan Hyuga, sino también su prima menor quien se desenvolvía en un halo de encanto y belleza que lograba ser el centro de admiración de muchos? Si lo que él sentía era una cuarta parte de lo que seguramente el primo de Hinata padecía diario, ese sujeto tenía una enorme fortaleza. Y la paciencia de un maldito monje budista.

Él ya hubiese quemado todo.

―¡Pero si es el joven Menma! ―una voz al costado sacó del ensimismamiento a Menma. Paró y miró la fuente, topándose con un hombre de un peinado extraño y ojos de un vivo azul claro―. ¡Qué coincidencia toparnos!

Menma aspiró profundamente, recordándose que los padres de Sakura eran civiles, no shinobis. Y aldeanos de Konoha. Cualquier ataque a su persona supondría una multa y un regaño de su padre.

―Cariño, seguramente está ocupado ―para su pesar la esposa de Kizashi le acompañaba también. Mebuki Haruno miró al hijo menor del actual Hokage, con una sonrisa cordial pero aquel brillo para nada discreto pintado en sus irises verdes―. Como hijo del Cuarto, debe tener muchas responsabilidades…

―Solo caminaba ―cortó a la mujer, sin preocuparle mostrarse severo y frío. Sabía por experiencia propia que era mejor salir rápido de cualquier grupo de lamebotas que pensaban ganarse el favor de su padre solo por halagarle―. ¿Se les ofrece algo? ―masculló, esperando que no dijeran nada y largarse a completar sus asuntos en lugar de quedarse ahí a responder cualquier idiotez.

―Solo saludar al hijo de nuestro increíble Kage ―contestó Kizashi, con una sonrisa más amplia.

Menma se sintió más irritado.

―Esperamos a Sakura, esa niña se quedó encantada con un kimono que vio hace poco. Por fin tenemos algo de tiempo como familia. Ha estado tan ocupada como ninja médico en el hospital ―la sonrisa que Mebuki mostró era de orgullo―. Siendo una alumna brillante que hasta la misma Tsunade-sama ha tomado personalmente, bueno, eso amerita mucha dedicación de su parte. ¿Verdad, anata?

―¡Claro, claro! Estamos completamente orgullosos de nuestra hija.

―Absolutamente.

―Sí… ―Menma frunció el ceño, importándole un carajo si Sakura sabía o no hacer malabares―. Debo irme. Con permiso…

―¡Q-Quizá podamos invitarte a pasear con nosotros, si tu agenda te lo permite, Menma-kun! ―la mujer de clara cabellera interrumpió la partida del joven azabache quien acuchilló sus zafiros en el rostro de la Haruno mayor―. Eso sería agradable, ¿no es así, anata?

―¡Uhm!

―No… ―contestó. Al principio con brusquedad pero al recordar en dónde estaba y cómo debía comportarse tuvo que frenar su acidez―, gracias. Me marcho…

―¡S-Sería un enorme placer que nos acompañaras, Menma-kun! ―Kizashi actuó en cuanto su esposa le mandó un mensaje visual de lograr retener al joven Uzumaki―. No todos los días tenemos el placer de tener a un sofisticado shinobi de tu nivel con nosotros, ¡y ya que Sakura estará ahí, ambos podrían conocerse y…!

―¡Ahí están!

La voz malhumorada de Sakura logró que la figura de sus dos padres temblara al reconocer el tono fastidiado de la joven rosada. Ambos miraron hacia la figura de su hija quien se acercaba dando grandes pasos con sus ojos jades chispeantes y frente fruncida. Menma se sintió aliviado de la inesperada aparición de la Haruno, quizá de las poquísimas veces que le agradaba ver a la joven en el mismo lugar.

―¡¿Cómo pudieron dejarme sola en esa tienda?! Tarde casi media hora en tratar de aclararle a la vendedora de que no buscaba un kimono de ceremonia.

―Quizá hubo un malentendido ―opinó Kizashi con una sonrisa nerviosa.

Mebuki bufó, logrando que Sakura aumentara más el ceño arrugado.

―¿Y puedes culparla? A tu edad casi todas tus compañeras de curso se han casado. ¡Incluso tienen novio! No le eches la culpa a la pobre vendedora por hacer su trabajo… Eres tú quién debería sentirse apenada de no tener un digno prospecto pretenderte…

―¡Mamá! ―Sakura se avergonzó de que su madre dijera todas esas cosas con tanta facilidad, especialmente en público.

Pero para su pésima suerte, quien estaba de testigo de aquel bochornoso momento no era un civil cualquiera del que probablemente jamás volvería a cruzar caminos, sino el mismo Menma Uzumaki quien le miraba con una máscara de completa indiferencia.

―Encapricharte con Sasuke Uchiha te está cerrando las puertas a un matrimonio.

―¡Mamá! ―la nube de pena seguía incrementando cada que Mebuki Haruno decidía hablar―. ¡¿P-Podrías guardar silencio?! E-Este tipo de cosas no se deben discutir en la calle ―miró para todos lados, temerosa de que la figura de Sasuke se materializara y escuchara todo.

―Ahí tienes a Naruto Uzumaki, el primogénito del Hokage, completamente enamorado, detrás de ti. ¡Es una valiosa oportunidad!

―¡Naruto es mi amigo, casi un hermano! ¡Y no lo veo de esa manera!

―¿Y qué tal Menma-kun? Es aplicado, un gran shinobi, incluso todos piensan que sería el mejor candidato para Hokage…

Menma como Sakura miraron al hombre con serias intenciones de callarlo telepáticamente. Luego las miradas de ambos se cruzaron, haciendo una mueca de completo desprecio.

―Nunca ―aseveraron al unísono, esperando que jamás sucediera aquel mal presagio.

―¡Los dos, basta! ¡No pienso casarme con nadie, no ahora! Mi carrera es importante y planeo seguirla ejerciendo, tal como lo he hecho. Si llega el momento en que conozca a alguien, sucederá, pero no ahora. ¡Y menos con Menma Uzumaki! ―para dar énfasis a su promesa, señaló al susodicho quien bufó―. ¡Él no es mi tipo!

―Sakura ―Mebuki pellizcó el brazo de Sakura, haciéndola lloriquear―. ¡No seas mal educada y muestra respeto por Menma-kun! ¿Qué pensara de ti comportándote de esta manera…?

Menma estaba listo para intervenir y aclararle a la madre de Sakura que cualquier fantasía que estuviese ideando en esa cabeza hueca con respecto a ellos dos y la palabra "compromiso" o "noviazgo" involucrada con sus nombres la desechara porque nunca sucedería. Ni hoy ni en más de un siglo.

Ni siquiera volviendo a renacer se fijaría en alguien como Sakura Haruno.

Afortunadamente el revuelo en la entrada de la aldea logró desviar la atención de la conversación central que Sakura debatía con sus padres para que todos mirasen al mismo punto. Menma ignoró el instinto por rodar los ojos al advertir el grupo de admiradoras reunirse en la entrada. No tuvo problemas al teletransportarse a las cercanías, teniendo una vista desde su lugar y manteniendo una distancia prudente.

Desde la lejanía pudo distinguir tres figuras avanzar con paso tranquilo por el sendero. A pesar de no tener un doujutsu ocular como el Byakugan o el Sharingan, Menma reconoció con facilidad la silueta de Hinata Hyuga andar detrás de Shisui. Enarcó una ceja al no ubicar al tercer acompañante, recordando que la misión a la que Shisui pidió apoyo esa noche al presentarse en los territorios del Distrito Hyuga era conformada por él e Hinata, nadie más.

Abajo las chicas con sus dramáticos suspiros y griterío exasperaron a Menma, recordándole los días en la Academia donde todas las niñas se reunían para recibir a Sasuke como si éste fuese una especie de celebridad o príncipe. Les lanzó una mirada fulminante, deseando desaparecerlas sobre la faz de la Tierra pero los jutsus realizados a partir de la mente aun no los desarrollaba.

Con el paso del tiempo las tres figuras terminaron el recorrido faltante, llegando a las puertas de Konoha. Los ninjas de turno que custodiaban recibieron a Shisui y a Hinata, permitiéndoles la entrada a la aldea después de revisar la papelería y sus identificaciones que señalaban eran shinobis de Konoha. Sin embargo, con el tercer individuo hubo más movimiento, seguramente cuestionándole acerca del cómo era que estaba acompañando a ambos ninjas.

Bajo el orden del Cuarto Hokage y por mandato de su padre, Konoha recibía a refugiados que escapaban de los conflictos creados más allá de las fronteras del País del Fuego, dándoles permiso de integrarse a la aldea y convertirse en un habitante más, recibiendo las facilidades para lograrlo, así como el permiso del Señor Feudal. No le sería extraño que esos rumores circularan por toda la Nación Ninja, trayendo a viajeros de tierras lejanas hasta el refugio que Konoha representaba en ese mundo aun lleno de caos en zonas que no rebosaban de la protección o la lealtad de shinobis.

Todos los Kages conocían el alance del poder de Minato Namikaze. Menma había escuchado interesantes historias gracias a las anécdotas de Obito ―que dejaban de ser aburridas cuando se ponía serio al relatarlas o el sake le soltaba la lengua― donde su padre adoptaba la forma de uno de los ninjas más capacitados y peligrosos no solo de todo el País del Fuego, sino de todo el Mundo Shinobi. Incluso el propio Raikage tuvo que retirar a sus hombres en cuanto escuchó que la participación del Rayo Amarillo de Konoha sería inevitable en la guerra que Kumogakure quiso mantener con Konohagakue hace casi más de una década.

Nadie le reprocharía al Cuarto Hokage el recibir a civiles de diversos lados a su aldea, tenía el permiso de las autoridades necesarias y la voluntad para hacerlo. No le fue complicado asumir que la identidad del joven pelirrojo al lado de Hinata y Shisui era la de un refugiado que buscaba un lugar donde vivir en paz sin la angustia de la guerra acercarse cada vez más.

Pero algo que sí llamó la atención de Menma fue la manera en la cual el cuerpo de Hinata reaccionaba. Y era raro; en realidad ella todo el tiempo se comportaba de una manera que siempre le hacía perder la paciencia por ese tartamudeo incesante y la odiosa manía de jugar con los dedos cada vez que los nervios la invadían ―dejando de lado el pensamiento que aquel gesto la hacía lucir adorable―. Empero ésta vez ella se comportaba lejana con Shisui.

Hinata era una chica de costumbres tradicionales, demasiado arraigadas cómo para seguir empleándose en la era actual. Comportarse deliberadamente con un hombre que no era su marido o prometido no era propio, menos con un Uchiha, especialmente sabiendo el historial de rivalidad de ambos clanes. Pero el lenguaje corporal de la fémina no estaba relajado, sino tenso. Como si algo hubiera sucedido.

De inmediato la imaginación de Menma centró una sola idea para crear ese peso invisible en el cuerpo de Hinata, y eso en definitiva era que Shisui Uchiha hubiera hecho algo malo.

Continúo viéndolos desde su posición, observando atentamente el comportamiento de Hinata. Las admiradoras de Shisui abrieron paso en cuánto éste les informara que pronto estaría libre, recibiendo gritos llenos de regocijo del público femenino, haciendo que Hinata en compañía del pelirrojo se alejaran del grupo pero manteniéndose cerca.

Hinata pareció anunciarle algo a Shisui en cuanto notó que éste se hallaba ocupado contestando a los reclamos de sus fans para hacer una corta reverencia y alejarse, acompañada del pelirrojo quien no prestó atención al Uchiha que dejaban atrás. Por el camino que Hinata tomaba no era complicado adivinar a donde se dirigía. Todo ninja que regresaba de una misión tenía que dar detalle sobre ésta, así como entregar un reporte, al Hokage.

―Invocación ―Menma susurró e hizo los sellos necesarios para que una pequeña figura apareciera sobre el hombro derecho. Era un pequeño zorro con una máscara―. Ve a la Torre Hokage y escucha la conversación entre el Cuarto e Hinata Hyuga ―ordenó al animal invocado, éste asintió después de recibir la instrucción y comenzó a saltar entre los tejados de las casas cercanas y comercios.

Antes de marcharse, Menma dio un último vistazo a Shisui quien estaba siendo rodeado cada vez más de chicas que daban la impresión de no querer soltarlo. Éste reía y sonreía, haciéndole saborear nuevamente bilis y gruñir. Sin embargo, el Uchiha elevó la mirada, conectando los ojos negros con los azules de Menma, alzando la mano en un saludo amistoso que él claramente despreció, desapareciendo de ahí.

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―Wow ―Akemi no se ahorró sus impresiones al pasear por las calles centrales de Konoha, la aldea más importante de todas las Naciones Ninja por su enorme poder militar y ser la cuna de importantes doujutsus―. A primera vista este lugar luce como cualquier otra aldea que he visitado en mis viajes ―sonrió en cuanto escuchó las risas infantiles de un par de niños corretearse más adelante―. Pero basta ver a esos uniformados para saber que no es cualquier aldea, sino Konoha, la más fuerte de todas.

―Sus palabras halagan todos nuestros esfuerzo, Alteza ―comentó Hinata, tratando ser cordial y comportarse como una buena guía, a pesar de que el rol no se le había otorgado de manera oficial y ella solo estuviera acompañando al joven hasta la Torre Hokage para dejar que el Cuarto se encargara de todo el asunto.

―Solo comparto las opiniones que he escuchado. Padre nunca deja de decir maravillas sobre este lugar. Ni siquiera me imagino que en estos lares, sangrientas guerras se hayan llevado a cabo, especialmente con todas estas personas sonrientes.

Hinata asintió sin contradecir lo que el joven príncipe mencionaba. Era consciente de la historia por la cual Konoha atravesó en sus diversas etapas, desde la conflictiva Era de Guerra de Clanes hasta el último ataque del Nueve Colas. Se sentía agradecida de que el Cuarto Hokage siguiera en el puesto, o de lo contrario más enfrenamientos se hubieran desatado.

―A veces se olvida que el mundo está lleno de conflictos estando aquí ―compartió su honesto pensar, tratando de ser cuidadosa con las palabras. El que Akemi no le gustara comportarse como el hijo del Señor Feudal, no le daba la suficiente confianza como para hablar con libertad, pues no dudaba de que en la primera oportunidad éste decidiera narrarle todo al Daimyo―. Es fácil dejarse invadir por la tranquilidad de Konoha.

―Hmm ―Akemi asintió, viendo a la joven acompañarle.

Se había vuelto callada desde que cruzaron la Frontera, limitándose a contestarle y comportarse amablemente. No era una actitud completamente diferente al cómo ella le venía tratando desde el primer encuentro, pero aun así él podía sentir que algo cambió. El brillo en esos ojos lucía diferente, como si una pequeña luz aperlada se hubiera opacado.

―Lo siento ―Hinata se disculpó de inmediato en cuanto el joven príncipe calló―, ¿l-lo hice sentir incómodo?

―Para nada ―negó, sonriente―. ¿Por qué lo harías?

―No quisiera que mis comentarios le ofendieran.

―Claro que no lo hacen. Escuchar la verdad no es algo que me afecte. Prefiero eso a que me repitan la misma sarta de frases completamente falsas solo para ganarse el favor de mi padre ―bufó el pelirrojo, llevándose los brazos detrás de la nuca―. Es algo sumamente fastidioso que no tolero. Por eso me gusta guardar mi verdadera identidad, por cautela y también para tener la misma oportunidad que cualquier otra persona de disfrutar de una experiencia sin tener una atención abrumadora que solo quita el encanto.

―Lamento que Shisui-san… ―Hinata apretó los labios sin saber cómo referirse realmente a él. Tenía complicaciones en reconocer lo que sentía con respecto a él y lo que hizo a sus espaldas― haya tomado la decisión de traerlo a Konoha. Es el protocolo.

―Lo entiendo, es algo que deben de hacer ―Akemi suspiró―. Y agradezco que me hayan permitido actuar así hasta el momento, pero en cuanto me presente con el Hokage de Konoha tendré que dejar de lado mi farsa y mostrarme cómo lo que soy: el único varón del Señor Feudal. Y aunque quisiera fingir que no lo soy, el Hokage conoce mi cara. Ha visitado innumerables veces a mi padre desde que era pequeño. Y siendo el hombre hábil que es, bueno, no será de extrañar que sepa reconocerme en el momento en que pise la Torre Hokage.

―E-Estoy segura que Hokage-sama buscará tratarlo con las comodidades que usted desea.

―Siendo sincero solo preferiría que no revelaran mi identidad. Ayuda a que pase más desapercibido y viaje sin tener que comportarme como un príncipe ―Akemi hizo un gesto gracioso, como si él mismo se estuviera ahogando―, esto de la realeza tiende a ser… asfixiante.

―Un peso así de grande suele serlo… ―acompañó el comentario de Akemi con su experiencia personal siendo la heredera del clan Hyuga, el cómo tenía que prepararse para tomar el rol que el destino le aguardaba en cuanto demostrara a todo su clan, sobre todo a su padre, lo capaz que era para ejercer tal responsabilidad.

―Sí, lo es. Y a veces no estamos preparados para llevarlo sobre la espalda ―Akemi le miró con una sonrisa, la cual no era igual de destellante que las demás que anteriormente le había otorgado a Hinata.

Sintió como si ella misma se estuviera viendo en el rostro del pelirrojo.

―Creo que llegamos ―Akemi sacó a Hinata de sus pensamientos en cuanto señaló la enorme torre delante de ambos―. No es que sea un experto, pero por el tamaño del edificio he de adivinar que es aquí donde el Hokage trabaja, ¿no?

―E-Eh, sí ―Hinata sacudió cualquier obstáculo que quisiera intervenir con su trabajo. Se hallaba todavía de misión. Y el que Shisui no le acompañara por sus asuntos personales no era excusa para disociarse de sus responsabilidades. Como segunda al mando, tenía la obligación de responder en lugar de Shisui―. B-Bienvenido a la Torre Hokage, su Alteza. E-Entremos, el Cuarto debe saber que ya se halla en Konoha y prepare todo lo relacionado para que su estadía sea cómoda.

Akemi en realidad no quería entrar ni ver al Cuarto, él gustoso regresaría por donde vino y tomaría otro camino. Pero no podía rechazar la ayuda de la señorita al lado suyo, especialmente por todo el esfuerzo que se había hecho para llegar hasta Konoha. No era la aldea más grandiosa que sus ojos han visto, sin duda existían mejores lugares, paraísos terrenales donde el agua corría en mitad de las villas, reflejando su rostro con tanta claridad que le era irreal, tomando del néctar de las más jugosas frutas que los árboles regalaban a sus visitantes. Pero mantenía la boca para no ser grosero. Atacar el hogar de un ninja podía ser una enorme falta de respeto, y sabiéndose que era un civil, alguien completamente débil a comparación de un guerrero formado en el arte del combate y las técnicas que requerían de una energía más allá de lo que un mero ser mortal como él podría crear, era mejor guardarse sus más honestas opiniones.

Además no era un cretino cómo para comportarse de tal manera, menos con Hinata-san. Ella le agradaba, principalmente porque no tenía la apariencia de muchas kunoichis. La mayoría solían ser presumidas y bastante frías, mantenían una actitud calculadora, midiendo cada movimiento que realizaba. Pero ella era cálida, como un día de primavera del cual estaría más que gustoso echarse sobre el césped y disfrutar de las suaves caricias de los rayos solares.

Era amable, atenta y gentil. La responsabilidad de ser lo mejor tratado en todo ese viaje recaía principalmente en Shisui Uchiha, quien era el capitán del equipo y el responsable del éxito de la misión. Pero ella se había dirigido a él con respeto, y aunque no le agradase por completo que Hinata-san se dirigiera a él con esos tontos títulos que procuraba dejar olvidados en sus bolsillos de viajero, pudo identificar que las atenciones de la joven no recaían en la hipocresía. Era honesta. Genuina.

Verdadera.

―Uhm ―asintió a la invitación de la joven de ojos perlados.

Él sonrió.

―Entremos, Hinata-san.

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Minato suspiró en cuanto la solicitud para ampliar los terrenos de cultivos quedó revisada y firmada con su autorización. Al lado de él escuchó a Shikaku Nara reír para tomar los papeles y llevarlos al lugar correspondiente. La carga de trabajo no solía ser pesada, buscaba la manera más eficiente para terminar con todas sus responsabilidades y tener un espacio en el día para ir a casa, disfrutar de la compañía de su hermosa esposa e hijos, cumpliendo no solo sus deberes como el líder responsable de Konoha, sino también como un padre y esposo.

―Ese ha sido el último, esperemos que no lluevan más papeles por revisar ―opinó Shikaku con una sonrisa mediana, mirando al rubio quien le correspondía a la sonrisa―. Aunque sigue sorprendiéndome que termines diario con todo el papeleo. Incluso el Tercero tenía problemas para hacerlo.

―Tengo un acuerdo con Kushina que me impide darle más tiempo al trabajo ―rio por recordar la promesa con su esposa en cuanto lo eligieron como Kage de la Aldea de la Hoja.

Shikaku rio con más energía ante la confesión.

―Sí, las mujeres tienen ese efecto en nosotros ―suspiró, alzando los papeles que llevaba bajo el brazo―. Es por ello que tengo que darme prisa y acabar con esto, o mi esposa se pondrá de mal humor. Shikamaru y yo somos los que sufrimos cuanto eso sucede.

Minato recordaba a Yoshino en los días de Academia, tan segura y con una firme postura ante cualquiera que quisiera hacerle frente. No le extrañaba que Kushina congeniara bien con la Nara.

―Comparto dicho sentimiento ―comentó, aunque no era del todo cierto. Generalmente sus hijos eran quienes robaban la atención de Kushina al protagonizar las peleas en casa y discusiones.

―Hokage-sama ―Shizune hizo su aparición sorpresa no sin antes tocar para dar a conocer su presencia. Carraspeó al ver a ambos hombres entablar una conversación―. Lamento importunarlos, pero Hinata Hyuga ha regresado de su misión y desea entregarle los detalles personalmente.

―Por supuesto ―Minato se reincorporó en su silla―, hazla pasar.

―Hai.

La puerta volvió a cerrarse pero la diferencia fue que ahora era Hinata quien se asomaba debajo del umbral, pero no sola. Minato pensó que Shisui le acompañaría, siendo éste el responsable de la misión. Le sorprendió verla pero después recordó que no le especificó un compañero al Uchiha en cuanto éste aceptó la misión; la decisión de pedirle a Hinata apoyar a Shisui en la búsqueda del ladrón de información rondando en la frontera no le pareció descabellada, después de todo, la joven Hyuga era una grandiosa rastreadora. El Equipo Kurenai era el mejor en cuanto a localizar objetos o ninjas renegados.

―Lamento molestarle, Hokage-sama ―Hinata hizo una reverencia en cuanto tuvo al rubio en frente.

―No lo haces, Hinata-san ―aclaró Minato, sabiendo que ver a sus shinobis regresar con vida no era una molestia, sino un alivio―. Me alegra que hayan regresado con bien ―sonrió―. Sé que no fue una misión de alto riesgo, pero salir de las fronteras del País del Fuego suele ser peligroso ―luego posó la mirada en la figura que venía detrás de Hinata. La cabellera rojiza le hizo entornar los ojos al no ver a Shisui por ninguna parte―. ¿Dónde está tu capitán, Hinata-san? Shisui Uchiha es el responsable de la misión.

―S-Se halló indispuesto ―musitó insegura de cómo explicarle a su Kage que el Uchiha quedó atrapado entre sus fans―. Pero él se encargará de entregarle el reporte con cada detalle escrito sobre el éxito de la misión. Yo me limitaré a informarle que la misión se cumplió, así como darle aviso de que… ―Hinata miró al joven pelirrojo que entró y se posó al lado suyo, mirando al Hokage. Sintió nervios de que éste no hiciera el ademan de saludar apropiadamente al líder de la aldea pero después recordó que Akemi era el hijo del Señor Feudal, lo cual significaba que tenía un rango más alto que el Hokage y era el Cuarto quien debía inclinar la cabeza a la monarquía, no al revés―. Durante la misión encontramos… E-En realidad no lo encontramos… Él… Bueno, s-su…

―No te preocupes, Hinata-san ―Akemi miró a la chica, viéndola con cierta ternura cómo se trababa al no saber cómo explicar las circunstancias del primer encuentro entre ambos―, yo me encargo a partir de aquí ―le dijo al guiñarle el ojo, haciendo enrojecer ligeramente a la chica.

Akemi carraspeó y adoptó una postura completamente distinta a la que Hinata vio en esos días de viaje. Incluso tuvo la impresión de que él crecía un par de centímetros más y ese brillo en su dorada mirada adoptó una seriedad que la hizo querer mantenerse cabizbaja por el miedo de cometer la osadía de observarle largamente.

―Ha pasado un largo tiempo, Hokage-sama ―saludó Akemi sin molestarse en reverenciar al hombre delante suyo. Ahora que diera a conocer su verdadera identidad, su modo de comportarse también cambiaría. Ya no era el refugiado como el que se presentó a los guardias de la entrada―. Espero me recuerde a pesar de los cambios ―sonrió elegantemente―. Porque usted no ha cambiado absolutamente nada.

Minato se puso de pie de inmediato, incluso Shikaku adoptó una postura más respetuosa a comparación de su relajada actitud. Ambos hombres hicieron una reverencia frente al pelirrojo que a Hinata le pareció irreal, pues ambos hombres eran dignos de respeto y admiración por ser importantes figuras que tuvieron un importante papel en la adquisición de la paz en los interiores del País del Fuego; verlos hacer reverencia a alguien más joven que ellos era impactante.

―Joven Príncipe ―Minato se enderezó pero sin tomar asiento aun―, esto es sin duda una sorpresa. ¿Ha viajado desde la Capital? De haberlo sabido, habríamos enviado una guardia para su seguridad…

―Deje la Capital por un par de años para entregarme al capricho de viajar en solitario. A mi padre le resultó bizarra tal idea, más en cuanto le logré convencer de que eso me ayudaría a conocer a la gente, no puso más peros. Tuve un encuentro del destino con la señorita Hinata Hyuga ―posó sus dorados ojos en la figura de Hinata quien respingó. Él le sonrió―. Después de quedarme atrapado entre la maleza del País de la Hierba, deambulé por días en búsqueda de una salida. No fue hasta que vi a su hermosa kunoichi que supe que estaba rescatado ―sonrió al dirigirse al líder de Konoha, ignorando cómo las palabras afectaban a la chica a su lado―. Ella y su capitán me ofrecieron traerme a la aldea para brindarme protección y continuar con el protocolo, por supuesto, después de haber concluido con sus tareas. No me sentiría del todo bien saber que interrumpí su trabajo.

―En lo absoluto ―Hinata negó, esperando que su intervención no fuera vista como una osadía―. Shisui-san se ocupó de absolutamente todo ―hizo una reverencia al joven príncipe y después una más leve a su Hokage―. Me temo que no le fui de gran ayuda si él tuvo que encargarse de la captura del ladrón.

―Estoy seguro que Shisui contó con tu ayuda para lograrlo, Hinata-san ―Minato buscó espantar esos pensamientos. Sin duda le hubiera gustado que Shisui estuviera presente para compartir los detalles―. Y que ambos hayan traído a su Alteza a Konoha es un gran mérito ―miró al joven―. Debe estar cansado, Joven Príncipe. Permítame organizar todo para recibirlo como se merece…

―Si no es mucha indiscreción, Hokage-sama ―Akemi sonrió, un tanto incómodo. Hinata no dudaba que era por ser tratado cómo lo que era.

Un príncipe.

―Me gustaría mantener mi perfil en absoluta discreción durante mi estancia en la aldea. No me gustaría alarmar a sus habitantes ni mucho menos levantar rumores sobre mi inesperada visita. No se preocupe, le informaré a mi padre de todo el asunto y el cómo su oportuna ayuda logró salvarme en cuanto regrese a la Capital.

―Si esos son sus deseos, no tengo autoridad para negárselos ―asintió Minato―. Aunque su visita a Konoha, a pesar de las circunstancias, amerita una bienvenida oficial de parte de la aldea.

―Le aseguro que la compañía de Hinata-san ha sido una perfecta muestra de bienvenida y calidez ―respondió con otra sonrisa, volviendo a admirar el perfil de la chica a su lado, más ocupada en mantener la vista en un punto neutro.

Akemi sintió cierta frustración de saber que ahora el trato con la joven de ojos aperlados tendría que cambiar.

Malditos títulos.

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No gustaba de tratar mal a las señoritas o a cualquier fémina, independientemente de la edad. Haber crecido con la influencia de la abuela le había formado de esa manera. A comparación de Sasuke quien era un experto repelente a la hora de quitarse de encima la atención abrumadora de las chicas, él no poseía tal don. Ni siquiera la densa incomodidad de Itachi cuando alguien se le acercaba con claras intenciones de entablar una amistad con su primo.

La sonrisa de Shisui era cada vez más forzada a pesar de que nadie pudiera preverlo. Aún tenía asuntos importantes que atender, su rol como capitán de equipo seguía activo y no podía permitirse perder el tiempo de esa manera. Aunque Hinata le solicitó el permiso de adelantarse y encargarse de comunicarle a Cuarto el asunto con Akemi en la privacidad de la Torre Hokage, él no se sentía del todo cómodo que la joven Hyuga se hiciera cargo de sus responsabilidades.

Sin duda ser popular tenía sus inconvenientes. Algo de la actitud de Sasuke le vendría bien en esos momentos.

―Prometo hablar con más tranquilidad con todas ustedes, señoritas, en otro momento. Por ahora me encuentro ocupado…

Más escandalo se generó con las palabras de Shisui quien suspiró internamente por encontrarse en esa situación; pensó que podría usar un clon de sombras para desviar la atención de todas las chicas y ocuparse, personalmente, de sus asuntos. Pero todo quedó en un mero pensamiento cuando su cuello fue estrujado, impidiéndole la circulación de aire entrar a los pulmones.

Las chicas a los alrededores exclamaron ante la aparición de Obito Uchiha quien tomaba del cuello a Shisui, éste completamente tomado por sorpresa pues intentaba liberarse del agarre, pero la fuerza del Uchiha mayor era mayor, así como el cierre alrededor del delicado musculo.

―Ya fue suficiente, este mocoso tiene asuntos que atender ―decía Obito con la sonrisa forzada, todas pudieron notarlo y no se atrevieron a vociferar las quejas de opacar la atención del apuesto joven―. Podrán tenerlo todito para ustedes en cuanto termine sus asuntos con el Cuarto y conmigo. ¿Neh, Shisui-chan?

Temerle a Obito era inverosímil. Esa cara de idiota y comportamiento que rayaba con lo inmaduro generaba ese efecto de confianza de nunca imaginar que el primo mayor de Shisui pudiese sembrar miedo. Sin embargo, era precisamente eso lo que tornaba a Obito Uchiha en un shinobi peligroso; hacer bajar la guardia el enemigo sin esforzarse demasiado era un don envidiable del cual Obito aplicaba sin dificultades. Esa manía de sorprender a todos con sus inesperadas acciones lograba otorgarle victorias de las cuales, cualquiera quien compartió los días de Academia al lado de éste, jamás los hubieran previsto.

Obito vivió varios eventos que endurecieron su carácter. Y a pesar de que no tuviera ninguna de las típicas características de cualquier Uchiha, como su cortante amabilidad y esa manía de comunicarse entre monosílabas, era el Sharingan lo que determinaba que por las venas del shinobi la sangre de un clan antiguo y poderoso corría entre ellas.

Shisui por lo regular veía al hombre como un hermano mayor, uno bastante tonto y al cual tenía que guiar por ser tan inexperto en varios campos. No obstante en ese momento, sintiendo los brazos fuertes del mayor ceñirse alrededor de su cuello, apretando cada vez más, él temió por su vida.

Ahora se arrepentía de haber enviado aquel mensaje, pensando que sería divertido, sin llegar a prever lo que sus acciones podrían provocar, no solo con Obito, sino con Hinata.

Le hubiese agradado ser él personalmente quien le comunicara las razones por las cuales se adelantó a atrapar al ladrón sin avisarle de sus movimientos en solitario, teniéndola a ella como apoyo. Pero las circunstancias no se lo permitieron. En cuanto Akemi hizo su aparición, los planes que ideó se fueron al carajo y ahora tendría que atenerse a las consecuencias.

Obito y su abrazo demoledor era uno, pero lidiar con esa conducta de parte de Hinata-san, tan silenciosa y sintiendo un frío en la espalda, le hacía sentir incomodidad y culpa.

―S-Si dejaras de apretar tanto, p-podría contestarte ―musitó con una sonrisa, intentando ser firme sobre la tierra para evitar que Obito ganara terreno en esa pelea que a simple vista sería vista como un recibimiento amistoso.

Shisui quería aclarar que ningún Uchiha era amistoso. Menos estando enojado.

Al no saber controlar sus emociones ―tal como los Hyuga; pues hasta había un historial del cómo los Uchiha tendían a perder el control sobre sus pasiones― los Uchiha tendían a ser bastardos disparadores de veneno. Los claros ejemplos de aquello eran Sasuke y tío Fugaku. Al estar arrinconados solían recurrir a ese comportamiento grosero e hiriente para alejar a las personas. Todos tenían sus estilos, como Itachi quien prefería mantenerse serio y formal, colocando una barrera que pocas personas podían atravesar, siendo aquel su filtro que incluso usaba en el interior del propio clan.

Él prefería alejarse de esas tradiciones, ser el cambio como gustaba señalarse. Pero al final todos los Uchiha pertenecían al mismo tronco.

Tal como esos momentos en que Obito quería decapitarlo. ¿Por qué razón? Era demasiado obvio. Hinata Hyuga. La chica a la que adoptó y veía como una hermanita. Sin duda Shisui tenía curiosidad de saber cómo el acercamiento entre ambos inició, especialmente aquel enamoramiento florecer en el pecho de la joven por su primo mayor, del cual aún no lograba entender cómo era posible que alguien como Obito llamara la atención de una jovencita como Hinata. ¡Y no estaba despreciando a su primo! Lo respetaba y quería, era una figura de hermano mayor que había crecido con él durante todo ese tiempo, cuando la abuela vivía, pero Obito no era popular entre las chicas, tenía la misma suerte que Naruto en invitar a Sakura Haruno a comer.

Y a pesar de entender el enojo de no solo haberse burlado de él durante la misión afuera de Konoha, sino también por llevarse precisamente a Hinata Hyuga con él, bastante lejos de la aldea, solos, veía el instinto asesino de Obito exagerado.

Antes de poder siquiera formular una frase para quitarse de encima a Obito, Shisui fue lanzado hacia un extremo. Para su desconcierto ya no se hallaban en la entrada de la aldea, sino en un lugar lejano con altos troncos marchitos por el aun presente invierno alzarse encima de él. Logró equilibrarse y evitar caer de narices sobre la nieve, acomodándose sus ropas, pero sobre todo el cuello quien fue la parte más afectada.

―Qué lindo recibimiento, no debiste molestarte ―susurró al ver a Obito quien traía el ceño fruncido―. ¡Deja de mirarme así, no hice nada!

―¡Dijiste que irías solo a la misión, tú y nadie más! ―señaló Obito con enojo al Uchiha menor, apuntándole con el dedo y caminando directamente hacia él, con las manos calientes por querer tomarlo y darle cuanto golpe quisiera por haberlo dejado con una enorme incertidumbre durante todos esos días de ausencia―. ¡¿Por qué pediste a Hinata-chan como compañera?! ¡¿Quieres que los Hyuga te castren?!

―Ah, no entiendo por qué a los Hyuga les interesaría quitarme mis partes productivas…

―¡Porque te llevaste a su heredera una misión!

―Siendo una kunoichi de la aldea, tiene que atender cualquier misión que se le encomiende ―explicó Shisui con lógica, sin ver realmente el problema a pesar de saber que muy en su interior hizo todo eso a propósito―. Y siendo su superior, no podía rechazarme. No tenía actividades… ¡Uh! ―Shisui esquivó un golpe que iba directo a su cara, viendo a Obito, éste con la mirada más sombría.

Involuntariamente tragó saliva.

―¡Abusaste de tu posición para hacer todo esto!

―¡Claro que no! ―mentir le ardió, pero quería defenderse―. Solo opté por llevar conmigo la persona indicada para facilitar la misión.

―¡Eres un ninja más que capacitado! ―decía Obito, exasperado―. ¡Y sabes cómo localizar cosas! ¡Eres de los mejores Uchiha que saben rastrear, no me vengas con esa mierda! Y de necesitar a un elemento capaz de rastrear, pudiste llevarte a cualquier Hyuga, o a los compañeros de Hinata-chan.

―¿Qué problema hay en que haya decidido ir con Hinata-san de misión?

―¡¿Contigo acompañándola?, todo! ―Obito le gruñó, impacientándose—. Tu fama como mujeriego te precede. Neji Hyuga vino al distrito para saber quién pidió a Hinata-chan de misión. En cuanto supo que fuiste tú se plantó en la entrada. Y Sasuke estaba ahí, ¡de no haber sido por mí una pelea sangrienta entre esos dos habría ocurrido! ¡Y todo por tu culpa!

―¿M-Mi culpa? ―Shisui quiso reír por las acusaciones de Obito―. Ese par se lleva despreciando desde que tengo memoria, nunca has tenido ningún problema con eso. ¿Por qué ahora sí?

―Escucha, Shisui.

Oh no, pensó Shisui, notando la diferencia en el tono del Uchiha mayor. Esa voz ronca y seria solo la había escuchado en pocas ocasiones, generalmente cuando Obito estaba enojado. Muy enojado. Y cabreado.

―No sé qué planes tuviste al llevar contigo a Hinata Hyuga a una misión de poco riesgo en la que eras más que capacitado completar tú mismo pero lo veo como un abuso de tu posición si deseabas llevar a cabo otras intenciones con ella. Tuve que prometerle a Neji de que nada sucedería entre ustedes para evitar que siguiera acudiendo al distrito y empeorar las cosas. Tienes suerte que Fugaku no esté muy centrado en tus misiones y más desesperado en que llegues y lo apoyes en la comandancia. Pero los Hyuga son otra cosa. Ellos ven las relaciones que mantiene su heredera con los demás clanes de una manera muy distinta a nosotros, es natural que sospechen que algo pueda suceder si un Uchiha, voluntariamente, acude a la Casa Principal del clan Hyuga a pedir el apoyo de la heredera específicamente. ¿Te pusiste a pensar en lo que podría causar tus ocurrencias? La familia de Hinata-chan es excesivamente estricta ―el recuerdo de una pequeña niña de ojos bonitos balancearse en un columpio solitario en medio de la noche atravesó la mente de Obito, recordándose que una familia que le prohibía a un niño llorar y mostrar sus sentimientos era sin duda una bastante cruel sin importa el prestigio del apellido―. Y el hecho de que su padre haya aceptado dejarla ir se debió a que no quería oponerse a la voluntad del Cuarto ―Obito entornó los ojos, viendo a Shisui de mala manera, tratando de hacerle entender que esas decisiones tomadas no fueron lo mejor―. Desconozco que intenciones tienes con Hinata, Shisui, pero ambos sabemos que esta misión no representaba destreza alguna. Pudiste terminarla tú mismo ―luego observó a todos los costados, notando la ausencia de la joven heredera―. Y no verte con Hinata solo confirma que la misión no necesitó de su intervención.

―No hables como si conocieras todos los detalles de lo ocurrido ―cortó el regaño de Obito en una frase cortante, ligeramente molesto pero a la vez sintiéndose culpable de no poder negar los hechos de sus acciones, haberse comportado egoístamente con tal de llevar a cabo un juego bastante inmaduro―. La misión tuvo un cambio drástico con la aparición de un personaje peculiar. Hinata-san ayudó a que todo saliera bien y evitar ―Shisui recordó su kunai hallarse demasiado cerca del cuello del Joven Príncipe, el hijo del Señor Feudal y cómo sus acciones podían afectar a todo su clan, incluso a todo Konoha, si el pelirrojo decidía compartir los detalles del primer encuentro entre ambos― un desastre.

Obito no entendía nada. Creía que Shisui estaba deslindándose de sus responsabilidades pero conocía al mocoso desde siempre. Podía ser todo un Casanova pero alguien serio con los roles que llevaba a cabo.

―¿Qué ocurrió en esa misión de captura? ―dejó esa responsabilidad en manos de Obito al encontrarse atareado con otros asuntos al saber que no era algo que requiriera una intervención mayor. Confió en que Shisui podría realizarla exitosamente. ¿Cómo podía haberse agraviado el asunto?

―No está en mi posición compartir la información, al menos no sin la autorización del Cuarto ―limitó Shisui su conocimiento, prefiriendo dejar todo el asunto claro estando en la presencia del Hokage y responder a las preguntas que seguramente el rubio tenía para él―. En cuanto vaya y le cuente todo, así como la entrega del reporte, podré decirte. Pero ahora debo irme. Sigo estando activo ―con una sonrisa traviesa, Shisui comenzó a despedirse―. Nuestro pequeño asunto quedará pendiente, te veo en casa.

Shisui desapareció en un remolino de hojas. Él no se molestó en ir detrás de su rastro, prefirieron enfriar la cabeza ante lo dicho por el Uchiha menor con respecto a la misión y un imprevisto. Esperaba que no fuera nada grave.

Miró al cielo con el aire soplar más fuerte y entumecer ligeramente las mejillas de Obito. Aún era invierno y la primavera se sentía lejana en días como esos. Acarició inadvertidamente la textura de la bufanda que había mantenido su cuello caliente durante esos días. Era uno de sus bienes más preciados, y aunque no todos pudieran entenderlo, para él era un tesoro que le removía el corazón cada vez que pensaba en el esfuerzo de la jovencita que no solo tejió esa bufanda pensando exclusivamente en él, sino que bordó el símbolo de un clan por el cual debería sentirse indiferente.

El cuidado que Hinata-chan le dio a esa bufanda que portaba hoy en día era admirable, y digna de respeto. Era una señorita gentil, de un enorme corazón. Él no podía permitirse que un canalla le faltara al respeto, incluyendo a sus alumnos o a su propio clan.

Quizá estaba tomándose el asunto demasiado serio pero conocía a Shisui y no había razones por las cuales hubiera escogido a Hinata para la misión. ¡Había más Hyuga a disposición! No esperaba que la llegada de Shisui fuera tan próxima, a pesar de que no imaginó en un principio que tal encomienda abarcara más de dos días, siento el traslado de una aldea a otra lo más tardado; estuvo tan contento cuando tuvo la oportunidad de entablar una conversación con Rin después de no verse por una temporada que apagó sus comunicadores, sabiendo que podía permitirse el capricho. De ser un asunto de emergencia o una misión requerida directamente por el Cuarto, él acudiría al primer llamado. Pero de ser lo contrario, toda la atención recaía en la bonita de cara de Rin y su sonrisa.

Empero en el momento que uno de sus cuervos dispersos en puntos clave en toda la aldea le avisó de la llegada del Uchiha y la jovencita Hyuga, Obito se obligó a desapegarse de la amena conversación con la mujer de su sueños para atender personalmente el asunto con Shisui. E incluso disculparse con Hinata en nombre de todo el clan ―sin importar la furia torrencial que Fugaku representaría en cuanto se enterara― si Shisui le hizo algo inapropiado.

Deseaba, con todas sus fuerzas, creer que ese mocoso no hizo nada, que tenía el suficiente autocontrol para controlar cualquier pensamiento intrusivo y el deseo de querer cortar cercanía con esa linda chica de ojos perlados estando tan lejos de Konoha, sin la estricta mirada de sus respectivos clanes sobre ellos.

Un ataque de lujuria en medio de una misión era penado. Las relaciones entre camaradas no eran del todo aceptado por el Código Shinobi y sus reglas, así como los problemas que se generarían. Especialmente en ANBU que era una organización mucho más seria y formal. La fuerza secreta del Hokage que trabajaba en las sombras. Y menos con una heredera oficial de un clan así de importante como los Hyuga.

Obito sabía muy bien que Hinata-chan jamás aceptaría las propuestas de Shisui ―en caso de que éste tuviera el nervio de ofrecerlas― por su educación y porque no era una chica así. A Hinata se le tenía que invitar a citas, cortejarla como en los viejos tiempos, enamorarla con cualquier cosa que a ella le gustara, llevándole comida, animándola y todas esas acciones que podrían hacer sonreír a la joven en un hermoso gesto que detonaba no solo gratitud, sino un intenso amor.

Hinata-chan no entraba en la categoría de las mujeres con quienes pasar una noche y fingir al siguiente día volver a ser extraños. El corazón delicado de ella no estaba preparado para esos eventos. Y él tampoco estaba dispuesto a que eso ocurriera. Neji Hyuga podría ser el guardián seleccionado para salvaguardar el bienestar de ella, pero él se encargaría de protegerla también, de darle una patada a esos sujetos que hablaban cosas impuras acerca de ella.

Tal como ese Suigetsu y Naruto. Oh. Recordar a ese par y cómo el rubio se atrevió a usar la figura de quien veía como una hermanita de esa manera le hizo enojar nuevamente. Sin duda debió haberles golpeado con más fuerza.

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Al hallarse frente a la puerta de la oficina del Cuarto Shisui tuvo que detenerse a respirar para enfrentarse a lo que le deparaba adentro. Seguramente Hinata-san ya le habría contado acerca de la identidad del pelirrojo, o el propio Cuarto ya lo habría identificado. Era común y un protocolo que el Hokage de Konoha tuviera reuniones con el Señor Feudal en la Capital para dar un reporte detallado sobre todo lo relacionado a la aldea. Relacionarse con la familia del monarca era natural.

Solo esperaba que el Joven Príncipe exigiera un castigo menor, no le agradaría tener que llevar a todo su clan hasta los pies del Daimyo para pedir un perdón por la osadía de su movimiento.

―Con permiso ―anunció en alto su presencia, tomando el picaporte y entrando, topándose con la figura conocida de quien fue compañera de esos días y del pelirrojo, acompañados del Hokage y Shikaku Nara―. Hokage-sama ―saludó respetuosamente a su líder, entrando al recibir un gesto del rubio invitándolo a pasar.

―Shisui ―recibió Minato al ver al joven Uchiha―. Bienvenido a la aldea.

―Gracias, Hokage-sama. He venido para entregarle el reporte de la misión y al ladrón de información que me encomendó atrapar ―Shisui sacó el pergamino que llevaba consigo, abriéndolo. La habitación se llenó de una ligera cortina de humo, dispersándose de inmediato para dejar a la vista de todos al hombre inconsciente sobre el piso de la oficina.

Minato asintió identificar al sujeto como el ladrón, elevando la vista para sonreírle ligeramente a Shisui por el arduo trabajo, así como el de Hinata. Haber contado con el Byakugan seguramente facilitó la captura.

―Lo enviaremos con Ibiki-san para que puedo interrogarlo y encontrar una manera de recuperar la información robada. Una vez que encontremos, dialogaremos con el resto de las aldeas para regresar lo que les pertenece. Por supuesto, después d de hablarlo con el Consejo.

Dos shinobis más se presentaron, saliendo de las sombras para llevar al hombre en brazos, seguramente el cuartel donde Ibiki era el jefe. Shisui asentía a los mandatos del Cuarto sin hallar razones por las cuales protestar, encaminándose más al frente, acompañando a Hinata.

―También es mi deber informarle que durante la misión la aparición de Akemi-sama, hijo del Daimyo, nos sorprendió. Lamento no haber informado lo más rápido posible sobre la situación pero hallé pertinente regresar lo más pronto a la aldea y poner a salvo a su Alteza.

―Lo sé ―Minato asintió, viendo a Hinata―. Hinata-san se encargó de comunicarme todo al respecto con Akemi-sama. Hemos tomado decisiones sobre su estadía en Konoha mientras reunimos el equipo encargado de escoltarlo hasta la Capital. Por ahora me concierne otorgarle a su Alteza un lugar cómodo donde hospedarse durante su estadía en Konoha. Me encargaré de comunicarle, dadas las instrucciones de parte del Joven Príncipe, el aviso al Señor Feudal sobre la situación. Por deseos del propio Príncipe, su visita será lo más discreta posible, ha comunicado que no desea alterar el orden de la aldea ni tampoco que se gaste en una ceremonia para recibirlo, por lo cual pido total discreción a partir de estos momentos.

―Hai ―respondieron Hinata y Shisui.

Akemi suspiró, aliviado de no tener que presentarse oficialmente a todos los habitantes de la Aldea de la Hoja. Entre menos gente supiera, mejor para él.

Minato sonrió.

―Correcto ―volvió a ponerse de pie, dirigiéndose al pelirrojo―. Alteza, permita que lo lleve personalmente hasta una de las habitaciones de huéspedes exclusivas para la visita de su familia…

―En realidad... ―objetó Akemi, no sintiéndose del todo cómodo tener tantas atenciones por el líder de la aldea, así como uno de los ninjas más fuertes de esos tiempos―, si no es mucho abuso de mi parte, me gustaría quedarme en la casa de los Hyuga.

―¿Eh? ―Hinata miró con sorpresa al joven pelirrojo, no entendiendo por qué éste rechazaría el ofrecimiento directo del Cuarto.

Pensar en que el Príncipe se hospedara en su casa le hizo sentir un nudo en el estómago. Había lidiado con él durante todo el viaje, cuidando de no insultarle ni ofenderle; tenerlo por varios días la haría tener un ataque de estrés.

Minato miró a Shikaku, no sabiendo cómo acceder a tal petición. Éste último suspiró inadvertidamente al saber que ese era el problema con la familia del monarca. Los deseos y caprichos que se les antojara debían cumplirse a como diera lugar.

―Si así lo desea ―Minato observó a la joven, sintiéndose mal de poner esa presión en la familia de la Hyuga. Pero el comportamiento del clan del Ojo Blanco era más que adecuado para tratar con el Joven Príncipe, pues Hiashi tenía una relación con el Señor Feudal. Estaría bien que el pelirrojo se quedara con ellos, podía asegurar que Hiashi y todo su clan serían una mejor compañía―. Hinata-san.

―¿H-Hai? ―preguntó Hinata, aun atontada de que el pelirrojo se quedara en su casa, una petición que no podría rechazar, y la cual su padre gustosamente aceptaría por respeto a la relación amistosa que mantenía con el Señor Feudal y el bienestar de toda la aldea en no poner en contra a la familia del monarca con su aldea.

―¿Podrías llevar al Príncipe a tu distrito para que lo reciban? Me encargaré de comunicarle a tu padre sobre la visita de su Alteza. Estoy seguro que ambos desean descansar.

―En efecto ―concordó Akemi con una sonrisa satisfecha―. Un buen baño es lo que me hace falta ―luego miró a la joven―. Y estoy seguro que Hinata-san necesita cuidados. Hace días que la he visto estornudar. Temo que haya pescado un resfriado.

―N-No tiene qué preocuparse, Alteza, me encuentro bien ―negó Hinata con una sonrisa incómoda que hasta Shisui notó, más no supo si era por las acciones del Príncipe en pedir que fuera la Mansión Hyuga la que se convirtiera en su hostal temporal o su propia presencia―. S-Sí su Alteza desea quedarse en mi casa, en nombre de todo mi clan será un honor recibirlo y atenderle ―Hinata recordó su posición, que además de ser una ninja de Konoha, era una heredera, la futura cara del clan y la amistad con cualquier noble de la Capital era esencial para mantener el prestigio de toda su familia.

Inclinó la cabeza respetuosamente al pelirrojo quien en una mueca incómoda aceptó la muestra de respeto por parte de ella, pidiéndole en silencio incorporarse.

―Me alegra escuchar eso, Hinata-san ―miró al Hokage―. Si no hay inconvenientes que aten a Hinata-san, entonces me pondré en marcha para dirigirnos a su hogar ―dirigió una sonrisa amistosa al rubio―. Espero no le moleste que tome a Hinata-san como mi guía personal, desconozco por completo Konoha, y si no es mucho pedir, me gustaría recorrerla con la misma libertad con la cual todos sus habitantes poseen, Hokage-sama.

―Así será, Akemi-sama ―Minato pensó en que Hinata era importante para misiones y no tenía la seguridad de que la agenda del Equipo Kurenai estuviera así de libre en los días venideros pero no podía negarse a los deseos del joven, sería inapropiado y una enorme falta de respeto. De cualquier manera tenía a su disposición a Kiba y a Shino en caso de requerir su participación―. Hinata-san, a partir de ahora quedas a cargo de guiar a su Alteza a cualquier lugar que desee y acompañarlo, él es nuestro invitado de honor y espero puedas cumplir con tan importante papel.

―H-Hai, Hokage-sama.

Minato asintió.

―Entonces no tengo más razones por las cuales retenerte. Puedes marcharte. Todo lo relacionado a la misión lo discutiré con Shisui. Eres libre de retirarte con su Alteza ―se dirigió al pelirrojo, haciendo otra reverencia, siendo acompañado por los demás presentes―. Joven Príncipe, siéntase bienvenido a Konoha y disfrute su estadía en el Distrito Hyuga. No dude en acudir conmigo si se presenta un problema o incomodidad, todos los ninjas de Konoha y su gente se encuentra a su servicio.

―Le agradezco su hospitalidad, Hokage-sama ―dijo Akemi con una inclinación leve, ajustándose el morral que llevaba en el hombre y sonriéndole a Hinata―. Nos retiramos entonces ―le lanzó una mirada a Shisui quien mantenía la vista hacia abajo―. Antes de que se me olvide…

Shisui apretó la garganta. Ese mocoso iba a decirle ahora el trato que le dio cuando se encontraron. Podía imaginar el enorme caos al que se enfrentaría no solo él, sino también todo su clan.

―Felicite al clan Uchiha de mi parte ―anunció―. Sus miembros son formidables ninjas entregados a sus tareas ―palpó el hombro de Shisui con una palmada fuerte que no movió la figura del joven hombre―. Shisui-san fue un excelente capitán durante el viaje. Sin duda me sentí protegido a su lado ―le sonrió a Minato quien asentía―. Y con Hinata-san pude experimentar la calidez de los corazones de los aldeanos. Puedo asegurar que mi estadía será placentera. Ahora, si nos disculpan, nos retiramos, gracias por todo.

Akemi sabía que de haber contado lo que realmente ocurrió con Shisui, ahora mismo tendría al líder del clan Uchiha con la frente pegada al piso, pidiendo perdón por la falta de respeto. Pero no quería comportarse tan pedante. Reconocía que el error del joven Uchiha fue mundano, no gustaba viajar con las joyas y símbolos que lo identificaban como el hijo del Daimyo del País del Fuego y eso generaría malentendidos. Sin embargo, pudo comportarse cómo Hinata-san que en ningún momento le atacó, sino le ofreció ayuda después de identificarse como shinobi de Konoha.

Y le hizo saber a Shisui Uchiha, antes de marcharse con Hinata acompañándolo, que tenía el poder de destruirlo si así lo deseaba con aquel gesto de amabilidad.


Rincón de Zafira


Hola a todos y Feliz Año Nuevo. Sé que ya llevamos dos días pero quisiera agradecer todo el apoyo de cada uno de mis queridos(as) lectores a lo largo de este año. Agradezco cada uno de los comentarios, favs y follows que recibo de su parte. Espero que podamos pasar otro año en esta plataforma.

De todo corazón que cada uno de sus propósitos y metas se cumplan.

Y damos por iniciado una nueva temporada de actualizaciones y futuras nuevas historias que aun se están horneando. Tengo la esperanza de terminar al menos uno de mis tantos proyectos.

Bye, bye.