Traducción: DESOLACIÓN JUVENIL de GallaPlacidia
Traducido por Sora Tapia
Resumen: Draco nunca pensó que terminaría como el único tutor de una adolescente con problemas. Harry nunca pensó que terminaría siendo un hombre lobo. Tener veintidós años es difícil.
ADVERTENCIAS: SLASH, Harry Potter Epilogue What Epilogue|EWE, Post-Hogwarts, Angst, Angst with a Happy Ending, Implied/Referenced Child Sexual Abuse, Werewolf Harry Potter, Down and Out Draco Malfoy, Fear of Hell, Veritaserum, H/D Erised 2020, Hurt/Comfort, Domestic Abuse (Not Between Drarry!), Mild Church Of Englad Conversion, Alcoholism Of An Original Character, Look I know the tags are scary but I promise it's not as dark as you're thinking, seriously it's actually quite uplifting by the end, Harry Potter plays the piano freakishly well, potions master Draco, Feminist Draco, A decent amount of teenage girl angst, prolonged and continual jokes about the 2000 classic film Coyote Ugly.
RELACIÓN HOMOSEXUAL, El Epílogo de Harry Potter No Existe, Post-Hogwarts, Angustia, Angustia con Final Feliz, Implícito/Referenciado Abuso Se_xu_al In_fan_til, Harry Potter|Hombre Lobo, Draco Malfoy prisionero y libre, Miedo al infierno, Veritaserum, Traducción de un fanfic del H/D Erised 2020, Dolor/Confort, Abuso Doméstico (¡No entre el Drarry!), Conversión leve por la Iglesia Anglicana, Alcoholismo de un Personaje Original, Sé que las etiquetas dan miedo pero te prometo que no es tan oscuro como se ve, en serio, en realidad es más reflexiva al final, Harry Potter toca el piano increíblemente bien, Draco Maestro de Pociones, Draco feminista, Una cantidad decente de Angustia adolescente, Bromas constantes sobre la película clásica del 2000 Coyote Ugly.
IMPORTANTE: La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia "TEENAGE WASTELAND". Quien ha eliminado su cuenta en la plataforma AO3, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.
Nota de GallaPlacidia en la versión original:
A Whileatwiltshire: Tus sugerencias fueron muy divertidas. Me encantó que me dieras la libertad de abusar del hurt/comfort, al mismo tiempo que me dabas muchos pequeños detalles con los que trabajar: una amistad entre Draco y Pansy, un Draco que hace perfumes y, lo que es más importante, un Draco y Harry que siempre parecen buscarse el uno al otro. ¡Espero que disfrutes leyéndolo tanto como yo escribiéndolo!
¡Muchas gracias a Aideomai, Alexmeg, Feelsforbreakfast y Tepre por betear esto! También muchas gracias a los moderadores por organizar este gran festival. ¡Black Live Matters! ¡Derechos-Trans! ¡Feliz Navidad/Invierno!
Notas de la Traductora:
Nombre de usuario en podbean & newsletter de Gallaplacidia: gallapod.
En mi perfil de AO3 (Usuario: Sora_Tapia) podrán encontrar el enlace para descargar los fanfics de GallaPlacidia en su versión en inglés (descargados de AO3) en varios formatos, así como Podfics que GallaPlacidia hizo.
DISCLAIMER:
El universo mágico de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling, sin ánimo de lucro.
La Portada utilizada en esta historia es una edición hecha por mí, utilizando una variedad de imágenes de internet. Pueden ver la portada en mi Tumblr: soratapia/738647837508829184/teenage-wasteland-de-gallaplacidia?source=share (solo agreguen lo anterior en su buscador).
Toda la historia publicada no me pertenece solamente hice la traducción y la correspondiente edición.
LA UTILIZACIÓN DE CUALQUIER IMAGEN ES CON EL PERMISO DEL ARTISTA Y SIN FINES DE LUCRO.
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CAPÍTULO 3
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Harry tomó una ducha para quitarse la sensación de Malfoy. Mientras se enjabonaba, notó que su cuerpo no dolía. Flexionó los brazos, los pies. Nada. Sin dolor. Se había ido. No había estado tan libre de dolor desde antes de la mordida.
Malfoy se había aterrorizado cuando Harry lo tocó con ira. Harry sabía muy bien que, en la escuela, antes de que lo mordieran, Malfoy se habría defendido. Nunca había asustado a Malfoy en la escuela, incluso después del Sectumsempra, Malfoy lo había mirado solo con odio, nunca con miedo. Era muy claro lo que había cambiado: Harry. Recién mordido, Ahora peligroso.
Harry hizo que la ducha estuviera más caliente, casi hirviendo.
Fue a un club nocturno, recogió a un chico, lo llevó a casa, lo folló, lo dejó pasar la noche. Trató de no pensar en Malfoy, con su boca inalcanzable, sus ojos agudos y brillantes, y su novia a la que estaba engañando. Aparentemente, siempre había alguna forma nueva de que él fuera una mierda. Harry tenía que concederle eso: cuando se trataba de ser horrible, Malfoy no se reprimía. Se diversificaba, encontraba nuevas formas de lastimar a la gente todo el tiempo.
Harry no dejaba de pensar en esa tarde después de ir de compras, antes de darse cuenta de que Malfoy trabajaba para Tertius. No entendía cómo alguien como Malfoy pudo haber dado una impresión tan completa de… Harry no estaba seguro de qué.
Esa primera vez se había sentido como un punto de inflexión. Como si él y Malfoy hubieran estado dando vueltas a algo durante años, y en la cama se hubieran besado hasta casi llegar al borde. "Una vez más así", pensó Harry, y se habrían derrumbado.
Le hizo al tipo con el que había follado unas tostadas y lo mando de regreso a su camino.
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Cuando Draco llegó a casa, se detuvo antes de abrir la puerta. Necesitaba recomponer su rostro. Lo último que quería era que Adelaida supiera que algo andaba mal. No es que pudiera decírselo, de todos modos, el contrato le ataría la lengua, pero, de todos modos, estaba avergonzado de sí mismo. Odiaría que Adelaida dejara que alguien la tratara de esa manera. Sentía que era un ejemplo bastante pobre de respeto por sí mismo. También sabía que lo haría de nuevo, si tuviera la oportunidad.
Pero cuando entró en el departamento, la puerta de Adelaida estaba cerrada y podía oírla llorar. Llamó. Ella no respondió, así que abrió la puerta.
—¡Vete!
—Adelaida…
—¡Vete! —ella gritó, y le arrojó sus zapatos.
Hizo un té de manzanilla, cortó una manzana y puso una cuchara de Nutella al lado. Si alguien la hubiera lastimado… Buscó a tientas un cuchillo.
Llevó el té y la merienda a su habitación. Ella yacía boca abajo en la cama, su cabello aún castaño de cuando se lo había encantado esa mañana. Lo tocó suavemente con su varita y se volvió azul.
—¡Tus raíces se están mostrando! —dijo. Ella sollozó más fuerte, pero no le dijo que se fuera. Se sentó en el borde de la cama, puso una mano en su espalda— Te traje té.
—Gracias —dijo, entre lágrimas, luego se sentó y se derramó en su regazo. Él la levantó, metió su cabeza en su hombro, la meció y esperó.
Durante mucho tiempo, ella solo lloró. Luego, enterró su cara más profundamente en su hombro.
—Los chicos… —dijo. Draco apretó su agarre alrededor de ella— … ¡A los chicos solo les agrado porque los complazco!
Draco besó la parte superior de su cabeza.
—Tonterías —dijo.
—Camila dijo…
—Oh, a la mierda Camila —dijo Draco— Esa chica está celoso de ti.
—Pero no fue solo… —fue atormentada por una nueva ola de sollozos— ¡No fue solo ella!
—¿Quién más? ¿Necesitas que golpee a alguien? Lo haré —dijo Draco, bastante serio. Podía darse el lujo de hablar en serio, porque sabía que ella nunca le pediría que lo hiciera.
—Tom Scuppers me envió un mensaje de texto preguntándome cuánto cobraba —lloró Adelaida.
—Espero le hayas dicho que no podía pagarte —dijo Draco.
—¡Piensan que soy una puta!
—No es de su incumbencia lo que hagas con tu cuerpo —dijo Draco. Su voz sonaba demasiado feroz. Trató de calmarse— No es asunto de nadie. Solo es tuyo.
—Si… si supieran… —dijo ella— Draco, ¿Quién me va a querer?
Draco presionó sus labios contra su cuero cabelludo. Estaba tan enojado, tan impotente. Deseó haber apuñalado a Tertius alguna noche, excepto que hubiera sido demasiado rápido.
—Te quiero —dijo. Adelaida sollozó una carcajada.
—Genial —dijo ella— Vamos a casarnos.
Draco suspiró.
—Lamento que hayas tenido un día de mierda —dijo— Se pondrá mejor. Lo prometo.
Adelaida soltó otra carcajada entre hipos.
—¿Cómo paso contigo?
Draco hizo una pausa.
—Sí —dijo.
—Por favor. Tu vida es un choque de trenes en cámara lenta —dijo— Eres una luz al final del maldito túnel.
Draco no se movió. Su terapeuta le había dicho que cuando Adelaida lo presionara, no debería dejarla. Pero era difícil, porque sus palabras se le habían retorcido bajo las costillas.
—Soy más feliz ahora de lo que era antes —dijo.
—Eso es lo más malditamente deprimente que he escuchado —dijo Adelaida. Draco se alejó entonces, cobarde como siempre. La apartó suavemente de su regazo y le pasó la taza de té.
—Gracias —le dijo sin mirarlo.
—Sabes que yo… —se tropezó. No era algo que realmente hubieran dicho alguna vez, en su familia— Sabes que yo… y creo que eres brillante.
Tomó un sorbo de su té, luego volvió a dejar la taza con cuidado en la mesita de noche.
—No soy material para el matrimonio —ella dijo.
—Tienes quince años.
—Ese no es el… nunca voy a ser material para el matrimonio. Nadie querrá quedarse conmigo. Solo soy… divertida. Por un rato. Hasta que conoces a la chica de verdad, la buena, la que nunca sedujo a un cincuentón cuando era niña.
—Tú no lo sedujiste —dijo Draco.
—Tú no estabas allí —escupió Adelaida. Se sentó de lado en la cama, con la cabeza entre las manos.
—Voy a llamar a tu terapeuta —dijo Draco— Veremos si ella puede acomodarte esta noche.
—Está bien —dijo Adelaida débilmente.
—Y si me dices dónde vive Tom Scuppers, le lanzare un Mocomurciélago.
Adelaida se rio y le lanzó una mirada agradecida.
—Aunque no lo harás, ¿Verdad? —ella dijo— ¿No te pondrás en contacto con la escuela ni nada?
Draco estiró los dedos torcidos de su mano derecha. No podía cerrar el puño con ella.
—Odio que no haya consecuencias —dijo.
—Por favor, Draco. Por favor, no digas nada.
—Me iré al infierno —dijo Draco sombríamente. Pensaba en ello, en las noches en que Adelaida dormía en casa de Fiona y el departamento estaba silencioso. El infierno: una eternidad de fuego. La Sala de Menesteres, esperándolo— Está bien. No diré nada.
—Gracias —dijo Adelaida. Luego, nuevamente seria, extendió su mano alcanzando la de él— Gracias —Draco la apretó.
—Yo… escucha —dijo— Sé que vas a encontrar esto vergonzoso. Pero…
—No lo hagas —dijo Adelaida.
—Eres la mejor persona que he conocido —dijo Draco— Eres inteligente, amable y hermosa.
Adelaida se había quedado muy quieta, escuchando.
—Vas a estar bien. Nada de eso que te pasó, nada de eso puede detenerte —el tragó— No fue tu culpa, y esa es una muy buena posición para estar. Inocencia.
—¿Crees que soy inocente? ¿Quieres que te diga con cuántas personas me he acostado?
—Eres inocente —dijo Draco. Soltó su mano e intentó sonreír— Solo si quieres decirme.
Su rímel estaba apelmazado y húmedo. Ella tocó su brazo.
—Tú también —dijo ella.
—Ah —dijo Draco— No. Pero soy un experto en el tema de la culpabilidad y la inocencia, y puedes confiar en mi juicio.
Algo cruzó su rostro, una extraña expresión que a veces captaba allí y no podía traducir. Se puso de pie y tomó la taza y el plato de manzanas intacto.
—Quiero teñirme el cabello de rosa —dijo. Draco inclinó la cabeza, considerándolo.
—Nunca ha estado rosa, ¿Verdad? Prepararé la poción —dijo.
Ella se mordió el labio, luego lo miró, su rostro triste y sincero.
—Eres el mejor —dijo.
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Al cuarto día, el dolor comenzó a regresar. En el quinto día, Harry corrió ocho millas, volvió a la casa empapado en sudor, y todavía adolorido. Y había algo más, también, como un recuerdo zumbando en su cabeza, el recuerdo de Malfoy, frío e irritable, diciéndole que se recostara y no lo tocara. Malfoy negándose a que Harry tuviera sexo con él… ¿Por qué? ¿Había sido tan malo para él la última vez? Porque para Harry, desafortunadamente, había sido el mejor sexo de su vida, ese era el recuerdo que evocaba en la ducha cuando pasaba demasiado tiempo sin acostarse con alguien.
Probablemente era todo por el asunto del lobo. Por eso seguía pensando en Malfoy, en los diferentes escenarios que pudieron ocurrir. Se preguntó qué motivo podría tener Malfoy para querer ligar con él. Se imaginó la entrevista que Malfoy le daría a Semanario de Bruja y sentía que se le erizaba la piel de vergüenza.
—¿Vas a conseguir un trabajo? —preguntó Ginny, cuando se acercó. Harry había tomado la costumbre de tocar el piano en Los Ángeles, y no contestó, simplemente continúo moviendo sus dedos sobre el teclado. Ginny se apoyó contra el piano— ¿O no? o ¿Vas a refunfuñar durante una o dos décadas?
Harry empezó a tocar una pieza de Brahms(8).
—Realmente no entiendo cómo puedes tener tantos prejuicios contra ti mismo cuando nunca te importó un bledo el estatus de sangre de otras personas —dijo Ginny.
—No tengo prejuicios —dijo Harry.
—Estás dando una muy buena impresión de eso —dijo Ginny— Eres como Malfoy en tercer año, ahora.
Los dedos de Harry encontraron a tientas las teclas, pero logró continuar sin interrumpirse.
—No me parezco en nada a Malfoy —dijo, pero ahora todo en lo que podía pensar era en Malfoy inclinado sobre él, lento y gentil en el sofá, rompiendo por completo con todo lo que mostró antes. Dulce y cuidadoso. Y luego la expresión de su rostro cuando terminó; o más precisamente, la falta de expresión. "¿Cuál era su juego?".
—Creo que estás usando todo el asunto del hombre lobo como excusa para dejar a los Aurores —dijo Ginny.
—No he pensado en eso —dijo Harry.
Entonces Ginny pareció darse por vencida con él. Empezó a hablar de la nueva novia de George, y Harry se relajó un poco, incluso dejó de tocar el piano, con el tiempo.
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Cuando Malfoy apareció con su poción para la siguiente dosis semanal de Harry, Harry era un desastre de sentimientos encontrados. Pero el más importante era el dolor, y Malfoy era una cura.
Harry tiró de él adentro por las solapas, cerró la puerta detrás de él, presiono a Malfoy contra la madera y lo besó. Malfoy se puso rígido por un instante, luego le devolvió el beso con la misma avidez, como si él tampoco hubiera podido pensar en otra cosa en toda la semana.
—Te lo debo —dijo Harry. Malfoy frunció el ceño.
—¿Tú…?
Harry cayó de rodillas.
—Oh —dijo Malfoy— Sí. Hazlo.
Pero después, Malfoy le devolvió el favor; Harry se tumbó en las escaleras, Malfoy de rodillas delante de él, y Harry quería tocarlo con tanto fervor que tuvo que agarrarse a la barandilla para controlarse.
Cuando terminó, Malfoy levantó su rostro. Sus ojos estaban fríos.
—No tenías que hacer eso —dijo Harry, aturdido por las réplicas combinadas de placer y alivio del dolor. Sus músculos habían dejado de doler en el momento en que Malfoy lo tocó— Si no querías.
Malfoy limpió su boca con el dorso de la mano y se puso de pie, alisándose la ropa, aunque Harry le parecía perfectamente alisada. Harry se subió los pantalones y trató de recordar si el jersey que llevaba puesto tenía agujeros debajo de la axila.
—Yo quería —dijo Malfoy. "Tal vez era cierto", pensó Harry. Tal vez se sentía culpable por engañar a Adelaida, y por eso su rostro estaba así, tan serio y afligido.
Malfoy buscó en su bolsillo y sacó el frasco de la poción, se la entregó a Harry.
—¿Tuviste algún efecto secundario imprevisto? —preguntó.
—No —dijo Harry— Se sintió igual que en LA. Dinsmore hizo un buen trabajo.
Malfoy se rio.
—Dinsmore no la hizo —dijo.
—¿Él no la hizo?
—Dinsmore apenas puede hacer un somnífero —dijo Malfoy. Harry frunció el ceño.
—Pero es el mejor maestro de Pociones en el Reino Unido. Su tienda era el único lugar que podía hacerla. Pregunté por ahí —dijo. El rostro de Malfoy brilló de felicidad, solo por un momento.
—Yo hago todas las pociones —dijo— Todas las difíciles, de todos modos.
Harry controló el instinto de burlarse de él por jactarse. No estaba seguro de por qué, era típico de Malfoy presumir de las cosas más pequeñas, y eso siempre había irritado a Harry. Pero había algo en la forma en que había contenido su felicidad tan rápidamente que hizo que Harry se sintiera extraño. Incómodo.
—Bueno, buen trabajo —dijo Harry. Malfoy parpadeó y luego dijo:
—Gracias —como si le molestara tener que decirlo. Estaba rondando por la puerta.
—Entonces nos vemos la próxima semana —dijo Harry. Malfoy se pellizcó el puerte de la nariz.
—Dinero, Potter —dijo.
—Oh —dijo Harry, y le entregó el oro. Malfoy tragó mientras lo tomaba.
—Esto es… sórdido —dijo.
—Jesús —dijo Harry— No lo vuelvas raro.
Malfoy rio, sopesando el dinero en su mano. Pareció, por un segundo, como si estuviera a punto de empezar a gritar. Pero se guardó el dinero en el bolsillo y se giró para irse.
—Malfoy —dijo Harry. Malfoy apoyó la frente en la puerta y exhaló.
—Qué.
—Si le dices a alguien sobre esto, lo negaré —dijo Harry.
—¿Por qué? —Malfoy golpeó su cabeza suavemente contra la puerta, una vez— ¿Por qué diablos se lo diría a alguien?
Esa noche, disfrutando de la ausencia de dolor, Harry se dio cuenta de que Malfoy engañando a su novia probablemente era un raro ejemplo de la crueldad de Malfoy a favor de Harry. Tal vez eso disminuía su incentivo para vender a Harry a los periódicos. El contrato de confidencialidad lograba disminuir muy poco la paranoia de Harry. Malfoy era lo suficientemente inteligente como para averiguar cómo romperlo, si decidía que quería hacerlo.
Harry nunca había sido capaz de librarse de la traición, después de Andrew. La sensación de que todos los que se acercaban a él lo utilizarían. Hermione dijo que no se trataba de Andrew en absoluto, sino de Dumbledore. Probablemente tenía razón, Harry no lo sabía. Intentaba no pensar en ello.
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—… ¿Y crees que esto es una adición saludable a tu vida? —preguntó el terapeuta de Draco. Su nombre era Kevin, y con cada sesión que pasaba, Draco estaba más seguro de su idiotez. Como ahora, por ejemplo.
—No —dijo Draco, mirándolo fijamente— Por supuesto que no es saludable. Eso es lo que te estoy diciendo.
—¿Pero tienes la intención de continuar el contacto sexual con Potter? —preguntó Kevin. Era un muggle, no tenía idea de quién era Potter. Draco se había sorprendido cuando pudo hablar de Potter con Kevin, pero supuso que era una cuestión de justicia para los nacidos muggles, que los contratos de atadura de lengua no se aplicarían a terapeutas y sacerdotes.
—Probablemente no querrá hacerlo la próxima vez —dijo Draco— Es una locura que esté… quiero decir, debe estar desesperado por tener un polvo. Es la única…
Kevin esperó hasta que fue evidente que Draco no iba a terminar de decir lo que había dicho.
—¿Es posible que también le gustes a Potter? —preguntó.
—¿También?
—Draco —dijo Kevin, juntando los dedos. Había carteles inspiradores por toda su oficina. Los sueños no funcionan a menos que tú los hagas, El dolor es real… ¡Pero también lo es la esperanza! Draco pasaba una buena parte de sus sesiones odiándolas, a Kevin y al concepto de la terapia en su totalidad.
—¿Qué? —dijo Draco.
—Has hablado mucho de Potter en estas sesiones. Y ahora está de vuelta en tu vida. Creo que podemos aceptar que te gusta.
—Yo… —dijo Draco. Miró el cartel de un perro balanceando una pelota en su nariz. ¡Nadie es el mejor en todo, pero todos son los mejores en algo! Draco frunció el ceño— No hay forma de que ese perro sea el mejor en algo. ¿En todo el mundo? ¿Ese perro? De ninguna manera. Hay payasos profesionales. Van a la escuela de payasos. Ese cartel es ofensivo para los payasos.
—Te estás desviando, Draco —dijo Kevin, quien era malditamente peor.
—Quiero agradarle a él —dijo Draco— Siempre quise agradarle.
—¿Sientes que le gustas cuando hacen actividades sexuales juntos?
—¿Hablas así con tus amigos? —preguntó Draco— "Hola amigos, ¿Acaban de tener actividades sexuales con una chica ardiente?".
Kevin se limitó a observarlo por encima de los dedos.
—No —dijo Draco, hundiéndose en el sofá y tirando ociosamente de la estúpida planta de plástico sobre la mesa auxiliar— No, obviamente no se siente como si le gustara. Se siente como si me despreciara.
—Eso deber ser difícil para ti. Sé que te gusta agradar a los demás —dijo Kevin.
—No te agrado —dijo Draco.
—Por supuesto que me agradas, Draco.
—Maldito robot —dijo Draco, y luego se echó a reír— Disculpa. Paso demasiado tiempo con adolescentes. Lo siento, eso fue grosero.
—Puedes ser grosero conmigo, Draco. No habrá ninguna repercusión si no te portas bien conmigo.
Draco hizo una mueca.
—Lo hare de nuevo. Estar con él. No hay manera de que no lo haga, es todo en lo que pienso. Es tan atractivo, se siente como una enfermedad o algo así, lo que siento por él. Siempre ha sido así. Mierda. Incluso cuando tenía doce años, era así. Y ahora simplemente se ha transformado, cambiado, así que es… —Draco se detuvo— Disculpa. Estoy divagando.
Kevin suspiró.
—No hay divagaciones en la terapia, Draco. Quiero que hables.
—Correcto —dijo Draco— Bien. El punto es que soy una vergüenza, pero el sexo es bueno, así que supongo que aquí es donde estamos, ahora. Si Adelaida se acostara con alguien que la odiara, yo… —se detuvo.
—Tú harías… —dijo Kevin.
—Dejarla hacer lo que quiera porque ella toma sus propias decisiones sobre su cuerpo —dijo Draco con tristeza— Pero lo odiaría —hizo una mueca— Lo odio. Simplemente no tanto como lo que me gusta. Se acabó el tiempo, por cierto. Deberías conseguir un temporizador o algo así, apuesto a que la gente se aprovecha de tu indulgencia todo el tiempo. Probablemente podrías conseguir una mejor oficina si fueras más estricto con ese tipo de cosas.
—Me gusta mi oficina —dijo Kevin, suavemente.
—Oh, sí, por supuesto. Quién no lo haría —dijo Draco.
—Te veo en dos semanas, Draco. Recuerda, puedes llamarme si las cosas con Potter te hacen sentir inadecuado.
Draco se rio.
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Más tarde, volvió a pensar en lo que había hablado en esa sesión y se avergonzó de sí mismo, de su egoísmo. Apenas había mencionado a Adelaida.
Adelaida se había encerrado en su dormitorio, con la música a todo volumen. Había estado cruel y hosca toda la noche. No había hecho su tarea de Transformaciones, y cuando Draco la reprendió, ella solo le dijo:
—Fuiste un buen estudiante, ¿No? ¿Brillante en la magia? ¿Por qué querría ser como tú? Me suicidaría si tuviera tu vida —y Draco había parpadeado un par de veces, como siempre lo hacía cuando ella decía cosas como esa, sintiendo como si algo le hubiera golpeado en la cabeza… y reaccionaria… tratando de no mostrar cuán desmoronado lo había dejado que alguien a quien amaba le dijera las peores cosas sobre sí mismo. Regresó a la lección, ella salió furiosa y cerró la puerta de su dormitorio.
Trató de trabajar en la Teoría de Poción Inorgánica. Un dolor de cabeza surgía en la parte posterior de su cabeza. Nunca había tenido dolores de cabeza antes de ese día que se había acostado con Potter y Tertius lo había castigado por llegar tarde a casa. Ignoró el latido que parecía extenderse desde la coronilla de su cabeza y continúo trabajando en su fórmula de poción para el dolor. Todas las opciones en el mercado causaban aturdimiento o dependencia, o ambas cosas, por lo que no podía usarlas. Estaba tratando de encontrar alguna manera de hacer una poción para el dolor que realmente no tuviera efectos secundarios.
Era lo que Adelaida llamaba su arte. Diseñaba pociones para ella todo el tiempo, como tintes para el cabello y sombras de ojos que nunca se corrían. Le hacía un perfume todos los años para su cumpleaños, aunque en realidad no eran pociones. Adelaida solo quería sus creaciones cosméticas, que no eran sus favoritas, pero habían mejorado su técnica. Le habían dado un enfoque en la belleza, una comprensión de cómo hacer una poción elegante en su composición; Impecable. Si tan solo pudiera encontrar alguna manera de transferir esa claridad al elixir del dolor… si tan solo su cabeza dejara de latir fuertemente, como si Tertius todavía estuviera allí, aplastándolo contra una pared, para siempre…
La puerta de Adelaida se abrió y ella salió pavoneándose. Llevaba medias de rejilla negras rasgadas y tacones altísimos y el vestido más pequeño que Draco había visto en su vida.
—Voy a salir —dijo.
—No lo harás. Es miércoles —dijo Draco.
—No puedes detenerme, no eres mi novio —dijo. Su discurso fue arrastrado.
—Sí, puedo, y, por cierto, eso no es para lo que es un novio —dijo Draco.
Se acercó sigilosamente a la mesa y se apoyó contra ella, sentándose en su cuaderno, sus muslos expuestos. Ella pasó un dedo por su pecho. Él agarro su mano y la empujó lejos.
—Estás borracha —dijo.
—Y tú estás caliente —dijo ella. Draco acercó su silla, se levantó y fue a pararse junto al mostrador. Adelaida inclinó la cabeza— ¿Qué? Me llamaste hermosa el otro día. Yo sé que me quieres.
—Adelaida. No. Por favor, no hagas esto —dijo Draco.
—Estoy borracha, estás solo. ¿Cuál es el problema?
Draco no había llorado desde sexto año. Se sorprendió al encontrar lágrimas ardiendo agudamente en sus ojos.
—Dijiste que me querías —dijo Adelaida.
—Eso no es lo que quise decir —dijo Draco— Sabes que eso no es lo que quise decir. ¿Verdad? Por favor, dime que lo sabes —le dolía mucho la cabeza. Deseaba que hubiera un adulto en la habitación al que pudiera acudir. Su madre habría sabido qué hacer. Deseaba que hubiera alguien, quien sea en absoluto, a quien pudiera llamar, no por Adelaida por una vez, sino por sí mismo. Por lo horrible que era estarle fallado completamente.
Adelaida no se dio cuenta de que algo andaba mal. Tropezó con los talones cuando se acercó a él y él la atrapó.
—Siéntate —dijo, y la empujó a una silla— Te hare de comer.
—Eres un mal cocinero —dijo, y se dejó caer sobre la mesa. Cantó mientras Draco hacía pasta al pesto. Mientras el agua hervía, apoyó la cabeza contra el armario de la cocina y respiro a pesar del dolor. Estaba empeorando, estaba empezando a sentir náuseas.
—Engordare —dijo ella, cuando él se lo dio.
—¿Sí? Lo mismo ocurre con el whisky —dijo Draco.
—Pero es mucho más divertido —dijo, con una sonrisa llena de dientes.
—No para mí.
—Estás enojado —dijo ella, con la boca llena de pasta.
—No —dijo Draco.
—Nunca golpeas, no importa cuán enojado estés —dijo.
Draco presionó su mano en la parte posterior de su cabeza. A veces se sentía como si al iniciar con violencia el dolor también pudiera terminarla de la misma manera. Fantaseaba con abrirse la cabeza contra el pavimento de cemento de su departamento, lo bien que se sentiría y cómo le quitaría el dolor.
—Come —dijo Draco.
—Eres la única persona en la que he confiado —dijo Adelaida— ¿Lo sabías?
—No —dijo Draco— Eso me entristece.
—Odio ponerte triste —dijo Adelaida. Dejó el tenedor y eructó un poco— Discúlpame. ¿Te arrepientes de haberme llevado?
—Nunca —dijo Draco— Ni una sola vez.
—¿Por qué no quieres follarme? ¿No crees que soy bonita?
Draco puso su cara entre sus manos y tembló, simplemente tembló. Adelaida continúo hablando.
—Creo que el cabello verde me quedará bien, pero Fiona dice que hará que mi piel luzca manchada. ¿Qué querías ser cuando tenías mi edad? Creo que me gustaría tener un restaurante. Quizás. O ser veterinaria. ¿Podemos tener un perro? ¿Draco? ¿Podemos?
—No —dijo Draco. Era difícil hablar.
—Buu —dijo Adelaida— Eres tan aburrido todo el tiempo.
La luz le lastimó los ojos.
—Ojalá no bebieras —dijo.
—Tú bebes —dijo ella.
Draco trató de negar con la cabeza, pero no pudo. Se levantó.
—Vamos. Vamos a llevarte a la cama —dijo.
—Está bien —dijo ella, obediente como una niña, y lo siguió a su dormitorio. Lo había hecho mil veces, le había quitado los zapatos, las pulseras y el arete puntiagudo, pero en ese momento tenía miedo de tocarla.
—Quítate los zapatos —dijo.
—¿Amaste a Tertius? Yo lo amaba —dijo, sentándose en la cama y extendiendo una pierna expectante.
—No lo sé —dijo Draco, y desabrochó la correa. Ella extendió su otra pierna.
—Te amo —dijo ella— Pero diferente.
Draco desabrochó la otra correa. Le quitó los zapatos y la metió a la cama, bostezando.
—Como a un hermano, tal vez —dijo.
Draco contuvo el aliento.
—Me gustaría eso —dijo. Ella no respondió. Se había quedado dormida.
Draco tomó un poco de Poción Pimentónica y dos pastillas de paracetamol, se acomodó en la silla al lado de su cama para cuidarla en caso de que estuviera enferma en la noche.
«—D&H—»
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«—H&D—»
Ella le envió un mensaje de texto al día siguiente mientras él estaba en el trabajo.
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«D—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—H»
AL: Estoy tan avergonzada
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Draco pensó por mucho tiempo antes de responder.
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DM: ¿sobre qué?
AL: jajaja
AL: gracias
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Le dio los toques finales a la poción de Potter antes de revisar su teléfono nuevamente.
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AL: Lo siento. Te quiero mucho y entiendo si mi comportamiento Te. Hace. Querer. Devolverme.
DM: También te amo.
DM: aunque no puedo devolverte
DM: Creo que vas a ser rica y tengo la esperanza de que me compres una casa en agradecimiento
DM: también, estás castigada
AL: espera que
AL: enserio
DM: Si
AL: ¡es la fiesta de Fiona este fin de semana!
DM: tuviste tu fiesta anoche
DM: no te asustes, haremos fondue y veremos esa estúpida película
«H—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—D»
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Ella no respondió. Probablemente le mostraría la espalda el resto de la semana. A veces, Draco fantaseaba con Adelaida, de veintidós años, disculpándose por ser una adolescente difícil, pero luego pensó en la culpa que sentiría si recordaba todo, y esperaba que no lo hiciera.
«—D&H—»
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«—H&D—»
Fue al baño antes de ir a casa de Potter y se miró en el espejo. Lucia como una mierda. Lanzó un glamour en las bolsas debajo de sus ojos, en su mano torcida, pero estaba demasiado cansado para hacerlo bien, y todo se veía raro, como si estuviera usando un maquillaje pastel y un guante color carne. Se quitó los glamour. Trató de arreglarse el cabello. No estaba quedando bien. Potter abriría la puerta luciendo sensual sin esfuerzo en ese «"¿Oh esto? Acabo de encontrarlo en el suelo"», más o menos. Draco se vistió decentemente, pero había manera de que pudiera fingir que no lo estaba intentando. Lo que hacía que días como hoy, cuando se veía como una mierda a pesar de todos sus esfuerzos, fueran aún más deprimentes.
Sin embargo, Potter no pareció darse cuenta. Estaba sobre él casi antes de que Draco hubiera entrado por la puerta, con las manos por todo el cuerpo de Draco, el aliento caliente contra el cuello de Draco.
Tertius había odiado cuando Draco se estremecía. Siempre hacía que su ira fuera más violenta, así que tanto Draco como Adelaida habían aprendido a no hacerlo, a quedarse muy quietos cuando estaban asustados y a recibir los golpes.
"Es sólo Potter", se recordó Draco. Obligó a sus músculos a relajarse.
—Espera, detente —dijo. Potter se apartó al instante, con los ojos muy abiertos. "¿Ves? Sólo Potter", pensó Draco.
—¿Qué? —dijo Potter. Parecía tenso, como si estuviera a punto de empezar a golpear algo. Pero Draco sabía que no lo haría.
—Escucha, ¿Podemos hacer lo transaccional primero? Es una mierda, la forma en que lo hemos estado haciendo —dijo Draco.
—Lo… oh —dijo Potter— Sí —se palpó los pantalones y maldijo— Por aquí —dijo, y condujo a Draco a la sala de estar.
Se movía de manera extraña. Demasiado inquieto, como un tigre enjaulado. Seguía pasándose los dedos por el cabello mientras buscaba el dinero en un escritorio junto a la ventana.
—Estás con dolor —se dio cuenta Draco.
Potter miró hacia arriba.
—¿Qué?
Draco estaba revisando la lectura que había hecho en su cabeza, las cosas que había aprendido sobre los hombres lobo desde que descubrió que Potter había sido mordido. Y luego se le ocurrió.
—Es por eso que me quieres —dijo.
—Aquí está tu dinero —dijo Potter, arrojándole la bolsa de monedas y extendiendo su mano para la poción. Pero el cerebro de Draco estaba encendido.
—No, espera, creo que puedo… —Draco caminó hacia la ventana y de regresó— Es la conexión.
—¿De qué estás hablando?
—Puedo ajustar la poción —dijo Draco— Para lidiar con el dolor.
Potter se movió sobre sus pies. Su rostro era firme, serio y decidido.
—¿Podemos hablar después?
—Oh —dijo Draco— De acuerdo. Sí.
Eso explicaba muchas cosas: Potter deseándolo, la desesperación de Potter. Draco había leído acerca de cómo el sexo ayudaba con ciertos efectos secundarios de los hombres lobo, pero no había sumado dos y dos.
Terminaron en el suelo, junto al fuego. Draco aún estaba delicado por una noche de dolor de cabeza, así que con su mano izquierda. Era torpe. Potter pasó por encima de Draco para quedar del otro lado.
—Allí, puedes usar la derecha —dijo.
—Ah, no, es… mi mano derecha está un poco arruinada —dijo Draco, por lo que Potter retrocedió.
Después de que ambos se corrieron, Potter yacía con los brazos y piernas extendidos sobre la alfombra de la chimenea, jadeando.
—¿De qué estabas hablando antes? —preguntó, finalmente. Draco se había vestido y estaba sentado con las rodillas contra el pecho, apoyado en el sofá. Estaba perdido en su cabeza, calculando cómo cambiar la fórmula de la poción para incluir un elemento analgésico, pero tendría que incluir el comportamiento calmante de la manada…
—Te traeré una poción nueva esta noche —dijo Draco— Entonces podrás agregar el cabello de Granger o Weasley, y debería curar el dolor.
Potter se sentó.
—Nunca he tenido sexo con ellos —dijo. Draco puso los ojos en blanco.
—Saca tu mente del drenaje. No tiene nada que ver con el sexo. Es la conexión. ¿No has notado que te sientes mejor después de que te tocan?
Potter se quedó mirando la chimenea cenicienta.
—Eh —dijo.
—¿Nunca te diste cuenta, en dos años?
Potter lo miró.
—Estaba en Los Ángeles.
—Oh —dijo Draco— Eso tiene sentido, en realidad. ¿Supongo que no tenías una gran comunidad allí?
Potter apretó la mandíbula, como si pensara que se trataba de una pregunta capciosa, y luego negó con la cabeza.
—Correcto —dijo Draco— Es una cosa de lobos. Necesitas tu manada.
—¿Mi manada? Vete a la mierda.
—Lo haré, de hecho —dijo Draco, poniéndose de pie. Entonces se acordó de Adelaida— Mierda. Dame un segundo…
Él le envió un mensaje de texto.
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«D—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—H»
DM: ¿Qué harás esta noche?
AL: quedarme en la escuela
AL: Club de cocina
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Draco miró su teléfono.
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DM: ¿Te uniste al club escolar?
AL: club de cocina
DM: wow ok
AL: Por eso no te cuento las cosas
«H—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—D»
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—Eh, ¿Malfoy? ¿Qué está pasando?
Draco miró hacia arriba.
—Disculpa. Lo siento. Estaba viendo si Adelaida se daría cuenta si yo… —el rostro de Potter se volvió frío y cruel. Draco se apresuró— Pero ella está ocupada, de todos modos, así que está bien.
—Bien, ¿Ah sí? —dijo Potter.
Draco lo miró desesperanzado. "¿Se suponía que debía estar con Adelaida el cien por ciento del tiempo si no estaba en la escuela?", Tal vez sí. Tal vez eso es lo que haría un buen padre. Se preguntó si Potter le enviaría informes sobre la crianza de Draco a su trabajador social.
—Bien. Regresaré en unas pocas horas —dijo Draco.
—Como sea —dijo Potter.
«—D&H—»
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«—H&D—»
De vuelta en la tienda de Dinsmore, Draco revisó su trabajo privado, tratando de separar las partes de su ecuación analgésica que funcionarían en la nueva poción para hombres lobo sin contrarrestar ninguno de los ingredientes activos. Su cabeza estaba nublada por la falta de sueño, así que tomó una dosis triple de Pimentónica y revisó su trabajo cinco veces. Pero finalmente, estaba seguro de que lo había descifrado. Solo tomo una hora agregar los pasos al lote de esa semana. A las 8 de la noche ya estaba lista.
«—D&H—»
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«—H&D—»
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«D—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—H»
DM: ¿todavía estas en la escuela?
AL: si
AL: El club es hasta las 10.
DM: mmm…
DM: eso es extrañamente tarde
AL: ¡estamos haciendo un soufflé!
DM: ah está bien
DM: Volveré para entonces, así que te veré más tarde
AL: si si
«H—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—D»
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Potter abrió la Puerta, tiró de él hacia adentro y lo besó.
—Jesús —dijo Draco, separándose— ¿El dolor regresa tan rápido?
Potter parecía confundido.
—Cristo —dijo Draco— Solo espera hasta que tengas sexo con alguien que realmente te importe. Debería durar horas, entonces. Días, incluso.
Potter frunció el ceño, luciendo como si no hubiera entendido ninguna palabra de lo que Draco había dicho.
—¿Días… si es con alguien que me importa? —preguntó.
—Eso es lo que dije —dijo Draco, acercándose a Potter y besándolo. Claramente, Potter no sería capaz de concentrarse hasta que se corriera.
Y esa fue una muy buena excusa para que Draco lo besara. Pasó sus manos por el cabello negro de Potter, se apretó contra él y suspiró en su boca. Potter se puso de pie, firme e inflexible, y dejó que Draco lo desvistiera, pero luego su paciencia pareció agotarse. Levantó a Draco para que tuviera que envolver sus piernas alrededor de las caderas de Potter, y llevó a Draco a la sala de estar.
«—D&H—»
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«—H&D—»
Después, se sentaron en el sofá, con la cabeza inclinada hacia atrás, mirando al techo. Potter ladeó la cabeza para mirarlo.
—¿De verdad crees que has descubierto cómo lograr que desaparezca el dolor?
Draco asintió.
—Toma —dijo, y le entregó el vial a Potter— Como dije, solo un cabello debería hacerlo funcionar. Elije a Granger o Weasley, y luego intenta con el otro la siguiente vez, ve cuál funciona mejor. Y debes intentar incorporar tiempo de contacto físico con ellos, mejorará tus síntomas.
Potter tomó el vial y lo hizo rodar entre sus dedos.
—¿Cómo sabes todo esto? Leí todos los libros y no había nada sobre… manadas.
—Está en las guías de pociones de California —dijo Draco— Investigué, después de que supe de ti.
Potter parecía como si no supiera qué hacer con eso. Su mirada se posó en la mano derecha destrozada de Draco. Extendió la mano lentamente y toco su muñeca, levantó su brazo y Draco lo dejó. Potter levantó la mano de Draco para que quedara enmarcada contra los dedos ligeros y torcidos que sobresalían en ángulos extraños.
Potter silbó.
—Está arruinada —dijo— ¿Qué sucedió?
—Tertius —dijo Draco brevemente.
Potter se quedó muy quieto, frunciendo el ceño lentamente entre sus cejas.
—¿Él…?
—Sí. Tenía mal temperamento —dijo Draco.
Potter le lanzó una mirada que Draco pensó que era desprecio o confusión, no podía estar seguro. Luego regresó su atención a la mano de Draco, moviéndola, y los dedos de Draco crujieron desagradablemente con cada movimiento.
—¿Duele? —preguntó Potter.
—Un poco —dijo Draco.
—Lo siento —dijo Potter, soltándolo inmediatamente.
—No, solo… quise decir, no siempre. No me estabas lastimando —dijo Draco. Había sentido, mientras Potter observaba su mano, que estaba a punto de emitir algún tipo de juicio, y Draco deseaba desesperadamente saber el veredicto. Pero Potter no volvió a tocarlo. Todavía tenía esa expresión confundida o desdeñosa.
—Yo… —dijo. Sus ojos se posaron en los de Draco y volvieron a la chimenea— Así que…
—No es gran cosa —dijo Draco, buscando en el rostro de Potter alguna pista de lo que estaba pasando por su cabeza— No… seas raro al respecto.
Potter contorsionó su rostro en un horrible y falsa sonrisa, sin dejar de mirar hacia la chimenea.
—De verdad sabes cómo elegir a tus jefes —dijo.
Draco lo miró fijamente, pero Potter no levantó la vista. «"… ¡Elegir…!"», "¿Potter creía que había sopesado dos opciones, una en la que su cuerpo servía como desahogo para la ira de hombres más poderosos y otra en la que Draco llevaba una vida agradable y normal, y Draco había elegido la primera opción?".
Cuando Draco terminó en el infierno, y Potter terminó en el otro lugar… Draco realmente no había conocido nada mucho más allá del infierno, en lo que respecta a la religión muggle… ¿Pensaría Potter que Draco también había elegido eso? ¿Qué era eso lo que había elegido?
Aunque, tal vez eso fuera lo que había hecho, a los dieciséis años, cuando tomó la Marca.
Recordó un ensayo con el que había ayudado a Adelaida en su clase de francés, sobre un filósofo llamado Sartre, que hablaba de la libertad absoluta y la responsabilidad absoluta. Draco se quedó mirando su mano deformada y sintió todo el peso de sus elecciones, a lo que lo habían llevado. Tal vez eso era lo que Potter quería decir.
Potter lo empujó. Draco miró hacia arriba. Todo se sentía muy liviano y lejano, como si estuviera bajo el agua.
—¿Malfoy? —dijo Potter, y parecía preocupado— Simplemente te distrajiste.
—Debería irme —dijo Draco.
Potter lo siguió hasta la puerta. Todavía tenía esa expresión preocupada, y puso su mano en la muñeca de Draco cuando alcanzó la perilla.
—Draco —dijo.
Draco no podía mirarlo.
—No fue algo que yo elegí —dijo Draco, aunque no había querido decir nada.
—Lo sé. Lo siento, no sé por qué dije eso.
Draco estaba respondiendo antes de que pudiera detenerse. Las palabras temerosas y desconcertadas brotaron de él, sin pensarlas.
—¿Crees… crees que quería algo de eso? Merecerlo, tal vez, no sé, probablemente, pero ¿Quererlo? ¿Crees que elegí que Tertius aplastara mi mano con la bisagra de una puerta porque derramé crema de champiñones en el suelo?
Potter estaba sacudiendo la cabeza, una y otra vez. Tomó el rostro de Draco entre sus manos, tan suavemente, y pasó los pulgares por las mejillas de Draco.
—No —dijo— Escucha, solo entré en pánico, tenía… No tenía idea de que Tertius te estaba haciendo eso, si lo hubiera sabido, no habría…
—Estoy seguro de qué si hubieras sido tú, habrías logrado salir de eso, de alguna manera, estoy seguro de que habrías tomado mejores decisiones, pero no creí… que hubiera otras opciones, pensé que no había otra opción —dijo Draco.
—Hey, hey —dijo Potter, apoyando su frente en la mejilla de Draco— No, por supuesto que no hubiera podido, lamentó mucho haber dicho eso, solo estaba sorprendido. Nunca note lo de tu mano antes. Me tomó por sorpresa.
—Usualmente le aplicó un glamour —dijo Draco, su voz saliendo en fragmentos ligeramente entrecortados— Estoy demasiado cansado por hoy.
—Draco —dijo Potter, empujando su nariz contra la de Draco, y luego se sumergió para darle un beso lento. Draco hizo un ruido agudo con la garganta y Potter apartó la boca y apoyó la frente contra la de Draco. Sus manos estaban ahora en el cuello de Draco— Lo siento —dijo.
—Traté de escapar —dijo Draco— Lo estaba intentando, ¿Por qué crees que estaba tan feliz de verte ese día?
—¿Qué…? —dijo Potter.
—Debería irme —dijo Draco— Adelaida estará pronto en casa.
Potter cerró los ojos con fuerza.
—Joder —murmuró. Se inclinó hacia adelante y besó a Draco de nuevo, incluso más desesperadamente que antes, luego se alejó— Lo siento —dijo. Draco no estaba seguro de por qué se estaba disculpando.
—Avísame si la poción funciona —dijo Draco.
—Sí, lo hare —dijo Potter. Sus ojos se posaron en la mano de Draco de nuevo— Lo haré.
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...CONTINUARÁ…
Glosario:
1: Johannes Brahms: Fue un compositor, pianista y director de orquesta alemán del romanticismo, considerado el más clásico de los compositores de dicho periodo.
Gracias a quienes leen esta traducción, dejan reviews y a los lectores fantasmas si es que hay.
