Traducción: DESOLACIÓN JUVENIL de GallaPlacidia

Traducido por Sora Tapia


Resumen: Draco nunca pensó que terminaría como el único tutor de una adolescente con problemas. Harry nunca pensó que terminaría siendo un hombre lobo. Tener veintidós años es difícil.

ADVERTENCIAS: SLASH, Harry Potter Epilogue What Epilogue|EWE, Post-Hogwarts, Angst, Angst with a Happy Ending, Implied/Referenced Child Sexual Abuse, Werewolf Harry Potter, Down and Out Draco Malfoy, Fear of Hell, Veritaserum, H/D Erised 2020, Hurt/Comfort, Domestic Abuse (Not Between Drarry!), Mild Church Of Englad Conversion, Alcoholism Of An Original Character, Look I know the tags are scary but I promise it's not as dark as you're thinking, seriously it's actually quite uplifting by the end, Harry Potter plays the piano freakishly well, potions master Draco, Feminist Draco, A decent amount of teenage girl angst, prolonged and continual jokes about the 2000 classic film Coyote Ugly.

RELACIÓN HOMOSEXUAL, El Epílogo de Harry Potter No Existe, Post-Hogwarts, Angustia, Angustia con Final Feliz, Implícito/Referenciado Abuso Se_xu_al In_fan_til, Harry Potter|Hombre Lobo, Draco Malfoy prisionero y libre, Miedo al infierno, Veritaserum, Traducción de un fanfic del H/D Erised 2020, Dolor/Confort, Abuso Doméstico (¡No entre el Drarry!), Conversión leve por la Iglesia Anglicana, Alcoholismo de un Personaje Original, Sé que las etiquetas dan miedo pero te prometo que no es tan oscuro como se ve, en serio, en realidad es más reflexiva al final, Harry Potter toca el piano increíblemente bien, Draco Maestro de Pociones, Draco feminista, Una cantidad decente de Angustia adolescente, Bromas constantes sobre la película clásica del 2000 Coyote Ugly.

IMPORTANTE: La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia "TEENAGE WASTELAND". Quien ha eliminado su cuenta en la plataforma AO3, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.

Nota de GallaPlacidia en la versión original:

A Whileatwiltshire: Tus sugerencias fueron muy divertidas. Me encantó que me dieras la libertad de abusar del hurt/comfort, al mismo tiempo que me dabas muchos pequeños detalles con los que trabajar: una amistad entre Draco y Pansy, un Draco que hace perfumes y, lo que es más importante, un Draco y Harry que siempre parecen buscarse el uno al otro. ¡Espero que disfrutes leyéndolo tanto como yo escribiéndolo!

¡Muchas gracias a Aideomai, Alexmeg, Feelsforbreakfast y Tepre por betear esto! También muchas gracias a los moderadores por organizar este gran festival. ¡Black Live Matters! ¡Derechos-Trans! ¡Feliz Navidad/Invierno!

Notas de la Traductora:

Nombre de usuario en podbean & newsletter de Gallaplacidia: gallapod.

En mi perfil de AO3 (Usuario: Sora_Tapia) podrán encontrar el enlace para descargar los fanfics de GallaPlacidia en su versión en inglés (descargados de AO3) en varios formatos, así como Podfics que GallaPlacidia hizo.


DISCLAIMER:

El universo mágico de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling, sin ánimo de lucro.

La Portada utilizada en esta historia es una edición hecha por mí, utilizando una variedad de imágenes de internet. Pueden ver la portada en mi Tumblr: soratapia/738647837508829184/teenage-wasteland-de-gallaplacidia?source=share (solo agreguen lo anterior en su buscador).

Toda la historia publicada no me pertenece solamente hice la traducción y la correspondiente edición.

LA UTILIZACIÓN DE CUALQUIER IMAGEN ES CON EL PERMISO DEL ARTISTA Y SIN FINES DE LUCRO.


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CAPÍTULO 7

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La cena con Draco, Ron y Hermione fue exactamente tan incómoda como Harry había pensado que sería. Draco apareció en Grimmauld Place con dos ramos de flores y dos botellas de vino.

—¿Cuál crees que preferiría Granger? —preguntó— Ah… eso es otra cosa, ¿Debería empezar a llamarla Hermione, de repente? ¿Desarrollar algún apodo encantador? ¿Cómo crees que reaccionaria con Minnie?

—Muy mal —dijo Harry— No tenías que traer flores.

Draco parecía horrorizado.

—¿Es pretencioso?

—¿Qué? No —dijo Harry— Ella los amará. La próxima vez, tráele a Ron un whisky de fuego, te amará por siempre. Por alguna razón, no se atreve a comprárselo el mismo, es como si todavía pensara que tiene quince años.

Draco asintió con determinación.

—Iré a comprar algunos ahora —dijo.

—Draco. Deja de estar loco.

Draco se llevó las manos a los ojos.

—Lo siento —dijo.

—Les he hablado mucho sobre ti —dijo Harry— No esperan que te comportes en absoluto como "Mi padre se enterará de esto".

—Está muerto —dijo Draco, a través de sus manos.

—De acuerdo. Necesitas un trago —dijo Harry.

—Estoy bien. Creo que tal vez necesito poner mi cabeza en un balde de agua helada.

Harry ser rio, pero Draco resultó ser bastante serio. Llenó un tazón con hielo y agua y le dijo a Harry que lo cronometrara.

—Esto es… —dijo Harry.

—No, es algo serio —dijo Draco— Mi terapeuta idiota, Kevin, me lo contó. Ha sido probado por todo tipo de científicos.

—¿Para hacer qué?

—Creo que te hace pensar que te estás muriendo, y luego, eh, luego te sientes mejor. Es… ciencia —dijo la palabra ciencia de la forma en que un niño diría la palabra magia.

—Lo que necesites —dijo Harry, encantado.

Y, de hecho, Draco parecía más tranquilo cuando salió, castañeando los dientes, por el agua helada. Se secó la cara con un paño de cocina y le sonrió sombríamente a Harry.

—Está bien —dijo— Estoy listo.

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Ron extendió una mano para estrecharla en el momento en que cruzaron el flu. Draco la tomó con la seriedad de un general que dirige a su ejército a la batalla, luego le entregó la botella de vino.

—Y estas son para ti —dijo, pasándole las flores a Hermione.

—¡Oh, son encantadoras!

Draco se movió sobre sus pies.

—¿Cómo quieres que te llame? —preguntó— No estaba seguro de qué era lo mejor.

—Hermione está bien —dijo Hermione, una pequeña arruga apareció entre sus cejas. Draco asintió con seriedad y se giró hacia Ron.

—¿Ron? —dijo Ron, no sonando muy seguro al respecto.

—Ron —dijo Draco, como un rey otorgando un título.

Draco trató de ayudar en la cocina, pero era más torpe de lo normal y seguía tirando cosas con la mano derecha. Finalmente, Hermione le tocó suavemente en el hombro y le dijo:

—Siéntate, ¿Quieres?

Y Draco se fue, luciendo como un perro regañado. Harry se sentó a su lado.

—Está bien —le susurró Harry. Draco le sonrió bastante triste.

La conversación en la mesa durante la cena fue forzada en trozos. Estaba bien cuando Harry hablaba con Ron y Hermione sobre cosas de Ron y Hermione, y estaba bien cuando Harry hablaba con Draco sobre cosas de Draco, pero cualquier intento de una conversación que los incluyera a los cuatro a la vez era un fracaso monumental.

Draco se puso de pie de un salto en el momento en que Hermione dejó el tenedor y comenzó a limpiar la mesa. Calculó mal, por supuesto, y agarró el plato de Harry con la mano equivocada, dejándolo caer al suelo, donde se hizo añicos. Draco se quedó quieto como una piedra, mirando el desorden con lo que Harry reconoció como miedo.

Hermione agitó su varita y el desorden desapareció.

—Nunca pensé que diría esto, pero necesitas un elfo doméstico, Draco —dijo ella. Harry se levantó y pasó un brazo alrededor de Draco. Estaba temblando.

—Ven, siéntate —le dijo al oído de Draco, y Draco hizo lo que le dijo.

—Lo siento —murmuró, luego hizo una mueca. Harry lo conocía lo suficientemente bien para entender por qué: Draco no se había disculpado por nada importante y odiaba que esa fuera la forma en que la palabra apareció por primera vez.

Aunque Ron y Hermione estaban haciendo un gran esfuerzo por ser amistosos, no fue hasta que Ron trató de hablar sobre Adelaida durante el postre que ninguno de sus intentos dio en el blanco.

—¿Cómo está esa chica que cuidas? —preguntó Ron— Adelaida, ¿Verdad?

Draco se iluminó.

—Oh, ella está… bueno, ella está pasando por un momento difícil, ahora mismo, pero estará bien. Solo tiene dieciséis años, ya sabes, y está cometiendo todo tipo de errores de los que se arrepentirá más tarde, pero una vez que sabes cómo llegó a ellos, no puedes evitar entenderlo.

—Ella está en rehabilitación, ¿No es así? —preguntó Hermione. Draco frunció el ceño a Harry.

—No deberías decirle a la gente —dijo— A ella no le gustaría —luego miró a Ron y Hermione, más tranquilo que antes— Ella piensa que es su problema, no el mío. Ella no se da cuenta de que su problema es el mío.

—Lo siento —dijo Harry— Tienes razón, no debí haberlo dicho, no lo pensé.

—Está bien. Solo… —habló con Ron y Hermione— Si alguna vez la conocen, podrían no mencionar el tema hasta que ella lo haga.

—Por supuesto —dijo Hermione— Parece que son muy cercanos.

—Oh, bueno, es difícil estar realmente cerca de un adolescente —dijo— Pero lo intentó —el pauso— ¿A ustedes dos les agradan los niños?

—Una vez que pueden hablar —dijo Hermione.

—Solo me gustan hasta que pueden hablar —dijo Ron— Después de eso, son un verdadero dolor, por lo que puedo ver.

—Qué bien emparejados están —dijo Draco— Me pregunto, bueno, si hubiera tenido a Adelaida desde el principio, cuán diferente sería. Tal vez no totalmente. No estoy seguro de que sea alguien a quien se pueda influenciar. Ella es demasiado ella misma.

—Creo que has tenido un gran impacto en ella —dijo Harry, entonces, a Ron y Hermione— Draco la adoptó cuando solo tenía diecinueve años.

—Yo no la adopté —dijo Draco rápidamente— Y fue, ya sabes, ha sido un gran desastre. Creo que casi cualquier otra persona habría hecho un mejor trabajo. Pero ella es… —se quedó quietó, mirando el vacío con una sonrisa tranquila— Ella es simplemente buena, de verdad —volvió bruscamente a su expresión habitual, ligeramente preocupada— Lo siento, me vuelvo muy tedioso cuando hablo de ella.

Pasaron a otros temas y Draco se hundió en un silencio pensativo. Manejaba mal su cuchara. Por lo general, comía muy bien, pero sus nervios parecían haber afectado su capacidad para contrarrestar la rigidez en sus dedos.

No dijo nada más hasta mucho después de que todos terminaron de comer.

—… Intenté llevar a Ron a una iglesia una vez, pero se quejó todo el tiempo —dijo Hermione. Draco se levantó de un salto.

—¿Una iglesia? ¿Por qué ustedes dos necesitarían ir allí? —preguntó.

La expresión abierta de Hermione se atenuó ligeramente.

—Estábamos haciendo turismo. ¿Por qué, es eso tan sorprendente?

—Pero… —dijo Draco. Podía ver claramente que había dado un paso en falso, que Hermione pensó que estaba a punto de insultarla— … pero ¿No son las iglesias adónde van los muggles para pensar en cómo será el infierno?

Hermione estaba más delicada de lo que estaría si no hubiera bebido dos copas de vino.

—¿Crees que todos los muggles se irán al infierno?

—No —dijo Draco— En absoluto, simplemente no entiendo por qué tendrías que ir.

—¿Has estado alguna vez en una iglesia, Draco? —preguntó Hermione.

—Sí —dijo Draco— Hay una cerca de mi departamento, voy a veces.

Él no pareció darse cuenta de lo que acababa de confesar, pero Hermione sí.

—Oh —dijo ella, sus ojos se suavizaron con lástima— Bueno, no soy religiosa, pero no se trata solo del infierno. De hecho, creo que se trata principalmente del cielo y de Dios.

Draco asintió como si entendiera.

—Sí, creo que Dante habla un poco de eso —dijo.

—Los muggles son raros —dijo Ron— ¿No es el infierno solo un pozo de fuego al que les dicen a los niños que irán si son malos?

—Condenación eterna —dijo Draco. Tenía una mirada horrible en su rostro, como si pudiera ver de lo que estaba hablando, como si supiera— Siempre me imagino la Sala de los Menesteres.

Pasó un largo y horrible silencio. Harry presionó su pierna contra la de Draco debajo de la mesa, pero Draco no pareció darse cuenta.

—¿Qué harás este domingo? —preguntó Hermione.

Draco parpadeo, regresando a tierra.

—¿Teníamos algún plan, Harry?

—En ese caso, Draco, me gustaría llevarte a un servicio de la iglesia. Creo que lo encontrarás interesante —dijo Hermione.

—Lo que quieras —dijo Draco— Estoy seguro de que tienes razón.

Ron estrechó la mano de Draco nuevamente al final de la noche, pero Hermione lo besó en la mejilla.

—Nos vemos el domingo —dijo.

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En la cama esa noche, Draco estaba maníaco, febril.

—Hey —dijo Harry, tratando de detenerlo— Hey, estuviste genial esta noche. Realmente lo aprecio.

—Rompí un plato —dijo Draco.

—Estuviste perfecto —dijo Harry— Les agradaste. Lo prometo.

Pero Draco solo negó con la cabeza.

—Soy tan malditamente torpe —dijo— Tertius siempre decía…

—Eres perfecto —dijo Harry— Yo… eres perfecto para mí.

—Haaa —dijo Draco, temblando levemente.

—Draco… ¿Alguna vez… hablaste con alguien? ¿Sobre Tertius?

Draco asintió. Su frente estaba brillante por el sudor.

—Con mi terapeuta idiota, Kevin —hizo una mueca— Fue todo de lo que hablamos durante el primer año. Fue malditamente horrible. Supuse que había mejorado. Normalmente soy mejor que esto. Estoy bien, en realidad.

Pero dio vueltas y más vueltas, y finalmente Harry los sacó a ambos fuera de la cama. Fueron a la sala de estar, y Draco se acostó en la alfombra de la chimenea y Harry tocó las Variaciones(1) Goldberg de Bach(2) hasta que Draco se quedó dormido, allí mismo, en el suelo.

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Draco dejó a Harry en la cama el domingo por la mañana y fue a reunirse con Hermione en una catedral en el centro de Londres. Nunca había estado dentro.

—Siglo trece —dijo Hermione, mientras caminaban a través de los arcos de piedra tallada. Hermione mantuvo un flujo constante de datos mientras se dirigían a un banco, por lo que Draco estaba agradecido, porque su corazón latía con demasiada fuerza y le habría resultado imposible comportarse con normalidad. No sospechaba que Hermione pudiera romper la estrecha asociación que había construido entre las iglesias y el terror, sin importar cuánto supiera sobre técnicas de construcción medieval.

El servicio comenzó. Draco no entendió la mayor parte, pero le gustaba el olor de las velas y la piedra. Se preguntó si podría encontrar alguna manera de captar ese perfume mezclado, atraparlo en aceite y dárselo a Adelaida: una catedral, solo para ella.

Era más difícil estar asustado cuando sus pensamientos se interrumpían constantemente al tener que pararse, sentarse o arrodillarse. Hermione lo miraba continuamente, y él no sabía qué pensaba ella de su rostro. ¿Había esperado alguna conversión grandiosa? Draco escuchó las oraciones, las fervientes promesas a algún padre mágico y omnisciente, y no sintió mucho consuelo.

Luego cuarenta minutos después, justo cuando los pensamientos de Draco habían comenzado a desviarse inexorablemente hacia las llamas y el dolor sin fin, el coro se puso de pie para cantar.

Era un sonido extraño y etéreo; exquisitamente disonante, penetrantemente hermoso. Draco se adelantó en el banco, agarrando el libro de himnos, escuchando como si la música fueran instrucciones de alguien mucho más grande, mucho más sabio que él. No podía entender las palabras, excepto una que se repetía con suma delicadeza: lux.

Luz, eso significaba, sabía suficiente latín para saber eso. Luz, cantaban, con sus voces inhumanas, las cálidas, lentas y doradas notas que se elevaban a través de las bóvedas estriadas de piedra, y no había rastro de sufrimiento en ello. Era alta, pura y generosa, la música del perdón. Cayó sobre su corazón como un silencio: limpio como la nieve. Mientras escuchaba, sus ojos cobraron vida, y notó por primera vez cómo la luz fluía a través de los brillantes vitrales con una tranquilidad que solo podría haber descrito como mágica. Magia tal como la describieron los nacidos muggles, cuando llegaron por primera vez a Hogwarts, la magia, algo indescriptible, sobrenatural, más allá de la comprensión humana. También se dio cuenta de que la magia no era algo que los magos entendieran: porque la magia procedía de la aceptación sublime de la propia ignorancia.

Se sintió ignorante, mientras la música se ralentizaba y suavizaba hasta su sombrío final. Sintió la futilidad de tratar de predecir lo que sucedería. Algo se elevó en su pecho, la parte de él que había pensado que sabía lo que le esperaba.

Miró a Hermione, esperando que ella le devolviera la mirada con asombro (parecía imposible que todos a su alrededor no se hubieran conmocionado por el canto del coro) pero Hermione solo tenía curiosidad.

—¿Estás bien? —ella le preguntó.

—Sí —dijo Draco febrilmente— Sí.

El servicio no duró mucho más, y Draco apenas notó su paso. Tenía los ojos claros con humildad. Era imposible saber lo que estaba por venir. No estaba destinado al sufrimiento, simplemente por lo que había sido.

Hermione no habló cuando salieron de la catedral con el resto de la multitud, pero pasó su brazo por el de él y él sonrió. Él realmente pensó que la amaba, entonces.

—Te gustó —dijo ella. Era una evaluación tan débil que le tomó unos segundos responder.

—Fue hermoso —dijo— Gracias.

Hermione dejó de caminar. Estaban parados justo afuera de un pequeño parque verde, y la gente pasaba a su lado.

—Casi todos los sistemas de creencias dan cabida a la redención —dijo— Para el remordimiento y el perdón.

Draco podía sentir la ligereza desvanecerse, podía sentir sus miedos y dudas descendiendo sobre él, como si hubieran sido reducidos brevemente por alguna fuerza benévola que no siempre podía estar ahí para protegerlo.

—¿El perdón de quién? —preguntó.

Los ojos de Hermione eran tan amables.

—¿De quién lo necesitas? —preguntó, y él no tenía respuesta para ella. Ella puso su mano sobre su brazo— ¿Por qué no te das cuenta de eso? Porque si es el mío el que estás buscando, el de Harry y Ron, debes saber que ya lo tienes.

Draco logró esbozar una pequeña sonrisa.

—Es bueno ¿No? —dijo— ¿Maravilloso? ¿Ser bueno?

Los cálidos dedos de Hermione presionaron levemente su brazo, como si estuviera tratando de darle algo.

—Tú dímelo —dijo ella.

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Draco se veía diferente cuando regresó de la iglesia: pensativo y bastante más tranquilo que de costumbre.

—Entonces, ¿Cómo estuvo? ¿Eres religioso ahora? —preguntó Harry.

—No —dijo Draco, sonando bastante a la defensiva. Luego, más tranquilo— Tal vez. No me parece. Tal vez un poco.

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Más tarde, cuando Harry estaba tocando el piano, Draco se le acercó por detrás y apoyó sus afilados codos en los hombros de Harry.

—A veces pienso que soy arrogante incluso cuando soy inseguro —dijo. Harry no dejó de tocar.

—¿Ah sí?

Draco asintió hacia la parte superior de la cabeza de Harry.

—Sí. Como la arrogancia de pensar que eres la peor persona que jamás haya existido. Es bastante auto-engrandecedor, en realidad.

—Entonces será mejor que te castigues por eso también —dijo Harry.

Draco se rio, besó su cuello.

—Eso es agradable —dijo— ¿Qué es?

—Solo Bach.

—Es agradable.

Lo era.

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Draco le contó a Pansy sobre Harry la primera vez que fue a su nuevo departamento. Estaba en un edificio alto, todos los gabinetes blancos sin manijas y una nevera que parecía tan cara que Draco quería meterse dentro. Pansy se sentó en el mostrador, las piernas balanceándose, los tacones altos colgando, como le dijo Draco.

—Tal vez hay ocho años de mierda para desempacar aquí, pero… —dijo, después de que Draco terminara con, "Así que ahora nos estamos viendo, y es… bueno, en realidad".

—¿Potter? Lo sé —dijo Draco.

Uno de sus zapatos de diseñador se cayó de su pie con un fuerte ruido.

—Creo que, si vamos a ser… lingüísticos al respecto, estoy enamorado de él —dijo Draco.

—Oh, lingüísticamente.

—Mm. Y él, sospecho, también… sin entrar en redundancia del inexplicable lenguaje de por medio…

—Enamorado de ti.

Draco pinchó otro bocado de ensalada con su tenedor. Ella lo había pedido. Draco no sabía que se podía pedir ensalada.

—Suena un poco loco cuando lo digo en voz alta —dijo— Potter, enamorado de mí —él la miró de reojo, para ver si se estaba riendo de él, ella no lo estaba— ¿No suena como si estuviera imaginando cosas?

—Toda tu vida desde que me fui ha sido un desastre —dijo— ¿Qué es uno más?

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Después de un mes, a Draco finalmente se le permitió visitar a Adelaida. Estaba aprensivo: a veces, en su ausencia, la mente de Adelaida se dirigía a lugares extraños, lugares donde Draco lo había arruinado todo y era la peor persona que conocía.

Pero ella lo recibió en la sala de espera con una sonrisa nerviosa. Se había disfrazado, como si él fuera alguien importante. Era increíble lo conmovedor que Draco encontró eso.

Solo pudo quedarse media hora. Ella charlo a través de él, sonriendo y tocándolo a menudo, haciéndolo reír continuamente. Ella le contó sobre sus nuevos amigos, sobre las estúpidas reglas, sobre la chica que seguía metiendo vodka de contrabando en su dormitorio en botellas de agua, sobre el intento fallido de Aburrida Laura de presentar los "Miércoles de Yoga Zen".

—¿Los adictos a la heroína te menosprecian? —preguntó Draco. El rostro de Adelaida cambió. Se hizo mayor. Era gracioso qué de todo, era esto lo que la envejecía.

—No —dijo ella— No, ellos… —se colocó el cabello detrás de la oreja. Las raíces estaban maltratadas, pero Draco le había traído más poción. Ella había chillado de alegría cuando él la hacía— No me notan. Quiero decir, no les importa. Quiero decir, están celosos. Cuando lo piensan.

—¿Celosos de ti?

Adelaida asintió.

—En el grupo, uno de ellos… Logan… dijo que quería meterme a lo que él estaba tratando de salir.

Draco mantuvo su rostro neutral.

—Quiero decir, que no lo hago… para llamar la atención —dijo Adelaida acusatoriamente.

—No —estuvo de acuerdo Draco.

—Pero, Logan dice que a veces la gente busca tocar fondo.

Draco frunció el ceño.

—¿Qué tan cerca estás de este Logan?

—Oh, Dios mío, relájate, es gay.

Draco trató de no mostrar que esto, de hecho, lo relajo. Adelaida vio directamente a través de él y puso los ojos en blanco.

—Te ves bien, por cierto —dijo ella.

—Gracias. Te he extrañado.

—Por favor —dijo Adelaida— Extrañas mi cocina.

—Mucho. La he extrañado mucho.

Parecía mucho más pacífica, mucho más tranquila. Ella inclinó la cabeza y le sonrió.

—Bueno, volveré pronto —dijo.

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Eso resultó ser más cierto de lo que Draco esperaba. Cuando él y Harry comenzaron su extraña, feroz y temporal relación, tres meses parecieron una eternidad. En poco tiempo, sin embargo, todo había terminado.

Draco empacó sus cosas. Era asombroso lo rápido que se había acostumbrado a vivir con Harry. Había estado esperando que surgiera algo terrible entre ellos, alguna señal de que eran malos juntos, pero era como si ya hubieran quemado los defectos del otro, y ahora no quedaba nada más que las cualidades. Le encantaba la forma lánguida en que Harry pasaba el tiempo, y le encantaba el desorden hogareño de su dormitorio, y la forma en que cada cuatro o cinco días Harry limpiaba y dejaba la casa impecable. También amaba la casa, el hecho de que una vez había sido de su madre. Se sentía como si Draco perteneciera allí con Harry. Pero si él pertenecía en Grimmauld Place, Adelaida no pertenecía a ninguna parte.

—Es sólo una pausa —dijo, subiendo la cremallera de su kit de aseo. Realmente no lo creía. Él y Harry no habían hablado de lo que sucedería cuando Adelaida regresara, más allá de vagas y miserables menciones de cosas que no podían continuar. No estaba muy claro si se trataba de una ruptura o de otra cosa. Por mucho que Draco hubiera dicho que era solo una pausa, no se hacía ilusiones. Harry quería esperar ahora, pero él era Harry Potter. Nunca esperó por nada.

—No podemos forzar nada —dijo Harry— Ella va a necesitar estabilidad.

Draco lo miró.

—Yo… se ha terminado rápidamente —dijo. Harry asintió. Parecía angustiado, pero de esa manera silenciosa que tenía cuando estaba triste pero no enojado. Harry no tenía problema en mostrarlo, cuando estaba indignado. Pero cuando estaba herido, a menudo se mostraba así de inmóvil y valiente, y eso empeoraba todo mucho más.

—Es sólo una pausa —dijo Draco de nuevo. Harry hizo una mueca.

—Detente —dijo— No. Está bien. Son solo unos pocos años, estaremos bien.

—Ella podría…

—Ella me odia —dijo Harry sin rodeos— Y tú eres la única persona que tiene.

Harry lo acompaño hasta la puerta principal. Acarició el rostro de Draco, lo besó.

—Me tengo que ir —dijo Draco— Llegaré tarde a recogerla.

Harry asintió dando un paso firme hacia atrás.

—Está bien —dijo, sin mirar a Draco— Nos vemos.

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Probablemente fue peor para Harry, al menos a corto plazo, porque Draco tenía a Adelaida para distraerlo, Adelaida que estaba tan feliz de estar en casa, que estaba llena de historias y pequeñas diferencias. Estornudaba más lindamente que antes. Cuando Draco lo comentó, ella sonrió.

—Zoe y yo practicamos. Vimos esa película en la que la heroína estornudaba muy lindo y estábamos decididas a aprender cómo hacerlo.

—Dios mío —dijo Draco— Realmente estabas aburrida, ¿No?

—Tan aburrida. Nunca más te llamaré aburrido. No tenía ni idea.

No podían dejar de sonreírse el uno al otro. Draco le había comprado todos los ingredientes para hacer un chile, y se sentó en la cocina mientras ella cocinaba, reflexionando ocasionalmente sobre lo extrañamente relajante que era ser feliz con ella, a pesar del dolor de Harry en su pecho.

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Harry se presentó en la tienda de Dinsmore al día siguiente a la hora del almuerzo.

—Todavía no he hablado con ella sobre… —dijo Draco.

—No, no, lo sé, no me quedaré —dijo Harry, pasándole a Draco una bolsa de comida. Era del restaurante donde habían tenido su primera cita. Draco había traído un sándwich tieso de casa. No había esperado ver a Harry tan pronto.

Cynthia rebuscó en la bolsa de comida con interés.

—Quiche —dijo ella, alegre. Alegría real. ¿Cómo alguien llegó a ser el tipo de persona que se regocijaba con el quiche? Deseaba poder descubrir el secreto.

—Solo quería preguntar cómo esta Adelaida —dijo Harry.

—Oh —dijo Draco. Por supuesto que Harry estaría interesado, incluso cuando las cosas entre ellos se desvanecieran— Gracias. Ella está bien, ella está mejor. Es bueno tenerla de vuelta.

—Me alegro —dijo Harry, mirándolo como si estuviera tratando de decir algo más. Draco le devolvió la mirada. La noche anterior había sido la primera en meses que la había pasado solo, y había extrañado tanto a Harry que había sido difícil dormir.

Harry apartó la mirada.

—Está bien, bueno, eso es todo —dijo— ¿Nos vemos?

—¿Quizás este fin de semana? Si Adelaida está de acuerdo. Los tres podríamos ir a un parque, o algo así —dijo Draco.

Harry sonrió, sus ojos se arrugaron en las esquinas, toda su cara se transformó.

—Sí, definitivamente, cuando quieras, estoy libre cuando sea, quiero decir, cuando sea mejor para ti.

—Te lo haré saber —dijo Draco.

Harry todavía lucia como si Draco acabara de aceptar casarse con él.

—Sí —dijo— Genial, este fin de semana. Excelente. Eh. Me iré entonces, ahora. ¿Este fin de semana? ¿Me avisarás?

—Ve, Harry —dijo Draco, sonriendo también, y compartiendo una mirada larga y esperanzada, antes de que Harry se alejara.

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Pero Draco tenía miedo de decírselo a Adelaida. Parecía estar mucho mejor, mucho más confiada. Estaba aterrorizado de que le dijera que había estado viendo a Harry, y ella terminará creyendo que era la segunda mejor, no amada, inútil. Así pasaron los días y él aún no se lo había dicho.

Finalmente. Ella preguntó.

—¿Qué pasó contigo y Potter, al final? —preguntó durante la cena en su cuarta noche de regreso.

—Erm… nos… nos vimos un poco, mientras estabas fuera.

Adelaida apoyo los codos sobre la mesa.

—¿Qué significa eso?

—Nada —dijo Draco con seriedad— Eres mi prioridad. No lo volveré a ver si no quieres que lo haga.

—Pensé que habíamos acordado que era un imbécil que te trató mal.

—Hubo algunos… malentendidos —dijo Draco.

—Actúas como si yo tuviera algo que decir en tu vida sexual —dijo Adelaida.

—No traeré a alguien que no te agrade a tu mundo.

Adelaida se recostó en su silla, luciendo como Pansy más que nunca. Le hizo sentir picazón y preocupado. Si no hubiera habido esperanza, todo habría sido más fácil: Se estaba volviendo bastante bueno en la resignación. Era el hecho de que había un hilo de suerte que conducía hacia un futuro brillante en el que llegaría a tenerlo todo. Adelaida, Pansy y Harry, lo que le hacía sentir que no podía mantener las piernas quietas.

—Pero te gusta él —dijo ella.

Draco asintió. Su pie golpeaba frenéticamente contra el suelo. Trató de detenerlo, pero en su lugar comenzó a tamborilear con los dedos.

—Dios, ¿Es así como te sientes cuando salgo con imbéciles? —ella preguntó— No quiero que te haga daño.

—Si esa es tu única preocupación —dijo Draco— Entonces, ¿Quizás podría venir este fin de semana? Y podrías verlo por ti misma.

Adelaida frunció el ceño, como si se diera cuenta de algo.

—Estás tan nervioso —dijo— Realmente quieres esto.

—No más de lo que quieres que estés cómoda —dijo Draco— Lo digo en serio.

—Como si pudiera estar cómoda si te estuviera impidiendo algo que deseas —dijo Adelaida. Draco exhaló un profundo suspiro.

—Entonces… ¿Puede venir el sábado? Solo para que puedas… para que lo conozcas, y si todavía no confías en él, está bien, como dije, no quiero ponerte las cosas difíciles, estoy tan feliz de que estés de vuelta.

—Draco. Jesús. Si, obviamente —dijo Adelaida. Aunque no cuentes conmigo siendo educada. Puede que lo hayas perdonado, pero yo no.

Draco se levantó, fue a su lado de la mesa y la abrazó. Ella hizo un sonido de sorpresa.

—Oh, Draco —dijo ella— ¿Estabas realmente nervioso?

—Solo quiero que seas feliz —dijo Draco, en su cabello rosado— Aún puedes cambiar de opinión. Si no te agrada después del sábado…

—Está bien —dijo Adelaida, poniéndose de pie para poder abrazarlo mejor— No quiero decirte qué hacer. Solo no quiero que te conformes con alguien de mierda solo porque fue tu amor de la infancia.

—Eres más alta —dijo Draco— ¿No es así? —él se alejó.

—uno setenta y cuatro —dijo con orgullo. Tiró suavemente de un mechón de su cabello.

—¿Qué pasa si…? —dijo— ¿Y si no me trata mal? ¿Qué pasa si, en realidad, él me hace más feliz que nunca antes?

Estaba seguro de que no estaba imaginando la breve mirada de tristeza que cruzó su rostro.

—Entonces eso sería todo lo que te mereces —dijo.

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Harry corrió casi trece kilómetros el sábado por la mañana. Ron y Hermione se habían quedado a dormir la noche anterior, porque sabían lo ansioso que estaba y cómo la ansiedad parecía traducirse en dolor muscular. Había ayudado un poco.

Estaba vestido y listo dos horas antes de lo que se suponía que debía encontrarse con Draco y Adelaida. Era una agonía, esperar. Tocaba muy mal el piano, leyendo frenéticamente a primera vista nuevas partituras, tratando de ocupar su cerebro y sus manos.

Para cuando llegó al parque donde se reuniría con ellos, se sentía como si hubiera estado despierto durante días.

Draco estaba tan guapo que hacía que todos los demás en el parque parecieran bastante estúpidos. Adelaida frunció el ceño cuando Harry se acercó.

—Eh, hola —dijo.

—Debes odiar que haya regresado —dijo Adelaida. Draco le sonrió como si acabara de decir algo muy inteligente.

—Eh, no —dijo Harry— Solo estoy feliz de que Draco sea feliz.

Adelaida se burló, y Draco en silencio tomó la muñeca de Harry y dijo:

—¿Tienes problemas con el dolor?

—¿Cómo te das cuenta tan rápido? —preguntó Harry.

Draco parecía avergonzado, lo cual era emocionante y adorable al mismo tiempo.

Caminaron ociosamente por el parque, alimentando a los patos con las uvas que había traído Adelaida, deteniéndose para tomar un helado a pesar de que hacía demasiado frío. Harry continuamente se olvidaba de sí mismo y tocaba a Draco de formas pequeñas, tomando su mano, apoyándose en su hombro, acercando demasiado la cabeza cuando se reía de algo que Draco había dicho. En su defensa, Draco estaba haciendo lo mismo, inclinándose constantemente solo para retroceder repentina y culpablemente.

Harry lo había extrañado mucho. Incluso verlo era un alivio, como agua para una garganta reseca. Harry no habló mucho, dejando que Draco y Adelaida conversaran, burlándose el uno del otro y mencionando chistes internos y hablando de películas que Harry nunca había visto o de las que había oído hablar. A Harry no le importaba. Era solo un nuevo lado de Draco del que enamorarse.

Fueron a una cafetería y tomaron té, la conversación fue vacilante. A la mitad de su bebida, Harry se dio cuenta de cómo era: cómo se debió haber sentido Draco cuando cenó con Ron y Hermione. Draco había hecho cosas peores que Harry, pero claro, Ron y Hermione habían sido menos abiertamente hostiles que Adelaida.

—¿Es extraño para ti, que me hubieras follado si Draco no nos hubiera atrapado? —preguntó dulcemente, cuando Draco fue al baño.

El corazón de Harry se le subió a la garganta, pero mantuvo la voz mesurada.

—Sí, lo es —dijo.

Parecía como si no hubiera esperado eso.

—¿Es raro para ti? —le preguntó.

—Obviamente —dijo ella. Ella lo miró con ojos duros y reflexivos— A Draco le gusta la gente que lo maltrata. Mi terapeuta dice que probablemente sea una cuestión paternal.

—¿Crees que es por eso que le gusto? —preguntó Harry.

Adelaida se encogió de hombros, estudiadamente descuidada.

—No lo sé, ¿Cierto? —ella preguntó.

Draco regresó y miró ansiosamente entre ellos.

—¿Todo bien? —preguntó.

—Increíble y elegante —dijo Adelaida— ¿Quién pagara? ¿Eres rico, no Harry?

«—D&H—»

.

«—H&D—»

Harry regresó con ellos a su apartamento, donde Adelaida pareció relajarse. Desapareció en su habitación varias veces, y cada vez que lo hacía, Draco se acercaba a Harry como si lo llamara, se recostó silenciosamente contra él por unos momentos y se apartaba cuando Adelaida reaparecía.

—Todas mis amigas están enamoradas de Draco, por supuesto —le dijo Adelaida a Harry, sentada con las piernas cruzadas en el sofá. Draco parecía exasperado.

—No lo están…

—Oh, lo están, ¿Y quién puede culparlas? Es muy atractivo, ¿Verdad, Harry?

Draco miró a Harry, divertido. Harry no pudo devolverle la sonrisa. Draco era tan atractivo que en realidad era un poco doloroso. A Harry le dolía algo en el pecho al mirarlo.

—Si —dijo, un poco demasiado bruscamente, luego se aclaró la garganta— Lo es.

Adelaida y Draco se rieron de él.

Harry se quedó en silencio mientras hablaban, disfrutando de su cómoda dinámica, la forma en que parecían mitad amigos y mitad familia. Se encontró pensando, extrañamente, en la forma en que Fred y George solían tratar a Ginny: como si ella fuera parte de su equipo, pero también demasiado especial para ser completamente uno de ellos, demasiado valiosa para arriesgarla en sus hazañas más peligrosas.

A las cinco estaba oscureciendo y Harry sabía que tenía que irse. Grimmauld Place estaría terriblemente vacía, pero sabía que no debía infringir, sabía que solo era un visitante en la pequeña vida saludable de Draco y Adelaida.

—Será mejor que me vaya —dijo.

—Eh —dijo Draco, luciendo como si no se le hubiera ocurrido que Harry alguna vez se iría.

—Se está haciendo tarde —dijo Harry.

—Cierto, sí —dijo Draco. Harry se levantó, se puso el abrigo y la bufanda. Draco rondaba cerca.

—Fue agradable verte de nuevo, Adelaida —dijo Harry. Adelaida se había puesto una tirita para los poros de la nariz diez minutos antes y eligió ese momento para quitársela.

—¡Hija de puta! —ella lloró.

—Te lo dije, tengo una poción para eso —dijo Draco— Esas tiras solo dañan tu piel.

Adelaida estaba inspeccionando la tira.

—Pero es tan satisfactorio —murmuró. Luego, sin levantar la vista— Adiós, Harry.

Draco lo acompaño hasta la puerta. Se miraron el uno al otro. Fue horrible, no saber cuándo volverían a verse.

—Bueno, buenas noches, te amo —dijo Harry. Se dio cuenta de lo que había dicho una fracción de segundo después de que hubiera salido de su boca. Los ojos de Draco se agrandaron y Harry huyó.

.

.

.

...CONTINUARÁ…


Glosario:

1: Las Variaciones Goldberg de Bach: Es el nombre de una composición musical para teclado escrita por el compositor barroco alemán Johann Sebastian Bach, que completó en 1741

2: Johann Sebastian Bach: fue un compositor, músico, director de orquesta, maestro de capilla, cantor y profesor alemán del período barroco.


Nota de GallaPlacidia en la versión original:

La canción que imagino que Draco escucha en la iglesia es Lux Aurumque de Eric Whitacre.

Nota de la Traductora:

Gracias a quienes leen esta traducción, dejan reviews y a los lectores fantasmas si es que hay.