Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada. Los personajes extras así como sus historias aspecto y la trama entera del fanfic sí son de mi pertenencia y de hecho les saqué derecho de autor para evitar plagios y pseudo libros. Disfruten el fic. La letra es una traducción de la canción hecha por mí, así que no es la letra original en inglés, no estoy infringiendo los derechos de autor de ninguna canción. Y lo aviso porque luego fanfiction se pone quisquilloso, pero aquí no tienes reclamo FF. Fic Protegido legalmente por SA, DMCA e INDA.
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LA VERDAD TRAS LA ROSA
Príncipe: La estrella perdida de Piscis
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Dame la fuerza para enfrentar
la verdad, la duda dentro de mi alma
Ya no puedo justificar
el derramamiento de sangre en su nombre.
¿Es un pecado buscar la verdad? ¿La verdad bajo la rosa?
Reza conmigo así podré encontrar la puerta al cielo.
Tan hermosas como letales, así es la regla en la naturaleza, entre más belleza, más letalidad. Algunos dicen que la muerte es bella, bien, no siempre, pero en el caso de mis rosas, se viste de gala.
Cuanta elegancia y cuanta oscuridad…
Dicen que morir es parte de vivir, pero en nuestro caso, parece ser a la inversa. ¿Cuántas veces hemos muerto ya? El ciclo muerte-renacimiento ha sido… peculiar, en nuestro caso. No se da por los medios tradicionales.
Y cada renacimiento no es más que un suspiro, uno lleno de aire amargo.
En el nombre de los Dioses, en el nombre de la paz, en el nombre de la vida, en el nombre de… ¿La humanidad?
¿Cuánto de cierto hay en todo esto? ¿Cuántas mentiras se esconden tras la verdad? ¿Cuántas mentiras han dicho los Dioses? ¿Cuántas mentiras me he dicho yo?
¿Cuál es la verdad, tras esta rosa?...Tras tantas guerras santas el ciclo sólo se repite, sin lograr ningún cambio real, ni ningún bien para los humanos, sólo un interminable ciclo de muerte y dolor. Nada cambia…
En este inmenso silencio, cuando todo parece al fin haber terminado, comienzo a tener un poco de paz, no, creo que no es paz, sería demasiado pedir, es sólo la dulce nada… todo comienza a desvanecerse. Creo que mi alma comienza desaparecer, a fin de cuentas, parece que esta vez, sí será el final, pues a nosotros los condenados se nos ha negado la redención, la vida eterna del alma y la oportunidad del renacimiento. Casi una eternidad en roca… no sé si de verdad ha trascurrido tanto, pero, así lo he sentido yo, lo hemos sentido todos, una eternidad de sufrimiento sin fin en roca. Un alma petrificada, no imagino mayor sufrimiento que este. Aunque conociendo a los Dioses quizá, haya cosas aún peores.
Finalmente todo se desvanece, el dolor, el sufrimiento, quizá después de todo este final absoluto sea, una especie de perdón, porque seguir así ya es imposible, es demasiado castigo…
Todo se va perdiendo, poco a poco, pero aún recuerdo, aún recuerdo… quizá, ahora que es el final los recuerdos sean un último tesoro… o un último castigo…
Mi vida entera, comienza a pasar ante los ojos de mi mente, aún los recuerdos que me sería imposible tener, ahora son tan claros como el día…
Una dulce sonrisa, el cielo… el cielo tan azul que siempre cubría mi cuna… el cielo…
Desde que nací, ya estaba predestinado a la armadura de los peces gemelos, sin importar lo demás, nacionalidad, género, o familia… porque no todos los caballeros somos huérfanos, las cosas simplemente no son como las pintan…
Los de bronce y los de plata, niños miserables al fin, cualquiera puede aspirar a una armadura de bronce o de plata, un príncipe o un mendigo, da igual, sólo tienen que probar tener lo necesario, pero los Caballeros Dorados, debemos estar predestinados.
Los de bronce y los de plata nos admiran, nos veneran, envidian nuestra suerte… Necios ignorantes, más allá del poder, del estatus, no hay nada que envidiar… Yo hubiera sacrificado incluso mi armadura dorada, con tal de tener el privilegio de elegir.
Los de bronce son forzados a su destino, sólo por desconocer que ellos sí tienen la capacidad de elegir. Pueden abandonar su armadura si lo desean y dejar que otro se haga cargo, pero no lo saben, nunca nadie se los dice porque despues de enfrentar su destino por primera vez, todos terminarían por renunciar, no, no deben saber que tienen opción. Sin embargo, una armadura dorada no tendrá otro dueño mientras su portador actual siga vivo y no haya nacido el próximo, a menos claro, que sea lo suficientemente despreciable para que su propia armadura lo abandone. Pregunten a mi hermano Mascara Mortal, es un experto en esos temas… pero, ciertamente esa opción a fin de cuentas es sólo temporal, pues cuando tu alma se redime de alguna simple manera, la armadura volverá a ti. A veces más como una maldición…
Y yo que en un punto llegué a pensar que Mascara Mortal había sido afortunado al haber sido abandonado por su envestidura, pensé que le daría la libertad…
Existe una sola razón por la que los aspirantes a las armaduras de plata y bronce son casi siempre huérfanos, no es el azar, es estrategia, de los que están tras el poder… Y es que los huérfanos son carne de cañón, fácil de tomar o desechar. Con mayor razón cuando un desgraciado fanático ofrenda a sus hijos ilegítimos en sacrificio a los Dioses. El respetable Mitsumasa Kido… nada más que un semental que producía pollos para la granja. Recibiendo a cambio riquezas infinitas, poderío, respeto, estatus y dominio en la sociedad de los hombres.
Los aspirantes, los de bronce y los de plata, en su gran mayoría han sido huérfanos, o hijos de familias a quienes poco importan, como el caso de Lacerta… Hijo de una pareja francesa de clase media, con suficiente para llevar una vida digna, pero, ávida de ser parte del jet set parisino, que no dudó en ofrendar a su bello hijo a los Dioses a cambio de su favor, porque los Dioses también son superficiales, como cualquier humano, y gustan de tener "cosas" hermosas entre sus pertenencias.
En fin, en pocas palabras, niños desvalidos, que no tienen familia que los reclame, que los proteja, que los ame, que represente problemas…
Pero los dorados y su estirpe, vaya que son un problema… Algunos son hijos de familias poderosas, otros quizá de familia más humilde pero amorosa, y en su mayoría, salvo excepciones, familias dispuestas a pelear por sus hijos, dispuestos a morir…
Mis modales me ganaron apodos entre mis más molestos compañeros, entre ellos, "el principito" "El aristócrata de Piscis"… Si supiera Milo cuan acertado estaba en su designación… Mis modales no son sólo las enseñanzas de mi maestro y padre Artemis, son el vestigio de lo que una vez fue mi familia. Mi Padre, mi Madre… Sí, yo tuve una familia, y no cualquier familia, fue una de las más próceres de toda Suecia, nobles de antiguo linaje, descendientes de reyes y reinas, e incluso y desafortunadamente, listados en la línea de sucesión, aunque a suficiente distancia heráldica como para no preocuparme jamás.
Los títulos nunca me han importado, pero mi familia, a la que olvide… y a la que sólo he recordado hasta ahora que las ataduras de mi mente mortal se han desvanecido… Ellos son el precio más alto que pagué por mi armadura.
Ahora comienzo a recordar, vagamente, pero voy recordando… Recuerdo… Recuerdo las sonrisas de mi madre, su dulce voz cantando junto a mi cama, y el cielo, el cielo en sus cabellos ensortijados, tan azules como los míos, que caían en cascada hacia mí… Era una mujer realmente hermosa, un ángel que no pertenecía a este mundo. Me parezco a ella. De mi padre físicamente… creo que no saqué mucho, salvo su complexión fuerte y sana y claro, mi marca más característica… Pero había otra mujer… sí, una pequeña, ella sí que se parecía a papá, ella también estaba siempre a mi lado, me cuidaba con gran cariño, éramos muy unidos, recuerdo que la quería mucho también… ¿Quién era esa pequeña?... Claro… Mi hermana…
Mi padre… ¿Qué recuerdo de él?… creo… sí, su ternura y su paciencia, sus primeras lecciones, solía leerme libros que yo aún no comprendía, pero él tenía la enorme paciencia de explicar, tenía mucho interés en cultivar mi mente, e incentivar todas mis funciones cognitivas, nunca faltó la didáctica con ellos, y ni mencionar la etiqueta, se esmeraba en que me convirtiera en todo un caballerito desde mi más temprana edad, solía decirme que la educación y los buenos modales me abrirían las puertas del mundo entero, y que un caballero no podía olvidarse de ser tal sin importar las circunstancias, un caballero es siempre un caballero hasta el final. Él también me amaba…
Ya lo había olvidado, había olvidado… el día que fui enviado al santuario… No, no el día que llegué a la casa de piscis, sino el día que me enviaron a ese lugar, el día, que abandoné la casa de mi familia.
Habíamos abandonado la casa principal, y habíamos ido al Norte, en una región muy alejada, oculta, en otra de las propiedades de la familia. No abandonamos Suecia porque eso era lo que se esperaba que hiciéramos, y como bien dicen, no hay lugar más seguro para esquivar un rayo, que ese donde previamente cayó. Esa propiedad enclavada en lo profundo del bosque. A mí me encantó, porque había mucha vida natural, el aire era más limpio, tan diferente al de la gran ciudad. Era más frio sin duda pero la casa era cálida a pesar de su enorme tamaño, las grandes chimeneas mantenían todo en una agradable temperatura dentro y desde los grandes ventanales yo veía los rayos de sol dorado, tornarse en esmeralda por entre las hojas de los enormes pinos. Teníamos unos meses viviendo ahí y a mí me encantaba.
Mamá había dicho que en un par de meses, me regalaría un hermanito o hermanita, yo quise saber si niño como yo u otra dulce princesa como mi hermana, pero dijeron que sería sorpresa… Recuerdo su abultado vientre, no tan prominente aun, pero lo suficiente para hacerme imaginar que era una cómoda almohada.
…Unos hombres que ya antes habían ido en varias ocasiones a la mansión en Estocolmo, se presentaron de nuevo aquí, no parecían ser del agrado de mis padres, me pareció que les había visto discutir en otras ocasiones. Mi madre nos tomó a mi hermana y a mí y subimos al último piso de la casa, donde nos escondió en el enorme ático tras una pared hechiza…
Los recuerdos en este punto se vuelven tan borrosos que hay un espacio perdido… Pero lo siguiente que recuerdo, es… es… Un palacio en ruinas… Un cielo rojo… Una almohada sin relleno… Una muñeca rota… Rojo… mucho rojo… como la sangre… como mis rosas…
Y un hombre de traje negro y ojos verdes quien con gentileza me cargaba… "Vamos pequeño, es hora de ir a casa…"
¿No… estaba ya en casa? Quizá, todo eso fue un sueño… me dije al llegar al santuario, y todo se tornó borroso, oscuro en mi mente.
"Un cielo rojo, una muñeca rota, un almohada destrozada, un castillo en ruinas… Vaya que tenía mucha imaginación en ese entonces, jum… después de todo, era sólo un chiquillo" Me dije cuando adolecente.
Pasó el tiempo y ya era todo un caballero dorado, temido y respetado, no podía permitirme pensar en tonterías infantiles, después de todo ya tenía otras cosas en qué pensar. Los cuentos de hadas habían quedado atrás, para mí en particular, habían terminado.
Todos aquí eran huérfanos, todos… incluidos nosotros los dorados…
"No tienen que preocuparse por una familia, son hijos de las estrellas, son libres para cumplir con su deber, que es más noble que el de esos chiquillos del pueblo, nada tienen que envidiarles, ustedes estarán por encima de la humanidad"
Eso nos habían dicho aquellos quienes nos llevaron al santuario, la letanía se repetía a cada recién llegado…
Pero a pesar de todo, yo sí tenía un papá, mi maestro Artemis de Piscis… Lo amaba y él a mí. Por años creí que él era mi verdadero padre. Él único que recordaba, el único que conocía. Pensaba que era una suerte enorme que mi padre fuera el caballero de piscis y también mi maestro, yo era el único niño no huérfano del santuario. O eso fue lo que creí por un tiempo…
Milo no recordaba a sus padres, Shaka tampoco, nadie los recordaba, ni siquiera estaban seguros de haberlos tenido, excepto Aioros y Aioria, y mi hermano Mascara Mortal... Pero jamás habló de eso con nadie más que conmigo. Y fue él quien eligió su nombre borrando el que le dieran sus padres de la memoria de los habitantes del santuario. Y yo respeté su decisión, no me importaba como se llamara, él era la única familia que había conocido, además también mi nombre era peculiar, no tenía razones para juzgarlo. Mi nombre me lo dio mi padre, Artemis, así que me sentía orgulloso de él, aunque no faltaba quien me fastidiara con eso, siempre lo llevé con la frente en alto.
Pero criados como perros de pelea, cosa tal como "Hermandad dorada" no existía, todos habíamos sido entrenados para pelear y morir por Athena, nada más debía importar, debíamos estar preparados para matar a nuestro propio hermano de armas en su nombre si eso era necesario, aunque, algunos decidimos no tomarnos esa regla tan en serio, reservándonos el derecho de elegir.
¿Eso nos convertía en traidores? Sí, pero, qué más da. Cada quien elegía sus propios métodos ¿no?
Algunos otros se tomaron esa regla demasiado en serio, como Shura…
¿Morir por una Diosa desconocida? o ¿Morir por mis propias convicciones? La elección estaba clara para mí.
Desde niño aprendí que la fuerza es justicia, aquel que tuviera mayor fuerza impondría la justicia sobre el más débil… No sólo mi belleza me enfrentó a aquella dura realidad desde pequeño, pues mi belleza me ganó la envidia, rencor, agresiones y burlas de los de mi entorno y sólo con poder, pude hacerme respetar y callar esas voces que tanto lastimaban, pero… hubo algo más, algo más que me hacía aferrarme a la justicia… sin embargo no sabía qué era…
El patriarca tenía poder, el suficiente para mantener la paz por la fuerza. No me costó el elegir seguirlo cuando el momento llegó. Porque el norte de este mundo, estaba dado vuelta.
Y en el nombre de esa justicia, el rojo se convirtió en mi color favorito…
Yo creí que justificaría los medios.
Tenía poder sobre mí.
Cegado para ver, la crueldad de la bestia.
Es mi lado más oscuro.
Perdóname mis pecados
El velo de mis sueños engañó todo lo que he visto.
Perdóname por lo que he sido.
Perdóname mis pecados.
Como bien decía Shaka, No existe justicia perfecta ni maldad absoluta… El fin, justifica los medios. Y yo sólo hacia la justicia que al mundo tanta falta le hacía, las vidas que esto tomara, serían apenas un precio justo… Y tengo que admitir que no todos los que Arles me envió a ajusticiar eran inocentes palomas, muchos sí merecían la muerte que tuvieron.
Esas muertes tenían una razón de ser.
Hasta la mía… No me arrepentí de nada la primera vez que morí, de nada… Y justo ahora, los recuerdos de mi primera muerte y mi primer resurrección son tan vividos, como, si estuviera viviendo todo eso, justo ahora, otra vez…
Respiro de nuevo… puedo sentir el aire entrando en mis pulmones, helado y raído, el golpe en mi pecho, es el de un corazón que late por pura inercia… Abro mis ojos en la oscuridad absoluta, y el olor de la humedad es lo primero que registran mis sentidos, siento mi cuerpo, la loza de mármol sobre este, fría, helada, como la muerte… Y de pronto, esa elegante loza se desliza para dejarme libre, pero el frio… ese no se aleja…
¿Acaso estoy vivo de nuevo?... Sí… Pero ¿Cómo es esto posible?
"Escuchad caballeros dorados, yo soy Abel, Dios del Sol, y es por mi gracia que habéis vuelto con el mismo propósito por el cual se les otorgó la vida por primera vez: Proteger a la Diosa Athena, mi hermana, esta vez en mi nombre y bajo mi mandato"
El Dios del sol, Abel, poderoso y generoso, me devolvió la vida para cuidar de su pequeña hermana Athena, como se suponía era mi sagrado deber…
Generoso Dios… generoso, a propia conveniencia.
Aunque siendo honesto, nunca se me informó que debía cuidar a Athena, de su propio hermano...
Sin embargo, no le reproché a Abel su muerte como hicieron Shura y Camus porque, Athena era demasiado débil para confrontar el mundo, ya lo había demostrado varias veces… Abel sólo hizo lo que creyó correcto. ¿Quién soy yo para meterme en asuntos de familia?
Esa nueva vida, no duró mucho, apenas fue un mísero intermedio de un teatro barato.
Frio, desolación, muerte… Bien, nuevamente, estoy en el infierno… jajajaja… Ah, esos caballeros de bronce son una patada en el trasero, no sólo para los Dioses, tiene su gracia… Y de nuevo aquí…
Aún recuerdo el clamor de mi elegía. En aquella inmensa soledad…
"¡Por qué? ¿Por qué este lugar? ¡Por qué el infierno de nuevo? Yo luché por la justicia, la verdadera justicia… ¿acaso merezco este castigo?. ¡No! ¡No! ¡Hice lo correcto, defendí mis ideales, a mis seres queridos, peleé por ellos hasta el final! … ¿Qué… qué-qué son… esos gritos? Puedo… puedo escucharlos más cerca… vienen de todos lados… ¡Basta ya!..."
Sentía la tierra vibrar bajo mis pies… como si algo estuviera a punto de salir de las entrañas de aquella arena fétida a muerte… "¡Ah! ¡¿Qué demonios es esto?!"… El terror que me invadió en aquel momento, aun ahora, me hace estremecer. Aquellas creaturas…
Espectros deformes, incompletos, sin conciencia, se aferraban a mí, intentaban arrastrarme dentro de la tierra con ellos… "¡No, déjenme en paz!" gritaba con todas mis fuerzas, y el silencio me respondía con su muda carcajada. Y si esa burla de la que se complacía la eternidad no fuera suficiente, aderezó su mofa con algo más.
Rosas… rosas marchitas… rosas ennegrecidas, viejas, rosas muertas, aquellos cadáveres fétidos adornaban su maltrecho cadáver con esas rosas, hasta me pareció reconocer el patrón que las rosas dibujaban en sus asquerosas y deformes figuras.
"Afrodita"… mi nombre salía de sus labios en un susurró polvoriento, ronco y aberrante, recuerdo haber pensado con desprecio "¿Cómo se atreven si quiera a pronunciar mi nombre? estás creaturas inmundas…" puesto que de verdad esas cosas eran lo más aberrante que había visto, nunca me creí un príncipe mucho menos un santo inmaculado, pero pese a todo siempre conserve mi dignidad y estos seres eran indignos de cualquier ser que habitara el universo, eran la decadencia absoluta.
No podía quitármelos de encima, ¿por qué?, claramente pretendían arrastrarme al abismo con ellos. Más manos brotaban del piso, aferrándose a mis piernas, a mis brazos, usándome de ancla para salir a la superficie, salir con el sólo propósito de llevarme a los oscuros paramos abisales de los que todos ellos provenían.
Entonces, pude distinguir en una deforme mano espectral, los restos de lo que alguna vez había sido de seguro, una armadura…
Cuando ese algo en particular, salió completamente de la tierra, pude ver ante mí al espectro, un esqueleto a medio descomponer, con el rostro totalmente destruido por los gusanos y la carne podrida, irreconocible, pero la armadura aunque maltrecha… la reconocí muy bien… era la armadura de Cefeo… Pero no, no era la verdadera armadura de Cefeo, esta armadura carecía de alma, esta era sólo una sombra de la original, sin embargo eso significaba que, el espectro que se enfundaba en aquella sombra muerta de la armadura original, no era otro que Daidalos…
Pese a mi situación, no pude evitar sonreír con ironía, pues después de todo, yo te había mandado a este lugar.
Pero si tú, que habías luchado siempre clamando estar del "lado del bien" habías caído aquí también, ¿quién diablos era el equivocado? ¿Tú? ¿Yo?. Alguno de los dos debería haber terminado en los elíseos ¿no?
Y sólo sentí más rabia ante tal conclusión. La duda que crecía en mi alma engendrando odio desde hacía años se acrecentaba, se probaba más cierta, y me ardía en el espíritu, mientras tú te colgabas de mí, aferrándote a mi cuerpo para salir y acercarte a mi rostro.
"¡Suéltame! ¡¿Quieres vengarte?! ¡A estas alturas ya deberías saber porqué hice lo que hice! –Te aferraste a mí, y me miraste a los ojos con tus cuencas vacías y oscuras, querías decirme algo, pero el vacío en tu garganta podrida carente de cuerdas vocales, no te dejaba expresar más que guturales sonidos de ultratumba –"Por favor…. Basta" –te supliqué con los ojos cerrados, nunca había sentido el miedo clavarse de forma tan terrible en mi ser, el infierno era en verdad el peor de los lugares para el alma, toda emoción negativa se exacerbaba a niveles que un corazón humano no sería capaz de soportar, pero estando ya muerto, te veías obligado a asumir el terror en su versión más inmisericorde.
Para ser honesto, estaba aterrorizado como nunca en mi vida, no me avergüenza decirlo, porque sólo los que hemos estado en el infierno, conocemos al miedo en su más pura esencia, al miedo más profundo, y aprendemos a respetarlo y a admitirlo.
Todos esos gemidos, las manos rodeándome, el frio lacerante, el cadáver de Cefeo insistiendo en reclamar a través de esa garganta podrida, todo a mí alrededor, era insoportable.
Un sonido me debilitaba… eran voces, voces en mi cabeza… Eran gritos de muerte, de almas agonizantes. Gritaban mi nombre, suplicando misericordia... Los había escuchado antes… Y comencé a reconocerlos… eran los ecos de las voces del pasado, de todos aquellos a los que ajusticie, eran las voces de sus últimos momentos.
"¡Mi cabeza, va a explotar!"
Grité sin poder sujetar mi cabeza pues mis brazos estaban prisioneros por decenas de espectros. Y aunque sentía que mi cabeza explotaría, sabía bien que para mí desgracia no lo haría, los seguiría escuchando hasta el final de los tiempos…
Esas voces eran todos ellos, aquellos a los que asesiné, en el nombre de la justicia de Arles… Y pese a que muchos de ellos no tenían nada que reclamar pues sólo recibieron su merecido, esto era el infierno, la idea más que torturarlos a ellos, era torturarme a mí, así que no importaba que muchos de ellos merecieran la agonía que les regalé, simplemente me la restregaban con la misma impunidad con que habían vivido. Yo merecía las quejas de los inocentes, pero de los malvados ¿por qué tenía que tolerarlas?
Cada vez había más espectros tratando de enterrarme en la putrefacta arena, arena que ardía en el más cruel frio… Se aferraban a mí, en los trozos de mi piel desnuda y en mis ajadas ropas… me quemaban como quema el hielo que necrosa el tejido, y a pesar de que yo tampoco poseía ya cuerpo físico, mi alma sentía un terrible dolor, cual carne viva… sentía dolor, podía sentir mis propias rosas sangrientas clavándose en mi corazón, el veneno de la rosa demoniaca arrebatándome los sentidos que si bien ya no poseía de verdad, se sentían más reales incluso que en vida, y mi elegante rosa negra destrozando todo mi ser… y aun así estaba en una sola pieza.
¿Cómo era eso posible?... Entendí entonces que no era mi dolor, era el de aquellos a quienes les arrebate la vida, pero ahora, estaba sintiendo yo en carne propia todo el daño que había hecho, cada rosa clavada, cada golpe inmisericorde, sentía su dolor en mi propio cuerpo, podía sentir su miedo, su impotencia, la súplica en su corazón, cómo se aferraban a los últimos segundos de la vida que yo les estaba arrebatando, pude sentir su rencor, la ira, la tristeza, el miedo del castigo y la impotencia de la injusticia… Lo que buenos y malos sintieron, lo sentí yo.
"No… ¡Que pare! ¡Qué pare ya, me está volviendo loco!"
Pero… no se detenía jamás, mis gritos se ahogaban en el silencio mientras el más filoso miedo me laceraba. Como un disco rayado que se repite una y otra vez, los sentía morir, una y mil veces, de principio a fin, pero no había tal fin para mí, pues apenas acababa volvía a comenzar…
¿Era acaso el castigo para el asesino en este infierno? ¿Sentir en carne propia el dolor que le causó a otros?
Reconocí a tantos… Genta, el antiguo caballero de Corvus, apenas reconocí la carcasa de armadura que portaba aquel ente descompuesto…
"Por favor, no mate a mi maestro, es un hombre bueno, se lo suplico"
Los recuerdos llegaron a mi mente… un pequeño chiquillo de cabellos verde lavanda arrodillado, llorando, humillado ante mí, pidiendo por la vida de su maestro al que veía como un padre, su única familia… Uno de los tantos traidores que el patriarca me había enviado a eliminar. Una orden que no podía rescindir, ya que otras vidas estaban de por medio…
"Detente caballero, antes de asestar un golpe mortal, escucha…. debes saber que es un impostor el que está en el trono patriarcal…" me dijo en su último aliento "Lo sé…" y con esa última frase terminé con tu vida… Me marché dejando a ese chiquillo de no más de cinco años a su suerte llorando sobre el cadáver de su maestro, no me importó su destino, porque a mis ojos, si era un niño fuerte entonces sobreviviría y se convertiría un día en un hombre, un hombre fuerte, capaz de enfrentar a este duro mundo, pero si era una creatura débil, la muerte sería su merecido y hasta misericordioso destino, todo estaba en sus manos, no en las mías…
Uno más… un dolor más que soportar, otra pena ajena que me desgarraría el alma.
Todos y cada uno fueron llegando a mí, todos y cada uno de aquellos a quienes eliminé, culpables, inocentes, tantos recuerdos, tanto dolor sobre una misma alma… ¿Acaso lo resistirá? ¿Mi alma resistiría por toda la eternidad? O ¿Se volvería ceniza quemada por el fuego del dolor y la muerte que provoqué? ¿Me volvería nada más que granos de arena para seguir extendiendo los terrenos del inframundo?
Reconocí a cada una de las almas que me aferraban, yo los había enviado al infierno… y cuando pude ver en sus corazones, tuve tanto miedo… Y entonces recordé quien era, quien era yo de verdad.
"La cabeza de Athena, quiero su cabeza, y su fidelidad absoluta. A cambio, les devolveré la vida que perdieron en su nombre, y no volverán a temer a la muerte"
Aquellas palabras terminaron de golpe con todo aquel terror.
"Aceptamos… Mi señor Hades…"
Fue él quien sugirió tal posibilidad: Traición…. Fue el antiguo y legítimo Patriarca Shion quien pidió tal misericordia del Dios más oscuro del Olimpo, cuando el rumor del futuro levantamiento de Hades corrió por los infiernos.
Después de todo, quiénes más indicados para llevar a cabo tal empresa, que quienes la protegían y conocían el santuario como la palma de su mano. Los más poderosos caballeros de Athena, aquellos a quienes sólo 7 de los 88 podrían atreverse a enfrentar.
¿Y quién mejor de entre los doce que estos aquí presentes? ¿Quiénes más confiables, que los 5 traidores del santuario?…
Después de todo, para el Dios del inframundo eran claros los motivos de cada uno.
Shion, un santo del pasado, cuya vida dedicada al bien, a su amada Diosa… había sido recompensada con un injusto asesinato perpetrado por aquel que él había criado y protegido como a un hijo. Olvidado por los olímpicos, condenado al infierno, a pesar de esa férrea lealtad mostrada en vida. Traicionado…
Saga, el mayor traidor al santuario, aquel que movido por la codicia y el deseo de poder, asesinó con propia mano a su Patriarca, un hombre sin sentimientos a quien no le temblaba la mano para asesinar a un hermano, y cuya mayor osadía entre tantas, había sido el atentar contra la vida de la propia Athena.
Shura, "El caballero más fiel a Athena", y uno de los primeros en traicionarla… Aquel que ostentaba en su brazo la poderosa espada Excálibur… bañada en sangre de aquel a quien había llamado amigo y hermano.
Mascara Mortal, el caballero sin nombre, de naturaleza traicionera y sanguinaria, un inmisericorde asesino, de lealtad voluble, siempre del lado que más conviniera a sus intereses.
Camus, el siempre metódico y calculador caballero de Acuario, cuyos razonamientos se imponían a todo, incluso al corazón, el cual francamente parecía no poseer, desdeñando los sentimientos cual vulgar ilusión, cuya lógica se imponía a todo. El que había traicionado a Athena una y otra vez, peleando en favor de sus asuntos personales.
Y yo, Afrodita de Piscis… uno de los tres más celebres traidores del santuario. Cuya vida y lealtad estaba siempre del lado y al servicio del más fuerte, cuya única adoración en la vida era la belleza, la belleza del poder, la belleza de la victoria. Cuyas creencias sobre la verdad y la justicia justificaban los medios… la justicia que ejercía presión sobre el más débil. Excelentes cualidades para esta empresa.
Sí, ahí estábamos, los más indicados de todos, Hades no podría haber encontrado mejor ni más leal escuadrón de muerte.
Que equivocado estaba este Dios…
Las cosas no salieron como él lo esperaba, pero, sí exactamente como nosotros lo habíamos planeado.
Irrelevante es hablar de una batalla que terminó donde comenzó, en el mundo de la muerte. Y allí estaba otra vez, ja… el infierno… podría llamarlo mi segundo hogar, he caído en el infierno tantas veces… incluso, lo viví cuando estaba en el mundo de los vivos… No sabría diferenciar cuál de los dos infiernos es el peor…
Hace tanto frio… tengo… tanto miedo… ¿En dónde estoy?... Sin tiempo ni espacio, el silencio se rompe por lejanos aullidos de dolor, pertenecientes sabrán los Dioses a qué clase de aberrantes creaturas… o almas miserables…
Un mundo tan frio, un frio que quema el alma más aún que una brutal llamarada del infierno… En mi tierra natal, Suecia y sus pueblos nórdicos hermanos, nunca se vio el infierno como un lugar lleno de fuego rabioso, muy por el contrario, en las leyendas escandinavas, el infierno era un lugar helado, porque mi gente sabía lo cruel, asesino e inmisericorde que podía ser el invierno, y estaban siempre en busca del benigno fuego. Con noches eternas y heladas por meses ¿Cómo podrían ver el fuego y la luz como algo negativo?
Ese concepto del infierno ardiente, nació en tierras árabes, donde el calor era quien tomaba las vidas sin clemencia alguna y el frescor del frio se percibía benigno y salvador.
Así pues, todo depende del cristal con que se mire, pero en mi experiencia personal, puedo decir que más que el fuego, el frio terrible es el más grande castigo, y no hay más hiriente dolor para el alma, que el frio. Y ahí estaba yo, en el siempre frio infierno…
Sigo creyendo que debes ser fuerte para sobrevivir en el mundo, en este universo, no puedes escudarte siempre tras la debilidad, no puede ser excusa para tu derrota, y eso, lo he comprobado hoy más que nunca.
Muchas de mis otras creencias han cambiado, unas radicalmente, otras simplemente han adquirido una nueva perspectiva.
Sí, sigo creyendo que la debilidad merece castigo… No hay pretexto para dejarse arrastrar, sí, una persona débil merecerá un castigo: El que ella misma se impone con sus acciones…
Esto parece una vil broma…
Aquí estoy, vivo de nuevo, junto a mis compañeros dorados caídos, corriendo hacia mi destino en una tierra tan inhóspita y helada como el Cocyto. Y otra vez, después de una muerte, tengo una nueva vida prestada, una nueva oportunidad… Sé que esta nueva oportunidad, no será más que una ilusión, que quizá ni tenga tiempo de disfrutar, y aun así, me esfuerzo en disfrutarla un poco, unos instantes que pronto serán nada con el tiempo, pues después de todo, no somos libres de vivir nuestras vidas, sólo somos peones en el ajedrez de los Dioses. Meros juguetes que se prestan unos a otros para que puedan seguir jugando. Ayer por Athena, hoy por Odín, mañana… ¿Por quién?... Y en esta batalla, comienzo a recobrar un poco al Afrodita que era en verdad, y justo cuando me estoy recobrando a mí mismo, vuelvo al mundo de los muertos. Parece ser que alguien no le conviene que recuerde quién y cómo soy de verdad. Al parecer para alguien, el hermoso asesino del santuario griego, es preferible al niño sueco inocente que fue arrebatado de Suecia hace tanto tiempo.
Una luz se acerca al ojo de mi mente. Es… es la memoria, clara…
Una luz, veo una luz al fondo de un túnel, se acerca… No, soy yo quien se acerca a ella. Algo me empuja fuera de está confortable y cálida oscuridad. Hay gritos, alguien grita, alguien grita mientras una fuerza no para de empujarme fuera. ¡No puedo detenerlo! La luz, es demasiado intensa ¡me ciega!
1964, Estocolmo, Suecia…
- ¡Eso, aquí estás!... Muy bien madrecita, muy bien. ¡Es un varoncito! Y se ve sano. Enfermera pronto limpien, revisen y arropen al pequeño.
¿Qué es esto? hay demasiada luz, demasiados sonidos, qué es esta sensación… ¿helada? ¿Es esto el frio? Pues si es, entonces tengo frio, tengo mucho frio… ¡¿Qué es eso?!... ¿Qué es está sensación? Hay sensaciones por toda mi piel, qué son esas cosas que me rodean, ¿es esto el tacto? Parece que mi mente sabe todo sobre lo que me rodea. Antes de venir a este mundo tenía conciencia, mi mente subconsciente lo sabe todo, y me da cada respuesta, pero, no entiendo, conforme más pasan los segundos en este extraño mundo siento que todo el conocimiento, esa fuente que me responde se aleja… No, ¡no!... me cuesta… escucharla ¿qué me pasa?... ¡Hey basta, dejen de tocarme! ¡Apaguen esa cosa, su luz me lástima!... ¡¿Por qué me amarran con este lienzo?! ¡Déjenme! ¡¿Qué no me oyen?!... Puedo sentir que estoy gritando pero nadie me presta atención, a pesar de que grito con todas mis fuerzas, no responden a mis exigencias ¿acaso no entienden lo que digo?. ¡No me gusta este lugar! ¡Demasiada luz, demasiadas sensaciones!... ¡Me quiero ir!... ¡No!... ¡No, suéltenme!... ¡Suéltenme a dónde me llevan! ¡No me gusta este lugar, quiero volver a donde estaba!
- Aquí tiene a su pequeño Lady Vasa.
¡Basta dejen de… ¿qué… qué es esta calidez? es… tan reconfortante. Este calor tan dulce, me da la paz que acababa de perder, y este sonido, este sí lo reconozco, llevo meses oyéndolo, es tan hermoso, este dulce tambor, me llena de paz…
Siento unos cálidos labios en mi frente y por alguna razón toda mi ansiedad, incomodidad y temores desaparecen… y me invade la clama cuando escucho su voz.
- Bienvenido al mundo, mi pequeño tesoro.
Me siento, exhausto… sólo quiero dormir, dormir en la dulce calidez de este pecho que me canta con su latido, tengo… tanto… sueño…
…
Hay tres rostros… tres rostros sobre mi cuna. Un hombre amable, apuesto, de finas facciones, elegante, sus ojos… me miran llenos de amor y orgullo. Un rostro más pequeño me mira también, es… es muy parecida a este hombre, sus cabellos rubios y ensortijados hacen un halo alrededor de sus facciones redondas, sus ojos azules me miran con mucho interés. Y… hay alguien al otro lado. Pero… que ser más hermoso, ¿es un ángel de los que estaban allá en el cielo? Tiene que ser. Su rostro posee una belleza que definitivamente no es de este mundo, no es humana… ella es algo más. Sus ojos tan azules y brillantes como su cabello parecen el cielo mismo y me miran con absoluta devoción, hay un amor y una ternura tan profundos en ellos que son sin duda celestiales, me sonríe y el brillo en sus ojos se acrecienta y me cubre con amor. Siento que sea quién sea ella, voy a amarla toda mi vida, es un amor tan limpio y profundo que me nace del alma, su sonrisa me alegra el corazón, y aunque por alguna razón siento una gran conexión con ese hombre y esa pequeña, no es tan avasallante como la que siento hacia esta angelina.
¿Quiénes son estás personas?
- ¿Él es mi nuevo hermanito?
- Sí mi amor.
- ¿Cómo se llama? –preguntó muy interesada la pequeña.
- Maximillian. Como el hombre maaas apuesto del mundo –dice la mujer con coquetería mientras el hombre le sonríe con mucha complicidad.
La pequeña hizo un puchero de enfado -¿Cómo papá? Pero… ¡Yo quería que se llamara Alexander!
El hombre y la mujer se miran y sonríen, luego el hombre mayor quien la alza más para que pueda ver bien sobre la cuna le dice con cariño –Bueno… Tu hermanito puede tener dos nombres.
- ¡¿Sí?! ¡¿Qué tal tres o cuatro?!
- ¿No te parece demasiado princesa?
- Así podrá escoger el que más le guste cuando sea grande. La abuela quería que se llamara Andreas –continua la pequeña con su alegato mientras ambos adultos sólo la escuchan y sonríen –yo quiero llamarlo Alexander, y ustedes Maximillian. Falta uno… -dijo contando con sus deditos -¡Ya sé! ¡Björn!
- Mi amor… -dijo el hombre entre risas –es tu hermanito, no es una mascota. Jum… hagamos algo, entre Andreas y Alexander, elige uno, sólo uno –le dijo enfatizando cariñosamente con el índice –y ese que elijas será el segundo nombre de tu hermanito.
La pequeña me miró con una expresión demasiado seria para su edad, como enfrentando una gran encrucijada para elegir el nombre perfecto.
- No tiene que ser hoy, tienes 7 días para escoger.
- ¿Siete?
- Es lo que debemos esperar para llevarlo a registrar ante la Riddarhuset mi pequeña. –dijo la celestial joven junto a mi cuna.
Estas personas… eran mi familia. Mi padre, mi madre, mi hermana mayor…
…
Sov mitt barn i bädden hos mor, Låt vargen yla i natten...
Cada noche la voz de un ángel me canta, me arrulla, me duermo escuchando su dulce voz, los latidos de su corazón, la calidez de su alma, pese a que mi llegada a este mundo fue el evento más traumatizante de esta mi corta vida… creo que ha valido la pena. Con estas personas a mi lado, me siento extremadamente feliz. Si dejar el cielo fue el precio, lo pago con gusto.
...
No creí que sería posible recordar tales cosas, pero aquí, del otro lado, lo imposible es un concepto sin sentido.
No sólo mis recuerdos, fui capaz de ver, cosas de las que yo no estaba enterado… como en una película.
Una película de horror….
Una pequeña de cinco años jugaba tirada en la suave y afelpada alfombra con su pequeño hermano que hacía seis meses había celebrado su segundo año de vida, bajo el castillo de fantasía con torreones de fina madera mandado hacer a su medida, en una amplia y lujosa habitación, llena de cuantos juguetes, lujos y amenidades un chiquillo pudiera soñar. El infante de ensortijados cabellos azules sentadito en el suelo, reía abiertamente y aplaudía frente al costoso y tradicional caballito de madera que su hermana hacia danzar frente a él mientras ella le cantaba una canción tradicional muy rítmica.
Y mientras la felicidad y la inocencia envolvían el tercer piso de aquel enorme hogar, la incertidumbre y la ansiedad se habían apoderado del primero.
- Maximillian… ¿esos hombres otra vez? –preguntó la hermosa mujer con la angustia reflejada en su mirada y la desesperación presente en su voz.
- Sí Svana… Me temo que, no entienden un no por respuesta. Entregar a mi hijo a una causa superior… ¡Bah! ¡¿Qué clase de lunáticos son para creer que me convencerán con eso?!
- Max, tengo miedo, los que vinieron hoy, no parecen ser personas normales. No sabes cuánto detesto la mirada de ese hombre. Cuando me mira así… me dan escalofríos. Hay algo en sus ojos, que no es normal, y… la forma en la que siempre se dirige a mí, el como parece venerar mi apariencia...
- ¿¡Acaso se atrevió a faltarte al respeto?! –preguntó alarmado y furioso de solo pensar que esos imbéciles…
- No, no… No es lascivia lo que percibo en él… Son indirectas, pero no de índole sexual o vulgar, es algo que no puedo traducir con palabras… Siempre dice que la belleza es atributo y ofrenda para los Dioses, que no es bocado de mortales... Maximillian, algo no está bien con esos sujetos.
El hombre la miró sorprendido, él ya lo había notado, pero no había querido comentarlo con su amada esposa para no alterarla más.
- Tranquila, sólo son unos locos que exhiben mucha seguridad para intimidarnos, pero sólo son fanfarrones. Están fuera de los cabales si creen que podrán pelear con una de las familias más poderosas de Suecia. Si creen que cuentan con grandes aliados a nivel político internacional, nosotros también. –dijo con seguridad tratando de disipar los temores de su esposa.
- No es eso Max. No es eso… Los primeros que vinieron cuando Maximillian cumplió un año, con ese cuento de un futuro glorioso para nuestro pequeño sí parecían sólo unos farsantes, enviados por alguna organización secreta, pero… conforme ha pasado el tiempo y nos hemos negado, las personas que vienen, son cada vez más amenazantes. En especial ese hombre que comenzó a venir en Septiembre… Y sí, quizá, quienes vinieron el año pasado, no dudo que fueran sólo asquerosos esbirros de aquellos que están tras el verdadero dominio político de este mundo, pero hoy de nuevo, vino ese hombre. Cuando el viene… Dirás que estoy loca, pero la intuición femenina no me falla, y la de madre… esa no se equivoca jamás. ¡Max, estos hombres no son personas normales! Hay algo en su mirada. Me atrevería a decir… que no son humanos.
- Amor –dijo sonriendo y tomándola suavemente por los brazos tratando de tranquilizarla -estás muy alterada, estás imaginando co-
- ¡No lo son, y lo sabes! –dijo soltándose de su esposo, perdiendo la paciencia, enfrentando azul contra azul en una mirada determinada que le exigía el dejar de pretender –No me importa cuán loca puedo parecer al afirmar esto, pero yo lo sé, no son humanos.
El hombre bajó la vista y suspiró pesadamente. Él también había notado algo demasiado perturbador en aquel hombre desde la primera vez, y hoy lo había confirmado, pero se lo guardaba para sí. Ya bastante tensión habían estado viviendo los últimos meses para darle otras razones de angustia a su mujer.
- Un caballero dorado de la Diosa Atenea… por más disparatado que suene para el resto de la sociedad, los de nuestra estirpe lo saben. Las casas reales, los altos mandos en el gobierno, las trece familias, los magnates y altos empresarios que mueven al mundo, las naciones unidas, todos aquellos que están tras el verdadero poder que mueve a este mundo. Todos nosotros sabemos que hay cosas más allá del entendimiento y las creencias del populo común, sabemos lo que se cierne sobre la cabeza de la humanidad día tras día y vivimos con eso, pretendiendo que no existe, para llevar una vida más normal, como el resto de los humanos, pero sabemos muy bien que existe. No podemos fingir que no sabemos lo que puede estar pasando aquí. Ella lo quiere… -dijo con rabia -ya lo han elegido y no van a renunciar a él. Pero no me importa que sea contra una Diosa –dijo con la furia y determinación que sólo puede tener una madre –no voy a entregar a mi hijo como lo hizo ese magnate de oriente. Aún si toda la humanidad fuera a ser sacrificada por mi rebeldía, que me perdonen los cielos, pero estoy dispuesta a pagar ese precio, no voy a dejar que me arrebaten a mi hijo.
- Yo tampoco –dijo el hombre con determinación apoyando a su mujer, y tomándola por los hombros le hizo una promesa–escúchame bien Svana, moveré todos nuestros recursos, dinero, contactos, todo, pero te prometo que no dejaré que nos roben a Maximillian, mientras yo viva eso no pasará, e incluso moriré protegiéndolos a ustedes de ser necesario, te lo juro por nuestros hijos. No voy a abandonar a mi familia y no voy a entregar a mi hijo para que sea un juguete en manos de esos Dioses caprichosos. Contamos con mucha gente poderosa, incluso contamos con el apoyo de las casas reales de Suecia, Dinamarca, Finlandia e Inglaterra, y los próceres de Polonia, por dinastía ¡Tenemos derecho a su protección!.
- ¿Y quién te asegura que esas casas no van a traicionarnos? –dijo ella mostrando sin tapujos su desconfianza a esas casas.
- Somos parte de La Casa de la Nobleza, tienen que apoyarnos. ¡Están obligados!
- Y en cualquier otra situación no nos abandonarían. Pero Max, esto es por los Dioses a quienes sirven. Ya en el pasado han sacrificado a varios de sus propios integrantes en ofrenda a esos Dioses desalmados que les brindan el poder. ¿Ya olvidaste el incidente del puente de las almas?. Todos nosotros sabemos que aquello no fue un accidente. Todo lo que piden los Dioses les es ofrendado, y ahora han pedido a nuestro hijo ¿lo entiendes?. Tenemos que irnos lejos.
El hombre dejó caer los hombros, su esposa tenía toda la razón, pero, él ya no sabía qué hacer.
- Kära, tenemos que irnos, la casa de la nobleza no nos brindará su ayuda esta vez. Ellos no… pero el Pueblo de las Huldre, puede ayudarnos. Sabes que no le rinden devoción ni obediencia a los Dioses Griegos. Y sé que me brindarán su ayuda.
El hombre levantó la vista con una nueva esperanza. Su esposa era descendiente de los sabios Huldre, y ellos podrían darles algo de protección. Pero no aquí, debían acercarse a sus dominios…
El hombre quedó pensativo unos momentos, caminó hacia el ventanal meditando sus posibilidades. Luego de segundos que le parecieron eternos a su esposa, algo vino a su mente y se viró tomando sus manos y hablando con premura.
- Preparemos algo de ropa, sólo lo necesario para el viaje, iremos a Löwenhielm, y allá compraremos lo que haga falta. No hay que hacer notar que nos vamos por largo tiempo.
Su mujer apretó sus manos y sonrió esperanzada. Lo soltó y corrió escaleras arriba del enorme château que era su hogar, para comenzar a prepararse.
Aunque el hombre había mantenido una actitud medianamente serena todo el tiempo, en cuanto su mujer se marchó, su mirada y actitud segura se derrumbaron, estaba muerto de miedo, pero no lo demostraría, debía ser un pilar fuerte para su familia. Además ahora tenían esperanza. Y pese a esa esperanza, no podía evitar las oleadas de escalofríos que lo recorrían de sólo recordar lo que había pasado en su despacho momentos antes que su esposa volviera a casa…
De nuevo ese hombre se presentaba en la mansión, con la misma incoherente petición.
"Escuche Príncipe Vasa, no sea obstinado, le está negando un futuro extraordinario a su hijo. Ese niño no les pertenece, entiéndanlo de una vez. El vientre de su esposa fue sólo el medio que los Dioses usaron para traer a un guerrero divino dentro de este mundo terrenal y nada más. Ese niño pertenece a los Dioses desde el momento en que nació, pertenece a la Diosa Athena, y nació sólo para servirla, y estar por encima de los mezquinos, de los humanos ordinarios. Será un Caballero Dorado, la elite de guerra de la Diosa Athena, un semidiós encarnado ¡Un semidiós! ¿¡Acaso puede entender lo que eso significa?! ¡Uno pensaría que sí!. Los nobles, reyes, políticos y poderosos de este mundo siempre nos han servido y sabido de nuestra existencia, es un privilegio que pocos humanos tienen, así que no me venga con los remilgos de un padre mortal común, cuando desde siempre se ha sabido en estos círculos que las familias de poder deben estar listas y dispuestas a entregar a sus hijos al servicio de un poder y entendimiento superior si les es requerido. La familia del antecesor de este pequeño hizo lo que debía sin dar ningún problema. La mayoría hacen lo que deben hacer sin dar problemas, pero nunca faltan aquellos faltos de visión como ustedes. ¿Acaso no ha aprendido del buen ejemplo de los magnates griegos de la familia Solo? ¿No ha oído hablar de ellos?
"¡Claro que sí! Y están muy equivocados si creen que yo seré tan insensible y mezquino. ¿Es el poder y linaje de mi familia lo que quieren cobrarse? –Espetó furioso -¡Pues tomen todo! ¡Este palacio, las propiedades de la familia, el dinero y los malditos títulos nobiliarios, no me hacen falta! No me importa ser un plebeyo pordiosero más, encontraré la forma de salir adelante, pero no voy a pagar la rancia estirpe de esta casa con la vida de mi hijo"
"Pero que obstinado –dijo cansado el hombre de plateada cabellera quien los visitaba en nombre de la Diosa por onceaba vez acompañado de otros dos de sospechoso aspecto–Créame, no nos interesa todo lo que la familia ha acuñado por generaciones, no queremos cobrarle la grandeza de esta casa. Culpemos al azar… usted podría seguir viviendo en este lujo y esplendor sin que a los Dioses les importara un carajo. La cuestión es que ustedes fueron esta vez los elegidos, los honrados por los Dioses para traer a la vida a este niño tan especial, pudo haber sido en otra familia, noble o pobre, pero fueron ustedes los ungidos con esta gracia… ¡Qué arrogantes se han vuelto los humanos! En la era del mito, no habría madre que no estuviera orgullosa de entregar a su hijo como sacrificio a los Dioses, y ustedes que no son requeridos a un sacrificio de sangre, sino para que ese pequeño forme parte del orden donde se cimienta la creación, ¿reniegan de tal honor? ¡Ya nadie se comporta con los modales de la antigua Grecia!"
"¡Ja! Y por eso Grecia terminó así, que gran país…" -dijo burlándose de la situación actual del país mediterráneo.
"No he venido a intercambiar burlas e ironías, he venido, escúchelo bien, por última vez, a pedir lo que es nuestro, por las buenas"
"Es mi hijo, y no les pertenece" –espeto rechinando los dientes en gesto de furia contenida.
"Ah… miré si perder a un hijo es lo que le preocupa, debe saber que otro viene en camino, para reemplazar al que debe entregar"
"¿Cómo?..."
"Su preciosa, su hermosa esposa lleva nueva vida en las entrañas. Así que… Créalo, no sentirán la perdida de este en cuanto el otro haya nacido. Como ve… ya no es necesario tanto aleteo, se les va a reponer lo perdido"
"¿Qué clase de animales insensibles son ustedes?... ¡¿Acaso creen que un hijo es nada más que una posesión que se repone con otra?! ¡Podrán ser Dioses pero veo que no son más que una manada de entes vacíos ignorantes y lastimeros que pese a su llamada omnisciencia son incapaces de ver lo que de verdad importa en la existencia!"
"Cuida tus palabras Vasa –siseó el otro de forma sombría y amenazante –podrás ser uno de los peces gordos de este mundo humano, pero no dejas de ser un maldito insecto ante los Dioses. Y ya que no quieres entender mediante el diálogo civilizado te daré un último aviso, el ultimo, pues las oportunidades ya se te acabaron, si no quieres pagar un doble sacrificio con tu esposa e hija, y ese no nato, por tu rebeldía y osadía contra los Dioses, me vas a entregar a ese niño ahora mismo" –exigió el sujeto enseñando los afilados colmillos, de quien mostrando parte de su verdadera forma, sus ojos habían dejado de ser humanos y de la negra esclerótica las pupilas rojas centellaban como brazas ardientes emanando todo el infierno de maldad del tártaro.
Pese al miedo que esa visión inoculó hasta el núcleo mismo de sus huesos, su amor de padre lo hizo levantarse por sobre el terror agónico que inyectaba en su alma este ser, con una chispa de audacia brillando en sus ojos. Dándole coraje para retarlo frente a frente.
"Sobre mi cuerpo muerto Alastor"
El ser no pudo evitar que sus ojos se abrieran ante la sorpresa, muy pocos humanos en toda la historia habían sido capaces de retarlo y no orinarse sobre sí mismos cuando revelaba su verdadera mirada infernal. Tenía que admitir que a veces, el amor, ese sentimiento ilusorio y despreciable, dotaba a los hombres con una admirable osadía. En especial a los padres y madres que de verdad amaban a sus hijos. El ser asintió y sonrió malicioso con sus acerrados dientes.
"Como tú desees Maximillian Vasaborg… Su alteza…"
Con una burlona reverencia se alejó de Maximillian. El hombre dio la media vuelta y salió del despacho, seguido de los dos que le acompañaban. Y justo cuando salía por la puerta principal del château, se topó de frente con la señora de la casa, quien venía llegando de una secreta visita al médico, con maravillosas noticias para su marido. El elegante hombre de largos y platinados cabellos le hizo una galante reverencia para tomar su mano y besarla.
"Mi querida Freiherrine, pero que gran placer verla, todo, hasta el más crudo y oscuro invierno se ilumina y se pinta con color con la gracia de su avasallante belleza. Las hijas de los hombres pocas veces poseen tal belleza. Sin duda tiene el favor de la Diosa Afrodita. Sin duda… Es usted la estrella más brillante en la doceava constelación"
La mujer incomoda alejó suave pero rápidamente la mano de ese sujeto y con cortante cortesía le dijo.
"No esperaba su visita"
"No se preocupe mi Lady, pronto no la molestaré más… Con su permiso, me retiro. De verdad, ha sido un verdadero placer el poder contemplarla, entre el cielo y el infierno, no debe haber nada más hermoso que usted"
El galante hombre se retiró con una enigmática sonrisa en sus labios causando severos escalofríos en tan hermosa y distinguida dama, quien entró presurosa en casa, corriendo hasta el despacho de su esposo, para saber qué había ocurrido.
…
Aquel día que llegaron a su nuevo hogar, su esposa sintiéndose finalmente segura bajo la protección de los Huldre, lo llamó para anunciar.
- Max, por favor ven –dijo atrayéndolo a la sala de estar. -Con todo lo que pasó aquel día, no tuve tiempo de decirte, pero ahora que hay paz para hablar… dentro de este caos, quiero darte una excelente noticia, que deseo nos traiga buena suerte y felicidad –dijo tendiéndole un papel blanco a su esposo.
Él lo tomó con curiosidad sin comprender las palabras de su mujer. Eran los resultados de un laboratorio, y al leer, la alegría y el miedo lo invadieron por igual.
"Su preciosa, su hermosa esposa lleva nueva vida en las entrañas…. Si no quieres pagar un doble sacrificio con tu esposa e hija, y ese no nato, por tu rebeldía y osadía contra los Dioses, me vas a entregar a ese niño ahora mismo"
Las palabras de aquel engendro vinieron de inmediato a su mente. Lo había olvidado, por completo, con la premura del escape para salvar a su familia, lo había olvidado. Entonces… era verdad…
Se tomó de la frente y sintió un mareo que casi lo hace perder la conciencia.
- ¡Maximillian! -su mujer lo sostuvo en los brazos para evitar que se fuera de espaldas y como pudo lo arrastró a una silla.
El hombre tomó unos segundos para recomponerse. Todo había venido a su mente, su pequeño hijo, las amenazas de aquel hombre sobre la vida de su hija y su mujer, y este pequeño no nato… habían huido apenas a tiempo, apenas a tiempo… Respirando acompasadamente para estabilizarse el hombre comenzó a incorporare.
- Max… ¿estás bien? ¿Qué te pasa?... ¡Iré por el botiquín!
- No –dijo tomándola de la mano impidiendo que se fuera –no querida, estoy bien… bien… tranquila.
- ¿Qué te pasó?... Ah, fue mi culpa… Perdóname… no fue un buen momento, con todo lo que hemos pasado. Pero pensé que te daría una alegría, fue una imprudencia de mi parte darte semejante noticia justo ahora. –dijo sintiéndose culpable, pero su esposo la tomó del mentón para decir…
- No, no mi amada, es el mejor momento –dijo poniéndose de pie y encerrando a su mujer en un apretado abrazo, lleno de amor e instinto protector. –Me das una gran alegría. Eres lo que más amo en este mundo, tú y mis hijos. Ellos son la cristalización del gran amor que nos ha unido desde el día que nos conocimos –dijo apartándose solo un poco para poder verla a los ojos -cualquier hijo de tu vientre es mi mayor tesoro, el regalo más hermoso que me puedas hacer. Te amo Svana… y te voy a amar a ti y a nuestros hijos hasta el último día de mi vida.
Ambos se fundieron en un muy sentido abrazo cuando la pequeña Johanna entraba al salón con su hermanito.
- Mira Max, mamá y papá se quieren mucho. Cuando yo crezca, me casaré con un hombre tan amoroso y apuesto como papá. Y –dijo hincándose al lado de su hermanito –te voy a conseguir una novia tan bonita y amorosa como mamá. Y tú dime ¿Me ayudarás a conseguir a mi novio apuesto?
El chiquillo le sonrió y asintió, sin comprender las locuras de su hermana.
- Siempre nos vamos a querer, cuidar y ayudar. Seremos cómplices ¿de acuerdo?
- Siempre -dijo con gran vehemencia y su hermana lo abrazó con mucho cariño.
Meses después, en la frontera Norte…
Oculta en el místico bosque de los Ekeblad en las tierras de Alfheim se alzaba Löwenhielm, señorial y mítica mansión, hogar de reyes y nobles del pasado, en épocas remotas, herencia de generaciones, guardiana del antiguo marquesado de cuando aún la calesa y el caballo eran los únicos medios de transporte accesibles para el hombre. Secreto bien guardado de los ojos del hombre, olvidada, dada por leyenda, la Mansión de antigua arquitectura aun ahora, existía ahí en las entrañas del bosque que con las décadas interminables había crecido a su alrededor, expandiéndose por kilómetros, escondiéndola de los profanos. Seguía ahí, se alzaba orgullosa y poderosa, con protectores muros que ni el tiempo, ni las antiguas guerras, ni el crudo clima, habían logrado doblegar. Y en sus muros protectores se resguardaba la familia Vasaborg, descendientes de la insigne casa Vasa de los antiguos reyes de Suecia, hoy nobles de venerable estirpe.
Hacía unos meses que habían huido de Estocolmo, y el pueblo de las Huldre les había brindado su protección.
Nadie había sido capaz de dar con ellos y como su esposa había predicho, las casas reales que tenían la obligación de proteger a los suyos, los habían traicionado.
La mansión era antigua aunque señorial y tenía todo lo necesario para sobrevivir el crudo invierno que ya se cernía sobre esas salvajes tierras. Pero para bien o para ciertas dificultades, quedaba muy lejos de la civilización. Por esta y otras razones de mayor peso, los nobles de la casa se habían convertido en la práctica, en un par de campesinos. El jefe de familia salía a cazar y a cuidar de los animalitos de granja que habían conseguido y un pequeño huerto, con los que la señora, se afanaba en preparar mantequilla, queso, pan fresco, y todo el alimento para su familia. Pese a lo pesado que llegaba a ser, para la pareja nunca fue una tarea pesada, pues lo hacían con amor para sus hijos. Quizá no tenían las comodidades de la gran ciudad y el mundo moderno, pero tenían a su familia unida y completa, todo aquí era más hermoso, y cada ardua tarea bien valía la pena, si podían vivir en paz con ambos pequeños a su lado.
La mujer tomó la vieja paila para mantequilla artesanal y trataba de subirla a la mesa, cuando su marido entró corriendo para ayudarla.
- Amor, no debes levantar cosas pesadas.
- Te agradezco –dijo tomando su barriga y sentándose con cuidado en la silla, la verdad sí se sentía cansada. –Ah… ya comienza a sentirse el peso del bebé. ¡Y no sólo el peso! ¡Toca! –dijo emocionada jalando la mano de su esposo y poniéndola en su vientre donde suave pero claramente se sintió movimiento. -¡Lo sentiste? –preguntó emocionada.
- Sí –dijo el apuesto hombre con una amplia sonrisa –será un niño inquieto ¿eh?
- Creo que será una niña, ya se la siente caprichosa y complicada jajaja.
- Otra niña… ¡Pobres de Max y de mí! Viviremos sometidos al dominio femenino –suspiró fingiendo sufrida resignación.
Por toda respuesta la mujer entrecerró los ojos y sonriendo le dio un manazo en la espalda.
- JAJAJAJA… Ah –mirando a su mujer con profunda ternura y besando su mano le dijo –No importa lo que sea, será un bebé muy amado.
Ella le sonrió devolviendo el amor en la mirada y viendo a su vientre le comentó –¿Sabes que el pequeño Max no deja de preguntar el por qué me tragué una almohada?
-…. JAJAJAJA ¡¿Cómo dices?! Jajajaja
- Tal cual lo oyes. Insiste en que mi vientre es una almohada suavecita y ha estado buscando por la casa la que falta.
- Mm –dijo con una sonrisa bailando en sus labios mientras acariciaba suavemente el vientre de su esposa–habrá que decirle que lo que debe esperar es un hermanito.
- Ya se lo aclaré, pero, ahora cree que será un bebé de felpa, prácticamente se imagina un peluche.
- ¡Papá! ¡Volviste! –dijo la pequeña rubia quien entraba a la cocina con su pequeño hermano de la mano. -¡¿Trajiste conejos?! –preguntó la pequeña emocionada pues aparte de ser una buena cena, las pieles que dejaban atrás, servían para que su madre les hiciera gorros y chalecos para el frio.
- Hoy no hubo suerte mi pequeña, pero traje alce.
- Umm, delicioso –dijo su mujer –y con este clima, no necesitaremos un refrigerador, nos durará una semana.
El pequeño se soltó de su hermana y corrió hacia su mamá, para dejarse caer de golpe en un abrazo en la barriga de su mamá.
- ¡Mami!
- Parece todo un aficionado –dijo el príncipe Vasa riendo, hincado al lado de su mujer viendo como su pequeño tallaba su cabeza en la barriga. La niña se les unió para abrazar a papá.
- Te lo dije. –dijo ella acariciando los bucles azules.
- Mi pequeño, sí sabes que eso no es una almohada ¿verdad?
- Mamá dice que es mi hermano de peluche.
La mujer rio –Yo nunca dije eso jajaja.
- No será de peluche mi pequeño Max, será de carne y hueso, como tu hermana y tú. Por eso, debes tener más cuidado. Acércate a mamá suavemente, porque dentro está tu hermano menor, y esos abrazos eufóricos pues… pueden alterarlo un poco. –le dijo sonriendo -¿Sabes que tu hermana siempre te cuida verdad? –el chiquillo asintió –Pues ahora será tu turno de ser el hermano mayor, y tu responsabilidad como hermano mayor es cuidar de los más pequeños. Serás todo un hombrecito de la familia. ¿Siempre cuidarás de tus hermanos verdad?
- Sí… ¿Es mano o mana?
- ¿Es qué? –le preguntó en tono divertido.
- Creo que lo que quiso decir es "hermano o hermana" –dijo su mujer entre risillas.
- Ah pues, eso no lo sabemos.
- ¿Por qué?
- Ah pues porque eso tiene que ser una sorpresa. Pero sea niño o niña, lo vas a querer mucho, ¿verdad Max?
- Sí –dijo con una amplia sonrisa llena de ilusión.
Su padre lo miro así, con la inocencia y el amor que ese pequeño desbordaba por la mirada, y sin poderlo evitar lo atrajo a su pecho y lo abrazó con fuerza. Todo lo que habían abandonado, todo lo que habían dejado atrás, valía toda la pena del mundo, no habría sacrifico grande que pareciera, si podía tener a sus hijos entre sus brazos, criarlos libres y con amor, y salvar a su pequeño Maximillian del cruel y despiadado destino que ser parte del ejercito de un Dios representaba.
Pese a tener caballos y dinero que podrían llevarlos a hacer las compras al poblado más cercano, a siete kilómetros del bosque, y facilitar así su vida, no podían abandonar el círculo protector que los Huldre habían puesto a un prudente perímetro de la casa. Su magia protectora era fuerte, podía volverlos invisibles incluso a los esbirros rastreros de los Dioses, pero no funcionaba fuera del bosque. En territorio de los hombres, no podían ocultarlos del ojo avizor de esos entes egoístas que se hacían llamar Dioses y guardianes de la humanidad. Aunque el pequeño Max no saliera del bosque, si otro integrante de la familia lo hacía, cabía la gran posibilidad de ser avistado y seguido por los búhos bubo y nocta, dando así con su escondite.
- Mis tesoros –dijo abrazando también a la niña y poniendo una mano en la pancita de su mujer –ustedes son lo más grande que tengo, no necesito mayor riqueza en esta vida. Aquí tengo todo lo que podría desear –finalizó besando a ambos niños en la cabeza y luego la mano de su mujer.
Ella apretó su mano con fuerza. Mientras se tuvieran, no necesitaban nada más.
Tiempo después…
El pequeño heredero de la casa Vasaborg, jugaba en la nieve, fascinado con esta, haciendo muñecos, y, escarbando para conseguir más nieve para formar la bola de la cabeza del muñeco, dio con el suelo llano y ahí descubrió una pequeña plántula que había peleado por vivir pero evidentemente le había sido imposible crecer ante el cruel invierno y peso helado de la nieve.
El niño, sintió demasiada pena y empatía por la plantita muerta de un verde ennegrecido. Con compasión absoluta acarició la hojita muerta que era todo lo que había logrado florecer alguna vez. Y ante el asombro del pequeño, la plántula comenzó a cambiar su color oscuro por un verde chispeante, tan vivo que resplandecía sobre el oscuro suelo y al lado de la blanca nieve. Comenzó a enderezarse fuerte y orgullosa, y el chiquillo iluminó su rostro con una brillante sonrisa, ¡Esto tenía que ser magia! ¡La magia de la que hablaban los cuentos de Hadas! Lleno del gozo absoluto que le producía ver a la planta renacer de forma tan mágica y a la vez siendo arrebatado dentro de sus emociones, por aquella energía dorada que comenzó a emanar por su manita, no pudo ni intentó controlar nada. La sensación era arrebatadora, y siendo un chiquillo, un alma libre que no había sido apresada aún por el mundo humano de las apariencias, dejo fluir libremente esa alegría, esa sensación, ese poder, que subió por su brazo y se le clavó en el corazón, y la pequeña planta que no había sido más que hierba de monte, comenzó a crecer, y a cambiar, a formar un tallo fuerte y largo, altivas espinas aparecieron a los costados, y en la punta, un capullo rojo como la sangre, emergió floreciendo en una orgullosa y despampánate rosa roja.
El chiquillo estaba fascinado y como todo niño, corrió a la casa para compartir este evento tan mágico con su madre.
La mujer salió a paso lento hasta donde su hijo juraba que una mágica flor había aparecido entre la nieve. Ella sabía que había magia en esta zona del bosque, pero no del tipo que su pequeño juraba, pero no queriendo romper su ilusión, aceptó ir con él a ver esa "mágica aparición". Sin embargo para su sorpresa, encontró en el lugar la hermosa rosa de la que su hijo hablaba.
Las rosas eran flores demasiado delicadas, y no podían sobrevivir en estos crudos vendavales… ¿Cómo había logrado está rosa…?
Sorprendida y con cuidado se agachó para tocar a la maravillosa flor que se imponía a la crudeza del clima, y conocedora del alma del bosque, al tocarla lo supo, esta flor no era normal.
…
Con el paso del tiempo, se hizo evidente para la madre que su hijo era muy especial, tenía mucha afinidad con el mundo natural, y parecía que las plantas se sentían cómodas en su presencia, pero no lo asoció al hecho de que fuera destinado a ser un llamado caballero dorado, sino que para ella hacia sentido que tuviera afinidad con la madre naturaleza por el hecho de ser su hijo.
Max tenía unos genes que…
- Mira mamá –dijo el niño poniendo la macetita de la plantita de menta que acababa de replantar en la mesa junto a su madre. -¿está bien?
- Lo hiciste muy bien amor. Ya ha crecido bastante, necesitaba una maceta más grande. Ahora estará más cómoda y sus raíces se expandirán con mayor libertad. A este paso creo que… en verano ya estará lista para plantarla en tierra firme.
La casa contaba con un pequeño vivero donde ella enseñaba a sus hijos el cultivo y cuidados de distintas plantas, en especial las especias que servían para cocinar y crear remedios caseros y de las cuales se valía para ese fin.
Y su pequeño hijo era él más interesado en todo esto. Era verdad que nunca había presenciado que su hijo hiciera algo como lo que el niño había dicho que pasó con la rosa. Y de hecho Max no había reportado otro incidente igual. Pero si había una cosa notable era que el niño tenía excelente mano para las plantas, incluso mil veces mejor que la suya. Planta que ponía al cuidado del pequeño era una planta que crecía más rápido, más fuerte y más aromática.
- ¡Max, mamá, rápido vengan! –Johanna entró corriendo alegremente al vivero iluminado por las velas, con su padre siguiéndola.
- ¿Qué pasa cariño?
- ¡Quiero que Max vea las luces del cielo!
-¡Oh, auroras boreales! ¡Vamos Max, ve con tu hermanita corre! –apuró la mujer animosamente y mientras ambos niños corrían al último piso al balcón, Maximillian padre ayudaba a Svana a subir lentamente.
…
Con el pasar de los meses, Svana notaba un claro crecimiento en las extrañas capacidades del niño.
Ya no sólo era la fuerza y salud con la que crecían las plantas a su cuidado, y era que… desde hacía unos días había notado que… aunque sutiles, las plantas parecían dar una respuesta al toque o presencia del niño. Como… ¿si le hablaran?. No era que le hablaran con palabras o que Max dijera haberlas oído expresarlas, no. Pero si las plantas podían comunicarse de alguna forma, sin dudar, pareciera que eso intentaban con el niño. Parecían responder a su presencia…
Casi a ocho meses de su partida…
Hacia un mes el pequeño príncipe Vasa había cumplido tres años de edad, y las flores de primavera florecían por los alrededores de la casa pintando todo de un nuevo color y vida que llamaba exageradamente la atención y curiosidad del menor de la familia.
Así que ahora con piernas más fuertes e inquietas corría de aquí para allá entre la maleza descubriendo sus formas colores y aromas. Demasiado astuto y escurridizo para mantenerlo bajo control en el jardín, solía alejarse de la casa aunque nunca más de lo permitido por sus padres, sería un niño muy curioso, pero también muy obediente y bien educado, así que jamás cruzaba los límites que le habían marcado sus padres.
Y además su hermana siempre estaba tras él, cuidándolo como su sombra. Pero, esta nueva vida primaveral, era… muy atractiva para el niño, quizá demasiado atractiva. Ya había estado más de dos veces por error a punto de cruzar una extraña línea de cristales tornasolados que bordeaba los alrededores desde que llegaron ahí. Era el límite que jamás debía cruzar.
Pero las bondades de la madre naturaleza siempre lo llamaban, y al medio día se había alejado suficiente de casa, hasta llegar a esa línea de diminutos cristales tornasol, sabía que no debía cruzarlos y no deseaba desobedecer, así que encogiéndose de hombros dio media vuelta y se apartó, corriendo hacia otro lado donde una ardilla había bajado del árbol y buscaba afanosa desenterrar una bellota.
El pequeño corrió hacia ella, y nada más verlo venir, el animalito corrió por el bosque con el pequeño detrás, tratando de darle alcance. Lo persiguió por un tramo, ya que la ardilla saltaba y corría entre las ramas y arbustos, en zigzag, de forma errática, tratando de confundir a su pequeño perseguidor y perderlo de vista. Luego de unos minutos de persecución, el animalito corrió pino arriba dejando al pequeño curioso abajo. El tronco era liso y alto. El pequeño buscó una forma segura de trepar al árbol, pero pese a su edad, gracias a las oportunas enseñanzas de sus padres, era sensato y al no encontrar ninguna forma segura de subir, se dio por vencido.
Dio la vuelta dándole la espalda al árbol y fue ahí que a pocos metros, encontró un arbusto lleno de aquellas maravillosas flores que nunca había vuelto a ver desde aquella mágica tarde de invierno.
Un rosal, un enorme y hermoso rosal de rosas rosas se alzaba justo al lado de un árbol. Eran… ¡eran esas flores mágicas! El niño corrió hacia ellas sin pensar y sin darse cuenta, salió del blanco perímetro que marcaban los salinos cristales.
Sin embargo pese a haber saltado el perímetro, aun le quedaba la protección del bosque… pero…
Su madre, salió de la casa buscando a su hijo con la mirada. Su hija se estaba dando un baño y en esos momentos en que ella estaba ocupada en la cocina y su esposo afuera atendiendo la pequeña granja, su retoño inquieto aprovechaba para escabullirse libremente por el bosque. No dudaba de la obediencia de su hijo, pero era un niño pequeño después de todo, así que, sin intención de su parte podría por descuido ir más allá de lo debido.
Lo descubrió allá al fondo, acuclillado cerca de un árbol. La mujer se preocupó, estaba un poco lejos. Asustada que hubiera pasado el perímetro, caminó tan rápido como su avanzado estado le permitía, llamándolo desde ya para hacerlo regresar.
Sin embargo el pequeño estaba casi hipnotizado por estas flores, sentía una conexión especial con ellas, un deseo irrefrenable que lo impelía a tocarlas, a sentirlas.
Cuando cuidándose de las espinas logró tocar una de ellas, esta respondió al contacto del pequeño, como todas las plantas desde hacía un tiempo, y sacudió sus pétalos de forma tan peculiar que el niño pensó que le hablaba.
- Max, ven, ven a ayudar a mamá –le llamó angustiada, tenía tiempo de conocer cada centímetro de ese lugar, y algo le decía que aunque por unas decenas de centímetros, su hijo había pasado el límite.
Ya se acercaba al lugar cuando a sólo metros de distancia pudo distinguir claramente la línea difuminada entre el pasto, justo detrás de su hijo. Había cruzado la línea… ¡Por la madre Tierra! Tenía que hacerlo entrar, de inmediato. ¡Aunque hubiera cruzado la línea aun podía mantenerlo a salvo si sólo él no…!
El pequeño volvió a sentir aquella energía que lo llenó por primera vez aquel invierno y una chispa, sólo una chispa, se incendió en él haciendo bailar al rosal entero.
- Mami, mira.
- ¡Maximillian no! –gritó desesperada corriendo hacia su hijo, pero era demasiado tarde.
La mujer alcanzó a su hijo y lo tomó en abrazos, metiéndolo en la seguridad del enorme circulo de cristales, apretándolo con fuerza, y su angustia y temor fueron de inmediato transmitidos al niño
- ¿Qué pasa mamá? –preguntó asustado y acongojado creyendo haber hecho una travesura sin querer.
- No… no… -repitió ella entre lágrimas al sentir como toda vida natural se cimbraba en un ominoso temblor mientras algo en el viento cambiaba.
Aferraba al niño contra su pecho. Pese a la protección del bosque, la chispa cósmica había hecho eco en todo el mundo, corriendo entre las venas de la madre Tierra, haciendo resonar en la lejana Grecia cada ropaje dorado.
Ahí estaba otro de los suyos. Las vibraciones de las constelaciones se inquietaron exigiendo recuperar la estrella perdida.
Lejos de ahí en las sabanas inhóspitas y lejanas de África, un entrañable guerrero que se encontraba en misión, perdió toda la concentración y cayó al riachuelo que brincaba, al sentir a su armadura vibrar con tal furia dentro de su caja de pandora.
- Por todos los Dioses… pero ¿qué fue eso? –el hombre se incorporó y saliendo del riachuelo, se quitó la caja de pandora de la espalda y la abrió para revisar que pasaba dentro, descubriendo cada pieza de la armadura vibrar insistentemente. –Pero… ¿qué… qué pasa?. –Afinó todos sus sentidos pensando que quizá le avisaba de un peligro inminente, pero, no pudo percibir ninguna alteración alrededor, salvo la propia de la armadura. Encendió suavemente su cosmos y con este, tocando con gentileza el metal hizo intento por tranquilizarlo. –Nunca habías estado tan inquieta… ¿Qué caprichos son estos? –le dijo riendo, como quien le habla a un niño y tratando de aplacar la inquietud del sagrado ropaje, sabiendo que las armaduras eran seres vivientes. –Mírame, estoy empapado. ¿Ya estás contenta? Tranquila… Tranquila… vamos, no podré pelear si me haces bailar así.
La armadura fue aplacando sus vibraciones ante los intentos de su legítimo portador, hasta quedar totalmente quieta y esté dándole una última chispa le dijo riendo.
- Si querías entrar al agua me lo hubieras dicho, yo también tengo calor, pero no hace falta maltratarme así.
Cerró la caja echándola de nuevo en su espalda y retomó su camino con una risilla aun en los labios, pero, suspirando, no pudo evitar el inquietarse ante la incógnita ¿qué habría pasado para que la armadura entrara en tal estado? De seguro no había sido la única en resonar de esa forma, algo debió haber pasado con los otros ropajes también. No siendo un hombre que dejara las cosas al azar, de inmediato entabló conexión cósmica con Shion, para saber si todo estaba bien en el santuario.
Fue mi maldita culpa….
- Vamos pequeño, aquí es peligroso y no es lugar para ti.
- ¿Quién eres?
- Soy aquel te llevará a casa.
Reza por mí, porque he perdido mi fe
en las guerras santas.
¿Está negado el paraíso para mí?
Porque ya no puedo soportarlo más.
La oscuridad se ha apoderado de mí,
consumió mi alma mortal
Todas mis virtudes sacrificadas…
¿Puede el cielo ser tan cruel?
Oscuridad… Esta vez no habrá redención, no habrá una nueva oportunidad, esta vez, de verdad, es el final…
El castigo definitivo de los Dioses, una eternidad en Piedra, almas que jamás verán la luz de otro día, que no tendrán derecho a nacer otra vez. El derecho de toda alma, nos ha sido negado.
Las almas de los que una vez fueron llamados héroes, hoy sólo son piedra que se consume en injusto castigo, por capricho y vanidad de quienes les condenaron por obedecer sus órdenes…
Y lo último que pensarán mis memorias antes de desaparecer sé que será una rosa, roja, como el sueño de mi infancia, como la sangre que tiñó mi cielo…
Mi cielo… Ahora lo recuerdo…
Mi cielo… No era la bóveda celeste, era… el cabello de mi madre, el que siempre se posaba sobre mi cuna, sobre mi cama, cayendo como cascada. Ahora, esparcido por el suelo, bañado en la sangre de mi hermana y mi padre y su vientre abierto en canal, vaciado del feto que llevaba dentro, en un macabro ritual…
Una muñeca rota… una bella niña de seis años despedazada de la forma más cruel, ofrendada en el mismo sacrifico…
Un Palacio en ruinas… los vestigios de una enorme y muy antigua mansión señorial que resistió cientos de años a las guerras, al tiempo y a los vendavales, pero sucumbió aquella noche a un incendio provocado, sepultando los cadáveres y las pruebas del asesinato de una familia, llevándose parte del bosque en el enorme incendio.
¿Su pecado? Que nació en su seno, el futuro portador de una armadura dorada, al que se negaron a entregar por "las buenas" en favor de una Diosa caprichosa…
Por eso los dorados éramos gran un problema, porque aunque naciéramos predestinados, lo más probable es que tuviéramos una familia, una que se negaría a entregarnos sin pelear… Las familias como la mía podían causar un gran dolor de cabeza, pues con su poder y contactos lograban retener a sus hijos un poco más, pero a fin de cuentas, contra los Dioses, todo era inútil. Las familias de los dorados, casi siempre terminaban asesinadas por negarse a entregar a un hijo, y para aprovechar el derramamiento de sangre, ofrendadas como sacrificio, desde la era del mito…
Todos los caballeros de Athena éramos huérfanos, aunque no todos naciéramos como tal… Cada una de las madres de los caballeros de bronce, fue asesinada como ofrenda, de distintas maneras, pero ninguna fue accidente. Con la anuencia y por órdenes de aquel que las había preñado, para ganarse así servilmente más aún el favor de los Dioses, y de paso deshaciéndose del estorbo que ellas representaban pues siempre trataban de huir lejos para poner a salvo a sus hijos al enterarse de las pretensiones del padre, como la madre del Cisne, el barco en el que murió no era precisamente por un viaje de placer. Y de muchas de esas sacrificadas se extraía su sangre para bañar con ella los pies de la colosal estatua de Athena, sangre que llegaba en jarras doradas y se decía que era sangre de cordero. Una ofrenda digna para la Diosa de la Guerra Justa. Fijándonos en los detalles, no mentían… ¿qué eran aquellas madres sino inocentes corderos?
Shion no sabía realmente todo lo que acontecía, sólo que los dorados sí tenían familias pero los niños les eran requeridos por un bien mayor y estas los entregaban humildemente para ese bien mayor, si bien no estaba de acuerdo en privar a las familias de sus hijos, nada podía hacer al respecto, le habían enseñado a creer que el fin de proteger a toda la humanidad, justificaba ciertos sacrificios, sin embargo y en consecuencia, trataba de darnos todo el amor paternal posible. Siempre fue gentil y justo con todos los caballeros, pero con los dorados, era más que gentil, era paternal, pues sabía bien que el precio que habíamos pagado para llegar al santuario era renunciar a nuestras familias, y él, quería compensar de algún modo ese vacío en el corazón… Para Shion éramos sus hijos. Él había sido también un huérfano arrebatado violentamente de los brazos de sus padres… aunque la parte violenta él la desconocía…
"El fin justifica los medios" fue siempre el lema de los Dioses.
El fin justifica los medios… ¿De verdad?... ¿Y por esa misma razón es que a mí me condenaron por mis "pecados"?
Yo creí, que justificaría los medios
Tenía poder sobre mí.
Perdóname mis pecados.
Cegado para ver, la crueldad de la bestia.
Es mi lado más oscuro.
Perdóname mis pecados
El velo de mis sueños engañó todo lo que vi.
Perdóname por lo que he sido
Perdóname mis pecados
¿Por cuánto lo creí? ¿Por cuánto lo apliqué? Hoy recordé que desde niño aprendí de la peor manera, que el fuerte gobierna sobre el débil, y este debe someterse a su poder… Porque yo fui un débil chiquillo de tres años que no fue capaz de proteger a su familia, fue sometido al poder de los Dioses, y su poderosa e influyente familia sucumbió a un poder superior, tratando de proteger a su hijo…
Esa era la pieza que faltaba en mis razonamientos… La pieza faltante que mi memoria olvidó para protegerme de la locura… Es natural en todo cerebro humano, el olvidar los traumas más poderosos para que el ser, pueda seguir viviendo. Pero esa era la causa original, mi razón más poderosa, para buscar como un demente la justicia…
Mi velado deseo de venganza, alimentó ese ideal de justicia, distorsionado por una memoria manipulada, creí en esa justicia cruel, pero olvidé mi objetivo. Un odio ciego y sin razón, me hizo cobrarle a la vida mi propio dolor, y a este dolor se sumaron todos los nuevos que tuve que soportar desde mi llegada al santuario.
Hasta la peor etapa de todas, cuando Arles tomó el mando y a sabiendas de quién era él en verdad, me convertí en su mano derecha por propia voluntad. Un juramento que me costó el alma misma. A partir de aquella noche, sólo experimenté dolor, muerte y tristeza. Y tuve que renunciar a mis deseos de amar a una familia y ser amado por ella. Me consagré a mi promesa y a resistir el precio que pagué por ella.
Pobre Afrodita… Pero decidí ocultar mi dolor y tristeza, no quería compartirlos con nadie, decidí que debía ser fuerte y me volví más fuerte, oculte mi tristeza y mi agonía, bajo el manto del orgullo y la altivez, la belleza y mi elegancia se volvieron mi mejor mascara y mi mayor armadura. Sé hermoso, elegante, orgulloso y letal…
El tiempo y el dolor, el recuerdo olvidado en mi mente pero vivo en mi corazón, despertaron mi lado más oscuro. Y creí en la justicia que una vez con lágrimas en los ojos frente a la sangre de mi familia desdeñé.
Creí que haría justicia desde la injusticia misma, mis sueños distorsionados me cegaron, no vi el monstro en que me estaba convirtiendo, y llegó el momento en mis ojos ciegos, que no veían a la bestia que era aquel a quien puse mi poder a sus pies. Y aunque tuve mis razones para cometer la locura de seguirle, con el tiempo, todo se volvió borroso, como un sueño... A fin de cuentas, el velo negro de mis sueños engañó todo lo que vi, sueños de dolor, tan brillantes… cegadores... y él, se convirtió en ella, la verdadera bestia que siempre gobernó en el santuario.
No todo lo que brilla es oro, no todo lo que brilla es luz, y el rojo, no siempre es amor…
Rojo como la sangre, rojo como mis letales rosas, rojo como el yelmo del patriarca, que roja mirada ocultaba tras su sombra y una máscara. Rojo como la sangre que lloraba mí hermano mayor tras esa misma máscara.
Radiante tinte tomó la muerte en nuestras manos. Saga, Shura, Mascara Mortal, yo… Rojo era el color…
Pero en mi locura, yo lo veía hermoso, justo, radiante… Rojo que mi corazón no olvidó desde aquel día en Löwenhielm… Rojo que anidó en los ojos de mi patriarca, dando vida a la bestia, que insistí en defender hasta el final… Más que por justicia, por cariño… aun ahora puedo recordar aquellos días en los que el corazón de Saga era puro… Fue un amigo, un hermano mayor, un guardián y un cómplice… hasta el día en que todo se oscureció para él. Y aun sabiendo la verdad y sí, más allá de mi ideal de justicia debo admitir, que también me empeñe en defenderlo a él, lo seguí, sabiendo que más no podía hacer, un inmenso poder más allá de la comprensión humana, lo había hecho su presa, no podía salvarlo de sí mismo, pero al menos, estaría ahí para él, como él estuvo para mí. A su lado hasta el final…
Ese rojo también tiño de traición la espada sagrada que moraba en la décima casa, cuando fue manchada con la sangre de aquel que fue llamado amigo y hermano…
Rojo como el infierno de sangre donde moraba de forma permanente aquel quien siempre será mi hermano Mascara de la Muerte...
Es una ironía, que siendo el rojo la cadena común, no nos uniera por sangre. Pero no me importa ni me importará, ellos serán siempre mis hermanos. Mascara de Muerte… eso fuiste tú, y eso fui yo, mascaras… unas más elegantes y hermosas que otras, pero mascaras al fin…
Y finalmente, rojo… Como está hermosa rosa… La última… ¿Qué significado escondes en realidad mi hermosa flor? Decían que yo mismo era una altiva rosa real, entonces ¿Cuál es la verdad tras de mí?
¿Amor? ¿Agresividad? ¿Sangre? ¿Pasión? El rojo puede representar muchas cosas, pero para mí, siempre fue Belleza… Y muerte… Coexistiendo lado a lado, y en perfecta armonía… Qué ironía… Dicen que soy sarcástico, y no lo niego, pero para sarcasmos, la vida, ella es una oponente a la que no me atrevería a retar, pues me demostró que para sarcasmos, yo sólo soy un imberbe infante a su lado…
Y en su sarcasmo me enseñó que justificar los medios por un fin... es filosofía de tontos… ¿Dónde quedó aquello por lo que una vez ofrendé mi vida? No queda nada… Mi corazón envuelto en oscuridad por tanto tiempo, olvidó cómo buscar la luz, ahora que tanto la deseo…
Engañado por los Dioses… Aprendí una cosa… que los humanos, no sabemos realmente nada…
Dejamos de creer en nosotros mismos, para creer en alguien más, buscamos afuera la divinidad que vive dentro. Peleamos por la justicia, con los ojos vendados… "La justicia es ciega" dicen, pero no, la justicia no lo es, el humano, sí…
¿Qué verdad se oculta tras esta rosa? ¿La conoceré antes de desaparecer para siempre en la nada?
Aunque deseo conocerla, a veces la verdad es también el más cruel castigo, tanto, que la ignorancia y la mentira llegan a verse realmente hermosas y compasivas…
La verdad… y aquí viene, como una burlona pregunta "¿quieres la verdad? ¡Aquí la tienes!"… Me temo que alguien no deja de escuchar hasta lo que pienso para usarlo en mi contra. Y otro más… un recuerdo, no, no es sólo recuerdo porque hay también imágenes, escenas, acontecimientos de los que no estuve consciente. Al parecer en la muerte, sí es cierto que toda la verdad se revela. Y sospecho que no me lo están revelando para mi bien, sino para hacerme sufrir aún más, estas verdades y estos recuerdos, no son más que parte del castigo, porque se supone que mi alma sufra y se retuerza de dolor, y vaya que lo están consiguiendo…
Y ahí está él…
Ese hombre que me trajo al santuario en una rugiente llamarada que cruzo los cielos. Ahora aparece en esta insana película que he tenido que ver en este macabro cine. Y puedo asegurar que mi permanencia no es voluntaria.
Él que me protegió en sus brazos con celo hasta mí llegada a Grecia.
Él que dijo que había venido a salvarme cuando la casa se derrumbaba entre llamas, el que dijo que había venido a llevarme a casa.
Ese hijo de mil putas…
-Mi adorada Freiherrine que gran dicha poder contemplar su belleza una última vez. –dijo con galantería el hombre que la había acorralado, y olisqueando los hermosos cabellos azules le habló mirándola a los ojos -Pero que bien nos engañó… Con que una liosalfar… Siempre supe que su extrema belleza no podía ser de una hija del hombre. Sólo tus ancestros feéricos podían protegerte, pero ya lo ves… aún las Huldre no son rival para un Dios.
El hombre de negra esclera y pupila llameante, la tomó por los azules cabellos y la obligó a caminar hacia el amplio recibidor de la casa al pie de la escalera, donde otro de sus esbirros de piel totalmente negra y rojas garras, arrastraba el vapuleado y ensangrentado cuerpo de un hombre, cuyo rostro increíblemente apuesto, estaba ahora deformado por severos tajos que le habían cercenado el ojo izquierdo, el que poseía el coqueto lunar, que fuera la marca de su familia.
- ¡Maximillian! –la mujer trató de echarse al piso a socorrer a su marido, pero el alastor halándola de la cabeza por los cabellos lo impidió.
- No mi preciosa elfina, no quiero que ensucies tus bellas manos, al menos no en esa sangre. Te traje para que pudieras despedirte de él –dijo pegando su bronceada mejilla con la de ella, viendo al maltrecho cuerpo del hombre. –No dirás que no soy un caballero.
- Svana –habló el maltrecho hombre apenas en un hilo de voz, y derramando lagrimas ensangrentadas por el único ojo que le quedaba la miró para pedir – Perdóname… perdóname… te… te fallé…
- Max… –dijo ella sin poder articular más palabras derramando interminables lágrimas.
- Los amo… -expresó en un último aliento presintiendo el fin.
- ¡Puah! Que cursis son los humanos, me enferman ¡termina con esto de una vez!
- ¡No, no! –la mujer peleó por zafarse pero no pudo, y en medio de su forcejeo vio con impotencia como ese otro demonio, una bestia de rango más bajo, tomaba a su esposo por los largos cabellos, lo levantaba de golpe y en un rápido movimiento le daba un tajo con sus garras. -¡NOOOO!
El cuerpo cayó pesado al suelo mientras la cabeza colgaba de las garras de este ser.
Mientras en lo alto de las escaleras, dos pequeños paralizados, apresados por esbirros iguales al asesino, habían presenciado la escena.
La casa había comenzado a arder, el último piso tenía todo el techo prendido en llamas, y bajo ese fuego, esos seres completaban su ritual.
- No era para ti primor –dijo el otro sujetándola con fuerza por los brazos peleando contra los forcejeos e intentos de agresión de la mujer. -¡Los humanos nunca hacen buen par para las hijas de los bosques!... ¡Quieta fierecilla, en tu estado es muy imprudente pelear así!
- ¡Te mataré bastardo!
- ¿Delante de tus hijos? ¡¿Qué clase de madre eres?! –dijo forzándola a voltear a lo alto de la escalera donde sus ojos se llenaron de terror al ver a sus hijos ahí y que de seguro habían presenciado el asesinato de su padre. La mujer se quedó paralizada – Ves, tranquila no queremos alterar a los pequeños ¿verdad?, ni a esos de allá arriba, ni a este de aquí adentro. –dijo acariciando el abultado vientre.
- ¿Mamá…? –llamó temerosa la niña.
- Tranquila, todo va a estar bien –dijo entre lágrimas.
El demonio chasqueó la lengua y negó con la cabeza –No se le deben contar mentiras a los niños. No les da una buena educación… Elgor, trae a la pequeña, seguro que quiere abrazar a mamá.
- No te atrevas a lastimarla –le siseó la mujer de forma audible sólo para ambos.
- ¿O si no qué primor?
El otro demonio llegó frente a ellos con la niña que había forcejeado inútilmente por no ser alejada de su pequeño hermano.
- Terca como la madre… -el hombre se hincó para ver a la niña a los ojos –eres muy bonita, muy muy bonita, pero –dijo desviando su mirada hacia lo alto de la escalera donde estaba el infante y futuro caballero de piscis –me temo que no sacaste mucho de mamá, que lastima. Creo que veo el rostro de tu padre en ti, claro antes de ser desfigurado –la niña hizo una mueca de sufrimiento y comenzó a llorar –Ay pero ¿qué dije?. Lo siento pequeña… no estoy acostumbrado a tratar con humanos, como verás –dijo comenzando a cambiar a su verdadera forma –no soy uno.
Los ojos de la pequeña se llenaron de terror cuando la dentadura del sonriente hombre cambio su sonrisa normal, por un montón de colmillos aserrados, su piel bronceada se tornó en un gris enfermo, sus plateados y largos cabellos se tornaron rojos y negros y unos cuernos disparejos crecieron en su frente. Sus manos de piel ennegrecida hasta los codos crecieron rojas y gruesas zarpas más afiladas que puñales, con las que con suavidad acaricio el rostro de finas facciones de la niña. Volteó a ver la cabeza desfigurada del padre y mirando de nuevo a la niña le dijo.
- Ya no te pareces a papá, pero eso se puede arreglar.
- No te atrevas –le siseó la madre.
- Como adoro esa mirada furiosa en tus ojos mi bella liosalfar –dijo poniéndose de pie encarando a la mujer. – Tus ojos puros, llenos de tanto odio… ¡Ah, que delicioso deleite! Si fuera humano, estaría ardiendo en deseos de hacerte mía, aquí frente a los pequeños. Pero no soy tan asqueroso como estás creaturas –dijo apuntando a la cabeza del difunto Príncipe Maximillian Vasaborg. –El impulso sexual y sus deseos vanos son algo demasiado humano vulgar y vacío para mí. A mí me interesa la belleza, la pureza, su esencia, sólo su visión me llena de vida, y me complace. Si tuviéramos que ponerlo en vulgares palabras humanas, lo llamaría orgasmo visual. Para mí, un demonio privado de la luz en el tártaro, la belleza es el más exquisito elixir. Las cosas bellas de este mundo son el elixir más placentero para los Dioses y los seres superiores como nosotros. Las flores, por ejemplo, parecen tan débiles e inútiles a ciegos ojos humanos, no hacen nada, no sirven de nada… pero son ellas las que brindan su belleza a este mundo, sólo eso, dan belleza y eso es un poder que va más allá de lo que los humanos pueden entender. Pero sé que tú lo entiendes, hija de los eldar. ¿Imaginas un bosque sin flora? ¿Los elíseos sin el verde de sus campos y los siete colores en sus flores? Un mundo sin belleza no vale la pena… Es una lástima –dijo evidenciando lamentar honestamente –que una belleza como la tuya, abandone este mundo, le vas a hacer mucha falta. Pero –dijo complacido mirando escaleras arriba - gracias a los Dioses, has tenido a bien dejar la preciosa semilla de la belleza en él. Es un alivio que no haya sacado casi nada del padre, y sí todo de ti. –dijo volviendo su rostro al de ella a sólo milímetros de su boca, aunque sin intensiones de besarla, sólo de contemplar esos bellos rasgos. –La Diosa Athena, la misma Afrodita estarán sumamente complacidas con el excelente regalo que les has dado.
- ¿Quieres un regalo? –siseó con rencor -¡Aquí lo tienes!
En ese momento la mujer tomó el pasador que aún se sujetaba de la maltrecha coleta y lo encajó hasta el fondo en el ojo derecho del alastor quien profirió un aullido de dolor y en su desesperación tiró zarpazos que decapitaron a los otros dos demonios y Svana esquivó mientras tomaba a su hija y corrió escaleras arriba por su hijo.
Ese no era un pasador normal, era un pasador de plata alpa grabado con runas de protección y rematado en cuarzos Huldre que brillaban con intensidad causándole un gran daño al alastor y cegaban al demonio que estaba escaleras arriba, segundos que Svana aprovechó para tomar a su hijo de la mano y jalarlo con ella hacia la salida de la casa.
Al bajar las escaleras Svana pasó esquivando al alastor que profería maldiciones en su contra tratando de sacarse el pasador, y atravesó la puerta principal.
Pero al bajar por las escaleras de la entrada, un madero en llamas del balcón principal que se desprendió del último piso, casi le cae encima a la niña y al lanzarse a cubrirla cayó y rodó los cinco escalones de piedra abajo.
Ambos niños cayeron con ella, y aunque algo vapuleados estos se incorporaban, para continuar la huida, pero su madre al intentar hacerlo sintió un terrible dolor que la hizo gritar.
- ¡Mamá! ¿Estás bien? –exclamo muy asustada al aniña.
- ¡Aaaahh!
- ¡Mamá!
- Johanna… lle… levate a… t-tu hermano… aahh –la mujer se tomó del vientre, el dolor le impedía ponerse en pie.
- Mamá…
- ¡Aaaaah!... –no ahora, o estaba por parir, o estaba por abortar, de cualquier modo en estas circunstancias no saldría viva.
- ¡Mamá!
- ¡Váyanse! ¡Corre!... ¡Corre, no mires atrás, corre!
La niña entre lágrimas y aterrada, tomó de la mano a su hermano y corrió lejos de la casa.
- ¡A la montaña corre!
La niña comenzó a alejarse corriendo entre los arbustos y altos pinos que rodeaban la casa y se extendían bosque adentro.
- Vivan mis niños –dijo entre jadeos sabiendo que ya no la escucharían –vivan…
De la casa que el enrojecido fuego devoraba cada vez más salió un ser enfurecido. Tenía la mitad del rostro con horribles quemaduras por plata fundida y había perdido el ojo derecho. Tras él venía el demonio restante.
Se acercó a la bella mujer que se revolcaba en contracciones y al pararse a su lado le ordenó al otro.
- No regreses sin ellos…
La bestia se fue a velocidad inhumana tras los pequeños y el alastor se inclinó sobre Svana.
- ¿Problemas para parir belleza?... ¡Yo te ayudaré!
Con violencia la tomó de los azules risos y arrastras la metió de nuevo a la casa causando que se golpeara severamente en las escaleras de la entrada.
La tiró justo frente a las escaleras al lado del cuerpo decapitado de su esposo y mientras ella se revolcaba del dolor, el alastor con la sangre salida del cuello cercenado del príncipe Vasaborg comenzó a trazar un círculo y extraños símbolos alrededor de ambos cuerpos, usando la cabeza del cuerpo y su rubio cabello como un macabro pincel.
Apenas terminó sus inscripciones, entró el otro demonio con ambos niños de los cabellos y lanzó sin cuidado a ambos dentro del círculo.
- Querida Svana, aquí están tus pequeños y… por acá tenemos a tu amado esposo. Ah… toda la familia reunida.
La niña abrazaba a su hermano en un intento de protegerlo y cuando el alastor la vio así la tomó bruscamente y la alejó de él levantándola del suelo por el cuello del vestido.
- Te aseguro que no necesita tu protección pequeña. Él será uno de los que esté a cargo de toda la humanidad. ¿Crees que alguien así necesita la protección de una débil niña inútil como tú?
Al ver así a su hermana y madre, la rabia se impuso al miedo que hasta ahora lo había paralizado y sin saber cómo, una rosa azul con un largo y fuerte tallo que parecía más una daga, apareció en manos del pequeño príncipe Vasa y la clavó en la pantorrilla del demonio que gritó y soltó a la niña. Una rosa más vino a sus manos y la clavó con furia en el muslo del demonio, lo más alto que alcanzó. Una rosa más y otra más.
El alstor cayó de rodillas apretando los dientes y al tenerlo a su altura el chiquillo iba a clavar otra rosa justo en su corazón, cuando el otro demonio lo tomó con su enorme garra por la cabeza y lo lanzó con fuerza inhumana contra la pared causando que el chiquillo quedara inconsciente.
- ¡IMBECIL! –dijo furioso el alastor poniéndose en pie con un soberbio gruñido de dolor y decapitando de tajo con sus garras al último de sus secuaces. –Ese chiquillo es sagrado, me matarán si algo le pasa… -siseo adolorido y molesto con la ineptitud del demonio de rango más bajo que hoy había sido su esbirro. –Además -dijo viendo a la adolorida hija de los Huldre contener sus gritos y gemidos de dolor con profundos pujidos –no se trata así a algo tan bello.
El alastor tomó a la niña de los cabellos y la levantó del piso.
- Debiste entregarnos al pequeño de piscis por las buenas. Tú, tu marido, tu hija, y ese que aún no ve la luz, habrían vivido muy bien por el resto de sus vidas, con las comodidades a que estaban acostumbrados y el orgullo de, aunque separados por siempre, saberse padres de un poderoso caballero dorado. Tres vidas por un niño que de todos modos ira a parar a donde realmente pertenece. La verdad erlaucht, hicieron algo demasiado estúpido. No sólo deberás entregar al niño de todos modos, sino que ahora, tienes una deuda con los Dioses, pero por eso no te preocupes, ahora mismo será pagada y en el mundo de los muertos podrán estar en paz. –el alastor elevó a la pequeña Johanna a la altura de sus ojos y suspirando con hastío dijo -Ah… los sacrificios deben hacerse.
- Aahh… no… ugh… por… favor... te lo.. supli-
- ¡Sto ónoma tou mosane!
Ante los horrorizados ojos de la madre el alastor cercenó los brazos de la niña hasta los codos causando un alarido de dolor en la infante, mientras él recitaba extraños canticos en una lengua desconocida.
- ¡NOO!
Otro corte le arrancó el resto de los brazos, siguió con las piernas, tajo por tajo, luego el torso, sin dejar de cantar aquella endemoniada letanía.
Al final lo único en sus manos fue la cabeza de la niña la cual tiro justo en medio del cuerpo de sus padres.
La madre se deshacía en gritos de dolor, tanto por haber visto a su hija ser descuartizada de forma tan salvaje, como porque la visión terminó de acelerar el proceso de aborto que la estaba matando. Quería maldecirlo, literalmente, cantar las antiguas alabanzas rúnicas que lo dejarían maldito por la eternidad, quería escupir todos los insultos de su alma hacia ese vomito de los Dioses griegos. Pero ya no podía articular palabra, sólo profería los desgarradores gritos del dolor en su cuerpo y en su alma desgarrada.
- Ahora, voy a cumplirte lo prometido. ¡Te ayudare a sacarte ese engendro de la entrañas!
Sin mayores miramientos de un tajo le abrió en canal el vientre a Svana y dando otro más para exponer bien al feto lo tomó y lo arrancó de un jalón ante el agónico aullido de la mujer.
- ¡Por los Dioses del Olimpo! –ofrendó, mirando al bebé que estaba casi totalmente listo para nacer salvo detalles que se suponía se afinaran al termino de aquel mes. Lo elevó cual alto le permitió su brazo -¡Ofrendo este sacrificio a los Dioses primigenios! Que mi adorada Svana y su familia encuentren su divino perdón y la paz del otro lado. Mi señor Hades –suplicó solemne -recíbalos en sus dominios con gentileza. Con el hombre y la niña, he pagado la deuda a los olímpicos por su rebeldía, y… con este no nato, he pagado su perdón y el paso a la paz de sus dominios, por favor acepte mi petición y este sacrificio, mi oscuro señor.
El alastor cortó el cuello del feto y dejo la sangre correr.
El círculo de sangre que había dibujado, crepitó cuando una oscura luz purpura lo envolvió. Al cabo de unos segundos la fatua luz purpura que lo envolvía, desapareció. El pago había sido aceptado y enviado.
El ser bajó al feto a la altura de sus ojos y lo miró con curiosidad.
–Jum… era una hembrita. Me pregunto si habrías sido tan bella como tu madre… -Inclinándose sobre la mujer dejó al feto sobre el cadáver del padre, y acercando su rostro al a pesar de todo hermoso rostro de Svana, justo un segundo antes que la luz de la vida se apagara por completo en sus azules ojos le dijo –Ahora, puedes descansar en paz, mi adorada Freiherrine.
Los ojos se opacaron perdiendo el brillo de la vida, y quedaron abiertos, mirando a su asesino, la última imagen que percibieron en vida.
Con suavidad, casi con adoración, el alastor cerró los ojos de Svana e incorporándose hurgó en una talega que traía amarrada a la cintura. Sacó dos óbolos y puso uno en cada ojo de la bella princesa Vasaborg.
Luego tomó la cabeza de la niña y del padre, las puso lado a lado, con algo parecido a respeto, cerró sus ojos y también puso dos óvolos en cada uno.
- Por ti mi adorada Freiherrine. Caronte estará obligado a llevar a toda la familia. Siento no enviar a tu no nato, pero ella aún no tenía un alma, además la entregué en pago. Sé que debiste ir a algún lugar como el Valhala por herencia, pero ser elegida para parir a un guerrero divino te asegura los elíseos si te portas bien, es como un pago por las molestias… Pero tú no te portaste bien erlaucht. Sin embargo, eso ya quedó arreglado. Y –dijo acariciando con gran ternura el rostro muerto –por tu pequeño Max no te preocupes, yo lo llevaré a salvo hasta el santuario, al lugar donde pertenece, no te prometo hacer más por él pues una vez ahí, su vida y destino serán propiedad de la Diosa. Pero en lo que respecta al trayecto, lo cuidaré bien.
Se apartó de los cadáveres saliendo del macabro círculo trazado en el amplio hall y se acercó a revisar al pequeño de piscis. Tenía un fuerte golpe en la cabeza que le sangraba y un gran chichón inflado.
- Ese idiota… ¿cómo voy a explicar esto?... Espero no tengas un daño cerebral severo –dijo apretando los labios en una mueca de preocupación, pensando en el enorme problema en que se metería por haber estropeado a uno de los futuros caballeros dorados. Los Dioses tendrían que esperar décadas para que otro caballero de piscis naciera si este había quedado inservible y con los planes de Hades, no tenían tiempo para ser pacientes…mucho menos misericordes con los errores -¡Por eso odio que me envíen con estas bestias de minea! Inútiles gusanos sin conciencia. Más que ayudar me meten en problemas. Ah… pero tengo que admitir, que le debo una… de no ser por él, me habrías mandado al olvido pequeña y bella amenaza.
El alastor miró con algo de rencor las rosas clavadas en sus piernas.
- Diablos, esto me va a doler por un largo tiempo.
Con premura comenzó a quitar las rosas daga de sus piernas y una vez libre de su lacerante presencia, un severo crujido lo hizo mirar al techo, donde las maderas crujían alarmantemente y severos retumbos se cernían por el techo del primer piso, seguro eran los pisos superiores cayendo a pedazos. El fuego bajaba ya por la gran escalera, acercándose peligrosamente a los cadáveres de la familia Vasaborg.
- Hooora de irnos –dijo apurado poniéndose en pie y comenzando su transformación para lucir humano, más lento de lo habitual pues el pasador de Svana lo había afectado demasiado energéticamente –Maldición… vamos…
Su metamorfosis le tomó más de lo esperado y la premura del techo viniéndose encima no lo ayudaba a concentrarse.
Cuando al fin retomó su falsa forma humana, volteó hacía donde estaba el infante para recogerlo y llevárselo, pero lo encontró despierto con la vista clavada en los cadáveres, mirando con ojos desorbitados la escena.
Aturdido se levantó y corrió hacia ellos. El horror se anidó en sus bellos ojos azules y en absoluto shock comenzó a retroceder lentamente, no creyendo, no pudiendo procesar lo que veía.
En ese momento gran parte del techo se le fue encima y no terminó sepultado junto a los cadáveres de su familia por la rápida acción del Alastor que se lanzó sobre él, poniéndolo a salvo.
Con algo de dificultad por las heridas en sus piernas el alastor se incorporó y cargando al niño salió a prisa de la casa. Maldiciendo las rosas a cada paso.
En veloz cojera y maldiciendo hasta las piedras por el dolor, se alejó de la casa pasando por encima de la ahora destruida barrera de cristales que por tanto tiempo había ocultado las chispas de cosmos del pequeño. La casa quedó finalmente envuelta en rojo fuego rabioso y varias partes comenzaron a caer, prendiendo fuego a los árboles y arbustos más cercanos comenzando así a correr por el maldito bosque de Alfheim que fue una barrera mágica y sagrada que impedía entrar a los búhos Bubo, nocta, cuervos apoxosi y otras creaturas que eran los espías de los Dioses.
El Alastor lo suficientemente lejos del incendio, se detuvo unos instantes para descansar, recargándose en el tronco de un viejo y altivo pino albar, gruñendo por el dolor en sus piernas, y desde ahí observó como la casa y el bosque se quemaban.
- Eso se merecen… ¡¿Me escuchan Huldre?! ¡Vean arder su preciado bosque desgraciados! ¡Jajajaja!... Ah, mira esos tonos carmesí… el fuego es hermoso ¿no pequeño? –le dijo al niño que cargaba con cuidado en brazos.
Pero el niño no reaccionaba, no había emociones, no había nada, sólo la incrédula mirada clavada en aquella enorme casa a la distancia que poco a poco en medio de horribles rechinidos agónicos y aterradores estruendos se venía abajo.
- Hey… hey… pequeño… Jum… parece que está en Shock… Hey… Mírame –pidió amablemente –vamos mírame a los ojos –dijo haciendo voltear con su mano el rostro del infante con suavidad –eso, mira en estos ojos… mira hasta que estés perdido en ellos.
Un fuego sereno crepitó en las verdes pupilas que desde ahí parecían ser sólo el reflejo del incendio tras ellos, pero no era así, eran una visión del Hades. Sin poderlo evitar la poca conciencia del niño se clavó en esos ojos con toda su atención y la imagen que estos reflejaban cambió, mostrando un rio tranquilo y sombrío… aletargante.
- Eso mi hermoso pequeño… bebe del Leteo…
Los parpados del pequeño fueron cayendo hasta casi cerrarse pero el estruendo de la casa partiéndose por la mitad, cayendo a partes sobre sí misma mientras ardía, hizo que el chiquillo abriera los ojos de golpe y volteara alarmado hacia el lugar. Al ver un enorme palacio derrumbándose en un rabioso incendio dio un brinco en brazos del hombre quien lo aferró para que no se cayera y al sentir que alguien lo abrazaba se volteó alarmado.
Miraba al incendio y luego al hombre que lo cargaba, una y otra vez, su expresión era de confusión total, como si acabara de despertar de un sueño.
- Tranquilo pequeño, todo está bien. Yo te cuido.
- … ¿Quién eres? –preguntó sin reconocer al hombre de tez bronceada y ojos verdes que lo tenía en brazos.
- Soy tu guardián hermoso ángel. Viene a ponerte a salvo.
- ¿A salvo? –el niño miró de nuevo hacia la casa en llamas.
- Sí, ahora estas a salvo. Viene para llevarte a casa.
- ¿A… casa? –dijo el niño volviendo sus azules ojos a él.
- Sí, a casa. ¿No quieres ir a tu verdadero hogar? ¿No quieres ir a casa?–dijo sonriéndole tranquilizadoramente.
- Yo… -balbuceó en la más absoluta confusión volteando a mirar hacia todos lados.
- Estás demasiado alterado… tranquilo–dijo con suavidad, acariciando sus cabellos, el desgraciado era muy bueno con los niños cuando así lo quería –yo te cuido, no tienes nada que temer, pequeño niño de oro. Te llevaré a casa, con tu familia, ellos cuidarán muy bien de ti. Hey tranquilo, mírame, mírame… así… descansa –dijo recargándolo más en su pecho sin dejar de mirar sus ojos azules –debes estar exhausto luego de todo esto. No, no mires el fuego ojos de cielo, mejor… Mira mis ojos… sí, así pequeñito… así, duérmete… shhhh… nada importa ya… -el hombre de tez bronceada y cabellos plateados sonrió al sentir la cabeza del pequeño hijo de Svana caer sobre su hombro. Estaba profundamente dormido. –Todo terminó… Mi misión ha terminado, pero la tuya pequeña perla, apenas comienza…
El alastor vio como la enorme mansión se terminaba de venir abajo por completo, lanzando llamaradas lejos con el aire que levantó la caída de los cimientos, prendiendo más fuego alrededor, sepultando bajo toneladas los cadáveres de la familia Vasaborg de los que de seguro no quedarían ni cenizas.
- Ah… Hasta nunca mi bella Svana.
Abrazando bien al niño el hombre se rodeó de un fuego amarillo chispeante y se elevó por los cielos como una centella que voló lejos de ahí, sin mirar ni una sola vez atrás.
…
Pasadas las once de la noche Shion deambulaba inquieto por el balcón del templo del patriarca, no conseguía estar en paz. Lo había sentido, todas las estrellas se agitaron. Hacía sólo unos momentos había estado en Star Hill, buscando respuesta en las estrellas y lo que pudo leer no le agradó nada. Hablaban de sangre y sacrificio, y esa noche la constelación de Piscis brillaba con intensidad, pero no toda era la intensidad de un buen presagio. Estaba dividida. Parte de sus estrellas se regocijaban y otra parte parecían estar rabiosas.
Había sentido una chispa, pequeña pero muy importante hacía dos días. Era un cosmos dorado, pequeño aun, pero precioso como el oro. Sabía que no tardaría en tener en brazos a un nuevo hijo del santuario, y por lo visto en Star Hill, ya suponía qué casa de las doce recibiría a su futuro caballero.
Si el futuro aprendiz por venir era el próximo santo de Piscis, Artemis seguro estaría muy feliz. Shion sólo esperaba que ambos congeniaran, y no fuera un dolor de cabeza para su maestro, como el joven aprendiz de Cáncer.
Artemis Rosenørn-Lehn, actual caballero de Piscis, siempre había deseado con toda su alma tener un hijo. Pero estaba muy consciente de su misión y deber para con la humanidad, no podía darse el lujo de cuidar de una mujer y una familia, sus deberes como caballero dorado eran celosos y estaban claros, imperaban, y Artemis siempre fue un hombre recto, responsable y honorable. No podía dividir la lealtad y amor que debía la Diosa por su amor y obligaciones para con una esposa… Por más que le pesara en el alma, siempre antepuso su sagrada misión como caballero dorado, a los deseos de su corazón.
Quizá, ahora con un pequeño en la casa de Piscis… Shion quería ser optimista pero, sabía que lograr una autentica relación padre e hijo entre dos desconocidos que no compartían sangre, no era algo común ni seguro. Muchos a lo más, sólo conseguían una respetuosa y sólida relación alumno-maestro… Sólo esperaba que en Artemis no surgieran expectativas paternales muy altas con su futuro aprendiz. No quería ver su corazón romperse como había pasado con Cerber.
Pensando en todo esto, se le fue el tiempo hasta que cansado, Shion suspiró pesadamente mientas miraba su reloj.
- Doce con doce minutos… se me fue el tiempo sin sentirlo… debería irme a la cama e intentar dormir un poco.
Shion dio media vuelta e iba a entrar en el templo cuando un incesante crepitar lo hizo mirar a los cielos, y ahí, vio venir una bola de fuego, amarilla, que dejaba un largo rastro tras de sí. La brillante cola que la seguía la hacía parecer una estrella fugaz, que para su sorpresa fue a impactarse directamente sobre la casa de Piscis.
- ¡Por la Diosa!
Sabiendo lo que podía significar, el patriarca entró en el palacio y comenzó a correr presuroso por los pasillos rumbo a la salida.
Mientras tanto en el templo de piscis…
Un hombre de plateados cabellos caminaba y miraba alrededor, escudriñando con curiosidad el enorme templo de piscis. Se detuvo y miró hacia arriba. Estaba justo bajo el alto techo derruido de la nave central.
Silbó admirando el tamaño del templo y exclamó –Una casa enorme para un niño tan pequeño… Pero tú estás acostumbrado a las casas enormes ¿verdad, pequeño y actual Príncipe Vasaborg?. Príncipe… -dijo meditando seriamente en el niño que tenía en brazos y a continuación comenzó a enlistar –Maximillian Alexander de Vasaborg y kejserlig príncipe de Vasaborg, descendiente de los uradel, miembro de la Riddarhuset, futuro Barón de Arvasalo y un montón de títulos más, caray, que niño tan importante. Ahora que lo pienso, habrías sido el noble con más títulos de esta era, ahora que eres el último descendiente de los Vasaborg y los Kejserlig el legado de tu padre y madre recaen sólo en ti. Y ni hablar de los Ekeblad. Me pregunto qué tesoros habrás heredado de ellos, pequeño elbe, tesoros de los que los humanos no pueden dar cuenta. Pero… esas tonterías no importan ya. No para un caballero dorado. Tú estarás por encima de los humanos comunes.
Hincándose y con mucho cuidado depositó al durmiente niño en el suelo. Al acostarlo con cuidado en el suelo, acarició su mejilla con suavidad.
- Eres la viva imagen de tu madre. Tienes todo de ella… a no ser por esto –dijo tocando con el índice el lunar del ojo izquierdo. –Es lo único que sacaste de tu padre. Lo único, gracias a los Dioses. La belleza de mi querida Svana vivirá siempre en ti, y seguirá engalanando al mundo. Hubiera lamentado mucho que se perdiera del todo. Linda perla, me gustaría poder contemplar tu belleza un poco más, sólo unos segundos más… Pero… El patriarca ya se acerca, y no debe verme aquí. No queremos que se entere que son demonios y no cometas los que traen a los caballeros a casa ¿verdad?. La leyenda de que son estrellas fugaces caídas de la propia constelación, es más poética. Pero antes de irme…
El Alastor se puso en pie y haciendo uso de su magia, cambio las ropas sucias y ensangrentadas del niño por un inmaculado peplo blanco, rodeado por una toga azul rey.
- Un último regalo para la semilla de la flor más bella que habitó este mundo. Suerte, hijo de Svana.
El alastor desapareció convirtiéndose en un charco negro que se filtró bajo tierra, justo cuando Shion entraba por la salida de la casa de Piscis, corriendo, escudriñando entre pasillos y salas hasta llegar a la nave central donde en el suelo pulcramente ataviado encontró a un pequeño de azules y ensortijados cabellos.
Shion se acuclilló al lado del niño y con mucho cuidado lo tomó en sus brazos. Este pequeñito no debía tener más de dos o tres años… Y al tenerlo en brazos lo sintió, este pequeño era el heredero legítimo de la doceava armadura. El futuro caballero de piscis había llegado al santuario.
*…*…*…*…*
Bueno estoy publicando de nuevo este fanfic, a raíz de haber republicado Hand Of Sorrow. Pues hay gente a la que le intrigan muchas cosas del fanfic Hand Of Sorrow y quieren conocer el resto de la historia. Y este fue el fanfic que le dio origen. Este fic La verdad tras la Rosa, lo publiqué por primera vez hace más de diez años y hoy decidí traerlo de vuelta para que finalmente mi saga esté completa de nuevo. Deseo a las nuevas generaciones también les guste, y a las viejas que puedan disfrutarlo otra vez despues de tantos años.
Las fechas de nacimiento que yo agrego son los cálculos que hice en aquel entonces, pues recordemos que Kurumada suele cambiar las fechas en sus distintos mangas canónicos los que nos deja errores de continuidad en la historia, y ni siquiera la enciclopedia Taizen, que no es del todo canónica, nos da fechas confiables, pero me basé lo más que pude a las fechas más conocidas. Como ejemplo de los errores de edición, se sabe que oficialmente los eventos de las doce casas ocurren en 1986, pero nos presentan a Aldebarán hasta 1987 y algunos mangas en ciertos países cambian la fecha del evento. Así que… ¡Pónganse de acuerdo carajo! Por eso… Las fechas que yo puse son las oficiales para mis fics, MIS FICS de drama, no el manga, para que no me vengan a pelear como los fans de hace diez años, que si esta fecha que si la otra, no niños y niñas, estás fechas son canónicas para mis fics y punto, Don Kurumada sabrá con qué nos sale después.
Lo iba a publicar desde julio, pero ya que los eventos del fic para la familia Vasaborg se desatan en septiembre me dije, Ok, me espero porque cuadra con la fecha en que quiero republicar el ultimo cap.
La cronología para leer estos fanfics y entenderlos mejor sería: Primero La Verdad Tras la Rosa, (Infancia Dorada, que es intermedia entre ambos fanfics), luego Hand of Sorrow, y luego Té… cuento mi historia? Que es más que nada mi fic paralelo a los de drama y comedia.
*Para mantener el Legacy voy a publicar el primer capítulo en todas mis páginas pero, creo que sólo subiré los demás capítulos al foro privado. No lo sé aún, pero creo que es lo indicado. Depende de cómo salga todo.
