*Aprieta el botón de radio y tose un par de veces*

Buenas noches a todos queridos lectores:

Presente Starlight para actualizar la historia con el capítulo 30. Se les informa a todos que este capítulo es todavía más largo que los anteriores, por lo cual las recomendaciones de lectura ya dichas con anterioridad, vuelven a ser vigentes en este.

-TRIGGER WARNING-

Este capítulo contiene escenas fuertes que, aunque no sean escritas al detalle (la mayoría), puede que os perturban a algunos. Mi intención no es incomodarles, ya lo saben. Solo escribo y a veces, me jacto en actitudes que he visto a hombres tener y no solo en tercera persona. Esto es ficción. Solo espero, que por lo menos, si se identifican, acudan a alguien que les pueda ayudar. Cualquiera que sea su situación, cualquiera sea vuestro género. Mantengámonos a salvo, todos, entre todos.

También hay palabras fuertes.

Sin más que decir, espero que disfruten de la lectura. Muchas gracias por leer. Nos leemos más abajo en las notas finales.

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.


Lo que me merezco

Limpiándose las lágrimas rebeldes que se escaparon de sus ojos, Karin se retiró las gafas y las dejó encima de la taza en lo que otra náusea la hacía hincarse hacia el retrete para vomitar de nuevo.

Cómo odio todo esto… – pensó una vez volvía a levantar la cabeza y suspirar. Tomando un algo de papel higiénico, se limpió los labios con cuidado y se incorporó del suelo para poder lavarse la cara.

No se quitaba de su mente la expresión de desilusión que apareció en el rostro de Jiraiya cuando le contó que estaba embarazada, que necesitaba dinero para abortar. Decirle fue duro, pero no había de otra. Por suerte, ahora solo hacía falta lo más difícil… Decírselo al padre. Cosa que le producía miedo. Aunque pensándolo mejor… ¿No era mejor no decírselo?

Alguien llamando a la puerta la distrajo en lo que se secaba el rostro con su toalla, no tardó en descubrir que se trataba de Suigetsu.

– ¡Quién sea que esté ahí dentro que se de prisa! – dijo el albino desde el pasillo escandalosamente. – ¡Que hay otra gente que necesita asearse antes de irse!

Fue entonces que otra arcada se manifestó en su garganta antes de poder responderle o mandarlo al diablo, encontrándose de nuevo expulsando el contenido de su desayuno entero. Las úlceras por el interior de la boca y en sus labios se resentían ante eso, todo indicaba que le saldrían más.

– ¡Karin abre la maldita puerta o le diré a la casera que me hiciste hacerlo fuera! – gritó Suigetsu empezando a golpear escandalosamente la puerta con ambos puños a un ritmo rápido.

Tirando de la cadena, la Uzumaki abrió la ventana para liberar ese olor a vómito para seguidamente tomar su bolsa de productos higiénicos, abrir la puerta, recibiendo sin querer un pequeño golpe en la frente por parte de Suigetsu, que casi le hizo caer las gafas, las cuales terminaron mal colocadas, colgando torcidas.

– Ah… Ei… – musitó el Hozuki incómodo, sin esperarse a que obedeciera, honestamente contaba que la pelirroja iba a soltar una lista de insultos, pero no. Pudiendo verla de cerca, se fijó en como de hinchados se encontraban sus ojos, sus ojeras eran visibles. Parecía no llevar maquillaje, tenía los labios costrosos debido a las ampollas de lo que parecían ser herpes.

Tomando su bolsa abierta del suelo del pasillo, metió su neceser mientras se recolocaba las gafas como si nada, como si no hubiera pasado nada y por lo pronto, empezar a dirigirse a la salida al ver que ya llevaba el uniforme vestido de la misma manera que siempre, dejando a Suigetsu con una expresión de sospecha. Recordando en lo que insistía Juugo en cuanto a su comportamiento, debía reconocer que esta no era la Karin que conocía y recordaba.

Entrando al baño, cerró la puerta y pasó el pestillo. Yendo hacia el lavabo, se topó con una pomada prácticamente usada al máximo. Casi vacía que no le quedaba nada de producto que liberar.

– Esto debe ser de ella… – musitó mientras torcía la boca, mirando el producto con curiosidad, volteándolo varias veces. Pensando que lo querría de vuelta, lo mantuvo en sus manos todo el tiempo que estuvo dentro del cuarto.

A fuera del edificio, Karin acababa de ponerse en marcha hacia el instituto, acababa de desayunar y ya volvía a tener hambre, aun así después de vomitar. Pasando al lado de un quiosco, miró como en la portada de unas revistas del corazón y prensa rosa mostraban a una supermodelo famosa presumir de su avanzado embarazo, toda sonriente, de solo verlo le daban ganas de quemar todas esas imágenes.

No son más que mentiras. – afirmó mentalmente mientras volvía a ponerse a caminar.

Negando con la cabeza, volvió a sentir sus entrañas pedirle comida y por si fuera poco, el olor de una panadería recién abierta, le llegó directamente a ella. Cerrando los ojos con fuerza, intentó dejar de pensar en comida y caminó más rápido, sin alegrarse cuando llegó al instituto. Al cruzar las puertas, chocó con alguien haciéndolo tropezar.

Se trataba de Haruno.

Fantástico… – dijo para si con sarcasmo alargando la primera vocal, observando como la novia de Sasuke se la quedaba viendo extraño con el culo en el suelo, debido a la caída mirándola algo extrañada.

– ¡Uzumaki! ¡¿Cómo te atreves?! – habló Ino bien alto, acaparando varias miradas, llegando a paso rápido junto a las demás. Una vez frente a ella, la apartó algo lejos de Sakura quien estaba por hablar, pero fue interrumpida. – ¡¿Por qué empujas a los demás?!

Karin iba a hablar también aunque se vio sorprendida por una nueva arcada que la hizo taparse la boca para prevenirlo, tragando con dificultad para que no ocurriera otra vez lo de antes en la residencia.

– Cálmate, Ino… – pidió Sakura levantándose mientras se limpiaba la suciedad de la falda y sudadera, además de sus rodillas. Apenas se había hecho daño. – Simplemente, chocamos y nada más.

– Ya… No me lo creo, esta seguramente lo hizo a posta, como siempre. – reiteró la rubia arrugando la nariz mientras se cruzaba de brazos, para seguidamente cruzarse de brazos a la vez que se acercaba a la prima de Naruto para seguir reprochándole.

En lo que la Haruno se predisponía a recoger su bolsa tirada en el suelo, agradeciendo que Tenten le pasara de vuelta su teléfono que había caído también cerca de los pies de la morena, se escuchó el grito histérico de su mejor amiga, otras chicas que estaban cerca también se pusieron a chillar como gallinas en un corral.

Levantando la vista, Sakura enseguida vio que Karin acababa de vomitarle encima y a sus pies a la Yamanaka. Sorprendida ante esa escena, no tardó en acercarse llegando a escuchar a la pelirroja llorar desconsoladamente musitando disculpas sin parar a la vez que Ino no dejaba de chillar.

Entre la multitud de gente que solo se dedicaba a reír y a su vez otros se dedicaban a grabarlo, cuchichear y hacer muecas de asco. Sakura se encontraba en shock. Escuchó como Temari y Tenten se marchaban con Ino hacia los vestidores, lejos de ahí, pero ella no volteó a verlas ni se le pasó por la cabeza seguirlas.

– Es que acaso… ¿Nadie va a ayudarla? – susurró en voz alta la Haruno, observando como Karin seguía vomitando, sujetándose la barriga. Los recuerdos de ella, devolviendo otras veces fuera por resaca, malestar, gripe, entre otras cosas… se le vinieron a la mente.

Tomando una decisión, la ojiverde se deshizo la cola de caballo que mantenía su cabello liso perfectamente fuera de su rostro y plantándose a la espalda de la pelirroja directamente tomó todo el cabello de esta y elaboró un moño bajo. Tomando sus cosas y las de última, las colgó en su espalda, invitando a Karin mediante un agarre sutil de los hombros, alejándola de ahí. De la multitud.

Llegando a los baños de la primera planta, guio a la Uzumaki hasta uno de los cubículos, en donde ella prácticamente corrió hasta el retrete para seguir vaciando todo su estómago. Verla hiperventilando, la hizo hacer una mueca de simpatía, por lo que se volvió a acercar y se arrodilló junto a ella.

– Respira acompasadamente, Uzumaki. – dijo Sakura mirándola atentamente, empezando a respirar y expirar, viendo como pronto las respiraciones de ambas iban a la par. Colocando una mano en la espalda de la susodicha, volvió a sostenerle su cabello rojo cuando otro vómito surgía.

Estuvieron así rato, hasta que por fin, varios minutos después, Karin parecía haber dejado de sentir náuseas y arcadas.

– ¿Te encuentras mejor? – preguntó Sakura mirando a la pelirroja, sin retirar la mano de su espalda, hasta incluso le daba palmadas leves como si eso tuviera que aliviarla. Cuando Karin levantó la vista, se dio cuenta de que no tenía las gafas, buscándolas en su cuello, no las encontró.

– Toma. – escuchó la pelirroja que decía la Haruno, apartando la vista del retrete, arrugando un poco el entrecejo, se dio cuenta de que se trataba de lo que buscaba.

Recolocándose las gafas, miró en silencio a la Haruno, que parecía ocupada mirándola también.

– Oye… Quería… – empezó Sakura encontrando la valentía para decir lo que sentía. Quería disculparse, en cierta manera, cuando miraba a la pelirroja, pensaba que había sido demasiado dura con ella. Si bien lo que hizo con Sai estuvo mal, tomando represalias contactando con su archienemiga, esa chica Kanako… quizás fue demasiado duro. Antes de que pudiera volver a pronunciar otra palabra, se vio interrumpida.

– Lo siento, Haruno. – declaró Karin incómoda, quería levantarse, pero apenas tenía fuerzas para incorporarse. Eso en parte confundió a la susodicha, pero si no le había hecho nada, hasta que enseguida cayó en lo de hace nada, negando con la cabeza entendiendo lo que quería decirle, decidió tranquilizarla.

– No tienes por qué pedir disculpas, yo tampoco miraba por donde iba al estar con mi… – recitó Sakura volviendo a ser interrumpida, aunque esta vez por un sonoro eructo por parte de Karin, que sorprendió a ambas. Esta última terminó por taparse la boca desprevenida, quedando abochornada por expeler en toda la cara de la pelirrosa, esta hizo una mueca graciosa ante eso, pero aun así hizo como si nada.

– No solo por lo de hoy… – manifestó Karin cabizbaja sin poder levantar el rostro debido a la vergüenza, sentía las ganas de llorar. Le dolía la barriga al igual que volvía a tener un inmenso dolor de cabeza.

Mirándola detenidamente de arriba abajo, Sakura valoró el aspecto más allá de la expresión facial de la Uzumaki. Entendiendo a lo que se refería, agradecida por el gesto de disculparse en parte por como se refirió a ella ese día en el patio trasero, se limitó a asentir, finalmente encontrando ideal decir lo que quería antes.

– Yo también lo siento, no me siento demasiado orgullosa con dejarte en evidencia delante de varios de la manera en que lo hice… – se sinceró Sakura, pero Karin simplemente cerró los ojos como si eso le importara poco. – No fue mi mejor momento.

– Me lo merezco… – musitó ella bajito, cosa que aun así, la ojiverde pudo escuchar perfectamente, dejándola algo sorprendida. – Dale mis disculpas a tu amiga, he estado así días, una se acostumbra… Aunque sea la primera vez que vomito encima de otra persona.

No se si está desvariando o si está de broma… – pensó Sakura observando en silencio a Karin, no logró contener en cierta manera un bufido de risa. Cuando esta última la miró tosió fingiendo que no era gracioso.

– Tampoco solo por lo ocurrido hoy. – añadió más como susurro que otra cosa Karin nuevamente, para finalmente usar demasiada fuerza de voluntad y así incorporarse, ante eso, la pelirrosa la imitó.

Cuando la vio volverse pálida, la sujetó para evitar que cayera, bajando con prisas la taza del retrete, sentó a Karin encima de este empezando a estar severamente preocupada. Escuchando la campana de inicio de clases, se acercó a la pelirroja, que parecía estar con los ojos cerrados.

– ¿Te encuentras bien?... ¿Uzumaki? – preguntó Sakura acercándose, no obtuvo respuesta.

Tocándole el hombro para hacerla reaccionar, comprobó que esta no parecía darse cuenta, sacudiéndola suavemente, se dio cuenta de que parecía haberse desmayado. Ignorando su teléfono que vibraba dentro de su mochila, corrió rápidamente fuera del cuarto de baño, dirigiéndose hacia el despacho de profesores para buscar ayuda.


Echándose hacia atrás en la silla del despacho de su casa, Kizashi suspiró mientras encendía un puro de edición limitada lentamente, dejando que el gusto amargo del mismo al inhalarlo llegara a sus pulmones. Sin tardar en echar el humo por la nariz, terminó suspirando debido a su agobio.

Con su mujer a cargo de Sakumo en el hospital y su hija mayor en el instituto, el Fuji aprovechaba para intentar serenarse en su casa a solas. Últimamente, tenía pocos días para intentarlo, era curioso que en sus ratos libres después del trabajo, estar en el hospital, por más que quisiera estar ahí, su nerviosismo aumentaba.

Era cuando estaba en solitario que sentía que podía al menos, aspirar buscar la manera de tranquilizarse. Por más que adorara estar cerca de su hijo menor, un hospital no era el lugar idóneo para ello con total buen humor. Razón número uno por la que prefería que Sakumo recibiera diálisis y tratamiento en casa, pero en un estado de salud tan sensible e impredecible, tener que hacerle volver al hospital para estar cerca del equipo médico, era la única manera de no tener que correr ahí ante una emergencia.

Mirando hacia el ventanal que había detrás de él al girar la silla, miró el frondoso paisaje de su jardín de su mansión en Shibuya durante un rato, hasta ser interrumpido por alguien llamando a la puerta de la habitación.

– Sr. Fuji, el Sr. Nigamata ha llegado. – informó una de las asistentas del hogar, trajinando una pequeña bandeja con café y algunos aperitivos. – ¿Le hago pasar?

– Sí, gracias Fuyu. – ordenó Kizashi tirando la ceniza del puro en el cenicero con tranquilidad. Al ver a la mujer dirigirse hacia la puerta con el plumero en sus manos, pensó que a lo mejor sería mejor no tener interrupciones. – Dejad mi despacho por lo último que limpiar, dile a los demás que no interrumpan y llama al jardinero, que se ponga a podar el laberinto del jardín, ahora.

Con una reverencia, la empleada asintió a las órdenes y salió del despacho cerrando la puerta tras de ella. Un par de minutos después, entró Setsuo. Habían pasado pocos meses, pero el hombre apenas había cambiado, aunque si se podían apreciar más las entradas que presentaba. Ambos hombres no eran amigos, no se conocían con profundidad, pero al requerir según que negocio para triunfar en algún proyecto dónde había competencia segura, en según que ocasión, tuvo que requerir de su ayuda como investigador privado. Puede que no fuera el mejor, pero sí que ganaba en discreción. Era lo único que necesitaba, contaba con la ayuda de otros profesionales esta vez, para lo que necesitaba, para que fuera dentro de lo legal.

Después de darle otra calada al puro, sujetando este entre sus labios como si nada, abrió el compartimento de su escritorio y sacó una bolsa atada con algo de cinta adhesiva. A Setsuo no le hizo falta entender que se trataba del dinero de su trabajo, en efectivo.

– Un sobre es más que suficiente para un cheque, Fuji. – comentó el moreno comenzando a acercarse como si nada, tomando la bolsa sin ni siquiera comprobar la cantidad. – Sabes que prefiero no tener que trajinar una bolsa con dinero.

– No suelo dar cheques a no ser que lo crea necesario. – la verdad sea dicha, Kizashi no quería hacer que su mujer y sus suegros se dieran cuenta en lo que usaba cierta y poca parte de su dinero. Por más que pudieran catalogar su razón como entendible, prefería no generar discusiones. – ¿Traes lo que pedí?

– Lo que pude averiguar, sí. Sigue un objetivo algo difícil, Sr. Fuji. – informó Setsuo plantando el sobre marrón encima del escritorio del Fuji, quien enseguida lo tomó sin tener curiosidad alguna en eso que acababa de decir.

Setsuo miró como Kizashi pasaba las hojas del detallado informe en cuanto a la información que a él, pese ser su trabajo, no parecía importarle demasiado lo que pudiera estar buscando. No tardó en verlo hacer una mueca y arrugar el entrecejo, chasquear la lengua y tirar el informe encima de la mesa otra vez con molestia.

– Lo que me ha traído es basura, Setsuo. Basura de la cara. Toda esa información no dice nada relevante. – se quejó Kizashi con fastidio, aplastando el puro en el cenicero con cierta rabia.

– Te traje lo que pediste, Fuji. – se exculpó despreocupadamente el investigador alzándose de hombros. – No estamos hablando de una persona como lo era Mebuki.

– Con Mebuki, Nigamata, fue fácil porque se trataba de una estúpida mujer que despilfarraba todo el dinero y que apenas escondía sus pasatiempos. Fue fácil encontrar la manera de deshacerme de ella legalmente para que me dejara en paz a mí y a mi familia, pero no necesito saber la clase de libros que un jodido profesor de filosofía lee en sus ratos libres, cuantos perros tiene, ni su rutina… , todos sus contactos ya me los diste con anterioridad, casi todo esto que me diste no es nada nuevo.

Setsuo cerró los ojos con paciencia ante lo exasperante que podía llegar a ser el hombre frente a él. Podía ser dinero y trabajo fácil, pero currar para los ricos era tedioso casi siempre.

– Para su información, la lista de contactos de Hatake, ha sido actualizada. También hay ciertas novedades en su vida personal. – recalcó el Nigamata después de inspirar aire para tranquilizarse.

La mirada de Kizashi cobró curiosidad ante ese particular detalle, lo que hizo que Setsuo finalmente decidiera terminar la conversación. Tenía el dinero, no necesitaba ofrecer más.

– Lea el informe y se enterará, llama a mi oficina si me necesitas, pero por ahora… Mi trabajo aquí, está hecho. – añadió en lo que comenzaba a girarse, sin tardar en salir de la habitación.

Subiendo y bajando el dedo índice de la mano que estaba apoyada encima del escritorio, Kizashi miró de nuevo el documento que había solicitado, que contenía diversos datos sobre la vida de Kakashi Hatake.

Siempre recordaría primera vez que lo conoció, no un hola ni nada, solo un empujón contra la pared. Al reiterar a lo que venía este en Atami, digamos que le ganó un puñetazo en toda la cara que asustó tanto a sus suegros como a su mujer. Era el día en el que, para que negarlo, se encontraban celebrando el fallecimiento de Mebuki en un restaurante local del barrio.

La escena que montó, originó un indeseado calvario entre sus vecinos chismosos, que desgraciadamente sabían de su relación fuera de matrimonio, etc. Desde entonces, que en cierta manera, comenzó a aborrecerle, aún más por el hecho de arrastrarle a casa de los padres de la Haruno a dar la cara al entierro. Donde volvió a ver a su otra hija de nuevo en mucho tiempo.

Retomando el documento, volvió a pasar las hojas hasta llegar al apartado de contactos.

Rin Nohara, 31 años, actual pareja. Jefa de cirugía general en el Hospital Reo Haibara. – leyó Kizashi atentamente, alzando las cejas. – Es el mismo hospital en el que está Sakumo ingresado.

Reside con el usuario en el mismo domicilio. Actualmente embarazada, posible aborto próximo. – ojeó con cierta indiferencia hasta que finalmente una sonrisa ladina se le apareció en su rostro. – Rin Nohara…

Pulsando el botón del timbre para hacer llegar de nuevo a Fuyu, esta ingresó a la estancia con bastante rapidez.

– ¿Se ha ido ya el Sr. Nigamata? – cuestionó el Fuji mirando fijamente a la empleada.

– Se encuentra dirigiéndose a su coche aparcado en la entrada. – respondió ella con las manos sujetadas entre si frente a ella.

– Haz que regrese. – mandó simplemente él con dureza, haciendo entender a la mujer que era algo urgente, no quería ganarse una regañina por parte de su jefe otra vez.


– ¡No tiene ni una gota de gracia, Kiba! – manifestó Ino con una cara de enfado obvio ante la insistente carcajada escandalosa, aguda y sobre todo contagiosa del Inuzuka. Su queja solo la incrementó, haciendo que este se riera más alto sentado en su silla en el comedor de la cafetería. – ¡Cállate!

Ante eso, el castaño se ganó un par de bofetones encima de su cabeza, que apenas le hicieron daño.

– ¡Ei, Ino! No me grites solo a mí… – afirmó Kiba secándose las lágrimas debido a la risa mientras exhalaba varias veces igual de alborotador que la mencionada. – No soy el único que se encuentra descojonándose ¡Mira al Uchiha!

El susodicho levantó la vista de su bocadillo para mirar con indiferencia a ese par sentados frente a él tras escuchar su nombre, por lo pronto seguidamente hacer como si nada y volver a lo suyo. Comer en silencio.

– Deja de mentir, cabeza buque… ¡Si te hubiera pasado a ti estarías igual que yo! – ordenó Ino malhumorada y asqueada por lo sucedido en la entrada del instituto antes de comenzar las clases.

– Debo recordaros que si ocurrió algo similar hace un par de años entre él y Chouji, en el autobús de regreso tras la excursión a ese templo a las afueras. – señaló Tenten como si nada, acaparando la atención de ambos chicos. Ante ese recuerdo, Ino no hizo más que repetir la misma mueca de asco.

– Mi pregunta es… ¿De verdad debemos hablar de estas guarradas? – imploró Temari suficientemente asqueada al escuchar a sus amigos hablar sobre lo de la prima de Naruto. Era asqueroso tan solo recordar lo cerca que estuvo ella de ser manchada también igual que su amiga, la cual tuvo que cambiarse a su chándal de repuesto.

– Quisiera, pero es demasiado divertido… – dijo simplemente Kiba para volver a mirar a la rubia a su lado y seguidamente soltar un bufido de risa incontrolable, para volver a estar igual que al principio.

– ¿Dónde está Sakura? – cuestionó Ino volteando los ojos con fastidio, decidiendo no hacerle ya demasiado caso a Kiba.

En la enfermería del campus, Sakura cerró la puerta sigilosamente, encontrándosela sin ni un profesor vigilando. Suponiendo que estos debían estar almorzando en el office de la sala de personal, caminó hasta la cama que tenía las cortinas a su alrededor cerradas y se adentró en la pequeña zona de la cama, sin extrañarse con topándose con Karin todavía durmiendo.

Sentándose en el borde de la cama con cuidado, empezó a pelar una manzana que ella había tomado de la cafetería, dejando los trozos encima de una servilleta. Aparte de eso, dejó en la mesita, unos picatostes con semillas y una lata de infusión de hinojo, con certeza de que se le pondrían bien para el malestar de estómago.

Sintiendo su teléfono vibrar, leyó que tanto las chicas le preguntaban de su paradero desde su chat privado, a su vez uno de Sasuke. Viendo la hora, supuso que ir a la cafetería, ahora estaría repleta de gente y no quedaría nada de lo bueno de lo que tomar. Tampoco es que quedara demasiado tiempo y ella tardaba lo suyo en comer… , pero digamos que se había distraído.

Si es cierto que Karin y ella no eran amigas, no obstante, lo sucedido de hoy la había dejado bastante preocupada. Tras escuchar la disculpa por parte de esta hacia ella… Aparte, escucharla ignorar las suyas de la manera en como lo hizo… No le quitaba las ganas de en cierto modo, eximirse de la culpa que sentía.

Desde el mismo día en que no solo explotó con Sai, sino también con la Uzumaki, ciertos pensamientos intrusivos le recordaban que esta última no se trataba de Ami y sus secuaces ni de lejos. Si es cierto que sus pocos comentarios hacia ella no habían sido ideales y lejos de ser correctos, a la primera había conseguido dejar su reputación más abajo de lo que ya estaba tras lo del Shimura. Se sentía responsable de que tal vez eso pudo afectar su amistad con sus únicos amigos. Juugo y Suigetsu. No solo con Sasuke.

Habiendo hecho lo que vino a hacer, enrollo la pela de manzana en otra servilleta y la metió dentro de una bolsa mientras se levantaba con el fin de tirarla dentro de la papelera de la habitación. Sin querer, hizo que las pertenencias de Karin cayeran al suelo al chocar su rodilla contra la bolsa.

Recogiendo todo, sin querer se encontró con un folleto informativo de… ¿Abortos? Junto con unas hojas que le decían los requisitos para el procedimiento, recetas médicas y formularios de salud. Detalles que ya sabía debido a lo sucedido con Hana hace bastante.

¿Acaso ella es… ? – pensó la Haruno sorprendida además de algo incómoda.

Segundos después la puerta de la enfermería se abrió, lo que hizo que Sakura volviera en si, dejando todo correctamente dentro de la bolsa de la pelirroja y cerrando la cremallera completamente para a continuación, volver a dejarla encima de los pies de la cama. Saliendo de detrás de la cortina, en vez de toparse con la enfermera, se topó con la nueva jefa de estudios, Shizune.

– Hola… ¿Tu amiga sigue durmiendo? – dijo la morena en lo que tomaba asiento frente al escritorio frente a la ventana de la habitación. – Probablemente, no habrá dormido correctamente debido a los vómitos. Deberías beber bastantes líquidos, para que el virus que ella padece no se te pegue a ti. Aun así, le acabo de escribir un pase para que falte a todas las clases de hoy y se marche a casa cuando despierte. ¿Se lo darás a Asuma, por favor? Creo que está en la sala de profesores y yo ahora no puedo.

Tomando el pequeño papel que era una copia del justificante después de asentir, se tomó la molestia de leerlo en silencio. Momento que Shizune aprovechó para mirar hacia la pelirroja yacente en la cama. Descubriendo así el almuerzo que la pelirrosa debía haberle traído a esta, lo que le hizo sonreír, aunque antes de poder darle un cumplido por ser buena persona debido a ese detalle, Sakura hizo una cordial inclinación hacia adelante y se excusó con la finalidad de marcharse de la estancia sin decir nada más.


Sasuke suspiró disimuladamente observando como su novia simplemente se limitaba en leer el mensaje que acababa de enviarle. Razón principal por la que toleraba lo escandalosos que la pandilla podía llegar a ser, por ella. Disfrutaba los paseos a solas, libre de poder estar con sus pensamientos.

Conocía perfectamente a Sakura para saber que esta también tenía su vena escandalosa y caótica, recordando los muchos momentos en los que se molestaba por algo y lo dejaba obvio. Hecho que al igual que le parecía sumamente atractivo a veces, podía a su vez, ser algo terrorífico. No le gustaba hacerla enfadar habiendo podido ver lo que es capaz de hacer con un mísero bolígrafo. ¿Dónde aprendió todo eso? Eso era algo que le interesaba… Sinceramente, a pesar de conocerla como lo hacía, su madre más de una vez le dijo que se conoce mejor a la gente con acciones mundanas y cotidianas, lo que le hacía recordar lo que Kakashi ya le dijo anteriormente. Que si Sakura no estaba con sus amigas, o una de dos, había pasado algo o querría estar a solas, tal vez ambas.

Había pasado lo de Ino y Karin esta mañana, enterándose más que nada por los chicos en el aula, estos también le hicieron saber sin demasiada importancia que su novia había ido a acompañar a la pelirroja dentro del edificio principal.

Ella y su naturaleza gentil… – meditó él manteniendo su usual expresión seria sin escuchar en absoluto a los demás hablar entre sí, pero con tan solo recordar ver como lo besaba, acariciaba, su adorable sonrisa y carcajada, su primer "te quiero" después de mucho tiempo de la nada, no podía controlar que un atisbo de sonrisa apareciera en sus finos labios.

Sin molestarse en terminarse la lata de bebida energética, se levantó lentamente de la mesa sin acaparar demasiado la atención, salvo de Suigetsu y Juugo, este último escuchando algo que Lee discutía con Neji, quienes se levantaron por inercia siguiéndole.

Era raro encontrarse al Hozuki callado, y aunque no quisiera quebrar ese silencio, se le hacía inusual. Era costumbre escucharle parlotear, quejarse y quién sabe qué más siempre que no se encontraba comiendo o bebiendo algo.

– No recuerdo haberos pedido que me siguierais. – vociferó con indiferencia el pelinegro mientras andaba por el pasillo con las manos en ambos bolsillos de su pantalón de uniforme.

– Solo admite que somos tus apreciados colegas, Sasukin. – añadió Suigetsu animándose a sonreírle de manera burlona, cosa que el Uchiha ignoró olímpicamente. – O no, como quieras, Juugo y yo sabemos perfectamente que guardas todos tus dosis de mimos para tu amada. Lo respetamos…

– Al menos él tiene novia. – se burló Juugo mirando hacia Suigetsu con burla, ganándose una peineta por parte de su amigo.

– Tú tampoco, que yo recuerde… ¿De qué lado estás? – indagó el albino con broma, siendo respondido con una alzada de hombros y una sonrisa leve divertida.

– Del lado de los que disfrutan estando soltero. – habló el grandullón con firmeza y simpleza haciendo que Suigetsu le respondiera con una pedorreta.

– Ya llegaras a la pubertad, amigo… Simplemente, no has encontrado a la chavala que te mola, míralo así. Por eso insisto en que Sasuke es un suertudo ingrato, cualquier tío querría una tía buena como la de él, a quien no le quita los ojos de sus… ¡Vale, me callo! Deja de mirarme de esa manera. – bromeó el Hozuki observando como el pelinegro le dedicaba una mirada asesina tan fría como el hielo. – Como decía, cuando encuentres la tía con la que pasar un buen revolcón, estarás igual de satisfecho que este con Haruno…

Juugo se dedicó a mirar con una mirada conocedora que indicaba que lo que decía era algo que se veía venir, como Suigetsu se rascaba la zona de la cabeza dónde acababa de recibir un golpe seco justo ahí.

– De verdad, necesitas aprender a cerrar la boca algunas veces. – recomendó Juugo mientras miraba a su amigo que todavía se acariciaba la zona con una mueca refunfuñona, aunque con atisbos de una sonrisa burlona. – Con él no es lo mismo que con Karin…

– Ya… – contestó el Hozuki mientras torcía la boca, para enseguida volver a ponerse en marcha, llegando detrás de Sasuke de nuevo. – Todos sabemos quién tiene el máster en ser borde.

– La próxima será en tu culo, Suigetsu. – interrumpió el Uchiha tan campante con indiferencia, acostumbrado a la forma de ser de su colega. El mencionado no logró esconder su sonrisa de diversión, pero decidió que lo mejor era guardar silencio, por más que esta última frase proveniente de Sasuke le causara demasiada gracia. Incordiarlo siempre era divertido, ahora que Karin no estaba, tenía que recurrir a eso.

Torciendo por el ala siguiente del edificio, Sasuke abrió la puerta de los baños masculinos seguido de sus dos amigos, escuchando varias risas masculinas, con una voz que suplicaba que le dejaran en paz. Avanzando varios pasos más, sin esperárselo ninguno, no tardaron en encontrarse a Dosu hundiendo la cabeza de un estudiante de segundo año en el retrete, junto a un par de estudiantes más que no conocía que se dedicaban a reír abiertamente.

El Kinuta tardó poco en darse cuenta de quién acababa de ingresar, por lo que de mala gana soltó el tío que sujetaba del cuello de la blusa de malas formas. Los otros dos no pudieron evitar sentirse algo temerosos con la sola presencia del Uchiha.

– Pírate con tu sequito de Barbie, Uchiha. – insultó Dosu con rudeza que no logró ni siquiera incordiarlo muy para su molestia, el susodicho no hacía más que mirarlo impasible, puede que hasta con superioridad.

– ¿Dónde está el otro perdedor? – se atrevió a increpar como si nada Sasuke sin apartar la vista de Dosu, encontraba extraño que cierto pelinegro no estuviera con él, parte de él pensaba que eso era desafortunado.

– No sabía que fueras sordo, guaperas… – contraatacó Dosu con sorna en lo que salía del cubículo rascándose el mentón con afán de aparentar ser interesante. – Te dije que te largaras, a no ser que busques pelea.

– ¿Realmente soy yo quien se busca problemas, Kinuta? – habló con frialdad y prepotencia Sasuke, sin reaccionar para nada a lo que Dosu hacía llamar intento de intimidación. Esa pregunta retórica le fastidió al acosador, lo que le hizo escupir al suelo asquerosamente, haciendo que su saliva cayera cerca de Suigetsu para consecutivamente dar otro paso al frente.

– ¿Quieres guerra, Uchiha? – propuso Dosu alzando la voz con amenaza, aun sin conseguir hacer reaccionar al pelinegro frente a él.

– ¿Qué tal tu pata, Kinuta? – se rebajó a decir con tono burlón Sasuke, haciendo mención a sus cicatrices producidas por Shiro hace tiempo, quebrando finalmente la paciencia de Dosu que se limitó a empujarle hacia atrás, cosa que hizo reaccionar a Suigetsu, que lo empujó de vuelta amenazante.

– Suigetsu… – frenó el Uchiha justo a tiempo con impasibilidad, a pesar de usar un tono tétrico, antes de que el albino se abalanzara precipitadamente hacia el bully con prisas. Cuando este volteó la cabeza, balanceando sus brazos como si nada ante esa orden, este terminó por recular varios pasos, volviendo a cumplir con lo que se le decía. Con una mirada fría hacia Juugo, segundos después, este no tardó en comprender lo que pedía y enseguida caminó hacia atrás para apoyarse contra la puerta, barriendo el paso de entrada o escape.

– Tío… – dijo uno de los chicos que se encontraba juntándose con Dosu, con cierto miedo a lo inminente, siendo ignorado por el mismo. El bully no hizo más que chirriar los dientes además de gruñir levemente para finalmente mostrar iniciativa comenzando a subir sus brazos en lo que volvía a hablar.

– ¿Qué te pasa, Uchiha de mierda? ¡Venga, ata… ! – insultó de nuevo el Kinuta, encontrándose interrumpido de golpe por nada más ni nada menos que un fuerte puñetazo en la cara que le desorientó.

El bufido de risa por parte de Suigetsu hizo que el bully volteara a ver de nuevo al Uchiha con ira. Sasuke, mirando levemente al Hozuki, le señaló con un gesto mediante su cabeza, a los otros dos tipos restantes que colaboraron en hacerle pasar a la víctima un mal rato. Cuando estos dos se dieron cuenta de la mirada violeta del albino, no tuvieron de otra que tragar saliva. Reculando un poco, pero dispuestos a defenderse de ser necesario.

Esquivando fácilmente el primer puñetazo que intentó darle Dosu mediante un grito lleno de rabia, Sasuke tuvo otra oportunidad de darle con su otro puño directamente en uno de los laterales del puente de su nariz, para instantes después ofrecerle otro por el otro lado, hasta uno tercero idéntico al primero y finalmente ser empujarlo mediante la suela de una de sus deportivas, entre dos lavabos.

Escuchando a Suigetsu pelear, giró la cabeza para observar como iba todo por su lado, siendo agarrado desprevenido cuando Dosu lo empotró contra la pequeña y pared divisoria entre cada cubículo de retrete con fuerza. Sujetando a ese imbécil, arrugando más la frente debido a la ira que sentía con su mera presencia al recordar lo que le hizo a su novia no hace mucho, para él, le dio un cabezón en toda su adolorida nariz y seguidamente liberarse gracias a un rodillazo en todo el estómago, que le hizo quedarse sin aire en los pulmones, exhalando con dolor.

Adentrándose en el mismo cubículo donde el estudiante sufriendo de acoso, que no hizo más que esconderse como si se tratara de una cría de gato, arrastrando mediante un agarre de cuello a Dosu consigo, empotró numerosas veces el rostro de este contra la tubería de metal que daba a la cadena del retrete antiguo. Hasta que finalmente, mediante un aventón más igual de violento. Hizo que Dosu cayera sentado en el suelo en una postura extraña, medianamente inconsciente.

– Alégrate de estar en estas cuatro paredes… – insinuó el pelinegro con arrogancia, apretando el torso de Dosu con el pie todavía más contra la pared, evitando que se intentara levantar en caso de poder. – Que no te vuelva a ver cerca de Sakura, ni a escucharte mofarte de mi apellido o será tu cabeza la que se quedará de por vida aquí dentro.

El chico que había sido acosado por el Kinuta, tragó saliva con dificultad al ver y escuchar al pelinegro frente a él, patear un par de veces levemente la base del retrete, dejando su amenaza alta y clara, la cual no dudó en imaginarse sin querer. Eso lo atemorizó todavía más. Mucho más que la mirada endemoniada que el Uchiha le dedicaba al primero. Parecía un tigre acechando a su presa.

Por su parte, musitando una sonrisa prácticamente incapaz de ser vista, Dosu soltó una mezcla de bufido de burla y quejido extraño para finalmente caer totalmente inconsciente. Haciendo que su cabeza cayera un poco hacia adelante.

– ¿Terminaste, Sasuke? – cuestionó Suigetsu desde a fuera del cubículo, animándole a salir, cosa que hizo con impasibilidad, sin mirar ni una vez a la tercera persona dentro del diminuto espacio en el que se encontraba hace poco, la cual seguía en shock en esa misma esquina y postura.

Una vez fuera, el pelinegro fue directamente a limpiarse los restos de sangre del Kinuta de sus nudillos, colocando una mano bajo el grifo del lavabo más cercano a él. Sin molestarse en mirar a los otros dos abusones que incordiaban a los más débiles, quienes estaban de rodillas frente al Hozuki con su cara repleta de golpes, a diferencia del albino.

– ¿Qué hacemos con estos? ¿Les darás una lección tú, ahora? – indagó Suigetsu, tensando más a los tipos frente a él, que se encontraban con miedo, sobre todo más después de observar como el Uchiha volteaba a verlos.

– Hmp, no. – señaló Sasuke como si nada, pasando de largo mientras sacudía su mano húmeda y después meterla de vuelta en uno de los bolsillos de su pantalón. – Que se larguen.

Ambos tipos, con sus rostros algo hinchados, no desaprovecharon la oportunidad de huir con prisas, una vez Juugo se apartó de la puerta, muy para la diversión de Suigetsu.

– Eres demasiado amable ahora, Sasukin… – señaló Suigetsu con burla a la vez que mantenía el torso y la cabeza girada hacia la puerta del baño, notando como Juugo se plantaba a su lado en silencio. – Esto no hubiera terminado igual hace un año.

Andando hacia el cubículo del que salió Sasuke, con la puerta medio abierta, espió el aspecto del Kinuta que seguía KO en el suelo, riéndose abiertamente. Para seguidamente, él, Sasuke y Juugo salir de ahí como si no hubiera pasado nada después del primero terminar de utilizar el servicio para hacer sus necesidades, pasando de largo de un grupo de chicos de segundo año que se adentró justo después de salir ellos.

– ¡Mnaaa…! ¡Joder que susto! – dijo uno de ellos nada más abrir la puerta del cubículo dónde se encontraba Dosu junto al tío que acosaba junto a esos otros dos.

Ante esa reacción, los amigos de este se agruparon para ver lo que había hecho que su colega reaccionara de esa manera. Topándose con un bajito estudiante, arrinconado en la esquina del lugar, a diferencia del alto cuerpo del acosador.

– Honda… ¿Has sido tú? – el mencionado, aun sin levantarse del suelo, negó con la cabeza rápidamente varias veces todavía tenso ante la vívida imagen de Sasuke aporreando sin frenos la cabeza del tío que lo acosaba, contra la tubería que daba a la cisterna del retrete.

– ¿Estaba Kinuta molestándote de nuevo? – habló el más serio del grupo, todos ellos salvo Dosu, eran del mismo salón.

– S-sí… Luego llegó Uchiha con sus amigos y… – respondió él con miedo y timidez, haciendo que el resto se mirara entre si consternados ante lo dicho, para finalmente volver a mirar a Dosu.

Uno de ellos sacó su teléfono y tomó una foto con flash del cabeza rapado, sin ayudarle ni nada, empezando a escribir algo en su teléfono segundos después con una sonrisa de mofa en sus labios.


Tsunade apretó el tapón del rotulador de pizarra con el dedo pulgar, cerrándolo finalmente y seguidamente apoyar la punta del mismo, aun con el dedo encima, contra su mentón pensativa.

Algo no cuadraba en las fórmulas diferenciales, junto al resultado de los estudios de estadística y demás, hacía que estuviera estancada. Llevaba días con ese problema y la verdad, es que de solo verlo, le entraban ganas de hacer otra apuesta, la cual le daría lo mismo perder.

Amaba su trabajo sí, pero siendo honesta, a su edad de cincuenta y pocos años, la vejez empezaba a hacerle factura. Era totalmente lo opuesto en cuanto a cirugías diversas, esto era más teórico, más cerebral… Cosa que podía llevar más tiempo que cualquier cirugía larga pudiese haber realizado. Shizune lo había intentado, al igual que Ibiki y otros profesores. Parte de ella le había hecho gracia ver a Orochimaru estresarse al no encontrarle la solución.

Intentar crear un nuevo tipo de tratamiento para vencer las células cancerígenas de colon presentaba un reto, el cual hasta ahora, cualquier posible resultado diferente, resultaba a un fracaso.

Ahora definitivamente me apetece una copa… – suspiró rendida mientras cerraba los ojos con estrés. Empezando a considerar la invitación de Orochimaru a ir a cenar y tomar algo, alguien llamó la puerta de la biblioteca. Era Shizune.

– Se le van a secar los ojos, directora Tsunade. – comentó la morena con algo de burla, haciendo que la Senju torciera una de sus comisuras hacia arriba tras escucharla mientras se volteaba.

– ¿Cómo es que este campus no cuenta con una auxiliar de enfermería ni una enfermera, Shizune? Te recuerdo que no es tu trabajo hacer ese papel. – contestó Tsunade dejando finalmente, el rotulador en la base metálica de una de las pizarras blancas, con algo de cansancio. – El balance de gastos demuestra que con cada cuota de estudiante que pagan sus padres, quitando las nóminas de cada trabajador y demás gastos, da perfectamente para que haya por lo menos dos enfermeras y otros dos profesores suplentes.

– ¿Qué quiere decir, directora? ¿Hay algún problema? – cuestionó la morena con confusión, sin entender de dónde venía eso.

– Sí, el balance está en números verdes, pero, sigue siendo justo y no como debería ser. Por más que tengas la carrera de enfermería, Shizune… Repito, ese no es tu trabajo. ¿Por qué Hiruzen no contrató a nadie? – manifestó más para si misma que para la jefa de estudios y amiga de hace años.

– Lo averiguaré. – declaró Shizune un rato después de meditar todo eso, animándose a la labor como si nada, sin que Tsunade tuviera que darle la orden.

– ¿Qué haría yo sin ti, Shizune? – habló con un suspiro la Senju mientras se volteaba momentáneamente para encarar a la pelinegra con una sonrisa simpática.

– Endeudarte…– susurró muy por lo bajo ella a modo de juego.

– ¡¿Qué dijiste?! – gritó prácticamente volviendo a girarse la rubia con una mirada aterradora que asustó un poco a Shizune.

– ¡Nada, no dije nada de nada! – respondió ella colocando ambas manos frente a ella como si quisiera frenar a su superior, algo acostumbrada a su temperamento. Casi se podría decir que era la única que sabía los trucos para desactivar esa violencia, aunque muy a su modo, eso se podría decir que se trataba de su instinto de supervivencia.

– ¿Ningún avance? – contempló Shizune intentando hacer que el tema volviera al del inicio, el desarrollo matemático que estaba compuesto y organizado por todas las pizarras presentes ahí. ¿Por qué la biblioteca y no el laboratorio? Por la cercanía de esta del despacho aunque también porque la directora no se confiaba de Orochimaru pudiendo atreverse a retocar algo de lo escrito, algo que sabía que era de lo muy capaz y en parte, porque no había suficiente espacio para varias pizarras. Ante la respuesta negativa de la Senju, Shizune torció la boca.

– Tal vez no hay arreglo Tsunade, a lo mejor no hay otra alternativa más de las que ya existen. – observó la pelinegra con cautela, sin intenciones de desanimar a su amiga de años y jefa, acercándose a esta para juntarse a su lado frente las pizarras. – Tú misma dijiste que no hay necesidad de dar vueltas en un callejón sin salida.

– Algo está mal, Shizune. – implementó Tsunade a la vez que levantaba un brazo de encima del otro para señalar con el dedo índice a la pizarra donde había la fórmula diferencial que la mantenía atascada. – Mi estudios no van mal encaminados y lo sabes. Por la misma razón en la que conoces perfectamente que tengo motivos por sospechar de ciertos puntos en la administración de este centro. ¿Has escuchado algo de algún profesor o de otro miembro del personal?

– Me lo suponía… – terminó con un suspiro al ver que por el rabillo del ojo, su fiel ayudante negaba con la cabeza. – Ve a ver como está la chica de la enfermería… Yo tengo que avanzar con el maldito papeleo que no deja de acumularse en mi despacho.

Tras regresar de vuelta al edificio principal, Shizune decidió hacer lo más recién que su superior le había encomendado. Subiendo por las escaleras distraídamente, no se fijó que la punta de su zapatilla chocó contra el escalón haciéndola tropezar. Se vio cayendo al suelo haciéndose daño, pero un fuerte brazo la sostuvo por la zona de su estómago justo a tiempo.

Incorporándose poco a poco, pudo ver como quien le había ayudado era Kakashi, rápidamente consiguiendo que su corazón empezara a latir más deprisa.

– Oh, profesor Hatake… Gracias. – se atrevió a decir Shizune retocando rápidamente su corto flequillo.

– Con que me llames Kakashi, basta… Srta. Shizune. – corrigió el profesor de filosofía con algo de pasividad volviendo la mirada hacia su libro de filosofía que no era más que su novela erótica escondida. Siempre que le llamaban así le recordaban a su padre y aunque no le disgustara, le hacía verse más mayor de lo que era, echo que sí le parecía en cierto modo, un fastidio. – Como todo el resto de profesores y demás, salvo los alumnos.

– Está bien, Kakashi… – respondió ella con una sonrisa agradable, que no dejaba de ser una expresión soñadora.

Esa conversación duró demasiado poco en comparación a lo que a la pelinegra le hubiera gustado que durara, aun así… Ambos se conocían bastante poco como para saber de lo que hablar, pero al menos… Al parecer estaban cómodos diciendo el nombre propio del otro. Sonriéndole en lo que lo veía marcharse hacia la sala de profesores de quién sabe dónde, sabiendo perfectamente los horarios de todo el personal, Shizune se abanicó con la mano para liberarse del calor amontonado en sus mejillas, recordando enseguida a dónde tenía que ir.

Karin se despertó con un leve sobresalto cuando escuchó que una puerta se abría y se volvía a cerrar poco después. Viendo borroso, se incorporó desorientada, no sabía dónde estaba. Rascándose ambos ojos con algo de fuerza, estiró sus piernas en la cama individual haciendo que sus pies chocaran con algo, encontrándose que no se trataba de otra cosa que su mochila. Miró hacia un lado al escuchar pasos avanzar por la sala, apartando varios mechones despeinados de su rostro, se dio cuenta de que llevaba el cabello recogido. Quitándose el coletero, supo que no era de ella al presentar un estampado rojo y tonos blancos, se quedó más que confundida.

De repente, la cortina que rodeaba casi toda su cama se abrió por la mitad de un lateral, haciendo que la luz la cegara de golpe. No le quedó otra que apartar la mirada en lo que una lágrima escurridiza caía por su mejilla.

– Ah, bien… Estás despierta. ¿Cómo te encuentras? – preguntó Shizune colocándose de espaldas al sol para proporcionarle sombra a la estudiante. – ¿Mejor? ¿Aún sientes náuseas?

– No… – contestó Karin mirando borrosa a la mujer frente a ella, decidida a volver a encontrar sus gafas, con algo de dificultad, las halló encima de la almohada de su cama, colocándoselas con prisa, alzó la vista hacia Shizune.

– Eso es bueno. ¿Y bien? – indagó la pelinegra mirando a la Uzumaki, esta no hizo más que mirarla confundida. – ¿Cómo te sientes?

– Bien. – respondió secamente y algo bajito Karin quitándose la sábana de su cuerpo para luego dejar sus pies descalzos vistiendo calcetines en el suelo.

– Antes que nada, debo tomarte la tensión, no me atrevo a dejarte que te marches a casa sin saber que estás bien. No te preocupes, será cuestión de pocos minutos. – calmó la jefa de estudios mostrando el pequeño tensiómetro digital.

Dejando que la mujer trabajara, Karin se avergonzó bastante cuando sus tripas rugieron por comida, muy para la diversión de Shizune. Una vez se le retiró el manguito, esta última no tardó en ver que su tensión se encontraba algo baja de nuevo. Con razón tenía hambre.

– Tienes una amiga bastante previsora. – habló la jefa de estudios con una sonrisa mientras se alejaba un poco con el aparato en sus manos para dejarlo encima de la encimera al lado del escritorio. Cuando se volvió a voltear, le señaló a Karin lo que Sakura le había traído. – Te trajo esto a medio acabar la hora de descanso, hace poco más de dos horas.

– ¿Quién? – cuestionó Karin confundida. ¿Había escuchado amiga? Ahora mismo no tenía amigos…

– No se su nombre, tiene el pelo rosa. Entró de golpe y con prisas a la sala de profesores para decirnos qué te había ocurrido, asustó a varios profesores, insistiendo que fuéramos con prisas a ayudarte… Sabiendo lo que debe ocurrirte y lo que debe gustarte, te trajo esto para que tuvieras algo para comer al despertar. Se te pondrá bien, así que come. – informó Shizune con calma mientras le dedicaba una sonrisa amistosa. Karin por su lado no apartaba la vista de la comida. – Luego ya te podrás marchar a casa. Se le ha entregado la nota de ausencia a tu tutor, puedes estar tranquila.

Mirando la hora en el reloj de pared, Shizune finalmente se despidió y se marchó de la sala en lo que Karin destapaba lo que podía haber debajo de esa servilleta de papel, encontrándose con una manzana pelada y cortada a trozos simétricos.

Recordando como la Haruno la había ayudado en los baños esta mañana, empezó a masticar los trozos poco a poco. Sorprendentemente, la fruta se le estaba sentando de maravilla, por lo que se la comió cada vez más deprisa, ignorando el dolor al masticar debido a su herpes labial. Se acabó a la misma velocidad, el paquete de picatostes con gusto y finalmente tomando la lata de infusión de hinojo, se topó con una pequeña nota dónde había escrito "Mejórate y de nuevo, acepta mis disculpas" Como despedida, había el dibujo de una flor de cerezo, al lado de un emoji que parecía ser una cara feliz con los brazos extendidos.

Algo cursi… – meditó la pelirroja mientras abría la lata y rápidamente empezar a dar sorbos, ignorando el sabor inusual de la infusión, aunque a pesar de tener mucha sed, no se le hacía demasiado agradable para su paladar.

Cuando se terminó la bebida, volvió a repararse del coletero de la Haruno, que ahora mismo se encontraba en su muñeca como si se tratara de una pulsera. Las disculpas de Sakura se le vinieron a la cabeza, detalle que le hizo voltear la lata vacía que le había obsequiado esta con buena fe solo para releer esa diminuta nota pegada en medio.

Quedándose mirando el objeto entre sus manos fijamente, otro recuerdo se manifestó en su cabeza. El de ese medio día durante los exámenes finales… Ella sacando el tema del abandono del padre de la pelirrosa solo porque Sasuke no compartió la lata de refresco con ella.

Afróntalo, Karin… Te lo buscaste… Todo esto, te lo mereces. – se dijo a si misma mientras arrancaba el pequeño post-it rosa del refresco lentamente.

Lamiéndose los labios poco a poco, se levantó para tirar la basura en la papelera, se puso los zapatos y resguardando la nota de Sakura dentro del bolsillo de su chaqueta de uniforme, salió de la enfermería con el fin de ponerse en marcha a su casa.


– Es un libro de menos de doscientas páginas, Uzumaki. – comentó Kurenai exasperada mientras le mostraba la diminuta novela adolescente para leer durante la asignatura de inglés. – Nada complicado, viendo que al menos, intentas prestar atención a clase… Me sorprende que aun así, hayas sacado un insuficiente alto en la prueba evaluadora de lectura inglesa. Con algo que hemos incluso repasado en clase.

Naruto se encontraba con los brazos encima de su pupitre, con la hoja de examen de la asignatura entre los dedos índices y corazón de cada mano, claramente incómodo, evitando mirar hacia la profesora, la cual se encontraba entre su mesa y la de Sakura, de brazos cruzados.

– No veo esfuerzo, motivación ni mejora, Naruto. Si sigues a ese ritmo, no me quedará más remedio que suponer que tu nivel de inglés es demasiado bajo para alguien que cursa último año de bachillerato. – algunas risas camufladas se llegaron a escuchar entre varios alumnos, muy para la desilusión del rubio. Nunca le había gustado ser dejado en evidencia delante de toda la clase. Era la queja de todos los profesores en varios aspectos. – El resto no deberían reírse tanto ¿Me pueden decir qué tan complicado es este libro? De casi treinta alumnos… Solo cinco, habéis aprobado.

Eso pareció silenciar todos los alumnos del aula, momento conveniente para Kurenai para chasquear la lengua con algo de cansancio. Enseñar a estudiantes de bachillerato era a veces igual de tedioso que preadolescentes recién comenzando la secundaria inicial.

– ¿Srta. Haruno? – llamó finalmente la profesora alertando a la mencionada, quien la miró alzando la mirada de su hoja de examen de diez.

Notando todas las miradas en ella, la pelirrosa simplemente suspiró y se recostó en su asiento con compostura. – La mayoría de los profesores estáis siendo injustos con los de bachiller.

Cuando Kurenai alzó las cejas ante esa afirmación tan directa, el resto de la clase se dio cuenta de lo incómodo que se había vuelto el ambiente, aunque más de uno no se sorprendía de que la pelirrosa no tuviera tapujos en decir el problema.

– No se lo tome a mal profesora Kurenai, pero tenemos constantes trabajos de cada asignatura además de deberes que requieren tiempo completar. Tampoco veo que los profesores consigan que varios alumnos se adapten al nivel o al ritmo de la clase, debido a que seguramente estos se toman más tiempo en comprender el temario. Eso puede hacer que se nos haga complicado organizarnos, sumando los que además, participamos en extraescolares o trabajamos a tiempo parcial. Aunque esto no sea leonino para ustedes tampoco, es como si no os dierais cuenta de lo desaforados que sois. – acabó Sakura golpeando varias veces el extremo de su lápiz contra su pupitre.

Más de uno se confundió con su última frase, aunque estuvieran de acuerdo con lo que esta decía.

– ¿Eso viene de las mejores estudiantes? Srta. Haruno… Sabe que en la universidad será incluso peor ¿Verdad? ¿Cree que será fácil el día de mañana en su trabajo? – sonsacó la pelinegra mirando con algo de desilusión a la pelirrosa, la cual se dio cuenta de sobra. Por eso simplemente se guardó las ganas de sacar su vena cínica y mostrar claras pruebas de que ese comentario no le picó para nada.

– El día que yo trabaje, daré mi mejor desempeño, pero para ello todavía queda, profesora Kurenai. Cuando ese momento llegue, yo ya me habré graduado y es más… Habrán pasado años desde que usted ya habrá dejado de preocuparse si apruebo lengua inglesa o no. – opinó con ciertas gotas de ironía hacia Kurenai, quien evidentemente no le gustó escucharla hablar de esa manera. El resto de alumnos estaban algo asombrados de su conducta ¿Qué la había hecho ser así? – Se me ha preguntado cuál era el posible problema a pesar de que yo no hablo por los demás, eso solo ha sido mi generalizada y humilde opinión, aunque puedo equivocarme.

Para Sakura, Kurenai, pese ser mujer, era igual que el resto de profesores del campus. La Yuhi sabía perfectamente su ambición a conseguir la beca. Podía ser de los profesores más simpáticos, agradables y empáticos cuando la situación le era conveniente, pero evidentemente había notado su claro escepticismo y poca fe en que ella lo conseguiría, como el resto. Entre ellos se le sumaban no solo el dichoso Hiruzen, también Asuma, Iruka, Ibiki… La gran mayoría de todos los profesores que tuvo, cuando ella les aclaró su objetivo aquí, no la motivaron ni la felicitaron. Puede que esta vez, la profesora no hubiera hecho uso del desdén a la hora de decir ese comentario con la excusa de "cara al futuro", pero no sería la primera vez. La conocían desde los once años y nada había cambiado.

Quien le ha pedido su consejo no solicitado… – refunfuñó su consciencia chirriando los dientes.

– De acuerdo. – terminó Kurenai de la nada, forzando una sonrisa quitando su mirada rubí de la Haruno para mirar a los demás alumnos, en lo que Sakura apartaba su rostro de ella de manera impasible, descansando el codo encima de su mesa y el mentón en su mano, volviendo a repasar su examen. – Los que hayáis suspendido, en vez de otro examen, tendrán una última nueva oportunidad de repetir la prueba de comprensión lectora y reading, escribiendo un resumen del libro de mil palabras en inglés. Tienen desde hoy, una semana para entregarlo. Podéis hacerlo en parejas, aun así… Les sugiero que se lo trabajen y cada uno debe hacerlo. En especial usted Uzumaki, por más que Haruno te vaya a ayudar en él.

Dejando que sus alumnos celebraran esa oportunidad y que además le dieran las gracias, justo fue ahí que la campana de fin de clases sonó por lo que no tardó en marcharse, como si nada. A fuera ya se encontraba Kakashi esperando para dar la pequeña sesión de tutoría de cierre.

Sasuke ladeó la cabeza hacia su novia, la cual permanecía distraída de nuevo, como si no le importara que Kurenai le hubiera otorgado el papel de tutora extracurricular de Naruto. No tardó en ver esa sonrisa feliz y bufona del rubio a dos mesas de él, pero eso le preocupaba poco.

Le interesaba más ver que era lo que tenía acaparada toda la mente de Sakura, quien sabe lo que podía ser, pero parecía hasta preocupada a ratos. Ninguno de ellos tres, escuchó nada de tutoría, hasta que finalmente Kakashi les dejó marchar.

Empezando a guardar sus cosas poco a poco, la pelirrosa no se molestó ni en levantarse de su mesa para descolgar su mochila del gancho de su pupitre. Colocando esta encima de su regazo, la abrió con el fin de empezar a guardar sus pertenencias dentro correctamente. La cabeza no se le iba de lo sucedido con Karin.

Los vómitos, los mareos… Los documentos, todo afirma el embarazo de la Uzumaki. Todavía me cuesta asimilarlo. – reflexionó la Haruno cerrando su estuche tras meter todo su material de escritura y apuntes dentro del mismo. – Debe estar pasándolo fatal en general… Pobre… ¿Se habrá marchado ya a su casa?

Recordando lo sucedido con la hermana de Kiba, aunque finalmente sucediera su aborto de manera espontánea, Hana quería desde el comienzo ir a un hospital para interrumpir el embarazo a pesar de los requisitos. Porque los seguía habiendo, todavía…

Negando con la cabeza intentando dejar de pensar en la prima de Naruto, cerrando su mochila, se dio cuenta de que justo a su lado estaba parado cierto rubio.

Hablando del rey de Roma… – musitó su consciencia intentando sonar algo cómica de manera estrepitosa. – ¿Ahora qué quiere?

Mirándolo de arriba abajo algo incómoda, esperó a que hablara, pero nada. Este se quedó callado expectante… ¿Es que ella se había convertido en un cuadro de un museo? Alzando un poco los hombros harta de ese comportamiento irritante, al ver que permanecía en silencio, suspiró y consecutivamente se levantó de su asiento.

– Sakura, ¿dónde…? – se atrevió a decir intentando frenarla barriéndole el paso, rodeando su escritorio, quedando ambos demasiado cerca. Demasiado cerca para la paciencia de la Haruno.

– Arréglatelas por tu cuenta, Naruto… – interrumpió la pelirrosa logrando permanecer tranquila a pesar de molestarle el cierto descaro del mencionado.

– Pero Kurenai dijo que… – habló el Uzumaki sin entender la reacción de la chica frente a él.

– Quién ha suspendido, eres tú. – entrecortó Sakura con impaciencia camuflada. – Leerte el libro, no te llevará más de pocas horas. Resumirlo, todavía menos. Tengo muchas otras cosas por hacer ¿Vale? Lo que haya dicho Kurenai, me da absolutamente igual.

– Pero… – insistió Naruto de nuevo haciendo que la Haruno entrecerrara los ojos molesta al mero hecho de verle a volver a intentar quejarse. – ¡Aaaaughsh!

Más de una cabeza volteó hacia él ante ese grito tan extraño.

Sosteniéndose el pie que Sakura le había pisado con generosa fuerza a propósito dedicándole una sonrisa forzada, esta última se giró hacia Sasuke sonriéndole con cariño para seguidamente marcharse hacia donde Ino y Temari, queriendo ir juntas al entrenamiento de animadoras, sin decirle nada más a él por más que la mirada azulada del rubio la persiguiera aún con el pie adolorido.

A su lado, escuchó como la silla de Sasuke se arrastraba por el suelo ruidosamente, volteando la cabeza hacia él, la atención que antes estaba enfocada en la novia de este, ahora pasaba al pelinegro, el cual evidentemente parecía haberse quedado como espectador en la corta conversación de ellos dos.

Sus ojos negros detonaban una mirada calculadora y como no era de esperar, de insolencia.

– ¿Qué? – insinuó con un tono borde el rubio ante la continua mirada azabache del Uchiha en él.

Este simplemente no hizo más que alzar una de las comisuras, cerrar los ojos y soltar un bufido nasal que denotaba burla para finalmente colgar su mochila en su hombro y después empezar a marcharse sin molestarse en acomodar su silla como tocaba, chocando sin problema alguna su hombro con el de él como si no le importara, molestándolo.

Con un puñado de insultos aglomerados en la punta de su lengua, Naruto se giró violentamente dispuesto a reclamarle al pelinegro, solo que alguien más choco con él. Eran Chouji y Kiba haciendo el tonto, causando algunas risas entre los demás. Lo que más le sorprendió, fue ver como el Inuzuka rodeaba con los hombros a Sasuke como si nada, a pesar de este ser empujado poco después. El resto del grupo, salvo las chicas, siguiéndolos sin decirle nada.

¿Qué?...


Cuando Hinata observó que Naruto ni se molestaba en abrazarla ni nada por el estilo después de volver a acostarse juntos en esa misma habitación de hotel, guardó silencio a pesar de querer proponerle que se quedara más rato.

Sonriéndole dulcemente, permaneciendo acostada bajo las sábanas de la cama, cuando le vio mirarla mientras este se vestía, se quedó con el mero suceso de que por lo menos el Uzumaki había vuelto. Estaba feliz, satisfecha. La sensación de poder tenerlo al fin entre sus brazos era como sentir que tenía la piedra filosofal en su posesión. No había otro lugar mejor. Era un nido que no quería abandonar.

Aprovechando que Naruto se dirigía al cuarto de baño, se le ocurrió una idea. Tal vez, si pedía que le trajeran comida a la habitación, sabiendo perfectamente que habría platos variados, seguramente él querría quedarse más tiempo. Tomando el teléfono fijo de la mesa de noche, llamó rápidamente y pidió lo que quería sin importarle que le quedara poco dinero.

Fue entonces que ella empezó a vestirse, sabía que tendría que atender ella a la azafata. Descalza, después de colocarse la camisa y demás, se acomodó el cabello para dirigirse hacia la puerta del baño cerrada, llamando a la puerta, decidió hablarle a Naruto.

– ¿Naruto? He llamado para que traigan comida a la habitación… – justo en ese momento, el mencionado abrió la puerta con una expresión impasible en su rostro. Aunque eso no le importó demasiado a ella, sonriéndole de nuevo al ver que él parecía dispuesto a decirle algo, unos golpes en la puerta violentos llamaron la atención de ambos.

– Ponte cómodo, lo prepararé enseguida. – ofreció con un leve sonrojo Hinata caminando con las manos juntas contra su pecho hacia la puerta de la habitación sin mirar quién era, sospechaba que era la cena, aunque le parecía sospechoso que esta llegara tan pronto comparado con las últimas veces.

Cuando la pelinegra abrió la puerta, jadeó de sorpresa al encontrarse con su padre parado recto, con su bastón elegante frente a sus pies, con una mirada fría, claramente estaba enfadado. Ko, su guardaespaldas, se encontraba junto a él.

– Quedas despedido, Ko. Mañana quiero que tú y tu mujer os marchéis de la casa que se os dio, retírate. – zanjó Hiashi adentrándose a la habitación junto a dos otros miembros del clan más altos que él que se quedaron custodiando la puerta después de quedar cerrada.

Hinata reculó varios pasos completamente tensa, sintiendo la adrenalina por todo su cuerpo pero sobre todo en sus entrañas, quedando incapaz de mirar a su padre ante el panorama.

Este, miró por la habitación. Cama deshecha, varias almohadas por el suelo, prendas de ropa masculina en el suelo, envases de comida en la mesa del cuarto, etc. Fue ahí que el patriarca Hyuga giró la cabeza para mirar a Naruto con seriedad, el cual tragó saliva. Segundos después el rostro de la heredera Hyuga fue drásticamente ladeado debido a una fuerte bofetada.

– Papá… – habló Hinata con tristeza mientras se sujetaba la mejilla adolorida, sus ojos empezaron a humedecerse.

– Mírate, huyendo de casa para acostarte con un poca-monta cualquiera estando aun así comprometida. – criticó con desprecio Hiashi apartándose de su hija mayor, apretando su bastón contra el suelo de la habitación. – ¿De verdad pensaste que no iba a saber dónde te encontrabas? Cómo se nota que eres más hija de tu madre que mía, Hinata…

El padre se abnegó a contar que si la encontró, fue porque buscó a cada hotel el nombre de su hija. Con suerte solo fue cuestión de días, de menos de una semana. Había estado preocupado, evidentemente, pero aun así no menos molesto por lo que ocasionó el día de su huida.

– Se acabó el cuento, nos vamos a casa. – ordenó Hiashi con dureza, sin molestarse en ver como su hija había empezado a llorar.

– ¡No! – respondió con suficiente valentía ella, asombrando brevemente a su padre. – No quiero.

Arrugando el ceño, Hiashi debatió debidamente lo que estaba presenciando ahora mismo. Mirando a Naruto nuevamente, fortaleció los músculos de sus brazos. El rubio se mantuvo rígido.

– Con el hijo de Kushina Uzumaki, ¿eh? Te eduqué mejor para evitar que te involucraras con oportunistas, Hinata. Claramente, no sabes lo que te conviene. – denigró Hiashi ganándose una mirada despectiva por parte del único rubio en la sala.

– ¡EH, Oiga! – gritó más que ofendido Naruto avanzando un solo paso, al igual que los dos hombres que iban con el padre de Hinata, dispuestos a intervenir seguramente por la fuerza de ser necesario.

– Guarde silencio, Uzumaki. No creo que sepa hasta qué punto me es fácil arruinarte el futuro solo por faltarle el respeto a mi familia de tal modo. Seas hijo de Minato Namikaze o no. – avisó Hiashi con un tono demasiado arisco, golpeando de nuevo la base de su bastón contra el suelo, logrando incomodar a Naruto fácilmente. Lo ocurrido entre él e Hinata, dentro de estas cuatro paredes de la habitación del hotel, era evidente . El padre de la última, de haber llegado antes, habría sido todavía menos oportuno.

– ¡Él no me obligó a nada, padre…! – insistió Hinata histérica, sollozando desconsoladamente, muy para la poca relevancia de ese detalle para el patriarca.

– ¡Silencio! – ordenó Hiashi secamente asustando de nuevo a su hija, la cual volvió a bajar la mirada al suelo. – Coge tus cosas, nos vamos.

– ¡No! – repitió Hinata una vez más, apretando sus uñas contra la palma de su mano con fuerza, temblando de ira y miedo a la vez.

Volviendo a arrugar el ceño ante esa insensatez por parte de la pelinegra, el padre guardó silencio durante un corto rato sin apartar la mirada de su primogénita. Harto de toda la situación, entrecerró los ojos.

– Haz lo que te apetezca, Hinata. – concedió Hiashi al fin, dejando estupefacta a la mencionada, quien no se esperaba este giro de los acontecimientos. ¿Había ganado una discusión con su padre? – Pero no vas a pagar los gastos de alojamiento con dinero de la empresa ni mucho menos lo haré yo. Ya que quieres quedarte con este caballero tan prometedor, que lo pague él, si es que puede.

Empezando a caminar hacia la salida, dejando a Naruto contrariado ante su insulto indirecto, al igual que Hinata. Hiashi dejó que los dos hombres que vinieron con él le abrieran la puerta.

– Ya que te has vuelto tan valiente, Hinata. Llamarás a tu suegra, le explicarás a ella además de a tu prometido y actual pareja… Lo sucedido. No voy a dejar que deshonres el apellido Hyuga por un crío con el que quieres jugar a casita. – avisó su padre haciendo que su hija se abstuviera de limpiar las últimas lágrimas que caían nuevamente de sus ojos. – Por más decepcionado que esté de ti, ten la decencia de por lo menos, hacer eso. Aparte de terminar la secundaria.

¿Quería que su padre dejara de estar encima de ella en todo? Sí. ¿Qué se callara ese tipo de comentarios sobre ella, sobre su madre? Claro… Aun así, esas dolorosas palabras dolían como lo haría cualquier quemadura en su piel. Sabía perfectamente que esa última orden, estaba incompleta. Era evidente que esto venía a ser otro aviso de que no causar de nuevo otro estrago así.

– Vámonos. – finalizó Hiashi con tranquilidad, reservando su decepción para un momento a solas en su casa. Al salir de su habitación, los dos hombres que iban con él le siguieron de cerca, cerrando la puerta tras ellos.

Varios minutos pasaron hasta que Hinata pudo escuchar a Naruto moverse, volteando la cabeza hacia él, le vio caminar hasta el lado de la cama, recoger del suelo su camisa y ponérsela. Daba la impresión de que iba a irse. ¿Estaría incómodo?

Seguramente… – meditó ella algo temerosa mordiéndose el interior de su labio inferior mientras respiraba entrecortadamente logrando frenar u último sollozo.

– Naruto… ¿Te vas? – dijo la pelinegra acercándose a él a pasos rápidos limpiándose las mejillas con rapidez. Su rostro estaba rosado debido a las lágrimas aparte de la mejilla dónde su padre la había abofeteado, el rubio la miró acercarse por lo que se volteó, sin esperarse ser abrazado. – Por favor… No tan pronto. Quédate, no quiero estar sola ahora.

– No puedo, Jiraiya me quiere en casa. – mintió el Uzumaki apartando a la Hyuga fácilmente sujetándola de los brazos.

Mirándola a los ojos fijamente, tuvo que apartar sus labios cuando notó como la chica frente a él se alzaba de puntillas para besarlo, dejando que su boca rozara su mejilla, dejándola incómoda.

No tardó en quedar completamente sola dentro de la habitación.

La llamada entrante al teléfono fijo, la hizo volver en si, por lo que caminando hacia la cama para sentarse al borde de la misma para descolgarlo, escuchó que se trataba de la recepcionista del hotel.

– Buenas tardes, ¿Srta. Hyuga, verdad? Han pasado más horas de lo acordado desde su último check in, veo que ha pedido comida a su habitación, debe pagar antes, por favor. Muchas gracias. – ante ese recordatorio, la pelinegra recordó lo que su padre acababa de decirle hace poco, lo que la hizo tragar saliva con nerviosismo.

Bajando el altavoz de su oreja poco a poco después de escuchar los pitidos de finalización de llamada, Hinata colgó el teléfono, quedándose sentada en el mismo lugar, mirando a la nada con tristeza.


Kurenai resopló mientras tachaba prácticamente, con su bolígrafo rojo, todo el contenido de la hoja que Naruto había presentado. Decepcionada, apuntó la nota en la parte superior derecha del papel para seguidamente ponerse a comparar la nota del examen de la semana pasada del Uzumaki con la de la redacción.

– ¿Qué te ocurre, Kurenai? – cuestionó Anko aplastando una pelota pequeña antiestrés apoyada en su mesa de trabajo contigua a la de la pelinegra.

– Los de último año me van a hacer perder la esperanza, eso es lo que me pasa, Anko… – dijo malhumorada la Yuhi tirando el bolígrafo sin molestarse en taparlo encima de la mesa con fastidio. Varios profesores voltearon la cabeza interesados en este tema. – Les pongo para leer un libro no muy largo y fácil en inglés con antelación con fecha de evaluación, solo cinco aprueban. Tres de estos, con menos de un notable bajo y esto solo hablando del grupo de Kakashi. Mejor ni te comento el tuyo, Asuma.

– ¿Tan mal van en inglés? – preguntó el Hatake apartando la vista de la novela en sus manos, inclinado en su silla de escritorio con tranquilidad.

– A los que no llegaron a aprobar, les di la oportunidad de hacer otra prueba del mismo libro si aprobaban esta redacción. Toma esto, léelo… Es la redacción de Naruto. – ofreció Kurenai pasándole la hoja al tutor del grupo A, quien lo tomó con una expresión indiferente.

Eduard Stuart, are a good person because he isn't a very kind man, whose a nice doctor. – leyó mentalmente Kakashi, quien irremediablemente alzó las cejas ante tantas faltas de ortografía y gramática básicas de lengua inglesa. Aunque proveniente de Naruto, era de esperar.

– Al menos te entrega los deberes, Yuhi… Los míos directamente ni los hace. – contempló Ibiki de brazos cruzados dándoles con la espalda frente a la fotocopiadora, mirándoles con la cabeza ladeada.

Orochimaru simplemente sonrió imperceptiblemente corroborando los hechos, era lo mismo en su clase.

– ¿Lo más entretenido de todo? – añadió Kurenai recuperando la hoja que le ofrecía de vuelta el Hatake. – Es que es una literal copia de la redacción de Shimura. Estos críos me toman por estúpida o algo… Y no quiero escucharte defenderlo Iruka, porque incluso le dije que Haruno podía ayudarlo, pero ni aun así.

El Umino suspiró antes de que tuviera oportunidad de decir cualquier cosa.

– No debiste hacerlo. – comunicó algo indiferente Kakashi volviendo a abrir su libro por donde estaba.

– ¿El qué? – solicitó Kurenai torciendo la boca decepcionada y fastidiada.

– No debiste obligarla a ayudarlo, Kurenai. – se corrigió el profesor de literatura en el mismo tono mientras pasaba una página. – Naruto debería aprender a hacer los deberes por su cuenta y esforzarse en sus estudios.

– No te sorprendas demasiado, Kurenai. – sumó Orochimaru con tranquilidad mirando a su colega de trabajo, escuchar esto no era novedad. – En Hokkaido, era más o menos igual. En el instituto los profesores se dedicaban a pasarlo de grado, tomando en cuenta de que por lo menos si asistía a clases. Si aprobaba alguna no era más que educación física o porque Sasuke le ayudaba de alguna manera, lo mismo con Jiraiya.

– Este no es un instituto cualquiera, profesora Orochimaru… – recordó la Yuhi con discrepancia, cuando entonces recordó algo. – A este paso dejaré de ser la profesora que apodan como "la amable". Si le junté con Haruno es porque se que con ella, por lo menos se esforzaría quizás más y ahora me dices que es mala idea…

– Eso es algo que yo tampoco comprendo Kakashi, no se trata de Sasuke… – cuestionó Asuma, haciendo que Iruka alzara la mirada para ver al Hatake atentamente. – Haruno es una estudiante ejemplar, no hay nada de malo.

– Las últimas conductas que él ha tenido con ella no han sido idóneas, por lo que es comprensible que ella prefiera mantenerse a cierto margen de él. De seguro os habréis enterado de que Uchiha y ella son pareja. – indicó Kakashi mirando a Kurenai con algo de seriedad, quien ante eso la hizo comprender y voltear los ojos. – Es un poco de sentido común pensar que ciertos problemas con él se relacionan a eso.

– Ya que hablamos de conductas, déjame decirte Kakashi que Haruno insinuó algo hace una semana… – dijo Kurenai después de valorar lo último que él había comentado hacia los demás.

El tutor del grupo A no hizo más que sonreír imperceptiblemente al escuchar las palabras de Sakura por boca Kurenai, que pese no ser idénticas, dejaban en evidencia que provenían de ella, un claro detalle era la manía de usar palabras algo complejas a la hora de hablar un tanto a menudo, que más de una vez había dejado a varios con una expresión de haber entendido poco.

– Sí, tú ríete… Por más que ella pueda tener algo de razón, no creo que estemos ajetreando demasiado a los de último año de bachiller. Es lo mismo cada año y hasta ahora, nadie ha abierto la boca como ella lo ha hecho. – reafirmó Kurenai con cierto asombro mientras acomodaba varias hojas dentro de su carpeta.

Habiendo dicho eso, sonó la campana del comienzo de descanso, haciendo que más de un profesor de la sala se levantara preparando las cosas para su siguiente lección consecutiva a la hora del almuerzo.

– ¿Kakashi? ¿Podemos hablar un segundo? – pidió Iruka levantándose de su silla lentamente después de terminarse él té verde de su taza color carne.


Sasuke tiró dentro del cajón de su pupitre el libro de la asignatura segundos después de que sonara la campana de receso. Su cuaderno y estuche fueron lo siguiente, hasta que dio cuenta como debido al movimiento, de dentro caía un sobre algo rosado con una pegatina en forma de corazón.

Abriendo la nota, se topó, como era de esperar, con un poema demasiado cursi junto a un lugar y hora dónde le pedía escucharla.

No me dejan en paz, no… – musitó en pensamientos el pelinegro mientras soltaba aire por la nariz.

Arrugando la hoja con una sola mano, la metió en su bolsillo discretamente para seguidamente meter, de su mochila, su cartera y teléfono. Aparte de eso, unos pockys de chocolate y fresa los cuales dejó encima de la mesa de Sakura, quien le miró sorprendida.

Al ver ese gesto, ella le sonrió algo sonrojada para después esconder los labios en lo que colocaba su flequillo detrás de su oreja. Satisfecho, le sonrió disimuladamente y sin decir nada salió del aula como si nada. Ella le había dicho que hoy comería con sus amigas en la cafetería, tal vez se juntaría con ellas y los demás luego, pero teniendo en cuenta lo escandalosa que podía llegar a ponerse la gente ahí, hoy le apetecía más ir a lo suyo.

Además, quería quitarse el estorbo de persona que le dejó esa nota del medio, para dejarlo zanjado. Como siempre.

Siendo de los primeros en salir del aula, caminó hasta las escaleras que daban a la azotea para finalmente apoyarse contra la pared del primer rellano. Descansando la cabeza contra la misma y cruzándose de piernas, esperó en silencio por aproximadamente quince minutos para escuchar pasos aproximándose.

Mirando de reojo quién se acercaba, vio a una chica morena de cabello corto en un pixie cut junto a una diadema roja decorada con perlas. Mirándola de arriba abajo, notó como ella parecía vestirse igual a las demás. Ahora casi todas parecían vestir igual, salvo Sakura.

– Hola, Sasuke… – saludó ella con una sonrisa sonrojada, su saludo no fue devuelto. El mencionado no hizo más que voltear la cabeza para mirarla fríamente. – Para ser honesta no sabía si ibas a venir…

– ¿Qué quieres? – preguntó él secamente mirando el suelo, el diminuto reflejo de la parte superior de su cabeza contra los pequeños rayos de sol que daban al último le parecían de lo más interesantes, a pesar de que la luz en la zona fuera escasa debido al ventanal opaco.

– ¿Te acuerdas de mí?... – se atrevió a preguntar ella esperanzada colocando ambas manos en su espalda, atreviéndose a subir un escalón más. Sasuke achicó brevemente sus ojos y seguidamente pestañeó en silencio varias veces ante el silencio de la chica.

– ¿Debería? – respondió él con prepotencia pronunciando esas palabras con un tono árido que logró incomodar a la morena, aunque esta guardó la compostura mentalizada. – Te pregunté algo, no me hagas perder el tiempo…

Por más que este lugar estuviera tranquilo, prácticamente desértico, era evidente que era el usual lugar de parejas acarameladas que podían hacer de todo contra esas paredes, o eso decía Suigetsu. Más de una vez se había pillado a una.

– La primera vez que me atreví a escribirte una nota para que me esperaras al gimnasio, no me diste tiempo a declararme, es decir, a hablar… Y yo… – habló ella soltando las manos para dejarlas a cada lado, estaba tan nerviosa que no podía evitar pasar sus dedos contra el borde de su falda de uniforme.

– Ahórratelo ¿Quieres?... – interrumpió el Uchiha empezando a bajar las escaleras tranquilamente, pasando libremente por el lado de la chica sin mirarla en absoluto, dejándola algo en shock y cómo no, desilusionada por el simple hecho de que volvieran a repetirse no solo los hechos, sino también las palabras de la otra vez. – Tengo novia.

– Haruno… Ya… – añadió la muchacha con cierto desdén. – Ella no te conoce desde tantos años como yo. Hemos estado en la misma guardería, primaria y hasta la fecha…

– ¿Y qué? – volvió a cortar Sasuke mirándola impasible, dejándola con las palabras en la boca, medio boca abierta debido a los nervios.

– Siempre me has gustado Sasuke, entiendo que ahora estás con alguien, pero yo quisiera una oportunidad. – pidió ella claramente con los ojos totalmente abiertos, sin apartar la mirada del Uchiha. Segundos después le vio dar un par de pasos más, sintiendo como su corazón empezaba a quebrarse. – Estoy convencida de que te puedo hacer mucho más feliz que ella… ¡Ella se acostado con muchos tíos! Te mereces alguien mejor que alguien así de libertina, mi hermana va a la universidad, la ha visto en fiestas y…

La chica tuvo que callar al ver la seria y oscura mirada que Sasuke le dedicaba, esta la congeló al instante.

– ¿Terminaste? – vociferó con molestia el Uchiha tras girarse manteniendo la mirada con sus manos en los bolsillos de su pantalón.

– Yo… – susurró ella con los labios temblorosos, acababa de quedar sumamente mal delante del chico que le gustaba.

– Heh. – pronunció Sasuke moviendo apenas sus hombros formulando una sonrisa ladina que pronto borró de sus labios para mirar con aborrecimiento la chica de la nota, la cual pronto se puso a jugar con las yemas de sus dedos. – No es que os concierna a ninguna, pero para dejarlo claro de una vez … No fui yo quien se conformó con ella, sino al revés.

Eso sorprendió a la chica bastante, pero esta no hizo más que mirar en varias direcciones notoriamente incómoda, parecía verse incapaz de musitar otra palabra, cosa que hizo que Sasuke aprovechara para largarse de ahí. Importándole bien poco que poco después la morena le avanzara corriendo llorando desconsoladamente por el pasillo.

Antes de llegar al piso de la primera planta, escuchó un par de voces masculinas con eco provenientes de abajo, reconociendo a una de ellas como la de Kakashi y el otro Iruka.

– Es tu alumno… – escuchó que decía Iruka con paciencia al lado de Kakashi, el cual miraba el exterior de la ventana del rellano con tranquilidad.

– No es el único que tengo, Iruka. – respondió el profesor de filosofía pasivamente.

– Espero que esto te lo tomes más de colega a colega, Kakashi. – habló el moreno cruzándose de brazos. – Si te lo digo es porque, ya sabes que me identifico con él en cierta forma. No puedo evitar pensar que estás desalentando el futuro de Naruto de alguna forma. ¿Qué hay de malo en que sus amigos le ayuden? Haruno puede hacerlo perfectamente…

– Para Naruto, ella nunca será solo una amiga, Iruka. – recalcó el Hatake sin apartar la mirada de la ventana, viendo a varios alumnos jugar en la lejanía por el patio trasero del campus. – De la misma manera que Sasuke siempre ha sido más un hermano para él que un simple amigo, sabiendo lo solo que se ha podido sentir durante su dura infancia… Pero ya no es un crío. Ninguno de ellos tres ni el resto de mis alumnos lo son, en realidad.

– Agradezco que no tengas favoritismos, pero de ellos tres, quien más requiere atención aquí, es Naruto. – insistió el Umino volteando a mirar a su compañero de trabajo de años.

– Eso no te lo discuto, Iruka. – admitió este mientras suspiraba con cierto cansancio. – Y aun así, tiene que ser él quien pida ayuda en clases, no tú. Por su cuenta, tendría que tener motivaciones para el futuro, metas, sueños o por lo menos, trabajar para hallarlos y trabajar duro. Lo conoces tanto como yo a diferencia del resto de la plantilla, sabes que él tiene un rango de atención casi nulo en cuanto a los estudios porque nunca le han gustado y ahora mismo, su atención es escasa en eso. Esta está enfocada en Sakura y no de la buena manera.

– Tiene el corazón roto, es normal que actúe… – defendió Iruka con comprensión sin ver que Kakashi negaba con la cabeza.

– No. – negó el Hatake cortando al Umino de la nada, quien le miró sin comprender. – Esto va más allá de su corazón roto. Entre Naruto y Sasuke siempre ha habido esa sed de competencia a pesar del aprecio mutuo entre ellos. Sasuke nunca ha tenido que admitir ante nadie que ha habido veces dónde se ha sentido inferior a Naruto, y este último a diferencia de Sasuke, lo ha evidenciado alto y claro… Lo de ahora no es diferente.

Iruka permaneció en silencio escuchando todo eso con atención, al igual que Sasuke, que pese intuir y saber eso desde hace quién sabe ya cuanto, que lo hiciera una tercera persona en cierta manera le ayudaba.

– Déjame aclararte una cosa, Iruka. – añadió Kakashi con seriedad, esta vez volteando para encararlo. – Estarás al corriente de lo sucedido entre Naruto y Sakura ese día en la estación, del mismo modo en que yo lo sé por la versión de ella. Sakura tiene todo el derecho a negarse a ayudarlo si así lo desea, sobre todo teniendo en cuenta de que el viernes anterior no, el otro, lo detuvieron por presentarse frente al apartamento de Sakura y montar una escena, la cual ocasionó que estuviera encarcelado por varias horas. Deberías agradecerle al hermano de Sasuke de que la cosa con la casera de Sakura no haya escalado a más y que Sasuke ni Sakura, no lo sepan.

Sin saber que la conversación ya estaba por terminar, Sasuke se apartó de la esquina dónde se encontraba apoyado para seguidamente volver a subir por las escaleras con el fin de caminar hasta su aula.

Por el camino, perdiendo una moneda de quinientos yenes la cual frenó pisándola con el pie, la tomó del suelo para después meterla en la ranura de la máquina expendedora de la planta, sacando un refresco con gas sabor a limón, solo para instantáneamente, sin querer queriendo, toparse con que por el pasillo, Naruto caminaba por la zona, acabando de salir por la puerta del aula comuna.

Chocando miradas brevemente, el pelinegro decidió ignorarle por la simple razón de que por hoy ya había descubierto suficiente. Era mejor dejar las cosas como estaban. Caminando en dirección opuesta, percibió la mirada lapis lazuli sería del Uzumaki en su espalda, pero no dejó de andar, optando que a lo mejor ir hacia su clase no sería la mejor idea.

– ¡Yo, Sasuke! ¿Dónde puñetas estabas? – saludó Suigetsu subiendo casi corriendo las escaleras.


Volviendo a dejar el sobre lleno de billetes, producto del cheque que Jiraiya le había obsequiado, Karin suspiró intentando tranquilizarse. Caminando hacia su aula de nuevo, la cual lo más probable es que se encontrara casi vacía, llevando consigo una bolsa de pan tostado y un zumo, no tardó en comprobar que así era.

Consideró quedarse a almorzar ahí, pero viendo las muecas burlonas de las pocas chicas que quedaban en el aula, las cuales no tardaron en arrugar la nariz, levantarse e irse, la incomodidad tras lo ocurrido no hace mucho frente a la horda de estudiantes en la entrada del campus volvió a aparecer. No quería que la gente la mirara más de la cuenta, si pasaba desapercibida, la gente no hablaría de ella y tenía la corazonada de que si llamaba la atención, su secreto saldría a la luz, de no haberlo hecho ya.

Los rumores aparecían y se iban como una estrella fugaz, la gente así de chismosa no tarda en meter las narices en alguna otra noticia espeluznante. Por más que una chica embarazada fuera algo fuerte, era algo común escuchar tales rumores semejantes, pero esta vez…

Es verdad… – meditó la pelirroja sacando su cartera para abrirla de nuevo con el fin de volver acomodar el sobre de nuevo. Esto parecía que llamaba la atención fuera como fuera y los nervios no ayudaban. – Tienes que relajarte, Karin…

Notando como si alguien la estuviera observando, volteó la cabeza solo para no encontrar a nadie.

– Me voy a volver paranoica al paso que voy… – murmuró para si misma, volviendo a guardar sus pertenencias y finalmente recoger de vuelta su almuerzo de encima de su pupitre.

Saliendo del aula, chocó contra otra persona. ¿Por qué no dejaba de tropezarse con gente últimamente? Esto era el colmo…

Alzando la mirada, se topó con la mismísima heredera Hyuga, quien tras mirarla de arriba abajo incómoda, esta se largó sin una disculpa ni nada.

Como me arrepiento de haber venido a la capital, de verdad… – admitió con asco mirando como la cabellera lisa de color ónix de la prima de Neji, se movía al ella correr patosamente como si buscara a alguien.

Optando por ignorar lo ocurrido, caminó hasta los baños femeninos de la planta y se escondió en su cubículo usual para enseguida empezar a comer con tranquilidad. Ahí nadie la molestaría.

Convencida de que encontraría Naruto en el aula, Hinata corrió hasta que quedó cerca de la puerta de la misma, encontrándoselo hablando con una chica´de cabello corto castaño de otro grupo, quien le sonreía de brazos cruzados, no lo pensó dos veces y decidió abrir la puerta corredera haciendo demasiado ruido sin querer queriendo, consiguiendo que Naruto volteara la cabeza para mirarla.

Su mirada era impasible y esta, para que engañarse, duró poco a diferencia de la de la chica, la cual movió la boca dejándola recta con tan solo verla.

Empezando a jugar con los dedos de ambas manos, se acercó lentamente, cuando la muchacha frente a ella decidió hablarle.

– ¿Te importa, Hyuga? La conversación que estamos teniendo no te incumbe. – sonsacó libremente la joven.

– Yo también… – se atrevió a responder la pelinegra con valor a pesar de la incomodidad, esa chica no le traía buena espina. – Necesito hablar con él, e-es algo importante.

– Eso lo dudo. – fue lo que se ganó como respuesta, ella. Al ver que Hinata permanecía quieta, la castaña no hizo más que voltear los ojos. Alzando la mirada hacia el Uzumaki, quien miraba a la heredera Hyuga sin esforzarse en voltear completamente la cabeza hacia la misma, suspiró. – En fin, supongo que como no queda de otra, ya terminaremos nuestra conversación en otro momento, Uzumaki. No tengo prisa.

Esa última frase, pese ser soltada con cierto desdén, Hinata no le dio demasiada importancia a lo que quisiera hacerle creer la chica. Observando como esta se marchaba del aula sin molestarse en cerrar la puerta, volteó de nuevo hacia el rubio.

– ¿Quién e-es ella? – indagó curiosamente en voz baja sin dejar de rascarse con la una del pulgar la yema de los dedos de la otra mano.

Naruto se limitó a alzarse de hombros en lo que pasaba su mano por debajo de la nariz suavemente. – Una de primero de bachiller.

– ¿Y qué quería…? – insistió ella en el mismo tono, ganándose una mirada silenciosa por parte del Uzumaki. Después de estar pocos segundos en silencio, le escuchó abrir la boca, lo que le hizo mirarle expectante.

– ¿Qué querías decirme? – dijo finalmente él tomando despreocupadamente el pequeño envase de zumo de naranja para seguidamente clavar la pajita en el agujero y rápidamente empezar a sorber.

– N-naruto… no tengo el dinero suficiente para pagar, el hotel… ¿Tendrías…? – intentó Hinata nerviosa aparte de algo incómoda, pero sinceramente no tenía a con quien más ir a por ayuda. Naruto se la quedó mirando de arriba a abajo en silencio. – ¿Algo para dejarme? … y si no es mucho pedir ¿Dejar que me quede en tu casa?

– Jiraiya no querría que te quedes. – se excusó el rubio directamente manteniendo la vista en ella, aunque distrayéndose mentalmente pensando en la reacción de Jiraiya. Hinata apretó y escondió los labios apenada. – En cuanto a lo otro… Te lo traeré al hotel esta noche.

Ante esas palabras, el rostro de Hinata se iluminó. Suspirando sonriente con una sonrisa esperanzada.


– Me encanta este nuevo look, Tenten. – contempló Ino mirando hacia la mencionada con una sonrisa.

– ¿No es demasiado sobrecargado? Todavía no tengo la maestría de ti y Sakura en este aspecto… – respondió la Ama con cierta timidez, sus mejillas estaban algo rosadas ante la atención recibida.

– No, la verdad es que sigues siendo tú. Las trenzas le dan un toque adorable a los moños, pero me refiero a que te veo más maquillada. No sueles usar brillo de labios o perfume. ¿Qué ha cambiado? – cuestionó la Yamanaka acercándose y rodeando el brazo de la morena como una serpiente.

– Deja a la cerda para que cambie de tema por su cuenta, solo para que su cerebro empiece a sacar cosas de contexto con otra persona. – chinchó Sakura sentada frente a Temari, en lo que esta gustosamente cepillaba su sedosa cabellera rosada en lo que ella metía la punta de otro pocke dentro de su boca con una sonrisa traviesa al ganarse una mirada acusatoria por parte de su mejor amiga.

– Di lo que quieras, frente-gigante, pero no puedes negarme a que mi intuición apenas se equivoca. – recordó ella acercándose a la Haruno solo para romper el pocke de su boca por más de la mitad y rápidamente meterlo en su boca con una sonrisa juguetona, siendo la pelirrosa ahora quien la miraba con recelo. No quería compartir ese aperitivo, obsequio de su novio, con nadie. – Dicho esto y… Pese a que nuestra querida y preciosa Tenten siendo para nada un adefesio, mi inteligente cerebro me hace creer que hay un motivo persistente que la ha hecho enfocarse en su aspecto, un tanto más que antes.

La manera de hacer ver su punto de vista además de su tono de voz, hizo que Temari y Sakura soltaron una risa. Por su lado, Tenten se abochornó todavía más.

– Lamento desilusionarte, Ino… – intentó ella sin aval, siendo interrumpida por Ino quien con sus dos manos, apretó sus mofletes entre si.

– Ah, ah, ah~ Tenten, no mientas~. – elaboró con un poco de canturreo la rubia moviendo las mejillas de la Ama adorablemente. – ¿Es por un chico?

– Cerda metiche… – se burló Sakura mientras masticaba su almuerzo con una sonrisa igual que antes.

– Como si tú no estuvieras interesada…. – reiteró con altanería la Yamanaka sacando los labios como si se tratara de un pato, quitando las manos de las mejillas de Tenten. – Si no es por ningún tío, que me lo niegue otra vez y a otra…

– Sí, es cierto. – afirmó en voz tenue la Ama, abochornándose al instante.

– ¿Veis? Espera… ¿Qué? – dijo Ino, quedando completamente confundida, no se lo esperaba, igual que el resto.

– Me gusta Neji desde hace tiempo. – confesó la morena cada vez con la cara más roja en lo que Ino empezaba a botar de la ilusión debido a la noticia. Su grito emocionado no tardó en escucharse. Tenten no tardó en ser casi aplacada contra el césped por ella.

– ¡¿Y nos lo dices ahora?! – exclamó con voz aguda Ino sin soltar a Tenten de ninguna manera, a pesar de que esta se levantara sin dificultad alguna mientras Ino seguía abrazada a ella como un koala en una rama.

– No es que sea importante, Ino… A Neji le gusta Sakura, Lee me lo dijo. – aclaró ella como si nada, dejando un poco mal parada a la pelirrosa, al ver eso la Ama alzó las manos rápidamente. – No te desprecio ni nada por el estilo, Saku…

– Le he rechazado las dos veces que me pidió salir, por lo que no habrá una tercera… No se me ha acercado desde que supisteis que salía con Sasuke. – A diferencia de otros… Añadió su conciencia con cierto desdén al recordar a cierto rubio.

– Para seros sincera, si me he arreglado es para estar más a la par de vosotras en términos de moda. En muchas fotos yo parezco una mindundi. – aclaró Tenten recordando lo bien que le sentaron esas palabras de la Haruno en el centro comercial. – Pero…

– ¿Pero? – indagó Temari esta vez alzándose de cejas continuamente. Ino se apartó de Tenten para escucharla atentamente.

– El perfume si, el día que celebramos el cumpleaños de Ino, Neji me acompañó a casa… Me dijo que esa aroma me quedaba bien, que le gustaba. – admitió la Ama sin poder evitar esconder su cara con sus manos. Desde entonces se lo ponía siempre.

– ¿Puedo serte honesta Tenten? – habló Temari devolviéndole el cepillo plegable a Sakura ya cerrado con tranquilidad. – Siempre he pensado que te gustaba Lee… Lo digo porque más de una vez parece que compartís una misma neurona.

– Nah, eso es amor platónico, como lo mío y la frentona ¿A que si? – reiteró Ino convencida mirando a Sakura, quien asintió con los ojos cerrados.

– Lee y yo nos conocemos desde que comenzamos la guardería, somos amigos desde pequeños porque incluso vivimos en el mismo barrio. Nadie jugaba con nosotros hasta que nosotros nos fuimos por nuestra cuenta, por lo que no me ofende que se me digan eso. Si alguna vez alguna de ustedes se aburre, solo pasen el rato con Lee, les seguro que se partirán de la risa. – explicó Tenten con diversión recordando con fluidez mucho de sus momentos extravagantes que parecían ser de una persona de otra dimensión o universo. De repente se le vino a la cabeza otro detalle. – Además, Lee ya tiene novia.

– ¿A sí? – cuestionó demasiado sorprendida Temari, extrañada ante esa noticia. Eso era algo que Sakura ya sabía e Ino permaneció impasible.

– No cambies de tema~ Tenten… Estábamos hablando de que te gusta Neji~ Así que te molan callados y de cabello largo en plan metalero, dinos ¿También te enamoran las barbas o qué? – musitó Ino con diversión ganándose un puñado de césped por parte de su amiga mientas las otras dos se reían.

En una mesa dentro de la cafetería, los chicos se encontraban viendo a Lee estornudar por última vez con una cara estupefacta.

– Once. Once veces… ¿Quién estornuda, once veces? – dijo Kiba levantando las manos enseñando los dedos habiendo hecho la cuenta de cada uno de estos.

– Perdón. – musitó el pelinegro después de usar su pañuelo para limpiarse.

– No eres el indicado para burlarte, Kiba. Siempre que estornudas parece que te hayan dado el susto de tu vida. – comentó Chouji para después meterse un puñado de patatas en su boca.

– Dice el tío que lo hace gimiendo como una chica, muy adorable… – contraatacó el Inuzuka con una risa, consiguiendo que casi todos los de la mesa rieran con él. Hasta que de pronto fue Neji el siguiente en estornudar, haciendo que volviera el silencio en la mesa. – ¿Se puede saber qué os pasa?


El timbre sonó, lo que ocasionó que las chicas se levantaran del césped con lentitud, caminando hacia el edificio principal, Tenten y Temari avanzaron una al lado de la otra delante de Ino y Sakura, hablando de cosas del comité tranquilamente mientras que las dos últimas iban repasando la coreografía del partido de mañana.

– Oye, Temari… ¿Kankuro va a jugar mañana o no? – cuestionó la rubia de la nada hacia su amiga, que se volteó confundida.

– ¿Eh? Oh… Sí, creo ¿Por? – respondió ella como si nada, se acababa de acordar por casualidad. Temari, al ver a la Yamanaka simplemente asentir y apartar la vista, pensó que tal vez…

– Ino~ Por casualidad… ¿No te gustará mi hermanito, hm? – intentó sonsacar la Sabaku tras sonreír con burla y travesura haciendo que se resaltara su papada. Expresión que hizo a las demás reír.

– ¿El refifi de Kankuro? ¿El mismo Kankuro que lloró cuando sin querer decapité su muñeco de Vegeta jugando con él? ¿Es una broma no? – recordó Ino arrugando la nariz haciendo que su amiga jadeara de la risa ante ese recuerdo. – Para un crío mayor que nosotras resulta ser algo penoso recordarlo.

– Te recuerdo que ese muñeco lo hizo él y apenas nos lleva algunos meses, Gaara es el pequeño, al cual… – le recordó Temari casi tropezando en el último escalón del segundo piso de no ser por la ayuda de Tenten, la cual se sorprendió solo para después reír junto a ella.

– Le llevas un año, si lo sabemos… Él tampoco me convence. Cada vez que le veo le agarro mirándome con maldad, creo que no le caigo bien. – reflexionó Ino para seguidamente torcer la boca pensativa.

– Gaara mira así casi todo el mundo, no es algo personal. Es como… – dijo Temari solo para quedarse pensando en que compararlo, no se le ocurría nada.

– ¿Cómo la versión 3.0 del Encolado Uchiha? – propuso Ino ganándose una mirada reprobatoria por parte de la Haruno. – ¿Qué?

– ¿Alguna vez vas a dejar de incordiarle? – insinuó la pelirrosa mirándola con cansancio, segundos después suspiró al ver que Ino negaba tajantemente con la cabeza.

– ¡Ei, no me culpes a mí! Fue el quien empezó pronunciando mal mi apellido. – se quejó Ino bien indignada ante esa acusación por parte de su mejor amiga. – Tengo derecho a devolvérsela y mucho me temo que esto no cambiará ahora.

– Como novia suya que soy, solo yo tengo el derecho de molestarle… – afirmó Sakura cerrando los ojos con superioridad, sorprendiendo a Ino un poco, pese simplemente dignarse a mofarse de lo que acababa de escuchar soltando aire por la nariz forzando ambas comisuras de su boca hacia abajo.

– Wow, qué celosa… – se burló la Yamanaka sin mirar a dónde iba solo para chocar toparse cara a cara con Sai. Esto la acalló y tensó de golpe.

– Ei… – intentó saludar el pelinegro aunque Ino simplemente rodó los ojos y pasó de él, tomando a Sakura de la mano para arrastrarla consigo.

Sakura se quedó viendo a Sai mientras se dejaba guiar por su amiga, girando la cabeza segundos después de que este voltease a mirarlas apartarse de él como si tuviera la lepra.

– Chicas ¿Ha ocurrido algo? – preguntó Ino llegando con Sakura viendo todo el tumulto de personas agrupadas alrededor de la puerta del salón B. Contigua a la suya.

Temari y Tenten negaron con la cabeza, ellas al parecer no se enteraron de nada. Hasta que todo el mundo escuchó un grito de una chica además de otros murmullos. Esto animó a Ino a avanzar entre la gente arrastrando todavía a la pelirrosa junto a ella antes de que pudiera decir nada, las dos primeras las siguieron los pasos.

– Fuiste la única que estaba en el aula antes de que yo y las demás nos marcháramos, tengo derecho a sospechar que fuiste tú quien nos robó el dinero a todos. – recriminó Kasumi, la delegada de esa clase parada de pie y de brazos cruzados frente a la prima de Naruto, esta se encontraba arrodillada en el suelo protegiendo su bolsa. – ¡Muéstranos tu jodida mochila, cuatro-ojos!

Empezando un forcejeo de tira y floja, Kasumi terminó por chillar al momento de que Karin le mordió el antebrazo, lo que hizo que las gafas de la Uzumaki volaran tras recibir una bofetada.

Eso le trajo recuerdos a Sakura, malos recuerdos, el más reciente el de esa vez en el descampado cerca de su casa, pero el que la debilitó más fue el de su madre adentrándose a su habitación para destrozar cualquier cosa restante que no le valiera para malvender. Cuando finalmente negó con la cabeza, recordó la situación de la pelirroja.

No le agradó ver como dos chicos estudiantes del aula, se apuntaban al numerito.

– ¡Os he dicho que a mí también me robaron! ¡Yo también traía dinero ahí dentro! – gritó Karin llorando debido a lo que sus compañeros de aula le estaban haciendo pasar, pronto algo húmedo empezó a caer por su cabello, la delegada de su clase acababa de tirarle zumo de lata por su cabeza.

Sakura entonces miró su termo todavía casi lleno de té. Ninguna de sus amigas la vio adentrarse en el aula, Tenten fue la primera en darse cuenta, golpeando con el codo a Temari, esta imitó el gesto hacia Ino, quien no pudo evitar sorprenderse.

Kasumi dejó de reír cuando algo tibio e igual de húmedo caía por su cabello, cuando volteó a ver quién se había atrevido se topó con una Sakura mirándola fríamente sin pestañear.

– ¿Estás loca, Haruno? – sonsacó Kasumi totalmente neurótica, Sakura únicamente ladeó la cabeza.

– ¿A que no hace gracia cuando te lo hacen a ti, Kasumi? – se atinó a decir Sakura cerrando con tranquilidad su termo de vuelta solo para dejarlo encima del pupitre más cercano a ella.

Kasumi no hizo más que torcer la boca con molestia, exhalando para mostrar la absurdidad del hecho de que la pelirrosa se comportara de tal forma.

– ¿Te atreves a defenderla, cuando no hace mucho tiraste toda su reputación por el suelo, cosa que se merecía y ahora vienes de santa? Lee mis labios: Sigues siendo la misma niñata mugrienta de hace… – Kasumi cayó al suelo de golpe, al rededor se escucharon los jadeos de los demás. Al voltear la mirada, tocándose su muy adolorida visiblemente roja se dio cuenta de que le sangraba la nariz, lo que la hizo empezar a llorar.

El resto acababan de presenciar como Sakura, acababa de darle un puñetazo a otra estudiante.

– Kasumi… – musitó Fuki, acercándose a su amiga en el suelo. – ¡¿Pero que te pasa, estúpida?!

– Cállate Fujiwara o dejaré de pasar por alto que sois amigas de Watanabe. – dictaminó tajante la pelirrosa mirando con odio a ambas chicas. La mencionada no hizo más que hacer una mueca ante la mención de Ami, animándose a ayudar a su amiga a levantarse solo para irse. – Disculparos por lo menos, ¿no? Solo así consideraré hacerlo yo también…

– Vete a la mierda, Haruno… – Obtuvo como respuesta haciendo que la Haruno pusiera los ojos en blanco.

Lo suponía… – observó su consciencia en lo que ella se acariciaba el puño usado para golpear a Kasumi. Había usado quizás demasiada fuerza. Sin mirar a Karin, que seguía en el suelo, la cual se encontraba sin gafas, se encontró estas últimas en el suelo, lo que la animó a dejar estas dobladas encima de otro pupitre cualquiera, caminando hacia el otro par de estudiantes que se entretenían en rebuscar por toda la maleta de la Uzumaki.

– Ino… ¿Deberíamos intervenir? – repitió Tenten mirando a Ino, la cual se encontraba en shock.

¿Qué hace? – pensó la Yamanaka mirando a la pelirrosa con algo de temor.

– Devuélvansela. – ordenó Sakura hacia el chico que mantenía abierta la bolsa de Karin de par en par.

– Lárgate ¿Quieres? – contestó él con cansancio.

– Devuélvansela, ahora. – repitió ella arrugando la frente y apretando sus dos manos en puños.

– Cierra un poco esa linda boquita, Haruno… Ni aunque me lo pidas de rodillas o a cuatro patas te la daría. – se burló el chico junto al otro, solo para ser cortados cuando Sakura les quitó la bolsa de sus manos con brusquedad.

– ¿A dónde crees que vas? No hemos acabado… – se atrevió a decir el mismo chico con fastidio, sin fijarse que la mirada de Sakura había cambiado completamente tras estas últimas palabras, solo para poner una mano en su hombro, demasiado cerca de su cuello, provocándole un desagradable escalofrío.

Dejándose arrastrar hacia atrás completamente tensa, no escuchó lo que esos dos le estaban diciendo. Solo escuchaba sus orejas soltar un pitido molesto y con eco, los latidos acelerados de su corazón cuando en su mente, la voz de Zaku le recitaba eso mismo una y otra vez…

¿A dónde crees que vas? No hemos acabado…

¿A dónde crees que vas? No hemos acabado…

¿A dónde crees que vas? No hemos acabado…

¿A dónde crees que vas? No hemos acabado…

El chico que se le insinuó volvió a quitarle la bolsa de la mano sin dificultad, ella no puso lucha, mirando hacia abajo se reparó en una raqueta de tenis guardada en una funda. Su consciencia volvió en si cuando el mismo chico le levantó la barbilla sin consentimiento, cosa que ella se apartó con fiereza muy para la diversión del tío.

Los latidos de su corazón incrementaron todavía más de velocidad y justo en el momento en el que Karin se recolocaba las gafas e Ino se adentraba en el aula con las demás, fue el momento justo en el que Sakura tomó la raqueta, la desenfundó rápidamente e instantes después ya se había propinado el primer violento golpe hacia el joven.

El primer golpe fue como recibir una bofetada cualquiera, aunque más dolorosa, pero casi consecutivamente cuando la pelirrosa se recuperó del impulso, le atoró otra de abajo hacia arriba, dejando al joven incapaz de pensar algo en ese instante.

Apartando la raqueta momentáneamente, en lo que el otro chico soltaba la maleta y corría lejos de ahí con miedo, la ojiverde después pateó la entrepierna del chico con toda la fuerza que pudo maniobrar en ese momento. Cuando este cayó al suelo, todos los presentes quedaron aterrados al ver los continuos y lacerantes golpes que este recibía con su raqueta innumerables veces, en todo su rostro.

Ino comprobó como su mejor amiga parecía incapaz de detenerse, nadie se atrevía a acercarse, y aunque no fuera la primera vez que la veía defender a alguien, fuera quien fuera, solía ser con alguien como Zaku y compañía. Entendía que el imbécil este podía merecérselo, pero la Haruno no se estaba controlando.

Ahora mismo no la reconocía… ¿Dónde quedaba la Sakura de no hace ni veinte minutos?

– Si es así como te acercas a las mujeres, imbécil… Ya te aclaro que no llegarás lejos con ninguna. – habló con enfado la Haruno después de subirse la melena de vuelta hacia atrás y exhalar varias veces, un poco liberada al comprobar el roto objeto en su mano. – Las mujeres no somos cosas que se tocan sin consentimiento, ¡¿Os queda claro?! Eso engloba nuestras pertenencias. Sea una bolsa, un peine, un cuaderno, da igual. Vuestro futuro, para continuar existiendo como hombres, depende de nosotras… Así que más os vale respetarnos y cuidarnos, o no tendréis el cariño ni el respeto de ninguna nunca.

Exhalando continuamente, observó como casi todo el mundo la observaba con cierto temor.

– ¡Haruno! – habló Tsunade irrumpiendo en el aula, seguida de Kakashi e Ibiki. El Hatake no tardó en fijarse en el estudiante en el suelo y la raqueta que sujetaba su alumna. – A mi despacho.

Los ojos jade de la pelirrosa se colocaron en los de color avellana de la Senju, hubo un intercambio de miradas serio entre ellas, hasta que la última finalmente quitó la vista de la Haruno para mirar hacia los demás, ocasionando incomodidad en el aula.

Tirando al suelo con desdén la raqueta de tenis entre las piernas del tipo que la tocó libremente. Obedeció a la primera sin dirigirle la mirada a nadie, ni siquiera a Ino o a Karin, la primera no daba creces en lo que acababa de presenciar y la última, pese permanecer estupefacta, no sabía qué decir…

Recuperando su mochila del suelo, después de que Ibiki hiciera reaccionar a duras penas al chaval en el suelo, obvio, se entristeció en ver que evidentemente su sobre de dinero en efectivo no se encontraba adentro ¿Y ahora qué? No podía presentarse a la clínica o abortar sin tener con qué pagar el procedimiento.

¿Acaso eso también era obra del Karma?

Sin poder controlarlo, un par de lágrimas salieron de sus ojos.

Hinata no pudo evitar cerrar los ojos con suficiencia al ver lo ocurrido, solo para voltearse, topándose con Toneri. Ignorándolo fríamente, siguió al resto de su clase dónde más de uno se encontraba quejándose de que también les habían robado. Entre ellos su primo.

Sin abrir su boca, caminó hacia su silla y tomó asiento, ignorando al resto, esperando a que diera comienzo el siguiente turno. Feliz de que en cierta manera, lo que había presenciado le hubiera traído problemas a la Haruno.

En esa misma hora, por las ocupadas calles de Shinjuku, Naruto se adentró al love hotel que tenía enfrente en silencio. Acercándose a la recepcionista, sacó varios billetes del sobre blanco escondido en su bolsillo y los colocó de manera ruda frente al mostrador de la empleada.

– Una habitación para dos. – solicitó el rubio con prisas, sin importarle que la persona que lo seguía se acercara a él para rodearle el brazo cariñosamente. Se trataba de Shion.

Dejándose guiar por el Uzumaki de la mano libremente mientras sujetaba con la otra su teléfono, la Fuji silenció su teléfono diciéndole a su madre que volvería a casa en tren, que estaría haciendo una tarea con compañeros de clase mediante un mensaje.

Cuando Shion tiró su teléfono táctil plegable dentro de su bolsa de marca, Naruto ya la había llevado hasta la puerta de su habitación, abriéndola con la tarjeta, ambos se adentraron y dejaron las cosas en el genkan del cuarto.

Segundos después en el que Naruto frotó la mejilla de Shion, ella dejó que este la besara tanto como quisiera.


Apenas regulando la respiración debido a la ansiedad, Rin aceptó que ni una ducha de agua caliente lograría ayudarla a tranquilizarse. Pasando su mano por el empañado espejo del baño para revisar su rostro algo borroso en él, a duras penas.

Kakashi seguía sin saber lo de su embarazo, no se atrevía a hacerlo porque desde la vez en que le enseñó el cuarto de su hijo, le había visto más interesado en ser padre. Sorprendiéndola leyendo, en vez de sus novelas dramáticas o telenovelas en la televisión, un libro de embarazo. Cómo olvidar cuando le escuchó hacer preguntas genéricas a la IA de su teléfono solo para saber los gastos y lo necesario que comprar para un hijo… Ante semejante escena a ella no le quedó otra que esbozar una sonrisa.

Colocándose una mano en la cabeza, negó con esta para finalmente suspirar con cansancio, solo para salir del baño dispuesta a alistarse para ir al trabajo.

En dos días… – reflexionó para si misma con tristeza. En dos días se le induciría el aborto, entonces… tendría que decirle a Kakashi, que lo había perdido. No quería imaginarse como podría reaccionar.

Llegando al hospital antes de tiempo, fue directa a la cafetería, lo usual en su rutina, para comer algo antes de comenzar con su jornada doble de tarde y de noche. Tampoco le había informado a sus superiores de lo de su embarazo, pero contando lo que esto conllevaría y debido a su estado, creía oportuno no hacerlo… Porque…

Porque no sería necesario… – pensó con amargura, girando la cabeza al sentir como sus ojos se humedecían mientras se echaba azúcar dentro de su café, chocando la mirada con un hombre que trajinaba un café y una pasta de bollería encima de una bandeja, sentándose en una silla de la mesa literalmente a su lado. Este se encontraba usando un audífono, por lo que era de adivinar que se sordo. – Ahora mismo preferiría ser sorda que estar en mi situación…

Removiendo su bebida con la cuchara de plástico, masticando el donut que sujetaba con su otra mano, observó como alguien se sentaba frente a ella. Mirei Yano, su colega de trabajo y la obstetra que le hizo la consulta. Se podría llamar amiga suya, en realidad, la única con quien se vinculaba aparte de las enfermeras en un hospital dónde la mayoría del personal eran hombres.

– ¿Cómo estás? – preguntó Mirei con una sonrisa comprensiva que fue devuelta.

– He estado mejor, pronto acabará todo. – respondió ella intentando aparentar tranquilidad, aunque por debajo de la mesa se dedicara a mover el pie de una lado a otro con nerviosismo.

– ¿Cómo se lo ha tomado Hatake? – dijo Mirei con algo de curiosidad solo para obtener silencio como respuesta. No tardó en comprender el motivo. – ¿Todavía no se lo has dicho? Rin…

– No he sabido encontrar el momento ni las palabras para hacerlo, Mirei. Sé que debo hacerlo, pero… – explicó la Nohara con aprensión, tomando aire para serenarse.

– ¿Cómo le digo que abortaré y por qué? ¿Y cuándo? No quiero pasar por esto… – contestó la morena dejando su donut encima de la bandeja solo para volver a taparse el rostro, la fatiga no la dejaba en paz, se encontraba demasiado floja ahora mismo para nada, pero tenía que cumplir con su trabajo.

Fue entonces que el señor de su lado se levantó de su asiento después de doblar el periódico que leía de nuevo con el fin de rodear la mesa y comenzar a marcharse, a la par de que Rin mismamente se levantaba de golpe mientras hablaba. – Mira Mirei, entiendo que…

Agarrándose su bajo vientre por un momento, mareándose, no tuvo más remedio que parpadear varias veces a la vez que se tambaleaba.

– ¿Estás bien, Rin? – escuchó con un murmullo la obstetra sin poder evitarlo, al ver lo pálida que se había vuelto de golpe su amiga. Sin obtener respuesta, su mirada bajó hacia abajo por instinto, asombrándose al ver que por la zona íntima y los muslos de la Nohara, estaban manchándose de sangre cada vez más.

De no ser por el hombre del audífono, la jefa de cirugía habría caído directa al suelo inconsciente.


– ¿Dónde está Naruto? – preguntó Iruka pasando lista al toparse con que su pupitre estaba vacío.

La gran mayoría de cabezas se giraron hacia el lugar del rubio por inercia, al igual que las de Sakura y Sasuke, solo que este último instantes después de mirar hacia ahí, colocó su mirada obsidiana en la pelirrosa a su lado, fijándose de nuevo en como los nudillos de su mano izquierda estaban algo pelados y todavía enrojecidos debido a lo sucedido justo después de la campana de fin del receso.

– No se ha presentado a ninguna clase hoy, profesor Iruka. – respondió una alumna de la fila de atrás.

Eso le pareció extraño al Umino, le había visto durante el descanso caminando por el pasillo con las manos en los bolsillos. Sasuke se rascó una ceja con un dedo, ante el recuerdo del breve choque de miradas entre él y el rubio por el pasillo durante la hora del almuerzo. Era raro que este se hubiera saltado las clases, por más que le pudieran parecer aburridas y tediosas, solía presentarse. Su ausencia casi nunca era injustificada, por lo que no le quedaba de otra que creer que había un motivo que le había hecho largarse.

Mirando un poco más atrás, encontró otro pupitre vacío. Terminando de pasar lista, no tardó en ver quién era. La hermana de Sakura, según Naruto.

– Haruno, ¿Y tu hermana? – cuestionó el profesor mirando hacia la susodicha, haciendo que esta apretara los labios con cierta molestia con solo escuchar que se la denominaba así.

– No lo sé. – contestó la pelirrosa finalmente, notando como varios la miraban en silencio, cosa que ya había ocurrido bastante por hoy.

Iruka valoró esa corta respuesta en silencio, pero por lo pronto creyó más conveniente empezar la clase.

– El profesor Goketsu me ha dejado vuestros deberes para hacer durante la clase debido a su ausencia. – comenzó el moreno repartiendo los folios entre los alumnos de la primera fila para que estos fueran pasándolos hacia atrás. – Son individuales y para hacer en silencio, estos son para entregar el miércoles de la semana que viene junto a un trabajo en parejas sobre la obra "La historia de Genji" de Murasaki Shikibu.

Empezando a voltearse hacia la pizarra ya empezó a escuchar murmullos, lo que lo hizo detenerse y volver a mirar al frente.

– ¡Chicos! – llamó la atención él aplaudiendo un par de veces fuertemente acallando a los que se habían puesto a hablar. – Las parejas ya las dejó echas, así que no quiero quejas, porque yo no llevo esta asignatura y el profesor Jiraiya está enfermo.

Varios minutos pasaron en los que Iruka se las pasó recitando cada par de nombres de cada grupo hasta llegar al final. – Naruto Uzumaki y Sakura Haruno.

Iruka miró la reacción de esta última en silencio, la cual solo se limitó a suspirar más que ponerse a hacer malas caras. Al colocar la mirada sin querer hacia el pelinegro a su lado, notó como este le miraba con una mirada fría.

– Empiecen. – obligó el Umino optando por no decir nada más, caminando hacia su propia mesa.

Al parecer no le funcionaban las neuronas como para comprender lo que le dijo Kakashi y mira que era jodidamente fácil… – meditó el pelinegro con un humor de perros. Estaba clara la razón.

Fue entonces que notó como su móvil vibraba dentro del bolsillo de su pantalón. Alzando la cabeza para encontrarse con la pícara mirada de la Haruno mirándole escondiendo una sonrisita mal disimulada en su mano, vio como en su estuche su teléfono estaba desbloqueado. Enderezándose para comprobar dónde estaba Iruka, le vio atendiendo las dudas de algo referente a la tarea de literatura dándoles la espalda al otro lado de la clase, lo que le daba la oportunidad de leer lo que le había mandado.

Luces extremadamente adorable cuando haces rabietas. – leyó el Uchiha, sus mejillas no tardaron en ponerse algo rosadas, muy para el deleite de la Haruno.

Estás siendo algo molesta ahora mismo. – respondió él rápidamente, alzando la vista para mirarla de nuevo para indicar que acababa de enviar algo, Sakura no tardó en leerlo, consiguiendo que por lo menos sonriera por primera vez después de lo ocurrido. Lo que anotaba como logro.

¿Qué tal si soy tu molesta para siempre, cariño? – esa respuesta aceleró los latidos de su corazón, pero justo en ese momento parecía que Iruka se acercaba para su fija. Cuando vio que Sakura escondía su teléfono y se ponía a trabajar, no le quedó de otra que hacer lo mismo, aunque quedándose con ese directo y atrevido mensaje.

No estaba sorprendido para nada que ella le dijera algo así, pero sin poder hacer nada, se pasó el resto de la clase más la mayoría de la de inglés pensando sobre eso y lo que conllevaba.

– Estoy más que decepcionada de usted y del Sr. Uzumaki, Sr. Shimura… – comentó delante de toda la clase pasándole la hoja de su redacción de inglés. – Quién sabe cuál de ustedes copió la redacción del otro, pero si pensabais que ibais a engatusarme, vais mal encaminados. Ya podéis olvidaros de hacer la prueba de este jueves.

Sintiéndose en el punto de mira, Sai mantuvo la cabeza fija en el papel recién entregado por la profesora de inglés, la cual enseguida pasó a repartir las siguientes redacciones como si nada. Cuando se atrevió a levantar la mirada, pocas miradas permanecían en él. Chocó con la azulada de Ino, pero esta no era ni de lástima ni una que se asemejara a amable que podría darle ánimos como no hace mucho. Era lo contrario. Esta simplemente alzó las cejas, arrugó la nariz y volvió a lo suyo.

En la clase del grupo B, Kakashi se encontraba acabando la lección. Mirando la hora en su reloj de pulsera, se dio cuenta de que todavía le quedaban diez minutos. Mirando hacia cierta estudiante que vestía la parte superior del chándal del instituto y seguidamente hacia el estudiante que Sakura había agredido.

– Debo decir que estoy asombrado, muchachos. – distrajo el Hatake apoyándose contra su mesa por el borde delantero, colocando sus manos a cada lado tras dejar su libro encima de esta. Eso llamó la atención de los alumnos, quienes terminaban de copiar los apuntes señalados del libro. – De vuestro comportamiento en cuanto a lo ocurrido durante el final del descanso.

Karin se tensó y agachó la mirada, bajando la manga de su sudadera hasta abajo, quitando la posibilidad de que las cicatrices en sus brazos hubieran sido vistas por alguien. Juugo y Suigetsu voltearon la cabeza hacia ella, al igual que muchos más, cuando ellos llegaron al aula los hechos ya habían transcurrido.

– Nadie. – recalcó Kakashi severamente mientras se cruzaba de brazos asintiendo. – Nadie saltó para intervenir. En ningún momento, ninguno de ustedes, frenó que una compañera le echara zumo por encima a otra. ¿En qué lugar es eso divertido, me lo explican?

Kasumi se mordió el labio con vergüenza ante la breve, pero fría mirada del profesor de filosofía.

– ¿Les importaría justificar la lógica de que arremeter, tomar, tocar cosas que no os pertenecen o hasta personas, está bien? ... ¿Alguien? … ¿No? – cuestionó Kakashi pasando su mirada por varios alumnos. Nadie respondió. – ¿Alguno de ustedes pensó en lo que Uzumaki podía estar pasando en ese instante, chicos?

Ante el silencio de toda la clase, el profesor no hizo más que exhalar con falso asombro.

– Muy bien. ¿Uzumaki? Levántate, por favor. – habló el Hatake con tranquilidad. Con lentitud, delante de todos, Karin cumplió con lo que se le pedía aún con la cabeza gacha. Kakashi no se sorprendió. – Eres la única eximida de realizar el examen sorpresa de filosofía de mañana, en el que entrará lo del primer semestre hasta lo de esta clase.

La Uzumaki no pudo evitar quedarse un poco atónita ante eso, esperaba otra cosa, por más que pensar eso fuera algo ilógico, había batallado con esa tal Kasumi y la había mordido…

– ¡Esto es injusto! – se quejó una alumna del grupo. – ¡Varios de nosotros no estábamos cuando ocurrió todo aquello!

– Eso realmente no podría importarme menos, Srta. Tanaka. – aclaró Kakashi provocando cierta alteración por parte del alumnado. – Puedo haceros hacer el examen ahora mismo de no callar en cinco segundos, vosotros elegís.

Obteniendo lo que buscaba ipso facto, Kakashi no hizo más que volver a suspirar. – Los profesores no estamos aquí solo para poneros tarea y daros clase. También os observamos, a cada uno de vosotros. Habitualmente nos damos cuenta de los cambios de actitud, quienes son vuestros amigos y hasta de los rumores que circulan.

– ¿Y Haruno, qué? – cuestionó Kasumi levantando la mano con enfado. En ese momento, Karin alzó la mirada para mirar a la delegada, la cual se encontraba girada hacia ella aunque mirando hacia el profesor de filosofía con reclamo. – Ella merece ser obligada a hacer el examen. ¡Todo esto lo comenzó ella!

– No estamos hablando de la conducta de alumnos de otros salones, sino la de esta clase… Le recuerdo que usted es la delegada. – contestó Kakashi. – Ahora mismo, no debería preocuparle el castigo de la Srta. Haruno.

– Ella me pidió disculpas por aquello. – declaró la pelirroja lo suficientemente alto interviniendo antes de que Kakashi pudiera decir algo más, dejando a Kasumi con una expresión de confusión e irritación, aparte de callada, junto al resto.

Ante eso, más de uno pensó entonces, tardíamente, que esa sería la solución global. Algunos no se habían disculpado por no intervenir, otros por sumarse a las opiniones y acciones de Kasumi y compañía o reírse. Lo mismo con lo ocurrido con anterioridad en la entrada del centro.

Suigetsu pasó el pulgar por sus labios disimuladamente gracias a que tenía las manos entrelazadas frente a su boca, observando detenidamente a la prima de Naruto. Asimilando sus palabras con claridad. Pocas veces se la veía aclarar los hechos y ser honesta así de directa, solía actuar por la espalda y a menudo con segundas intenciones egoístas que salían estrepitosamente mal siempre… ¿Qué la hizo ser así de repente? Y más, con la novia de Sasuke.


Sakura miró con una mueca de cansancio cuando en cuestión de diez minutos volvía a escuchar a la directora Tsunade suspirar frente a ella. ¿Qué hora era?

Mirando su teléfono, se dio cuenta de que pasaban casi cinco minutos de las siete y media de la tarde. Llevaba dos horas haciendo deberes extras de varias asignaturas como castigo, cosa que no le importó. Lo prefería antes que quedarse quieta doblada de rodillas o de tener que escribir una redacción reflexiva sobre lo que hizo a modo de disculpa. De tener que hacer esto último, la habría llenado de los motivos que la motivaron a actuar de esta manera de los cuales, no se arrepentía en absoluto.

Los problemas que le había puesto la Senju no eran complicados, tampoco los de Ibiki y mucho menos los ejercicios de gramática de Kurenai. Cerrando su cuaderno de su recién acabada tarea de pasar a limpio sus apuntes de ciencias, dejó libro y cuaderno encima del pilón a su lado.

Llovía y encima hacía un viento de mil demonios, pero lo peor de todo es que se había olvidado de traer su paraguas, debido a que el clima había cambiado de repente.

– ¿Puedo irme ya, directora Senju? – preguntó la pelirrosa mientras descansaba la espalda contra el duro respaldo de la silla.

Al escuchar su voz la directora no hizo más que mirar la hora desde su reloj de pulsera dorado, solo para simplemente voltear a mirar a la pizarra. – No, te queda menos de una hora.

– Ya he acabado toda la tarea… – recalcó la Haruno en un tono que implicaba molestia.

– ¿De verdad? – contestó Tsunade tan campante atreviéndose a voltearse con una mirada de discrepancia. Era imposible que en tan poco tiempo, una alumna hubiera hecho toda esa cantidad de tarea de la mayoría de sus asignaturas, se había encargado de que la muchacha tuviera deberes por lo menos dos días sumando la que ya tenía de por sí de parte de cada asignatura. No iba a dejar que hacer una previa redacción se la dejara fácil, la Haruno necesitaba aprender. – Muéstramela.

– Está todo aquí. – señaló Sakura mirando hacia el pilón de libros y cuadernos encima de la mesa, eso dejó un poco estupefacta a Tsunade, la directora tenía que reconocerlo.

En silencio, con una mirada seria, la rubia caminó hacia la ojiverde y tomó cada cuaderno para comprobar que evidentemente, la menor no mentía. Fue entonces que recordó las palabras de Hiruzen en cuanto a ella, pero lo que más destacaba en su mente era lo que le dijo Kakashi. Haruno no solo era inteligente y proactiva, también era dotada en muchos ámbitos. Debió haberlo pensado mejor antes de ponerle algo tan fácil a una estudiante con un coeficiente intelectual de 175.

Lo divertido es que aunque pareciera que le había agarrado algo de manía a la pelirrosa, la verdad es que simplemente le apetecía bastante ponerle frenos a esa actitud ella misma. Podía lidiar perfectamente con alguien como el Uchiha y Naruto en términos de castigo, de todas formas, eran hombres y el ego de estos, en especial el de estos dos, parecía ser enorme. Pero Haruno…

Encontrar un castigo digno sobre sus malas acciones, se postraba un reto con el que ahora mismo no tenía tiempo.

Cerrando el penúltimo cuaderno y abriendo el siguiente, no se dio cuenta de que Sakura se encontraba analizando de nuevo el contenido de las pizarras frente a ambas.

– Estás estancada. – afirmó Sakura revisando lo escrito en ellas, logrando que los ojos avellana de Tsunade se levantaran del contenido de la libreta en sus manos para mirar a la alumna de Kakashi.

– Esto no ha sido un castigo para ti para nada ¿Verdad? – cuestionó con la boca torcida Tsunade mientras le tendía de vuelta el cuaderno, Sakura en eso se volteó para mirarla.

– Sé que… Lo que he hecho ha estado mal, pero no me arrepiento. Es más… – respondió la Haruno con reflexión recordando los hechos vívidamente. – Lo haría de nuevo de ser necesario, suene lamentable, cutre o hasta cursi, en verdad me da igual.

Empezando a agrupar todo su material de encima de la mesa sin poder evitar quitar de su mente el rostro de Karin, el de los malhechores, el suyo años atrás. Por suerte su flequillo ocultó mínimamente su cara. No quería evidenciar el nudo en la garganta que estaba sintiendo.

– ¿Encuentras plausible admitirle esto a tu directora? – comentó la Senju encontrando divertido lo que acababa de escuchar.

– Plausible o no, se lo merecían. – dijo tras meditar la pregunta de Tsunade, la cual no esperaba una respuesta. – Tanto como yo este castigo.

– Le abriste la cabeza a otro alumno, supongo que estarás al corriente de que esto puede generarte problemas para el futuro… – comentó la rubia alzando las cejas observando como la pelirrosa se ensimismaba en seguir guardando sus libros en su bolsa. – Sobre todo, para obtener la beca que tanto aspiras ganar para fin de curso.

Sakura apretó su cuaderno y libreta de mates contra su torso al oír eso, tensando la mandíbula, primera vez en todo el día que pensaba que ciertas conductas hacía ahora, sumando lo de hoy podrían causar estragos en su expediente estudiantil.

– ¿Sigues pensando igual? – se atrevió a preguntarle Tsunade cruzándose de brazos en lo que miraba a la menor llena de escepticismo.

– Prefiero tener la conciencia limpia, que sentirme asqueada al recordar lo que pude no haber hecho. – declaró manteniendo su mirada distraída jade hacia el suelo. Esas palabras lograron quedar grabadas en la mente de la Senju a su lado. – Para mucha gente, situaciones así… Dejan cicatrices permanentes.

La sala se quedó en silencio durante un par de minutos hasta que finalmente Tsunade, se dignó a alzar un poco la cabeza hacia arriba tomando en consideración lo que se le había respondido.

– Lo que usted diga, Srta. Haruno. – habló la rubia cerrando los ojos, sin saber si creerse las palabras de la susodicha, por más que en cierta manera sintiera algo de orgullo. – De todas maneras, todavía te quedan más de cincuenta minutos para que puedas irte.

Eso hizo que Sakura arrugara la nariz con molestia. Esta no tuvo más remedio que sentarse de vuelta en la silla dejando la bolsa en la de su lado, mirando como la directora empezaba a caminar de vuelta hacia las pizarras. A su vez, la secretaria de la última ingresó a la habitación.

– ¿Directora Tsunade? Tiene una llamada de Hiruzen. – informó la mujer mirando a la rubia expectante, quien enseguida caminó hacia ella y ambas salieron de la habitación.

– Prrrfff… – bufó con aburrimiento la pelirrosa mientras apoyaba el codo encima de la mesa y descansaba su cabeza en esa misma mano. – De estar en casa podría estar avanzando el trabajo de literatura…

Estuvo un rato en silencio hasta que con hastío, cogió su teléfono del bolsillo de su chaqueta y empezó a mirar redes sociales. Sonriendo al ver recordar que había logrado aturdir de nuevo a Sasuke verbalmente, de la misma manera que él más de una vez lograba sacarla de quicio o hacerla reír a carcajada por sus comentarios brutalmente honestos, con esos mensajes de hoy en clase de literatura.

Hoy había venido a verla al entrenamiento de animadoras, se dedicó a mirar a ratos lo que hacía mientras otras veces hacía alguna tarea sentado en las gradas. Aunque luego tuvo que retirarse para avanzar el trabajo de Jiraiya con su grupo. Por desgracia, con él ahí, no faltaron el sequito de fans de siempre.

¿Cómo mataba el tiempo Naruto cuando estaba castigado? – meditó la pelirrosa volviendo a resoplar.

Cierto, tenía que hacer el trabajo de literatura con el rubio, pero este no había aparecido por clases. No sabía qué hacer en ese aspecto. Si lo hacía ella sola, se notaría demasiado y si algo no le gustaba, era que los demás se aprovecharan de su manía de ser una empollona por naturaleza. Aunque Naruto a su vez nunca hubiera de beneficiarse de que ella era buena con los estudios, era recurrente que ella le ayudara en ciertas materias o incluso en aprobar en general. En verdad sentía un poco raro pensar que lo mejor sería hacer el proyecto dividido en partes cuando lo más probable es que Naruto apenas cumpliera parte de la tarea… Aunque quien sabe.

Justo en el momento que se levantó de la silla, sonó un trueno fuerte y segundos después cayó un relámpago por una zona cercana que hizo que las luces parpadearan. El temporal indicaba que iba a peor y no quería ni imaginarse como se encontraría Shiro al llegar a casa.

Tarareando una canción que le había pegado Ino, caminó directamente hacia la pizarra y tomó el borrador para empezar a borrar todo el desarrollo erróneo escrito ahí con tranquilidad. Una vez dejó el objeto en su mano de vuelta en su sitio, abrió el rotulador y empezó a escribir sin dejar de canturrear como si nada.

En la sala de profesores, Kakashi despertó de su pequeña siesta al escuchar la alarma de su teléfono, el cual estaba encima de su escritorio. Inclinando el respaldo de su silla inclinable, dejó que su novela cayera en su regazo solo para trastabillar hasta el suelo en lo que él se retiraba una legaña de uno de sus ojos.

La sala de profesores estaba vacía, ya no estaba ni la secretaria, lo que era de sospechar. Retirándose la mascarilla de su rostro, ya que esta le incomodaba, tomó su móvil para revisar algún mensaje. Nada, aunque no era de sospechar. Rin hoy tenía turno de guardia, por lo que no la encontraría en casa. No se verían hasta mañana por la tarde.

Suspirando con cansancio, enseguida decidió levantarse, tronando los huesos de su espalda lumbar tan campante. Media hora para que su alumna, acabara su castigo.

Obviamente, la Haruno no había superado lo de la otra vez, por ende su reacción de hoy. Conociendo su actuar y recordando la de esa tarde…

"Entrando una oficina de policía cercana a la estación de tren, se encontró con un alboroto ocasionado por un par de hombres que al parecer habían discutido entre si. Sin hacer demasiado caso siguió andando hasta que logró ver una cabellera rosada sentada frente a un operario.

Por lo que me dice, un hombre desconocido se le acercó por detrás, la arrastró por el abrigo mediante un agarre forzado de su hombro en un callejón oscuro y…

La vio temblando y al aunque ella lo intentara disimular, parecía sollozar. Recordando lo que acababa de escuchar a medias, no pudo evitar molestarse mientras terminaba de acercarse.

Contra su voluntad a pesar del forcejeo, sus gritos de socorro y los intentos de huir, tocó diversas partes de su cuerpo abiertamente…

Con la cabeza gacha y manos en su regazo, la Haruno se encontraba totalmente tiesa, se encontraba sucia y tenía el cabello despeinada y ambas deportivas con los cordones desatados.

¿Qué pasó después? – preguntó el policía a la par que ella se encogía más de hombros sin dejar de tiritar a pesar de que no hacía nada de frío a dentro. – Realmente necesito más información, niña. ¿Puedes al menos describir al agresor?

¿Qué ha pasado, Sakura? – Sakura reconoció la voz de Kakashi detrás de ella interceptando la conversación.

¿Quién es usted? – preguntó el oficial ojeándolo de arriba a abajo con una ceja alzada.

Su tutor. – manifestó Kakashi con firmeza arrastrando la silla del lado de la pelirrosa hacia atrás para poco después sentarse en la misma. – Ella me ha llamado.

¿No es más óptimo que sus padres sean los que estén aquí en vez de usted? – cuestionó el policía inseguro volteando sin parar el bolígrafo entre sus dedos. Kakashi estaba a punto de responder cuando Sakura alzó la mirada como si despertara de su letargo.

¡No! – afirmó ella con nerviosismo aunque a su vez, totalmente segura a la hora de hablar. Notando la mirada del Hatake en ella, enseguida volvió a bajar la vista, mientras forzaba la manga de su blusa de uniforme algo sucia y manchada de sangre hasta la muñeca.

Fue ahí cuando el Hatake bajó su vista para observar el comportamiento de su alumna, notando más de cerca su aspecto. No tardó en ver sus rodillas peladas con sangre, el nudo del lazo de la parte de arriba del uniforme deshecho, mirando sus brazos, notó que el que veía más de cerca, había una enorme mancha, también de sangre. Esta parecía ser reciente.

Sakura… – empezó él, haciendo que la mencionada agarrara con más fuerza la tela de su falda azul marino.

Veinte minutos después, Kakashi suspiró nasalmente mientras mantenía su postura de brazos cruzados en el banquillo del pasillo de la misma oficina de policía.

Qué demonios ¿Para qué me necesita ahora Jun? Estamos trabajando… – dijo uno acercándose con prisas seguido de otro colega que había venido a buscar ayuda.

Tenemos cierta situación que requiere a varios para que sea controlable… – comentó el otro sin repararse del Hatake observándolos. – Esa cría tiene una fuerza bruta de mil demonios, casi le da con el vaso de té caliente a Kei, no deja que nadie la toque, mucho me temo que para poder ver sus heridas e intentar ayudar a Hanare, debemos inmovilizarla entre más de uno… "

Ya… No fue mi mejor idea dejarla sola esa vez. – asumió el Hatake mientras recordaba esa tarde. Sakura había cambiado mucho desde que Sasuke se fue, pero desde luego mucho más desde que Naruto lo hizo después. No para bien, honestamente. Si es cierto que Hiruzen le había explicado muy pocas cosas referente a la madre de ella, al igual que Iruka… , pero al parecer ninguno de ellos se había reparado de que su situación era tan mala. Especialmente habiendo detalles frente a sus narices. Al igual que esos dos que ya no estaban, junto al resto de los amigos de la pelirrosa. – Esconde demasiadas cosas…

Fue difícil que la Haruno decidiera abrirse con él con ciertos asuntos, el resto ella tuvo que enterarse forzadamente y de la nada si la situación lo requería, si tenía suerte. Así que lo de hoy…

– Su reacción no ha sido tan distinta a la de esa tarde… – reflexionó en voz alta Kakashi mientras pasaba la yema del dedo índice por su mentón. – Algo ha ocurrido, que no me ha dicho… Lo que no es nada nuevo.

– Ah, profesor Kakashi… ¿Sigue aquí? – habló Shizune prendiendo la luz de la sala con cierta dificultad cargando una carpeta pesada en su axila, una bandeja con lo que parecían ser tres tazas de café, azúcar, etc. – Cerré la luz al pensar que dormía y quise prepar… ¡Uagh!

Fue demasiado tarde para Shizune cuando no se percató de que pisando la novela de Kakashi, todo lo que trajinaba empezó a volar por los aires. Shizune tuvo que ponerse ambas manos en la cabeza al ver que casi todo el brebaje que no solo caía encima de Kakashi sino de la carpeta. Ya se veía hasta tarde reimprimiendo y reorganizando todo.

– Uf… Gracias a dios los documentos están a salvo. – habló directamente a cuatro patas mientras se aventuraba a recoger el portafolio abierto del suelo además del libro de Kakashi. Acomodando uno de sus stilettos que se habían caído al tropezar, fue entonces que se acordó de que se trataba del profesor de literatura.

– Bueno, realmente me alegro por esos documentos… – escuchó la pelinegra, lo que le hizo alzar la mirada para toparse con el rostro de Kakashi, sin mascarilla.

Ay madre… Me han bendecido los dioses de este mundo con solo dejarme ver el hermoso rostro de este pedazo de hombre, es tan, pero tan perfecto… Tan, tan… – recitó la consciencia de Shizune de manera tan escandalosa sin ver como el Hatake simplemente se dignaba a recoger la bandeja y lo demás que trajinaba llamándola mientras ella se encontraba ensimismada con sus pensamientos con las pupilas dilatadas toda sonrojada.

– ¿Srta. Kato? ¿Se encuentra bien? – habló Kakashi mirando a la jefa de estudios alzando ambas cejas e inclinando la cabeza levemente hacia un lado. – ¿Eo?

Saludando frente a los ojos de la pelinegra no ganó respuesta alguna, ni aun chasqueando los dedos. – ¿Srta. Shizune?

– ¿Eh? – dijo la susodicha volviendo en si, reparándose de lo caliente que sentía sus mejillas. No le hacía falta verse a un espejo para adivinar que las tendría igual que un labial de color carmín. – Oh, lo lamento… Quise prepararle un café a usted también al ver que se quedaba hasta tarde, todos los demás salvo, yo y la directora se han ido.

– Hm. – contestó simplemente el profesor de literatura mientras se arremangaba la blusa de nuevo.

– Realmente lamento haber manchado su camisa. – comentó Shizune apenada mientras se reparaba del desastre, una de las tazas ahora presentaba el mango roto. Ahora tendría que limpiar el café del suelo. No se había dado cuenta de que su camisa lila también estaba manchada. – Si quiere puede dejarla aquí y mañana se la traigo limpia de la tintorería…

Kakashi la miró en silencio y simplemente se limitó en quedarse callado hasta que le tendió la mano. Shizune en un instante le observó confundida, aunque no tardó en ofrecerle la suya, ayudándola a levantarse, enseguida tomó el libro de sus manos como si nada, comprobando que todo estuviera bien.

– De verdad profesor Hatake, puede confiar en que la mancha saldrá, la tintorería donde voy se encarga de…

– Shizune… – interrumpió Kakashi con un suspiro, uno que en cierta manera inhibió a la pelinegra demasiado, pero eso fue algo que él no hizo a propósito. – Solo fue un accidente, es solo café.

Al pensar que tal vez su tono de voz parecía demasiado arisco, giró su rostro para comprobar que efectivamente la jefa de estudios parecía encontrarse algo desilusionada.

– Pero de todas formas, gracias por la oferta… – zanjó Kakashi con cierta prisa usando un tono más suave, en eso la pelinegra volvió a mirarlo con una pequeña sonrisa.

– Es raro ¿Sabe? – comentó la Kato mientras se alisaba la falda que llevaba y seguidamente se enderezaba, consiguiendo la atención de Kakashi. – Que su voz suene diferente ahora que le veo sin mascarilla. ¿Por qué la usa en primer lugar?

Recordando que se había quitado la mascarilla y no llevaba otra, el hombre de cabello gris no aturdió un poco por su costumbre de llevarla puesta.

– Hasta mañana, profesor Hatake… – se despidió con total tranquilidad Shizune empezando a alejarse recuperando la bandeja con las tazas vacías de café de la mesa de Kakashi para finalmente dirigirse al despacho de la directora e ingresar en él. Recostándose contra la puerta y abanicándose con el fólder. – Este hombre es demasiado atractivo…

¿Acaso esta mujer nunca dejará de llamarme, profesor o Sr. Hatake? – meditó Kakashi mientras negaba con la cabeza, le molestaba en cierta manera porque nadie más lo hacía, odiaba que eso le hiciera sentir viejo. – En fin…

Fuera del despacho, Tsunade se encontraba caminando por el pasillo con el teléfono fijo pegado en la oreja, escuchando como Hiruzen le aconsejaba innecesariamente como afrontar cada aspecto.

– ¿Vas a llegar al grano, Hiruzen? Supongo que no ha pasado tanto tiempo para que olvides que el papeleo mi despacho no se acaba nunca. – comentó con fastidio la rubia cerrando los ojos con fastidio. – Se que no me has llamado para preguntar como van las cosas por aquí, de lo contrario no te habrías despreocupado de tu antiguo cargo tan fácilmente, así que no le des más vueltas a la sartén, a no ser que quieras que cuelgue.

– Iruka me ha llamado, Tsunade. – accedió Sarutobi desde la otra línea.

– ¿Quién? – respondió ella confundida.

– Iruka Umino, el profesor suplente y tutor de los alumnos del grupo A de primer año. – constató el anciano como si nada. – Está preocupado por Naruto, me ha explicado lo que ha estado ocurriendo desde que yo no he estado.

Por qué no me sorprende… –pensó Tsunade con aburrimiento girando de nuevo para andar en la otra dirección. – ¿Me estás llamado para comunicarme de sus quejas que él mismo podría atreverse hacer, Hiruzen?

– ¿Acaso importa de si lo hago yo o él y por dónde, Tsuna? – habló con diversión el ex director del instituto solo para seguidamente tener un ataque de tos bastante fuerte, desde el teléfono, la Senju daba por sentado que el hombre no había dejado de fumar en ningún instante desde que se jubiló. – Yo también estoy preocupado.

– Cualquiera lo estaría, viendo su historial y evaluación académica. ¿Me vas a hablar sobre eso de nuevo, de verdad? – vociferó Tsunade comenzando a alzar la voz con impaciencia.

– Las veces que sean necesarias para que no te olvides de que es el legado que Minato dejó para su hijo. Lo único que además de su herencia, le pertenece. Se lo prometí a sus padres hace años, merece tener un futuro asegurado. El muchacho tiene potencial, solo necesita la oportunidad. – explicó de nuevo Hiruzen con paciencia. – Sé que a simple vista, Naruto se comporta como payaso cualquiera dentro de este campus, pero su madre era igual. Kushina maduró y creció para estar a la par de los diez mejores estudiantes, como su padre… Además, él…

– ¿Para qué me has llamado, Sarutobi? – interrumpió secamente la Senju cansada de escuchar lo mismo de este hombre. Cuando salía con el tema de Minato y Kushina, al igual que Jiraiya, no se quedaban cortos. La pareja era maja, no lo negaba, su historia era inspiradora lo miraras por donde lo miraras, pero… el hijo de ellos dos, actualmente…

– Iruka me ha confiado que estás retrasándote en anunciar los estudiantes convocados para la beca, cosa que debería haber ocurrido justo el inicio de este actual semestre. – comunicó Hiruzen desde la otra línea, dejando a Tsunade más que enojada.

– ¿Y tiene tu querido Iruka alguna otra queja sobre como gestiono los asuntos de mi instituto o seguirá corriendo a socorrerse bajo tu brazo y a susurrarte de puntitas a tu oreja lo que sucede sin atreverse a preguntármelo a mí? – preguntó Tsunade con sarcasmo colocando su mano libre en su cintura. El antiguo director se quedó en silencio. – Escucha bien, Hiruzen. Dices que la madre de Uzumaki cambió de aires y pasó a ser alguien entre los mejores, pero hasta un ciego se daría cuenta de que ese no es el caso de su hijo. Tú mismo lo has dicho, ella hizo el cambio, porque quiso. ¿Qué importa si fue su padre quien ganó esa beca en su último año? Eso no cambia nada.

– Recuerda que lo que te queda de tu herencia, en parte se debe a ellos. – comentó Hiruzen tranquilamente, haciendo que la rubia pasara la punta de la lengua por uno de sus colmillos aún exasperada. Resoplando ante la insistencia de su antiguo tutor, abrió la puerta del exterior y abrió un paraguas sin tardar en ponerse de camino hacia su zona de estudio.

No tardó en llegar hacia las ventanas de la biblioteca, viendo que las luces seguían prendidas, supuso que la Haruno debía seguir dentro. Rodeando por el lateral, empezó a molestarse todavía más cuando no vio a la pelirrosa sentada en su sitio. Caminando más deprisa hacia la puerta de entrada, no prestó demasiada atención a lo que Hiruzen seguía contándole.

– Minato soñaba con que su hijo crecería obteniendo lo que él, con verlo obtenerlo. Cosa que desafortunadamente ahora ya no puede, al igual que su mujer, pero aun así… Creo que estarían orgullosos. No podré descansar en paz sin saber si he cumplido a la hora de ocuparme de Naruto hasta ahora. – subiendo los pequeños escalones que daban a la entrada del edificio, Tsunade se apresuró a cerrar el paraguas gris de Shizune con prisas pensando en las diversas maneras en las que castigaría de nuevo a la predilecta alumna del Hatake, solo para quedarse pasmada viéndola escribiendo en las pizarras de su estudio actual.

Oh no… Esta cría me va a oír… – Mal pensó la Senju ingresando en la sala con prisas.

– ¿Tsunade? ¿Tsuna? ¿Me oyes? – escuchó que hablaba Sarutobi a su oreja, pero eso solo hizo que hastiada le colgara de golpe.

– ¡Haruno! ¡¿Qué crees que…?! – dijo casi gritando la rubia avanzando con prisa en la estancia justo en el momento que Sakura terminaba de escribir las últimas cifras en la tercera pizarra. – ¿Eh?

En las pizarras, se encontraba todo su estudio reescrito. Leyendo todo desde el comienzo, notó que lo que la había mantenido estancada, no era nada más que la manera de plantear el problema. Usando otro sistema algo más complejo y antiguo…

Esperen un segundo… – meditó Tsunade negando con la cabeza sin poder llegar a creer lo que veían sus ojos. No solo Haruno parecía haber leído su estudio fácilmente, se había basado en sus datos y había reformulado, o mejor dicho, redirigido de raíz todo el sistema de derivadas, etc. Para dar con…

Mirando el resto de pizarras, la Senju no hizo más que abrir un poco la boca estupefacta.

– Son casi las ocho, me voy a casa. – avisó Sakura tranquilamente, dejando el rotulador encima de la mesa junto a los libros que ella misma había sacado de la biblioteca para esclarecer el estudio de la directora. Dejando a esta última hecha piedra.

No solo la Haruno había dado con un resultado distinto fácilmente, también lo había hecho en un santiamén cuando ella llevaba ya tiempo sin avanzar.

Observando como la alumna de último año recogía sus pertenencias, la siguió con la mirada hasta que esta abrió la puerta de la biblioteca y se marchó de ahí sin más. Es decir, sin decirle nada más.


– Deberías vestirte, Shion. No pagué la cuota para toda la noche. – informó Naruto subiéndose los pantalones con el fin de abrocharlos rápidamente.

La susodicha simplemente rodó en la cama horizontalmente sin importar quedar enredada entre las finas sábanas de algodón como si se tratara de una oruga. El rubio no tardó en escuchar la risita femenina de la Fuji.

– ¿Por qué tanta prisa, Naruto? Está lloviendo de la misma manera que como cuando hay un tifón. Estoy segura de que al hotel no le importará. – sugirió Shion acercándose lentamente intentando acariciar la espalda baja del Uzumaki sin llegar a tiempo, ya que este se alejó para acercarse a recoger uno de sus calcetines del suelo.

Naruto miró la ventana con indiferencia. El tiempo estaba cada vez peor. Este año la lluvia no escaseaba.

– Además, tuve el placer de observar perfectamente como tienes de llena tu billetera, tesoro. Siempre puedes acercarte a recepción y alargar tu estadía. Podríamos quedarnos un rato más juntos, venga… – insistió Shion implementando un tono de voz coqueto y a la vez infantil como si quisiera sonar adorable.

Mirando como Naruto no le hacía caso, apartó las sábanas y caminó desnuda hacia él para abrazarlo por la espalda mientras este se colocaba el calcetín restante. Ante eso, el Uzumaki no hizo más que enseriarse y voltear a mirar a la rubia arramblada en él, la cual parecía mirarla ensimismada. Esa mirada la había visto ya antes, varias veces, siendo honesto, pero no como ni de quien él quería. Por lo cual, no estaba para nada satisfecho.

– Si quisiera gastar más dinero, lo habría hecho desde un principio. – respondió Naruto apartando con tranquilidad a Shion de él para caminar hasta la silla dónde estaba colgada su sudadera naranja y negra.

– ¿Qué estás dici… ? – cuestionó estupefacta Shion observando al Uzumaki hablar, pero este simplemente volvió a darle la espalda mientras se colocaba la camisa antes que su chaqueta.

– Quédate si quieres, pero yo me voy. – se despidió Naruto mientras se dirigía hacia la puerta del cuarto poniéndose las deportivas sin desatar los cordones de las mismas. – Ya hablaremos.

– ¡Na…! – escuchó que iba a decir Shion.

Abriendo y cerrando la puerta tras él, el Uzumaki dejó a la hermanastra de Sakura atrás con el fin de marcharse rápido de ahí. Sin importar mojarse bajo la lluvia. Esta ahora misma se asemejaba como se sentía actualmente, de la misma manera que le traía muchos recuerdos de su infancia. Momentos y emociones que ahora parecía revivir, cosa que no quería.

Jiraiya estaba en un seminario de escritores, el cual duraba aproximadamente dos semanas. Le había dejado el dinero justo para saldar cualquier necesidad en lo que él estaba a fuera y en su momento, así habría sido, de no ser por el vacío que sentía ahora mismo. Lo había derrochado casi todo, pero aunque le quedara lo poco para usarlo con lo que más necesitara, eso no le importaba.

Sasuke. Sasuke Uchiha era lo único que iba y se marchaba de su cabeza. Siempre era él. Siempre iba delante.

Era quien conseguía la atención femenina, el que era el mejor en los deportes, en los estudios, el que llamaba más la atención, el que tenía dinero a montones, el que fuera donde fuera… tenía amigos, al que todos respetaban, admiraban… Y él… ¿Quién era él sino una sombra de este último? De quien catalogaba como su mejor… amigo. Su hermano.

Él era quien se ganaba consecutivamente las burlas de la mayoría de chicas, el que en según que deporte quedaba segundo o tercero a duras penas, a pesar de dar su mayor empeño, a quien pasaban por alto, el mantenido, al que… sus amigos ignoraban fácilmente, al que antiguamente apenas respetaban ¿Había alguien que lo admirara? Puede que sí, quién sabe… pero era lo mismo, no contaría con la de quien más ansiaba. La de la novia del primero.

Quisieran los demás ponerse en su lugar o no, tenía todo el derecho a estar dolido y enfadado con el susodicho Uchiha. Él no se merecía ser ignorado fácilmente como cuando era pequeño.

Ni con Sasuke fuera, había sentido que contaba totalmente con el respeto de los demás. Se le atribuía constantemente, el apodo de que no era más del tipo que corría tras Sasuke, el amigo de este. Era como si solo se supiera eso de él. Había sido volver él y…

Se sentía un inútil, un perdedor… Lo que no se merecía. Lo que no era.

– Juro que no… – habló por lo bajo más para si mismo entre la acelerada multitud que se encontraba por las calles de la ciudad.

¿Querían creer que era un busca problemas? Lo sería. Hasta el punto de que no les quedaría más remedio que acaparar su atención y ganarse el respeto de la misma manera con las que el Uchiha se las ingeniaba. Haría que las cosas volvieran a ser como antes, mejor dicho, como debían ser. Como merecían ser.

No estaba orgulloso de haber robado la pasta de la gente, ni mucho menos de Karin. Le había llamado la atención verla con esa cantidad de billetes, pero la conciencia pudo con él al llegar el momento de realizar esa "travesura". Demasiado tarde para indagar por la razón, por más que no le importara demasiado. Lo importante es que no había sido visto por nadie.

Su teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta. Sacándolo, se encontró con un mensaje de Shikamaru, quien le invitaba a su casa a pasar el rato con los demás.

Ya claro, ahora… – recriminó el rubio con fastidio. Pasando la lengua por la parte trasera de sus labios con molestia, marcó el mensaje como leído.

Iba a guardar el aparato de nuevo cuando le llegó otro mensaje, era el número de Hinata, el cual no había ni agregado como contacto, pero reconocía debido a su imagen.

¡Llámame cuando puedas, por favor! – leyó Naruto varias veces, verificando el mensaje como leído. Pronto le llegó otro mensaje. – ¡Es urgente! ¡El manager del hotel acaba de echarme!

Saliendo del chat que mantenía con ella, se fijó en la hora que era. Pasadas las nueve y media de la noche.

¿Olvidaste cómo me mentiste, Hinata?

Ignorando la llamada entrante de la misma, primera vez que esta le llamaba, volvió a meter su teléfono dónde estaba tras colgar y bloquear su número, para centrarse en regresar a su casa lo más pronto posible.


Ingresando al edificio principal hora y media más temprano del inicio de clases, Karin fue directa a cambiarse los zapatos, sin sorprenderse en encontrarse su casillero lleno de garabatos con marcador permanente con toda clase de insultos.

Últimamente, era común encontrarse algún que otro insulto, caricatura o garabato en él, solo que esta vez, nada. Los primeros días se había revelado al descubrir quienes eran los autores, solo para ser objeto de más burlas, pero eso no funcionó. Qué más daba a estas alturas… Su tutor le había hecho limpiarlo el primer día, a ella ¿Acaso pensaba que lo había hecho ella?

Qué más da… – pensó nuevamente la Uzumaki mientras negaba con la cabeza retirándose el chubasquero negro y viejo de su madre.

Si no era una cosa, era otra. Se había encontrado varios de sus cuadernos con notas pervertidas escritas, genitales… Chinchetas en sus zapatos, chicles pegados en su pupitre, etc. Lo de hace dos días, lo de robarle el dinero y demás, no fue más que otra broma pesada más. Esto no acabaría hasta que ella definitivamente se graduara. Si es que aprobaba… Sus notas estaban cayendo en picado.

Abriendo algo temerosa la compuerta del casillero, en su mente pudo escuchar las risas de sus compañeros, hasta incluso la del Abumi. Sacando con prisa sus zapatos los volteó y sacudió con prisa, solo para que cayeran de dentro del par, de nuevo, varias chinchetas.

Por más que quiera que todo termine, me lo he ganado… – se repitió de nuevo mientras tragaba saliva, decirse eso era como su mantra para conseguir calmarse.

Tirando los zapatos en el suelo, se descalzó y se puso las otras con tranquilidad, aunque con prisa, aprovechando que al parecer estaba sola. Una nota en el fondo de su casillero acaparó su atención, tomándola, no se sorprendió en leer una nota que le exigía que fuera a Kakashi a pedirle que no hiciera el examen y que entonces la dejarían en paz.

Unos silbidos la tensaron de la nada, no había escuchado a nadie acercarse.

– Uzumaki~ ¿Cómo está la más perra del instituto? – saludó Zaku pasando por su lado, ocasionando que ella se apartara temblando haciéndolo soltar una carcajada macabra mientras pasaba de largo con su nuevo sequito. – Tengamos otra charla de nuevo pronto, vale…

– ¡N-no! – dijo ella arrepintiéndose de inmediato cuando el pelinegro frenó, eso la hizo taparse la boca y apartar la mirada. Justo en el momento que Zaku volteaba a verla.

– ¿Acaso dijiste algo felpudo Uzumaki? – se atrevió a sonsacar el acosador con prepotencia mientras los chicos que lo acompañaban recitaban un sonido de burla intimidante ante tal descaro. Al verla quedarse en silencio, volviendo a sonreír con altanería volvió a emprender la marcha no sin antes decir. – Eso pensaba.

Karin se quedó parada mientras observaba al grupo alejarse de ahí sin musitar otra palabra. Su corazón latía a mil por hora, sin observar que su chubasquero había caído al suelo. No fue hasta un corto rato después que se pudo escuchar a alguien soltar una risa femenina, cerrar su casillero de zapatos y marcharse rápidamente de ahí sin ser vista, lo que hizo que la primera volviera a sentir ganas de huir. Desaparecer.

Cuando vio que se acercaban los conserjes, Karin no hizo más que recoger y guardar sus cosas rápidamente y marcharse de ahí, esperando no encontrarse con nadie más hasta que empezaran las clases.


– De acuerdo, chicos. Habiendo repartido la tarea el lunes, sabiendo que es lo que tenéis que hacer. Dado que el profesor Goketsu sigue ausente, os dejo que os agrupéis con vuestros grupos para avanzar el trabajo. – ordenó Iruka después de que el aula quedara en silencio totalmente.

Al escuchar eso, Sakura parpadeó un par de veces, solo para voltear la cabeza y mirar hacia la persona a su derecha.

Naruto se encontraba con los dos brazos apoyados encima de su pupitre, haciendo el que no hace nada con la cabeza apoyada en sus antebrazos manteniendo una expresión de aburrimiento. Se había pasado la hora de historia y matemáticas durmiendo, despertándose de vez en cuando al segundo de que se le llamaba la atención.

Personalmente, podría haberme tocado con alguien peor… Creo… – se insinuó a si misma mientras terminaba de cerrar el cuaderno de mates sin nada de prisa.

Escuchando como los demás ya se agrupaban y empezaban a juntar las mesas entre si, supuso que lo ideal sería hacer lo mismo. Notando una mirada, volteó a ver a Sasuke. Este se encontraba serio y no era un misterio para ella, suponer la razón. El comportamiento del rubio con ellos dos recientemente era peor que tolerable, sin olvidarse de ciertos comentarios que había soltado hacia ella, no solo a él.

Antes de cerrar su estuche, recordó que adentro, guardaba un par de caramelos ácidos que una vendedora callejera daba gratuitamente a la par de publicidad. Recordando el detalle de él el otro día con ella con los pockes, los tomó y disimuladamente los colocó encima de la mesa de su novio tras levantarse de su silla mientras le dedicaba una sonrisa cariñosa, que de ser felino, se podría decir que se pondría a ronronear.

Naruto por su lado, volteando la cabeza hacia la Haruno, se confundió un poco cuando la vio acercar su mesa hacia la suya como si nada y por lo pronto arrastrar su silla para colocarla a su lado.

Sakura miró como Naruto se quedaba observándola incansablemente mientras ella preparaba todo hasta que finalmente le devolvió la mirada. – ¿Vas a sacar el material de literatura o qué?

Toneri observó de reojo como Hinata no controlaba el temblor de su mandíbula al ver como la Haruno empezaba a explicarle la tarea al Uzumaki. Colocando seguidamente su vista en el pelinegro del lado de la ventana, comprobó como este tampoco le quitaba ojo a esos dos. Tampoco le pasó desapercibida la expresión de prepotencia y retadora que el rubio parecía dedicarle al novio de la pelirrosa.

Ese Uzumaki podía ser tenaz para muchos, más de uno le diría que eso es un cumplido y que más de una vez, algo ventajoso… Pero ahora mismo, lo veía como algo mediocre.

– Tardas en irte, Hyuga. – dijo una compañera de clase distrayendo a la pareja, acaparando la mirada de la pelinegra, que la miró severamente ante tal atrevimiento. La chica no hizo más que arrugar el lateral de su nariz en una mueca de desdén como si quisiera imitar la expresión de Hinata, bien impaciente.

– ¿Disculpa? – contestó ella sintiéndose valiente al lado de su prometido.

– No sabía que además de lenta fueras sorda… – comentó la otra lo suficientemente bajo solo para ella y Toneri la escucharan. Aunque la mesa de al lado, la de Ino y su grupo se la quedaran mirando.

– Que te largues. – zanjó Toneri secamente y con frialdad hacia Hinata, sorprendiéndola ante esa actitud. Esta era usualmente lo contrario, aunque enseguida recordó que apenas habían hablado desde su fuga de la fiesta de compromiso.

Cuando el albino no hizo más que voltear a ver a la chica que formaba parte de su grupo de trabajo, la pelinegra no le quedó de otra que apartar la mirada y levantarse para empezar a tomar las cosas para juntarse con el suyo. Situado al fondo de la clase, le tocaba grupo con Shion y otra chica.

El Uchiha alzó la mirada cuando Neji dejó su silla frente la parte frontal de la mesa del primero, tomando asiento sin saludar ni nada.

– ¿Tu casa o la mía? – cuestionó el moreno mirando a Sasuke sin sorprenderse de su actitud silenciosa. El último se limitó a mirarlo de reojo, haciendo que internamente, Neji encontrara gracioso verle celoso. Era obvio.

– ¿Y la otra? – indagó Sasuke decidiendo dejar de devolver la mirada retadora del Uzumaki para enfrascarse en la materia que tocaba.

– Wow, Uchiha… Llevas tiempo con Sakura y todavía ni siquiera te acuerdas de como nos llamamos algunos. No te costaría nada, ser un poquito más simpático. ¡Oh, un caramelo! – habló Tenten mientras dejaba la silla y sus cosas en el lateral de la mesa de Sasuke, aventurándose a tomar el dulce de naranja que descansaba ahí. La Ama se vio sorprendida cuando Sasuke aplastó su mano contra el objeto asustándola, dando un sonoro golpe contra la mesa.

– ¡Intenten no hacer tanto ajetreo, muchachos! En la otra aula están de examen. – dijo Iruka mirando más para Sasuke que para el resto.

– Lo admito, fue mi culpa no pedir permiso. – comentó en voz alta Tenten haciendo una mueca de circunstancia manteniendo la mano todavía algo extendida. – Solo era una simple golosina…

Cuando las cabezas que habían volteado a mirarles debido al golpe, Sasuke finalmente optó por esta vez, definitivamente dedicarse a trabajar con su grupo.

Pasando a echar una ojeada por cada grupo y ayudar de ser necesario para resolver alguna duda, el profesor Umino se apartó finalmente del grupo de Neji y compañía para acercarse finalmente al de Sakura y Naruto. Sonriendo con tranquilidad al verlo concentrado en lo que hablaban.

– Supongo que todo bien por aquí. ¿Necesitan ayuda en algo chicos? – preguntó Iruka acercándose de brazos cruzados y frenando al lado de Naruto, este solo le sonrió, pero Sakura optó por quedarse callada. – Es agradable verte atento en la tarea de clase, es un buen cambio. No es demasiado pedirte que seas así en tus demás clases ¿O sí?

– Bueno, es que… – contestó con una sonrisa nerviosa el Uzumaki mirando hacia la pelirrosa a su lado, la cual se encontraba ojeando de nuevo el libro de lectura del cual iba el trabajo.

– No tengas miedo en ser seria con él para que colabore, Sakura. Mucho me temo que eres la única a quien obedece en cuestión de estudios. – dejó caer el profesor mientras sonaba la campana de cambio de clases.

– Naruto nunca ha sido estúpido, profesor. – interceptó Sakura después de notar que el Umino predisponía a marcharse, esas palabras animaron a Naruto a prestar atención. Su ánimo mejoró cuando la mirada jade de ella cayó en él mientras sonreía, la cual fue devuelta por Iruka, quien estaba satisfecho. – Aun así, no tendría que serlo.

– Ayudar a… – intentó argumentar Iruka sin saber a donde la pelirrosa quería llegar, sin esperarse a ser interrumpido.

– Permítame corregirme… – habló Sakura levantándose del asiento dejando la novela del trabajo encima de su mesa y seguidamente tomar la hoja del resumen que le había encasquetado como tarea al Uzumaki. – Quise decir que yo no tendría que ser "seria" con él para que se esfuerce, ya que creo realmente que eso es algo que alguien, que evidentemente no es estúpido, debería hacer por su cuenta. Usted mismo lo ha dicho, no es demasiado pedir ¿O sí?

Resaltando la palabra "Yo" a la par que miraba al Umino, conociendo perfectamente el motivo por el que la emparejaban con Naruto, decidió no decir nada más y dejar callados a los dos hombres más cercanos a ella, hasta que finalmente recogió sus cosas y se predispuso a recolocar su mesa donde estaba.

Iruka tosió incómodo al verse descubierto, aunque no le prestó demasiada atención, hasta que se le ocurrió algo…

– Tiene su punto lo que dice, Naruto… Deberías tomarte ese cumplido seriamente. Recuerda lo que te dije no hace mucho. – dijo el moreno palmeando un par de veces el brazo del Uzumaki con familiaridad.

La clase previa a la hora de la almuerzo pasó con rapidez, con un Naruto cansando a Orochimaru ante tanta pregunta sobre cosas que ya había explicado o que ya había razonado y demás minutos antes, muy para la risa de varios estudiantes cuando la profesora de ciencias le pidió que se callara y dejara de alzar la mano cada dos por tres.

Cuando sonó la campana, Sakura fue la única que alzó la mano para ofrecerse voluntaria para llevar los cuadernos de ciencias hasta la sala de profesores junto a Orochimaru.

Naruto, viendo esa una oportunidad, se levantó junto a los demás y caminó hasta la Haruno para proponerle ayuda, aunque alguien se le adelantó. Se sorprendió cuando Toneri se le cruzó por delante apartándole.

– ¡Ei, cuidado! ¿Qué demonios te pasa, tío? – dijo escandalosamente el Uzumaki haciendo apenas voltear a Toneri un instante, solo que este pasó olímpicamente de él. – Te estoy hablando Otsutsuki…

Cuando le vio recoger la mitad de los cuadernos que Sakura empezaba a cargar sin dificultad alguna, su expresión cambió totalmente. Caminando con prisas hacia el prometido de Hinata, al girarlo violentamente ocasionó que todos los cuadernos que él y Sakura sujetaban cayeran al suelo desperdigados.

– ¡¿Se puede saber qué hace, Uzumaki?! ¡Ya los está recogiendo! Se encargará usted solo de acompañarme a la sala de profesores, ahí tendremos una severa charla. Ya tardas en ponerte en marcha. – exclamó Orochimaru cansada mientras regañaba al rubio, quien evidenció su frustración mediante una mueca ante esa regañina.

Habiendo conseguido lo que quería, Toneri pegó contra el pecho de Naruto, los tres cuadernos restantes que se quedaron en sus manos. Encasquetándole fácilmente la faena al Namizake con una sonrisa altiva.

Cuando Toneri se volteó, Sakura ya no se encontraba a su lado, sino en su pupitre. La vio hablar momentáneamente con el Uchiha solo para seguidamente predisponerse a salir del aula con varios libros con ella.

Siguiéndola tan campante, la vio ingresar a la biblioteca y cerrar la puerta en sus narices, pero no tardó en encontrarla de nuevo.

– Ei, Haruno… – saludó como si nada acercándose al pasillo de libros dónde la había visto torcer.

La vio voltear la cabeza al igual que un par de chicas que nada más verle se pusieron a reír entre ellas y a echarle miradas. Sakura no le respondió.

– No hablas mucho, por lo que veo. – musitó Toneri avanzando varios pasos acercándose de nuevo a la pelirrosa, quien se encontraba guardando un libro. – Qué raro, me habían dicho que eras muy simpática.

– No suelo embarcarme en conversaciones con los tíos que se comportan como acosadores. – enfatizó la ojiverde sin molestarse a mirar al albino, el cual simplemente sonrió con atrevimiento ante ese comentario, intentando ser encantador. – O simpática con los que se embadurnan con hedores apestosos de desodorante caro. Tampoco me dirijo a quienes no me apetece.

Desde la lejanía, pudo ver desde el ventanal, como Hinata parecía trajinar consigo una bolsa de plástico que parecía ser su almuerzo. Dudaba que esta no se hubiera acercado a dónde él, la había visto seguirle con la mirada cuando la ignoró en el aula al empezar el descanso. Esta tendría curiosidad para saber lo que quería con la Haruno.

– A Haruno no le gusta mi colonia, anotado. – respondió él acercándose detrás e inclinándose para leer el otro libro que sujetaba ella. Sakura no tardó nada en alejarse. Fue cuestión de milisegundos. Que él hiciera eso no le gustó en absoluto. – ¿Ves? No es nada difícil conocernos, ya me has dicho algo que no te agrada. Entonces, supongo que podrías recomendarme algunos otros perfumes ¿No crees?

Menuda conversación más estúpida… – asimiló la consciencia de la Haruno con aburrimiento.

Desde el pequeño agujero entre un par de estantes, Sakura observó como de las siguientes personas en ingresar a la biblioteca, no era más que Hinata. No le quedó de otra que asumir que esto no era más que una encerrona, pero quién sabe por qué. La verdad no quería saberlo.

– Claro. – dijo finalmente ella, esta vez sonriendo falsamente hacia Toneri. Justo en ese instante Hinata sacó la cabeza para echar un ojo. – Hay una que se llama "Déjame en paz" creada por "Todas las mujeres". Esa, me encanta y seguro te pega, pero para mejores opiniones… Pregúntale a la entrometida de tu prometida, aunque quién sabe si tiene buen gusto para eso.

Dándole la espalda a la pareja, se marchó del pasillo tan campante solo para tirar en la caja de devoluciones el libro restante y salir del edificio con tranquilidad..

– Toneri… – habló Hinata bajito haciendo que este apenas volteara la cabeza para verla. Estaba para empezar a hablar otra vez cuando, el susodicho finalmente se volteó y caminó hacia ella solo para volver a ser ignorada. Le miró marcharse, esta vez en dirección contraria a la que veía a la Haruno seguir.

– Supongo que se dignará a recoger lo que acaba de tirar al suelo ¿Verdad? – cuestionó Midori, la bibliotecaria con las manos en su cintura, mirando los libros en el suelo a los pies de la Hyuga. La mandíbula de Hinata volvió a temblar. Mirando por el ventanal, mientras se agachaba a recoger los libros que se habían caído solos, como la predilecta Haruno ingresaba a la cafetería.

Acariciando frenéticamente sus brazos debido a que gotas de lluvia habían empezado a caer en lo que se dedicaba a dirigirse hacia la cafetería, Sakura no vio a nadie de su pandilla en las mesas de abajo. Eso significaba que o estaban en las mesas de arriba o en el aula.

¿Dónde estáis? – cuestionó vía mensaje en el grupo de las chicas. – ¿Queréis algo de la cafetería?

Me encanta porque siempre tenemos telepatía, frentona… Si me traes un batido de frambuesa, te perdono por pasarte la tarde de ayer ignorándome. – respondió Ino enviando un sticker lanzando un beso.

No te ignoré, cerdícola… Te recuerdo que me castigaron. – contestó ella sonriendo tranquilamente poniéndose en dirección a la cola de la cafetería.

Es lo mismo, no tardes~ – dijo Ino felizmente.

¿Sakura me compras esas galletas saladas, porfis? Otro día pago yo. – preguntó Tenten rápidamente.

Yo voy bien, me llenaré con lo que traje de almuerzo, gracias *Corazón* – leyó que decía Temari. – Por cierto, estamos en el aula, las cuatro solas.

Después de comprar todo lo que necesitaba, comenzó a dirigirse hacia donde estarían sus amigas en silencio. Al parecer almorzar en la cafetería, cada vez era más tendencia, aunque con la lluvia… No era tan extraño. Por lo menos estarían tranquilas ahí.

Subiendo por las escaleras, Sakura se cruzó con Karin. La pelirrosa le sonrió cordialmente a la Uzumaki, pero esta no hizo nada. Dispuestas a seguir cada uno con su camino, ambas dieron un paso hacia un lado quedando de frente, solo para repetir la misma acción al lado contrario. Cosa que le produjo gracia a la Haruno.

– ¿Cómo estás? – saludó finalmente la pelirrosa, Karin se mordió la lengua empezando a girarse para caminar por dónde había venido.

Estaba agotada y quién sabe por qué razón, no le apetecía toparse con la Haruno. Recordando lo del día anterior, se imaginaba que toparse con ella solo le traería más problemas.

– Deja de forzarte a querer ser amable conmigo, Haruno. – dijo finalmente Karin duramente, sonando incontrolablemente borde al hablar. – Puedo ver como ahora todos aparentáis y lo odio. Una ya está acostumbrada a ser tratada así.

Era casi lo mismo en Hokkaido, por más que allí contara en parte con la "amistad", para llamarlo de alguna manera, de Suigetsu, Juugo y … No. De Sasuke no, y era entendible. Varios en su clase, le habían pedido disculpas, cosa que lo vio muy forzado. Sinceramente, ese panorama sintió como una ampolla en la piel. Una costra que inevitablemente terminar arrancándote porque no puedes dejar de rascarla. Fue raro y desagradable.

– No estoy… – intentó Sakura estupefacta.

– Si que lo haces. – acabó Karin finalmente decidiendo volver a cambiar de decisión y adelantarse hacia dónde quería ir en un inicio, dejando a Sakura callada aunque con las palabras en la punta de la lengua, mirándola irse por un instante.

Agradeciendo que no dijera nada más, la Uzumaki se sintió más tranquila al escuchar que la pelirrosa empezaba a subir las escaleras de nuevo. Quedando parada en medio de las escaleras, miró su reloj, impaciente. ¿Se habría equivocado de número?

– Menuda sorpresa… – saludó Zaku apareciendo tras varios minutos encendiendo un cigarro como si nada, no le importaba que estuviera dentro del edificio. El asqueroso aroma de hierba y humo pronto llegó a la nariz de Karin. – Al parecer tengo más suerte con las pelirrojas que con otras tías. ¿Te pensaste mejor lo de esta mañana, Uzumaki?

– Si te hice venir f-fue... – avisó Karin con asco, intentando no temblar frente al pelinegro, en vano. Era imposible no sentirse acorralada recordando lo que… – Recuerda lo que necesitas, Karin…

– ¿F-f-fue p-p-por qué? – repitió a modo de burla Zaku solo para después soltar una risa a pesar de no contar con nadie que se riera de sus comentarios.

– ¡Me dejaste preñada!… – soltó rápidamente la pelirroja ocasionando que la sonrisa desapareciera de la cara del bully. – Es tuyo. No pienso tenerlo, así que debes darme dinero para…

– Estarás de guasa, hija de perra… – provocó Zaku insolentemente avanzando amenazantemente hacia la Uzumaki que reculó con miedo, casi tropezando al segundo escalón. – Escuchaste que tengo pasta a montones ¿No? Búscate a otro que te salve el culo… A no ser que quieras otra paliza.

– Entonces, le diré a la directora lo ocurrido… No me quedará de otra que hablar con tu padre y… – contestó Karin mirando hacia el suelo. No tuvo tiempo a reaccionar cuando Zaku se acercó a ella y la tomó del cuello y la barbilla violentamente. Empotrándola contra la pared.

– Te crees muy lista ¿Eh? De verdad… ¡¿Crees que te conviene amenazarme, idiota?! ¿Me tomas por imbécil? – siseó entre dientes acercando el rostro hacia el de Karin, el cigarrillo, todavía encendido se encontraba en el suelo del pasillo. – Aiish… Debí haberlo supuesto de alguien como tú, debe venir de familia ¿Tu madre debió ser igual de aprovechada que tú, ah?

Karin jadeó de dolor debido al fuerte agarre, apenas logrando apartar su rostro de la mano de Zaku que sujetaba su cara para obligarla a mirarle. Solo para volver a ser forzada con facilidad. Sintió unas enormes ganas de devolver cuando Zaku acercó la nariz para olerla por el cuello.

– ¿Hace cuanto que no te aseas? ¿Tan guarra eres, Uzumaki? – añadió el Abumi libremente. Quedando después en silencio, al pelinegro no le quedó otra que pensar en lo que podría llegar a pasar si no tomaba el toro por los cuernos. Esto le perjudicaba. Demasiado para su gusto. Volviendo a mirar hacia Karin, maquinó un plan. – Tienes suerte que esté de buen humor hoy. Tendrás la pasta que tanto quieres, a cambio de algo… ¿Te queda claro?

Una lágrima se escapó de un ojo de Karin, quien no gesticuló ni se atrevió a hablar. Eso hizo que Zaku sacudiera su cabeza mediante su agarre. – Dije… ¿Te queda claro?

Karin accedió con la cabeza aún temblorosa.

– A las ocho y media, en Akihabara. Te enviaré la dirección y más te vale que vengas sola, ahí sabrás qué hacer para ganártela. – terminó el Abumi soltando a la Uzumaki mediante un ligero empuje con mala fe y finalmente escupir en su ropa, solo para comenzar a ponerse en marcha hacia donde había venido hasta que recordó algo. – Oh, y más te vale aparecer, porque lo sabré.

Esas palabras eran tan frías como hirientes, no solo amenazantes… Entendió lo que quiso decirle con eso último a la primera.

Sin dejar de temblar, las comisuras de sus labios eran incapaces de permanecer en línea recta. Llegó hasta el punto de que no logró retener el llanto, lo que la hizo colocar sus manos contra su boca para evitar que el mal sabor de boca se le prolongara más todavía. Cuando unos pasos se escucharon provenientes del piso de arriba, se asustó al pensar que tal vez la escucharon, cosa que ocasionó que se echara a correr a los baños de la primera planta con demasiada prisa.


Suigetsu se acarició el cuello para después hacer tronar los huesos de esa zona a la par con los de ambos brazos.

Pedazo día más raro… – meditó mientras resoplaba mientras metía varias monedas dentro de la ranura de la marca expendedora de refrescos, a su vez refunfuñaba del capullo que le quitó gran parte de lo que tenía en su monedero salvo por la calderilla. – Joder, qué cansancio…

El jodido examen del profesor de filosofía había sido tedioso. Si normalmente los exámenes del hombre ya eran largos y encima… difíciles, esta vez lo había sido el triple. Sus preguntas, según algunos compañeros de aula, eran del temario de preguntas que no entró al examen de fin de semestre, sin olvidarnos de los ejercicios comparativos en los que había que redactar…

Debo asumir que este examen lo voy a catear… – pensó Suigetsu clavando de una el extremo de la pajita contra el envase de zumo y rápidamente empezar a beber con hastío.

El partido del equipo de baloncesto acababa de culminar, por lo que era normal chocar con la gente eufórica que salía del gimnasio tras haber presenciado la victoria del equipo del campus. Aunque siendo honesto, debía reconocer que más de uno, lo más probable es que estuviera ahí también para las animadoras, como Sasuke.

Era demasiado desternillante verlo apenas apartar la vista de Haruno, incluso cuando no estaba haciendo nada más que dar brincos y saltos celebrando canastas de su equipo, aparte de bailar diferentes coreos cada descanso tras quince minutos.

Regresando a la entrada del edificio principal, se encontró al Uchiha de camino a la puerta, por lo que sin tardar, se acercó sigilosamente solo para tocar con su rodilla la zona de detrás de la del pelinegro haciéndolo doblar y casi tropezar.

– ¡Au! – se quejó Suigetsu cuando su colega le reprendió mediante una sonora y dolorosa colleja en la parte trasera de su cabeza. – Si que te gusta pegarme, ¿es que por casualidad gozas infligir dolor a loszz? … ¡Au!

– Hn. – musitó simplemente Sasuke satisfecho viendo como el albino se sobaba la zona de los golpes con una mueca de dolor.

– Has hecho que me muerda la lengua… – se quejó el Hozuki pasando su lengua entre ambas dentaduras incómodo.

– Ojalá eso sirva para que te calles de una vez. – dictaminó el pelinegro reajustándose la mochila encima de su hombro. Habiendo dicho eso, caminó hacia su casillero de zapatos se cambió el calzado sin prisa, al igual que el albino.

– ¿No esperas a Haruno? – cuestionó el Hozuki para Sasuke en lo que ambos comenzaban a ponerse en marcha hacia la salida del campus.

Sasuke se mantuvo callado ante la mención de la pelirrosa. Suponiendo que ella estuvo concentrada en su labor de capitana de las animadoras durante el partido, no pasó por alto su extraña actitud reflexiva durante el partido. Podían llamarle raro, atípico, miles de cosas, lo que los demás pensaran de él no le importaba en absoluto, pero casi nadie llegaría a adelantarse a darse cuenta de las veces en las que Sakura no actuaba como suele hacerlo.

Se abstiene a explicarme algo… – afirmó mentalmente el pelinegro con cierta disconformidad. Aun así, debía ser fiel a lo que le dijo esa vez en la playa, que nunca la iba a forzar a explicarle algo… No obstante, eso no quitaba que eso no resultara frustrante.

Ahora entendía como ella se pudo sentir en su momento con él años atrás. Estaba viendo la otra cara de la moneda, cuando él se negaba a incluirla demasiado en temas personales. En ubicarla al culebrón dramático de su familia.

Podía sentir como estaba preocupada por algo y como de ayer a hoy, de la nada, eso fuera más obvio. El detalle que lo era más, era su evasión en responder cualquier pregunta.

– Más que molesta, actuando raro… – murmuró completamente huraño. Quería a Sakura, desde luego, pero preocuparle de este modo…

– ¿Acaso peleasteis? – insinuó burlón el Hozuki, siendo respondido nada más que con otro monosílabo. Quien sabe lo que eso podía significar.

– Está actuando raro. – explicó Sasuke tras un rato en el que ambos permanecieron en silencio, cruzando la calle donde el instituto se encontraba.

– Enhorabuena para llegar a esa conclusión, amigui… – se burló Suigetsu empujando con el codo a Sasuke, quien le respondió con impasibilidad más que costumbre. – Las mujeres siempre actúan raro y hablando de ello…

Siguiendo la mirada del Hozuki, Sasuke se percató de la presencia de Karin caminando en la misma dirección que ellos, aunque enseguida giró hacia la dirección opuesta de la que la llevaría hacia la residencia.

– Ella es la definición de lo que implica actuar raro… – aclaró Suigetsu sin apartar la mirada de la pelirroja.

Viéndola cruzar en la esquina por otra calle distinta, ambos chicos frenaron para verla alejarse, sin ella percatarse de que era observada.

– Más rara de lo usual. – añadió el Hozuki en lo que instintivamente jugaba con el nuevo envase de pomada para labios que había comprado recientemente para ella. – Y no en el buen sentido…

– Aún no habéis hablado. – dijo Sasuke más como afirmación que como duda.

– No. – accedió Suigetsu. – No me escucharía, supongo que sus nuevos amigos le proporcionan toda la atención que quiere.

Sasuke arrugó el ceño ante ese comentario, casi parecía que el Hozuki manifestaba aquello con celos, pero no quería dar por sentado algo sobre una situación que desampara a diversos posibles escenarios tapados con un interrogante. Karin y Suigetsu podían actuar como una pareja matrimonial que se dedica a ser feliz incordiando al otro y a su vez, lo más fácil de asumir, como archienemigos forzados a interactuar basándonos en… Quien sabe a qué, honestamente. Hozuki podía decir que las mujeres eran raras, pero su comportamiento de ahora mismo, también se podría denominar como tal.

– Por si no lo sabías, parece ser que tu novia se disculpó con ella. – dejó caer el albino volviendo a ponerse en marcha junto al Uchiha, quien le miró atentamente en silencio, asimilando esas palabras. – Por cierto ¿A dónde se supone que vamos? ¿Cómo es que Juugo no vino?

Eso no simplemente logró que Sasuke dejara caer los hombros con fastidio ante esa pregunta. ¿Acaso era él una gallina y Sui uno de sus pollitos? ¿Por qué le seguía?

– Voy a casa de Hyuga para un trabajo. – explicó él, a lo que Suigetsu respondió con un "Ah" de manera tontaina.

– Estupendo, pues me apunto. – se animó el Hozuki arrimándose a su colega afeminadamente, algo que el Uchiha estaba acostumbrado.


Apretando su almendrada uña del pulgar entre sus labios con inquietud, Sakura miró de nuevo el teléfono para ver que efectivamente, eran las ocho y cuarto.

Sin querer hacerlo, había terminado por escuchar la conversación de Zaku con Karin, al darse cuenta qué se le había pasado comprarse para ella un aperitivo.

Lo que había descubierto, había sido escalofriante. Esa sensación de inestabilidad persistía en ella a pesar de intentar camuflarlo durante el partido y demás. Eso había sido como un balde de agua fría. Le había cambiado el humor completamente. No había entendido demasiado el contexto de Karin en cuanto a su situación, pero… Tener que escuchar al Abumi someterla mentalmente a ir hasta Akihabara, ese lugar… Su instinto le hacía creer ciertas cosas.

– Por la conversación que tuvieron… – recitó en voz alta sin poder dejar de mover una de sus piernas intranquilamente. Tenía un mal presentimiento.

Intuyendo la preocupación de su dueña al ingresar a la habitación, Shiro no tardó en acercarse y sentarse frente a ella con el fin de recostar su hocico en su regazo. La pelirrosa no tardó en acariciar su suave y peluda cabeza con dulzura.

El can, queriendo animar todavía más a la pelirrosa, se alzó con las patas delanteras para apoyar estas en donde antes estaba su cabeza, para observarla fijamente.

La Haruno devolvió la mirada a su mascota, sin dejar de acariciar su pecho y cuello. Esos bonitos ojos negros siempre la hacían regocijarse de la emoción ante ese nivel de encanto canino. Cada vez de cada se acordaba de lo mucho que había crecido, había pasado de ser un cachorro de la estatura de un Shiba Inu al de un Akita Inu y sin quedarse estancado, seguir creciendo hasta parecer un lobo. Estaba claro que era de raza mixta a pesar de tener el aspecto total de un Akita normal.

Recordando otra vez el día que este la siguió a casa, rememoró el antes y el después. La ayuda y el cariño que se impartieron uno al otro, otorgándose confianza y seguridad, no solo compañía.

– Me salvaste, Shiro… – reconoció en voz alta haciendo que el animal moviera la cola reconociendo su nombre. – Pero quien la salva a ella.

"Deja de forzarte a querer ser amable conmigo, Haruno."

"Puedo ver como ahora todos aparentáis y lo odio. Una ya está acostumbrada a ser tratada así."

Podía entender que Karin le dijera eso. Para ser sincera, no podía reprocharle su actitud y ahora tenía que afrontar de nuevo las consecuencias de sus actos por impulsividad. Se había encargado de difamar y arruinar hasta el fondo, la reputación de la pelirroja. Aunque en cierto momento pensara que ella se lo pudo buscar, le había arrebatado a la joven la oportunidad de encajar en el campus, ocasionando que todo el mundo le diera la espalda y más… Hasta tal punto.

Era culpable. Reconocer eso era lo que se merecía.

Tragando duramente instantes después de recordar de nuevo lo sucedido en ese maldito almacén de coches… Se tensó de golpe.

¿Quién la salva a ella?

Levantándose de la cama con prisas, caminó hasta su armario ya comenzando a desvestirse el uniforme. Se cambió de ropa y se colocó unos leggings negros y una camisa blanca. Encima de esta, una chaqueta roja.

Se retiró con fluidez el maquillaje y se retiró toda la bisutería que llevaba encima, mirándose en el espejo con cierto desdén hacia si misma. Su expresión poco a poco fue cambiando a una más fría, dejando que la ira empezara a apoderarse de ella de nuevo.

Tirando el algodón en la papelera al lado de su escritorio, una vez lista, tomó su teléfono y miró la hora, era tarde. Eso la hizo darse prisa en guardar lo que podría necesitar entro de una bandolera que ató en su cintura.

Mucho temía que tenía que darle a varias personas lo que se merecían. Especialmente a Karin.

– Vamos, Shiro.


– ¿Qué se supone que hago aquí, Zaku? – preguntó Tayuya de brazos cruzados llegando al escondite de su ex. – ¿Qué mierda hace esta aquí?

Al ver a Kin junto al Abumi, su rostro cambió radicalmente. La pelinegra se incomodó, sin tardar en apartar la mirada avergonzada.

– Está porque se lo he pedido. – respondió Zaku incorporándose del respaldo de la ventana, el cual usaba como asiento. Esa prepotencia no le gustó para nada.

– ¿También te obedeció así de rápido cuando te apeteció pedirle que se abriera de piernas para follártela? – comentó Tayuya con recelo y enfado después de chasquear la boca. Kin hizo una expresión similar.

Zaku no hizo más que soltar un bufido de risa ante ese comentario y a su vez giró la cabeza para ver a Kin con burla mientras se acercaba unos pasos hacia la pelirroja.

– ¿Te mataría mucho dejar de… ? – se atrevió a ordenar Kin harta de que su ex mejor amiga se dedicara a verla como si fuera algo peor que un trapo sucio hasta arriba de betún.

– ¿Por qué no vas a lamer una pared, idiota? No te hablaba a ti. – especificó Tayuya con frialdad haciendo que la pelinegra resoplase con exasperación y finalmente empezar a dirigirse hacia el portal metálico para esperar fuera. – Eso es, pírate.

– ¿Qué quieres? – repitió Tayuya harta haciendo que el pelinegro frente a ella se detuviera a aproximadamente dos metros de dónde estaba.

– Traje el coche de mi padre, iremos a dar una vuelta. – dijo Zaku con impavidez forzada, eso se ganó una expresión de burla por parte de ella.

– Paso. – aclaró Tayuya indiferente, Zaku enseguida arrugó la frente ante ese desafío. – Siempre haces lo mismo. Estoy harta. Te tiraste a mi mejor amiga, supondrás que esto ya fue la gota que colmó el vaso y debo hacer mención que no es ni la segunda ni la primera vez que me eres infiel. Quién sabe cuanto tiempo lleváis liados ambos.

– Solo fue una vez, estás siendo dramática. – afirmó él conociendo el juego de hacerse la difícil que la pelirroja siempre realizaba, hoy no sería diferente.

– Lleva a Kin a esa estúpida y cutre cita que tienes planeada si te apetece. Yo tengo otros planes con mi nuevo novio. – esa afirmación eliminó esa sonrisa socarrona del rostro del maleante, no tardó en hacer ver su expresión de enfado. – Sí vine aquí, fue para decirte que dejes de llamarme. De lo contrario, Isamu te dará la paliza de tu vida y no haré nada para impedirlo. No me busques más.

– Heh, fíjate tú… Que esas palabras no son la primera vez que las escucho. – divulgó el Abumi riendo con burla para ocultar su molestia. – ¿Realmente crees que piense que vas en serio con otro tío? Siempre acabas volviendo Tayuya, siempre acabas rogando…

En eso, la puerta se abrió de golpe dónde entraron Kin y otras chicas que Tayuya reconocía de otras veces, a pesar de no ser amigas.

– Lo que tú digas, Zaku. Me largo, no quiero involucrarme más con tus líos. Dejaron de parecerme cruciales desde hace poco. – resumió con desdén la pelirroja dándose la vuelta sin ánimos de decir nada más. Ni siquiera se volteó a ver ni una otra vez para mirar a Kin, quien la veía marcharse en silencio con la misma expresión de antes.

Mirando hacia Zaku, la pelinegra comprobó la expresión del chico que le gustaba y no le gustó para nada lo que vio. No era novedad que él se comportara de este modo con Tayuya. Eran novios desde los catorce, su relación era una montaña rusa llena de rupturas y nuevos intentos. Eso no le importaba para nada a él. Al parecer, para el Abumi, Tayuya era la única chica capaz de tolerarle demasiado en términos genéricos. Razón por la cual él apreciaba, ya que pocas chicas lo veían como alguien atractivo sin haber dinero de por medio como ella. Al menos al principio…

Su orgullo estaba dolido tras perder en cierta manera, era su única amiga aparte de Dosu y Zaku, pero no iba a disculparse. Todo quedó dicho. Le molestaba que aun así, este último decidiera ser persistente con la pelirroja, conociendo de hecho, que esta ahora iba en serio con un tipo de otra pandilla.

Estoy justo delante de ti, imbécil… – meditó con rabia Kin volviendo a cruzarse de brazos, no le gustaba creer que Zaku se enrolló con ella solo porque sí.

– ¿Dónde está tu nueva putita, Abumi? No quiero tener que esperar mucho… – dijo una de las chicas de estatura alta y cuerpo grueso, de peinado corto de estilo punk.

– Está de camino. – dijo Kin cuando al fin Zaku puso los ojos en ella. – Aoi me ha escrito que la ha visto saliendo de la estación de buses ¿Feliz?

– Solo para repasar lo acordado, estamos saldando esa deuda que te debemos, apalizando a una tía que te cae mal… pero ¿Por qué cojones no lo haces tú? Ya sabes… Ahora que ya no tienes nada por hacer. – comentó otra haciendo a las chicas reír, dejando disconforme al Abumi, obviamente desearía darles su merecido, pero luego metería al Sonido, en un nuevo apuro. Estas tipas eran espabiladas, no solo despiadadas.

– Solo háganlo, ¿quieren? Yo no cuestioné ciertos asuntos de ustedes. – respondió Zaku con frialdad, sacando un piti y su encendedor de su chaqueta motera. Solo obtuvo la risa de las chicas, salvo Kin.

– ¿Se puede saber que te ha hecho esa idiota para hacerla venir hasta aquí de noche? – indagó Kin sin lograr ocultar sus celos correctamente.

– ¿Por qué no? – se limitó a decir él dando la primera calada después de lograr encender el piti entre sus dedos.

Alguien entró de golpe al almacén, era un colega de Zaku.

– Los de Ame Gakkuen han amenazado a Satoshi y a Asahi. – anunció el chico con sujetando el teléfono en su mano. – Están peleando en el descampado de Minato, no somos suficientes…

– ¿Y Dosu? – preguntó fríamente Zaku rodando el cigarro con molestia después de suspirar con fastidio. El chico se quedó callado, lo que de por si ya era una respuesta para él. – Ni se os ocurra tocar mi coche.

Hablando declarado esto para las chicas, señaló la puerta para el integrante de su pandilla con el fin de marcharse de ahí en la moto de este. Irían mucho más deprisa.

– Uzumaki está por llegar. – recordó Kin neurótica ante la prisa del pelinegro por irse. – ¿Y te vas?

– ¿Y? Ya sabéis lo que hacer. – dijo Zaku sin molestarse en voltear para decir eso, dejando a Kin pasmada. – No te preocupes demasiado, Tanaka se quedará vigilando afuera y seguramente se unirá una vez ustedes se aburran.

Aproximadamente quince minutos después, Karin llegó al lugar. Entre una multitud de coches prácticamente abandonados, destrozados, sucios y llenos de óxido, ignoró su instinto que le decía que esto era una mala idea, seguía pensando que no le quedaba de otra.


*Exhala con temor solo para seguidamente sonreír forzadamente de oreja a oreja y dar la cara*

Puede que algunos quieran tirarme tomates o más de una enorme variedad de proyectiles por lo que le estoy haciendo pasar a Karin. Por ello me disculpo… Aunque sinceramente, temo más por a quienes les pueda gustar Rin y lo que le hice pasar a ella en los dos últimos episodios (┬┬﹏┬┬)

¿Qué me pueden decir sobre la Nohara? ¿Que puede pasar con Kizashi?

Es un capítulo que envuelve más a Karin, eso se ve de lejos, por eso… ¿Qué creen que pueda ocurrir ahora? Puede parecerles obvio y aun así, me interesa saber vuestras teorías. Así que anímense a opinar, porfis.

Denme un corazón por todas las veces que Sasuke ha abofeteado a Suigetsu, anda~

Ha sido un capítulo algo oscuro a diferencia del anterior. La espera ha sido larga, también. Lo siento.

Aun así… Ya tengo ganas de leer sus comentarios. ¿Algo que les haya captado la atención? ¿Algunas cosa interesante? ¡Deseo saberlo! Acepto toda crítica constructiva.

Muchas gracias por leer.

¡Hasta el próximo!