La Mirada de Santa

- ¡Anda Candy di que sí!, prometemos que te vas a divertir- Le rogaban sus amigas.

- ¡Ya saben! que no tengo ánimos de fiestas- Respondía Candy tomando un sorbo de su taza de café.

- ¡Por favor Candy!, necesitas distraerte, la vida no es solo trabajo y, además, prometemos que solo será una posada sana- Annie y Patty, cruzaron los dedos, escondiéndolos detrás de su espalda.

- Es que no entiendo cuál es la insistencia chicas- La rubia hizo un puchero, y ambas amigas, sonrieron, sabiendo que, con ese gesto, ya la habían convencido.

Annie y Patty, estaban decididas a lograr que su mejor amiga Candice W. Ardley, dejara a un lado esa actitud apática, que tenía hace más de un año.

Su actitud se debía a la ruptura que sufrió, con su primer novio Michael Smith, a quien conoció en una convención.

Candy, se sentía cómoda con Michael. Estaban por cumplir un año de noviazgo, cuando sus ilusiones se vinieron abajo, al enterarse de que Michael, le había sido infiel con su ex compañera de universidad, Karen Kleis, a quien había considerado una de sus mejores amigas.

Ahora solo contaba con la fiel y sincera amistad de sus dos grandes amigas, Annie Brighton y Patty O 'Brian.

Las dos amigas de Candy trabajaban impartiendo clases en un colegio privado. Y sus compañeras de trabajo, habían organizado una posada, a la cuál llevarían a Candy, así fuera arrastrando, ya que estaban ansiosas de ver de nuevo a la amiga alegre y divertida de antes.

Candice de 26 años de edad, era dentista y dueña de una clínica dental particular, donde tenía varios colaboradores.

Su estatus económico, era de un buen nivel, dado a que era hija de una de las mejores familias de Chicago, la familia Ardley.

Sus padres la apoyaban en todo, y aunque hubieran preferido que se uniera a su equipo de trabajo, tal como ya lo hacía su hermano mayor Albert Ardley, manejando los negocios familiares, desearon verla feliz, dándole su privacidad y dejándola hacer lo que más le gustaba.

Tenía su propio departamento, el cual se encontraba en una zona residencial y aunque ella quería buscar uno por sus propios medios, sus padres le pusieron como condición, que le darían su independencia, si aceptaba los beneficios que le correspondían por ser una Ardley.

El día de la posada llegó y Candy se encontraba en su recamara frente a su espejo, revisando su atuendo.

-No sé cómo me deje convencer- Decía Candy alzando la voz.

- Sucede algo, Candy- Dijo una voz tocando su puerta.

- No es nada Dorothy, solo estoy hablando en voz alta.

- ¡Ah, ya me habías asustado!, tus primos Archie y Stear, ya están aquí, junto con tus amigas Annie y Patty.

- Gracias, diles que un momento bajo. ¡Cielos! no sé porque me arreglo tanto, ni que quisiera impresionar a alguien. - Susurraba Candy acomodando sus rizos rebeldes, frente al espejo.

Candy lucía unos jeans pegados a su cuerpo, de vinil, en color negro, con una blusa mangas largas, de seda roja, la cual contaba con una hilera de botones, que se ceñía sobre sus abultados pechos, haciéndolos resaltar en su escote y a su vez se ajustaba a su diminuta cintura. Calzaba unas botas altas en color negro, que marcaban sus bien torneadas piernas, su cabello largo rubio y ondulado, solo estaba sujeto por una tiara roja, la cual hacía que cayera en ondas por su espalda.

- ¡Listo!, espero no haber exagerado en mi arreglo- Se dijo mentalmente, tomó su bolso y salió de su habitación.

- ¡Wow Candy!, luces espectacular- Silbó Archie recorriéndola con la mirada.

- Es verdad amiga - Dijo Annie sonriendo, tomada del brazo de su novio.

- Es verdad prima, te ves muy sex…, digo muy bien, corrigió Stear ante el carraspeo de Patty, quien estaba tomada de su mano.

- ¡Ya basta chicos!, solo porque no traigo puesta mi bata blanca de trabajo ¿se sorprenden?, ya déjense de bobadas y mejor vámonos a su posada, y de una vez se los advierto, no pienso quedarme demasiado tiempo y si se embriagan, tomaré un taxi para regresar sola a casa.

- ¡Si Prima lo que tú digas!, dijeron al unísono, Archie y Stear, guiñándoles un ojo a sus novias, quienes les dirigían una mirada cómplice.

Al llegar al lugar donde se realizaría la posada, Candy se sorprendió, ya que el salón contaba con un escenario, adornado con una bella decoración navideña y mesas que estaban acomodadas, para que el público gozara de lo que parecía sería, un gran espectáculo.

El grupo de amigos, tomó asiento en una de las mesas del centro, pegada al escenario, ya que querían, que su amiga disfrutara al máximo del show.

- ¿Acaso presenciaremos una pastorela en vivo, chicas? - Preguntó Candy algo confundida, ya que no veía algún instrumento, que revelara la presentación de algún grupo musical.

- Algo así amiga, ¡ya lo verás! - Contestaron sonriendo pícaramente Annie y Patty.

Unos minutos más tarde, Candy se percató, que en su alrededor solo había mujeres, las cuales ocupaban, todas las mesas dispuestas en el salón y de que Archie y Stear, ya no estaban con ellas.

- ¡Patty! – Gritó Candy a su amiga, pues la música de fondo, sonaba muy alto y el ruido de todas las mujeres hablando de manera entusiasmada, no dejaban escuchar lo que sus amigas se decían entre sí. - ¿Por qué solo hay mujeres en la fiesta? ¿Y dónde están Archie y Stear?

Annie y Patty, iban a responder, pero su respuesta fue innecesaria, ya que el sonido de unas voces a través de las bocinas, anunciaba el inicio del espectáculo.

La canción Jingle Bels, con demasiado ritmo, se dejó escuchar, los gritos eufóricos y aplausos de las mujeres que se pusieron de pie, hicieron que Candy dedicara toda su atención al frente.

Unos chicos muy sexys disfrazados de Santa Claus, hicieron su aparición en el escenario, bailando al ritmo de la música, con movimientos pícaros y atrevidos, que hicieron sonrojar a Candy.

Annie y Patty, no dejaban de ver a su amiga rubia, quien estaba estupefacta al observar el baile de esos hombres.

Estaban listas para detener a su amiga si hacía el intento de escapar del lugar, ya que, si su amiga huía, todo lo planeado junto con sus novios, se vendría abajo.

Candy se puso de pie, con toda la intención de salir corriendo del lugar, pero la mirada intensa de uno de los Santa Claus que formaba parte del espectáculo, llamaron su atención.

El joven de ojos azul zafiro, le dedicó una sonrisa de lado, y susurró entre labios un: ¡Hola! guiñándole un ojo.

Candy no supo porque, pero su reacción fue sonreírle aquel hombre, que la había dejado impresionada.

Annie y Patty se miraron emocionadas, ante la reacción de su amiga.

El Sexy Santa, se acercó a la orilla del escenario, para ofrecerle la mano, a esa linda rubia e invitarla a subir con él, mientras ella lo veía fijamente, con labios entreabiertos.

Candy se puso nerviosa e intentó retroceder, pero Annie le dio un empujón hacia adelante, para que, de esa manera, el chico pudiera alcanzar la mano de su amiga, y hacerla subir con él.

Los gritos de las chicas del público, sonaron con mayor intensidad, mientras presenciaban, como uno de los Sexy Santa que ofrecían el show, tomaba de la cintura a la chica que estaba arriba del escenario, bailando con él y la pegaba atrevidamente a su cuerpo, moviéndose al compás de la música, la cual había cambiado, a una dispuesta, para que la pareja gozara de su baile.

Candy estaba temblorosa, ante la mirada que le dedicaba, ese chico disfrazado de Santa, y su piel se erizaba ante el contacto de las manos del sexy joven, que tomaban delicadamente su diminuta cintura.

El joven fue más atrevido y en un movimiento rápido, tomó por las nalgas a la rubia, para cargarla en brazos, haciendo que, de esa manera, las piernas de ella, rodearan la cintura del Sexy Santa, mientras él se movía lentamente de manera muy sensual.

Candy se dejó llevar por una extraña sensación, pero muy placentera, sintiendo como algo palpitaba en su parte baja, comenzó a sentirse muy acalorada, mientras los ojos de su acompañante, se oscurecían de deseo. Las mejillas de la rubia se ruborizaron, al sentir, como una parte del cuerpo de ese bello chico, despertaba ante el roce de su contacto.

Por un momento creyó estar envuelta en una burbuja, y se sorprendió, al imaginarse lo que ese guapo chico, podría hacerle, estando a solas.

Cerró los ojos, rogando que no fuera otro de sus atrevidos sueños, pero los gritos y chiflidos del público, la hicieron regresar a la realidad.

Abrió los ojos, y al verse en esa posición tan comprometedora, se removió molesta entre los brazos del joven.

- ¡Bájeme ahora mismo! – Le gritó Candy furiosa.

El chico se desconcertó, ante la actitud de la bella rubia, pues no podía creer el cambio repentino de la chica, había sentido que estaba tocando el cielo, y ahora estaba sintiendo como ardía su mejilla, ante la bofetada que le había propinado, la que había sido hacia tan solo unos segundos atrás, la mujer que lo hizo estremecer.

Candy bajó de manera apresurada el escenario, y sin mirar atrás salió corriendo del lugar.

Los abucheos del público se dejaron escuchar, cuando el Sexy Santa, que bailaba con la rubia, arrojó de manera molesta su gorro al suelo, y abandonó el escenario.

Ante el disgusto del público, la música cambió, con: Everybody de Bsb, haciendo que de esa manera los demás Sexy Santa, animaran al público, bailando atrevidamente.

- ¡Candy! - Gritaron Annie y Patty, corriendo detrás de su amiga.

- ¡Déjenme sola, por favor! - Contestó Candy con voz llorosa, mientras hacia la parada a un taxi, que afortunadamente pasaba por el lugar.

- Pero Candy ¡no te puedes ir así!, ¡déjanos explicarte! - Le decían, mientras veían como su amiga subía al taxi y se alejaba.

Annie y Patty, regresaron al salón, en busca de sus novios, a quienes encontraron discutiendo, con quien hace unos pocos minutos, había sido el Sexy Santa que bailaba con su amiga Candy.

- ¡Terry! No te pongas así – Decía un apenado Stear a su amigo.

- ¿Y cómo quieres que me ponga? ¿Te parece bien, haberme engañado, diciéndome, que participaría, en una pastorela benéfica, para niños de una casa hogar? ¡Por favor! No sé ni cómo no me fui antes de darme cuenta, del tipo de espectáculo que se trataba.

- ¡No parecías molesto, bailando con Candy! - Mencionó Archie, en tono burlesco.

- ¿Se llama Candy?, ¿Qué sabes de ella?, ¡dime! – Cuestionó Terry de manera impulsiva, sujetando a su amigo Archie por las solapas de su saco.

- ¡Ey calma Terry!, te la presentaré si quieres, pero antes debes calmarte, no me hagas pensar que estoy cometiendo un error en presentarte a mi querida prima. - Respondió Archie, acomodándose su ropa, después de que Terry lo soltara.

Terry respiró profundamente y dejó que los chicos, le hablaran sobre Candy, estando presentes Annie y Patty, ya más calmadas, viendo como habían conseguido, que la persona, que querían para pareja de Candy, había pescado el anzuelo.

Terrence Grandchester Baker, era hijo único de la famosa actriz Eleonor Baker, y heredero del poderoso Richard Grandchester, dueño del corporativo Industriales Grandchester, empresa dedicada a la producción y fabricación de partes automotrices, y a su vez dueños de varias agencias automotrices, distribuidas nacional y mundialmente.

Terrence decía no tener tiempo para el amor, así se los había hecho saber a sus amigos y ex compañeros de universidad. A quienes conoció en la universidad de Oxford Inglaterra. Stear y él compartían la misma carrera Ingeniería Industrial, mientras Archie se decidió por Administración en Finanzas.

Una vez terminadas sus carreras Archie y Stear Cornwall, viajaron a América a la residencia Ardley de Chicago, para después mudarse y establecerse en New York, junto con su prima Candy.

Los Cornwall, conocieron a sus ya ahora respectivas novias: Annie Brighton y Patricia O 'Brian, gracias a Candy, es por eso que, querían agradecer a su prima Candy, ayudándole a encontrar a su verdadero amor, el cual creían, podría ser su amigo Terry, ya que el anterior novio de su prima, Michael Smith, la había dejado algo deprimida, después de su engaño y renuente a abrir de nuevo su corazón a un nuevo amor.

Terrence Grandchester, tenía menos de un año, viviendo en New York, asumiendo el puesto de presidencia, al cual lo había asignado su padre, en la compañía de esa ciudad.

Así que los hermanos Cornwall, decidieron planear un encuentro entre su amigo y prima, ya que sabían que ninguno de los dos, aceptaría una cita a ciegas.

Terry afirmaba que el amor no era para él, pero ellos sabían que eso no era cierto, pues su amigo, era muy codiciado por las mujeres, debido a su gran atractivo físico y aunado a eso, su poderoso estatus económico.

El primer encuentro no salió como esperaban, pero al menos, su amigo Terry quedó interesado en su prima testaruda.

Una semana después, del evento, Candy se encontraba trabajando, en su consultorio de la clínica dental, cuando su conmutador sonó.

- Si, dime Megan-

- Doctora Ardley, su ultimo paciente ha llegado.

- Esta bien Megan gracias, hazlo pasar.

Candy se disponía a preparar todo, cuando un joven sin decir palabra alguna, se acomodó en el sillón dispuesto para el paciente.

- Buenas tardes, dígame ¿en qué puedo ayudarlo? – Candy preguntó sin mirar al paciente, ya que estaba acomodando el material para la revisión.

- Verá Doctora Ardley, traigo un fuerte dolor de muela.

- ¿Hace cuánto siente dolor? – Continuaba preguntando Candy, sin dirigirle la mirada a su paciente, ocupada aún en sus herramientas de trabajo.

- Fue hace más o menos una semana. Me encontraba bailando con una linda rubia pecosa, cuando por un impulso, tuve el atrevimiento de excederme en los movimientos de baile con ella, por lo que me abofeteó la mejilla izquierda, y creo que tiene la mano muy pesada, ya que, desde entonces, la muela no deja de dolerme, y ese dolor a su vez me atraviesa llegando directo al lado de mi pecho. – Explicaba Terry colocando su mano justo al lado del corazón, añadiendo a su voz un tono dramático.

Candy se giró lentamente, para ver de frente a su ahora paciente, quien la miraba con esos bellos ojos color del mar, que la habían impresionada desde aquella vez, y que aún no podía sacarlos de sus sueños y cabeza.

- Pero ¿qué hace usted aquí? – Preguntó Candy nerviosa y a la vez molesta, dirigiéndose a la puerta, intentando de esa manera huir de él.

Pero Terry fue más rápido y antes de que ella saliera, se colocó frente a la rubia, cerrando con su espalda la puerta y sujetando la mano, con la que Candy intentaba abrir.

- ¡Por favor!, no huyas otra vez, dame la oportunidad de disculparme. Desde ese día, no he dejado de pensar ni un segundo en ti, y me gustaría que aceptaras salir conmigo. ¿Qué dices aceptas una invitación a cenar? Prometo, que esta vez, me portare como todo un caballero. – Le suplicaba Terry, sin soltar su mano.

Candy lo miró desconfiada, pero el guiño que le dedicó Terry y esa sonrisa de lado, la cual le hacía temblar las piernas, la desarmó.

- Esta bien – Contestó Candy dudando un poco, otorgándole una oportunidad a ese guapo hombre, de mirada profunda y avasalladora, ya que, también tenía curiosidad de conocerlo.

Terry invitó a Candy a cenar a un bello restaurante, la rubia quedó impresionada ante las finas atenciones de aquel hermoso hombre, y disfrutó gratamente de su compañía.

Al terminar la cena, Terry llevó a la rubia su departamento y la acompañó hasta su puerta.

- ¡Gracias!, por hacerme pasar, una hermosa velada pecosa – Terry se inclinó un poco para dejarle un suave beso en la mejilla de la rubia.

Candy sintió arder su piel, ante esa caricia, quedándose sin palabras, mientras veía como Terry se alejaba y subía a el elevador, dedicándole una dulce sonrisa de despedida.

Los días fueron pasando, y Candy, recibía todos los días en su consultorio un detalle de Terrence Grandchester, y ella le agradecía, con mensajes vía telefónica, a los cuales, Terry respondía de inmediato, con una llamada telefónica, compartiendo ambos así, sus actividades del día.

Las citas se siguieron dando continuamente, fortaleciendo entre ellos una relación más formal.

Un día antes del día de nochebuena, los jóvenes amigos, Archie, Stear y Terry, organizaron una cena especial para ese día, en el departamento de los Cornwall, donde tenían preparada una sorpresa, para sus respectivas parejas.

Habían decidido pasar con sus parejas la nochebuena y viajar a Chicago, hasta fin de año, para festejar año nuevo con sus familias, teniendo planeado invitar a Terry.

Annie y Patty, pasaron por Candy a su departamento, para llegar las tres juntas, a casa de los Cornwall, donde los dos hermanos, junto con su amigo Terry, ya las esperaban ansiosos.

Al llegar, las bellas amigas, tocaron el timbre de la puerta, y unas voces desde el interior, les dieron el acceso.

Una vez dentro del lugar, las luces se apagaron, y una música algo rítmica y sensual se dejó escuchar.

Candy, Annie y Patty, quedaron boqui abiertas, al ver como tres hombres disfrazados de Santa Calus, hacían su aparición y bailaban de manera muy provocadora, acercándose, cada uno a ellas.

Cuando las chicas descubrieron de quien se trataba, se dejaron guiar con confianza por ellos, y correspondieron, a sus movimientos de baile, pegándose divertidamente a el cuerpo de los encantadores y atrevidos Santa.

Terry apartó un poco a Candy, para susúrrale algo a su oído:

- Doctora Ardley, ¿tendría el honor de aceptarme como su novio? – Terry la miró fijamente a los ojos, esperando por su respuesta.

Candy sonrío emocionada, y respondió enseguida.

- Como decir que no, a La Mirada de Santa, ¡siiii acepto! – Le gritó colgándose de su cuello.

Terry buscó los labios de Candy, los cuales deseaba probar, desde que la conoció, y los saboreó lento y delicadamente, por un largo tiempo.

La pareja enamorada, tuvo que separarse, por los aplausos y gritos de emoción de sus amigos, quienes muy gustosos, los felicitaron.

Fue una divertida noche, donde las tres parejas, compartieron, una rica cena, regalos y entretenidas anécdotas.

Candy y Terry, estuvieron siempre abrazados, tomados de la mano y besándose en cada oportunidad.

Al sonar las campanas que anunciaban la navidad, cada pareja, se abrazó fuertemente, deseándose con un apasionado beso: FELIZ NAVIDAD.

FIN