Los rumores de las muertes inexplicables que siempre terminaban siendo, Raquel y el hermano de Joakim, Nikola Hazić, empezaron a investigar los casos que estaban cerca del norte de Tokio. Nerima. Aquellas estrechas calles llenas de casas de estilo tradicional japonés encontraron otro cuerpo pero este, a diferencia de los anteriores cadáveres, tenía muestras de violencia.
—¿Qué es esto? — Nikola olió el aire —. Huele a sangre.
—Es verdad — Raquel olfateó el aire —. Huele a sangre, tienes razón.
—Lo mejor que debemos hacer es seguir el rastro — mencionó el muchacho.
Ambos jóvenes siguieron el rastro de aquel olor a sangre el que poco a poco se empezó a desvanecer por culpa de la lluvia hasta casi desaparecer pero estaba cerca, y el olfato de los dos estaba en lo correcto, un auto lujoso se detuvo frente a una casa tradicional parecida a un dojo de artes marciales de él descendió una pareja y entraron a aquella casa.
—Tenemos a nuestros sujetos — mencionó Nikola sacando unas fotos —. Vamos a avisarle a los jefazos.
Los dos volvieron a su automóvil y se marcharon del lugar sin levantar demasiadas sospechas pero es obvio ya que no cualquiera manejaba un Mercedes Benz CLK-200 en un país lleno de Mazda, Toyota o Suzuki. La mirada de aquellos que habían en la casona se detuvo en aquel auto pero aunque les parecía extraño, ciertamente, podrían dejarlo pasar y hacer de cuenta que eran extranjeros.
(...)
Naomi ya llevaba rato tratando de hablar con la madre de Inuyasha vía telefónica pero el caso era que siempre la envían a buzón de mensajes de voz, abrió el WhatsApp y le escribió, nada. No la habían bloqueado y de eso estaba segura ya que la foto de Izayoi con Inuyasha en un zoológico de Hokkaido le seguía apareciendo en su celular.
—¿Nada que responde? — preguntó Inuyasha a Naomi —ha de estar en una reunión. Yo le escribo a mi padre ahorita, créame señora Higurashi...
—No sé... Es muy raro ¿qué clase de madre deja a su hijo solo?
Aome tosió desde el baño y Naomi se sintió aludida pero igual pudo disimularlo muy fácil, en un último intento le marcó a Izayoi consiguiendo los mismos resultados con el teléfono enviándola a buzón. Ya hastiada con esa situación dejó el celular sobre la mesa, luego del baño su hija salió con una pijama rosa con diseños de gatos.
—Está la habitación de mis padres, la mía y la de Sota — Aome se terminó de cepillar sus colmillos —. O también está la de huéspedes.
—¡Cielos tu casa es un palacio! — exclamó el hanyō avergonzado —. Creo que... no sé si pueda quedarme.
—No seas tonto — Aome se le acercó —. Ya hemos dormido juntos tú y yo
Tras las ollas colgadas de la alacena supuso, Naomi, que finalmente su esposo había llevado a su hija a aquel lugar en Gunma. Se percató que Aome e Inuyasha estaban demasiado juntos dando síntomas de que los dos empezaban a estar atraídos el uno por el otro.
—¡Ya te dije que es...! No quiero molestar — masculló el hanyō.
—¡Feh! Por favor, si quieres puedes dormir conmigo ya que no eres un pervertido — ella se rascó detrás de la oreja con su pie derecho.
—Te comportas como un perro — Inuyasha lo reconoció —. Se me hace lindo eso, bueno es porque me gustan los perros.
—Ah ya veo — Aome sonrió tranquilamente.
—Por cierto el próximo mes hay un festival, por la semana de Halloween ¿no te gustaría acompañarme?
Las mejillas de la hanyō de sonrojaron al oír esas palabras de aquel muchacho en quién ella confiaba con todo su ser, no dudó ni un segundo en aceptar la invitación a aquel festival de halloween en el próximo mes.
(...)
La junta directiva de Hashira Corp en Tokio se reunió y mediante una videollamada contactaron con las otras doce sedes que tenían alrededor del mundo: Estocolmo, Estambul, El Cairo, Nueva York, Ciudad de México, Bogotá, Sydney, Bangkok, Buenos Aires, Londres, Johannesburgo y Bucarest.
Si bien las áreas más afectadas por las muertes inexplicables han sido especialmente en el Sudeste Asiático, y ahora se reportaron dos casos en Corea del Sur, todas las sedes de la compañía debían estar al tanto por si en determinado caso se llegan a presentar casos en las sedes de Hashira Corp.
—Qué gusto verlos de nuevo verlos aquí reunidos — Hiroyuki habló primero —. Con los recientes casos hemos tenido dificultades, no hay muestras visibles de violencia.
De pronto la puerta se abrió violentamente dejando entrar a Sayuri y Joakim emparamados por la lluvia, el silencio tenso que había allí en dónde Kirinmaru y Zero e incluso Irasue, Izayoi y el mismo Toga. Los dos hanyōs se acercaron al computador y miraron a la cámara.
—Señores jefes de las sedes en todo el mundo tengo una noticia hemos encontrado indicios de magia negra en los cadáveres — informó Joakim.
—En el Japón de la era Heian existían personas capaces de usar la magia — Sayuri empezó a exponer su punto —. Eran conocidos como Onmyojis. Se especializaban en magia y adivinación, eran protegidos por la corte imperial durante ese periodo. Posiblemente existan en esta era Reiwa. Su modus operandi es hacer un ataque en lugares donde hay mucha gente para no alertar a las autoridades.
—¿Cuánto tiempo tenemos? — el jefe de la sucursal de Londres preguntó.
—No es cuestión de cuándo sino de dónde, Doyle — Hiroyuki mencionó sin exaltarse —. En las próximas semanas se hará un evento de talentos en la ciudad, además próximamente habrá un evento masivo, el halloween de este año y la navidad así como también son los juegos olímpicos del próximo año. Les sugiero, caballeros en especial ustedes dos Zero y Kirinmaru. Y todos nuestros honorables invitados les sugiero incrementar toda la seguridad de sus respectivos países.
Los dos hermanos miraron a su amigo preocupados por lo que fuera a suceder en las próximas semanas, el de cabello rizado miró a Hiroyuki y luego a Toga. Se puso junto a ellos tres, dándole la espalda a todos los presentes mirando la ciudad y el fuerte aguacero que caía en la urbe.
—Hace tiempo que teníamos un conflicto a gran escala — Toga mencionó sereno.
—Desde lo que ocurrió en la era Taisho con esos demonios — Zero mencionó.
—Me refiero a lo que ocurrió hace quinientos años, cuando nos peleamos por unas perlas inútiles — Hiroyuki mencionó sin exaltarse —Irasue, tengo una misión especial para usted.
—¿Tú dándome órdenes? — la aludida se rio en voz baja —. Para que adoptes un semblante tan serio es porque realmente es importante.
—Exactamente — el pelirrojo sujetó su espada, Yamakajimaru —. Necesito que le des a Sesshomaru el colmillo explosivo.
—Pero papá, ¿que pasará con Aome? — Sayuri se acercó a su padre —. Inuyasha, los amigos de él e incluso Koga o Ayame.
El semblante tan serio que Hiroyuki Higurashi había adoptado fue apaciguado por la voz de su hija mayor, era cierto que el asunto estaba poniéndose muy delicado especialmente con el asunto de esos ocultistas que muy posiblemente posean criaturas sobrenaturales bajo su mando.
—Taisho — Hiroyuki lo miró —, ¿qué dices que los pongamos a trabajar luego de que se gradúen este año?
—Tengo una mejor idea — Kirinmaru mencionó con calma —. Sé cómo es el clan Inu, es decir, los Youkai perros. Inu no Taisho, Inu no Kimi, Inu no Yuki e Inu no Yama... pueden simplemente decirles a sus hijos que necesitan de su ayuda.
Hiroyuki y Toga lo miraron con furia contenida en sus miradas, Zero se llevó la mano a la cabeza mientras que Joakim le tiraba cuánta chuchería encontraba en la mesa de trabajo, entre estos un vaso de café vacío y un borrador.
—¡Ni de chiste! — Hiroyuki lo miró furioso.
—Estás loco, Kirin — Taisho lo ignoró.
—¡Idiota son niños! — Zero le gritó.
—¡Sólo decía! — Kirinmaru se defendió.
—¿¡Y crees que voy a permitir que mi querida hermana Aome tome esa responsabilidad!? Está demente, señor Kirinmaru — Sayuri quería pegarle un puñetazo y Zero le cumplió su capricho con un coscorrón —gracias, señorita Zero.
—A veces es insoportable — murmuró la albina.
Irasue observaba con suma indiferencia la discusión de ellos, ella en su gran casa tenía al colmillo explosivo de su hijo Sesshomaru. De repente Izayoi entró a la sala de juntas preocupada por algo, Irasue ni siquiera se dignó en observar a aquella mujer a los ojos.
—¡Toga, necesito que vengas! — exclamó la humana.
—¿Qué ocurre, mujer? — preguntó el mencionado.
—Inuyasha está en casa de la niña Higurashi — Izayoi estaba histérica.
Hiroyuki, con la despreocupación que lo caracterizaba, la miró confundido.
—¿Y qué tiene de malo? — bebió su café —. ¡Carajo está helado!
—Es que... — Izayoi no encontró argumentos.
—¿Lo ves? Ellos estarán bien — Hiroyuki sonrió tranquilo —además Naomi jamás dejaría que le pasara nada a nuestra hija y mucho menos a tu hijo, Izayoi.
