Capítulo 47.

Se escuchó la marcha nupcial, y todos dejaron sus conversaciones para después, viendo cómo Haruka tomaba su lugar y al dado de ella su hermana, las damas hicieron su entrada y ahí estaba ella, la novia había llegado del brazo de su hermano y no podía verse más hermosa.

Continuará…

Habían conseguido un juez desde Tokio para que oficiará la ceremonia, era el mismo que había casado a Natsuki y Shizuru, Saeko no había perdido el tiempo buscando quien pudiera casar a sus retoños, así que ahí estaban, Darien le había entregado a Michiru y le había pedido que la cuidara, después de todo ella, era de la poca familia que le quedaba al pelinegro.

La ceremonia dió inicio y el juez comenzó diciendo el porque estaban todos reunidos, algunas palabras a la pareja y demás cosas que la feliz pareja se perdió por estar inmersas la una en la otra, se habían perdido de todas las palabras que había dicho el juez por estarse admirando, pero es que no las podían culpar, durante la semana previa a la boda, no se vieron ni una sola vez, la última vez que se vieron fue durante la fiesta de bienvenida de Natsuki y Shizuru, de ahí en más, Saeko las había tenido a ambas lo más posible de la otra.

- ¿Kuga Haruka, aceptas a Kaiō Michiru como tú esposa? – cuestionó el juez con una sonrisa a la pareja frente a él.

- aceptó. – respondió la rubia con seguridad, sin dejar de ver a su casi esposa.

- ¿Kaiō Michiru, aceptas a Kuga Haruka como tú esposa? – cuestionó ahora a la chica aguamarina.

- si, aceptó. – por fin, por fin estaba unida al amor de su vida, Kami, no podía creer que estuviera ahí, después de todo lo que había pasado.

- bien, entonces por el poder que fue conferido en mi por el gobierno japonés, las declaro, legalmente unidas en matrimonio. – terminó el juez con una sonrisa. – les presento a la señora Kuga y a la señora Kuga, puede besar a su esposa. – instó el juez iniciando una ronda de aplausos para la nueva pareja.

Después de eso, todos los asistentes dejaron sus asientos para acercarse a la nueva pareja y dejar sus buenos deseos para su matrimonio y por que no, alguno que otro consejo para después de la fiesta; después de las felicitaciones el juez les dio los documentos de su matrimonio y se retiró, al parecer tenía otra ceremonia y no podía quedarse más tiempo para celebrar, las chicas los tomaron e intentaron pagar sus honorarios pero éste les dijo que ya habían Sido cubiertos por la matriarca Kuga, las chicas solo sonrieron y le agradecieron, alguien del servicio de la villa Kuga fue la encargada de acompañar al juez hasta su auto para despedirlo.

De regreso en la fiesta, todo marchaba bien, Saeko, junto con Shizuru y Setsuna estaban al pendiente de todo y de que no faltará nada, querían que las chicas solo se concentran en divertirse, así como habían hecho Shizuru y Natsuki en su día, además bastaba ver la sonrisa que las chicas tenían en su rostro para darse cuenta que su esfuerzo si estaba valiendo la pena; todas las chicas estaban ahí, una muy animada Mina que no perdía el tiempo con algunos de los amigos de las novias que habían venido desde Italia, Lita que al igual que Mina estaba con los italianos, Rei que estaba con Nicolás, al fin se le había hecho al chico que el padre de la pelinegra les diera el si para formalizar su compromiso, claro hubo condiciones para esto pero los chicos estaban felices, Ami había llevado a un colega del hospital donde estaba trabajando y se veía muy feliz, Serena ya tenía una pequeña pancita que demostraba su estado actual y se veía radiante, muy hermosa y Darien muy feliz y orgulloso, su familia estaba creciendo.

La fiesta estaba saliendo a pedir de boca, las novias se divertían y los invitados también estaban disfrutando de todo; en algún momento de la velada, las novias habían bailado su canción favorita y la fiesta había dado inicio justo después de la cena, para este punto de la velada, Shizuru, Saeko y Setsuna se habían dado ya su merecido descanso y ahora disfrutaban de la fiesta; Natsuki y Shizuru estarían a cargo de la empresa mientras Haruka y Michiru disfrutaban de sus tres semanas de luna de miel, que había sido un regalo por parte de los padres de la rubia, con la esperanza que en ese lugar pudieran conseguir a su primer nieto, pues los mayores de los Kuga, no daban un paso en falso y seguían con la presión para tener nietos.

Las HiMe's se habían vuelto otra parte de la familia y no podían faltar en la celebración, Nao con Nina, su relación iba muy bien, pero Midori no perdía oportunidad para molestar a la peli-rosa con las similitudes entre su ahora novia y la Kuga menor, Sakura y Yukino seguían juntas y pensando en ampliar la familia, cosa en la que Saeko les estaba ayudando, Mai estaba ahí también con Mikoto, se habían ido a vivir juntas hacia poco y la pelinegra estaba más que feliz con ese hecho, ella seguía estudiando la universidad, mientras Mai administraba su restaurante con la ayuda de su hermano y su cuñada, quien lo iba a decir, ella que solo creía tenía a su hermano, ahora tenía una novia, una cuñada y muchas hermanas, algo locas, pero eran su familia.

Había llegado la hora de despedir a las recién casadas, era tiempo que fueran a tomar su vuelo privado, cortesía del hermano de la aguamarina que no se quería quedar atrás al contribuir con la boda de su hermana, las chicas habían ayudado a quitarse el vestido de novia y ponerse algo cómodo para el vuelo que iban a tener, gracias a sus suegros iban a Jamaica, nunca había ido a Jamaica y de acuerdo a lo que le había dicho Haruka ella tampoco, pero era una suerte que ambas manejaran muchos idiomas, entre ellos el inglés, que era el idioma oficial, se quedarían en un hermoso hotel que los padres de la rubia habían seleccionado.

Michiru bajó y se despidió de su hermano y su cuñada, después hizo lo mismo con Shizuru y por supuesto de Saeko que se había convertido en una madre para ella y no había dudado en ayudarla con el vestido, los preparativos de la boda y uno que otro consejo para esa noche, al principio la aguamarina pensó que la matriarca Kuga lo hacía solo por Haruka, pero en realidad la peli-azul mayor lo hacía por ella, porque se preocupaba y porque quería hacerla sentir cómoda y bienvenida en la familia.

Después de las despedidas, las recién casadas se subieron al auto que los llevaría hacia el aeropuerto donde su vuelo privado ya las esperaba para llevarlas a su destino, mentirían si dijeran que no estaban nerviosas, desde el fin de semana que tuvieron libre por llamarlo así, no habían tenido oportunidad de estar a solar y tener intimidad, así que ese había sido su primera y última vez por ahora, ya que con todos los preparativos de la boda, la empresa y todo lo demás, no había tiempo para nada más; ahora sólo tocaba esperar que el vuelo terminará, eran aproximadamente trece horas de vuelo y lo único que querían hacer era dormir para estar frescas cuando llegaran a su destino, ya que por la diferencia horarios posiblemente llegarían a una hora muy temprana y no querían desperdiciar ningún día de su luna de miel, si bien era una lastima que su primera noche la pasarán en un avión, sabían que sacarían provecho de todos los días que tendrían libres.

Como habían predicho las chicas arribaron a Jamaica a las dos de la tarde, por suerte habían descansado lo suficientemente y estaban muy bien, aunque un poco cansadas por el vuelo, no es como que tuvieran mucho que ver estando ahí; el auto que habían contratado para su estancia ahí ya las esperaba, el chófer ayudo a Haruka a subir sus maletas el coche y después emprendieron el viaje hacia el hotel, el chófer se tomó el atrevimiento de llevarlas por un pequeño tour antes de llevarlas directo al hotel, las chicas habían agradecido el tour y quedaron maravilladas con el hotel, como habían visto las habitaciones estaban sobre el agua, solo un pequeño muelle las conectaba con tierra firme; se registraron y fueron llevadas a su habitación; la habitación era hermosa, tenía una pequeña piscina, una terraza donde podían salir a tomar el sol, el baño era espacioso y tenían hasta una tina donde se podían relajar, otra cosa que notaron era que su habitación era la más alejada de todas las demás para darles la debida privacidad, al pasar a la habitación notaron una cama tamaño King que se veía bastante confortable, tenían una televisión, una pequeña mesa donde podían tomar el desayuno sin salir de su habitación, un closet, tocador y acceso a internet, sin lugar a dudas su luna de miel sería increíble.

Terminaron de desempacar y Haruka no perdió el tiempo para tomar a Michiru y llevarla a la cama con ella, era su luna de miel y no la iba a desaprovechar; lo que comenzó con besos en los labios las había llevado a estar deseosas y jade antes ahora mismo, la mano de Haruka había comenzado a explorar bajo la blusa que llevaba Michiru no había perdido el tiempo en encontrar sus pechos, Kami, como adoraba los pechos de su mujer… su mujer, que bien se escuchaba eso, ahora sí podía decir que lo era, tanto en la intimidad como en lo legal, Michiru era su mujer y no podía estar más feliz por eso.

La exploración de Haruka no había pasado ahí, después de masajear los pechos de su esposa, de dispuso a quitarle la blusa y el sujetador, quería verla, además el calor justo ahora era insoportable, terminó de retirar las prendas de Michiru y la aguamarina no se quiso quedar atrás.

- tienes demasiada ropa mi amor. – habló la aguamarina separándose un poco de su rubia esposa.

- y ¿Piensa hacer algo al respecto señora Kuga? – cuestionó la rubia con una sonrisa viendo a su esposa.

- esperaba que dijeras eso, mi amor. – respondió Michiru, para después irse sobre la rubia y sin ninguna delicadeza quitar las prendas superiores de su rubia. – ahora sí estamos en igualdad de condiciones.

- no planeo que nos quedemos así mucho tiempo. – declaró la rubia con una sonrisa coqueta.

- no espero menos de ti amor y a juzgar por lo que veo en tus pantalones… estás más que lista para mí. – no sabía que le pasaba, pero en la intimidad con la rubia no tenía ningún filtro en sus palabras o sus deseos, si quería algo lo pedía sin pudor alguno.

- la rubia se había quedado callada después de eso, Natsuki le había platicado lo que ella y Shizuru habían pasado en su luna de miel por no tener cuidado y no quería que eso les pasará a ellas, no era el momento adecuado pero tenían que hablar. –

- ¿Dije algo malo? – cuestionó la oji-azul al ver que rubia no decía nada y se quedaba callada.

- no mi amor, perdón, solo recordé algo que hable con Natsuki y quisiera que me escuches por favor. – rayos que mal momento para ponerse serios, su miembro quería salir, pero tenía que mantenerlo fuera de esto hasta que su conversación terminará.

- parece algo serio. – respondió Michiru sentándose en la cama y cubriendo sus pechos. – te escucho.

- Haruka le contó lo que Natsuki le había dicho, pues si bien si habían hablado sobre tener hijos, no habían discutido cuando. – yo estoy bien lo que sea que tú decidas amor, no te reprimas en decirme lo que realmente quieres.

- si quiero llevar a tus hijos Haruka, pero no creo que en este momento sea conveniente, tu tienes las responsabilidades de la empresa y yo quiero seguir en el laboratorio ¿crees que podríamos esperar un poco más para hablar de cuando sería un buen momento? – Kami, claro que quería hijos y más si eran de Haruka, ese era su sueño, pero justo ahora quería disfrutar de su matrimonio.

- lo que tú digas mi amor. – sabía que no era un no, ambas querían lo mismo justo ahora, esperar un poco y disfrutar de su matrimonio, siendo solo ellas dos.

- ¿Entonces? ¿en qué estábamos? – cuestionó Michiru mientras empujaba a Haruka a la cama y se subía a horcadas sobre ella haciendo que sus centros se tocaran. – oh, ya lo recuerdo. – dijo mientras comenzaba a mover sus caderas de adelante hacia atrás moliendo su centro contra el miembro de la rubia.

- Kami, Michiru, te necesito, pero primero debo de ir por un condón. – debió de haberlo acercado antes de comenzar todo eso, ahora tenía que parar de nuevo.

- no, no mi amor, no lo necesitaremos. – respondió Michiru con una sonrisa, si bien no habían hablado acerca de los hijos, ella había ido con su ginecóloga y se había informado antes de irse a su luna de miel, pues no quería correr ningún riesgo y estar preparada para lo que ella y su viento decidieran.

- ¿Qué quieres decir? – cuestionó confundida, pues si bien se moría por estar dentro de Michiru sin ninguna barrera acababan de acordar que por el momento no querían hijos.

- fui con mi ginecóloga amor, me dió la pastilla del día siguiente para la primera noche y me dió un tratamiento de inyecciones para veinticuatro horas después, así que no lo vamos a necesitar. – explicó la aguamarina con una sonrisa. – así que continuemos dónde estábamos por favor.

Después de eso no se dijo más, Michiru continuó besando a su ahora esposa, mientras seguía moviendo las caderas, las manos de Haruka no se habían quedado atrás y se habían posado sobre el trasero de Michiru para ayudarla a moverse mejor; en algún momento la ropa de ambas desapareció por completo, Haruka se estaba tomando su tiempo para admirar y probar cada parte del cuerpo de Michiru, su sirena era hermosa y quería demostrárselo al hacerle el amor; la primera vez que lo hicieron había sido maravillosa pero ahora, ahora podía tomarse su tiempo para hacer todo lo que quería con su ahora esposa.

Haruka comenzó a bajar sus besos al cuello de Michiru, para después pasar a sus pechos donde se tomó su tiempo para probarlos, arrancando suspiros y gemidos de la mujer bajo ella, dejó sus pechos cuando los pezones de su sirena estuvieron lo suficientemente sensibles, comenzó un camino de besos hacia abajo con una sola meta en mente.

- no sabes cuánto te deseo mi sirena. – soltó la rubia con una voz grave a causa de la excitación que tenía en ese momento.

Haruka pasó a las piernas de su esposa y comenzó a besarlas lentamente, estaba disfrutando el momento, desde esa posición era capaz de oler la excitación de Michiru, no pudo evitar lamer sus labios ante la expectativa, el sexo de Michiru brillaba debido a sus fluidos, excitada por todo lo que hacían y esperaba.

- Kami, eres tan hermosa. – dijo mientras admiraba la desnudez de la aguamarina. – te he extrañado mucho y apenas puedo creer que estés aquí conmigo, siendo mi esposa, disfrutando de nuestra luna de miel.

- Michiru no pudo evitar reír ante las palabras que dijo su viento. – yo también te he extrañado amor, más de lo que te puedas imaginar, para mí es un sueño estar aquí contigo disfrutando de todo esto.

Haruka continuó con besos en los muslos de Michiru y arrastrando la lengua por toda la piel que tenía dispuesta, tomando se su tiempo para cubrir cada centímetro, una vez más hizo una pausa que provocó que su sirena dejará escapar un gemido disconforme, pues ya no podía esperar más.

- paciencia, mi hermosa sirena. – habló la rubia retomando su labor, si era sincera ahora mismo solo se estaba burlando de Michiru, pero ya no podía esperar más. – estás tan lista para mí. – volvió a hablar mientras jugueteaba con uno de sus dedos a lo largo del interior del muslo de Michiru.

- si, lo estoy, estoy lista para ti y solo para ti. – Haruka la estaba haciendo sufrir, quería sentirla ya, la necesitaba, pero al parecer su esposa en verdad se estaba tomando su tiempo o burlando se de ella, cualquiera que era el caso, ella estaba sufriendo.

Haruka no pudo contenerse más y bajo la atenta mirada de Michiru finalmente se inclinó para comenzar a lamer el sexo húmedo de Michiru.

- Oh… si… – gimió Michiru al sentir por fin la lengua de su viento dónde la necesitaba. – si…

La rubia continuó con sus caricias, moviéndose de arriba hacia abajo sobre el clítoris de la oji-azul, quería que Michiru obtuviera su orgasmo de esa manera, deseaba sentirla deshaciéndose en su boca al momento de su liberación.

- Michiru, sabes también cariño. – dijo gruñendo la rubia, mientras se tomaba un momento para volver a zambullirse.

Mantuvo su lengua presionada con fuerza contra el clítoris, pasándola de un lado a otro sobre el mismo, podía sentir que Michiru estaba cerca, lo sentía en la fuerza que imprimía en sus manos para tratar de mantener a Michiru en su lugar y pudiera seguir con su tarea.

- Ah, ahhhhh, ahhhhh… – Michiru había comenzado a emitir sonidos agudos que reafirmaron los pensamiento de Haruka sobre que la aguamarina estaba cerca.

Mantuvo las caderas de Michiru en su lugar y agregó más presión en sus movimientos, cubriendo el clítoris con su lengua aplicando más fuerza y moviendo se rápida e implacablemente llevando a Michiru a la cima de su orgasmo.

- ¡Oh, Kami, Haruka! – jadeó Michiru. – si, si, si, si… oh si…

Michiru continuó balbuceando mientras se dejaba ir en su orgasmo, mientras Haruka se deleitaba con la vista de su amor teniendo un orgasmo, era aun más hermosa, sin duda Kami y el destino la habían bendecido con una mujer como Michiru, la amaba, la amaba mucho.

- espero… espero que no pienses que hemos terminado. – habló Michiru recuperándose un poco de su orgasmo. – solo necesito un poco de tiempo y será tu turno.

- no te preocupes amor, toma tu tiempo. – lo cierto es que estaba tan dura que estaba segura que no hacía falta mucho para que terminara.

Sin mediar ni una palabra, Michiru se había lanzado sobre Haruka y se había acomodado ahorcadas sobre ella, era capaz de sentir el duro miembro de su viento palpitando fuerte contra su sexo húmedo y deseoso de el.

- ahora es mi turno de hacerte sentir bien. – dijo la aguamarina mientras se levantaba un poco y tomaba el miembro de la rubia alineando lo con su entrada descendiendo despacio sobre el. – Kami, había olvidado que eres muy grande amor. – jadeó la oji-azul cuando tuvo el miembro de su esposa en su interior.

Michiru no perdió el tiempo y comenzó a mover sus caderas de arriba hacia abajo en un movimiento constante, en esa posición era capaz de ver la cara de su viento, quien sin lugar a dudas estaba disfrutando de sus atenciones, lo podía ver en las expresiones de su rostro y en como se mordía el labio inferior evitando así soltar algún gemido, Kami era tan excitante verla de ese modo, tan entregada a ella, dejándola tomar el control; Michiru se inclinó para besar y chupar el cuello de Haruka mientras continuaba moviéndose a un ritmo constante, sintiendo a un más profundo el miembro de Haruka, escuchando como su viento dejaba escapar gemidos ahogados cada que bajaba.

- sirena… eso es… tan bueno… más… estás tan apretada… – Haruka no paraba de elogiar a su esposa mientras está continuaba con sus movimientos.

Las manos de Haruka fueron a parar al trasero de Michiru sintiendo su orgasmo cerca, coloco sus manos en él, ayudando a su oji-azul con los movimientos y guiándola en el ritmo que ella necesitaba ahora mismo, estaba cerca, muy, muy cerca, en un momento Haruka comenzó a acompañar los movimientos de Michiru encontrando la cada que bajaba, deseaba sentir a su esposa corriendo se alrededor de su miembro.

- ohh si, si, si, si… – comenzó a gemir Michiru al sentir los movimientos de Haruka, sintiendo como su orgasmo llegaba.

Al sentir la presión de las paredes de Michiru en su miembro fue suficiente para hacer llegar a Haruka y gracias a la plática que habían tenido antes podía dejarse ir sin ninguna preocupación, podía llenar a Michiru con su semen y sintió un gran alivio cuando su semen salió y lleno a su esposa.

- eso… eso fue… maravilloso mi amor… – logró decir la aguamarina con su voz ronca y entrecortada causa de su orgasmo.

- lo fue… sin duda alguna lo fue… – como amaba a esa mujer, ese había Sido uno de los mejores momentos de su vida.

Después de esa sesión, las chicas se dedicaron a descansar, tomaron un baño relajante y durmieron hasta que llegó la hora de la cena que no dudaron en tomar en el restaurante del hotel, como habían dicho durante el vuelo, no todo el tiempo se la pasarían en la habitación de hotel; terminada la cena regresaron a la habitación y dieron por terminado ese día.

A la mañana siguiente ambas despertaron algo tarde, al parecer y pese al descanso del día anterior, el cambio de horario aún les afectaba; tomaron un baño, por separado ya que si lo hacían juntas sin duda no saldrían de ahí y ese día irían a explorar un poco, querían conocer el lugar donde estaban y empaparse un poco de su cultura, después de todo esa era la primera vez que estaban ahí, confiaban en que no fuera la ultima y por eso querían conocer un poco más.

Las tres semanas habían pasado en un abrir y cerrar de ojos o cuando menos así lo sintieron las recién casadas, el tiempo había sido bastante bueno y toda su estancia en general la habían disfrutado, pero como todo lo bueno tiene que terminar, se encontraban en su último día en el hotel, de hecho solo faltaban unas pocas horas para que entregaran la habitación y dirigirse a la pista donde saldría su vuelo privado de regreso a Kioto.

Habían pedido el desayuno a la habitación y después de tomarlo Haruka había dicho que tomaría un baño, Michiru solo le había sonreído y asentido, pues no sé metería a la ducha con ella, ambas sabían que era una mala idea a pocas horas de partir, así que en lugar de eso se quedó a esperar que el servicio a la habitación viniera a recoger los restos del desayuno y a llevar las maletas al lobby; mientras Haruka continuaba en la ducha, un hombre grande había venido a recoger los platos sucios del desayuno, viéndolo bien era muy grande y mientras recogía los platos y los ponía en un pequeño carrito comenzó a hablar.

- su marido es un hombre muy afortunado. – dijo mientras volteaba y le sonreía a la aguamarina.

- por un momento había pensando en corregir al hombre y decirle que era esposa y no esposo, pero en el último momento decidió dejarlo así y en cambio le respondió. – Gracias.

- ¿Llevan mucho tiempo casados? – cuestionó el hombre aún continuando con su labor.

- es nuestra luna de miel. – respondió, aunque algo dentro de ella le gritaba peligro, había algo en ese hombre que no le terminaba de gustar y sus sentidos estaban en alerta máxima, tal vez ya no había enemigos, pero ellas seguían siendo sailors.

- eso es bueno. – dijo aquel hombre mientras se acercaba al sofá que estaba dispuesto en la habitación y pasaba una de sus manos por el reposa brazos.

Michiru al notar esa acción con movimientos lentos logró cruzar la habitación y situarse cerca de la puerta del baño, Haruka aún estaba tomando su ducha, pero ese hombre disparaba sus alarmas, su corazón estaba acelerado y sentía miedo, era la primera vez que se sentía así; lentamente vio como el hombre comenzaba a acercarle con ojos depredadores.

- ¿Sabes? Me fijé en ti desde que llegaron, eres muy hermosa. – soltó mientras se pasaba su lengua por el labio inferior, saboreando algo inexistente.

- creo que es mejor que se vaya. – ese hombre tenía toda la intención de hacerle algo sin lugar a dudas, sabía que con sus poderes podía librarse de el, pero sería llamar mucho la atención.

- ¿Por qué? – cuestionó el hombre en tono ofendido.

- porque no quiero que esté aquí, mi esposo está apunto de salir y no estoy interesada en nadie que no sea él, así que váyase ahora mismo o haré que lo despidan. – amenazó, sabía que con una sola llamada a sus suegros eso sin duda pasaría.

- no puedes hacer eso hermosa, mi familia es la dueña de este hotel. – respondió riéndose y caminando rápidamente hacia la oji-azul.

- ¡Haruka! – gritó sin pensarlo debido al miedo había sentido al ver cómo se abalanzaba hacia ella.

El hombre había sido arrojado hacia atrás y se había estrellado en la mesa de centro de la habitación, Haruka estaba dándole la espalda pero por la forma en que se movían sus hombros estaba respirando con dificultad debido a la ira que estaba sintiendo en ese momento; sin mediar una palabra la rubia se abalanzó hacia el hombre y le soltó un puñetazo haciendo que tanto su nariz y su boca comenzarán a sangrar, mientras el hombre solo había atinado a gritar como una niña y a pedir clemencia.

- me aseguraré que no vuelvas a intentar a tocar a otra mujer sin su permiso nunca más imbécil. – no había querido golpearlo más, porque estaba segura que lo mataría ahí mismo. – ¿Estás bien cariño? – cuestionó acercando se a su esposa sin dejar de mirar al hombre.

- si, lo estoy, no me hizo nada. – está era una de las pocas veces que había visto a Haruka realmente enojada, sabía que de estar en Japón, Haruka ya lo habría matado.

- llama a recepción por favor amor, que llamen a la policía, diles lo que ha pasado, llamaré a mis padres. – eso no se iba a quedar así, ese imbécil no se iba a librar tan fácil de lo que había intentado hacer.

Michiru solo asintió e hizo lo que la rubia le había dicho mientras ella estaba al teléfono con sus padres bastante molesta, tanto que hasta les había dicho que compraran el hotel y lo derribaran solo para darse el gusto; mientras Haruka estaba al teléfono con sus padres pidiendo la cabeza del tipo que había intentado tocarla, había llegado la policía del lugar y alguien que parecía el dueño del hotel.

- ¿qué está pasando aquí? – exigió el hombre que llegaba con un traje negro, camisa blanca y corbata roja, llevaba accesorios realmente extravagantes, como un reloj de oro bastante llamativo y una cadena del mismo material bastante grande, así como anillos en todos los dedos.

- fuimos llamados debido a un intento de abuso. – respondió el policía que no podía creer quién estaba al teléfono delante de él, había leído de la heredera de los Kuga, pero jamás pensó que la conocería en persona.

- ¿a sí? ¿y se puede saber quién fue el perpetrador? – cuestionó el hombre, aunque al ver a su hijo tirado en el suelo con el rostro con sangre, se arrepintió de haber preguntado.

- el hombre que está ahí tirado. – respondió la rubia una vez que terminó su llamada, sus padres le dijeron que se harían cargo. – ese imbécil se trató de propasar con mi esposa.

- cuidado con tu lenguaje jovencito no sabes con quién estás tratando. – reprendió el hombre molesto por la forma en la que la rubia se dirija a su hijo.

- no soy ningún jovencito y créame es usted quien no sabe con quién está tratando, de estar en Japón ese estúpido ya estaría muerto. – sentenció la rubia con molestia, ese hombre estaba retando su paciencia.

- pero no estamos en Japón. – desestimó el hombre. – mira… jovencito. – retó el hombre con una sonrisa. – soy John Turner, dueño de este hotel y ese de ahí es mi hijo. – dijo mientras señalaba al hombre lloroso en el piso. – ¿podemos olvidar esto? Podemos devolverles el dinero de su estancia y aquí no ha pasado nada. – ofrecía John con una sonrisa, si algo había aprendido es que todo mundo tenía un precio.

- la rubia le dio una sonrisa de superioridad y respondió. – de verdad no sabe con quién trata ¿No es así? – le encantaba cuando las personas trataban de comprarla o intimidad la sin saber quién era. – ese dinero no podía interesarme menos, no me hace falta, lo que quiero es que su hijo pague por lo que intento con mi esposa, no se va a librar de esto.

- John vio a la rubia con molestia, pues en verdad no sabía quién era y por la altanería que presentaba, tal vez si era alguien importante. – no te hagas muchas ilusiones con eso, aquí las cosas son distintas.

- lo sé, por eso… ya moví algunas piezas para que suceda lo que yo quiero. – sonrió la rubia viendo como un ejercicio de hombres con traje se dirigía hacia su habitación seguidos de la señorita que parecía la recepcionista.

- señor Turner, lo lamento pero insistieron en entrar y ver a la huésped de esta habitación, dijeron que si no los dejaba pasar demandarían al hotel. – esos hombres eran aterradores, habían llegado en varios coches negros y le habían dado un susto de muerte.

- ¿Quién rayos son ustedes? – cuestionó Turner aún más molesto porque al parecer en verdad no se iba a salir con la suya está vez.

- somos los abogados de Haruka Kuga y Michiru Kuga, estamos aquí para verificar que el hombre que intento propasarse con la señora Kuga, pague por lo que hizo. – respondió uno de los hombres mientras se llevaba una mano al bolsillo de su saco y sacaba una tarjeta. – nuestra tarjeta, espere noticias nuestras muy pronto.

- ¿Qué es esto? Esto no se va a quedar así. – no solo era palabrería, el chico si era influyente, pero no estaban en su país, así que una tenían una ventaja.

- jajajajaja. – el policía no había soportado más la risa y había soltado la carcajada, por fin esas personas de la familia Turner no se saldrían con la suya. – en serio no sabe quién es esa chica ¿verdad? – que satisfacción, al fin ese idiota de Mike Turner tendría su merecido. – ella es Haruka Kuga, heredera de la familia Kuga de Japón, que es una de las familias más influyentes en todo el mundo.

John no daba crédito a los que escuchaba, mientras veía como la pareja del policía levantaba a su hijo y le ponía la esposas, debió de haber hecho algo cuando ocurrió la primera queja por acoso hacia su hijo o cuando tocó a esa joven y lo denunció pero el lo sacó, debió de haber visto el panorama completo y haber hecho caso al matrimonio que se había ido hacia unos meses y le dijo que un día encontraría a alguien más fuerte d influyente y aquí estaba, esa chica le quitaría todo, no había tenido tiempo ni de sorprenderse al saber que era una chica.

- ahora sí nos disculpa, nosotros nos retiramos. – habló la rubia tomando las maletas y acercándose a los abogados. – háganse cargo desde aquí por favor, nosotras nos retiramos. – pidió con una sonrisa, sus padres si que habían actuado.

- Hai Haruka-sama, no se preocupe, tenemos las instrucciones de Kain-sama. – cuando Saeko Kuga había llamado y les había pedido sus servicios como tiempo atrás pero está vez para su primogénita, no se lo podía creer, tenía que hacer un buen trabajo si quería que la heredera Kuga se fijará en ellos.

John había querido acercarse a las chicas pero los abogados le habían cortado el paso, debió de haber cortado lazos con su hijo en el momento en que la chica no se intimido con él, pero no, había dejado que su orgullo hablará y ahora estaba en esa posición.

Las chicas habían salido de hotel donde un auto ya las esperaba, una vez dentro del coche Haruka acercó a Michiru hacia ella y la abrazo.

- ¿de verdad estás bien? – cuestionó la rubia con preocupación, pues de lo molesta que estaba no se había dado el tiempo de confirmar si su esposa realmente estaba bien.

- de verdad amor, lo estoy, no me tocó, solo se comportó de manera inadecuada y cuando intento algo te grite, aún no se porque, yo pude haberlo alejado. – dijo mientras se apegaba más a su esposa.

- me alegra que lo hayas hecho. – respondió la rubia, apretando el abrazo y decidiendo no tocar más el tema, Michiru parecía bien y al parecer tampoco quería hablar del tema. – descansa amor, te despertaré cuando estemos en la pista.

El vuelo había sido tranquilo y como había pasado con Natsuki y Shizuru a ellas también las esperaba un comité de bienvenida en su casa, sus amigos y su familia estaban ahí para hacerles las preguntas reglamentarias; hablaron de lo hermoso del lugar y del hotel y en algún momento tocaron el tema de la agresión hacia Michiru, pero solo había sido muy superficial para tranquilidad de la rubia, que no quería que su esposa se sintiera incomoda; como era de esperarse el tema de los hijos se tocó en algún momento pero las chicas solo sonrieron y dijeron lo que habían hablado antes, para mala fortuna de Saeko que en verdad deseaba un nieto y después de la falsa alarma de su hija menos había quedado aún más entusiasmada.

La tarde en la residencia Kuga había Sido agradable por decir lo menos, Serena se veía hermosa con su estómago de cinco meses de embarazo que Saeko no dejaba de mirar para después mirar a sus nueras que solo se reían nerviosas; las cosas habían salido como ellas habían querido, todo se estaba poniendo en su lugar por fin y parecía que la paz está vez si sería para siempre, aunque no bajaban la guardia y pese a que Luna y Artemis se habían retirado para pasar su tiempo a solas y juntos seguían monitoreando la tierra y las tenía informadas de todo.

Y así el tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos…

Un año después…

Continuará…