Disclaimer

Los personajes de esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi y son parte de su obra Ranma ½, sólo los utilizo para mi propia diversión, sin recibir ningún beneficio monetario por ello.

Los comentarios, críticas, consejos y sugerencias son bienvenidos, sólo háganlos con respeto: no olviden que detrás de este texto hay una persona con sentimientos. Snif.

Me gustó mucho la experiencia de escribir una historia de aventuras como lo fue "Deberías haberlo imaginado" y decidí lanzarme una vez más con ese género. Claro que habrá mucho romance, Ranma ½ es una comedia romántica después de todo, pero se explorarán también otro tipo de relaciones, especialmente la amistad, algo que ya había tratado en el fic antes mencionado.

No me pregunten por qué hago lo que hago, es decir, comenzar otra historia. Pienso que puede ser un arranque de furia por lo que algún graciosito hizo conmigo y mi cuenta (por si no saben, no podía ingresar, me cambiaron la clave, y después tuvieron la soberana desfachatez de decirme que "era una broma." Alas!). No se preocupen, los que aún me siguen: los otros fics no serán abandonados y siempre tendrán prioridad sobre éste. Aquí iré relajadamente, confiando en mi buena estrella.

No creo que sea necesario alguna advertencia, por ahora. De ser así, más adelante, lo escribiré al comienzo del capítulo en cuestión.

Gracias a todos los que leen.


La novia de Ryoga

Había cumplido recién los veinte años, era un artista marcial hecho y derecho, ampliamente reconocido, nacional e, incluso internacionalmente. Había ganado múltiples torneos, tenía ya su propio dojo y sus alumnos lo respetaban y apreciaban. Podía decirse que lo tenía todo en la vida. Y a los que decían que sólo le hacía falta una compañera, inmediatamente los refutaba porque él no necesitaba ni tampoco quería una mujer en su vida.. Era feliz viviendo su vida de soltero, con alguna compañía de vez en cuando, pero no lo suficientemente seria como para amarrarlo. Él era un alma libre, sin compromisos ni ataduras y así quería permanecer.

Esa mañana había entrenado mucho, quizás demasiado y sentía que merecía un descanso. Era verano y hacía mucho calor por lo que, para enfríar el cuerpo, se sentó un momento afuera de la puerta del dojo para respirar algo de aire. No pensaba en nada particular, su mente estaba serena, como pocas veces antes. Se encontraba así, descansando, cuando vio que alguien se acercaba, a duras penas, donde él estaba. Se puso en guardia: no esperaba alumnos ni ninguna visita a esa hora por lo que se preparó para enfrentar cualquier ataque; nunca nadie lo había encontrado desprevenido y si debía atacar, lo haría. Sin importar quién fuera su oponente.

No hubo necesidad ya que quien se acercaba era un viejo conocido, su compañero de armas, socio en el dojo. Venía hecho un ecce homo, apoyado apenas en una rama, completamente cubierto de polvo.

– ¿Ryoga? ¿Qué te pasó? Estás hecho un desastre – dijo Ranma mientras se acercaba a ayudar a su amigo y sostenerlo. Luego recordó que éste lo había abandonado por más de seis meses, sin decir ni una sola palabra, dejándolo con todo el trabajo y el agotamiento que esto implicaba. Lo dejó caer como un estropajo viejo.

– Gracias amigo – dijo Ryoga con ironía. Estaba tan maltrecho que no fue capaz de ponerse de pie por lo que quedó tendido, así tal como cayó, como Ranma lo dejó. Finalmente, éste se compadeció de su amigo y lo ayudó a pararse. Que Ryoga se perdiera no era novedad pero, que se perdiera por un periodo tan extenso como lo son seis meses, era para matarlo.

– ¿Dónde te habías metido, irresponsable? ¿Crees que estar a cargo de un dojo es tarea fácil como para desaparecer por seis meses? No fue una semana ni dos sino ¡seis meses! –. Ranma quería mucho a su amigo pero no por eso dejaría de decirle las cosas. Y si debía ser duro, lo sería. Tenía que bajarlo de la nube en la que siempre estaba.

– Ranma, no me tortures más. ¿No te basta verme como estoy? – dijo Ryoga con el último aliento que le quedaba. Entonces, Ranma, algo arrepentido de su dureza, se acercó, lo levantó y finalmente entró con él al dojo en donde le hizo algo de beber y comer y, una vez que se había repuesto, exigió las explicaciones pertinentes.

– Cada vez cocinas mejor, Ranma – fue todo lo que contestó Ryoga, ganándose con ello un terrible golpe en la cabeza que pudo haberlo matado, con lo débil que estaba. Ranma siguió pidiendo explicaciones a su amigo y éste se las dio. Estaba algo cansado de ser el segundón, el perdedor, mientras Ranma era siempre el que vencía y aun más: lo vencía a él. Sentía que los estudiantes no lo respetaban como se merecía, que preferían a Ranma como maestro, no importaba lo mucho que trabajara o hiciera. Eso lo llevó a partir a un lugar en donde pudiera hacerse muy fuerte. Si Ranma creía que estaba de vacaciones, se equivocaba. Había trabajado muy duro.

– ¿Y dónde se supone que fuiste? – preguntó Ranma sin saber si creer o no lo que Ryoga le decía. Éste sonrió: Ranma estaba poniendo en duda lo que oía. No importaba, eso no era lo central ahora.

– Ranma, viví experiencias hermosas ahí. Conocí mucha gente y… y… por primera vez en mi vida soy feliz – hizo una pausa y continuó –: tengo novia –. Tuvo que decirlo dos veces porque, para Ranma, algo así era inconcebible, Ryoga apenas era capaz de entablar una conversación decente con una chica y, cuando lo había logrado, se había ilusionado de la nada. En un abrir y cerrar de ojos, estaba ahí, rechazado y humillado. Llorando en su hombro, bueno, eso era una exageración. Pero sí quedaba mal, muy mal.

– ¿Estás seguro? ¿No es una más de tus fantasías? – preguntó Ranma mientras recogía los platos y, como respuesta, recibió un golpe seco en el pecho que lo hizo tirar al piso todo lo que tenía en sus manos.

– No, claro que no. Tengo una novia a la que quiero tanto como ella me quiere a mí. De hecho: vendrá pronto a visitarme.

– ¿Ah sí? ¿Y cuándo se supone que viene? – dijo Ranma tocándose el pecho, el golpe realmente le había dolido.

– Llega el 27 de mayo – dijo Ryoga con tranquilidad. Ranma lo miró atónito: Ryoga sí que era estúpido.

– Idiota ¡Hoy es 27 de mayo! – le gritó. ¿Dónde tenía la cabeza ese hombre?

Ryoga se fue directamente al calendario a comprobarlo. Era cierto, era el día del reencuentro con su amada. ¿Qué haría ahora? Estaba hecho un desastre y no había entrenado en días.

– Ya, ya, cálmate. No es para tanto. ¿A qué hora llega tu novia? ¿Y a qué aeropuerto? – preguntó Ranma.

– A las 12 y llega por barco. Debo cambiarme: no puedo ir por ella así – Ryoga lucía totalmente desesperado.

– Ve a cambiarte y luego nos vamos por ella – dijo Ranma sabiendo que, si enviaba a Ryoga solo, nunca llegaría hasta la chica –. ¡No me lo agradezcas! – dijo cuando vio que Ryoga estaba a punto de abrazarlo –: ve a cambiarte para que te veas decente y luego nos vamos. Queda bastante tiempo para las 12 aún – dijo mientras terminaba de recoger los restos de platos tirados por el suelo.

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No recordaba un día tan caluroso como aquél en los últimos tiempos, por lo mismo había decidido entrenar en la mañana, no quería terminar deshidratada. Había sido una práctica dura, a ella le gustaba estar en plena forma para entregar lo mejor de sí a sus alumnos. Y vaya que lo había conseguido, era respetada, reconocida y querida. ¿Qué más podía pedirle a la vida? Lo tenía todo o, al menos, eso creía.

Cuando Akane terminó de entrenar, se dirigió inmediatamente a la cocina para buscar algo de beber. Ahí estaba Kasumi quien tenía preparado un refresco muy helado para su hermana pequeña.

– ¿Cómo te fue hoy con tus alumnos? – le preguntó.

– Oh no, no estaba con alumnos. Sólo entrenaba un poco antes de ir por Nabiki ¿No recuerdas que hoy llega? Después de meses fuera – dijo Akane mientras saboreaba su refresco pensando que Kasumi sí que tenía talento para esas cosas.

– No, no lo he olvidado, de hecho, le estoy preparando su comida favorita – respondió Kasumi mientras revolvía una sopa. Akane se acercó para sentir el aroma.

– No creo que Nabiki merezca demasiado: se fue sin avisar y, durante meses, no tuvimos noticias de ella. Y ahora aparece, como si nada, anunciando su regreso con bombos y platillos. ¿Crees que algo malo puede haberle sucedido y por eso estuvo en silencio todo este tiempo? – preguntó Akane, inquieta.

– ¿A Nabiki? Por supuesto que no. Ella se cuida mejor que todos nosotros juntos – Kasumi seguía revolviendo la sopa. Akane suspiró.

– Sí, tienes razón – dijo estirándose –: entonces, iré a bañarme y cambiarme de ropa para ir a buscarla. ¿No quieres acompañarme?

– No, gracias. Me falta mucho por hacer. Espero que no se tarden y lleguen a comer a una hora adecuada – dijo una sonriente Kasumi. ¿Llegar tarde? Imposible. No tenían nada en qué entretenerse por el camino. No, estarían en casa a una hora prudente. Akane se retiró entonces, dio el agua y se metió en la bañera llena de agua tibia. Se relajó tanto que empezó a dormirse despertando aterrada unos pocos segundos después, creyendo que había dormido mucho y se había pasado de la hora.

– ¡Tengo que ir a buscar a Nabiki! – se dijo aterrada mientras se secaba e iba corriendo a su dormitorio. Eligió la mejor tenida que tenía, se maquilló muy poco, porque ella no era de las que lo hacían abundantemente, tomó su cartera y salió.

– Akane ¿dónde vas tan apurada? Falta mucho para las 12 – le preguntó Kasumi sin lograr que Akane la escuchara. Ésta ya iba lejos, corriendo, de camino al puerto.

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– ¡¿Me vas a decir que no conoces a tu novia?! – Ranma se mostraba incréulo ante la confesión de Ryoga. Su amigo le explicó que no era tan así, habían mantenido una relación epistolar por un tiempo.

– Ella y yo nos hemos escrito cartas durante todo este tiempo. Así nos confesamos nuestro amor. Ella fue la que se declaró ¿puedes creerlo? – preguntó Ryoga emocionado. Y no, Ranma no podía creerlo.

– Pero ¿se han visto alguna vez? ¿O ni siquiera eso?

– No, nada de eso – fue la tranquila respuesta.

Ranma quiso matar a Ryoga. ¿Cómo se supone que encontrarían a la famosa novia si Ryoga jamás la había visto? Ryoga, para calmar la inquietud de su amigo, le entregó una fotografía, en ella, aparecía una chica muy guapa.

– ¿Es hermosa, verdad? – preguntó Ryoga embelesado.

– Sí, mucho – contestó Ranma, dudoso de que esa chica fuera realmente la novia de Ryoga pero ¿qué motivos tenía él para dudarlo?

– Es la más hermosa del mundo – Ryoga le quitó la fotografía a Ranma y siguió mirándola, hipnotizado –: Se llama Xian-pu y es china – agregó besando la imagen una y otra vez para desconcierto de Ranma que aún no se reponía de la noticia que acababa de recibir.

– ¿Y cómo se conocieron? – pregunto, necesitaba tener detalles para no encontrarse con una sorpresa en el puerto.

La historia era un poco absurda, «como todo en Ryoga» pensó Ranma. Ryoga había viajado a China a entrenar, tal como el mismo Ranma lo había hecho un día. Allá, y como siempre, se perdió y fue a dar a una posada en donde se quedó unos días. Un día llegó una carta y la dueña de la posada se la entregó a él, por error. Sin saberlo, Ryoga la leyó pero no sabiendo chino, tuvo que pedir que se la tradujeran. Al hacerlo se enteró de que la carta era de una chica que buscaba a un artista marcial consumado para que participara de un torneo importante en una villa de guerreros. Él no lo era pero se ofreció a ir y así siguieron escribiéndose por un tiempo. Cuando llegó el momento de asistir al dichoso torneo, Ryoga se perdió y no pudo llegar el día y la fecha acordada. Pensó no seguir manteniendo contacto con la joven, no podía afrontar semejante vergüenza y humillación. Decidió volver a Japón y, con mucho trabajo, volvió a la posada, recogió lo ahí había dejado y se preparó para volver a su país. Antes de partir, llegó una carta de Xian-pu, preguntando por qué no había llegado, si algo malo le había pasado. Ryoga intentó ignorar la carta pero sintió que no era justo dejarla con la duda y, armandóse de valor, le contó la verdad. Esperó unos días antes de marcharse, por si llegaba una nueva carta. Como no obtenía respuesta, Ryoga creyó que Xian-pu lo había despreciado y retomó sus planes de volver a su país. Las cosas no eran como él las creía: finalmente la carta que ansiosamente esperaba llegó y fue más comprensiva de lo que pensó. Si bien Xian-pu afirmó que la excusa le parecía muy divertida, no había necesidad de ella. Entendía que su proposición había sido muy apresurada, que no le había dado tiempo y que, para su tranquilidad, el torneo se había suspendido para el año siguiente.

La respuesta de Ryoga nuevamente llegó en forma de una apología y la de ella haciéndole ver que todo seguía bien. Y así se sucedieron las cartas en las que, poco a poco, Ryoga dejó fluir sus sentimientos. Generalmente le costaba mucho expresar lo que sentía, cada vez que una chica le gustaba y quería hablar de lo que le pasaba con ella, las palabras se le formaban un lío y finalmente terminaba diciendo nada, haciendo nada excepto el ridículo. Pero escribir cartas era tan fácil para él. No pasó mucho tiempo hasta que sintió la necesidad de decirle a Xian-pu que se estaba transformando en alguien especial para él. Era raro, nunca la había visto, nunca había oído su voz pero sentía algo fuerte. Claro que no fue capaz de ponerlo por escrito, se dio millones de vueltas, pasaron muchas cartas hasta que llegó aquélla cuyo contenido no olvidaría jamás. No tuvo que decir nada, ella lo decía todo: aunque podría pensar que era rídicula, ella lo quería y quería, algún día, estar con él. Ryoga casi se cayó de su asiento cuando leyó esas palabras, con verbos mal conjugados, artículos mal usados. ¿Querría ella realmente decir lo que él estaba leyendo? Para asegurarse, envió una nueva carta preguntándole si estaba segura de lo que decía y al obtener un sí, su corazón se lleno de una alegría jamás experimentada. Era la primera vez que sus sentimientos eran correspondidos y eso lo hacía el hombre más feliz del mundo. Le escribió entonces que ahora él debía volver a Japón pero podía volver a China cuando solucionase sus cuentos allá. Xian-pu respondió que prefería ser ella la que viajara, si en eso no veía algún problema. ¿Problema? ¡Por supuesto que no! Quedaron entonces de verse el día 27 de mayo, en Japón. Es decir, ese preciso día.

– ¿No te parece romántico? – preguntó Ryoga, ruborizándose.

– Sí claro. Mucho – Ranma no podía dejar de pensar que esas cosas estúpidas sólo le pasaban al estúpido de Ryoga. Pero así era él, así lo había conocido y así lo había aceptado.

– Tienes el corazón de piedra – respondió Ryoga, dolido de que su amigo no fuera capaz de entenderlo.

– Lo que no me queda claro es: si tú no conoces a tu novia ¿cómo sabes que es la de la fotografía?

– Me la envió ella, para poder reconocerla.

A veces Ryoga pensaba de forma acertada.

El puerto estaba lleno de gente y era difícil circular por ahí. Akane no entendía por qué Nabiki había preferido viajar por ese medio de transporte y no en avión, más práctico y rápido. No buscaría pensar como lo hacía Nabiki porque la mente de su hermana simplemente cavilaba de manera diferente al resto de los mortales. Entenderla era una misión imposible.

– Disculpe ¿ya llegó el barco de las 12? – preguntó Akane a unas personas que, al parecer, también esperaban por alguien.

– ¿Es el barco que viene de China?

No sabía de dónde venía Nabiki pero si ese barco llegaba a las 12…

– Creo que sí – respondió Akane.

No, no había llegado, venía con retraso. Genial, tendría que esperar en medio de ese tumulto de gente, de ese ruido, de ese griterío. Todo por Nabiki.

Ranma y Ryoga llegaron también al puerto. Como vieron que el barco aún no estaba ahí, Ranma dijo que iría a buscar algo de beber. Le inisitió que no se moviera del lugar donde lo estaba dejando si no quería perderse la llegada de su novia. Ryoga obedeció. Estaba emocionadísimo, lo único que quería era que ese barco llegara y poder abrazar a Xian-pu. Para otros podía sonar tonto pero él estaba enamorado, como nunca antes.

Ranma siguió su camino en su búsqueda de los refrescos cuando vio a alguien que parecía estar esperando un barco, quizás era el mismo que esperaba él. Sin saber por qué, le habló.

– Hola ¿esperas algún barco? – preguntó sonriente, intentado parecer agradable. Bueno, él era agradable, según su propia opinión.

– No sé qué otra cosa podría estar haciendo aquí.

Qué grosera. Él estaba tratando de ser amable pero lo cierto es que la chica que tenía en frente ni siquiera lo miró.

– No tienes por qué ser tan grosera – Ranma fingió estar dolido – ¿Qué barco estás esperando?

Akane lo miro. ¿Qué se creía este tipo? No lo conocía y no tenía el menor interés en él. Lo que ella no sabía era que su indiferencia atraía más la atención del muchacho que no estaba acostumbrado a que lo rechazaran o no le prestarán atención.

– Yo estoy esperando el barco de las 12 – continuó Ranma. «¡Qué tipo tan insistente!» pensó Akane.

– ¿Ah sí? ¿Y a quién vienes a buscar? ¿A tu novia? – esas palabras salieron solas de su boca. ¡Qué le importaba ella a quien buscaba?

Ranma sonrió. No, se equivocaba, él no tenía novia. No era de esa tipo de personas. Estaban en ese extraño diálogo cuando alguien corriendo despreocupadamente, chocó con Akane, botándola. Ranma aplicó su buena educación y trató de ayudarla pero ella rechazó su ayuda.

– Eres demasiado débil – se burló. Un carterazo lo hizo reaccionar. Con las armas parecía estar mejor.

– ¿Y qué te pareció eso? – preguntó Akane con aire triunfal.

– Nada mal pero, si tuvieras un buen maestro, serías mucho mejor – Akane intentó nuevamente darle un carterazo pero el mismo golpe no funcionaba dos veces con él –: Si quieres mejorar, te dejo una tarjeta. Puedo recibirte en mi dojo – y le entregó una especie de tarjeta, con su número y dirección del dojo.

Akane sentía que perdería la paciencia pero, en ese preciso momento, sintieron el sonido del barco. Sin saber por qué, tomó la tarjeta, la guardó dentro de su bolso y se dirigió a buscar a su hermana. Ranma se quedó mirándola un momento: esa mujer lo había ignorado. ¿Estaría perdiendo su don natural con las mujeres?

El corazón de Ryoga no paraba da latir, cada vez más fuerte. Se acercaba el momento en que tendría a Xian-pu por fin junto a él y podría mirarla, abrazarla. Suspiró tan sólo de imaginar la escena. Ranma llegó junto a él, venía agitado.

– ¿Y los refrescos? – preguntó Ryoga.

– ¿Qué refrescos? – fue la genial respuesta. Ryoga lo miró sin poder creerlo: se supone que el nervioso era él.

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Akane se esforzaba por ver entre la gente que descendía la figura de su hermana pero no la encontraba. Cuando ya tardaba demasiado en divisarla comenzó a pensar que quizás todo era un invento de Nabiki o una broma, si se quería ser más bonsadosos, y simplemente no había llegado. Nabiki, una vez más lo había hecho…

– Hermana, qué alegría volver a verte después de tanto tiempo – dijo Nabiki mientras llevaba a Akane hacia un lado.

– Hola Nabiki. Creí que nos habías extrañado un poco – dijo Akane con ironía ante la actitud tan poco afectuosa de su hermana –: Hey ¿Hacia dónde me llevas? Es como si te estuvieras escondiendo…

– ¿Escondiéndome yo? ¿De qué? ¿Por qué?

– No lo sé, lo pensé…

– Akane, no hay tanta prisa por irnos. Esperemos que se vaya un poco de gente y salimos – dijo Nabiki. Akane no entendía muy bien la actitud de su hermana, pensaba que los había extrañado, que quería verlos lo antes posible pero, en vez de demostrar ansiedad, le pedía que esperaran un momento hasta que el camino estuviera más despejado. Era extraño.

Quien sí estaba ansioso era Ryoga que en cada muchacha que pasaba veía a su novia. ¿Por qué tardaba tanto? ¿O no era tanto tiempo y sus deseos por verla estaban haciendo que éste pasara lento, lentísimo? Sentía algo en el estómago, en el pecho, le faltaba el aire, todo. De pronto, sí, la divisó. Venía vestida con un qipao de color rosa suave con flores lila. Tenía su largo cabello morado suelto con los mismos moños con los que aparecía en la fotografía, tomados con cintas, también lila. Sus ojos eran muy grandes. Era muchísimo más hermosa en persona…

– ¡Es ella! – exclamó Ryoga. Entonces, él y Ranma comenzaron a hacerle señales con las manos para que lograra verlos.

– ¡Ryoga, amor! – dijo Xian-pu mientras tiraba su equipaje al suelo y corría a abrazar a Ranma para besarlo apasionadamente mientras éste quedaba en shock y Ryoga sentía que el corazón se le partía en mil pedazos. Akane también contempló la escena y no quedó ajena a lo que estaba pasando.

«Ese miserable, me dijo que no tenía novia y ahí está» pensó Akane sin saber de dónde venía esa molestia, esa incomodidad que estaba sintiendo. Más allá, Nabiki insistía en llevarla hacia un costado.

– Hey, espera un momento, creo que te has confundido – dijo Ranna tratando de apartar a la chica de él pero ésta era fuerte y no lo soltaba.

– No, Xian-pu te ama – insistía mientras cerraba los ojos e intentaba besarlo otra vez. Ranma no sabía qué hacer, especialmente teniendo en cuenta que Ryoga estaba observando todo.

– Estás confundida: él es Ryoga – dijo apuntando a su amigo –: yo soy Ranma.

Xian-pu miró a Ryoga quien la saludó con la mano pero ésta, decepcionada de lo que veía, lo ignoró, su corazón tenía dueño.

– Entonces, a Xian-pu no le gusta Ryoga; Xian-pu ama a Ranma. Wo hai ni – e intentó abrazarlo otra vez pero Ranma no se lo permitió. Xian-pu le dio una mirada severa. ¿la estaba rechazando?

– No te lo tomes a mal pero tu novio es éste, tú estás aquí por él – Ranma no desistía menos al ver que Ryoga estaba completamente destrozado.

– Xian-pu, soy yo, Ryoga… – no pudo seguir; sus inseguridades pasadas volvieron. Xian-pu casi ni lo miró. Seguía sosteniendo que amaba a Ranma.

Lo que pasó después, nadie lo imaginó. Unos sujetos, salidos de la nada y que, al parecer buscaban a alguien, comenzaron a disparar al aire. Todos se lanzaron al suelo aterrados, todos menos Xian-pu, Ryoga y Ranma que seguían en un mundo aparte.

– ¡No la encuentro, no la encuentro! ¿Estás seguro de que llegaba por barco? – preguntó uno.

– Sí, en el de las doce. Debe estar por aquí.

– ¡No está! – gritó el primero desesperado

– Agarra a cualquiera entonces –. Y así fue. Se fueron sobre Xian-pu y la agarraron. Ésta tenía mucha fuerza y se deshizo de uno. Ryoga intentó ayudarla pero, en ese preciso momento, otros dos nuevos hombres la volvieron a tomar y esta vez le pusieron un revólver en la cabeza.

– ¡Si te acercas, la mato! – fue la advertencia. Ranma despertó ese momento de su letargo y trató de caerles encima. Sintieron cómo pasaban una bala.

– ¡No Ranma! Le pueden hacer daño – le suplicó Ryoga. Ranma escuchó a su amigo.

– Y bien, andando – fue la última orden. Todos salieron rápidamente llevándose a Xian-pu a tirones, en medio de balazos al aire. Ryoga y Ranma salieron detrás de ellos para al menos saber dónde la pretendían llevar pero no pudieron alcanzarlos.

Dentro, la gente, aún conmocionada, se ponía de pie sin dar crédito a lo que habían visto. Akane y Nabiki salieron rumbo a su casa pero una duda atormentaba a Akane. ¿Tendría que ver todo lo que vieron con Nabiki?

– Nabiki, tú sabes lo que pasó –. No fue una pregunta, fue una afirmación. Akane creía estar segura de lo que decía. Nabiki ni se inmutó.

– Ay hermana ¿qué podría yo saber? Lo mismo que tú: raptaron a una chica.

– Nabiki, no creas que soy tonta. Llegaste con una actitud muy extraña, estabas escondiéndose, querías esperar que se fueran todos para salir…Son muchas cosas.

Nabiki seguía insistiendo: ella no tenía manera de saber qué había pasado. Pero Akane no le creía, a ella no la engañaba. Insistió tanto que, finalmente, Nabiki se rindió:

– Verás, la chica que esa gente buscaba, soy yo…


Ya está, aquí vamos de nuevo. Fórmulas ya probadas pero ahora desde otra persectiva. Espero que les guste :)