RinMakoto. Lograron salir victoriosas contra Teiyo, aunque Ren y Ryo lo pasaron de maravilla mientras Yoshino la hacía de reemplazo jeje.

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Sin más, comencemos…

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El partido previo al torneo que las chicas estaban haciendo para cuando fueran al torneo les salió bien, a pesar de que la academia Teiyo fue un rival muy aguerrido, al final se llevaron la victoria por lo que era un gran apoyo emocional para las chicas.

No obstante, faltaba un evento antes de que se fueran al torneo.

- Guau amigo, no pensé que irías en serio con lo del torneo de kendo – Kenji decía a Raito, los dos comían en el almuerzo mientras que los demás estaban en otros lados, desde terminando trabajos hasta entrenando un poco.

- Ya me metí en eso cuando fui a la casa de Shiragiku-san y bueno, peleé con varios de los alumnos de ahí, pero da igual al final, lo prometido es deuda – decía el peli rojizo dándole una mordida a su sándwich – pero bueno, solo lo haré, nada más.

- De acuerdo, iremos a apoyarte para que ganes, sabes que las demás no dejarán sola a Oomura-san.

- Lo sé, pero bueno, un poco de eso antes de que nos toque el campeonato a nosotros ¿verdad? – el peli azul asintió – espero que nos lleves hasta la final, capitán.

- Ustedes deberán ayudarme también, somos un equipo al final de todo – los dos asintieron y siguieron comiendo en paz mientras que muchos de los estudiantes de ahí seguían con lo suyo.

Al caer la tarde, el grupo de amigos tomó su camino a casa, mientras que en el caso de Raito, este iba pensando en el torneo de kendo el cual justo sería ese fin de semana, aún tenían tiempo para que pudieran entrenar y así mejorar.

- Raito-san, ¿estás bien? – justo la peli negra apareció al lado de él sacándolo de sus pensamientos.

- Lo siento Shiragiku-san, todo está bien, solo pensaba en el torneo que viene.

- Sí, ya es este fin de semana y justo a la semana que tuvimos el partido – la chica sonrió – pero estando contigo sé que no tengo de que preocuparme ya que lo haremos estupendo.

- No hay que confiarse, puede que haya participantes más habilidosos que nosotros, el esfuerzo y la habilidad atlética son cosas que nos ayudarán – Shiragiku asintió, las palabras de su novio eran ciertas, por lo que sin más entraron al apartamento de este.

Shiragiku fue hacia el cuarto de este en donde decidió cambiarse el uniforme, desde que ambos comenzaron con su amorío, la peli negra se quedaba varias veces en la casa de este, hasta poseía algunas prendas de vestir desde vestidos, faldas y ropa interior.

Minutos después, la chica salió con un short, así como una camiseta sin mangas, el chico ya tenía algo de comer por lo que sin más degustaron, luego de eso harían los deberes que cada uno tenía.

Cuando pasó todo, tenían la noche para ellos dos por lo que la cama fue testigo de la pasión de ambos, la cual hizo mucho ruido hasta que acabó minutos después.

- Me imagino… como sería el kendo si esa hubiera sido nuestra vida – decía por lo bajo la peli negra antes de caer en los brazos de Morfeo.

Y el sueño se encargaría de hacerle unas alusiones muy extrañas.

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- Despierta esposa mía – las palabras de Raito la hicieron levantarse de su sueño, aunque al abrir los ojos, notó algo raro en la habitación y era que no la recordaba de ese modo.

- ¿Dónde estamos Raito-san? ¿Por qué la habitación luce como si fuera antigua?

- ¿De qué hablas? Estamos en mi hogar, viviendo desde que nos casamos.

- ¿C-Casarnos? ¿Cómo que casarnos? – la peli negra estaba muy perdida con todo lo que pasaba – apenas estamos jóvenes para casarnos…

- Escapamos de nuestras familias para ser felices ¿recuerdas? Puede que apenas tengamos 16 años, pero eso no nos impedía estar juntos por lo que al final lo hicimos – Shiragiku se levantó dándose cuenta de que estaba desnuda, pero se dirigió hacia la ventana en donde al abrirla, se dio cuenta de que estaban en un área boscosa, casi en medio de la nada.

- ¿Dónde estamos?

- En las afueras de Edo.

- ¿Edo? Pero así se llamaba Tokio hace mucho tiempo… - la joven se quedó en silencio – ¿hay algún Shogun en el puesto?

- El Shogun Tokugawa está en el puesto y ha traído mucha prosperidad al reino de Edo, ¿Qué es lo que te pasa Shiragiku-san?

- N-No, no es nada – una vez que ambos se cambiaron, salieron y Shiragiku se dio cuenta que llevaba ropas de la época del shogunato de los Tokugawa.

Luego de que se dio cuenta de lo que pasaba, esto era de que estaban en una zona apartada de todo el mundo, una casa pequeña, pero cómoda para ambos, así como unas tierras en donde parecía que cultivaban.

Shiragiku estaba sorprendida por todo esto, pero aceptó que a lo mejor era algo de otra vida o una cosa similar. Raito cultivaba las semillas mientras que la peli negra le ayudaba a regarlas.

Una vez acabada esta tarea, el peli rojizo fue en busca de dos espadas de madera las cuales se las pasó a su "esposa" con las cuales se dedicaron por un buen rato a practicar kendo.

No obstante, la paz se vería interrumpida cuando notaron como dos personas llegaban a caballo donde estaban ellos y no se miraban muy amables que digamos.

- ¿Quiénes son Raito-san?

- No te preocupes Shiragiku-san, yo me encargo de ellos – el chico fue hacia los sujetos quienes estaban listos para cualquier enfrentamiento.

- Raito-dono, te hemos dicho de una vez que dejes estas tierras, son propiedad del bugyo Minamiro.

- Miren, de nadie son estas tierras ya que los dominios del bugyo no llegan hasta aquí, así que estas tierras no tienes dueño y podemos tenerlas como se nos antoje.

- Tú dices eso, pero cuando te caigan la junta del bugyo te verás en la ruina, Raito Yamazaki – los dos se fueron dejando solos al matrimonio.

- ¿Qué pasó Raito-san?

- Esos sujetos quieren quitarnos las tierras diciendo que son del bugyo de esta región, pero sé que están fuera de su territorio, pero al final es nuestra por lo que no tiene por qué pelear.

- ¿Y qué haremos?

- Batallaré, como el hombre, tengo que traer felicidad a mi familia, por lo que no te preocupes Shiragiku-san.

- No Raito-san, somos un matrimonio y estaremos en las buenas y en las malas, por lo que debo batallar a tu lado como tu mujer – aunque el peli rojizo iba a protestar, esta tomó la espada apuntándole como en pose de combate – defenderé mi hogar como sea posible.

- No me equivoqué en escogerte como esposa, hagamos esto – los dos chicos chocaron sus espadas esperando a que el enfrentamiento que tuvieran se llevara a cabo.

Raito y Shiragiku entrenaron todo el día hasta que la noche se estaba presentando, encendieron el fuego y cenaron una buena ensalada la cual estaba hecha con las mujeres verduras que habían cosechado.

- Dime una cosa Raito-san, es que se me olvidó un poco, ¿Cómo fue que nos escapamos hasta acá?

- Bueno, la historia te la puedo contar una y otra vez. Tus padres y los míos querían este matrimonio, pero a su forma y eso no me gustaba. Está mal revelarse ante los deseos de los padres, pero decidí actuar por mi parte y dejar esa estúpida costumbre.

- Entonces decidimos escaparnos ¿no es así?

- Sí, los dos hemos vivido por un tiempo y bueno, ahora eres mi esposa y estas son mis tierras, por lo que vamos a batallar con todo – cuando comieron, estos fueron a la cama en donde tuvieron su momento íntimo.

Al día siguiente, había varios guerreros del bugyo rodeando la casa del matrimonio, el líder de estos se acercó a la casa.

- ¡Raito Yamazaki, estás rodeado! Sal de tu casa y acepta que estas tierras son del bugyo Minamiro – justo el sujeto tocó la puerta con fuerza y en eso, esta se abrió de golpe revelando al peli rojizo quien venía con su espada, siendo esta una real.

- Me quitarás mi tierra sobre mi cadáver.

- Maldito, ¡atáquenlo! – y así inició una fuerte batalla entre el peli rojizo y los guardianes del bugyo quien luego de unos momentos llegó en caballo a la escena en donde encontró como sus hombres eran vencidos por el joven.

- ¡¿Qué pasa aquí?!

- Mi señor, nuestros hombres están siendo vencidos por ese mocoso.

- Uno solo no será suficiente como para acabar con mis hombres, así que no crea que…

- ¡¿Qué es eso?! – un pequeño negro salió revelándose a Shiragiku quien con su espada comenzó a pelear con varios soldados del bugyo, algo que impresionó a los demás.

- ¿Cómo una mujer posee esa habilidad?

- ¿Seguro que es una mujer?

- Su manejo de espada es bastante bueno, si la capturamos, sería una nueva espadachín en mi ejército – muchos combatientes se lanzaron hacia el dúo, pero tanto Raito como Shiragiku lograban contrarrestar los ataques, no obstante, la espada de la peli negra logró ser arrebatada por uno de los sujetos.

- ¡Ahora eres mía!

- ¡Shiragiku-san! – su marido le lanzó su espada y al tomarla, la peli negra logró acabar con su enemigo al usar el arma de su marido, este esquivó a muchos y entre ambos, aunque sufrieron algunos rasguños, lograron salir bien parados.

- Lo hicimos.

- Ahora toca el bugyo – Raito le apuntaba con su espada, el único hombre que le quedaba al mandamás, como todo un kamikaze, se lanzó al ataque, pero el joven pudo más que él derrotándolo sin más.

- Quedas tú.

- E-Esperen, por favor, les doy las tierras que tienen, le juro que no les haré nada – el peli rojizo negó con la cabeza – ¡si me matan, el Shogun les cortará la cabeza!

- No me importa, que me la corten si es necesario, pero tú de aquí no saldrás vivo, maldito bugyo avaricioso – en eso, el chico empleó su espada dándole en el cuello al sujeto quien rápidamente se comenzó a desangrar hasta que cayó muerto en el suelo.

- Raito-san, pero si el Shogun viene con su ejército, entonces nosotros…

- Incluso si el mismo Shogun viniera por nosotros, lucharía hasta el final por nuestro matrimonio y si muero en el intento, me iré feliz sabiendo que me casé contigo.

- Raito-san – la peli negra se sonrojó, sin embargo, el chico fue por ella tomándola y llevándola al cuarto de su casa.

El problema en parte era que los cuerpos alrededor de la casa daban mala espina, cosa que luego arreglarían, pero era momento de hacer rechinar la cama, los gemidos y gritos inundaron el lugar.

Y fue una buena celebración.

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- Sí Raito-san… ahí… más adentro…

- ¿Qué está soñando? – de nuevo a la realidad, Raito se despertó solo mirando a su pareja quien al parecer estaba teniendo un buen sueño… y se notaba a leguas.

Y justo llegó el sábado en donde la pareja se estaba dirigiendo al sitio en donde se llevaría a cabo el torneo, ambos iban algo nerviosos, pero iban preparados para lo que viniera.

- Tenía tiempo de no venir a un evento como estos, realmente el destino juega con una de una forma extraña.

- Aunque sea así, estoy contigo y juntos ganaremos esto – los dos chocaron sus puños, de lejos veían a los amigos del otro, aun así, todos iban en grupo a apoyarlos.

- Ni modo, vamos – los dos se fueron hacia donde estaban los demás y luego entraron al sitio en donde se llevaría a cabo el torneo.

Ambos chicos estaban ya en la arena mirando a sus dos contrincantes, ambos sosteniendo sus shinais esperando a que estos iniciaran el duelo.

- Por cierto, Shiragiku-san, ¿Qué estabas soñando que te escuché decir cosas? – la peli negra se sonrojó, aunque por su protector facial no se notó.

- No te preocupes… solo un sueño raro jeje.

- Bueno, si tú lo dices.

- ¡Comiencen! – el juez dictaminó y ambos se lanzaron a combatir por el título.

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Continuará…