Heroes
5 de febrero de 1997
Una gran luz blanca brilló desde los límites del bosque prohibido, tras la cabaña de Hagrid. Una vez que desapareció, dejó ver a un grupo de chicos que estaban en el suelo, uno encima del otro.
—¡Ya Nott, quítate!
—¡Pero si tu hermana es la que no se quita Longbottom!
—¿Qué has dicho de mi maldito clon?
—¡Ya basta! —Soltó un ojiazul con frustración, en tanto sacudía su impecable traje negro—Y pensar que ustedes quieren participar en las decisiones del mundo mágico, agradezco a mis tíos que no sea así.
—Funcionó—Susurró con añoranza el mayor del grupo, mientras su cabello se tornaba rosa—¡Vamos!
—¡Espera Teddy! —El nombrado se detuvo y volteó a ver quién lo llamaba—No pueden vernos hasta que no sean las presentaciones—De un movimiento de varita, todos estaban cubiertos con capas negras con capucha—Ahora, inclusive si nos miran de frente, los de esta generación no verán más que un vacío...Vamos
Tras las palabras de su líder, todos comenzaron a avanzar siguiendo a los cuatro hermanos. Detrás de ellos, se encontraban sus parejas, protegiendo sus espaldas como si de sus escoltas se trataran.
Una vez en el castillo, a pesar de las miradas curiosas, la seguridad y el aura mágica que despedían sus líderes no permitió que ninguno se atreviera a cuestionar sus razones para caminar por esos pasillos, como si fueran dueños del lugar.
—Caramelos de limón.
Pronunció el cabecilla con firmeza, su madre le había dicho la contraseña de ese año.
La gárgola comenzó a moverse, dejando paso libre hacia la escalera caracol, por la que todos avanzaron sin romper la formación establecida. Entre las parejas de los cuatro hermanos y el resto de su familia, se encontraban los cuatro invitados no del todo deseados.
—Adelante. —Se escuchó la suave voz del anciano director tras la puerta, luego de que llamaran.
El rubio miró a sus hermanos, quienes asintieron, y abrió la puerta para adelantarse, en el ínterin que ellos informaban a los demás qué hacer.
—Buenas tardes, director—Dijo el chico dejando caer su capucha a medida que avanzaba, al mismo tiempo que los demás entraban a la sala y se colocaban al fondo de la oficina—Por su rostro puedo ver que está sorprendido, pero aún no sé de qué exactamente. —El director se incorporó y sonrió amablemente.
—Digamos que los esperaba, pero hace un año—Eso preocupó a varios, haciendo que se miraran entre sí y que una rubia avanzará hasta estar a un lado de su hermano.
—¿En qué año estamos, director?
—1997—Eso hizo que el chico que se había presentado alzará una ceja, desconcertando aún más al director
—Siento desilusionarlo, director, pero estamos en el año correcto
Fue en ese momento que Dumbledore reparó, al detalle, en el chico que tenía enfrente, quién a pesar de tener el cabello rubio y los ojos de su padre, era el calco de su madre, al igual que la chica que estaba a su lado.
Unos momentos después, otro joven se adelantó y dejó caer su capucha. Esto permitió al anciano ver a un chico esbelto, de ojos azules y cabello azabache bastante revoltoso, pero con la piel pálida, igual que la de sus hermanos.
Por último, una castaña con hermosos rizos que caían en cascada, se dejó ver. Ella también tenía los ojos grises, pero a diferencia de los otros dos, los de ella simulaban al cielo cuando se preparaba para una tormenta eléctrica, de aquellas que únicamente dejan destrucción a su paso, con un brillo único, que era brindado por leves toques azules; era sin duda la combinación perfecta del color de ojos de los otros tres.
Sus hermanos, al notar su apariencia, la miraron desconcertados.
Sin embargo, eso no fue lo que casi petrificó al gran Albus Dumbledore, sino las coronas de oro, con piedras incrustadas, que descansaban con delicadeza sobre las cabezas de estos cuatros jóvenes que, a pesar de que el mayor no debía pasar los treinta y cinco años, imponían un poder que él sólo pudo presenciar una vez en su larga vida, en uno de los magos más temidos de todos los tiempos y que él mismo lo había encerrado.
—No están aquí por accidente—Más que una pregunta fue una afirmación, que causó que los hermanos finalizaran su pequeña conversación mental.
—Supongo que usted tuvo la idea de traer a la tercera generación ¿no? —Dumbledore recompuso su rostro y volvió a mirar al joven rubio con una sonrisa de abuelo.
—Claramente. Esperaba dar esperanza a mis estudiantes, por lo que intenté convocarlos mediante el giratiempo de una persona que consideré que sobreviviría a la guerra, pero no resultó. Supuse que lo había perdido o no había sobrevivido—Eso hizo que el rubio soltará una risa queda. —¿Acaso dije algo gracioso, joven?
—Bueno, mi madre— dijo haciendo énfasis en su parentesco— modificó el giratiempo— lentamente sacó el objeto de entre su túnica—Supongo que fue lo suficientemente inteligente como para tomar medidas para que usted no pudiera alterarlo o manipularlo. —Apreció la pieza por unos instantes— Admito que siempre he admirado a mi madre, pero esta vez sí que me ha dejado con la boca abierta. —Eso trajo a sus hermanos a la realidad nuevamente, mientras todos se limitaban asentir, aún algo en shock por la revelación.
—Así que la Señorita Granger…—Comenzó a decir, pero fue interrumpido
—Malfoy, ahora es Lady Malfoy—Eso dibujó una sonrisa de tiburón en el director
—Así que si hay esperanza a pesar de todo.
—Si la hay director, pero créame que hay muchas cosas que usted cree saber o cree tener una idea al menos, que no son así—iba a ser interrumpido, por lo que levantó una mano, mientras la otra iba hacia su espalda— Confié en mí, las cosas no son como aparentan...Sino observe— Señaló a los demás— ¿No cree que somos pocos para ser la tercera generación completa?—El anciano mago pasó su mirada por los demás encapuchados— ¿O no cree que, tal vez, somos demasiado mayores en comparación a los chicos que usted buscaba contactar?—En ese momento, tanto un pelirrojo como un metamorfomago dejaron caer las capuchas.
—¿De qué año vienen? — Tanto la duda, como la cautela se hicieron notar en las palabras de Dumbledore, lo que hizo sonreír a los cuatro hermanos.
—2030, cuatro años después de que haya finalizado la tercera guerra mágica—El hombre mayor se dejó caer en su asiento tras el escritorio con los ojos bien abiertos, intercalando su mirada entre los portadores de coronas—Como dije, nada es como usted piensa, pero…No somos sus enemigos, después de todo estamos aquí con el mismo objetivo que usted tenía al intentar llamarnos el año pasado, dejar esperanza y evitar algunas muertes—El director lo observó por sobre sus lentes medialuna con incredulidad, pero esta vez la joven peliblanca habló.
—Aunque no lo crea profesor, la tercera guerra fue necesaria; por fin estamos en paz y hay equidad e igualdad en el mundo mágico—Una risa sarcástica resonó en el despacho.
Eso hizo que el director mirará hacía el encapuchado, del cual no podía ver el rostro, perdiéndose así la fría mirada que éste recibió de un par de ojos azules, que lo hizo estremecer y callar.
—Como decía mi hermana—intervino la menor de los cuatro—la tercera guerra fue necesaria, pero también pudo ser evitada. No podemos decir lo mismo de la guerra que ahora se avecina, por lo que esperamos poder salvar a ciertas personas y guiar a otras, de forma que no se cometan los mismos errores que el futuro del que venimos, para así evitar la otra guerra
—Supongo tienen condiciones que yo no contemple cuando los llame
—Y supone bien—Esta vez fue el azabache quien habló—Necesitamos que llame a estas personas—Mencionó, al mismo tiempo que levitaba un pergamino hacía el escritorio, sin varita y con un hechizo no verbal, que llamó la atención del anciano—Una vez que ellos estén aquí, resguardaremos el castillo con nuestros propios hechizos. Al igual que se colocará un hechizo de olvido en los límites de los terrenos, hasta que nos vayamos—"Piensan controlar lo que recordarán"-pensó el director— Exactamente, una vez que hayamos terminado de presentarnos, estableceremos que recordara cada uno, de acuerdo a cómo tomaron la verdad. No queremos eventos desafortunados—Dijo con una sonrisa de superioridad frente a la expresión del mago, ya que no había percibido el uso de legeremancia en él.
—Como dijo mi hermano director, no todo es como usted cree—Volvió a hablar la castaña, con una sonrisa de lado en el rostro. — pero continuando…puede, como no, que durante las presentaciones se quiten varitas, tanto a algunos alumnos, como profesores. —Dumbledore iba a protestar, pero no se lo permitió— Créame cuando le digo que es más por su bien que por el nuestro. En nuestro tiempo manejamos un tipo de magia que aquí pocos conocen, así como también para nosotros no existen hechizos prohibidos o imperdonables, solo hechizos y estoy muy segura de que, sin nosotros atacar realmente, hasta usando únicamente hechizos defensivos, podríamos causar, sin querer, gran daño a nuestros padres y a sus amigos.
Eso bastó para que el gran mago Albus Dumbledore quien se aseguraba, desde siempre, de tener el control absoluto de lo que sucedía en su castillo y, aunque no lo confirmara en voz alta, del mundo mágico, palideciera.
¿En qué me equivoque? Acaso ¿La persona que está filtrando información, causará tal desastre, que llevará a todo el mundo mágico a la ruina? Aunque por lo que los chicos dicen, y por lo que puedo ver, la prosperidad, junto a la paz, llegó al mundo mágico. Sin embargo, se necesitó una tercera guerra mágica ¿Valió verdaderamente la pena todo el esfuerzo? -La mente del director iba a mil kilómetros por hora, repasando sus planes, acciones y alianzas.
Barrió con la mirada a los recién llegados, percatándose de que los que aún llevaban capucha él no conseguía verles el rostro, siendo la primera vez que él no conseguía ver a través de un hechizo desilusionador. Aunque eso no era lo primero que había notado que estaba mal, ya que intentó usar legeremancia y sólo había conseguido acceder a tres mentes sin que lo notaran, a pesar de que hubo una cuarta a la que pudo ingresar, fue rápidamente sacado. Por otro lado, el joven que tenía enfrente, pudo usarla con él sin esfuerzo y de una forma que ni siquiera sintió la invasión.
Tomó una respiración profunda, para luego tomar su varita, quemando el pergamino de los nombres con un fuego azul y asintiendo hacia sus visitantes.
—Está bien, aunque deben saber—una ceja alzada por parte de los hermanos Malfoy-Granger lo hizo callar—Claro, lo tienen todo controlado—Asintieron— Pronto será la cena, vayan a la Sala de Menesteres. Cuando lleguen los visitantes les enviaré un patronus—El director indicó la puerta, por donde, tras un asentimiento del rubio mayor, todos salieron—Señor Malfoy—El nombrado se detuvo en la puerta y lo miró por sobre su hombro—Espero que sepa lo que está haciendo, porque la culpa es una enemiga poderosa. Sé que sabe que estoy muriendo, de hecho, creo es uno, de tal vez varios, motivos por los cuales eligieron esta fecha para su llegada, pero si algo sé y no por magia, es que la peor enemiga de una persona, mágica o no, es la culpa. No por nada pocos magos se atrevieron a usar o a crear lo que usted tiene allí; porque cosas horribles les sucedieron a las personas que se atrevieron a jugar con el tiempo. —Sonrió para luego volver a tomar asiento tras su escritorio.
En ese momento, el primogénito de los Malfoy entendió porque aquel mago era considerado el más poderoso de todos los tiempos; el por qué su madre, a pesar de haber sido manipulada por él, lo admiraba y entendió que por más poderosos, astutos e inteligentes que fueran, Dumbledore tenía algo que ellos no, experiencia.
Así que, tras regalarle la primera sonrisa sincera desde su llegada, junto con una inclinación de cabeza en señal de respeto, salió de aquella habitación hacia la Sala de Menesteres.
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Horas más tarde
—Bien, está todo listo—Informó el azabache a su hermano—Todos aquellos que intenten ingresar, aparecerán al otro lado del castillo y olvidarán la razón por la cual vinieron. De la misma forma, sí alguien las trapaza desde dentro, olvidará todo lo relacionado con nosotros.
—Creo deberíamos hacer una igual en las puertas del Gran Comedor, en caso de que...
—Hermano, si algo así ocurre, la lanzaré de inmediato, pero no podemos arriesgarnos a que alguien la traspase por accidente. — Le explicó, colocando una mano en el hombro de su hermano menor, para tranquilizarlo
—Tienes razón... ¿Crees que nuestra madre, de este tiempo, confiará en nosotros? — Se podía sentir el miedo y la duda en su voz.
—¿Qué te hace dudar de eso?
—Es de mala educación responder una pregunta con otra, hermano—Se burló, pero la tensión nunca abandonó sus hombros— Pero, aunque tú esquives la mía, yo responderé la tuya...ella está jugando el juego más peligroso de todos, si la ponemos en evidencia podríamos hacer que mucha más gente muera o peor, pierdan esta guerra.
—Recuerda lo que mamá nos dijo, puede que al principio su yo más joven desconfíe, por eso aclararemos quienes son los que idearon este plan.
—Tengo miedo hermano— Eso sorprendió al azabache, aunque tenían confianza, hacía cuatro años que no escuchaba a su hermano menor tan vulnerable y menos, que lo dijera tan abiertamente—Se por qué hacemos esto, pero ¿Si nuestro egoísmo está vez nos lleva demasiado lejos? ¿Qué pasaría si mientras desarrollamos el plan, nuestros padres idean algo por detrás, como contingencia, por desespero? No somos personas que confiamos rápidamente y nosotros nos presentaremos al final.
—Entonces vamos a tener que hablar con ellos fuera de las presentaciones o hacer que otros de la familia cuenten más cosas—Vio la duda pasar por los ojos grises— Scor, si tus dudas se hacen realidad y no les damos esperanza, ellos pensaran que algo cambió de aquí al año del que vinimos. Los conoces y tal vez por intentar descubrir qué fue lo que salió mal, abandonen o adelanten ciertas cosas.
—Esto va a ser más difícil de lo que pensé… —Soltó derrotado el rubio— Bueno vamos, la cena está por comenzar. —Pero antes de entrar al castillo, el mayor detuvo a su hermano.
—¿Esto tiene algo que ver con Dumbledore? —Sin mirar a su hermano, el rubio negó con la cabeza.
—No. —Dijo, pero luego soltó un suspiro de derrota— Tal vez dijo algo acerca de la culpa y que cosas horribles les suceden a las personas que se meten con el tiempo—Su hermano cerró los ojos, apretándose el puente de la nariz.
—¡Maldita cabra! Gracias a Merlín está muerto en nuestro tiempo. Ahora escúchame—Tomó por los hombros a su hermano, haciendo que éste lo mire a los ojos— Recuerda que realmente no hacemos esto por culpa y que nuestra familia ya lo engañó una vez. —Sonrió con suficiencia ante el recuerdo— ¡Maldición, nuestros padres tenían quince años cuando lo hicieron! creo que sus versiones adultas nos aseguran una doble apuesta ¿no?
La confianza de su hermano, hizo que el rubio riera y tras asentimiento, ambos encapuchados se dirigieron hacia el Gran Comedor, dando por terminada la primera parte del plan, pero sobre todo enterrando tras fuertes paredes de oclumancia todas sus dudas, miedos y cualquier otra emoción. Esto marcó un cambio en su caminar, volviéndolo aún más aristocrático e imponente, mientras se dirigían a encontrarse con los demás.
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Mientras tanto en el Gran Comedor
—¡Silencio! —Todo el bullicio del gran comedor cesó, tras escuchar a su director—Como podrán notar hay una mesa extra en esta oportunidad—Todos asintieron—Eso se debe a unas visitas algo peculiares que han llegado, pero antes recibamos a nuestros invitados de honor.
Las puertas del comedor se abrieron en ese momento, dejando ver a Remus Lupin, Sirius Black, Audrey Smith, los Tonks, los Malfoy, Xenophilius Lovegood, las hermanas Delacour, y el clan Weasley, tanto padres, como aquellos hijos que ya no estaban estudiando en Hogwarts. Todos los alumnos miraron a los recién llegados con emociones mezcladas, que iban desde curiosidad hasta miedo, asco, enojo, duda, entre otras.
—Por favor señores y señoras, tomen asiento donde deseen—Una vez todos ubicados con sus respectivos familiares, las puertas del comedor nuevamente se abrieron, dejando ver a cuatro encapuchados que observaron el lugar—Ahora sí, con ustedes ¡La Tercera Generación!
Tras una mirada entre ellos y un asentimiento, comenzaron a avanzar, despertando aún más la curiosidad de los presentes por la formación en la que estaban dispuestos mientras lo hacían. Por delante de todos, los cuatro que habían ingresado primero, seguidos por otros cuatro como sus escoltas. Detrás de ellos, un grupo que a simple vista se podía notar que rodeaban a otros cuatro chicos con desconfianza, donde uno en particular llamaba más la atención, ya que parecía poner resistencia al avance.
—Lo controlan ustedes o lo haré yo—La voz proveniente de uno de los primeros encapuchados era tan fría, que hizo erizar la piel de más de uno de los del pasado.
—Basta Louis, por favor—Habló con voz suave que, los que pudieron escuchar por la cercanía, la identificaron como una mujer, haciendo que el mencionado se calmara.
—Bien, cenaremos y tras eso estos chicos se presentarán, de momento… ¿Si, Señorita Granger?
Esto hizo sonreír a la tercera generación, pero nadie lo notó a causa de sus capuchas, ya que estaba más que claro que ella tendría dudas y ellos estaban ansiosos por involucrarla en los planes.
—¿Eso no alteraría el futuro?
El director también sonrió, pero antes de que pudiera hablar, un chico, el mismo que hacía unos momentos ordenó que controlarán al encapuchado, hablo con una voz tan suave y varonil que más de una fémina suspiró, mientras el resto del comedor abría los ojos como platos, por la sorpresa, frente al cambio tan brusco en su tono y actitud.
—No te preocupes... digo—Se corrigió rápidamente negando con la cabeza, gesto que extraño a muchos, pero causó ternura en otros, sobre todo en cierta castaña, sin saber exactamente a qué se debía, al darse cuenta la familiaridad que empleó—No se preocupe Señorita Granger, la idea es esa. Todo está controlado y en las presentaciones se explicará todos los motivos por los cuales hacemos esto, como también las medidas que se tomarán al respecto en cada caso. —Hizo una pausa antes de agregar con un tono más divertido.
Las mentes más brillantes de nuestro tiempo se tomaron el trabajo de idear cada detalle de este viaje y en caso de que algo imprevisto suceda, cosa que dudo, contamos con gente que son más que capaces de manejar la situación.
Todo el comedor estaba en shock, cuando una pregunta y una apreciación fueron dichas, por un león y un águila al unísono.
—Habla igual que tú, Mione, cuando nos explicas los planes—Dijo el niño que vivió
—¿No están aquí por accidente? —Quien explicaba los sucesos volteó a responderle, regresando a su tono frío, causando más de un sobresalto en el comedor.
—Creí que los Ravenclaw eran los listos, pero veo que tendré que explicarlo...No, no estamos aquí por accidente, al igual que no somos parte del plan del director Dumbledore de hace un año, profesora McGonagall—Dijo lo último mirando hacia la bruja, que se sorprendió y retrocedió, sin intención realmente—Intente pensar más bajo—Bromeó, pero todo el comedor estaba conmocionado, por lo que el director decidió intervenir.
—¡Que comience el banquete! —Aplaudió y la comida apareció en las mesas, al mismo tiempo que la tercera generación se ubicaba en su mesa.
Mientras que en la mesa de Gryffindor el trío de oro comenzó con las especulaciones o mejor dicho una castaña, perdida en sus pensamientos, era interrogada por dos de sus amigos.
—Mione...Mione... ¡Hermione!
—¿Qué, Harry? ¿Por qué me gritas?
—Perdón, pero llevamos hablándote buen rato y no respondes...Acaso también lo notaste—Ella lo miró con confusión y lo alentó a continuar—Como el chico que explicó lo que harán parece querer matar a todos menos a ti.
Harry levantó una ceja interrogante, haciendo que la castaña mirase hacia la mesa de encapuchados, donde uno asintió a modo de saludo al sentir que lo observaban, por lo que ella volteó hacia sus amigos rápidamente.
—No lo sé, también me pareció raro, hasta mal educado, pero preferí no decir nada
—Puede que sea nuestro hijo—Esta vez fue Ron quien habló, ganándose una mirada extraña de sus amigos y de los antiguos merodeadores que decidieron sentarse junto a ellos.
—¿Qué? —Preguntó la chica incrédula, no podía haber escuchado bien
—¡Nada! —dijo rápidamente el pelirrojo, al darse cuenta que se había puesto en evidencia— Digo que tal vez sea tu hijo, por eso te trata bien, después de todo habla como tú. —Todos prefirieron seguir comiendo, fingiendo que nada había pasado.
Pero en la mesa de las serpientes, otra era la historia. Cierto rubio, luego de casi torcer los cubiertos de tanto estrujarlos en sus manos, los soltó de golpe, maldiciendo por lo bajo.
—Draco, ¿Qué te ocurre? —preguntó el patriarca Malfoy con una mueca de decepción en el rostro.
—Nada padre, sólo algo ilógico que dijeron los estúpidos leones.
—¡El vocabulario!
—Lo siento, madre
—Bien, dinos que hablaban—Ordenó su padre, haciendo que el rubio lo mirase incrédulo—Sabes que nadie debe saber sobre el plan. —Tras ver a su padre poner los ojos en blanco, asintió.
—Justamente en eso estaba pensando ella.
—¿Ella? Pero siempre nos dices que nunca pudiste entrar en su mente—Cuestionó su madre.
—No podía—Afirmó— Buscaba la de Potter, pero al parecer el tema la tiene bastante distraída. Imaginen mi sorpresa cuando pude acceder sin intentarlo y ella no pareció darse cuenta.
Sus padres tenían cara de horror, esto no podía significar algo bueno, nadie debía tener acceso a esa mente o sus planes, ya que significaría la muerte de muchos, pero sobre todo de su familia.
—Lo que ella se pregunta— Continuó el peliblanco— es que, si el chico que explicó que harán, es su hijo, porque si lo es, tiene que saber lo que ella está haciendo ahora. Eso mismo le preguntó Potter y la comadreja; dicen que habla como ella y que por eso es a la única que trata bien.
—También lo noté. Al igual que, si prestan atención, esos cuatro que ingresaron primero parecen liderar el grupo—Tras la palabra de la Señora Malfoy, ambos hombres miraron hacia la mesa de encapuchados y asintieron en confirmación.
—A su vez, te das cuenta que hay como dos grupos o tres, pero nunca dejan a esos cuatro del medio solos. Como si todos tienen la obligación de tenerlos vigilados—Analizó el patriarca, captando la atención de una pelinegra.
—Y también parece ser que son los únicos que hablan, al menos entre sí.
—¿Qué dices, Pansy? —preguntó sin entender Draco y Lucius alzó una ceja—Claro, nadie habla con ellos, pero aun así el resto habla entre sí, por eso decimos lo de los grupos. —Ahora había sido el turno de Parkinson y de la antigua Black, de mirar a los hombres como si se hubieran vuelto locos.
—¿Qué están diciendo? Toda la mesa está callada a excepción de esos cuatro. —señaló la joven y para cuando ambos hombres Malfoy volvieron a mirar la mesa de invitados, notaron que la chica tenía razón, por lo que se miraron entre sí, cuando una voz resonó en su mente.
—Vaya, pensé que se darían cuenta más rápido. En el futuro no es tan fácil unirlos o engañarlos.
—Legeremancia—Susurraron ambos Malfoy al unísono, mientras que, con sus ojos casi salidos de sus órbitas, alternaban la mirada entre los encapuchados y ellos.
Una carcajada proveniente de esa mesa, mejor dicho, de la cabecera, hizo eco en el comedor, provocando desconcierto, sobre todo cuando otros tres encapuchados se unieron con sus propias risas, mientras observaban atentamente la mesa de las serpientes.
—¿Nos podrían explicar? —Preguntó Narcissa Malfoy, pero antes de que su hijo o esposo articulen alguna explicación, un encapuchado se paró en la tarima al mismo tiempo que la comida desaparecía de las mesas.
—Buenas noches Hogwarts del pasado...
