En las calles de Konoha, las personas estaban en casa refugiándose por la tormenta que azotaba muy fuerte sin piedad. Hace mucho que no había pasado una tormenta así. Pero no hay de que preocuparse teniendo en cuenta que ante la guerra y ataques que sufrieron en el pasado ayudo a reformar y resistir cualquier incongruencias.
– Que aburrido es estar adentro. – Se decía así misma mirando entretenida la tormenta por la ventana, a ella le encanta estos días lluviosos.
–Takeshi está en la cocina, saldré un momento. –Piensa Mirai con una sonrisa escabulléndose hacía su patio a mojarse un poco y sentir la lluvia, estaba apunto de abrir la puerta de su patio trasero hasta que una mano se apoyaba en la puerta impidiendo que se abriera.
– ¿Dónde vas? – Pregunto demandante el peli-azul con voz molesta mirándola con una mirada severa e interrogativa.
–A salir un momento, nada importante. – Responde haciendo un puchero de molestia, viendo al peliazul, a esos ojos marrones chocolate.
– Está lloviendo. – Dice señalando la ventana mientras fruncía el ceño.
– Lo sé, es solo que me gusta mojarme a veces en la lluvia. – Decía con una sonrisa pequeña viendo la tentadora lluvia.
– Estás con fiebre, si sales te mojas, lo único que causaras es empeorar tu estado. – Dijo serio.
– ¿Acaso es una tonta? ¿O se hace? Tiene las defensas bajas de salud además el problemita del chakra ¿Y quiere salir a mojarse? – Piensa el peliazul fulminándola con la mirada, no permitirá que salga.
– Pero…– Dice la Sarutobi pero Takeshi la interrumpe.
– Si te enfermas más, me tendré que quedar más tiempo contigo. – Dijo serio con una mirada de fastidio, lo qué menos quería ahora, es que ella enferme más y le complique las cosas de todos modos enferma o no ya era su misión estar con ella.
–Bien, me iré a mí habitación, aún tengo sueño. – Dijo resinada mientras bostezaba.
Se va hacía a su habitación ignorando al Ninja que le estaba hablando, no a dormido muy bien, luego se detiene frente a la puerta sintiendo un jalón en su bufanda, voltea notando que él estaba detrás de ella a centímetros sosteniendo parte de su bufanda mirándola serio.
– ¡Ey!– Dice tratando de alejarse pero él se lo quita de un jalón rápido y cuidadoso revelando su desnudo cuello con chupetones por doquier pequeños pero muy notables.
– Ya veo. – Dijo serio notando los chupetones oscuros y medios morados en el cuello de la Kunoichi que se sonroja intensamente tratando de cubrirse. Claramente eran chupetones. Parecían recientes.
Se acerca a ella y toca el cuello con moretones sintiendo como ella se estremecía y se tensaba, la mira a los ojos viendo lo nerviosa que ella estaba a demás del miedo.
–Estos chupetones. – Dijo en susurro serio examinando el cuello fino de la Sarutobi siguiendo el rastro de esas manchas oscuras, corre la bata de la Kunoichi para ver hasta dónde llegan los chupetones veía su clavícula marcada.
Mirai reacciona rápido, lo empuja pero él se acerca agarrándole el brazo impidiendo que se alejara.
–Suéltame. – Ordeno, tenía la cabeza gacha, no le miraba el rostro, se sentía avergonzada que él viera eso.
– ¿Por qué lo ocultas? ¿Acaso fue ese tal Ootsutsuki cuándo estabas en la misión? – Pregunto serio aún sosteniéndola, estaba muy a la defensiva.
–Ya veo. Él no sabe que Sakura-sama me había disminuido a los moretones y chupetones cuándo estaba en el hospital. – Pensaba avergonzada. Aunque…
–N…no. – Dijo sonrojada.
– ¿Entonces quién? – Pregunta con el ceño fruncido notando el intenso sonrojo.
– Supongo que habrá sido un novio suyo. – Piensa aún viendo el cuello con chupetones. Pero ella hace poco había sido abusada, y no leyó nada en el registro de que esté con alguien, no se iba dejar tocar y más ante tal casi violación que había tenido. Está ocultando algo.
– Un idiota que me encaro en el parque anoche pero ya le di su merecido. – Dijo recordando amargamente a Eiji que trato de propasarse con ella, por suerte no, él no ha logrado dejarle marcas en el cuello. Le recorre un escalofrío con solo recordar eso.
– ¿Hum?¿Y quién era? – Pregunto serio, no le creía mucho aunque en parte si fuera así entendería por qué ella se sonrojaba y no quería mostrarle.
Está niña estaba avergonzada humillada por eso, por no haberse defendido o reaccionado antes de ser casi abusada, pero eso no explica el porque se sobresalto cuándo se sentó ¿Acaso sucedió algo más qué eso?
–Eso ya no importa. – Decía desviando un momento su mirada rojiza.
– ¿Sucedió algo más? Te habías sobre saltado cuándo te sentaste y cuándo te había cargado. – Dijo serio viendo que ella desviaba más su rostro para que él no la mirase.
–Si, cuándo estaba en el parque había volteado para irme a casa y choqué con ese pervertido y caí al suelo dolorosamente duro quedando sentada. Era el mismo tonto que había escoltado en esa misión. –Decía recordando con amargura.
–Ya veo. – Dice creyéndole un poco había notado la obvia mentira y verdad en su voz además que conocía en los registros de como es el tipo que escolto la kunoichi antes de la tragedia.
– Eiji hakudo, es un tipo problemático con ciertos problemas con su actitud, también teniendo algo de psicastenia. Neurosis caracterizada por la falta de autocontrol, depresión y tendencia a las obsesiones. –Piensa soltando el brazo de Mirai.
¿Cómo logra ella aguantar tantos abusos? Parece un imán en eso. Tendrá que informarle pronto a Lord Hokage-sama sobre ese sujetó si llegase a ser perjudicial en Mirai. O comience a obsesionarse.
–Me iré adormir. – Dijo abriendo la puerta y entrando iba a cerrarla pero Takeshi se lo impide y entra.
–Siéntate. – Ordeno señalando la cama.
Mirai lo mira con duda pero aun así hace lo que le pidió, pensando de qué estará planeando él, Takeshi se acerca y coloca su mano en la frente de ella midiendo su temperatura, la que ya había hecho como cinco veces y luego se agacha poniéndose de una rodilla en frente de ella que lo miraba con el ceño fruncido.
– Esa caída debió doler mucho, ahora te revisare. – Dijo profesionalmente acercando su mano para correr un poco la bata de ella, pero ella se levanto rápido con la cara ardiendo en rojo.
– ¡Ni hablar! ¡No te dejare que me revises! ¡Ni un millón de años! – Grito súper roja y molesta agarrándolo sacándolo con sus fuerzas e cerrando la puerta de golpe mientras la trababa y colocaba una silla en el para trabar bien la puerta.
– ¡Trato de hacer mí trabajo niña estúpida y terca!– Grita golpeando la puerta con rabia.
– ¡Mocosa detestable, malcriada, inmadura, ingenua, idiota, tarada! ¡TERCA! –Pensaba molesto y rojo de ira mientras trataba de abrir la puerta.
– ¡No seas terca, Mirai, soy un Ninja medico, no te haré nada raro si es lo que piensas, ahora ábreme! – Grito molesto.
– ¡Ni te abriré, mejor vete y hazme una medicina para sentirme mejor!– Dijo estando recostada en la cama y mirando el techo de madera.
–Bien, te preparare uno. Terca. –Lo escucho alejándose de la puerta.
– Se que quieres hacer tu trabajo, Takeshi, pero ni un millón de años dejaría que me vieran mis partes o mis muslos excepto Momoshiki, él ya me vio totalmente desnuda. – Pensaba con un sonrojo ardiente en sus mejillas y orejas por pensar eso.
– Ahora que lo pienso. –Murmura viendo indiferente el techo.
–Ahí un Ninja vigilándome ¿Qué pasara si Momoshiki aparece? ¡¿Cómo es qué no lo pensé antes?! ¡Soy una tonta! –Piensa alarmada y nerviosa.
En el hospital
En las habitaciones se encontraba Naruto y Konohamaru con una enfermera viendo y examinando a la inconsciente niña de pelo violeta.
– ¿Estará bien? – Pregunto Konohamaru a la enfermera.
– Si. No se preocupe, está fuera de peligro, ahora solo ahí que esperar que despierte. – Responde la enfermera con una sonrisa tranquilizadora.
– ¿Quién habrá sido? – Dijo serió el Hokage viendo a la niña inconsciente.
–Moegi. – Pensaba preocupado Konohamaru por su antigua compañera de equipo hasta que escucha que abren la puerta de la habitación y ve a Boruto.
– ¡Sumiré! – Grito jadeando y empapado por la lluvia, había visto a los Ninjas llevando a su compañera inconsciente hacía el hospital.
– ¿Boruto? ¿Qué haces aquí? Mírate, estás empapado, toma, te puedes resfriar. – Dijo agarrando una toalla seca que estaba doblada en una mesita y le da a su hijo para que se secara.
– Hum, no me resfriare, viejo. – Dijo mientras agarraba el toallon y se acercaba a ver a su compañera.
– Boruto. – Dice el Sarutobi viendo como el pelirrubio se acercaba a la camilla preocupado viendo a su compañera.
– ¿Qué paso? – Pregunto aún viendo a su compañera inconsciente.
– Aún no sabemos, por ahora vete a casa Boruto. – Dijo colocando una mano en el hombro de su hijo.
–Pero… – Protesta el joven Uzumaki.
–Tranquilo Boruto, tú novia está fuera de peligro, te llamare cuándo ella despierte, kore. – Decía el Sarutobi sonriendo y calmando al niño.
– Bien, pero no lo olvides. – Dijo yéndose a regañadientes el rubio.
– ¿Escuche mal? – Piensa Naruto viendo confundido a su hijo que se iba.
– Esto ¿Acaso Boruto y Sumiré-chan están saliendo? No lo sabía. – Dijo sorprendido.
– ¿Hum? Pensé que ya lo savias, ellos ya estaban saliendo hace tiempo como unos siete meses, diría. – Dijo con el ceño fruncido el Sarutobi.
– Hum, bueno por ahora esperemos que despierte mí nuera, hum… suena raro, dattebayo. – Dijo mientras se sentaba a esperar que despertara Kakei.
– Iré acompañar el grupo de rescate y búsqueda de Moegi, nos vemos Hokage-sama – Dice serio Konohamaru yéndose con una bomba de humo.
– Espero que Moegi esté bien. – Pensaba serio Naruto mientras miraba por la ventana la fuerte lluvia.
Ya había pasado horas y estaba oscureciendo, la lluvia ha aumentado un poco más fuerte y hace mucho más frió que antes.
Mirai estaba acostada viendo el techo de su habitación, había dormido solo unos trece minutos, y ahora no tenía sueño, Takeshi había dejado de molestar, por ahora.
Se levanta de su cama y abre la puerta lentamente se asoma un poco viendo que el peliazul no estaba, así que supuso que él debe de estar en la sala, sale de la habitación aún mirando con cautela.
Ahora solamente tenía puesto ropa cómoda, eran casi las mismas prendas que uso cuándo estuvo con Momoshiki en el lago, la única diferencia era que usaba una blusa blanca terciopelada de mangas largas y no llevaba esa incomoda bufanda, ya que el peli-azul ya le vio los chupetones que tenía en el cuello.
Va hacía la sala y tenía razón, el hombre peliazul estaba sentado en el sofá, leyendo un libro, entra en la cocina y se sirve un vaso de jugo de naranja, lo bebe mientras se distraía entretenida viendo por la ventana la tormenta, como las gotas de lluvia golpeaban el cristal salvajemente, se preguntaba en dónde debe estar Momoshiki en una tormenta así de fuerte.
– Hum…creo que me ha bajado un poco la fiebre. – Piensa, poniendo su palma en la frente.
Luego al terminar su jugo, lava el vaso y lo seca mientras abre la estantería de arriba para guardarlo limpio, sale de la cocina para dirigirse a su habitación, luego escucha el timbre.
– ¿Quién será? – Dijo curiosa mientras se dirigía hacía la entrada.
Abre la puerta y se sorprende viendo que era una de las personas que menos quería ver.
El sujeto estaba parado enfrente sonriendo arrogante mirándola mientras extendía unos ramos de rosas, él estaba totalmente mojado por la lluvia dándole una imagen algo descuidada por la tormenta.
– ¿e... Eiji-san? – Dijo sorprendida viendo al chico arrogante.
– Mí linda Mirai, que bueno que estés en casa, toma unas lindas rosas para la rosa medio linda que eres tú. – Dijo con una amplia sonrisa y entregándole el ramo, mirándola fijamente mientras se acomodaba su cabellera rubia mojada para atrás.
Maldice en su interior a está tormenta. Estaba presentable y listo para ver a Mirai pero claro la puta tormenta le arruinó sus planes, tenía planeado invitarla a salir.
– Hum… ¿Gracias? – Dijo molesta y con el ceño fruncido por el medio grosero comentario mientras agarraba las flores. Las mira y luego al chico acomodándose un poco su cabello mojado y sonriéndole coqueto. Lo consideraría muy apuesto sino fuera un patán.
– ¿Cómo supiste dónde vivía? – Le pregunto con molestia, lo que menos quería ahora es que él la esté acosando.
– Bueno, uno de tus amigos me lo dijo, una señora guapa llamada Ino del clan Yamanaka me dijo dónde vivías porque le dije que eras mí novia y que me había olvidado dónde vivías, una forma fácil de engañar. A gente mediocre. – Dice acercándose a ella viendo sus lindos ojos rojos anillados.
Tentado extiende su mano para poder tocar su hermoso rostro.
Mirai retrocede unos pasos para que él no llegara a tocarla hasta que aparece Takeshi al lado de ella, dándole un manotazo a la mano a Eiji dolorosamente fuerte, el peliazul se acerca a Eiji, mirándolo amenazantemente serio al chico pelirrubio.
– Soy su cuidador Ninja medico y Anbu enviado a proteger a Mirai por encargo del mismo Hokage. Mocoso, ahora largo si no quieres que te deforme esa carita de engreído que tienes. – Dijo serio y con veneno.
– Takeshi…–No ha terminado de hablar ya que Takeshi la agarro del hombro y la a cerco a él manteniéndola alejada del rubio.
– Como puedes ver, ella está bajo mí vigilancia y cuidados, si le pones un dedo enzima, te reportare al Hokage ¿Entiendes? ¡Ahora largo! – Dijo amenazante viendo que el chico se tensaba y lo fulminaba.
– Como quieras. Nos volvemos a ver querida Mirai. – Dice en susurros mientras sonreía molesto y celoso: Voltea y se va perdiéndose entre la tormentosa lluvia.
Los dos shinobi estaban parados en la entrada de la puerta viendo que ya no se podía ver al chico de ojos almendrados, Mirai levanta la vista para ver al peliazul que la sostenía del hombro.
En parte estaba agradecida que Takeshi apareciera aunque fue algo innecesario ser tan agresivo y amenazante, ella podía enfrentar al chico y echarlo, iba a lanzarle los ramos de rosa en la cara a Eiji y luego decirle qué se largara, pero justo tenía qué ponerse Takeshi.
– Takeshi-san… ¿Por qué actuaste agresivo con él? No era necesario amenazarlo y ser tan frió, yo misma podría haberlo echado. – Le pregunta al Ninja serio, él la suelta y cierra la puerta mientras se dirigía en la sala mientras se volteaba un poco para verla.
– Escuche lo que había dicho, de como supo dónde vivías, no me agrada ese tipo, solo eso, te prepare tu medicina, tómalo antes que te vayas a acostar de nuevo. – Dijo indiferente e tranquilo.
Veía al Ninja irse a la sala con naturalidad dejándola sola.
