INUYASHA NO ME PERTENECE, PERO LA TRAMA SÍ.
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Un error agridulce
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Capítulo 5
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DEDICADO A SAONE TAKAHASHI
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Kagome fue al trabajo luego de la rutina de todas las mañanas. Le esperaba bastante conociendo a Inuyasha y en este momento ella necesitaba eso para distraerse y no pensar en la situación con Bankotsu Donovan.
No podía renunciar de momento, por el costo del alquiler, pero tampoco podía guardarle un secreto tan grande a un hombre, aunque no fuera el padre voluntario de sus hijos, él colaboró en la irresponsabilidad de aquella noche.
Cuando traspasó la recepción del edificio, notó que las chicas cuchichearon al verla.
Pasó su tarjeta magnética de ingreso y aun en el ascensor fue perfectamente capaz de discernir los murmullos sobre ella.
Cuando llegó al piso 50, lo primero que hizo fue correr al baño a revisarse la ropa e incluso a buscarse olores inapropiados que estuviesen generando comentarios.
Estaba como siempre.
Vestida de forma sencilla pero limpia. Tampoco tenía las medias rotas y los zapatos estaban libres de mierda. Revisó sus dientes y el resto de sus cosas.
Quizá sólo era su imaginación, cogió su bolso y se adentró a la zona de los cubículos a buscar el suyo.
La historia se repitió.
Todas las asistentes estaban en una esquina cuchicheando entre ellas.
—Miren, ahora llegó —las oyó decir.
Aquellas mujeres la miraban como si fuera un insecto y Kagome tuvo que hacer tripas corazón para intentar pasar la incomodidad.
Encendió el computador y mientras acababa de iniciar el software, Tsubaki apareció con los brazos sobre la cintura, despidiendo más desprecio de lo acostumbrado por sus ojos.
La miraba como si quisiera comérsela con ella.
—¿Ocurre algo…? —preguntó Kagome ya preocupada de verse objeto de algo que desconocía.
—Eres una trepadora de lo peor…—Tsubaki al fin se reveló.
—¿Perdona?
—Lo que oíste, eres una zorra mosca muerta con cara de no rompo un plato, pero resultaste peor que las otras —Tsubaki se le acercó y le arrojó un papel—. Fuiste nombrada asistente bajo el mando del socio director Bankotsu Donovan.
—¿Qué…? —Kagome se incorporó sorprendida
—Te acostaste con el socio Miller para lograr tu nombramiento…y ahora hiciste lo mismo con el socio director —le murmuró Tsubaki—. Das asco —con un gesto más de envidia que otra cosa.
—Eso es una blasfemia…
—Toda la oficina lo sabe…
Kagome le hubiera querido dar una bofetada a esa mujer, pero se contuvo.
Pero la rabia comenzó a esparcirse por su cuerpo como si fuera veneno.
Ella era la comidilla y el chisme del día, ahora entendía porque todos hablaban a sus espaldas.
Volvió a sentarse intentando ganar serenidad y leer el papel que le arrojó Tsubaki.
Era una orden ejecutiva de Bankotsu Donovan desafectándola de estar bajo las ordenes de Inuyasha para estar bajo la suya.
—¿A qué esperas? —le retó Tsubaki
—No sé de qué hablas…
—Ve a presentarte frente al socio director…ahora.
Kagome no tuvo más remedio que levantarse y cumplir pese a que temblaba de la furia.
Además de la rabia que se generó por el chismerío, ahora tendría que lidiar con Bankotsu como jefe justo en el momento en la cual era presa de confusión con respecto a lo que debía hacer.
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Inuyasha era pérfido como pocos.
Cuando recibió la notificación de que su asistente pasaría bajo el mando del socio director, no pudo oponerse. Si estuvo bastante nervioso porque aquella mujercita con toda su insignificancia a cuestas era una buena asistente.
En la semana que estuvo bajo su mando, él nunca había trabajado tan poco porque ella elaboraba minuciosamente todo y él sólo debía dar la cara para las reuniones con los clientes.
Estaba seguro que Bankotsu hacía esto por molestarlo.
Así que no tuvo mejor idea que esparcir el espantoso rumor sobre la reputación de la joven, para hacerla trizas y de paso que se murmure sobre Bankotsu ya que el chisme iría sobre él también.
Su móvil sonó y recordó que debía ir a la Corte a arreglar unos asuntos.
Cogió su impecable chaqueta negra y acomodó su corbata, sumamente satisfecho de sí mismo.
Ya no volvería por el día de hoy a la firma.
Mejor, así los protagonistas del chisme que él generó tendrían un día bastante largo.
Incluso esperaba que despidieran a esa mujercita.
Si sus servicios no eran para él, no deberían ser para un inepto como Bankotsu.
No pensaba facilitarle nada.
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Para Kagome fue una peripecia larga llegar hasta el piso 55. Todo el trecho en el ascensor lo hizo en silencio, ignorando cualquier cuchicheo sobre su persona.
Pensaba en cuales debían ser sus próximas palabras ya que estaba por trabajar junto a Bankotsu.
Cerraba sus ojos y sólo una idea le venía a la mente.
Debía decirle la verdad.
Apenas entró a la oficina, se topó con él de espaldas mirando por los ventanales las impresionantes vistas a la ciudad de Manhattan.
Ella podía reconocerlo. Imposible no reconocer aquella espalda.
Pese a la seriedad del asunto, ella se quedó mirando su porte increíble metido en aquel traje que le quedaba como un guante. Era un hombre demasiado impresionante, mucho más que hace tres años con esa mística de poder y misterio que irradiaba.
Él giró al oírla entrar. Sus ojos despedían puro hielo.
Esa severa mirada hizo que ella despertara de las ideas inapropiadas.
—Buenos días, señor Donovan…—mientras respiraba profundo para confesarle la verdad que guardaba hace años.
Pero él no la dejó hablar.
—¿Qué horas son estas para llegar?
—¿Qué…? —ella se sorprendió por el inesperado primer ataque.
—Yo no puedo llegar antes que usted, esa es la primera regla de trabajar conmigo —sus manos en los bolsillos, pero mirándola de un modo que daba miedo—. Por ser el primer día lo toleraré, pero que sepa que yo no disculpo errores, usted está obligada a hacer todo lo que le ordene y eso incluye que no debe faltarle una sola coma a ningún informe, si necesito que me ayude en la Corte usted debe llegar más temprano que yo y si le digo que debe investigar cajas de archivo en una noche, debe hacerlo sin rechistar ¿queda claro? O necesita que lo repita para que lo anote.
Kagome no se esperaba aquel tiroteo que la dejaba sin posibilidad alguna de defensa.
—Es que…—intentó decir.
Pero Bankotsu no tenía planes de darle tregua.
—Han dicho que su trabajo es excepcional —el hombre se sentó, pero sin dejar de lado la mirada juzgadora—. Quizá para el majadero de Inuyasha Miller, él es un sujeto fácil de engañar, pero yo no. Que sepa que, a la menor tontería, la despediré…y no emitiré ninguna carta de recomendación favorable para librar a otras firmas de su incompetencia.
La dureza y acritud asustaron a Kagome, quien, al verse presa de semejante presión, no pudo esgrimir palabras salvo asentir la cabeza de forma tímida.
Bankotsu la avasallaba e intimidaba.
Ella había entrado con una determinación y ahora se sentía incapaz de decirla, no ante un hombre que parecía detestarla.
—Retírese a preparar la lista de informes que le envié al correo y que necesito para esta misma tarde. Si me siento satisfecho con su trabajo, puede que reciba un bono y si no es el caso, como ya le advertí, no durará mucho tiempo en mi firma ¿queda claro?
Kagome estaba aterrada, pero se limitó a asentir, pero ante la presión de él, tuvo que esgrimir un suave—. Entendido…
Como se quedó mirándolo, presa de sinfín de sensaciones al verse abordada de ese modo, él pareció perder la paciencia.
—¿A que espera? Váyase de una vez y no regrese hasta terminar esos informes.
La joven tuvo que huir de aquel despacho, cuyo ocupante parecía querer verla arder.
La impresión había sido tanta que tuvo que salir a refugiarse al baño del piso de las asistentes. Se llevó una mano a la boca y no pudo evitar un par de lágrimas imposibles de frenar.
Cogió unas toallas de papel para limpiarse, pero nada podría cambiar que sus ojos estuvieran rojos.
Bankotsu Donovan era un déspota y ni siquiera le dio pie para que ella hablara y le contara lo que necesitaba confesarle.
¿Cómo hacerlo a un hombre que parecía desconfiar tanto en ella?
—¿Cómo decirle la verdad? Ni siquiera me da tiempo de hablar…
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Bankotsu sentía que se había quedado corto con la muchacha, pero él no iba a estar tranquilo hasta darle una lección a esa trepadora.
Pensaba atiborrarla de trabajo y exigirle más de lo que él nunca pidió de otra asistente.
No se sentía culpable en absoluto.
Ella se merecía todo.
Sería la antesala perfecta antes de echarla de su firma.
CONTINUARÁ
Hermanitas, perdón el retraso.
Este episodio corto ya estaba listo hace unos días, pero en mi país hace tanto calor que apenas se puede respirar. Hasta olvidé cargarlo. Esta semana si saldrán dos episodios si sale todo bien.
GRACIAS AIDÉ, BENANI0125, SAONE TAKAHASHI, LUCYP0411, LIN LU LO LI, CONEJITA Y NUESTRA IMAG04
BESOS
PAOLA.
