INUYASHA NO ME PERTENECE, PERO LA TRAMA SÍ.

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Un error agridulce

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Capítulo 7

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DEDICADO A ANNIE PEREZ

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El piso aún estaba vacío cuando Kagome llegó.

Lo prefería ya que no quería ir a preocupar a Sango al parvulario, aunque moría por ver a sus hijos, necesitaba un momento a solas para seguir pensando en su tragedia personal.

En su mente se atornillaban las crueles palabras de Bankotsu al despedirla y tenía que darle mérito al desgraciado de ser capaz de penetrar la mente humana para infringir sufrimiento.

Desafortunadamente ese hombre también penetró en otras áreas de su vida ya que los gemelos eran suyos, pero con todo el desastre acaecido, Kagome estaba segura de jamás revelarle la verdad.

Iba a buscar una botella de vino de uno de los muebles, el que ella y Sango guardaban para algún acontecimiento especial cuando su móvil sonó.

No le hizo caso a las primeras timbradas, pero al cuarto miró sin atender el número.

Lo más seguro es que fueran tele ventas.

—¿Diga?

—Regrese a la oficina para mañana —una voz masculina del otro lado.

La voz sonaba un tanto diferente a la de la vida real, pero Kagome la reconoció enseguida.

Era Bankotsu y tenía un tono que podía definirse entre avergonzado o azorado, como si se viera obligado a hacer algo en contra de su propia voluntad.

Kagome no respondió los primeros segundos.

—Usted me despidió…—fue lo que primero que dijo.

—Y hubiera sido un despido con causal justificado de ser ciertas las acusaciones. La espero mañana en su puesto y todo esto será borrado de su historial —Bankotsu volvió a hablarle en tono autosuficiente.

Kagome era proclive a recibir ofensas y agravios, pero en este momento en lo único que pensaba era en la injusticia que sufrió.

De no ser por los infortunios de la vida, ella hubiera sido una abogada con todas las letras.

—Quiero un aumento del diez por ciento —pidió sin titubear

Del otro lado hubo un silencio sepulcral como si la petición lo hubiera cogido por sorpresa.

Kagome pensaba que la iba a rechazar.

Pero tal cosa no ocurrió.

—Está bien, tendrá ese aumento. La espero aquí en el horario habitual —Bankotsu le colgó sin siquiera esperar otra respuesta.

Kagome se quedó con el móvil en la oreja, aun incrédula del surreal momento vivido. Acababa de cambiar su maldita suerte en pocos segundos y con una simple llamada.

E incluso se atrevió a pedir un aumento.

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Bankotsu bajó el móvil sobre la mesa de su enorme escritorio.

Evelyn le consiguió el número de Kagome desde Recursos Humanos y ya estaba hecho. Le devolvió el trabajo a la joven porque era injusto echarla en base a una mentira. Podía caer en cualquier momento por cualquier otro tema.

Su trabajo hasta la fecha era impecable y hasta él debía reconocerlo.

Igual tenía toda la intención de cobrarle su falso papel de mujercita ingenua y seductora.

Pero ahora tenía otros problemas más apremiantes.

Poco antes de llamar a Kagome, él recibió otra llamada menos estimulante.

El CEO de Telex lo llamó para informarle que la firma Donovan Lawyers quedaba despedida por causa de la mala praxis y el perjuicio ocasionado por la falta de registro de las patentes.

Perder un cliente y por culpa de una loca celosa era lo peor que podía pasarle ese día.

Presionó el botón para que Evelyn llamara a Kikyo para que se presentase de forma inmediata en su despacho.

Evelyn le dijo que la abogada se encontraba reunida en ese momento.

—¡No me importa! Cuando le digo que venga, ella debe venir. No me importa con quién demonios esté reunida.

La cruenta advertencia surtió efecto porque en menos de cinco minutos, Kikyo Skadden cruzó su puerta.

Ella esbozó su mejor sonrisa y caminó hacia él.

Pero Bankotsu la detuvo.

—Dime una sola razón por cual no deba despedirte…y peor aún, denunciar tu accionar ante la Barra para que te quiten la licencia —amenazó con voz dura y con unos ojos que destilaban fuego azulado.

La joven quedó tiesa porque no esperaba aquella bienvenida.

Bankotsu imaginaba que no creía que su jueguito fue descubierto tan pronto.

—Es que yo….

La mujer tartamudeaba nerviosa y las manos le temblaban. Sus piernas también tiritaban.

Bankotsu daba miedo cuando estaba furioso.

Pero pese a que le gustaría hacer todo eso, Bankotsu tenía una poderosa razón para mantenerla cerca y era que respondía a su ambicioso deseo de expansión y el poder absorber la firma Skadden algún día.

La loca de Kikyo tenía una participación hereditaria en esa firma que le fuera traspasada de su fallecido padre. Y esa la primera llave que Bankotsu pensaba usar para su plan.

Así que usaría este error para manipularla.

—Sé que llamaste a Telex para adelantar la cita y estúpidamente borraste los registros y los archivos de ese cliente para meterme en aprietos por causa de tus celos de una asistente ¿no te avergüenzas?

—Sabes que todo lo que hago, es por ti…

—¿Eso incluye perjudicar a la firma que dirijo? Telex nos despidió por ese error.

Kikyo quiso acercarse para abrazarlo y usar alguno de sus irresistibles atributos femeninos, pero Bankotsu se desasió.

—Por nuestro pasado en común, no te despediré —mintió Bankotsu—. Pero tendrás que caminar recta frente a mí, eso significa que si yo te pido algo lo tendrás que hacer ¿te queda claro?

Kikyo asintió con la cabeza.

—Ahora lárgate —le ordenó Bankotsu sin dejar de mirarla fijamente de manera intimidante y penetrante.

La mujer huyó rápidamente.

Bankotsu sabía que a Kikyo lo único que la asustaba es que él dejara de ser su amante ocasional.

Lo cual tampoco era mentira ya que Bankotsu pensaba echarla de su vida y de su firma en cuanto se apoderara del estudio jurídico de sus parientes.

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Inuyasha llegó al exclusivo y lujoso restaurant sin reserva.

Un abogado de su calibre y que trabajaba en la firma legal más poderosa de la ciudad no necesitaba de eso.

No le gustaba la comida de ese lugar, pero cada tanto venía si necesitaba reunirse con algún cliente o como era el caso, encontrarse con el sujeto que vino a buscar.

Naraku Skadden, socio director de la firma que llevaba su apellido almorzaba sólo en una de las mesas.

Inuyasha cruzó la sala y sin miramientos se sentó junto a aquel hombre.

Naraku levantó la cabeza, rodó los ojos y siguió comiendo.

—¿Qué carajos haces aquí, Miller?

—Nunca es mal momento para importunar a un Skadden ¿no?

—Mi estúpida prima ya trabaja con ustedes ¿acaso también quieres contratarme?

Inuyasha sonrió exhibiendo su perfecta dentadura y se sirvió una copa del carísimo vino que Naraku tenía en su mesa.

—No hay dinero suficiente para contratarte —Inuyasha bebió un trago—. Traigo una idea mejor.

—Ya me arruinaste el almuerzo y el vino ¿tengo remedio? —replicó Naraku.

El actual socio director de Skadden tenía unos años más que Bankotsu, pero era sumamente atractivo con aquella belleza atípica y oscura propia de su familia.

Piel muy blanca, cabellos oscuros y rostro aguileño pero masculino. De profundos ojos grises.

Era muy parecido a su prima Kikyo.

Y vestía siempre de forma muy elegante con trajes oscuros de diseñador. Lamentablemente tenía que contentarse con ser un segundón siempre por detrás de Donovan Lawyers pero era uno de los abogados más poderosos de Manhattan.

—Vengo a proponerte algo —esbozó Inuyasha

—¿Y qué tienes tu que pueda querer yo? —Naraku siguió comiendo

Inuyasha hizo una pausa dramática mientras esbozaba su mejor sonrisa intrigante.

—Lo que más deseas en el mundo…

—No seas idiota, Miller ¿Qué sabes tú de mis deseos?

—Quieres dirigir la firma más poderosa y grande —eso hizo que Naraku levantara la mirada—. Fusionarte con Donovan luego de absorberlo y luego de eso…el único nombre en la puerta será Skadden.

—Bankotsu Donovan es el actual socio director y preferirá su destrucción antes que entregar la firma que fundó su madre.

Inuyasha bebió otro trago.

—Bankotsu se hundirá sólo ¿y quién crees que será el próximo candidato a liderar esa firma? —Inuyasha hizo un gesto hacía sí mismo—. Con un amigo en la silla del socio director, aumentan las posibilidades de que puedas fusionarte con Donovan, compraremos los votos, manipularemos a quien sea…pero nos aseguraremos de echar a esa familia de la firma. Te prometo que jamás volveremos a oír de ellos en esta ciudad.

Naraku había tenido ganas de ordenar postre luego del almuerzo.

Pero parece que Inuyasha le adelantó una muestra.

Absorber a la firma Donovan antes que ellos intenten hacerlo lo podía de excelente humor.

Inuyasha Miller era un resentido odioso, pero valía tenerlo de aliado dentro de Donovan.

Él mismo se apresuró en servirle otra copa a Inuyasha.

—Como decía, la casa invita.

Ambos hombres quedaron en aquel restaurante, munidos de un aire de conspiración e intriga.

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Era rica, una buena abogada de ilustre apellido que coronaba a generaciones de letrados egresados de Harvard.

Su abuelo fundó una firma poderosa. Ella heredó la participación que fuera de su padre, pero aun así prefirió trabajar para la competencia.

Y todo eso tenía nombre y apellido: Bankotsu Donovan.

Ella lo adoraba desde que fueron compañeros en la universidad

Kikyo Skadden nunca quiso nada como quería que Bankotsu fuera completamente suyo.

Ella lo sedujo, pero no conseguía más que eso.

Y hoy él amenazó con echarla y destruirla si volvía a intentar un jueguito parecido.

No era estúpida, sabía que él era ambicioso y la veía a ella como una llave para ir por la firma de su familia. Kikyo no tenía ningún vinculo fraternal con ellos y hasta detestaba a su primo Naraku por ser un jactancioso, así que apoyaba que Bankotsu quisiera absorberlos si le diera la gana, ella lo apoyaría porque su único deseo era verlo feliz.

Pero le aterrorizaba perderlo.

Comenzó a caminar de un lado a otro en el salón de su elegante piso en Chelsea.

Quizá era hora de sacar otros trucos para atraparlo definitivamente.

Y recursos e ideas maquiavélicas no le faltaban.


CONTINUARÁ

Que hayan tenido un excelente comienzo de año, hermanas.

Ya iniciamos las actualizaciones de este fic para no dejar pasar tanto tiempo.

BESOS MIL A AIDÉ, PAULITA, SAONE, IMAG04, LUCYP0411, NEFFER, BENANI, ANNIE PEREZ, LIN LU LO LI que alcanzaron a comentar antes de cerrar este episodio.

Mi idea es sacar dos episodios semanales hasta completar los 19 planeados.

BESOS MIL

PAOLA.